HISTORIA DE LA IGLESIA ANGLICANA Obispo Jorge Rodriguez

Comunión Católica Anglicana
ICA EL SALVADOR
IGLESIA CATÓLICA ANGLICANA
+Gabriel Orellana
OBISPO
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HISTORIA
de
La Iglesia Anglicana
A los clérigos y fieles cristianos interesados en conocer otra visión de la catolicidad de la Santa Iglesia .
Mons. +Jorge Rodríguez Escobar
EL SALVADOR, C.A.
Tel. (503) 21013411 Movil (503) 70467927 Correo: obispogabriel@gmail.com
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+Gabriel Orellana
OBISPO
INTRODUCCIÓN
¿Cuándo Llegó la fe cristiana a Gran Bretaña? Nadie parece estar seguro. Los historiadores ingleses tienen
diferentes teorías y leyendas. Hay una tradición o leyenda que sostiene que San Pablo fue el primero que predicó
el Evangelio a los habitantes de esas Islas. La cuestión es que desde los primero siglos del cristianismo se
encuentra Obispos Británicos. Así, desde los primeros tiempos, se mantiene una sucesión ininterrumpida de
Obispos hasta nuestros días, conservando incólume a través de los siglos la “Sucesión Apostólica”, es decir,
además de la imposición de manos con que se consagra a los obispos, la plena y verdadera fe de los Apóstoles de
Jesucristo, transmitida de generación en generación, guardando “el Depósito de la Fe”, según ha sido recibido de
obispo en obispo, por medio de la Tradición escrita y oral. No basta, pues, que alguien diga o proclame que él
mantiene la fe apostólica verdadera, para tener “Sucesión Apostólica”, es necesario e imprescindible que su
ordenación o consagración, en su caso, provenga de un Obispo que a su vez, ha sido consagrado por otro obispo
que mantiene y proclama la fe verdadera, en comunión con otros obispos, y transmita, a través de la imposición
de manos el Depósito de la Fe que él ha recibido de sus antecesores, que a su vez lo han recibido de otros obispos
fieles, hasta entroncar con los Apóstoles de Jesucristo a través de alguna línea de sucesión. Esto es una doctrina
intransable de la catolicidad y mantenida por el anglicanismo. Nuestros obispos, son tales, porque son verdaderos
Sucesores de los Apóstoles a través de una línea ininterrumpida, que entronca con la Iglesia Católica Indivisa y
que además ha enriquecido su linaje apostólico, en los últimos siglos, con el proveniente de Obispos Ortodoxos y
Viejos Católicos.
Incluso, durante los difíciles años del siglo XVI y el predominio político de los protestantes en Inglaterra,
la nefasta influencia de Calvino, Bucero, Knox y otros extremistas, Dios se aseguró que siempre hubiera Obispos
que conservaran la “Sucesión Apostólica”, en medio de las persecuciones de los protestantes más fanáticos, o la
persecución de los católico-romanos con la Reina María “La Sanguinaria” en contra los anglicanos. El Arzobispo
Crammer y los Obispos Latimer y Ridley, junto a otros Obispos, sacerdotes y laicos, mártires de la fe, fueron su
principal cosecha nefasta, no porque negaran la fe católica, sino al revés, porque ellos defendían la verdadera fe
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católica recibida de sus padres, de las invenciones y corrupciones de la fe por los romanistas, como las
indulgencias, el limbo, el purgatorio, la supremacía papal, etc.,..
La providencial subida al trono de Isabel I salvó la situación y rescató al anglicanismo, con su genio
particular, para las generaciones venideras.
Así, desde los primeros tiempos del cristianismo podemos reconocer en las Islas Británicas una Iglesia
Católica organizada, con su jerarquía de Obispos y Presbíteros, pero sin ninguna sujeción al obispo de Roma o a
ningún obispo extranjero, ya que cada iglesia local era independiente. Ellos tenían plena comunión con los demás
obispos, tenían una liturgia común, celebraban las fiestas del calendario cristiano en fecha comunes, tradiciones y
costumbres comunes. Sus sacerdotes y obispos se casaban, salvo los monjes y monjas, por cierto. Hasta el siglo
VII la Iglesia Católica Británica fue independiente de toda autoridad externa. En el siglo XVI la Iglesia Católica de
Inglaterra, su heredera, recuperó su independencia hasta hoy.
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Capítulo I
DE CÓMO LA FE CRISTIANA LLEGÓ A GRAN BRETAÑA.
En los primero siglos de nuestra Era no existía Inglaterra. Gran Bretaña estaba dividida en un gran
número de tribus primitivas esparcidas por todo el territorio, cada una con su jefe o rey y su propia estructura
social y de gobierno. Probablemente soldados romanos convertidos al cristianismo, mercaderes, viajeros
británicos convertidos en sus viajes, y toda clase de influencias, provenientes de la Galia cristiana, por ejemplo,
fueron creando en Gran Bretaña diferentes comunidades de creyentes, aparte de que como ya dijimos existe una
antigua leyenda que atribuye a San Pablo la primera predicación del Evangelio en esos territorios. En el año 200
d.c. Tertuliano escribía “… aquellos distritos británicos hasta hoy inaccesibles a los romanos, que han sido
subyugados a Cristo…”
San Albano de Verulam fue el primer mártir cristiano británico en 303 d.c ajusticiado por manos de los
esbirros del Emperador Dioclesiano, porque se rehusó a hacer sacrificios a los dioses, en la persecución de
cristianos decretada por este tirano. San Albano se habría convertido por el ejemplo de un sacerdote que él asiló
en su casa durante esa persecución.
Orígenes, Teólogo y Apologista, del siglo III d.c. declaraba que “el poder de Cristo, el Salvador, es igual
con aquellos que viven en Bretaña y están lejos de nuestro mundo…ahora por causa de las Iglesias de los
extremos del mundo, toda la tierra vocea con júbilo al Dios de Israel…”
La Iglesia de Gran Bretaña era un hecho cierto y aceptado por los cristianos de la época apostólica y sub
apostólica. En el Concilio de Arlés, en el 314 d.c, siglo IV, en la Galia, tuvieron participación con plenos derechos
los Obispos de Londres, York y Lincoln. La Iglesia Católica Británica era, lo que hoy día se diría, una “Iglesia
Nacional” de los celtas, aunque esa afirmación es un anacronismo, porque ellos no tenían ese concepto. Ellos
eran simplemente la Iglesia de Cristo en esa región del mundo. 1
Sin embargo, pese a la difusión del arrianismo entre las tribus germánicas, la con versión de los
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“Divina Comisión” Mons. Frank Wilson Editorial Publicaciones Cristianas 1966.
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francos a la fe, y la gradual aceptación de la ortodoxia católica por los invasores germánicos , quedaba
mucho por hacer, y no hay una prueba más notable de la vitalidad de la Iglesia en medio de la ruina
del Imperio, a comienzos de la Edad Media, que el vigor y el éxito con que emprendió la extensión del
cristianismo. En el 407d.c., la última de las legiones romanas se retiró de Gran Bretaña, para ir a Roma a
defenderla de las invasiones. La Isla quedó así a merced de todos los bárbaros. Las Islas eran asoladas por
continuas invasiones de Sajones, Anglos y Jutes, que avanzaban hacia el Centro de Bretaña. Todos eran paganos,
de gran ferocidad y costumbres horribles. Donde se establecían arrasaban con el cristianismo. Los británicos,
incapaces de resistir fueron exterminados por cientos por los bárbaros, hombres, mujeres, niños y ancianos. Los
sobrevivientes, forzados a huir, encontraron refugio en las montañas y bosques de Gales y Devonshire, donde los
paganos no llegaban. Aquí en estas regiones del Oeste se instaló el remanente cristiano y después, los Obispos
Theonas de Londres y Thadiocus de York, lograron reunir a sus compatriotas fugitivos en sus refugios en el Oeste.
Otros habían huido al Noroeste, algunos a Cornwall, otros a Escocia y a Irlanda. Los obispos y sacerdotes fueron
obligados a huir, otros fueron asesinados y los que sobrevivieron fueron reducidos a la esclavitud. Con el tiempo,
los cristianos británicos lograron regresar a esta tierra, que ahora se conocía como “England”, Inglaterra.
Antes de la conversión de Constantino el cristianismo había entrado en las Islas Británicas, como
hemos dicho más arriba, pero sólo sobrevivió a la ruina del Imperio Romano entre la población celta,
mientras la gran parte del territorio del Sur y el Este de Inglaterra fue ganado para el paganismo por los
invasores anglo-sajones. En Irlanda, antes del tiempo de San Patricio, po día hallarse algunos restos del
cristianismo, especialmente en el Sur; pero él dio tal impulso a la causa del evangelio y la orga nización de
sus instituciones cristianas, que merece el título de “Apóstol de Irlanda”. Nacido alrededor del 389,
posiblemente en el Sur de Gales, San Patricio era hijo de un diácono y nieto de un sacerdote. Por
consiguiente, su educación fue cristiana. Capturado en una incursión de paganos hacia el 405, fue reducido a
esclavo durante seis años en Irlanda. Habiéndose fugado al conti nente europeo, estuvo internado un lapso
considerable en el monasterio de Lérins, sobre la costa meridional de Francia. En el 432 fue ordenado obispo
misionero por el obispo Germano de Auxerre, y comenzó su obra en Irlanda que terminaría con su
muerte en el 461. La mayor parte de su obra misionera se desarrolló en el Noreste de Irlanda. Pocos son
los datos ciertos, pero no cabe duda de su celo, como tampoco de su destacada capacidad como organizador,
que le permitió sistematizar la hasta entonces dispersa obra cristiana de Irlanda, la cual realizó así grandes
progresos. El fue quien puso a la Isla en relación con el Continente y con Roma. San Patricio introdujo el
episcopado diocesano en Irlanda, pero esta institución pronto fue modificada por el sistema de clanes de la
Isla, de modo que los obispos eran monásticos y tribales. San Patricio favorecía el monasticismo, pero el gran
propulsor del peculiar monasticismo irlandés fue San Finian de Clonard (470-548), bajo cuya dirección se formó
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un grupo de monasterios irlandeses vigorosamente misioneros y notablemente cultos. Las escuelas monásticas
de Irlanda eran justamente famosas entre los siglos IV y VII. La gloria de este monasticismo irlandés fueron sus
conquistas misioneras.
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Capítulo II
DE CÓMO SURGIO EL PAPADO EN LA IGLESIA DE OCCIDENTE
"Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella" (San Mateo 16: 17-19). "Jesús le dijo, ¡apacienta mis ovejas!". (San Juan
21:15-17).
Estos son los dos famosos "Textos Petrinos". Hay dos o tres textos más, que con frecuencia se
cita para respaldar los ya mencionados, pero la autoridad escrituraria del Papado descansa
principalmente sobre estos dos, y sobre el primero especialmente.
La doctrina del Papado fue definida, recién, en el año 1870 en el Concilio Vaticano, y causó
que un número importante de Obispos de Europa, no pudiendo suscribirla se separaron con sus Diócesis
de Roma formando así la Iglesia Viejo Católica o Vétero Católica y muchas iglesias católicas
nacionales, algunas de vida efímera, otras que aún existen. Expresada en forma breve dice así: “ Cristo
nombró a San Pedro jefe de la Iglesia al conferirle ciertos poderes especiales, según
demuestran los Textos Petrinos. San Pedro fue Obispo de Roma. Sus sucesores en oficio, por
virtud de ser elegidos al obispado de Roma, son los que reciben sus poderes especiales, y, al
mismo tiempo, son por lo tanto, constituidos divinamente, gobernadores de la Iglesia y
Vicarios de Cristo en la tierra. Esta autoridad de carácter único ha sido desde el principio
demandada y ejercida siempre por los Obispos de Roma, siendo tal autoridad, esencial para
la vida de la Iglesia”.
Muchos volúmenes han sido escritos acerca de los Textos Petrinos, bien para probar o para negar
el llamado “Privilegio de Pedro”. Como en el Concilio Vaticano I se iba a discutir la infalibilidad del
Papa, el Arzobispo Kenrrick de la Diócesis Católica romana de San Luis en los Estados Unidos decidió
imprimir sus opiniones acerca de la materia que se debatía, pero en inglés, porque no sabía ni italiano ni
latín. Le fue imposible hallar en Roma imprenta dispuesta a imprimirlas. Decidió entonces ir a Nápoles.
En el folleto impreso en la imprenta napolitana, el Arzobispo, entre varias otras cosas, dice que es
importante establecer el “Privilegio de Pedro” desde el punto de vista de las Sagradas
Escrituras, por razón de que el Credo del Papa Pío IV, al que debe adscribirse todo aquel que esté en
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posesión de un oficio eclesiástico en la Iglesia Romana, claramente especifica que las Escrituras
deben ser interpretadas solamente de acuerdo con el asentimiento unánime de los
antiguos Doctores y Padres de la Iglesia. A continuación el Arzobispo procede a demostrar que el
primero de estos dos textos ha sido interpretado por los Doctores en cinco formas
distintas. De ochenta y cinco Doctores, solamente diecisiete enseñan que la "roca", sobre la cual
Cristo fundó su Iglesia, quiere decir la persona del Apóstol San Pedro; mientras que sesenta y ocho,
explican que la "roca" es la fe expresada por San Pedro cuando dijo: "Tu eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente". (San Mateo 16:16). El Arzobispo concluye: " Si tenemos la obligación de seguir
en esta cuestión al mayor número de los Doctores, podemos entonces sentirnos convencidos
de que la palabra "petra" no significa San Pedro profesando la fe, sino más bien la fe
profesada por San Pedro"…“Si la referencia en el versículo dieciocho de este capítulo se refiere a la
persona de Pedro, debemos admitir que es un comentario muy triste, ya que casi inmediatamente
después, el mismo Pedro es comparado con Satanás” (Mat.16:23).
Con referencia al segundo texto, éste aparece substancialmente en la misma forma tres veces, en el
capítulo último del Evangelio de San Juan. Nuestro Señor repite la pregunta a San Pedro: "Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas?" Tres veces responde San Pedro: "Sí, Señor; Tú sabes que yo te amo". Le dice
entonces el Señor: "Apacienta mis corderos", apacienta mis ovejas", "apacienta mis ovejas". La actual
doctrina romana interpreta estos mandatos, como una comisión especial concedida al
Apóstol, la cual consistiría en ejercer gobierno supremo sobre toda la cristiandad. Pero
Doctores tan eminentes como San Ambrosio, San Agustín y San Cirilo de Alejandría,
interpretan este texto como una triple restauración de San Pedro al rango de Apóstol, cuyo
rango había traicionado cuando negó a Cristo tres veces, resultando en una apostasía .
Dice San Cirilo: "Mediante esta triple confesión del bienaventurado Pedro, su pecado, el
pecado de triple negación, fue borrado, y las palabras de nuestro Señor: " Apacienta mis ovejas",
significan que el Apostolado que anteriormente le había sido conferido, fue nuevamente
renovado, removiendo la vergüenza posterior a su caída y eliminando de él la cobardía
nacida de su debilidad humana".
Es evidente pues, que los “Textos Petrinos” como base Nuevo testamentaria para el
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Papado, carecen de firmeza y credibilidad.
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Divina Comisión. Obra citada.
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Que San Pedro fuera Obispo de Roma, es una afirmación basada en la tradición, y
por esta causa ha sido motivo de discusión en todos los tiempos . Pero una tradición igualmente
auténtica, es aquella que dice que San Pedro fue primero Obispo de Antioquía y más tarde de
Roma, en donde fue martirizado durante la persecución de Nerón. Estas tradiciones son históricas.
Pero si el privilegio de Pedro debía pasar a su sucesor en oficio, es muy razonable decir que
Antioquía tenía tanto o más derecho a ello que Roma. La diferencia está en que Roma lo reclamó, y
Antioquía no lo hizo.
Hay un sin fin de circunstancias que contribuyeron en gran manera a que Roma fuese el lugar.
Roma era sin duda el centro cristiano de mayor importancia en el Occidente, y el centro
principal de irradiación para el esfuerzo misionero cristiano que se estaba llevando a cabo a
través de la Europa central y occidental. Al principio, Roma tenía la misma categoría que los
tres Patriarcados Orientales —Jerusalén, Antioquía y Alejandría —. Todos estos centros
estaban íntimamente asociados con orígenes apostólicos, y la Iglesia toda les concedía
honores especiales. La brecha entre el Oriente y el Occidente, después de la transferencia de la Capital
a Constantinopla, dejó a Roma en posición suprema, en un extremo del Imperio. Los tres Pa triarcados
Orientales se refrenaban mutuamente, y esto evitaba con gran eficacia, que cualquiera de los tres, tratara
de asumir una posición de superioridad exagerada, en relación con los otros dos. Es posible, al mismo
tiempo, que esta política entre los Patriarcados, impidiera el desarrollo de una concentración de poder
en tiempos de emergencia. Fuera cual fuese la razón, el hecho es que una serie de calamidades
descendió sobre la Iglesia Oriental, disensiones internas y catástrofes externas, debilitando seriamente la
vida de la Iglesia. Mientras tanto, Roma se encontraba sin rival en Occidente, y la disolución del
Imperio logró que el Obispo de Roma adquiriera mayor relieve para llenar el vacío de
poder que se suscitó. Al pasar el tiempo, la expansión musulmana absorbió casi por completo a los
Patriarcados Orientales, mientras que Roma se elevó a grandes alturas sobre las aflicciones de los
Patriarcados. Sin embargo, no hay antecedente alguno en la historia de los ocho primeros siglos,
que indique que la Iglesia alcanzara en Roma, nada que no fuese una preeminencia natural
y circunstancialmente adquirida.
La idea de la supremacía de derecho divino de algún obispo sobre los demás, no se

concebía en la Iglesia apostólica y sub apostólica, sin embargo aparece en los siglos
siguientes, en forma rudimentaria, como destellos ocasionales de ambición personal, en
ciertos y determinados obispos de Roma. El mismo título de "Papa", que compartía con todos los
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Patriarcas Orientales, algunos de los cuales aún lo conservan, fue reservado en Occidente para uso
exclusivo del Obispo de Roma, a partir del siglo V. Muchos ejemplos pueden citarse para demostrar que
durante los primeros siglos, la Iglesia estaba ajena a la idea de someterse a Pedro o a los
obispos de Roma. 3
Es cierto que San Pedro ocupó un puesto importante entre los Apóstoles, cuando la Iglesia
emprendió su carrera activa. Los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles le colocan en la
vanguardia de la actividad cristiana. Acompañado de su esposa (1 Cor. 9:5) viajó extensamente
en favor de la causa de su Maestro. Pero nunca, ni tan siquiera una vez, de palabras o de hechos,
dio indicaciones de pretender superioridad alguna sobre sus compañeros apostólicos. Sin
duda alguna, recordaba el día en que San Juan y Santiago solicitaron privilegios especiales de nuestro Señor en
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su Reino, y fueron prestamente silenciados en una forma que no dejaba dudas.
San Pablo surge en la Iglesia, según nos narran los Hechos de los Apóstoles, y desde aquel
momento, pasa a ser la figura central, con exclusión de San Pedro.
San Pablo, que desconocía la pretendida autoridad superior de San Pedro o que éste fuera un
“Papa infalible”, como afirman los romanistas, le "resistió en la cara" con motivo de los judaizantes
(Gal. 2:11), y fue San Pedro el que se calló. Incluso San Pablo escribió la Epístola a los Gálatas especialmente
para desvirtuar la posición de los judaizantes, entre los que se ubicaba San Pedro.
¿Alguien puede pensar qué pasaría ahora si un Obispo cualquiera le resiste “cara a cara” y le enrostra
su craso error al Papa, escribiendo una Carta a todas las Iglesias, como hizo San Pablo? No cabe duda que
termina excomulgado y anatematizado.
San Pedro que no era Papa, ni tenía pretensiones de serlo, que jamás conoció título o rango
semejante, ni ostentaba jefatura alguna sobre los demás Apóstoles, menos aún, infalibilidad,
aceptó humildemente la opinión de San Pablo y cambió su postura respecto a los gentiles: éstos
ya no tenían que hacerse judíos antes de ser aceptados como cristianos.
Con un “Papa infalible”, en aquellos tiempos, no existiría la Iglesia Cristiana sino como una Secta
Judía, como era la primitiva posición de San Pedro, Santiago y los Judaizantes respecto a los gentiles en la
Iglesia primitiva. En el Primer Concilio Apostólico de Jerusalén, fue el Apóstol Santiago, el Jefe de dicha
3
“El Anglicanismo”. Monseñor Stephen Neill Ediciones Península 1966.
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Mateo 20:20-27; Lucas 21:24-27
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Iglesia, quien presidió y promulgó las decisiones del Concilio estando presente San Pedro, el “Primer
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Papa”, como dicen los romanistas.
En los Concilios sucesivos de la Iglesia es el Emperador el que preside y promulga sus acuerdos
o sus delegados, no el Obispo de Roma ni sus delegados.
En una de las Epístolas (Efes. 4:11) San Pablo enumera varios oficios en la Iglesia, apóstoles,
evangelistas, profetas, maestros, pero nunca menciona oficio alguno, que tenga la menor semejanza con el
de Papa. Si es verdad que San Pedro era el Papa, “Príncipe” de los Apóstoles, Vicario de
Cristo y Sumo Pontífice, al parecer él no lo sabía, y los escritores del Nuevo Testamento
tampoco, porque jamás le atribuyen ni superioridad ni el título de Papa o de Sumo
Pontífice, o Vicario de Cristo u otros títulos extraordinarios y extravagantes con respecto a
su pares, los demás Apóstoles. El Vicario de Cristo en la tierra, es decir quien lo representa,
que eso quiere decir la palabra “vicario”, no es ningún hombre, ni Papa ni obispo o
sacerdote, sino el Espíritu Santo 6, que asiste a la Iglesia desde todos los tiempos y que se
manifiesta en la Comunión de los Obispos católicos de todo el mundo .
En el siglo segundo surgió una disputa en relación con la observan cia del día de Pascua de
Resurrección. Un método distinto de calcularlo en el Oriente, fue la causa de que dicha fiesta se
observara en un día fijo, el cual podía ser o no ser domingo. En el Occidente, siempre se obser vaba en
domingo. Esta cuestión fue discutida amistosamente en los pri meros tiempos, pero cuando Víctor I fue
elegido Obispo de Roma presumió que podía imponer sus opiniones sobre la Iglesia
Oriental. Pero surgió enseguida una protesta inmediata, contra tal apropiación de autoridad sin
precedentes, y Víctor I respondió, excomulgando a los cristianos orien tales. San Ireneo, Obispo de Lyons,
aunque era Obispo de una diócesis occidental, no tardó en enviar a Víctor I una vigorosa protesta y
mientras tanto la Iglesia Oriental, siguió serenamente su camino de costumbre, sin preocuparse en lo más
mínimo de la excomunión romana. La diferencia continuó por más de un siglo, hasta que fue allanada por
el Concilio de Nicea en forma satisfactoria para la Iglesia.
Como a mediados del siglo III, tuvo lugar otra disputa entre San Cipriano, Obispo de Cartago, y
Esteban, Obispo de Roma. La disputa tuvo por origen el rebautizo de los herejes, y muchos de los obispos
del Asia Menor se vieron envueltos en la discusión. En este caso, San Cipriano, era también un Obispo
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Hechos 15:19 y siguientes.
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Juan 14:16;14:26;15:26 y 16:7
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occidental, pero fue el defensor principal de los que opinaban dis tinto a Roma. El Papa Esteban perdió
completamente la compostura y respondió a San Cipriano con insultos de "falso Cristo, falso apóstol, y
obrero engañador", y procedió a blandir la espada de la excomunión. Lejos de aceptar tal deci sión, San
Cipriano le escribió como a un igual, censurándole algunos puntos y resistiéndole en otros. La controversia
se calmó con la muerte de Esteban, mientras que el invencible San Cipriano fue canonizado por un Papa
posterior.
Cuando el Concilio de Nicea fue convocado, Osio, Obispo de Córdoba, fue el que actuó de presidente
por mandato del Emperador. Roma estaba representada por un par de delegados, quienes ocuparon la
misma posición en el Concilio que los representantes de cualquier otro Patriarcado. Si el Obispo de Roma
hubiera tenido alguna superioridad, ésta, por supuesto, no hubiera pasado inadvertida públi camente en un
Concilio General, en donde la Iglesia estaba representada en su totalidad. El Concilio promulgó sus
acuerdos, por autoridad del Emperador, no del obispo de Roma, y en ellos se concede a la sedes de
Antioquía, Alejandría y Roma el mismo grado de autoridad.
La historia del Papa Liberio es muy decidora respecto a las convicciones de la Iglesia en su tiempo.
Siendo Papa firmó una confesión de fe arriana, lo cual no era otra cosa que herejía, a pesar de la
pretendida infalibilidad de los Papas. Sin embargo del error manifiesto y flagrante del Obispo de Roma, la
fe de la Iglesia no fue alterada. Los cristianos no arrianos le despreciaron, y la misma Iglesia Romana cuenta al
arrianismo actualmente, en el número de las herejías antiguas y ya superadas. En ese tiempo no existía
pretensiones de infalibilidad personal de ningún Obispo, gracias a Dios, sino todos seríamos arrianos ahora
por la “infalibilidad” del Papa Liberio. 7
Se necesita que un hombre sea de gran fortaleza y de dotes especiales para pronunciar discursos de
cuaresma, que duren cuatro horas de ininterrumpida elocuencia. San Hilario, Obispo de Arles, en el siglo
quinto, hacía ésto, y su congregación se vio obligada a abandonar la antigua costumbre de escuchar los
sermones de pie, recurriendo a la forma moderna de sen tarse. Mencionamos esto simplemente para dar
una idea de las cualidades que poseía. En cierta ocasión, depuso a uno de sus sacerdotes llamado Celedonio.
Este consideró que se trataba de una injusticia y apeló a León I, Obispo de Roma. El Papa León I dictó
un decreto revocando la decisión de San Hilario, “ordenó” restaurar a Celedonio, y pretendió despojar al
Obispo de Arles de sus facultades eclesiásticas. Pero San Hilario no era hombre que se allanara a los abusos
de poder. Fue a Roma sin perder tiempo, e hizo buen uso de su vigorosa resis tencia batallando por su
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“Divina Comisión”. Ob.Cit.
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reivindicación. El resultado fue que San Hilario retuvo su cargo de Obispo durante el resto de su
vida, y, como San Cipriano, fue canonizado por un Papa posterior.
El Concilio de Calcedonia, (451 D. C.) al tratar sobre el carácter de la jurisdicción a ejercer por el
Patriarca de Constantinopla, adoptó un acuerdo, especificando que se debía rendir honor especial a
Constantinopla y a Roma, por razón de ser las dos Capitales más importantes del Imperio. Los delegados
romanos protestaron vigorosamente diciendo que la posición de su Obispo era más que honoraria, pero el
acuerdo no fue alterado y Roma aceptó formalmente las decisiones del Concilio.
Una correspondencia entre San Gregorio I, Obispo de Ro ma, y Juan, el Ayunador, Patriarca de
Constantinopla (587 D. C.) ha sido cuidadosamente preservada. En un momento de irresponsabilidad, Juan
se dio a sí mismo el título de "Obispo Ecuménico o Universal”. El Papa San Gregorio protestó
inmediatamente por escrito, dirigiendo su protesta, primero, al Patriarca Juan, después, al Emperador,
y por último a los demás Patriarcas.
El Patriarca de Alejandría replicó irónicamente que estaba dispuesto a seguir los mandatos del Papa
San Gregorio, y, en tono burlesco, aplicó a éste el título de "Obispo Universal". Pero el Papa San Gregorio
escribió por segunda vez, con gran humildad, diciendo: "Le ruego que no hable de "mandar", por
cuanto sé quien soy y quien es usted. En dignidad usted es mi hermano, en carácter, mi padre... Si me
denomina "Papa Universal", usted niega que usted sea lo que pretende que yo sea u niversalmente. Fuera
de ser además palabras que hinchan la vanidad y que hieren la caridad".
Al Patriarca Juan el Papa le escribió: "Nadie ha deseado aún ser "Universal". En ese entonces
eso era suficiente para cualquiera. 8
Surgió después el curioso caso del Papa Virgilio (539 D. C.), quien al parecer, poseía todas las
propiedades de una veleta. Virgilio se vio mezclado en una controversia que giraba alrededor de ciertos
escritos llamados "Los Tres Capítulos". El Emperador Justiniano demandó que estos escritos fueran
condenados, e insistió en que todos los Obispos firmasen tal condenación. El Papa Virgilio rehusó hacerlo.
Fue llamado a Constantinopla y retenido allí como prisionero. Bajo presión, le pro metió al Emperador
cambiar de idea y firmar el requerido edicto, dando al mismo tiempo, a conocer a los demás Obispos su
decisión. El Papa Virgilio intentó hacer un compromiso, pero sólo añadió aún más combustible al
fuego. Entonces se retractó. Justi niano se indignó por actitudes tan cambiantes, y tomó preso de nuevo al
8
“Divina Comisión. Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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Obispo Virgilio, después de haberle hecho jurar por los clavos de la Santa Cruz y por los Evangelios.
Pero el Papa continuó actuando en forma poco satisfactoria, y entonces, el Emperador envió un
Magistrado y un soldado a detenerle y a obligarle a que se sometiera a las condiciones acordadas. El Papa
Virgilio se refugió en una Iglesia, escondiéndose bajo el altar. La situación se complicaba por momentos.
Virgilio afirmó, entonces, que la única forma de darle solución al problema era mediante un Concilio
General. El Quinto Concilio General fue convocado por el Emperador y el Papa r ehusó presentarse. El
Emperador presentó evidencia escrita que mostraba el acuerdo del Papa de aceptar la postura del
Emperador. El Concilio condenó “Los Tres Capítulos” y acordó someter al Papa Virgilio a una disciplina
severa. El Papa, al ver que las cosas se le ponían feas, se hizo presente en el Concilio, se sometió a sus
decisiones y entregó un documento en que se retractaba de todas sus previas acciones y opiniones, y
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declaró que sus vacilaciones anteriores habían sido inspiradas por el mismo diablo.
Así pues, vemos que durante muchos siglos en la Iglesia no existió el concepto de un Obispo Universal
con poderes omnímodos emanados del mismo Dios. Esto fue creación de monjes y obispos siglos después de la
era apostólica y sub apostólica de la Iglesia y bien entrada la Edad Media en Europa.
En el siglo séptimo surgió una controversia acerca de la naturaleza de Cristo, llamada Mono telismo.
Un clérigo oriental, de nombre Sergio, era el principal campeón de esta doctrina que negaba la humanidad del
Señor, y estaba fuertemente respaldado por el Papa Honorio I, quien fue tan lejos, como hasta escribir
cartas en favor de Sergio y de su doctrina. Un gran furor se levantó en la Iglesia y en el Imperio, el cual
se desarrolló rápida e intensamente. El problema se hizo tan agudo que hubo necesidad de convocar el
Sexto Concilio General para poner punto final a la controversia. El monotelismo fue condenado, pero el
asunto no terminó ahí. Todos los que favorecieron tal doctrina fueron anatematizados como herejes, con
mención especial de Honorio, acerca de quien el Concilio dijo que "en todas las cosas había seguido las
opiniones de Sergio y había aprobado sus doctrinas impías". Roma también ha aceptado formalmente los
decretos de este Sexto Concilio General y por lo tanto ha aceptado que este Papa, Honorio I es un hereje.
¿Dónde queda la infalibilidad Papal?
Por mucho tiempo después de esto, todo Papa, al hacer su juramento como tal, estaba obligado a
confesar que Honorio I, su predecesor, había sido un hereje, y, que por dicha razón, era anatematizado.
9
“Divina Comisión” Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
14
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Estos ejemplos nos cuentan la historia de la opinión que la Iglesia tenía durante los primeros siglos
respecto al Obispo de Roma. Estos ejemplos son convincentes.
Otra gracia de un Papa infalible: El rompimiento entre el anglicanismo y el romanismo tuvo

lugar en 1570 cuando el Papa Pío V excomulgó a la Reina Isabel I con su Bula "Regnans in Excelsis",
que ordenada, además a los fieles romanistas desconocerla como reina y los “liberaba” de su
obligaciones de súbditos, como si acaso algún Obispo, por mucho que se haga llamar “Papa”, pudiera
hacer tal cosa o tuviera poderes fantásticos y extraordinarios en la vida civil y política de las naciones.
¿Quién rompió entonces, la unidad? ¿La Iglesia de Inglaterra o la de Roma?
En estricto sentido fue la Iglesia de Roma la que se separó de la Iglesia de Inglaterra y la que causó con
ello el cisma. La Bula, “excomulgó” a la Reina Isabel I, pero al hacerlo, rompió la unidad con la Iglesia de
Inglaterra, cuyo jefe temporal era dicha Reina. Un libro católico romano dice textualmente: “San Pío V ....
Durante muchos años acarició la esperanza de ganar a la fe a Isabel de Inglaterra, pero en 1570 publicó contra
ella una Bula de excomunión (“Regnans in Excelsis”), por la que dispensaba a los súbditos de la obligación de
prestarle obediencia y les prohibía reconocerla como soberana. Fue este un error de juicio, ciertamente, pero se
explica por el desconocimiento de las circunstancias reales de Inglaterra y de los sentimientos del pueblo”. 10
Es decir, un texto católico-romano admite que su Papa “infalible” se equivocó, que actuó
precipitadamente por falta de información. Nosotros agregamos por pasión desmedida que nubla la razón y
provoca esos berrinches. Otro libro católico romano editado recientemente por la Sociedad de San Pablo dice
textualmente en su página 149, a propósito de Pío V: “…no dudó en excomulgar y decretar la destitución (sic) de
la reina de Inglaterra, Isabel I, a sabiendas (sic) de las consecuencias trágicas que esto acarrearía a los
11
católicos ingleses…” ¿Qué tal el desparpajo romanista? Este papa, declarado “santo” por Roma, vemos que
actuó con contumacia imperdonable, según los dichos de sus propios partidarios. ¿Puede haber infalibilidad en
un Papa que actúa “erróneamente”, según dicen los Padres Jesuitas, y con “contumacia”, de acuerdo a los Padres
Paulinos?
Los hechos prueban que el Papado fue una creación de la Edad Media. Un desarrollo fácil de
trazar, destinado a proteger la Iglesia y a preservar la religión cristiana no cabe duda, pero
desarrollo humano y no de origen divino.
10
“Vida de los Santos” Butler Tomo II
11
“Un santo para cada día” Sgarbossa y Giavannini
EL SALVADOR, C.A.
15
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Hacia el fin de la Edad Media, el Papado era lo que se dice “un hecho consumado”, es decir algo
que se hace, para que más tarde, después de ya hecho, las razones lo respalden. Algunos piensan que
fue, en cierto sentido, inevitable. Se pregunta qué es lo que hubiera sucedido a la Iglesia de Occidente, sin
una fuerte y centralizada autoridad religiosa, dispuesta a luchar contra la autocracia social del
feudalismo. Fue, en cierto sentido, una bendición, aun que no fuera una bendición del todo perfecta. Pero al
desaparecer el feudalismo medieval, y por lo tanto el peligro que trató de evitar, surge la pregunta de si el
Papado no pasó a ser un anacronismo.
Es distinto pretender, que el Papado ha sido esen cial a la vida de la Iglesia desde el principio, y
que su necesidad temporal ha sobrevivido las condiciones que le dieron vida. La Enciclopedia Católica 1 2
dice que, "la permanencia de ese oficio, es esencial para la vida misma de la Iglesia". Pero hubo períodos
que mediaron entre la desaparición de algunos papas, y la elección del papa sucesivo. Por ejemplo, el
intervalo de tres años entre Clemente IV y Gregorio X, durante el llamado Cisma de Avignon, que llegó a
haber tres Papas que se excomulgaban unos a otros ¿Dónde estaba la Iglesia durante estos años? Si el
oficio de Papa es esencial a la vida misma de la Iglesia, ¿por qué no cesó de existir la Iglesia, durante
esos años al faltarle su elemento esencial? Si por otra parte, la Iglesia pudo sobrevivir años en ausencia de
su propia “esencia”, ¿por qué no cien años, o un milenio, o mientras dure este mundo?.
En el mismo artículo (págs. 266 - 267) dice también la Enciclopedia, que los poderes
extraordinarios del Papa son "inmediatos en carácter", y no son delegados a él por la Iglesia, es decir que los
poderes pertenecen al Papa exclusivamente y provienen directamente de Dios y no de la Iglesia.
¿En qué texto del Antiguo o Nuevo Testamento encontramos esa enseñanza?
TRANSMISION DE LOS PODERES PAPALES DE UNO A OTRO OBISPO DE ROMA.
Concediendo que las palabras de Cristo indicaran la supremacía de San Pedro sobre el resto de los
Apóstoles, lo cual contradicen la mayoría de los antiguos Doctores de la Iglesia; concediendo que San
Pedro fue Obispo de Roma, leyenda ésta que surge entre los siglos II y III; suponiendo que esta
supremacía debía ser transmitida a sus sucesores en el oficio, y aceptando que los obispos de Roma
pueden recibir tales poderes hereditarios como en una especie de posta, en que un corredor le pasa el
bastón al compañero que continúa la carrera, otra pregunta surge entonces, que es la siguiente: ¿Cómo
pueden estos poderes ser transmitidos, poderes personales personalísimos, cuando un nuevo Papa no puede
12
Tomo XII pág. 262 artículo “Papa”.
EL SALVADOR, C.A.
16
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
ser elegido hasta que ha muerto su predecesor en el oficio? La Iglesia no puede transmitirlos, puesto que la
Iglesia nunca los tuvo; tampoco los Cardenales, puesto que jamás los han tenido y por lo tanto no los han
recibido, tampoco el anterior Obispo de Roma puesto que ya está muerto.
Solamente puede efectuarse mediante un nuevo acto creador de la gracia divina, en cuyo caso ya no es
el “Privilegio de Pedro”, sino un privilegio completamente nuevo concedido personalmente a cada uno de
los Papas que vayan sentándose en el trono Papal. Es decir que en cada elección de un nuevo Papa por los
Cardenales, Dios haría un milagro extraordinario y entregaría poderes especiales al elegido, y estos
poderes son para él y no para otro, y estos poderes están por encima de la Iglesia, y constituyen así una
nueva Revelación, que se acaba cuando él muere y tiene que volver a crearse otra vez, y así,
sucesivamente, mientras exista la Iglesia de Roma como tal.
¿En qué parte de las Sagradas Escrituras o de la Tradición o de la Patrística se

encuentra esta peregrina y audaz enseñanza?
No hay dudas que solamente es sustentada por el Romanismo, a despecho de la enseñanza del
Evangelio y toda la original Tradición católica. No hay autor de la época apostólica o sub apostólica que
sostenga tal doctrina.
Capítulo III
INFLUENCIAS QUE AYUDARON A CONFIGURAR EL PAPADO
El Papado medieval, consolidó sus bases en la confluencia de cuatro líneas convergentes de

desarrollo, las cuales vinieron a formar un solo factor poderoso, que sirvió para inyectar vida a la
Iglesia, y, más tarde, para transformarse en una especie de grillo eclesiástico.
EL SALVADOR, C.A.
17
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Hubo otras influencias que ayudaron a lograr el fin deseado, pero las principales eran de carácter
político, social, militar y eclesiástico. Por estas cuatro líneas, la historia de la Iglesia Occidental se fue
desarrollando, de tropiezo en tropiezo, a lo largo de un camino tortuoso, hasta que vino a descubrir que
tenía ante sí una nueva institución creada inconscientemente por ella misma.
El Papado fue impuesto a la Iglesia, tanto por artificios y tramas de los clérigos, como por la fuerza
de múltiples y diversas circunstancias.
ASPECTO POLÍTICO
Cuando en el año 330 D. C. , Constantino trasladó la Capital del Imperio a Constantinopla, Roma
pronto dejó de funcionar como la sede del gobierno. Honorio, el último de los Emperadores Occidentales,
huyó de Roma cuando los invasores godos se acercaban, y pasó el resto de su desordenada vida en
Ravena. Esta precipitada huida dejó a Roma con el solo recuerdo de haber sido, en una época, el
centro del gobierno que dominaba el mundo conocido.
Durante los tres siglos siguientes, el gobierno fue administrado desde Constantinopla, por un re-
presentante residente en Ravena, a quien se le daba el título de "Exarca". Carecía de verdadera autoridad y
era despreciado por el olvidado pueblo de Italia. Para el pueblo, Roma fue siempre el objeto de sus
afectos e instintivamente dirigía sus ojos hacia ella cuando se acercaba algún peligro. Con el cambio de
gobierno a Constantinopla, quedó solamente un personaje en la Ciudad Eterna que gozaba de un prestigio
singular: el Obispo, como representante de Dios. Las vicisitudes políticas del Imperio, lo elevaron a una
preeminencia inevitable. Hubiera sido un hombre en extremo débil, si no hubiera aprovechado la
oportunidad que se le presentó, y muchos de los Obispos de Roma en esa época fueron hombres muy
capacitados y hábiles.
ASPECTO SOCIAL
La aristocracia pagana de Roma no se extinguió fácilmente, continuó existiendo hasta la época de

la invasión goda, a pesar de la oposición cristiana, cada día mayor. Estaba formada por gran número de
importantes y ricas familias, que habían heredado grandes extensiones de tierra, hermosas haciendas de
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
crecido valor. Estas familias se adhirieron tenazmente a los restos del paganismo, como a decadentes
andrajos de una grandeza anterior. Muchos de los puestos prominentes en el régimen pagano, eran posesión
exclusiva suya, hereditarios en algunos casos. Estos aristócratas estaban orgullosos de la posición social que tales
puestos les proporcionaban, y fieles a su tradición, esperaban el día en que la cultura pagana fuese
nuevamente restaurada. La Roma popular se hizo rápidamente cristiana, pero la Roma aristocrática
perpetuaba sus ideales paganos en un círculo cada día más reducido, hasta que los godos invadieron el
país. Los godos eran cristianos, pero arrianos, sin embargo, cuando saquearon Roma, respetaron las partes
de la ciudad donde vivían los cristianos, y dieron rienda suelta a la pillería en los barrios donde residía
la clase aristocrática. El resultado fue que la Roma cristiana quedó en posesión completa de su campo. La
antigua aristocracia huyó a otros lugares y los que quedaron en Roma, se resignaron a vivir en la pobreza. El
paganismo se había acabado. La nueva aristocracia iba a ser cristiana, estableciendo así la norma para las
vecinas comunidades. La Iglesia, por consiguiente, dominaba la sociedad, y el Obispo era, por supuesto, el jefe
de la Iglesia.
ASPECTO MILITAR
Las que en un tiempo fueron legiones romanas invencibles, perdieron su espíritu para la lucha, allá
por el comienzo del siglo quinto. El espíritu militar que sobrevivió, se limitó al Oriente, quedando Italia
prácticamente indefensa. Cuando los bárbaros cruzaron los Alpes, en repetidas aventuras de saqueo, apenas
hallaron resistencia, siendo ésta débil y desmoralizada. Inútilmente el pueblo de Italia dirigía su vista a
Roma esperando ver un avivamiento del ardor militar. Vana esperanza. En esta escena, trágica por
cierto, aparece el Papa León I marchando al frente de una procesión formada por su clero, despro visto de
armas, hacia el campo de los Hunos, en donde concertó el rescate mediante la entrega de gran cantidad de
oro a los invasores. Pocos años después llegaron los vándalos, y nuevamente León I entró en la escena
para obtener de ellos la promesa de que la ciudad no sería arrasada por las llamas y que el pueblo no
sería sacrificado. Naturalmente, un pueblo que había sido salvado dos veces en ocasiones extremas, estaba
más que dispuesto a rendir toda clase de honores a esta nueva fuente de auxilio, quien podía hacer por
ellos lo que no podía hacer un militarismo decadente y sin caudillos. La gente buscaba al Obispo para
que defendiese su vida y sus propiedades. Tales métodos no podían ser eternamente efectivos. Si el
Obispo iba a ser defensor de la ciudad, en una época de constantes guerras, entonces necesitaba ayuda
militar. Era, por lo tanto, necesario que hubiese una alianza entre el Papa y algún poder militar,
EL SALVADOR, C.A.
19
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
utilizando las fuerzas locales. Y así, pues, el cristianismo vino a presenciar la extraña anomalía de un
Obispo cristiano reclutando Ejércitos Papales, participando activamente en campañas guerreras y hasta
dirigiendo, como un Rey o un General, a sus ejércitos hacia el campo de batalla enemigo, olvidando el
mandamiento de “no matar”. La historia debe mirar con asombro un Papa militar y guerrero dirigiendo
sus ejércitos en contra de otro príncipe cristiano, blandiendo armas que matan, en vez de la cruz que
bendice, para “defender” sus posesiones y riquezas materiales. Ejemplo de este Papa guerrero es Julio II
en el Renacimiento.
ASPECTO ECLESIÁSTICO
La oposición robustece la lealtad. Bajo cualquier circunstancia, el oficio de Obispo de Roma

hubiera sido inmensamente importante, desde el punto de vista eclesiástico. Un ataque sobre los
privilegios religiosos del pueblo italiano forzaría naturalmente al Papa a tomar una posición firme,
viniendo esto a fortalecer grandemente su prestigio. Esto es exactamente lo que sucedió cuando León el
Isaurio, de sobrenombre "El Iconoclasta", era Emperador en Constantinopla (717 D. C). El Emperador León
determinó limpiar el Imperio de imágenes religiosas, erigidas en abundancia por doquiera. Después de haber
declarado guerra sin cuartel contra las imágenes en el Oriente, se dispuso a hacer lo mismo en el
Occidente. El Exarca recibió órdenes de destruir todas las imágenes en las iglesias italianas. Este trató de
llevar a cabo la orden. Pero las imágenes de nuestro Señor, la Virgen y de los Santos gozaban de excesiva
popularidad. El Exarca solo cosechó la repulsa del pueblo. El mismo Emperador era aborrecido de todos
por su abusiva política tributaria y por su arrogancia personal y no es sorprendente que la nueva orden
del Emperador fuese acogida con el resentimiento tan grande con que se le recibió. Gregorio II era Papa
entonces. Rehusó categóricamente cumplir las inicuas órdenes imperiales que le fueron transmitidas.
Así encabezó una manifestación de hostilidad hacia el Emperador en toda Italia, y devolvió ira por ira, en
abundante medida, al porfiado Emperador. León escribió al Papa Gregorio cartas llenas de insultos, y éste
contestó en el mismo estilo. "Debemos", dijo el Papa, "escribiros en forma ruda y brusca, por cuanto vos
sois iliterato y brusco también... Id a nuestras escuelas elementales, y decid a los niños: "soy el
destronador y perseguidor de las imágenes, y esos mismos niños os arro jarán al rostro sus pizarras, y así
13
los ignorantes os enseñarán lo que rehusáis aprender de los sabios".
13
EL SALVADOR, C.A.
20
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
El pueblo que respaldaba firmemente al Papa, obligó al Exarca a huir, y manifestó una devoción
aún más intensa por sus imágenes religiosas. El Emperador León fue un fracaso en el Occidente, y la
controversia cesó cuando llegó la hora de su muerte. El Papa se anotó un triunfo a su favor en esta
cuestión altamente popular. Su nombre encabezó una lista en la que estaban escritos los de todos
aquellos que defendieron la libertad religiosa de Italia contra un gobernante autocrático y muy poco amado. El
pueblo vio cuan necesario era tener como dirigente a un campeón de la índole del Papa Gregorio y se
dispuso a rendirle todos los honores necesarios, por haber salvado sus prerrogativas religiosas.
Estas cuatro líneas de desarrollo no fueron independientes ni distintas las unas de las otras.
Marchaban casi unidas, y hacia el comienzo del siglo VIII, esta unión, un tanto indefinida hasta esa fecha,
alcanzó a ser una perfecta fusión como resultado de la crítica situación que surgió en Italia y que trajo como
consecuencia, la irrupción de un nuevo personaje.
CARLOMAGNO
Los lombardos constituían un pueblo perturbador que había cruzado los Alpes hacía
aproximadamente un siglo, acampando en el norte de Italia, en el lugar conocido en la actualidad por el
nombre de Lombardía. Formaban un reino propio, y se convirtieron en permanentes habitantes de las
riberas del río Po. Como los godos, habían adoptado la versión arriana del cris tianismo, y eran, por lo
tanto, enemigos política y religiosamente del resto de Italia. Cuando la controversia sobre las imágenes
estaba en su apogeo, el rey Lombardo tomó ventaja de la oportunidad para satisfacer sus ambi ciones. Se
lanzó a la conquista de los territorios vecinos, llegando con éxito hasta las mismas puertas de Roma. El
resentimiento engendrado por la controversia sobre las imágenes, impidió que Italia dirigiera sus ojos
hacia Constantinopla en busca de ayuda contra los lombardos, y se le dio al Papa la misión de buscarle
una solución al problema.
Carlos Martel, gran general franco, era el militar famoso de la hora, debido al éxito logrado en
su campaña contra los musulmanes en Tours. Además, los francos eran cristianos católicos, y, por lo tanto,
adversarios religiosos de los lombardos. En su aflicción, y con bastante ansiedad, el Papa San Gregorio III
apeló a Carlos Martel, con urgencia, persuadiéndole a que viniese en su ayuda. San Gregorio le envió las
llaves de “la tumba de San Pedro y limaduras de las cadenas” del mismo, para mejor inducirle a que
viniese. Es probable que el resultado hubiera sido una respuesta favorable a San Gregorio, pero Carlos
Martel murió y el Papa murió también un año después. El puesto de Carlos, como Senescal del palacio
EL SALVADOR, C.A.
21
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
era hereditario. Al morir Carlos Martel, sus dos hijos, Pepino y Carloman, eran sus herederos. Carloman
renunció a sus derechos retirándose a un monasterio, dejando a Pepino gobernador de los francos a las órdenes
de un rey de pacotilla. Pepino estaba lejos de sentirse satisfecho de la situación. No era de su agrado tener
que llevar a cabo todos los deberes del rey, y que éste lo fuera, simplemente por ser el sobreviviente de
una decadente realeza, cosechando todos los honores. ¿Por qué razón, se preguntaba, no podía llevar él el
título de rey, ya que desempeñaba todas las funciones inherentes a la corona? Era un asunto bastante
serio echar a un rey de su puesto, pues no se puede estar muy seguro de la actitud que sus súbditos van
a demostrar, ante un cambio tan brusco. Pepino buscó el apoyo del Papa Zacarías. El Papa se hallaba en la
desesperante necesidad de encontrar ayuda contra los lombardos, y no demoró en echarle mano a la
magnífica oportunidad que se le presentaba. Y así fue como el Papa destituyó al rey y lo recluyó en un
monasterio, víctima de su propia incapacidad y de la ambición de dos hombres.
Pepino fue proclamado rey de los francos. El Papa Zacarías no vivió lo suficiente para disfrutar
de la transacción que había llevado a cabo. Su sucesor, Esteban II, trató de posponer la cuestión mediante
un tratado con los lombardos, pero ellos prontamente violaron su compromiso lanzándose de nuevo a la
conquista. Esta vez el Papa Esteban no esperó el resultado de comunicaciones a larga distancia, sino que
él fue a hablar a Pepino de sus pesares. El y su clero se vistieron con sacos de arpillera, y pusieron
ceniza sobre sus cabezas. Se postraron en tierra ante el rey franco y le imploraron ansiosamente su
ayuda. Pepino los recibió con grandes honores, marchó a pie al lado del Papa, sujetándole el caballo por
las riendas, y le prometió llevar a cabo todo lo que solicitaba.
Una breve campaña produjo los resultados apetecidos: los lombardos se sometieron. Pero tan pronto
como Pepino cruzó los Alpes, los lombardos repudiaron todas sus promesas lanzándose a renovar sus saqueos.
Esto fue seguido por un nuevo ruego del Papa y otra campaña de Pepino. Pero esta vez Pepino no
admitió promesas y los francos permanecieron en cam paña el tiempo suficiente hasta recuperar el
territorio perdido, y una vez que lo recuperó lo entregó al Papa como obsequio. El Emperador, desde
Constantinopla, protestó por esta donación abusiva del territorio imperial hecha por quien no tenía
autoridad para ello, pero Pepino contestó, que lo había tomado para San Pedro, y que tenía que ir a
manos del Papa, quien es su representante.
Así nacieron los Estados Papales, y el Obispo de Roma, el Papa, pasó a ser con siderado como uno de
los soberanos temporales de Europa.
EL SALVADOR, C.A.
22
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
En esta forma el terreno fue preparado para Carlomagno, quien al morir su padre, Pepino, ascendió
al trono como rey de los francos, y durante casi medio siglo (768-814 D. C), dominó la mayor parte
del mundo conocido.
La versatilidad de los intereses de Carlomagno es sorprendente. Como guerrero, no tenía igual.

Como estadista, era atrevido y sagaz. Concibió la tremenda idea de reconstruir un imperio occidental
que pudiera ser comparado con el imperio romano. Sus incesantes conquistas le convirtieron en dueño y
señor de un territorio igual en extensión al de los Cesares, y estuvo a punto de concertar un matrimonio,
uniendo su familia, a la de la Emperatriz de Constantinopla, lo cual le hubiera llevado aún más lejos.
Los griegos acuñaron un proverbio en su honor: "Ten a los francos por amigos, pero no por
vecinos".
Gobernó a las reacias muchedumbres de los pueblos sometidos, con un real genio de
administración. En la mayoría de los casos se mostró razonable con todos ellos, pero no había la
menor duda acerca de quién era el que mandaba. Sentía una profunda devoción por la religión
cristiana, aunque debe en justicia decirse que los métodos que utilizó para convertir al cristianismo a las
razas conquistadas, pueden a duras penas, resistir el examen de un buen misionero cristiano. Sus treinta y
tres años de guerra con los sajones, por ejemplo, le decidieron a convertirlos o a exterminarlos. En una
ocasión utilizó el último de estos dos métodos, ejecutando a 4.500 enemigos y obligando a los demás a ser
bautizados.
La Iglesia debía ser administrada en la forma que él deseaba. La autoridad Papal nunca le
preocupó, debido a que no reconocía otra autoridad que no fuese la suya. Llegó hasta el extremo de
asumir la responsabilidad de investigar personalmente el incidente del Papa León III, cuyos enemigos se
apoderaron de él en las calles de Roma, le maltrataron cruelmente y trataron de sacarle los ojos y cortarle
la lengua.
Carlomagno era además protector de la educación, dando en esa forma un ejemplo notable al clero
y a sus cortesanos. Hablaba latín, así como también su idioma, y poseía bastantes conocimientos del
griego. Estudiaba con diligencia y a fin de adquirir una preparación personal más satisfactoria, se rodeó de
los mejores educadores de su época y estimuló con toda su influencia real, las investigaciones educativas.
Estaba muy interesado en la lectura y en el canto, y, añade su cronista, "era muy diestro en ambos,
aunque nunca leyó ni cantó en público, excepto en voz baja y en compañía de otros".
EL SALVADOR, C.A.
23
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Las irregularidades de la vida de Carlomagno, son una mancha per manente sobre su historia. En lo
que toca a la moral privada, era incorregible. Poco después de haber ascendido al trono, se acercó a la
cuestión lombarda por el ángulo diplomático de una alianza matrimonial. Ya tenía una esposa, pero
decidió deshacerse de ella para casarse con la princesa lombarda. El Papa se irritó sobre manera. Le rogó
y reconvino, pero todo fue en vano. Le escribió entonces una carta, un tanto indignada, prometiéndole
toda variedad de fuego eterno si continuaba en “tan malvados designios”. Para dar más peso a la carta, el
Papa dijo que la había colocado sobre el sepulcro de San Pedro y que había celebrado la Eucaristía sobre
ella. Pero Carlomagno era inmutable como una montaña. Llevó sus planes a cabo de acuerdo con su
programa, vivió con su nueva esposa durante todo un año, y entonces, se la devolvió a sus padres para
que su puesto fuera ocupado por una tercera consorte. En este respecto, Carlomagno se anticipó en
cierta forma a Enrique VIII de Inglaterra, pero nunca fue excomulgado por su actuación, ni fue acusado
tampoco de "fundar una nueva Iglesia".
Pero eso sucedió antes que el Papado adquiriera todo su poder.
Carlomagno no llevaba mucho tiempo en el trono cuando los lombardos comenzaron nuevamente a
presentar evidencias de su naturaleza nerviosa a expensas de sus vecinos. Ya para este tiempo, a los francos
se les había desarrollado un apetito voraz por los lombardos, y cuando el Papa comenzó a gritar pidiendo
auxilio los francos respondieron en la forma de costum bre, despachando inmediatamente un ejército
hacia Italia. Pero esta vez no usarían paños tibios. Carlomagno, no solamente infligió un buen cas tigo a
los díscolos lombardos, sino que abolió su reino, encerró al rey en un monasterio, y puso a Lombardía
bajo su gobierno. Marchó a Roma donde fue recibido con grandes honores. Se dirigió a la Iglesia de San
Pedro, y según subía las escalinatas, las iba besando una a una. Estrechó al Papa en sus brazos y el
clero le recibió cantando: "Bendito sea el que viene en el nombre del Señor". El donativo de Pepino al Papa
fue ratificado y los dominios Papales fueron agrandándose mediante nuevas donaciones, todo lo cual fue
públicamente proclamado conforme Carlomagno colocaba el instrumento de donación sobre la “tumba”
del Apóstol.
Años después Carlomagno volvió nuevamente a Roma a resolver el derecho de León III a la silla
Papal. Una vez que la cuestión fue satisfactoriamente resuelta, Carlomagno se quedó allí a pasar la
Navidad del año 800. Entró en la Iglesia de San Pedro y, cuando estaba arrodillado ante el Altar, el Papa
se dirigió hacia él, sin previo aviso, y ante una gran multitud, colocó una corona sobre sus sienes, para
sorpresa del pueblo y de Carlomagno mismo. Tal acto estaba de acuerdo con el sentimiento de la gente y
la iglesia retumbaba al eco de los gritos de "Larga vida y victoria a Carlos, coronado por Dios
EL SALVADOR, C.A.
24
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Emperador de Roma". Estos fueron los confusos orígenes de lo que más tarde se conoció con el nombre
de “Sacro Imperio Romano”, un poderoso factor en los destinos de Europa, de hecho o de nombre,
durante los mil años siguientes.
Así surgió el Imperio Medieval y el Papado Medieval. Si uno o dos de los sucesores de Carlomagno
hubieran sido hombres de cualidades iguales a las de su antecesor, su grandiosa visión de ver revivido el Imperio
de los Césares, hubiera sido convertida en realidad. Pero el destino no era ese. Su Imperio fue arruinado por
sus incompetentes hijos, y comenzó a desintegrarse casi al mismo tiempo que su aliento abandonaba su cuerpo. El
título de Emperador del Sacro Imperio Romano, que se inició con él, continuó con gran prestigio durante muchos
siglos sucesivos, pero su autoridad imperial era tan transitoria como fuera la vida misma de quien lo llevaba.
Mientras tanto, el Papado se atrincheró en las ruinas mismas de los proyectos imperiales. La sede de Roma
se convirtió en el trono Papal, y el papa en “el PAPA”. Como gobernante de los Estados Pontificios, el Papa
reclamó los mismos privilegios que tenían los soberanos temporales y estableció relaciones con los reyes de
igual a igual. Día llegará en que reclamará soberanía sobre todos los reinos y territorios de la tierra, y ahí
mismo fue donde comenzó la batalla entre la Iglesia y el Estado, colocando la Divina Comisión en peligro en
Tierra de Nadie. Gracias principalmente a Carlomagno, la Iglesia comenzó a verse cada vez más envuelta en
la barahúnda de la política europea, y el Papado vino a ocupar un lugar en el concilio diplomático de las nacio-
nes, para bien o para mal.
Para aumentar el poder Papal, el Papa Nicolás I (858-867) utilizó unos documentos llamados, así por
la crítica posterior, “Decretales seudo Isidorianas”. Estas, se suponía que, contenían decretos y cartas de
Obispos y Concilios de los siglos II y III que afirmaban el poder Papal desde siempre en la Iglesia. Todo era
falsificado. Allí también había un documento falsificado que se atribuía al Emperador Constantino, llamado
la “Donación de Constantino” que supuestamente entregaba las provincias Occidentales de Europa y las
insignias y títulos imperiales al Obispo de Roma. En estas falsedades descansan gran parte de las
pretensiones Papales a la dominación universal de la Iglesia. Hoy en día cualquiera, medianamente
informado, sabe que las Decretales y la Donación de Constantino son documentos falsificados, a petición de
14
algún Papa, por un monje solícito en servir a su señor.
Analizaremos otra institución Romana que no tiene parangón en ninguna otra de las ramas de la
Iglesia Católica: El Cardenalato, que es también una institución meramente humana de la Iglesia
Romana, con la que Cristo jamás soñó y que ningunos de sus Apóstoles conoció nunca, ni tampoco los
14
“Historia de la Iglesia Cristiana” Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
25
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
obispos de los primeros siglos. Si es un desarrollo legítimo o no es una cuestión discutible, porque en
realidad quienes deberían elegir a un Primado, en una futura Iglesia católica reunida deberían ser solo
los Obispos como sucesores de los Apóstoles. El cardenalato en la Iglesia romana pasó a convertirse de
adjetivo a sustantivo, e incluso sagrado, Sacro Colegio de Cardenales. El adjetivo deriva del latín “cardo, cardinis”,
cuyo significado es gozne de una puerta. En sentido figurado indicaba un punto extremo en el firmamento o en la
tierra, por ello Quintiliano se refería a los cuatro puntos “cardinales”. En el latín cristiano, “cardinalis” quiere
decir principal y desde San Ambrosio se llama así a las virtudes cardinales o “cardinalis”. Desde el siglo VI se
comenzó a usar la palabra “cardenal” para referirse a los sacerdotes y diáconos que ocupaban un puesto principal
en el clero de una ciudad. En el siglo IX se habla ya de obispos “cardenales”, para designar a los que vivían en
Roma en la cercanía del Papa. Ya como sustantivo se llama así a los miembros principales del clero de una ciudad.
En Roma éstos pasan a ser los consejeros y ayudantes principales del Papa. Estaban divididos en cardenales-
diáconos, cardenales-presbíteros y cardenales-obispos, según el orden que habían recibido. Así fue hasta que en
1962, el Papa Juan XXIII, decretó que todos fueran obispos, si no lo eran ya.
La historia del cardenalato, en el Medioevo y en el Renacimiento, hasta finales del siglo XVI, contó con
figuras respetables, pero también con prácticas de intrigas políticas, afán de dinero, nepotismo, clientelismo,
desorden moral, etcétera. Se nombró cardenales a jovencitos menores por ser parientes o porque sus padres
compraban para ellos el título. En casos excepcionales con buen resultado, como en el de San Carlos Borromeo,
llamado al cardenalato por su tío Pío IV el 31 de Enero de 1560; nombrado arzobispo de Milán el 8 de Febrero de
1560 y después ordenado subdiácono y diácono en Diciembre del mismo año, sacerdote el 17 de Julio de 1563 y
obispo el 2 de Diciembre del mismo año. No resultó así el nepotismo practicado en el pontificado de Calixto III,
de la familia de los Borgia o Borja, con la designación de Rodrigo Borgia como cardenal, futuro Alejandro VI,
quien en su pontificado designó a su hijo César en el cardenalato.
Ser “cardenal” es pues un título, y no depende del Sacramento del Orden. Cardenal puede ser cualquiera, incluso
un laico como ya los ha habido. Así lo fue, entre otros, Teodoro Mertel (1806-1899), autor del Estatuto del Estado
Pontificio, hecho cardenal por Pío IX en 1858. El jesuita Mons. Kombo, en Octubre de 1994, en el aula del Sínodo
sobre la vida Consagrada, en presencia de Juan Pablo II dijo: “Quiera Dios inspirar la actitud profética que lleve a
nombrar mujeres en puestos de responsabilidad, hasta los puestos más elevados de la jerarquía, como cardenales
laicos”.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
En cuanto al hábito que visten los cardenales, a partir del siglo XIII, fue el rojo púrpura, al uso de los
patricios romanos, teologizado después como disponibilidad a derramar la sangre. Cambió a blanco en 1566
cuando Pío V, que era fraile dominico, al llegar a Papa no quiso cambiar el color de su hábito.
Ni el ropaje, ni el cargo de cardenal confieren a quien lo viste y ostenta más autoridad que la que da un
cargo burocrático.
Capítulo IV
LA IGLESIA CATOLICA BRITANICA Y LAS MISIONES ENVIADAS POR EL PAPA A INGLATERRA
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Desde la llegada de los primeros misioneros romanos había habido controversias entre ellos y sus
correligionarios británicos. Los puntos de diferencia parecen haber sido de poca importancia. Un antiguo sistema,
ya descartado en Roma, hacía que los británicos calcularan en forma distinta la fecha de la Pascua de
Resurrección. Las formas de la tonsura eran distintas. Existían algunas variaciones en la liturgia de
administración del bautismo. Además, como ha sido señalado, el cristianismo romano estaba firmemente
organizado sobre la base de Diócesis, mientras el de la Iglesia Británica era monástico y tribal. Mientras los
misioneros británicos consideraban al Papa solamente como un alto dignatario de la cristiandad, los
representantes de Roma le atribuían una autoridad que los británicos no admitían. Irlanda del Sur aceptó la
autoridad romana hacia el 630. En Inglaterra se adoptó la misma decisión en un sínodo celebrado durante el
reinado de Oswy, en Whitby, en el 664. Allí el obispo San Colman de Lindisfarne defendió las prácticas británicas,
mientras San Wilfredo de Ripon, en un tiempo de Lindisfarne, pero ganado para Roma en una peregrinación, y
que pronto sería obispo de York, los combatió. Fue aprobada la costumbre romana acerca de la Pascua, y con
ello triunfó la causa romana en Inglaterra. Hacia el 703 Irlanda del Norte había seguido el mismo camino, y por
el 718, Escocia. En Gales el proceso de acomodación fue mucho más lento, y no quedó terminado hasta el siglo
XII. En Inglaterra, este fortalecimiento de la relación con Roma fue muy estimulado por el nombramiento, por el
Papa Vitaliano, en el 668, de un monje romano, Teodoro, natural de Tarso de Cicilia, como Arzobispo de
Canterbury. Hábil organizador, éste hizo mucho para consolidar la obra de sus antecesores. 15 Pero no nos
adelantemos, cuando el monje Agustín, al frente de su grupo de misioneros, pisó tierra inglesa en el año 603
D. C., una delegación enviada por la antigua Iglesia Británica salió a recibirlo, encabezada por su Abades y
Obispos. Agustín explicó que había sido enviado por el Obispo de Roma para llevar a cabo la
evangelización de Inglaterra, y que por lo tanto, la Iglesia Británica debía reconocerle como su autoridad
suprema. La respuesta del Abad de Bangor-Iscoed ha sido conservada, y dice así: "Sea por usted sabido, y
esto sin ambigüedad ninguna, que todos nosotros, en conjunto e individualmente, guardamos
obediencia al obispo de Roma y a todo cristiano devoto y verdadero, para amar a cada uno según su
orden, con perfecta caridad, y para ayudar a cada uno, a ser hijo de Dios de palabra y de hecho. Y no
conocemos otra clase de obediencia que no sea ésta, a la cual tenga derecho el que llamáis Papa, ni
tampoco que tenga título y derecho de ser Padre de padres. Y estamos dispuestos a con cederle a él, y
a todo cristiano, la clase de obediencia ya expresada. Más aún, estamos bajo la jurisdicción del Obispo de
Caerlon-unpon-Usk, quien, bajo Dios, es nombrado para dirigirnos y hacernos guardar el sendero
16
espiritual".
15
16
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Esto demuestra que en aquello años la idea de la supremacía del Papa era una nove dad en la
Iglesia Británica.
LOS MONJES CELTAS:
San Columbano, el más famoso de los santos celtas era un irlandés de las regiones boreales de Uf Neill y
probablemente nació en el año 521 en Gartan del Condado de Donegal. Se dice que era de linaje real por parte de
padre y de madre. Apenas tuvo edad suficiente, sus padres lo enviaron a la gran escuela que tenía San Finiano en
Moville. De allí pasó a estudiar a Leinster y de allí a otra famosa escuela monástica, la de Clonard, regida por otro
Finiano. San Columbano figuró entre los más sabios y aprovechado entre los discípulos de su maestro, a quienes
se les llamó más tarde los “doce apóstoles de Erin.” En ese tiempo ya era diácono y más tarde fue ordenado
sacerdote mientras se hallaba en Clonard o en Glasnevin con San Comgall, San Kieran y San Canice bajo la guía de
San Mobhi. En el año 543 se desató una plaga de peste que obligó a San Mobhi a disolver su escuela y Columbano,
de 25 años de edad, volvió a la región de Ulster. Los quince años siguientes los pasó recorriendo todo el territorio
de Irlanda predicando el Evangelio y fundando innumerables monasterios, los más famosos de los cuales son el de
Derry, el de Durrow y el de Kells. San Columbano abandonó Irlanda en el 563 y con doce compañeros se embarcó
en una frágil embarcación que condujo al grupo a la Isla de “I” o de Iona. Columbano, a la sazón de más de 40
años, lo primero que hizo fue construir un monasterio donde habría de pasar el resto de su vida y que es su obra
más famosa en Occidente. La isla de Iona situada entre el territorio de los Pictos hacia el norte y la habitada por
los escoceses por el sur proporcionó un centro misional para ambos pueblos. Al principio su trabajo fue educar en
la fe a los cristianos del reino de Dalriada que en su mayoría eran irlandeses, pero después concentró sus
esfuerzos en evangelizar a los Pictos escoceses. Precedido de su fama de santo y, según la leyenda, de una serie de
hechos sobrenaturales, San Columbano fue aceptado por el rey de los Pictos y autorizado a evangelizarlos. Así, San
Columbano, San Comgall y San Canice dedicaron todos sus esfuerzos en evangelizar Escocia y obtuvieron del Rey
Bruce en Inverness la confirmación de la posesión de la Isla de Iona. Escocia fue cristianizada por San Columbano
y por algunos otros de sus monjes de Iona. Fue conocido por su austeridad y santidad de vida. Cuando no se
hallaba en misiones de evangelización o aún, diplomáticas, su cuartel general estaba en su monasterio a donde
acudían innumerables peregrinos atraídos por su santidad y sabiduría. Su influencia dominó a las iglesias de
Escocia, Irlanda y Northumbría. Sus seguidores, durante más de tres cuartos del siglo conservaron las tradiciones
entregadas por San Columbano en ciertos aspectos del orden y del ritual, opuestas a las de Roma, ya que la Iglesia
de los celtas Británicos no reconocía autoridad de ningún Obispo extranjero y menos de un Papado, cuyo concepto
se desconocía. En el año 597 murió San Columbano y ese mismo año, siglo VI d.c., llegó a Kent, en el Sur de
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Inglaterra un grupo de monjes enviados por el Papa San Gregorio, bajo la dirección de un monje llamado Agustín.
CRISTIANISMO EN ESCOCIA.
Los comienzos del cristianismo en Escocia son muy confusos. Se dice que trabajó allí San Niniano, en el
siglo IV y los primeros años del V, pero poco se sabe con seguridad tanto de la fecha como de su verdadero
trabajo. Otra figura no menos nebulosa es la de San Kentigern de Mungo (527-612), quien predicó el cristianismo
en los alrededores de Glasgow. Es probable que los irlandeses del Norte que fundaron, alrededor del 490, el reino
de Dalriada, que abarca el moderno Argyleshire, fueran cristianos. El gran misionero de Escocia fue San
Columbano (521-597), hombre relacionado íntimamente con algunas de las familias tribales más poderosas de
Irlanda, y discípulo de San Finian de Clonard. Distinguido ya como monje y fundador de monasterios en Irlanda,
transfirió sus trabajos, en el 563, a Escocia, estableciéndose con doce compañeros en la isla de “lona” o “I”, bajo la
protección de su coterráneo y pariente, el rey de Dalriada. Allí San Columbano desarrolló un floreciente
monasterio, y desde allí salió para hacer obra misionera entre los Pictos, que poblaban las dos terceras partes del
Norte de Escocia. San Columbano y sus compañeros ganaron para el evangelio el reino de los Pictos. Como en
Irlanda, las instituciones cristianas en Escocia eran en gran parte monásticas. No había diócesis, y aun los obispos
estaban sometidos, salvo en materias de ordenación, a San Columbano, Abad de Iona.
Estos trabajos misioneros irlandeses fueron llevados al Norte de Inglaterra, entre los anglo-sajones
de Northumbria. Allí, en la isla de Lindisfarne, frente a la costa del extremo noreste de Inglaterra,
San Aidán, un monje de lona, estableció una nueva lona en el 634. Desde allí difundió ampliamente el
cristianismo en la región circundante, hasta su muerte en el 651, obra que continuaron sus compañeros.
Pero el celo misionero de esos monjes celtas no estaba limitado en manera alguna a las Islas Británicas.
Otro San Columbano, también conocido como San Columba el Joven (543- 615), ingresó en el celebre
monasterio irlandés de Bangor, fundado en el 558 por San Comgall, distinguido por sus conocimientos
y su celo misionero. San Columbano el joven, partió de Bangor, por el 585, con otros doce monjes, y se
estableció en Anegray, en Borgoña, fundando cerca de allí el monasterio de Luxeuil. En el 610 fue
expulsado debido a sus proféticas amonestaciones al rey Teodorico II y a su abuela Brunilda. San
Columbano trabajó por un tiempo en el Norte de Suiza, donde su compañero y discípulo irlandés,
San Galo, habría de vivir como un asceta y dar su nombre, aunque no lo fundó, al monasterio de San
Gall.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
De allí San Columbano el joven, se dirigió al Norte de Italia, y en los Apeninos estableció el
monasterio de Bobbio, en el cual murió un año más tarde. San Columbano fue sólo uno de los
primeros de una cantidad de monjes irlandeses que trabajaron en el continente, muchos de ellos en lo
que es ahora Alemania central y meridional. Así San Kiliano trabajó en Wurzburgo y San Virgilio en
Salzburgo. Estos monjes irlandeses, especialmente San Columbano, introdujeron en el continente una
modificación de las prácticas cristianas, que posteriormente cobraría gran importan cia. La entrada de
miles de fieles en la Iglesia, cuando el cristianismo fue aceptado por el Estado, había quebrantado en
gran parte la antigua disciplina pública. Entre los monjes de Oriente y Occidente se había
desarrollado la práctica de la confesión privada, fuertemente apoyada por San Basilio en el Oriente. En
ninguna parte tuvo un apoyo más deci dido que entre los monjes irlandeses, y ellos lo extendieron a los
laicos, como, en realidad, lo habían hecho hasta cierto punto los monjes del Oriente. En el continente
europeo fueron los irlandeses los introductores de la confesión privada de los laicos. En Irlanda
también surgieron los primeros libros penitenciales importantes, en los cuales se establecía satisfacciones
apropiadas para pecados específicos, si bien esos libros tenían sus antecedentes en los primitivos
cánones de los Concilios. Los monjes irlandeses popularizaron esos tratados penitenciales en el
Continente.
EL PAPA SAN GREGORIO APODADO “MAGNO O GRANDE”
Las tendencias a una presentación suavizada del agustinianismo, con énfasis eclesiástico y
sacramental, caracterizaron el pensamiento de San Gregorio Magno, intérprete de San Agustín en la Edad
Media. Maestro de poca originalidad, presentó el sistema teo lógico ya desarrollado en Occidente,
esencialmente en armonía con el cristianismo popular de su época. Su influencia fue así de largo al cance.
Junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo se lo cuenta como uno de los doctores de la Iglesia
latina. Por su capacidad administrativa y sus realizaciones fue San Gregorio uno de los más grandes Papas, y
la cristiandad latina en general tuvo en él un jefe de amplia visión y permanente actividad.
San Gregorio nació en Roma, en una familia cristiana senatorial, hacia el 540. Antes de 573 fue hecho
Prefecto, o Gobernador, de la ciudad, por el Emperador Justino II. La vida monástica le atraía y por ella
abandonó los honores civiles, y por el 574 había destinado su fortuna a la fundación de monasterios y a
la ayuda a los pobres, entrando en el monasterio de San Andrés, en la que había sido su propia casa en
“Colina Coeli”. Conservó siempre su interés en el monasticismo, e hizo mucho por la reglamentación y
extensión de la vida monástica, aunque su propio temperamento era demasiado activo para el claustro. En
el 579 el Papa Pelagio II (579-590) lo nombró embajador papal ante la corte de Constantinopla, donde se
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
desempeñó con habilidad. Hacia el 586 estaba otra vez en Roma, como Abad de San Andrés. En el 590 fue
elegido Papa, siendo el primer monje que llegó a ese cargo. Murió el 12 de marzo del 604.
La época del Papado de San Gregorio era propicia para el desempeño de un Papa capaz. El Papado,
que había llegado muy alto con Inocencio I (402-417) y León I (440-461) había declinado después que
Justiniano había derrotado a los ostrogodos y restaurado la autoridad im perial en Italia. Desde el 568, sin
embargo, el dominio de los emperadores en Italia se había desvanecido más y más ante los lombardos,
que amenazaban a la misma Roma. Aunque nominalmente sujeto al Emperador, San Gregorio fue el verdadero
jefe contra la agresión lombarda. El levantó un ejército, defendió a Roma por la fuerza y por los tributos, y aun
hizo una paz con los lombardos por su propia cuenta, y consiguió, después de infinitos esfuerzos y luchas confusas,
tanto con los lombardos como con los representantes imperiales, mantener a Roma intacta durante su
pontificado. El era el hombre más fuerte de Italia, y tanto a los romanos como a los lombardos debe haberles
parecido un verdadero soberano, mucho más que el distante y débil Emperador. Tanto el sostén del Papado
como la fuente de gran parte de los alimentos de Roma estaba en sus grandes propiedades, “el Patrimonio de
Pedro”, en Sicilia, Italia, y aun en el Sur de Francia y el Norte de África. De estos Estados San Gregorio se mostró
como un señor enérgico, pero bondadoso. Su gobierno demandaba mucha atención. Sus ingresos aumentaban, y San
Gregorio los empleaba liberalmente, no sólo en el sostenimiento del clero y el culto público, y en la defensa de
Roma, sino en fundaciones de caridad y toda clase de obras buenas. El Papa Gregorio estaba convencido de
que "para todos los que conocen el evangelio, es evidente que el cuidado de la Iglesia entera ha sido
encomendado, por la voz del Señor, al santo apóstol y príncipe de todos los apóstoles, Pedro". 17 El ejercía su
jurisdicción sobre la Iglesia como sucesor de Pedro. Como tal, protestó contra ciertos actos de indisciplina
eclesiástica del Patriarca de Constantinopla, Juan el Ayunador; y anunció que él investigaría. En las actas que
se le envió para su inspección, San Gregorio halló que el Patriarca Juan apa recía mencionado como "Obispo
Universal". Levantó entonces su vigorosa protesta contra tal pretensión. El mismo empleaba solamente el título
todavía usado por los obispos romanos, "Siervo de los siervos de Dios". Ejerció autoridad judicial, con más o
menos éxito, en los asuntos de las Iglesias de Ravena e Iliria. Intentó intervenir en la vida demasiado
“independiente” de la Iglesia de Francia, reestableciendo el Vicariato Papal en Arles, en el 595, y entrando en
relaciones amistosas con la Corte franca, tratando de corregir algunos abusos de la administración eclesiástica
francesa. Pero aquí tuvo poco éxito. Con alguna buena fortuna afirmó la autoridad papal en España, donde en el
587 el soberano visigodo, Recaredo, había renunciado al arrianismo. Aun más significativa para el futuro
fue la gran campaña misionera de San Gregorio Magno para la conversión de Inglaterra, inaugurada en
el 596. Con ello no sólo hizo avanzar grandemente la causa del cristianismo, sino que fue la iniciación de
17
“Cartas de San Gregorio Magno” 5.20
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
una relación más estrecha de Inglaterra, y finalmente de Alemania, con el Papado. Más cerca de su casa,
entre los lombardos arrianos, San Gregorio inauguró esfuerzos finalmente felices para lograr atraerlos a la fe
católica, especialmente con la ayuda de la reina Teodolinda, esposa sucesivamente de los reyes Autaris
(584-591) y Agilulfo (592-615).
La tradición atribuye a San Gregorio una gran labor en la reforma de la música eclesiástica, el
"canto gregoriano" y en el desarrollo de la liturgia romana. Por otro lado, su capacidad como predicador es
indudable. Como escritor, tres de sus obras fueron muy populares durante toda la Edad Media, su exposición
de Job, o “Moralia”, su tratado sobre el carácter y los deberes del oficio pastoral, la “Regula Pastoralis”, y sus
“Diálogos sobre la vida y milagros de los Padres Italianos”.
La teología de San Gregorio es agustiniana, pero con un énfasis distinto del de San Agustín. El
desarrolló todas las tendencias eclesiásticas de San Agustín, y toda esa masa de materiales del cristianismo
popular que San Agustín recogió en su sistema. Los milagros, los ángeles y el diablo tienen un lugar más
destacado aún en el sistema de San Gregorio Magno que en el de San Agustín. Aunque sostenía que el
número de los elegidos está fijado y depende sólo de Dios, San Gregorio no tenía el interés que San
Agustín tenía en la predestinación. A menudo se refiere a ella como si sólo se tratara del conocimiento previo
de Dios. Sus intereses eran prácticos. El hombre está preso del pecado original, lo cual se evidencia en su
nacimiento a través de la concupiscencia. De esta condición es rescatado por la obra de Cristo, recibida en
el bautismo, pero los pecados cometidos después del bautismo deben ser satisfechos. La satisfacción se
opera mediante obras meritorias realizadas con la ayuda de la gracia de Dios. "El bien que hacemos es a la
vez de Dios y nuestro; de Dios por la gracia preveniente, nuestro por la buena voluntad que sigue"
(“Moralia”). La penitencia es la adecuada reparación por los pecados cometidos después del bautismo.
Comprende el reconocimiento del mal del pecado, contrición y satisfacción. La Iglesia tiene muchos
auxilios para aquel que busca hacer méritos o ejercer la penitencia. El mayor de ellos es la Santa
Eucaristía, que el Papa San Gregorio consideraba como una repetición del sacrificio de Cristo, aplicable a
vivos y muertos. Está también la ayuda de los santos. "Aquellos que no confían en obras propias, debieran
acogerse a la protección de los santos mártires". Para aquellos que, aun siendo realmente discípulos de
Cristo hacen un uso insuficiente de las oportunidades para realizar obras meritorias, no hacen penitencia, o
sólo aprovechan inadecuadamente los auxilios ofrecidos por la Iglesia, resta el fuego purificador del
Purgatorio. (Moralia)
La idea del “Purgatorio” no nació de San Gregorio. La primera leve insinuación puede hallarse en
Hermas de Roma. Más evidente aun es en San Cipriano, quien cita en relación Mat. 5:26. San Agustín,
EL SALVADOR, C.A.
33
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
sobre la base de 1 Cor. 3:11-15, sostenía que el purgatorio no es improbable, aunque no tenía una absoluta
certidumbre. 18 San Cesario de Arles se adhería más definitivamente al concepto. Para él era una realidad. El
Papa San Gregorio enseñó el Purgatorio como punto esencial de fe. En “Diálogos” dice: "Debe creerse que
existe un fuego purgatorial antes del juicio, para ciertos pecados ligeros".
En todas las áreas de la actividad eclesiástica, San Gregorio Magno se destacó como el más
importante de los dirigentes de su época. Con él la Iglesia Occidental de la Edad Media exhibe ya sus rasgos ca -
racterísticos, sea en doctrina, en vida, en culto o en organización. Su desarrollo habría de producirse en las
direcciones señaladas por San Gregorio.
El Papa Gregorio Magno, movido por un impulso misionero que sentía desde hacía tiempo, y
aprovechando la circunstancia favorable creada por el matrimonio de Etelberto, rey de Kent y señor de gran
parte del sudeste de Inglaterra, con Berta, una princesa franca, cristiana, envió a un amigo romano, San Agustín,
prior de su amado monasterio de San Andrés de Colina Coeli, con un grupo de otros monjes, a intentar la
conversión de los anglosajones. La expedición salió de Roma en 597, cuando llegaron a Provenza se enteraron de
la ferocidad de los anglosajones y de lo peligroso que resultaba atravesar el Canal. La mayoría de los monjes se
acobardó y exigieron a Agustín devolverse a Roma. San Gregorio, que sabía que existía en las Islas una Iglesia
Cristiana antigua y que debían quedar remantes de cristianos esparcidos por el Sur de Inglaterra insistió en su
orden, y así Agustín y sus compañeros siguieron adelante y desembarcaron en la Isla de Thanet, gobernada por el
rey Ethelberto de Kent. El rey les recibió cordialmente, les dio una casa en Canterbury y les entregó la antigua
iglesia de San Martín autorizando la predicación a sus súbditos. Ethelberto recibió el bautismo el día de
Pentecostés de 597, después de esto Agustín fue a Francia y fue consagrado obispo por San Virgilio, el Arzobispo
de Arlés, y en el 601 el Papa San Gregorio lo nombró Arzobispo con autoridad para establecer doce obispados
bajo su jurisdicción. Cuando se convirtiera el Norte de Inglaterra, se establecería un Arzobispado semejante en
York. Londres y York debían ser las capitales eclesiásticas. Los obispos británicos, sobre los cuales el Papa no tenía
jurisdicción, fueron sin embargo, colocados por San Gregorio bajo la supervisión de San Agustín.19
En la Navidad de ese año muchos de los súbditos de Ethelberto fueron bautizados. Agustín envió a dos
misioneros a Roma para informar al Papa y pedir más misioneros, estos volvieron con un gran número de monjes
entre los que se contaban San Melito, San Justo y San Paulino y el palio de Arzobispo para Agustín. Según Beda,
con ellos el Papa envió una gran cantidad de vasos sagrados, vestimentas eucarísticas, hábitos y sotanas, imágenes
y muchos libros. Además envió a Agustín instrucciones para constituir una jerarquía favorable a Roma, cómo usar
18
Enchiridión 69; Ciudad de Dios 21.26
19
“Documents Ilustrative of English Church History” Gee & Hardy
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
los templos paganos y que las fiestas paganas no debían abolirse sino cambiarse en cristianas, por el mero hecho
de atribuir las características de los dioses paganos a la Virgen o a los santos cristianos, en un sincretismo que
significaba que la gente por fuera y en los ritos era cristiana, pero en el fondo de su corazón seguían siendo
paganos y adorando a su dioses antiguos.
Política normal del romanismo, ya que en América Latina los misioneros procedieron de igual manera,
por eso que hoy día, siglo XXI, las comunidades de aborígenes reivindican su religión ancestral y han restaurado
sus “sacerdotes y sacerdotisas” y practican ritos y sacrificios, incluso de animales, a la vista y paciencia del clero
romano e incluso en sus templos.
Agustín en Canterbury edificó una iglesia de troncos y una casa, que después se convertirían en la Catedral
de Canterbury y el monasterio de “Christ Church” respectivamente. Fuera de las murallas de la ciudad fundó el
monasterio de San Pedro y San Pablo, que después de su muerte se denominó Abadía de San Agustín y allí fueron
sepultados los primeros Arzobispos.
La Iglesia crecía, y fueron bautizados en el Rio Swale casi diez mil personas, y en los siguientes años otros
reinos del Sur y del Este de Inglaterra aceptaron el cristianismo en las condiciones ordenadas por el Papa.
La tarea iba a resultar mucho más difícil de lo que el Papa San Gregorio en su optimismo se imaginaba, y
habría de pasar la mayor parte del siglo antes que el cristianismo dominara en Inglaterra. Sin embargo, el
movimiento así inaugurado iba a fortalecer considerablemente al Papado. Los anglosajones debían su conversión
principalmente a los esfuerzos directos de Roma, y ellos a su vez desplegaron una devoción al Papado que no era
característica de tierras más antiguas, como Francia o España, donde el cristianismo había .sido introducido por
otras vías. El cristianismo anglosajón, además, produciría algunos de los misioneros más enérgicos, que
difundieron en el continente a la vez el evangelio y la obediencia al Papa. Inglaterra llegó a la aceptación del
cristianismo no sin pasar por muchas vicisitudes. La hegemonía de Kent estaba desvaneciéndose ya antes de la
muerte de San Ethelberto, y con ello se eclipsaron los primeros triunfos del cristianismo. Northumbría fue
gradualmente alcanzando preponderancia. Fue un éxito cuando Edwin, rey de Northumbría, fue convertido
por la labor de San Paulino, que pronto sería Obispo de York, en el 627. El rey pagano, Penda de Mercia, sin
embargo, derrotó y mató a Edwin en el 633, y a continuación se produjo en Northumbría una reacción pagana.
Bajo el rey Osvaldo, que se había convertido al cristianismo durante un exilio en lona, el cristianismo fue
restablecido en Northumbría, principalmente con la ayuda de San Aidán. Era un cristianismo de tipo irlandés, o
como se le llama a menudo, "británico". Penda atacó una vez más, y en el 642 Osvaldo murió en un combate. Su
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
hermano Oswy, como él converso de lona, después de mucho luchar conquistó toda Northumbría, en el 651, y junto
con ella un señorío reconocido sobre una vasta región. El cristianismo estaba afianzándose en Inglaterra.
CAPITULO V
DOS IGLESIAS EN INGLATERRA.
De esta manera, podemos ver que había dos Iglesias Católicas en Inglaterra: la antigua Iglesia Católica Británica
en el Oeste y el Norte del país y la Iglesia Católica Romana en el Sur. En tales circunstancias era obvio que
produjeran dos cristianismos completamente diferentes uno del otro: a) uno era el que se predicaba y practicaba
en el Norte y Oeste de Inglaterra y otro muy diferente el que se predicaba y practicaba en el Sur y el Este, según se
tratara de fieles de la rama Británica o de la Romana; b) Como su cristianismo era, muchas veces, nominal los
fieles del sector católico-romano eran alternadamente cristianos y paganos, según les conviniera, por ejemplo
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
cuando el rey que ascendía al trono era pagano, todos ellos volvían con mucho agrado a la antigua religión.
Así, pues, no es raro que entre los fieles y aún la jerarquía de las dos Ramas se produjera encontrones y roces. El
más importante de estos se produjo por la distinta fecha en que ambas Iglesias calculaban la Pascua de
Resurrección. Entre ambas facciones hubo muchos intentos de entenderse, pero Agustín, como se sentía apoyado
por el Papa, fue siempre muy soberbio y altanero con los Obispos Británicos y nunca llegaron a un acuerdo. El
intento más serio fue cuando Agustín invitó a la jerarquía Británica a una reunión en Wessex. Allí los instó a
aceptar la supremacía Papal y las costumbres romanas, les pidió que le ayudaran a evangelizar a los anglosajones
y les exigió que lo reconocieran como Arzobispo Metropolitano. Como los británicos no aceptaron, Agustín, según
cuenta la tradición, les dijo “Si no quieren hacer la paz como hermanos, les haré la guerra como a enemigos.” 20
San Agustín restauró las sedes de Londres y Rochester y puso allí a Obispos romanistas y en el año 605 entregó su
alma al Señor. Según cuenta la leyenda, aún en vida hacía grandes milagros y prodigios.
En el 664, después de fallecido San Agustín, el Rey Oswy de Northumbría que era católico británico, se dio cuenta
que él celebraba la Pascua de Resurrección cuando su esposa, que era de Kent, católica romana, estaba celebrando
el Domingo de Ramos. Entonces, considerando, y con razón que es la misma fe, y la misma Iglesia Católica, citó a
un Concilio de ambas Ramas en la ciudad de Whitby. Según la tradición, el romanista obispo San Wilfrido dijo:
“Jesucristo solo a Pedro dijo Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. El Rey preguntó al obispo
británico San Colman ¿es cierto eso? San Colman replico que si, entonces el Rey le preguntó. ¿Tu San Columbano
o San Juan recibieron un mandato así? No, dijo el obispo Colman, entonces el rey Oswy, cedió a los argumentos
de los obispos romanista y proclamó la supremacía de Roma en su reino, ordenando acoger todas sus costumbres
y enseñanzas y mandando a los celtas a someterse.
San Colman, no aceptó someterse y renunció a su sede de Lindisfarne, y así con los monjes celtas y otros ingleses
de retiraron a Iona, primero y luego a Irlanda donde fundó un monasterio en la Isla de Inishbofin, frente a las
costas de Connacht. Como ingleses e irlandeses no se llevan muy bien, Colman fundó otro monasterio en Mayo
para los ingleses. Y hasta su muerte fue Abad de ambos. Jamás él o sus monjes se sometieron a Roma y siguieron
celebrando sus fiestas de acuerdo a sus costumbres y ritos. Beda el venerable, detestaba a los celtas y a la Iglesia
Británica, sin embargo destaca la santidad de estos monjes británicos y su entrega a la obra evangelizadora de
Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda.
Mercia y Essex se sometieron rápidamente, así como Anglia, Wessex y Kent, que ya eran romanistas. Sussex no
20
“Divina Comisión” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
había sido aún evangelizado. Los celtas solo quedaban en Cornwall y al Oeste, pero fueron obligados a someterse.
Los celtas de Gales igualmente fueron sometidos casi por la fuerza y pasaron muchos años para terminar de ser
sojuzgados.
Finalmente, el poder Papal triunfó y toda la Iglesia Católica en las Islas Británicas, tanto la Rama celta cuanto la
romanista, quedaron sometidas al poder Papal. Estamos en el siglo séptimo, y a partir de esa fecha existirá en
Inglaterra una sola Iglesia Católica bajo el control del Papado. Luego veremos que sin embargo la antigua Iglesia
Católica Británica nunca se extinguió completamente y se manifestó en los siglos siguientes en diferentes
reacciones antipapistas.
CAPITULO VI. UNIFICACION DE LA IGLESIA EN INGLATERRA.
Habiéndose sometido la Iglesia Católica Británica, por la razón o por la fuerza, al poder Papal y las costumbres y
tradiciones romanistas, ahora había que reorganizar y unificar ambas Ramas en una sola. Esta tarea fue abordada
por el Arzobispo Teodoro de Tarso, que fuera nombrado por el Papa a la Sede de Canterbury, que estaba vacante.
Inglaterra no era una sola nación, eran siete reinos separados, además de los británicos o celtas en el Oeste. Estos
reinos estaban frecuentemente en luchas entre sí. El Arzobispo Teodoro, después de una ardua tarea, logró atraer
y someter a las Iglesias de esos reinos a su jurisdicción, y así el 24 de Septiembre 673 en la ciudad de Hertford se
celebró un gran Sínodo, presidido por el Arzobispo Teodoro de Tarso, del cual salió una sola Iglesia unificada, bajo
el Arzobispo de Canterbury, sometida al Papado, que usaba las mismas ceremonias, oraciones y ritos a través de
todo el país, cincuenta años antes que Inglaterra se convirtiera en un solo reino.
Comenzó entonces una época de oro que produjo eruditos como Beda El Venerable y santos como San Bonifacio,
conocido como el “Apóstol de Alemania”. En el año 1165 en una correspondencia Papal a la Iglesia de Inglaterra
aparece denominada como “Ecclesia Anglicana”, es decir “Iglesia de Anglia o de los Anglos o Ingleses”. Esta es la
primera vez que se usa el término en forma oficial, desmintiendo una vez más que a la “Ecclesia Anglicana” la
haya fundado o inventado Enrique VIII, que vivió 400 años después de esto.
CAPITULO VII. PROBLEMAS EN LA IGLESIA Y EL REINO.
El año 1066 se produjo la conquista normanda que constituyó toda una época en la Historia de Inglaterra y del
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Occidente. Los normandos en el poder aglutinaron a la Iglesia detrás de su trono y, con mayor fuerza aún, la
insertaron en Europa y en la Iglesia de Occidente, regida por Roma. Todo esto no fue necesariamente malo o
desfavorable, al contrario, porque la Iglesia, así como la Nación, se vieron enriquecidas con el mayor contacto con
otras Iglesias y naciones europeas, y así se desarrolló la cultura inglesa y la cultura católica inglesa muy acorde a lo
que imperaba en su tiempo. Los normandos llenaron todas las vacantes con obispos de su nacionalidad, muy fieles
y unidos a Roma, de tal manera que no hubo posibilidad de independencia o particularismo alguno. Las
asambleas eclesiásticas de Canterbury y York no podían reunirse sino no eran convocadas por el Legado Papal.
En el 1208 una disputa entre el Papa y el Rey Juan alcanzó un punto álgido cuando el Pontífice declaró que
Inglaterra era un país detestable a Dios y olvidado de El. Las puertas de los templos fueron cerradas y no se
permitió la celebración de liturgia alguna durante varios años. Así por orden de un Papa, los católicos ingleses no
podían reunirse para celebrar a Dios, ni recibir sus sacramentos. En el año 1212, es decir cuatro años después, el
Papa decidió deponer del trono al Rey Juan y mandó al Rey Felipe de Francia, que ejecutara la sentencia. Al rey
Juan no le quedó más que someterse, reconociendo que él y sus herederos ocuparían el trono mientras el Papa lo
permitiera, como sus vasallos, y prometió pagar elevados impuestos a Roma con la regularidad requerida por el
Pontífice. Roma designó un Legado Papal, con residencia en Inglaterra, para vigilar que se cumplieran sus
órdenes.21
CAPITULO VIII. EL PAPA HILDEBRANDO.
Algunos historiadores sostienen que en este tiempo se produjo la Primera Reforma en la Iglesia, o la primera gran
“Deformación” de la Iglesia Católica, y el autor fue el Papa Hildebrando, Gregorio VII, cuya opinión respecto al
bienestar del mundo y de la justicia lo hacía pretender un dominio absoluto del Papa sobre la Iglesia y sobre toda
la vida de las naciones, civil, política, económica y religiosa. Es interesante abundar en antecedentes sobre este
Papa ya que a partir de él, realmente, empiezan o se consolidan todas las doctrinas, teorías y pretensiones
abusivas del Romanismo respecto al Papado. Antes de él los Papas, casi generalmente, fueron asimilados a los
Patriarcados de Oriente.
La muerte del Papa Alejandro II había sido seguida inmediatamente (22 de abril de 1073) por la elección
del monje Hildebrando, como Obispo de Roma, el que tomó el nombre de Gregorio VII. Como arcediano era
popular en Roma y dominaba en la Curia. No era estudioso ni teólogo, sino su temperamento era el de un
fiero campeón de la Iglesia, de voluntad férrea, gran sagacidad práctica, celo por la justicia en el seno de la
comunidad cristiana laica y eclesiástica, según su propio concepto. Aunque audaz y combativo, su sentido práctico
21
“Historia de la Iglesia cristiana” Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
le había hecho moderado en sus empresas preliminares, y temible cuando todo estaba en peligro. Creía
apasionadamente en la causa que defendía como representante de San Pedro. La obediencia a sus mandatos
formaba parte de la justicia cristiana. Estaba librando una guerra santa contra las fuerzas rebeldes del mal.
Era, no cabe duda, un autócrata y un tirano, con muy poca caridad contra quienes consideraba los enemigos de él
o de su causa: el dominio universal de la Sede Romana. Estaba a su lado en su causa la condesa Matilde, la cual
poseía una capacidad férrea para gobernar sus grandes posesiones que comprendían Toscana y una serie de
condados en los Apeninos y a lo largo del Po.
Gregorio VII llevó a nuevas alturas su doctrina de la supremacía de San Pedro sobre la Iglesia y la
Cristiandad: Esta encargado de todas las almas cristianas para corregir al desobediente y al injusto. El Papa es
sólo súbdito de Dios y de ningún hombre en la tierra, de tal manera que no debe dar cuentas a nadie.
Todos los prelados deben someterse a su supremacía; los decretos de sus legados son anulables sólo por
él. Apeló constantemente a la ya existente Ley Canónica, pero la Iglesia Romana conservaba el inalienable
poder de añadir a ella lo que juzgase conveniente. El sacerdocio y el poder civil existían uno junto a otro
por divina ordenación, como el sol y la luna que dan luz al mundo físico. Pero el sol del “ sacerdotium”
excedía en mucho a la luz lunar del “regnum”. El supremo pastor, el sucesor de San Pedro, el Papa, esta
“encargado” de la supervisión de los gobernantes laicos, y con el deber de castigar e incluso de deponerlos
cuando son desobedientes o perversos. Su doctrina sobre e! dominio laico llegó a evolucio nar hasta
asemejarse a la de San Agustín 22 .
Publicó el “Dictatus Papae”, lista de conceptos de Derecho Canónico sobre la supremacía pontifical y sobre
las relaciones de la Iglesia con el Estado, según la concepción clásica medieval, en términos precisos y
enfáticos
Gregorio VII comenzó su pontificado sin el menor deseo de romper con el Rey de los Romanos, pero con la
firme y casi impaciente decisión de espolear a los remisos prelados de Alemania para que reprimieran
definitivamente la simonía y el matrimonio de los clérigos. Las humildes excusas que le había ofrecido el
Emperador Enrique IV en tiempos de sus dificultades con los sajones, le engañaron hasta el punto de hacerle
creer que era un dócil coadjutor en la campaña reformadora de la Iglesia. Soñó incluso, por unos
momentos, en dirigir una cruzada a Oriente, mientras Enrique efec tuara la reforma eclesiástica en Occidente.
Excepto algunos obispos sajones, tropezó sin embargo con la oposición de grandes y pequeños al tratar de
ejecutar sus decretos. Someter a los episcopados alemanes y lombardos convirtiéndolos, de instrumentos
imperiales que eran, en lugartenientes papales, fue la principal intención del Papa. En el Sínodo de Lenten
22
“La Ciudad de Dios” B.A.C. Obras de San Agustín. 1965.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
en Febrero de 1076 se preparó para la cri sis que se avecinaba. Además de deponer a los obispos germánicos
recalcitrantes, ordenó al laicado que se negara a oír misa dicha por sacerdotes casados, el modo más seguro
de imponerse al bajo clero. Además, llevó adelante el “Dictatus Papae” que contenía en sí mismo un
programa, y promulgó el primer Decreto sobre Investiduras. Prohibió, en términos generales, la investidura
de oficios eclesiásticos por laicos. Esta ceremonia había constituido hasta entonces el modo que tenían los
reyes de nombrar obispos y abades, sin elección canónica. Los antepasados de Enrique habían tenido cierto
cuidado al elegir a sus prelados, pero Enrique IV procedió sólo de cara a sus intereses seculares. Felipe I de
Francia, como algunos de sus vasallos, era también un simoniaco. San Gregorio VII deseaba confiar sólo a
las altas jerarquías eclesiásticas el poder de conferir la investidura. Por su parte, la tesis de Enrique IV era
que la fuerza de su monarquía dependía de su control sobre los obispos con la riqueza y jurisdicciones
adscritas a sus sedes, que contrapesaban la influencia de la nobleza hereditaria. El Emperador, confiando dema-
siado en su victoria sobre los sajones, ofendió al Papa al descartar a Atón e invistiendo a Tedaldo, como Arzobispo
en la sede de Milán. Los obispos eran, en realidad, los principales medios que le quedaban para asegurar su
influencia en Lombardía. El asesinato de Erlembaldo y la lealtad de algunos obispos le animaron a obrar así.
El Papa Gregorio hizo al Emperador las oportunas advertencias, verbalmente, por medio de los mismos
embajadores imperiales. Dijo que depondría al Emperador, cosa que puso furioso a Enrique. El Emperador,
entonces, reunió un apresurado Sínodo en Worms el 24 de Enero de 1076 y declaró depuesto al Papa Gregorio .
Los obispos lombardos le siguieron mientras el Emperador, en una violenta carta, se declaraba con derecho a
deponer de su trono al papa. Fue un golpe falto de juicio que erró el blanco. El Papa tenía mucha fuerza en
Roma y el pueblo hizo fracasar un atentado contra él, hecho por un puñado de nobles facciosos. En el
sínodo de Lenten, en Febrero de 1076, Gregorio logró la confirmación de su autoridad, los obispos rebeldes
fueron depuestos, dándoseles un plazo para arrepentirse, excomulgó al Emperador y le prohibió ejercer como Rey
de los Romanos. La excomunión se extendía a todos los que tratasen con él. Ambas cosas fueron obedecidas en
Alemania; el Papa había demostrado ser a la vez político más realista. Los obispos al norte de los Alpes rivalizaron
después en pedir perdón a aquel Pontífice a quien antes habían desafiado. Los sajones se regocijaron y los nobles
laicos también, dirigidos por los duques del Sur y en parte por hostilidad al Gobierno central imperial. No creían
en la insidia propalada por Enrique IV de una revuelta eclesiástica. Temían también las fulminaciones del poder
espiritual. Enrique se encontró aislado. En la Dieta de Tribur, en Octubre de 1076, acompañados de los legados
papales, los príncipes y grandes vasallos alemanes llegaron a una decisión que Enrique IV fue obligado a aceptar. A
menos que obtuviera la absolución del Papa dentro de un año y un día a partir de la fecha de la sentencia
pontificia, o sea hacia el 22 de Febrero de 1077, renunciarían a su vasallaje y elegirían otro soberano. Con este
fin había de reunirse una dieta en Augsburgo el 2 de Febrero que el Papa fue invitado a presidir. Para garantizar
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
las cosas, los duques Rodolfo, Welf y el magnate suabo Bertoldo de Zahringen, duque titular de Carintia,
bloquearon los pasos de los Alpes a Italia para que Enrique no pudiese llegar a Lombardía, y prometieron una
escolta para conducir al Papa. Enrique no podía cifrar esperanza alguna de la asamblea de Augsburgo. Su única
solución era aplacar al Papa por separado, a cualquier precio, y optó por este expediente. Había un paso libre, el
de Mont Ceñís en las tierras de la reina Berta, tierras del Condado de Saboya. Su madre, la condesa Adelaida,
heredera de Turín, era influyente y pertenecía al partido reformista del Papa. En un crudo invierno,
Enrique y su familia cruzaron las montañas de Lombardía, el Papa había atra vesado los Apeninos y
esperaba la escolta en el castillo de Matilde, en Canossa. Sus enemigos lombardos no le dejaban seguir
adelante.
Ante la puerta del Pontífice, Enrique permaneció como un penitente descalzo en la nieve tres días, hasta
que el Pontífice se decidió a absolverle en enero de 1077. Era una rendición, pero también una victoria
diplomática, porque el Emperador la había conseguido sin intermediarios de ninguna asamblea. El Papa,
siempre bloqueado por los lombardos, no podía llegar a Alemania, mientras Enrique, que no era ya un
proscrito, se fue a casa pasando por Carintia, y sus partidarios, enemigos de los duques, le dieron la
bienvenida.
Los duques rebeldes, sin embargo, persistieron en lo comenzado. En Franconia celebraron su aplazada Dieta
en presencia de los legados del Papa. Allí, en marzo de 1077, declararon depuesto a Enrique como Emperador
y eligieron al duque Rodolfo, a condición de que renunciase al derecho hereditario y a controlar las
elecciones episcopales. Fue un precedente que no se olvidó ya.
El Papa permaneció entonces en cierta incertidumbre frente a aquellos rivales, y proclamó que adjudicaría la
corona a aquel pretendiente cuya conducta probadamente recta lo mereciese. La guerra civil siguió adelante,
sin decisión y desastrosa. Rodolfo podía confiar en Sajonia y en sus compañeros rebeldes, pero Enrique
tenía tras sí la mayoría, incluyendo las ciudades del Rin que tomaban incremento. Sajonia se dividió cuando
los Billung entraron en tratos con Enrique, y su yerno Federico de Staufen a quien él había hecho duque de
Suabia (1079) ayudó a derrotar a Rodolfo y a los Welf y Zahringen.
Estaba todavía lejos de aceptar los decretos de investidura, que el Papa Gregorio iba precisando más, y
comenzó el Emperador a decir que el Papa había de reconocer sus derechos imprescriptibles. De otro lado,
Rodolfo sostenía que Enrique había roto sus obligaciones para con sus vasallos de antaño y estaba resentido
de que el Papa no aceptase la legalidad de su elección. En la asamblea del Sínodo de Lenten en 1080
Enrique creyó que había llegado la hora de romper abiertamente con Gregorio VII presentándole bajo la
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
especie de “agresor” contra el “antiguo derecho”, o sea, contra la antigua costumbre de la intervención feudal
en la investidura eclesiástica. Los enviados del Emperador profirieron amenazas, y así el Papa se vio
obligado a actuar de un modo decisivo. En un comunicado solemne pasó revista a los últimos acontecimientos
y a la conducta del Emperador, lo declaró excomulgado y expresamente depuesto por sus pecados. Daba su
corona a Rodolfo.
Esto era lo que esperaba Enrique. La excomunión pontifical le sirvió de pretexto para adoptar la tesis de
que era el Papa quien le declaraba la guerra y expuso entonces la doctrina de que el Emperador era
el soberano de la Cristiandad, señor de monarcas temporales y de reinos. Todos los alemanes, con algunas
excepciones, se estaban alineando en el partido del Emperador. Enrique, presentándose como “defensor de
la ley”, ponía ahora en práctica planes premeditados. El 25 de junio se entrevistó con numerosos obispos
germánicos y lombardos en Brixen, al sur del Paso del Brennero. Depuso al Papa San Gregorio, con pocas
consideraciones, y buscó activamente el modo de elegir un Papa que le sucediese. Escogió para ello al
lombardo Guiberto, que se tituló Clemente III. Era un prelado muy influyente como Canciller de Italia y
más tarde Arzobispo de Ravena, donde había hecho ya oposición a Gregorio. Ni él ni Enrique se
disponían a acobardarse. Por su parte el Papa Gregorio se dio cuenta del peligro y buscó aliados capaces
de luchar. Los normandos de Italia, en especial Roberto Guiscardo, habían continuado sus conquistas sobre
los príncipes del sur de Lombardía, recientes vasallos del Papa; pero éste, necesitado de ayuda, recurrió a
los lombardos mismos en Caprano y les otorgó feudos a cambio de auxilio.
Entre tanto, Enrique luchaba por someter a sus oponentes en Alemania. No fue afortunado en la guerra,
pero su derrota en el río Gruñe cerca de Pegau, en Turingia, el 15 de octubre de 1080, se transformó en una
victoria política, pues la herida mortal que recibió Rodolfo en el encuentro, dejó sin jefe a sus enemigos, y
sus rivalidades dieron por resultado la elección del insignificante conde lotaringio Hermann de Salm, en
1081.
Desde ahora Enrique podía prepararse a atacar al Papa en su misma casa. Roberto Guiscardo estaba
ocupado en sus propios proyectos contra el Imperio de Oriente, pero los romanos resistieron en favor del
Papa, que era popular, aquel año y el siguiente. Sin embargo, la condesa Matilde no pudo resistir a Enrique
en campo abierto, y el Emperador de Oriente, Alejo Comneno, apoyó al Emperador de Occidente con fondos.
Enrique logró tomar primero las fortalezas pontificias en 1083, y al año siguiente los romanos se rindieron,
mientras el Papa Gregorio se defendía enérgicamente en el castillo de Sant'Angelo.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Enrique entronizó su Papa Clemente III que le coronó Emperador el 31 de marzo de 1084, pero este
triunfo fue de corta duración. Guiscardo acudió en socorro del Papa Gregorio. El Emperador no se arriesgó
a dar una batalla y Roma sufrió uno de sus más violentos ataques. Ya no sería ya la ciudad de mármol de
la antigüedad que deslumbró a conquistadores y peregri nos. El Papa tuvo que retirarse con su aliado
normando a Salerno donde murió el 25 de mayo de 1085 atribuyéndosele la frase: «Amé la justicia y aborrecí
la iniquidad; por eso muero en el destierro». 23
A pesar de su aparente desastre, Gregorio VII había realizado una obra inmensa, impuso por la fuerza la
supremacía papal sobre la Iglesia y ésta iría ganando día a día más terreno; al cabo de una generación cesaría
la investidura laica. Estaba en marcha el programa de Gregorio: celibato de los clérigos, prohibición de la
simonía y delimitación clara de los campos respectivos de lo laico y de lo eclesiástico. A partir de ahora formó
parte de la tradición papal la supremacía del “sacerdotium” sobre el “regnum”, y sería confirmada en el
futuro.
CAPITULO IX EL PAPA GREGORIO VII E INGLATERRA.
En Inglaterra, Guillermo el conquistador normando coincidió plenamente con el Papa Gregorio y nombró en la
sede de Canterbury a un hombre del Papa, Lanfranco, un italiano que había sido Prior del Monasterio de Bec en
Normandía y más tarde Abad en el Monasterio de Caen. El Arzobispo Lanfranco, cumpliendo órdenes papales,
depuso a los obispos anglo-sajones o celtas y nombró en todas las sedes obispos normandos. Se celebró una serie
de Sínodos y se implantó la supremacía de Canterbury a toda la Iglesia y la idea de disciplina del Arzobispo se
implantó en todas las Sedes. Se intentó con fuerza imponer el celibato a los clérigos, costumbre que salvo en los
monjes, nunca se extendió en la Iglesia británica o romanista. Trajo, además el Código de Derecho Canónico
romano y lo impuso. Lanfranco fue un hombre del Papa, pero también del Rey Guillermo, lo cual significaba una
sujeción completa y total de la Iglesia Inglesa al Papado. El rey Guillermo estaba muy agradecido al Papa por su
respaldo en la invasión a Inglaterra que lo llevó a convertirse en rey, sin embargo, como tenía un carácter muy
fuerte, no aceptaba las imposiciones o pretensiones del Papado y así rechazó airadamente la pretensión del Papa
de demandar fidelidad feudal y lealtad. Prohibió entonces que se recibiera ninguna carta Papal sin su permiso.
Prohibió que se aprobara canon alguno por la Iglesia sin su autorización. Prohibió a los obispos viajar a Roma sin
su consentimiento, aunque fueran personalmente citados por el Papa. Tales prohibiciones fueron del gusto de
muchos eclesiásticos ingleses, que, en el fondo de su corazón, añoraban la independencia de que gozó alguna vez
23
“Historia del mundo en la Edad Media” Dr. Previte-Ortón. Tomo II Editorial Sopena 1967
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
su Iglesia, especialmente en los tiempos del cristianismo británico. Estas prohibiciones, impuestas solo por la
autoridad de Conquistador, llegaron a ser guardadas y coleccionadas y se les llamó “Costumbres Ancestrales del
Reino.”24
Famoso fue el conflicto entre el Papa y la Corona a raíz del asesinato en la Catedral de Canterbury del Arzobispo
Thomas Becket. Este era partidario de la sumisión al Papa, pero de la total independencia de la Iglesia del Rey.
Enrique II, el rey entonces, era partidario de todo lo contrario. El rey no pedía nada anormal para nuestra
mentalidad moderna, junto con otras modificaciones al estatuto de la Iglesia, exigía que los clérigos delincuentes
fueran juzgados por los Tribunales del reino. Becket exigía que lo fueran por Tribunales eclesiásticos, y estuvo
dispuesto a resistir a la orden real “hasta dar la vida, si fuere necesario”. Cuatro caballeros ingleses decidieron
tomarle la palabra y lo asesinaron en su propia Catedral. El rey juró no tener nada qué ver con ello, pero el Papa le
exigió una penitencia humillante y degradante, so pena de quitarle el trono. Enrique II tuvo que someterse al
azote de los monjes de Canterbury. El rey perdió en esta pasada, pero hay que tener presente que para un rey no
era fácil aceptar que los obispos, que eran grandes nobles y personajes muy importantes en el reino, con muchas
posesiones, influencias y riquezas, fueran nombrados por otra persona diferente a él. Regularmente se veían
obligados a negociar con el Papa los nombramientos. Hasta la época de la Reforma muchas sedes de Inglaterra
eran de obispos italianos, algunos que ni siquiera vivían en el Reino, y el trabajo episcopal tenía que ser realizado
por obispos irlandeses sin Sede. El Cardenal italiano Campeggio era obispo de Salisbury (1525-1535) y jamás visitó
Inglaterra; de los 21 canónigos de la Catedral catorce eran extranjeros no residentes. En 1307 el Parlamento de
Carlisle ya había protestado oficialmente por qué la mayoría de los beneficios eclesiásticos ingleses estaban en
manos de extranjeros. En 1351 fue aprobado por el Parlamento Inglés la Ley de Provisiones, aprobación que se
repitió en 1390. Dicha ley establecía que las elecciones y presentaciones a esos cargos debía ser libre, sin
intromisión de Roma, y en caso que el Papa proveyera un nombramiento para esos cargos la Corona debía
decomisarlo.
Los tribunales de Roma acaparaban los juicios y pleitos de los civiles de toda Europa, con grades beneficios
económicos para el Papado y con una usurpación evidente de las competencias de los tribunales nacionales. La
primera Ley de Praemunire promulgada en 1353 en Inglaterra, establecía que quien quiera que sacara a un vasallo
del reino en pleitos cuya competencia pertenece a los tribunales del rey o recusare los juicios emitidos en estos
tribunales, sería puesto fuera de la protección de la Corona, sus bienes confiscados y él encarcelado. Una Ley de
1393 afirmaba que el Papa con sus acciones había conseguido que las leyes del reino fueran burladas a su
24
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
voluntad, en perpetua destrucción de la soberanía del rey.25
CAPITULO X SE PREPARA LA REFORMA.
La vida eclesiástica de Inglaterra descendió de nivel, ya no había grandes santos ni eruditos. En el siglo XIII hubo
varios intentos de cambiar las cosas, tanto de parte del clero como de algunos laicos ilustrados, pero sin éxito. Las
Ordenes Mendicantes recientemente fundadas por San Francisco y Santo Domingo, habían traído como
consecuencia un avivamiento de la fe en muchos, pero luego volvió el decaimiento en los fieles y las corruptelas en
los frailes. Sin embargo ciertas fuerzas espirituales e intelectuales empezaban a operar en Inglaterra. Tomás
Bradwardine26 era una de las más potentes en el terreno intelectual. Bradwardine, eminente teólogo de Oxford,
que murió siendo Arzobispo de Canterbury, fue un adalid del avivamiento del estudio de San Agustín, que señaló
la decadencia del escolasticismo, y fue tomando un incremento cada vez mayor hasta afectar profundamente la
Reforma. Enseñaba la predestinación en la forma más positiva. Como San Agustín, concebía la religión
primordialmente como una relación personal entre Dios y el alma, y acentuaba la gracia en contraste con los
méritos. Además de la del último escolasticismo nominalista, había pues otras tradiciones intelectuales en la
Universidad de Oxford de los días estudiantiles de Wyclif.
JOHN WYCLIF :(¿-1384) nació en Hipswell, Yorkshire. Poco se sabe de sus primeros años. Ingresó en el
Colegio Balliol, de Oxford, del cual resultó finalmente, por breve tiempo, "master". En Oxford al canzó una
gran distinción como erudito, dando conferencias ante clases numerosas, y siendo estimado como el teólogo más
hábil del cuerpo docente. Filosóficamente era realista, en contraste con el nominalismo dominante en sus días.
Estaba profundamente influido por San Agustín, y a través de éste por los conceptos platónicos.
Gradualmente fue haciéndose conocer fuera de Oxford. En 1374 fue designado por el Rey como Rector de
Lutterworth, y el mismo año era uno de los comisionados reales y consejero teológico, que se encontraron en
Brujas con los representantes del papa San Gregorio XI para intentar un arreglo en la disputa sobre
"provisores". No se puede decir en qué medida estos nombramientos se debieron al poderoso hijo del rey
Eduardo III, Juan de Gante, duque de Lancaster, quien probablemente consideraría a Wyclif como un
instrumento útil para sus designios en cuanto a las propiedades eclesiásticas; pero las opiniones de Wyclif, si las
tenía ya en 1374, no pueden haber sido muy conocidas. No hay evidencias de que ya el Papa lo mirase con
desconfianza, y recientes investigaciones han mostrado que su obra reformadora no comenzó en
25
“El Anglicanismo” S. Neill Ob.Cit.
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EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
1366, como anteriormente se suponía. Hacia 1376, sin embargo, la riqueza de la Iglesia y la
intromisión clerical, especialmente la del Papa, en la vida política, suscitó su oposición. Ese año
disertó en Oxford sobre “ El señorío civil”.
El concepto que Wyclif tenía del oficio y los privilegios eclesiásticos era curiosamente feudal:
“Dios es el señor supremo. El da todas las posiciones, civiles y espirituales, como feudos, a
condición de un fiel servicio. Son señoríos, no propiedades. Dios da su uso pero no su propiedad.
Si el que los recibe abusa de su privilegio, pierde su de recho. De ahí que un mal eclesiástico
pierda todo derecho a su fun ción, y que los gobernantes civiles a quienes Dios ha dado el señorío
27
de las cosas temporales, bien puedan despojar de sus posesiones tem porales al clero indigno”.
Esta doctrina, presentada sencilla y sincera mente, fue sin duda del agrado de Juan de Gante y su
ambiciosa compañía de nobles que esperaban enriquecerse a costa de la expo liación de la Iglesia.
No menos satisfactoria era para muchos plebeyos que siempre habían criticado la riqueza, las
pretensiones, y muy a menu do l a f alta de int egridad del cl ero. T ampoco era desagradable a las
Ordenes Mendicantes, que, al menos en teoría, habían abogado siempre por la "pobreza
apostólica".
Las enseñanzas de Wyclif suscitaron la oposición del alto clero, las Ordenes Religiosas
propietarias de tierras, y el Papado. En 1377 fue conmi nado a responder ante el Obispo de
Londres, Guillermo Courtenay. La protección de Juan de Gante y otros nobles hizo abortar el pro -
cedimiento. El mismo año el Papa San Gregorio XI publicó cinco Bulas ordenando el arresto y
procesamiento de Wyclif. Este disfrutaba, sin embargo, de la protección de un fuerte partido en la
Corte y de mucho favor popular, de modo que en 1378 fracasaron procedimientos en su contra, del
Arzobispo de Canterbury y del Obispo de Londres.
Wyclif estaba desarrollando ahora sus actividades reformistas en una cantidad de publicaciones de
tratados en latín y en inglés. “Las Escrituras – enseñaba - son la única ley de la Iglesia. La
Iglesia no está, como imagina el hombre común, centrada en el Papa y los Cardenales. Es toda
la compañía de los elegidos. Su única cabeza cierta es Cristo, puesto que el Papa puede no ser
uno de los elegidos.”
27
“Historia de la Iglesia Cristiana” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Wyclif no rechazaba el Papado. La Iglesia puede muy bien tener un jefe terrenal, si el tal es como
Pedro, y lucha por mantener las condiciones sencillas del cristianismo primitivo. Un Papa tal sería
probablemente uno de los elegidos. Pero un Papa que codicia el poder temporal y está an sioso por
cobrar impuestos es de suponer que no es de los elegidos, y por lo tanto es anticristo.
Con su profundo conocimiento de la Biblia, Wyclif se volvió entonces contra las Ordenes Mendicantes,
que lo habían apoyado en su prédica de la pobreza apostólica, considerán dolas carentes de base bíblica y
principal columna del Papado existente. Estaba, pues, luchando en toda la línea contra las condiciones
eclesiásticas reinantes. Entonces se dedicó a esfuerzos más constructivos. Convencido de que la Biblia es la
palabra de Dios, Wyclif determinó darla al pueblo en el idioma inglés. Entre 1382 y 1384 fueron
traducidas las Escrituras desde la Vulgata latina de San Jerónimo. Qué parte tuvo Wyclif en esa labor es
imposible decirlo. Generalmente se ha supuesto que él tradujo el Nuevo Testamento, y Nicolás de
Hereford el Antiguo. En todo caso, la traduc ción del Nuevo Testamento era vívida, legible y vigorosa, y
prestó un servicio de fundamental importancia al idioma inglés y a la piedad inglesa. El trabajo fue
revisado alrededor del 1388, posiblemente por el discípulo de Wyclif, Juan Purvey. Tuvo gran
circulación, y a pesar de las severas represiones del siglo si guiente, han sobrevivido no menos de ciento
cincuenta manuscritos. Para llevar el evangelio al pueblo, Wyclif empezó a enviar a sus "pobres sacerdotes".
En pobreza apostólica, descalzos, vestidos con largas túnicas, y con un báculo en la mano, iban de dos en
dos como lo habían hecho los primitivos predicadores valdenses y franciscanos. A diferencia de estos
últimos, sin embargo, no estaban obligados por votos permanentes. Su éxito fue grande. Pero los
acontecimientos pronto aplastaron el movimiento de los “lolardos”, como eran llamados popularmente los
seguidores de Wyclif.
Convencido de que los elegidos son un verdadero sacerdocio, y de que todas las pretensiones
episcopales son antibíblicas, Wyclif vio en el poder sacerdotal exclusivamente humano del milagro de la
transubstanciación, un principal baluarte de lo que considera una errónea pretensión sacerdotal. Por
consiguiente, atacó esa doctrina en 1381. Su concepto de la presencia de Cristo parece haber sido
esencialmente el conocido más tarde como “consubstanciación”. No fueron, sin em bargo, sus afirmaciones
positivas las que provocaron resentimiento, sino su ataque, pues oponerse a la transubstanciación era
tocar una de las más apreciadas y populares creencias de la Edad Media. El ataque le costó a Wyclif la
pérdida de muchos seguidores y provocó la renovada acción de las autoridades eclesiásticas. Esta marea de
oposición fue fortalecida, en 1381, por acontecimientos de los cuales Wy clif no era responsable. La
inquietud de la clase pobre, que había ido en aumento desde la dislocación del mercado de trabajo por
EL SALVADOR, C.A.
48
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
la "muerte negra" de 1348-1350, culminó en 1381 en una gran revuelta de campesinos, que costó mucho
someter. Este sangriento episodio fortaleció al partido conservador. En 1382 el Arzobispo de Canterbury
celebró un Sínodo en Londres, el cual condenó veinticua tro de las opiniones de Wyclif, que no pudo ya dar
conferencias en Oxford. Sus "pobres sacerdotes" fueron arrestados. El mismo no fue atacado
personalmente, sin embargo, debido al fuerte apoyo po pular y de la Corte, y murió estando aún en posesión
de su curato de Lutterworth, el último día de 1384. 28
Un elemento de no poca importancia en las opiniones de Wyclif era el hecho de que no tuviera igual en
erudición en la Inglaterra contemporánea. Sus adversarios vacilaban en batirse intelectualmente con él.
Igualmente destacados eran su intenso patriotismo y su profunda piedad. El era el vocero del resentimiento
popular contra la ambición y los impuestos papales, y del anhelo popular de una fe más sencilla y más
bíblica. Durante el reinado de Ricardo II (1377-1399) el movimiento lolardo continuó creciendo. Con la
ascensión de la casa de Lancaster en la persona de Enrique IV (1399-1413), el rey, ansioso de aplacar a la
Iglesia, dictó en 1401, la ley denominada “De Haeretico Comburendo”, para reprimir a los lolardos, que
incluía su versión de la Biblia en inglés, porque “introducían gran inquietud en la Iglesia y rebelión contra sus
autoridades y por ende contra la Corona”. Se aprobó quemar a los lolardos que rehusaran retractarse y durante un
siglo se les envió a prisión y se les quemó en la plaza pública, junto con los escritos de Wycliff que aún repartían.
Enrique IV perdonó a los lolardos de elevada posición laica, en cambio su hijo, Enrique V (1413-1422) no
perdonó a nadie. Durante su reinado, el más destacado de sus dirigentes, Sir Juan Oldcastle, Lord
Cobham, un hombre de los más estrictos principios religiosos, a qu ien l a tradic ión y l a licenc ia
dramát ic a transf ormaron en el personaje de Falstaff, fue condenado, perseguido en rebeldía y
ejecutado en 1417. Con su muerte terminó la significación política del lolardismo en Inglaterra, aunque
29
continuó teniendo adherentes secretos hasta la Reforma.
John Wycliff, es considerado por los protestantes y evangélicos como el Precursor de la Reforma. Pero, según el
testimonio de los estudiosos, Wycliff era un hombre amargado, irascible, fracasado, con una mente áspera y
estrecha. Atacó despiadadamente todo lo que la Iglesia medieval tenía por sagrado. Su originalidad, ya que antes
hubo muchos otros como él, es que basó todas sus críticas en un análisis arqueológico de las Sagradas Escrituras,
olvidando los trece siglos que van desde la Iglesia primitiva a su época y todos los desarrollos habidos en tal
lapso.30 Muchos evangélicos actuales se portan como él al estimar como santo solo lo que aparece en las
Escrituras, aún en la vida común. Los “Lolardos” tenían gran semejanza con el luteranismo del siglo XVI, de tal
28
29
30
“Divina Comisión” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
manera que cuando en Inglaterra se conoció las ideas luteranas muchos creyeron que eran lolardos criollos. En el
siglo XVI fueron absorbidos por la Reforma Protestante. 31 32
Este movimiento trajo como consecuencia un avivamiento de la fe entre los católicos ingleses y entre los
sacerdotes y religiosos, y fieles y autoridades cerraron filas alrededor de su Iglesia. En realidad el lolardismo fue
casi una anécdota en la vida de la Iglesia inglesa.
Sin embargo, en todos los católicos de Europa, y por supuesto en Inglaterra, ardía el deseo de una reforma que
pusiera coto a los abusos y las supersticiones que campeaban en su Iglesia. Monasterios riquísimos abarrotados
de monjes sucios, ociosos, ignorantes la mayoría, que ni siquiera cumplían con su deber de rezar, pero comían y
bebían a destajo y sembraban los alrededores de hijos bastardos. Ya había pasado la gloria de los Monasterios
Benedictinos, cuna del saber y de la ciencia, que con un celo heroico preservaron la cultura y los conocimientos
dentro de sus muros en sus tremendas bibliotecas y en sus aulas claustrales. Los Mendicantes nacidos en el siglo
XIII, que reemplazaron a los monjes en las Universidades y en el fervor popular, también habían caído en el
pecado y la relajación. Enormes herencias y donativos los enriqueció y tales riquezas los corrompió. Así monjes,
frailes y monjas, ya no cumplían papel alguno, a juicio de muchos, en la sociedad inglesa, sino que eran una
rémora y un obstáculo al desarrollo del pueblo. Muchos de los Obispos no vivían en Inglaterra, como hemos visto,
o eran grandes señores y príncipes rodeados de lujo y riqueza, en grandes palacios y con ricas vestiduras,
enormemente alejados del pueblo que recibía con beneplácito a los predicadores y juglares que los ridiculizaban o
criticaban abiertamente. Los pobres curas parroquiales poco podían hacer, ya que muchos de ellos eran tan
ignorantes como el pueblo al que servían. La mayoría, a despecho del celibato obligatorio, vivía en las parroquias
con su mujer y sus hijos a la vista del pueblo y a espaldas de los Obispos que no sabían nada de esto o preferían
ignorarlo. Se vendía la salvación al mejor postor; había un inmenso tráfico de “reliquias” de santos, la mayoría de
ellas falsas. Se dice que cuando se recogieron los pedazos de la “Vera Cruz” diseminados por toda Inglaterra,
alcanzó para llenar varias carretas y pesaban varias toneladas. Así también se vendía indulgencias, misas y otros
beneficios aplicables a vivos y muertos. La adoración de imágenes era común en casi todos los pueblos, ya que
como eran tan ignorantes en materia de fe, creían que la imagen del santo era poderosa y le rendía culto de
adoración debido solo a Dios. En esto los curas no se quedaban atrás, porque recaudaban ingentes sumas de
dinero de este culto semi pagano.33
31
“El Anglicanismo” Ob.Cit.
32
“La Reforma Protestante” G. Alberigo U.T.E.H.A. México 1961.
33
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
CAPITULO XI. EL REY ENRIQUE VIII.34
En el año del Señor de 1509, subía al trono de Inglaterra un joven estudioso, apuesto, generoso y de gran
popularidad. Había heredado la dignidad real de sus antepasados. Inteligente, enérgico y positivo, la religión
ocupaba un lugar importante en su vida. En verdad todo era propicio para él y para Inglaterra al tener como Rey a
un erudito nada despreciable para su época. Enrique VIII de Inglaterra asumía el trono de su país después que su
hermano mayor, Arturo, legítimo heredero, falleciera sin dejar descendencia.
La política internacional de su padre, Enrique VII, se había inclinado hacia España. Este país era entonces una
gran potencia mundial y valía la pena mantener con él las mejores relaciones; una alianza matrimonial era para
Inglaterra un triunfo en su política internacional, y así, se concertó entre Arturo, hijo mayor del Rey Enrique VII,
y Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
En 1501, cuatro meses después de su matrimonio, fallecía el príncipe Arturo. Enrique VII deseoso de no perder
las ventajas de la alianza matrimonial, propone que la viuda de Arturo se case con su segundo hijo, Enrique, que
más tarde será Enrique VIII. El obstáculo para el matrimonio provenía del mandato bíblico. En efecto, muchos
eruditos dudaban sinceramente que el Papa tuviera autoridad para dispensar de la prohibición contenida en
Levítico 20:21 que dice: " Y el que tomare la mujer de su hermano comete inmundicia; la desnudez de su
hermano descubrió; sin hijos serán." Catalina sostuvo que su matrimonio anterior había sido nominal debido a la
mala salud de Arturo y con ese solo testimonio la dispensa fue concedida. Así fue como Enrique, a los dieciocho
años de edad, se casó con la viuda de su hermano, que a la fecha de la boda frisaba en los treinta.
Durante diez años el matrimonio pareció funcionar. Había, sin embargo un problema serio: siete hijos nacieron
pero seis fallecieron en su infancia. La salud de Catalina comenzó a decaer ostensiblemente y Enrique convirtió a
las damas de la corte en objeto de sus atenciones.
En el año de 1521, Enrique escribe un libro denunciando los puntos de vista doctrinales del monje reformador
alemán Martín Lulero, que tenía a tan mal traer al Papado en su país y en otros lugares de Europa. Esta obra
mereció el aplauso y que el Papa concediera a su autor el título de "Defensor de la Fe”.
Tres factores se combinaban para producir el cambio que provocaría el cisma en la Iglesia de Occidente, el deseo
del Rey por tener un hijo varón, el crecimiento del sentimiento nacionalista y anticlerical y la difusión de las ideas
reformistas en la religión.
34
“El Anglicanismo “ Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
51
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Uno de los motivos de preocupación de Enrique VIII constituía el hecho de no tener un hijo que le sucediera en el
trono. Era un problema grave, porque si no quedaba asegurada la sucesión, a su muerte el país podía desembocar
en una guerra civil entre los distintos pretendientes con más o menos derechos. Enrique, espíritu de su época,
pese a su erudición y cultura, con temor, comenzó a pensar que quizás había, en efecto como muchos lo
aseguraban, algo viciado en su matrimonio, ya que todos los hijos nacidos en esa unión habían muerto, a
excepción de la princesa María, pareciendo confirmar la maldición bíblica de Levítico 20:21. Por otra parte,
cuando se negoció el matrimonio de la princesa María, con uno de los hijos del Rey de Francia, la respuesta,
política por supuesto, fue negativa y se dio como excusa la dudosa validez del matrimonio de Enrique con
Catalina, ya que el Papa se habría excedido en su autoridad al conceder la dispensa.
Entre tanto, las relaciones entre Inglaterra y España estaban en su punto más bajo por cuanto Enrique había sido
candidato a Emperador del Sacro Imperio Romano, llevándose el título el español Carlos I por mayoría de votos.
El Rey Enrique, con el Consejo de sus allegados, empezó a pensar seriamente en la posibilidad de anular su
matrimonio con Catalina, a quien además, nunca había amado, ya que su matrimonio solo era político. El
Cardenal Wolsey se hizo cargo de la situación en nombre de Enrique. Wolsey era un estadista hábil, consumado
diplomático, verdaderamente patriota y partidario de su Rey y tenía muy buenas relaciones en Roma. Emprendió,
pues, la tarea de conseguir la anulación del matrimonio de Enrique y Catalina. No el divorcio, como comúnmente
se afirma con ligereza, ignorancia o mala fe. Se trataba de obtener del Papa la declaración de que nunca hubo
verdadero matrimonio por razones de parentesco en línea prohibida, es decir, la declaración que dicho
matrimonio es nulo por defecto de origen y por lo tanto nunca existió válidamente. Nadie pensaba en demandar
un divorcio, es decir que a un matrimonio válidamente celebrado se le pone término..
Cuando se puso el asunto en manos del Papa no se esperaba que surgiera ninguna dificultad. Enrique no pedía
nada raro u original: En el año 1152, el Papa había separado a la reina Leonor de Francia de su esposo Luís VIl,
después de catorce años de matrimonio y del nacimiento de varios hijos, no basándose realmente en otra cosa que
en la incompatibilidad de caracteres, aunque fue declarado que se hallaba dentro de los grados de consanguinidad
prohibidos. A los tres meses ella se casó con Enrique de Anjou, más tarde Rey de Inglaterra, con el nombre de
Enrique II.
Cuando Enrique era un niño aun (nació en 1491), el Rey Luis XII, quien antes de llegar a ser Rey había contraído
matrimonio con una princesa francesa llamada Juana de Valois, repudió a su esposa con plena autorización
Papal, en 1498.
Juana de Valois, tras la anulación de su matrimonio se retiró a la ciudad de Bourges donde fundó la Orden de la
EL SALVADOR, C.A.
52
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Anunciación de monjas contemplativas. Falleció el 4 de Febrero de 1505 y dos siglos más tarde fue canonizada con
el nombre de Santa Juana de Francia. La Enciclopedia Británica la llama "una esposa y reina injustamente
repudiada."35
Con estos precedentes era de esperar que el asunto marchara como sobre ruedas, pero desgraciadamente no fue
así, principalmente a causa del embrollo político que se formó.
Catalina era tía carnal del poderoso Emperador Carlos V, quien no tenía ganas de ver a su tía en desgracia, ni
estaba dispuesto a tolerar insultos a la Casa Real española. Carlos V era una potencia, reinó sobre uno de los
Imperios más grandes que el mundo ha conocido. En el Nuevo Mundo comprendía desde México hasta el
Estrecho de Magallanes, con excepción del Brasil. En Europa: España, el norte de Italia y toda la Europa Central
entre Polonia y Francia. Su padre, Felipe de Borgoña, era hijo del Emperador Maximiliano y le dejó como herencia
todos los dominios de los Habsburgos. Su madre Juana, apodada “la Loca”, era hija de los Reyes Católicos,
hermana de Catalina de Aragón, esposa de Enrique VIII, y heredera del trono español. A la muerte de Fernando el
Católico, su locura le impidió ser reina y fue, entonces, coronado su hijo Carlos como Rey de España con el
nombre de Carlos I.
En 1519 murió el Emperador Maximiliano y Carlos fue elegido Emperador del Sacro Imperio Romano y después
Emperador de Alemania. El Papa reinante era Clemente VII, Julio de Médicis, partidario y aliado de Francisco I.
En los momentos que la embajada de Enrique presentaba la petición formal al Papa, las tropas de Carlos V
invadían Roma y ponían al Pontífice en la condición de prisionero de guerra. El muy católico don Carlos V,
Emperador de Occidente, defensor de la catolicidad y de la "verdadera" Iglesia, perseguidor de los "herejes" y
“cismáticos”, no tiene ningún reparo moral en asaltar la ciudad "Santa" de Roma y encarcelar al Papa, jefe visible
de su Iglesia, y todo por miserables razones políticas.
En tales circunstancias Clemente VII no puede contrariar a su amo el Emperador, pero tampoco quiere oponerse a
un Rey tan excelente como Enrique VIII –“Defensor de la Fe Católica” - toda vez que la Reforma amenaza con
incendiar toda Alemania. Clemente pospone el asunto y ruega a Enrique que espere tiempos mejores. Y Enrique
esperó y esperó... por largos siete años. Durante ese tiempo Carlos V nunca cesó de amagar al Papa.
Wolsey, el Cardenal Canciller inglés, perdió su puesto por no haber podido conseguir lo que Enrique deseaba y se
agotaron las gestiones de todo tipo para lograr un resultado favorable, pero sin éxito. El Papa no podía resolver
porque la pesada mano del Emperador se posaba sobre él. 36
35
“Vida de los Santos de Butler” Thurston S.J. y Attwater S.J. Vol I México 1966
36
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
En esta parte de la historia, los romanistas, o los influenciados por su escuela, despachan el asunto diciendo que
Enrique era un “depravado”, que estaba pretendiendo corromper los principios cristianos del matrimonio y que
los Papas prefirieron perder una nación antes que ceder. Suena muy bonito, elevado y cristiano, pero los
"porfiados hechos" no lo corroboran.
Es cierto que Enrique no era ningún santo, sino que por el contrario, su moral dejaba mucho que desear, pero no
era tampoco la excepción en este aspecto comparado con sus colegas europeos. El papa Clemente VII era hijo
bastardo de los Medicis y el papa Paulo III tenía varios hijos ilegítimos. ¿Donde estaba la moral aquí? Era
simplemente un caso de política y se relacionaba con el juego del poder en Europa. Carlos V temía que la
anulación del matrimonio de Enrique significara un viraje de este en favor de su permanente enemigo, Francisco
I, Rey de Francia; y él no iba permitir semejante amenaza.
Entre tanto, Enrique comenzaba a perder la paciencia y aceptaba la sugerencia de un catedrático de la

Universidad de Cambridge, Tomás Crammer, que se pidiera la opinión a la Universidades. En 1531, como una
manera de presionar al Papa, Enrique acusó al clero de Inglaterra de haber violado la antigua “Ley de
PRAEMUNIRE” de 1353, al haber reconocido la autoridad de Wolsey como legado Papal. Esta ley establecida por
el rey Eduardo II prohibía al Papa hacer nombramientos a beneficios ingleses, advirtiéndose que quien los
aceptara sería multado y encarcelado. Enrique aplicó la multa y cambió la pena de cárcel, por la obligación de que
las Convocaciones de la Iglesia adoptaran una fórmula reconociendo al Rey como "Jefe supremo de la Iglesia y del
Clero de Inglaterra". Los Obispos se negaron a aceptar, pero se les explicó que solamente se .refería a los asuntos
temporales, e involucraba el deber del Rey de cuidar que la labor de la Iglesia se desarrollara pacífica y
ordenadamente. Los Obispos, entonces, aceptaron, siempre que se agregara la frase: " Tanto como la ley de
Cristo lo permita." En 1532, el Parlamento aprobó una ley que prohibía pagar las “anatas” a Roma, salvo con el
consentimiento del Rey. En mayo de 1532 el clero inglés acordó, no solamente no emitir leyes eclesiásticas sin
permiso del Rey, sino someter todos sus Cánones a revisión por una Comisión nombrada por Rey. En Febrero
de 1533, el Parlamento prohíbe toda apelación a Roma. En el mismo mes, Enrique obtiene del Papa la ratificación
de Tomás Crammer como Arzobispo de Canterbury. El Arzobispo Crammer fue consagrado el 30 de Marzo de
1533.37 En Mayo la cuestión de la anulación es presentada y defendida por el Arzobispo Crammer ante el Sínodo
de la Iglesia. El Sínodo inglés decide por la unanimidad de sus miembros que “el matrimonio es nulo por defecto
de origen, y que el Papa al conceder la dispensa se excedió en sus atribuciones”.
El Arzobispo Tomás Crammer, en nombre de la Santa Iglesia Católica en Inglaterra declaró, entonces,
públicamente, anulado el matrimonio del Rey Enrique VIII y Catalina de Aragón.
37
EL SALVADOR, C.A.
54
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
En Julio de 1533 Clemente VII amenaza a Enrique con la excomunión si no restaura a Catalina a su estado
conyugal anterior. La respuesta del Rey la recibiría el sucesor de Clemente, Paulo III. En 1534 Enrique hace
sancionar por el Parlamento una serie de leyes por las cuales se prohibía todos los pagos al Papa, todos los obispos
serán elegidos a propuesta del Rey. Se desconoce todos los juramentos de lealtad al Papa, licencias romanas y toda
forma de autoridad Papal. En Noviembre de ese año el Parlamento aprueba la famosa “Acta o Ley de Supremacía”,
por la cual Enrique y sus sucesores fueron declarados "El único Jefe Supremo en la tierra de la Iglesia de
Inglaterra." La Iglesia, entre tanto, declaraba que "el Obispo de Roma no tiene, según las Escrituras, más
autoridad en Inglaterra que cualquier otro obispo extranjero."38
CAPITULO XII. LA REFORMA DE LA IGLESIA INGLESA
Enrique no fundó ninguna nueva Iglesia y ni siquiera reformó la antigua, solamente separó la Iglesia de Inglaterra
de la jurisdicción Papal. La divina comisión no sufrió interrupción alguna sino que por el contrario, el Arzobispo
Crammer y otros, aportarían su genio y buena voluntad, para aprovechar esta coyuntura histórica y reformar lo
que era necesario, para que la Iglesia Católica de Inglaterra volviera a su prístina pureza y santidad de antaño. El
resultado fue y es una Iglesia, que es parte legítima de la verdadera Iglesia de Cristo, Santa, Católica y Apostólica,
pero que no tiene ninguna relación de dependencia del Papado, pero si, la relación que corresponde a dos Iglesias
hermanas, sobre todo a partir del siglo XX con el Concilio Vaticano II, todos los movimientos ecuménicos –
iniciados por un sacerdote anglicano , el Padre Wattson en Inglaterra, a fines del siglo XIX – y la creación de
Comisiones Anglicano-Católicas para estudiar la doctrina..
La Iglesia de Inglaterra reconoce al Papa como jefe de la Iglesia Católica Romana, con autoridad allí donde las
Iglesias locales la acepten, pero sin ningún derecho ni jurisdicción de origen divino sobre el resto del cristianismo
universal.
Separada de la jurisdicción papal, es necesario ordenar la vida de la Iglesia nacional, y para ello se dicta la “LEY
DE LOS SEIS ARTÍCULOS” en la que se condena a muerte a quienes nieguen la transubstanciación, condena la
comunión en las dos especies y el matrimonio de los clérigos, ordena la observancia permanente de los votos de
pobreza, castidad y obediencia, exalta y recomienda las misas privadas y la confesión frecuente de los fieles. Esta
ley se mantuvo en vigencia mientras vivió el Rey Enrique, quien falleció el 28 de Enero de 1547 y dejó una
Inglaterra dividida en tres facciones.
38
EL SALVADOR, C.A.
55
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
El Partido mayoritario era el que apoyaba la política del Rey difunto, que no quería reforma protestante pero
tampoco aceptaba la jurisdicción Papal. Se les llamó "anglicanos" por el término "Ecclesia Anglicana" con que se
designaba a la Iglesia Católica inglesa desde hacía siglos y en especial en la Carta Magna del 15 de Junio de 1215.
Había otros dos partidos pequeños y sin importancia, el romanista, llamado a sí mismo "católico", que pretendía
la restauración del poder Papal. La princesa María era su más fanática y conspicua integrante, y el "protestante"
que quería introducir, a cualquier costo, la Reforma Continental.
Para buena o mala suerte de Inglaterra, estos dos pequeños grupos fueron los que obtuvieron el poder a la muerte
de Enrique.
Primero el protestante: Eduardo VI, el heredero, era un niño de nueve años, así quien tenía el poder era un
Consejo de Regencia, a cuya cabeza se hallaba el protestante Duque de Somerset. Bajo su gobierno, se emprendió
una serie de iniciativas destinadas a protestantizar a la Iglesia; en 1547 el Parlamento ordenó la administración de
la comunión en las dos especies a los laicos, se confiscó y disolvió las capillas dotadas para celebrar misas,
llamadas "Chantres". Se confiscó todas las propiedades y rentas de cofradías, uniones y guildas religiosas y la Ley
de los Seis Artículos de Enrique VIII fue derogada. 39
En el año siguiente se ordenó retirar las imágenes de las iglesias y en 1549 se legalizó el matrimonio de los
clérigos. Como la confusión amenazaba la Iglesia, el 21 de Enero de 1549, el parlamento aprobó una “Ley de
Uniformidad”, por medio de la cual se exigió el uso de un Libro de Oración Común en inglés. Este Libro, obra del
genio litúrgico del Arzobispo Crammer está considerado un clásico de la literatura inglesa. Estaba basado en los
antiguos ritos en latín en el Breviario romano de 1535, publicado por el Cardenal Fernández de Quiñones, y la
Consultación provisional del Arzobispo alemán Hermán von Wied, de tendencias luteranas, publicado en 1534.
En sus rasgos generales, sigue siendo el Libro de Oración Común de la Iglesia de Inglaterra.
Los protestantes extremistas extranjeros encabezados por Bucero de Estrasburgo, exiliados en Inglaterra a raíz
del "Ínterin de Augsburgo" de 1548, pusieron el grito en el cielo: “el Libro es demasiado romanista”, dijeron, con
fanático celo anticatólico. El resultado fue un segundo Libro de Oración en 1552 el cual prácticamente murió al
nacer. Nunca fue publicado con la autoridad de la Iglesia y al año siguiente murió Eduardo VI dejando la corona,
por derecho natural, a su hermana María Tudor, la única hija sobreviviente de Catalina de Aragón y Enrique VIII.
El Arzobispo Crammer había sido encargado de redactar un compendio de la fe que la Iglesia de Inglaterra
39
“Historia de la Reforma” Tomás Lindsay Editorial La Aurora Bs. Aires 1959.
EL SALVADOR, C.A.
56
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
aceptaba y proclamaba. En 1552 fue sometido a la revisión de los dominantes teólogos protestantes, entre los que
se hallaba el extremista reformador escocés Juan Knox. El resultado está en los CUARENTA Y DOS ARTÍCULOS
que fueron autorizados por la firma del joven Eduardo VI el 12 de Junio de 1553, un mes antes de su muerte. Para
una época de tanto extremismo y fanatismo de todos los bandos en pugna, parecen moderados, pero en realidad
su doctrina es mucho más protestante que la del Libro de Oración Común. Alguien ha dicho que son "artículos
calvinistas con liturgia católica". Se les llamó "Artículos acordados por los obispos y otros hombres eruditos en
la última Convocación de Londres, para evitar la controversia... en ciertas asuntos de religión”. Crammer
mismo protestó por este título, por cuanto la Iglesia nunca los debatió ni los aprobó. 40
No eran un intento de proporcionar una completa confesión de la fe al estilo de las comunidades protestantes, su
objetivo era poner en claro la posición en ciertos puntos, de una Iglesia que se había propuesto el fin de ser
católica, evitando por una parte, las tradiciones supersticiosas del romanismo y por otra, los excesos de los
extremismos protestantes.
Estos cuarenta y dos artículos formarán la base de los “TREINTA Y NUEVE ARTÍCULOS” que fueron finalmente
aceptados y que todavía tienen autoridad en la Iglesia de Inglaterra y en otros lugares.
Nos remitimos al juicio de Obispo Mons. Stephen Neill en su libro El Anglicanismo:
"Fundamentalmente, los Artículos son un admirable cuerpo de Teología, maravillosamente expresada. No

obstante debemos, a este encomio general, añadir ciertas reservas. Algunos de ellos tratan de controversias que
hace tiempo no preocupan a la Iglesia. Fieles al principio anglicano de “comprehensión”, otros están marcados
claramente por el objetivo de Crammer de no definir nada que Dios no haya definido, con lo cual hacen nuestra
posición menos clara de lo que seria de desear para amigos y adversarios. El siglo XVI estaba a medio camino
entre el gran período clásico de la teología occidental y el comienzo del pensamiento y la expresión científicos
modernos. Por lo tanto, con justicia, se puede hacer excepción de algunas frases en los Artículos. Pero en la
mayoría de los casos, es evidente que, aunque carecen de las formas apropiadas de expresión, los Artículos
intentan expresar algo verdadero y profundamente significativo. El Art. III ( XIII en los 39 Artículos) “De las
obras antes de la justificación”, acaso haya sido criticado más duramente que ninguno otro. Dice así: 'Las obras
hechas antes de la gracia de Cristo y la inspiración de su Espíritu, como no proceden de la fe en Jesucristo, no
son agradables a Dios, antes bien, no dudamos que tengan naturaleza de pecado.” Esta proposición ha
encontrado un inesperado defensor en el Arzobispo Monseñor William Temple, que en su exposición de las
palabras de Jesús: “Aparte de mí nada podéis hacer” (Juan 15:6), escribió: “El artículo XIII expone el asunto en
40
“Historia de la Reforma” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
57
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
el tono antipático nacido de la controversia teológica, pero lo que dice es verdad. La naturaleza del pecado es
egocentrismo, es poner el ego donde solamente Dios debía estar. Todos nacemos haciendo esto. Ese es el pecado
original. ... por muy ansiosos que estemos de hallar los vestigios de la gracia de Jesucristo en otros, incluso en
los ateos. Aparte de El, no podemos hacer nada.”
Por casi tres siglos, todos cuantos ostentaban cualquier oficio en la Iglesia de Inglaterra, tenían que afirmar
incondicionalmente su asentimiento a los Treinta y Nueve Artículos. A partir de 1865, la suscripción en Inglaterra
ha sido formulada así: "Presto mi asentimiento a los Treinta y Nueve Artículos y al Libro de Oración Común y a
la ordenación de obispos, presbíteros y diáconos. Creo que la doctrina de la Iglesia de Inglaterra tal como está
expresada en ellos, concuerda con la Palabra de Dios."
En algunas Provincias de la Comunión Anglicana los Artículos han sido conservados, mientras en otras no. En
algunas partes se conservan como documentos históricos, pero no tienen ninguna autoridad normativa o
vinculante y a nadie se le exige su suscripción.
En la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, los 39 Artículos están colocados al final del Libro de Oración
Común, en un acápite llamado "Documentos históricos de la Iglesia" y se les atribuye importante rol.
En el Cuadrilátero Chicago-Lambeth de 1886-1888, que es una proposición concreta de la Comunión Anglicana

para la unión de los cristianos, se distinguen cuatro puntos esenciales de la fe, allí los 39 Artículos como tales
no ocupan ningún lugar, porque no son ni han sido jamás confesión de fe de la Iglesia Anglicana. Si queremos, a
toda costa, identificarnos con confesiones de fe, tenemos que recurrir a testimonios mucho más antiguos que el
siglo XVI. ¿Cuáles son las doctrinas teológicas especiales de la Iglesia de Inglaterra y de las Iglesias en comunión
con ella?, se pregunta Mons. Stephen Neill y contesta a continuación: "La respuesta es que no hay ninguna
doctrina teológica especial de la Iglesia Anglicana. La Iglesia de Inglaterra es la Iglesia Católica en Inglaterra.
Enseña todas las doctrinas de la fe católica, tal como se encuentran en las Sagradas Escrituras, como están
resumidas en los Credos Apostólico, Niceno y Atanasiano y como están expuestas en las decisiones de los cuatro
primeros Concilios de la Iglesia indivisa. Las Iglesias anglicanas condenan como no escriturales y erróneas las
adiciones a la fe católica que en tiempos recientes ha hecho la Iglesia Católica Romana, condenan, igualmente,
la disminución de la fe cristiana implicada en el unitarianismo: La negación de la divinidad de Cristo”.
CAPITULO XIII LOS PURITANOS.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Al subir al trono la Reina Isabel, algunos exiliados regresaron a Inglaterra para efectuar la reforma que no
habían podido lograr y que tanto deseaban. Querían establecer un régimen distinto, tal como lo habían vivido
en Francia, Ginebra y Zurich. Estos reformadores intransigentes son los puritanos. Lo que exigían se puede
resumir en lo siguiente: a) la predicación de la Palabra adquiriría supremacía, se suprimirían los sacramentos;
b) las ceremonias de la Iglesia se debían reducir al mínimo y sólo se retendrían las justificadas por las
Escrituras; c) la Iglesia debía ser gobernada por un presbiterio; d) la Iglesia debía renunciar a su
independencia espiritual y volverse una iglesia estatal en el pleno sentido de la palabra. Los Puritanos querían
hacer la reforma definitiva y drástica de la Iglesia, porque se consideraban los mejor preparados para la tarea,
además de lo anterior, a) Querían suprimir el episcopado; b) No les gustaba el Libro de Oración Común de 1559,
entre otras cosas, porque incluía la señal de la cruz en el bautismo, la imposición de manos en la confirmación y
el anillo en el matrimonio; c) Toleraban la veneración de santos y la inclinación de la cabeza al nombre de Jesús
y el arrodillarse para recibir la comunión; d) lo que más aborrecían eran las vestimentas que el sacerdote usaba
en los oficios. 41
Por su parte, los católicos romanos no cesaron en luchar por conservar a la Iglesia sometida a Roma. La última
ofensiva la lanzó el Papa Pío V, quien no cesó de humillar y atacar a la Reina Isabel. En 1570 el Papa cometió el
error de promulgar la bula “Regnans in excelsis”, por la cual se obligaba a los ciudadanos británicos a
desobedecer a la Reina bajo pena de excomunión. Naturalmente, los cristianos ahora se veían obligados a
42
obedecer al Papa y ser considerados como traidores, o a obedecer a la Reina y ser excomulgados.
Con esta Bula se rompe definitivamente los lazos entre Roma e Inglaterra. Nótese que es Roma la que se separa
de Inglaterra y no al revés.
En Enero de 1559 tuvo lugar la primera reunión del Parlamento en el reinado de la Reina Isabel. En esas
sesiones se aprobó la Ley de Supremacía y la Ley de Uniformidad, que juntas forman lo que se conoce como "La
solución Isabelina". La Reina ya no es la "cabeza suprema, sino la gobernadora suprema de la Iglesia y del
Estado". Se establece, bajo penas severas, la obediencia a la práctica religiosa contenida en el Libro de Oración
Común de 1552, al cual se añadió algunas pequeñas reformas y se convirtió en el Libro de Oración Común de 1559.
La Reina Isabel se mantuvo firme contra cualquier intervención parlamentaria en asuntos religiosos. La Iglesia
se mantendría católica a pesar de las reformas introducidas. El cambio más decisivo había sido el repudio de la
41
42
“Vida de los Santos de Butler” ver San Pío V Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
59
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
jurisdicción papal. La Reina contaba con los obispos y, si era necesaria alguna reforma, ellos eran los indicados
para efectuarla. El Arzobispo de Canterbury (1583-93), Su Gracia Monseñor John Whitgift, la apoyaba e insistió
en que se debía obedecer el Libro de Oración Común establecido.
Los puritanos se mantuvieron en la lucha durante diez años, pero no lograron sus intenciones. La estrategia del
Arzobispo triunfó, demostrando que la Iglesia Anglicana no caminaría ni por los caminos de Ginebra ni por los
de Roma. Este es el origen de la famosa vía media.
Los puritanos no cedieron, intentaron conseguir sus propósitos con Jacobo I y Carlos I, mas no lo lograron. Sin
embargo, al caer la monarquía de Carlos I, bajo la dictadura militar de Oliver Cromwell (1599-1658), líder de los
puritanos, durante la guerra civil inglesa controlaron brevemente el Parlamento y la Iglesia, e implantaron un
sistema de gobierno presbiteral de 1653 al 1658, que debió abandonar debido a la proliferación de sectas y la
confusión creada. Con el regreso del rey Carlos II en 1660, el partido "laudiano" de William Laúd restableció
todas las costumbres de la Iglesia Anglicana.43
CAPITULO XIV. DIFERENCIAS ENTRE LA REFORMA PROTESTANTE 44 Y LA REFORMA DE LA

IGLESIA ANGLICANA45.46
Primera: La Reforma Protestante del siglo XVI comenzó cambiando totalmente la doctrina cristiana, y luego fue
organizando iglesias, eliminando el ministerio ordenado de obispos, presbíteros y diáconos y creando otra clase de
ministros, llamados “Pastores”, así como la forma de gobierno de ellas. Estos ya no serían ministros de “la
Palabra y los Sacramentos”, si no solamente Ministros de la Palabra.
- La reforma en la Iglesia inglesa comenzó desconociendo la pretendida autoridad universal del Papa, y luego
purificó la doctrina de las supersticiones y errores adicionados en la Edad Media, conservando la plenitud de la fe
católica y apostólica y su continuidad con la Iglesia primitiva de Cristo.
Segunda: La Reforma Protestante esgrimió solo las Escrituras como medida de la fe, interpretadas
arbitrariamente por cada Reformador, rechazando la Tradición, la enseñanza de los Padres apostólicos, los Credos
y los Concilios Ecuménicos.
43
44
“Historia de la Reforma” Ob.Cit.
45
“Anglicanismo” Ob.Cit.
46
“Divina Comisión”. Ob.Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
-La reforma en la Iglesia inglesa apeló a las Sagradas Escrituras, pero interpretadas a la luz de la sabiduría que
venía desde la Iglesia primitiva, esto es, a la Tradición, la enseñanza de los Padres apostólicos, los Credos y los
Concilios Ecuménicos.
Tercera: La Reforma Protestante fue en sus inicios un movimiento religioso popular, iniciado por “Iluminados”
que, con fervor y pasión, movieron al pueblo ignorante en la dirección que ellos pensaban que era la voluntad de
Dios, al que después plegaron los Señores.
- La reforma de la Iglesia inglesa fue en sus orígenes un acto político de la Corona al que después se plegó la
Iglesia y el pueblo.
Cuarta: La Reforma Protestante rechazó la “sucesión apostólica”, o a lo menos cambió el concepto, sosteniendo
que esto se refiere exclusivamente a quien predica la “verdadera” doctrina, sin importar su conexión con el pasado
ni con la Iglesia apostólica.
- La reforma de la Iglesia inglesa conservó escrupulosamente la “sucesión apostólica”, es decir el que sus obispos,
a través de las generaciones, pueden rastrear su linaje desde los Apóstoles del Señor, como vínculo de unión con
la Iglesia Católica y Apostólica de todos los tiempos y lugares y como prueba de su legitimidad en la única Iglesia
de Jesucristo, a despecho de protestantes y católicos-romanos.
Quinto: La Reforma Protestante abolió el sacerdocio ministerial y proclamó el sacerdocio de todos los fieles.
- La reforma de la Iglesia inglesa, sin negar el sacerdocio de los fieles, por ser doctrina católica, mantuvo
firmemente las tres Ordenes del Ministerio sacerdotal: Obispos, presbíteros o sacerdotes, y diáconos.
Sexto: La Reforma Protestante abolió el sacramento de la Santa Eucaristía y lo reemplazó por “ordenanzas”, es
decir una “Santa cena o Cena del Señor”, que rechaza la presencia real de Cristo y solo pretende ser un “recuerdo”
de la última cena del Señor y sus Apóstoles. El centro de sus iglesias es solamente la predicación de la Palabra.
- La reforma de la Iglesia inglesa mantuvo la celebración de la Santa Misa, Santa Comunión o Eucaristía, como
central y esencial en la vida de la Iglesia, sosteniendo la presencia real y sacramental de Cristo. Aún más, el
Bienaventurado Tomás Crammer hizo ingentes esfuerzos para tratar que el pueblo cristiano acudiera a recibir la
Sagrada Comunión del pan y vino lo más asiduamente posible. El anglicanismo rechaza las explicaciones que se
dan sobre la presencia real como transubstanciación, consubstanciación, presencia espiritual, etc., afirmando que
el cómo de la presencia real del Señor en el Sacramento es una verdad que El no explicó. “Esto es mi
Cuerpo….esto es mi Sangre…” Es suficiente para cualquier anglicano.
Séptimo: La Reforma Protestante enseña que la Iglesia Católica es una corrupción de la verdadera Iglesia de
Cristo, que, de acuerdo a Calvino, es invisible y está integrada únicamente por los elegidos que solamente Dios
conoce.47
47
“Institución de la religión cristiana” Juan Calvino Fundación Editorial de Literatura Reformada 1967 Holanda. Tomo II
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
- La reforma de la Iglesia inglesa sostiene que la Iglesia Católica es una comunidad visible de bautizados, quienes
reciben la vida divina por medio de los sacramentos, administrados por sacerdotes debidamente ordenados por
obispos en sucesión apostólica. (Artículo XIX).
Octavo: La Reforma Protestante niega que el bautismo en agua en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo sea
necesario para la salvación, y que sea el medio que Jesucristo estableció para la regeneración de los pecadores.
Muchos protestantes niegan el bautismo a los niños.
- La reforma de la Iglesia inglesa sostiene que el Bautismo no es solamente “signo” de profesión e identificación de
los cristianos, sino también sacramento de regeneración o renacimiento, por medio del cual los que lo reciben son
injertados en la Iglesia, son adoptados como hijos de Dios y remitidos sus pecados; la fe es confirmada y la gracia
aumentada. Asimismo, ordena conservar el bautismo de los niños por estar totalmente de acuerdo con la
institución de Cristo. (Artículo XXVII).
Noveno: La Reforma Protestante sostiene que la salvación es un asunto individual de cada fiel con Dios, por
medio de reconocer a Jesucristo como Salvador y Redentor “personal” y luego cada “salvado” se asocia con otros
como lo estime conveniente, de ahí que sus “iglesias” son como clubes sociales y uno puede asociarse a la que
quiera.
- La reforma inglesa y el anglicanismo, sostienen que la salvación es comunitaria y se da en la Iglesia, que es un
organismo vivo, Cuerpo de Cristo, donde se es insertado por el bautismo, sacramento de regeneración, y se
comparte la vida de la gracia por medio de la Palabra y la recepción de los sacramentos, en una dimensión vertical
por la obra de Jesucristo y horizontal por la comunidad con los hermanos, como lo simboliza la cruz.
“De ahí - dice el obispo anglicano, Monseñor Moss 48 que es imposible contemporizar con el calvinismo. Su
doctrina de la Iglesia, de los sacramentos y del ministerio es completamente contraria a la doctrina de la Iglesia
Católica en todos los tiempos y formas. La noción de que la diferencia entre anglicanismo y calvinismo es
meramente la forma de gobierno de la Iglesia es una equivocación profunda. Lo que es intolerable en el
presbiterianismo –protestantismo en general – dice el Obispo - es su negación de que la Iglesia es visible, que el
bautismo es necesario porque es el medio de regeneración y que el ministerio cristiano es sacerdocio.”
CAPITULO XV. LA FE ANGLICANA
No existe ninguna fe anglicana ni nada que pueda parecérsele. La fe de la Iglesia hay que encontrarla en la
48
“Introducción a la Teología” Editorial de Publicaciones Cristianas Costa Rica 1960
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Sagrada Biblia, el Libro de Oración Común, en los Credos Católicos y en los primeros Concilios de la Santa Iglesia
Católica de Cristo.
No obstante que los actuales Treinta y Nueve Artículos no tienen, en realidad, ningún valor normativo y
vinculante como confesión de fe, y que algunos solamente reflejan "los puntos principales que fueron discutidos
en aquel tiempo" , y por lo tanto esos temas ya no son relevantes en el cristianismo, es necesario estudiarlos por
varias razones: 1ª Porque reflejan de una manera cristalina hasta qué punto quisieron los reformadores
anglicanos conservar intacta la fe católica y apostólica recibida de sus mayores; 2ª. La veracidad en la afirmación
anglicana de seguir siendo la misma y única Iglesia Católica en Inglaterra, en continuidad histórica y apostólica
con la primitiva Iglesia de Cristo; 3ª.-. La pertinencia de los Artículos en cuanto atañe a la formación sobre la
historia anglicana y la teología católico-reformada, para la consolidación de nuestra Iglesia Latinoamericana.
La grandeza del anglicanismo, como una expresión válida del cristianismo en Latinoamérica, es esa sabia
combinación entre Catolicismo y Reforma. Quizás para un protestante inglés o norteamericano o para un
anglicano de esos orígenes, es una tontería de nuestra parte insistir en los aspectos católicos de nuestra Iglesia,
pero no es así para un latinoamericano cuyas raíces son y serán siempre católicas. En nuestro Continente hay
mucha gente que no quiere saber nada con la Iglesia "oficial", pero para quienes es inconcebible ser evangélicos o
protestantes. Nuestra Iglesia no tiene que vestirse con ropaje ajeno, sino ser fiel a sí misma para poder cumplir
con su misión en nuestro Continente.
LO ESENCIAL EN EL ANGLICANISMO.
Una adaptación de la Declaración de Montreal sobre La Esencia del Anglicanismo, 1994
“En lo esencial, UNIDAD; en lo no esencial: LIBERTAD; en todas las cosas: CARIDAD”. (San Agustín, obispo de
Hipona, África, siglo V)
Prefacio a la versión original en inglés:
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Como miembros de la Iglesia Anglicana de Canadá representantes de cada provincia y territorio del país, y como
participantes en la “Conferencia Sobre lo Esencial” en Montreal, 1994, juntos alabamos a Dios por su gracia
salvadora y por el compañerismo que disfrutamos con Nuestro Señor y los unos con los otros,
Afirmamos los siguientes puntos esenciales de la fe cristiana:
1. Creemos en un Dios Trino
Hay un solo Dios, que se auto reveló como tres personas, “de una sustancia poder y eternidad”, el Padre, el Hijo y
el Espíritu Santo. Por causa del Evangelio rechazamos cualquier propuesta para modificar o marginar estos
nombres y afirmamos su justo lugar en la oración, la liturgia y el canto de himnos. Pues el Evangelio nos invita por
el Espíritu Santo a compartir compañerismo eternamente con el Dios Trino, como hijos adoptados en la familia de
Dios en la cual Jesucristo es a la vez Salvador y nuestro hermano.
(Dt. 6:4, Is . 45:5, Mt. 28:19, 2 Co.13:14, Gá. 4 :4-6, 2 Ts. 2:13-14, 1P.1:2, Jud. 20 :21 Ver Artículo I de los 39
Artículos, Libro de Oración Común)
2. Creemos en Dios: Creador, Redentor y Santificador
El Todopoderoso Dios Trino creó un universo que en todo sentido era bueno hasta la caída y confusión producidas
por la rebelión de sus criaturas. Habiéndose introducido el pecado, Dios en amor se propuso restaurar el orden
cósmico con :
- el llamamiento de un pueblo con el cual hizo un pacto, es decir, Israel.
- la venida de Jesucristo para redimirnos.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
- el derramamiento del Espíritu Santo para santificarnos.
- el surgimiento y la edificación de la Iglesia para ofrecerle culto y dar testimonio en el mundo.
- la segunda venida de Cristo en gloria para hacer nuevas todas las cosas. A través de la historia el
desenvolvimiento del plan de Dios se ve caracterizado por sus obras milagrosas de poder.
(Gn. 1:3, Is. 40:28, 65:17, Mt. 6:10 Jn. 17:6, Hch. 17:24-26-28, 1Co. 15:28, 2 Co. 5:19, Ef. 1:11, 2 Ti.3:16, He.11:3,
Ap. 21:5, Ver Artículo I)
3. Afirmamos que la Palabra se hizo carne. Creemos en Jesucristo:
- el Hijo encarnado de Dios, nacido de la Virgen María, en vida sin pecado.
- resucitado de los muertos corporalmente, y ahora reinando en gloria, aunque aún presente con su pueblo por el
Espíritu Santo.
- El es a la vez el Jesús de la historia y el Cristo de las Escrituras.
- Es Dios con nosotros, el único mediador entre Dios y la humanidad, la fuente de la salvación y el dador de vida
eterna a la Iglesia universal.
(Mt. 1:24,25, Mr. 15:20-37, Lc. 1 :35, Jn. 1 :14, 17:20-21, Hch. 1:9-11, 4 :12, Ro. 5:17, Fil. 2:5-6, Col.2:9, 1 Ti. 2:5-6,
He. 1:2, 9 :15. Ver Artículos II-IV, el Credo de Nicea)
4. Creemos en Jesucristo el único Salvador
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
El pecado humano es rebelión orgullosa contra la autoridad de Dios. Se expresa en nuestro rechazo a vivir en
amor tanto con el Creador como con sus criaturas. El pecado corrompe nuestra naturaleza y su resultado es la
injusticia, la opresión, la desintegración tanto a nivel personal como social. Por lo tanto, somos culpables delante
de Dios.
- El pecado destruye la esperanza y nos conduce a un futuro sin Dios y separados de todo lo bueno.
- El único que puede salvarnos de la culpa, de la vergüenza y del pecado es Jesucristo. Es el único que
puede sacarnos del camino del pecado.
- El arrepentimiento genuino y la fe verdadera en El, son los únicos caminos que nos llevan a la salvación.
- Por su sacrificio propiciatorio en la cruz por nuestros pecados, Jesús venció a los poderes de la oscuridad
y aseguró nuestra redención y justificación. Por su resurrección corporal, garantizó la futura resurrección y
herencia eterna de todos los creyentes. Por su don regenerador del Espíritu, restaura nuestra naturaleza caída y
nos renueva a su imagen.
Así que, afirmamos: En cada generación, El es el camino, la verdad y la vida para individuos, pecadores y el único
arquitecto y constructor de la comunidad humana restaurada.
(Jn. 14:6, Hch.1:9-11, 2:32-33, 4:12, Ro.3:22-25,1 Co.15:20-24, 2 Co.5:18-19, Fil. 2:9-11, Col. 2:13-15, 1 Ti 2:5-6,
1P.1:3-5, 1 Jn.4:14, 5:11-12. Ver artículos II-IV-XI, XV,XVIII,XXXI)
5. Creemos en el Espíritu de Vida, El Espíritu Santo “el Señor, el dador de vida”
- enviado a la Iglesia por el Padre y por el Hijo.
- revela la gloria de Jesucristo.
- nos convence del pecado.
- nos transforma en el ser interior.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
- nos lleva a la fe.
- nos fortalece para vivir con justicia.
- crea la comunión.
- nos da poder para el servicio.
- el Espíritu Santo transforma nuestra naturaleza humana y nos da un verdadero anticipo del cielo.
La unidad en amor de los cristianos y de las Iglesias, llenos del Espíritu Santo es señal poderosa de la verdad
del cristianismo.
(Gn. 1:2, Ex. 31:2-5, Sal.51:11, Jn.3:5-6, 14:26, 15:26,16:7-11, 13,15, 1 Co.2 :4, 6 :19, 12 :4-7, 2 Co.3 :18, Gá. 4:4-6,
5:22-26, Ef.1:13-24, 5:18, 1 Ts. 5:19, 2 Ti. 3:16. Ver Art., el credo de Nicea)
6. La autoridad de la Biblia
Las Escrituras canónicas del Antiguo y Nuevo Testamento son “la Palabra de Dios escrita” , inspirada y autorizada,
verdadera y confiable, coherente y suficiente para la salvación. “La Palabra de Dios escrita” tiene vida y es
poderosa como guía divina tanto para la conducta como para la fe cristiana.
La fe Trinitaria, Cristo-céntrica, orientada hacia la redención, que se encuentra en la Biblia está encarnada en los
credos ecuménicos históricos y los documentos anglicanos fundamentales.
En cada época, el Espíritu Santo conduce al pueblo de Dios, la Iglesia, a someterse a las Escrituras para su guía.
Para ello, emplea siempre como puntos de referencia el respeto por las sanas tradiciones, el uso humilde de la
razón humana y la oración.
La Iglesia no puede constituirse en juez de las Escrituras, seleccionando y descartando entre sus enseñanzas. Las
Escrituras mismas, bajo la autoridad de Cristo, juzgan a la Iglesia en cuanto a su fidelidad a la verdad por El
revelada.
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
(Dt. 29:29, Is.40:8, 55:11, Mt. 5 :17-18, Jn. 10:35, 14 :26, Ro. 1:16, Ef. 1:17-19, 2 Ti. 2:15, 3:14-17, 2P.1:20-21. Ver
art. VI - VIII - XX).
7. La Iglesia de Dios
Aquella sociedad sobrenatural denominada la Iglesia es: -la familia de Dios -el Cuerpo de Cristo y el templo del
Espíritu Santo.
Es la comunidad de los creyentes, justificados por fe en Cristo, incorporados a la vida resucitada de Cristo y puesta
bajo la autoridad de las Sagradas Escrituras como la Palabra de Cristo. La Iglesia en la tierra está unida por medio
de Cristo a la Iglesia en el cielo en la comunión de los santos. A través del ministerio de la Iglesia, es decir, de la
Palabra y de los sacramentos, Dios ministra vida en Cristo a los fieles, de esta manera capacitándoles para la
adoración, el testimonio y el servicio. En la vida de la Iglesia sólo debe sostenerse como esencial para la salvación
aquello que puede comprobarse en las Escrituras. Lo no esencial no debe ser requerido de nadie como fe, ni
exigido en materia de doctrina, disciplina o culto.
(Ef. 3:10-21, 5:23-27, 1 Ti.3.15, Heb.12 :1-2, 2 Ti.3.14-17. Ver Artículos XIX, XX y XXI).
8. La nueva vida en Cristo
Dios hizo a los seres humanos a su imagen divina para que pudieran glorificarse y gozarse en El para siempre.
Desde la Caída, el pecado nos ha alejado a todos de Dios y ha traído confusión a toda nuestra motivación y
accionar. Así como la propiciación y la justificación nos restauran a la comunión con Dios y nos perdonan el
pecado, la regeneración y la santificación también nos renuevan a la imagen de Cristo, para poder vencer el
pecado. Es el Espíritu Santo quien nos ayuda a llevar una vida disciplinada y a practicar las disciplinas cristianas.
Nos transforma a través de las mismas, en forma creciente. No nos es otorgada en este mundo la ausencia total del
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
pecado, ni a nivel personal, ni en la Iglesia ni en la sociedad. Los cristianos seguiremos siendo defectuosos “en
pensamiento, palabra y obra” hasta ser perfeccionados en el cielo.
(Gn. 1:26-28, 3, Jn. 3:5-6, 16:13, Ro. 3:23-24, 5:12, 1 Co. 12:4-7, 2 Co. 3:17-18, Gál. 5:22-24, Ef. 2:1-5, Fil. 2:13, 2
P.3:10-13. Ver Artículos Filip. IX-XVI).
9. El Ministerio en la Iglesia
El Espíritu Santo otorga dones diferentes y distintivos a todos los cristianos con el propósito de glorificar a Dios y
edificar su Iglesia en la verdad y el amor. Todo cristiano recibe en su bautismo un llamado a ser un ministro, sea
cual fuere su género, raza, edad, o condición socioeconómica. Cada hijo de Dios debe desarrollar sus dones en la
forma de servicio a la cual Dios le ha llamado y equipado. Dentro del sacerdocio de todos los creyentes, honramos
el ministerio de la Palabra y de los sacramentos, al cual son apartados especialmente los Obispos, presbíteros
(sacerdotes) y diáconos.
(Ro. 12 :6-8, 1 Co. 3.16, 6 :11, 12 :4-7, 27, 2Co. 5 :20, Gál. 2.16, Ef. 4 :11-13, 1 Ti. 3 :1, 12-13, 5 :17, Heb. 2 :11, 1 P.
2 :4-5, 9-10. Ver Art. XIX,XXIII).
10. El culto de la Iglesia
El llamado primordial de la Iglesia, como de cada cristiano, es ofrecer culto, en Espíritu y en verdad, al Dios de la
creación, providencia y gracia. Las dimensiones esenciales del culto son la alabanza y la acción de gracias por
todas las cosas buenas, la proclamación y celebración de la gloria de Dios y de Jesucristo, la oración por las
necesidades humanas y por el avance del Reino de Cristo, y el ofrecimiento de nosotros mismos como sacrificios
vivos. Todas las formas litúrgicas sean informales, escritas, musicales o ceremoniales, deben desarrollarse bajo
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
la autoridad de las Escrituras. El Libro de Oración Común provee un patrón doctrinal fundado en la Biblia, y debe
guardarse como la norma para toda alternativa litúrgica. No deberá revisarse drásticamente en el clima de
confusión teológica que se encuentra en muchas partes de la Iglesia contemporánea. Ninguna forma de culto
puede exaltar a Cristo verdaderamente ni promover una devoción verdadera hacia El, sin la presencia y el poder
del Espíritu Santo. La oración para la sanidad divina, tanto espiritual como física, es un elemento bueno del culto
anglicano.
(Jn. 4 :24, 16 :8-15, Hch. 1 :8, 2 : 42-47, Ro. 12 :1, 1Co. 11:23-26, 12 :7, 2Co. 5 :18-19, Ef. 5 :18-20, Co. 3 :16, 1 Ts.
1 :4-5, 5 :19) Ver Artículo XXXIV
11. La prioridad del Evangelismo
Evangelizar significa proclamar a Jesucristo como Salvador divino, Señor y Amigo, de tal manera a invitar a la
gente a acercarse a Dios por medio de El, a rendirle culto y a servirle, y a buscar el poder del Espíritu Santo para
su vida de discipulado en la comunidad de la Iglesia. Todo cristiano es llamado a testificar de Cristo, como señal
de amor tanto a El como a sus prójimos. La tarea, que es así un tema prioritario, demanda entrenamiento
personal y una constante búsqueda de métodos apropiados para lograr una comunicación persuasiva y
convincente. Nosotros sembramos la semilla y esperamos que Dios envíe el fruto.
(Mat. 5:13-16, 28:19-20, Jn. 3:16-18, 20:21, Hch. 2:37-39, 5 :31-32, Jn.1, 1Co. 1:23, 15:2-4, 2Co.4 :5, 5:20, 1P. 3:15).
12. El desafío de la Misión Mundial
Sigue siendo necesario responder a la Gran Comisión de Jesucristo con un compromiso al evangelismo y al
cuidado pastoral que va más allá de nuestra propia cultura. El mandato de Jesucristo de predicar el Evangelio por
todo el mundo, de hacer discípulos y plantar Iglesias, sigue estando vigente. La misión debe caracterizarse por el
servicio. Cristo y su salvación deben ser proclamados en todo lugar, con sensibilidad pero enérgicamente, tanto
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
en nuestro país como en el extranjero. La misión transcultural tiene que ser apoyada con oración, generosidad y
ofrendas y enviando misioneros. La misión global involucra compañerismo e intercambio.
(Mat. 28:19-20, Mr. 16:15, Lc. 10:2, Ro. 15:23-24, 1Co.2:4-5, 9:22-23, 2Co. 4:5, 8:1,4,7, Ef. 6:19-20, Fil. 2:5-7,1
Ts.1:6-8)
13. El desafío a la acción social
El Evangelio constriñe a la Iglesia a ser “sal” y “luz” en el mundo y a mostrar coherencia en su vida diaria y en las
enseñanzas bíblicas para que se ordene correctamente la vida social, económica y política y para que haya una
buena mayordomía de toda la creación. Los cristianos deben preocuparse por la causa de la justicia y por hacer
actos de compasión. A pesar de que no se puede identificar ningún sistema social con el Reino de Dios, la acción
social es parte integral de nuestra obediencia al Evangelio.
(Gn. 1 :26-28, Is. 30 :18, 58 :6-10, Am. 5 :24, Mt. 5 :13-16, 22 :37-40. 25 :31-46, Lc. 4 :17-21, Jn. 20:21, 2Co. 1 :3-4,
Stg. 2 :14-26, 1Jn. 4 :16, Ap.1:5-6, 5 :9-10. Ver Art. XXXVIII)
14. Los patrones de la conducta sexual
Dios diseñó la sexualidad humana no sólo para la procreación sino también como una expresión gozosa del amor
que se expresa en la fidelidad entre un hombre y una mujer dentro del matrimonio. Esta es la única relación
sexual que la teología bíblica considera buena y santa. El adulterio, la fornicación y las uniones homosexuales son
intimidades contrarias al diseño y propósito de Dios. Los cristianos, que como todos, luchan contra las tentaciones
sexuales, deben buscar cómo recibir y ministrar la sanidad integral que tanto necesitamos en una humanidad
sexualmente lastimada.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
La homofobia y toda clase de hipocresía y abuso sexual son males y contra ellas los cristianos deben estar siempre
en guardia.
La Iglesia no puede rebajar los patrones divinos de conducta sexual para ninguno de sus miembros, sino más
bien buscar cómo honrar a Dios apoyando esas normas tenazmente, hasta oponerse con coraje a las desviaciones
de las mismas que se aceptan en la sociedad. Cada congregación local tiene que buscar las maneras de
responder a las necesidades específicas de amistad y comunidad que tienen los solteros.
(Gn. 1 :26-28, 2 :21-24, Mt. 5 :27-32, 19:3-12, Lc. 7 :36-50, Jn. 8 :1-11, Ro. 1 :21-28, 3 :22-24, 1Co. 6 :9-11, 13-16,
7:7, Ef. 5 :3, 1 Ti.1 :8.11, 3 :2-4, 12).
15. La familia y el llamado al celibato
El amor, la intimidad, el crecimiento hacia la madurez, la estabilidad de la mujer, el hombre y los niños, todos
reciben su orientación divina a través de la familia nuclear. El divorcio, el abuso de menores, la violencia
doméstica, la violación, la pornografía, el ausentismo de padres, la dominación sexista, el aborto, el concubinato y
las parejas homosexuales, todos reflejan el debilitamiento del ideal de la familia.
Los cristianos tienen que fortalecer la vida familiar mediante la enseñanza, el
entrenamiento, el apoyo activo y el trabajo a favor de las condiciones sociopolíticas que apoyan a la familia. Las
familias donde hay un solo padre y las víctimas de los hogares destrozados tienen necesidades específicas a las
cuales las congregaciones locales tienen que responder con sensibilidad y compasión. El celibato es también
digno de respeto como un don de Dios y una vocación santa. Los solteros reciben con el llamado la gracia de Dios
para vivir en castidad.
(Sal. 119:9-11, Pr. 22:6, Mat. 5:31-32, Mr. 10:6-9, 1 Co.6:9-11, Ef. 5:21, 6:4, Col. 3:18-21, Jn. 3:14-15).
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
16. El nuevo comienzo
Juntos reafirmamos nuestra confianza en el cristianismo anglicano que se expresa en los patrones históricos de
los credos ecuménicos, los Treinta y Nueve Artículos y el Libro de Oración Común. El respeto por estos patrones
refuerza nuestra identidad y comunión. Como pecadores, reconocemos que a menudo hemos sido desobedientes
al Señor de la Iglesia. Con la ayuda de Dios, resolvemos guardar nuestra herencia de fe y transmitirla intacta,
integralmente. Esta plenitud de fe es necesaria tanto para la renovación anglicana como para la proclama eficaz
de las Buenas Noticias de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo.
Invitamos a todos los anglicanos (y cristianos de otras denominaciones) a unirse a nosotros, afirmando que esta
declaración contiene lo esencial de la fe para el discipulado y la práctica cristiana para nuestros días.
En esta declaración creemos estar insistiendo solamente en aquello que es genuinamente esencial. En cuanto a lo
no esencial, debemos pedir la gracia del Señor para reconocer y respetar esa libertad de otros que ha caracterizado
tradicionalmente a nuestra herencia anglicana. 49
CAPITULO XVI. DEL SIGLO XVII AL XX EN INGLATERRA.
En 1603 murió la reina Isabel I La Grande y ascendió al trono el Rey Jaime o Jacobo I. Durante su reinado se
publicó un nuevo Libro de Oración Común y en 1611, la famosa Biblia "King James Bible", como versión
autorizada. En la traducción de la misma influyó en gran medida Lancelot Andrewes (1555-1626), famoso por su
libro “Preces Privatae”, un libro de oraciones y devociones. Otro ornato del reinado de Jacobo I fue John Donne
(1573-1631) uno de los mejores predicadores de Inglaterra.
En 1662 se aprobó una Ley de Uniformidad por la cual se estableció el nuevo Libro de Oración Común en el cual se
exigía las prácticas católicas y se rechazaba las costumbres puritanas. Unos mil clérigos puritanos fueron
49
Texto traducido del inglés. www.anglicanessentials.org.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
ordenados según la tradición católica, pero otros mil se negaron a ser ordenados y se vieron obligados al exilio o
a optar por otras ocupaciones. A su muerte ascendió al trono el Rey Carlos I llamado el mártir, porque fue
asesinado por la revolución de Cromwell.
William Laúd
Durante el reinado de Carlos I, William Laúd, Arzobispo de Canterbury de 1633 a 1644, ayudó a mantener la ley
eclesiástica católica. Laúd era acérrimo enemigo de calvinistas y puritanos. Quería ver a la Iglesia de Inglaterra
"católica y reformada". Introdujo o restauró gran parte de la liturgia y belleza del santuario que los puritanos
habían desechado. Los protestantes, por supuesto, que se enorgullecen que el culto divino sea lo más feo, pobre y
desabrido, reclamaron, a veces airadamente acusándolo de “papista”. Laúd no simpatizaba con Roma, y sobre
todo quería que se prestara obediencia a los obispos y al Libro de Oración Común. Para lograrlo usó su poder en
las Cortes. Laúd era apasionado de la reforma y del orden. Laúd, muy autocrático, se identificó demasiado con
el despotismo del rey Carlos I, perdiendo así popularidad. Fue asesinado por la Dictadura de Cronwell en 1644.
Hemos de mencionar a dos grandes apologistas de la Iglesia Anglicana. El primero, el Padre John Jewel (1522-
1571), escribió en 1562 “En defensa de la Iglesia Anglicana”, obra en que defendía el catolicismo de la Iglesia y una
práctica religiosa más de acuerdo a la práctica de la Iglesia primitiva. El Padre Richard Hooker (1554-1600) fue el
otro apologista, quien en su obra monumental “Of the Laws of Ecclesiastical Polito” (1594) ataca a los Puritanos y
les demuestra su error y obcecación. A éstos se ha de añadir un grupo de grandes escritores, además de William
Laúd, Lancelot Andrewes (1555-1626), el poeta del anglicanismo George Herbert (1593-1633), John Cosin (1594-
1672), Jeremy Taylor (1613-1667), y el Bienaventurado Nicholas Ferrar (1593-1637), el fundador de la primera
Comunidad Religiosa en el anglicanismo post Enrique VIII. El objetivo de todos ellos fue el rechazo de todo
extremismo proveniente tanto de Roma, como de Ginebra con los Puritanos. Reforzaron el concepto de Vía
Media, que en modo el alguno se trata de un compromiso, algo así como "el mínimo denominador común", sino
que es un intento de recobrar la pureza y simplicidad del espíritu cristiano primitivo. El Concilio Vaticano II
(1962-65) de la Iglesia Católica Romana trató de hacer exactamente lo mismo cuatrocientos años después;
"volvamos a las fuentes primitivas", era el lema. La expresión en inglés "caroline divines" incluye a aquellos
teólogos que escribieron durante los reinados de Carlos I y Carlos II.
Platónicos de Cambridge. Se llamó así a unos clérigos y teólogos que cansados del estudio sistemático de
las verdades reveladas, quisieron dar un tono místico platónico a los estudios. Defendían la teoría que el ser
humano puede entablar relación con la divinidad a través de la razón. Tenían como lema la frase de los
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
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Proverbios: "El espíritu del hombre es la lámpara del Señor…". Si podemos lograr la verdad hemos de ser
puros y santos, por ello, dedicaban mucho tiempo a la oración y a la meditación. Trataron de establecer
armonía entre la religión y la filosofía. Eran abiertos, tolerantes y moderados. Respetaban las opiniones de otros,
y mantenían que la raza humana puede vivir en armonía a pesar de las diferencias de opiniones. Los más
famosos fueron: Benjamín Whichcote (1609-83), John Smith (1618-52), Ralph Cudworth (1617-88) y Henry More
(1614-87). Ejercieron gran influencia en otros como: Jeremy Taylor (1613-67), Edward Stillingfleet (1635-99) y John
Tillotson (1630-94).
El rey Carlos I fue destronado, asesinado y remplazado por Cromwell, con el título de Protector, y los Puritanos
obtuvieron el poder en la Iglesia, prohibieron el uso del Libro de Oración Común y arrasaron con todo lo que
pudieron, vestiduras clericales y vestimentas sagradas, imágenes, altares, luces y velas, etc. Quiso Dios, en su
bendita providencia, que otra revolución destituyera a Oliverio Cromwell, y restaurada la monarquía con Carlos II,
hijo del asesinado rey, se restauró la Iglesia en doctrina y práctica. Sin embargo, esto duró poco porque la escasez
de sacerdotes y a veces, la negligencia de los Obispos permitió que se creara una clase clérigos rutinarios,
hipócritas y faltos de fe, interesados más bien en el estipendio y privilegios que podía darle su posición, que en
predicar el Evangelio y administrar los sacramentos. A estos se les llamó “latitudinarios o eclesiásticos bajos”
porque creían poco o nada en la Revelación y consideraban las doctrinas expuestas en el Libro de Oración Común
o los 39 Artículos como muy estrictas o difíciles, pero estaban dispuestos a conformarse con ellas exteriormente.
Ellos creían que el problema de la salvación no era asunto de ellos sino de cada uno, y en el fondo solo se
consideraban unos empleados públicos de la Corona, con un puesto bastante aceptable. En estos tiempos en la
Iglesia inglesa aparecían varias tendencias, que no eran divisiones, sino énfasis que cada grupo hacía respecto a la
fe y al Evangelio. Algunos llamaban a estos grupos como “Alta Iglesia”, cuyos integrantes eran los interesados en
mantener la tradición original y sacramental de la Iglesia, y los llamados de “Baja Iglesia”, más adictos y cercanos
a los protestantes. En la Alta Iglesia había un grupo llamados “erastianos” que concebían a la Iglesia nada más que
como un Departamento religioso de la Corona. En la Baja Iglesia había unos muy cercanos a los protestantes,
demasiado quizás, denominados como “Evangélicos”. Había también otros grupos o tendencias, como los
llamados “Liberales o Modernistas”. Así también debemos mencionar a los “Católicos o anglo católicos”, con cuyos
principios nos identificamos mejor.51
CAPITULO XVII LOS EVANGELICOS ANGLICANOS
50
Proverbios 20:27
51
“La Divina Comisión” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
En el siglo XVIII aparecen en la vida de la Iglesia Juan Wesley, su hermano Carlos y su amigo Jorge Whittfiel.
Estos tres sacerdotes anglicanos del ala evangélica de la Iglesia, haciendo estudios bíblicos con la Secta Moravita
“descubrieron” que Cristo se ofrece por todos los hombres para su salvación y que esta salvación solamente se
origina en los méritos de Jesucristo. Erróneamente empezaron a desechar los sacramentos como medios de gracia
y derivaron cada vez más en dirección al protestantismo tradicional, por lo menos así lo entendió un grupo de sus
seguidores que se hacía llamar “Metodistas”. Recorrieron Inglaterra predicando un revivalismo evangélico,
porque adoptaron un ministerio itinerante y lograron reunir y convencer a numerosas personas, que creían que
les estaban enseñando algo nuevo. El problema es que la mayoría de los clérigos de la Iglesia casi no predicaba y
sus ritos eran solamente rutinarios, por cumplir. Así Wesley y compañía fueron creciendo en número y otros
clérigos se les agregaron. Wesley insistía en que se debía respetar el Libro de Oración Común y la enseñanza de los
Treinta y Nueve Artículos, que sus colegas habían olvidado. Los hermanos Wesley y muchos de sus colegas, jamás
abandonaron la Iglesia, solo predicaban ardientemente el Evangelio, pero algunos extremistas, decidieron
abandonar la Iglesia y fundar su propia Secta protestante. En 1784 Wesley nombró a Thomas Coke como
superintendente del movimiento para América. Inmediatamente llegado a los Estados Unidos, Coke, se
autodenominó “obispo” y procedió a ordenar diáconos, presbíteros y aún a otros como “obispos”. De esta
irregularidad, proceden todos los actuales “obispos” de la Iglesia Metodista.
En este tiempo, el ala evangélica de la Iglesia, es decir aquellos que, queriendo ser leales anglicanos, siempre han
estimado que su Iglesia debería acoger las enseñanzas de los Reformadores Protestantes y que se debería
abandonar una serie de tradiciones y costumbres, que estiman, hasta en el lenguaje, como romanista. Que los
clérigos prefieren ser llamado “pastores” y rechazan vestimentas, vestiduras, velas, incienso y otros detalles
tradicionales y pastorales, pero que hacen mucho énfasis en la conversión personal a Cristo, hasta el punto que
sólo a los que han pasado por esta experiencia mística, los más fanatizados de ellos, llaman “cristianos”,
sosteniendo que los demás fieles no lo son. Agregando un requisito de salvación que tampoco tiene asidero en las
Sagradas Escrituras, Libro de Oración Común o la Tradición. Estos “evangélicos anglicanos” tuvieron un gran
repunte a raíz de la predicación y obra de los Wesley y compañía. El “Partido Evangélico” en la Iglesia Anglicana
reúne a los calvinistas, luteranos, zwinglianos y otros, muy inclinados al protestantismo tradicional, que hacen
especial hincapié en la pecaminosidad del hombre, su necesidad de un Salvador personal y de la salvación por
gracia en Jesucristo, doctrinas todas en que coinciden con los demás anglicanos, pero que ellos defienden con
“pasión y fanatismo” y rechazan casi todo lo demás en la Iglesia, o lo estiman superfluo o demasiado romanista.
También suelen no apreciar los sacramentos, porque al estilo protestante, ellos se definen como “Ministros de la
Palabra”, solamente, en circunstancias que los sacerdotes anglicanos, fieles a la doctrina del Libro de Oración
Común, las Escrituras y demás formularios católicos, nos definimos como “Ministros de la Palabra y de los
EL SALVADOR, C.A.
76
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Sacramentos”. Hay aún otra inconsistencia más grave aún en los evangélicos con respecto a la Iglesia Anglicana.
52
Muchos de ellos, siguiendo “todo viento de doctrinas” como condena San Pablo, son calvinistas, pero resulta
que Calvino rechaza la doctrina de la “Iglesia Visible” y la Iglesia de Inglaterra en su Artículo XIX define a la
Iglesia como la Comunidad Visible de los hombres fieles en donde se predica la Palabra de Dios y se administra
sus sacramentos. Los evangélicos han producido en Inglaterra grandes figuras y eruditos trabajos, pero mucho de
53
eso se frustra por su fundamentalismo. Monseñor Arthur Michael Ramsey demuestra que los evangélicos
anglicanos se acercan a la Biblia con espíritu de arqueólogos, ya que pretender “revivir” el tiempo, las palabras y
actitudes de hace dos mil años atrás, olvidando la obra del Espíritu Santo en su Iglesia en este tiempo y
rechazando, apasionadamente, la Tradición, que nos explica de qué manera, tanto los Apóstoles como los
primeros cristianos, especialmente los Padres apostólicos entendieron las Sagradas Escrituras, que es
imprescindible para poder aplicar los principios bíblicos a nuestro tiempo, sin pretender “revivir” el tiempo
bíblico y sus circunstancias, en una pretensión que es imposible y frustrante, y que generalmente termina en que
los que sostienen esto acaban creando sectas y más sectas, según la interpretación, capricho o ambición de cada
líder. Muchos de ellos terminan finalmente pasándose a la Comunidades Protestantes, Evangélicas y últimamente
Pentecostales, para lo cual han sido “preparados”, conciente o inconcientemente, por sus propios “pastores”
evangélicos anglicanos de dudosa fidelidad a su Iglesia, porque así tienen las enseñanzas de ellos de primera agua
y no este protestantismo medio aguachento de los evangélicos anglicanos. 54 Estos evangélicos anglicanos se
encuentran en franca decadencia en todo el mundo, salvo en Chile, Argentina y Paraguay, donde dominan
ampliamente una expresión del anglicanismo, eliminando concienzuda y concientemente a todos cuantos tuvieren
otra visión de la Iglesia, sin importar si son clérigos o laicos. Allí hay un solo “color” y no se permite que surjan
opiniones diferentes o “matices” distintos del anglicanismo. Se corta de un solo tajo, eliminando hasta el más
mínimo asomo de disidencia de la “línea oficial”.
CAPITULO XVIII. EL MOVIMIENTO DE OXFORD O ANGLOCATOLICO.
El Movimiento de Oxford, de acuerdo a los historiadores más independientes de la Iglesia de Inglaterra, es el más
grande, extenso, duradero, inteligente, teológicamente correcto y evangélicamente sano movimiento ocurrido en
la Iglesia de Inglaterra en el siglo XIX, cuyos efectos providenciales y santos duran hasta nuestros días, por lo que
no dudamos que ha sido originado por la inspiración del Espíritu Santo, y sus líderes contaron con Su asistencia.
Nadie duda, por ello, de la santidad de sus líderes originales.
52
Efesios 4:14
53
“El Evangelio y la Iglesia Católica” Editora Librería Dominicana. 1964.
54
“Historia de la Iglesia Anglicana” opúsculo editado en 1963 por la Diócesis anglicana de Chile, Bolivia y el Perú.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Este gran movimiento de restauración del catolicismo primitivo en la Iglesia de Inglaterra pudo tener lugar en el
siglo XIX, después que en 1832 el Parlamento dictó la Ley de Reforma, por la cual el Parlamento se abría a
personas de diversas confesiones religiosas, lo cual obviamente afectó a la Iglesia Establecida.
Con el primero de los Tratados llamado “Tratado de los tiempos” publicado y la formación de la Sociedad Amigos
de la Iglesia en 1833, nació el más importante movimiento religioso de todos los tiempos en Inglaterra, que ha
dado a su Iglesia desde entonces, sabios y eminentes, así como santos, Obispos, sacerdotes y religiosos y
religiosas, grandes Misioneros y fundadores de Comunidades cristianas especialmente en la India, África, Japón y
China y toda el Asia.
Algunos de sus principales personajes e impulsores son los siguientes: San John Keble (+1866). Estas palabras de
san John Keble se han sacado del ciclo de poemas titulado “El año cristiano” (1827), que escribió para restaurar
entre los anglicanos un profundo aprecio por el Año Eclesiástico: “Cada mañana es nuevo el amor. El
despertarnos y levantarnos prueban: Que en el sueño y en la oscuridad fuimos cuidados, y que a vivir, a querer
y a pensar fuimos restaurados”.
La obra tuvo noventa y cinco ediciones, pero no era ésta la fama que buscaba: su ardiente deseo era ser un fiel
sacerdote, que encuentra satisfacción en la Liturgia diaria, en las clases de confirmación, en las visitas a las
escuelas rurales y en la voluminosa correspondencia con quienes buscaban consejo espiritual.
Keble nació en 1792, hijo de un sacerdote, recibió la educación elemental en la casa parroquial de su padre. A los
catorce años recibió una beca para estudiar en la Universidad de Oxford y se graduó en 1811 con los honores más
altos. En la Universidad tuvo varios cargos, además de diez años como Profesor de poesía. Después de la
ordenación sacerdotal en 1816, sirvió en varias iglesias rurales, y finalmente se estableció en 1836 en el pueblo de
Hursley, cerca de Winchester, donde estuvo treinta años de párroco.
Inglaterra estaba pasando por un cambio turbulento de sociedad rural a urbana e industrial. Entre las reformas de
los años 1830, el Parlamento decidió abolir diez obispados en Irlanda. Keble atacó con toda fuerza tal acción
porque minaba la independencia de la Iglesia. Con un encendido sermón llamado “La apostasía nacional”,
predicado en 1833, dio inicio a un movimiento en la Iglesia y la sociedad inglesa, que se conoce como
“Movimiento de Oxford”. Los partidarios del Movimiento empezaron a publicar una serie de folletos llamados
“Folletos para nuestro tiempo” (Tracts for the Times) de ahí les vino el popular nombre de “Tractarians”
(“Tractarianos”), que buscaban renovar la Iglesia de Inglaterra, de acuerdo a la herencia católica primitiva,
volviendo a restaurar la belleza del santuario y los ritos antiguos, en especial la Santa Eucaristía o Misa, en todo su
esplendor litúrgico. No es que no se celebrara la Eucaristía en la Iglesia, pero se hacía en forma poco frecuente y
EL SALVADOR, C.A.
78
ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
además desprovista de toda belleza litúrgica, pese a lo restaurado y ordenada siglos antes por Monseñor Laud
Arzobispo de Canterbury en tiempos del rey mártir Carlos I.55
Los anglo católicos restauraron la celebración diaria de la Santa Misa y recuperaron para el anglicanismo la
belleza de los ritos y sus vestiduras eucarísticas.
San Edward Bouverie Pusey fue el profeta de la vida devocional, y San John Keble la inspiración pastoral.
Aunque san John Keble fue criticado acerbamente, permaneció leal a la Madre Iglesia. A los tres años de su
muerte ocurrida a los 74 años, se fundó un colegio en su nombre en Oxford "para educar con fidelidad estricta en
la Iglesia de Inglaterra". Esto hubiera significado para Keble una dedicación al saber, para "vivir de una manera
más afín a como rezamos". Se le conmemora el 29 de Marzo.
San Edward Bouverie Pusey (+1882). En el despertar de las enseñanzas y prácticas más católicas en la Iglesia de
Inglaterra, - el Movimiento de Oxford -, San Edward Bouverie Pusey es el líder más destacado por sus
conocimientos, su erudición, su santidad y rectitud de vida y su lealtad intransable a su Santa Madre Iglesia de
Inglaterra. Nacido el 22 de agosto de 1800 cerca de Oxford, Pusey pasó toda su vida de estudio en esta
Universidad como Catedrático Regio de hebreo y como canónigo de la facultad Christ Church. Al final de 1833 se
unió a Keble y a Newman en la creación de los opúsculos (Tracts for the Times).
Sin embargo, la actividad con que ejerció mayor influencia en la Iglesia y en la sociedad inglesa, fue su
predicación, que era “evangélica” en el celo por las almas y de contenido y doctrina “católico”, lo cual es
esencialmente “anglicano”, pero a muchos de sus contemporáneos más influyentes eso parecía peligrosamente
innovador. Un sermón predicado en 1843 en la Universidad sobre la "Santa Eucaristía, consuelo del penitente",
fue condenado por la Jerarquía sin darle la oportunidad de defenderlo, y sin escucharlo, pese a su gran prestigio.
Se le sancionó prohibiéndosele predicar durante dos años, condena que soportó con suma paciencia y santa
resignación, como leal seguidor de Aquel a quien se ha denominado “Varón de Dolores”. De esta manera sus
detractores obtuvieron un resultado adverso a sus intenciones. Los principios que Pusey defendía, en vez de ser
acallados, llegaron al conocimiento del público y se centró la atención sobre la doctrina de la presencia real de
Cristo en la Eucaristía.
55
En Inglaterra hay ciertas sociedades y cofradías que veneran al rey Carlos I como Santo, ya que sostienen que fue
asesinado por el odio de los Puritanos y Cronwell a la fe católica anglicana que profesaba el rey.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
El sermón pronunciado en otra Universidad, sobre la "Absolución completa del Penitente", fue el inicio del
resurgir de la confesión sacramental en la Iglesia, que no se había rechazado o eliminado, pero había caído en
desuso por la virulencia de los ataques de los puritanos. Cuando Newman, desesperado por la persecución y
acusaciones de los más fanatizados filo protestantes en la Iglesia de Inglaterra, que se desató en contra de los
seguidores del Movimiento de Oxford, a quienes se les empezó a llamar “Anglo católicos”, primero
despectivamente, como a los primeros cristianos en Antioquía, y luego fue adoptado, con orgullo y satisfacción por
sus partidarios, se pasó a la Iglesia de Roma en 1845, la adhesión y la fidelidad de Pusey a la Iglesia de Inglaterra
hizo desistir a muchos de seguirlo, y Pusey, usando de toda su influencia, prestigio y bondad los defendió en sus
enseñanzas y prácticas.
Después de la muerte de su esposa en l839, Pusey dedicó gran parte de la fortuna de su familia a fundar iglesias en
barrios pobres, y mucho de su tiempo y atención a la creación de hermandades femeninas. En 1845 fundó la
primera Orden anglicana de mujeres desde el tiempo de la Reforma. Pusey murió en el convento de esta Orden, el
Priorato de Ascot, en el Condado de Berk, el 16 de Septiembre de 1882. Su cuerpo fue trasladado a la facultad de
Christ Church y recibió sepultura en la nave de la catedral de Oxford.
La Casa de Pusey, una casa de estudios fundada después de su muerte, perpetúa su nombre en Oxford. Su
erudición y santidad de vida dieron estabilidad al Movimiento de Oxford y logró la aceptación de los principios
defendidos por gran parte de la Iglesia, mantenidos hasta ahora en una “sensibilidad” muy importante en la
Iglesia de Inglaterra, que ha producido santos, mártires, destacados Misioneros, Obispos y Arzobispos de York y
Canterbury, así como líderes religiosos y fundadores y fundadoras de Ordenes Religiosas por todo el orbe, donde
se encuentran los anglicanos. Se le conmemora el 18 de septiembre.
San James Lloyd Breck (+1876) fue uno de los misioneros más importantes de la Iglesia Episcopal en los Estados
Unidos, en el siglo XIX. Se le llamó "el apóstol del desierto". Breck nació en Filadelfia en 1818, y como otros
importantes clérigos de su tiempo, recibió gran influencia de la devoción pastoral, la preocupación litúrgica, y el
énfasis sacramental de Monseñor Guillermo Augusto Muhlenberg.
Breck asistió a la escuela de Muhlenberg en Flushing, Nueva York, antes de matricularse en la universidad de
Pennsylvania. Muhlenberg le inspiró, cuando tenía 16 años de edad, a que se dedicara a la vida misionera. La
vocación cristalizó cuando Breck, con otros tres compañeros del Seminario General Teológico, fundó una
comunidad religiosa en Nashotah, Wisconsin, que en 1844 se encontraba en la frontera colonizada. La Comunidad
de Nashotah se convirtió en un centro de observancia litúrgica, de cuidado pastoral y de educación. Se visitaba a
las familias aisladas, se estableció estaciones misioneras, y, probablemente por vez primera desde la Revolución
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
de la Independencia, los misioneros episcopales fueron los primeros en tender una mano a los colonizadores.
Aunque la Casa Nashotah floreció y se convirtió en uno de los seminarios de la Iglesia Episcopal, la "casa religiosa"
ideal no se logró. Breck se trasladó a San Pablo, Minnesota, donde inició el trabajo de la Iglesia Episcopal. A orillas
del lago "la Gaviota" organizó la misión de San Columbano para los indios ojibwa. Estableció la fundación para
trabajar entre los indios con los propios sacerdotes nativos; sin embargo la misión no sobrevivió. En l855 Breck se
casó y en l858 se estableció en Faribault, Minnesota, donde su trabajo quedó asociado a una de las primeras
catedrales fundadas en la Iglesia Episcopal en Estados Unidos. También fundó la escuela de teología Seabury, que
más tarde se asoció al Seminario Teológico Occidental, para convertirse en Seabury-Western. En 1867 Breck fue a
California inspirado sobre todo por la idea de fundar una escuela teológica nueva. Las escuelas que abrió en
Benicia, California, no sobrevivieron, pero sí lo hicieron las cinco parroquias que fundó, y la Iglesia en California
se fortaleció inmensamente con su trabajo. Murió prematuramente en 1876 a los 55 años de edad. Se le
conmemora el 2 de abril.
Monseñor Samuel Seabury (+1784), el primer Obispo de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, nació el 30 de
noviembre de 1729 en Groton, Connecticut. Después de ser ordenado en Inglaterra en 1753, se le destinó, en
función de misionero de la Sociedad para la Propagación del Evangelio, a la “Iglesia de Cristo” en Nueva
Brunswick, Nueva Jersey. En l757 fue nombrado Rector de la “Iglesia de la Gracia”, de Jamaica, Long Island, y en
1766 Rector de la “Iglesia de San Pedro” en el condado de Westchester. Durante la revolución americana
permaneció leal a la corona británica, y sirvió de capellán del ejército británico. Después de la revolución, una
reunión secreta de clérigos celebrada el 25 de marzo de 1783 en Woodbury designó a Seabury o al reverendo
Jeremías Leaming, a cualquiera de los dos que estuviera dispuesto y aceptara, para conseguir la consagración
episcopal en Inglaterra. Leaming renunció; Seabury aceptó y viajó a Inglaterra. Después de un año de
negociaciones Seabury no pudo recibir la consagración episcopal por parte de la Iglesia de Inglaterra, pues siendo
ciudadano americano, no podía prestar juramento de fidelidad a la Corona. Entonces se digirió a los obispos de la
Iglesia Episcopal de Escocia. El 14 de noviembre de 1784, en presencia del clero y de seglares, fue consagrado por
el Obispo Diocesano del lugar, el Obispo coadjutor de Aberdeen y el Obispo Diocesano de Ross y Caithness.
A su regreso, Monseñor Seabury fue reconocido Obispo de Connecticut, en la Convocación del 3 de agosto de 1785
en Middletown. Trabajó con el Obispo Guillermo White en la organización de la Iglesia Episcopal en la
Convención General de 1789. Con el apoyo de William Smith de Maryland, de William Smith de Rhode Island, de
Guillermo White de Pennsylvania, y de Samuel Parker de Boston, Seabury cumplió la promesa hecha a los
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Obispos escoceses de convencer a la Iglesia americana de adoptar la liturgia escocesa para la celebración de la
Santa Eucaristía.
En 1790 Mons. Seabury adquirió la responsabilidad de la supervisión episcopal de las iglesias de Rhode Island; y
en la Convención General de 1792 participó en la primera consagración de un Obispo en tierra americana, la de
Monseñor Juan Claggett de Maryland. Monseñor Seabury murió el 25 de febrero de 1796 y recibió sepultura en la
iglesia de San James, en Nueva Londres. Se le conmemora el 14 de Noviembre.
Los anglo-católicos protagonizaron el más importante resurgimiento de la fe en Inglaterra. Sus líderes eran
hombres ardientes que predicaban a Cristo con un verbo encendido y un corazón inflamado. Cristo resucitado
morando en su Iglesia, que es su Cuerpo, era su pasión. Su preocupación más importante era la santidad de vida
de clérigos y fieles, una santidad ascética, austera, exigente, entregada a la devoción a Cristo hasta el máximo. Su
piedad aparecía rodeada del esplendor del movimiento romántico y del resurgir gótico de la época. En todos sus
escritos coincidían en llamar a los clérigos a tomar un sentido de la Iglesia como Esposa de Cristo y a ser fieles a la
vocación como don de Dios, independiente de toda conexión con ningún Estado. Ser sacerdote para ellos no era
ser un empleado de la Corona, sino un servidor de Cristo en la Santa Iglesia Católica y Apostólica de todos los
tiempos. Insistían en que la autoridad de la Iglesia no dependía tampoco de la posición política en que se
encontraba en Inglaterra, sino de “Nuestro origen apostólico”, según afirmó uno de los Tratados en 1833.
Produjeron una revolución al practicar y predicar sobre una mayor frecuencia en la celebración de la Santa
Comunión, especialmente y si es posible, diariamente, recuperación litúrgica, ceremonial hermoso, la
restauración y practica de la confesión sacramental, la fundación de colegios teológicos, la restauración y
renovación de la vida monástica y religiosa y de los votos de pobreza, castidad y obediencia, y un sentido muy
fuerte de la conexión con el pasado a través de la sucesión apostólica de Obispos, de tal manera que sólo las
Iglesias que tenía esa sucesión podían considerarse como partes legítimas de la Iglesia Católica de Cristo.
Recuperaron para la Iglesia el valor bíblico y neotestamentario del celibato voluntario sacerdotal y religioso.
Revivieron los conceptos primitivos de que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, que vive la vida de Cristo y
que fuera de la autoridad divina que Cristo le ha concedido no necesita ni debe desear otra autoridad.
Recuperaron la doctrina de la comunión de los santos, revalorizaron el papel de la Santísima Virgen María en la
vida de la Iglesia y de los cristianos, así como el ejemplo de los santos en el seguimiento heroico a Cristo.
Los líderes y otros sacerdotes anglo católicos fueron perseguidos y encarcelados por quienes veían en ellos
adversarios, en vez de hermanos en Cristo con otra visión de la Iglesia. Sin embargo su testimonio y ejemplo
cambió a la Iglesia y sus mejores miembros se les unió, incluso se dice que todos los llamados clérigos de Alta
Iglesia, se hicieron anglo católicos. Los demás grupos quedaron reducidos a una minoría, aceptada y tolerada en
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
Iglesia como mal menor. Los Conventos, Ordenes Religiosas y Monasterios tanto de hombres como de mujeres se
multiplicaron en Inglaterra y en otros países donde había anglicanismo, enriqueciendo grandemente la vida de la
Iglesia y el testimonio de su consagración a la única verdad del Evangelio. 56 .
CAPITULO XIX. LOS ANGLICANOS LIBERALES O MODERNISTAS.
Como de todo hay en la viña del Señor, según dice el refrán, en el siglo XIX en todo el mundo, y por supuesto en
Inglaterra, aparece una serie de pensadores que rechazan el Evangelio y en general todo lo sobrenatural. Ellos se
esfuerzan en demostrar que la vida del hombre es solamente para este mundo y nada más. Los que son miembros
de iglesias tradicionales tratan de demostrar que Jesucristo fue un hombre, muy bien intencionado e idealista,
pero nada más. Hablar de Dios es según ellos, un anacronismo, superado por la ciencia.
EL PROTESTANTISMO LIBERAL Representa una negación del Cristo integral. Entre los protestantes liberales
podemos citar a un notable representante, Auguste Sabatier, sus primeros escritos son la obra de un creyente,
pero inmerso en un clima racionalista, como profesor en la Facultad de Estrasburgo, pierde la fe en la divinidad de
Cristo, como se manifiesta en su última obra "Les religions d’ autorité et la religión des esprit". Para Sabatier:
“Jesús no es más que un hombre, un hombre en cuyo corazón se reveló, de la manera más perfecta, el corazón
paternal de Dios”. Su línea de argumentación es que Cristo no puede ser Dios, porque no es posible que lo sea, ya
que la sola idea repugna al pensamiento humano.
Harnack, admite en su "Esencia del cristianismo" que Jesús fue consciente desde el primer momento de su
dignidad personal, y se presentó como el único mediador entre Dios y los hombres, como Juez universal. Sin
embargo, para él, Jesucristo no es Dios. Decirlo, dice, es "agregar algo al Evangelio". Creer en su divinidad no
tiene razón de ser ya que para salvarse es necesario creer en su enseñanza, pero no creer en Él.
Federico Paulsen, en su "Introducción a la filosofía" afirma: "Si consistiere el cristianismo en creer que Jesús
nació de una Virgen, en creer en la trasformación del agua en vino, en la alimentación de cinco mil hombres con
unos pocos panes; si consistiese en el misterio de las dos naturalezas en Cristo o en el de la Trinidad...entonces
sería preciso afirmar que a un hombre moderno, que ejercite un poco su razón, le es imposible la profesión de la
fe cristiana...Pero ésta no es la fe cristiana, la de de Jesús."
56
“The Religious Communities of the Church of England” Allan Cameron. Faith Press 1918.
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
En Alemania se multiplicaron las obras filosóficas-religiosas que enlazan con las de Paulsen y son un eco del
protestantismo liberal. Harold Hoeffding en su "Filosofía de la Religión" (1909) halla que la religión no tiene una
respuesta real para las necesidades del hombre actual. Es una simple convicción, un sentimiento que no va más
allá de los valores racionales, únicos que pueden explicar la realidad. Otto Pfleiderer, y otros reducen la religión a
elementos apriorísticos, seudo racionales y necesarios.
EL RACIONALISMO. Es fácil pasar del protestantismo liberal al puro racionalismo. Los liberales han hecho de
Cristo una figura extravagante, que no es ni Dios ni hombre. Para ellos la idea de la encarnación de Dios es un
concepto inadmisible. Todo lo sobrenatural debe ser descartado de plano. Esta escuela se va dividir en varias
tendencias, las principales de la cuales exponemos aquí: a) Escuela escatológica (G. Weiss. y, Schweitzer),
basándose en los apócrifos, encuadran en diversa medida la figura de Cristo en la idea de un reino mesiánico, de
una inmediata revolución general de .las cosas humanas y de la realeza del Mesías. Sólo con estas condiciones y
limitaciones -escribirá Loísy en 1905, es posible aceptar la existencia histórica de Cristo Esta teoría escatológica,
recibida al principio calurosamente en Inglaterra y en países predominantemente romanistas, se criticó después
porqué extraía arbitrariamente de algunos escritos una figura parcial de Jesús. La escuela escatológica vive aún,
pero ha arrancado a Cristo la aureola histórica de su divinidad; b) Escuela histórico-comparativa. Compara las
religiones paganas orientales con el cristianismo y llega fácilmente a la reconstrucción de la fisonomía de Cristo en
la línea de los conceptos mistéricos, haciendo de El una especie de dios en el sentido hegeliano; la divinidad de
Cristo pierde su significado histórico objetivo desvaneciéndose en el mito, juntamente con la existencia histórica
del hombre Cristo; Desde el estadounidense V.B. Smith que escribe en 1906 "El Jesús precristiano" a Drews, que
publicó en dos volúmenes "El mito de Jesús", la historicidad de Cristo se desvanece cada vez más. En Alemania
también la Escuela, que recibe el nombre de "Método de la Historia de la formas", nacida después de la primera
Guerra Mundial con J. C.S, Schmidt, Dibellius, M.R. Bultmann y G.Bertram, reduce las páginas evangélicas a una
elaboración de la primitiva comunidad cristiana, la que conserva como elemento de objetividad histórica, pero de
ella excluye siempre la certeza histórica de la divinidad de Cristo. En Francia, Couchoud escribió en 1924 "El
misterio de Jesús" en donde es inadmisible que Cristo sea Dios, no por razones históricas, sino por razones
filosóficas; el concepto de Hombre-Dios es un concepto obsoleto, que han admitido grandes pensadores como san
Agustín, santo Tomás de Aquino, Pascal; pero que hoy es inadmisible. "Es necesario, concluye Couchoud, recurrir
a una hipótesis completamente contraria a la de Loisy, para quien el cristianismo ha resultado de la deificación
del hombre Jesús: “Jesús no es un hombre progresivamente deificado, sino un Dios progresivamente
humanizado. "
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
EL MODERNISMO, consiste en el intento, laudable por cierto, de adaptar las doctrinas tradicionales del
cristianismo a la mentalidad moderna y a los descubrimientos científicos. Surge con fuerza especialmente entre
los teólogos y exegetas romanistas a comienzos del siglos XX, y recibe una brutal repulsa y condenación de sus
más preclaros representantes en 1907 por parte de Pío X y su Encíclica "Pascendi". Se puede distinguir
especialmente: a) Modernismo bíblico. Su principal representante es el teólogo y exegeta francés Alfred Loisy
(1857-1940).Profesor del Colegio de Francia y que fuera excomulgado por Roma en 1908. Ponía en tela de juicio,
en nombre de una crítica histórica plagada de apriorismos científicos, la autenticidad de los testimonios
evangélicos sobre Cristo y finalmente, la inspiración misma de la Escrituras. b) Modernismo filosófico.
Representado por el jesuita George Tyrrell s.j., que niega toda idea de revelación definida e incluso la noción
misma de la intervención sobrenatural de un Dios trascendente a la conciencia humana, que es la doctrina de la
inmanencia. En general los modernistas sostienen que "la crítica ha comprobado que la narración evangélica
adolece de una elaboración llevada a cabo en torno a la figura y a la predicación de Cristo, a través de la
conciencia religiosa de dos o tres generaciones de fieles; y ahora la misma crítica ha debido llegar a la
conclusión de que el Evangelio de Jesús es un apasionado e inconsciente anuncio del reino interior, una
ardorosa invitación a la purificación...." ..."Los evangelistas no han hecho otra cosa que describir el Cristo
presentado por el sentimiento religioso, que no pudo ser el Cristo real de la historia pura. “
Estas son algunas proposiciones de los teólogos modernistas católicos-romanos condenados por Roma en 1907:
“La divinidad de Cristo no está probada en el Evangelio, sino que es un dogma que la conciencia cristiana
infiere del concepto de Mesías."( prop. 27). "Puede admitirse que el Cristo manifestado por la historia es muy
inferior al Cristo objeto de la fe," (prop. 29)."La doctrina cristológica que nos transmitieron San Pablo, San
Juan, los Concilios de Nicea, Efeso y Calcedonia, no es la enseñanza de Jesús, sino aquello que la conciencia
cristiana ha concebido de Cristo." (prop. 31). El resto de las iglesias cristianas coinciden en esta condenación.
EL IDEALISMO RELIGIOSO.- Surge en Italia. Algunos de sus sostenedores son Pietro Martinetti, Bernardino
Variseo, Ernesto Bonaiuti, Emiliano Pasteris y otros. Adriano Tilgher en su "Cristo y nosotros" publicado en 1934,
quería sepultar definitivamente el Cristo paulino y a sus misterios, juntamente con la experiencia religiosa del
"...loco fugitivo de Damasco, no exenta de magia", "La religión, que tiene por centro el ser divino de Cristo,... se
encuentra idealmente muerta, muerta para siempre...Muerto el mito de Dios providente, muerto el mito del
reino, muerto el mito de la Redención..."
EL MARXISMO. En tiempos de Marx y Engels, la filosofía alemana se debatía en los problemas religiosos. Marx,
antes de hacerse materialista, era un "joven hegeliano", que aceptaba de Hegel la dialéctica relativista.
Consiguientemente el problema de Cristo y del cristianismo se resolvía dialécticamente, es decir, anulándolo
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
gradualmente por la filosofía. Baste recordar la "Vida de Jesús", de Strauss (1855), la "Crítica de la historia de la
Revelación", de Bauer, (1858). Marx pasa a través de esta dialéctica, que destruye el valor histórico y positivo del
cristianismo. Después, Feuerbach, materialista, rechaza, en su "Esencia del Cristianismo" (1841), la esencia misma
del Cristianismo, como "pura y falsa proyección de la realidad en el mundo ideal," Feuerbach proclama el canon
materialista: no es la conciencia la que define al ser, sino el ser a la conciencia, a la idea. De ahí que el mundo
ideal, en el que el idealismo pone a la religión, sea una superestructura, que es minada primero por la crítica de
Feuerbach y después por la de Marx. La ideología marxista, a través de la dialéctica de Feuerbach, desemboca en
un humanismo ateo, que diviniza al hombre en sus valores terrenales. "Creer en Dios, escribe Feuerbach, es creer
en la verdad en la infinitud del ser humano...El ser divino no es otra cosa que el ser humano infinitamente libre" .
La mística marxista se desarrolla sobre esta base y ofrece al hombre una doctrina apasionada que llega al sueño
mesiánico. El sueño marxista es este: el hombre se trasciende por medio de la técnica y del trabajo, por medio de
una constante ascensión de conquista de las energías divinas escondidas en el Universo. Sabe que no debe su
existencia sino a sí mismo y que hará cesar toda oposición entre él y los demás, entre sí mismo y la naturaleza, y
será feliz en el Paraíso terrenal, reino de sus conquistas.
En Inglaterra había ya un movimiento en este sentido desde antes de la publicación por Darwin de su obra “El
origen de las especies” en 1859. Con posterioridad el criticismo racionalista pone sus manos en la Biblia y
desmenuza todas las ideas sobre Jesús. En 1846 George Elliot traduce el libro modernista de Strauss la “Vida de
Jesús”; en 1846 Renán publica otra “Vida de Jesús” en el que sostenía que había que dejar de lado toda idea
sobrenatural sobre Jesús. El era el Hijo del Hombre, pero no podía ser en ningún sentido Hijo de Dios. En 1875 se
publica “Libros sagrados del Oriente” con la finalidad demostrar que el Evangelio carece de originalidad y que hay
sistemas religiosos más antiguos y venerables que el cristianismo. 57
En resumen, liberales y modernistas causaron gran daño a la Iglesia y al cristianismo en general y solo la
tenacidad de evangélicos y anglo católicos conservó la integridad de la Iglesia de Inglaterra en este turbulento
siglo XIX.
Los liberales y modernistas volvieron a arremeter en el siglo XX contra el anglicanismo, con bastante éxito,
porque han logrado imponer en muchas Provincias, especialmente en los Estados Unidos, la ordenación de
mujeres al sacerdocio y al episcopado, arrogándose un derecho que ninguna Iglesia, que se estime católica tiene,
es decir, cambiar la sustancia, la materia y el sujeto de un sacramento, como es el del Orden Sacerdotal, que es
parte del Depósito de la Fe, y que ha sido entregado en custodia a toda la Iglesia Católica y no a ninguna rama en
particular. Ni Roma ni el Papa, con todas las pretensiones que exhibe, se ha atrevido a cambiar este sacramento,
57
“El Anglicanismo” Ob. Cit.
EL SALVADOR, C.A.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
sin embargo ramas de la Iglesia Anglicana lo han hecho, a troche y moche, atropellando de paso la opinión de todo
el resto de las Provincias. Lo mismo puede decirse del Sacramento del Matrimonio, estas mismas Provincias,
abusando de su autonomía, han modificado la esencia misma del Matrimonio al administrar el sacramento a
parejas del mismo sexo, olvidando el mandato del Señor: “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre para
unirse a su mujer….”58.
Todo esto se basa en razones sociológicas, sociales, racionales, modernas, de no discriminación o igualdad de los
géneros o los sexos, de progreso y liberación de la mujer, de la libertad del hombre, del progreso y conquista de la
mujer de espacios, etc., pero se pisotea la doctrina bíblica, la Tradición de la Iglesia, la enseñanza del Libro de
Oración Común y la doctrina de los Treinta y Nueve Artículos.
Hasta el siglo XX, es decir durante dos mil años, la Iglesia Católica no tuvo ni ha tenido “sacerdotisas” y menos
“obispas”, en ninguna de sus ramas ya sea Romana, Ortodoxa, Anglicana o Viejo Católica. Las Provincias
Anglicanas que así han procedido, en la práctica, han causado un enorme cisma en la Iglesia. La Iglesia Episcopal
de los Estados Unidos, la del Canadá y en parte la de Australia, principalmente, se han fragmentado en
innumerables partes que tratan de recuperar el anglicanismo católico primitivo, apartándose de su Provincia o
Iglesia Madre y constituyéndose en Provincias separadas. Innumerables Provincias y Diócesis de la Iglesia
Episcopal de los Estados Unidos no reconocen a las “sacerdotisas” y menos a la “Obispa Presidenta” que hoy
domina a esa Iglesia. Estos mismos liberales tiranizan a la Iglesia de Inglaterra actual, y la consecuencia ha sido
que la Comunión Anglicana se ha roto. No todo el anglicanismo, ahora, reconoce a Canterbury como su foco de
unidad. El Arzobispo Rowan Williams ha contemporizado con estos liberales, si es que no los apoya francamente,
y las consecuencias graves son la ruptura con los que quieren conservar la fe. Ya hay Comuniones Anglicanas
Independientes, separadas de la sede de Canterbury, que agrupan a las Provincias de Estados Unidos, Inglaterra y
Europa, África, Oceanía, Asia y América Latina que quieren conservar su herencia católica y apostólica y que
rechazan ardientemente estas innovaciones espurias y heréticas de los liberales y modernistas.
La Iglesia Episcopal de los Estados Unidos principalmente, y las Provincias que le siguen, a pesar que en sus
formularios, especialmente Libro de Oración Común, siguen manteniendo el catolicismo primitivo, al proceder
arbitriamente y modificando a su antojo dos Sacramentos tan importantes para la vida de la Iglesia como son el
Sacramento del Orden y el Sacramento del Matrimonio, se han apartado de hecho de la Iglesia Una, Santa
Católica y Apostólica.
58
Génesis 2:24 ; Mateo 19:5; Marcos 10:7; Efesios 5:31.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Estos liberales y modernistas han logrado lo que los extremistas reformadores protestantes del siglo XVI no
pudieron hacer, es decir convertir a esas iglesias anglicanas en una secta protestante más.
Una vez más, evangélicos y anglo católicos, no necesariamente unidos, coinciden en rechazar, por razones
diferentes, no cabe duda, pero razones teológicas y bíblicas sólidas y contundentes, que los liberales no escuchan,
estas innovaciones.
Una cosa es modernizar la presentación del Evangelio, la evangelización, la difusión del mensaje de salvación de
tal manera que llegue a toda la gente, y otra cosa es falsificar el mensaje para que se acomode a los requerimientos
59
o deseos del “mundo”. Jesús, ya lo dijo: “Ustedes están en el mundo, pero no son del mundo” y eso quiere decir
que el mensaje siempre irá a contrapelo de los deseos y pasiones del mundo, de sus ideas preconcebidas, de sus
ambiciones, de sus antojos, de su sociología, de sus modas y caprichos, de sus libertades y libertinajes. Los
primeros cristianos dieron su vida antes que acomodarse al mundo que les rodeaba – ellos no eran “modernos” -
fueron martirizados y asesinados por los modernos de su época. Muchos de los actuales cristianos, especialmente
liberales y modernistas en la Iglesia, en cambio, están dispuestos a dar su vida para acomodar el mensaje a los
deseos, caprichos y modas del mundo.
CAPITULO XX VALIDEZ DE LAS ÓRDENES ANGLICANAS
La validez de las órdenes anglicanas, es una asunto que preocupa a la Iglesia de Roma, no al anglicanismo, ya que
nosostros no tenemos ninguna duda que nuestra órdenes son plenamente válidas impartidas por Obispos en
sucesión legítima con los Apóstoles del Señor. La Iglesia de Roma se lo planteó en el siglo XIX cuando pretendía,
dados los nuevos aires de libertad que se respiraba en Inglaterra, restaurar la jerarquía católica romana.
Reconocer las órdenes anglicanas significaba abortar ese plan, por razones obvias y entonces mediante una Bula,
el Papa León XIII en el año 1896, que títuló “Apostolica et curae”, resolvió negativamente.
La condenación, al principio se basaba en la alegación de que el Arzobispo Mathew Parker en 1559 había sido
consagrado a la Sede de Canterbury por cuatro obispos que se habían declarado protestantes bajo el reinado de
Eduardo VI, entonces, según este argumento, al no estar supuestamente en la sucesión apostólica la consagración
no es válida. Investigados seriamente los archivos históricos de esa ordenación y consagración del Arzobispo
59
Juan 17
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Parker, se ha demostrado hasta la saciedad que esa afirmación, no sólo no es cierta, sino que es maliciosamente
mentirosa y el argumento no es correcto. Además la sucesión apostólica, si es que fue interrumpida, fue
suficientemente restaurada en la consagración del Arzobispo William Laud en 1573 cuyos consagrantes estaban
en la no discutida linea de sucesión de obispos de Italia y de Irlanda .
Un segundo argumento del Papa fue que el rito utilizado bajo Eduardo VI no contenía elementos “indispensables”
para una válida ordenación. Se decía que no contenía “la validación de los instrumentos”, esto es, la entrega al
ordenando de los instrumentos característicos del ministerio que se le confiere. Al principio, esta entrega,
solamente tenia un propósito simbólico, y fue en la Edad Media que se vino a incluir en la práctica del ritual de
ordenacion de diáconos y sacerdotes. A los diáconos se les entregaba un libro con los evangelios y a los sacerdotes
un caliz y una patena. Además el Papa indicó que el rito de ordenación anglicano tenía una intención defectuosa al
no decir específicamente que el sacerdote podía ofrecer el sacrificio de la misa.
A esta bula o carta de el Papa León XIII le contestaron el Arzobispo de Canterbury y el Arzobispo de York en una
carta conocida como “Saepius oficio” del año 1897, manifestando que la intención anglicana es conferir el mismo
sacerdocio instituído por Cristo y todo lo que conlleva, incluyendo la doctrina del sacrificio en relación a la
eucaristía, en forma tan explícita como lo hace el mismo canon de la consagracion tanto en el rito anglicano
episcopal como en el rito catolico romano. Además se clarificó que la intención anglicana estaba suficientemente
demostrada ya que hay dos ritos separados, uno para ordenar diaconos y otro para ordenar sacerdotes en el
Libro de Oracion Comun.
Con la reciente apertura de los archivos del Vaticano sobre la Bula “Apostólicae et Curae”, en la celebración del
centenario, se ha descubierto más sobre el proceso que le dio origen. Por ejemplo que la comision nombrada por el
Papa para estudiar la validez de las órdenes anglicanas no se pudo poner de acuerdo sobre una recomendación. El
sacerdote Luis Duchesti y otros estudiosos católicos romanos habían llegado a la conclusión de la plena validez de
las órdenes anglicanas. La comisión que nombró el Papa para el estudio comenzó en el 24 de marzo de 1896 y se
reunió 12 veces. La condenación tuvo más razones políticas que teológicas ya que estaba en la mente del Papa y de
la Curia Romana lograr la aceptación del Papado de parte de los Ortodoxos y Anglo-Católicos, y se pensó que al
emitir una condenación de la validez de las ordenaciones anglicanas, haría que muchos fieles y clero volviese a la
juridicción de la Iglesia de Roma, lo cual no sucedió. Además, con un clero anglicano con ordenaciones
plenamente válidas, desde el punto de vista romano, se hacía innecesario la creación de una jerarquía paralela en
Inglaterra.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Así, pues, una vez más en Roma se impuso la política que no las razones de fe.60
La validez de las ordenes anglicanas es reconocida por la Iglesia de los Antiguos Católicos, la cual se encuentra en
Holanda, Alemania, Australia, Suecia, Eslovaquia y Polonia, Estados Unidos, Filipinas, en Asia, Oceanía, Africa y
América Latina y también y por muchas Iglesias Ortodoxas y por supuesto, las demás comuniones católicas que
están en plena comunión anglicana como la Iglesia de Utrech.
Ningún anglicano tiene dudas sobre la validez de las ordenaciones de sus diáconos, sacerdotes u obispos.
CAPITULO XXI. ANGLICANISMO PARA LATINOAMERICA.
Las iglesias, como las personas, tienen una vocación que cumplir. Una misión que les es propia y que va en
consonancia con su "ethos”, y con los medios de gracia que Dios les otorga. Uno puede seguir su propio camino sin
consideración al llamado del Señor, pero entonces su trabajo será estéril y frustrado y no podrá contar con la
plenitud del Espíritu consigo. Está siendo señor de sí mismo y dejando de lado a su verdadero Señor: "Este pueblo
de labios me honra mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honra enseñando como doctrinas,
mandamientos de hombres."61
La Iglesia no tiene que ser lo que cada uno quiere, sino lo que es: “Pueblo de Dios”. Pastores y grey son el pueblo
de Dios, de tal manera que, si las autoridades de la Iglesia, es decir los Pastores, por sí y ante sí, quieren imponer
al Pueblo determinada expresión, están esterilizando su propia obra y fallándole al Dueño de la “Divina
Comisión”, que les mandó a predicar el Evangelio, y no a predicar sus tradiciones, cultura o prejuicios
ancestrales. Quizás para los ingleses es difícil separar su cultura de su Iglesia, y es natural que así sea en cierta
medida, pero puestas las cosas en Latinoamérica, nosotros queremos la “Iglesia inglesa”, pero sin la “cultura
inglesa”.
Pensamos, anhelamos y trabajamos para que exista una Iglesia Anglicana Latina.
El ser anglicanos en Latinoamérica no nos transforma, ni tiene porqué, en anglófilos, ni en partidarios o

sostenedores de la política exterior inglesa o norteamericana.. El Rey o Reina de Inglaterra, que tiene algún tipo
de jurisdicción legal sobre la Iglesia de Inglaterra y sobre algunas otras Provincias, nada tiene qué hacer en
Latinoamérica, ni por el hecho de ser anglicanos debemos algún tipo especial de devoción o sumisión a la Corona
60
61
Mateo 15:8-9
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Inglesa.
Reconocemos la validez de la expresión cristiana contenida en el anglicanismo, pero, para que críe raíces en
nuestro Continente tiene que adoptar nuestra cultura, nuestra lengua, nuestras tradiciones, con todos los vicios,
errores y pecados, para evangelizarla y convertirla a Cristo.
En ese sentido el anglicanismo - salvo el fanatismo de alguno de sus Misioneros que han venido de Inglaterra, que
no representan lo mejor del anglicanismo, sino su faceta más oscura de imperialismo, racismo y discriminación
disfrazados de cristianismo, - está mejor dotado por el Señor que ninguna otra rama de la Iglesia Católica para
adaptar su expresión a la idiosincrasia de cada pueblo, sin traicionar la fe Católica del Evangelio y del Cuerpo de
Cristo, que debe trasmitir.
Si miramos al Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos vamos a encontrar con un problema similar: los judíos
quieren que los paganos convertidos se hagan judíos primero, antes de admitirlos como cristianos. Los gentiles
deben asumir las tradiciones y costumbres de Israel antes de permitirle el ingreso a la Iglesia Cristiana. Santiago y
Pedro son los impulsores de tal doctrina 62. La Iglesia sufre una crisis grave por este problema, la primera de ellas,
y para resolverla se convoca el Concilio de Jerusalén. Allí, cambiada ya la actitud de Pedro, especialmente por la
firmeza de San Pablo,63 la Iglesia decide finalmente lo contrario, para el bien de la extensión de la fe.
¿La lucha del anglicanismo en el siglo XVI no fue, precisamente, contra la dominación extranjera de su iglesia?
¿La bandera que esgrimieron Crammer, Ridley, Hooper, Gardiner y los demás, no fue:"extranjeros saquen sus
manos de nuestra iglesia?”
La unidad de la Iglesia o la pureza de la fe en América Latina no se van a conseguir con imposiciones extranjeras
o con pretendidas "confesiones de fe".
Si un latinoamericano deja la Iglesia romana por la anglicana, no empobrece su vivencia cristiana, no deja de ser
católico, solamente deja de pertenecer a la fracción romanista de la Iglesia Católica. Entre nosotros va a encontrar
la misma fe, los mismos sacramentos, el mismo sacerdocio, la misma Iglesia, sólo que purificada de las lacras
medievales, sin la imposición de “dogmas” que no tienen asidero ninguno en las Sagradas Escrituras ni en la
Tradición. Encontrará sacerdotes religiosos viviendo en pobreza, castidad y obediencia, pero a su lado también
sacerdotes parroquiales, casados legítimamente, de cara a Dios y a los hombres, criando su familia con
honestidad y veracidad. Encontrará Comunidades tratando de vivir su cristianismo en un profundo compromiso
62
Hechos.15
63
Gálatas:2
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
con Cristo y sus hermanos. Nunca tendrá que decir " Antes fui católico... dirá antes fui romano”.
En los últimos tiempos en los países de América Latina, muchos han ingresado a nuestras Comunidades, porque
ellas representan precisamente esa postura equilibrada entre lo católico y lo reformado que corresponde al
equilibrio anglicano.
CAPITULO XXII. LOS PIONEROS DEL ANGLICANISMO EN SUD AMERICA.
El catolicismo anglicano desde sus inicios, en las Islas Británicas, ha sido misionero y ha llevado el mensaje de la
Cruz a muchos lugares, países y gente de toda raza, cultura e idioma, fiel al mandato de su Señor de ir y predicar el
Evangelio a todas las naciones…Así, en el siglo XIX se estableció diversas Capellanías inglesas en varias ciudades
del Continente Sud Americano. Estos capellanes solamente atendían a la colonia inglesa, ya que en nuestros
países en que la Iglesia Católica Romana era Iglesia de Estado, era un delito predicar “otra religión”, como
ignorantemente se decía, y solo se “toleraba” en relación a los extranjeros. Sin embargo, muchos de esos
capellanes, que tenían gran celo apostólico, llegaban privadamente con su mensaje a hispano parlantes
interesados en vivir su fe como anglicanos, los que debían esconderse de las autoridades y practicar su fe cristiana
en secreto. En aquellos tiempos de dominación romanista absoluta en nuestros países, los hospitales, los
cementerios, los colegios y muchos espacios y servicios públicos eran confesionales y la gente tenía que simular su
filiación religiosa para ser atendida. Los difuntos no católicos romanos no eran aceptados en los cementerios
parroquiales, y se debía crear cementerios de “Disidentes”, que tenían que estar situados fuera o alejados de las
ciudades, porque esos muertos no podían ser enterrados en “suelo consagrado”, eran herejes y excomulgados. En
Chile se mantuvo esta situación hasta el año 1925 en que una reforma de la Constitución separó a la Iglesia
Romana del Estado de Chile, después de ardiente lucha, no exenta de violencia, de grupos de laicos liberales,
masones, protestantes, libre pensadores y otros ciudadanos que querían que el país se abriera entregando más
libertad a sus habitantes, en especial la libertad de pensamiento, conciencia y de culto.
Sin embargo, a pesar de este desalentador panorama hubo misioneros anglicanos desde el siglo XIX entre los
indígenas de la Patagonia y de la Araucanía en Chile, y del Chaco. Ellos fueron los pioneros en la obra anglicana, la
cual como se ve, tiene dos siglos en nuestras costas.
SAN ALLEN GARDINER.
EL SALVADOR, C.A.
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ICA EL SALVADOR
+Gabriel Orellana
OBISPO
Uno de los más importantes pioneros anglicanos es el Capitán de la Marina Inglesa, el Bienaventurado Allen
Gardiner, a quien se le denomina como “El Mártir de Tierra de Fuego”. Nació el 28 de Junio de 1794 en el pueblo
de Basildon, en Inglaterra. Poco sabemos de su niñez, pero el 13 de Febrero de 1808 ingresó como Cadete a la
Escuela Naval de Portsmouth. Su primer viaje fue en Junio de 1810, a bordo del “Fortune”. Hizo una carrera muy
meritoria como marino. Entre 1811 y 1822 navegó en el “Dauntless” a Africa y Ceylan. Desde 1814 era teniente. En
ese viaje, afirmó su vocación al Ministerio, e hizo una consagración privada al Señor. Ya en Inglaterra solicitó al
Obispo de Gloucester, Diócesis a la que pertenecía, que le confiriera una licencia para trabajar en la obra de Dios
y fue ordenado con las órdenes menores como “Lector.” En 1823 se casó con Susana Reade, con quien tuvo cinco
hijos. En 1824 lo encontramos como teniente segundo del “Júpiter” y en 1825 como comandante de la “Clinker”.
La mala salud de su esposa lo obligó a cambiar varias veces de residencia, hasta que ésta falleció en Mayo de 1834.
Gardiner tenía un cuñado que era sacerdote anglicano el R. P. Woodroffe, a quien varias veces acompañó en sus
correrías ministeriales.
Ya viudo, Gardiner, renovó su consagración a Dios, solicitó licencia en la Armada, y viajó al África, iniciando un
trabajo de evangelización entre los zulúes en Puerto Natal. Durante tres años trabajó en esta obra, debiendo
abandonarla cuando se inició la guerra con los boers. De África viajó hasta Argentina en busca de los nativos, y
luego pasó a Chile ya que, al igual que muchos ingleses, conocía las luchas por la independencia de este país. En
1836 contrajo matrimonio con la hija de otro sacerdote, y durante seis años, ella y sus hijos lo acompañaron en sus
viajes misioneros.
En Mayo de 1838, Allen y su familia, viajan de Inglaterra a América del Sur, primero Río de Janeiro, Buenos Aires,
Mendoza y luego de allí cruzaron la cordillera hacia Chile. Dio inicio a una obra misionera entre los Mapuches,
que no prosperó, en parte por las dificultades del idioma y en parte por la desconfianza hacia los blancos de los
nativos, además su Misión carecía de sacerdotes, y así solo podía ofrecer predicación en un idioma desconocido
para los aborígenes, que aparte del suyo solo podían conocer algo de castellano. De vuelta a Inglaterra, cargando
con el fracaso de su Misión, no le fue aceptado por la Sociedad Misionera su proyecto de Misión en Bolivia.
Entonces ofreció financiar él mismo la Misión hasta que la Sociedad Misionera pudiera ver resultados. Así fue
como en 23 de Septiembre de 1845, acompañado de un joven de nombre Federico González, se embarcó para
Argentina, para cruzar por el Río Paraná, lo que no pudo debido a la situación política de ese país. Gardiner y su
acompañante se fueron, entonces, a Valparaíso y ahí se embarcaron hasta Cobija, puerto Boliviano en el Pacífico
en aquella época, anterior a la Guerra con Chile de 1879. De Cobija viajaron a Tarija en donde arribaron en Marzo
de 1846. La Misión se inició con buenos augurios y consiguió el apoyo de importantes personajes en Bolivia como
el Procurador General de la Nación y el Presidente de la República, quienes lo autorizaron a evangelizar a los
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OBISPO
indígenas bolivianos. Informada la Sociedad Misionera de Inglaterra de tan buenos augurios le envió ayuda
financiera y además a otro joven español, llamado Miguel Robles, para que lo ayudara. Pero Bolivia siempre se ha
caracterizado por su poca estabilidad política y así, al poco tiempo, el gobierno liberal que había dado facilidades
a Gardiner, fue depuesto por una revolución, y asumió el gobierno el Partido de los Conservadores, muy unido a la
Iglesia Católica Romana, que obligó a los Misioneros a abandonar la obra y salir del país. Este nuevo fracaso hizo
que Gardiner pusiera sus ojos en Tierra del Fuego, una tierra austral en que sólo había indígenas, ya que la
civilización de España no había llegado allá, y menos la chilena, y por lo tanto tampoco la Iglesia Católico Romana.
En el intertanto podía hacerse a la mar para llegar al extremo Sur de Chile, se dedicó a vender Biblias,
especialmente en Argentina, recorriendo Mendoza, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, no precisamente en
ese orden, pero que le permitió conocer más al país y sus habitantes. Tampoco le fue bien, en muchas ciudades la
Biblia era rechazada como herética y/o peligrosa, y los sacerdotes romanos usaron eficazmente el púlpito en
contra de los vendedores de Biblias.
Su gran ideal era la evangelización de los indígenas de la Patagonia y de Tierra del Fuego, y sus fracasos en otras
tareas los interpretaba como que Dios le estaba indicando que ésa era su vocación y no otra.
Inició gestiones para tratar de abrir una Misión en la Patagonia y solicitó ayuda de las Sociedades Misioneras, al
no lograrlo fundó el 4 de Julio de 1844 la Sociedad Misionera de la Patagonia. Viajo entonces por Inglaterra y
Escocia solicitando ayuda a los particulares con magros resultados. Sin embargo estos fondos reunidos le
permitieron organizar una expedición misionera con cuatro marineros y un carpintero, en un ballenero, llevaba
dos carpas indígenas y provisiones para seis meses. Ningún sacerdote les acompañaba. El 7 de Enero de 1848
salieron desde Cardiff, llegando a destino en Tierra del Fuego el 17 de Marzo de ese año. Las inclemencias del
tiempo y la naturaleza feroz de los indígenas los hizo abandonar el primer intento, dando por fracasada la
expedición.
Gardiner no era hombre de deprimirse ni desmoralizarse, volvió a Inglaterra a fin de preparar mejor la
expedición, considerando ese viaje solo como de observación. Presentó varias solicitudes a la Sociedad Misionera
de la Iglesia, pero fue rechazado, entonces se dirigió a las Sociedades Misioneras Protestantes como la de la Iglesia
de Misiones Extranjeras de la Iglesia Presbiteriana de Escocia, y además lo intentó con la Sociedad de la Iglesia
Morava, todas con resultados negativos.
A todo esto Gardiner encontró alguien que le respaldara, el sacerdote G. P. Despard, de Bristol, hombre de piedad,
coraje y energía que creyó en Gardiner y lo ayudó, incluso con dinero para la Misión. Finalmente convenció a la
Sociedad Misionera de la Patagonia para que lo ayudara, modificando sus planes primitivos, en vez de un
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+Gabriel Orellana
OBISPO
bergantín, dos lanchas de 8 metros de largo, cada una, y dos botes para que sirvieran como muelles entre ellas, y
propuso que sus tripulantes se reclutaran entre los pescadores de Cornwall, acostumbrados a navegar en mares
borrascosos. El creía que las lanchas serían suficientes para navegar por los canales del Estrecho de Magallanes.
Volvió a hacer una gira de recaudación de fondos por Inglaterra y Escocia, con pocos resultados, hasta que una
piadosa dama de Cheitenham le entregó una importante donación de mil libras esterlinas, que permitió iniciar de
inmediato las gestiones para partir.
En esta expedición se le unieron Richard Williams, un barbero cirujano de Burslen, Joseph Erwing el carpintero
naval, y John Maidment, además de los pescadores John Paerce, John Badcock y John Bryant. Otra vez ni un solo
sacerdote se dignó a acompañarlos, lo que hace presumir que la Iglesia no estaba interesada en esta expedición ni
creía en Gardiner.
El pequeño grupo zarpó desde Liverpool el 07 de Septiembre de 1850, en el “Ocean Queen”, rumbo a Tierra del
Fuego. El 5 de Diciembre fondearon en la Bahía Banner y al día siguiente se propusieron construir una choza y
una cerca, llegando a la Isla Picton el 18 de Diciembre donde fueron dejados, al amparo de Dios y en la soledad de
esas costas tormentosas. Gardiner tenía el plan de ir a Wulaia, una bahía del otro lado de la gran Isla Navarino, a
buscar a Jemmy Button, un indígena llevado por el Almirante Fitz-Roy a Inglaterra en su primer viaje y devuelto a
sus tierras en 1834, es decir diecisiete años antes de Gardiner. Button fue llevado a Inglaterra junto con otros
indígenas, tres hombres y una niña. Uno falleció, el hombre y mujer se casaron y de Jemmy Button, nunca más se
supo. Un escritor chileno, don Benjamín Subercaseaux, 64 al narrar la historia novelada de Robert Fitz-Roy y el
descubrimiento del Canal Beagle, cuenta con lujo de detalles, que vale la pena leer, las peripecias de esos
fueguinos.
Los indígenas, a quienes venían enseñar el Evangelio, se manifestaron muy belicosos y hostiles y no lograron
nada con ellos, ni acercarse durante los primeros cuatro meses. Las provisiones escasearon y la ayuda que sus
hermanos de raza y fe les prometieron jamás llegó. A duras penas se libraron varias veces de los indígenas. Por
largo tiempo no pudieron pescar ni cazar debido a las inclemencias del tiempo y la hostilidad de los nativos. Los
frustrados misioneros empezaron a decaer y enfermar, salvo Gardiner, que mantenía su fe incólume así como su
entrega al Señor. La carne seca que llevaban se les acabó, y no había animales que cazar. Una vez lograron cazar
un zorro, que comieron con mucho gusto y gracias a Dios. Dada la angustiosa situación, y como no aparecía barco
alguno, en Marzo de 1851 decidieron hacer un esfuerzo desesperado para conseguir socorro. En una roca pintaron
un letrero con la siguiente leyenda:” Gone to spaniard harbour”. En la base de la roca enterraron tres botellas
explicando su desesperada situación. Volvieron en Abril y luego en Mayo sin que hubiera rastros de ayuda.
64
“Jemmy Button” Editorial Ercilla 1950.
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OBISPO
Gardiner, que no era sacerdote, entre tanto celebraba los Oficios Litúrgicos Matutino y Vespertino para él y sus
compañeros y mantenía viva la llama de la fe y de la esperanza. Así consta de su Diario que fue encontrado con
posterioridad. Jamás decayó su fe en Dios ni su entrega a su voluntad ni de él ni de sus compañeros. Pero tampoco
pudieron evangelizar a ningún indígena o habitante de esas soledades. Cada día en el Diario Gardiner se relata
una desgracia, enfermedades, heridas, muerte de algún compañero misionero, ataques de indios, hambre y
miseria, pero junto con estampar el hecho doloroso agrega una oración de confianza en la bondad de Dios y de
acatamiento a su voluntad. El 28 de Junio de 1851 muere John Badcock, cantando un himno de confianza y
entrega al Señor. En Agosto murió Joseph Erwing, el 27 de ese mismo mes, John Bryant y el 2 de Septiembre
John Pearce. Wiiliams también muere, pero no sabemos exactamente cuándo. El día 6 de Septiembre de 1851
aparece en el Diario el último escrito de San Allen Gardiner, que pese a la desesperada situación no hace sino
escribir con magníficas palabras de alabanza y adoración a Dios y de amor a Jesucristo. Todos ellos murieron de
hambre y de sed. Pero jamás decayó su fe, murieron alabando a su Señor, algunos incluso entonando himnos con
su último aliento. Entregaron su espíritu al Señor como lo hacen los santos en paz y con la confianza de ser
recibidos en el Reino65.
Y así termina la historia de esta expedición de Misioneros anglicanos ingleses, todos laicos, que entregaron su vida
tratando de traer a este continente, en la persona de fueguinos, patagones, onas y alacalufes el mensaje de
salvación de Jesucristo. Todos ellos Mártires de la fe cristiana, que murieron con la Palabra de Dios en la boca y su
corazón entregado al Señor.
Es cierto que en esta historia no hubo derramamiento de sangre, sin embargo siete hombres dieron su vida por
traer el Evangelio a estas costas. Nuestra Iglesia reconoce su aporte y nos consideramos herederos de su espíritu y
temple cristiano. Los veneramos como Santos de Dios y recordamos su memoria el 10 de Septiembre. 66
Cuando se conoció en Inglaterra esta tragedia, ocasionada más que nada por la falta de ayuda a los Misioneros
Mártires causó conmoción. El sacerdote George Pakenham Despard, que ocupaba el puesto de Secretario General
de la Sociedad Misionera de la Patagonia, en reemplazo de Gardiner, se dio a la tarea de publicar los Diarios de
Gardiner, Williams y otros documentos de los mártires y con ello provocó la suficiente reacción, logrando reunir
fondos para enviar una expedición, para reiniciar la labores misioneras interrumpidas con la muerte de los
pioneros. Muchas personas, antes indiferentes, se conmovieron y dieron dinero con generosidad para la causa
iniciada por el Bienaventurado Allen Gardiner.
65
“Últimos Documentos del Capitán Allen Gardiner” Casa Unida de Publicaciones, Argentina , 1959.
66
“Allen Gardiner, el mártir de Tierra del Fuego”. Imprenta Alianza 1955.
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OBISPO
En Octubre de 1853 una goleta salió de Bristol con un nuevo grupo de Misioneros, llevaba el nombre de “Allen
Gardiner” y llegó hasta la Patagonia y Tierra del Fuego, estableciéndose en las Islas Malvinas, en Enero del año
siguiente. Luego fijaron su base de operaciones en la Isla de Keppel, desde donde se inició una fructífera obra
misionera anglicana. Desde allí se envió Misioneros para evangelizar a los fueguinos. Esta vez fueron
acompañados por sacerdotes. Siguiendo la idea de Gardiner, se propusieron ubicar a Jemmy Button a quien
finalmente encontraron en Wulaia. Pese a que habían transcurridos casi veinte años desde que el nativo había sido
devuelto a esta tierras, aún recordada el suficiente inglés como para entenderse con los misioneros. Button y su
familia y otros indígenas se trasladaron a vivir a la isla de Keppel.
La vida de la Misión transcurría en calma y paz, celebrando los sacramentos y predicando la Palabra de Dios a los
nativos. El día 6 de Noviembre de 1859 mientras se celebraba la Santa Misa en la isla, los indígenas, encabezados
por Button, que en fondo de su corazón guardaba un gran rencor por los ingleses que lo habían llevado a
Inglaterra, haciéndolo conocer las comodidades de la civilización, y después lo habían botado de nuevo en las
islas desoladas, atacaron, asesinando al Padre Garland Phillips, al capital Fell y cinco marineros más, cuyos
nombres no los recogió la historia, desafortunadamente, pero que Dios conoce. Solo el cocinero de abordo quedó
con vida y pudo escapar para contar la masacre.
Ahora si que hubo derramamiento de sangre, y como la sangre de los mártires es semilla que crece y brota dando
frutos, es esa sangre la que ha permitido que en nuestro Continente haya brotado la Iglesia Anglicana en todos
nuestros países.
Diez años más tarde, en 1869, otro pionero, retomó la tarea, el Reverendo Padre Waite Hocking Stirling. Eligió la
Bahía de Ushuaia y se instaló con un pequeño grupo de indígenas amistosos. Cada mes el velero viajaba a las Islas
Malvinas a buscar provisiones, y en uno de esos viajes trajo una misiva que comunicaba al Padre Stirling que
había sido designado como Obispo para Sud América, menos las Guayanas, Venezuela y parte de Colombia cuya
jurisdicción correspondía a la Diócesis de Islas Vírgenes. El primer Obispo Anglicano en esta parte del mundo.
Monseñor Stirling viajó a Inglaterra para ser consagrado por el Arzobispo de Canterbury y otros obispos, y en
1872 regresó a Tierra del Fuego y tuvo la alegría de bautizar a treinta y seis indígenas y sus familias convertidos al
Señor por obra de la Misión. El pequeño grupo fue creciendo y fue la base de la actual ciudad argentina de
Ushuaia, en uno de los territorios más australes del mundo. Para colaborar en la tarea misionera Despard, el
secretario de la Sociedad Misionera envió a su hijo, el Padre Tomás Bridges, quien estuvo allí durante dieciocho
años. Hizo una inmensa labor no solo religiosa, evangelizando a los indígenas, logrando la pacificación de los
canales, antes tan peligrosos para el hombre blanco, además como era aficionado a las ciencias hizo otro inmenso
trabajo en lingüísticas, las ciencias naturales, la zoología, la antropología, que es la base de todo los trabajos
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OBISPO
científicos que se han hecho con posterioridad en la zona. Así ha sido reconocido por el Gobierno argentino. En
1884 por un tratado de límites con Chile, el gobierno argentino ocupó la zona.
Durante treinta años Monseñor Stirling organizó, recorrió y evangelizó en esta vasta Diócesis. Considerando las
dificultades para viajar en aquellos tiempos, su obra puede calificarse de heroica. A despecho del concepto
generalizado que existía en la comunidades de habla inglesa en estos países y sus capellanes, él era partidario de
que en cada Capellanía se trabajara con los ingleses, pero también con los naturales del país, en castellano. Pocos
le hicieron caso.
Monseñor Stirling recorría incansablemente toda su Diócesis y visitaba Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay,
Perú, Bolivia, Ecuador y también Chile. En todas partes bautizaba, confirmaba, casaba y sepultaba ingleses,
naturales y aborígenes. Los centros Misioneros de Chol-Chol y Quepe en la Araucanía fueron fundados por él en
1894, estableciendo allí al Padre Carlos Sadlier y al Doctor Guillermo Wilson.
En 1889 la Iglesia Episcopal de Estados Unidos envió a dos sacerdotes para iniciar una Misiones en Porto Alegre.
En 1893 Monseñor Peterking, de la Diócesis de Virginia Occidental fue designado por el Primado de la Iglesia
Episcopal para hacerse cargo de la labor misionera en Brasil. Visitó la obra y junto con Ordenar Diáconos, recibió
en la Iglesia a un número importante de brasileros. Monseñor Stirling fue invitado a visitar la Obra Episcopal
Brasilera, y así en Mayo de 1897 el Obispo Stirling llegó a Porto Alegre, bendijo una Misiones nuevas, aceptó
brasileros en la Iglesia, y ordenó a tres diáconos al Orden de los Presbíteros. Estaba feliz de ver como el
catolicismo anglicano prosperaba en esta Nación. Monseñor Stirling trabajó en la obra misionera hasta 1900, año
en que jubiló de acuerdo a los Cánones de la Iglesia de Inglaterra. Volvió a su patria donde permaneció hasta su
muerte, sirviendo al Señor en otras tareas.67
La raza indígena, con la llegada de muchos aventureros blancos, buscadores de oro, buscadores de petróleo,
marinos, balleneros, etc., con toda clase de taras, enfermedades y vicios, enfermedades de transmisión sexual,
virus y microbios de toda clase, alcohol, etc, para los cuales los pobres indios no estaban preparados, ni tenían
anticuerpos, se fue diezmando Las enfermedades, el alcohol y otros vicios hicieron estrago entre ellos y, como en
otros parajes, los misioneros no fueron escuchados ni por los blancos ni por sus víctimas. El resultado, la extinción
de la raza aborigen o mejor dichos de las razas aborígenes.
Entendiendo su trabajo terminado, el Padre Bridges, se retiró a Inglaterra y la Misión quedó en manos del Padre
John Lawrence, que se mudó más al Sur, donde los indígenas aún no estaban tan contaminados. Sin embargo, el
67
“Divina Comisión” Ob. Cit. “Historia de la Iglesia Anglicana” Ob. Cit.
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OBISPO
trabajo había llegado a su fin. La Misión de Tierra del Fuego fue clausurada en 1916.
El Reverendo Carlos Sadlier era un sacerdote canadiense, en 1895 llegó como misionero a Chol-Chol, acompañado
por otros misioneros, entre ellos un médico, y Monseñor Stirling. En aquel tiempo no había ningún trabajo de
evangelización entre los indígenas ni tampoco servicios sociales de algún tipo. Entonces los misioneros iniciaron
una Misión y el médico comenzó a atender a las necesidades de salud de los aborígenes, además fundaron una
pequeña escuela rural para educarlos.
Sadlier viendo que la obra en Chol-Chol avanzaba y crecía, tanto en la parte social y educacional como en la
Misión, se trasladó con su familia a Maquehue, a orillas del río Quepe, a 16 Kilómetros al Sur de la ciudad de
Temuco. Allí dio comienzo a tres escuelas, una de ellas de adiestramiento agrícola para mejorar el cultivo de los
terrenos que tenían los mapuches. En 1907 el Padre Sadlier trasladó el Centro Administrativo de la Misión a
Temuco. Sufrió diversas peripecias en aquel tiempo, no solamente por la oposición católica romana, si no también
porque en varias oportunidades hubo indígenas que atentaron contra su vida, sin lograrlo. En 1908 el sacerdote
anglicano fundó un hospital en Temuco a cargo de un médico canadiense. En 1910 alentó a otro sacerdote
anglicano misionero para fundar un colegio de educación secundaria, como se decía antiguamente, es decir de
Educación Media. Sadlier también trabajo en la traducción al idioma mapuche, mapudungu, de la Escrituras,
usando como base un antiguo Diccionario de esa lengua confeccionado por los jesuitas. Un mapuche convertido
colaboró en ello, y fueron traducidos el Libro de Oración Común y un Himnario. Todo esto fue posible gracias a
una imprenta que le había donado desde Canadá. En 1935 el Padre Sadlier falleció dejando una estela de
reconocimientos en todas partes, incluso en el Gobierno de Chile.
Otro destacado misionero fue el Reverendo Guillermo Wilson. Nacido en Escocia llegó a Chile en 1895, enviado
por la Sociedad Misionera. El Obispo Stirling le administró el sacramento de la Confirmación, ya que era
presbiteriano, y quería ser anglicano. Era médico y trabajó incansablemente durante 25 años en el hospital de
Chol-Chol. En 1915 solicitó ser admitido a las Ordenes Sagradas y fue ordenado diácono, primero y luego
sacerdote, encargado en Temuco de dirigir la Misión Anglicana. Allí fundó una escuela para niños mapuches y una
casa de huéspedes para jóvenes de Educación Media. Alrededor de él se juntó un grupo de jóvenes chilenos y de
origen británico, que le ayudaban eficazmente a extender el trabajo misionero por toda la región. En Maquehue-
Pelal se abrió bajo su dirección otro hospital en 1926. Esta inmensa obra fue reconocida por el Gobierno y en 1951
le fue entregada la condecoración al Mérito, “Bernardo O’Higgins” en el grado de Caballero. Fue un insigne
profesor, sacerdote y médico, falleciendo en 1957 rodeado del amor de sus descendientes, amigos y discípulos.
También hay que mencionar al Reverendo Guillermo Case Morris, primer sacerdote ordenado por Monseñor
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+Gabriel Orellana
OBISPO
Stirling en 1898. Fue el encargado de la Iglesia San Pablo en la calle Charcas, Palermo en Buenos Aires, Argentina.
Famoso eran sus sermones que destilaban amor a Cristo. Atrajo así a numerosos fieles a sus servicios litúrgicos.
Tradujo muchas obras anglicanas al castellano y además editaba una revista mensual de difusión del evangelio.
Recaudó dinero en Inglaterra y adquirió un inmueble en la Misión, donde instaló una escuela gratuita para niños
pobres, que se mantenía con el aporte de generosos argentinos. Morris murió en 1932 dejando una inmensa obra
social, aunque muy pocos fieles anglicanos. Como provenía de los metodistas, su obra fue en general muy
“evangélica” pero no rindió muchos frutos.68
CAPITULO XXIII ORGANIZACIÓN DIOCESANA EN CHILE.
En el año 1900 el sacerdote E. F. Every fue consagrado obispo sucediendo así a Monseñor Stirling en la Diócesis
del Cono Sur de Sud América. Este obispo, al darse cuenta de la vastedad de su jurisdicción, que no era posible
atenderla en debida forma, logró que el Arzobispo de Canterbury, de cuya jurisdicción dependía la Diócesis
Austral, la dividiera, así en 1910 fue dividida la Diócesis constituyéndose la jurisdicción de la Costa Occidental con
su Sede Catedralicia en Port Stanley, capital de las Islas Malvinas, en la Catedral edificada por Monseñor Stirling
en 1892, pero con una Sede Administrativa en Valparaíso en la Iglesia St. Paul’s, consagrándose obispo al efecto a
Monseñor L. F. D. Blair. Monseñor Every, en cambio, permaneció en Buenos Aires como Obispo de Argentina
hasta 1937. En 1914 Monseñor Blair dimitió y la Diócesis permaneció vacante durante la Primera Guerra Mundial,
hasta 1919 en que fue consagrado Monseñor N. S. Jersey, ex capellán de las misiones a los marineros. Durante su
episcopado el clero creció de manera importante con 18 misioneros ingleses y varios capellanes. En 1934 fue
sucedido por Monseñor J.R. Weller, también ex capellan a los marineros, quien tres años más tarde fue trasladado
a Buenos Aires para suceder a Monseñor Every. Una vez más la sede de la Costa Occidental quedó vacante.
Durante su episcopado ordenó a los dos primeros presbíteros araucanos, el P. Antinao y el P. Cayul, para servir a
sus hermanos de raza.
En 1939 el Padre D. I. Evans, capellán en Río de Janeiro, fue consagrado como Obispo sufragáneo del Obispo
Weller. La Sede de la Diócesis de la Costa Occidental entonces fue traslada a Buenos Aires. Entre tanto se dio
inició a la Segunda Guerra Mundial y las comunicaciones con Inglaterra se hicieron muy difíciles. Al término de la
guerra, se fusionó las dos Diócesis, abarcando siete países del Pacífico y del Atlántico. La labor se dificultó aún
más para el trabajo misionero cuando dimitió el obispo Weller, dejando a Monseñor Evans a cargo de las inmensa
Diócesis. El Obispo Evans creó tres Arcedianatos para administra su Diócesis, Río de la Plata (Argentina y
68
“Historia de la Iglesia Anglicana” Ob.Cit.
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+Gabriel Orellana
OBISPO
Uruguay), Brasil y Chile. El sacerdote nombrado para Chile dimitió y el Arcedianato quedó vacante durante 16
años.
En 1958 la Conferencia de Lambeth, que reúne cada diez años a todos los obispos de la Comunión Anglicana del
mundo, adoptó un acuerdo muy importante en orden a que la Iglesia extendiera en Sud América su trabajo
misionero no solo a los indígenas, sino también a los naturales de cada país que no son cristianos o que solo lo son
nominalmente, que vino a respaldar el trabajo de los misioneros.
En 1962 falleció trágicamente Monseñor Evans, quedando su sede vacante. Al año siguiente el Arzobispo de
Canterbury dividió la Diócesis en dos, estableciendo así la Diócesis de Chile, Bolivia y el Perú, con Sede en Chile; y
la Diócesis de Argentina, Paraguay y Uruguay con Sede en Buenos Aires. Para la primera fue consagrado el
canónigo Monseñor K. W. Howell, que había sido Misionero en Chile entre 1937 a 1945 y para Argentina
Monseñor C. Tucker. En 1966 una nueva Diócesis fue constituida en Paraguay y el Norte de Argentina, siendo
consagrado para atenderla Monseñor Flagg y un sufragáneo, Monseñor David Leake.
En Chile, entretanto en 1969 fueron consagrados dos obispos sufráganos para Monseñor Howell, el Revdo. Colin
Bazley a cargo del trabajo en el Sur de Chile y el Revdo. David Pytches con sede en Valparaíso. En 1971 el Obispo
Howell dimitió siendo designado para sucederle el Obispo Pytches.
CAPITULO XXIV LA IGLESIA ANGLICANA EN CHILE.
La Iglesia Anglicana en Chile, por influencia especialmente de los Misioneros enviados por la Sociedad Misionera
Sud Americana, absoluta y exclusivamente evangélica en su concepción de la Iglesia, en los últimos tiempos ha
producido en Chile un Iglesia, que apenas se puede denominar anglicana y cuya teología no es anglicana
ciertamente, ni siquiera la de los Treinta y Nueve Artículos, ya que se identifica especialmente con Calvino y su
“Iglesia Invisible”, cosa que el Artículo XIX del anglicanismo rechaza. Apenas observa la liturgia del Libro de
Oración Común, ni aún del adulterado y mutilado que hicieron los misioneros ingleses hace treinta años atrás,
cuando aún existía “algo” de conciencia anglicana. Se identifica con las iglesias más extremada y fanáticamente
“evangélicas” y últimamente, pentecostales y , contrariamente al resto de la Comunidad de Iglesias Anglicanas, no
admite en su seno a nadie, clérigo o laico, que manifieste una opinión disidente, instaurando una férrea y
descarnada “inquisición” en su seno. En este último tiempo se ha identificado exteriormente con lo más extremo
del protestantismo de nuestro país, para constatarlo solo es necesario revisar sus páginas web.
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Quien escribe ha sido una de sus víctimas, ya hace más de 20 años, de su fundamentalismo, sectarismo y
ferocidad evangélica, de la cual se vanaglorian en sus escritos. El Evangelio dice “por sus frutos los conoceréis…”,
después de comienzos tan promisorios para el anglicanismo en Chile, esta Iglesia no es sino una frustración. Tiene
los mismos fieles que hace treinta años, y ha ido perdiendo cada vez más influencia y espíritu evangelístico, a
despecho de su posición. En ella se han encastillado unos pocos dirigentes que dominan sin contrapeso, y gozan
de sus “beneficios”, y hoy en día hay muchos “ex -anglicanos” por causa de este fanatismo, intolerancia y muchas
veces ignorancia, conservada, mantenida y cultivada a sabiendas, para que sus fieles no se enteren de cuál es el
anglicanismo verdadero y cómo los reformadores lucharon y dieron su vida por conservar el catolicismo primitivo
en la Iglesia. Su sectarismo es tan grande que incluso hoy en día muchos “ex -anglicanos” de sus comunidades, son
evangélicos es decir, discriminan a todos cuantos no les siguen mansa y sumisamente.
Ellos se identifican con el Protestantismo y son seguidores de los más extremistas, como Calvino, Bucero, Knox,
Zwinglio, de antiguo y con los extremistas de ahora y otros de la misma laya. Muchos son decidida y abiertamente
pentecostales. Hasta Lutero les parece demasiado “católico”.
Después de más de ciento cincuenta años en nuestro Continente, la obra se circunscribe a unas pocas Misiones en
el Centro y Sur del país, pese a que cuentan y han contado con importantes recursos económicos. Jamás se han
ocupado del inmenso territorio del Norte de Chile. Abandonaron todo trabajo en la emblemática Iglesia anglicana
de San Pablo de Valparaíso – St. Paul’s Church – devolviéndola a la Comunidad Inglesa; lo mismo hicieron con St.
Peter’s Church, de Viña del Mar, que en los años 70 y 80 tuvieron a su cuidado, y que su último Párroco fue el
Revdo. Antonio Smyth bajo cuya jurisdicción fui sacerdote ayudante. Esta última ahora tiene un capellán inglés
solo para los de ese idioma, que no pertenece a la Diócesis. Hay una sola Diócesis en todo el país, porque fue
dividida la original que abarcaba Chile, Bolivia y Perú constituyéndose tres Diócesis, con un solo Obispo y un
“Auxiliar” en el Sur.
CAPITULO XXV. LA IGLESIA EPISCOPAL ANGLICANA DE CHILE
Un párrafo aparte merece la edificación de una Iglesia Anglicana de estirpe Anglo-Católica en Chile en el último
tiempo, la que ya cuenta con existencia legal reconocida por el Estado. Por ahora está en comunión con las
llamadas “Iglesias continuantes” de Europa y los Estados Unidos y fuera de la Comunión Anglicana propiamente
tal, pero es una Iglesia Nacional o Provincia Anglicana, con sólidas relaciones con las Iglesias Católicas Ortodoxas
establecidas en nuestro país y con la Iglesia Viejo Católica de Europa y Estados Unidos. Está afiliada a la
Comunión Anglicana formada en Inglaterra por Provincias Independientes que han rechazado las últimas
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innovaciones que en la doctrina católica han introducido, abusivamente, varias Provincias Anglicanas, como
ordenación de mujeres, matrimonio de personas del mismo sexo, etc.
En esta Comunidad han puesto su esperanza de crecimiento y presencia anglicana para los próximos años muchos
viejos anglicanos y aunque lleva muy pocos años, y casi sin recursos, salvo los que provee el Señor, ha podido ir
creando esta expresión legítima de catolicismo y de anglicanismo en nuestro país. Especial mención merece su
Arzobispo Primado Monseñor Patricio Viveros y su esposa porque ellos han sido los pioneros.
Monseñor Viveros, ya hace algunos, años inició la obra episcopal anglicana en Chile. Sólo, sin dinero y sin
compañeros con quienes compartir las ilusiones y sueños, pero con una visión muy clara de lo que quiere el Señor
Jesús y disponibilidad para hacerla. Ha sufrido lo indecible, hasta persecución. Sus detractores han utilizado la
justicia penal para ello, acusándolo de falso “cura”, etc., de todo ha salido incólume. Su legitimidad anglicana ha
sido a veces puesta en duda por anglicanos de la otra versión, sin embargo esa legitimidad, así como su sucesión
apostólica se encuentra suficientemente acreditada en la página web de la Provincia, que cualquiera puede
consultar. A esta expresión del anglicanismo en Chile se han unido varios anglicanos antiguos, laicos y clérigos,
cuya legitimidad anglicana no puede estar en discusión.
Esta expresión anglicana del catolicismo apostólico de la Iglesia de Jesucristo tiene grandes planes y proyectos,
algunos en vías de concreción inmediata otros a más largo plazo.
CAPITULO XXVI. A MODO DE CONCLUSION.
La Iglesia está abierta a recibir en su seno a todos los anglicanos y católicos romanos, desilusionados de sus
respectivas Comuniones, pero que quieren una Iglesia tolerante, donde se predique todo el Evangelio, se
administre todos los sacramentos, y se ore decentemente y en orden litúrgico, con la más maravillosa obra del
anglicanismo que es el Libro de Oración Común. También es una Iglesia abierta a otras expresiones del
catolicismo que quieran compartir su vida de fe con nosotros, sin sectarismos ni fundamentalismos. Acogemos,
asimismo, a quienes provenientes del mundo evangélico han comprendido que en la Iglesia van a encontrar toda
la Palabra de Dios y van a recibir la gracia de Dios por medio de los Sacramentos, en especial la Santa Eucaristía,
sacramento instituido por Cristo necesario para la salvación.
Estamos seguros que esta expresión anglo-católica del anglicanismo es voluntad de Dios para nuestra Patria.
Estuvo muchos años proscrita, como si fuera una lacra o una vergüenza que había que ocultar, por quienes se
decían y se dicen anglicanos, pero que en la práctica no son sino un puñado de evangélicos pentecostales, que a
despecho del Espíritu, que dicen tener, han abjurado del catolicismo que pretende conservar la Iglesia Anglicana
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OBISPO
de todos los tiempos y lugares. Usando y abusando de un nombre que no les pertenece, aunque algunos hayan
sido originalmente bautizados en otras latitudes donde el Anglicanismo es más fiel a sus orígenes. Pero para Dios,
no hay nada imposible, y así como en los tiempos bíblicos llamó a Abraham a una obra enorme, más allá de todo
cálculo humano, así creemos nosotros que como nuevos “abrahames” hemos sido llamados para esta obra en
Chile, Sud América y el mundo.
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19.- Teólogos destacados del Siglo XX. James W. Mac Clendon. Casa Bautista de Publicaciones. 1968.
20.- Vida de los Santos de Butler. Cuatro Tomos. Versión en español por Wilfredo Guinea S.J., Segunda Edición
1968. México.
21. Un Santo para cada día. Mario Sgarbossa – Luigi Giovannini. Editorial San Pablo. 2000.
22.- Diccionario de Teología. L Bouyer. Editorial Herder, Barcelona. 1968.
23. Sacerdotes y pueblo sacerdotal. Jean Colson. Editorial Aldecoa S.A. Burgos, España 1969.
24. Santa Biblia Reina-Valera 1960. Sociedades Bíblicas en América Latina.
25. Biblia Vulgata. Colunga Turrado. Biblioteca de Autores Cristianos. 1965.
EL SALVADOR, C.A.
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HISTORIA DE LA IGLESIA ANGLICANA Obispo Jorge Rodriguez

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Comunión Católica Anglicana

Mons. +Jorge Rodríguez Escobar

La idea de la supremacía de derecho divino de algún obispo sobre los demás, no se

Otra gracia de un Papa infalible: El rompimiento entre el anglicanismo y el romanismo tuvo

¿Quién rompió entonces, la unidad? ¿La Iglesia de Inglaterra o la de Roma?

TRANSMISION DE LOS PODERES PAPALES DE UNO A OTRO OBISPO DE ROMA.

¿En qué parte de las Sagradas Escrituras o de la Tradición o de la Patrística se

El Papado medieval, consolidó sus bases en la confluencia de cuatro líneas convergentes de

La aristocracia pagana de Roma no se extinguió fácilmente, continuó existiendo hasta la época de

La oposición robustece la lealtad. Bajo cualquier circunstancia, el oficio de Obispo de Roma

La versatilidad de los intereses de Carlomagno es sorprendente. Como guerrero, no tenía igual.

Pero eso sucedió antes que el Papado adquiriera todo su poder.

LOS MONJES CELTAS:

EL PAPA SAN GREGORIO APODADO “MAGNO O GRANDE”

DOS IGLESIAS EN INGLATERRA.

CAPITULO VI. UNIFICACION DE LA IGLESIA EN INGLATERRA.

CAPITULO VII. PROBLEMAS EN LA IGLESIA Y EL REINO.

CAPITULO VIII. EL PAPA HILDEBRANDO.

CAPITULO IX EL PAPA GREGORIO VII E INGLATERRA.

voluntad, en perpetua destrucción de la soberanía del rey.25

CAPITULO X SE PREPARA LA REFORMA.

CAPITULO XI. EL REY ENRIQUE VIII.34

Entre tanto, Enrique comenzaba a perder la paciencia y aceptaba la sugerencia de un catedrático de la

CAPITULO XII. LA REFORMA DE LA IGLESIA INGLESA

Nos remitimos al juicio de Obispo Mons. Stephen Neill en su libro El Anglicanismo:

"Fundamentalmente, los Artículos son un admirable cuerpo de Teología, maravillosamente expresada. No

En el Cuadrilátero Chicago-Lambeth de 1886-1888, que es una proposición concreta de la Comunión Anglicana

CAPITULO XIII LOS PURITANOS.

CAPITULO XIV. DIFERENCIAS ENTRE LA REFORMA PROTESTANTE 44 Y LA REFORMA DE LA

CAPITULO XV. LA FE ANGLICANA

Una adaptación de la Declaración de Montreal sobre La Esencia del Anglicanismo, 1994

Prefacio a la versión original en inglés:

Afirmamos los siguientes puntos esenciales de la fe cristiana:

1. Creemos en un Dios Trino

2. Creemos en Dios: Creador, Redentor y Santificador

- el llamamiento de un pueblo con el cual hizo un pacto, es decir, Israel.

- la venida de Jesucristo para redimirnos.

- el derramamiento del Espíritu Santo para santificarnos.

- el surgimiento y la edificación de la Iglesia para ofrecerle culto y dar testimonio en el mundo.

3. Afirmamos que la Palabra se hizo carne. Creemos en Jesucristo:

- el Hijo encarnado de Dios, nacido de la Virgen María, en vida sin pecado.

- El es a la vez el Jesús de la historia y el Cristo de las Escrituras.

4. Creemos en Jesucristo el único Salvador

5. Creemos en el Espíritu de Vida, El Espíritu Santo “el Señor, el dador de vida”

- enviado a la Iglesia por el Padre y por el Hijo.

- revela la gloria de Jesucristo.

- nos convence del pecado.

- nos transforma en el ser interior.

- nos lleva a la fe.

- nos fortalece para vivir con justicia.

- nos da poder para el servicio.

8. La nueva vida en Cristo

10. El culto de la Iglesia

11. La prioridad del Evangelismo

12. El desafío de la Misión Mundial

13. El desafío a la acción social

14. Los patrones de la conducta sexual

15. La familia y el llamado al celibato

Los cristianos tienen que fortalecer la vida familiar mediante la enseñanza, el

16. El nuevo comienzo

CAPITULO XVI. DEL SIGLO XVII AL XX EN INGLATERRA.

CAPITULO XVII LOS EVANGELICOS ANGLICANOS

CAPITULO XVIII. EL MOVIMIENTO DE OXFORD O ANGLOCATOLICO.