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Causas de la Primera Guerra Mundial

1. La competencia entre las potencias imperiales europeas:


A lo largo del siglo XIX, Europa cimentó su dominio económico, tecnológico y militar sobre el
mundo entero, estableciéndose como una gran potencia colonial en África y Asia. Sin embargo,
el reparto de los beneficios no fue nunca equitativo: países como Francia y Gran Bretaña
controlaban industrialmente al continente, mientras que Italia y Alemania, naciones que
habían tardado más en formarse, veían frustradas sus ambiciones.

Esto condujo a un escenario de antagonismo entre las potencias coloniales y a la formación de


alianzas y grupos políticos rivales, en franca competencia económica, política y militar. Muchos
de ellos, además, eran fruto de guerras pasadas en el siglo XIX, como la eterna rivalidad entre
Francia y Alemania.

2. El auge del nacionalismo europeo:


La idea de un país como un Estado-nación con una cultura propia, una identidad propia y un
proyecto político propio surgió a comienzos del siglo XVII, pero ya a finales del XIX había
cobrado importancia en el ordenamiento de Europa. Ello dio origen a nuevas tensiones de tipo
étnico, especialmente en la Europa del Este.

Por ejemplo, en Bosnia y Herzegovina, antiguos territorios otomanos reclamados por el


Imperio austrohúngaro existían proyectos de Estados eslavos autónomos o de anexión al Reino
de Serbia, protegido del Imperio ruso. A comienzos de 1914 ya la región había vivido dos
guerras locales y se la conocía como “el polvorín de Europa”, pues en cualquier momento
podía encenderse y volver a estallar.

3. El surgimiento de nuevos poderes industriales:


Europa era, a comienzos del siglo XX, el centro industrial del planeta, pero empezaban a surgir
competidores importantes como Estados Unidos y Japón. La influencia de estas potencias
insurgentes ejerció más presión aún sobre las tirantes relaciones entre los poderes europeos
tradicionales.

4. La creación y renovación del sistema europeo de alianzas:


La Gran Guerra se produjo porque muchas naciones se vieron involucradas y/o arrastradas al
conflicto. Esto sucedió debido a los tratados de alianza y asistencia mutua existentes entre los
integrantes de ambos bandos, algunos de los cuales provenían del siglo pasado.

Justamente, previendo un conflicto paneuropeo en el futuro inmediato, la mayoría de las


potencias dedicaron su poderío industrial a fabricar y desarrollar armamento de guerra, en un
frágil estado de “paz armada”.

5. El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en 1914:


El detonante de la guerra fue el asesinato de este joven noble, heredero al trono
austrohúngaro, en la ciudad de Sarajevo, en Bosnia-Herzegovina. Su asesino fue el extremista
político Gavrilo Pincip, perteneciente a la organización ultranacionalista serbia Mano Negra. El
atentado provocó la indignada protesta del gobierno austrohúngaro, que por medio de un
duro ultimátum amenazó a Serbia con la guerra si no atendía sus exigencias de tomar medidas
inmediatas contra los nacionalistas radicales serbios. La negativa serbia condujo a una
declaración de guerra y puso en marcha el sistema de alianzas: sucesivamente se implicaron
Rusia, Alemania, Francia e Inglaterra. Recibida con cierto entusiasmo entre la población de los
países contendientes, comenzaba la «Gran Guerra».

Desarrollo y fases de la Primera Guerra Mundial


Los contendientes de la Primera Guerra Mundial
Las fuerzas de los dos bloques enfrentados eran bastante equilibradas. La superioridad naval y
numérica de la Triple Entente (Francia, Inglaterra y Rusia) era compensada, en los Imperios
Centrales, por la capacidad de movilización y un potencial bélico mayor. El Imperio alemán y el
austrohúngaro carecían de grandes dominios coloniales, pero formaban un bloque territorial
compacto y coordinado.

Con la idea de derrotar a Francia antes de que pudiese recibir la ayuda de Inglaterra y de que
una ofensiva de Rusia los obligase a combatir en dos frentes, los alemanes aplicaron de
inmediato el plan Schlieffen, concebido años atrás por el anterior jefe del Estado Mayor
alemán, el mariscal Alfred von Schlieffen. Este plan de ataque preveía un vasto movimiento de
las fuerzas alemanas que, en seis semanas, habían de penetrar en Francia pasando por Bélgica,
eludiendo así las tropas y fortificaciones fronterizas francesas.

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