Está en la página 1de 17

PROCEDIMIENTO : Ordinario

MATERIA : Nulidad de contrato.


DEMANDANTE : María Alejandra Hidalgo Cruzat
R.U.T. : 8.321.966-1
ABOGADO PATROCINANTE : Andrés Astudillo Sotelo
R.U.T. : 12.113.752-6
DEMANDADO (1) : María Carolina Gallardo Cruzat
R.U.T. : 7.410.137-2
DEMANDADO (2) : María Paz Gallardo Cruzat
R.U.T. : 6.551.230-0

EN LO PRINCIPAL: Demanda de nulidad absoluta de contrato. EN EL


PRIMER OTROSÍ: Acompaña documentos. EN EL SEGUNDO OTROSÍ:
Patrocinio y poder.

S. J. L EN LO CIVIL DE SANTIAGO

ANDRÉS ASTUDILLO SOTELO, abogado, domiciliado para estos


efectos en Alonso de Córdova N° 5900, oficina 302, comuna de Las Condes,
ciudad de Santiago, correo electrónico aas@vaeabogados.cl, mandatario
judicial de doña MARÍA ALEJANDRA HIDALGO CRUZAT, publicista,
domiciliada en Parque Sur N° 12.810-66, comuna de Lo Barnechea, ciudad
de Santiago, a US., respetuosamente digo:

Que vengo en deducir demanda en juicio ordinario de declaración de


nulidad absoluta por falta de voluntad, objeto lícito y causa lícita a) del
contrato de compraventa del 27,76% de los derechos de dominio sobre el
inmueble ubicado en Calle Berna N° 4.621, casa J, comuna de Lo
Barnechea, ciudad de Santiago, celebrado con fecha 14 de octubre de 2019,
otorgada en la Notaría de don LUIS ENRIQUE TAVOLARI, Repertorio Nº
1
7982-2019; y b) de escritura de cancelación de precio de fecha 20 de
diciembre de 2019, de doña MARÍA PAZ GALLARDO CRUZAT, dueña de
casa, con domicilio en calle Paseo de Alcalá N°11052, comuna de Lo
Barnechea y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT, desconozco
profesión u oficio, domiciliada en calle Candelaria Goyenechea N° 4421,
departamento 101, comuna de Vitacura en atención a los antecedentes de
hecho y fundamentos de derecho que a continuación paso a exponer:

I. LOS HECHOS.

1. Con fecha 12 de enero de 1968, doña IRIS OFELIA CRUZAT MASON


(en segundas nupcias) y don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO
HERNÁNDEZ contrajeron matrimonio, pactando la separación total de
bienes.
De dicho matrimonio nació la única hija en común, doña MARÍA
ALEJANDRA HIDALGO CRUZAT, demandante de autos y la única hija del
Sr. Hidalgo.
Del primer matrimonio de doña Iris Cruzat Mason, había tenido dos
hijas, doña MARÍA PAZ GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA
GALLARDO CRUZAT.

2. A partir del año 2018, don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO


HERNÁNDEZ comenzó a presentar cambios en su personalidad, a ser
agresivo con su familia, a tener problemas de memoria y a tener conductas
erráticas, siendo diagnosticado con demencia senil por un médico geriatra
de Clínica Alemana, luego someterse a distintos exámenes para evaluar su
estado cognitivo, instancias a las que fue acompañado por las demandadas
doña MARÍA PAZ GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA
GALLARDO CRUZAT, quienes estaban en pleno y cabal conocimiento en el
deterioro de su salud y comenzaron a hacerse cargo de la administración de
sus bienes, cuentas bancarias y de la administración del hogar en general.
2
3. Habiendo ya perdido la capacidad obligarse, al padecer de demencia
senil, con fecha 14 de octubre de 2019, don PATRICIO GERMÁN GABRIEL
HIDALGO HERNÁNDEZ, como vendedor y doña MARÍA PAZ GALLARDO
CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT, como
comparadoras, celebraron un contrato de compraventa con usufructo sobre
el 27,76% de los derechos de dominio sobre el inmueble ubicado en calle
Berna N° 4621, casa J, comuna de Lo Barnechea, que era su casa
habitación.

Esos derechos, estaban inscritos a favor de don PATRICIO GERMÁN


GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ, a fojas 54.197 Nº 57.170 del Registro
de Propiedades correspondientes al año 2000, del Conservador de Bienes
Raíces de Santiago.

En virtud de tal título, los derechos de dominio fueron inscritos a favor


de las demandadas a Fojas 91.104 Nº 132.440, del Registro de Propiedad
del año 2019, del Conservador de Bienes Raíces de Santiago.
El supuesto precio de la compraventa ascendió a la cantidad de 2.595
Unidades de Fomento, que las compradoras se obligaron a pagar dentro
del plazo máximo de tres años contados desde la fecha de celebración
del contrato y las partes renunciaron anticipadamente a la acción
resolutoria.
Pero se debe tener presente que, en la misma escritura, las
demandadas insertaron un usufructo en favor del vendedor, pero ¡que éste
debía pagar! Y Fijaron un precio de UF 500 por dicho usufructo.
Es decir, en el fondo, ellas redactaron una escritura en la que asumían
la obligación de pagar UF 2.095 por los derechos de un inmueble de gran
valor, y cuya enajenación no tenía ningún sentido para el vendedor privado
de sus facultades.
Desde luego, no consta que se haya pagado efectivamente el precio,
salvo una espuria declaración de las propias demandadas deudoras.

3
4. Cabe hacer presente que, con la misma fecha y en la misma Notaría,
quienes estaban cuidando de don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO
HERNÁNDEZ, ya privado de razón, hicieron que éste suscribiera un
testamento solemne abierto, el que inscribió con fecha 12 de noviembre de
2019 en el Registro Nacional de Testamentos bajo el N° 5937.
En la cláusula séptima de dicho testamento, en desmedro de su propia
hija, don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ instituyó
como herederas de la cuarta de libre disposición y en iguales proporciones
a las hijas de su segunda esposa, las demandadas doña MARÍA PAZ
GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT,
revocando y reemplazando lo manifestado en su primer testamento,
otorgado en el año 2013, esto es, teniendo plenas facultades, e incorporando
a las demandadas que ejercían de hecho su cuidado, en la herencia del
causante, acto que también es nulo de nulidad absoluta por falta de
voluntad.

5. Con fecha 20 de diciembre de 2019, por escritura pública otorgada en


la Notaría de Santiago de don Andrés Felipe Rieutord Alvarado,
aparentemente las partes habrían dado cuenta de la cancelación del precio
de la compraventa, lo que se inscribió al margen de inscripción antes
señalada.

6. Lamentablemente, con fecha 18 de marzo de 2022, falleció don


PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ, padre de mi
representada.

7. Así, y tal como se acreditará en la etapa probatoria, a la fecha de


celebración de la compraventa con usufructo y de su posterior cancelación
de precio, don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ

4
carecía de capacidad para realizar cualquier tipo de acto jurídico al padecer
de demencia senil, lo que era de conocimiento de las demandadas.
De los sucesos relatados, es claro que el vendedor estaba con sus
facultades mentales y cognitivas disminuidas al momento de la celebración
del contrato, esto es, era imposible para él otorgar un consentimiento válido,
ni entender el sentido y alcance del acto jurídico, ni su causa y objeto, y que
la demandada estaba en conocimiento de esa situación, lo que es prueba
clara que el Sr. HIDALGO no tenía ni la libertad, ni la posibilidad de
comprender ni de tomar decisiones en materia patrimonial.

8. Otro aspecto relevante es que la transacción realizada se refiere a un


activo de alto valor patrimonial, de modo que el precio referido en ella
representa o dan cuenta de una verdadera compraventa. Así, y tal como se
acreditará en la etapa probatoria, el precio indicado es menor al valor
comercial de cada inmueble, en proporción a los derechos cedidos, por lo
que dicho precio no es serio ni real; además que el supuesto pago así
establecido tampoco se realizó ni existió realmente, lo que queda de
manifiesto en que la escritura de cancelación de precio es nula de nulidad
absoluta, por falta de consentimiento.

9. En definitiva, el contrato carece de acuerdo real y serio de voluntades,


por lo mismo, no existe consentimiento válido para dichos actos jurídicos;
carecen de causa real.
Por otra parte, carece de precio, pues como se verá en la etapa procesal
correspondiente, resulta evidente que no se ha pactado un precio real, ya
que la escritura de cancelación de pago adolece del mismo vicio de nulidad
absoluta. Es decir, estamos en presencia de una supuesta compraventa que
carece de contraprestación para el vendedor, no hay precio real y justo
pagado.

II. EL DERECHO.
5
1. Son condiciones de existencia del acto jurídico, aquellas sin las cuales
el acto jurídico no puede formarse, es decir, éste no puede vivir ya que no
puede nacer a la vida del derecho. Son condiciones de existencia del acto
jurídico, la voluntad, el objeto, la causa y las solemnidades en los casos
en que la ley los exige.

En relación con la voluntad, si se trata de actos jurídicos unilaterales,


el requisito de existencia será la voluntad propiamente tal, y, respecto de los
actos jurídicos biliterales, será el consentimiento, entendido éste como “el
acuerdo voluntades de dos o más personas dirigido a logar un resultado
jurídico” (Alessandri, Somarriva, Vodanovic. Tratado de Derecho Civil, Parte
Preliminar y General, Editorial Jurídica, 1998, Santiago, Tomo II, página
194).
Coherente con lo antes señalado, si no hay voluntad ni
consentimiento, no existe acto jurídico, y por ende se trataría solo un hecho.

2. El art. 1.445 del Código Civil señala, en su inciso final, señala que
la capacidad legal de una persona consiste en poder obligarse por sí misma,
y sin el ministerio o la autorización de otra; mientras que el art. 1.447
dispone que “Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y
los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente. Sus
actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución”.

3. En el caso de autos, claramente, no concurrió el consentimiento real


de don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ, toda vez
que su deterioro cognitivo le impedía participar de un acuerdo patrimonial;
en segundo lugar, no hay causa de los actos jurídicos, entendida como la
contraprestación o el motivo que tuvo la parte para contratar, ya que el
vendedor nunca recibió el precio pactado. Finalmente, hay objeto ilícito en

6
los actos prohibidos por las leyes, como es el caso de la enajenación de
bienes del demente sin los requisitos legales.

4. Por su parte, el art. 1.682 del Código Civil prescribe que “La nulidad
producida por un objeto o causa ilícita, y la nulidad producida por la omisión
de algún requisito o formalidad que las leyes prescriben para el valor de
ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de ellos, y no a la
calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan, son nulidades
absolutas. Hay asimismo nulidad absoluta en los actos y contratos de
personas absolutamente incapaces. Cualquiera otra especie de vicio produce
nulidad relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato”.

La nulidad absoluta, según se desprende del art. 1.682 del Código


Civil, “es la sanción impuesta por la ley a la omisión de los requisitos
prescritos para el valor de un acto o contrato en consideración a la naturaleza
de ellos, y no a la calidad o estado de las partes que lo ejecutan o acuerdan”
(Arturo Alessandri Besa, La Nulidad y la Rescisión en el Derecho Chileno, 3ª
Edición, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2008, Tomo I, Página 129).
Según dicho autor, “la voluntad, o el consentimiento en los actos bilaterales,
es un elemento esencial de los actos jurídicos, un presupuesto necesario para
la existencia misma del acto jurídico de que se trata, y cuya omisión, en teoría,
acarrea la inexistencia del mismo. Pero el Código Civil no siguió esa doctrina,
y estableció como sanción máxima la nulidad absoluta, sea que el vicio de que
adolezca el acto fuere de un requisito de validez, de aquellos que se ha
establecido en consideración a la naturaleza del acto jurídico mismo, sea que
se trate de la falta de un requisito que mire a la existencia misma del acto,
que sea esencial para que pueda considerarse al acto como nacido a la vida
jurídica” (Alessandri Besa, Página 133, ob. cit.).

7
5. El inciso segundo del art. 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de “Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente”,
dispone que “los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán
válidos; a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces
demente”.
De las disposiciones citadas se deduce que el testamento cuya
declaratoria de nulidad absoluta se busca, lo es por haberse celebrado
estando el padre de nuestra representada en calidad de absolutamente
incapaz, pues a la fecha del acto jurídico estaba demente, esto es,
completamente privado de la razón, falto de discernimiento y de voluntad,
de manera que el referido estado de invalidez mental estaba vigente a la
fecha de haberse celebrado el acto, ya que la declaratoria de interdicción no
es un requisito previo para la nulidad de los actos ejecutados por un
incapaz, como en el caso de marras, sino que se constituye como una
cuestión meramente probatoria.
La interdicción es una forma o medio que la ley franquea para
comprobar el estado de demencia, pero el estado de demencia o sus efectos
legales no se subordinan a ella.
Dicho de otra forma, el estado de demencia (y la incapacidad legal que
ella acarrea) no dependen de la declaración de interdicción, pero está última
si depende de que la demencia la anteceda.
Bajo esta premisa, que es por lo demás de toda lógica y obviedad,
resulta que los efectos jurídicos de la interdicción se deben anticipar
en la medida de que se acredite razonablemente la existencia de la
demencia en relación al acto jurídico cuya nulidad se persigue, de tal
suerte que, si la interdicción acarrea la nulidad de un acto, la prueba de la
demencia en un momento determinado (anterior a la interdicción) debe
anticipar el mismo efecto, pues la certidumbre que la interdicción perseguía
dar con efecto erga homnes, fue suplida y alcanzada por la prueba en un
caso concreto

8
Lo dicho debe entenderse, a pesar de que el art. 2.163 CC hable de
interdicción, puesto que en materia de demencia es especial, ya que esta
enfermedad, entendida, en general, como locura, trastorno de la razón o
toda perturbación de las facultades mentales de una persona, afecta
esencialmente a todo acto o contrato que implique confianza entre los
intervinientes; por ende, aunque el vendedor no haya sido declarado en
interdicción antes de la cesión de derechos, su situación de demencia es
anterior, y era además conocida por la compradora.
El decreto de interdicción sólo constituye un medio fácil y expedito
para comprobar el estado de demencia de la persona afectada, pero no
implica que, con anterioridad a su declaración, no se haya encontrado en la
misma condición.

Considerando lo anterior, se debe tener presente que los artículos


1.445 N° 2 y 1.448, ambos del Código Civil, establecen el consentimiento
como requisito esencial de la voluntad efectiva de quien está celebrando el
acto jurídico; entendiendo, a contrario sensu, la segunda norma citada, que
si la persona que ejecuta el acto no estaba facultada para ello, este acto no
produce efectos, siendo inoponible el acto, que no puede producir ningún
efecto jurídico.

6. En nuestro ordenamiento jurídico, para que el acto jurídico produzca


legítimamente sus efectos, debe cumplir con requisitos de existencia y de
validez.
El art. 1.445 CC señala las condiciones o requisitos de validez del
acto: 1º que quien lo celebra, sea legalmente capaz; 2º que su voluntad no
adolezca de vicio; 3º que recaiga sobre un objeto lícito; 4º que tenga una
causa lícita.
Las condiciones de existencia no están enumeradas expresamente en
la ley, pero son fácilmente extraíbles de sus disposiciones:
- Que exista una voluntad de quien celebra el acto;

9
- Que exista un objeto;
- Que exista una causa;
- Que se cumplan con las solemnidades legales.
En el caso de autos, sólo se cumple con uno de los requisitos de
existencia, ya que sólo las formas fueron respetadas.
En primer lugar, no ha concurrido el consentimiento real del
propietario vendedor.
En segundo lugar, no hay causa de los actos jurídicos, entendida
como la contraprestación o el motivo que tuvo la parte para contratar, al no
existir un precio serio y real del contrato. Si este no existe, el acto carece de
causa para el cedente vendedor.
En tercer lugar, hay objeto ilícito en los actos prohibidos por las
leyes, como es el caso de la enajenación de bienes del demente sin los
requisitos legales.
Además, la simulación, esto es, cuando la voluntad manifestada no
corresponde a la voluntad real, cuando no es sincera, se refiere ya sea a la
existencia misma del acto (acto ficticio), ya sea concerniente a su naturaleza,
ya sea concerniente a las cláusulas o condiciones del mismo. En los dos
primeros casos, el acto es nulo absolutamente.

El art. 1.681 CC señala que es nulo todo acto o contrato a que falta
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor de dicho acto o
contrato.
En definitiva, tratándose de un acto jurídico que carece de causa
(por lo mismo, de causa lícita), objeto lícito y de consentimiento del
vendedor, no se cumplen los requisitos legales que permitan arrogarle
eficacia y validez a los actos, de modo que deben ser sancionados con la
nulidad, en ambos casos absoluta, de acuerdo a los términos del art. 1.682
CC.

10
Esta nulidad alcanza no solo a los actos mismos, sino que también a
todas las consecuencias y actos jurídicos derivados, a las modificaciones y
declaraciones efectuados en ellos, a las inscripciones en el Registro de
Comercio, y a las demás anotaciones realizadas.

7. Al respecto es muy útil revisar la opinión del destacado jurista LOUIS


JOSSERAND, quien en su obra “Teoría General de las Obligaciones” señala
que:
“En cuanto se rebasa el círculo contractual, el espectáculo cambia: a tenor del
artículo 1165 [del Código Civil Francés], las convenciones no perjudican ni aprovechan
a terceros; ya se decía en Roma: res inter alius acta aliis neque nocere neque
prodesse potest, lo que nunca quiso decir que las convenciones no ejerzan repercusión
sobre los terceros, sino solamente que no pueden hacer nacer un derecho en contra o a
favor de un tercero; esto es, que son impotentes para convertir a una tercera persona
en acreedora, deudora o propietaria; solución perfectamente racional: si el contrato es
una ley, es una ley entre las partes; los contratantes, a diferencia del legislador, se
suponen que carecían de facultades para hablar a nombre de otros, no estaban
investidos de ninguna delegación; desde este punto de vista, el contrato se parece a una
sentencia más que a una ley; al lado del principio de la relatividad de la cosa juzgada,
figura el de la relatividad de las convenciones.- Nadie podría convertirse
contractualmente en deudor o acreedor sin haberlo querido”.-

Este mismo autor se refirió a la simulación de los actos jurídicos, al


señalar que:
“El acto simulado no puede tener más fuerza que si hubiera sido hecho
ostensiblemente; si el engaño no es una causa de nulidad, no podría convertirse, por lo
menos en tesis general, en una fuente de ventajas.- Sí, pues la convención secreta
presenta un vicio independiente de la simulación cometida con ocasión de la misma,
debe ser considerada como nula; así ocurriría si emanase de un incapaz o si fuese contra
una regla de orden público; se puede hacer clandestinamente lo que la ley permite hacer
abiertamente, pero nada más, del mismo modo, si la obligación estaba desprovista de
causa, o si la causa era falsa, si sobre ella misma hubiere recaído la simulación; en tal
caso, se aplica el artículo 1131 [del Código francés], que dispone que la obligación sin
causa o cuya causa es falsa, no podrá producir ningún efecto; el juez tiene entonces el
11
poder de averiguar la causa verdadera; al hacer esto, lejos de desnaturalizar la operación
le asigna su fisonomía verdadera”.

8. En cuanto a la falta de causa, el art. 1.467 CC señala claramente que


no puede haber una obligación sin una causa real o lícita. Esto
significa que todo acto jurídico debe tener un sustento fáctico.
El profesor Alessandri explica, además, que a su juicio la intención
claramente manifestada en el art. 1.467 CC, es que la causa debe existir
frente a la ley en forma objetiva, y no en el fuero interno de cada contratante.
Al respecto es muy oportuno para el caso de autos, citar la opinión de
Beudant: “… una obligación contraída sin motivo, sin ningún interés cuya
previsión explique el convenio contraído, sería la obra de un loco”1.
Si, objetivamente considerado, el acto carece de causa real, ese acto
está viciado, aun cuando el interesado haya tenido motivos personales
para ejecutarlo y aunque su actuación se deba a un error por el cual creyó
que la causa existía, cuando en realidad no la hay.
La falta de causa produce la nulidad absoluta, porque la causa es
uno de aquellos requisitos que según el art. 1682 CC, las leyes prescriben
para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza
de ellos y no a la calidad o estado de las personas que los ejecuten o
acuerden.
Lo anterior se debe a que el acto jurídico no tiene objeto, o falta objeto
o causa, cuando éste no reúne los requisitos o cualidades exigidos por la
ley, estableciendo la doctrina que carece de ellos al faltar un requisito
esencial para su existencia jurídica, siendo la sanción, la inexistencia, la que
no tiene plazo de prescripción.
Sin embargo, para los autores que no admiten la teoría de la
inexistencia en el Código Civil, la sanción por la falta de causa sería la

1 Curso de Derecho Civil Francés, Tomo VIII, N° 202, pág. 143, Librairie Arthur Rousseau, Paris, 1936.
12
nulidad absoluta, al omitirse un requisito exigido para su valor en
consideración a su naturaleza o especie.

9. En cuanto al objeto, se debe tener presente lo dispuesto en el art.


393 CC, que dispone: “No será lícito al tutor o curador, sin previo decreto
judicial, enajenar los bienes raíces del pupilo, ni gravarlos con hipoteca, censo
o servidumbre, ni enajenar o empeñar los muebles preciosos o que tengan
valor de afección; ni podrá el juez autorizar estos actos, sino por causa de
utilidad pública o necesidad manifiesta”.
El art. 394 siguiente, ordena la venta en pública subasta de estos
bienes.
Un resguardo adicional para el incapaz, es la norma del art. 412 del
mismo Código, que señala que “Por regla general, ningún acto o contrato en
que directa o indirectamente tenga interés el tutor o curador, o su cónyuge, o
cualquiera de sus ascendientes o descendientes, o de sus hermanos, o de sus
consanguíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o algunos de sus
socios de comercio, podrá ejecutarse o celebrarse sino con autorización
de los otros tutores o curadores generales, que no estén implicados de la
misma manera, o por el juez en subsidio”.
El art. 1.460 CC señala que toda declaración de voluntad debe tener
por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer, agregando
el art. 1.462 que este objeto es ilícito si contraviene el derecho público chileno.
Complementa lo anterior lo señalado en el art. 1.466 CC, en su última
parte, que establece: (Hay asimismo objeto ilícito) … “y generalmente en todo
contrato prohibido por las leyes”.
Tal regla, no es más que una repetición del art. 10 CC, que
precisamente prescribe que los actos que la ley prohíbe son nulos y de
ningún valor.
Como el art. 1.446 CC señala que son capaces todas las personas,
salvo aquellas que la ley declara incapaces; y el art. 1.447 siguiente

13
establece que son incapaces los dementes, y que sus actos no producen ni
aún obligaciones naturales, debemos entender la aplicación integral de las
disposiciones hasta ahora citadas, para arribar a la conclusión que el
demente debe actuar necesariamente a través de un curador designado,
y que cualquier acto que no cumpla con ese requisitos y con los demás que
le impone la ley a las actuaciones de dicho curador, constituye una
infracción a una prohibición legal y una conducta contraria al orden público
chileno, atendido el especial estatuto de garantía con el que la ley protege a
los incapaces.
Es por ello que el art. 338 CC previene que “Las tutelas y las curatelas
son cargos impuestos a ciertas personas a favor de aquellos que no pueden
dirigirse a sí mismos a administrar competentemente sus negocios, y que no
se hallan bajo la potestad de padre o madre, que pueda darles la protección
debida”.
En consecuencia, no se trata de una situación voluntaria o un mero
formalismo, se trata de un estatuto de protección que la ley impone, que
se hace aplicable de inmediato y de pleno derecho al instante en que las
circunstancias fácticas importen constatar la presencia de una persona “que
no puede dirigirse a sí misma”.
En concreto, el art. 342 CC señala que “Están sujetos a curaduría
general los menores adultos; los que por prodigalidad o demencia han sido
puestos en entredicho de administrar sus bienes; y los sordo o sordomudos
que no pueden darse a entender claramente”.
Por lo tanto, es la ley la que les impone esa sujeción, sin condición
a ningún formalismo para los efectos de establecer las prohibiciones
que impone para la protección de los incapaces, sino que sólo para
efectos del nombramiento de quién ejercerá dicha tutela o curatela.
Como norma de clausura, es necesario citar aquella que impone
precisamente la sanción que se demanda, al acto cuyo objeto es ilícito, la
del art. 1682 CC, que señala que es nulidad absoluta la producida por un
objeto ilícito.
14
10. En cuanto a la simulación, ésta se asimila al dolo, al fraude, ya que
representa una maquinación realizada por las partes comparecientes, con
la mira de inducir a un tercero en error o engaño, para disfrazar la realidad
del acto que se desea realizar. Lo decisivo es la intención, el móvil de las
partes.
El art. 1707 CC consagra el principio que las escrituras hechas por
los contratantes para alterar lo pactado en escrituras públicas, y que se han
mantenido secretas, no producen efecto contra terceros, lo que
implícitamente indica que lo producen respecto de sus autores.
Tratándose de un acto ficticio en su totalidad, es decir, un acto
puramente aparente y que no es serio para ninguna de las partes que en él
intervienen, es como si nada se hubiera hecho y el acto ficticio tiene que ser
nulo (“el acto colorem habens, substantiam vero nullam”).
Según señala don Luis Claro Solar, la simulación puede ser legítima
o maliciosa, lo que no influye en la validez del acto: “aunque no se haya
realizado con intención de perjudicar a los acreedores del que por el acto
simulado transfiere bienes, los acreedores pueden impugnarlo por simulación,
a fin que se prescinda de él y se establezca que esos bienes continúan en el
patrimonio del deudor. Puede también pedirse la declaración de simulación
de la transferencia por la misma parte que la realizó contra la otra parte o sus
causahabientes que pretendieses aprovecharse del carácter aparten del
acto”1.

11. Mi representada se ha visto en la necesidad de demandar la nulidad


de este contrato, atendido que como SS. podrá advertir, se le ha provocado
un daño patrimonial gravísimo, ya que ha perdido un valioso patrimonio.

1
Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, Editorial Jurídica de Chile, 1979, Tomo Undécimo, p.
648.
15
El art. 1.683 CC dispone que “La nulidad absoluta puede y debe ser
declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto
en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello,
excepto el que ha ejecutado el acto o celebrado el contrato, sabiendo o
debiendo saber el vicio que lo invalidaba; puede asimismo pedirse su
declaración por el ministerio público en el interés de la moral o de la ley; y no
puede sanearse por la ratificación de las partes, ni por un lapso de tiempo
que no pase de diez años”.
Así las cosas, la nulidad puede alegarla todo aquel que tenga interés
en ello, y este interés no debe necesariamente ser pecuniario o patrimonial.
En efecto, al ser la nulidad absoluta una sanción de orden público,
que está llamada a custodiar la moral y las buenas costumbres, donde el
interés general de la sociedad presente en los litigios en que se discute la
nulidad absoluta, el que se defiende mediante esta institución.

POR TANTO,
SOLICITO A US.: Tener por interpuesta demanda de declaración de nulidad
absoluta del contrato de compraventa con usufructo sobre los derechos de
dominio de don PATRICIO GERMÁN GABRIEL HIDALGO HERNÁNDEZ,
sobre el inmueble ubicado en calle Berna N° 4621, casa J, comuna de Lo
Barnechea, y de la escritura de cancelación de precio, por falta de
consentimiento, objeto lícito y causa lícita en contra de doña MARÍA PAZ
GALLARDO CRUZAT y doña MARÍA CAROLINA GALLARDO CRUZAT, ya
individualizadas, admitirla a tramitación y en definitiva, declarar la nulidad
absoluta, por afectarles una causa ilícita y carecer de objeto lícito y
consentimiento, del contrato de compraventa individualizado y de su
consecuente la escritura de cancelación de precio, debiendo por
consiguiente, cancelarse la inscripción de dominio a que dieron origen y que
también se encuentra ya señalada, con expresa y ejemplar condena en
costas.

16
PRIMER OTROSÍ: Solicito a US. tener por acompañada, copias de mi
personería para representar a doña MARÍA ALEJANDRA HIDALGO
CRUZAT, con citación.

SEGUNDO OTROSÍ: Solicito a US. tener presente que, en mi calidad de


abogado habilitado para el ejercicio de la profesión, vengo en asumir
personalmente el patrocinio y poder en la presente causa.

ANDRES Firmado
digitalmente por
ESTEBAN ANDRES ESTEBAN
ASTUDILLO ASTUDILLO SOTELO
Fecha: 2023.01.16
SOTELO 12:34:02 -03'00'

17

También podría gustarte