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PersPectivas de los estudios

de Prehistoria en México
un hoMenaje a la trayectoria
del ingeniero joaquín garcía-Bárcena

Eduardo Corona Martínez
y Joaquín Arroyo Cabrales
Coordinadores

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA


Corona Martínez, Eduardo

Perspectivas de los estudios de prehistoria en México : un homenaje a la trayectoria


del ingeniero Joaquín García-Bárcena / coordinadores Eduardo Corona Martínez y
Joaquín Arroyo Cabrales. – México : Instituto Nacional de Antropología e Historia,
2014.

224 p. : fotos, graficas, mapas, il. ; 23 x 16.5 cm. – (Colección Arqueología. Serie
Logos)

ISBN: 978-607-484-482-5

1. Prehistoria – Alocuciones, ensayos, conferencias – México. 2. García-Bárcena,


Joaquín, 1935-2010. – Homenajes. 3. Arqueólogos mexicanos – Homenajes. I.
Corona Martínez, Eduardo, coord. II. Arroyo Cabrales, Joaquín, coord. III. Serie.

LC: GN722 / M6 / P47

Primera edición: 2014

Diseño de portada: Jorge García Patiño

D.R. © Instituto Nacional de Antropología e Historia


Córdoba 45, Col. Roma, C.P. 06700, México, D.F.
sub_fomento.cncpbs@inah.gob.mx

ISBN: 978-607-484-482-5

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial


de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía
y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autoriza-
ción por escrito de los titulares de los derechos de esta edición.

Impreso y hecho en México.


índice

Agradecimientos 9

Un pequeño homenaje. A modo de prólogo


Eduardo Corona Martínez y Joaquín Arroyo Cabrales 11

Buscando al ingeniero. Intento de semblanza


del ingeniero y arqueólogo Joaquín
García-Bárcena González
Luis Alberto López Wario 17

Los sitios precerámicos de Chiapas: 1974-1984


Diana Santamaría Estévez 49

La cadena operativa y la industria lítica arqueológica


Lorena Mirambell 63

Un modelo de observación del ritual mortuorio entre


los cazadores-recolectores del desierto del norte
de México y la aplicación del concepto rito de paso
Leticia González Arratia 79

Poblamiento de la península de Baja California


Harumi Fujita y Antonio Porcayo Michelini 95
La prehistoria en Oaxaca: avances recientes
Marcus Winter 123

Nuevos estudios sobre las sociedades


precerámicas de Chiapas
Guillermo Acosta Ochoa 143

Primeras evidencias humanas en la cuenca de México


José Concepción Jiménez López, Gloria Martínez Sosa
y Rocío Hernández Flores 169

El futuro de la arqueobotánica en México


Fernando Sánchez Martínez, Ma. Susana Xelhuantzi López
y José Luis Alvarado 189

Algunas consideraciones sobre las relaciones


entre el hombre y la fauna en los estudios
de prehistoria en México
Eduardo Corona Matínez 199
PoBlaMiento de la Península
de Baja california

Harumi Fujita*
Antonio Porcayo Michelini**

INTRODUCCIÓN

La península de Baja California es un territorio alargado de aproxi-


madamente 1 280 km y estrecho con máxima de 230 km y con míni-
mo de 43 km, a la altura de la bahía de La Paz, con áreas montañosas
y dos mares contrastantes: el océano Pacífico y el golfo de California,
situación geográfica única en el mundo (figura 1). Los primeros habi-
tantes de la península de Baja California eran cazadores, pescadores
y recolectores, nómadas y seminómadas, que aprovecharon los dis-
tintos y diversos recursos que existían para subsistir todo el año cam-
biando de lugares en búsqueda de alimentos.
Los grandes cambios que se dieron en su forma de vida fueron
influidos en buena medida por factores climáticos que comenzaron a
finales del Pleistoceno y principios del Holoceno, hace alrededor de
11 000 a 10 000 años, con el aumento de la temperatura, la extinción
de la megafauna y la elevación del nivel del mar, que cubrió extensas
regiones costeras. Estas transformaciones del medio ambiente deter-
minaron su hábitat específico, modo de vida y cultura a lo largo de la
prehistoria.

* Centro inah Baja California Sur.


** Centro inah Baja California.

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

MEXICALI
TIJUANA Cerro Pinto ESTADOS UNIDOS
Laguna Salada
Zaragoza

ENSENADA

Abrigo de los
Escorpiones

Laguna Diablo

Abrigo Paredón

Laguna
Chapala
MÉXICO

Isla
de Cedros G
O
LF
El Palmarito
O
Cueva Pintada
DE
Sierra de
CA
San Francisco
SAN
LI
FO
IGNACIO
RN
IA

OCÉANO PACÍFICO

Espíritu Santo
El Pulguero
Tecolote
Costa Baja
LA PAZ

0 200
km

Figura 1. Sitios arqueológicos paleoindígenas y paleocosteros de la península de


Baja California. Fuente: Karen Calvario Zavala y Omar López Hernández.

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PoBlaMiento de la Península de Baja california

Periodización del PoBlaMiento de la Península


En la arqueología de Baja California existen varias periodizaciones
para entender los momentos más representativos de la evolución cul-
tural de sus antiguos pobladores. La más aceptada es aquella que ha
dividido en tres grandes periodos el desarrollo cultural, retomando
los principales cambios climáticos que se han venido dando desde el
término de la última glaciación, y que son el Holoceno temprano,
medio y tardío, conocidos también como Paleoindígena, Arcaico y
Prehistórico tardío (Fagan, 2003). Sin embargo, en los últimos años
también se conocen los “paleocosteros”, contemporáneos al periodo
Paleoindígena, en las islas Channel en California.
El clima en el Holoceno temprano o pluvial habría sido frío y hú-
medo hace 11 000-7 500 años. En el Holoceno medio o Altitermal,
muy árido y más cálido hace 7 500-4 000 años; y semejante al actual
hace 4 000 años, en el Holoceno tardío, con cambios climáticos os-
cilantes e impredecibles entre cálidos, como, por ejemplo, durante
la “anomalía climática medieval”, alrededor de 800-1 300 d. C., y a
veces demasiado fríos, como la pequeña glaciación que sucedió alre-
dedor del 1 300-1 850 d. C. (Don Laylander: comunicación personal,
2007; y Fagan, 2003: 336).

hiPótesis del PoBlaMiento de la Península


Básicamente, existen tres hipótesis sobre el poblamiento temprano de la
península. La más aceptada hasta el momento es el ingreso por el norte
de la península, tanto por vía terrestre como por la marítima. Las pocas
evidencias tempranas de presencia humana en la península muestran que
hay dos tipos de migración, de acuerdo con la búsqueda de recursos para
la subsistencia. La primera es la migración orientada a la búsqueda de
recursos terrestres y, por tanto, la actividad de subsistencia era la caza
de animales y la recolección de plantas (Massey, 1955). La segunda es la
migración orientada en la búsqueda de recursos marinos, cuyas princi-
pales actividades de subsistencia comprendían la pesca y la recolección
de moluscos, crustáceos y erizos, así como la caza o captura de fauna
marina, como lobo marino, foca, tortuga marina, entre otros; comple-
mentado con la caza de animales terrestres y la recolección de plantas.

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

A lo largo de la península de Baja California, las fechas radiocar-


bónicas más antiguas en varios sitios tanto costeros como interiores
oscilan entre los 11 000 y 10 000 a. P., donde se han ubicado dos tradi-
ciones: paleoindígenas y paleocosteras, que fueron contemporáneas;
ambas pudieron haber llegado desde el norte de la península, tanto de
la costa como del interior de los Estados Unidos de América.
La otra hipótesis sobre el poblamiento de la península en la re-
gión del Cabo se basa en el estudio de antropología física, y estable-
ce que los cráneos hiper-dolicocéfalos hallados en la región tienen
más similitudes con los ejemplares de Melanesia y Australia que con
los de la mayoría de los nativos americanos, por lo que los primeros
investigadores europeos (Rivet, 1909; Ten Kate, 1884), así como el
reciente trabajo de Rolando González-José y colaboradores (2003),
concluyeron que la migración ocurrió desde el Pacífico sur, denomi-
nada como la migración “transpacífico sur”. Sin embargo, Laylander
(2006) propone que los ejemplares de la región del Cabo comparten
el ancestro común con otros nativos americanos, pero que se diversi-
ficaron como resultado de aislamiento y operación de factores gené-
ticos aleatorios.
En 1984, el norteamericano Mokoto Kowta (1984) postuló el con-
tacto con la costa de Sonora a través de las islas Tiburón, San Este-
ban y Ángel de la Guarda, mostrando algunas similitudes entre los
materiales culturales de Baja California y el macizo continental para
antes de 2000 a. C. Posteriormente, Tom Bowen (2000) y John Foster
(1984) reportaron evidencias de la cultura seri en estas islas, así como
en la playa de la bahía de Los Ángeles, sugiriendo la posibilidad de
contacto con el continente americano, posiblemente en el periodo
histórico temprano. Hasta el momento no se han encontrado eviden-
cias tempranas de este contacto en la costa de Sonora.
En las localidades que se discuten a continuación las fechas cali-
bradas están basadas en el programa de calibración de Struiver y Rei-
mer (1993) y Reimer et al. (2009), proporcionadas por la ingeniera
química Magdalena de los Ríos de la Subdirección de Laboratorios y
Apoyo Académico del inah, con excepción de las muestras procesa-
das en el laboratorio Beta Analytic.

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PoBlaMiento de la Península de Baja california

localidades con signos de PoBlaMiento en el Pleistoceno


final-holoceno teMPrano
Hasta el momento se han reportado cinco áreas con fechas radiocar-
bónicas entre 11 000 y 9 000 años: isla de Cedros, Abrigo Paredón-
laguna Chapala, Abrigo de los Escorpiones, Sierra de San Francisco e
isla Espíritu Santo (Des Lauriers, 2005; Fujita, 2008; Gruhn y Bryan,
2008; Gutiérrez y Hyland, 2002). Además, por sus industrias líticas,
hay sitios considerados como del periodo Paleoindígena en los sitios
Cerro Pinto e Ignacio Zaragoza (Eckhardt y Porcayo, 2008; Porcayo,
2006a). Estos resultados indican que la primera oleada de migración
a la península ocurrió en un tiempo corto al término de las glaciacio-
nes, y abarcó hasta el sur de la península, tanto en la zona montañosa
como en la costera, aprovechando los recursos terrestres y marinos en
busca de mejores asentamientos. Esto significa que, para poblar una
península alargada y estrecha, es probable que hayan ingresado tan-
to los clásicos paleoindígenas como los denominados paleocosteros
(Erlandson et al., 2007) en forma casi paralela. Es probable que los
paleocosteros hayan llegado hasta la región del Cabo y se asentaran
en la isla Espíritu Santo (Fujita, 2006; 2008).
El periodo de la transición entre el Pleistoceno final y el Holoceno
temprano (periodos Paleoindígena y Paleocostero), hace alrededor de
11 000-8 000 años, fue un momento de grandes cambios climáticos en
Norteamérica. Los ajustes en la temperatura y precipitación pluvial
afectaron enormemente la distribución del agua, la flora y la fauna,
y de los humanos que dependían directamente de éstos. Como ya se
mencionó, este periodo geológico se caracterizó principalmente por
temperaturas templadas, contracción de glaciares, aumento en el ni-
vel del mar y evaporación paulatina de los lagos pluviales conforme
se fue incrementando la temperatura (Fagan, 2003).
Muchos de los lagos ahora secos de Baja California en ese mo-
mento tenían sus cuencas llenas de forma permanente, como laguna
Chapala (Davis, 2003), y Salada y Diablo (Ortega Esquinca, 1991),
sólo por mencionar algunas que existieron a lo largo de la penín-
sula. Asimismo, gran cantidad de arroyos que nacían en las sierras
tenían abundante agua todo el año, y también había grandes zonas

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

pantanosas que, en conjunto, hacían propicia la vida humana en este


territorio.

asentaMientos orientados al interior de la Península


Uno de los patrones de asentamiento del Holoceno temprano nos
muestra que los pobladores de la Baja California septentrional tenían
una clara tendencia a emplazar sus campamentos en las orillas de los
lagos pluviales, o en las márgenes de antiguos canales o arroyos. Para
la subsistencia, dependían de la cacería de varios mamíferos terrestres
y de la recolección de productos vegetales. Eran prácticamente ine-
xistentes los artefactos de molienda como metates o morteros, por
lo que es evidente una ausencia de semillas duras en la dieta (Porca-
yo, 2006a, 2007a y 2008). Tenía una refinada industria lítica tallada,
donde predominaban los cuchillos y las puntas con formas foliáceas.
Además, en estos sitios siempre se encuentra una serie de artefactos
similares entre casi todos los asentamientos conocidos hasta ahora:
crescénticos, raspadores de domo, ovalados, alargados y planos, taja-
dores, percutores, gran variedad de tipos de núcleos, perforadores y
lascas retocadas. A continuación se describen brevemente los sitios
de este apartado.

Laguna Chapala-Abrigo Paredón


El sitio denominado “Abrigo Paredón” está situado en el lado oriente
de la laguna Chapala, ubicada aproximadamente a 200 km al noroes-
te de Guerrero Negro y atraviesa la carretera peninsular. El frente
del abrigo está orientado al norte. El primer trabajo geológico y ar-
queológico en el área de la laguna Chapala fue realizado por Brigham
Arnold (1957), quien encontró instrumentos líticos en contextos
geomorfológicos del Pleistoceno.
Posteriormente, Gruhn y Bryan (2008) llevaron a cabo dos tem-
poradas de campo, en 1997 y 1999. En las excavaciones del sitio se
encontraron abundantes desechos de lasqueo y numerosos artefactos
líticos, muy poca cantidad de concha, fragmentos de hueso animal
(en los que predominan los de liebre) y carbón, del que se dataron
cinco muestras por medio del método de espectrometría de acelera-

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PoBlaMiento de la Península de Baja california

ción de masa (aMs). La más antigua pertenece al Holoceno temprano


de 9 070 ± 60 a. P. (Gruhn y Bryan, 2008: 127). La fecha calibrada
en dos sigmas corresponde al periodo de 10 054 a 10 044 cal. a. P. y
9 986 a 9 961 cal. a. P., basada en Reimer et al. (2009). Es importante
mencionar que, en el sitio, al igual que en Ignacio Zaragoza, existen
fechamientos que nos hablan de una ocupación más tardía, separada
de la más temprana por miles de años, en la que el sitio no fue ocupa-
do (Gruhn y Bryan, 2008).
El Abrigo Paredón pudo haber sido usado como un gran taller para
la reducción de largas preformas de bifacial que habían comenzado a
ser fabricadas en los sitios de cantera de felsita cercanos a la cuenca
de la laguna Chapala, para convertirlas en preformas más pequeñas
y más delgadas y, por último, en puntas de proyectil y cuchillos. Evi-
dentemente, las puntas foliadas pequeñas y delgadas, las de formas de
“hoja de sauce” o ligeramente ovoide fueron un tipo deseado de pun-
tas de proyectil para los ocupantes del abrigo (Gruhn y Bryan, 2008:
128). Este tipo de puntas y demás artefactos son muy semejantes en
cuanto a técnica de manufactura y forma a los encontrados más al
norte de la península y al sur de California, donde se les denomina en
su conjunto como “industria lítica San Dieguito”.

Ignacio Zaragoza
Durante los trabajos arqueológicos hechos en superficie y excavación
por Antonio Porcayo en el ejido Ignacio Zaragoza en dos temporadas
entre 2004 y 2005 se identificaron dos etapas ocupacionales: la pri-
mera fechada por medio de tipología comparada de la industria lítica
con el sitio modelo conocido como Harris o sd-149, fechado por ra-
diocarbono entre 8 000 a 11 000 a. P. (Warren y True, 2006). El sitio
Harris, ubicado en las márgenes del río San Dieguito, en el condado
de San Diego en California, fue investigado y dado a conocer por
Malcom Rogers (1939) entre 1938 y 1939, y posteriormente en 1958,
por Claude N. Warren, quien ha venido precisando desde entonces,
entre otras cosas, su cronología (Warren y True, 2006).
El sitio Zaragoza también tiene una segunda etapa ocupacional, se-
parada por milenios de abandono y evidenciada por una industria lítica

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

muy distinta a la de San Dieguito, perteneciente al periodo prehistó-


rico tardío, con fechado de radiocarbono entre el 300 y el 1 000 d. C.
(Porcayo, 2006a, 2006b, 2007c). En la parte norte de la península, la
industria lítica desde el Arcaico es más bien expeditiva. Sin embargo,
la diferencia principal entre las industrias líticas paleoindígenas y las
de las zonas costeras, tanto contemporáneas como posteriores, radica
en el hecho de que, en esta última, la lítica tallada, salvo en el caso de
las puntas de proyectil, no es tan sofisticada, variada ni selectiva en la
materia prima a utilizarse como la que corresponde a la tradición de
San Dieguito. En esta última, cabe hacer notar, se encuentra ausente
el uso de artefactos de molienda, la lítica pulida y la cerámica.
La ahora cuenca seca, tierra adentro donde está ubicado el sitio ar-
queológico Ignacio Zaragoza, se formó con suelos de aluvión durante
el Cuaternario, y sus primeros pobladores se asentaron hace alrede-
dor de 8 000 años en un afloramiento de granito, rodeado casi en su
totalidad por agua, lo que lo hacía parecer una isla, ya que lo más
seguro es que estuviera inundado casi todo el año, debido a que las
circunstancias climáticas eran muy distintas a las actuales: las lluvias
eran más abundantes durante el Holoceno temprano o pluvial. En
los alrededores, la cuenca seca está rodeada por formaciones de rocas
metamórficas, entre las que sobresale el esquisto, y hay también aflo-
ramientos de rocas metavolcánicas, de donde se abastecían de la ma-
teria prima, conocida como felsita.
En Zaragoza nuevamente, y al igual que en la ocupación más tem-
prana del Abrigo Paredón antes descrita, las herramientas de felsita
se empezaron a manufacturar desde la cantera. En ella se obtenían
los núcleos que después se transportaban al campamento, para ahí
elaborar y terminar los artefactos, entre los que se encuentran esfe-
ras, excéntricos, puntas de proyectil, cuchillos, buriles, perforadores,
raspadores, tajadores, herramientas multiuso, percutores; siendo los
más abundantes, como en todo sitio perteneciente a la “industria lí-
tica San Dieguito”, las puntas de proyectil y los cuchillos con formas
foliáceas, así como los raspadores.
Entre todos estos tipos de artefactos se encontraron en total 52 va-
riantes o formas distintas entre sí. Éste es un número considerable que

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PoBlaMiento de la Península de Baja california

evidencia el alto grado de especialización en las actividades de caza


y procesamiento de alimentos de los grupos San Dieguito (figura 2).
De estas 52 variantes, 20 son únicas del sitio Zaragoza, y entre éstas se
encuentran: puntas de proyectil triangulares aserradas, puntas de pro-
yectil triangulares, puntas de proyectil foliáceas con base redondeada,
alargadas, aserradas, cuchillos triangulares, cuchillos con márgenes
paralelos y base redondeada, raspadores de domo alargados (figura 3)
y multiusos, entre otros (Porcayo, 2006a). Es importante mencionar
que una de las principales características de la industria lítica de los
grupos San Dieguito es que para cada forma de artefacto tenían arque-
tipos, lo que les permitía usarlos como modelo y asemejar la manufac-
tura cada vez que los elaboraban (Porcayo, 2007b). La innovación y
apego a nuevas formas de artefactos para un trabajo que ellos mismos
iban haciendo más complejo y especializado también es una de las
principales características de los San Dieguito.
A partir de lo anterior se deduce que en el sitio Ignacio Zaragoza se
manifiesta una alta especialización en las actividades de caza y proce-
samiento de animales y vegetales, evidenciada por la repetición siste-
mática en la elaboración, la variedad en las formas y el uso específico
de sus herramientas, que nos sugiere una manera de pensar o una con-
ducta que no se ve reflejada en las industrias líticas contemporáneas
costeras ni posteriores en la parte norte de la península de Baja Cali-
fornia. Esta especialización también nos sugiere que dicha conducta
surgió de “convenios” establecidos y aceptados por un grupo, en el
que cada individuo tenía que respetar o apegarse lo más posible a los
arquetipos, reproduciendo indirectamente, por medio de las herra-
mientas, su particular modo de producción y subsistencia.

Cerro Pinto
Este monumental sitio, que comprende cantera, taller y campamento,
se encuentra tierra adentro de la península, muy cerca de la estriba-
ción nororiental de la escarpada Sierra Juárez, cerca de la confluencia
de los arroyos secos Pinto y de Agua Grande (figura 4). En términos
generales, esta zona está cubierta por material eólico y áreas compac-
tas, las cuales han sido superimpuestas sobre terrazas con sedimen-

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

ARTEFACTOS SAN DIEGUITO DEL SITIO IGNACIO ZARAGOZA


MUNICIPIO DE ENSENADA-BAJA CALIFORNIA
Arqlgo. Antonio Porcayo Michelini-Centro inah Baja California
junio 2007

PUNTAS DE PROYECTIL CUCHILLOS

CUCHILLOS CON PUNTA REDONDEADA CUCHILLOS CON MÁRGENES REDONDEADOS

CUCHILLOS PERFORADORES ALARGADOS RASPADORES

PERCUTOR DE NÚCLEO

Los artefactos tienen una antigüedad de 9 000 años Dibujos de Marion Vomend Teuscher

Figura 2. Lítica del sitio Ignacio Zaragoza. Fuente: Antonio Porcayo con dibujos de
Marian Vomend Teuscher.

104
PoBlaMiento de la Península de Baja california

Figura 3. Raspador de domo encontrado en Ignacio


Zaragoza. Fuente: Antonio Porcayo.

tos lacustres y cubiertos por depósitos aluviales de conglomerados,


piedras areniscas y arcillas cienosas. Este paisaje forma el perímetro
norte de la cuenca de la laguna Macuata o Salada, localizada al mar-
gen occidental de la región del bajo delta del río Colorado y valle
Imperial.

Figura 4. Vista general del sitio Cerro Pinto. Foto: Antonio Porcayo.

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haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

Figura 5. Punta de proyectil


triangular encontrada en Cerro
Pinto. Fuente: Antonio Porcayo.

El sitio ha sido estudiado por Antonio Porcayo y William Ec-


khardt desde el año 2006 (Porcayo, 2007b, 2008; Eckhardt y Porca-
yo, 2008), quienes trabajaron hasta el momento tres temporadas de
campo consistentes en el registro de talleres líticos, zonas de extrac-
ción y círculos para dormir; además se ha hecho la recolección siste-
mática de materiales líticos de superficie manufacturados en la roca
semipreciosa conocida como ágata, la cual es abundante en el cerro.
La cronología de Cerro Pinto, en primera instancia, lo ubica con una
antigüedad de 11 000 a 8 000 años, por el tipo de herramientas líticas
ahí presentes (figura 5) y por su localización en medio del desierto
de Mexicali, que, al menos desde el Holoceno medio, hace alrededor de
7 000 años, se considera que dejó de ser un lugar adecuado para habi-
tar, pues está lejos de los actuales depósitos naturales de agua, y los que
se observan, en realidad, son cauces de ríos secos y arroyos fósiles,
que pertenecen seguramente a finales del Pleistoceno o principios del
Holoceno.
Los artefactos líticos de Cerro Pinto presentan características que
lo ubican dentro de la industria lítica San Dieguito (Porcayo, 2007c),
y es probable que en este sitio, al igual que otros del ahora desierto
de Mexicali y que su “hermano geológico gemelo”, ubicado en el va-
lle Imperial conocido como Rainbow Rock Quarry (Pignolo, 1995),

106
PoBlaMiento de la Península de Baja california

se experimentaran y diseñaran los arquetipos de artefactos que des-


pués serán repetidos sistemáticamente en los sitios San Dieguito pos-
teriores, como Zaragoza y Harris. Por esta razón, y por estar ubicado
en medio del ahora desierto, se ha sugerido, a manera de hipótesis,
que incluso es anterior al sitio Ignacio Zaragoza. Entre algunos de los
patrones interesantes exhibidos en los tipos de artefactos de piedra
tallados que son dignos de enumerar a este respecto tenemos que:
1) La materia prima se selecciona según a su forma y uso previstos.
2) Las herramientas bifaciales (cuchillos y puntas) encontradas
aquí no están completas: los presentes en el sitio son los elementos
quebrados o rechazados durante su manufactura.
3) Estos bifaciales son evidencia de una reducción sistemática: o
sea una serie continua que se desarrolla a través de etapas de produc-
ción sucesivas para lograr una forma completa.
4) Las formas de los artefactos monofaciales (raspadores, tajado-
res, lascas modificadas) son altamente variables: muchos aparecen
completos y asociados con los círculos para dormir, por lo que se de-
duce que su uso estuvo relacionado con cierta actividad en el cam-
pamento.
5) La técnica de manufactura de las herramientas es el tallado por
percusión directa con percutores duros para las primeras etapas de
producción. Mientras tanto, algunos cuchillos y raspadores bifaciales
y monofaciales de las últimas etapas fueron manufacturados por me-
dio de presión.
6) Por lo anterior, se deduce preliminarmente que existe el patrón
de la industria lítica San Dieguito (Porcayo, 2007c), aunque muy in-
cipiente o poco desarrollada, afirmación basada en la evidencia de la
técnica bien controlada de la percusión y presión en algunas lascas,
así como la preferencia para la selección de roca de grano fino, como
el ágata.

Sierra de San Francisco


En los últimos 25 años, las investigaciones realizadas en la Sierra
de San Francisco bajo la dirección de Baudelina García Uranga y a
partir de 1991 por María de la Luz Gutiérrez abarcaron numerosos

107
haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

temas. De ellos se destaca el registro de 624 sitios, incluyendo 183


sitios pictográficos y petroglíficos; además de fechamientos en algu-
nos sitios que comprenden tanto numerosas muestras derivadas de
las excavaciones, así como muestras de pinturas. Entre los resultados
importantes hay el hallazgo de dos puntas acanaladas tipo Clovis, el
descubrimiento de yacimientos de obsidiana y pigmentos, y el fecha-
miento de una muestra de carbón con resultado de 10 860 ± 90 a. P.,
cuya fecha calibrada en dos sigmas corresponde a 12 888 a 12 611 cal.
a. P., procedente de la Cueva Pintada (Gutiérrez y Hyland, 2002); así
como una muestra de pigmento de la pintura procedente del sito El
Palmarito, fechada como anterior a 9 000 años a. P. (Gutiérrez, 2008).
El hallazgo de fauna pleistocénica en el área de San Ignacio también
refuerza la presencia de asentamientos paleoindígenas en el interior
de la península.

asentaMientos con orientación MarítiMa


en la Península
En la costa se encuentra otro tipo de patrón de asentamiento, corres-
pondiente a la transición del Pleistoceno final-Holoceno temprano,
particularmente en la isla de Cedros y el Abrigo de los Escorpiones,
en la costa del océano Pacífico; así como en la isla Espíritu Santo, El
Pulguero y la Costa Baja, en el lado sur del golfo de California. Apro-
vechando la riqueza de los recursos marinos, los pobladores habitaron
en la parte alta de los cerros de baja altura, mesetas y cuevas o abrigos
rocosos de la zona costera. Al parecer, las islas de Cedros y Espíritu
Santo estaban conectadas con la península en este periodo temprano,
debido a que el nivel del mar era más bajo que en la actualidad. A
continuación, la descriptiva por sitios.

Abrigo de los Escorpiones


Las investigaciones arqueológicas realizadas entre 2000 y 2004 en el
Abrigo de los Escorpiones, localizado aproximadamente a 6 km al
sur de Eréndira, Baja California, revelan la presencia de ocupación
humana al menos desde el Holoceno temprano (Bryan y Gruhn,
2005). Aunque existe una fecha radiocarbónica de 10 120 ± 40 a. P.

108
PoBlaMiento de la Península de Baja california

con una fecha calibrada de 11 982 a 11 601 a. P., procedente de un


estrato de gravas, los investigadores no consideran que en esta fecha
había ocupación. Las evidencias consisten en lítica tallada, cantos
utilizados como piedras de molienda y percutores, así como restos de
moluscos y fauna de vertebrados, principalmente lobo marino, aun-
que hay algunos restos de peces, aves, focas, ballenas y artiodáctilos.
También se encontraron restos de animales pleistocénicos, como el
extinto antílope de cuatro cuernos y una muela de caballo antiguo.
La presencia de estos restos en el abrigo puede ser tanto natural como
resultado de la caza y el consumo. Aunque el análisis de fauna todavía
está en proceso, es evidente que es un asentamiento con una orienta-
ción marítima desde el Holoceno temprano.

Isla de Cedros
Las dataciones de radiocarbono obtenidas en las investigaciones ar-
queológicas realizadas en la isla de Cedros desde 2000 por Matthew
des Lauriers (2005) revelan la presencia de ocupación humana desde
10 745 ± 25 a. P. con una fecha calibrada de 12 731 a 12 569 a. P. Las
evidencias de los sitios costeros excavados consisten en restos de mo-
luscos y restos óseos de fauna (tanto marina: pez, tortuga marina, lobo
marino y foca fina; como terrestre: conejo); además de lítica tallada,
como puntas de proyectil, cuchillo y raspador, característica de la pre-
sencia de paleocosteros. También se registra el hallazgo de dos puntas
Clovis en la superficie de dos sitios; sin embargo, Des Lauriers opina
que estas puntas no tienen contexto de paleoindígena, considerando
los patrones observables de asentamiento, tecnología y subsistencia.
Como explicación alterna, existe la posibilidad de considerar una mi-
gración paleoindígena, ya que, al parecer, la isla estuvo conectada
con la península en el Pleistoceno final.

Isla Espíritu Santo


Las investigaciones arqueológicas realizadas en la isla Espíritu Santo
entre 1994 y 2007 por Harumi Fujita (1995, 1998, 2008) revelan la
presencia de ocupación humana en forma continua desde el Pleisto-
ceno final hasta el siglo xviii (figura 6).

109
haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

Isla la Partida

Isla Espíritu Santo

J69E
J69 B, F, G J69D
J65
J94A
J57

J30

Figura 6. Sitios J17 Covacha J18


arqueológicos con evidencia Babisuri
de ocupación anterior
a 8 000 años a. P. en la isla
Espíritu Santo.
Fuente: Harumi Fujita.

Los sitios más antiguos se localizan en el abrigo rocoso conocido


como J-17 Covacha Babisuri (figura 7), situado en el lado suroeste de
la isla, y el sitio J-69E sobre la mesa La Ballena 3 (figura 8), en la parte
central y el lado occidental de esta isla.
Las evidencias tempranas de la Covacha Babisuri muestran la sub-
sistencia orientada a la recolección de moluscos y erizos complementa-
da por pesca, captura y caza de animales marinos (tortuga marina, lobo
marino, cetáceos) y terrestres (venado, conejo, liebre, ratón y aves),
así como recolección de plantas (Guía, 2008; Noah, 2002; Porcasi,
2002 y 2004). La fecha de radiocarbono de la muestra de caracol Turbo
fluctuosus encontrada sobre la roca madre y resultado de consumo es
de 10 970 ± 60 a. P. con una fecha calibrada entre 11 930 y 11 230 cal.
a. P. (Beta-236259). Esta orientación marítima en la etapa temprana
se conoce en las islas Channel de California como “periodo Paleocos-
tero” (Erlandson et al., 2007: 57). En Baja California, hasta el mo-

110
PoBlaMiento de la Península de Baja california

Figura 7. Vista general del alrededor de la Covacha Babisuri. Foto: Harumi Fujita.

Figura 8. Vista general de J69E La Ballena 3. Foto: Loren Davis y Harumi Fujita.

111
haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

Figura 9. Concha antigua y lítica de la capa inferior de la Covacha Babisuri. Foto:


Harumi Fujita.

mento esta tradición se conoce en la isla de Cedros, en la isla Espíritu


Santo y, recientemente, en El Pulguero (Fujita, 2009a). La industria
lítica en la Covacha Babisuri comprende tanto lítica tallada (puntas
de proyectil con predominancia de tipo foliácea, raspadores, raederas y
lascas con retoques y huella de uso) como lítica pulida (pulidores, per-
foradores y piedras pulidas), además de piedras de molienda (metates,
manos y mano/percutores), principalmente de basalto y riolita. Un
hallazgo muy particular en la etapa temprana en este sitio es el de con-
chas cuyas dataciones radiocarbónicas en 20 muestras se ubican entre
35 550 y más de 47 500 años a. P. Al parecer, éstas fueron utilizadas
como herramientas para curtido de piel, extracción de fibras de agave
y descamación de peces, además de algunas conchas grandes aprove-
chadas como recipientes (figura 9). También de este periodo temprano
se encuentran evidencias del uso de coral como pulidor y perforador,
así como la elaboración y el uso de anzuelos de concha de madreperla,
material que también se usó para manufacturar ornamentos, al igual
que el caracol (Olivella sp.) y también de perla (figura 10).

112
PoBlaMiento de la Península de Baja california

Figura 10. Proceso de excavación en la Covacha Babisuri en 2005.


Foto: Eduardo Pérez Zamora y Harumi Fujita.

En el campamento al aire libre del J-69E La Ballena 3 hay disper-


sión de lítica tallada, metates y restos de moluscos. Entre estos ma-
teriales se encontraron unas puntas de proyectil en forma de hoja.
También se hallaron algunos restos óseos humanos. Una muestra de
concha fue fechada en 11 284 ± 121 a. P. con una fecha calibrada
de 12 763 a 12 171 a. P. (inah-1770). Sin embargo, otros fechamien-
tos de varias muestras de concha colectadas en superficie varían entre
11 284 ± 121 y 6 610 ± 75 a. P. con una fecha calibrada de 7 027 a
6 632 a. P. (inah-2291), lo que sugiere que en un periodo de cerca de
5 000 años hubo varias ocupaciones temporales (Fujita, 2009b). Lo-
ren Davis también excavó este campamento habitacional entre 2004
y 2006, y se está a la espera de conocer sus resultados.
La primera ocupación en la cueva (J-65 El Gallo II-2) al fondo
noreste de la bahía El Gallo II se calcula entre 10 000 y 9 000 a. P. Los
asentamientos continuaron durante este periodo sobre la meseta de
El Gallo III y La Ballena 3 (J-94A, J-69 F y G). En dichos sitios, la

113
haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

evidencia consiste en restos, tanto dispersos como en concentracio-


nes, de diversos materiales: moluscos de fácil recolección, desechos y
herramientas líticas talladas; además de piedras de molienda, como
metates y manos o mano/percutores. Además, en la cueva J-65 se
encontraron varias representaciones pictográficas abstractas cuya an-
tigüedad es desconocida.
Entre los 9 000 y 8 000 a. P. se incrementaron los asentamientos en
otras cuevas, como J-18 La Dispensa I-2, J-30 San Gabriel 10 y J-57
El Gallo I-8; además de que continuaron los asentamientos sobre me-
seta (J-69 La Ballena 3 B, D y E). En la Covacha Babisuri, la eviden-
cia más temprana de pesca fue comprobada por fechamiento de una
vértebra, que corresponde a este periodo, así como de una preforma
de ornamento o anzuelo de madreperla fechada para este momento.
Además, hay evidencias de aprovechamiento de fauna marina, como
tortuga marina, lobo marino, tiburón y delfín; así como de mamífero
terrestre, entre los que predominan liebre y ratón (Fujita, 2008; Guía,
2008).

El Pulguero
El sitio A-16 El Pulguero Suroeste se localiza a aproximadamente 25
km al noreste de la ciudad de La Paz, al oeste de la playa de Tecolote,
frente a la isla Espíritu Santo, Baja California Sur, y es un área inmen-
sa donde se encuentran canteras y talleres líticos de riolita con una
superficie aproximada de 1.2 km2 (figura 11). Una porción de este
sitio fue previamente identificada y trabajada en la década de 1980
(García-Uranga y Mora, 1981) y el registro casi total del sitio se com-
pletó en 1997 (Fujita, 1998; Fujita y Poyatos, 2007).
En 2008 se llevó a cabo el salvamento arqueológico en la parte
oeste de este sitio con el fin de registrar la mayoría de las canteras y los
talleres líticos de riolita, así como la recolección general de las herra-
mientas, principalmente las preformas de bifacial grande de riolita. En
forma paralela, se realizó la prospección del terreno privado de aproxi-
madamente 95 ha, planeado para un campo de golf y la construcción
de residencias para identificar y registrar los sitios arqueológicos. Una
serie de investigaciones y resultados de fechamiento de algunas mues-

114
PoBlaMiento de la Península de Baja california

Figura 11. Vista general del sitio Al6 El Pulguero Suroeste. Foto: Harumi Fujita.

tras reveló que las evidencias de las actividades intensivas de produc-


ción de bifaciales grandes del periodo tardío cubren las evidencias de
campamentos habitacionales del periodo temprano en la parte alta
de cerros. Las tres muestras de concha recolectadas de la parte alta del
cerro fueron fechadas en 9 470 ± 60 a. P. con fecha calibrada de 9 880
a 9 460 a. P. (Beta-251150), 9 330 ± 60 a. P. con fecha calibrada de
9 620 a 9 310 a. P. (Beta-251151) y 9 000 ± 60 a. P. con fecha calibrada
de 9 320 a 8 930 a. P. (Beta-251153); además de que otra muestra de
concha, procedente de un cerro cercano y con una menor altitud, fue
fechada en 8 450 ± 50 a. P. con fecha calibrada de 8 520 a 8 300 a. P.
(Beta-251152). En estos lugares se encontraron restos de moluscos,
desechos e instrumentos líticos tallados y piedras de molienda. Es ló-
gico pensar que existen similitudes, tanto en el material como en el
patrón de asentamiento, entre los sitios de la isla Espíritu Santo y los
sitios tempranos en El Pulguero, ya que, hasta aproximadamente 8 000
años a. P., la isla Espíritu Santo estaba conectada con la península,
precisamente con el área de El Pulguero y Tecolote (Fujita, 2009a).

115
haruMi fujita y antonio Porcayo Michelini

Costa Baja
Tres cuevas localizadas en el desarrollo turístico “Costa Baja” aproxi-
madamente a 6 km al noreste de La Paz, registrados en 2000 (Fujita,
2003), fueron excavadas en 2005 durante el rescate arqueológico. En
dos de ellas, catalogadas como A-110 Cañada de Caimancito 2 y A-111
Cañada de Caimancito 3, se obtuvieron fechas de muestras de concha
anteriores a 8 000 años a. P., tomadas del nivel inferior y medio de la
excavación.
En el caso del sitio A-110, la muestra de concha datada proviene
del último nivel de la primera capa, por lo que es evidente que en la
capa II existió una ocupación más temprana, cuya evidencia se basa
exclusivamente en la lítica tallada (lascas, núcleos y un raspador); es
de notarse la ausencia de restos de moluscos y piedras de molienda.
Por su parte, en el sitio A-111 la muestra de concha fechada pro-
viene del último nivel de la unidad de excavación y las evidencias
del periodo temprano consisten en restos de moluscos y lítica, tanto
tallada como piedras de molienda (Carlos Mandujano y Sandra Eli-
zalde, comunicación personal, 2005). Estas dos cuevas fueron ocupa-
das en forma continua hasta la época de contacto, de acuerdo con los
resultados de fechamiento de varias muestras.
En los sitios de Baja California hasta ahora estudiados no se han
encontrado entierros o restos óseos humanos correspondientes a este
periodo temprano que nos puedan informar sobre cómo eran estas
poblaciones y sus rituales funerarios.

conclusiones
Las investigaciones arqueológicas realizadas hasta el momento en
la península de Baja California son menos numerosas que en otras
áreas, tanto de Mesoamérica como de California. Sin embargo, a par-
tir del año 2000 se han incrementado los trabajos arqueológicos en
el área, por lo que se han visto avances en los estudios destinados
a determinar la antigüedad de la primera ocupación y las rutas de
poblamiento, en la estimación de patrones de subsistencia y en la
diversificación de los análisis de artefactos usados por los primeros
pobladores de la península, tanto los de origen lítico como orgáni-

116
PoBlaMiento de la Península de Baja california

co, de concha, hueso y coral. En forma ocasional, se han efectuado


estudios de adn y también de paleodietas por medio de análisis bio-
químicos.
Se ha revelado en tres sitios, tanto de la zona costera (isla de Ce-
dros e isla Espíritu Santo) como de la parte interior (Sierra de San
Francisco), que la prehistoria de Baja California inició hace alrededor
de 11 000 años, comprobados por las excavaciones estratigráficas y
los fechamientos de radiocarbono. En ellos hubo presencia contem-
poránea tanto de las tradiciones paleoindígenas como paleocosteras,
lo que sugiere que el poblamiento se efectuó tanto por la ruta costera
como por la terrestre. Por otra parte, se considera que los sitios Igna-
cio Zaragoza y Cerro Pinto corresponden al Holoceno temprano por
la industria lítica conocida como San Dieguito, que proviene princi-
palmente de California. Los indígenas del periodo temprano tenían
dominio de la naturaleza del mar y la tierra de la peculiar península,
larga y estrecha, y la aprovechaban de acuerdo con las estaciones del
año. Su modo de vida era nómada y seminómada.

agradeciMientos
Queremos agradecer a la arqueóloga Julia Bendímez Patterson por su
apoyo a los proyectos arqueológicos de Baja California. Harumi Fujita
quiere agradecer al ingeniero Joaquín García-Bárcena y al arqueólogo
Jesús Mora Echeverría por su interés y apoyo académico para llevar
a cabo el proyecto “El poblamiento de América visto desde la isla
Espíritu Santo, B. C. S.”. Queremos dar el reconocimiento a Karen
Calvario Zavala y a Omar López Hernández por realizar el mapa de
la península.

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