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Cosmogonías y cosmologías de la antigüedad

El mito babilónico de la creación es el más antiguo que ha llegado a nuestros días. El

Enuma elis (cuando arriba), escrito quince siglos antes de la era cristiana, relata el

nacimiento del mundo a partir de un caos primordial. En el principio, cuenta el

mito, estaban mezcladas el agua del mar, el agua de los ríos y la niebla, cada una

personificada por tres dioses: la madre Ti’amat, el padre Apsu y el sirviente

(¿?) Mummu. El agua del mar y el agua de los ríos engendraron a Lahmu y Lahamu,

dioses que representaban el sedimento, y éstos engendraron a Anshar y Kishar, los

dos horizontes entendidos como el límite del cielo y el límite de la Tierra. En

aquellos tiempos, el cielo y la tierra estaban unidos; según la versión más antigua del

mito, el dios de los vientos separó el cielo de la tierra; en la versión más elaborada,

esa hazaña le correspondió a Marduk, dios principal de los babilonios. Marduk se

enfrentó a Ti’amat, diosa del mar, la mató, cortó su cuerpo en dos y, separando las

dos partes, construyó el cielo y la Tierra. Posteriormente, creó el Sol, la Luna y las

estrellas, que colocó en el cielo.

Así, para los babilonios, el mundo era una especie de bolsa llena de aire, cuyo piso

era la Tierra y el techo la bóveda celeste. Arriba y abajo se encontraban las aguas

primordiales, las que a veces se filtraban, produciendo la lluvia y los ríos.

2.- Planeación de la Investigación

Documental

2.1. La elección y delimitación del ema

2.2. Formulación del propósito de la investigación

2.3. Bosquejo de ideas

2.3. El plan de trabajo o cronograma

2.4. Aplicación de los pasos de la planificación en trabajo

investigativo documental sobre una temática de carácter

académico, científico o social.


Como todos los mitos, la cosmogonía babilonia estaba basada en fenómenos

naturales que fueron extrapolados a dimensiones fabulosas: Mesopotamia se

encuentra entre los ríos Tigris y Éufrates, que desembocan en el Golfo Pérsico; allí

depositan su sedimento, de modo tal que la tierra gana lentamente espacio al mar.

Seguramente fue ese hecho el que sugirió a los babilonios la creación de la

tierra firme a partir de las aguas primordiales.

La influencia del mito babilónico se puede apreciar en la cosmogonía egipcia. Para los

egipcios, Atum, el dios Sol, engendró a Chu y Tefnut, el aire y la humedad, y éstos

engendraron a Nut y Geb, el cielo y la Tierra, quienes a su vez engendraron los

demás dioses del panteón egipcio. En el principio, el cielo y la Tierra estaban unidos,

pero Chu, el aire, los separó, formando así el mundo habitable.

Para los egipcios, el Universo era una caja, alargada de norte a sur tal como su país;

alrededor de la tierra fluía un Río, Ur-Nes, uno de cuyos brazos era el Nilo, que nacía

en el sur. Durante el día, el Sol recorría el cielo de oriente a poniente y, durante la

noche, rodeaba la tierra por el norte en un barco que navegaba por el Río Ur-Nes,

escondida su luz de los humanos detrás de las altas montañas del Valle Dait.

Trazas del mito babilónico también se encuentran en el Génesis hebreo, según el

texto bíblico, el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas en el primer día de

la creación; pero la palabra original que se traduce comúnmente como espíritu res

ruaj, que en hebreo significa literalmente viento. Para entender el significado del

texto, hay que recordar que, antiguamente, el aire o el soplo tenían la connotación de

ánima o espíritu (verbigracia el soplo divino infundido a Adán). En el segundo día,

prosigue el texto, Dios puso el firmamento entre las aguas superiores y las inferiores,

esta vez la palabra original es rakía, un vocablo arcaico que suele traducirse como

firmamento, pero que tiene la misma raíz que la palabra vacío. En el tercer día Dios

separó la tierra firme de las aguas que quedaron abajo (...). Estos pasajes oscuros del

Génesis se aclaran si recordamos el mito babilónico: Marduk -el viento, en la versión


más antigua- separa las aguas (el cuerpo de Ti’amat) para formar el mundo, y la

tierra firme surge como sedimento de las aguas primordiales.

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