En medio del pulso político entre el discurso del cambio
propuesto por el gobierno y sectores de oposición para quienes, contra toda evidencia, Colombia va camino a ser una “dictadura comunista”, mucha gente parece haber olvidado el país que recibió Petro hace un año. Esta suerte de amnesia política obedece a que influyentes medios de comunicación parecen haber sustituido a los jueces, al tiempo que definen caprichosamente, con qué escandalo tapan otro escándalo. Y mientras el proceder del Fiscal Barbosa y de la Procuradora Cabello, despiertan serios interrogantes, la pugnacidad y la manipulación imperantes, dificultan un balance sereno del gobierno Petro. Sin el ánimo de ser exhaustivo, dentro de lo positivo de este gobierno está una reforma tributaria que priorizó la equidad social; un manejo responsable de la economía que atrajo inversiones, valorizó el peso, está bajando el desempleo y la inflación. Un Plan de Desarrollo que, ante los desafíos de la actual crisis climática, puso la protección del agua como principio orientador de la inversión pública y del ordenamiento de los territorios. Unas FFAA que de protagonizar operaciones cuestionables como los bombardeos a menores en Caquetá, Guaviare o Chocó pasaron a trabajar con los indígenas del Amazonas para rescatar a los niños Mucutuy. En materia de paz este gobierno trabaja en la implementación del Acuerdo de Paz de 2016 y ha logrado un cese al fuego bilateral con el ELN, algo que fue esquivo a los 7 presidentes que en los últimos 30 años negociaron con esa guerrilla. En política exterior el gobierno tiene una relación equilibrada con Estados Unidos; normalizó las relaciones con Venezuela y está jugando un papel pragmático para desempantanar el dialogo entre Maduro y la oposición. Colombia recibió la presidencia de la CELAC y con propuestas que defienden la descarbonización de la economía y la preservación de la selva amazónica, ha sido protagonista en la 77 Asamblea General de la ONU; la COP27 en Egipto y la reciente Cumbre UE-CELAC. Si bien este gobierno debe mostrar resultados en materia de seguridad para revertir el deterioro que viene desde el segundo gobierno Santos y que se agravó con Duque, es claro que las turbulencias políticas que hoy enfrenta no son el resultado de haber incumplido sus promesas de cambio, sino de su compromiso con unas reformas cuyo injustificado aplazamiento, solo atiza la hoguera de nuestras violencias.