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0008 - Endurecimiento de Los Metales - MZanin 2017
0008 - Endurecimiento de Los Metales - MZanin 2017
Las propiedades mecánicas de los materiales se determinan por medio de ensayos y experiencias
cuidadosamente elaboradas, las cuales simulan tanto como sea posible las experiencias y
condiciones en servicio. En algunos casos su determinación provee un parámetro aislado de
respuesta mecánica. En estas experiencias o ensayos, deben considerarse factores como los
esfuerzos aplicados, su duración y velocidad de aplicación, la temperatura y las condiciones
ambientales. Entre las propiedades mecánicas más importantes se pueden mencionar la
resistencia, dureza, ductilidad y rigidez.
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UTN Facultad Regional Haedo. Año 2017.
𝐹𝐹
𝜎𝜎 = 𝐴𝐴 (6.1)
En la figura 6.2 se muestra una curva típica de tracción calculada mediante las definiciones
ingenieriles de tensión y deformación.
Si se consideran los verdaderos valores de tensión y deformación la curva crecerá hasta la fractura.
Se considera entonces que el material es incompresible, y que conserva su volumen. Esto será
válido en el comienzo del esfuerzo, ya que durante el estrangulamiento aparecen complejas
distribuciones de tensiones.
𝜎𝜎 = 𝐸𝐸 𝜀𝜀 (6.3)
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Fig. 6.3.- Tensión correspondiente al 0,2% de la deformación elástica de la curva típica tensión –
deformación cuando no se encuentra definido el punto de fluencia.
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Fig. 6.4.- Fuerza en función de la separación interatómica para átomos ligados fuerte (strongly bonded) y
débilmente (weakly bonded). La magnitud del módulo de elasticidad es proporcional a la pendiente de cada
una de las curvas en la separación de equilibrio donde F=0.
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Los ensayos antes mencionados difieren en la posición de la muestra. El ensayo Charpy consta
de una muestra con una entalla normalizada en el centro y la posición de la probeta es horizontal,
mientras que el ensayo Izod requiere una posición vertical de la muestra o probeta. En la figura
6.6 se muestra un esquema de las características de las probetas sus posiciones relativas respecto
del tipo de ensayo.
Fig. 6.6.- Disposiciones esquemáticas de las probetas y sus características para los diferentes ensayos de
impacto.
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1.3.- DUREZA.
La dureza es la medida de la resistencia del material a una deformación plástica localizada o
puntual, dejando una pequeña impronta o hendidura. La punta para realizar ensayos de dureza
puede ser redondeada o puntiaguda y debe ser de un material mucho más duro que la muestra.
Bajo condiciones de cargas, velocidades y tiempos de deformación controladas se produce una
impronta cuyas dimensiones, tamaño y profundidad, se relacionan con el índice de dureza
mediante expresiones empíricas. Estas mediciones son solo relativas y debe evaluarse
cuidadosamente cualquier comparación de durezas determinadas por diferentes métodos. Los
métodos más comunes son el método Rockwell, Brinell, Vickers y Knoop, y cada uno tendrá una
metodología de aplicación e identadores diferentes, indicados en la figura 6.7.
El método Rockwell es el ensayo más común ya que no requiere cuidados especiales en la
preparación de la muestra. Con este método se ensayan comúnmente metales y aleaciones. Las
puntas pueden ser esferas de acero endurecido de diferentes diámetros o una punta de diamante.
La dureza se determina como la diferencia en las profundidades de penetración obtenidas al
aplicar una carga mínima de 10 kg, denominada precarga, y una máxima de 60, 100 o 150 kg.
Cuando se especifican la dureza Rockwell, HR, se debe indicar el número de dureza seguido de
un código que denota el tipo de punta y la carga máxima empleados, según la norma. También
aparecen imprecisiones en el caso de medir muestras muy delgadas, ya que el espesor debe ser al
menos 10 veces la profundidad de la impronta. También se debe tener en cuenta ciertos cuidados
si la penetración se realiza cerca de los bordes de la muestra o cerca de otra medición.
Los ensayos de Dureza Brinell constan de procedimientos similares con puntas esféricas de acero
o carburo de tungsteno de 10 mm de diámetro. Se aplican cargas de 500 a 3000 kg en incrementos
de 500 kg, manteniendo la carga durante un tiempo especificado entre 10 a 30s. La dureza Brinell,
HB, se define por medio de un cálculo empírico midiendo el diámetro de la impronta, utilizando
un microscopio óptico.
Los ensayos de microdureza Knoop y Víckers, emplean pequeñas puntas de diamante de
geometría piramidal y se aplican cargas entre 1 y 1000 g. La impronta dejada por la punta se
observa con un microscopio para medir sus dimensiones. En este caso se requiere una cuidadosa
preparación de la superficie de la muestra por medio de desbaste y pulidos. En particular, la dureza
Knoop se aplica para materiales frágiles como los cerámicos.
Fig. 6.7.- Formas de los penetradores para los diferentes ensayos de dureza.
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Fig. 6.9.- Variación de la dureza en función de la temperatura. Obsérvese la influencia de los cambios
alotrópicos del hierro.
Como se ha dicho, el borde de grano actúa como barrera que impide la propagación de las
dislocaciones. La estructura reticular de los granos adyacentes difiere en la orientación, por lo que
se requeriría más energía para cambiar de dirección de deslizamiento (figura 6.10). Además, el
límite de grano es una región desordenada e inestable, con campos de tensión muy elevados.
Cuando varias dislocaciones que se mueven en el mismo sentido por efecto de un esfuerzo
aplicado, se encuentran con estos cambios de direcciones y se detienen cada vez a mayor
distancia, provocando un aumento en la densidad de dislocaciones. Esto aumenta la tensión
interna acumulada y obstaculiza el inicio de la plasticidad, aumentando la resistencia a la fluencia
del material. En la figura 6.11 se muestra la variación de la tensión de fluencia en función del
tamaño de grano y se comprueba el endurecimiento por reducción del tamaño de grano para
diferentes metales y aleaciones. La relación entre el tamaño de grano y la tensión de fluencia, está
dada por la ecuación de Hall-Petch,
𝑘𝑘𝑦𝑦
𝜎𝜎𝑦𝑦 = 𝜎𝜎0 + (6.5)
√𝑑𝑑
donde σy es la tensión de fluencia, σo es una constante del material relacionada con la tensión
necesaria para iniciar el movimiento de las dislocaciones (o resistencia de la red cristalina al
movimiento), ky es el coeficiente de endurecimiento (constante para cada material), y d es el
diámetro promedio de los granos.
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La relación de Hall-Petch se puede considerar con limitaciones ya que cuando el tamaño de grano
es tan pequeño como el tamaño de una o dos dislocaciones, el material tendrá una disminución
de resistencia y cederá por deslizamiento de los bordes de grano.
Estos efectos estas indicados para un metal puro y cabe aclarar que en la aleaciones las incidencia
del tamaño de grano puede ser considerablemente diferente ya que existen segundas fases o
precipitados que interactúan en conjunto con los bordes de grano.
Fig. 6.11.- Movimiento de una dislocación y su encuentro con un borde de grano. Para que la dislocación
siga el camino de la dirección del grano adyacente se deberá realizar un esfuerzo mayor.
Fig. 6.12.- Variación de la tensión de fluencia en función del tamaño de grano de algunos metales y
aleaciones metálicas. Y.S. significa Yield Strength o Tensión de fluencia.
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mayor resistencia mecánica (estática). También puede aumentar la tenacidad puesto que el
material adquiere mayor homogeneidad por su grano más fino.
Este aumento de la resistencia mecánica del material con la disminución del tamaño de grano se
cumple a temperaturas que no sean excesivamente altas. A muy altas temperaturas la cohesión
del material en los bordes disminuye bruscamente y produce fragilidad intergranular. Cabe
recordar que lo último que solidifica es el borde de grano por lo que será una zona de débil unión
cuando las temperaturas sean elevadas.
Las temperaturas de uso de las aleaciones metálicas están por debajo de la zona de peligro. Pero
en los materiales destinados a equipos modernos de ingeniería espacial, ingeniería nuclear,
centrales térmicas debe estudiarse cuidadosamente este fenómeno. A la temperatura de fusión la
cohesión del borde de grano vale cero y crece a medida que desciende la temperatura. En el grano
hay también una cierta fuerza de cohesión, que posibilita el ordenamiento y que también crece al
disminuir la temperatura aunque menos que en el borde del grano. De modo que existe una
temperatura de equicohesión (ver figura 6.13). Si tenemos dos metales, uno de grano fino A, con
mucho borde de grano y otro de grano grueso B, con poco borde de grano, por arriba de la
temperatura de equicohesión, será más resistente a la deformación el de grano B y a la temperatura
ambiente el de grano pequeño A. Por lo tanto debemos tener en cuenta que no siempre el
endurecimiento por tamaño de grano pequeño es conveniente; esto dependerá de la temperatura
en servicio.
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Fig. 6.14.- Deslizamiento de planos de átomos unos sobre otros. Los planos compactos hacen esto más
fácilmente (arriba) que los menos compactos (abajo).
𝐹𝐹 cos 𝜃𝜃 𝐹𝐹 𝐹𝐹
Esfuerzo de corte 𝐹𝐹𝑆𝑆 = 𝐴𝐴⁄sin 𝜃𝜃 = 𝐴𝐴 sin 𝜃𝜃 cos 𝜃𝜃 = 2𝐴𝐴 sin 2𝜃𝜃 (6.6)
𝐹𝐹 cos 𝜃𝜃 𝐹𝐹
Esfuerzo normal 𝐹𝐹𝑛𝑛 = 𝐴𝐴 sin 𝜃𝜃
= 𝐴𝐴
𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠2 𝜃𝜃 (6.7)
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De la ecuación 6.6, es evidente que el esfuerzo máximo de corte sobre el plano de deslizamiento
será cuando θ = 45°. Aun cuando la tensión aplicada sea puramente de tracción, existirán
componentes de corte alineadas paralelas o perpendiculares a la dirección de tracción. Cada una
de estas componentes se denomina tensión de corte resuelta.
En respuesta a una dada tensión de tracción (o compresión), el deslizamiento en un monocristal
comenzará por el sistema de deslizamiento orientado de manera más favorable cuando la tensión
de corte alcance un límite crítico denominado tensión resuelta crítica. Esta tensión de corte es
necesaria para iniciar el deslizamiento y se comprobó experimentalmente que no depende de la
orientación del monocristal sino que es una propiedad del material que caracteriza el comienzo
de la fluencia. Este resultado empírico se conoce como Ley de Schimd y su interpretación se
considera en la teoría de dislocaciones.
Donde 𝐴𝐴𝑜𝑜 es el área original de la sección transversal que experimenta la deformación y 𝐴𝐴𝑑𝑑 el
área luego de la deformación.
El fenómeno de endurecimiento por deformación (strain hardening) se basa en el campo de
deformaciones de las interacciones dislocación-dislocación. Con la deformación o trabajado en
frío, la densidad de dislocaciones aumenta considerablemente en un metal deformado y la
interacción de dislocaciones provocará un endurecimiento. Al principio del proceso de
deformación, las dislocaciones se mueven por los planos preferenciales de deslizamiento. Luego
se incrementa el deslizamiento cruzado y las dislocaciones se van agrupando en regiones de alta
densidad, que poco a poco configuran verdaderas aglomeraciones en el entorno de borde de grano.
La separación entre dislocaciones disminuye y el resultado neto es que el movimiento de una
dislocación esta obstaculizado por la presencia de otras dislocaciones. El anclado entre
dislocaciones se incrementa a medida que aumenta la deformación y aumentara la tensión
necesaria para mover las dislocaciones restantes, por lo que globalmente el metal endurecerá.
A medida que las dislocaciones se bloquean y se acumulan en los bordes de granos deformados,
se restringe la posibilidad de su movimiento. Por lo tanto mientras aumenta la resistencia
mecánica, aumenta la dureza y disminuye la ductilidad (ver figura 6.16). La deformación en frío
reduce la conductividad eléctrica y la resistencia a la corrosión.
Se observa que, en estado de equilibrio, los granos pueden tener formas prácticamente
equiaxiales, y como consecuencia de la deformación, en el material se producen alargamientos en
alguna dirección y acortamientos en otras. Los granos adoptan las deformaciones dependiendo
del tipo de deformación dando origen a la anisotropía del metal.
La mayor parte de la energía de deformación necesaria para el trabajado en frío se convierte en
calor y parte queda almacenada como energía interna del metal. El aumento de energía interna es
debido fundamentalmente al incremento de dislocaciones producido en el interior de los cristales.
El incremento de energía interna justifica la menor resistencia a la corrosión de los metales
deformación en frío, al tornarlos más químicamente activos. La energía almacenada aumenta con
la cantidad de deformación aplicada hasta alcanzar un valor de saturación, y es mayor cuando la
temperatura de deformación es menor. Parte de este almacenamiento puede atribuirse a la
formación de vacancias y otra parte a energía de maclado y de fallas de apilamiento, pero en su
mayoría se debe a la generación e interacción de las dislocaciones. Su densidad aumenta de 106 a
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1012 dislocaciones por centímetro cuadrado al pasar de un material totalmente recocido sin haber
pasado por ningún proceso de deformación plástica, a uno severamente endurecido.
La temperatura tiene influencia sobre el proceso de deformación plástica, si aumenta la
temperatura a la que se produce la deformación en frío, disminuye la velocidad de
endurecimiento.
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Fig. 6.17.- Efecto de la adición de un soluto en una aleación sobre la curva tensión-deformación.
La suposición inicial considera que los átomos de soluto están distribuidos al azar en la red
solvente, pero de este modo no se podría explicar el endurecimiento de por solución sólida, ya
que las líneas de dislocaciones pueden ser curvadas alrededor del soluto atravesando este
obstáculo. Por lo que entonces deberíamos pensar que los solutos no están distribuidos al azar,
sino que poseen cierto grado de posicionamiento determinado.
Diversos estudios han determinado mecanismos fundamentales que explican el endurecimiento:
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Fig. 6.18.- Representación de las posibles ubicaciones de átomos de soluto en los frentes de dislocaciones.
Cualquiera de estos mecanismos propuestos indica que deberá detenerse una dislocación cuando
hay un obstáculo y dependerá de la concentración de soluto en la solución sólida, esto se conoce
como el efecto de Mott y Nabarro.
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por los limites antifase. Este mecanismo de endurecimiento será significativo solo para aleaciones
de tamaño de dominio pequeño.
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La presencia de una fase más dura, endurece la aleación al mismo tiempo que la fragiliza y
disminuye la ductilidad. Una combinación óptima será cuanto más finas y mejor distribuida esté
la fase dura; más homogéneas serán las propiedades mecánicas.
Existen dos casos por endurecimiento de partículas pequeñas de una segunda fase dura:
endurecimiento por dispersión y endurecimiento por precipitación.
El endurecimiento por dispersión se trata de una dispersión de una segunda fase no soluble en
la matriz, en donde su forma y tamaño son independientes en el tiempo y de la temperatura.
Ejemplo de ello sería una mezcla de partículas finas en una matriz obtenida por proceso de
pulvimetalurgia o por solidificación en mezcla lo más homogénea posible de dos metales no
miscibles al estado líquido y al estado sólido. Se dice que no hay influencia con la temperatura ya
que la fase más estable y dura imposibilita el crecimiento de grano a elevadas temperaturas
El endurecimiento por precipitación en cambio es susceptible a la temperatura, y depende de
varias etapas para lograr el estado más óptimo. Los modelos propuestos para explicar el
endurecimiento por dispersión y precipitación se basan en que las partículas de la segunda fase
actúan como obstáculos de dislocaciones. Las dislocaciones pueden comportarse como rígidas y
cortar los obstáculos o bien arquearse y seguir su movimiento.
Cuando las partículas pequeñas y blandas, están próximas entre si dentro de la matriz, las
dislocaciones pueden cortarlas en su desplazamiento. Si la partícula es atravesada por la
dislocación, se genera una nueva superficie. Para ellos se requiere un gasto de energía extra, lo
que se traduce en un aumento del estado tensional, en consecuencia un aumento de la resistencia.
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Además, el ordenamiento atómico dentro de la partícula es distinto al de la matriz, y para que una
dislocación lo atraviese deberá romper este ordenamiento, por ende, el esfuerzo deberá ser mayor.
Se debe tener en cuenta que usualmente los precipitados son compuestos de carácter covalente o
iónico y tienen una fuerza de unión atómica mayor que las uniones metálicas.
Existen varias razones por las cuales las partículas pequeñas actúan como obstáculos de
dislocaciones. Variables como el ordenamiento atómico, la forma, tamaño y distribución afectan
al punto de fluencia de las aleaciones cuando las partículas son pequeñas.
Alrededor de las partículas existe un campo de tensiones que la dislocación debe vencer. El campo
de tensiones puede ser originado desde la creación del precipitado durante la solidificación. Parte
de los componentes que conforman la aleación se transforman en un precipitado produciendo
tensiones en la matriz.
La influencia de la forma de la partícula también genera un impedimento en el pasaje de una
dislocación y determina la cantidad de planos de deslizamiento para atravesar esta partícula. Las
formas más comunes son esféricas, discos, placas, o barras.
También la distribución o separación entre las partículas en una variable importante a tener en
cuenta. Existe una combinación de tamaño y distancia de partículas en donde una dislocación
puede arquearse entre dos partículas más fácilmente que atravesarlas. Una dislocación se puede
doblar en forma de anillos alrededor del precipitado. Este mecanismo fue propuesto por Orowan
y está esquematizado en la figura 6.22.
Cuando anillos adyacentes intersectan sobre el lado lejano de la partícula se cancelan del mismo
modo que en las fuentes de Frank-Read. Esta cancelación permite que continúe la dislocación,
pero deja un anillo de dislocación rodeando a la partícula, cuyo campo de esfuerzos aumenta la
resistencia al movimiento de dislocación siguiente como se observa en el último esquema de la
figura 6.22.
Figura 6.22.- Desplazamientos de dos líneas de dislocaciones a través de partículas de segundas fases
según el modelo de Orowan.
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Coherencia significa que existe una correspondencia única entre la red del precipitado y de la
matriz. Un precipitado semicoherente significa que existe una correspondencia parcial entre los
conjuntos de planos reticulares. Una superficie incoherente implica que no hay correspondencia
entre las dos redes.
En la figura 6.26, se observa que la resistencia y durezas varían con el tiempo de envejecimiento
y con esto las características de precipitados. Después del enfriamiento de la solución, la
resistencia aumenta luego de un tiempo y decrece por formación de precipitados grandes.
La máxima dureza y resistencia corresponden a las primeras fases y dependerán de la composición
de la aleación y de la temperatura del tratamiento.
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Como conclusión, una aleación debe reunir ciertas condiciones necesarias para que se pueda
producir un endurecimiento por precipitación. En primer lugar dos fases sólidas deben ser
solubles en un amplio rango determinado y que haya una disminución de la solubilidad de una de
las fases al disminuir la temperatura, indicado por una curva de solvus decreciente con el descenso
de temperatura. En la figura 6.27 se muestra una porción de un diagrama de equilibrio típico
indicando las regiones de solución sólida y rangos de temperaturas de solución y precipitación
artificial.
Fig. 6.27.- Diagrama de equilibrio típico de aleaciones envejecibles con indicación de los rangos de
temperatura donde se realiza el proceso.
Se debe tener en cuenta que las temperaturas de formación de las segundas fases precipitadas
deben ser tecnológicamente adecuadas. Es por ello que se debe elegir un rango de aleaciones que
produzcan una precipitación y mejoramiento de propiedades mecánicas.
Además la resistencia y dureza óptimas se logran cuando las partículas precipitadas alcanzan un
determinado tamaño crítico (ver figura 6.28). Esto varía en los diferentes tipos de aleaciones.
En la figura 6.29 se observan los perfiles típicos de resistencia en función del tiempo en donde se
ve claramente la influencia de la temperatura y tiempos del envejecido para lograr las condiciones
óptimas.
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Fig. 6.29.- Influencia del tamaño y numero de partículas formadas en el envejecimiento y su influencia en
la dureza.
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Fig. 6.-30.- Variación de la dureza en función del porcentaje de carbono en tres diferentes productos de
transformación de aceros.
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3.1.1. Recuperación.
En primer lugar un material deformado sufre una etapa de recuperación, en donde los cambios
producidos no son apreciables en la microestructura. El principal efecto de la recuperación es el
alivio de esfuerzos internos debido al trabajado en frío. Cuando se quita la carga que se imprime
a un material para deformarlo en frío, no desaparece toda la deformación elástica. Esto se debe a
que los granos quedan con diferentes orientaciones cristalinas y solo algunos permitirán que
retrocedan cuando se suprime la carga. A medida que se calienta un material deformado en frío
hay un rápido retroceso lo cual hace un alivio de las tensiones internas. Incluso la conductividad
eléctrica se incrementa durante la etapa de recuperación.
3.1.2. Recristalización.
A una temperatura superior a la de recuperación, se inicia un proceso de sustitución de la
estructura deformada, por granos totalmente libres de tensiones, que nuclean principalmente en
los bordes de grano. Esto indica el comienzo de la recristalización. En esta etapa la dureza y la
resistencia disminuyen muy rápidamente mientras que la ductilidad aumenta. Como es de esperar
la densidad de dislocaciones disminuye también en forma apreciable.
A medida que se alcanzan nuevas temperaturas posteriores a la etapa del intervalo de
recuperación, aparecen nuevos cristales en la microestructura, los cuales poseen la misma
composición y estructura cristalina que los granos originales. Estos cristales no están alargados,
sino que son equiaxiales, uniformes en sus dimensiones. Esta nucleación aparece en las zonas de
la estructura más drásticamente deformada, ya sea en los bordes de grano y en los planos de
deslizamiento. Estas zonas poseen cierta inestabilidad por la gran densidad de dislocaciones y
cualquier posibilidad de reagrupamiento para tender a una estabilización y reducción de la energía
interna se dará más o menos rápida dependiendo de la temperatura. Al igual que solidificación, el
agrupamiento de átomos que se forman se denomina núcleos. La recristalización tiene lugar
mediante una combinación de nucleación de granos libres de deformación y crecimiento posterior
para completar todo el material deformado plásticamente en frío. A diferencia de la solidificación
en donde un núcleo podía desarmarse si no tenía un radio de partícula crítico, en la nucleación de
la recristalización, el crecimiento es irreversible y la fuerza promotora de los procesos de
recuperación y recristalización es la energía de deformación almacenada.
Desde un punto de vista práctico, la temperatura de recristalización se define como aquella a la
cual se obtiene una estructura de granos totalmente nueva (recristalizada) en un período de una
hora. Normalmente se encuentra alrededor de 0,3 a 0,5 de la temperatura de fusión de la aleación
(en escala absoluta).
A mayor cantidad de deformación previa, menor será la temperatura necesaria para iniciar el
proceso de recristalización, ya que habrá más distorsión y consecuentemente más energía
disponible.
Para igual intensidad de trabajado en frío, se introduce más endurecimiento por deformación en
los metales que tienen inicialmente granos finos que aquellos que poseen granos gruesos. Por lo
tanto, cuanto más fino sea el grano, mayor será la temperatura de recristalización posterior. Con
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el mismo razonamiento, cuanto menores sean las temperaturas de trabajado en frío mayor será la
cantidad de deformación introducida, disminuyendo la temperatura de recristalización para un
tiempo de recocido determinado.
Fig. 6.31.- Representación esquemática del ciclo de trabajado en frío y posterior recocido que muestra la
variación de las propiedades mecánicas.
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Como el recocido total devuelve al material un estado libre de tensiones internas con granos
prácticamente equiaxiales, todos los cambios introducidos por deformación plástica se eliminan
y el material vuelve a adquirir las propiedades originales. En la figura 6.31 se muestra la variación
de propiedades mecánicas en las etapas de recuperación, recristalización y crecimiento de grano.
Referencias
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