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EWA K. CZACZKOWSKA La mensajera ela Divina™ | Misericordia Biografia de Santa Faustina Kowalska ee eee)! ARCADUZ_ EWA K. CZACZKOWSKA LA MENSAJERA DE LA DIVINA MISERICORDIA Biografia de Santa Faustina Kowalska ARCADUZ_ Coleccion: Arcade Titulo original: Sostra Raustyna Biografa Svipte @ Ewe Czeeckowske 2013 This tensation is published by arrangement with Spoteczay Insytut Wydawniczy ZNAK Sp. 20.0, Krakév, Polend © Ediciones Palabra, SA, 2014 Paseo de Ie Castellana, 310. 28046 MADRID Expats) Te: (4) 91 350 77 20 - 34) 91 3507 39 sworn palabras epalsa@palebre es © Traduccién: Higinio J. Patema Disefio de cubierta: Rail Ostos Edicién en ePub: José Manuel Cerrién ISBN: 978-84.9061-016-9 Todos los derechos reservados. ‘No esta permitida le reproduccién total o percial de este libro, ni su tratamiento informeético, nila transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya see electrdnico, mecénico, por Fotocopie, por registro u otros métados, sin el permiso previo y por escrito del editor PRIMERA PARTE «ZERES TU MI DIOS O UN FANTASMA?» «Hasta aqui pude soportarlo todo. Pero cuando el Sefior me pidio que pintara esa imagen, entonces, de verdad, empezaron a hablarme y a mirarme como a una histérica y una exaltaday (Diario 125[1]), escribe sor Faustina en su Diario sobre sus experiencias de 1931. «Exaltada» 0, mas exactamente: fantaseadora, aunque también histérica, alucinada, extravagante, miserable... ,Cuantos insultos mas tuvo que soportar? ¥ todo a causa de una aparicion del Sefior, que le mandé pintar un cuadro, hoy conocido en todo el mundo, con el rétulo «Jesus, en Ti confio». Ese fue el comienzo de su misién: tendria que transmitir al mundo el mensaje de la Misericordia Divina. Durante los dos afios siguientes, sor Faustina no encontrd a nadie que la confirmeara en su conviccién de que sus encuentros con Jesiis no habian sido un producto de su imaginacién. Fueron tiempos muy duros para ella, quiz los mas duros de toda su vida Comenzé el 22 de febrero de 1931. Sor Faustina, monja desde hacia seis afios, levaba casi un afio en el convento de la Orden de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en Ptock. Era el primer domingo de Cuaresma. Atardecia. Faustina acababa de volver a su celda. Antes habia cenado y hecho su oracién en la capilla del claustro. Estaba preparandose para acostarse. De repente, vio a Jestis en la celda «Tenia una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la timica sobre el pecho. De la abertura de la timica en el pecho salfan dos grandes rayos: uno rojo y otro palido —describe en el Diario— En silencio, atentamente miraba al Sefior, mi alma estaba Ilena de temor, pero también de una gran alegria. Después de un momento, Jesus me dijo: “Pinta una imagen segtin el modelo que ves, y ponle esta nibrica: Jestis, en Ti confio. Deseo que esta imagen sea venerada primero en vuestra capilla y Inego en todo el mundo. Prometo que el alma que venere esta imagen no pereceré. También le prometo, ya agud en la tierra, la victoria sobre sus enemigos, sobre todo a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”» (D. 41). —Las hermanas que pasaban al lado de la celda vieron una luz en la ventana, mas clara que la de la lampara de petréleo —es lo que cuenta la tradicién oral de la orden, segiin sor Klawera Wolska, hasta hace poco superiora del convento de Plock El encuentro en la celda no fue un ensuefio. Sor Faustina lo sabia con una certeza absoluta. Ya antes, en varias ocasiones, habia visto al Sefior. El le hablé antes de que ingresara en la congregacién, apremiandola a dar el paso, y mis tarde, cuando, a la vez que se formaba en la orden, iba progresando en el camino de la vida mistica, Faustina, tras haber sido purificados sus sentidos y su espiritu durante la llamada noche oscura del alma, experimentada solo por los misticos, iba conociendo la Esencia de Dios y experimentaba la unidad con El en el amor en momentos repentinos de luz que Dios concedia a su alma cada vez con mis frecuencia, Para Faustina, que nada sabia de los meandros de la vida mistica, fueron unas experiencias grandiosas, aunque también dificiles. Mientras, todo quedaba en el interior de su alma y se referia exclusivamente a ella, eran su alegria. Ese domingo, el 22 de febrero de 1931, todo cambié. Ese dia Jesus le confié la misién de pregonar el mensaje de la Divina Misericordia a todo el mundo Pintar el cuadro era la primera parte Cuatro afios més tarde, Jestis dira a Faustina que debe preparar al mundo para su venida final. Pero ya en Plock se veia aterrada por la grandeza de una tarea que con el tiempo iba a crecer atin mas. No es de extrafiar. Ella no podia pintar el cuadro por si misma, pues carecia de las habilidades necesarias. Jesiis le mandé transmitir a sus superiores todo lo que le dijera. Estos, sin embargo, no daban fe a sus palabras. « manifestandome compasién como si estuviera bajo la influencia de la ilusién o la imaginacién» (D. 38), se quejaba a Dios en su alma, segin escribié afios mas tarde en el Diario. Esperaba que sus superiores la ayudaran pues —segiin pensaba— debian estar mejor instruidos que ella en la vida espiritual La primera persona con la que Faustina hablé sobre la aparicién de Jesus fue su confesor. Por desgracia, no sabemos de quién se trataba. En esos tiempos, tres eran los sacerdotes que escuchaban confesiones en el convento de Plock de la Congregacién de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia: Adolf Modzelewski, Ludwik Wilkotski y Wactaw Jezusek. Este ultimo, después de la segunda guerra mundial, hablé muchas veces y con emocién a los seminaristas de Plock de las apariciones de sor Faustina, lo que no significa necesariamente que antes no fuera critico con respecto a las experiencias de la monja. Se sabe que el confesor al que Faustina hablé de la aparicién de Jesus la escuché con grandes reservas. Mas bien contradijo el mandato de Jesus. Le dijo que eso se referia a su alma: «Pinta la imagen de Dios en tu alma» (D. 49). Cuando sor Faustina se alejd del confesonario, tranquilizada porque la aparicién fuera interpretada de este modo, escuché de Jestis estas palabras: «Mi imagen est en tu alma» Luego Jesus afiadié: «Deseo que haya una fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintaras con pincel sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua de Resurreccion: ese domingo debe ser la fiesta de la Misericordiay (D. 49) También le dijo que en ese dia los sacerdotes deben anunciar a la gente la «gran misericordia (que tiene) a las almas pecadoras» (D. 50). Asi pues, Jestis expresé un deseo més: la institucién de la fiesta de la Divina Misericordia. El culto a Jestis en la imagen y la fiesta de la Divina Misericordia fueron las dos primeras formas de la nueva devocién a la Misericordia por cuya realizacién trabajara incesantemente Faustina a partir de ahora, apremiada por Cristo. Y Jesus le ira mostrando en las siguientes apariciones lo que es la Misericordia Divina Faustina, al no encontrar comprensién en el confesor, hablé de la aparicion de Jesits con la superiora del convento de Plock, la madre Réta Kiobukowska. Pero tampoco ella la crey. «Cuando dije a la Madre Superiora lo que Dios me pedia, me contest que Jestis debia explicarlo mas claramente a través de alguna sefial. Cuando pedi al Sefior Jestis alguna sefial como prueba de que verdaderamente Tu eres mi Dios y Seftor y de Ti vienen estos encargos, entonces oi esta voz en mi interior: “Lo haré conocer a las superioras a través de las gracias que concederé por medio de esta imagen» (D. 51) Jestis exigia, pero no le facilitaba la tarea. Fue aflos después cuando comprendié Faustina que las dificultades eran necesarias para confirmar la autenticidad de las revelaciones, como le habia dicho Jesiis claramente. Ademis, més valor posee a los ojos de Dios no el resultado de la actuacién del hombre, sino la misma intencién con que se acomete y el sufrimiento que conlleva Por aquel 1931, sin embargo, Faustina se encontraba desorientada, confundida: «y asi andaba de las superioras al confesor, del confesor a las superioras, sin encontrar la paz» (D. 122), escribia Pero para las superioras de Faustina la tarea tampoco era sencilla. Debian de sentirse fuertemente asombradas y asustadas cuando cierto dia una joven monja del segundo coro les comunicé que se le habia aparecido Jestis y le habia mandado pintar un cuadro religioso de nuevo tipo. Mas aun, habia mandado a la Iglesia instituir una nueva fiesta religiosa. Las superioras de Faustina veian seguramente en ella a una monja buena y humilde, unida a Jesits, sencilla y poco instruida y que alin no habia hecho los votos perpetuos. {Por qué se le iba a aparecer Jesiis a ella? —podrian pensar— ;Por qué transmitirle a ella ese mensaje? ,Y qué podia saber ella de mistica? ;Dénde podia haber experimentado aquel estado espiritual? ;Detras de la barra de la panaderia? {Junto al homo donde trabajaba? Las apariciones privadas son un asunto complicade. No causan problemas mientras estan dirigidas a una persona en conereto, para su conversién o para el aumento de su fe Los obstaculos comienzan cuando el vidente anuncia que ha recibido una misién: que tiene que transmitir al mundo un mensaje de parte de Dios, de Maria o de los santos. Para la Iglesia, la mica y definitiva Revelacién de Dios es Cristo, el Hijo de Dios. Esa es la Aparicion més importante —también llamada piiblica— y se encuentra en la Sagrada Escritura. La Iglesia no rechaza las apariciones privadas si, después de un proceso que suele ser largo y tedioso, se asegura de que no amplian, traspasan ni modifican la Revelacién publica, sino que extraen de esta algiin hilo olvidado 0 poco valorado y que puede resultar de importancia en una determinada época. Otra circunstancia de importancia no menor es cerciorarse de que el vidente no anuncia las apariciones por motivos egoistas, no busca su gloria ni satisfacer sus ambiciones personales y de que lleva una vida plenamente cristiana. En la valoracién de la autenticidad de las revelaciones es de importancia extrema la sumisién a la disciplina eclesiastica, a las decisiones de los superiores, incluso a precio de suftimientos —Uno de los peligros més grandes de las revelaciones —subraya Jan Machniak, sacerdote, profesor de teologia de la espiritualidad y autor de numerosos libros dedicados a la espiritualidad de sor Faustina— resulta de que tienen lugar en el ambito de los sentidos. Actian sobre la vista, el oido, el tacto, el olfato. —Todo lo que influye en nuestros sentidos es también susceptible de la actuacién del maligno, que puede tratar de engatiar al hombre —aclara el profesor Machniak— Por eso san Juan de la Cruz aconsejaba rechazar todas las revelaciones, incluso las que nos acercan a Dios, para no caer en la trampa que el mal espiritu puede tender al hombre Asi fue, entre otras, en el caso de las supuestas apariciones Marianas en Garabandal, Espafia, que en los afios sesenta del siglo XX causaron expectacién en gran parte de los catélicos de Europa. Los tedlogos han encontrado muchas pruebas de la actuacién del maligno en estas revelaciones, en las que seguramente se trataba de alejar a la gente de las apariciones Marianas de Fatima. Pero no eran estos los tnicos motivos por los que san Juan de la Cruz, uno de los mayores misticos y doctor de la Iglesia, tenia en poca estima las visiones: las apariciones en el ambito de los sentidos se encuentran al comienzo del camino mistico, cuya plenitud se encuentra en la unién con Dios en el amor. Las superioras y los confesores de Faustina debian de tener, ademés, otros motives para guardar distancia con lo que esta les decia. Posiblemente ya se habrian encontrado con personas cuyas supuestas visiones eran consecuencia de una enfermedad psiquica Las vivencias intemas achian con fuerza sobre la psique humana, por lo que a veces es dificil distinguir la experiencia mistica de una enfermedad psiquica. Es necesaria mucha cautela e incluso exémenes psiquidtricos. Por eso, unos afios mas tarde, en Vilna, don Michat Sopocko pidid a un psiquiatra que examinara a la futura santa antes de convertirse en su director espiritual Habia una causa més para la reserva con respecto a las apariciones de Faustina. El padre jesuita Jozef Andrasz, que fue director espiritual de sor Faustina al final de su vida, afirmaba que la congregacién a la que pertenecia trataba con escepticismo las revelaciones extraordinarias porque sencillamente no las esperaba, La Congregacion de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia «formada en la ascesis de san Ignacio», fundador de los jesuitas, «lejana a toda exaltacién», disponia ya de un rumbo y unos métodos de trabajo definides: «por medio de sus reglas, de sus ejercicios espirituales, de sus cursos de retiro anuales, de las conferencias dirigidas por sacerdotes y superioras, inculca a las hermanas un gran respeto no por lo extraordinario, sino por el trabajo silencioso y sélido, comenzando por la penitencia y la humildad y acabando en el amor ardiente y sacrificado a Dios y a las almas. (...) Se puede afirmar con total seguridad que el solar espiritual de la congregacién no es en absoluto el mas apto para que en él puedan tener lugar visiones misticas de dudoso valor», concluia el padre ‘Andrasz, quien conocié bien la congregacién en los afios treinta del siglo pasado Asi fue como —humanamente hablando— sor Faustina se quedé sola con unas revelaciones que no estaban dirigidas exclusivamente a ella, sino a todo el mundo. Con ella estaba Jesus, cuya presencia y amor le dieron hasta el fin de su vida la fuerza para realizar la misién que le habia confiado. No significa eso que no acompafiaran a Faustina indecisiones ni dudas. Las alimentaban sus superioras, quienes, al no dar crédito a sus palabras, sembraron la zozobra en su corazon. Eso duré hasta que encontré a confesores capaces de reconocer el caracter de su vida espiritual. Entre tanto, en Plock, sor Faustina —teprendida por sus superioras— comenzd a «bajar el tono», como ella misma confesaba: a evitar las inspiraciones espirituales. «Empecé a evitar el encuentro con el Sefior en mi propia alma, pues no queria ser victima de la ilusién». Pero de nada servia, pues «la palabra divina es muy elocuente y nada es capaz de sofocarla», —escribia. El Sefior la perseguia con «sus dones»: «de verdad, experimentaba, por turno, suftimientos y alegrias» (D. 130). Cuando trataba de evadirse del mandato de Jesits, tanto mas El la urgia a obrar. Sor Leokadia Drzazga recordaba afios después que en cierta ocasién, en Plock, sor Faustina le dijo: chay que rezar mucho por las almas que tienen revelaciones y visiones, porque tienen tantas experiencias, dudas e inseguridades, que se pueden venir abajo» Una vez, cansada de las incertidumbres, sor Faustina se dirigié a Jestis: «Jestis, yeres Tu mi Dios o eres un fantasma? Las superioras me dicen que existen ilusiones y toda clase de fantasmas. Si eres mi Sefior, te pido, bendiceme. De repente, Jestis hizo una gran sefial de la cruz encima de mi, y yo me santigué. Cuando pedi perdén a Jesiis por haberle hecho esa pregunta, Jestis me contestd que con esa pregunta no le causé ningin disgusto y el Setior me dijo que mi confianza le agradaba mucho» (D. 54), escribié en el Diario. Sin embargo, los meses pasaban y Faustina seguia sin poder cumplir ninguno de los mandatos de Jesiis. Dijo en cierta ocasién a sor Damiana Ziétek, con quien trabé amistad en Plock, que «una de las hermanas» habia visto «a nuestro Setior Jesiis, muy hermoso (...) todo resplandeciente en unas llamas», queria «pintar al Sefior Jestis, pero no sabia» ‘Aunque Damiana advirtié el entusiasmo con que se lo decia, no pensaba que Faustina se estuviera refiriendo a si misma. Esta, por su parte, pidio ayuda a otras hermenas, sin confiarles el secreto. Sor Bozena Pniewska: «Siendo incapaz de pintar rostros, y sin saber que se trataba de un cuadro religioso de nuevo tipo, le di a elegir entre las muchas y hermosas imagenes que tenia, Me agradecié la propuesta, pero no la acepté» En otofio de 1931, la superiora de la casa de Plock, la madre Réza Klobukowska, informé a la madre general, Michaela Moraczewska, de que sor Faustina estaba convencida de que Jesis le habia mandado pintar un cuadro. Madre Michaela Moraczewska: «... sin querer, y a pesar del gran afecto que le tenia, debi de causar sufrimientos a sor Faustina. (...) Mientras sus ricas vivencias intemas y misticas permanecian dentro de los muros del claustro, y eran un secreto entre Dios, su alma y las superioras, [me alegraba... nd.a.], viendo en todas esas gracias un gran don de Dios para la Congregacion. Esto cambié cuando las apariciones de la hermana comenzaron a tratar de manifestarse al exterior. Tuve entonces mucho miedo a introducir en la vida de la Iglesia la mas minima novedad o acto litirgico..., y como principal superiora me senti en este caso responsable de toda la Congregacién» 10 Reconoce también que temia que se diera en Faustina un exceso de «fantasia, 0 quiza de histeria, porque no siempre se cumplia aquello que predeciay. La madre Moraczewska recordaba cémo cierto dia Faustina pidié a otras hermanas que rezaran por una alumna que se encontraba en el intemado que la congregacién dirigia. Seguin las palabras de Faustina, debia ella de «sufrir grandes dificultades para reconocer sus pecados, pero la alumna no pensaba en absoluto en confesarse y no hablaba de ello». Por eso la madre general admite que «con gusto y muy edificaday escuchaba a Faustina cuando contaba sus «pensamientos, hermosos y profundos, sus iluminaciones espirituales», hasta que le pidid «ciertos pasos extemos». Entonces traté las revelaciones «con gran reserva No se sabe qué ordend la madre Moraczewska a la superiora del convento de Plock en relacién con Faustina. Quizé le aconsejé guardar gran cautela y no dejarse influir por sus sugerencias. Cuando, en noviembre de 1932, Faustina fue desde Plock a Varsovia y le transmitié personalmente a la madre general el mandato de Jesus, esta le respondié «Bien, le doy la pintura y el lienzo, jy pinte usted, hermanal». Faustina se fue triste Al no encontrar comprensién en nadie, rezé ardientemente pidiendo un director espiritual que la ayudara a comprender lo que ocurria en su alma y le facilitara el cumplimiento de lo que Jesiis le exigia Mientras tanto, en el convento de Plock comenzé a correrse el rumor de que Faustina habia visto a Jesus. Las hermanas empezaron a mirarla con curiosidad y a observarla con atencién. Y como, aparte de en su especial predileccién por la oracién, en nada se distinguia del resto en su porte extemo, la mayoria no dio crédito a la noticia. Algunas hermanas advertian a Faustina que estaba siendo victima de un ensuefio, le decian que era una fantaseadora, una histérica. Habia también monjas que la miraban con buenos ojos, como Damiana Zidtek. No sabemos si fue ella u otra monja quien pidié a Faustina que se defendiera de esas maledicencias. «Fue sincera aquella alma y lo que habia oido me lo dijo con sinceridad. Pero tuve que oir cosas semejantes todos los dias» (D. 125), escribia Faustina. Y, aunque se sentia interiormente cansada, se propuso no dar explicaciones, sino soportarlo todo en silencio humildemente. «A algunas les irritaba mi silencio, especialmente a las mas curiosas. Otras, las de pensamiento mas profundo, decian que seguramente sor Faustina estaria muy cerca de Dios, visto que tenia fuerza para soportar tantos suftimientos. Y veia delante de mi como dos grupos de jueces. Traté de conseguir el silencio interior y exterior. No decia nada referente a mi persona, aunque era interrogada por algunas hermanas directamente. Mi boca callé. Sufria como una paloma, sin quejarme. Sin embargo, algunas hermanas encontraban casi placer en inquietarme de cualquier modo. Les itritaba mi paciencia. Sin embargo, Dios me daba tanta fuerza interior que lo soportaba con calma» (D. 126). En el Diario —que comenz6 a escribir en 1934— Faustina volvid a los acontecimientos del convento de Ptock, lo que muestra que debieron de ser tiempos dificiles para ella. Pasado ese periodo en que se convirtié en centro de atencién de las demas hermanas, vino un momento de calma, interrumpido brutalmente poco después, a lo que se le sumaron ciertos fracasos extemos que Faustina no nos explica: «Veo que soy vigilada en todas partes como un ladrén: en M1 la capilla, cuando hago mis deberes, en la celda. Ahora sé que ademés de la presencia de Dios tengo siempre presencia humana, de verdad, mas de una vez esta presencia humana me ha molestado mucho. Hubo momentos en que me preguntaba si desvestirme o no para lavarme. De verdad, hasta mi pobre cama también fue controlada muchas veces. A veces me daba risa saber que no dejaban en paz ni siquiera la cama. Una hermana me dijo, ella misma, que cada noche me observaba en la celda para ver cémo me comportaba» (D. 128) Sor Faustina —acusada de histeria, en el punto de mira de las superioras, de los confesores y de las hermanas—, aunque a veces no se fiaba de si misma, seguia pidiendo en su oracion un director espiritual. Sus peticiones fueron escuchadas en 1933, cuando conocié en Vilna al padre Michat Sopocko, hoy beato. Un afio mis tarde fue pintado el cuadro del Jesus Misericordioso Pero debié transcurrir casi medio siglo hasta que las apariciones privadas de sor Faustina fueran reconocidas por la Iglesia 1 Numeracién de los puntos del Dierio. GLOGOWIEC-SWINICE WARCKIE «Nunca mds avergoncaré a mi padre» 1905-1921 Marianna Kowalska temia este parto. Los dos anteriores a punto estuvo de pagarlos con su vida. El 25 de agosto de 1905, viemes, a las ocho de la mafiana, dio a luz a su tercera hija, Helena. Fue rapido y sin complicaciones. No sabemos quién lo asistié puede que una vecina de Glogowiec con experiencia en obstetricia, 0 quizé la madrastra de Marianna, que vino de la cercana aldea de Dab nad Nerem. Su marido, Stanislaw, seguramente Ilevé las vacas al prado detrés de casa, como cada mafiana, y luego daria de comer a los animales en el granero. No tenia ninguna tarea urgente en el campo. La cosecha de cereales ya habia sido recogida y atin quedaba tiempo para la recoleccién de las patatas. Podia ocuparse de sus hijas, Jézefa de tres afios, y Ewa de dos, a la que lamaban en casa Gienia, O quiza andaba con algin trabajo de artesania entre manos Tenia el taller cerca, en la lefiera, junto al establo. El dia prometia ser célido, soleado. A las cuatro de la majiana los termémetros en Varsovia marcaban quince grados centigrados Pero los tiempos eran muy intranquilos. Los ecos de los conflictos mundiales legaban también a Gtogowiec, una aldea ubicada por aquel entonces en los confines occidentales del enorme Imperio Ruso, en la gobernacién de Kalisz, en la comarca de Turek. Polonia, atin dividida entre tres ocupantes, tardard alin trece afios en recobrar su independencia. Desde enero de 1905, en la Rusia zarista —corroida por la crisis politica, social y econémica— tenia lugar una revolucién democratico-burguesa. No tardé en llegar desde San Petesburgo a las calles de Polonia, principalmente a las de Varsovia, Czestochowa, a la Cuenca de Dabrowa y a Lédz, a cincuenta kilémetros escasos de Gtogowiec. Los obreros protestaban contra el absolutismo de las autoridades y exigian una mejora de la situacién econémica. Hubo frecuentes enfrentamientos violentos con el ejército zarista y la policia, cientos de muertos y heridos. En Lodz, donde las protestas de los trabajadores se toraron en una batalla que duré tres dias, fue decretada la ley marcial. El 19 de agosto el zar Nicolés II anuncié que convocaba la Duma —el Parlamento— en representacién de la sociedad, aunque solo como érgano consultivo, lo que no podia calmar la situacién. Estallé una nueva ola de huelgas. El dia que nacid Helena Kowalska, 25 de agosto de 1905, en Varsovia, a ciento setenta kilémetros, también fue impuesta la ley marcial. El periédico «Kurier Warszawski» imprimié a dos paginas las serias restricciones que —por orden del gobemador ruso, el general Maximovich— obligaban desde ese momento a los ciudadanos de la ciudad, so pena de severos castigos. 13 Las huelgas en tierras polacas se extendieron tambien entre los jévenes, estudiantes universitarios y maestros que desde el ario anterior luchaban contra la rusificacién de la ensefianza La lengua rusa era oficial en las instituciones publicas y era idioma vehicular en las escuelas, donde ademas los profesores polacos eran sustituidos cada vez con mas frecuencia por rusos. También estallé la huelga en la escuela de magisterio en Leczyca, ciudad de varios miles de habitantes situada a veinte kildmetros al este de Glogowiec. El movimiento contra la rusificacién de la ensefianza era tan potente que en junio de 1905 las autoridades se avinieron a introducir la lengua polaca en las clases de religion y polaco, y como idioma vehicular en las escuelas privadas Los habitantes de la gobemacién de Kalisz sintieron también las consecuencias de la derrota de Rusia en la guerra con el lejano Japon. Sus efectos fueron el aislamiento de las fuentes de abastecimiento del Oriente y de los mercados de consumo de la industria textil de Lédz, con lo que aumenté la masa de desempleados y bajé la demanda de productos agricolas que suministraban los campesinos de las aldeas cercanas a la ciudad. Por eso los periédicos polacos siguieron con atencién primero el desarrollo de la guerra y luego las negociaciones ruso-niponas comenzadas el 9 de agosto en Portsmouth — EE.UU.— y concluidas el 5 de septiembre con la firma del tratado de paz. Las noticias del orbe Ilegaban con retraso a Glogowiec, una aldea perdida en medio de Ilanuras de crecidos bosques. Antes se enteraba de lo que pasaba la gente de Swinice Warckie, un pueblo algo mas grande al que dio nombre el arzobispo de Gniezno, Jakub Swinka, A prineipios del siglo pasado, en Swinice se cruzaban caminos que llevaban a poblaciones de mas importancia: Lédé, Leczyea, Lowicz, Varsovia, Kalisz y Wloctawek. Los comerciantes se detenian en Swinice para descansar. Comian en las tabemas, daban reposo a los caballos y conversaban con los autéctonos sobre los acontecimientos del lejano mundo. Las nuevas Ilegaban también a oidos de Stanistaw Kowalski cuando realizaba obras de carpinteria para los habitantes de Swinice o cuando se acercaba alli cada domingo para oir Misa El templo parroquial, bajo la advocacién de san Casimiro, se encuentra en el centro del pueblo. Es ya la cuarta iglesia en el mismo lugar. Las anteriores, comenzando por la primera —un templo de madera erigido alrededor de 1300 por el arzobispo Swinka— no resistieron el paso del tiempo. La actual es una modesta iglesia de una nave, alzada a mitad del siglo XIX. Es demasiado pequeria para que puedan caber en ella todos los peregrinos, cada vez mas numerosos, por lo que algunos afios antes se emprendieron unas obras de ampliacién. Desde 2002 Ileva el titulo de Santuario del nacimiento y bautizo de santa Faustina. La parte principal de la iglesia tiene hoy el mismo aspecto que el 27 de agosto de 1905, cuando a la una de la tarde Stanistaw Kowalski la trajo en brazos al templo. El parroco, don Jézef Chodyniski, bautizé a la nifia sobre la misma pila bautismal que puede verse alli hoy dia, Le administré el sacramento en latin, pero el acta tuvo que escribirla en cirilico, en el idioma oficial, el ruso: «Dado en Swinice el 27 de agosto del afio 1905, a la una de la tarde, Comparecio Stanistaw Kowalski, campesino, de 40 aiios, de Gtogowiec, estando presentes Franciszek Bednarek, de 35 aiios, y Jozef Stasiak, de 40 14 afios, ambos campesinos de Glogowiec, y nos mostraron una nifia nacida en la aldea de Glogowiec el 25 de agosto del afio en curso a las ocho de la mafiana de su esposa Marianna, de apellido de soltera Babel, de 30 afios. Se otorgé a dicha nifia en el santo bautismo celebrado el dia de hoy el nombre de Helena, y los padrinos fueron Konstanty Bednarek y Marianna Szewczyk. Esta acta, leida al compareciente y a los testigos iletrados, queda firmada por nosotros». Por nosotros, o sea, por el sacerdote, D. Jozef Chodynski, y por Stanistaw Kowalski, que dos afios antes, cuando bautizé a Ewa, era ain analfabeto y firmé con una equis. En el documento figura la fecha por partida doble segiin el calendario gregoriano, usado por los polacos, y el juliano, de uso obligatorio en Rusia y empleado en todas las instituciones del territorio polaco bajo dominio del imperio. Al lado de la fecha del 25 de agosto (dia de nacimiento de Helena), figura también el 12, y junto al 27 de agosto (dia del bautizo), el 14 de agosto. Sin embargo, debido a un fallo en el acta y a traducciones equivocas del documento, en la bibliografia suele darse erroneamente la edad del padre de Helena: Stanistaw Kowalski tendria, por culpa de esta incorreccién, cuarenta o incluso cuarenta y cinco afios, cuando en realidad solo habia cumplido treinta y siete. Hay algo conmovedor en la iglesia de Swinice, tan modesta y noble en su sencillez. En este lugar Helena Kowalska, primero como nifia y luego como adolescente, vivid sus primeras experiencias espirituales profundas. Aqui escuché en su corazén a los siete afios, mientras rezaba ante el Santisimo Sacramento, una invitacion a la vida de perfeccién, sin saber atin lo que eso significaba. A los nueve afios recibié por primera vez la comunién y se confesé en el mismo confesonario que alli puede verse hoy dia Rezé delante del cuadro de la Virgen de Czestochowa que habia en el altar mayor y que en 1983 fue trasladado a uno de los laterales, dejando su sitio al de Jess Misericordioso Y seguramente aqui meditara en su corazén qué significarian todos esos estados del alma que experimentaba, esa luz que veia desde su nifiez. Quizé precisamente en este templo se propuso ser una «gran santa». Durante dieciséis afios, casi la mitad de la corta vida de santa Faustina, la iglesia en Swinice fue el lugar de su oracién. Los padres de Helena, Marianna y Stanistaw Kowalski, se mudaron a Gtogowiec, perteneciente a la parroquia de Swinice, en algun momento a fines del siglo XIX 0 principios del XX. Por desgracia desconocemos la fecha exacta. Eran matrimonio desde hacia unos afios. Se casaron en 1892. Ella tenia entonces diecisiete afios, él, veinticuatro. Stanistaw nacié el 6 de mayo de 1868 en la vecina aldea de Kraski Marianna Babel (a veces se escribe su apellido como Bawej), el 8 de marzo de 1875 en la aldea de Mniewo, en los alrededores de Koto. Se conocieron en 1891 en Dab nad Nerem, donde vivia ella con su padre y su madrastra, mientras que él trabajaba como carpintero en la fabrica de cerveza. Se dijeron el «si, quiero» el 9 de noviembre de 1892 en la iglesia de San Nicolés de Dab, que atin sigue en pie. Después del casamiento, Stanislaw siguid trabajando en la fabrica y Marianna paso a ocuparse de la casa. No se sabe lo que les empujé a trasladarse a Glogowiec. Compraron alli una parcela de cinco hectareas, de las cuales dos las ocupaba una dehesa. El campo se alargaba desde el camino hasta un bosque que alli habia. La tierra era pobre aqui, y en ella crecian sobre todo centeno y 15 patatas. La casa estaba desmoronada, por lo que decidieron construir una nueva, Solo podian permitirse el material mas barato, la caliza, que se extraia en la cercana Rozniatowo y era muy popular en la comarea. La piedra amarilla se cortaba en pedazos rectangulares, no muy regulares, que luego se adosaban unos a otros empleando un mortero hecho de barro que no tardaba en resquebrajarse. Un techo de paja cubria la construccién. Stanistaw Kowalski hizo por si mismo todos los trabajos de carpinteria. La casa no era grande, tenia la estructura tipica de las fincas rurales de la época: dos habitaciones divididas por un zaguan. A la derecha estaba la cocina con un homo, en ella Stanistaw montaba su taller de carpinteria en inviemo; a la izquierda, la habitacion principal. En la parte de atras de la casa habia una puerta que daba al patio. Poco queda en a casa de los Kowalski de los tiempos en que vivid alli Helena: el taller del padre y tres cuadros —del Corazén de Jestis, la Sagrada Familia y santa Agueda—. Otros enseres que podemos ver en la casa de santa Faustina son de la época, pero no formaban parte de su ajuar original La casa que hoy visitan los peregrinos tiene también un aspecto distinto. Parece igual a la que vemos en fotografias de hace decenas de afios, pero ya a primera vista se ve que, tras las reformas generales que acabaron en 2003, es otra, una version mejorada, Los muros amarillo claro brillan después de haber sido renovados y no queda rastro de las grietas en el mortero. Se instalaron nuevas puertas y ventanas. La techumbre fue cubierta con tejas nuevas. El patio también es otro. A la derecha, se echo abajo el viejo establo en ruinas y se adapto el granero a las necesidades de los peregrinos. En el jardin ya no estan los arboles fiutales que se ven en la fotografia de 1935, la unica vez que sor Faustina visité siendo monja a sus padres, pero si crecen las rosas delante de la casa en el mismo lugar en el que un dia las planté Helena En esa casa, en la que nacié en 1905 la futura santa, hasta hace poco seguia viviendo su familia. A finales de los afios ochenta, Mieczystaw Kowalski, hermano de Helena, se mudé a una casa més grande no muy lejos. Afios més tarde, a instancias de la parroquia, se llevaron a cabo las primeras obras serias en la casa de santa Faustina. El edificio estaba en un estado tan malo que podria haber quedado en ruinas si no se hubiera intervenido con diligencia Cuando, alrededor de 1900, los Kowalski terminaron de construir su casa, no podian suponer que en poco tiempo se les iba a quedar estrecha. Durante los primeros diez afios de matrimonio no tuvieron hijos. Marianna sufria y junto a su marido rezaba, pidiendo tener descendencia. Su primera hija nacié en 1902, y al aiio siguiente volvié a dar a luz Helena, la tercera, «fue como si nos trajera la dicha», recordaba su madre, porque desde entonces empezé a llevar bien los embarazos y partos. En 1908 vino al mundo Natalia, en 1912 Stanistaw, en 1916 Lucyna y, en 1920, Wanda. Dos hijas —Kazimiera y Bronistawa— murieron al poco de nacer. En total, a lo largo de dieciocho afios Marianna dio a luz a diez nifios. Alimentar la creciente prole de lo que daban tres hectareas de tierra tan poco fértil suponia casi un milagro. El trabajo ocasional del padre como carpintero no podia acabar con las limitaciones. No es de extraiiar, por tanto, que en casa se comiera miseria, Asi era entonces la vida de la mayor parte de las familias en el 16 campo. En los terrenos del antiguo Reino de Polonia ocupados por Rusia mas de la mitad de las fincas eran pequefias, mas atin incluso que la de los Kowalski: eran «fincas enanas» —de hasta dos hectareas— o de pequefios campesinos —de hasta cinco— En 1910, el treinta y ocho por ciento de la tierra se encontraba en manos de grandes propietarios, como era el caso de Swinice, donde Stanistaw Sempotowski poseia cuatrocientas hectareas. En casa de los Kowalski mandaba el padre. «Era severo, sin miramientos, exigente para con todos en casa», asi lo recordaban sus hijos Mieczyslaw, que hereds la parcela de su padre, y Stanislaw, que después de la guerra fue organista en la iglesia de Swinice Stanislaw seguir recordando afios mas tarde la paliza que le dio su padre por arrancar unas ramitas del abedul del vecino. La madre se ocupaba del hogar. Era «valiente y laboriosa, abnegada y entregada a la familiay y mas bondadosa que el padre. En la foto de 1935, hecha delante de la casa de los Kowalski, se ve a los padres: Stanislaw —un hombre delgado, moreno y de abundante bigote— y Marianna, con un paiiuelo en la cabeza. Stanislaw era piadoso y muy trabajador. Todos los dias, al amanecer, entonaba en voz alta las Horas de la Inmaculada Concepcién de Nuestra Sefiora, el cantico Mariano Cuando despierta la aurora (Kiedy ranne wstajq orze) y, en Cuaresma, las Lamentaciones. Esta piedad patema, en la estrechez de un hogar donde en un mismo lecho dorian varios nifios, era a veces onerosa para el resto de la familia. «Se levantaba el primero, cuando el resto de Ja familia atin dormia y sin reparar en los nifios ni en nuestra madre —cansada de trabajar dia y noche junto a los hijos— cantaba en voz alta y con vehemencia sus Horas, pretendiendo sobre todo honrar a la Virgen. Nuestra madre, medio muerta, le pedia que parara o incluso se enfadaba con él por haberla despertado, pero no servia de nada...», asi lo recordaban los hermanos de Helena pasados los atios. Después de la guerra, don Franciszek Jablonski, parroco de Swinice desde 1937, preguntado por la familia Kowalski respondia que «no se distinguian en nada del resto de los feligreses, que son catdlicos muy mediocres». Pero eso fie mucho mas tarde Poco se sabe de los primeros afios de vida de Helena Kowalska, antes de ingresar en el convento. Lo evoca con parquedad en el Diario, que empez6 a escribir en 1933. No es improbable que hubiera mas informacion en la primera version de este, que quemo por incitacién de un mal espiritu. Pero cuando al afio siguiente recomenz6 el Diario, reproduciendo lo que habia escrito con anterioridad, seguramente lo pasado tenia las de perder frente a la descripcién de nuevas e intensas vivencias espirituales. Por desgracia, también fueron destruidas las cartas de Helena a sus padres, primero desde los lugares en que trabajé como sirvienta y luego desde los conventos en que estuvo viviendo. «Teniamos sus cartas, un monton de ellas, pero las quemamos», lamenta afios después su hermano Stanislaw Las cartas, recuerda, «eran muy hermosas». Siempre escribia sobre la bondad de Dios y les animaba a confiar en El. De su abundante correspondencia solamente se conservan tres cartas a su familia. Las restantes fueron quemadas durante la segunda guerra mundial por su hermana Gienia: «Temia que durante una revision las cartas V7 pudieran caer en manos de los enemigos», explicaba. Las cartas, aparte de asuntos familiares, tenian un contenido religioso. Es mérito de sor Bemarda Wilczek que hayan sido salvados y reunidos numerosos recuerdos sobre sor Faustina de su familia cercana. Viajé a Glogowiec con este fin en 1948, por orden de sus superioras en la congregacién y a peticion del padre Jézef ‘Andrasz, primer confesor de sor Faustina, quien escribié un libro —nunca impreso— sobre su extraordinaria penitente. La hermana Berarda, cuya ayuda a los judios del Gueto de Varsovia durante la segunda guerra mundial es ejemplo de excepcional valentia, conocia a sor Faustina. Hicieron juntas el noviciado. Don Franciszek Kowalski volvié a recoger los testimonios de la madre y los hermanos de sor Faustina en junio de 1952, pues habia planes para iniciar el proceso informativo de la causa de canonizacién Esta vez la familia dio testimonio bajo juramento. Marfanna Kowalska, que seguia siendo analfabeta, para dar fe de la autenticidad de sus declaraciones, dejé impresas las huellas dactilares de su pulgar mojado en tinta. Lamentablemente el padre de sor Faustina murié en julio de 1946. Fue enterrado en un cementerio cercano a la iglesia de Swinice. En 1965, los hermanos de Helena dieron sepultura al cuerpo de Marianna En casa de los Kowalski los nifios trabajaban desde muy pequefios: llevaban las vacas al prado, se ocupaban de los hermanos menores y ayudaban a sus padres en la finca. Ese era el sino comin de los nifios en la campifia. Por aquel entonces, todas las labores relacionadas con el cultivo se hacian con las manos: se cortaba los cereales con hoz y se desgranaba con ayuda de un mayal. Uno era afortunado si disponia en su granja de un caballo para las labores mas arduas. Cuando, en el curso de la primera guerra mundial, los soldados les requisaron su caballo, no teniendo con qué comprar uno nuevo, los Kowalski engancharon al arado una vaca. Los hermanos de Helena, ya a la edad de nueve afios, ayudaban a desgranar el centeno. Helena también tenia sus obligaciones, no solo en casa, cuidando de los mas pequefios. También Ilevaba las vacas a pastar. Zofia Olejniczak, vecina de los Kowalski, cuenta cémo Helena «lefa libros y le gustaba hablar de lo que leiay mientras pacian las vacas. Por su parte, sor Faustina rememoraba, pasados los afios, que rastrillaba el campo, lo que debia de ser labor pesada para una adolescente. Pero era obediente y cumplia todo lo que le mandaban sus padres, lo que testifican unénimemente su madre y sus hermanos. «Hacia de buena gana todos los trabajos. Nunca le decia que no a nadie», recordaba su madre. Lo confirma Natalia Grzelak (primo voto Olszyfiska), hermana de sor Faustina y tres afios mas joven que ella «Bien dispuesta a todas las labores, alegre y conciliadora, y ademas piadosa, creo que nuestros padres la querian més que a los demas hijos y nos la ponian como ejemplo» Marianna Kowalska decia que Helena era «una nifia excelente, la mejor de todos» Segiin sus hermanos era vivaz y alegre, como su padre, que por ese motivo la trataba con distincién, pues era la més obediente. «Nosotros no le envididbamos que se hubiera ganado el corazén de nuestro padre porque sabiamos que era justo, y ella nos explicaba sed también obedientes y veréis cémo papa os quer igual». Pero su madre lo recordaba de un modo distinto: «Los nifios le pegaban y se ensafiaban con ella porque tenia el favor 18 de papa y mami». Ciertamente, el padre tenia depositada su confianza en Helena, pues solo ella sabia dénde guardaba la escopeta, y no su hija mayor ni ninguno de los hijos Helena a veces cobraba por los demés, cuando los nifios hacian alguna travesura y se escapaban y solo ella se quedaba, sin tratar siquiera de buscar una excusa. «Era buena, siempre amable, alegre y benévola con ellos, nunca se enfadaba», escribia sor Bemarda sobre las relaciones entre Helena y sus hermanos. Helena era una nifia sensible e inteligente. «jAy, vieja compasival», se reian de ella a veces los pequefios cuando se apiadaba de una gallina o de un perro que suffia. Una vez se vistié con ropas viejas de su madre y se puso a pedir por el pueblo como una pordiosera, musitando oraciones, y lo que gané se lo llevé al parroco para que lo distribuyera entre los pobres. Ese fue también el fin de una tombola para la cual ella misma hizo unos juguetes de papel y trapos. En 1917 Helena fue a la escuela que acababa de ser inaugurada en Swinice. Hoy no queda huella del edificio. Estaba cerca de la iglesia, junto al camino de Leczyca. Helena, de doce afios, ya sabia leer. Le ensefié su padre. «Solo papa y Berezitiski sabian leer, estaban suscritos a revistasy. Natalia, al igual que los demas nifios, estaba orgullosa de que su padre fuera uno de los dos que dominaron este arte en Glogowiec. No sabemos si ya entonces habia revistas en casa de los Kowalski, en esos afios de penurias bélicas. Si habia libros religiosos que Helena lefa cuando Ilevaba las vacas a la pradera detras de la casa. Helena estudié algo menos de tres afios. En 1919 0 1920 finalizé su instruccién, come todos los alumnos de mas edad. La directiva de la escuela resolvié que tenian que dejar su sitio a los menores. Natalia, sobre Helena: «Aunque estudié poco tiempo (...), sabia mucho y queria ensefiar a los demas. Sabia contamos a mi y a otros nifios de la aldea muchas cosas, sobre todo vidas de santos, y ensefiamos oracicnes» Helena tenia buenos y malos recuerdos del colegio. Entre los primeros se encuentra el premio que recibié por el poema que recitd durante la visita de un inspector a la escuela —hecho que quedé entre los recuerdos familiares—, entre los segundos, la humillacién que suftié de parte de dos compafieras que no querian sentarse con ella en el mismo pupitre a causa de su misera vestimenta. Al parecer el profesor, un tal Lazitiski, viendo que Helena Ioraba, le dijo: «No importa que vayas peor vestida porque ti estudias mejor que ellas». Marianna Kowalska recuerda que uno de los profesores alabé a su hija: «Ya se ve que la hija de Kowalska es una nifia selecta, nunca se queja» Helena experiment desde su primera nifiez vivencias espirituales fuera de lo comin. Tenia visiones. Contaba a sus hermanos, por ejemplo, que sofiaba con la Virgen. La veia hermosa, andando por los jardines del paraiso. Veia también una claridad, un resplandor extraordinario, una luz divina. A Marianna Kowalska se le grabé en a memoria una conversacién con Helena cuando esta tenia trece afios: la nifia se desperto por la noche diciendo que veia un resplandor «|Anda yal, jestas tonta? Lo estaras sofiando y dices tonterias», le reprendio su madre. Se puso a rezar. «Creo que te estas volviendo loca de no dormir y levantarte cada dos por tres. jDuérmetel», le regafid su madre. «jQue no, mamél Que creo que un angel me despierta para que no duerma y rece», le respondia 19 Debié de ocurrir bastantes veces porque Marianna Kowalska menciona que Helena, sofiolienta, le pedia durante el dia que la dejara echarse una siesta, para lo que no siempre le daba permiso Helena, educada en condiciones dificiles y severas, tenia los pies en el suelo. Era realista. Sabia que esos resplandores no eran una ensofiacién ni una alucinacién. Pero ni su padre ni su madre eran capaces de entenderlo porque lo que su hija experimentaba no cabia en su experiencia religiosa, en su modo popular de vivir la fe. Helena, al no encontrar comprensién en sus familiares mas cercanos, comenzé a guardar estas cosas en su corazén. No hablaba de ellas en casa. Opinaba ademés que no eran materia de conversacién durante la confesién. Se quedé sola con ellas. Y sin embargo sabia que eran una invitacién a otra vida. Muchos afios después, ya como sor Faustina, escribié en el Diario que sintié la vocacién a la vida monistica desde los siete afios: «por primera vez of la voz de Dios en mi alma, es decir, la invitacién a una vida més perfectay (D. 7), pero no encontré a nadie entonces que le aclarara aquello que sentia. «A los siete afios, estando en las visperas, con el Sefior Jesiis expuesto en la custodia, entonces, por primera vez se me comunicé el amor de Dios y llené mi pobre corazén y el Seffor me hizo comprender las cosas divinas» (D. 1404), apunté. Ludmita Grygiel, quien describe la vida mistica de sor Faustina, advierte aqui elementos de contemplacién adquirida, pero también algin «resplandor de contemplacién infusa», por la cual se le concede comprender las cosas de Dios Helena, siendo atin nifia, no sabia cémo responder a la invitacién de Jestis. No suponia siquiera que existiera la vida conventual. Aun asi, hablaba a sus hermanos y padres de ermitafios «que comian solo raices y miel silvestre». «Desde pequefia nos decia que no se quedaria con nosotros, que se irfa con los “peregrinos”, porque una vez nuestro padre nos leyé sobre los “peregrinos” y se le quedé grabado en el alma — recuerda Natalia Grzelak— ;Quién iba a saber entonces en el pueblo que hay muchas érdenes a las que van chicas como nuestra Helenita?» La futura santa, como vemos, ya entonces presentia su destino. Sabia que se marcharia de casa, Su deseo se vio cumplido a pesar de la oposicién de sus padres. «No te vas a ningim sition, le respondian su padre o su madre cuando sacaba el tema de los «peregrinos» y mas tarde, cuando ya estaba segura de que su lugar era el convento. Sentia gusto por la oracién desde pequetia. Se arrodillaba junto a sus padres y a sus hermanos para rezar antes de ir a dormir. Durante el dia invitaba a sus hermanos a hacer oracion. Ella era quien cuidaba del altarcillo que habia encima de la mesa, en la habitacién: un crucifijo y dos figuras de loza —de Jesiis y de la Virgen— que trajo su padre de una romeria a Czestochowa. Cuando se fue de casa las dejé al cuidado de su hermana Natalia, quien las regal6 al convento de Lagiewniki antes de morir. La sencilla cruz de metal, las figuritas pegadas con cola y unas cuantas cartas a la familia son los Xinicos recuerdos auténticos de la vida de la santa en su antigua casa y que ahora custodia la Orden de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia La Primera Comunién fue para Helena un gran acontecimiento. Era el afio 1914. A finales de julio estallé la primera guerra mundial. En ototio se desaté una de las mayores operaciones en el frente oriental: la batalla de Lodz. Lucharon a ambos lados de la barricada —de los paises centrales y de Rusia— ochocientos mil soldados. Como consecuencia, los rusos dejaron las tierras de Kalisz y Swinice y comenzé la ocupacién alemana. Duré cuatro afios, hasta el final de una guerra que, tras ciento veintitrés afios de dominio extranjero, trajo a Polonia su anhelada independencia. Helena debia de recordar aquella época de esclavitud de la nacién. Quiz por eso mantuvo hasta el final de su vida un fervoroso sentimiento patristico y rezaba tan ardientemente por Polonia. A punto de comenzar la guerra, en 1914, Helena tenia nueve afios. Cuando, tras recibir la Primera Comunién, una vecina de Glogowiec le pregunté por qué volvia de la iglesia sola y no con las demés nifias, Helena respondio: «Es que yo voy con Jestis» Marianna Kowalska: «Recuerdo que cuando volvia a casa después de la Primera Comunién pregunté a una amiga: “Oye, ti eres feliz hoy? Porque yo siento algo en el corazén porque tengo a Dios en mi alma’. Desde entonces, cuando recibia la Comunién, preferia volver sola a casa. Rehuia la compaitia de otros». Y queria ir todos los dias a la iglesia. Su madre reconoce que no se lo permitia, ya que siempre habia algo que hacer en casa con tantos nifios pequefios. «Pero, cuando Ilegaba el domingo, se levantaba nada més amanecer y, para no despertar a nadie, salia por la ventana, agarraba las vacas y las levaba al prado. El padre se levanta para sacar las vacas, mira, y resulta que ya no estén en el establo. ¥ es que Helenita ya las habia llevado a pastar antes de que llegara la hora de ira la iglesia. La nila, obediente a su madre durante toda la semana, el domingo se ve que se adelantaba a los acontecimientos para que no hubiera impedimento para participar en la Santa Misa. Pasaba a veces que no podia ir a Misa el domingo. El motivo debia de serle doloroso: no tenia qué ponerse. Las hermanas tenian un solo vestido que usaban por tumos. Los domingos en que era su hermana quien se ponia el vestido, Helena cogia el devocionario y se metia en un rincén o salia coriendo al jardin para leer en silencio toda la Misa. La madre a veces se enfadaba, porque preferia que le ayudara en la cocina pero Helena le explicaba: «Mamaita, no te enfades, que Jestis se enfadaria mis si no hiciera estas cosasy. A la pequetia Natalia se le quedé grabada para toda su vida la vez en que Helena, tres afios mayor que ella, le conté lo que ocurre durante cada parte de la Santa Misa: «Presta atencion a lo que hace el sacerdote. Cuando sale, Cristo va a la oracién al Huerto y suda sangre. Cuando empieza la Misa, Jess ora. Ahora el sacerdote besa el altar: es cuando Judas besé a Jestis y lo entregé en manos de los judios. El sacerdote va al otro extremo del altar —llevan a Jesucristo a Anés— Cuando dice “Kyrie eleyson”, lo abofetean, le escupen en la cara, luego lo llevan a Caifis, luego, a Pilato. El sacerdote se lava los dedos, Pilato se lava las manos. Cuando destapa el caliz, lo desnuda para la flagelacién; esta en pie, entonces es cuando lo azotan. Cubre el céliz, le ponen la corona de espinas. Cuando levanta la Hostia, Cristo es elevado en la cruz Parte la Hostia y la mete en el caliz —Jestis muere... —». Es ciertamente asombrosa la manera en que Helena, una nifia ain, le explica a su hermana el sacrificio de Jestis que se celebra durante la Santa Misa. Lo habria escuchado de alguien? ,Se lo habria dictado el corazén? ‘Una cosa ocurrié en los dieciséis afios que Helena pasd en Gtogowiec que quedé en la memoria de toda la familia y que dejé huella en la futura santa. Fue un baile como otro cualquiera de los que se celebraban en Swinice Warckie. Nadie se acuerda ya de la fecha. Puede que fuera en 1919. Aparte, el objetivo del festejo era noble: el dinero recogido estaba destinado a las necesidades de la parroquia. La hija mayor de los Kowalski, Jozefa, estaba invitada al baile. De las distintas versiones de lo ocurido que quedaron en la memoria de la familia, podemos deducir que, o bien los padres mandaron a Helena con su hermana como acompatiante, o bien Jézefa la convencié para que fuera sin que su padre estuviera al corriente, lo cual parece poco probable. Las chicas lo pasaron bien, y es seguro que pasaron alli un buen rato. Volvieron tarde a casa. Segun una version a las diez y, segiin otra, después de medianoche. Ademis, las acompafié un tal Kociurski. Stanislaw Kowalski aun no dormia, esperaba a sus hijas. «;Para eso os he educado, para que me avergoncéis y traigdis la infamia a esta casa», les regarié, muy alterado Helena sintié profundamente a reprimenda del padre. Sabia que lo habia decepcionado y que se sentia muy disgustado con ella. Al parecer, era la primera vez Cuando, después de este incidente, le pedian que fuera a otra fiesta, respondia que tenia que preguntar a su padre. Pero esta historia tuvo un eco mucho més profundo. Helena se lo reveld a Gienia cuando esta le hizo una visita en el convento de Varsovia. Confesé — relata atios después Gienia— que, cuando nuestro padre se enfadé tanto con ella, pensé que «nunca més causaria verguienza a papa, que trataria de traerle no infamia, sino fama y consuelo» {Seria entonces cuando se propuso ser santa? {Como aquellas, cuyas vidas les leia en casa su padre en voz alta? «Desde mi més temprana edad deseé ser una gran santa» (D. 1302), escribié pasados los afios en el Diario Helena queria ser obediente a su padre, pero en una cosa —la entrada en la orden— si le llevé la contraria. El mandato del corazén y la llamada de Dios fueron més fuertes que la prohibicién paterna Pero, antes de que eso ocurriera, Helena marché a la ciudad en busca de trabajo. Stanistaw Kowalski no solo no estaba en condiciones de costearse la educacién de sus ocho hijos y de dar una dote a sus hijas, sino que no podia alimentarlos ni vestirlos a todos. Por eso las hijas de los Kowalski, cuando ya habian crecido, salian de casa para trabajar como sirvientas para mantenerse y ayudar a la familia. Era el destino tipico de los hijos de las familias numerosas de campesinos. Los jévenes del campo, donde habia poca tierra y demasiadas manos, huian de alli en busca de trabajo. Salian al ancho mundo, a veces literalmente, a América. En las ciudades y pueblos polacos los hombres se empleaban como mano de obra no cualificada y las chicas, como ayuda doméstica. En casa de los Kowalski la pobreza debia de ser terrible, pues ya en 1916 los padres accedieron a que Natalia, que tenia entonces ocho afios, fuera a trabajar como sirvienta a casa de unos parientes lejanos, a ocuparse de los hijos mas pequefios La primera vez que Helena salié de casa para trabajar era mayor. Tenia dieciséis afios. Ya habia hablado del tema con sus padres hacia uno o incluso dos afios. Arguia que el padre no podia trabajar tanto, que no tiene qué ponerse los domingos, que tiene el peor vestido. Los padres transigieron. Precisamente una conocida de los Kowalski, Anna Lugowska, de la vecina aldea de Rogow, les comentd que su hermana, Leokadia Bryszewska, que vivia en Aleksandrow, cerca de Lédz, estaba buscando sirvienta Helena marché. Era el afio 1921. Volvié a Glogowiec pasado un afio. Entonces pidio a sus padres por primera vez permiso para ingresar en el convento. «Mamaita, tengo que ir al convento», Marianna recordaba pasados los afios las palabras de su hija Pero los padres se negaron en redondo. Su padre argumentaba que tenia deudas y no habia dinero para darle en dote, cosa que exigian por aquel entonces las ordenes religiosas. Helena les dijo que no necesitaba ningun dinero pues «el mismo Jestis la levard al convento». Pero no consiguié nada. Sus padres, inflexibles y no cedieron. Muy posiblemente fue entonces cuando el parroco, don Roman Pawlowski, trato de convencer al padre de Helena para que vendiera una vaca y le diera el dinero en ajuar, si es que tenia tantos deseos de ir al convento. Pero el padre no queria ni oir hablar del tema porque «de qué vamos a vivir, con una familia tan grande?», y enganché las vacas al arado c2. Helena, ya que no pudo ingresar en una orden, volvié al trabajo de sirvienta. Esta vez marché a Lodz. Posiblemente en esa época —de 1922 a 1924— si iba de vez en cuando a visitar a sus padres. Sin embargo, desde su marcha de Lédz a Varsovia en 1924 y la entrada en el convento, la primera vez que volvid a Glogowiec fue en 1935, pasados once afios. Regresé como monja llamada Faustina. Desde 1924 solo se habia visto con sus padres una vez: en 1928, cuando viajaron a Cracovia a sus primeros votos monisticos. Sor Faustina fue a Glogowiec desde Vilna, alarmada por su familia debido a que su madre habia caido gravemente enferma. Marianna Kowalska padecia serios ataques de dolor en el higado. Con el permiso de la superiora del convento, Faustina se subié al tren el 15 de febrero de 1935, llegé a Varsovia por la matiana y a Glogowiec a las ocho de la tarde.

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