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Demanda Nulidad
Demanda Nulidad
S. J. L EN LO CIVIL DE SANTIAGO
I. LOS HECHOS.
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4. Cabe hacer presente que, con la misma fecha y en la misma Notaría,
quienes estaban cuidando de don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO
HERNÁNDEZ, ya privado de razón, hicieron que éste suscribiera un
testamento solemne abierto, el que inscribió con fecha 12 de noviembre de
2019 en el Registro Nacional de Testamentos bajo el N° 5937.
En la cláusula séptima de dicho testamento, en desmedro de su propia
hija, don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ instituyó
como herederas de la cuarta de libre disposición y en iguales proporciones
a las hijas de su segunda esposa, las demandadas doña MARÍA PAZ
GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT,
revocando y reemplazando lo manifestado en su primer testamento,
otorgado en el año 2013, esto es, teniendo plenas facultades, e incorporando
a las demandadas que ejercían de hecho su cuidado, en la herencia del
causante, acto que también es nulo de nulidad absoluta por falta de
voluntad.
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carecía de capacidad para realizar cualquier tipo de acto jurídico al padecer
de demencia senil, lo que era de conocimiento de las demandadas.
De los sucesos relatados, es claro que el vendedor estaba con sus
facultades mentales y cognitivas disminuidas al momento de la celebración
del contrato, esto es, era imposible para él otorgar un consentimiento válido,
ni entender el sentido y alcance del acto jurídico, ni su causa y objeto, y que
la demandada estaba en conocimiento de esa situación, lo que es prueba
clara que el Sr. HIDALGO no tenía ni la libertad, ni la posibilidad de
comprender ni de tomar decisiones en materia patrimonial.
II. EL DERECHO.
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1. Son condiciones de existencia del acto jurídico, aquellas sin las cuales
el acto jurídico no puede formarse, es decir, éste no puede vivir ya que no
puede nacer a la vida del derecho. Son condiciones de existencia del acto
jurídico, la voluntad, el objeto, la causa y las solemnidades en los casos
en que la ley los exige.
2. El art. 1.445 del Código Civil señala, en su inciso final, señala que
la capacidad legal de una persona consiste en poder obligarse por sí misma,
y sin el ministerio o la autorización de otra; mientras que el art. 1.447
dispone que “Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y
los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente. Sus
actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución”.
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los actos prohibidos por las leyes, como es el caso de la enajenación de
bienes del demente sin los requisitos legales.
4. Por su parte, el art. 1.682 del Código Civil prescribe que “La nulidad
producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión
de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de
ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la
calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades
absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de
personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce
nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato”.
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5. El inciso segundo del art. 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de “Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente”,
dispone que “los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán
válidos; a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces
demente”.
De las disposiciones citadas se deduce que el testamento cuya
declaratoria de nulidad absoluta se busca, lo es por haberse celebrado
estando el padre de nuestra representada en calidad de absolutamente
incapaz, pues a la fecha del acto jurídico estaba demente, esto es,
completamente privado de la razón, falto de discernimiento y de voluntad,
de manera que el referido estado de invalidez mental estaba vigente a la
fecha de haberse celebrado el acto, ya que la declaratoria de interdicción no
es un requisito previo para la nulidad de los actos ejecutados por un
incapaz, como en el caso de marras, sino que se constituye como una
cuestión meramente probatoria.
La interdicción es una forma o medio que la ley franquea para
comprobar el estado de demencia, pero el estado de demencia o sus efectos
legales no se subordinan a ella.
Dicho de otra forma, el estado de demencia (y la incapacidad legal que
ella acarrea) no dependen de la declaración de interdicción, pero está última
si depende de que la demencia la anteceda.
Bajo esta premisa, que es por lo demás de toda lógica y obviedad,
resulta que los efectos jurídicos de la interdicción se deben anticipar
en la medida de que se acredite razonablemente la existencia de la
demencia en relación al acto jurídico cuya nulidad se persigue, de tal
suerte que, si la interdicción acarrea la nulidad de un acto, la prueba de la
demencia en un momento determinado (anterior a la interdicción) debe
anticipar el mismo efecto, pues la certidumbre que la interdicción perseguía
dar con efecto erga homnes, fue suplida y alcanzada por la prueba en un
caso concreto
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Lo dicho debe entenderse, a pesar de que el art. 2.163 CC hable de
interdicción, puesto que en materia de demencia es especial, ya que esta
enfermedad, entendida, en general, como locura, trastorno de la razón o
toda perturbación de las facultades mentales de una persona, afecta
esencialmente a todo acto o contrato que implique confianza entre los
intervinientes; por ende, aunque el vendedor no haya sido declarado en
interdicción antes de la cesión de derechos, su situación de demencia es
anterior, y era además conocida por la compradora.
El decreto de interdicción sólo constituye un medio fácil y expedito
para comprobar el estado de demencia de la persona afectada, pero no
implica que, con anterioridad a su declaración, no se haya encontrado en la
misma condición.
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- Que exista un objeto;
- Que exista una causa;
- Que se cumplan con las solemnidades legales.
En el caso de autos, sólo se cumple con uno de los requisitos de
existencia, ya que sólo las formas fueron respetadas.
En primer lugar, no ha concurrido el consentimiento real del
propietario vendedor.
En segundo lugar, no hay causa de los actos jurídicos, entendida
como la contraprestación o el motivo que tuvo la parte para contratar, al no
existir un precio serio y real del contrato. Si este no existe, el acto carece de
causa para el cedente vendedor.
En tercer lugar, hay objeto ilícito en los actos prohibidos por las
leyes, como es el caso de la enajenación de bienes del demente sin los
requisitos legales.
Además, la simulación, esto es, cuando la voluntad manifestada no
corresponde a la voluntad real, cuando no es sincera, se refiere ya sea a la
existencia misma del acto (acto ficticio), ya sea concerniente a su naturaleza,
ya sea concerniente a las cláusulas o condiciones del mismo. En los dos
primeros casos, el acto es nulo absolutamente.
El art. 1.681 CC señala que es nulo todo acto o contrato a que falta
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor de dicho acto o
contrato.
En definitiva, tratándose de un acto jurídico que carece de causa
(por lo mismo, de causa lícita), objeto lícito y de consentimiento del
vendedor, no se cumplen los requisitos legales que permitan arrogarle
eficacia y validez a los actos, de modo que deben ser sancionados con la
nulidad, en ambos casos absoluta, de acuerdo a los términos del art. 1.682
CC.
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Esta nulidad alcanza no solo a los actos mismos, sino que también a
todas las consecuencias y actos jurídicos derivados, a las modificaciones y
declaraciones efectuados en ellos, a las inscripciones en el Registro de
Comercio, y a las demás anotaciones realizadas.
1 Curso de Derecho Civil Francés, Tomo VIII, N° 202, pág. 143, Librairie Arthur Rousseau, Paris, 1936.
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nulidad absoluta, al omitirse un requisito exigido para su valor en
consideración a su naturaleza o especie.
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establece que son incapaces los dementes, y que sus actos no producen ni
aún obligaciones naturales, debemos entender la aplicación integral de las
disposiciones hasta ahora citadas, para arribar a la conclusión que el
demente debe actuar necesariamente a través de un curador designado,
y que cualquier acto que no cumpla con ese requisitos y con los demás que
le impone la ley a las actuaciones de dicho curador, constituye una
infracción a una prohibición legal y una conducta contraria al orden público
chileno, atendido el especial estatuto de garantía con el que la ley protege a
los incapaces.
Es por ello que el art. 338 CC previene que “Las tutelas y las curatelas
son cargos impuestos a ciertas personas a favor de aquellos que no pueden
dirigirse a sí mismos a administrar competentemente sus negocios, y que no
se hallan bajo la potestad de padre o madre, que pueda darles la protección
debida”.
En consecuencia, no se trata de una situación voluntaria o un mero
formalismo, se trata de un estatuto de protección que la ley impone, que
se hace aplicable de inmediato y de pleno derecho al instante en que las
circunstancias fácticas importen constatar la presencia de una persona “que
no puede dirigirse a sí misma”.
En concreto, el art. 342 CC señala que “Están sujetos a curaduría
general los menores adultos; los que por prodigalidad o demencia han sido
puestos en entredicho de administrar sus bienes; y los sordo o sordomudos
que no pueden darse a entender claramente”.
Por lo tanto, es la ley la que les impone esa sujeción, sin condición
a ningún formalismo para los efectos de establecer las prohibiciones
que impone para la protección de los incapaces, sino que sólo para
efectos del nombramiento de quién ejercerá dicha tutela o curatela.
Como norma de clausura, es necesario citar aquella que impone
precisamente la sanción que se demanda, al acto cuyo objeto es ilícito, la
del art. 1682 CC, que señala que es nulidad absoluta la producida por un
objeto ilícito.
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10. En cuanto a la simulación, ésta se asimila al dolo, al fraude, ya que
representa una maquinación realizada por las partes comparecientes, con
la mira de inducir a un tercero en error o engaño, para disfrazar la realidad
del acto que se desea realizar. Lo decisivo es la intención, el móvil de las
partes.
El art. 1707 CC consagra el principio que las escrituras hechas por
los contratantes para alterar lo pactado en escrituras públicas, y que se han
mantenido secretas, no producen efecto contra terceros, lo que
implícitamente indica que lo producen respecto de sus autores.
Tratándose de un acto ficticio en su totalidad, es decir, un acto
puramente aparente y que no es serio para ninguna de las partes que en él
intervienen, es como si nada se hubiera hecho y el acto ficticio tiene que ser
nulo (“el acto colorem habens, substantiam vero nullam”).
Según señala don Luis Claro Solar, la simulación puede ser legítima
o maliciosa, lo que no influye en la validez del acto: “aunque no se haya
realizado con intención de perjudicar a los acreedores del que por el acto
simulado transfiere bienes, los acreedores pueden impugnarlo por simulación,
a fin que se prescinda de él y se establezca que esos bienes continúan en el
patrimonio del deudor. Puede también pedirse la declaración de simulación
de la transferencia por la misma parte que la realizó contra la otra parte o sus
causahabientes que pretendieses aprovecharse del carácter aparten del
acto”1.
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Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Editorial Jurídica de Chile, 1979, Tomo Undécimo, p.
648.
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El art. 1.683 CC dispone que “La nulidad absoluta puede y debe ser
declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto
en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello,
excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o
debiendo saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su
declaración por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no
puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo
que no pase de diez años”.
Así las cosas, la nulidad puede alegarla todo aquel que tenga interés
en ello, y este interés no debe necesariamente ser pecuniario o patrimonial.
En efecto, al ser la nulidad absoluta una sanción de orden público,
que está llamada a custodiar la moral y las buenas costumbres, donde el
interés general de la sociedad presente en los litigios en que se discute la
nulidad absoluta, el que se defiende mediante esta institución.
POR TANTO,
SOLICITO A US.: Tener por interpuesta demanda de declaración de nulidad
absoluta del contrato de compraventa con usufructo sobre los derechos de
dominio de don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ,
sobre el inmueble ubicado en calle Berna N° 4621, casa J, comuna de Lo
Barnechea, y de la escritura de cancelación de precio, por falta de
consentimiento, objeto lícito y causa lícita en contra de doña MARÍA PAZ
GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT, ya
individualizadas, admitirla a tramitación y en definitiva, declarar la nulidad
absoluta, por afectarles una causa ilícita y carecer de objeto lícito y
consentimiento, del contrato de compraventa individualizado y de su
consecuente la escritura de cancelación de precio, debiendo por
consiguiente, cancelarse la inscripción de dominio a que dieron origen y que
también se encuentra ya señalada, con expresa y ejemplar condena en
costas.
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PRIMER OTROSÍ: Solicito a US. tener por acompañada, copias de mi
personería para representar a doña MARÍA ALEJANDRA HIDALGO
CRUZAT, con citación.
ANDRES Firmado
digitalmente por
ESTEBAN ANDRES ESTEBAN
ASTUDILLO ASTUDILLO SOTELO
Fecha: 2023.01.16
SOTELO 12:34:02 -03'00'
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