Está en la página 1de 179

MECÁNICA

CUÁNTICA
CONCEPTUAL
Propagación de Feynman
y cuantización semiclásica
Bernardo Adeva Andany

Copyright c 2022 Bernardo Adeva. Todos los derechos reservados.


Contacto: bernardo.adeva@usc.es

Se acredita el software The Legrand Orange Book de Mathias Legrand:


https://www.latextemplates.com/template/the-legrand-orange-book.
Diseño portada Fausto Isorna: https://editorialgalaxia.gal/autor/fausto-isorna/.
Fotografía del Indice (Biblioteca Oberlausitzische de Görlitz, Alemania)
cortesía de: https://imgur.com/gallery/BcsTm.
Fotografía del Capítulo 1 (rio Uvac, Serbia) con licencia de:
Alberto Layo/shutterstock.com.
Fotografía del Capítulo 15 cortesía de:
http://creativity103.com/collections/Vortex/slides/helterskelter-light.jpg.
Fotografía del Capítulo 16 cortesía de:
http://creativity103.com/collections/Vortex/thumbs/glowing-loops.jpg.
Introducción

El material que se presenta en este libro es una introducción breve,


si bien matemáticamente precisa, a la Mecánica Cuántica. Se dirige a
estudiantes, lectores en general, o profesores, con cierta base en el Cálculo,
la mecánica clásica y las ondas, y conocedores de los números complejos.
Particularmente a alumnos que cursen una asignatura de Física Cuántica,
en cualquier programa universitario, ya sea en Ciencias o Ingeniería.
Una motivación principal del libro es buscar brevedad y concisión,
intentando lograr en menos de 150 páginas efectivas, con 39 figuras, una
inmersión completa en esta disciplina que cubra sus aspectos esenciales y
metodología. Con este fin, se proporciona un marco general que permite
luego abordar problemas de una amplia diversidad.
La introducción inicial a la Mecánica Cuántica se realiza utilizando la
cuantización semiclásica, con la mecánica clásica de Newton y la relatividad
como puntos de referencia. Se hace hincapié, no solo en las radicales
diferencias conceptuales que estas tienen respecto a la Mecánica Cuántica,
sino también en la transición suave que muestran hacia ella. Se busca evitar
una doble exposición de la Mecánica Cuántica, en la cuál la fenomenología
de la constante de Planck quedaría desligada del resto, que constituiría una
versión distinta, y más rigurosa
Se utiliza la propagación de Feynman como base axiomática de la
Mecánica Cuántica, por su incomparable fuerza conceptual, completada
con las ideas generalmente admitidas sobre el problema de la medida.
Desde el punto de vista docente, llegan hasta nueve las formulaciones
equivalentes de los principios de la Mecánica Cuántica que han sido
discutidas en la literatura 1 . Concedemos aquí especial protagonismo,
además de la antedicha formulación de Feynman, a la más tradicional
de la función de ondas y la ecuación de Schrödinger, acompañándolas de
una formulación del espacio fásico discretizado. No tratamos, siendo quizá
la más profunda, la formulación de la matriz densidad de Von Neumann y
Landau, por considerarla tal vez apropiada para un segundo curso, algo más
desarrollado.
Este programa se ha llevado a cabo durante los últimos años en la
Universidad de Santiago de Compostela, dentro del programa de Grado
en Física, e incluye una introducción al momento angular y al espín del
electrón, conducente a la idea de sistemas fermiónicos y bosónicos. Se
aborda también la resolución analítica de una serie de casos normalizados
de la ecuación de Schrödinger, incluyendo el efecto túnel y una introducción
a la entropía de los sistemas estadísticos.
Quisiera expresar mi agradecimiento a Dolores Cortina Gil, Xabier
Cid Vidal, Diego González Díaz, Beatriz Fernández Domínguez, Manuel
Feijoo Rodríguez, Daniel Fernández Fernández, Pablo Baladrón Rodríguez,
Gabriel García Jiménez y Ramón Ruíz Fernández, por compartir conmigo
la gratificante tarea de la docencia y del desarrollo de la colección de
problemas de este curso, en interacción con los estudiantes de Santiago de
Compostela.
Y mi especial gratitud también para Juan José Gómez Cadenas, por sus
elogiosos comentarios a la primera edición del libro, que es extensiva a
Marcos Seco Miguélez, por sus valiosas aportaciones técnicas, a Luciano
Sánchez Aramburu por sus atinadas correcciones, y a Estrella Contreras
Lamas, por su apoyo. Sin olvidar a todos los estudiantes de Física de
Santiago, como David Castaño Bandín y Miguel Recuna Aranda, que con
su atención infatigable han contribuido a depurar las explicaciones y liberar
de erratas el texto.
Santiago de Compostela, 24 de Mayo de 2022.

1 véase la excelente revisión realizada en el artículo “Nine formulations of quantum mechanics” de D. F.


Styler et al., https://aapt.scitation.org/doi/10.1119/1.1445404.
Índice general

1 EL PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

2 LA CONSTANTE DE PLANCK . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
2.1 La observación en intervalos de tiempo muy cortos 13
2.2 El movimiento periódico 15
2.3 El tamaño de los átomos y el radio de Bohr 16
2.4 El oscilador armónico 1D 20
2.5 La densidad de niveles de energía 21
2.6 El movimiento ondulatorio 24

3 LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
3.1 Propagación exacta sobre un tiempo finito 35

4 LA VELOCIDAD INSTANTÁNEA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

5 LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

6 LA FUNCIÓN DE ONDAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

7 ONDA DE DE BROGLIE Y TRANSFORMADA DE FOURIER . 47


8 VALORES MEDIOS E INDETERMINACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

9 EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

10 EXTENSIÓN A TRES DIMENSIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59

11 AUTOESTADOS Y VALORES MEDIBLES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

12 LOS ESTADOS ESTACIONARIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

13 LA FÓRMULA DE BOHR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

14 LA MECÁNICA CUÁNTICA EN EL MARCO RELATIVISTA . . 77

15 EL MOMENTO ANGULAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

16 LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR . . . . . . . . . . 86

17 LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER RADIAL . . . . . . . . . . . . . . . 98

18 EL MAGNETÓN DE BOHR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106

19 LOS ESTADOS DE POLARIZACIÓN LINEAL . . . . . . . . . . . . . . . 110

20 EL ÁTOMO DE HIDRÓGENO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

21 EL ESPÍN DEL ELECTRÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122

22 EL PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE PAULI . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130

23 LA PARTÍCULA ENCERRADA EN UN CUBO . . . . . . . . . . . . . . . 137


24 EL SALTO DE POTENCIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
25 LA BARRERA DE POTENCIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
26 EL EFECTO TÚNEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
27 EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
1. EL PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

Consideremos un cuerpo que se mueve en una dimensión, sometido a un


cierto potencial U(x,t). Por ejemplo, una manzana que cae desde la rama de
un árbol al suelo, con movimiento uniformemente acelerado. Siendo x(t) la
altura a la que se encuentra sobre el suelo, su energía cinética es T = 12 mẋ2 y
su energía potencial es U(x) = mgx. La Lagrangiana es L = T −U. Si parte
del reposo con una altura inicial x1 , el movimiento puede representarse
como una trayectoria en el plano (x,t), que como sabemos, corresponde a
la parábola x = x1 − 12 gt 2 .
Esta trayectoria es la única que verifica la segunda ley de Newton

∂U
− = mẍ (1.1)
∂x

o equivalentemente, la única solución que, con las condiciones iniciales


que se han especificado, cumple la ecuación de Lagrange dtd ( ∂∂ Lẋ ) − ∂∂ Lx = 0.
La integral de acción se define para cualquier trayectoria x(t) como:
Z t2 Z t2
1
S= L(x(t), ẋ(t),t)dt = ( mẋ2 (t) − mgx(t))dt (1.2)
t1 t1 2

donde (t1 ,t2 ) representa el intervalo de tiempo sobre el cual deseamos


definir dicha acción (por ejemplo, desde el instante en que se separa la
manzana hasta que toca el suelo).
8 Capítulo 1. EL PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

Es claro que la acción tiene dimensión de energía × tiempo, ya que


L = T −U es una diferencia de energías, que se multiplica por un intervalo
de tiempo. En el Sistema Internacional de unidades se mide en J · s (Julios
× segundo).
Es sabido desde el siglo XVIII que la segunda ley de Newton se deduce
de un principio variacional, el principio de Mínima Acción, que consiste
en exigir que la integral de acción S tenga un valor extremal 1 sobre la
trayectoria real x(t)2 .
En efecto, cualquier otra función diferenciable x(t) distinta de la parábola
x = x1 − 12 gt 2 producirá un valor de la integral (1.2) mayor que:
1
S = ∆t (−mgx1 + mg2 (∆t)2 )
3
y sugerimos comprobar que efectivamente este es el valor que toma la
integral de acción para la parábola anterior, con t1 = 0 y t2 = ∆t.
El método general para deducir la ecuación de Newton a partir del
principio de mínima acción, realizando la variación infinitesimal de una
trayectoria finita y exigiendo que esta sea nula, es bien conocido en la
Mecánica 3 , y conduce a las ecuaciones de Euler-Lagrange como paso previo.
Veamos que puede llegarse a idéntica conclusión de forma más directa,
analizando el movimiento durante un intervalo de tiempo infinitesimal
∆t = t2 − t1 . Supongamos que la masa m se mueve desde (x1 ,t1 ) hasta
(x2 ,t2 ) en un intervalo de tiempo ∆t muy pequeño, sometida al potencial
U(x,t). Consideremos la posición x que ocupa en el instante de tiempo
central t = (t1 + t2 )/2, tal como se indica en la Figura 1.1.
Vamos a demostrar que el único punto intermedio x permitido por el
principio de mínima acción, es precisamente el que verifica la segunda ley
de Newton − ∂U ∂ x = mẍ. En efecto, podemos calcular, separadamente, las
velocidades promedio v1 y v2 que tiene el móvil en la primera mitad (t1 ,t)
y en la segunda mitad (t,t2 ) del intervalo, respectivamente.
Su aceleración en el instante t vendrá dada por:
v2 − v1
ẍ =
∆t/2
1 puede demostrarse que, para cualquier potencial, la integral de acción tiene un mínimo para trayectorias
suficientemente cortas en el tiempo. En el caso más general, tiene un mínimo o un punto silla. La acción
nunca puede ser máxima sobre la trayectoria real.
2 adoptamos aquí la formulación de Hamilton del principio de Mínima Acción.
3 véase, por ejemplo “Mecánica” de Landau-Lifshitz, Ed. Reverté (2005), Vol.1, pag.2.
9

Hx 2,t2L
t2

t1
Hx 1,t1L

x1 x x2

Figura 1.1: Movimiento en el plano (x,t) según distintas trayectorias: la de mínima acción
(verde) y otras fuera de la Mecánica Clásica (rojo)

y la ley de Newton puede expresarse como:


 
m x2 − x x − x1 ∂U
− + =0 (1.3)
(∆t/2) (∆t/2) (∆t/2) ∂x

Por otro lado, también podemos calcular la acción S en el intervalo ∆t


como una suma de dos términos :
Z t2 Z t2
∆t ∆t
S= Ldt = (T −U)dt = L̄1 + L̄2
t1 t1 2 2

(x − x1 )2 (x2 − x)2
   
∆t x1 + x ∆t x + x2
= m −U( ) + m −U( ) (1.4)
2 2(∆t/2)2 2 2 2(∆t/2)2 2
Donde U((x1 + x)/2) representa el potencial promedio en la primera
mitad (análogamente U((x + x2 )/2)). Evidentemente la acción no tomará
igual valor para cada punto intermedio x que la partícula pueda ocupar en el
instante t = (t1 + t2 )/2. Pues bien, el principio de mínima acción dice que
el único punto x posible es aquél que hace mínimo (extremal) el valor de S
y cumple por tanto ∂∂ Sx = 0. Es fácil comprobar, derivando la expresión (1.4)
respecto a x, que se obtiene exactamente la fórmula (1.3), que equivale a
(1.1).
10 Capítulo 1. EL PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

Debe quedar claro que, en el proceso variacional antes considerado, los


puntos extremos de la trayectoria (x1 ,t1 ) y (x2 ,t2 ) permanecen fijos. En un
∂L
campo constante en el tiempo ( ∂U ∂t = ∂t = 0), la energía total E = T +U es
una constante del movimiento. Si tenemos varias dimensiones espaciales, un
punto dado r2 del espacio en 3D (r2 ,t2 ) puede ser alcanzado desde el punto
inicial (r1 ,t1 ) a través de más de una trayectoria (todas con S extremal).
Tiene interés calcular en 1D la integral de acción siguiendo los puntos
de la trayectoria clásica (x(t),t) que, partiendo del punto (x1 ,t1 ), tiene una
energía E determinada 4 :
Z t2 Z t2 Z x2
∂S ∂S
Z
S= dS = L(t)dt = ( dt + dx) = −E · (t2 − t1 ) + p(x)dx
t1 t1 ∂t ∂x x1
(1.5)
La cantidad:
Z x2
S0 ≡ p(x)dx = S + E · (t2 − t1 ) (1.6)
x1

es conocida en la literatura como integral de acción reducida, o


característica. Tiene la propiedad de permanecer invariante bajo cualquier
redefinición del cero de la energía potencial U(x) → U(x) +C, debido a la
presencia del término de signo opuesto en L = T − U, y de ser por tanto
medible en el laboratorio. Nótese que es además una magnitud definida
positiva, ya que p(x) y dx tienen siempre igual signo. Juega un papel clave
en el movimiento de los cuerpos y de las ondas, y tiene en la naturaleza un
carácter intrínsecamente oscilatorio que estudiaremos a continuación.
Cabe destacar que S0 toma valores distintos dependiendo de la velocidad
del observador, contrariamente a S, que es un invariante relativista.

4S(x1 ,t1 ; x,t) construye una función en el plano (x,t) que se llama función principal de Hamilton, y que
verifica ∂∂tS = −E y ∂∂ Sx = p, siendo p el momento en el punto (x,t).
2. LA CONSTANTE DE PLANCK

Hemos dicho que la acción reducida S0 es una cantidad medible,


y debemos considerar la posibilidad de realizar medidas de ella en el
laboratorio, en unidades J · s. Para ello sería necesario determinar la energía
cinética y la posición del cuerpo en sucesivos instantes de tiempo, buscando
causar la mínima perturbación de la trayectoria. Las leyes de la Mecánica
convencional no señalan ningún impedimento para llevar a cabo una
medición tan precisa como queramos, estando únicamente limitados por la
propia precisión de nuestros aparatos de medida.
La realidad física nos depara no obstante una sorpresa. Se conoce
desde hace más de un siglo que la acción reducida es una cantidad no nula
y discretizada, que solo puede tomar valores que sean múltiplos enteros
positivos de una constante universal, la constante de Planck, que en el
día de hoy es conocida con 9 dígitos de precisión, y cuyo valor numérico
se aproxima a h = 6.626 × 10−34 Js. Este valor es exactamente el mismo
cualquiera que sea el tipo de energía que esté representada por el potencial
U(x,t), que puede ser electromagnética, nuclear, electrodébil o gravitatoria,
y afecta por igual al movimiento de los cuerpos de masa m y al de las ondas.
La continuidad del espacio y del tiempo a muy pequeña escala es un
tema abierto en física, para el que no tenemos una respuesta establecida.
Se desconoce cómo abordar su posible discontinuidad. Sin embargo existe
una discontinuidad bien establecida en el proceso observacional a pequeña
escala, que afecta inequívocamente a la acción reducida. Sus repercusiones
en todas las ramas de la física, y del conocimento en general, son enormes y
vamos a hacer una primera discusión de las más importantes en los apartados
siguientes.
12 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

Tomar la discontinuidad de la acción reducida como un postulado


adicional de la física, sin ninguna otra idea adicional, no sería suficiente para
crear una nueva Mecánica consistente y predictiva. Simplemente reflejaría
la realidad. Como veremos enseguida, tal hipótesis es incompatible con la
existencia de trayectorias diferenciables, con lo cual pierden su fundamento
las propias leyes de la mecánica convencional. El problema de crear una
nueva Mecánica consistente lo resolveremos en el Capítulo 3. Un enunciado
fenomenológico del hecho anterior, formulado en los limitados términos de
la Mecánica Clásica, sería el siguiente:
Principio de cuantificación de la acción: Para cualquier observación
física de un cuerpo o sistema de ellos, sometidos a un campo de fuerzas,
o de una onda sujeta al principio de mínima acción, ambos durante un
tiempo ∆t, la acción reducida S0 , extendida al intervalo ∆t, sólo puede
tomar valores que sean múltiplos enteros de la constante de Planck. La
cuantificación tiene lugar en la forma S0 = (n + α)h, donde n = 1, 2, . . . ∞,
y α > −1 es una constante real específica para cada problema.
Este principio se aplica universalmente a sistemas con número arbitrario
N de grados de libertad, tanto relativistas como no relativistas. Es válido
tanto para sistemas integrables, donde existen, aparte de la energía total,
N − 1 constantes del movimiento, como para sistemas totalmente caóticos,
donde solo la energía es conservada. Una revisión moderna del mismo nos
revela que es una excelente aproximación, si bien no totalmente exacta.
Como veremos con la teoría de Feynman, la no exactitud completa es
consecuencia de que al movimiento no contribuye únicamente la trayectoria
clásica, sino todas las trayectorias posibles.
Como expresión aproximada, deduciremos fácilmente este principio de
la formulación de Feynman de la Mecánica Cuántica, en el Capítulo 12. La
constante α se relaciona con propiedades de focalización de las trayectorias
clásicas en movimiento periódico, y admite de hecho una interpretación
inequívoca en la Mecánica Clásica. No vamos a profundizar aquí en ello 1 ,
sino a centrarnos en el desarrollo de la nueva Mecánica.

1
la constante α tiene especial sentido para los sistemas integrables, y es aditiva para cada uno de los
circuitos cerrados irreducibles i que se producen alrededor de los toros invariantes en el espacio fásico
que caracterizan el movimiento en este tipo de sistemas. Toma el valor αi = Mi /4 en cada uno de ellos, si
hacemos n = 0, 1, . . . ∞, siendo Mi un número entero positivo llamado índice de Maslov.
2.1 La observación en intervalos de tiempo muy cortos 13

Algunos comentarios adicionales sobre este principio de cuantificación:


• dado que las trayectorias diferenciables no representan verdaderamente
el movimiento real, resulta difícil verificar su validez de manera
directa. Si intentamos realizar una medida de S0 , nos encontramos con
que la precisión requerida para probar la validez del principio (mejor
que h) no puede ser alcanzada en la práctica, como veremos en el
Capítulo 9, y el sistema se ve necesariamente perturbado.
• una forma de verificar dicho principio, en el movimiento periódico, es
medir las energías acordes con la secuencia n = 1, 2, . . . ∞, renunciando
a intentar observar la trayectoria simultáneamente. Resulta que, en este
caso, las energías sí pueden ser medidas con precisión esencialmente
ilimitada. Con independencia de ello, es siempre posible medir la
energía y el tiempo de avance de un móvil, en cualquier tipo de
movimiento. Basta para ello procesar las señales emitidas por este, con
la ayuda de relojes de una precisión determinada.
• las trayectorias donde se cumple la regla de cuantificación de S0 ,
en el movimiento periódico, se suponen diferenciables, y deben ser
entendidas como las más próximas al movimiento real que pueden ser
formuladas en los términos de la Mecánica Clásica.
Dado el pequeño valor en J · s que toma en la naturaleza la constante
2
h , es claro que el dominio de la física queda dividido en dos sectores,
con una transición continua entre ambos: cuando su valor no nulo resulta
imperceptible, y cuando sus efectos se hacen notar con claridad. El primero
se produce cuando, una vez evaluada la acción reducida S0 en el problema
a tratar, resulta ser S0  h. Lo llamaremos límite clásico, y en él
esperamos plena validez de las leyes convencionales de la Mecánica. El
segundo ocurre cuando S0 ' h, y se conoce con el nombre de límite
cuántico, que vamos a tratar en lo que sigue.

2.1 La observación en intervalos de tiempo muy cortos


Observemos un cuerpo de energía cinética T = mv2 /2 durante un tiempo
2∆t (siendo ∆t la precisión aproximada de su localización en el tiempo).
El carácter discreto de la acción reducida S0 = nh (n = 1, 2 · · · ∞) hace que
la mera observación produzca un aumento de su energía cinética ∆T ≥ 0,
siempre que ∆t sea suficientemente corto.
2 tanto el Julio como el segundo son unidades ligadas a nuestra escala de observación humana y evolutiva.
14 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

En efecto: S0 = 2(T + ∆T )2∆t = nh ≥ h. Si ∆t  h/(4T ) resulta posible


despreciar el primer término, y se cumple entonces 3 :
h1
∆T ≥ T
4 ∆t
luego la energía cinética se hace infinitamente alta para ∆t → 0. A este
fenómeno de obtener ∆T 6= 0 se le llama fluctuación cuántica 4 .
Vemos que el tiempo crítico para que las fluctuaciones cuánticas empiecen
a ser significativas (en el movimiento libre E = T ), es:
h
∆t . (2.1)
E
Recomendamos comprobar que el tiempo de observación para una
pelota de tenis de 100g con velocidad 50 Km/h sería ∆t ∼ 6.9 × 10−35 s,
inferior por muchos órdenes de magnitud al tiempo de exposición de
cualquier cámara fotográfica (∆t ≥ 1ms), e incluso de cualquier dispositivo
electrónico basado en células fotosensibles (∆t ≥ 1ns). No obstante, si
fuesemos capaces de “fotografiar” el movimiento durante un tiempo de
10−35 s, indudablemente observaríamos fluctuaciones, y podríamos ver que
su movimiento tiene lugar en “zig-zag” en esa escala.
Es decir, la localización en el tiempo ∆t de un cuerpo en el laboratorio
implica un aumento de energía cinética de aproximadamente h/∆t. Esta
energía puede ser contemplada como una inversión necesaria para lograr
dicha localización, o simplemente como una manifestación de ella. Es
evidente en cualquier caso, que no resulta posible mantener la existencia de
una velocidad instantánea, en el proceso observacional del paso al límite
∆x
v = lı́m
∆t→0 ∆t

y que dicho límite no existe en realidad (es infinito). Por tanto, los
cuerpos no siguen trayectorias diferenciables. A nosotros nos
parece que sí lo hacen, debido a que nuestros sentidos, o aparatos de medida,
no son capaces de constatar intervalos de tiempo suficientemente cortos.
3
para estimar ∆T /T con precisión se hace necesario conocer los detalles de la localización espacial del
cuerpo (fluctuaciones de su centro de gravedad, por ejemplo), y no podemos en general suponer que los
móviles son puntos matemáticos (como habitualmente se hace en la Mecánica).
4 únicamente para ∆t  h/(4T ) podemos garantizar que ∆T será positivo. Para ∆t . h/T las fluctuaciones

cuánticas serán más moderadas, pudiendo tomar ∆T valores positivos o negativos, dependiendo de los valores
discretos n = 1, 2, 3, ó 4.
2.2 El movimiento periódico 15

Sin embargo, el movimiento periódico de los electrones dentro de los


átomos, de las moléculas, o de una red cristalina, así como el de protones y
neutrones dentro del núcleo atómico, implican una gran localización en el
tiempo ligada con su periodo de revolución, y están enteramente gobernados
por las fluctuaciones cuánticas.

Consideración relativista
Para descartar la existencia de trayectorias diferenciables, nos hemos
limitado a tratar de forma no relativista la energía cinética. Pero resulta
evidente que, para intervalos de tiempo de observación suficientemente
cortos, el aumento de la energía cinética necesariamente lleva a cualquier
cuerpo al dominio relativista, aproximándose su velocidad a la velocidad de
la luz c. Un ejercicio instructivo para el estudiante interesado en este caso
es demostrar lo anterior tomando la acción relativista S para el movimiento
libre 5 , que implica una acción reducida S0 = S + mc2 γ∆t, donde γ es el
factor de Lorentz. No es difícil entonces darse cuenta de que, suponiendo
S0 ∼ h, la localización temporal necesaria para que la partícula alcance
velocidades próximas a c viene dada por ∆t ∼ h/(mc2 ), siendo m su masa
en reposo. Nótese que este tiempo de localización es mucho más corto, en
general, que el necesario para producir fluctuaciones cuánticas significativas.
Si consiguiésemos localizar en el tiempo átomos, moléculas o núcleos
atómicos con la precisión anterior, estos sistemas perderían su integridad, y
de hecho tal consideración no tiene relevancia alguna para su estudio. Para
un electrón, cuya masa me es mucho más ligera, la localización temporal
en el intervalo ∆t ∼ h/(me c2 ) sigue siendo demasiado corta como para
ser relevante en el estudio de la materia ordinaria. Tiene sin embargo la
interesante consecuencia de producir pares electrón-positrón, allá donde
consiga realizarse en el laboratorio.

2.2 El movimiento periódico

Dado que una buena parte de los movimientos que se observan en la


naturaleza son de tipo periódico (especialmente en el mundo microscópico)
vamos a analizar cual es la condición para que un movimiento de este tipo
sea cuántico.
p
5 mc2
R ∆t
la acción relativista para el movimiento libre es S = − 0 1 − v2 /c2 dt.
16 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

Supongamos por ejemplo una órbita cerrada en tres dimensiones, con un


potencial central del tipo U(r) = β rd (d > −2). De acuerdo con el teorema
del virial, los valores medios de las energías cinética (T̄ ) y potencial (Ū) a
lo largo de un periodo ∆t 6 están relacionados exactamente por la expresión
T̄ = d2 Ū. Es evidente además que E = Ē = T̄ + Ū. Este teorema nos permite
por tanto un cálculo exacto de la acción sobre un ciclo:

 
d −2
Z ∆t
S= Ldt = L̄ ∆t = (T̄ − Ū) ∆t = E ∆t (2.2)
0 d +2

la acción reducida será por tanto: S0 = S + E∆t = [2d/(d + 2)]E∆t y el


límite cuántico se producirá cuando S0 ' h. En este tipo de movimiento
periódico, en una o varias dimensiones, existe una relación 1−1 entre el
periodo ∆t (o el periodo parcial) y la energía E de las órbitas, siendo la
única excepción el oscilador armónico (d = 2), cuyo periodo resulta ser
independiente de la energía.
Por tanto una vez conocida la energía E y el periodo ∆t de la órbita,
sabemos con precisión si el movimiento se encuentra en el límite cuántico,
simplemente evaluando su producto. Es claro que en dicho límite no será
posible hablar de trayectorias, y que el movimiento tendrá lugar de forma
errática, actuando las fluctuaciones cuánticas de forma intensa en cada ciclo.

2.3 El tamaño de los átomos y el radio de Bohr

Para poder comprender el tamaño que tienen los átomos, podemos


empezar por analizar el átomo de Hidrógeno. Consideremos el problema de
un electrón que se mueve sometido a la fuerza de atracción eléctrica de un
protón (Z protones en general). El potencial de interacción viene dado por
Ze2
la ley de Coulomb U(r) = −β /r, con β = 4πε 0
, siendo e el valor absoluto
de la carga del electrón y ε0 la permeabilidad eléctrica del vacío 7 .

6para potenciales centrales del tipo indicado, únicamente los casos d = −1 y d = 2 originan trayectorias
siempre periódicas. En los demás casos tendría sentido considerar como periodo el intervalo de tiempo ∆t en
que r realiza un ciclo entre (rmin , rmax ), llamado aquí periodo parcial.
7 este potencial describe igualmente la atracción gravitatoria entre dos masas m y m , con β = G m m ,
1 2 N 1 2
y el análisis físico que sigue se aplica íntegramente a este caso también.
2.3 El tamaño de los átomos y el radio de Bohr 17

� (��) ��� ��� �


�→∞
-��� �=�
-��� �=�

-���� �=�

Figura 2.1: Potencial culombiano del átomo de Hidrógeno que muestra los estados
discretos de la energía que se originan cuando la acción clásica reducida S0 toma
valores que son múltiplos enteros de h. El nivel más bajo E1 define el radio de Bohr
a0 = β /(−2E1 ). En el límite n → ∞ la energía parece tomar valores continuos.

De acuerdo con las leyes de Newton, este movimiento tiene lugar en un


plano, y para energías E < 0 la solución toma la forma de órbitas elípticas
en las que una de las partículas se mueve alrededor del centro de masas,
situado en uno de los focos. Además, la tercera ley de Kepler:
π β m1/2 2π
∆t = √ ≡ (2.3)
2 |E|3/2 ω
establece una relación precisa entre la energía de las órbitas y su periodo
∆t.
Nótese que m representa aquí la masa reducida del sistema de dos
cuerpos (el electrón y el núcleo) m = m1 m2 /(m1 + m2 ), que es muy próxima
a la masa del electrón me .
Según hemos visto con el teorema del virial (d = −1 en este caso), la
acción vale S = −3E∆t y la acción reducida S0 = −2E∆t. Conocida la ley
de Kepler, podemos comprender que el límite cuántico se producirá cuando
la acción S0 descienda hasta el nivel de h. Y esto ocurre cuando las órbitas
adquieren radios muy pequeños, con frecuencias elevadas y energías altas
en valor absoluto y negativas.
18 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

El principio de cuantificación de la acción reducida se aplica nítidamente


en este caso: S0 = nh con n = 1, 2, . . . ∞, siendo nula, de manera efectiva,
la constante α 8 . Ello nos permite establecer un filtro sobre las energías
permitidas del electrón, cualquiera que sea el valor del momento angular,
que quedan cuantificadas en la forma:

1 mβ 2 1 1 mZ 2 e4 1
− En = = (2.4)
2 h̄2 n2 2 (4πε0 )2 h̄2 n2

Su valor para n = 1 y Z = 1 (h̄ ≡ h/2π) corresponde a la energía mínima


de un electrón en el campo eléctrico creado por el protón, y la progresión
de estas energías hacia cero para n → ∞ puede observarse en la Figura 2.1.
La energía de ligadura del electrón en el átomo de hidrógeno se conoce
con una precisión inmensa (mejor que una parte en 108 ), a partir de las
longitudes de onda de sus líneas de emisión (serie de Balmer), y se llama
en la literatura energía de Rydberg Ey . El valor que obtenemos de (2.4)
cuando utilizamos valores de precisión para las constantes fundamentales
involucradas es

1 mβ 2
− E1 = 2
= 2.180 × 10−18 J (2.5)
2 h̄

y está en excelente acuerdo con el valor medido de Ey , del cual difiere


en una cantidad relativa de 0.42 × 10−3 , que se atribuye fundamentalmente
a haber ignorado el momento magnético del electrón, a la imprecisión del
cálculo no relativista, a la masa finita del protón, al momento magnético
del protón, y a la polarización del vacío. El valor −E1 recibe el nombre de
energía del estado fundamental del átomo de hidrógeno. Su valor absoluto
no es infinito, y equivale exactamente a la energía adquirida por un electrón
que cae a través de una diferencia de potencial de 13.6 Voltios (13.6 eV).

para ser exactos, la condición de cuantificación en este caso es: S0 = (n + M/4)h, siendo el índice de
8

Maslov M = 4. En 2D tenemos M = 2 por las parejas de puntos sobre la elipse que están en línea recta con el
foco secundario (puntos conjugados). Pero la elipse debe ser sumergida en 3D, y ello hace que aparezcan dos
nuevos puntos conjugados, en línea recta con el foco principal (uno de ellos repetido). Véase M. Gutzwiller,
“Chaos in Classical and Quantum Mechanics”, Springer 1990. La regla general, cuando tenemos varios de
grados de libertad, es que al menos uno de ellos cumple M 6= 0 y n toma valores que empiezan de hecho en
cero: n = 0, 1, . . . ∞.
2.3 El tamaño de los átomos y el radio de Bohr 19

Vemos que este valor de la energía es proporcional a la constante


de acoplo cuadrado β 2 (la “intensidad” de la interacción), a la masa m
de la partícula que fluctúa, el electrón, e inversamente proporcional al
cuadrado de la constante de Planck. Si la constante h fuese nula, las
energías de las órbitas podrían ser infinitamente negativas (E → −∞), y de
hecho adquirirían siempre tales valores debido al fenómeno de la radiación
electromagnética, con independencia de las condiciones iniciales 9 .
En el estado fundamental el movimiento no se asemeja en absoluto a
ningún tipo de trayectoria elíptica, ni se encuentra en un plano. Pensemos
que para completar una trayectoria de este tipo, el electrón debería retornar
al mismo punto al cabo de un ciclo, lo cual supone una localización en
el tiempo con precisión equivalente al periodo (∼ 10−16 s). Siendo dicho
tiempo próximo al cociente h/T , con T la energía cinética, las fluctuaciones
cuánticas resultan ser importantes. Precisamente son el origen de dicha
energía cinética, y el movimiento es errático alrededor del protón. La
distancia más probable a la que se encuentra el electrón del protón está sin
embargo bien definida y corresponde a lo que sería el radio mayor de la
elipse, unívocamente determinado por su energía a = β /(−2E).
Los datos indican que, en el estado fundamental, el electrón no gira
orbitalmente (L = 0). La elipse clásica ha degenerado en una línea recta,
y la distancia radial se orienta al azar en 3D, debido a las fluctuaciones
cuánticas. El átomo de hidrógeno adquiere de hecho forma esférica, y
su radio más probable está definido con gran precisión. Se conoce en la
literatura como radio de Bohr a0 y según lo anterior podemos predecir su
valor:
β Ze2  1 h̄2 4πε0
a0 = = =
−2E1 4πε0 −2E1 Z me2
que con los valores conocidos de me , ε0 , y e arroja para Z = 1 el resultado
numérico:
a0 = 0.529 × 10−10 m = 0.529Å = 0.0529 nm = 52.9 pm
donde el Armstrong (Å) es una unidad “ad hoc” que a veces se utiliza
en física atómica: 1Å ≡ 10−10 m. Aunque este valor es demasiado pequeño
como para ser observado con un microscopio óptico, debido a la difracción
de la luz, puede ser observado con técnicas experimentales más poderosas.
9 según las ecuaciones de Maxwell del Electromagnetismo, toda carga eléctrica e sometida a una
aceleración a radia energía electromagnética al espacio con una potencia P en Watios dada por la fórmula
e2 a2
de Larmor P = 6πε 3 . La pérdida de energía del electrón causaría un rápida caída sobre el protón, en un
0c
tiempo de ∼ 0.1 ns. Se recomienda resolver la ecuación diferencial asociada, suponiendo órbitas circulares.
20 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

La existencia de valores discretos en la energía del átomo de hidrógeno


(2.4), asociados con los cuadrados de los números naturales n = 1, 2, . . . ∞,
está bien comprobada experimentalmente a través de las longitudes de onda
de la luz emitida por el electrón, cuando el átomo se somete a colisiones
térmicas equivalentes a varias decenas de miles de grados. Obsérvese que
en el límite n → ∞ las energías permitidas recuperan valores casi continuos,
pues las diferencias |En+1 − En | se hacen muy pequeñas frente a |En |, como
puede verse en la Figura 2.1. Esto es lo esperable en el límite clásico.
El estado de mínima energía que se origina en el átomo puede entenderse
como un equilibrio entre dos fuerzas opuestas: la pérdida de energía por
radiación que sufre el electrón debida a la ley de Larmor, que tiende
a aproximarlo al protón, y el aumento de energía cinética debido a las
fluctuaciones cuánticas, por su mayor localización temporal a distancias
pequeñas, que tiende a separarlo del mismo. La primera fuerza lleva la
dirección del campo eléctrico de Coulomb. El equilibrio se produce a una
distancia más probable que es justo el radio de Bohr.
Podría pensarse en una analogía con el movimiento clásico de Kepler,
donde también se produce un equilibrio de este tipo, entre fuerza centrífuga
y fuerza de atracción. Sin embargo, hay que destacar aquí un error común:
la energía del estado fundamental que se origina en los átomos no tiene su
origen en la barrera centrífuga, ya que el momento angular orbital en dicho
estado es estrictamente nulo.
El tamaño del átomo de Hidrógeno (e igualmente de todos los demás
átomos) está determinado por la constante de Planck: si esta fuese
nula, los átomos serían infinitamente pequeños. De esta forma la
estructura atómica de la materia tiene su origen en las fluctuaciones
cuánticas y en la constante de Planck.

2.4 El oscilador armónico 1D


Cualquier pozo de potencial unidimensional U(x) genera, para un cuerpo
de masa m, un movimiento periódico entre sus dos puntos de retroceso.
Cuando el pozo tiene forma parabólica U(x) = (1/2)kx2 = (1/2)mω 2 x2
hablamos de oscilador armónico, y se verifica la sorprendente propiedad
de que el periodo (o la frecuencia) de las oscilaciones ∆t ≡ 2π/ω se hace
independiente de la energía E. Dicha energía está determinada únicamente
por la amplitud A, E = (1/2)kA2 . Todas las ramas de la física necesitan
referirse profusamente a osciladores armónicos.
2.5 La densidad de niveles de energía 21

Podríamos pensar que la energía (amplitud) de un oscilador fuese tan


pequeña como quisiéramos, pero nada más lejos de la realidad. El principio
de cuantificación de la acción reducida lo impide radicalmente. Es un
ejercicio interesante comprobar que con la solución general dada para la
trayectoria x(t) = Acos(ωt − φ ) se obtiene un valor nulo para la integral
de acción extendida al periodo ∆t (S = 0). No obstante, la acción reducida
toma el valor S0 = S + E∆t = 2πE/ω, y el principio de cuantificación exige
en este caso que S0 = (n + M/4)h, con M = 2 10 y n = 0, 1, . . . ∞. Lo cual
nos proporciona los niveles de energía del oscilador armónico:
 
1
En = n + h̄ω n = 0, 1, 2, . . . ∞ (2.6)
2

que es uno de los resultados más contrastados y de mayor alcance en el


campo de la física. Nos dice que ningún oscilador puede adquirir ni ceder
energía por una cantidad inferior a h̄ω. Esta cantidad se denomina en la
literatura quantum de energía y, como vemos, crece linealmente con la
frecuencia. Fue conjeturado originalmente por el físico alemán Max Planck
in 1900, en referencia a los osciladores atómicos que forman parte de las
paredes de toda cavidad en equilibrio con su radiación. Este resultado nos
dice también que ningún oscilador puede vibrar con energía inferior a 1/2
del quantum. Esta es la llamada energía del punto cero que revolucionó
la Termodinámica de bajas temperaturas hace un siglo. Cuando el oscilador
es tridimensional (como los átomos de una red cristalina), la energía mínima
es (3/2)h̄ω, y ω representa la frecuencia del sonido en ese cuerpo. Un mol
retiene una energía NA (3/2)h̄ω, incluso en el cero absoluto de temperatura
(T → 0), siendo NA el número de Avogadro.

2.5 La densidad de niveles de energía


Hemos visto, en dos sistemas hamiltonianos clave, cómo la cuantificación
de la acción reducida genera niveles discretos de energía. Veamos ahora
cómo se trata de una característica general, que no depende de la naturaleza
del sistema. Consideremos un Hamiltoniano H(q , p) con N grados de
libertad, coordenadas generalizadas q y momentos generalizados p en
el espacio fásico 2N-dimensional.
10 en cualquier pozo de potencial en 1D, el índice de Maslov M es igual al número de puntos de retroceso,
es decir, dos.
22 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

��

��

Figura 2.2: Trayectoria periódica de un grado de libertad i, con coordenada qi y momento


generalizado pi . El volumen del espacio fásico se encuentra pixelado en múltiplos de h.

La cuantificación de la acción reducida sobre las trayectorias periódicas


del sistema se expresa por medio de la integral de línea cerrada:

I N I N N
S0 = pd q = ∑ pi dqi = ∑ S0i = ∑ (ni + αi )h
i=1 i=1 i=1

Es claro por el teorema de Green 11 que pi dqi = dqi d pi = (ni + αi )h


H RR

con lo cual el área encerrada por la trayectoria en el espacio (qi , pi ) es


aproximadamente un múltiplo ni de un cuadrado elemental o píxel δ qi δ pi
de área h, como se ilustra en la Figura 2.2.
Por tanto, todo volumen en el espacio fásico (q , p) puede ser aproximado
por un múltiplo entero del 2N-cubo elemental cuyo tamaño es exactamente:
(δ q1 δ p1 )(δ q2 δ p2 ) · · · (δ qN δ pN ) = hN . Podemos decir entonces que el
espacio fásico se encuentra él mismo discretizado en celdas elementales
o píxeles de volumen hN .

11 el sentido de la integral de línea se toma a derechas, siendo pi dqi no negativo siempre.


2.5 La densidad de niveles de energía 23

En la Mecánica Clásica, el volumen del espacio fásico que ocupan todas


las trayectorias con energías inferiores a un cierto valor E, puede calcularse
como la integral múltiple:

Z Z
!
 
Ω(E) = dN q θ E − H(q , p) d N p

donde H es el Hamiltoniano y θ (x) es la función escalón unidad (de


Heaviside) 12 .
Teniendo en cuenta la discretización anterior, definimos el número
promedio de niveles de energía como: hN(E)i ≡ Ω(E)/hN así como la
densidad promedio de niveles por unidad de intervalo de energía como:
hdN/dEi ≡ (dΩ(E)/dE)/hN . Los cuales ilustran el hecho de que, para
todo sistema físico la cuantificación de la acción reducida crea un número
en general finito 13 de niveles dentro de un intervalo dado de energía, y que
dicho número puede calcularse simplemente conociendo la constante de
Planck y el volumen del espacio fásico Ω(E).
El cálculo anterior será muy preciso si lo aplicamos a intervalos de
energía (E, E + ∆E) con ∆E pequeño en comparación con E, pero grande
con respecto al espaciado promedio de niveles hdN/dEi−1 .
Por tanto vemos que todo sistema físico, que hemos supuesto confinado
en movimiento periódico, muestra la presencia de niveles discretos de
energía, en abierta discrepancia con la Mecánica Clásica, según la cual la
energía de dicho sistema toma en general valores continuos. Es revelador el
hecho de que lo anterior se mantenga válido en el límite que anteriormente
hemos definido como límite clásico. De hecho, nos muestra que la Mecánica
Clásica nunca se recupera en realidad, ni siquiera en dicho límite.
Mencionaremos finalmente una curiosidad para el estudiante interesado,
cuyos detalles nos llevarían más allá de los límites de este curso. Para
sistemas clásicamente caóticos, donde no existen constantes del movimiento
más allá de la energía total E, el espaciado de niveles resulta ser notablemente
regular.
12 como ejercicio, proponemos demostrar que para un oscilador 1D, tenemos Ω(E) = 2πE/ω, y para un
conjunto de N osciladores independientes con Hamiltoniano H = ∑Ni p2i /2m + (1/2)mω 2 q2i , se verifica que
Ω(E) = (2πE/ω)N /(NΓ(N)), siendo Γ(N) = (N − 1)! la función de Euler. Puede utilizarse para probarlo
que el volumen del n-elipsoide es Vn = (a1 · a2 · · · an )(2/n)π n/2 /Γ(n/2).
13 para alguna elección concreta del intervalo de energía ∆E, el número de estados puede hacerse infinito,

siempre dentro de un conjunto numerable.


24 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

En efecto, el número de niveles N(Eq ) por debajo de la energía Eq , como


función de Eq ∈ (E, E + ∆E), se ajusta bien a una línea recta, siendo la
desviación cuadrática media del ajuste mucho menor en el caso de los
sistemas caóticos que en el caso de los sistemas integrables 14 . En este
último, donde existen N − 1 constantes de movimiento, el posicionado
de los niveles ocurre generalmente al azar, en relación con el espaciado
promedio. Ambos fenómenos han sido entendidos 15 , y el primero de ellos
se conoce en la literatura como repulsión cuántica de niveles. Ha sido
observado extensamente en sistemas clásicamente caóticos con muchos
grados de libertad N, como resonancias de núcleo compuesto, átomos
pesados y moléculas.

2.6 El movimiento ondulatorio


De forma general podemos afirmar que el dominio de la física se extiende
al movimiento de dos tipos de objetos: los cuerpos de masa m y las ondas.
El carácter discontinuo de la acción reducida afecta a ambos por igual.
Las ondas son objetos que describen matemáticamente la propagación
periódica de magnitudes físicas de manera a priori continua a través del
espacio y del tiempo. En particular, todos los campos en física son ondas,
cuando sus fuentes son sometidas a aceleración.
Por sencillez nos restringimos a una dimensión, aunque su dominio
natural son las 3 dimensiones espaciales. Su definición matemática más
general es una amplitud de propagación en la forma Aei(kx−ωt) , donde A es la
magnitud física que se propaga, medida en las unidades que corresponda del
Sistema Internacional, ω es la periodicidad temporal o frecuencia angular
(unidades s−1 ) y k es la periodicidad espacial o número de ondas por unidad
de longitud (m−1 ). Ambas periodicidades están siempre relacionadas por
una función ω = ω(k), llamada relación de dispersión.
Existe en física una enorme diversidad de ondas, tanto en soporte
material como en el vacío, realizándose casi todas las formas funcionales
concebibles para ω(k). Esta función debe en general ser determinada
experimentalmente. La utilización de los números complejos para describir
las ondas es conveniente, pero no obligada, pues todas sus propiedades
pueden tratarse igualmente con la función coseno.
14 para mayor nivel de detalle puede consultarse “Semiclassical theory of spectral rigidity”, M.V. Berry,
Proc. R. Soc. London A400, p. 242 (1985)
15 puede encontrarse una discusión detallada sobre este punto en el libro M. Gutzwiller, “Chaos in Classical

and Quantum Mechanics”, pp. 270-278, Springer 1990.


2.6 El movimiento ondulatorio 25

Cuando la función ω(k) es la función lineal ω = vk hablamos de una


onda no dispersiva, con velocidad de propagación v. En general tenemos la
velocidad de grupo v = dω/dk.
Las ondas transportan energía (y con ella información) a través del
espacio. En cada punto tienen una densidad de energía E, por unidad
de volumen. También tienen una densidad Lagrangiana L (por unidad
de volumen) 16 que gobierna, a través del principio de Mínima Acción,
las ecuaciones diferenciales en derivadas parciales que es susceptible de
cumplir la magnitud A.
Cuando las ondas tienen soporte material en átomos o moléculas, éstos
actúan como agentes transmisores, ya que vibran armónicamente alrededor
de sus posiciones de equilibrio. Por ello la onda hereda del oscilador
armónico casi todas sus propiedades. Consideremos una onda de frecuencia
ω, encerrada en una cavidad rectangular de volumen V , cuyos lados son
múltiplos de su semilongitud de onda. La integral de acción reducida
extendida a un ciclo t2 − t1 ≡ 2π/ω vale:
Z t2 Z 
S0 = L(x, ẋ,t)d 3 x dt + E · (t2 − t1 )
t1 V

siendo E la integral de la densidad de energía E sobre el volumen V .


Tanto si se trata de una distribución continua de osciladores, como si se
trata de un campo electromagnético, el primer término resulta nulo 17 .
Téngase en cuenta que tenemos en realidad 3 ondas, en cada uno de los ejes
coordenados X,Y, Z. El principio de cuantificación de la acción reducida,
utilizando los mismos resultados que para el oscilador armónico, nos lleva a
la conclusión de que la energía en la cavidad está discretizada de la misma
forma que este:
 
3
En = n + h̄ω n = 0, 1, 2, . . . ∞ (2.7)
2

Como la onda se propaga con una cierta velocidad si abrimos un agujero


en cualquiera de las paredes de la cavidad, la energía transferida hacia
un detector no puede ser inferior a la que indica el quantum h̄ω, que es
directamente proporcional a la frecuencia.
16 por ejemplo, la densidad Lagrangiana para el campo electromagnético, en ausencia de corrientes y
cargas, es L = 12 (ε0 E 2 − µ10 B 2 ).
17 puede verse con facilidad que, en ambos casos, conduce a la integral del coseno sobre un número entero

de ciclos.
26 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

No importa si la onda tiene un soporte material o si se propaga en el


vacío, ni tampoco importa cuál sea la naturaleza física de la magnitud A
que se propaga, sólo es esencial que esta tiene una frecuencia determinada.
Por tanto la energía transferible de cualquier onda es un múltiplo entero
positivo del quantum E = nh̄ω, con n = 1, 2, . . . ∞.
Sin embargo, la onda encerrada en la cavidad de volumen V tiene
una energía no transferible 32 h̄ω almacenada en su interior, que no
se transporta con la onda. Si la onda tiene soporte en el vacío, es natural
pensar que todas las posibles frecuencias contribuyen a su energía del
punto cero. Entonces la suma, extendida sobre todas las frecuencias de los
modos normales de la cavidad, se hace infinita (pues ωn → ∞). Ello no debe
sorprender, al involucrarse intervalos de tiempo infinitamente cortos 18 .
No obstante, si la onda tiene un soporte material en átomos o moléculas,
existe siempre un límite superior a dichas frecuencias, derivado de la
longitud de onda mínima que corresponde al tamaño de sus átomos, y
nunca es infinita la energía del punto cero.
Consideremos una onda que transporta una cierta potencia por unidad
de superficie P en su frente de ondas en W m−2 , conocida de antemano, y
que incide sobre una superficie normal de área AS . Podemos pensar, para
fijar ideas, en una onda electromagnética.
Nos interesa destacar cuatro aspectos esenciales relacionados con la
detección de cuanta 19 en el laboratorio, en el límite en que la potencia de
la onda es muy débil, y son detectables señales individuales de los cuanta
en los detectores:
• La transferencia del quantum es instantánea, tiene carácter súbito y no
gradual. El instante de tiempo en que se produce la transferencia,
contado a partir del instante en que llega el frente de ondas, es
impredecible, en relación al lapso de tiempo τ = h̄ω/(PAS ), que
podríamos considerar como cadencia natural en la llegada de los
cuanta .
• A todos los efectos, la onda se comporta como una colección de
partículas que viajasen con ella, pero que no están sincronizadas
individualmente con ella 20 .
18 dicha energía se ha observado indirectamente en experimentos de precisión (S. K. Lamoreaux, PRL
78, 5 (1997)), para el campo electromagnético. Las fluctuaciones del campo en el vacío generan una fuerza
atractiva entre dos placas metálicas muy próximas, que es conocida en la literatura como fuerza de Casimir.
19 utilizamos la palabra en español cuanta como el plural de quantum.
20 de hecho, la probabilidad de observar n cuanta en un intervalo de tiempo dado ∆t viene dada por una

distribución de Poisson: P(n) = e−λ λ n /n! con λ = ∆t/τ.


2.6 El movimiento ondulatorio 27

Figura 2.3: Cuando una onda muy débil se difracta, solo uno de los detectores registrará
el quantum, el resto no darán señal. No podemos predecir cuál es el detector que salta.

• El carácter aleatorio del quantum se extiende también a la dirección


espacial de transferencia de la energía. Pensemos en una onda que se
difracta a través de un pequeño agujero, y coloquemos una serie de
detectores distribuidos uniformemente sobre una superficie esférica
centrada en el mismo. Es impredecible cuál de los detectores va a
registrar la señal del quantum, y cuáles no registrarán señal. Esto
se ilustra en la Figura 2.3. Un ejemplo relevante lo tenemos en la
dirección de salida del fotón emitido por un átomo, o por un núcleo
atómico, dentro del ángulo sólido 4π.
• La idea de potencia instantánea de una onda (en W m−2 ) deja de
tener sentido en el límite de ondas muy débiles. Se hace imposible
seguir en el tiempo la transferencia de energía, al no ser continua.
Evidentemente, la absorción de un quantum equivale a una potencia
instantánea infinita si dividimos una energía finita por un tiempo nulo.
La potencia de la onda en W m−2 debe entenderse entonces como
potencia promedio. El fenómeno es similar al que nos impidió definir
la velocidad instantánea, en el caso de un móvil de masa m.
Al igual que las propias ondas, los cuanta no solo transfieren energía,
sino también momento, y en muchos casos, momento angular. Siempre
existe una fuente de materia donde pueden ser absorbidos o emitidos los
cuanta.
28 Capítulo 2. LA CONSTANTE DE PLANCK

Los casos de mayor importancia en física son los siguientes:


– el fotón para las ondas electromagnéticas, cuya fuente son las cargas
eléctricas.
– el fonón para las ondas de sonido en sólidos, líquidos, o gases, cuya
fuente son los átomos o moléculas dispuestos en una red espacial.
– el gluón para las ondas de color que tienen su fuente en los quarks,
y transmiten la interacción fuerte, o nuclear, entre ellos. Estas ondas
(campos cromoeléctrico y cromomagnético) se parecen al campo
electromagnético, y son las responsables de la existencia de protones
y neutrones.
Todas las propiedades anteriores han sido confirmadas en el laboratorio
en los tres casos citados, y de forma especialmente precisa en el caso de los
fotones. Es claro que la existencia de cuanta introduce elementos aleatorios
en la transmisión de la energía de las ondas.
Una consecuencia sorprendente de la presencia de la constante de
Planck en la física es la de hacer que los cuerpos de masa m y las ondas
adquieran propiedades similares, por cuanto comparten características
aleatorias comunes, que no eran esperables en ninguno de ellos. En ausencia
de medidas experimentales, como veremos, tanto los cuerpos de masa m
como las ondas se propagan simultáneamente por muchos caminos distintos.
Pero basta la realización de una medida para reducir todos los caminos a
uno solo.
3. LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN

Como se ha visto, el carácter discreto y no nulo de la acción reducida


S0 = nh (n = 1, 2 · · · ∞) impone que para medidas realizadas en intervalos
de tiempo ∆t  Eh sobre la trayectoria de una partícula, sean esperables
fluctuaciones importantes de su energía, que no son conciliables con la
existencia de trayectorias diferenciables.
Si intentamos imaginarnos el movimiento como una sucesión de
pequeños intervalos de tiempo, no debe sorprender que la aceptación
del carácter discreto de la acción reducida (originalmente propuesto por
Planck), conlleve una gran transformación conceptual en Física, que puede
resumirse de la siguiente manera: el movimiento para ∆t . h/E tiene lugar
de forma no determinista, de manera que la posición observada de una
partícula, en un instante dado, no puede deducirse con certitud a partir
de su posición y velocidad en un instante anterior. Esta afirmación puede
parecer sorprendente, y de hecho es contraria a lo que nos dice la teoría
de ecuaciones diferenciales, donde la especificación de las condiciones
iniciales (posición y velocidad) basta para determinar la solución única al
movimiento, en cualquier instante posterior t. Pero tengamos en cuenta que
esta teoría se basa en la diferenciabilidad de las trayectorias.
Se comprende por tanto que una adecuada descripción de la física,
que incluya el movimiento de átomos, moléculas y partículas elementales,
obligue a desechar este carácter determinista. Por otro lado, es claro que
cualquier nueva formulación en este sentido debe recuperar también las
leyes del movimiento clásico, de tipo determinista, que sabemos describen
con gran precisión el movimiento para intervalos de tiempo largos ∆t  Eh .
30 Capítulo 3. LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN

Veamos cómo puede realizarse esta nueva formulación de una forma


rigurosa. Para ello, vamos a centrarnos en el movimiento unidimensional,
volviendo a la discusión que hicimos en el Capítulo 1, para una partícula
que se mueve en un pequeño intervalo de tiempo ∆t → 0 sometida a un
potencial U(x,t). Vimos entonces que el movimiento real “elige” de entre
las infinitas posiciones intermedias x posibles entre x1 y x2 , aquella que
satisface la ley de Newton − ∂U∂ x = mẍ que, como se ha visto, es aquella
donde la acción S es mínima (véase Figura 1.1), de tal manera que cualquier
otra posición x debe ser desechada. Pues bien, la nueva formulación no
determinista de la Mecánica, consiste en admitir que TODAS las posiciones
intermedias de la partícula son en principio posibles.
Admitido esto, cumple decir que si la partícula se encuentra en la
posición x1 en el instante t1 , al cabo de un pequeño intervalo de tiempo ∆t
ha ocupado virtualmente todo el espacio. Con objeto de precisar más esta
virtualidad, definimos la amplitud de propagación K(x,t) ≡ hx t | x1 t1 i
como un número COMPLEJO, que caracteriza el movimiento desde el
punto x1 al punto x. Su fase hace posible la interferencia entre las amplitudes
de propagación que corresponden a distintas posiciones intermedias x en
la transición entre x1 y x2 . El módulo de este número complejo depende
únicamente del intervalo de tiempo t −t1 . Para cualquier intervalo de tiempo
∆t, la amplitud de propagación para la transición entre (x1 t1 ) y (x2 t2 )
satisface el siguiente postulado de propagación
Z +∞
hx2 t2 | x1 t1 i = hx2 t2 | x t i · hx t | x1 t1 i dx (3.1)
−∞

donde t es un tiempo intermedio t ∈ (t1 ,t2 ). La integración (es decir,


la suma) de este producto de números complejos se realiza sobre todo el
espacio virtual de posiciones intermedias x (por supuesto, reales).
Esta expresión indica la propiedad fundamental que deben satisfacer
las amplitudes de propagación 1 . Se resume diciendo: “para moverse de
un punto a otro, los cuerpos deben sondear antes todas las posiciones del
espacio”.

1
la amplitud (3.1) se construye como una suma (integral) sobre muchas amplitudes distintas (caminos),
que contribuyen simultáneamente al movimiento. Se hace referencia a esta idea en la literatura como
principio de superposición. Veremos en el Capítulo 6 cómo este principio se extiende inmediatamente al
propio estado de movimiento.
31

En la mecánica determinista (Mecánica Clásica), esta amplitud se podría


asociar con una probabilidad que fuese simplemente 1, en el caso de
que el movimiento entre (x1t1 ) y (x2 t2 ) sea posible (con una trayectoria
determinada), y cero en caso contrario. En cambio, en la Mecánica Cuántica,
es justamente la amplitud cero la que no es posible, pudiendo pasarse desde
la amplitud +1 a la amplitud −1 a través de un continuo de valores sobre el
círculo unidad del plano complejo. Esto hace posible la interferencia.
Una adecuada definición de la amplitud de propagación, en una nueva
formulación de la Física, debe verificar que, en el caso del movimiento
macroscópico (para intervalos de tiempo largos ∆t  Eh ), el mecanismo de
interferencia entre distintos “saltos” x alejados de la trayectoria clásica debe
ser fuertemente destructivo, con objeto de verificar la ley de Newton con
precisión.
El postulado (3.1) está abocado a la utilización de la función exponencial
en la amplitud de propagación, debido a la propiedad característica de esta:
exp(a + b) = exp(a) exp(b). Por otro lado, para lograr el mecanismo de
interferencia anteriormente descrito estamos obligados a usar una función
oscilatoria. Por tanto, se hace inevitable la utilización de los números
complejos en la descripción del movimiento en Física 2 , en la forma ei f (x) .
Resulta interesante que estos no sean necesarios en la Mecánica Clásica.
La adecuada definición de la amplitud de propagación para ∆t → 0, que
tomaremos aquí como un postulado, fue enunciada en 1948 por el físico
norteamericano Richard P. Feynman. Este postulado debe adoptarse en
consistencia con el anterior (3.1) sobre la superposición y factorización de
las amplitudes.
Principio de propagación de Feynman: La amplitud de propagación
para el movimiento de una partícula de masa m, sometida a un potencial
U(x,t), desde el punto x1 en el instante t1 al punto x en el instante t, en el
límite ∆t = t − t1 → 0, viene dada por:
iS i
K(x,t ; x1 t1 ) ≡ hx t | x1 t1 i = A e h̄ = A e h̄ L∆t
i m(x − x1 )2
r     
m x + x1
= exp −U ,t ∆t (3.2)
i2π h̄∆t h̄ 2∆t 2
donde S = L∆t = (T −U)∆t es la acción clásica completa que corresponde
al movimiento en el intervalo espacio-temporal entre (x1 ,t1 ) y (x,t).
2 veremos en el Capítulo 5 más detalles sobre este punto.
32 Capítulo 3. LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN
p
Para demostrar el valor del coeficiente A = m/(i2π h̄∆t), es necesario
tener en cuenta, en primer lugar, que en el límite ∆t → 0 la energía potencial
no influye en dicho factor, si se compara el comportamiento asintótico
opuesto de los dos términos del exponente 3 , siendo su valor exacto el
obtenido para el movimiento libre (U(x,t) = 0). El valor de A se obtiene
de la verificación del postulado (3.1) tras dividir el intervalo ∆t en dos
mitades ∆t/2, y sumar los exponentes de los propagadores respectivos. Se
deja como ejercicio, usando para ello el valor de la integral 4 :
Z +∞ r
2 π −b2 /4a
eax +bx dx = e a, b ∈ C Re(a) ≤ 0 (3.3)
−∞ −a
Al realizar el cálculo en la ecuación (3.1), el primer √ miembro será
2
proporcional
√ a A(∆t) y el segundo proporcional√ a A (∆t/2) ∆t. La solución
es A ∝ 1/ ∆t, verificándose A(∆t/2) = 2A(∆t), de lo cual se sigue
inmediatamente el resultado deseado.
Si consideramos por simplicidad el caso del movimiento libre, es decir
con U(x,t) = 0, vemos que la parte real y la parte imaginaria del propagador
son las conocidas funciones de Fresnel, cuya integral al realizar (3.1), se
obtiene de la anterior con b = 0 y a = −ia , a ∈ R :
Z +∞ Z +∞ r
π
cos(ax2 )dx = sen(ax2 )dx =
−∞ −∞ 2a
La representación gráfica de estas funciones puede verse en la Figura
3.1. Una observación detallada de dicha figura hará comprender la razón
por la cual estas integrales son convergentes: debido a la rápida oscilación
de la fase para valores x → ±∞, las contribuciones positivas y negativas se
cancelan de forma tanto más precisa cuanto mayor es |x|, de forma que la
contribución que domina el valor de la integral
q proviene de los valores de
|x| por debajo de los primeros ceros 5 (|x| . πa ).
3esto es válido siempre que el potencial tenga un crecimiento asintótico para x → ±∞ a lo sumo
cuadrático, es decir si |U(x,t)| ≤ C(x − x1 )2 ∀x, para alguna constante C.
4 usando la integral (3.3) puede verse que el propagador de Feynman cumple, de hecho, el postulado

(3.1), estando basado en una función exponencial. Nótese que dicha integral nos muestra también que la
relación (3.1) es igualmente satisfecha por el propagador real que se obtendría al reemplazar i → −1 en
(3.2). Esta opción no corresponde a la Mecánica Cuántica, pues adolece crucialmente del comportamiento
oscilatorio requerido. Corresponde en cambio al fenómeno de la difusión, que describe los procesos basados
en el movimiento Browniano. p p
5 los ceros del coseno se sitúan en x = ± (2n − 1)π/2a, y los del seno en: x = ± nπ/2a, con
n n
n = 1, 2, . . . ∞.
33

cosHax2 L
1

x
Π Π
-
2a 2a

-1

sinHax2 L
1

x
Π Π
-
a a

-1

Figura 3.1: Representación gráfica de las funciones de Fresnel, que son la parte real
2
(arriba) y la parte imaginaria (abajo) de la función eiax .

Lo anterior tiene un significado físico importante, pues según (3.1) deben


sumarse las contribuciones de todos los puntos x intermedios, tal como se
muestra en la Figura 3.3, y solo contribuyen significativamente aquellos
puntos que se encuentran dentro de un intervalo alrededorq de la posición
xcl de la trayectoria clásica (xcl − ∆x, xcl + ∆x), con ∆x . π h̄∆t
m , siendo
insignificantes las contribuciones (o fluctuaciones) de mayor alcance, debido
a las cancelaciones antes mencionadas. Podríamos decir sin ambages que
"los caminos a través de Beijing y de Shanghai se cancelan mutuamente".
El fenómeno de la interferencia, que está presente en la Mecánica
Cuántica a través de la expresión compleja (3.2) en 1D, se pone de manifiesto
de forma espectacular cuando restringimos los puntos de propagación
iniciales (instante t1 ) a solo dos: x1 y x2 , con d = x2 − x1 , como de hecho
ocurre en los experimentos de doble rendija 6 .

6 en estos experimentos, que son analizados en el curso, la propagación tiene lugar en 2D. Resultan
enormemente reveladores los realizados con átomos de Helio en 1997 (Ch. Kurtsiefer et al., Nature 386
(1997), 150-153), admirablemente descritos en el libro “Quantum Physics” de J.S. Townsend (2010).
34 Capítulo 3. LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN

Figura 3.2: Distribución de la densidad de probabilidad de encontrar un átomo de He


sobre la pantalla en un experimento de doble rendija, según la expresión del propagador
de Feynman 1D indicada abajo. La distancia entre rendijas es d = 8µm. El alejamiento de
la pantalla produce un aumento de la visibilidad de los máximos (con un tamaño fijo del
píxel) debido a su separación cada vez mayor, por el mayor tiempo transcurrido (t). Se ha
tomado como velocidad de los átomos de He v = p/m = 2.15 Kms−1 (λ = h/p = 46 pm),
que es típica de su distribución de Maxwell a temperatura ambiente, y consideramos fija.
La masa m del átomo de Helio es 4.00 u.

En dichos experimentos, la partícula de masa m procede simultáneamente


(t1 = 0) de ambos puntos x1 = −d/2 y x2 = +d/2 en direcciones opuestas,
interfiriendo consigo misma para producir máximos y mínimos visibles en
su localización. Como veremos en el Capítulo 6, la densidad de probabilidad
de encontrar la partícula en el puntoh x es el módulo
 cuadrado del propagador:
i
2
|K(x,t ; − d2 0) + K(x,t ; d2 0)| = C 1 + cos md h̄t · x ∈ [0, 2C], y t = mL/p
es el tiempo necesario para llegar a la pantalla, situada a una distancia L
desde la doble rendija. Puede apreciarse dicha distribución de probabilidad
en la Figura 3.2. Nótese que el fenómeno de la interferencia ocurre de hecho
en 1D, amplificándose mientras la partícula viaja a velocidad v = p/m en
la dirección perpendicular a la pantalla. Dejamos como ejercicio simple
demostrar la expresión anterior (real y positiva) para dicha densidad de
probabilidad.
3.1 Propagación exacta sobre un tiempo finito 35

Hx 2,t 2 L
t2

t1
Hx 1,t 1 L

x1 x cl x2

Figura 3.3: Posiciones x que ocupa un cuerpo (en rojo) en el instante t al pasar de x1 a x2
en un pequeño lapso de tiempo, separadas de la trayectoria clásica (azul), y la parte real
de la amplitud que les asigna el propagador de Feynman (gris), en una escala arbitraria.

La Sección 3.1 a continuación no es indispensable para la demostración


de la ecuación de Schrödinger del Capítulo 5, y el lector puede pasar
directamente adelante.

3.1 Propagación exacta sobre un tiempo finito

La expresión (3.2) es válida para un intervalo de tiempo ∆t infinitesimal.


Si se desea realizar la propagación a través de un intervalo de tiempo finito,
entonces es necesario aplicar (3.2) reiteradamente, en intervalos de tiempo
sucesivos dt, teniendo en cuenta que, en cada uno de ellos, la partícula
puede desplazarse desde cualquier punto del espacio hasta cualquier otro.
Para el estudiante específicamente interesado, indicamos a continuación
la forma detallada en que se realiza esta integración. El intervalo ∆t = tb − ta
se divide en pequeños subintervalos ε = ti+1 − ti con ∆t = Nε, de manera
que en cada instante ti seleccionamos un punto arbitrario xi y construimos
un camino conectando todos los puntos así seleccionados (xi ,ti ), para
i = 0, . . . N con tN = tb .
36 Capítulo 3. LA PROPAGACIÓN DE FEYNMAN

f HxL cosHf HxLL

50

-4 -2 2 4

-50

Figura 3.4: El número de oscilaciones por unidad de longitud de la función cos(f(x)) es


menor cerca del mínimo de f(x).

Podemos evaluar la Lagrangiana L(x, ẋ,t) en cada punto (xi ,ti ) y aplicar
el propagador (3.2) en cada subintervalo:
 
iε xi+1 + xi xi+1 − xi ti+1 + ti
K(i + 1, i) = A exp L , ,
h̄ 2 ε 2

de tal manera que el propagador sobre el intervalo de tiempo finito es el


producto de todos ellos:

N−1
K(xb ,tb ; xa ,ta ) = lı́m ∏ K(i + 1, i) (3.4)
ε→0 i=0

que se corresponde exactamente con la siguiente expresión detallada:


Z Z Z
i
K(xb ,tb ; xa ,ta ) = lı́m A ··· e h̄ S[b,a] (Adx1 )(Adx2 ) . . . (AdxN−1 )
ε→0
(3.5)
R tb
donde S[b, a] = ta L(x, ẋ,t)dt es la integral de línea obtenida a partir
del camino de trazos rectos (xi ,ti ) anteriormente indicado, y A es el factor
calculado al principio de este Capítulo. La integración sobre las coordenadas
espaciales se realiza en cada instante de tiempo ti según el postulado de
propagación (3.1), dando lugar a una integral múltiple (N − 1)–dimensional.
Finalmente se toma el límite N → ∞ (que equivale a ε → 0).
3.1 Propagación exacta sobre un tiempo finito 37

La expresión (3.5) es conocida en la literatura como integral de


caminos de Feynman. Como se ha dicho, se trata de una integral múltiple
(N − 1)–dimensional sobre las coordenadas espaciales, mientras que la
suma en el tiempo viene a completar, en el límite ε → 0, la integral de
acción en el exponente. Se suele utilizar la notación sucinta:
Z b
i
K(b, a) = e h̄ S[b,a] Dx(t) (3.6)
a

donde el símbolo Dx(t) nos recuerda que la integración espacial múltiple


(3.5) equivale de hecho a sumar sobre todas las trayectorias x(t) posibles
entre los puntos xa = (x0 , t0 ) y xb = (xN , tN ) del espacio-tiempo.
Démonos cuenta que, aún estando presentes en esta suma, las trayectorias
diferenciables constituyen una parte insignificante, frente a la inmensidad
de trayectorias no diferenciables que construyen el movimiento.
En la discusión que sigue, en particular la derivación de la ecuación de
Schrödinger en el Capítulo 5, nos resultará suficiente la consideración del
intervalo de tiempo infinitesimal, en la expresión (3.2).
4. LA VELOCIDAD INSTANTÁNEA

Vamos a ver a continuación que, de acuerdo con la hipótesis de Feynman,


la posición intermedia x1 < x < x2 que verifica la ley de Newton señala
precisamente el valor central alrededor del cual la partícula puede fluctuar
en su posición.
Consideremos de nuevo la secuencia representada en la Figura 3.3, donde
una partícula de masa m se mueve desde (x1 ,t1 ) a (x2 ,t2 ) pasando por la
posición intermedia x (tiempo t= (t1 + t2 )/2), siendo ∆t= t2 − t1 el intervalo
de tiempo transcurrido.
Entonces la amplitud de transición 1 → 2 viene dada según (3.1) por:
Z +∞
hx2 t2 | x1 t1 i = hx2 t2 | x ti hx t | x1 t1 i dx
−∞

que, de acuerdo con (3.2), puede expresarse como:


    (x −x)2  
(x−x )2
i m x +x i m 2 x+x2
Z +∞ 1 −U 1 ∆t
−U ∆t
h̄ 2 (∆t/2)2 2 2 h̄ 2 (∆t/2)2 2 2
A2 e e dx
−∞
 
2 2
Z +∞ i ∆t m (x−x1 ) +(x2 −x) x1 +x x+x2
h̄ 2 2 (∆t/2)2 − (U ( 2 )+U ( 2 ))
= A2 e dx
−∞
Como vimos anteriormente, la mayor contribución
p a la integral proviene
de la región (xcl −∆x, xcl +∆x), con ∆x . π h̄∆t/m, en que x es próxima al
valor xcl que hace mínima la fase (expresión entre corchetes). Esta condición
es conocida en la literatura como de la fase estacionaria.
39

En general, para una función f (x) que tenga un mínimo en x = xc , el


R +∞
valor de la integral −∞ cos f (x) dx, que es la parte real de la expresión
anterior, recibe su mayor contribución de aquellos valores x ' xc donde el
coseno tiene el menor número de oscilaciones por unidad de longitud, tal
como se ilustra en la Figura 3.4.

Figura 4.1: Camino irregular seguido por una partícula cuando se mira en detalle en un
diagrama espacio-tiempo: la trayectoria no es diferenciable. Dibujo original de Richard
Feynman en Quantum Mechanics and Path Integrals, 1948.

Pero el valor de x que hace mínima la expresión entre corchetes es


precisamente el que verifica la segunda ley de Newton, − ∂U ∂ x = mẍ, tal
como se demostró en el Capítulo 1, al derivar la fórmula (1.4). Así pues,
vemos que el efecto de interferencia destructiva que se deriva de la
expresión (3.2) es esencial para producir una supresión en la amplitud que
corresponde a las posiciones muy separadas de la trayectoria clásica de la
partícula durante el tiempo de observación ∆t.
Recordemos la extensiónp espacial donde estas fluctuaciones actúan con
mayor intensidad: ∆x . π h̄∆t/m. En ella podemos apreciar que, aunque
la zona ∆x “manchada” por dichas fluctuaciones se hace infinitamente
pequeña
√ en el límite ∆t → 0, no lo hace linealmente, sino proporcionalmente
a ∆t (con mayor lentitud).
40 Capítulo 4. LA VELOCIDAD INSTANTÁNEA

Por tanto el cociente


√ ∆x/∆t no es finito en dicho límite, sino que
diverge como 1/ ∆t. Esto nos dice que la velocidad instantánea no tiene
sentido en la realidad física. Su módulo se hace siempre infinito, si tomamos
la relación no relativista para la energía cinética 1 .
Esta importante conclusión, que es consecuencia en última instancia del
carácter discreto (y no nulo) de la acción reducida, rompe indudablemente
con las ideas preconcebidas sobre la diferenciabilidad de las trayectorias. Es
claro que la observación de la partícula durante intervalos de tiempo cada
vez más cortos, producirá necesariamente fluctuaciones en su velocidad
∆x/∆t, siendo esta cada vez más alta.
Por otro lado, si el intervalo de tiempo de observación es suficientemente
largo, como es el caso, por ejemplo, de una fotografía de un móvil tomada
con un tiempo de exposición de alguna fracción de segundo (10−2 − 10−3 s),
entonces el movimiento aparece como perfectamente continuo, sin mostrar
fluctuaciones. Esta idea puede apreciarse en la Figura 4.1, que ha sido
tomada del libro de Feynman y Hibbs Quantum Mechanics and Path
Integrals, Dover (2010).

1 recordamos aquí la consideración relativista realizada en la Sección 2.1, que lleva la velocidad hacia c.
5. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER

Hemos visto hasta ahora cómo el movimiento de una partícula en el


límite ∆t → 0 puede representarse a través de una amplitud de propagación
espacio-temporal hx t | x1 t1 i, que es en realidad una función compleja de
las variables reales (x,t). Esta idea nos ha permitido conciliar el carácter
discontinuo de la acción a pequeña escala con una descripción matemática
diferenciable, que hará posible utilizar el cálculo diferencial para el estudio
del movimiento.
Pese a su riqueza conceptual, la utilización práctica de la expresion (3.6)
para propagar la partícula desde (x1 ,t1 ) hasta (x2 ,t2 ) cuando ∆t = t2 − t1 es
finito (no infinitesimal), requiere introducir nuevas técnicas matemáticas
de integración, que no desarrollaremos aquí . En su lugar, demostraremos
un camino más fácil para utilizar la expresión (3.6), basado en el cálculo
diferencial. Basta darse cuenta de que la función K(x,t) ≡ hx t | x1 t1 i se
comporta en realidad como una onda fuertemente dispersiva en función de
las coordenadas (x,t).
En efecto, vamos a demostrar que, basándonos en la expresión (3.1), y
en la forma (3.2) de la amplitud de propagación K(x,t) ≡ hx t | x1 t1 i para
∆t = t −t1 → 0, la función K(x,t) satisface la siguiente ecuación diferencial,
llamada ecuación de Schrödinger:
∂ K(x,t) −h̄2 ∂ 2 K(x,t)
ih̄ = +U(x,t)K(x,t) (5.1)
∂t 2m ∂ x2
Para ello, consideremos que el punto (x,t + ∆t) puede ser alcanzado
desde todos los puntos del espacio x − ξ en el instante anterior t.
42 Capítulo 5. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER

Escribamos entonces la amplitud K(x,t + ∆t) ≡ hx t + ∆t | x1 t1 i como


una integral sobre dichos puntos x − ξ , según la expresión (3.1):
Z +∞
K(x,t + ∆t) = K(x,t + ∆t ; x − ξ ,t)K(x − ξ ,t)dξ
−∞
El primer factor del integrando K(x,t + ∆t ; x − ξ ,t) ≡ hx,t + ∆t | x − ξ ,ti
puede expresarse como propagador de Feynman, con el resultado:

i mξ 2
r Z +∞    
m i 
K(x,t + ∆t) = exp exp −U(x − ξ /2,t)∆t K(x − ξ ,t)dξ
2πih̄∆t −∞ h̄ 2∆t h̄
(5.2)

Dado que la función K(x,t) es infinitamente diferenciable en el punto


(x,t) (con t 6= t1 ), para relacionar sus derivadas parciales planteamos su
desarrollo en serie de potencias de ∆t:

K(x,t + ∆t) = K(x,t) + ∆t K(x,t) + . . .
∂t
y en potencias de ξ :
∂ K(x,t) ξ 2 ∂ 2 K(x,t)
K(x − ξ ,t) = K(x,t) − ξ + +... (5.3)
∂x 2 ∂ x2
así como también el desarrollo de la función exponencial:
i i i i ξ ∂U i ξ 2 ∂ 2U
e− h̄ U(x−ξ /2,t)∆t = 1− U(x−ξ /2,t)∆t +· · · = 1− U(x,t)∆t + ∆t − ∆t +. . .
h̄ h̄ h̄ 2 ∂ x h̄ 4 ∂ x2
(5.4)

Es claro que al hacer los productos cruzados de los desarrollos (5.3) y


(5.4) en el segundo miembro de (5.2) van a aparecer 12 términos, de los
cuales se anulan todos aquellos que sean potencias impares de ξ , al integrar
entre −∞ y +∞. Para evaluar las potencias pares deben tenerse en cuenta
los valores de las integrales 1
Z +∞ r
i mξ 2 2πih̄∆t
e h̄ 2∆t dξ =
−∞ m
Z +∞
2 i mξ 2 √  ih̄∆t 3/2
y ξ e h̄ 2∆t dξ = 2π
−∞ m
1
la primera de ellas es un caso particular de (3.3), y la segunda se deduce de la primera derivando
respecto al coeficiente que multiplica a ξ 2 .
43

En consecuencia los términos resultantes en el segundo miembro de


(5.2) son proporcionales a potencias de ∆t, de las cuales despreciamos
(∆t)2 , (∆t)3 , · · · en el límite ∆t → 0. La expresión finalmente obtenida es:

m √  ih̄Z 2
r
∂ K(x,t) Z 3/2 1 ∂ K(x,t)
∆t iZ

∆t
Z = 2π − ∆tU(x,t)K(x,t)
2 ∂ x2
Z Z
∂t 2πih̄Z
∆t
Z m h̄

de donde se obtiene (5.1) simplificando ∆t en los dos miembros. Nótese


2 ∂ 2K
que los términos en ∂∂ xU2 K, ∂U ∂K
∂x ∂x , y U ∂ x2
, resultan ser proporcionales a
2
(∆t) y no contribuyen en el límite ∆t → 0. La ecuación diferencial (5.1)
es una herramienta fundamental en todas las aplicaciones de la Mecánica
Cuántica. Fue descubierta por el físico austriaco Erwin Schrödinger en
1926.
Esta ecuación diferencial es compleja como consecuencia directa de
la presencia de la unidad imaginaria i en el propagador de Feynman. Es
interesante hacerse
p la pregunta de si acaso la adopción del propagador real:
2
Kc (x − x1 , ∆t) = α/π cos[α(x − x1 ) −U( x+x m
2 ,t)∆t/h̄ + β ] , α ≡ 2h̄∆t ,
1

que no es más que la parte real del propagador de Feynman con una
fase β adecuada, hubiera dado origen a una ecuación diferencial real que
sustituyese a la ecuación de Schrödinger.
Para responder a la pregunta anterior, lo primero es dilucidar si el
propagador real Kc cumple o no el postulado de propagación (3.1), para
∆t → 0. Sorprendentemente, la respuesta es afirmativa para el movimiento
libre (U(x,t) = 0), a condición de ser β = −π/4. Sin embargo, dicho
postulado deja de verificarse en el caso general con U(x,t) 6= C 2 .
Se constata así la necesidad de los números complejos para tener una
representación viable del postulado de propagación de Feynman (3.1), que
se basa en asignar una fase al cociente S/h̄ en (3.2), no generando la función
coseno ninguna ecuación diferencial que represente a dicho postulado.

2 para verlo, téngase en cuenta la expresión cos(A + B) = 2cosAcosB − cos(A − B), donde aparece un
segundo término cuya integral es no nula en (−∞, +∞), en presencia de un potencial U(x,t) 6= 0.
6. LA FUNCIÓN DE ONDAS

Hemos definido K(x2 ,t2 ; x1 ,t1 ) como la amplitud de propagación para


que una partícula de masa m, sometida a un potencial U(x,t), pase de (x1 ,t1 )
a (x2 ,t2 ), y lo hemos hecho utilizando la acción clásica del movimiento. Pero
a diferencia de lo que ocurre en la Mecánica Clásica, donde el movimiento,
para una trayectoria determinada, es posible o no, en la Mecánica Cuántica
el movimiento es siempre posible. Por tanto la partícula inicialmente
localizada en el punto x1 , al cabo de un pequeño lapso de tiempo t2 − t1 > 0
va a ocupar virtualmente todo el espacio, y cada nuevo punto es susceptible
de propagarse nuevamente en el tiempo. Se hace entonces necesario definir
de forma general el estado de ocupación del espacio que puede tener una
partícula en un instante determinado.
Tiene interés considerar la amplitud de propagación para que la partícula
llegue a un punto determinado sin ninguna información específica sobre
su movimiento previo. Siguiendo a Feynman, podemos definir una función
compleja ψ(x,t) que sea la amplitud total para llegar a (x,t) sin indicar
el pasado. A esta amplitud se la llama función de ondas. No hay diferencia
conceptual entre dicha amplitud y la amplitud de propagación que hemos
visto. De hecho, el propagador K(x,t ; x1 ,t1 ) es una función de ondas, pues
representa una amplitud concreta para llegar a (x,t), la que proviene de
(x1 ,t1 ). Utilizar la notación de la función de ondas ψ(x,t) significa que no
nos interesa el movimiento anterior.
Dado que ψ(x,t) es una amplitud de propagación, satisface el postulado
general de propagación que establecimos en la ecuación (3.1).
45

Como esta ecuación es válida para todos los puntos x1 , entonces la


función de ondas debe satisfacer la ecuación integral:
Z +∞
ψ(x,t) = K(x,t ; x1 ,t1 ) ψ(x1 ,t1 )dx1 (6.1)
−∞

Este resultado puede enunciarse en términos físicos: la amplitud total


para llegar a (x,t) es la suma (integral) sobre todos los valores posibles de x1 ,
de la amplitud total para llegar al punto (x1 ,t1 ) (ψ(x1 ,t1 )), multiplicada por
la amplitud para llegar desde x1 a x (K(x,t ; x1 ,t1 )). Los efectos de la historia
pasada de la partícula se pueden expresar entonces en términos de una única
función. La ecuación (6.1) es válida con la forma exacta del propagador
dada en (3.5) y resulta de gran utilidad aproximarla, para intervalos de
tiempo cortos, utilizando la expresión (3.2) para dicho propagador.
Dado que el propagador cumple la ecuación de Schrödinger:

∂ K(x,t) −h̄2 ∂ 2 K(x,t)


ih̄ = +U(x,t)K(x,t)
∂t 2m ∂ x2
es fácil demostrar que la función ψ(x,t) satisface también dicha ecuación,
es decir:
∂ ψ  −h̄2 ∂ 2 
ih̄ = +U(x,t) ψ (6.2)
∂t 2m ∂ x2
lo cual dejamos como ejercicio simple (basta esencialmente aplicar
la derivación bajo el signo integral). Ahora puede comprenderse mejor
el significado matemático de la ecuación (6.1), pues la función ψ(x1 ,t1 )
juega el papel de una única condición inicial (arbitraria) en la evolución de
ψ(x,t)1 .
Así pues, tomaremos la función compleja ψ(x,t) como definición del
estado de movimiento de la partícula en el instante t. Se asocia a ella
la siguiente interpretación probabilística, introducida por el físico
alemán Max Born en 1926: la densidad de probabilidad de que la partícula
se encuentre en el intervalo (x, x + dx), como resultado de una medida,
viene dada por:
dP(x,t) 2
= ψ(x,t)
dx
1 nótese que la ecuación de Schrödinger (6.2) es de primer orden en t, y sus soluciones dependen de una
única constante de integración. No se requiere por tanto conocer el valor inicial de ∂∂tψ en cada punto. En
esto hay una diferencia esencial con la ecuación de Newton, y con la ecuación de ondas, donde figura la
∂2
derivada segunda ∂t 2 , y se requiren dos constantes de integración.
46 Capítulo 6. LA FUNCIÓN DE ONDAS

Como la probabilidad total de que ocupe algún punto del espacio debe
ser la unidad en cada instante t, debe verificarse la llamada condición de
normalización: Z +∞
ψ(x,t) 2 dx = 1

(6.3)
−∞

Lo cual lleva implícito el requisito de convergencia de la integral, es


decir, que la función ψ debe ser de cuadrado sumable.
Una importante propiedad de la función de ondas es que su multiplicación
por cualquier factor de fase global de la forma eiθ , donde θ ∈ [0, 2π] no
depende de las coordenadas espaciales ni del tiempo, carece por completo
de significado físico, y el producto sigue representando el mismo estado.
Esto es una consecuencia natural de la indefinición del cero de la energía
potencial en la Mecánica Clásica, y de la forma en que esta actúa en el
propagador de Feynman (3.2). En efecto, cualquier redefinición de la misma
U(x,t) → U(x,t) +C resulta indistinguible de un cambio en el origen de
tiempos (t = 0) t → t + t0 .
Conviene dejar claro que el carácter no físico de la fase global de ψ se
produce únicamente cuando la partícula se encuentra aislada, es decir, se
trata de la función de ondas completa, y no de una combinación lineal con
otras.
Existe una correspondencia 1 − 1 entre los estados de movimiento de
una partícula y las funciones complejas que verifican las ecuaciones (6.2) y
(6.3), salvo un factor de fase global eiθ . Los estados se suelen designar con
la notación |ψi, debida a Dirac.
7. ONDA DE DE BROGLIE Y TRANSFORMACIÓN DE FOURIER

Desde el punto de vista matemático, la ecuación de Schrödinger (6.2)


es una ecuación diferencial en derivadas parciales de segundo orden que
contiene la derivada primera ∂ /∂t, a cuya familia pertenecen también la
ecuación de ondas (que contiene ∂ 2 /∂t 2 y gobierna las ondas no dispersivas)
y la ecuación de difusión, que resulta de reemplazar i → −1. Esta última
describe los fenómenos relacionados con el movimiento Browniano.
Consideremos como posible solución de la ecuación (6.2) para el caso
del movimiento libre (U(x,t) = 0), la onda plana:
ψ(x,t) = Aei(kx−ωt) (7.1)
que representa una onda que se propaga a lo largo del eje X positivo,
con frecuencia angular ω, número de ondas k y velocidad v p = ω/k, y que
verifica la ecuación de ondas ∂ 2 ψ/∂ x2 − (1/v p 2 )∂ 2 ψ/∂t 2 = 0 y por tanto
no verifica la ecuación (6.2) con U(x,t) = 0, a no ser que cambiemos la
relación de dispersión ω = ω(k) para ser exactamente:
h̄k2
ω(k) = (7.2)
2m
como se comprueba fácilmente utilizando las expresiones (7.1) y (6.2).
La asociación de la onda plana representada por la solución (7.1) con
el estado concreto de una partícula la realizaremos siguiendo el camino
históricamente trazado por el físico francés Louis De Broglie, quien conjeturó
en 1923 lo siguiente:
48 Capítulo 7. ONDA DE DE BROGLIE Y TRANSFORMADA DE FOURIER

eikx e-ikx

+i X +i X
-1 -1

+1 +1

-i -i

Figura 7.1: Ondas planas de De Broglie para una partícula en t = 0 propagándose a


lo largo del eje X, para ambos signos del número de ondas ±k. Obsérvese cómo la
función nunca pasa por cero, teniendo un carácter dextro/levo en la propagación hacia
adelante/atrás.

Hipótesis de De Broglie. Todo cuerpo móvil con momento p lleva


asociada una onda, que es consustancial con su estado de movimiento, y
cuya longitud de onda vale

h
λ= (7.3)
p
siendo h la constante de Planck.
En efecto, esta onda no es otra cosa que el estado ψ(x,t) definido por la
solución (7.1) de la ecuación de Schrödinger 1 , que hemos representado en
la Figura 7.1 para t = 0.
Con la relación de dispersión (7.2), asociamos la velocidad de la partícula
con la velocidad de grupo vg = dω dk de la onda:
dω h̄k h
=m
p = mvg = m = h̄k =
dk m λ
estando la energía cinética de la partícula asociada con la frecuencia ω
de la onda:
p2 h̄2 k2
E= = = h̄ω
2m 2m
1el razonamiento relativista original de De Broglie para postular esta onda fue bien distinto a lo aquí
expuesto. La onda se encuentra en fase con lo que él llamó un proceso periódico interno asociado con la
energía mc2 . Es el carácter dispersivo de la onda, a través de la relación ω(k) 6= vk, lo que permite resolver
el conflicto planteado entre el aumento de frecuencia por el aumento de masa con la velocidad (h̄ω = mc2 γ),
y la disminución de frecuencia debida a la dilatación temporal de Lorentz (h̄ω1 = mc2 /γ).
49

Las dos fórmulas p = h̄k y E = h̄ω se conocen en la literatura como


relaciones de De Broglie. La onda plana (7.1) es
qperfectamente relativista
cuando se utiliza la relación de dispersión ω = k2 c2 + (mc/h̄)2 , asociada
p
con la energía total E = p2 c2 + m2 c4 .
En este caso relativista, donde E = h̄ω representa la energía total (no
simplemente la energía cinética), la onda no verifica ya la ecuación de
Schrödinger, que debe ser reemplazada por una ecuación relativista (ya sea
Klein-Gordon o Dirac, que no trataremos aquí).
El carácter fuertemente dispersivo se hace notar cuando superponemos
ondas con distintos valores de λ para formar un pulso, pues las velocidades
de propagación de sus fases van a ser inversamente proporcionales a sus
longitudes de onda (v p = ω/k = h/(2mλ )), y el pulso perderá su forma.
Con esta asignación de momento y energía a la onda plana (7.1), su
fase coincide exactamente con la acción clásica S dividida por h̄, y por tanto
representa también la amplitud de propagación de una partícula libre que
se mueve con velocidad constante a través del espacio, según el propagador
de Feynman.
En efecto, x = vt y se cumple:
px Et 1 mv2 1 1
kx − ωt = − = (2 t − Et) = Lt = S
h̄ h̄ h̄ 2 h̄ h̄
donde, al ser U = 0 (movimiento libre), tenemos L = E = T = mv2 /2.
Téngase en cuenta que, en cualquier instante de tiempo t, la solución (7.1)
presenta una densidad de probabilidad que es constante para todos los
puntos x del espacio:
|ψ(x,t)|2 = |A|2 = constante ∀x ∈ R (7.4)
Lo cual constituye una idealización matemática, pues, de forma general,
no existen en física trenes de ondas totalmente monocromáticos, sino que
estos mantienen fija su longitud de onda λ sobre una cierta longitud máxima
(llamada en la literatura longitud de coherencia), y decaen a cero fuera de
ella. Esto equivale a decir, como veremos a continuación, que las partículas
nunca tendrán su momento definido con total precisión.
Una consecuencia del carácter ideal (no realizable en la práctica) de
estos estados, es que el valor correcto de la constante A en la ecuación (7.1)
no puede ser determinado simplemente por la condición de normalización
(6.3), ya que la integral es divergente. Es decir, los estados de onda plana
no constituyen funciones de onda de cuadrado sumable.
50 Capítulo 7. ONDA DE DE BROGLIE Y TRANSFORMADA DE FOURIER

En un instante de tiempo determinado, se define la transformada de


Fourier de la función de ondas ψ(x) como:
Z +∞
1
f (k) ≡ √ ψ(x) e−ikx dx (7.5)
2π −∞

La transformación de Fourier es una de las armas matemáticas más


potentes que se hayan inventado, y sus propiedades y teoremas asociados
pueden encontrarse en numerosos libros de texto 2 . El teorema de inversión
de la transformación de Fourier asegura que la función de ondas puede
recuperarse siempre como:
Z +∞
1
ψ(x) = √ f (k) eikx dk (7.6)
2π −∞
+∞
| f (k)|2 dk = 1. Nótese que la igualdad
R
cumpliéndose además que −∞
entre las integrales totales de |ψ(x)|2 y | f (k)|2 , esencial en la interpretación

probabilística, no se hubiese logrado sin la introducción del factor 1/ 2π
en la definición de la transformada de Fourier (7.5), específico para todas
sus aplicaciones en la Mecánica Cuántica.
Lo anterior nos dice que pueden utilizarse ondas planas eikx con distintas
longitudes de onda para construir cualquier función compleja definida sobre
R. Dado que |ψ(x)|2 dx representa la probabilidad de que la partícula sea
detectada en (x, x + dx), debemos asociar | f (k)|2 dk con la probabilidad de
detectar su momento en (p, p + d p) = h̄(k, k + dk). Nótese que mientras x
se mide en unidades de longitud [m], k se mide en unidades de longitud
inversa [m−1 ]: número de ondas por unidad de longitud.
De la misma manera que el cuerpo ocupa simultáneamente toda una
región del espacio, debemos admitir que su velocidad no es única, sino
que el espacio de velocidades se encuentra igualmente ocupado de manera
continua, de acuerdo con la transformada de Fourier de ψ(x).
Hay que enfatizar que las funciones complejas ψ(x) y f (k) proporcionan
dos descripciones equivalentes de un mismo estado de movimiento, pues
contienen exactamente la misma información. Esta correlación entre
posiciones y velocidades de un cuerpo es un fenómeno que no se produce
en la Mecánica Clásica.

2 véase por ejemplo “The Fourier Transform and its Aplications”, R. N. Bracewell (2000).
8. VALORES MEDIOS E INDETERMINACIÓN

Ya que la función de ondas ψ(x) de la partícula ocupa todo el espacio,


tiene gran interés poder calcular con precisión la coordenada promedio hxi
de los píxels uniformemente distribuidos que hayan dado señal en medidas
de su posición. Igualmente conocer la dispersión ∆x de dichas medidas
alrededor del valor medio, es decir, la extensión espacial sobre la que la
partícula fluctúa con mayor probabilidad.
Siendo |ψ(x)|2 una función densidad de probabilidad, ambas cantidades
se calculan como sigue, a partir de la información contenida en la función
de ondas ψ(x):
Z +∞ Z +∞
hxi = 2
x|ψ(x)| dx = ψ ∗ (x) (xψ(x)) dx (8.1)
−∞ −∞

(∆x)2 = hx2 i − hxi2


donde hx2 i es el valor medio de x2 , que se calcula evidentemente como:
Z +∞
2
hx i = x2 |ψ(x)|2 dx
−∞
No siendo posible, como se ha explicado, la definición de una velocidad
instantánea, sí tienen en cambio perfecto sentido la velocidad promedio hvi,
y el momento promedio hpi de la partícula.
Este último se determina, siguiendo la idea anterior, como el valor medio
de k en la transformada de Fourier:
Z +∞
hpi = h̄hki = h̄ k| f (k)|2 dk = mhvi
−∞
52 Capítulo 8. VALORES MEDIOS E INDETERMINACIÓN

Existe sin embargo una forma más directa de calcular el momento


promedio sin tener que calcular previamente la transformada de Fourier de
la función de ondas, pudiendo obtenerse hpi tras realizar una única integral.
Para ello es necesario conocer algunas propiedades de la transformación
de Fourier. Dentro del conjunto de funciones de onda (espacio de Hilbert
L2 (R)), puede definirse un producto escalar de la siguiente manera:
Z +∞
hψ1 |ψ2 i ≡ ψ1 (x)∗ ψ2 (x)dx
−∞

donde hψ1 |ψ2 i es un número complejo.


Nótese que hψ2 |ψ1 i = hψ1 |ψ2 i∗ . Puede comprobarse fácilmente que
la existencia de este producto escalar confiere al espacio de Hilbert la
estructura de espacio vectorial.
La transformada de Fourier cumple entonces la siguiente propiedad,
conocida como identidad de Parseval generalizada:
Z +∞ Z +∞

ψ1 (x) ψ2 (x)dx = f1 (k)∗ f2 (k)dk ∀ψ1,2 ∈ L2 (R)
−∞ −∞

es decir, el producto escalar permanece invariante después de transformar


cada uno de sus factores: hψ1 |ψ2 i = h f1 | f2 i. Por tanto, el producto escalar
puede asociarse realmente con la proyección de un estado cuántico en
otro, siendo su resultado el mismo, ya se realice en la representación de
posiciones de la función de ondas, o en la de momentos.
Este resultado permite calcular hpi directamente. En efecto, derivando
respecto a x los dos miembros de la ecuación (7.6) tenemos:
Z +∞
∂ψ 1
=√ ik f (k)eikx dk
∂x 2π −∞

lo cual nos está indicando una propiedad general, que la transformada


de Fourier de la derivada ∂∂ψx es simplemente ik f (k). Por tanto:
Z +∞ Z +∞ Z +∞
2 1 ∗ 1 ∗ ∂ψ
hki = k| f (k)| dk = f (k) (ik f (k))dk = ψ (x) dx
−∞ −∞ i −∞ i ∂x
o en definitiva:
Z +∞
∂ψ
hpi = ψ ∗ (x)(−ih̄ )dx
−∞ ∂x
que es la fórmula directa que deseábamos encontrar.
53

Si se mira atentamente, esta expresión es formalmente idéntica a (8.1),


y ambas pueden considerarse casos particulares de una definición más
general de valor medio de un operador lineal que representa a cualquier
magnitud física medible. La expresión general es:
Z +∞
hAi = ψ ∗ (x)(Aψ)dx = hψ|Aψi (8.2)
−∞
siendo A = x (posición) ó p (momento). Para cada magnitud física
medible A puede encontrarse unívocamente un operador específico que la
representa, generalmente a partir de los dos anteriores. Estos operadores
no tienen otra finalidad que calcular valores medios, y son aplicaciones
matemáticas lineales que asocian a cada elemento del espacio de Hilbert
L2 (R) otro elemento del mismo espacio (ψ → Aψ ∈ L2 (R)). Obsérvese
que su carácter lineal tiene origen en el principio de superposición que
introdujimos en el Capítulo 3.
Como acabamos de ver, el operador momento está representado por
una derivación parcial respecto a la coordenada de movimiento:

p = −ih̄
∂x
Por supuesto, los valores medios hAi deben ser siempre reales sobre
cualquier función de ondas ψ, como lo son las medidas de cualquier
magnitud física A en el laboratorio. Esto obliga a que los operadores físicos
A deben ser autoadjuntos, es decir, que verifiquen, para toda pareja de
estados ψ1 , ψ2 ∈ L2 (R): hψ1 |Aψ2 i = hAψ1 |ψ2 i ≡ hψ1 |A|ψ2 i. Nótese que
esta condición permite que pueda cumplirse lo anterior con ψ = ψ1 = ψ2 ,
ya que hψ|Aψi = hAψ|ψi∗ . Tiene también perfecto sentido la evaluación
de hA2 i. En este caso, debe entenderse la acción de A2 como la aplicación
reiterada A(Aψ). Nótese la analogía profunda de estos operadores con
las matrices complejas Hermíticas, que también son operadores lineales
autoadjuntos sobre un espacio vectorial, de dimensión finita. Análogamente
pueden definirse potencias más elevadas, desarrollos en serie, etc.
Las medidas individuales realizadas en el laboratorio de la magnitud
A, obtenidas con idéntico estado inicial ψ, manifestarán el carácter no
determinista de la Mecánica arrojando valores aleatorios. Sin embargo,
podemos predecir con exactitud la dispersión de dichas medidas (∆A)
alrededor de su valor medio, a través de la expresión:
(∆A)2 = hA2 i − hAi2 (8.3)
54 Capítulo 8. VALORES MEDIOS E INDETERMINACIÓN

Si la aplicamos, por ejemplo, al operador momento p, el cálculo de hp2 i


se realiza por medio de la siguiente integral:
Z +∞ 2ψ
2 ∗ 2∂
hp i = ψ (x)(−h̄ )dx
−∞ ∂ x2
El valor medio anterior es siempre positivo o nulo para funciones de
cuadrado sumable (nulas en el infinito), como puede demostrarse usando la
integración por partes 1 . Vemos entonces que el operador que aparece en la
h̄2 ∂ 2
ecuación de Schrödinger (6.2): H = − 2m ∂ x2
+U(x,t) representa la energía
total, pues su primer término (incluido el signo) representa la energía
cinética.
De acuerdo con todo lo anterior, tenemos ahora una prescripción de
cálculo que nos permite evaluar, usando el cálculo integral, los valores
medios y la dispersión, tanto de la posición como del momento de una
partícula, como de cualquier otra magnitud construida a partir de ellos.
En otras palabras, hemos aprendido a “decodificar” la información
contenida en la función de ondas ψ(x) de una partícula, para poder hacer
predicciones estadísticas sobre los resultados de las medidas de cualquier
observable en el laboratorio.
Al igual que ocurre con las matrices, la acción de estos operadores no es
en general conmutativa. Por ejemplo, es un ejercicio simple comprobar que,
para cualquier función de ondas ψ, se cumple que:

[x, p] ≡ xp − px = ih̄

donde es necesario advertir sobre una costumbre frecuente en la Mecánica


Cuántica: se están utilizando los mismos símbolos para designar los valores
de las magnitudes físicas y los operadores que las representan. En realidad
queremos decir que: (xp − px)ψ = ih̄ψ, ∀ψ.

2 +∞ R +∞ ∂ ψ ∗ ∂ ψ R +∞ ∂ ψ(x) 2
en efecto: − ∞∞ ψ ∗ ∂ ψ2 dx = − ψ ∗ (x)ψ(x) −∞ + −∞
1
R
dx ≥ 0 para funciones
∂ x ∂ x dx = −∞

∂x ∂x
de cuadrado sumable ψ(x) que vayan a cero en el infinito.
9. EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN

Una de las propiedades más notables de la transformación de Fourier


es que, si la función original es muy estrecha (∆x → 0), su transformada es
muy ancha (∆k → ∞). La idea matemática es bien intuitiva: no podemos
construir una función estrecha sumando únicamente longitudes de onda
(λ = 2π/k) mayores que su anchura. En otras palabras, el producto ∆x∆k es
aproximadamente la unidad. El enunciado preciso del teorema matemático
es: ∆x∆k ≥ 1/2 ∀ψ, para funciones ψ y ∂ ψ/∂ x diferenciables y de
cuadrado sumable, nulas en el infinito. Indicamos los pasos necesarios
para demostrarlo, como teorema general de la transformación de Fourier,
independiente de la constante de Planck:
a) Partir de la integral del módulo cuadrado de la función siguiente:
∂  i∗
Z +∞ h
∂ 
x+λ ψ x+λ ψ dx ≥ 0 ∀λ ∈ R
−∞ ∂x ∂x

donde x +λ ∂∂x = x +iλ k es un operador real, con k ≡ −i ∂∂x (complejo).


b) Sumar y restar a la expresión entre corchetes la cantidad ψ · (x − λ ∂∂x ),
y probar que:
Z +∞ h
∂  ∗ ∗ ∂ i ∂ 
x+λ ψ −ψ · x−λ (x + λ ψ dx = 0
−∞ ∂x ∂x ∂x
debido a que el integrando es una derivada total, que verifica:
Z +∞
∂ h ∗ ∂ i
ψ · (x + λ )ψ dx = 0
−∞ ∂ x ∂x
∂ ψ +∞

2 ∗
suponiendo que ψ y ∂ ψ/∂ x cumplen x|ψ| + λ ψ ∂ x = 0.

−∞
56 Capítulo 9. EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN

c) Finalmente expresar lo que queda de la integral original como:


hx2 i + λ 2 hk2 i − λ ≥ 0 ∀λ ∈ R
y observar que hx2 i = (∆x)2 y hk2 i = (∆k)2 si suponemos hxi = 0 y
hki = 0. Es necesario usar que F (∂ ψ/∂ x) = ik f (k). La prueba del
teorema se sigue de examinar en detalle el discriminante de la parábola
anterior en λ .
Dejamos como ejercicio instructivo la realización detallada de estos
pasos, para discutir la trascendencia física que adquiere el resultado, cuando
tenemos en cuenta la relación de De Broglie: p = h̄k, por la cual ∆p = h̄∆k
representa la dispersión en la distribución de momento de la partícula.
El resultado fue enunciado por el físico alemán Werner Heisenberg en
1927, y se conoce como principio de indeterminación 1 posición-momento:
si conocemos con gran precisión (∆x) la posición que ocupa un cuerpo,
entonces son inevitables grandes fluctuaciones en su momento (∆p), estando
las anchuras de ambas distribuciones relacionadas por la desigualdad:
∆x∆p ≥ h̄/2 (9.1)
La desigualdad anterior se cumple para toda función de ondas, en
cualquier instante de tiempo. Su impacto sobre la física es enorme. Revela
la imposibilidad por principio de conocer simultáneamente, con infinita
precisión, la posición de un cuerpo a lo largo de una dirección determinada,
y su momento en esa misma dirección.
Fijado hxi = 0 en la demostración anterior, k0 ≡ hki 6= 0 en general,
1/2
definido por un factor e−ik0 x ψ(x). Siendo ∆x [(∆k)2 + k02 ] ≥ 1/2 ∀k0 ∈ R,
la desigualdad se verifica también con k0 = 0. Luego ∆x∆p ≥ h̄/2 se cumple
universalmente, y es 100 % relativista (como las relaciones de De Broglie).
Por supuesto, también para un fotón (m = 0), no importa su frecuencia ω.
Una consecuencia inmediata de (9.1) es que todo cuerpo confinado en
una región del espacio de tamaño 2∆x necesariamente adquiere una energía
cinética (no relativista) con valor medio:
1 1 1 h̄2
hT i = (∆p)2 ≥
2m 4 2m (∆x)2
si hacemos hpi = 0, ignorando la velocidad media de la partícula.
1
en español, también: “principio de incertidumbre”. El carácter no determinista de la mecánica no está
en cuestión, sea cualquiera el nombre elegido. Podría usarse igualmente “principio de imprecisión”. En
inglés se usa generalmente: “uncertainty principle”.
57

Dado que hemos calculado el valor medio de T , no estamos hablando de


fluctuaciones individuales en una medida concreta de la energía cinética,
sino de un desplazamiento de la mayoría de las medidas.
La cota inferior para ∆x∆p puede utilizarse siempre para estimar la
energía mínima que adquiere la partícula confinada sobre una distancia
2∆x, sea cualquiera la energía potencial U(x) que la confina. Es decir,
la energía de su estado fundamental (gobernado por las fluctuaciones
cuánticas, y nunca alejado de la cota inferior señalada). Es interesante
que, en el límite ultrarelativista, dicha cota inferior para ∆x∆p aumenta
ligeramente,√verificándose, por ejemplo, para electrones: ∆x∆p ≥ ah̄, con
a ∈ [ 12 , (1 + 25 ) 13 ] para ∆p/(mc) ∈ [0, +∞) 2 .
Para todo tipo de sistemas, y admitiendo una incertidumbre de un
factor 2 en el producto, recomendamos la utilización del principio de
indeterminación en forma de la igualdad aproximada: ∆x∆p ∼ h̄, pudiendo
2
escribirse directamente que la energía cinética adquirida es T ∼ h̄ 2 , ó
√ 2m(∆x)
bien de forma relativista T ∼ (h̄/∆x) c +m c −mc .
2 2 2 4 2 3

El teorema ∆x∆px ≥ h̄/2 (1D) puede formularse fácilmente p en 3D √ en


la formap∆r∆p ≥ 3h̄/2, 2
siendo en un sistema radial: ∆r = hr i = 3∆x

2
y ∆p = hp i = 3∆px . El confinamiento √ en 3D triplica la energía en el
caso no relativista: T = 3Tx , pero T = 3Tx en el caso ultrarelativista.
Podemos así estimar la energía de un sistema físico simplemente a
partir de su tamaño. Proponemos dos ejercicios especialmente interesantes:
la estimación
p de la masa del protón, formado por 3 quarks con mq ≈ 0
(r p = hr2 i = 0.84 fm), y la derivación del ángulo de difracción de un
fotón por un agujero de diámetro d (1D en su dirección transversal).
Cuando la partícula se desplaza por el espacio en la forma de un pulso
dispersivo con velocidad de grupo vg , tiene perfecto sentido definir la
indeterminación en el tiempo que se origina como consecuencia de
la indeterminación espacial, en la forma: ∆t ≡ ∆x/vg . Puede entonces
calcularse la indeterminación en la energía a partir de ∆p como:
p2  p
∆E = ∆ = ∆p = vg ∆p
2m m
donde también figura la velocidad de la partícula, y hemos utilizado la
regla de la cadena para relacionar las variaciones de energía y momento.
2 Iwo and Zofia Bialynicki-Birula, NJP 21 073036 (2019), y para fotones PRL 108, 140401 (2012) .
3 en muchos casos no relativistas, la estimación de la energía mejora si se toma algún valor intermedio
entre la cota inferior h̄/2 y h̄, pero la prescripción ∆x∆p ∼ h̄ puede ser adoptada como criterio general.
58 Capítulo 9. EL PRINCIPIO DE INDETERMINACIÓN

Idéntico resultado
p se obtiene diferenciando la expresión relativista para
la energía E = p2 c2 + m2 c4 (siendo m la masa en reposo), teniendo en
cuenta que también dE/d p = vg = β c = pc2 /E en este caso. Es claro que
el producto ∆E∆t no depende ya de vg , y de la expresión (9.1) obtenemos
el principio de indeterminación energía-tiempo:

∆E∆t ≥ h̄/2 (9.2)

La validez de la aproximación ∆x∆p ∼ h̄ (1D) requiere dos condiciones:


• que la partícula confinada se encuentre cerca
q de su estado fundamental,
con energía E0 ∼ (h̄/∆x)2 /(2m), ó E0 ∼ (h̄/∆x)2 c2 + m2 c4 − mc2 .
• que la partícula no haya sido abandonada en movimiento libre, tras
el confinamiento. De ser así, adquirirá una anchura dependiente del
tiempo ∆x ≈ (∆p/m)t 4 (sumada en cuadratura), siendo ∆p constante.
Si estas condiciones no se verifican, el producto ∆x∆p aumenta con
respecto a h̄, verificándose siempre la desigualdad: ∆x∆p ≥ h̄/2.
Veamos numéricamente la magnitud de esta energía, originada por las
fluctuaciones cuánticas, considerando la partícula más ligera que tenemos
en la materia ordinaria, el electrón, con masa me = 9.109 × 10−31 Kg. Para
ello tomemos tres valores de interés para su distancia de confinamiento:
∆x = 1mm, 1µm y 1Å. Las energías que obtenemos son, respectivamente:
3.8×10−14 eV, 3.8×10−8 eV y 3.8 eV. Mientras en los dos primeros casos
la energía es inobservable en el laboratorio, en el tercero (que responde al
caso de los átomos) pasa a ser muy significativa.
Conocido el potencial de confinamiento, el principio de indeterminación
nos permite estimar siempre tanto la energía E0 del estado fundamental
como el tamaño del objeto ∆x, sin tener que resolver la ecuación de
Schrödinger (que veremos en el Capítulo 12), encontrando el mínimo de la
energía total promedio: E0 ∼ hEi = hT i + hUi, en función de ∆x.
La expresión (9.2) para la indeterminación energía-tiempo puede usarse
también como la igualdad aproximada: ∆E∆t ∼ h̄. Esto nos sirve para
estimar la energía cinética ∆E adquirida por el confinamiento en el tiempo,
que ya discutimos en la Section 2.1. Por ejemplo, vemos que cuando
∆t ∼ h/E dicha energía se hace significativa en términos relativos, ya que
∆E/E ∼ (h̄/E)(1/∆t) ∼ 1/2π ∼ 16 %.
la expresión relativista exacta es ∆x = (∆p/m)t/(1 + a)3/2 con a = γ 2 β 2 =
4 2
p(p/mc) , nula para un
2
fotón, como puede probarse fácilmente calculando ∆x = ∆v t a partir de v = pc / p2 c2 + m2 c4 .
10. EXTENSIÓN A TRES DIMENSIONES

Todas las ideas desarrolladas se han formulado suponiendo que tanto


el movimiento, como el campo de fuerzas U(x,t), ocurren únicamente en
una dimensión, el eje X. Sin embargo, el movimiento real tiene lugar a lo
largo de 3 coordenadas espaciales r = (x, y, z), que dependen del tiempo t.
La extensión a 3 dimensiones de todo lo anterior puede realizarse de forma
inmediata, y los nuevos postulados se obtienen con facilidad. Es un ejercicio
de gran utilidad escribir correctamente, utilizando la notación vectorial r (t),
las siguientes expresiones:
• amplitud de propagación de Feynman
• ecuación de Schrödinger
• función de ondas y acción del propagador sobre ellas
• onda plana, relación de dispersión y velocidad de grupo
• valor medio de una magnitud escalar A y vectorial A = (Ax , Ay , Az )
• transformada de Fourier
• producto escalar de funciones de ondas
• operador p
• operador H = p2 /(2m) +U
• principio de indeterminación
El paso a 3D de cada uno de los apartados anteriores no se encuentra en
ningún caso vacío de contenido conceptual, involucrándose la geometría
Euclídea, y el teorema de Pitágoras, en el propagador de Feynman.
60 Capítulo 10. EXTENSIÓN A TRES DIMENSIONES

Dejamos para el estudiante este ejercicio, apuntando que en los factores


de normalización de la transformada de Fourier y propagador de Feynman,
se hace necesario reemplazar el factor (2π)1/2 por (2π)3/2 .
Escribamos como ejemplo el resultado para la ecuación de Schrödinger
en 3D, sabiendo que el cuadrado de la velocidad se somete igualmente a la
geometría euclídea:
 2
−h̄ ∂ 2 ∂2 ∂2 

∂ψ
ih̄ = + + +U(r ,t) ψ (10.1)
∂t 2m ∂ x2 ∂ y2 ∂ z2
∂2 2 2
Utilizando la definición del operador de Laplace ∆ ≡ ∂ x2
+ ∂∂y2 + ∂∂z2 , la
ecuación de Schrödinger se suele escribir así:

∂ ψ  −h̄2 
ih̄ = ∆ +U(r ,t) ψ (10.2)
∂t 2m
p2
O aún más simple, utilizando el operador Hamiltoniano H = +U:
2m
∂ψ
ih̄ = Hψ (10.3)
∂t
El propagador de Feynman en 3D se escribe como:
ZZZ
ψ(r ,t) = K(r ,t ; r1 ,t1 )ψ(r1 ,t1 )d 3 r1 (10.4)

Hemos visto la extensión a 3D del principio de indeterminación, y


debe recordarse que este afecta de forma intrínseca a la posición y el
momento medidos a lo largo del mismo eje: ∆xi ∆pi ∼ h̄ con xi = x, y, z. El
confinamiento en 3D genera energías independientes en cada dimensión,
que se suman.
La transformada inversa de Fourier en 3D se escribe como:
1
ZZZ
ψ(r ) = f (k) eikr d 3 k (10.5)
(2π)3/2
El caso más relevante, que hace insoslayable el análisis en 3D, es el
momento angular L = r × p, que abordaremos en el Capítulo 15. Los
valores medios y la dispersión para los operadores L = (Lx , Ly , Lz ) pueden
ser calculados con integrales 3D, aunque el conocimiento de sus autoestados
simplificará generalmente los cálculos, como veremos en el Capítulo 16.
11. AUTOESTADOS Y VALORES MEDIBLES

Dada una magnitud física medible A, debemos hacernos la siguiente


pregunta: ¿existen funciones de ondas ψ tales que dicha magnitud esté bien
definida en ellas, de tal manera que la repetición de medidas sobre tales
estados ψ arrojen siempre el mismo valor real a ∈ R? O de forma más
precisa: ¿existen funciones ψ tales que, en ellas, ∆A = 0?
Con la definición anterior de ∆A, estamos en situación de responder
matemáticamente a dicha pregunta. Supongamos que somos capaces de
resolver el problema de autovalores para el operador A: Aψ = aψ. Esto
significa encontrar los autovalores a y los autovectores ψ posibles en
dicha ecuación 1 . En tal caso, la ecuación (8.3) nos permite comprobar
inmediatamente que: (∆A)2 = a2 hψ|ψi − a2 hψ|ψi2 = 0, ya que hψ|ψi = 1
debido a la propiedad de normalización.
Por tanto el problema queda formulado en términos matemáticos: se trata
de resolver el problema de autovalores para el operador A. Los estados ψ
buscados son los autovectores de dicho problema, llamados en la Mecánica
Cuántica autoestados 2 . Sabemos que los autovalores a serán siempre reales
(por ser A autoadjunto), pero anticipamos que no recubrirán en general toda
la recta real, sino que definirán un subconjunto A ⊂ R dentro de la misma.
En muchos casos este subconjunto, que recibe el nombre de espectro del
operador A, será discreto (puntos aislados).
1en general, se tratará de una ecuación diferencial en derivadas parciales.
2en inglés: eigenstates (autoestados), eigenvalues (autovalores), y eigenfunctions (autofunciones). Esta
denominación tiene su origen en el alemán, lengua embrionaria en el desarrollo de la Mecánica Cuántica.
62 Capítulo 11. AUTOESTADOS Y VALORES MEDIBLES

Número de medidas

XA\
400

DA

200

an-1 an an+1 ...

Figura 11.1: Distribución de 1100 medidas realizadas en el laboratorio de la magnitud


A, sobre un estado ψ que no es autoestado de dicha magnitud, y que ha sido preparado
idéntico cada vez. Solo los autovalores an resultan medibles, siendo aleatoria la
distribución, con una función de probabilidad calculable, utilizando las integrales
|hψn |ψi|2 , que construyen la curva azul.

Será esencial en la determinación de este subconjunto el imponer que la


función de ondas debe ser continua en R3 , y de cuadrado sumable. Todos
aquellos valores reales a que no pertenezcan al espectro del observable A
(a ∈
/ A) resultarán prohibidos, y nunca podrán ser medidos en el laboratorio.
Además ocurre que, sobre los autoestados, las medidas obtenidas son
reproducibles y arrojan siempre el mismo valor 3 .
De la misma manera que los autovectores de una matriz Hermítica
que corresponden a autovalores distintos son ortogonales entre sí, ocurre
lo mismo con los autoestados de cualquier operador lineal autoadjunto:
forman un conjunto ortonormal de funciones (las autofunciones), con la
definición que hemos dado del producto escalar, en el espacio de funciones
de cuadrado sumable (espacio de Hilbert). Además, los autoestados que
corresponden al mismo autovalor an forman un subespacio de dimensión
N(an ) en el cual también es posible definir una base ortonormal, como:
{ψn,m , m = 1, N(an )}.

3
esto hace posible realizar en física medidas de enorme precisión. La consecución de tales medidas a
menudo constituye un factor principal para el avance de la propia física, o un hito tecnológico. Nótese que
también pueden lograrse, en cualquier caso, medidas de gran precisión sobre los valores medios hAi.
63

Supongamos que medimos determinada magnitud A en el laboratorio,


para un cuerpo que se encuentra inicialmente en un estado ψ que no es
un autoestado, y obtenemos el valor a ∈ R. Es generalmente admitido que
la función de ondas experimenta un cambio tras la medida, y debe ahora
ser una autofunción ψa , correspondiente al autovalor medido. Dado que la
medida excluye valores alternativos ax 6= a que no se han realizado 4 éstos
no pueden ser ya considerados como parte del estado de movimiento de la
partícula.
Este fenómeno por el cual la realización de una medida altera de manera
aleatoria el estado del cuerpo observado se conoce en la literatura como el
colapso de la función de ondas. Esta idea fué propuesta originalmente
en 1932 por el matemático húngaro John von Neumann, y es hoy día
generalmente admitida en la Mecánica Cuántica. En el laboratorio, el
colapso de la función de ondas ocurre de manera súbita e impredecible, de
forma similar a como hemos descrito en la Sección 2.6 para la detección de
un fotón. Es justamente aquí donde se manifiesta el carácter no determinista
de la mecánica, ya que el conocimiento de la función de ondas no nos
permite saber a priori cuál será el autovalor medido. En la Figura 11.1 se
representa una posible distribución de estas medidas.
Es importante saber que, según lo anterior, la transición de la función
de ondas ψ → ψa en el momento de la medida no está gobernada por
la ecuación de Schrödinger, siendo desconocidas por la física actual
las leyes que gobiernan el colapso de la función de ondas. Se comprende
fácilmente que si estuviera gobernada por la ecuación de Schrödinger,
su evolución quedaría unívocamente determinada a partir de ψ por el
propagador de Feynman, de acuerdo con la expresión (10.4).
De forma general, podemos afirmar que el conjunto de autofunciones de
cualquier operador Hermítico A forma una base ortonormal del espacio de
funciones de cuadrado sumable, y por tanto cualquier función de ondas, en
un instante determinado, puede expandirse en la forma:

ψ(r ) = ∑ ∑ cn,m ψan ,m (r ) (11.1)


n m

donde {ψan ,m (r ), m = 1, N(an )} son las autofunciones ortonormales que


corresponden a cada autovalor real distinto an , siendo N(an ) la multiplicidad
de dicho autovalor.
4 no consideramos aquí el efecto de las fluctuaciones estadísticas inherentes a toda medida, ni su inevitable
error sistemático.
64 Capítulo 11. AUTOESTADOS Y VALORES MEDIBLES

Los coeficientes complejos cn,m pueden ser calculados como productos


escalares cn,m = hψan ,m |ψi. La propiedad de normalización exige que
2 2
∑n,m |cn,m | = 1, y ello nos indica que los valores Pn = ∑m |cn,m | determinan
la probabilidad de que la medida realizada sobre ψ arroje el valor an .
El colapso de la función de ondas significa que todos los coeficientes
cn,m incompatibles con la medida son borrados instantáneamente del estado
ψ(r ) (cn,m = 0), una vez realizada.
Un ejemplo bien conocido de las ideas anteriores lo encontramos en el
módulo |L| del momento angular L = r × p, donde el índice n viene dado
por l = 0, 1, · · · ∞, y los estados múltiples corresponden a su proyección
Lz siendo el índice m: ml ∈ (−l, · · · + l), según veremos en el Capítulo 16,
resolviendo el problema de autovalores.
La transformada inversa de Fourier que vimos en el Capítulo 10 muestra
otro buen ejemplo de la idea anterior de expansión en autoestados. En efecto
1
ZZZ
ψ(r ) = 3/2
f (k) eikk r d 3 k = ∑ ck eikk r = ∑ ckn eikkn r
(2π) k n

es de hecho un caso particular de (11.1), donde podemos ver la integral


de Riemann 3D como el caso límite de una suma sobre un índice discreto
(entero) n, estando ausente el índice de multiplicidad m. Esta suma recorre
un conjunto de autovalores an = pn = h̄kn y correspondientes autofunciones
(ondas de De Broglie eikn r ) del operador momento p. Las componentes del
momento pn pueden rellenar casi por completo el propio conjunto R3 , o
simplemente representar un pequeño conjunto de valores. En este último
caso, f (k) debe representarse con la función delta de Dirac. En todo caso,
los coeficientes complejos realizan la proyección sobre los autoestados:
ckn = f (kn ) = hψan |ψi = heikn r |ψi/(2π)3/2 ≡ hkn |ψi, y no son más que
un muestreo de la transformada de Fourier de ψ(r ).
La notación de Dirac para los autoestados del momento que hemos
introducido en la expresión anterior: |ki ≡ eikr /(2π)3/2 da lugar a una
interesante expresión para la transformación de Fourier como producto
escalar (o proyección):
1
f (k) = ck = hk|ψi = 3/2
heikr |ψi
(2π)

donde debe recordarse que eikr = e−ikr .
12. LOS ESTADOS ESTACIONARIOS

Imaginemos una trayectoria clásica periódica de energía E, que se inicia


en el punto r0 con periodo ∆t 1 como la representada en la Figura 12.1. En
cada instante de tiempo t la partícula irá recorriendo puntos a lo largo de
esta trayectoria, y podemos asociar a cada punto r el valor de la fase dado
por la acción clásica completa S = tt0 Ldt en el propagador de Feynman:
R

K = AeiS/h̄ = Aei(S0 −Et)/h̄ = e−iEt/h̄ AeiS0 /h̄ 2 .


Si queremos que el movimiento retenga el carácter periódico que muestra
en la Mecánica Clásica, es necesario que, en cada punto r de la trayectoria,
esta fase retorne a su valor inicial en cada ciclo, lo cual exige que se cumpla
la condición:

S0
= 2πn n = 0, 1, 2, . . . ∞

1 en la Mecánica Clásica con N grados de libertad, el movimiento periódico está bien caracterizado
tanto en los sistemas integrables como en los sistemas caóticos. En el primer caso, debería llamarse más
apropiadamente multiperiódico, ya que tiene lugar confinado dentro de toros invariantes en el espacio
fásico de energía constante, con N − 1 frecuencias independientes entre sí. Como los números racionales
forman un conjunto denso dentro de los números reales, siempre podemos hacer que dichas frecuencias sean
proporcionales a un conjunto apropiado de enteros, de manera que sean conmensurables, siendo entonces el
movimiento verdaderamente periódico. En los sistemas caóticos no existen tales toros, porque no existen
más constantes del movimiento que la energía total E. Pero las órbitas periódicas conservan todo su sentido,
aún siendo inestables al cabo de muchos ciclos.
2 propagador que, sobre la trayectoria clásica, se hace exacto para cualquier intervalo de tiempo.
66 Capítulo 12. LOS ESTADOS ESTACIONARIOS

Figura 12.1: Ilustración de la idea de un estado estacionario utilizando trayectorias


clásicas cerradas (en negro y marrón): las fluctuaciones cuánticas son de tal naturaleza
que en cada punto de la trayectoria (naranja) la fase del propagador (línea ondulada)
recupera exactamente su valor al cabo de un ciclo. Se necesitan muchas órbitas clásicas
de este tipo para formar un estado estacionario.

Al aplicar la condición anterior a los sistemas integrables, conviene saber


que en dichos sistemas las trayectorias se encuentran confinadas sobre toros
invariantes en el espacio fásico 3 , cuya proyección sobre el espacio de
coordenadas muestra una frontera. Para asegurarnos de que la acción es
realmente una función univaluada de las coordenadas, es necesario admitir
una pérdida de fase de π/2 cada vez que la proyección de la trayectoria
cerrada alcanza la frontera anteriormente mencionada 4 .
Por tanto la condición de cuantificación se verifica exactamente en
la forma: S0 /h̄ = n2π + Mπ/2 = (n + M/4)2π, donde M es el número
(entero positivo) de intersecciones con la frontera, que habíamos llamado
índice de Maslov.
3fue Einstein en 1917, en uno de sus trabajos menos conocidos, el primero en señalar la existencia de
tales toros, A. Einstein Verb Dtsch Phys Ges 19: 82 (1917), como refiere M. Gutzwiller en su libro “Chaos in
Classical and Quantum Mechanics”, p. 208, Springer 1990.
4 sirva como ejemplo relevante el movimiento de una partícula en un campo atractivo de tipo central del

tipo: U(r) = β rd (d > −2), donde la coordenada radial r va y viene entre los límites (rmin , rmax ). La frontera
se alcanza justo en esos límites, cuando cambia el signo del momento radial. Para un comprensión detallada
de la afirmación realizada arriba en la Mecánica Clásica, es conveniente alguna lectura adicional. Véase, por
ejemplo, S. C. Creagh, J. M. Robbins and R. G. Littlejohn, Physical Review A Vol. 42, No. 4 (1990).
67

Es decir S0 = (n + M/4)h, justo la expresión que habíamos formulado


en el Capítulo 2. En los sistemas caóticos, las trayectorias periódicas
experimentan igualmente un refuerzo al retornar la fase, pero no existen
periodos conmensurables entre sí, y pueden contribuir muchas trayectorias,
con periodos muy largos, a una energía determinada 5 .
Ya sea el movimiento integrable o caótico, podemos conjeturar que en
la Mecánica Cuántica existen estados de energía bien definida, donde el
factor de fase temporal e−iEt/h̄ , introducido por la propagación sobre la
trayectoria clásica, sea heredado por la función de ondas. Esto sería natural,
pues dicho factor indica una periodicidad temporal acorde con la frecuencia
de De Broglie ω = E/h̄, unívocamente relacionada con la energía 6 .
Vemos por tanto que, bajo la hipótesis de dominancia de las trayectorias
clásicas en la propagación exacta, el principio de cuantificación de la acción
reducida encuentra pleno fundamento en la teoría de Feynman, y la fórmula
H
S0 = pd r = (n + α)h es una excelente aproximación para calcular las
energías permitidas en los sistemas integrables, como ya hemos visto en
dos casos concretos. Se la conoce genéricamente en la literatura como
aproximación semiclásica.
Pero no nos basta una solución aproximada, y deseamos tener la solución
exacta para el problema de las energías, siendo la teoría de Feynman exacta.
Además, es un hecho que la mayor parte de los sistemas físicos de interés
(como átomos multielectrónicos, moléculas, núcleos atómicos, o materia
condensada en sólidos o líquidos) son caóticos en su formulación clásica,
y la aproximación semiclásica anterior no resulta útil en ellos. La forma
más efectiva de tratar el problema es utilizar la ecuación de Schrödinger,
dándonos cuenta de que, en la situación descrita, la función de ondas
ψ(r ,t) de la partícula debe presentar en todos los puntos del espacio una
fase común, periódica en el tiempo. Esto equivale en realidad a que ψ(r )
permanezca invariante bajo la acción del propagador de Feynman.
Deseamos por tanto que la densidad de probabilidad de encontrar la
partícula en cualquier punto r sea constante en el tiempo:

∂ |ψ(r ,t)|2
=0 ∀r ∈ R3 (12.1)
∂t
5 puede encontrarse un desarrollo detallado de esta idea en el libro de M. Gutzwiller, “Chaos in Classical
and Quantum Mechanics”, pp. 301-305, Springer 1990.
6 recuérdese que esta frecuencia nada tiene que ver con la clásica ω = 2π/∆t, siendo ∆t el periodo.
cl
68 Capítulo 12. LOS ESTADOS ESTACIONARIOS

La ecuación anterior corresponde a una densidad de probabilidad que es


estacionaria, similar a la distribución invariable de velocidades en un fluido,
o a la distribución de temperaturas cuando el flujo de calor en un medio se
ha hecho estacionario. Podemos entonces lograr soluciones de este tipo a la
ecuación de Schrödinger ih̄ ∂∂tψ = Hψ siguiendo los dos pasos siguientes:

1) Encontrar soluciones a la ecuación de autovalores para el operador


energía H:
 2 
−h̄
∆ +U(r ) ψ(r ) = Eψ(r ) (12.2)
2m
para algún valor del parámetro real E (energía total), e imponer la
condición de que la función ψ(r ) tenga sentido como función de
ondas.
Es decir, que cumpla:
a) La condición de normalización |ψ(r )|2 d 3 r = 1 (que la integral
R

sea convergente < +∞).


b) La continuidad de la función de ondas en cada punto del espacio
R3 . También la continuidad de sus derivadas direccionales en cada
punto ( ∂∂ψr ), a no ser que en dicho punto se haya admitido un
potencial infinito 7 .
Es el cumplimiento de las dos condiciones anteriores lo que realmente
produce una restricción sobre los valores de la energía E, llevándolos
a sus valores cuánticos.
2) Construir a continuación la siguiente función de ondas dependiente
del tiempo:
ψ(r ,t) = e−iEt/h̄ ψ(r ) (12.3)
que evidentemente representa los estados estacionarios buscados, ya
que:
a) es solución de la ecuación de Schrödinger: ih̄ ∂∂tψ = Hψ
b) cumple la condición (12.1)

Dejamos como ejercicio simple comprobar que la función de ondas


(12.3) verifica efectivamente los dos apartados anteriores.
7
tales potenciales (paredes impenetrables, ley de Coulomb en el origen, funciones delta de Dirac, etc.)
no son nunca totalmente realizables en la práctica, pero su introducción puede simplificar matemáticamente
el problema en cuestión, y se utilizan habitualmente.
69

La ecuación (12.2) puede escribirse como:

Hψ = Eψ (12.4)

y recibe el nombre de ecuación de Schrödinger independiente del


tiempo.
El operador H queda especificado a partir del modelo de campo de
fuerzas U(r ). El cálculo exacto de las energías de los estados estacionarios
queda por tanto reducido a un problema matemático de autovalores, que
implica una ecuación diferencial de segundo orden, independiente del
tiempo. Los autovalores deben ser reales, al ser H autoadjunto.
Pese a la independencia del tiempo, son admisibles condiciones iniciales
implícitas bajo la forma de condiciones de contorno. Por ejemplo, pueden
introducirse ondas planas (o esféricas) ya sea incidentes, o emergentes, con
una direccionalidad determinada. También pueden exigirse condiciones
de contorno más genuinas, pidiendo que la función de ondas sea nula
en determinadas superficies (paredes impenetrables), donde se postula un
potencial infinito.
Por supuesto, todos los resultados obtenidos a partir de la ecuación
(12.4), con las condiciones de contorno adecuadas, llevan implícita la
precisión de la integral de caminos de Feynman que vimos en 3.1. Como
en cualquier problema de autovalores, según lo estudiado en el Capítulo
11, está asegurado de antemano que los autoestados cumplen ∆E = 0,
es decir, que su energía está bien definida. La resolución de la ecuación
diferencial Hψ = Eψ para los campos de fuerzas más elementales en una
o varias dimensiones (potencial cúbico de paredes impenetrables, oscilador
armónico, saltos de potencial, ley de Coulomb, etc), será tratada en los
capítulos 17, 20, 23, 24, 25, 26 y 27.
Una vez resuelto el problema de autovalores de la energía con un
determinado potencial, disponemos de un conjunto de autofunciones y
de autovalores de la energía {Φn,m (r ), En , n = 1, · · · ∞, m = 1, · · · N(En )},
donde m denota las distintas autofunciones, ortogonales entre sí, de igual
energía En , en el subespacio asociado a este autovalor 8 . La dimensión de
este subespacio (máximo número de estados ortogonales de igual energía),
se llama en la literatura degeneración cuántica gn ≡ N(En ).
8 por ejemplo, para una partícula de energía cinética En encerrada entre las 6 paredes de un cubo, las
posibles orientaciones de su momento p, como veremos en el Capítulo 23. En un potencial de tipo central,
los necesarios para indicar su estado de momento angular: (l, m), que veremos en el Capítulo 16.
70 Capítulo 12. LOS ESTADOS ESTACIONARIOS

Aunque el fenómeno de la degeneración existe en la Mecánica Clásica


(y es, en general, infinita), en la realidad física se trata de un número entero
positivo y calculable. El conjunto {Φn,m (r ), En , gn , n = 1, · · · ∞, m = 1, · · gn }
proporciona la solución exacta para los niveles de energía, y su densidad,
que posee todo sistema físico periódicamente confinado.
La entropía de un sistema termodinámico es justamente el logaritmo
neperiano del número total de estados ortogonales ∆N = g(E)∆E que
este puede tener, en el intervalo ∆E en que fluctúa su energía interna:
S = kB ln (g(E)∆E). La constante kB proporciona la dimensión de JK −1 .

Expansión en estados estacionarios


Los autovectores de norma unidad de una matriz Hermítica, teniendo
autovalores distintos, forman siempre un conjunto ortonormal, dentro del
espacio vectorial donde actúa dicha matriz. Por tanto cualquier función
de ondas, en un instante de tiempo determinado, puede expresarse como
una combinación lineal de autoestados de la energía. Si por sencillez
prescindimos del índice de degeneración m, que no resulta esencial en
la discusión que sigue, podemos escribir: ψ(r ) = ∑n cn Φn (r ), con números
complejos cn ∈ C tales que ∑n |cn |2 = 1, estando la dependencia temporal
de la función de ondas determinada por la suma anterior:

ψ(r ,t) = ∑ cn e−iEnt/h̄ Φn (r ) (12.5)


n
al aplicar la ecuación de Schrödinger (12.3) a cada término.
Es importante darse cuenta que tal función no es, en general, un estado
estacionario, a no ser que sean cero todos los coeficientes cn excepto uno.
Es decir, la condición necesaria y suficiente para que un estado tenga
su energía bien definida es que “no se mueva”, según lo indicado en la
expresión (12.1). Podemos por tanto decir que el movimiento se origina
en Física a través de una superposición de distintas energías (frecuencias).
Esta concepción es totalmente ajena a la Mecánica Clásica.
Teniendo en cuenta que el producto escalar cn = hΦn |ψi es independente
de t, podemos reescribir, más en detalle:
Z 
−i Eh̄n (t2 −t1 ) En
ψ(r2 ,t2 ) = ∑hΦn |ψie Φn (r2 ) = ∑ Φ∗n (r1 )ψ(r1 )d 3 r1 Φn (r2 )e−i h̄ (t2 −t1 )
n n

y reordenar los factores, recordando cómo actúa el propagador sobre las


funciones de ondas, como: ψ(r ,t) = K(r ,t ; r1 ,t1 )ψ(r1 ,t1 )d 3 r1 .
R
71

Concluimos de ello que el propagador de Feynman puede escribirse de


forma exacta como:
En
K(r2 ,t2 ; r1 ,t1 ) = ∑ Φn (r2 )Φ∗n (r1 )e−i h̄ (t2 −t1 ) (12.6)
n

donde la suma se extiende sobre todos los estados estacionarios del


sistema. La propagación puede ser considerada tanto hacia adelante (t2 > t1 )
como hacia atrás en el tiempo (t2 < t1 ), en la expresión anterior. Nótese que
la reversión temporal completa (r2 ,t2 ) → (r1 ,t1 ) se logra con la utilización
del propagador conjugado K ∗ (r2 ,t2 ; r1 ,t1 ).
La expresión (12.6) tiene gran utilidad en problemas de todo tipo, que
van desde la dispersión de una partícula por un potencial determinado, hasta
la teoría de perturbaciones dependientes del tiempo. También nos demuestra
que los estados estacionarios de energía bien definida son espacialmente
invariantes bajo la acción del propagador, tal como habíamos conjeturado
al inicio de este capítulo. Para comprobarlo, basta aplicar K sobre un
autoestado Φm (r ), según (10.4), y tener en cuenta la ortonormalidad de
estos.

El operador de evolución temporal


La expresión (12.5) nos proporciona una forma alternativa de determinar
la evolución temporal exacta de la función de ondas ψ(r ,t), a partir de su
valor inicial ψ(r , 0), que complementa a la que ya teníamos (10.4) con el
propagador de Feynman.
La nueva forma no requiere sin embargo una convolución, sino que viene
dada por la acción de un operador lineal U (t) en el espacio de Hilbert,
que actúa sobre la función inicial en la forma: ψ(r ,t) = U (t)ψ(r , 0).
Suponiendo que hemos resuelto previamente el problema de autovalores de
la energía, y que disponemos de la base ortonormal: {Φn (r ), En , n = 1, ∞},
donde hemos dejado de lado por sencillez el índice de degeneración, es
evidente que el operador U (t) adopta en dicha base la forma de la siguiente
matriz diagonal:
 i 
− h̄ E1t − h̄i E2t
U (t) = diag e ,e ,···

que representa matemáticamente la acción de las distintas frecuencias


que originan el movimiento.
72 Capítulo 12. LOS ESTADOS ESTACIONARIOS

Suponiendo que el Hamiltoniano H no depende de t, se trata igualmente


de una matriz (constante) diagonal en esa misma base:

H = diag (E1 , E2 , · · · )

Por tanto, el operador U (t) puede expresarse como la exponencial


i
de una matriz: U (t) = e− h̄ Ht (nótese que la exponencial de una matriz
diagonal es también diagonal), y podemos escribir, usando la notación de
Dirac | · · · i para los estados cuánticos:
i
|ψ(r ,t)i = U (t)|ψ(r , 0)i = e− h̄ Ht |ψ(r , 0)i (12.7)

La expresión anterior sigue siendo válida en cualquier otra base, donde


el Hamiltoniano adopte la forma no diagonal H 0 = U −1 HU, siendo U
−1
unitaria, como consecuencia de la propiedad e−i(U HU)t/h̄ = U −1 e−iHt/h̄U.
Esta propiedad puede comprobarse fácilmente analizando el desarrollo en
serie de la exponencial.
La ecuación (12.7) juega un papel central en la Mecánica Cuántica. El
operador U (t) se llama operador de evolución temporal en la literatura,
y es inmediato comprobar que se trata de un operador unitario que satisface
U + = U −1 , donde U + es la matriz conjugada y traspuesta (U + U = 1).
El operador es unitario porque conserva en todo instante t la norma de la
función de ondas |ψ(r ,t)|2 d 3 r = hψ|ψi = 1, en perfecta consonancia
R

con su interpretación probabilística.


Si el número de niveles de energía es finito (dimensión del espacio
de Hilbert), el Hamiltoniano lo constituye una matriz Hermítica H de
dimensión N, y el problema de encontrar los estados estacionarios no es
otro que el de diagonalizar dicha matriz, es decir, determinar la matriz
unitaria U antes mencionada, formada por sus autovectores.
13. LA FÓRMULA DE BOHR

Hemos visto que, de acuerdo con la ecuación de Schrödinger, una


combinación lineal de estados estacionarios genera una dependencia en el
tiempo de la función de ondas que ya no es estacionaria, y que adopta la
forma de un pulso que se desplaza.
Vamos a analizar la densidad de probabilidad en el caso en que la
partícula se encuentra en un estado que es la superposición de dos estados
de energías distintas: E2 (estado alto) y E1 (estado bajo), con E2 > E1 .
Esta situación es muy general y puede darse en infinidad sistemas físicos,
dando lugar a un fenómeno llamado oscilación cuántica. Veremos que
la partícula se desplaza virtualmente por el espacio de manera periódica, con
una frecuencia ω determinada por la fórmula de Bohr: E2 − E1 = h̄ω.
En el caso en que dicha partícula tenga carga eléctrica, la oscilación da
lugar a la emisión de un fotón de igual frecuencia, en acuerdo cualitativo
con lo predicho por la Electrodinámica Clásica, al cabo de un cierto
tiempo ∆t. Sin embargo la fórmula de Bohr no es una mera consecuencia
de la conservación de la energía y de la existencia de fotones (ya que
podrían emitirse dos fotones con frecuencias ω1 6= ω2 ), sino que tiene su
fundamento en la propia ecuación de Schrödinger, como vamos a ver.
En efecto, supongamos que la función de ondas es la combinación lineal
ψ = c1 ψ1 + c2 ψ2 , siendo ψ2,1 las funciones de onda en el estado alto y bajo
respectivamente, con c1,2 ∈ C. Dado que la fase global carece de significado
físico, podemos suponer sin pérdida de generalidad que c1 es real positivo
(c1 > 0), y que c2 = c1 eiφ0 , con |c1 |2 + |c2 |2 = 1.
74 Capítulo 13. LA FÓRMULA DE BOHR

Si nos fijamos en un punto r del espacio, es claro que la densidad de


probabilidad en dicho punto recibe una contribución de la interferencia
entre ambos estados:
 
(E2 −E1 )t

2 2 2 2 2 2 −i −Φ
|ψ(r,t)| = |c1 ψ1 + c2 ψ2 | = |c1 | |ψ1 | +|c2 | |ψ2 | +2 Re |c1 c2 ||ψ1 ψ2 |e h̄

donde Φ(r ) = φ2 (r ) − φ1 (r ) − φ0 está determinada por la diferencia


de fase en ese punto entre ambas funciones de ondas, expresadas en la
forma ψ1 = |ψ1 |eiφ1 (r) y ψ2 = |ψ2 |eiφ2 (r) . La densidad de probabilidad es
entonces una función periódica del tiempo:
|ψ(r ,t)|2 = A (r ) + B (r ) cos ωt − Φ(r )


Sus valores oscilan entre un valor máximo A + B (con interferencia


constructiva) y un valor mínimo A − B (interferencia destructiva) con una
frecuencia ω que es independiente del punto r , y que está determinada por
la fórmula de Bohr. Las funciones A y B sí dependen del punto, en la forma:
A(r ) = |c1 |2 |ψ1 (r )|2 + |c2 |2 |ψ2 (r )|2 y B(r ) = 2|c1 c2 ||ψ1 (r )ψ2 (r )|. Pero
es evidente que el aumento de la probabilidad en ese punto necesariamente
significa la disminución de la misma en otros puntos, por la normalización
de las funciones de onda, e inversamente. Por tanto lo que se produce es
un desplazamiento global de la partícula u oscilación, que tiene carácter
periódico, del cual se muestra un ejemplo en la Figura 13.1, que discutiremos
a continuación.
La oscilación cesa en el momento en que se localiza la partícula, o se
mide su energía. Nótese que, durante el proceso de oscilación, la energía
no se encuentra bien definida (∆E 6= 0). Es un ejercicio interesante calcular
∆E de forma explícita (dispersión del operador H), y comprobar que
∆E = |c1 c2 |(E2 − E1 ). La medida de la energía se logra, para partículas
cargadas, al detectar el fotón emitido, lo cual proporciona evidencia de
que la partícula se encuentra ya en el estado bajo. En este caso, el tiempo
promedio ∆t que tarda en emitirse el fotón puede estimarse a partir del
principio de indeterminación ∆E∆t ∼ h̄.
Un ejemplo en 3D de oscilación cargada lo tenemos cuando el electrón en
el átomo de hidrógeno adopta un estado cuántico que es una superposición
entre el estado fundamental con n = 1 (orbital 1s) y el primer excitado
con n = 2, l = 1 y m = 1 (orbital 2p). Estas funciones de onda se obtienen
de resolver la ecuación de Schrödinger independiente del tiempo con el
potencial culombiano, y se estudiarán en el Capítulo 20.
75

Figura 13.1: Densidad de probabilidad en el plano horizontal (XY ) del estado no


estacionario que resulta de superponer los orbitales 2p (l = 1, m = 1) y 1s (l = 0) del
hidrógeno. Puede verse cómo la interferencia entre ambos genera un dipolo eléctrico que
es función del tiempo y que gira alrededor del núcleo con la frecuencia de Bohr (periodo
T = 2πω ). La escalas horizontales son unidades del radio de Bohr a0 . El orbital 2p se ha
multiplicado por un factor 50, en el panel de arriba a la izquierda.

En coordenadas esféricas, tienen la forma genérica: ψ = Rnl (r)Ylm (θ , φ ).


La densidad electrónica en el plano horizontal se ha representado en la
Figura 13.1 en función del tiempo, viéndose cómo gira alrededor del núcleo.
Se ha supuesto por claridad c1 = c2 = √1 y la densidad se ha dividido por
2
la suma de las densidades electrónicas de ambos orbitales, representadas
también independientemente en dicha figura. El fenómeno anterior se llama
emisión espontánea y la superposición de las funciones de onda ocurre
debido a la acción del campo electromagnético del vacío en esa frecuencia.
El tiempo de vida promedio es calculable en la Electrodinámica Cuántica a
partir de las funciones de ondas. Veremos en el Capítulo 27 algunos de sus
principios, con referencia a la ley de radiación de Larmor.
76 Capítulo 13. LA FÓRMULA DE BOHR

Existen también ejemplos de oscilación con partículas eléctricamente


neutras, siendo espectacular el caso relativista de las oscilaciones de
sabor de los neutrinos
q de momento p con masas distintas m1 6= m2
(energías E1,2 = p2 c2 + m1,2 2 c4 ). El cese de la oscilación lo provoca
en este caso la detección en el laboratorio del neutrino con un sabor
determinado, que se manifiesta a través de su interacción con la materia 1 .
Todos los casos anteriores de oscilación se expresan genéricamente en
la forma:  
−iω1t −i(ω2 −ω1 )t
|ψ(t)i = e |ψ1 i + e |ψ2 i
donde es claro que el primer factor no contribuye nunca a la densidad
espacial |ψ(r )|2 , y la oscilación, con frecuencia característica ω = ω2 − ω1 ,
queda de manifiesto en el segundo término (|ψ1,2 i son estados estacionarios,
con ω1,2 = E1,2 /h̄).
Otro caso de este tipo, destacable por su interés tecnológico, es la
sincronización de relojes atómicos de muy alta precisión, donde un
actuador electromagnético externo provoca la superposición cuántica de
arriba en los átomos en movimiento de un chorro de gas, iniciándose su
oscilación interna . Al cabo de un cierto tiempo se detiene el proceso
mediante otro actuador, sincronizado con el anterior a través de un oscilador
externo. Como en los casos anteriormente mencionados, es el proceso de
detección lo que provoca el cese de la oscilación. En este caso se trata de
un detector de átomos que es solo sensible al estado alto. De esta forma se
puede medir cualquier ínfimo desfasaje entre el oscilador externo y el reloj
atómico 2 . Todos los satélites GPS tienen instalado un sistema múltiple de
relojes atómicos, que determina el tiempo de sus señales de manera muy
precisa (hasta 10−14 o mejor).

1
para analizar este caso, véase el ejercicio propuesto en el curso.
2
véase una descripción más detallada de estos dispositivos en el libro “The Quantum World”, M. Le
Bellac, World Scientific (2014), junto con el ejercicio del curso dedicado a este caso.
14. LA MECÁNICA CUÁNTICA EN EL MARCO RELATIVISTA

Hemos abordado una parte de las leyes de la Mecánica Cuántica bajo


la hipótesis de que la velocidad de la partícula es pequeña en comparación
con c, aunque casi todas las ideas expuestas nacieron históricamente dentro
de una formulación relativista.

No tratar aquí el formalismo plenamente relativista se justifica por dos


razones:

• De forma general, la ecuación de Schrödinger ih̄ ∂∂tψ = Hψ en sí misma


es plenamente relativista, si se adopta una definición adecuada para
el operador H. Para el electrón, se la conoce en la literatura como
ecuación de Dirac. Sus soluciones para el movimiento libre siguen
siendo ondas planas (llamadas espinores) pero estas contienen un
nuevo grado de libertad interno (el espín), así como la posibilidad de
representar a las antipartículas (el positrón), lo cual está íntimamente
relacionado con sus propiedades de propagación espacial hacia atrás
en el tiempo. El formalismo exige cálculos algo más largos.
• La mayor parte de las aplicaciones en física atómica, física molecular,
física de la materia condensada, e incluso física nuclear, tienen lugar
a velocidades no relativistas, y el cálculo con la ecuación de Dirac
resulta innecesario (excepto para fenómenos de precisión, como los
relacionados con la polarización del vacío). Además, el tratamiento de
muchos cuerpos se complica notablemente. Unicamente en física de
partículas está generalizado el tratamiento relativista.
78 Capítulo 14. LA MECÁNICA CUÁNTICA EN EL MARCO RELATIVISTA

Recapitulando, nos damos cuenta de que en el formalismo tratado


anteriormente, solo el propagador de Feynman y el Hamiltoniano de la
ecuación de Schrödinger fueron expresados de forma no relativista (basados
p2
en la ecuación E = 2m ). En cambio, son esencialmente relativistas las
relaciones de De Broglie, el principio de indeterminación de Heisenberg,
el conjunto ortogonal de estados estacionarios, la propia ecuación de
Schrödinger, y el operador unitario de evolución temporal. Teniendo esto
presente, las ideas anteriores pueden ser aplicadas en la resolución de todo
tipo de problemas con velocidades próximas a c, a condición de utilizar
correctamente la cinemática relativista.
Solo añadiremos que un análisis relativista detallado del principio de
indeterminación, focalizado en el producto ∆p∆t, revela que este se hace
de hecho más restrictivo 1 : se hace imposible la localización completa de la
posición de una partícula, con independencia de la indeterminación en su
momento. La máxima localización espacial (∆x mínima) que puede tener
una partícula de masa en reposo m, viene dada en relatividad por la llamada
longitud de onda de Compton 2 :
h
λC ≡
mc
y ningún experimento puede determinar la posición de una partícula
con mayor precisión que esta. Para el electrón, λC = 0.02426Å =2426 f m.
Esta es acaso la implicación de mayor trascendencia de la relatividad en la
Mecánica Cuántica.
En un marco totalmente relativista, se hace necesario que la Mecánica
Cuántica describa la creación y aniquilación de pares partícula-antipartícula
a partir del vacío, y ello requiere su inmersión en otra teoría más perfecta,
llamada Teoría Cuántica de Campos. Dicha teoría extiende a la Mecánica
Cuántica también en aplicaciones no necesariamente relativistas, en la física
de la materia condensada. En electromagnetismo, recibe el nombre de
Electrodinámica Cuántica.

1véase la discusión preeminente realizada en “Teoría Cuántica Relativista Parte 1 (Volumen 4)”, de L.D.
Landau, E.M. Lifshitz, V. B. Berestetskii y L.P. Pitaevski, Física Teórica de Landau (2005), pp. 1-4.
2 una forma simple de verlo es asociar la máxima localización temporal ∆t ∼ h/(mc2 ) que vimos en

la Sección 2.1 con ∆E ∼ h̄/∆t = mc2 /(2π), que equivale a ∆p = mc/(2π). De aquí puede inferirse una
máxima localización espacial de ∆x ∼ h̄/∆p = h/(mc).
15. EL MOMENTO ANGULAR

Todo cuerpo que ocupe el punto r con momento p gira alrededor del
origen de coordenadas, siempre que ambos vectores no sean colineales.
El giro se llama en física momento angular y se describe por el producto
vectorial J = r × p, midiéndose en unidades J ·s en el Sistema Internacional
(SI). Su carácter vectorial expresa el hecho de que toda rotación instantánea
del espacio puede descomponerse en tres rotaciones alrededor de cada uno
de los ejes coordenados: J = (Jx , Jy , Jz ). Cuando lo que gira es una partícula
conocida de masa m (puede ser un fotón), se denomina momento angular
orbital, y se designa con la letra L. El giro de una partícula alrededor
de sí misma se mide en las mismas unidades, y se denomina espín o
momento angular intrínseco, designándose con la letra S . De forma general,
el momento angular de un cuerpo se puede escribir como J = L + S .
Obsérvese que el momento angular se mide en las mismas unidades
que la constante de Planck (unidades de acción), y por tanto se trata de la
magnitud física más específicamente cuántica que podamos encontrar. Dado
que su propia definición hace referencia a los vectores posición y momento,
resulta evidente que el principio de indeterminación tiene mucho que decir
acerca de las limitaciones intrínsecas sobre la precisión en sus medidas.
Como la función de ondas ψ(r ) contiene toda la información sobre el
estado de movimiento de un cuerpo, debe contener también la información
detallada sobre su momento angular orbital, en cada instante de tiempo.
Los grados de libertad, necesariamente cuánticos, que permiten describir
su espín se traducen en la aparición de distintas componentes ψi (r ) de la
función de ondas. Esto lo trataremos más adelante.
80 Capítulo 15. EL MOMENTO ANGULAR

La implicación exacta del principio de indeterminación en la medida del


momento angular es bien simple: resulta imposible medir en el laboratorio
sus 3 componentes (Jx , Jy , Jz ) independientemente y con total precisión.
Se llega fácilmente a esta conclusión por reducción al absurdo, tal como
indicamos abajo, siguiendo la Figura 15.1. Aunque hemos tomado como
referencia L, lo dicho es igualmente válido para el espín.
Supongamos que conocemos el momento angular, siendo este distinto de
cero L 6= 0. Entonces podemos orientar el eje Z a lo largo de dicho vector,
y afirmar que los vectores r y p se encuentran necesariamente en el plano
perpendicular al eje Z. Pero esto quiere decir que conocemos a la vez con
total precisión la posición que ocupa la partícula a lo largo del eje Z (z = 0)
, y su momento a lo largo del mismo eje (pz = 0), en violación flagrante del
principio de indeterminación, que exige ∆z∆pz ≥ h̄/2.
Como consecuencia de lo anterior, el momento angular no puede
proyectarse nunca íntegramente a lo largo de ningún eje : las
fluctuaciones cuánticas a lo largo del eje Z del vector p necesariamente
se correlacionan con las fluctuaciones cuánticas del vector r en el plano
perpendicular (a través de su producto vectorial), como se ilustra en la
Figura 15.1. Por tanto el vector L experimenta fluctuaciones inevitables
en sus dos direcciones perpendiculares. Estas fluctuaciones suponen una
energía cinética de rotación adicional, de tal manera que se cumple la
desigualdad estricta (con L 6= 0):
|L| > Lz (15.1)
Para ninguna función de ondas, en ningún instante de tiempo, pueden
las medidas independientes de L2 y Lz2 arrojar igual valor. La desigualdad
anterior marca una vez más una profunda diferencia entre la Mecánica
Clásica (donde la igualdad |L| = Lz es posible) y la realidad física. Tiene
gran implicación en átomos, moléculas, núcleos y partículas elementales,
como veremos.
En particular, la desigualdad anterior es clave para comprender las leyes
que gobiernan el fenómeno del paramagnetismo, basadas en el hecho de
que el momento magnético individual de los átomos (consecuencia de su
momento angular interno) no puede orientarse íntegramente a lo largo de
un campo magnético externo. La limitación no proviene únicamente de
las fluctuaciones térmicas, sino que tiene su origen en las fluctuaciones
cuánticas.
81

Figura 15.1: Implicación del principio de indeterminación sobre el momento angular. Las
fluctuaciones cuánticas simultáneas y perpendiculares de los vectores posición y momento
impiden su localización completa en 3D.

Recordemos que en la Mecánica Clásica los campos de fuerza con


potencial de tipo radial U(r) originan trayectorias que se encuentran siempre
en un plano. Esto es consecuencia de la constancia en el tiempo de las 3
componentes del vector L, que se mantiene perpendicular a la trayectoria.
La presencia de fluctuaciones cuánticas no viola la conservación de L
en promedio, pero evidentemente impide que el movimiento pueda estar
confinado en un plano.
Para precisar más las ideas anteriores, se hace necesario encontrar los
autoestados del momento angular, así como sus autovalores permitidos.
Dado que p = −ih̄∇, no hay ninguna ambigüedad sobre cual debe ser la
forma que adoptan los operadores que describen el momento angular en la
Mecánica Cuántica, y a ellos debemos referirnos:


i j k       
∂ ∂ ∂ ∂ ∂ ∂
L = −ih̄ x y z = −ih̄ y − z i+ z −x j + x −y k
∂ ∂ ∂ ∂z ∂y ∂x ∂z ∂y ∂x
∂x ∂y ∂z
82 Capítulo 15. EL MOMENTO ANGULAR

Resulta especialmente conveniente para describir el giro en 3D utilizar


coordenadas esféricas, y expresar la función de ondas en dichas coordenadas
ψ(r ) = ψ(r, θ , φ ) 1 , así como los operadores (Lx , Ly , Lz ) anteriores.
El vector p puede descomponerse (en el plano perpendicular a L, véase la
Figura 15.1) como la suma de un vector proporcional a r y otro perpendicular
al mismo: p = pr ur + pt ut (obsérvese que uL = ur × ut y |ur | = |ut | = 1).
Al hacer L = r × p solo contribuye la segunda componente, por tanto
|L| = rpt .
Lo anterior nos permite descomponer siempre la energía cinética (aquí
no relativista) de un cuerpo de masa m en dos componentes ortogonales:

p2 p2r pt2 p2r L2


T= = + = + (15.2)
2m 2m 2m 2m 2mr2

que reciben el nombre de energía cinética radial (sea acercamiento


o alejamiento al origen de coordenadas) y energía cinética de rotación,
respectivamente. Nótese que el balance entre ambas depende de dónde
deseemos situar el origen de coordenadas, para referir el giro (su posición
natural es en el centro de fuerza, cuando exista).
Que la energía cinética de rotación TR = L2 /(2mr2 ) se hace infinita a
distancias muy cortas, si bloqueamos el momento angular, es un hecho bien
conocido en la mecánica. Esta energía se conoce también con el nombre de
energía centrífuga. Queda claro que una medida de la misma equivale a una
medida del cuadrado del momento angular. Independientemente, podemos
medir en el laboratorio el giro de ese cuerpo alrededor de cada uno de los
ejes coordenados (Lx , Ly , Lz ), utilizando algún tipo de dispositivo mecánico,
incluso aunque se trate de átomos o partículas individuales. El teorema de
Pitágoras nos asegura la relación L2 = Lx2 + Ly2 + Lz2 .
Vamos a escribir a continuación los operadores anteriores en coordenadas
esféricas, incluido L2 , tal como resulta simplemente de aplicar la regla de la
cadena en la derivación parcial. En primer lugar:


Lz = −ih̄
∂φ

1las coordenadas esféricas establecen una relación 1−1 (x, y, z) ↔ (r, θ , φ ) dentro del conjunto R3 a
través de la transformación estándar: x = r sinθ cosφ , y = r sinθ sinφ , y z = r cosθ , con la transformación
del elemento de volumen d 3 r = r2 d(cosθ )dφ dr.
83

Es sugerente la completa analogía de este operador con el operador


momento a lo largo de un eje: pz = −ih̄ ∂∂z , si tenemos en cuenta que el
ángulo azimutal φ representa precisamente el ángulo de giro. Nótese que
el ángulo carece de dimensión, lo cual nos recuerda que la dimensión del
operador Lz es justamente la de una acción (J · s).
Los operadores en las direcciones perpendiculares resultan ser:
   
∂ cosφ ∂ ∂ sinφ ∂
Lx = −ih̄ −sinφ − Ly = −ih̄ cosφ −
∂ θ tanθ ∂ φ ∂ θ tanθ ∂ φ

El operador L2 = Lx2 + Ly2 + Lz2 es cuadrático y requiere las derivadas


segundas, con resultado:
1 ∂2
   
2 2 1 ∂ ∂
L = −h̄ sinθ + 2 (15.3)
sinθ ∂ θ ∂θ sin θ ∂ φ 2
Utilizando la conocida forma del operador de Laplace ∆ en coordenadas
esféricas, podemos expresar la energía cinética total como:

p2 −h̄2 −h̄2 ∂2 h̄2 1 ∂2


     
2 ∂ 1 ∂ ∂
T= = ∆= + − sinθ + 2
2m 2m 2m ∂ r2 r ∂ r 2mr2 sinθ ∂ θ ∂θ sin θ ∂ φ 2

Resulta interesante constatar que las dos expresiones anteriores están


relacionadas entre sí por la ecuación:

−h̄2 ∂ 2 2 ∂ L2
 
T = H0 = + + (15.4)
2m ∂ r2 r ∂ r 2mr2

ya que el operador L2 es precisamente la parte angular del operador


de Laplace. Esto es en realidad consecuencia del significado físico de
la descomposición (15.2) de la energía cinética que vimos antes . Su
verificación en el lenguaje de los operadores confirma la consistencia de su
definición cuántica (y nos indica, por cierto, la definición correcta de p2r ).
Con la misma función de ondas inicial ψ(r ), es posible realizar medidas
individuales de cada una de las 3 componentes del momento angular, y
asignar a cada medida un vector L en el espacio R3 . Por la discusión
anterior sobre el principio de indeterminación, sabemos que dichas medidas
formarán siempre una nube en dicho espacio, sin poder condensarse en un
único punto.
84 Capítulo 15. EL MOMENTO ANGULAR

Figura 15.2: Orientación máxima del vector L en los autoestados del momento angular,
para l = 1 (izquierda), y para l = 10 (derecha). Las fluctuacionas cuánticas son máximas
para l = 1, e impiden su proyección íntegra a lo largo de cualquier eje. Para valores altos
de l, dicha proyección se focaliza cada vez más, disminuyendo el ángulo de apertura.

Podemos predecir el centro de esa nube de puntos (su valor medio)


calculando en coordenadas esféricas la 3 integrales triples indicadas en la
ecuación:

ψ ∗ (r )(Lx ψ)d 3 r
R 

h L i = hψ |L|ψ i =  ψ ∗ (r )(Ly ψ)d 3 r 


R 
R ∗
ψ (r )(Lz ψ)d 3 r

donde el vector real anterior está unívocamente determinado a partir de


la función de ondas, y representa el valor medio del momento angular de
ese cuerpo. Igualmente podemos utilizar el cálculo integral para determinar
la dispersión de las medidas anteriores alrededor de los valores medios en
cada eje: ∆Lz 2 = hLz2 i − hLz i2 , etc. Independientemente, es posible realizar
una medida directa de L2 , a través de la energía cinética de rotación. Por
tanto, tenemos 4 cantidades medibles de forma independiente, a saber: Lx ,
Ly , Lz y L2 .
Resulta imperativo resolver el problema de autovalores para cada uno
de estos operadores, y determinar los valores cuánticamente permitidos
para estas medidas, así como las autofunciones que les corresponden en
cada caso. Ello implica resolver 4 ecuaciones diferenciales en derivadas
parciales, del tipo: Li ψ = li ψ (i = x, y, z), y L2 ψ = a2 ψ donde li y a2 son
números reales.
85

Para evitar cálculos innecesarios, respondamos antes algunas preguntas:


¿Será posible encontrar una función de ondas ψ(r ) que pueda cumplir
simultáneamente las tres primeras ecuaciones diferenciales anteriores, para
i = x, y, z? Es evidente que no, pues ello significaría conocer simultáneamente
las tres componentes de L, contrario al principio de indeterminación.
Además: ¿puede el conjunto de autovalores que encontremos para Lz ser
distinto a los encontrados para Lx y Ly ? Es evidente que tampoco, pues
la elección del eje Z en las coordenadas esféricas es arbitraria, siendo
indistinguibles las 3 direcciones espaciales.
Es fácil convencerse igualmente de que la resolución simultánea de
cualesquiera dos de las ecuaciones diferenciales anteriores, con dos ejes
ortogonales, es igualmente inviable. Basta analizar el sistema formado
por Lz ψ = lz ψ y Lx ψ = lx ψ y ver que la función tentativa factorizada
ψ = A(θ )eilz φ /h̄ no puede ser solución, ya que ∂ A/∂ φ = 0 es de obligado
cumplimiento. Luego solo tiene sentido intentar resolver simultáneamente
las dos ecuaciones diferenciales siguientes:
Lz ψ(r ) = lz ψ(r ) L2 ψ(r ) = a2 ψ(r ) (15.5)
que fijan el módulo de L y su proyección Lz a lo largo de un eje, tal como
se indica en la Figura 15.2.
Antes de proceder al análisis matemático de este sistema de ecuaciones
diferenciales en el capítulo siguiente, podemos poner a prueba nuestra
intuición física, conjeturando cuáles serían las posibles soluciones para los
autovalores, es decir, los valores cuánticamente permitidos para |L| y Lz .
Teniendo en cuenta que el momento angular se mide en las mismas
unidades que h, y a la vista de Lz = −ih̄ ∂∂φ , cabe prever que los valores
cuánticamente permitidos serán Lz = ±h̄, ±2h̄, · · · , donde el signo ± indica
el giro a derechas o a izquierdas. Surge sin embargo la pregunta: ¿es el
cero un valor permitido? Pero aún más importante: ¿podría la secuencia de
valores permitidos para |L| ser la misma (en valor absoluto) que la anterior?
Es claro que la desigualdad |L| > Lz lo hará imposible.
¿Cuál sería entonces el valor mínimo no nulo de |L|, y los siguientes
permitidos? Si la cuantificación de la acción en los ejes perpendiculares al
eje
√ Z opera
√ igualmente como múltiplos de h̄, esto nos daría un valor mínimo
2h̄ ó 3h̄. Solo la resolución detallada de las ecuaciones anteriores nos
puede dar la respuesta. Adelantamos aquí el resultado correcto:
√ √ √ √
|L| = 0, 2h̄, 6h̄, 12h̄, 20h̄, · · · (15.6)
16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Para abordar el problema de las autofunciones del sistema de ecuaciones


(15.5), vamos a utilizar el método de desarrollarlas en serie potencias a
través de una ley recurrente. El siguiente Lema nos permitirá identificar las
soluciones divergentes, comparándolas con funciones conocidas. Se deduce
de la doble aplicación del teorema de Stolz-Cesaro sobre la convergencia
de sucesiones, y no nos entretendremos en demostrarlo aquí.
L EMA DE SEMEJANZA ASINTÓTICA : Si las funciones f (x) = ∑n an xn y
g(x) = ∑n bn xn están definidas dentro de un radio de convergencia con
x ∈ (−c, c) ⊂ R, y limx→±c g(x) = (±)∞, y se cumple además la condición:
limn→∞ [(an+1 /an )/(bn+1 /bn )] = 1, entonces podemos afirmar que en dicho
límite la función f (x) es también divergente, y tiene el comportamiento
asintótico: limx→±c f (x)/g(x) = C, con C ∈ R,C 6= 0.
Busquemos soluciones de la primera de las ecuaciones (15.5), ensayando
funciones de ondas factorizadas ψ(rθ φ ) = R(r)A(θ )B(φ ), para valores
lz ∈ R. Dada la forma del operador Lz = −ih̄ ∂∂φ , es evidente que solo la
función B(φ ) quedará restringida, pudiendo tomarse como R(r) y A(θ )
funciones cualesquiera, que garantizen la propiedad de normalización
hψ|ψi = 1. En particular deberá cumplirse 0∞ r2 |R(r)|2 dr = 1.
R

La solución para −ih̄∂ B/∂ φ = lz B no presenta problemas:


i
B(φ ) = e h̄ lz φ
excepto por el hecho de que la función anterior no es contínua en
R3 ,ni diferenciable, sino que presenta un corte a lo largo del eje X.
87

En efecto, los límites de la función anterior son en general distintos


para φ → 0 (derecha) y para φ → 2π (izquierda), a no ser que se cumpla la
condición B(0) = B(2π) = 1. Ello restringe los valores medibles de lz :

lz = mh̄ , m = 0, ±1, ±2, · · ·


Hemos demostrado entonces la conjetura anterior de que los valores
medibles son múltiplos enteros de h̄ , pero ahora sabemos con seguridad
que la solución m = 0 sí es permitida en la Mecánica Cuántica. Es estándar
utilizar la letra m para designar estos números enteros. Naturalmente, el
signo negativo corresponde al giro a izquierdas alrededor del eje Z.

Figura 16.1: Variación de la fase de la función de ondas cuando la partícula se mueve en


un círculo normal, centrado en el eje de rotación (Z), a cualquier distancia radial.

Observemos la estructura de las autofunciones en coordenadas esféricas:

ψ = R(r)A(θ )eimφ
Vemos que presentan una fase que oscila cuando nos movemos en líneas
cerradas alrededor del eje de giro, y lo hace tanto más rápidamente cuanto
mayor sea el valor de m (Figura 16.1). Toda fase espacial en la función de
ondas significa una energía, de acuerdo con el propagador de Feynman. En
este caso representa la energía cinética de rotación, siendo cero la variación
de la energía potencial. Obsérvese, sin embargo, que dicha fase no influye
en |ψ|2 , siendo la probabilidad de encontrar la partícula rigurosamente
constante a lo largo de círculos normales centrados en el eje Z.
88 Capítulo 16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Manteniendo estas soluciones con un valor determinado de m (es decir,


de Lz ), encontremos ahora la dependencia en θ adecuada para que satisfagan
el sistema (15.5) completo. Esto nos permitirá determinar matemáticamente
la secuencia de valores posibles para el módulo de su momento angular |L|,
compatibles con ese valor de Lz .
Utilizando la expresión (15.3) para el operador L2 , pasemos a plantear el
problema de autovalores L2 (A(θ )B(φ )) = a2 A · B, con a2 ∈ R. Tras dividir
ambos miembros de la ecuación por B(φ ), tenemos:
 2 
a2
 
1 ∂ ∂A A 1∂ B
sinθ + 2 + 2A = 0
sinθ ∂ θ ∂θ sin θ B ∂ φ 2 h̄

donde al sustituir las soluciones B = eimφ obtenidas antes, debemos tener


en cuenta que ∂ 2 B/∂ φ 2 = −|m|2 B.
Obsérvese que se ha perdido toda información sobre el signo de m en la
ecuación anterior, tras derivar dos veces. Por esta razón debemos escribir, a
partir de ahora, |m| en lugar de m y entender que las conclusiones obtenidas
para |L|, así como la propia función A(θ ), no dependen del sentido del giro
(a derechas o a izquierdas), como era previsible.
Obtenemos una ecuación diferencial ordinaria, de segundo orden, para
la función A:

a2
 
1 ∂ ∂A A
sinθ − |m|2 2 + 2 A = 0 (16.1)
sinθ ∂ θ ∂θ sin θ h̄

Resulta conveniente expresar la ecuación anterior en función de la


variable estándar x ≡ cosθ , cambiando A(θ ) por y(x), teniendo en cuenta
∂ /∂ θ = −sinθ ∂ /∂ x 1 :
!
2
a2 |m|
(1 − x2 )y00 − 2xy0 + − y=0
h̄2 1 − x2

que se conoce en la literatura como ecuación de Legendre asociada, bien


estudiada desde el siglo XIX.
1por supuesto, estas variables x e y nada tienen que ver con las coordenadas cartesianas de igual nombre.
El alfabeto latino es conveniente, pero exiguo.
89

Figura 16.2: Representación 3D de los armónicos esféricos más bajos: l = 0 (izquierda) y


l = 1 (centro y derecha), usando Wolfram Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcional
a la distancia al origen. La proyección del momento angular de la partícula sobre el eje
vertical es mh̄. Los paneles inferiores muestran en detalle la proyección sobre el plano YZ
(diagramas polares), y la función que ha sido representada en ellos.

Es importante darse cuenta de que no nos interesan todas las soluciones


de la ecuación anterior, sino únicamente aquellas que, dentro del intervalo
x ∈ [−1, +1] que corresponde a las coordenadas esféricas, originen una
función ψ admisible en la Mecánica Cuántica. Es decir, no singular y
de cuadrado sumable en R3 . Esto implica que la función A(θ ) = y(x) no
puede ser infinita a lo largo del eje de giro (el eje Z), definido por x → ±1
(polo Norte y polo Sur de las coordenadas esféricas). Pero la estructura
de la ecuación nos indica que pueden originarse soluciones singulares,
precisamente en estos puntos.
Con objeto de poder aislar con claridad este tipo de soluciones, realizamos
|m|/2
ahora un cambio de función: y(x) ≡ 1 − x2 v(x) = sin|m| θ v(x). Este
cambio no supone ninguna pérdida de generalidad, pues una vez resuelta
la ecuación para v(x), recuperamos la función de ondas y(x) a través de la
relación anterior.
90 Capítulo 16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Figura 16.3: Representación 3D de los armónicos esféricos con l = 2, usando Wolfram


Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcional a la distancia al origen. La proyección
del momento angular de la partícula sobre el eje vertical es mh̄. Los paneles inferiores
muestran en detalle la proyección sobre el plano YZ (diagramas polares), y la función que
ha sido representada en ellos.

Utilizando la regla de la cadena, obtenemos la nueva ecuación para v(x):

a 2
 
(1 − x2 )v00 − 2 (|m| + 1) xv0 + 2 − |m| (|m| + 1) v = 0 (16.2)

Ahora utilizamos el método que consiste en establecer una ley recurrente


sobre los coeficientes an del desarrollo en serie de potencias alrededor
de x = 0: v(x) = ∑∞ n
n=0 an x . La ley recurrente se establece derivando la
serie anterior (hasta un máximo de dos veces), agrupando los términos con
iguales potencias de x, e igualando a cero sus coeficientes.
El cálculo resulta un tanto laborioso, pero se trata de operaciones bien
elementales, cuyo resultado es el siguiente:

2
n + |m| n + |m| + 1 − ah̄2
 
an+2
= (16.3)
an (n + 1)(n + 2)
91

Figura 16.4: Representación 3D de la colección completa de armónicos esféricos con


l = 3, usando Wolfram Mathematica 11. El valor de |Ylm | es proporcional a la distancia
al origen. La proyección del momento angular de la partícula sobre el eje vertical es mh̄.
Los paneles inferiores muestran en detalle la proyección sobre el plano YZ (diagramas
polares), y la función que ha sido representada en ellos.

En la fórmula recurrente anterior, cada coeficiente se obtiene en función


del anterior en dos unidades. Esto quiere decir que la serie de potencias está
determinada unívocamente a partir de los dos coeficientes iniciales: a0 y a1 .
Es lo esperable para una ecuación diferencial de segundo orden, siendo los
parámetros anteriores sus dos constantes de integración.
Entonces el desarrollo contiene dos series distintas y solapadas, que
comparten la misma ley recurrente: la serie de las potencias pares (que es
proporcional a a0 ) y la serie de las potencias impares (proporcional a a1 ).
Cada una de estas familias de soluciones puede activarse o desactivarse
independientemente, haciendo cero uno de los dos parámetros.
Desde el punto de vista técnico, la ecuación está resuelta, y podríamos
introducir la ley recurrente anterior en un ordenador para hacer una gráfica
de las soluciones y(x). Pero queremos saber a priori cuando las soluciones
serán divergentes para x → ±1, pues no podemos dibujarlas todas. Y es
aquí donde vamos a utilizar el Lema enunciado al principio de este capítulo.
Se trata de encontrar una función de prueba conocida, que sea divergente
para x → +1, y cuya ley recurrente en su desarrollo en serie de potencias
coincida con la anterior para valores muy altos de n.
92 Capítulo 16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Tal como afirma el Lema, son las potencias altas de n las que gobiernan
el comportamiento asintótico de la función en el límite x → +1 2 .
La función de prueba es la siguiente, para m > 0:
m(m + 1) 2 m(m + 1)(m + 2) 3
(1 − x)−m = 1 + mx + x + x +···
2! 3!
Se trata de una serie bien conocida (el binomio de Newton) 3 , cuya ley
recurrente se comprueba sin dificultad que es:

an+2 (n + m)(n + m + 1)
=
an (n + 1)(n + 2)
Si la comparamos con la fórmula (16.3), identificando el índice entero
m > 0 de una con el |m| de la otra, observamos que efectivamente, en el
límite n → +∞ ambas expresiones son idénticas. Por tanto se cumplen las
condiciones del Lema enunciado antes, siendo la serie inequívocamente
divergente para x → +1, como (1 − x)−|m| .
Ello nos permite llegar a la sorprendente conclusión de que todas las
soluciones de la ecuación diferencial (16.2) son divergentes para x → +1.
Pero no antes de recordar el cambio de función y(x) ↔ v(x) que hemos
realizado, y que es la función de ondas y(x) quien debe ser finita. Utilizando
el símbolo ∼ para denotar igual comportamiento asintótico para x → +1,
tenemos:
|m|/2
y(x) ∼ (1 − x)−|m| (1 − x2 ) = (1 + x)|m|/2 (1 − x)−|m|/2
|m|/2
de manera que el factor (1 − x2 ) → 0 no es capaz de curar la
divergencia, y la propia función de ondas ψ(r, θ , φ ) resulta ser discontínua
en R3 , como consecuencia del factor y(x) → ∞ para x → +1, haciéndose
infinita sobre el eje de giro. Los postulados de la Mecánica Cuántica sobre
la regularidad de ψ se violan por una buena razón: es absurdo que los
electrones que giran alrededor de un eje (Z) concentren toda su probabilidad
sobre el eje de giro, con independencia del valor del momento angular Lz .
2puede probarse fácilmente, utilizando el test del límite para series, que el radio de convergencia de la
serie anterior es (−1, +1). De hecho, también puede comprobarse con facilidad que la serie diverge para
x → +1 utilizando el test de Raabe-Duhamel, para valores m > 1/4. Sin embargo, nos interesa caracterizar
el tipo de divergencia que se produce en la función de ondas y(x), y para ello utilizar la función de prueba
que se indica.
3 para m = 0 no se trata ya de una serie. En todo el razonamiento subsiguiente, puede utilizarse en su

lugar la función de prueba: −ln(1 − x) = 1 + x2 /2 + x3 /3 + · · ·, también divergente para x → +1, y con ley
recurrente: an+2 /an = n/(n + 2)
93

La solución a este aparente fracaso de la idea de autofunciones en


la Mecánica Cuántica se encuentra observando más atentamente la ley
recurrente (16.3): ¿qué ocurriría si el valor de a2 /h̄2 no fuese un número real
cualquiera, sino que fuese el producto de dos números enteros consecutivos?
En ese caso la serie degenera en un polinomio, y no es de aplicación el
Lema utilizado antes, que obliga a proceder hasta infinito en la suma de
la serie. Dado que la solución general incluye dos series solapadas, con
potencias pares e impares respectivamente, es importante comprender que
su degeneración a un polinomio solo puede producirse en una de ellas. La
otra debe hacerse cero anulando una de las constantes de integración (ya
sea a0 = 0 ó a1 = 0).
La condición exacta es que, para algún entero p = 0, 1, 2 · · · ∞ se cumpla:

a2  
= p + |m| p + |m| + 1
h̄2

o, equivalentemente, que el cuadrado del momento angular a2 = L2 tome,


en unidades h̄2 , los valores siguientes, con l = p + |m|:

L2 = l(l + 1)h̄2 l = |m|, |m| + 1, · · · ∞ (16.4)

Otra forma muy popular de expresar lo anterior, es que para un valor fijo
del entero positivo l, se obtienen los siguientes 2l + 1 valores permitidos de
m, siendo Lz = mh̄:

m = −l, −l + 1, · · · , 0, · · · + l (16.5)

Hemos obtenido así dos leyes físicas enormemente relevantes, que son
las representadas por las ecuaciones (16.4) y (16.5). Impactan en todo el
campo de la Física y de la Química, desde la propia estructura de la Tabla
Periódica de los elementos, que es consecuencia de la segunda, hasta los
fundamentos del magnetismo y todas sus tecnologías derivadas.
La secuencia de valores obtenidos para |√ L| viene
√ a√confirmar la que
habíamos adelantado anteriormente: |L| = 0, 2h̄, 6h̄, 12h̄ · · · . Resulta
evidente que si Lz 6= 0, dicha secuencia no puedepempezar en cero, y con el
valor más bajo |Lz | = h̄, se ha encontrado |L| = 1(1 + 1)h̄ para el módulo
mínimo.
94 Capítulo 16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Recapitulando, hemos visto que existen autofunciones concurrentes para


los operadores L2 y Lz , y que estas son admisibles como estados cuánticos,
es decir, se trata de autoestados. En ellos, tanto el módulo del momento
angular |L|, como su proyección a lo largo de un eje Lz , se encuentran bien
definidos. Hemos determinado también el conjunto completo de autovalores
posibles de ambas magnitudes, que se encuentran en correspondencia con
determinadas parejas de números enteros (l, m).
Ya vimos en la Figura 15.2 una representación de estos estados, que
muestra la orientación del vector L en el espacio: las fluctuaciones cuánticas
se producen sobre un círculo en la base de un cono. Para cada pareja de
enteros (l, m) el ángulo de apertura de ese cono (representado en la Figura
16.5) está unívocamente
p determinado, y toma a su vez valores cuánticos:
θ = ArcCos(m/ l(l + 1)), con m = −l, · · · + l. La máxima orientación
del vector L (θ mínimo) compatible con las fluctuaciones cuánticas se logra
con m = +l, y es justamente la que se ha elegido en la representación de
la Figura 15.2, para l = 1 y para l = 10. Desde un ángulo tan grande como
θ = 45◦ para l = 1, estas van disminuyendo progresivamente hasta cero en
el límite clásico, caracterizado por l → ∞ y m → +∞.
Cuando el momento angular es muy grande frente a h̄: |L|  h̄ y m  1,
nos da la sensación de que el giro no cabecea, pero esto nunca es realmente
cierto, como se manifiesta con nitidez en la escala atómica.
Los polinomios que satisfacen la ley recurrente (16.3) para m = 0 (con
los valores a2 /h̄2 = l(l + 1)), no son otros que los polinomios de Legendre
Pl (x), ampliamente documentados en la literatura. Las autofunciones |l, mi
que hemos obtenido reciben el nombre de armónicos esféricos, y se denotan
con el símbolo estándar Ylm (θ φ ). Su interés va bastante más allá de la
Mecánica Cuántica, pues aparecen, como hemos podido ver, en todas las
soluciones con simetría radial de la ecuación de Poisson.
Se trata de funciones complejas, infinitamente diferenciables, libres
de singularidades, definidas sobre la superficie esférica de radio unidad.
Corresponden a la parte angular de la función de ondas de un cuerpo que
gira con valores determinados de L2 y Lz : ψ = R(r)Ylm (θ φ ).
Incorporando la información del azimut φ y recordando el cambio de
función y(x) ↔ v(x), tienen la estructura siguiente:
d |m|
Ylm (θ φ ) = s Nlm sin|m| θ |m|
Pl (x) eimφ (m ≥ 0) (16.6)
dx
donde los polinomios Pl (x) se derivan |m| veces con respecto a x.
95

Lz
3 3
3ℏ

2 2
2ℏ

1 ℏ 1

0 0

-1 -ℏ -1

-2ℏ
-2 -2
-3ℏ
-3 -3

Figura 16.5: Representación de los valores cuánticos m = −l, · · · , +l para l = 3. Este


diagrama ignora, por simplicidad, el efecto del principio de indeterminación, pero ilustra
con precisión los valores de Lz . Constituye una representación alternativa a la Figura 16.4.
En la Tabla Periódica, caracteriza a los elementos químicos que van del Cesio al Lutecio
y del Torio al Laurencio (orbitales f ).

La normalización a 1 de |ψ|2 exige la condición |Ylm |2 dΩ = 1 para la


R

integral doble calculada sobre la superficie esférica de radio unidad. Este es


el origen de la constante de normalización Nlm . Los valores negativos de m
−|m| |m|∗
deben evaluarse como Yl (Ω) = (−1)|m|Yl (Ω). El signo global vale
s = (−1)m si m ≥ 0 y s = 1 para m < 0, con la constante:

2l + 1 (l − |m|)! 1/2
 
Nlm =
4π (l + |m|)!
Como hemos visto en el desarrollo v(x) = ∑n an xn , los polinomios de
Legendre Pl (x) (derivados |m| veces respecto a x) contienen únicamente
potencias pares o impares de cosθ . Esto implica que las autofunciones
ψ(r ) heredan una paridad bien definida en R3 , cumpliendo la propiedad
ψ(−r ) = ψ(r ) (par) ó ψ(−r ) = −ψ(r ) (impar) ∀r ∈ R3 .
Existe una razón física para ello, ya que ψ(r ) representa una solución
estacionaria a la ecuación de Schrödinger con potencial radial (como
veremos enseguida), y por tanto |ψ|2 debe tomar igual valor en las antípodas
(r → −r ), debido a la simetría esférica del problema.
96 Capítulo 16. LOS AUTOESTADOS DEL MOMENTO ANGULAR

Tabla 16.1: Polinomios de Legendre hasta l = 5

P0 = 1 P1 = x
P2 = 21 (3x2 − 1) P3 = 12 (5x3 − 3x)
P4 = 18 (35x4 − 30x2 + 3) P5 = 81 (63x5 − 70x3 + 15x)

Tabla 16.2: Armónicos esféricos hasta l = 3

1 1/2 15 1/2
Y00 = Y2±2 = sin2 θ e±2iφ
 
4π 32π
3 1/2 7 1/2
Y10 = 4π Y30 = 16π (5cos3 θ − 3cosθ )
 
cosθ
3 1/2 21 1/2
Y1±1 = ∓ 8π sinθ e±iφ Y3±1 = ∓ 64π sinθ (5cos2 θ − 1) e±iφ
 

5 1/2 105 1/2


Y20 = 16π (3cos2 θ − 1) Y3±2 = 32π sin2 θ cosθ e±2iφ
 

15 1/2 35 1/2
Y2±1 = ∓ 8π sinθ cosθ e±iφ Y3±3 = ∓ 64π sin3 θ e±3iφ
 

Es interesante constatar que su paridad como función esféricamente


simétrica en R3 se encuentra determinada por el estado de giro orbital. En
la Mecánica Clásica no resulta posible hablar de paridad de una trayectoria,
y la idea de asignar una paridad al estado de movimiento de un cuerpo es
específicamente cuántica. Es un ejercicio provechoso comprobar que la
paridad de ψ es exactamente (−1)l , y no depende del valor de m.
Los polinomios de Legendre Pl (x) pueden generarse de forma recurrente
utilizando la conocida fórmula de Rodrigues:

1 1 dl 2 l
Pl (x) = l (x − 1)
2 l! dxl
y se ofrecen tabulados en la Tabla 16.1 hasta l = 5. En la Tabla 16.2
damos la expresión detallada de los armónicos esféricos hasta l = 3.
Una forma conveniente de representar las funciones Ylm (θ φ ) en 3D
es asociarles una superficie tal que la distancia radial al origen, desde
cada punto de coordenadas (θ , φ ), sea proporcional al valor de |Ylm (θ φ )|.
Esto produce una sensación visual que da una idea de la distribución de
probabilidad del electrón en átomos, moléculas, etc. Sus proyecciones en
2D sobre el plano XZ ó YZ contienen la misma información, y se llaman
diagramas polares.
97

Hemos representado unas y otros en la Figura 16.2, para los armónicos


esféricos con l = 0 y l = 1, en la Figura 16.3 para l = 2 y en la Figura 16.4
para l = 3, utilizando Wolfram Mathematica 11. La información de la fase
no se encuentra sin embargo representada en este tipo de diagramas, que
presentan siempre simetría azimutal.
Una representación más simple es la ofrecida en la Figura 16.5 para
l = 3, donde se muestran los valores cuánticos del ángulo de apertura entre
L y el eje Z para todos los valores de m.
Los armónicos esféricos forman una base ortonormal dentro del conjunto
de funciones complejas de cuadrado sumable definidas sobre la superficie
esférica de radio unidad. Este conjunto puede entenderse como un subespacio
del espacio de Hilbert L2 (R3 ), donde el producto escalar está definido como
una integral doble sobre dicha superficie. De acuerdo con ello, los armónicos
esféricos cumplen la propiedad de ortonormalidad:
Z
0
Ylm∗ (Ω)Ylm0 (Ω)dΩ = δll 0 δmm0

donde dΩ = d(cosθ )dφ representa el elemento de superficie de la


integral 2D, siendo δab = 0 si a 6= b y δab = 1 si a = b.
La notación de Dirac de los estados cuánticos resulta particularmente
adecuada para el momento angular, y conviene simplificar la notación
como: |l mi ≡ R(r)Ylm (Ω) = |ψi. El problema matemático de autoestados
que hemos analizado puede entonces resumirse de manera sucinta como:
Lz |l mi = mh̄|l mi
L2 |l mi = l(l + 1)h̄2 |l mi
con el rango de valores enteros: l = 0, 1, 2 · · · ∞ y m = −l, · · · , 0, · · · + l.
Las funciones complejas f (Ω) definidas sobre la superficie esférica de
radio unidad pueden expandirse en armónicos esféricos como:

| f (Ω)i = ∑ alm |l mi
lm

siendo alm = hl m| f (Ω)i, con ∑lm |alm |2 = 1. El conjunto de estados


{|l mi}m=−l,···+l genera el subespacio de dimensión 2l + 1 que corresponde
a un valor fijo de l, representado por las funciones | fl (Ω)i con ∑m |alm |2 = 1.
17. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER RADIAL

En un campo de fuerzas de tipo central con potencial U(|r |), el momento


angular es conservado en la Mecánica Clásica. Veamos cómo los autoestados
del momento angular generan soluciones estacionarias a la ecuación de
Schrödinger, que son una forma de representar esa conservación en el marco
de la Mecánica Cuántica.
Utilizando en la ecuación de Schrödinger −h̄2 ∆/(2m) +U(r) ψ = Eψ


la forma que tiene el operador de Laplace en esféricas (ecuación (15.4)),


y sustituyendo en ella las funciones de onda ψ = R(r)Ylm (θ , φ ) que por
construcción verifican L2 (Ylm ) = l(l + 1)h̄2Ylm , se llega inmediatamente a
la siguiente ecuación diferencial ordinaria (tras cancelar el factor Ylm en
cada término):
−h̄2 ∂ 2 R 2 ∂ R h̄2 l(l + 1)
   
+ − E −U(r) R + R=0 (17.1)
2m ∂ r2 r ∂ r 2m r2
donde la energía centrífuga juega enteramente el papel de un potencial
radial adicional (fuertemente creciente para r → 0 y repulsivo, debido al
signo +). Esta energía se puede absorber en la definición del llamado
potencial efectivo:
l(l + 1)h̄2
Ul (r) ≡ U(r) +
2mr2
que reduce la ecuación a la forma:
−h̄2 ∂ 2 R 2 ∂ R
 
+ +Ul (r)R = ER (17.2)
2m ∂ r2 r ∂ r
conocida en la literatura como ecuación de Schrödinger radial.
99

Es frecuente, sin embargo, escribir la ecuación tomando como incógnita


la función u(r) ≡ rR(r). La regla de la cadena nos permite escribir de
inmediato:
−h̄2 00
u +Ul (r)u = Eu (17.3)
2m
Escrita de esta forma, la ecuación radial pierde la derivada primera y
adopta la misma forma para u(r) que tiene la ecuación de Schrödinger
en una dimensión (la dimensión radial). La función de ondas se recupera
de la solución obtenida como R(r) = u(r)/r. Sin embargo las condiciones
de contorno no son las mismas: mientras la función u(r) está sujeta a la
condición u(0) = 0, garantizada por el carácter regular de ψ (R(0) 6= ∞),
no existe tal condición para la ecuación (17.1).
La función u(r) tiene una interpretación probabilística propia, ya que
|u(r)|2 representa la llamada densidad de probabilidad radial:
dP
= r2 |R(r)|2 = |u(r)|2
dr
donde dP es la probabilidad de encontrar la partícula en el intervalo
radial (r, r + dr), con la normalización 0∞ (dP/dr)dr = 1. Obsérvese que
R

esta interpretación es posible porque los armónicos esféricos satisfacen


la propiedad |Ylm |2 dΩ = 1 al integrar sobre todo el ángulo sólido a la
R

distancia r.
Vamos a enunciar una propiedad general de la ecuación de Schrödinger
radial: la función de ondas se comporta cerca del origen (para r → 0)
como ψ ∼ rl , es decir, decae a cero (si l > 0) tanto más rápido cuanto
mayor sea el valor de l. Esta propiedad es condicional a que se cumpla
lim r→0 r2 |U(r)| = 0, es decir, que la energía potencial (negativa) no crezca
en valor absoluto para r → 0 más rápidamente que la función −1/r2 .
Para demostrar el comportamiento asintótico anterior, basta despreciar la
energía potencial U(r) (y consecuentemente E) frente a la energía centrífuga
en la ecuación (17.3), en virtud de la consideración anterior, y resolver la
ecuación diferencial así simplificada en el entorno r → 0:
−h̄2 00 h̄2 l(l + 1)
u + u=0
2m 2mr2
que se reduce a u00 = l(l + 1)u/r2 . Buscando como solución u = Crs
obtenemos la relación siguiente, y posibles valores de s:
s(s − 1) = l(l + 1) =⇒ s = l +1 ó s = −l
100 Capítulo 17. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER RADIAL

La solución negativa implica ψ = cR(r) = cu(r)/r = cr−(l+1) /r ∼ r−l


que es divergente para r → 0 y no cumple el requisito de continuidad en R3
exigible a la función de ondas, quedando probado entonces que ψ ∼ rl
El caso U(r) ∼ −β /rs con β > 0 y s = 2 es interesante, aunque no se le
conocen aplicaciones físicas concretas. Dependiendo del valor de l, en este
caso todas las soluciones para ψ son divergentes u oscilantes en el origen,
y no existe un estado fundamental de energía negativa y finita. Al ser la
fuerza de atracción mayor que la fuerza centrífuga, la partícula realmente
“cae” hacia el origen y la función de ondas se hace singular. El mismo
comportamiento se produce, por supuesto, para s > 2 1 . Este fenómeno
de la caída al origen ocurre igualmente en la Mecánica Clásica, para esos
mismos potenciales.
Es claro que una onda plana de De Broglie de momento p no puede
poseer un valor bien definido del módulo del momento angular |L| (l), ya
que la posición de la partícula en la dirección perpendicular a p = (0, 0, p)
está completamente indefinida (debido al principio de indeterminación, al
ser ∆px = ∆py = 0). Esta es una nueva manifestación del carácter ideal de
la onda plana, pues las partículas provienen siempre de algún dominio finito
del espacio, en el que han sido producidas, y no presentan nunca un frente
de ondas infinito. Dado el carácter discreto de l, su parámetro de impacto
en colisiones debe por tanto manifestar algún tipo de restricción cuántica.
Entonces tiene sentido la pregunta: ¿existen estados cuánticos para el
movimiento libre con momento angular l bien definido? Es evidente que la
ecuación de Schrödinger radial es la herramienta adecuada para darnos la
respuesta. Analicémosla primero
√ para l = 0: −h̄2 u000 /(2m)= Eu0 ((17.3)), o
bien: u00 0 = −k2 u0 , con k = 2mE/h̄. Su solución general es:

1  ikr −ikr

R0 (r) = Ae + Be
r
La condición de que R0 (0) debe ser finita nos obliga a elegir A + B = 0,
y por tanto:
C
R0 (r) = k sinkr
kr
donde Ck define una constante de normalización adecuada.
1 para un análisis detallado, véanse los libros “Quantum Mechanics I” de A. Galindo y P. Pascual,
Springer-Verlag, 1990, y “Quantum Mechanics” de L. D. Landau y E. M. Liftshitz, Butterworth-Heinemann
(1977).
101

La función de ondas puede verse en la Figura 17.1(b). Para analizar el


caso l 6= 0 definamos como argumento de la función ρ ≡ kr e introduzcamos
la nueva función χl (ρ) ≡ Rl (ρ)/ρ l . La ecuación radial general (17.2) puede
ser reescrita como:
2(l + 1) 0
χ 00 l + χ l + χl = 0 (17.4)
ρ
de la cual conocemos ya la solución para l = 0: χ0 = R0 = Ck sin(ρ)/ρ.
Se trata ahora de construir todas las demás demostrando la ley inductiva:
χl+1 (ρ) = χ 0 l (ρ)/ρ. Para ello derivemos de nuevo la ecuación (17.4)
respecto a ρ:
 
000 2(l + 1) 00 2(l + 1)
χ l+ χ l + 1− 2
χl0 = 0
ρ ρ
y sustituyamos en ella la ley inductiva a prueba χ 0 l = χl+1 ρ para obtener:
2(l + 2) 0
χ 00 l+1 + χ l+1 + χl+1 = 0
ρ
que coincide exactamente con la ecuación (17.4) original, tras reemplazar
l por l + 1, quedando así demostrada la ley inductiva.
Por tanto todas las soluciones para l 6= 0 se obtienen derivando nuestro
resultado para l = 0 según la expresión:
1 d l
  
χl = Ck sin(ρ)/ρ
ρ dρ
que no son más que la funciones de Bessel esféricas, salvo un factor de
fase (−1)l , definidas como:
 l
1 d sinx
jl (x) ≡ (−1)l
x dx x
y que indicamos en la Tabla 17.1 hasta l = 2. Por tanto hemos demostrado
que las soluciones (finitas en el origen) de la ecuación de Schrödinger radial
(17.3) para el movimiento libre se pueden expresar como:
|E l mi = Cl jl (kr) Ylm (θ φ ) (17.5)
donde Cl es una constante de normalización. Las hemos designado con
el símbolo |E l mi, ya que se trata de estados cuánticos caracterizados por
una energía cinética que se encuentra bien definida: E = h̄2 k2 /(2m) > 0,
siendo autoestados del momento angular (obsérvese que no son autoestados
del momento p, sino que este se distribuye sobre una superficie esférica).
102 Capítulo 17. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER RADIAL

Figura 17.1: Función de ondas ψl (real) de un electrón libre que se mueve a lo largo del
eje Z con energía E bien definida y con l = 20, con ml = 0 (izquierda) y l = 0 (derecha).
La función ψl ha sido evaluada en un plano genérico que contiene al eje Z. Mientras el
electrón de la izquierda gira intensamente alrededor del eje vertical, el de la derecha no
gira en absoluto (onda S). Obsérvese la emergencia del parámetro de impacto clásico b
en el primer caso. Ambas funciones se han representado en la misma escala, tal como
aparecen en el desarrollo en ondas parciales (17.7), incluyendo el factor 2l + 1. Se indica
la longitud de onda de De Broglie λ que marca la escala de distancia.

Ocurre que la fuerza centrífuga (en ausencia de un potencial atractivo)


no es capaz de restringir los propios valores de la energía, y el espectro
que se obtiene es continuo: E ∈ [0, +∞). La ortogonalidad de estos estados
en el espacio de Hilbert para E 6= E 0 necesita ser expresada a través de la
función delta de Dirac, en la forma:
hE 0 l 0 m0 |E l mi = δ (E − E 0 )δll 0 δmm0 (17.6)
lo cual permite determinar unívocamente la constante de normalización
Cl . Obsérvese que estos estados del espectro continuo, al igual que las
propias ondas planas, no son funciones de cuadrado sumable 2 .
Teniendo clara la idea anterior, podemos mejorar nuestra descripción
matemática de la onda plana de De Broglie eikr , a lo largo de la dirección
perpendicular al vector k. Es claro que la onda debe admitir un desarrollo
en serie sobre el sistema ortonormal de los estados base |E l mi anteriores,
para un valor dado de la energía: E = h̄2 k2 /(2m).
2
p
por consistencia, damos aquí el valor exacto de la constante Cl in (17.5): Cl = (il /h̄) 2mk/π, véase el
libro “Modern Quantum Mechanics” de J. J. Sakurai, Pearson (2014), p. 398.
103

Tabla 17.1: Las funciones de Bessel esféricas hasta l = 2

 
sinx sinx cosx 3 1 3
j0 (x) = j1 (x) = 2 − j2 (x) = 3
− sinx − 2 cosx
x x x x x x

Antes de escribirlo, reflexionemos sobre el papel que juega el número


cuántico m en la expresión (17.5). Recordemos que (fijado l), m nos indica
al ángulo que forma el vector L con el eje Z de las coordenadas esféricas.
Pero, en ausencia de un campo magnético B u otra referencia externa en
nuestro Hamiltoniano, la orientación de dicho eje es totalmente arbitraria.
Podemos por tanto orientarlo en la dirección del momento de la partícula,
indicado por el vector k. Entonces tenemos kx = ky = 0, y el giro será
perpendicular a dicho eje (Lz = 0), con m = 0. Procedamos de esta forma y
veamos si se puede lograr una representación de la onda plana utilizando
únicamente armónicos
0
p con m = 0. Entonces debemos tomar el armónico
esférico como: Yl = (2l + 1)/4π Pl (cosθ ), según (16.6).
Indicamos a continuación el desarrollo exacto de la onda plana que
en efecto se logra 3 , en la base ortonormal anteriormente mencionada del
espacio de Hilbert, y comentamos su significado físico:

ikr ikrcosθ
e =e = ∑ il (2l + 1)Pl (cosθ ) jl (kr) (17.7)
l=0

Esta expresión presenta simetría azimutal alrededor del vector k (es


decir, independencia de φ ) como consecuencia del valor m = 0. Nótese que
tanto las funciones jl (x) como las Pl (x) son reales, de tal manera que la
fase de la onda plana en el primer miembro de (17.7) se construye a través
de las potencias:

il = 1, i, −1, −i, 1, i, · · · l = 0, 1, 2, 3, 4, 5 · · · ∞
Es decir, que mientras su parte real la construyen los términos pares de
la serie, los términos impares construyen su parte imaginaria, de manera
que solo se utilizan fases que son múltiplos de π/2.
3 el estudiante interesado puede comprobar fácilmente, teniendo en cuenta la ortogonalidad de los
R +1
polinomios de Legendre en la forma −1 Pl (x)Pl 0 (x)dx = δll 0 2/(2l + 1), que la fórmula (17.7) se deduce
directamenteR de la siguiente representación integral de las funciones de Bessel esféricas, debida a Poisson:
+1 ikrcosθ
jl (kr) = 2i1l −1 e Pl (cosθ )d(cosθ ) y bien documentada en la literatura. Basta multiplicar ambos
miembros de (17.7) por Pl 0 (cosθ ) e integrar en (−1, 1).
104 Capítulo 17. LA ECUACIÓN DE SCHRÖDINGER RADIAL

Figura 17.2: Las componentes con l = 1 (onda P) y l = 2 (onda D) de la expansión de eikr :


il (2l + 1)Pl (cosθ ) jl (kr), evaluadas sobre el plano horizontal. Para l = 1 se ha omitido
el factor i . Obsérvese en este caso el carácter impar de la onda, pues los mínimos de
signo opuesto quedan ocultos. Se trata tambien de los autoestados de energía cinética
E = h̄2 k2 /(2m) y momento angular l bien definidos, con ml = 0. Estando la escala de
distancia referida a su longitud de onda de De Broglie λ , la imagen permanece igual para
cualquier energía o masa de la partícula. Se muestra abajo la representación polar de sus
transformadas de Fourier (17.8) como armónicos esféricos (diagramas polares).

Puede observarse también cómo el sentido de propagación ±k de la


onda de De Broglie (recuérdese la Figura 7.1) está codificado en el factor
(−1)l , que gobierna el paso al complejo conjugado de la expresión (17.7).
Este factor es equivalente a un cambio de signo de todos los polinomios de
Legendre acorde a su paridad (−1)l .
La expresión (17.7) se denomina en la literatura desarrollo en ondas
parciales, y juega un papel clave en la teoría de dispersión de partículas por
un campo de fuerzas de tipo central, donde describe tanto la onda incidente,
como cada una de las ondas parciales dispersadas. Estas componentes
interceptan áreas crecientes de la onda en el plano perpendicular al vector
k. Se han representado en la Figura 17.1 dos componentes concretas del
desarrollo en ondas parciales de una partícula, con l = 20 y con l = 0.
Como ya hemos analizado, la coordenada transversal x se encuentra
deslocalizada, aún estando definido |L|. En la Mecánica Clásica hablamos
del parámetro de impacto b = x, presuponiendo que dicha coordenada se
encuentra bien definida. Este grado de definición en las ondas parciales es
cada vez mayor, al acercarnos al límite clásico l → ∞.
105
p
Teniendo en cuenta que |L| = r psinθ = bh̄k = l(l + 1)h̄ ∼ h̄l, sale:
b ∼ l/k = lλ̄ , siendoλ̄ ≡ λ /(2π) la longitud de onda de De Broglie reducida.
Por tanto, para θ = π/2, el argumento adimensional de la función de Bessel
kr recorre una versión continua de los valores de l. Precisamente la función
jl (x), para valores altos de l (l  1), es casi nula para x . l, valor en que
crece súbitamente, antes de oscilar, como puede apreciarse en la Figura 17.1,
donde se ilustra la emergencia del parámetro de impacto en la descripción
cuántica, para l → ∞.
Hemos expresado los estados |E l mi en el espacio de coordenadas,
pero igualmente podríamos hacerlo en el espacio de momentos. Damos a
continuación el resultado, siendo k̂ ≡ k/k:

h̄2 k2
 
ikr
hk|Elmi ≡ 1
3/2 he |Elmi = δ E − Bk Ylm (k̂) (17.8)
(2π) 2m

que no es más que la transformada de Fourier 4 de la expresión (17.5).


Téngase en cuenta que los armónicos esféricos representan la amplitud
para que la partícula ocupe cada punto de la superficie esférica unidad, que
lógicamente corresponde a cada orientación de su momento. La función
delta de Dirac es consecuencia de la normalización (17.6) de los estados
|El mi.
En la Figura 17.2 se han dibujado las ondas parciales con l = 1 (onda P)
y con l = 2 (onda D), utilizando Wolfram Mathematica 11. Se han incluido
también en la figura, sobre los mismos ejes, los diagramas polares que
representan a los armónicos esféricos que constituyen sus transformadas de
Fourier.

4 puede obtenerse una demostración indirecta de la expresión (17.8) comprobando que es justamente la
que necesitamos utilizar para recuperar el desarrollo en ondas parciales (17.7). En efecto, si partimos
de |eikr i = ∑lm hElm|eikr i|ElmidE y sustituimos la expresión anterior,
R

 l teniendo en cuenta la muy
m (k̂)Y m∗ (r̂ ), se llega sin
útil propiedad de los armónicos esféricos: Pl (cosθ ) = Pl (k̂r̂ ) = 2l+1 ∑m=−l l Y l
dificultad a√
(17.7), tras integrar la función delta de Dirac, y recordando (17.5). El valor exacto de la constante
es Bk = h̄/ mk.
18. EL MAGNETÓN DE BOHR

Toda partícula con momento angular no nulo (ya sea orbital o de espín), y
que posea carga eléctrica, adquiere automáticamente un momento magnético
µ. Para un electrón con carga −|e| y masa me , que ocupa el punto r
con momento p = me v (aquí no relativista), podemos precisar en cada
instante de tiempo cuánto vale ese momento magnético, y relacionarlo con
su momento angular orbital:
 
1 e
µ = (r × ev ) = L
2 2me
La expresión anterior es bien conocida en electromagnetismo 1 , y no
intentaremos fundamentarla aquí (el factor 1/2 surge de utilizar el producto
vectorial). Obsérvese que el electrón no tiene que recorrer en absoluto una
trayectoria diferenciable. Lo que nos dice el electromagnetismo es que, en
lo que respecta al giro orbital, los vectores µ y L son proporcionales en
cada instante y establece con precisión el factor de proporcionalidad, sujeto
al signo que tenga la carga eléctrica ±e (vectores paralelos o antiparalelos).
El momento magnético se mide en Am2 (Amperios metro cuadrado)
o bien en JT −1 (Julios por Tesla), unidades equivalentes en el Sistema
Internacional (SI) 2 . El factor ω 0 ≡ |e|/(2me ) recibe el nombre de factor
giromagnético estándar, y para un electrón adquiere el valor preciso:
ω 0 /(2π) = ν0 = 13996MHz T −1 . Obsérvese que si la partícula fuese un
protón, su factor giromagnético sería 2000 veces menor, aproximadamente.
1 véase por ejemplo el libro de D. J. Griffiths “Introduction to Electrodynamics”, Pearson (2013).
2 desaconsejamos fuertemente la utilización de sistemas de unidades obsoletos, que dificultan la
interacción fluida entre los campos de la física y de la ingeniería.
107

Todo lo estudiado en los capítulos anteriores sobre el principio de


indeterminación, la imposibilidad de medir independientemente con total
precisión las 3 componentes de L, y sus valores cuánticos, se aplica ahora
íntegramente al vector µ. El momento magnético se pone de manifiesto en
el laboratorio por la aplicación de un campo magnético externo B sobre el
dipolo magnético, que le confiere una energía:
E = −µB
Podemos entonces aplicar nuestro conocimiento del momento angular
para obtener los valores cuánticos del momento magnético orbital. El eje
natural sobre el que se proyecta el vector µ para adquirir sus valores
cuánticos es el definido por el campo B . La existencia de un valor mínimo
no nulo para Lz (±h̄) se traduce en la existencia de un quantum de momento
magnético para el electrón, que recibe el nombre de magnetón de Bohr en
la literatura:
|e|h̄
µB ≡ = 9.274 × 10−24 JT −1 = 5.788 × 10−5 eV T −1
2me
Podemos entonces escribir la siguiente ecuación vectorial genérica para
el electrón, tanto para las magnitudes físicas como para los operadores que
las representan:
µB
µl = − L

ecuación que no depende en realidad de h̄, pero que es estándar escribir
de esta manera. Consecuentemente, tenemos, para l = 0, 1, · · · ∞:
p
|µl | = l(l + 1)µB µl,z = −ml µB ml = −l, −l + 1, · · · , 0, · · · + l
Si conocemos la función de ondas ψ de ese electrón, podemos evaluar
el valor medio de los operadores anteriores, cumpliéndose evidentemente la
ecuación ∀ψ ∈ L2 (R3 ):
µB
hµl i = − hLi

Surge la pregunta de cuál sería el factor giromagnético que corresponde
al espín. Téngase en cuenta que una adecuada descripción del espín requiere
un modelo sobre la naturaleza física de aquello que gira dentro de una
partícula. El modelo puede consistir simplemente en la especificación de
sus valores cuánticos, en el contexto de una teoría relativista 3 .
3tal es el caso, por ejemplo, de la teoría de Dirac para el electrón relativista, que surge de la ecuación de
Dirac.
108 Capítulo 18. EL MAGNETÓN DE BOHR

Sea cualquiera el modelo, solo el experimento puede validar determinada


descripción cuántica del espín de una partícula. En el caso del electrón, el
experimento fue realizado en 1922 por Stern y Gerlach, y lo trataremos en
el Capítulo 21. Se trata de uno de los experimentos más importantes de la
historia de la Física, y supuso en su momento un reto a la consolidación de
la propia Mecánica Cuántica.
Adelantamos aquí que los resultados de dicho experimento contradicen
los fundamentos de la teoría cuántica para el momento angular que hemos
visto hasta ahora. No obstante, escribimos a continuación las ecuaciones
más generales que aún permiten un encaje con dicha teoría, dentro de una
visión un poco más amplia de la misma.
En primer lugar, admitamos que el factor giromagnético pueda ser
distinto del estándar |e|/(2me ), y designemos la desviación con un factor gs .
En segundo lugar admitamos que el espín S (momento angular intrínseco)
pueda estar cuantificado de forma un poco más general:
p
|S | = s(s + 1)h̄ Sz = ms h̄ ms = −s, −s + 1, · · · + s

no siendo el valor de s necesariamente entero positivo, sino con valores


semienteros. Nótese que ms sí aumenta en unidades completas. Si s no
es entero, entramos en contradicción con los resultados obtenidos en el
Capítulo 16, fundamentados en el carácter univaluado de ψ en la Mecánica
Cuántica y en la resolución de la ecuación de Legendre asociada.
Admitamos no obstante que dichos principios puedan reconfigurarse
(como veremos en el Capítulo 21), para dar cabida a los resultados del
experimento. De acuerdo con ello, y teniendo en cuenta la carga eléctrica
negativa del electrón, su momento magnético intrinseco (asociado con su
espín), a lo largo de un eje Z arbitrario, debe poder escribirse como:
µB p
µs = −gs S |µs | = gs s(s + 1)µB µs,z = −gs ms µB

y debemos dejar que sea el experimento el encargado de determinar
los valores adecuados de s y de gs , para verificar cualesquiera hipótesis
puedan hacerse en relación con su estructura interna, o con la ausencia de
ella 4 . Es la cuantificación del momento angular lo que está en juego en las
ecuaciones anteriores.
4 las partículas neutras también pueden tener espín, y momento magnético, como el neutrón. Se define en
este caso el magnetón nuclear, que reemplaza a µB : µN ≡ |e| h̄/(2m p ).
109

Volvamos ahora a la ecuación E = −µB , la energía que adquiere un


dipolo magnético µ en un campo magnético externo, que es válida de forma
genérica, ya tenga este su origen en el giro orbital (µl ) o en el espín (µs ).
Habiendo asociado µ con un operador en el espacio de Hilbert, en el caso
del giro orbital, debemos entender que dicha ecuación es la expresión del
Hamiltoniano de interacción de esa partícula con el campo B (orientado a
lo largo del eje Z):
µB B
HL = − Lz

Suponemos que el campo magnético B es suficientemente alto para
que sus fluctuaciones cuánticas puedan ser despreciadas (comportamiento
clásico, con B = (0, 0, Bz )), quedando el alineamiento del vector µ con B
así limitado a sus valores cuánticos.
El Hamiltoniano anterior puede utilizarse, como parte de la ecuación
de Schrödinger, para obtener la evolución en el tiempo de la función de
ondas ψ de la partícula bajo el campo magnético externo. Los autovalores
de HL son evidentes, dados los autovalores de Lz . Nótese que tanto HL como
Lz toman la forma de una matriz Hermítica que actúa en el subespacio de
Hilbert (dimensión 2l + 1) de los estados cuánticos con un valor dado de l.
En el caso del espín se define el Hamiltoniano HS = −gs (µs /h̄) BSz , que
también toma la forma de una matriz Hermítica, de autovalores conocidos,
en un subespacio de dimensión 2s + 1, como veremos en el Capítulo 21.
Será µs = µB para el electrón y µs = µN para protón y neutrón, con factores
gs medibles, dotados de signo y distintos en cada uno de los 3 casos.
Para un electrón dentro de un átomo o molécula, tanto HL como HS
suponen un término adicional al Hamiltoniano del sistema, que produce un
desdoblamiento de sus líneas espectrales, conocido como efecto Zeeman
en la literatura. Pieter Zeeman fue el físico holandés que estudió por vez
primera el efecto de los campos magnéticos sobre las fuentes de luz, de
importancia crucial en el desarrollo de la Mecánica Cuántica.
Por ejemplo, una transición atómica entre un orbital p y un orbital s se
desdobla en dos líneas fotónicas adicionales con ∆E = 0, ±µB B, debido
a HL . Puede comprobarse numéricamente que, incluso para valores de B
de varios Tesla, el desdoblamiento en frecuencia es pequeño en términos
relativos, siendo los niveles de energía en un átomo E ≈ −1eV. El operador
Sz lo trataremos más adelante, y provoca igualmente efecto Zeeman.
19. LOS ESTADOS DE POLARIZACIÓN LINEAL

Según lo visto al final del Capítulo 16, el estado de giro orbital más
general de un cuerpo será una combinación lineal de autoestados, con
coeficientes complejos. Es claro que el propagador de Feynman permite a
ese cuerpo girar simultáneamente en sentidos opuestos alrededor del eje Z,
en plena consistencia con los principios de la Mecánica Cuántica. Veamos
en detalle la estructura y significado físico de algunos de estos estados,
profundamente implicados en toda la física.
Antes de hacerlo, consideremos la siguiente identidad entre números
complejos, fácilmente demostrable ∀φ , α ∈ [0, 2π] 1 :

1  iφ iα −iφ
  α  iα/2
e +e e = cos φ − e
2 2
La identidad anterior no tiene ningún misterio: la superposición de dos
movimientos circulares opuestos en el disco unidad (e±iφ ) produce una
línea recta que pasa periódicamente por cero, al correr la fase φ . Nótese
cómo la inclinación de esa recta está gobernada por el desfasaje α entre
ambos números. Esta relación es muy usada, tanto en la mecánica como en
el electromagnetismo.

1 de igual manera se demuestra la identidad análoga:

1 iφ  α  iα/2
e − eiα e−iφ = sin φ −

e (19.1)
2i 2
111

Por ejemplo, nos permite describir con toda precisión los estados de
polarización lineal de la luz, cuando esa suma representa el vector campo
eléctrico E de una onda electromagnética de frecuencia ω, siendo φ = ωt:
1 iωt iα −iωt
  α  iα/2
E (t) = e + e e E0 = cos ωt − e E0
2 2
Aunque volveremos enseguida al fotón de esa onda, apliquemos primero
la identidad anterior a la superposición cuántica de los estados de giro de
un electrón. Dentro del subespacio de Hilbert con l = 1 (de dimensión 3,
con la base ortonormal |ml i, ml = −1, 0, +1), definimos los estados de
polarización lineal del electrón como:
1 eiα
|ψα i ≡ |lin, α/2i ≡ √ |+1i + √ |−1i (19.2)
2 2
Teniendo en cuenta los armónicos esféricos Y1±1 (Tabla 16.2), podemos
escribir, utilizando la expresión (19.1), la parte angular de la función de
ondas anterior como:
r
3
ψα (θ , φ ) = −i sinθ sin (φ − α/2) e+iα/2 (19.3)

Su parte radial está determinada por el campo de fuerzas que actúa sobre
ese electrón, con: ψ = f (r)ψα (θ , φ ) , y 0+∞ r2 | f (r)|2 dr = 1, y define la
R

extensión espacial de la función de ondas (por ejemplo, si se trata de un


átomo o molécula su tamaño se medirá en unidades del radio de Bohr, a0 ).
En la Figura 19.1 se han dibujado las funciones |ψα (θ , φ )| para dos valores
concretos: α = π (|Xi) y α = 0 (|Y i), y también para los estados | ± 1i por
separado.
Observemos que el efecto de la superposición lineal es romper la simetría
azimutal que teníamos en cada armónico por separado |±1i. Como el
electrón gira simultánemente en sentidos opuestos alrededor del eje Z,
la probabilidad “se acumula” en una orientación específica del azimut φ ,
aquella donde |ψα |2 es máxima, definida por φ = (α + π)/2. Nótese el
factor 2 que se produce entre el desfasaje α y el ángulo de polarización
lineal α/2.
Los estados superpuestos con α = π y α = 0, respectivamente, son
los orbitales llamados px y py en Química, por razones que son obvias
de la Figura 19.1. El orbital pz corresponde al estado |0i, que orienta
su probabilidad a lo largo del eje Z (recuérdese la Figura 16.2). Es bien
conocida la importancia que tiene la disposición espacial de estos estados
en los enlaces químicos del Carbono, Oxígeno, etc.
112 Capítulo 19. LOS ESTADOS DE POLARIZACIÓN LINEAL

Figura 19.1: Representación del módulo de la función de ondas de un electrón en


coordenadas esféricas |ψα (θ , φ )|, definida por la expresión (19.3), para α = π (azul),
y α = 0 (verde claro). Se representan además cada uno de los estados superpuestos
por separado | ± 1i, que son iguales entre sí (naranja). La distancia al origen de las
superficies indica la densidad de probabilidad, donde se ha respetado la escala relativa de
las funciones. Los mismos dibujos representan también, independientemente, los estados
de polarización de un fotón individual que se propaga a lo largo del eje Z, polarizado
linealmente a lo largo del eje X (azul), del eje Y (verde), o circularmente polarizado
(naranja). En este caso la densidad de probabilidad se refiere a la orientación del campo
eléctrico E .

Se necesita una definición física del eje X (Y ), en el Hamiltoniano del


sistema, para llevar al electrón a estos estados px (py ). Un ejemplo lo
constituyen los orbitales (no hibridados) px y py de dos átomos de Carbono,
cuando se unen para formar una molécula de Etino (C2 H2 ). Los orbitales
px y py de cada átomo, que forman un ángulo de 90◦ y son cuánticamente
ortogonales entre sí, se solapan con los del otro para formar dos enlaces
entre los átomos de Carbono (los llamados enlaces π). El eje Z lo definen
en este caso los dos orbitales colineales sp (híbridos) que proporcionan el
tercer enlace.
Un caso interesante se produce cuando, en un estado de polarización
lineal, los estados superpuestos dentro de |ψα i adquieren energías distintas
E1,2 = ±µB B , debido a la acción de un campo magnético B sobre el eje Z.
113

En este caso la posición del máximo de la densidad de probabilidad


en el azimut definida por (α + π)/2 en la ecuación (19.3), y representada
en la Figura 19.1 (ya sea px o py ) adquiere un movimiento de rotación
α(t)/2 = α0 /2 + ωLt, siendo α0 la fase inicial, con una frecuencia bien
determinada: ωL = µB B/h̄ = (E1 − E2 )/2h̄.
En efecto, cada estado adquiere una frecuencia distinta: ω1,2 = ±µB B/h̄,
en su evolución temporal de Schrödinger ψα (t) = U (t)ψα (0):

e−iω1t
 
i(α0 +2ωLt)
|ψα (t)i = √ |+1i + e |−1i (19.4)
2
Esta evolución proporciona una interpretación cuántica del fenómeno
conocido en el electromagnetismo clásico como precesión de Larmor,
por el cual un dipolo magnético µ precesa alrededor del campo magnético
externo B con una frecuencia proporcional al producto de los módulos de
ambos, la frecuencia de Larmor 2 .
Los estados cuánticos definidos por la ecuación (19.2) presentan otra
aplicación importante, más allá del marco de los estados de rotación de una
partícula de masa m (electrón, protón, neutrón, etc). Y es que representan
también los estados de polarización de un fotón individual.
Para comprender esto, pensemos que en una onda electromagnética
circularmente polarizada, el campo eléctrico E y el campo magnético B
giran en el plano perpendicular a la dirección de propagación de la onda, en
sentido dextrógiro o levógiro. Esto significa que cada fotón individual debe
contener esta información. La onda electromagnética es un campo vectorial,
cuyo estado de giro se asocia con el espín del fotón. El quantum no solo
transporta energía E = h̄ω y momento p = h̄ω/c, sino también momento
angular, como la propia onda. Que el momento angular intrínseco del fotón
es ±h̄ fue medido en 1931 por los físicos hindúes Raman y Bhagavantam 3 ,
quienes comprobaron que el grado de despolarización de la luz dispersada
por moléculas de O2 , CO2 y NO estaba en excelente acuerdo cuantitativo
con esta hipótesis.
2 la precesión de Larmor debe tener en cuenta además el espín del electrón, que veremos después.
Nótese que en el estado |ψαi anterior se cumple hµi = 0, y la precesión se produce cuánticamente en dos
dipolos opuestos y superpuestos. El desplazamiento anterior de la densidad electrónica es perfectamente
representativo de este fenómeno.
3 C. V. Raman y S. Bhangavantam, Indian J. Phys., Vol 6, p. 353-366 (1931). Para una versión moderna,

con rotación inducida en un dispositivo optomecánico, véase el artículo de L. He, H. Li, M. Li Sci. Adv.
2016; 2:e1600485, Septiembre 2016, 10.1126/sciadv.1600485.
114 Capítulo 19. LOS ESTADOS DE POLARIZACIÓN LINEAL

El valor observado Sz = ±h̄ (el eje Z se orienta en la dirección de


propagación) sugiere que el módulo del espín es s = 1, en nuestra discusión
del Capítulo 18. Siendo un valor entero, tiene un encaje natural en la
teoría cuántica. No obstante, resta por explicar porqué no se observa en los
experimentos el valor Sz = 0.
La explicación es conceptualmente simple, y hay que buscarla en el
carácter relativista de la onda electromagnética, que se propaga a velocidad
c. Si el campo eléctrico E pudiese girar en un plano que contiene al eje Z, y
por tanto vibrar a lo largo de dicho eje, podrían observarse desplazamientos
longitudinales de, por ejemplo, un electrón, que sería empujado adelante
y atrás por la onda. Pero esto es contrario a la contracción de Lorentz
relativista, que reduce toda longitud a cero a la velocidad c. Que nunca se
observe Sz = 0 queda así explicado por la masa nula del fotón, es decir, por
su velocidad c.
Por tanto los estados de polarización de la luz son estados de movimiento
internos de cada fotón, que toman valores cuánticos en un espacio de Hilbert
de dimensión dos, cuya base ortonormal |Sz i podemos designar con los
símbolos: |+ 1i y | −1i, o también |Ri y |L i (fotón a derechas y fotón a
izquierdas). Nótese que ambos estados tienen paridad negativa, por tratarse
de armónicos esféricos con l = 1. Por tanto, el fotón es un estado cuántico
de paridad intrínseca negativa.
Existen tantos estados de polarización de la luz como combinaciones
lineales complejas χ = c1 | +1i + c2 | −1i de los estados anteriores, con
|c1 |2 + |c2 |2 = 1. Dado que la fase global de un fotón aislado carece de
sentido, estos son los estados de polarización |lin, α/2i definidos en (19.2),
cuando |c1 | = |c2 |. Es evidente entonces el significado físico de la diferencia
de fase α entre los números complejos c1 y c2 , que gobierna (dividida por
2) el ángulo de vibración del campo eléctrico respecto al plano horizontal,
en la luz linealmente polarizada. Para |c1 | 6= |c2 | tenemos los estados de
polarización elíptica.
Así los estados de la Figura 19.1 representan también las funciones de
onda de un fotón individual, con polarización lineal o circular. La distancia
al origen de cada punto de esas superficies es proporcional a la densidad
de probabilidad de que el campo eléctrico se oriente en esa dirección (el
potencial vector A, para mayor exactitud). Tanto el campo eléctrico como el
campo magnético se encuentran sometidos al principio de indeterminación.
20. EL ÁTOMO DE HIDRÓGENO

Vamos a resolver la ecuación de Schrödinger radial para el potencial de


Coulomb, suponiendo que un electrón está sometido al potencial atractivo
de Z protones a una distancia r:
−Ze2 1
U(r) =
4πε0 r
Encontraremos los autoestados de la energía que ya conocemos de la
Sección 2.3, confirmando así que la cuantización semiclásica proporciona
en este caso el resultado exacto. Por supuesto, el análisis con la ecuación
de Schrödinger nos permitirá conocer en detalle las funciones de onda,
determinar su momento angular y su degeneración.
Dejaremos de lado el problema con E > 0, para el cual puede encontrarse
cierta guía conceptual en lo tratado al final del Capítulo 17 (cuando el campo
es muy débil y el electrón está casi libre), y nos centraremos en el caso E < 0
que corresponde a los estados ligados (órbitas de Kepler, en la Mecánica
Clásica).
Por tratarse de un potencial de simetría central, podemos asegurar que
son soluciones a la ecuación Hψ = Eψ, en coordenadas esféricas, las
siguientes:
ψ(rθ φ ) = Rl (r)Ylml (θ φ )
Codifiquemos el valor de la energía y del acoplo de la interacción en las
dos constantes:

−2mE 2mZe2
β≡ >0 γ≡
h̄ 4πε0 h̄2
116 Capítulo 20. EL ÁTOMO DE HIDRÓGENO

Tabla 20.1: Polinomios de Laguerre hasta q = 5

L0 = 1 L1 = −x + 1
L2 = 21 (x2 − 4x + 2) L3 = 16 (−x3 + 9x2 − 18x + 6)
1 4 3 2 1 5 4 3 2
L4 = 24 (x − 16x + 72x − 96x + 24) L5 = 120 (−x + 25x − 200x + 600x − 600x + 120)

La ecuación radial (17.1) toma entonces la forma:


 
2 γ l(l + 1)
R00l + R0l + −β2 − Rl = 0
r r r2
Sin ninguna pérdida de generalidad, conviene ahora realizar un cambio
de función de Rl (r) a ξl (r), que permitirá una evaluación precisa de las
soluciones que son de cuadrado sumable y las que no lo son:

Rl (r) ≡ ξl (r)e−β r

Utilizando la regla de la cadena, escribimos, ya simplificada, la ecuación


diferencial resultante para la función ξl (r):
   
00 1 0 γ − 2β l(l + 1)
ξl − 2 β − ξ + − ξl = 0
r l r r2
Se trata ahora de investigar el comportamiento asintótico para r → ∞ de
las soluciones de esta ecuación. Si el producto ξl (r)e−β r no va hacia cero
en el infinito, la función de ondas ψ no será de cuadrado sumable, y por
tanto no podrá ser aceptada como válida, para los estados ligados, en la
Mecánica Cuántica.
Planteemos el desarrollo en serie de potencias de ξl (r) para r ∈ [0, +∞),
y establezcamos la ley recurrente que impone sobre esta serie la ecuación
diferencial anterior. Antes de hacerlo, tengamos en cuenta el resultado
obtenido en el Capítulo 17, que establece el comportamiento asintótico de
las soluciones de la ecuación radial para r → 0, como rl debido a la barrera
centrífuga. Según ello, el desarrollo en serie debe ser el siguiente:

ξl (r) = ∑ ak rk = al rl + al+1rl+1 + · · ·
k=l

es decir, no pueden estar presentes términos con k < l.


117

Tabla 20.2: Funciones radiales Rnl del hidrógeno hasta n = 2

3/2
Z 3/2 Zr −Zr/2a0
    
Z −Zr/a0 1
R10 = 2 e R21 = √ e
a0 3 2a0 a0
Z 3/2
   
Zr
R20 = 2 1− e−Zr/2a0
2a0 2a0

Para establecer la ley recurrente tenemos que derivar la expresión anterior


hasta un máximo de 2 veces, y agrupar los términos con iguales potencias
de r. Es un poco laborioso, y no lo indicamos aquí en detalle. Apuntamos,
como guía, que ξl00 , (2/r)ξl0 y (−l(l +1)/r2 )ξl están acoplados a las mismas
potencias: rk−2 . El resultado final para la ley recurrente es:
2kβ − γ
ak = ak−1 k ≥ l +1 (20.1)
k(k + 1) − l(l + 1)
Es el momento de utilizar nuevamente el Lema de Semejanza Asintótica
enunciado al principio del Capítulo 16, y ya utilizado de forma similar en el
contexto de la ecuación de Legendre. Se trata de obtener el comportamiento
asintótico de la solución en el límite del radio de convergencia de la serie,
en este caso r → +∞, a base de comparar su ley recurrente con la de una
función de prueba bien conocida.
Aquí la función de prueba es simplemente la exponencial:

1 2β r 1 1 ∞ (2β r)k
e = (1 + 2β r + · · · ) = ∑
r r r k=0 k!
cuya ley recurrente es, evidentemente:
ak 2β
=
ak−1 k
Esta ley coincide exactamente con la expresada en la ecuación (20.1)
para k → ∞. Como la función exponencial de prueba es divergente para
r → +∞ con β > 0, es de aplicación el Lema citado anteriormente, que nos
permite afirmar que la solución ξl (r) es igualmente divergente en dicho
límite, como e2β r /r.
118 Capítulo 20. EL ÁTOMO DE HIDRÓGENO

Tabla 20.3: Funciones radiales Rnl del hidrógeno para n = 3

√ 
Z 3/2 Zr 2 −Zr/3a0
  
2 2
R32 = √ e
27 5 3a0 a0
√ 
4 2 Z 3/2 Zr
   
Zr
R31 = 1− e−Zr/3a0
9 3a0 a0 6a0
!
Z 3/2 2Zr 2(Zr)2 −Zr/3a0
 
R30 = 2 1− + e
3a0 3a0 27a20

La parte radial de ψ: Rl (r) = e−β r ξl (r) ∼ (1/r)e+β r es igualmente


divergente para r → ∞, y en consecuencia las soluciones obtenidas con
E < 0 no son aceptables como funciones de cuadrado sumable, para valores
cualesquiera β , γ ∈ R.
Pero la aplicación del Lema está sujeta a que la serie expresada en
(20.1) tenga todos sus términos no nulos. Si β y γ no son números reales
cualesquiera, sino que cumplen la condición:
γ
= n = entero ≥ l + 1

entonces la serie degenera en un polinomio, y la función de ondas decae
exponencialmente a cero cuando el electrón se encuentra muy alejado del
protón. Elevando al cuadrado los dos miembros de la ecuación anterior,
vemos que los valores cuánticos de la energía están gobernados por ese
número entero n:
−1 mZ 2 e4 1
En = n = l + 1, l + 2, · · · ∞
(4πε0 )2 2h̄2 n2
que coincide exactamente (no aproximadamente) con la expresión que se
encontró en la Sección 2.3 a partir de la cuantización de la acción reducida
S0 = nh.
Sin embargo ahora tenemos una comprensión más profunda sobre el
papel que juega el momento angular en el átomo de hidrógeno. En primer
lugar, vemos que el estado fundamental corresponde a l = 0, donde el
electrón no gira orbitalmente.
119

En segundo lugar, vemos que la lista de valores permitidos de la energía:


{En , n = 1, ∞} es en sí misma independiente de l, sirviendo los valores de
este parámetro simplemente para iniciar la energía mínima. Como es lógico,
esta aumenta al aumentar la energía centrífuga. Fijado el valor de n, se
deduce de lo anterior la lista de valores permitidos de l:
l = 0, 1, · · · n − 1
Dado que cada valor de l arrastra consigo una degeneración en la energía,
por los 2l + 1 valores posibles de ml , deducimos la degeneración total de
cada nivel del hidrógeno, como la suma de los n − 1 primeros números
impares:
n−1
gn = ∑ (2l + 1) = n2
l=0
No debe contemplarse en absoluto la degeneración en energía de los
distintos valores de l como un hecho carácteristico de los potenciales
radiales. Antes al contrario, se trata de un fenómeno matemático accidental,
que solo ocurre con dos campos muy concretos, los proporcionales a
−1/r y r2 (el oscilador armónico, que veremos más adelante 1 ). Cualquier
otro potencial U(r) hubiera generado energías Enl dependientes de ambos
índices n y l.
Con independencia de lo anterior, la parte radial de la función de ondas
sí depende de ambos índices n y l, cualquiera que sea el potencial. En el
caso del átomo de hidrógeno está gobernada por los polinomios de Laguerre
de grado q, definidos por la fórmula:
1 x d q −x q 
 
Lq (x) ≡ e e x
q! dx
Indicamos en la Tabla 20.1 los polinomios de Laguerre hasta q = 5.
Es necesario derivar p = 2l + 1 veces el polinomio de Laguerre de índice
q = n + l para obtener la función radial Rnl (r), obteniéndose un polinomio
de grado n − l − 1. El polinomio derivado se denota generalmente como:
 p
p d
Lq−p ≡ (−1) p Lq (x)
dx
e incluye un signo global, que en el caso del hidrógeno, es siempre
negativo, por ser p = 2l + 1 impar. El polinomio no se evalúa en la distancia
radial en metros, sino en una distancia adimensional, medida en unidades
del radio de Bohr ρ ≡ 2Zr/(na0 ).
1 la ley l = 0, 1, · · · n − 1 no es válida en el oscilador armónico, ni tan siquiera.
120 Capítulo 20. EL ÁTOMO DE HIDRÓGENO

Figura 20.1: Arriba (izquierda): densidad de probabilidad en el plano horizontal para


el estado 3s del hidrógeno (n = 3, l = 0), con la distancia en unidades del radio de Bohr.
Arriba (derecha): valor absoluto de la función de ondas radial comparada entre los 3
estados del hidrógeno con n = 3: l = 0 (representado antes), l = 1 y l = 2. Abajo: densidad
de probabilidad radial para los 3 estados anteriores, observándose el efecto de la barrera
centrífuga sobre el electrón.

Las funciones que definen los estados |En l ml i para el hidrógeno son:
ψnlml (rθ φ ) = Nnl e−Zr/(na0 ) Ln−l−1
2l+1
(ρ) ρ l Ylml (θ φ )
donde el factor de normalización viene dado por:
" 3 #1/2
2Z (n − l − 1)!
Nnl =
na0 2n(n + l)!
con la expresión previamente obtenida para el radio de Bohr a0 (por
definición, con Z = 1):
4πε0 h̄2
a0 ≡
me2
121

El conjunto de autofunciones ψnlml (r ) ≡ |nl ml i del átomo de hidrógeno


constituye una base ortonormal dentro del subespacio de Hilbert de L2 (R3 )
formado por los estados con E < 0. Ello se expresa, utilizando el producto
escalar en 3D (integral triple), en la forma de las siguientes relaciones de
ortonormalidad:
hnl ml |n0 l 0 m0 l i = δnn0 δll 0 δml ml 0

Las funciones radiales se encuentran por construcción normalizadas


a uno: 0∞ r2 |Rnl |2 dr = 1. Nótese que las relaciones de ortonormalidad
R

anteriores no necesariamente significan que las funciones radiales sean


siempre ortogonales entre sí dos a dos.
Es decir, de forma compacta las funciones de ondas de los estados
estacionarios del hidrógeno (con E < 0) se escriben como:

ψnlml (rθ φ ) = Rnl (r)Ylml (θ , φ )

Damos en las Tablas 20.2 y 20.3 todas las funciones radiales hasta n = 3,
incluyendo sus constantes de normalización. En la Figura 20.1 mostramos
la densidad de probabilidad del electrón en el átomo de hidrógeno en el
estado 3s, y los perfiles radiales de todos sus estados con n = 3, utilizando
los polinomios y funciones de las tablas anteriores.
Las autofunciones del hidrógeno no son válidas, siquiera sea de forma
aproximada, para otros átomos, donde no se presenta el caso peculiar de la
degeneración culombiana. Esto no debe confundirse con el hecho de que,
en los átomos multielectrónicos, el campo eléctrico al que están sometidos
los electrones aún tiene simetría aproximadamente radial. Esto permite
la descripción de sus orbitales como armónicos esféricos Ylml , designados
en la notación estándar como ns, np, nd, n f , ng, · · · para l = 0, 1, 2 · · ·. El
número de excitación radial n estará siempre presente, con energías Enl no
degeneradas.
21. EL ESPÍN DEL ELECTRÓN

Vamos es describir en detalle el experimento realizado en 1922 por los


físicos alemanes Otto Stern y Walther Gerlach, que puso de manifiesto el
espín del electrón, considerado uno de los grandes pilares en la arquitectura
de la Mecánica Cuántica tal como la conocemos hoy. Su interpretación
como giro intrínseco del electrón se atribuye a los físicos holandeses George
Uhlenbeck y Samuel Goudsmit en 1925.
Lo que en realidad se midió en dicho experimento fue el momento
magnético de los átomos individuales de Plata (Ag), eléctricamente neutros,
que volaban libremente en forma de vapor. La configuración electrónica de
la Plata es la del Kripton (gas Noble) con un orbital d completo adicional
(donde se dan todos los valores de ml con l = 2), y un único electrón
externo 5s con l = 0 (momento angular orbital nulo): [Kr]d 10 5s1 . Por
tanto, el momento magnético del átomo de Ag es exactamente igual al
momento magnético originado por el espín de ese electrón 5s. Si el momento
magnético resultase nulo, el electrón no tendría espín. Por supuesto, los
otros electrones también pueden tener espín, pero estos se compensan
exactamente entre sí, en los demás orbitales.
La simple aplicación de un campo magnético externo B sobre un dipolo
magnético libre µ, que se encuentra en su límite cuántico y no puede alterar
el valor de |µ|, no produce ninguna fuerza neta sobre él. El dipolo se limita
a girar sobre un cono alrededor del campo magnético B , en un movimiento
conocido en electromagnetismo como precesión de Larmor, mientras su
energía −µB permanece constante.
123

La frecuencia de precesión mide específicamente la razón giromagnética


gs , siendo independiente del ángulo formado por ambos vectores 1 . Para un
magnetón de Bohr µB , valdría ω 0 /(2π) = ν0 = 13996MHz con un campo
de 1Tesla y gs = 1, como hemos visto en el Capítulo 18.
Estaba fuera de las posibilidades de Stern y Gerlach en 1922 plantear
un experimento de resonancia de microondas, y lo que hicieron fue desviar
el dipolo de su camino a través de una fuerza neta, instalando un campo
magnético inhomogéneo. La fuerza sobre el dipolo libre puede calcularse
como el gradiente espacial de la energía anterior (suponiendo µ constante):
 
∂B ∂B ∂B
F = −∇U = ∇ (µB ) = (µ · ∇) B = µ ,µ ,µ
∂x ∂y ∂z
En un electroimán se necesita Hierro magnetizado (entrehierro) para dar
forma al campo, y con una geometría asimétrica tal como la que se indica
en la Figura 21.1 no resulta difícil crear un campo magnético cuyas líneas
de campo sean divergentes de una cierta región del espacio (la que termina
en punta, véanse las flechas rojas de la Figura 21.1). Si se hacen incidir los
átomos del vapor sobre el eje de simetría del imán, la fuerza de empuje
dominante sobre el dipolo depende únicamente del gradiente del campo en
sentido vertical (coordenada z): Fz = µz ∂ Bz /∂ z. Obsérvese que esta fuerza
puede ser positiva (hacia arriba) o negativa (hacia abajo), dependiendo del
producto de los signos de las dos cantidades involucradas. Por supuesto, el
signo del gradiente es conocido.
Es claro que, al promediar sobre cada vuelta, la precesión de Larmor
llevará a cero los valores medios hµx,y ∂ Bx,y /∂ (x, y, z)i = 0. Los gradientes
∂ Bz /∂ x y ∂ Bz /∂ y pueden ocasionar un desplazamiento lateral del dipolo,
cuando el imán no sea exactamente simétrico derecha/izquierda, que será
visible y fácilmente distinguible del efecto principal.
La velocidad v de los átomos de Ag puede calcularse en promedio a partir
de su distribución de Maxwell, como corresponde a cualquier gas ideal:
(1/2)mv2 = (3/2)kB T , siendo m la masa del átomo, kB la constante de
Boltzmann y T la temperatura absoluta del horno. Bajo una fuerza constante,
con aceleración a = F/m, los átomos describen una trayectoria parabólica,
desviándose una distancia ∆z = (1/2)at 2 = µz (∂ B/∂ z)L2 /(6kB T ) al final
del trayecto. Esta distancia es independiente de la masa del átomo, siendo L
la longitud del imán, con t = L/v.
1 véase por ejemplo “The Magnetism of Matter”, The Feynman Lectures on Physics Vol II, Ch. 34,
http://www.feynmanlectures.caltech.edu/.
124 Capítulo 21. EL ESPÍN DEL ELECTRÓN

Figura 21.1: El experimento de Stern-Gerlach en 1922. El gradiente del campo fue


∂ B/∂ z = 10 T m−1 , el campo B = 1 T , la longitud del electroimán L = 1m, y la temperatura
del vapor de Plata T = 400K. La separación de los haces fue ±2.8 mm en cada sentido.
Se ha indicado en el dibujo la orientación al azar del espín del electrón a la entrada, y la
precesión de Larmor con el espín del electrón ya orientado a la salida, en cada uno de los
haces separados.

Hay dos aspectos que merecen ser destacados en los experimentos


de Stern-Gerlach: uno es que nunca podrían realizarse con partículas
eléctricamente cargadas (como electrones) debido a la fuerza de Lorentz,
mucho más intensa que Fz . Y el otro es que no estamos hablando de una
manipulación de átomos individuales (concebible con técnicas actuales),
sino del desplazamiento promedio de un flujo continuo de ellos.
Habiendo supuesto que la escala del momento magnético intrínseco del
electrón sería el magnetón de Bohr µB , y con un gradiente de campo de
∂ Bz /∂ z = 10T m−1 sobre una longitud del imán de 1m, las desviaciones
esperadas por Stern y Gerlach eran de varios mm, como puede comprobarse
numéricamente de estos datos.
La Mecánica Cuántica, tal como hemos demostrado en el Capítulo 16,
ofrece únicamente dos posibilidades:
• no hay desviación del haz (espín cero del electrón)
• se produce un número impar (2s + 1) de manchas en la pantalla, con
una mancha siempre en el centro. De aquí se inferiría el valor de s.
Sin embargo lo observado fue distinto de ambas posibilidades: dos únicas
manchas, desviadas ±2.8mm en cada sentido, sin ninguna mancha central,
como se indica en la Figura 21.1.
125

La única forma de encajar este resultado, en la visión más amplia de la


Mecánica Cuántica expresada en el Capítulo 18, es la siguiente:
• el valor del número cuántico s resulta ser s = 1/2 (semientero), de
manera que la proyección del momento angular intrínseco del electrón
sobre el campo B es: Sz = ± h̄/2. Es decir, ms = −1/2, +1/2.
• el factor giromagnético del espín del electrón es gs = 2. Es necesario
admitir esto, ya que la desviación observada de 2.8mm no corresponde
numéricamente al valor µB /2, sino a un magnetón de Bohr completo:
µB .
Conviene recordar aquí la razón por la cual la proyección sobre un eje
(en este caso, el eje Z definido por B ) del momento angular de un cuerpo
debe tomar valores múltiplos enteros de h̄: la función de ondas ψ (en
coordenadas esféricas) debe ser continua y direccionalmente diferenciable
en el espacio R3 , y no presentar cortes. De no ser así, la densidad de
probabilidad de encontrar la partícula en un punto, o los valores medios de
los observables, podrían no ser una función univaluada. En este caso (eiφ /2 ),
los límites direccionales para el azimut φ → 0, 2π de la función de ondas ψ
no coinciden, si bien los valores de |ψ|2 (constante) son coincidentes. Se
necesitan dos rotaciones completas del espacio (720◦ ) para que la función
de ondas del electrón sea continua y univaluada.
Esto supone entonces extender su dominio de definición para el azimut
al intervalo [0, 4π]. Lo hemos representado matemáticamente en detalle en
la Figura 21.2.
La evidencia del experimento de Stern-Gerlach es incontrovertible, en
cuanto a que debemos aceptar como válidas este tipo de funciones de ondas
con espín semientero (s = 1/2). Pero debemos al mismo tiempo reflexionar
sobre el significado físico que se deduce de ello: el estado cuántico del
electrón no permanece igual tras una rotación del espacio de 360◦ , sino que
cambia de signo: ψ → −ψ.
Un cambio de fase de π puede ocasionar interferencia destructiva entre
electrones, y va a tener consecuencias físicas bien observables, como
veremos en el capítulo siguiente.
Tanto el espín s = 1/2 del electrón como el factor giromagnético gs = 2
fueron interpretados con éxito en 1932 por el fisico británico Paul M. Dirac,
como una consecuencia de su ecuación relativista para el movimiento libre
del electrón, la ecuación de Dirac, que describe también su propagación
hacia atrás en el tiempo en forma de antipartícula (el positrón).
126 Capítulo 21. EL ESPÍN DEL ELECTRÓN

Figura 21.2: Parte real de la función de ondas angular ψ = eiφ /2 de un electrón con su
espín orientado a lo largo del eje vertical Z (superficie naranja), evaluada en los puntos
del plano horizontal. Puede observarse cómo la función tiene un corte a lo largo del eje
X positivo. Es decir, ψ no retorna al mismo valor después de realizar una rotación de
360◦ , sino que cambia de signo: ψ → −ψ. Se ha dibujado en azul la continuación de la
función de ondas en una segunda vuelta (hoja), de manera que la función extendida es
ahora univaluada. Este comportamiento es característico de todos los fermiones de espín
1/2. Se desconoce la escala de distancia relevante de la parte radial R(r) de ψ.

La observación de la frecuencia de Larmor ωs = gs µB B/h̄ para el electrón


tuvo que esperar hasta 1944, siendo debida al físico ruso Yevgeny Zavoisky,
descubridor de la resonancia de espín electrónico (ESR, en inglés). Dicha
frecuencia toma el valor ωs /(2πB) = νs /B = 28025 MHzT −1 , y es la base
de buen número de aplicaciones tecnológicas actuales. De hecho, ya las
primeras medidas de precisión mostraron una desviación pequeña, pero
significativa, de gs respecto a 2, y hoy día esta cantidad (llamada ge − 2 en
la literatura), es una de las mejor medidas en el campo de la física, con 13
cifras significativas 2 . Gran parte de esas cifras pueden ser interpretadas por
la Electrodinámica Cuántica, incluyendo la polarización del vacío, y por el
Modelo Estándar de la física de partículas, aunque no todas.

2g = −2.00231930436182(52), https://physics.nist.gov/cgi-bin/cuu/Value?gem.
e
127

Habiendo demostrado el experimento de Stern-Gerlach la existencia de


dos estados cuánticos independientes para el espín del electrón, queda fijada
la dimensión del espacio de Hilbert en que deben residir todos sus estados
cuánticos. Es estándar denotar como:
   
1 0
|↑i ≡ |↓i ≡
0 1
los estados base ortonormales en este espacio de dimensión dos (el
primero de ellos representado en la Figura 21.2). Consecuentemente el
estado de espín más general del electrón puede escribirse, siendo c1 , c2 ∈ C,
como:
|χi = c1 |↑i + c2 |↓i |c1 |2 + |c2 |2 = 1
Podemos contemplar el experimento de Stern-Gerlach como un ejemplo
bien representativo de lo que es el proceso de medida en la Mecánica
Cuántica: la aplicación de la fuerza sobre el dipolo provoca una respuesta
observable que induce el colapso de la función de ondas, tal como vimos
en el Capítulo 11. Antes de la medida, el espín del electrón se orienta
generalmente al azar 3 , como se ilustra en la Figura 21.1, no estando µz
bien definido. Despúes de la medida, solo uno de los autovalores permitidos
se ha realizado.
Vemos que existe cierta similitud matemática entre los estados de espín
del electrón |χi y los estados de polarización lineal estudiados anteriormente,
en el espacio de momento angular orbital con l = 1, o de espín para
el fotón con s = 1. Sin embargo en el caso s = 1/2 disponemos de una
representación bien intuitiva (inviable en el caso más general con l = 1),
pues con un único parámetro θ podemos determinar ambos módulos:
|c1 | ≡ cos(θ /2) y |c2 | ≡ sin(θ /2), con θ ∈ (0, π).
Ello da pie a establecer una relación 1 − 1 entre los puntos de la superficie
esférica de radio unidad, con coordenadas esféricas definidas por (θ , φ ), y
los estados cuánticos de espín del electrón, definidos por:
 
cos(θ /2)
|χi = cos(θ /2)|↑i + eiφ sin(θ /2)|↓i = iφ (21.1)
e sin(θ /2)
Nótese la importancia esencial del factor 2 para que pueda realizarse esta
biyección. Esta superficie esférica (S2 ) se denomina en la literatura esfera
de Bloch, y la hemos representado en la Figura 21.3.
3 aunque es igualmente posible preparar haces con estados de espín bien definidos, a la entrada del imán.
Basta para ello seleccionar el haz de salida (superior o inferior) de un imán anterior.
128 Capítulo 21. EL ESPÍN DEL ELECTRÓN

Figura 21.3: Orientación del valor medio del espín del electrón en la esfera de Bloch. A
cada punto de la superficie esférica de coordenadas (θ , φ ) le corresponde el estado
cuántico determinado por la expresión (21.1), y viceversa. Todos los estados aquí
representados pueden ser preparados en el laboratorio, orientando un imán de Stern-
Gerlach en la dirección (θ , φ ).

Veamos qué forma deben tener los operadores cuánticos, en el espacio


de Hilbert de dimensión dos así descrito, para que puedan representar al
momento angular S = (Sx , Sy , Sz ). Si suponemos que el espín representa
verdaderamente un giro instantáneo, entonces basta imponer que satisfagan
las mismas relaciones de conmutación que de hecho cumplen las rotaciones
espaciales infinitesimales R ≡ r × ∇ 4 .
En efecto, las relaciones obtenidas de este requisito: [Sx , Sy ] = ih̄Sz
se encuentran adecuadamente representadas, como puede comprobarse
fácilmente, por las tres matrices Hermíticas Sx = (h̄/2)σ1 , Sy = (h̄/2)σ2 y
Sz = (h̄/2)σ3 , siendo:
     
0 1 0 −i 1 0
σ1 ≡ σ2 ≡ σ3 ≡
1 0 i 0 0 −1
conocidas en la literatura como matrices de Pauli.
4 la expresión indicada para R representa, a través de las derivadas, rotaciones infinitesimales del
espacio alrededor de cada uno de los ejes coordenados. Estas satisfacen relaciones de conmutación cíclicas:
[Rx , Ry ] ≡ Rx Ry − Ry Rx = −Rz que son, por tanto, propiedades geométricas de las rotaciones espaciales.
Dichas propiedades se trasladan a [Sx , Sy ] = ih̄Sz para el espín, como para cualquier otra forma de momento
angular r × p, al ser p = −ih̄∇ en la Mecánica Cuántica.
129

El momento angular intrínseco del electrón se representa por S = (h̄/2)σ ,


siendo σ el vector formado por las 3 matrices anteriores. Es un ejercicio
interesante, y cargado de significado físico, comprobar que el vector real:
hS iχ = hχ|S |χi (valor medio del espín del electrón), apunta precisamente
hacia el punto (θ , φ ) de la esfera de Bloch que define el estado |χi anterior,
y que hemos representado en la Figura 21.3. Obsérvese √ que el radio de la
esfera de Bloch es |h S iχ | = h̄/2, inferior a |S | = ( 3/2)h̄.
Estos estados de espín 1/2 no son exclusivos del electrón, sino que
ocurren igualmente en el protón y en el neutrón. El estado de espín puede
cambiar en cada punto del espacio r ∈ R3 , de manera que la función de
ondas más general (no relativista) viene dada por:
 
ψ+ (r)
χ(r) = = ψ+ (r)| ↑i + ψ− (r)| ↓i
ψ− (r)
sujeta a la condición de normalización:
Z Z Z
2 3 2 3
|χ(r)| d r = |ψ+ (r)| d r + |ψ− (r)|2 d 3 r = 1

Esto quiere decir que si la partícula alcanza el punto r a través de dos


caminos A y B distintos, con estados χA y χB (con una posible diferencia
de fase), se producirá interferencia cuántica entre ambos, arrojando una
densidad de probabilidad en el punto r:
2
|χA (r) + χB (r)|2 = |χA (r)|2 + |χB (r)| + 2 Re [χA∗ (r)χB (r)]
Tiene interés conocer la forma matemática en que actúan las rotaciones
de ángulo α alrededor del eje Z sobre dichos estados de espín:
 −iα/2   
−iασ3 /2 e 0 −iα/2 cos(θ /2)
Rz,α (χ) = e χ= 0 eiα/2
χ(θ , φ ) = e ei(φ +α) sin(θ /2)

que corrobora el cambio de signo esperado para α = 2π: Rz,2π (χ) = −χ.
Tales rotaciones se consiguen, por ejemplo, por la aplicación de un
campo magnético B sobre el eje Z, a través de la precesión de Larmor.
Esta inversión del signo se ha puesto de manifiesto de forma directa en
experimentos de interferencia de neutrones, donde el patrón observado en
la intensidad de neutrones (en función de B ) muestra la necesidad de una
rotación relativa de 4π para que se produzca la interferencia constructiva 5 .
5 véase el ejercicio propuesto en el curso. Los experimentos originales se realizaron en 1975: H. Rauch et
al. Phys. Lett. A54, 425. (1975) y S.A. Werner et al. Phys. Rev. Lett. 35, 1053. (1975).
22. EL PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE PAULI

La Mecánica Cuántica debe describir correctamente no únicamente


el movimiento de partículas individuales de masa m, sino también el de
conjuntos formados por múltiples partículas idénticas. Pero veamos cómo,
sorprendentemente, esta se muestra incapaz de resolver, con arreglo a sus
propios principios, una ambiguëdad genérica para definir el estado cuántico
de dos partículas, que afecta drásticamente a la energía del sistema.

Para plantear la ecuación de Schrödinger, es necesario definir el estado


cuántico ψ de dos electrones que ocupan las posiciones r1 y r2 del espacio.
Supongamos que dichos electrones tienen estados individuales distintos
ψa y ψb (por ejemplo, uno está en un orbital s y el otro en un orbital p).
Si tenemos en cuenta que ambos electrones son idénticos, van a poder
ocupar zonas del espacio simultáneamente (donde sus funciones de ondas
se solapan), situación que no se da en absoluto en la Mecánica Clásica. Se
plantea entonces el problema de calcular la densidad de probabilidad para
que se disparen simultáneamente dos detectores situados en los puntos r1 y
r2 del espacio.

Es claro que la noción de función de ondas ψ necesita ser extendida


al espacio más amplio R3 × R3 = R6 . O equivalentemente, necesitamos
una amplitud de propagación para que dos electrones ocupen el punto
(r1 , r2 ) ∈ R6 .
131

Estamos obligados a admitir: |ψ(r1 , r2 )|2 = |ψ(r2 , r1 )|2 , ∀r1 , r2 ∈ R3 ,


ya que ambos electrones son idénticos, y no podemos distinguirlos por
el lugar que ocupan. Nuestra primera opción sería tomar el producto:
ψ(r1 , r2 ) = ψa (r1 )ψb (r2 ). Sin embargo, una opción alternativa para la
función de ondas ψ(r1 , r2 ) = ψb (r1 )ψa (r2 ) sería igualmente legítima, y
es distinta de la anterior en el espacio R6 . Podemos pensar ingenuamente
que este problema es puramente formal, y tomar simplemente √ la suma de
ambas: ψS (r1 , r2 ) ≡ (ψa (r1 )ψb (r2 ) + ψb (r1 )ψa (r2 ))/ 2 (combinación
simétrica). Esta opción cumple, sin duda, la condición requerida al principio.
Sin embargo, es inevitable la reflexión de que tomar la diferencia cumple √
también esa condición: ψA (r1 , r2 ) ≡ (ψa (r1 )ψb (r2 ) − ψb (r1 )ψa (r2 ))/ 2,
ya que ψA (r2 , r1 ) = −ψA (r1 , r2 ), pero sus cuadrados son iguales. Se llama
combinación antisimétrica.
Consideremos que estos electrones forman parte, por ejemplo, de un
átomo multielectrónico, donde tienen estados cuánticos distintos (a 6= b),
cuyo Hamiltoniano contiene la energía de repulsión eléctrica entre ambos.
Es esencial darse cuenta de que las soluciones ψS y ψA producen energías
electrostáticas sensiblemente distintas, en eV.
Para convencerse de ello, basta hacer el razonamiento siguiente: tomemos
la solución ψA y acerquemos los electrones colocados en r1 y r2 , haciendo:
r1 ≈ r2 . La expresión anterior nos indica que será entonces |ψA (r1 , r2 )| ≈ 0.
Luego la energía electrostática de esos electrones, cuando se encuentren
a distancias muy próximas, va a ser pequeña. En cambio, en la solución
ψS no se produce esta situación, cuando acercamos los dos electrones, y
su energía alcanzará valores más altos que en el caso anterior. Es evidente
que el cálculo de la energía electrostática requerirá de una integral 6D
donde se recorran todas las posiciones relativas posibles, pero el resultado
es perfectamente previsible.
Precisémoslo un poco más, calculando analíticamente la energía de
repulsión culombiana entre ambos electrones, H12 = (e2 /4πε0 )(1/r12 ) con
r12 ≡ |r1 − r2 |, con las funciones ψS y ψA anteriores. Expresemos la integral
6D anterior con el elemento de volumen dτ = dτ1 dτ2 , siendo dτ1,2 ≡ d 3 r1,2 ,
y simplifiquemos aún más la notación: ψ(r1,2 ) ≡ ψ(1, 2).
Podemos definir la energía de interacción culombiana como el valor
medio de H12 , y llegar sin dificultad a la expresión:
Z

ψS,A H12 ψS,A dτ1 dτ2 = C ± K
132 Capítulo 22. EL PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE PAULI

180 °

→ →
r1 ψ⟶-ψ r2

180 °

Figura 22.1: El intercambio de dos electrones idénticos entre las posiciones r1 y r2 , a


través de caminos que no se entrecruzan, equivale a una rotación mutua de 360◦ , que
invierte el signo de la función de ondas.

donde C y K son las integrales 6D 1 :


ZZ ZZ
C≡ 2 2
|ψa (1)| dτ1 H12 |ψb (2)| dτ2 K≡ ψa∗ (1)ψb (1)dτ1 H12 ψb∗ (2)ψa (2)dτ2

El significado físico de la primera integral es evidente: se trata de la


repulsión electrostática de los orbitales a y b entre sí. Es fácil comprender
que la carga del electrón se distribuye por el espacio de acuerdo con su
función de ondas, como ocurre en una distribución continua.
Sin embargo no hay forma de dar una interpretación clásica a la segunda
integral, porque se trata de un efecto cuántico puro. Esta integral refleja el
hecho esencial de que ambas partículas están ocupando simultáneamente
todos los puntos r del espacio.
Vemos que es justamente 2K lo que marca la diferencia entre la energía
electrostática calculada con el estado simétrico ψS y la calculada con
el estado antisimétrico ψA . Esta diferencia se denomina en la literatura
energía de intercambio, y origina una verdadera fuerza que actúa sobre
el movimiento de los electrones y gobierna toda la física atómica y molecular.
Se trata de una fuerza no local, pues su origen es puramente cuántico
y no puede expresarse como una energía potencial. Pensemos que es
precisamente la interacción culombiana la que almacena la mayor parte de
la energía química de las moléculas.
1 puede demostrarse que K = K ∗ , intercambiando el orden de las variables de integración 1 ↔ 2, e
igualmente que K > 0.
133

Volviendo entonces a la situación general: si tenemos dos partículas


idénticas en un problema físico concreto, ¿qué función de ondas debemos
usar en nuestro Hamiltoniano, ψS ó ψA ? Por sorprendente que pueda parecer,
los principios de la Mecánica Cuántica no nos permiten dar una respuesta
universal a esta pregunta.

En el caso específico del electrón, partícula con espín 1/2, debemos


recordar la peculiar propiedad de que su función de ondas cambia de signo
al realizar una rotación de 360◦ del espacio: ψ → −ψ. Si suponemos que
el primer electrón está localizado en el punto 1 y el segundo electrón
en el punto 2, el intercambio de sus posiciones lo podemos describir en
dos pasos: traslado del primer electrón entre el punto 1 y el punto 2, y
traslado del segundo electrón entre el punto 2 y el punto 1, por caminos
que no se entrecruzan, tal como se ilustra en la Figura 22.1. Cada una de
estas operaciones supone una rotación de 180◦ del espacio, y la operación
conjunta supone una rotación mutua de 360◦ . Esto significa que la función
de ondas debe cambiar de signo, como hemos visto en el capítulo anterior,
lo cual indica que debemos elegir específicamente la solución antisimétrica,
para todas las parejas de partículas idénticas de espín 1/2.

Admitir que la función de ondas de dos electrones deba ser siempre


antisimétrica tiene una consecuencia inmediata: supongamos que los estados
cuánticos a y b sean idénticos: a = b. En este caso resulta evidente que
ψA (r1 , r2 ) = ψa (r1 )ψa (r2 ) − ψa (r1 )ψa (r2 ) = 0. En otras palabras: en un
determinado sistema físico, dos electrones no pueden estar nunca en
el mismo estado cuántico. Este es el famoso principio de exclusión,
enunciado en 1925 por el físico austríaco Wolfgang Pauli para el electrón.
En 1940 Pauli demostró el llamado principio de conexión espín-estadística,
o simplemente principio de antisimetría que recoge la idea de que
todas las partículas de espín 1/2 deben tener una función de ondas totalmente
antisimétrica.

Pensemos ahora en los estados cuánticos de espín que pueden tener dos
electrones. Recordemos que los estados de espín residen en un espacio de
Hilbert (de dimensión 2) distinto de sus excitaciones espaciales. Volvamos
atrás en la discusión anterior y retomemos la idea de que ambos electrones
son idénticos, y que por tanto no es concebible un estado conjunto que no
sea simétrico o antisimétrico (con independencia de su espín 1/2).
134 Capítulo 22. EL PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE PAULI

Es claro que cuando ambos electrones tienen espín arriba o abajo a


lo largo del eje Z, estarán en un estado simétrico de espín: | ↑↑i ó | ↓↓i.
Sin embargo, cuando sus espines son opuestos se presentan dos estados
matemáticamente distintos:

1 1
χ T = √ (| ↑↓i + | ↓↑i) χ 0 = √ (| ↑↓i − | ↓↑i)
2 2

que se llaman en la literatura estados triplete y singlete, respectivamente.


Los estados de espín de dos electrones χ(α, β ), como | ↑↑i, | ↓↑i ó | ↑↓i
viven en un espacio de Hilbert que podemos describir por S2 × S2 (dos
esferas de Bloch). En dicho espacio existe un producto escalar, con estados
normalizados hαβ |αβ i = 1, que es: hα1 β1 |α2 β2 i = hα1 |α2 i · hβ1 |β2 i.
Debemos resaltar que el carácter antisimétrico de la función de ondas de
dos electrones que acabamos de establecer afecta, de hecho, a la totalidad de
su estado cuántico: no solo a su parte espacial, sino también a su estado de
espín. Si escribimos la función de ondas global como el producto de ambas,
surgen dos únicas posibilidades: Ψ = ψS χA , o bien: Ψ = ψA χS . Téngase en
cuenta que estas dos posibilidades responden a la libertad de orientación
arbitraria del espín de ambos electrones (ya sea en estados χS ó χA ), y no
se trata ya de ninguna ambigüedad en la Mecánica Cuántica.
Podemos comprender entonces que en el campo de la física molecular y
atómica se dan funciones de ondas que pueden ser tanto espacial-simétricas
ψS como espacial-antisimétricas ψA , que exhiben grandes diferencias de
energía electrostática. Lo que señala el principio de antisimetría es que la
presencia de las primeras (de mayor energía electrostática) estará ligada
siempre a estados singlete de espín (χ 0 ), y la segunda con estados triplete
(χ T ). Los estados singlete y triplete de espín también acarrean diferencias
de energía, debido a la interacción dipolo-dipolo que tienen sus momentos
magnéticos, pero estas son considerablemente menores que las inducidas
por la simetría espacial, a través del campo de Coulomb.
Cuando hablamos de más de dos partículas idénticas, las funciones
de ondas antisimétricas ψA que hemos visto se extienden fácilmente a
determinantes formados por los estados cuánticos individuales de los
orbitales que estas pueden ocupar. Independientemente, el principio de
antisimetría se extiende también a las partículas con espín semientero que
se obtienen sumando espines 1/2 (3/2, 5/2, · · · ).
135

El átomo de Helio (Z = 2) en su estado fundamental es un ejemplo del


principio de antisimetría, donde los electrones se encuentran en sendos
orbitales 1s, teniendo así una función de ondas espacial-simétrica ψS .
Por tanto el estado de espín es el singlete χ 0 . El cálculo de la energía
electrostática del orbital 1s con respecto a sí mismo hace que las integrales C
y K sean iguales entre sí, siendo dicha energía 2C. El ejercicio de integración
no es muy largo, y conduce al resultado: 2C = (5/2) × 13.6 eV = +34 eV .
Si añadimos este resultado a la suma ingenua de las energías del estado
fundamental de ambos electrones con el núcleo del He, obtenemos con
fácilidad: −2Z 2 × 13.6 eV + 34 eV = −108.8 eV + 34 eV = −74.8 eV , en
acuerdo razonable con la energía medida del estado fundamental del He,
que resulta ser: −79.0 eV .
Otro ejemplo destacable del principio de antisimetría es que los electrones
de los orbitales atómicos semillenos tienden a orientar sus espines en
la misma dirección | ↑↑↑ · · · i (la regla de Hund). Se explica porqué de
esta forma consiguen una menor energía electrostática, por su función de
ondas espacial-antisimétrica ψA (estados px , py , pz por ejemplo), como se
ha explicado anteriormente (al ser la de espín χS obviamente simétrica).
La implicación del principio de antisimetría va mucho más allá de las
moléculas y de los átomos, y afecta a toda la física. Para comprenderlo,
sepamos primero qué partículas tienen espín semientero y cuáles tienen
espín entero. A las primeras se les llama fermiones y a las segundas
bosones en la literatura 2 .
Son fermiones las partículas que usualmente llamamos materia. Las
casos más relevantes serían:
• el electrón
• los quarks
• el protón y el neutrón, formados por quarks y gluones
Son bosones las partículas que usualmente llamamos radiación, y algunas
otras compuestas de fermiones. Algunos ejemplos relevantes:
• el fotón
• el fonón
• el gluón
• los átomos de Helio
2 enreconocimiento, respectivamente, al físico italiano Enrico Fermi (1901-1954) y al físico hindú
Satyendra Nath Bose (1894-1974).
136 Capítulo 22. EL PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN DE PAULI

A los conjuntos de muchas partículas idénticas se les llama en la literatura


sistemas fermiónicos o sistemas bosónicos, respectivamente. Cuando su
interacción mutua es leve (por razones no debidas a su simetría), es frecuente
llamarles también gases de fermiones o bosones. Los bosones no tienen
la peculiar propiedad de que su función de ondas invierta el signo en
una rotación de 360◦ , y por tanto las parejas de bosones idénticos están
obligadas a tener una función de ondas totalmente simétrica.
El simple hecho de no estar los bosones obligados a cumplir el principio
de exclusión confiere a dichos sistemas propiedades físicas radicalmente
distintas a las de los sistemas fermiónicos. Pensemos que, en los primeros,
nada impide que todas las partículas del sistema se encuentren es su estado
fundamental. Es claro que esto no podría ocurrir nunca con los electrones
de un átomo, pero así ocurre en un láser, formado por muchos fotones
con igual valor de su momento (totalmente monocromático) y de su espín
(Sz ). Análogamente se produce, a bajas temperaturas, el fenómeno del
Helio superfluído, o el de la superconductividad, que son también
expresión de las propiedades de determinados sistemas bosónicos. Como
también el gas de fotones que llena la cavidad de un horno en equilibrio
a temperatura T , cuya distribución de energía sigue la ley de Planck. Esta
ley se asemeja a la distribución de energía de Maxwell-Boltzmann que
tienen las partículas de un gas ideal a temperatura T , pero difiere de ella por
el carácter bosónico del fotón. Un caso particular importante lo constituye
el gas de fotones de microondas (CMB) que llena todo el universo a 2.7K.
Como sistemas fermiónicos de interés, además de los átomos y las
moléculas, mencionaremos los núcleos atómicos, el gas de electrones
libres que caracteriza a todos los metales, el gas de neutrones que
gobierna el cálculo de blindajes en los reactores nucleares, y las estrellas
de neutrones en astrofísica. Existe una gran diversidad en física de sistemas
fermiónicos, al igual que bosónicos.
23. LA PARTÍCULA ENCERRADA EN UN CUBO

Vamos a analizar utilizando la ecuación de Schrödinger un caso cuya


simplicidad analítica no disminuye su utilidad y significación, en muchos
modelos de interés. Nos referimos a una partícula encerrada entre 6 paredes
impenetrables, situadas a una distancia común L.
Empecemos por resolver el problema en 1D. La partícula se mueve con
U(x) = 0 entre el punto x = 0 y el punto x = L, y podemos considerar
que la fuerza F = −∂U/∂ x es infinita (hacia el interior) en los extremos:
U(0) = U(L) = ∞. La ecuación de Schrödinger −h̄2 ∂ 2 ψ/∂ 2 x = 2mEψ(x)
tiene como solución general:
ψ(x) = Ae−ikx + Beikx A, B ∈ C

con k = 2mE/h̄ > 0. El significado físico de los dos términos anteriores
es claro: la partícula viaja simultáneamente hacia la derecha y hacia la
izquierda, de acuerdo con el propagador de Feynman. Las condiciones de
contorno son:
ψ(0) = A + B = 0 ψ(L) = Ae−ikL + BeikL = 0
que implica A(e−ikL − eikL ) = A[−2isin(kL)] = 0, cuya solución es
kn L = nπ con n = 1, 2, · · · ∞. Por tanto las soluciones normalizadas para
los estados estacionarios son:
r
2
ψn (x) = Cn sin (kn x) Cn =
L
La condición de normalización arroja un valor de las constantes Cn :
RL 2 2RL 2
0 |ψn | dx = |Cn | 0 sin (nπx/L)dx = 1 ∀n, que es independiente de n.
138 Capítulo 23. LA PARTÍCULA ENCERRADA EN UN CUBO

Figura 23.1: a) Funciones de onda unidimensionales proyectadas sobre cada eje, para una
partícula encerrada en un cubo de lado L. b) Momento en 3D de la partícula encerrada
en el cubo anterior, que se apoya en celdas elementales de lado h/(2L).

Las energías de los estados estacionarios son:

π 2 h̄2 2
En = n n = 1, 2, · · · ∞
2mL2

La energía del estado fundamental E1 podría haber sido estimada por


el principio de indeterminación ∆x∆p ∼ h̄, y como era previsible crece
infinitamente al acercar las dos paredes entre sí (L → 0). Vemos que los
niveles de energía son proporcionales a los cuadrados de los números
naturales n2 , y se separan cada vez más. Sin embargo, su separación en
términos relativos al propio valor de la energía, se hace infinitamente
pequeña para n → ∞:

En+1 − En (n + 1)2 − n2 2n + 1
= = →0
En n2 n2

que es acorde con lo esperable en el límite clásico n → ∞, de manera


similar a lo que vimos en el átomo hidrógeno (a pesar del comportamiento
opuesto con n2 ).
139

Observamos que la cuantificación de la energía con n2 es en realidad


una consecuencia de la cuantificación del valor absoluto del momento, en
múltiplos enteros de una cantidad fija: |pn | = nπ h̄/L. Otra forma de decir
esto es que la longitud de la cavidad es un mútiplo entero de la semilongitud
de onda de De Broglie de la partícula: L = n(λn /2).
En cuanto a las funciones de ondas, son de hecho idénticas a las que
tendríamos en el problema de ondas estacionarias en una cavidad, ya
que cuando U(x) = 0 la ecuación de ondas y la ecuación de Schrödinger
coinciden en sus soluciones independientes del tiempo 1 . Es llamativo que,
en el estado fundamental, la partícula alcanza el máximo de su densidad de
probabilidad en el centro de la cavidad x = L/2, contrariamente a lo que
ocurriría en la Mecánica Clásica si hiciésemos fotografías al azar, las cuales
se encontrarían uniformemente distribuidas.
La extensión del resultado anterior a 3D es inmediata, en coordenadas
cartesianas. La condición de contorno es ahora que ψ(r ) debe anularse
en las 6 paredes de la cavidad. Resulta obvio que podemos construir tales
soluciones para los estados estacionarios como:
 3/2 
2 n1 πx   n πy 
2
 n πz 
3
ψn1 n2 n3 (r ) = sin sin sin
L L L L
que corresponden a las energías en 3D:

π 2 h̄2  2 2 2

En1 n2 n3 = n + n2 + n3 n1,2,3 = 1, 2, · · · ∞
2mL2 1
Obsérvese que ahora la energía del estado fundamental E111 es 3 veces
mayor que en 1D. Esto era también previsible a partir del principio de
indeterminación, pues el confinamiento en cada una de las 3 direcciones
del espacio produce energías que se suman.
Es importante enfatizar que ninguno de los 3 enteros puede ser nulo,
pues una función ψ(r ) = 0 no estaría correctamente normalizada. Vemos
también que en 3D cada nivel de energía adquiere una degeneración cuántica
que no tenía en 1D, ya que existen distintas ternas (n1 , n2 , n3 ) de enteros
con un valor fijo de n2 = n21 + n22 + n23 . La degeneración aumenta con el
valor de n y es un ejercicio interesante calcularla para los enteros más bajos.
1 nótese que la cuantificación del momento |pn | = nπ h̄/L es perfectamente relativista, y por tanto las
soluciones obtenidas son también válidas paraqun fotón (m = 0) encerrado en esa cavidad, si utilizamos
la fórmula relativista para la energía: En = n21 + n22 + n23 π h̄c/L. Esto es interesante, pues las ondas
electromagnéticas estacionarias en la cavidad representan de hecho la función de ondas de ese fotón.
140 Capítulo 23. LA PARTÍCULA ENCERRADA EN UN CUBO

Pero el cálculo que resulta más interesante, por su aplicación en la


mecánica estadística y en la dispersión de partículas elementales, es el que
corresponde a la degeneración cuántica en el límite clásico, cuando ni  1
para todos los números de excitación. El fundamento del mismo lo hemos
visualizado en la Figura 23.1, donde se indica cómo los valores del vector
momento p se apoyan en los puntos de una rejilla de cubos elementales
cuyo lado es h/(2L), como consecuencia de la cuantificación del momento
en cada dimensión, calculada anteriormente. Aunque sea infinitesimalmente
pequeño desde el punto de vista del cálculo integral, el elemento de volumen
en el espacio de momentos d 3 p contiene siempre un número finito y muy
elevado de estados cuánticos. Este número entero se calcula de inmediato
como el cociente:
d 3p d 3 p/8
dN =   =  3
h 3 h

2L 2L
El factor 2 en la fórmula anterior es debido a que tenemos 2 signos
posibles del momento en cada eje (± px,y,z ). Téngase en cuenta que es
|p| lo que está cuantificado, mientras que las integrales que necesitan ser
calculadas, lo son en el intervalo (−∞, +∞), dentro del espacio R3 .
Si tenemos en cuenta el volumen V = L3 de la cavidad, la fórmula
anterior indica el número exacto de estados cuánticos por unidad de volumen
en d 3 p, en el límite clásico n → ∞:

dN d 3 p
= 3
V h
Nótese que el resultado anterior es 100 % relativista, pues se basa de
hecho en la longitud de onda de De Broglie de la partícula encerrada. Esto
significa que es válido para cualquier gas de partículas ultrarelativistas o
semirelativistas que llenen la cavidad (fotones, positrones, neutrinos, etc).
También puede usarse para el gas de electrones libres en un conductor.
Podemos particularizar ahora la fórmula anterior utilizando una relación
energía/momento concreta, con el nivel deseado de aproximación relativista.
Por ejemplo, la relación no relativista E = p2 /(2m), si se trata de moléculas
encerradas a temperatura ambiente 2 .
2 para temperaturas suficientemente bajas, necesariamente se rompe la aproximación que estamos
utilizando (ni  1), pues los niveles de excitación se acercarán al estado fundamental. En este caso el análisis
estadístico requerirá tener en cuenta el carácter fermiónico o bosónico de estas partículas.
141

Entonces dE = (p/m)d p, y podemos encontrar el número de estados


cuánticos que cada molécula tiene disponibles en el intervalo de energía
cinética (E, E + dE). Traslademos entonces el cálculo anterior a un intervalo
infinitesimal del módulo del momento (p, p + d p). Fijado un valor de la
energía E, p = |p| no es otra cosa que el radio de la superficie esférica
p2 = p2x + p2y + p2z = 2mE. Hemos representado en la Figura 23.1 las dos
superficies muy próximas, con momentos p y p + d p. Como el elemento
de volumen en coordenadas esféricas d 3 p = p2 d pdΩ puede ser integrado
R
sobre el ángulo sólido, con dΩ = 4π, obtenemos ya el cálculo buscado:
4πV 2
dN = p dp
h3
Que, tras sustituir dE = (p/m)d p, arroja nuestro resultado final sobre
el número de estados cuánticos distintos en el intervalo de energía cinética
(E, E + dE):
4πV  3 1/2 1/2
dN = g(E)dE = 3 2m E dE
h
En la fórmula anterior hemos utilizado la notación estándar g(E)dE para
significar la degeneración cuántica que corresponde al nivel continuo de
energía (E, E + dE). Nótese que dN es en realidad un número entero 3 ,
como puede apreciarse en la Figura 23.1. Se trata del número de estados
que la molécula puede ocupar, fijado el valor de la ventana de energía dE,
siendo g(E) la densidad de estados. Es la contribución de cada partícula a
la entropía del sistema, cuando tenemos muchas de ellas. Obsérvese que
esta cantidad sería infinita en la Mecánica Clásica.
La entropía que corresponde a un gas de N moléculas encerradas en el
volumen V anterior es simplemente el logaritmo neperiano del número total
de estados cuánticos W que dichas moléculas pueden tener en la cavidad:
S = kB lnW . La dimensión adecuada de JK −1 la proporciona la constante
de Boltzmann kB . El cálculo de W no ofrece dudas: se trata de multiplicar
la degeneración de cada nivel de energía i sobre todos los niveles, elevada
al número de moléculas ni que se encuentran en ese nivel: W = ∏i (gi ni ).
Sin embargo, debido al hecho de que todas las moléculas ni son idénticas
entre sí, no podemos contar como estados cuánticos distintos sus distintas
permutaciones, y la fórmula anterior necesita ser corregida en la forma:
W = ∏i (gi ni /ni !).
3 estrictamente, corresponde a la parte entera de la expresión anterior.
142 Capítulo 23. LA PARTÍCULA ENCERRADA EN UN CUBO

En el equilibro termodinámico a temperatura T , la población ni (T ) es


una distribución de Maxwell-Boltzmann: ni (T ) = (N/Q)gi e−Ei /kB T , con
Q ≡ ∑i gi e−Ei /kB T . Precisamente esta distribución se deduce, de forma
general, como la que maximiza la entropía anterior.
Para que la expresión anterior de W sea exacta, es necesario que la
temperatura T del gas no sea demasiado baja, de tal forma que el producto
kB T se encuentre muy por encima de la energía del estado fundamental de la
cavidad (kB T  E111 ). De no ser así, es preciso tener en cuenta el carácter
bosónico o fermiónico de las partículas en la cavidad para conocer su
entropía. Esto se entiende fácilmente, pues a bajas temperaturas la longitud
de onda de De Broglie de las partículas aumenta. Por tanto, sus paquetes de
ondas individuales se solapan, y su simetría espacial pasa a jugar un papel
importante.
Resulta asombroso que el físico austríaco Ludwig Boltzmann pudiese
establecer en torno a 1873 la fórmula S = kB lnW aún sin conocer la constante
de Planck, lo cual le sitúa entre los grandes físicos de la historia. Recordemos
que la entropía S es estrictamente infinita en la Mecánica Clásica. Planck
primero (1900), y Einstein después (1905), utilizaron la idea de entropía de
Boltzmann para descubrir la constante h en los osciladores atómicos, y en
la radiación electromagnética (fotones), respectivamente.
24. EL SALTO DE POTENCIAL

Consideremos el caso de una partícula de masa m que atraviesa una


zona donde se produce un aumento súbito de la energía potencial, que salta
desde un valor de base constante U = 0 para x < 0 hasta un valor positivo
y constante E0 para x ≥ 0, tal como se indica en la Figura 24.1. Esta
descripción matemática simple en forma de función escalón 1D se utiliza
con frecuencia, a pesar de que la fuerza F = −∂U/∂ x nunca es infinita en
x = 0, sino finita, ejerciéndose sobre una región no nula del espacio, de
longitud d 6= 0. Una realización práctica particularmente ilustrativa es la
que se produce cuando hacemos incidir un electrón por el eje de simetría de
dos condensadores cilíndricos, colocados a distinto potencial, justo como se
indica en la figura, donde queda clara la imposibilidad conceptual de tener
d = 0, debido al necesario aislamiento entre ambos condensadores.

Vamos a resolver la ecuación de Schrödinger para buscar los estados


estacionarios suponiendo d = 0, debido a su simplicidad matemática, aun
sabiendo que ello puede introducir algunas dificultades de comprensión de
las soluciones obtenidas, como veremos.

En todos los problemas con potenciales a saltos de este tipo aparecen


evidentemente ondas planas Ae±ikx en las zonas de potencial constante, que
pueden extenderse hasta el infinito. Dado que se trata de funciones ideales,
que no son de cuadrado sumable, es necesario clarificar la interpretación
física que debemos dar al coeficiente A, que es un número complejo.
144 Capítulo 24. EL SALTO DE POTENCIAL

El módulo de A puede asociarse con el flujo φ ≡ v|A|2 = (h̄k/m)|A|2 de


partículas por unidad de tiempo que circulan en el punto x con velocidad
v, en el sentido indicado por el signo del exponente. Nótese la dimensión
φ [s−1 ], que se deriva de las unidades m−1 de |ψ|2 en su interpretación
probabilística en 1D. La fase de A no tendría sentido si la onda plana
estuviese aislada, pero lo tiene cuando la onda se encuentra en combinación
lineal con otras, y codifica justamente el desfasaje que estas han adquirido.
Consideremos primero el caso E = h̄2 k2 /2m > E0 , donde la partícula
incidente tiene una energía cinética superior a E0 . En la Mecánica Clásica,
pasaría siempre al otro lado. Para estudiar lo que ocurre en realidad, lo más
simple es buscar las soluciones a la ecuación de Schrödinger para los estados
estacionarios Hψ = Eψ, y considerar como condición de contorno que la
partícula incide desde el lado izquierdo. También podríamos parametrizar
un pulso incidente con un determinado perfil espacial y temporal, y estudiar
su evolución en el tiempo con la ecuación ih̄∂ ψ/∂t = Hψ. En este caso
los resultados obtenidos serían más realistas, pues la partícula podría ser
seguida en el tiempo con una cierta resolución ∆t 6= ∞, como realmente
ocurre en el laboratorio, pero dependerían del perfil elegido.
En cualquier caso, nos interesa conocer la probabilidad R de que una
partícula rebote en sentido contrario, cuando su energía sea superior a la
altura del escalón, en el límite en que su energía es perfectamente conocida
(∆E → 0).
Designando como ψ1,2 las soluciones de Hψ = Eψ en el lado izquierdo
(x < 0) y derecho (x > 0), respectivamente, la solución general es:

ψ1 = Aeik1 x + Be−ik1 x ψ2 = Ceik2 x A, B,C ∈ C

√ p
siendo k1 ≡ 2mE/h̄ y k2 ≡ 2m(E − E0 )/h̄. Se comprende fácilmente
que, por consistencia con la condición inicial que hemos supuesto de que
la partícula incide desde el lado izquierdo, no es admisible incluir en la
solución una onda De−ik2 x que se propaga de derecha a izquierda en el
lado derecho. En este planteamiento, es claro que el coeficiente A debe
ser considerado como un dato del problema, que representa el flujo de
partículas incidentes, y que los números complejos B y C deben poder
expresarse unívocamente en función de A. La indefinición global de la fase
de ψ nos permite tomar A ∈ R.
145

Figura 24.1: Ejemplo real de un salto de potencial creado por dos condensadores
cilíndricos consecutivos, el primero a tierra y el segundo a un potencial V respecto
al anterior. El electrón incide sobre el eje de simetría, donde el campo eléctrico total
(flechas amarillas) es nulo. Debido al necesario aislamiento, es inevitable la subida del
potencial sobre una cierta distancia finita d 6= 0.

De acuerdo con nuestra anterior discusión sobre el flujo, resulta evidente


cómo debemos calcular la probabilidad de reflexión R:

|B|2
R=
|A|2
La forma de calcular B y C es simple: tanto ψ como ∂ ψ/∂ x deben ser
continuas en R, y en particular en x = 0:
∂ ψ1 ∂ ψ2
ψ1 (0) = ψ2 (0) (0) = (0)
∂x ∂x
Por tanto:
A+B =C ik1 A − ik1 B = ik2C (24.1)
de donde se deduce:
   
k1 − k2 2k1
B= A C= A
k1 + k2 k1 + k2
Valores que nos conducen a la probabilidad de reflexión:
 2 p !2
k1 − k2 1 − 1 − (E0 /E)
R= = p (24.2)
k1 + k2 1 + 1 − (E0 /E)
146 Capítulo 24. EL SALTO DE POTENCIAL

Podríamos haber definido también un coeficiente de transmisión T


(probabilidad de que la partícula pase al otro lado), teniendo en cuenta
en este caso el descenso de velocidad (k2 < k1 ) para evaluar el flujo. Puede
comprobarse fácilmente que esta probabilidad es la complementaria de la
anterior, como era de esperar:

k2 |C|2
T= = 1−R
k1 |A|2

Esta expresión se ha representado gráficamente en la Figura 24.2(b) en


función de la energía. Podemos observar que la fórmula (24.2) es simétrica
frente al intercambio k1 ↔ k2 . Esto nos está diciendo que si hubiésemos
planteado la condición inicial como una partícula que incide desde el lado
derecho, habríamos obtenido el mismo resultado (como puede comprobarse
fácilmente). Sin embargo, ambas situaciones con físicamente distintas: no es
lo mismo que el campo eléctrico actúe en contra del movimiento, frenando
a la partícula, que acelerándola, cuando incide en sentido contrario. La
probabilidad de rebotar hacia atrás, en cualquier caso, es la misma, como
hemos demostrado. En realidad, cada proceso se relaciona con el reverso
en el tiempo del otro. Nótense los límites R ∼ (E0 /4E)2 → 0 para E → ∞ y
R → 1 para E → E0 .
Aunque el caso electromagnético es el ejemplo más claro para el escalón
de potencial, existen otros casos muy relevantes. Por ejemplo, la caída (o
subida) de potencial puede ser debida a la energía nuclear. Podría tratarse
de un neutrón que incide sobre un núcleo de gran tamaño, que ejerce
una fuerza atractiva sobre él sólo en la superficie. Entonces el carácter
ondulatorio del neutrón le fuerza a rebotar hacia atrás con una probabilidad
calculable con la fórmula (24.2) si conocemos la caída de potencial en MeV.
El físico italo-norteamericano Enrico Fermi y sus colaboradores utilizaron
esta probabilidad para controlar la primera reacción nuclear en cadena
autosostenida, en el reactor Chicago Pile-1, en Diciembre de 1942.
Vamos a discutir ahora una situación paradójica que se produce cuando
llevamos el cálculo anterior hacia el límite clásico. El cociente (24.2) puede
expresarse como R = [(v1 − v2 )/(v1 + v2 )]2 , ya que depende únicamente
de la reducción en velocidad, siendo independiente de h̄. Por tanto, sería
también válido en el límite h̄ → 0. Y esto es absurdo, pues la probabilidad
no nula de rebotar está indudablemente asociada con el carácter ondulatorio
de la partícula, cuya λ de De Broglie es proporcional a h̄.
147

La explicación de la paradoja anterior hay que buscarla en el carácter


ideal de haber supuesto una fuerza infinita en x = 0, con objeto de simplificar
matemáticamente el problema. Si hubiéramos supuesto una distancia d 6= 0
finita con un perfil concreto para la caída de potencial (lineal o no), como se
indica en la Figura 24.1, y resuelto la ecuación Hψ = Eψ para los estados
estacionarios, el resultado para R dependería explícitamente de h̄, e iría a
cero en el límite clásico: R → 0 para h̄ → 0 1 .
Podemos sin embargo seguir utilizando la fórmula (24.2) para el escalón
de potencial en la Mecánica Cuántica, a condición de admitir que d 6= 0
siempre, y de mantenernos en el límite cuántico, lo cual exige que la longitud
de onda de De Broglie λ de la partícula incidente debe ser igual o superior
a la distancia d:
λ &d
Evidentemente, es muy difícil que la relación anterior pueda verificarse
para cuerpos macroscópicos cuya λ sea enormemente corta, pues ello
exigiría una precisión inverosímil a la hora de establecer la distancia d en el
laboratorio.
Consideremos ahora el caso de que la energía de la partícula sea inferior a
la altura del escalón, E < E0 . La solución general de Hψ = Eψ solo difiere
de la anterior en la presencia de una función exponencial real decreciente
en el lado derecho:
ψ1 = Aeikx + Be−ikx ψ2 = Ce−αx A, B,C ∈ C (24.3)
p
√en el exponente figura α ≡ 2m(E0 − E)/h̄ > 0, y podemos
ya que ahora
designar k ≡ 2mE/h̄. La aplicación de las condiciones de continuidad
(24.1) conduce a las relaciones:
   
ik + α 2ik
B= A C= A
ik − α ik − α
Obsérvese que ahora los números complejos B y C han adquirido una fase
con respecto a A, y que la partícula puede residir en el lado derecho, que es
clásicamente prohibido. Sin embargo, el cálculo detallado de la probabilidad
de reflexión R revela que esta es siempre 100 %, como clásicamente se
esperaría:
|B|2 ik + α 2 k2 + α 2

R= 2 = = 2 =1
|A| ik − α k + α2
1el cálculo puede encontrarse, para dos perfiles concretos de caída de potencial, en el libro “Quantum
Mechanics” de L. D. Landau y E. M. Liftshitz, Butterworth-Heinemann (1977).
148 Capítulo 24. EL SALTO DE POTENCIAL

U (eV) 6 1.0 T
0.8
0.6
3
0.4
0.2
0
-5 0 5 1 2 3
X (Å) E / E0

Figura 24.2: a) Función de ondas (real) ψ1 (azul) y ψ2 (rojo) de un electrón de energía


cinética E = 3 eV que incide sobre un escalón de potencial de altura E0 = 6 eV . La función
de ondas adquiere un desfasaje de φ = −45 ◦ respecto a la que incidiría sobre un escalón
de altura infinita E0 → ∞ (verde), según (24.4). Se indica la escala de longitud en Å. La
función de ondas no se mide en unidades de energía, y se ha dibujado en una escala
vertical puramente indicativa. b) Comportamiento de la probabilidad de transmisión
T = 1 − R en función de la energía (azul) para el escalón de potencial anterior, según la
expresión (24.2). Se ha dibujado también (naranja) la predicción de la Mecánica Clásica
en las mismas condiciones.

El desfasaje que se produce en la onda reflejada viene a ser un recuerdo


matemático del tiempo que demora la partícula en la zona prohibida, cuando
∆t 6= ∞. Hemos dibujado en azul la superposición entre la onda incidente y
la onda reflejada en la Figura 24.2(a), calculada así:
ik + α  −ikx 2iA
ψ1 (x) = Aeikx +

Ae = kcos(kx) − αsin(kx)
ik − α (ik − α)
La superposición es una función real, ya que la fase global es irrelevante.
Puede expresarse como una función seno desfasada 2 en un ángulo φ
unívocamente determinado:
−k 2iA −1
ψ1 (x) = F · sin(kx + φ ) Tanφ = F= √ (24.4)
α (ik − α) k2 + α 2

2 téngase en cuenta la expresión sin(α + β ) = sinα cosβ + cosα sinβ


25. LA BARRERA DE POTENCIAL

Vamos a considerar ahora el caso en que, tras el salto de potencial, este


retorna a su valor de base U = 0 a una cierta distancia a. Esta situación
cambia radicalmente las cosas, y las propiedades cuánticas del sistema pasan
a ser observables de forma espectacular. Este perfil se conoce generalmente
como barrera de potencial de anchura a. Es decir, U(x) = 0 para x < 0,
U(x) = E0 para 0 < x < a y U(x) = 0 para x > a.

Como en el caso del simple salto, tenemos dos posibilidades bien


diferenciadas: que la energía cinética E sea superior a la altura de la
barrera E > E0 , o inferior E < E0 . Nótese que en todo lo que vamos a
tratar a continuación, el valor de E0 puede ser positivo (E0 > 0) o negativo
(E0 < 0), y que no utilizaremos la información del signo, a pesar de que en
la representación gráfica elegiremos la barrera positiva.

Desde el punto de vista matemático, ambos casos son idénticos, con


la única diferencia de que, como ya hemos visto, la solución general en
el tramo donde sea E < E0 son exponenciales realesp e± αx en lugar de ser
exponenciales
p complejas e± ik2 x , con los valores α ≡ 2m(E0 − E)/h̄ > 0
y k2 ≡ 2m(E − E0 )/h̄ > 0 de antes. Es evidente que α = ik2 , y dado que
estamos tratando con números complejos para los coeficientes, podemos
pasar inmediatamente de la solución del caso E > E0 a la del caso E < E0
realizando la sustitución anterior en las funciones obtenidas. No obstante, el
significado físico de las soluciones es completamente distinto, dando lugar
a fenómenos de muy distinto tipo, como veremos.
150 Capítulo 25. LA BARRERA DE POTENCIAL

La estructura matemática que vamos a tratar es bastante general, y puede


extenderse fácilmente a un conjunto de barreras de potencial encadenadas en
tramos sucesivos. Como en cada tramo la energía potencial es constante, la
solución general de la ecuación de Schrödinger consta de dos términos con
dos coeficientes complejos (como hemos visto en el escalón). Cada nueva
barrera introduce dos nuevas ecuaciones de ligadura, que son la continuidad
de ψ y de ∂ ψ/∂ x en el nuevo punto frontera. Por tanto, siempre tenemos
un sistema lineal de números complejos (los coeficientes), que presenta
solución única. Conceptualmente, basta invertir una matriz compleja N×N
para tener la función de ondas (módulo y fase) en todos los puntos del
espacio (aunque no sea quizá la solución más práctica).
Tomemos como referencia el caso E > E0 , y dividamos el espacio
(−∞, +∞) en 3 tramos: x < 0, 0 < x < a, y x > a con función de ondas
ψ1,2,3 . La solución general es:
ψ1 = A0 eik1 x + Ae−ik1 x ψ2 = Beik2 x +Ce−ik2 x ψ3 = Deik1 x (25.1)
donde A0 ∈ R es el dato que corresponde al flujo incidente desde
√ el lado
p (condición inicial). Los números de ondas son: k1 = 2mE/h̄
izquierdo
y k2 = 2m(E − E0 )/h̄. El sistema lineal para los coeficientes complejos
A, B,C, D queda determinado por las 4 ecuaciones de continuidad:
∂ ψ1 ∂ ψ2 ∂ ψ2 ∂ ψ3
ψ1 (0) = ψ2 (0) (0) = (0) ψ2 (a) = ψ3 (a) (a) = (a)
∂x ∂x ∂x ∂x
(25.2)
que conducen a las ecuaciones:
A0 + A = B +C ik1 A0 − ik1 A = ik2 B − ik2C
Beik2 a +Ce−ik2 a = Deik1 a ik2 Beik2 a − ik2Ce−ik2 a = ik1 Deik1 a
(25.3)
Este sistema lineal presenta solución única, que hemos representado en
la Figura 25.1 para un valor concreto de la energía E, de la distancia a, de la
altura E0 , y de la masa m. Sin proceder a una inversión formal de la matriz
4×4 de dicho sistema lineal, podemos focalizar nuestra atención en el
coeficiente D para determinar el coeficiente de transmisión, o probabilidad
de que la partícula pase al otro lado de la barrera, que según la definición
que hemos dado del flujo, viene dada por la expresión:
|D|2 DD∗
T= = (25.4)
|A0 |2 |A0 |2
151

U(eV)

n=1

0
0 10 X(Å)
Re ψ Im ψ

Figura 25.1: Parte real y parte imaginaria de la función de ondas de un electrón que
incide con E = 4.3761 eV (valor resonante con n = 1) sobre una barrera de potencial de
altura E0 = 4 eV y anchura a=10Å. Nótense los 4 puntos (en rojo) donde se ha aplicado la
condición de continuidad de ψ y ∂ ψ/∂ x indicada en (25.2).

Obsérvese que la velocidad en el último tramo es exactamente igual a la


velocidad incidente, como reflejan los valores iguales de k1 en la solución
general (25.1), que expresan la conservación de la energía.
Para obtener D, basta combinar las dos ecuaciones de la primera fila en
(25.3) en una sola:

2k1 A0 = (k1 + k2 )B − (k2 − k1 )C (25.5)

y expresar el segundo par de ecuaciones en la forma:

k1 + k2 ik1 a −ik2 a k2 − k1 ik1 a ik2 a


B= De e C= De e (25.6)
2k2 2k2

La sustitución de las constantes B y C en la ecuación (25.5) nos permite


una determinación unívoca del número complejo D:
 
4k1 k2 A0 = (k1 + k2 )2 e−ik2 a − (k2 − k1 )2 eik2 a Deik1 a
152 Capítulo 25. LA BARRERA DE POTENCIAL

1
T
2 3 4

0.5
n=1

E / E0

1.0 1.5 2.0 2.5 3.0


Figura 25.2: Probabilidad de transmisión para una barrera de potencial en función del
cociente E/E0 , según la fórmula (25.7). Los datos corresponden a la barrera de la Figura
25.1. Se indican las resonancias más bajas n = 1, 2, 3 y 4, y en amarillo la diferencia que
se produce respecto a la Mecánica Clásica.

Multiplicando la expresión anterior por su compleja conjugada aislamos


la diferencia: (k12 − k22 )(e2ik2 a + e−2ik2 a ), que es proporcional a la función
real: cos(2k2 a) = 1 − 2sin2 (k2 a). De DD∗ obtenemos el coeficiente de
transmisión, que se expresa según (25.4) como una función seno:

1
T= (25.7)
sin2 (k2 a)
1+  
E E
4 −1
E0 E0
La expresión obtenida posee un profundo significado físico. En la
Mecánica Clásica, la partícula pasaría siempre al otro lado con probabilidad
100 % (T = 1) con total independencia del valor de la energía E > E0 .
Sin embargo lo que vemos es que la probabilidad pasa por un conjunto
de máximos y mínimos, fenómeno que se conoce en la literatura como
transmisión resonante.
Es claro que los máximos con T = 1 se producen en los ceros de la
función seno: k2 a = nπ, con n = 1, 2, · · · ∞, donde k2 = 2π/λ recoge la
información de la longitud de onda λ de la partícula dentro de la barrera.
153

Por tanto tenemos una condición de resonancia bien fácil de memorizar,


que la anchura de la barrera sea un múltiplo entero de la semilongitud de
onda de De Broglie, sobre la propia barrera:

λ
a=n n = 1, 2, · · · ∞
2

Lo significativo de este fenómeno no es el hecho de que la partícula pase


adelante (como ocurre en la Mecánica Clásica), sino la fuerte dependencia
con el valor de la energía que adquiere la probabilidad de transmisión,
representada en la Figura 25.2. Lo que se produce es una resonancia entre
la longitud de onda de De Broglie y las dimensiónes del obstáculo que la
partícula atraviesa, supuesto que ambos sean del mismo orden de magnitud.
El caso de mayor importancia se produce cuando el obstáculo lo constituyen
átomos individuales, y la partícula es un electrón con energía en el entorno
del eV. Naturalmente, si el obstáculo se repite periódicamente (como en
una red cristalina), el fenómeno se verá aún reforzado.
La función (25.7), que hemos representado en la Figura 25.2, presenta
máximos locales (resonancias) para los valores enteros n = 1, 2, · · · ∞, y
también mínimos locales cuando el argumento del seno pasa por múltiplos
de π/2. La curva no es universal como función de E/E0 , sino que depende
críticamente de la masa m de la partícula y de la anchura a de la barrera.
Obsérvese que los máximos se ensanchan al aumentar n, siendo los valores
T ≈ 1 poco sensibles al valor de la energía. Esta situación corresponde de
hecho al límite clásico. Además, para valores altos de n se pone a prueba
la precisión con que la longitud a es conocida. Debido a la imposibilidad
intrínseca de tener un salto vertical (d 6= 0), dichos valores altos de n son
difícilmente observables, en cualquier sistema físico.
En la transmisión de la corriente eléctrica por sólidos y líquidos se
dan estas resonancias en función del voltaje. El histórico experimento
de Davisson y Germer en 1927, que supuso la primera evidencia de la
longitud de onda de De Broglie, puede considerarse el mejor ejemplo de
la idea anterior de transmisión resonante. Se produce aquí la ley de Bragg:
nλ = 2dsinθ en una red cristalina con ángulo de incidencia θ respecto al
plano de exfoliación del cristal, siendo a = dsinθ la distancia interatómica
proyectada sobre el camino del electrón.
154 Capítulo 25. LA BARRERA DE POTENCIAL

En este caso (2D) la onda resonante no es transmitida, sino redireccionada


sobre un ángulo θ igual al de incidencia, debido a la reflexión del electrón
sobre todos los planos paralelos de átomos. El análisis detallado en 2D,
considerando al electrón como una onda, confirma lo anterior.
La resonancia sobre obstáculos individuales se observa con mayor
claridad en la conducción eléctrica por gases nobles, debido al aislamiento
de los átomos y a la rápida caída del campo eléctrico en su exterior.
Ramsauer y Townsend observaron ya en 1922 una resonancia prominente
para E = 0.9eV (con E0 < 0) en la conducción por Xenon, cuya adecuada
comprensión fue un elemento precursor en el desarrollo temprano de la
Mecánica Cuántica.
En estos casos, es importante comprender que la fórmula (25.7) se
verifica igualmente para valores negativos de E0 , que son los que aproximan
adecuadamente en 1D el potencial eléctrico creado por un átomo individual
(siendo a su diámetro). Y también, en otra escala de longitud (el f m), el
potencial nuclear creado por un núcleo.
Aunque hemos focalizado nuestro estudio en la transmisión resonante de
la barrera de potencial con E > E0 (valor de D en la expresión (25.1)), puede
también interesarnos el valor del coeficiente A (módulo y fase) que gobierna
la onda reflejada. No ofrece dificultad obtenerlo, tras una manipulación del
sistema lineal similar a la anterior. Su valor es:

k12 − k22 sin(k2 a)A0



A= 2
k1 + k22 sin(k2 a) + 2ik1 k2 cos(k2 a)

26. EL EFECTO TÚNEL

Consideremos ahora el caso en que la partícula incidente sobre la


barrera de potencial de anchura a tiene energía inferior: E < E0 . Desde
el punto de vista matemático, no hay diferencia esencial respecto al caso
E > E0 , como ya hemos comentado. Toda la diferencia estriba en el hecho
de que, ahora, el número de p ondas k2 se hace imaginario, y podemos
seguir llamando α ≡ ik2 = 2m(E0 − E)/h̄ a la constante positiva de la
exponencial real, como ya hicimos con el escalón de potencial. La diferencia
física fundamental es que ahora el paso al otro lado de la barrera se opone
radicalmente a la Mecánica Clásica, ya que la partícula no dispone de
energía cinética suficiente. Con respecto al caso del salto de potencial
con E < E0 que estudiamos en el Capítulo 24, hay también una diferencia
crucial: la partícula puede ahora retener su energía de forma permanente,
pues a la distancia a el potencial ha caído de nuevo hasta U = 0. Este
fenómeno se denomina efecto túnel en la literatura.
Reescribamos la solución general (25.1) de Hψ = Eψ en las 3 zonas,
introduciendo el parámetro α (y suprimiendo el subíndice de la onda
incidente k ≡ k1 ):

ψ1 = A0 eikx + Ae−ikx ψ2 = Be−αx +Ceαx ψ3 = Deikx (26.1)

El significado físico del flujo en las ondas planas nos permite determinar
sin ambigüedad el valor de la probabilidad de transmisión:

|D|2 DD∗
T= =
|A0 |2 |A0 |2
156 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

Por claridad, vamos a escribir de nuevo la ecuaciones que expresan la


continuidad de ψ y de ∂ ψ/∂ x en los puntos x = 0 y x = a:

A0 + A = B +C ikA0 − ikA = −αB + αC


(26.2)
Be−αa +Ceαa = Deika −αBe−αa + αCeαa = ikDeika

La inversión del sistema lineal 4×4 permite determinar unívocamente las


constantes complejas A, B,C, D ∈ C. En la Figura 26.1 hemos representado
la función de ondas (26.1) en los 3 tramos, con la solución única obtenida.
Los coeficientes pueden obtenerse repitiendo los pasos realizados en las
ecuaciones con E > E0 . Si lo que nos interesa es el coeficiente D, que
determina la probabilidad de transmisión, llegamos sin dificultad a la
relación:
h i
2 −αa 2 αa
− 4ikαA0 = (k − iα) e − (k + iα) e Deika (26.3)

Damos también, por completitud, la expresión obtenida para A en este


caso:
k2 + α 2 sinh(αa)A0

A= 2
(k − α 2 ) sinh(αa) − 2ikαcosh(αa)
No es ninguna sorpresa que en el paso de E > E0 a E < E0 tengamos
que reemplazar las funciones seno y coseno por el seno hiperbólico y el
coseno hiperbólico, como consecuencia de la relación α ≡ ik2 1 . Volviendo
a la probabilidad de transmisión, la expresión final para T es:
1
T= (26.4)
sinh2 (αa)
1+  
E E
4 1−
E0 E0
La expresión anterior está gobernada por la cantidad adimensional
αa. Para valores de E/E0 que no sean ni muy próximos a cero (E 6→ 0), ni
muy próximos a uno (E 6→ E0 ), que se cumplen en todos los casos de interés
práctico, la probabilidad de transmisión se aproxima de forma excelente a
una simple exponencial:
 
E E
T ' 16 1− e−2αa ' e−2αa
E0 E0
1 téngase en cuenta las propiedades i sin(ix) = sinhx y cos(ix) = coshx.
157

Figura 26.1: Función de ondas de un electrón con E = 8 eV que tiene efecto túnel sobre
una barrera de potencial de anchura a = 2Å y altura E0 = 10 eV . Se ha representado
su valor en el plano complejo (Re ψ, Im ψ), en función de la distancia x recorrida por
el electrón. La función ψ2 (x) en el interior de la barrera se encuentra limitada por los
4 puntos de continuidad de ψ y ∂ ψ/∂ x en x = 0 y x = a, determinados analíticamente
por el sistema lineal (26.2). La probabilidad de transmisión es T = 0.136. El código de
color evoluciona con la fase. Obsérvese su valor aproximadamente constante en el lado
izquierdo, donde la función es casi real, como consecuencia de la intensa onda reflejada.

La cantidad h̄α > 0 se denomina en la literatura momento imaginario,


ya que representa el módulo del valor imaginario del momento que la
partícula tiene sobre la barrera (con energía cinética negativa). La fórmula
aproximada T ∼ e−2αa nos ofrece la posibilidad de calcular la probabilidad
de penetración a través de una barrera de potencial cuyo perfil no sea
rectangular, sino arbitrario, definido por la función U(x).
Basta imaginarnos, en este caso, que la partícula atraviesa un conjunto
múltiple de barreras rectangulares muy estrechas (anchura dx), en intervalos
sucesivos (x, x + dx). Es natural asociar la probabilidad de atravesar N
barreras sucesivas con el producto de las probabilidades de cada una, ya que
se trata de fenómenos que podemos considerar independientes. Por tanto la
probabilidad de penetración será:

−2α1 (x)dx −2α2 (x)dx −2 α1 (x)+α2 (x)+··· dx
T 'e ·e ··· = e (26.5)
158 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

Figura 26.2: Puntos de retroceso (x1 , x2 ) para el cálculo de la penetración por una barrera
de potencial con perfil dado por la función U(x), siendo E la energía de la partícula. La
barrera se aproxima por un conjunto de ellas muy estrechas, y se utiliza la integral de
Riemann del momento imaginario.

Designemos como x1 y x2 los dos puntos en que se inicia y termina


la barrera, definidos por la ecuación U(x) = E, tal como se indica en la
Figura 26.2. Estos puntos se llaman puntos de retroceso en la Mecánica
Clásica, donde se atribuye erróneamente a la partícula una velocidad nula
(inaccesible en realidad).
Dividamos el intervalo entre ambos x2 − x1 en N subintervalos iguales
con dx = (x2 − x1 )/N. Entonces el exponente anterior corresponde a la
integral de Riemann de la función continua α(x) en el intervalo (x1 , x2 ), en
el límite N → ∞. Esta función nos indica el momento imaginario en cada
punto. Por tanto la probabilidad de penetración de una partícula de energía
cinética E a través de la barrera definida por U(x) es:
Rx √
− 2h̄ 2 2m(U(x)−E)dx
T 'e x1
(26.6)
Es interesante reconocer en la integral anterior la acción reducida que
vimos en el Capítulo 1, que corresponde a la propagación de la partícula
por una trayectoria de energía constante formalmente clásica, a través de
la barrera: S0 = xx12 p(x)dx = i xx12 h̄α(x)dx. Evidentemente, la acción se
R R

ha hecho imaginaria, y en consecuencia el propagador de Feynman que


corresponde a la amplitud de esta trayectoria es ahora real (i · i = −1).
Debemos asociar la probabilidad de transmisión con el módulo cuadrado
de la amplitud.
159

Por tanto podemos aproximar:


2 2
2 −iEt/h̄ iS0 /h̄
= |A| e−2|S0 |/h̄
2
T ' |A| e e

cuya expresión exponencial dominante coincide con la expresión (26.6),


pero deducida ahora directamente de los principios de la Mecánica Cuántica,
sin la larga derivación anterior basada en utilizar la ecuación de Schrödinger.
Nótese el origen del factor 2 en el exponente (crítico en cualquier aplicación
numérica), enraizado en la interpretación probabilística del cuadrado de la
función de ondas |ψ|2 . Por supuesto, esto incluye el caso particular de la
barrera rectangular: T ' e−2αa
Se comprende también que se trata de una expresión aproximada, pues la
integración sobre la trayectoria “clásica” anterior, de velocidad imaginaria,
es sólo una (la más próxima a la Mecánica Clásica con energía constante E)
de las que requeriría la integral de caminos que vimos en (3.5).
Obsérvese que en el cálculo de la probabilidad (26.4), hemos utilizado
los estados estacionarios de la ecuación de Schrödinger, con energía bien
definida (∆E = 0). Pero pensemos que los estados estacionarios carecen
de toda resolución temporal (∆t = ∞). Recuérdese que la condición de
incidencia desde la izquierda se representó en el cálculo como una condición
de contorno (función espacial compleja) sobre la ecuación diferencial
Hψ = Eψ. Los estados estacionarios representan aquí el caso límite ideal
de una partícula incidente cuyo tren de ondas es infinitamente largo.
Lo que en realidad tenemos típicamente en el laboratorio es algo similar
a tres condensadores cilíndricos como los representados en la Figura 24.1,
donde el último se ha colocado de nuevo a tierra. La partícula puede producir
una señal electrónica que dispara un reloj dentro del primer condensador
y otra que lo para (hipotéticamente) en el último (∆t 6= ∞), después de
tener efecto túnel. El estado estacionario nos ha permitido aproximar
matemáticamente esta situación, suponiendo por simplicidad que ∆t → ∞.
La evolución en el tiempo de un pulso incidente con ∆t 6= ∞ también
puede ser analizada con la ecuación de Schrödinger ih̄∂ ψ/∂t = Hψ, a
través de un análisis de su transformada inversa de Fourier. Simplemente
diremos aquí el resultado: el pulso incidente se distorsiona al llegar a la
barrera, y se divide en dos, que se alejan mutuamente. Uno de ellos regresa
en sentido contrario y el otro pasa hacia adelante, con una amplitud reducida.
Sin embargo la partícula no puede dividirse como su función de ondas, y
esta última debe colapsarse en algún momento.
160 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

El análisis esbozado anteriormente permite asociar una duración δt al


efecto túnel. Ello se logra analizando la integral de Fourier de un paquete
gaussiano de anchura ∆E 2 utilizando el método de exigir que la fase de
la onda transmitida (número complejo D en nuestro análisis de la barrera
rectangular (26.3)) sea mínima, como en la integral de Feynman del Capítulo
4. Para E, ∆E  E0 y barreras no demasiado estrechas, se obtiene así un

tiempo sorprendentemente corto: δt ≈ h̄/ EE0 .
Destacaremos cuatro aspectos clave del efecto túnel:
• La conservación estricta de la energía. La partícula que pasa al otro
lado retiene el 100 % de su energía total E. Una imagen común
del efecto túnel es decir que la partícula toma “prestada” de las
fluctuaciones cuánticas la energía necesaria ∆E para superar la barrera,
durante un corto intervalo de tiempo ∆t, de acuerdo con el principio
de indeterminación ∆E∆t ∼ h̄. Pasado este tiempo, la energía es
“devuelta” y su valor inicial restaurado. Esta imagen resulta adecuada,
aunque no describe en absoluto la situación próxima a un estado
estacionario, donde ∆E = 0 por construcción.
• Su carácter enteramente relativista, habiéndose originado en una onda
de De Broglie con exponente real, aún habiendo utilizado la forma
no relativista del momento imaginario. Una expresión relativista en la
integral para el momento imaginario tendría pleno sentido.
• La dependencia exponencial con el producto del momento imaginario
y la anchura de la barrera (2αa), que es característica del mismo.
A igual distancia a, se produce una fuerte supresión al aumentar la
masa m de la partícula (límite clásico). Para electrones, el efecto se
produce típicamente en la escala nanométrica, y para nucleones, es
más prominente en la escala femtométrica.
• Su carácter no reversible en el tiempo. No existen soluciones en que el
electrón regrese sin reflejarse, aumentando su amplitud en la barrera,
y apareciendo en la cara anterior como una onda casi real (como
sería correr el tiempo hacia atrás t → −t, véase Figura 26.1). La única
solución simétrica que existe corresponde al caso del túnel inverso
(desde el lado derecho), con igual probabilidad en (26.4). Pero esto
significa cambiar no sólo t → −t, sino también ψ → ψ ∗ , para verificar
ih̄∂ ψ/∂t = Hψ.
2 T. E. Hartman, Journal of Applied Physics 33, 3427 (1962). Para comprender el método, y conocer su
implicación en el funcionamiendo de diodos de muy alta frecuencia, véase el ejercicio dedicado del curso.
161

Sistemas periódicos con frecuencia clásica ν0 pueden desintegrarse por


efecto túnel, y el ejemplo más claro lo analizaremos enseguida con la
emisión α. En un mol de pozos de potencial donde la particula encerrada
tiene la frecuencia ν0 , se observarán partículas que escapan de los pozos
con una frecuencia ν = 2NA ν0 T , siendo NA el número de Avogadro y T la
probabilidad del túnel.
El efecto túnel juega un papel central en numerosos dispositivos de
alcance tecnológico cuyo fundamento cuántico es bien comprendido, y
que comentaremos a continuación. Entre ellos destaca especialmente el
caso de la fusión nuclear controlada. También juega un papel reconocido
el efecto túnel en el campo de la bioquímica molecular, en relación, entre
otros temas, con la fotosíntesis y la respiración celular. Se ha señalado
asimismo su papel clave en la síntesis primordial de importantes moléculas
prebióticas en astroquímica 3 .
Como ejemplo de los temas conocidos de efecto túnel en física citaremos
los siguientes, tratados, a nivel de introducción, en ejercicios específicos
del curso:
• La emisión de partículas α . Por su importancia, la discutiremos
aquí en cierto detalle, y puede servir como modelo a todos los demás
casos. Esclarecida por G. Gamow en 1928, es uno de los hitos más
celebrados de la Mecánica Cuántica.
• El microscopio de efecto túnel. Los electrones libres de un metal,
que se encuentran atrapados en el mismo en un escalón de potencial
(cuyo salto es la función de trabajo w0 ), pueden ser extraídos por
la aplicación externa de un campo eléctrico muy intenso. Permite
observar con nitidez el tamaño y la estructura de los átomos en su
superficie.
• Los diodos y transistores de emisión de campo. Permiten la
conmutación de corrientes a frecuencias muy elevadas en determinados
semiconductores, no estando limitados por el fenómeno de la difusión
(como los diodos normales), sino por la frecuencia cuántica de De
Broglie. Se trata de un campo amplio, con múltiples implicaciones en
las tecnologías de muy alta escala de integración (VLSI), como, por
ejemplo, en los dispositivos móviles.

3 véase por ejemplo el artículo “Quantum Tunnelling to the Origin and Evolution of Life”, F. Trixler
(2013), https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24039543.
162 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

• La oscilación de la molécula NH3 . El átomo de Nitrógeno no


podría pasar al otro lado del triángulo formado por los átomos de
Hidrógeno, pero lo hace, y regresa con una frecuencia muy estable ω.
Dos pozos de potencial (con frecuencia clásica ω0 ) se conectan por
una barrera, con probabilidad T del túnel. El movimiento periódico de
tránsito del átomo de N surge de la creación de dos niveles de energía
muy próximos que provocan la oscilación de Bohr entre ellos, siendo:
E2 − E1 = h̄ω = h̄(T ω0 ).
• La creación de pares electrón-positrón. Este fenómeno admite
una interpretación como efecto túnel, donde los electrones son extraídos
no de un metal, como en el caso del microscopio, sino del vacío. El
campo eléctrico lo proporciona aquí la ley de Coulomb, ejercida, por
ejemplo, en la superficie de un núcleo. El cálculo matemático de
la probabilidad de creación resulta idéntico al del microscopio. El
positrón se interpreta como el hueco dejado por el electrón en el vacío.
• El fenómeno de la fusión termonuclear, así como su extensión a la
nucleosíntesis estelar, que gobierna la producción primordial de
núcleos pesados en las estrellas de mayor masa. Las estrellas mismas
serían inviables de no ser por el efecto túnel, ya que la repulsión
eléctrica entre los núcleos impediría la fusión. En cuanto al formalismo,
es idéntico al de la emisión de partículas α, pues los núcleos atraviesan
la misma barrera culombiana, pero en dirección opuesta.

La vida media de los emisores α


Muchos núcleos pesados son emisores de partículas α 4 , como parte del
fenómeno de la radiactividad natural. Sin entrar en un tratamiento detallado
en física nuclear, tiene sentido considerar que la partícula α preexiste dentro
del núcleo antes de la emisión, especialmente en el caso de los emisores con
un número par de nucleones. Cada isótopo emisor α está caracterizado por
dos cantidades medibles con gran precisión: su vida media τ y la energía
cinética Eα de la partícula α. Mientras las primeras presentan un enorme
rango de variación, que va desde el microsegundo hasta los miles de años,
los valores de Eα se encuentran en el rango de una decena de MeV, no muy
lejano de las energías que tienen dentro del núcleo.
Se define la actividad nuclear (por mol) como λN = NA λ , siendo λ ≡ 1/τ
(medida en s−1 ) nuestra variable de referencia en lo que sigue.
4 la partícula α es el núcleo del átomo de Helio, y está formada por dos protones y dos neutrones.
163

Cuando la vida media es muy corta, un mol de emisor tiene una enorme
actividad nuclear, es decir, emite muchas partículas α por minuto (pudiendo
resultar muy peligroso).
Las grandes variaciones observadas en la actividad de los emisores
α eran ya conocidas en la década de 1920, junto con las energías Eα ,
gracias sobre todo a las medidas realizadas por Geiger y Nutall 5 . Estos
autores habían establecido una relación empírica entre ambas cantidades,

que consistía en una dependencia lineal entre el logaritmo de λ y 1/ Eα ,
la llamada ley de Geiger-Nutall, pero esta ley no podía ser comprendida
con la física de la época. En la Figura 26.3 recogemos datos actuales que
muestran la exactitud de dicha ley con los isótopos pares del Uranio, del
Polonio y del Radio, que analizaremos después.
No solo la ley de Geiger-Nutall no era comprendida, sino que, cuando
se incorporaban los datos de las medidas de los radios nucleares R (en
fm) a los físicos se les planteaba una paradoja irresoluble en base a las
leyes de la Mecánica y al principio de conservación de la energía. Estas
medidas de R se lograban gracias al método introducido por Rutherford,
consistente en dispersar precisamente partículas α de distintas energías
sobre los núcleos, y observar la energía límite (máxima, de hecho) en
que estas eran absorbidas por el núcleo. Se comprende fácilmente que el
parámetro de impacto coincide en este caso con el valor de R.
Para entender la mencionada paradoja, podemos tomar como referencia
los datos concretos del isótopo 238U, que tiene un radio R ≈ 30 f m 6 y un
valor medido Eα = 4.2MeV. La ley de Coulomb arroja la siguiente energía
potencial para la partícula α que se encuentra en el exterior del núcleo, a
una distancia r ≥ R del centro del mismo (suponiendo forma esférica y que
la interacción nuclear sólo actúa en el interior):

1 2Ze2
U(r) =
4πε0 r
5 H. Geiger llevó a cabo en 1909 con E. Marsden el famoso experimento de la lámina de Oro que puso de
manifiesto la existencia del núcleo atómico, y fue el inventor del contador que lleva su nombre, que sigue
siendo en la actualidad el dispositivo de referencia utilizado para la detección de radiactividad α. La medida
de Eα puede lograrse por distintos métodos, siendo el más común la medida de la energía depositada al
frenarse la partícula. Precisiones de ∼ 70 KeV son perfectamente accesibles hoy día.
6 los radios nucleares no están exentos de incertidumbre teórica, por muy precisas que sean las medidas,

debido al hecho de que el potencial nuclear no sube a su valor máximo en vertical, sino sobre una cierta
distancia, determinada por los detalles del campo eléctrico en la superficie del núcleo. Recuérdese la discusión
conceptual del condensador cilíndrico de la Figura 24.1, ahora con d ∼ 5 f m. No obstante, la paradoja anterior
se ilustra perfectamente tomando el valor promedio de 30 fm que se indica.
164 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

Log10 λ (s-1)
10
● Po
216 212 ■ U
■ ◆ ●
220 ■ ◆ Ra
5 222 ◆ 214


224 ◆ 216
0 ■ ●
0.35 226 0.4 0.45
◆ ●

228 224 Eα -1/2 (MeV -1/2)
-5


230
-10 ■ 226
232 ◆

234
-15 ■
236

238
-20

Figura 26.3: Actividad λ de los distintos isótopos pares emisores α del Uranio (U), del
Polonio (Po) y del Radio (Ra), en función del inverso de la raíz cuadrada de Eα . La
dependencia lineal observada en cada serie se encuentra en excelente acuerdo con la ley
de Geiger-Nutall discutida en el texto. Nótese la variación de 25 órdenes de magnitud en
el valor de λ . Fuente: Isotope Data, Wolfram Mathematica 11.

Tomando Z = 92 para el Uranio, podemos evaluar la energía potencial


en la superficie haciendo r = R = 30 f m. El factor 2 corresponde a la carga
de la partícula α. El resultado es B ≡ U(R) = 8.8MeV, tal como se indica
en la Figura 26.4. ¿Cómo explicar que la energía cinética medida de la
partícula sea solo 4.2MeV? El principio de conservación de la energía nos
dice que, si la partícula ha atravesado la superficie, necesariamente adquiere
una energía de 8.8MeV que no puede perder, no importa la trayectoria que
siga hasta llegar al contador Geiger, que se encuentra a potencial cero.

En 1928 el físico ruso-norteamericano G. Gamow logró brillantemente


explicar la paradoja anterior, así como la propia ley de Geiger-Nutall,
utilizando la ecuación de Schrödinger. Esto le llevó a introducir el efecto
túnel, al que dió nombre, justo en la forma analítica en que lo hemos tratado
anteriormente, para una barrera de potencial.
165

B
2 Ze2 1
4 πϵ0 r

R r1
r
E0

Figura 26.4: Energía potencial de una partícula α dentro y fuera de un núcleo ideal
de radio R, en función de su distancia al centro. En el interior, es debida a la fuerza
nuclear, y es constante. En el exterior, se debe a la fuerza de repulsión de Coulomb. La
partícula α puede escapar por efecto túnel, manteniendo su energía E constante. Se
indican los parámetros B y r1 referidos en el texto. En particular, la gráfica anterior ayuda
a comprender los valores E = 4.2 MeV y B = 8.8 MeV que corresponden al 238U.

Gamow eligió el nombre de efecto túnel 7 motivado por una versión


gravitatoria de la barrera, que podría estar representada por una carretera
ascendente en un puerto de montaña. Un automóvil con velocidad v que
es abandonado a su propia inercia nunca podría superar una cierta altura,
regresando al punto de partida por el mismo camino, y recuperando la
velocidad que tenía originalmente, en sentido contrario. El comportamiento
cuántico consiste en que, sorprendentemente, puede también descender por
el otro lado de la montaña sin haber alcanzado nunca la cima, como si se
hubiera excavado espontáneamente un túnel en ella.
Vamos a ver a continuación cual fue la derivación que hizo Gamow
para deducir la ley de Geiger-Nutall con la barrera que corresponde al
potencial culombiano representada en la Figura 26.4. Es necesario para
ello comprender que en el interior del núcleo la partícula α está sometida
a un potencial nuclear constante, con un valor negativo en MeV (−|E0 |)
específico de cada núcleo. El potencial ha descendido a este valor debido a
la intensa atracción nuclear, que supera a la repulsión eléctrica.
7 tunneling, en inglés. Como verbo, to tunnel, tener efecto túnel, o tunelear.
166 Capítulo 26. EL EFECTO TÚNEL

En el interior del núcleo, es una buena aproximación considerar que


la partícula α se mueve con velocidad constante v0 , y rebota al llegar a
la superficie, desde el interior, con una frecuencia v0 /(2R). Por tanto la
actividad del emisor viene dada por la expresión:
v0 −2G
λ= e (26.7)
2R
donde G es la integral del momento imaginario (dividida por h̄) entre los
puntos de retroceso indicados en la Figura 26.4:
1 r1 p
Z
G= 2m (U(r) − Eα )dr
h̄ R
Los puntos de retroceso se calculan como intersección de la recta
horizontal Eα = const con la barrera, observándose que se verifica la
proporción: x ≡ R/r1 = Eα /B. Recordemos el valor de B:
1 2Ze2
B=
4πε0 R
La integral puede calcularse analíticamente haciendo un cambio de
variable simple 8 , y escribimos directamente el resultado ya simplificado:
s
(2m)1/2 2Ze2 1 2m 1/2 2Ze2 h π √
Z r1      
1 p i
G= − Eα dr = − arcsin x − x(1 − x)
h̄ R 4πε0 r h̄ Eα 4πε0 2

Considerando que la proporción x definida antes es pequeña frente a la


unidad en cualquier emisor, tiene sentido realizar el desarrollo en serie de
la expresión entre corchetes. Observamos además que el factor que figura
delante incluye
p específicamente el inverso de la velocidad de la partícula
α: vα = 2Eα /m. Es decir, el que figura en la ley de Geiger-Nutall. La
expresión entre corchetes γ(x) incluye una función arco seno, y de su
desarrollo en serie de potencias de x basta tomar los dos primeros términos,
siendo el primero dominante:
π √
γ(x) = − 2 x + · · ·
2
que nos lleva a la expresión final:
Ze2
r
2e ZRm
G' −
2ε0 h̄vα h̄ πε0
8 el cambio es r = r1 sin2 θ . Para r = R tenemos θ = arcsin (R/r1 )1/2 , y para r = r1 , θ = π/2. En la
integral final es necesario tener en cuenta: cos2 θ = (1 + cos(2θ ))/2.
167

Introduciendo ahora la actividad del emisor a través de la expresión


(26.7), queda demostrada la ley de Geiger-Nutall en la forma:

Ze2
r  v  4e r
m 0 ZRm
lnλ = − + ln + = −KEα −1/2 +C
ε0 h̄ 2Eα 2R h̄ πε0
Donde vemos que la pendiente K de la dependencia lineal de lnλ con
Eα −1/2 está unívocamente determinada por Z. Esta es la razón de tomar
distintas series isotópicas de emisores α para un elemento Z determinado,
como hemos hecho en la Figura 26.3 con el Uranio (U), el Polonio (Po), y el
Radio (Ra). El término independiente C (intercepto de las rectas) depende
adicionalmente de v0 y de R, razón por la cual cambia en general para otro
valor de Z distinto, como muestra la propia figura.
Nótese que la constante v0 representa la velocidad de la partícula α en
el interior del núcleo, y recoge la información del potencial nuclear −|E0 |
representado en la Figura 26.4. Esta velocidad es distinta de vα , al ser
(1/2)mv20 = (1/2)mv2α + |E0 |.
El acuerdo excelente de los datos con la hipótesis de Gamow sobre el
efecto túnel, que abarca 25 órdenes de magnitud, constituyó en su momento,
y sigue constituyendo hoy día, una confirmación decisiva del formalismo
de la Mecánica Cuántica. No existe ninguna otra ley física conocida hoy
que mantenga su acuerdo con los datos sobre tal rango de variación de los
parámetros medibles (pensemos en la ley de la gravitación de Einstein y
Newton, el electromagnetismo, etc).
No debemos minimizar lo aprendido del análisis de la paradoja anterior,
en cuanto a la interpretación inequívocamente no local de la Mecánica
Cuántica. Se hace necesario admitir que la partícula α se encuentra de
forma simultánea en el interior del núcleo atómico y en las inmediaciones
del contador Geiger, mientras ninguna señal haya sido registrada en este
último.
27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

Dedujimos en la Sección 2.4 el espectro de energía que tiene el oscilador


armónico a partir de la cuantización semiclásica, y comentamos allí su
profundo impacto en la física de principios del siglo XX. No olvidemos que
fue precisamente para el oscilador armónico que Planck introdujo en 1900 la
constante h, conjeturando la posible discretización de sus energías. Vamos
ahora a tratar el problema de los estados estacionarios con la ecuación de
Schrödinger Hψ = Eψ, para comprobar, primero, si la solución semiclásica
es exacta en este caso. Pero más importante, podremos determinar las
funciones de onda ψn de cada nivel de energía, analizar su extensión a 3D,
y establecer su degeneración.
Tomamos
p la energía potencial en 1D como: U(x) = (1/2)mω 2 x2 (donde
ω = k/m es su frecuencia característica), haciendo la elección natural
U(0) = 0, donde solo tienen sentido energías positivas E > 0. Recordemos
que la amplitud de las soluciones
p clásicas, unívocamente determinada por
la energía, es: Acl = (1/ω) 2E/m.
La ecuación diferencial toma la forma:

−h̄2 d 2 ψ 1
2
+ mω 2 x2 ψ = Eψ
2m dx 2

Definiendo las constantes α ≡ mω/h̄ y β ≡ 2mE/h̄2 , se escribe como:

d 2ψ  2 2

+ β −α x ψ = 0
dx2
169

En lugar de medir la elongación x del oscilador en metros, interesa


hacerlo en una escala u adimensional, definida por la nueva variable:

r

u ≡ αx = x

que lleva la ecuación a la forma:
d 2ψ
 
β
2
+ − u2 ψ = 0
du α
Podemos realizar ahora un cambio de función, que no supone ninguna
pérdida de generalidad en las soluciones, y resolver para la nueva función
H(u) definida como:
2
ψ(u) ≡ e−u /2 H(u) (27.1)
en el bien entendido que, una vez obtenida la solución para H(u),
debemos utilizar (27.1) para recuperar la función de ondas ψ(u). Utilizando
la regla de la cadena establecemos sin dificultad la nueva ecuación para
H(u):
d 2H
 
dH β
− 2u + −1 H = 0
du2 du α
Al igual que en casos anteriores, vamos a utilizar el método de resolver
la ecuación planteando el desarrollo en serie de H(u) alrededor de u = 0,
y establecer una relación recurrente para los coeficientes de dicha serie.
Previsiblemente, obtendremos un radio de convergencia (−∞, +∞), que es
el esperado para la función de ondas del oscilador, pues suponemos que
este podrá propagarse más allá de la amplitud clásica Acl , en virtud del
propagador de Feynman, rompiendo así la Mecánica Clásica.
La cuestión clave es si las soluciones obtenidas a la ecuación diferencial
para ψ(u) son de cuadrado sumable para cualquier elección de la energía
E > 0. Para investigarlo, escribimos el desarrollo:

2
H(u) = a0 + a1 u + a2 u + · · · = ∑ a ju j
j=0

Establezcamos ahora la ley recurrente sobre sus coeficientes a j sumando


término a término las contribuciones proporcionales a H 00 , H 0 y H, y
agrupando términos. Omitiendo este trabajo de agrupamiento, pasamos
a escribir directamente el resultado:
(β /α) − 1 − 2 j
a j+2 = − aj j = 0, 1, · · · ∞ (27.2)
( j + 1)( j + 2)
170 Capítulo 27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

Puede comprobarse por el test del cociente para series que, en efecto,
su radio de convergencia es (−∞, ∞). Es importante darse cuenta de que la
expresión indicada para la ley recurrente es válida tanto para los términos
pares como para los términos impares de la serie. Esto quiere decir que,
fijados los valores de a0 y a1 , están determinados todos los demás términos.
Por tanto estos valores son las dos constantes de integración arbitrarias, que
necesariamente tiene una ecuación diferencial de segundo orden.
Vamos ahora a investigar el comportamiento asintótico de H(u) por
comparación con una serie bien conocida, en aplicación del Lema de
Semejanza Asintótica que enunciamos al inicio del Capítulo 16, para
u → ±∞ (borde del radio de convergencia).
La serie de referencia, que justifica nuestro cambio de función, es la
propia función exponencial:

u2 u4 u6 2
e = 1+u + + +···
2! 3!

Utilizando la notación ∼ para denotar igualdad en el límite indicado, su


ley recurrente es, evidentemente :

a j+2 (l/2)! 2 2
= = ∼ para j → ∞
aj ( j/2 + 1)! j+2 j

Es claro que, para valores muy altos de j, la ley recurrente (27.2) se


aproxima a: a j+2 /a j ∼ 2/ j, que es asintóticamente equivalente a la anterior,
luego la función H(u) no cumple H(u) → 0 para u → ±∞, condición
necesaria para ser de cuadrado sumable. Obsérvese que el razonamiento se
aplica por separado a ambas series: pares e impares.
Es necesario comprobar no obstante si al deshacer el cambio de función
realizado en (27.1) aún puede restaurarse el decaimiento a cero en el infinito.
Pero no es así, debido al factor 2 introducido en el exponente:
2 /2 2 /2 2 /2
ψ(u) ≡ e−u H(u) ∼ A2 eu + A1 eu (27.3)

donde hemos tenido en cuenta que la serie H(u) es la suma de sus


términos pares e impares, ambos divergentes para u → ±∞ en virtud de la
aplicación del Lema de Semejanza. Los coeficientes A2,1 son proporcionales
a a 0,1 y a los factores reales previstos en la aplicación del Lema.
171

Tabla 27.1: Polinomios de Hermite hasta n = 5

H0 = 1 H1 = 2x
H2 = 4x2 − 2 H3 = 8x3 − 12x
H4 = 16x4 − 48x2 + 12 H5 = 32x5 − 160x3 + 120x

Tabla 27.2: Funciones de ondas ψn del oscilador armónico 1D hasta n = 3

√ 1/2 2 2 √ 1/2 2 2
ψ0 (x) = (a/ π) e−a x /2 ψ1 (x) = (a/2 π) 2axe−a x /2
√ 1/2 2 2 √ 1/2 2 2
ψ2 (x) = (a/8 π) (4a2 x2 − 2)e−a x /2 ψ3 (x) = (a/48 π) (8a3 x3 − 12ax)e−a x /2

Por tanto, hemos llegado a la sorprendente conclusión de que ninguna


solución de la ecuación de Schrödinger (con E > 0) presenta una función
de ondas ψ de cuadrado sumable. ¿Existe alguna forma de sustraerse a
esta conclusión? Basta para ello darse cuenta de que determinados valores
críticos de E hacen que la serie no conste en realidad de infinitos términos,
sino que todos ellos son cero a partir de uno dado. Si observamos el
numerador de la expresión (27.2), vemos cuál es la condición necesaria
y suficiente para que esto ocurra: que el cociente β /α ∈ R sea un entero
impar.
En efecto, la condición anterior se expresa como: β /α = 2n + 1, con
n = 0, 1, ∞. Sustituyendo los valores de los parámetros β (energía) y α, que
habíamos definido, llegamos a la renombrada fórmula de cuantificación del
oscilador armónico 1D:

 
1
En = n + h̄ω n = 0, 1, · · · ∞ (27.4)
2

confirmando así que el resultado semiclásico (2.6) que se obtuvo en


el Capítulo 2, es el que se obtiene de manera exacta con la ecuación de
Schrödinger.
172 Capítulo 27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

ψn (ax)
7

0
-4 -2 2 4

Figura 27.1: Funciones de ondas ψn (ax) de los estados estacionarios del oscilador
armónico 1D, desde n = 0 hasta n = 7. Obsérvese la alternancia en la paridad de las
funciones. Por razón estética, y para ilustrar su espaciamiento en energía, estas se han
desplazado en la escala vertical por una cantidad constante. Se ha coloreado el área del
estado fundamental. La curva en negro representa la energía potencial.

Es interesante ahora poder examinar las funciones de onda ψn (x) que


corresponden a cada estado estacionario En . La ecuación (27.1) nos indica
la estructura de dichas soluciones: se trata del producto de un polinomio
por una campana de Gauss. Además podemos afirmar que dicho polinomio
contiene únicamente potencias pares o impares. En efecto, la condición
(27.4) garantiza que solo una de las series degenera en un polinomio. Para
conseguir que ψ(u) vaya a cero en el infinito en la ecuación (27.3), es
necesario además hacer nula la otra constante de integración A1,2 = 0,
según corresponda a la paridad de n.
Los polinomios que satisfacen la ley recurrente (27.2) con β /α impar
se conocen en la literatura como polinomios de Hermite, y pueden ser
evaluados de manera recurrente con la conocida fórmula de Rodrigues:

n x2d n −x2
Hn (x) = (−1) e e
dxn

cuya expresión detallada proporcionamos en la Tabla 27.1, hasta n = 5.


173

ψ20 (ax)2
1
π Acl 2 -a2 x2

-Acl -5 0 5 Acl

Figura 27.2: Densidad de probabilidad |ψn (ax)|2 de un oscilador armónico con n = 20,
en función de su elongación. Se ha superpuesto en naranja la densidad de probabilidad
clásica, como se observaría en fotografías al azar. Nótese que esta última se hace infinita
en la amplitud clásica Acl , donde la Mecánica Clásica supone falsamente que la velocidad
es nula. El acuerdo entre ambas curvas se hace cada vez mejor para n → ∞, ya que se
observa la probabilidad promedio, estando siempre limitada la precisión espacial.

Teniendo en cuenta que la constante a ≡ α = mω/h̄ se mide en m−1 ,
p

las funciones de ondas tienen como argumento la cantidad adimensional ax,


y se expresan en la forma:
2 x2 /2
ψn (ax) = Nn Hn (ax)e−a
donde la constante Nn surge de imponer la condición de normalización:
Z ∞
2 2
Nn2 Hn 2 (ax)e−a x dx = 1
−∞
que conduce al valor:
r
a
Nn = √ n
π2 n!
Las funciones de onda de los estados más bajos se indican en la Tabla
27.2 y se han dibujado en la Figura 27.1. Obsérvese que la gaussiana
p que
factoriza a todos los estados tiene como anchura σ = 1/a = h̄/(mω),
que marca la longitud característica de las fluctuaciones cuánticas en el
oscilador, análoga al radio de Bohr en el átomo.
174 Capítulo 27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

Vemos que el estado fundamental es una simple gaussiana, y presenta


el máximo de la densidad de probabilidad en el origen, donde el oscilador
tiene elongación cero. Este comportamiento es opuesto al predicho por
la Mecánica Clásica. En efecto, en esta última podríamos también hablar
de probabilidad de encontrar el oscilador en un punto determinado, si
realizásemos fotografías al azar de su posición. Entonces la probabilidad
sería inversa con la velocidad del móvil en cada punto, y recordemos que,
en el origen, la velocidad del oscilador es máxima.
Resulta interesante que la anchura σ de la gaussiana antes mencionada
en el estado fundamental, precisamente corresponde pal valor clásico de la
amplitud tomando la energía E0 = (1/2)h̄ω, Acl = 2E0 /m(1/ω). Como
era esperable, en este estado se produce la máxima violación de la Mecánica
Clásica, y una forma de expresarlo es decir que el oscilador demora el 32 %
(1 − P1σ ) de su tiempo fuera de la amplitud clásica. Aún más interesante es
comprobar que, para valores altos de n, la distribución cuántica de densidad
de probabilidad en los estados estacionarios se asemeja enormemente a
su versión clásica, alcanzándose un máximo absoluto de la probabilidad
justamente en Acl , para n → ∞, como puede apreciarse en detalle en la
Figura 27.2, ya para n = 20.
Los polinomios de Hermite cumplen las relaciones de ortogonalidad:
Z +∞
2 2
2
|Nn | Hn0 (x)Hn (x)e−a x dx = δn0 n (27.5)
−∞

que aseguran la ortonormalidad de los estados: hψn0 |ψn i = δn0 n .


Por contener únicamente potencias de una paridad definida, y ser la
campana de Gauss una función par, las funciones ψn (x) tienen paridad
(−1)n , es decir: ψn (−x) = (−1)n ψn (x). Es de interés la siguiente relación
de recurrencia, bien documentada en la literatura:

Hn+1 (x) = 2xHn (x) − 2nHn−1 (x) (27.6)

El potencial del oscilador armónico puede extenderse a 3D, y la versión


más simple es considerar que las frecuencias características son iguales en
las 3 direcciones espaciales: ωx = ωy = ωz = ω. El potencial así obtenido
U(r) = (1/2)mω 2 r2 = (1/2)mω 2 (x2 + y2 + z2 ) tiene simetría central, y la
forma natural de tratarlo es resolver la ecuación de Schrödinger radial.
175

Sin embargo, vemos que dicho potencial presenta la propiedad de ser


separable en 3 términos idénticos en cada coordenada cartesiana. Esto nos
ofrece la posibilidad de una extensión directa del resultado anterior en 1D,
tomando soluciones en la forma factorizada ψ(r ) = ψn1 (x)ψn2 (y)ψn3 (z):
 2 2
∂2 ∂2
 
−h̄ ∂ 1 
2
+ 2 + 2 + mω 2 x2 + y2 + z2 ψ(r ) = Eψ(r )
2m ∂ x ∂y ∂z 2
Es claro que la ecuación de Schrödinger se rompe en 3 idénticas a la
estudiada antes, con la energía suma: E = En1 + En2 + En3 . Es decir, los
estados estacionarios están en correspondencia 1−1 con las ternas de
números enteros (n1 , n2 , n3 ), tales que cada uno de ellos i por separado
toma los valores ni = 0, 1, 2, · · · ∞. Esto nos permite establecer de inmediato
el espectro de energía del oscilador 3D:
   
3 3
E = n1 + n2 + n3 + h̄ω = n + h̄ω
2 2
donde n ≡ n1 + n2 + n3 es un número entero que, al igual que en el
oscilador 1D, toma los valores: n = 0, 1, · · · ∞. Las funciones de ondas en
detalle, utilizando los polinomios de Hermite, son:
3 2 x 2 /2
ψn1 n2 n3 (r ) = ∏ Nni Hni (axi )e−a i

i=1
Obsérvese que la energía del estado fundamental del oscilador 3D es
(3/2)h̄ω, es decir, 3 veces mayor que en 1D. Esto era esperable del principio
de indeterminación, donde el confinamiento en cada eje genera energías
que se suman. Para designar los estados estacionarios podemos utilizar la
notación de Dirac en la forma |n1 n2 n3 i.
Veamos ahora que, por encima del estado fundamental |000i (n = 0),
que no es degenerado, se presenta una degeneración cuántica gn , que
va en aumento al crecer los valores de n. Por ejemplo, para n = 1 los
estados: |100i, |010i y |001i tienen igual energía. Para calcular gn , veamos
cuántas ternas de números enteros podemos encontrar fijada la suma:
n = n1 + n2 + n3 . El problema es equivalente a otro combinatorio: de cuántas
maneras podemos distribuir n bolas idénticas en 3 cajas, permitiendo que
puedan estar vacías. Pensemos que, una vez distribuídas dos cajas, la tercera
está fijada por la diferencia. Por tanto se trata de distribuir n + 2 elementos
(incluye 2 huecos) en 2 cajas, es decir:
 
n+2 1
g oscilador = = (n + 1)(n + 2) (27.7)
2 2
176 Capítulo 27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

Observemos ahora que, al igual que ocurre en el oscilador 1D, cada


nivel de energía tiene una paridad determinada en su función de ondas:
(−1)n1 (−1)n2 (−1)n3 = (−1)n , que va alternando su signo al aumentar n.
Pensemos que no solo la energía de los niveles En es medible, sino que
también lo son sus niveles de degeneración gn , a través de una medida de la
entropía, es decir, del calor específico, de un mol de osciladores. Por tanto,
el valor que hemos obtenido para gn en nuestro análisis en coordenadas
cartesianas debe permanecer válido si hacemos el análisis en coordenadas
esféricas.
Por su valor pedagógico, vamos a dar algunas indicaciones sobre el
tratamiento del oscilador armónico 3D en coordenadas esféricas 1 . Se trata
de plantear la ecuación de Schrödinger radial con el potencial esférico
U(r) = (1/2)mω 2 r2 , y encontrar soluciones que sean de cuadrado sumable
en R3 . El comportamiento ul ∝ rl+1 para r → 0 visto en el Capítulo 17 y
2 2
ul (r) ∝ e−a r /2 para r → ∞ observado en 1D sugieren el cambio:
2 r 2 /2
ul (r) = rl+1 e−a vl (r)
La ecuación radial resultante se simplifica si hacemos que elp argumento
2 2
de la función sea ρ = a r , con wl (ρ) = vl (r), siendo a ≡ mω/h̄ la
longitud inversa propia del oscilador 1D. Al igual que hemos visto en el
caso del átomo de hidrógeno y del oscilador 1D, se plantea un desarrollo en
serie de potencias de ρ de la función wl , que satisface una ley recurrente
para los coeficientes de la serie. El requisito de cuadrado sumable puede
ser satisfecho también en este caso exigiendo que la serie degenere en un
polinomio de grado nr , con nr = 0, 1, 2, · · · ∞, que cuantifica los valores de
la energía.
En consecuencia las soluciones para los estados estacionarios adoptan la
forma:
2 2 1
ψnr ,l,ml = Nnl rl Ylml (θ , φ ) e−r a /2 Ln(l+
r
2 ) (a2 r 2 )

1
donde Ln(l+
r
2 ) (x) es el polinomio de Laguerre generalizado de grado

nr = n−l 2 2 2
2 evaluado en x = a r (como veremos, n y l tienen igual paridad) ,
y Nnl una constante de normalización .
1 un cálculo completo, distinto del sugerido a continuación, pero con igual notación, puede encontrarse
en https://en.wikipedia.org/wiki/Particle-in-a-spherically-symmetric-potential.
nr
m(m−1)...(m−s+1)
2 polinomio que toma la forma: L(α) (x) = (−1)k nnrr+α m
 k
nr ∑ −k x /k!, siendo s = s!
k=0
 12 n−l
 n+l  ! 21
2n+l+2 a2l+3

2 ! 2 !
coeficientes binomiales generalizados, con la constante: Nnl = √ .
π (n + l + 1)!
177

El espectro de energías resulta ser el siguiente:


 
3
Enr l = 2nr + l + h̄ω (27.8)
2
En la expresión anterior tenemos los valores cuánticos nr = 0, 1, 2 · · · ∞
(por supuesto, l = 0, 1, · · · ∞) y, como era de esperar, el espectro de energía
es idéntico al encontrado anteriormente en coordenadas cartesianas, si
hacemos la identificación: n = 2nr + l = n1 + n2 + n3 .
Si nos centramos en el subespacio de Hilbert, de dimensión gn , que
corresponde a un nivel de energía determinado del oscilador, los resultados
anteriores nos proporcionan un ejemplo interesante de la presencia de dos
bases ortonormales distintas, en ese mismo subespacio. Las dos bases están
definidas por los estados: {|n1 n2 n3 i} y {|nr l ml i}.
Los estados físicos, y su distribución espacial, son completamente
distintos: en la primera, la energía del oscilador a lo largo de cada uno
de los ejes coordenados está bien definida, pero no conocemos su momento
angular. En la segunda, conocemos con precisión su estado cuántico de giro,
a través de los números cuánticos (l, ml ), pero una medida de su energía
a lo largo de un eje determinado presentaría fluctuaciones. Todo estado
de energía total bien definida de un oscilador 3D puede expresarse como
combinación lineal de estados de cualquiera de las dos bases, y existe una
matriz de rotación gn ×gn que relaciona ambas.
Solo la presencia de un término adicional en el Hamiltoniano de ese
oscilador puede romper la degeneración en energía, con la posible aparición
de una nueva base (donde el nuevo Hamiltoniano es diagonal), y con
nuevos números cuánticos. La introducción de un campo magnético intenso
B con H = −(µB /h̄)BLz , por ejemplo, causaría una ruptura parcial de la
degeneración, adquiriendo los estados energías ligeramente distintas según
el número cuántico ml , debido al efecto Zeeman que vimos en el Capítulo
18. En este caso, la nueva base sería específicamente {|nr l ml i}.
Observemos con mayor detalle cuál es la simetría de los estados del
oscilador con momento angular bien definido, en la base |nr l ml i. Todos
los estados |n1 n2 n3 i tienen su paridad bien definida: (−1)n . Esta misma
paridad es extensiva a los estados |nr l ml i, que son combinación lineal de
los anteriores. Como cada estado l tiene una paridad (−1)l , debe cumplirse
(−1)n = (−1)l en todos los casos. Esta es precisamente la razón por la que
el primer término de la ecuación n = 2nr + l debía ser un entero par, en el
análisis anterior de la ecuación de Schrödinger radial.
178 Capítulo 27. EL OSCILADOR ARMÓNICO 3D

Por tanto, para un valor dado de n, la secuencia de valores de l con igual


valor de la energía, en el oscilador 3D, es: l = n, n − 2, n − 4, · · · 0, o bien:
l = n, n − 2, n − 4, · · · 1, dependiendo de la paridad de n.
Es decir, solo están permitidos los orbitales ns, nd, ng, · · · , o bien los
orbitales np, nf , nh · · · . Es fácil comprobar, dando valores concretos de n,
que el valor de la degeneración gn de la fórmula (27.7) se confirma en la
base |nr l ml i, como no podría ser de otra forma.
La degeneración en la energía que presenta el oscilador armónico 3D, en
relación a los valores de l, se asemeja a la que hemos visto para el potencial
de Coulomb, y ambos potenciales son matemáticamente singulares en
cuanto a esta propiedad.
Otra característica importante del oscilador es que al emitir o absorber
fotones de acuerdo con la fórmula de Bohr Em − En = h̄ω los valores
enteros n y m no pueden ser cualesquiera, sino únicamente m = n ± 1. Antes
de nada, debemos darnos cuenta de que, en el oscilador, se produce una
sutil coincidencia entre dos frecuencias p ω que, a priori, no tendrían que
ser iguales: su frecuencia propia ωosc = k/m, y la frecuencia del fotón
emitido: h̄ω foton . La fórmula de Bohr permitiría en principio que la segunda
fuese un múltiplo entero de la primera, pero los datos demuestran que
prácticamente nunca se emite un fotón con energía doble, o triple, a la del
quantum del oscilador.
Para comprender lo anterior, es necesario realizar una pequeña incursión
en la electrodinámica cuántica. En la oscilación cuántica implícita en
la fórmula de Bohr, domina siempre la radiación dipolar-eléctrica. Los
procesos de emisión o absorción de fotones llevan aparejada una amplitud
que se calcula dejando que el operador er actúe sobre el estado inicial ψm
y proyectando luego sobre el estado final del sistema ψn (suponemos el
oscilador cargado, con carga eléctrica e). La tasa de emisión espontánea de
fotones por unidad de tiempo (s−1 ) vale 3 :
 
ω4
3πε c3 h̄ω
|hψn |er |ψm i|2
0

donde el factor de proporcionalidad se obtiene simplemente de la fórmula


de radiación de Larmor (véase Section 2.3) en Js−1 , dividida por h̄ω.
3 una forma de verlo es pensar que el campo eléctrico de las ondas en el vacío imprime en la partícula
una energía erE , que induce la transición. El campo E es perpendicular a estas ondas, y todas sus posibles
orientaciones necesitan ser sumadas, en esa frecuencia concreta. Sólo falta entonces promediar el operador
er sobre las funciones de ondas.
179

Consideremos primero el caso 1D, y tengamos en cuenta la propiedad


recurrente de los polinomios de Hermite Hn+1 (x) = 2xHn (x) − 2nHn−1 (x)
y la paridad (−1)n que corresponde a Hn (x) . En efecto, veamos que sólo el
nivel |n + 1i puede decaer hacia |ni. La función de ondas del nivel |n + 2i
se descompone como: Hn+2 (x) = 2xHn+1 (x) − 2(n + 1)Hn (x). El primer
término arroja cero por ser x2 par, hn|2ex2 |n + 1i = 0, teniendo |n + 1i y
|ni paridades opuestas, y también el segundo término arroja cero, ya que
hn|x |ni = 0. Igualmente hn|ex |n + 3i = 0, pues |n + 3i tiene igual paridad
que |ni, y así sucesivamente para |n + 4i, |n + 5i, etc.
El resultado m = n ± 1 se confirma enseguida en 3D, teniendo en cuenta
que r = xi + yj + zk. En efecto, si definimos |ni ≡ |n1 n2 n3 i, el elemento
hn|ex |mi contiene en realidad el producto hn1 |ex |m1 i · hn2 |m2 i · hn3 |m3 i,
que será no nulo sólo si se cumple m1 = n1 ± 1 según lo anterior en 1D,
siendo además n2 = m2 y n3 = m3 por la ortonormalidad de los Hni . Si
mantenemos los estados |ni y |mi, se verifica además: hn|ey|mi = 0 y
hn|ez|mi = 0, debido a que |n1 i y |m1 i son ortogonales. Igual razonamiento
se aplica, evidentemente, sobre las coordenadas y y z.
Ya hemos mencionado en la Sección 2.4 la profunda implicación del
oscilador armónico en toda la física. Como ejemplo de osciladores 1D,
tenemos todas las moléculas diatómicas, que en su mayoría son gases a
temperatura ambiente. Pero la rotación de estas moléculas puede entenderse
también como parte del oscilador-rotor en 3D que hemos discutido aquí. Por
otro lado, son ejemplos de osciladores intrínsecamente 3D todos los sólidos
y líquidos que transmiten el sonido con una frecuencia ω determinada. Las
ideas anteriores constituyen la base para abordar el análisis de la energía
interna y de la entropía de sólidos y líquidos en la mecánica estadística.
La capacidad calorífica de un sólido a muy bajas temperaturas fue ya
establecida en 1912 por el físico holandés Peter Debye, quien reveló su
estructura cuántica como un gas de fonones encerrado en el sólido, con
carácter bosónico.

También podría gustarte