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05 Psicologia Criminal Gestion 2023
05 Psicologia Criminal Gestion 2023
2023
POLICÍA BOLIVIANA
DIRECCIÓN NACIONAL DE INSTRUCCIÓN Y ENSEÑANZA
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
TEXTO DE CONSULTA
EXÁMENES DE ASCENSO - 2023
SUBTENIENTE A TENIENTE
PSICOLOGÍA CRIMINAL
PROGRAMA DE EXÁMENES
DE ASCENSO
SUBTENIENTE A TENIENTE
PSICOLOGÍA CRIMINAL
TEXTO SISTEMATIZADO
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
UNIPOL 2023
TEMARIO
ÍNDICE
TEMA N°1
ORIGENES DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL
1.1. La frenología
1.2. Las doctrinas de Lombroso
1.3. Teorías sobre la personalidad de criminal de Eysneck
1.3.1.Extraversion
1.3.2.Neuroticismo
1.3.3.Psicoticismo
1.4. Paradigmas actuales en la psicología Criminal
1.4.1. La psicología evolucionista
1.4.2. La genética del comportamiento
1.4.3. El Paradigma del control social/Autocontrol
a. La teoría del soció logo Travis Hirschi
b.Teoria de bajo autocontrol
1.4.5. El paradigma de la Criminología del desarrollo - Terrie Moffitt
1.4.6. El paradigma del delincuente racional
TEMA N°2
PSICOLOGIA CRIMINAL
2.1. Concepto de Psicología
2.2. Concepto de Psicología Criminal
2.3. Á mbitos de Actuació n
2.3.1. Aná lisis criminal
2.3.1. Perfilacion criminal
2.3.1. Entrevistas a implicados en el delito
2.3.1. Valoració n para ser juzgado
2.3.1. Valoració n del estado de la victima
2.3.1. Prevenció n
TEMA N°3
PSICOLOGIA APLICADA A LA INVESTIGACION CRIMINAL
3.1. Concepto de investigació n Criminal
3.2. Fases de la Investigació n Criminal
3.2.1. Fase Criminalística
3.2.2. Fase Criminal
3.2.3. Fase pericial o forense
3.3. Perfil Psicoló gico
3.3.1. Definició n Conceptual
3.3.2. Principios
3.3.3. Objetivos
a. Ofrecer al sistema de justicia informació n sobre las características psicosociales má s
probables del agresor
b. Ofrecer al sistema de justicia una evaluació n psicoló gica de las pertenencias encontradas
en posesió n del agresor
c. Ofrecer a las fuerzas de seguridad estrategias efectivas en la entrevista de sospechosos
3.3.4. Fuentes de los perfiles
a. Perfil criminal inductivo
b. Perfil criminal deductivo
3.3.5. Modelos teó ricos
a. El modelo americano del FBI (Psydhological Profiling)
b. El modelo inglés de David Canter (Investigative Psychology)
c, El método Ver: Aplicació n en la investigació n del delito
3.4. Tipos de perfiles Psicoló gicos
3.4.1. Homicidios / Asesinatos
a. Personalidad y desarrollo psicosocial de los asesinos en serie
b. Motivaciones psicoló gicas de los asesinos en serie
Visionario
Misionario
Hedonístico
De poder /control
3.4.2. Agresió n sexual infantil
a. Características generales
b. Las motivaciones psicoló gicas de los agresores sexuales infantiles
Inmaduros o fijados en la pedofilia
Regresivos
Agesivos
Pseudopedofilos
3.4.3. Agresió n sexual y violació n adulta
a. Características genéricas
b. Las motivaciones psicoló gicas del agresor sexual adulto
c, Clasificació n de Grth y Cois – Poder y Odio
1. Violador de poder
2. Violador Odio
d. Tipología de Knigthy Prentky – El MTC R3
1.Violador Oportunista
2.Violador enojado
3. Violador Sexual
4.Violador Vengativo
3.5. La escena del Crimen
3.5.1. Los Criminales organizados y su escena
3.5.2. Los criminales desorganizados y su escena
3.5.3. Otros elementos relevantes en la escena
TEMA N°4
PSICOPATOLOGIA CRIMINAL
ENFERMEDADES MENTALES CON INCIDENCIA EN LA ACTIVIDAD DELICTIVA
4.1. Enfermedad mental y normalidad
4.2. Trastornos disociativos
4.2.1. Trastorno de identidad disociativo
4.2.2. Amnesia psicó gena o disociativa
4.2.3. Fuga psicó gena o disociativa
4.2.4. Trastornos de despersonalizació n
4.2.5. Estados de trance y posesió n
4.3. Esquizofrenia
4.4. Psicosis delirantes
TEMA N° 5
MOTIVACION CRIMINAL
5.1. Procesos motivacionales
5.2. Definició n y principales conceptos motivacionales
5.3. Aspectos generales de la motivació n delictiva
5.3.1. Teoría de «asociació n diferencial» de Edwin O. Sutherland
5.3.2. Teorías sobre «la motivació n delictiva» de Donald R. Cressey
5.3.3. Teoría de la anonimia de E. Durkheim
5.4. Motivació n delictiva en las agresiones sexuales
5.4.1. La motivació n sexual
5.4.2. Disfunciones sexuales
5.4.3. Clasificació n de Violadores
a. Violador sá dico
b. Violador depredador
c. Violador motivado para cometer una agresió n
5.4.4. Clasificació n de agresores sexuales de menores
a. Abusador pedó filo obsesivo
b. Abusador pedó filo regresivo
5.5. Motivació n delictiva en homicidios
5.5.1. Motivaciones bá sicas
a. Venganza y justificació n
b. Control y poder
c. Extasis - Alivio
5.5.2. El Asesino serial
a. Fases del ciclo de actuaciones del asesino serial
1.Fase aurea
2. Fase de pesca
3. Fase de seducció n
4. Fase de captura
5. Fase del asesinato
6. Fase fetichista
7. Fase depresiva
b. Motivaciones del asesino serial
5.6. Motivació n delictiva en casos de violencia de género
5.6.1. La violencia
5.6.2. Perfiles de agresor
a. Agresor psicopá tico
b. Agresor hipocondriaco
c. Agresor Cíclico/ emocionalmente inestable
5.6.3. Otras características del agresor
TEMA N°6
LOS MALOS TRATOS
ACTUACION CON LAS VICTIMAS E INTERVENCION POLICIAL
6.1. La familia, su la problemática interna y la repercusió n en la sociedad
6.2. La violencia contra la mujer en el á mbito familiar
6.3. Origen y mantenimiento de la violencia
6.3.1. Teorías del mantenimiento
a. La Teoría del Ciclo de la Violencia
b. Teoría de la Indefensió n Aprendida
6.4. Consecuencias de la violencia domestica
6.4.1. En la mujer
6.4.2. En los menores
6.5. Manifestaciones de la violencia
6.6. La victima
6.7. El maltratador
TEMA N°7
VICTIMIZACIÓN CRIMINAL
7.1. Definició n de víctima
7.2. Tipologías de las víctimas
7.2.1. Víctimas no participantes
7.2.2. Víctimas participantes
7.2.3. Victimas especialmente vulnerables
7.2.4. Víctimas Familiares
7.2.5. Víctimas simbó licas
7.2.6. Víctimas colectivas
7.2.7. Victimas falsas
7.3. ¿Qué es la victimizació n?
7.3.1. Concepto
7.3.2. ¿Cuá les son las consecuencias de la Victimizació n?
7.3.3. ¿Qué es la victimizació n Criminal
7.3.4. Formas de Victimizació n
a. Victimizació n primaria
b. Victimizació n secundaria
c. Victimizació n terciaria
7.3.5. ¿Cuá les son las secuelas emocionales?
7.4. Perfil de la víctima
7.4.1. Los rasgos físicos
7.4.2. Estado marital y relaciones afectivas
7.4.3. Estilo de vida
7.4.4. Ocupació n
7.4.5. Educació n
7.4.6. Datos del vecindario
TEMA N°8
REDES SOCIALES Y CIBERDELITOS
8.1. ¿Qué son las redes sociales?
8.2. ¿Para que sirven las redes sociales?
8.3. Ventajas de las redes sociales
8.3.1. Comunicació n inmediata
8.3.2. Oportunidades laborales
8.3.3. Entretenimiento
8.3.4. Denuncia social: Las redes sociales sirven para sacar a la luz situaciones que en
8.3.5. Compartir conocimientos
8.3.6. Mejora la visibilidad de la marca
8.3.7. Difusió n de contenidos de la empresa
8.3.8. Medir las acciones de marketing
8.4. Aspectos negativos de las redes sociales
8.5. ¿qué son los ciberdelitos?
8.6. ¿cuá les son los ciberdelitos má s comunes?
8.6.1. Revenge porn o porno vengativo
8.6.2. Grooming
8.6.3. Pharming
8.6.4. Phishing
8.5. Có mo influyen los delitos informá ticos
8.6. Perfil criminal actual del ciberdelincuente
TEMA N° 9
EL MODUS OPERANDI Y EL MODUS APPARENDI
9.1. El modus operandi
9.1.1. Definició n, características y riesgo en el modus operandi
9.1.2. ¿qué es el modus operandi?
9.1.3. Características psicoló gicas del modus operandi
9.1.4. Objetivos del modus operandi
9.1.5. Tipología del modus operandi
9.2. El modus apparendi
9.2.1. Definició n modus apparendi
9.2.2. Componentes del modus apparendi: firma, ritual, escenificació n y sello
a. Componentes del modus apparendi: Firma
b. Componentes del modus apparendi: Ritual
c. Componentes del modus apparendi: Escenificació n
d. Componentes del modus apparendi: Sello Personal
e. Componentes del modus apparendi: Sintomatología
TEMA N° 1
Lo interesante de comenzar con esta perspectiva histó rica, má s allá del hecho de
mirar hacia el pasado, va a ser descubrir có mo esas transformaciones han sido
acumulativas, es decir, cada una de las formas con la que las sociedades han
identificado, juzgado al culpable y explicado su desviació n, nunca se extinguieron por
completo, jamá s perdieron cierta vigencia. De alguna forma, han prevalecido o, en
cierto modo, han condicionado las identificaciones, juicios y explicaciones
posteriores. Vamos a mirar al pasado, en fin, para poder entender mejor el presente.
Desde esta perspectiva, el punto de partida no podía ser otro que una época en la que
el perfil moral de un individuo tenía su correlato en las facciones de su rostro o en la
morfología de su crá neo. Ser feo, digá moslo sin contemplaciones, te convertía
automá ticamente en sospechoso. (San Julian Guillen & Vozmediano Sanz, 2018)
1.1. La frenología
Es esta una doctrina que afirma la estricta localizació n de todas las funciones
psicoló gicas en distintos centros cerebrales, y la posibilidad de conocer y diagnosticar
su grado de desarrollo a través el examen del crá neo de los individuos sometidos a
un estudio. Tuvo una época de esplendor en la primera mitad del siglo XIX, y ha sido
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE PSICOLOGIA CRIMINAL 1
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN
2023
muchas veces considerada como una autentica preformació n de los que sería luego la
psicología. Desde el primer momento, admitió la existencia de una serie de cualidades
psicoló gicas, entre las que se hallaban varias de las que supuestamente causaban las
conductas delictivas y violentas.
El médico alemá n Franz Joseph Gall (1758 - 1828) es el fundador de este movimiento,
que pronto contara con el apoyo de su discípulo Gaspar Spurzheim (1776-1832), y de
numerosos discípulos. Hay aquí una completa “psicología de facultades” combinada con
una anatomofisiología cerebral rudimentaria, pero manejada con audacia por Gall y
sus discípulos. Estos en efecto, van a difundir por Europa luego por America, la
doctrina que, segú n ellos, hace posible conocer la personalidad de los individuos, sus
tendencias má s hondas, y por lo mismo predecir y explicar sus conductas. Dentro de
sus actividades se incluyó en lugar preferente el conocimiento y diagnó stico de las
personalidades psicopá ticas y patoló gicas, y ocuparon mucho tiempo realizando
exá menes de crá neos de individuos con biografías criminales, condenados a sufrir
largas penas en cá rceles y presidios.
La frenología guarda estrecha relació n con las doctrinas que iba a mantener con gran
éxito popular el médico italiano Cesare Lombroso, en la segunda mitad del siglo XIX.
Lombroso creyó encontrar un tipo humano particular, el “criminal nato”, que describió
en El hombre delincuente (1876) y que daría una explicació n cumplida de la conducta
criminal. Era un resultado de ciertos procesos degenerativos, a consecuencia de los
cuales transgredía la ley, desarrollaba una conducta criminal; era, ademá s, reconocible
gracias a ciertos rasgos físicos. De acuerdo con esta ideas, atavismo y enfermedad se
unían para generar tales individuos, de una enorme peligrosidad social nacida de
causas puramente bioló gicas. Entre sus rasgos característicos incluiría la microcefalea,
las alteraciones en la estructura cortical, su gran masa corporal, asimetrías craneales y
faciales, y una gran insensibilidad al dolor, entre otros (Maristany, 1973).
Lombroso halló en torno suyo un grupo de discípulos capaces de desarrollar sus ideas
de una antropología criminal. Entre ellos se encuentra Enrico Ferri y Raffaele
Garofalo (Bernaldo de Quiros, 1908; Ferri, 1809). La índole naturalmente peligrosa del
delincuente propicio una visió n estrictamente defensiva del sistema jurídico y de las
penas, para proteger la ciudad. Al mismo tiempo, promoverá el
estudio de los rasgos y factores que generan tan amenazadora personalidad; de ahí el
enorme desarrollo de la criminología en las ú ltimas décadas del siglo.
Segú n el autor, las tres variables se correlacionan con la conducta antisocial de forma
positiva, aunque en investigaciones posteriores se descubrió diferencias en la
importancia de estas correlaciones. El mismo Eysenck en 1997, concluyo que las
tres dimensiones, era el Psicoticismo la dimensió n que aparecía má s claramente
relacionada con la delincuencia “psicopatía primaria”, mientras que Extraversió n y
Neuroticismo estarían relacionadas con la “psicopatía secundaria”. Eysenck ya indico
que, a nivel empírico, el grado de correlació n entre las tres dimensiones y la conducta
delictiva podía variar en funció n al sexo, el tipo de muestra y la edad, entre otras
variables.
Para Eysenck, los individuos difieren en sus rasgos debido a diferencias genéticas,
aunque no descartó las influencias ambientales y situacionales en la personalidad,
como las interacciones familiares en la infancia. Por lo que se basa en un enfoque
biopsicosocial en el que estos factores genéticos y ambientales determinan la conducta.
(Garcia-Allen, 2021)
Lo que propone el autor es que cada persona nace con una estructura específica a
nivel cerebral, que causa discrepancias en la actividad psicofisioló gica y, por tanto,
provoca que el individuo desarrolle diferencias en el mecanismo psicoló gico,
determinando un tipo específico de personalidad. (Garcia-Allen, ob.cit.)
Basá ndose, sobre todo, en el estudio comparativo de las conductas de los grandes
simios, ademá s de las má s variadas fuentes, desde las aportaciones científicas
hasta innumerables entrevistas personales, Ghiglieri nos brinda un actualizado y
ambicioso aná lisis de los orígenes de la violencia y la agresividad en nuestras
sociedades. Desde disciplinas tan variadas como la biología, la psicología, la
antropología, la historia y la sociología. El lado oscuro del hombre aborda
aspectos del comportamiento humano (la violació n, la criminalidad o las guerras)
que parecen enraizados en los má s profundo de nuestros instintos.
Este paradigma cuenta con dos teorías: Teoría del soció logo Travis Hirschi
y la Teoría de bajo autocontrol.
a) La teoría del sociólogo Travis Hirschi: También conocida como la teoría de los
vínculos sociales fue desarrollada partiendo del criterio de que el individuo no
actú e delincuencialmente, radica en los nexos que el mismo establece con la
sociedad, lazos cuya ruptura significarían una sensible pérdida para la persona.
Cuando se carece de esos vínculos o los mismos de debilitan desaparece el arraigo
social que funciona como muro detentivo del actuar criminal. La necesidad de
autopercibirse y ser reconocido como integrante pleno y respetado de los
diversos grupos sociales de pertenencia actú a como elemento conductual
controlador, segú n esta posició n teó rica.
A través de la teoría del desarrollo de Terrie Moffitt, se han formulado algunos de los
conceptos má s relevantes de este modelo explicativo:
Esta corriente afirma que “los factores relevantes para la criminalidad son distintos
segú n la edad de las personas”, Se siguen criterios como “la fase de la vida” del
delincuente: las personas experimentan a lo largo de la vida nuevas experiencias y
procesos bioló gicos típicos de cada etapa: se trata de propuestas diná micas (opuestas
a la está tica simpatizan con el enfoque de los factores de riesgo): se
analizan factores que incrementan el riesgo estadístico de que se delinca. Llaman la
atenció n acerca de que la mayoría de quienes cometen delitos abandonan su carrera
delictiva cuando termina la adolescencia:
Para este autor las causas del delito en ambos casos son distintas
mirar al pasado; y así, las teorías de autores como Beccaria y Bentham adquieren
un valor especial. Estos autores parten de la idea de que los delincuentes son seres
racionales, que buscan mediante su acció n ilegal obtener beneficio que de otro modo
tendrían que lograr mediante el trabajo y el esfuerzo.
Para prevenir los delitos habría que obrar, por consiguiente, de modo que el sujeto
condenado, estimando los costos y beneficios del delito, calculara que tal acció n no le
resulta provechosa: lo que le llevaría a concluir que debería abstenerse de cometerla en
el futuro. Esta es la filosofía de la prevenció n especial.
Segú n este modelo teó rico, una forma de reducir el delito seria aumentar los
costos de su realizació n, por ello desde esta teoría se propuso aumentar la severidad de
las penas. Estudios han puesto de manifiesto que la severidad de la sanció n tiene
repercusiones irrelevantes, mientras que, por el contrario, la certeza de pena puede
influir en la reducció n de la delincuencia. (Guardiola, 2021)
TEMA N° 2
PSICOLOGÍA CRIMINAL
2.3.1. Análisis criminal: Esta es una de las principales razones por las que
se debe incluir la psicología en el ámbito criminológico, dado que en un
delito pueden intervenir muchas personas, tanto el que lo comete como la
víctima y có mplices. Así pues, la psicología criminal analiza los
comportamientos del delincuente en diferentes situaciones específicas, de
manera que compara los datos que se obtengan con las bases de datos. En caso
de que se encuentren coincidencias, como las armas utilizadas, el tipo de
víctima (como en los casos de asesinos seriales), el modus operandi, el lugar
geográ fico y demá s aspectos que permiten tener una base para guiar
la investigació n.
2.3.2. Perfilación criminal: Esta es una técnica de investigació n que ayuda a los
investigadores a colocarse en la mente del criminal, permitiendo identificar sus
características de personalidad y comportamiento, analizando el crimen
y la escena del mismo.
ejemplo un menor que haya sido testigo de un crimen, un ofensor que se niega
a confesar, alguien traumatizado, etc.
Frecuentes interrupciones.
2.3.4. Valoración para ser juzgado: Una de las competencias del psicó logo
criminal es valorar si el acusado es apto para ser juzgado. Se deberá
valorar si el individuo es capaz de entender la comisió n del delito del que se le
acusa, y si tenía plenas facultades para entenderlo en el momento en el que lo
hizo, si puede entender las causas de las que se le acusa, si entiende el
rango de las posibles condenas y si tiene capacidad para declarar en su
propia defensa.
Los motivos que hacen que una persona no pueda ser juzgada son varios,
como pueden ser una lesió n cerebral, demencias, discapacidad intellectual o
presencia de psicopatología. Para poderlo comprobar, los psicó logos se valen
de métodos de evaluació n o pruebas psicométricas.
2.3.6. Prevención: La psicología criminal tiene una finalidad preventiva, dado que
conocer el delito contribuye, también, a evitarlo interviniendo sobre los grupos
má s propensos a realizarlo. Así pues, esta disciplina, conociendo los factores
biopsicosociales que presentan una relació n con la aparició n y con el
desarrollo de la delincuencia para poder llegar a reducir la criminalidad
mediante programas de prevenció n. Se pretende mejorar el conocimiento del
delito y su prevenció n.
TEMA N°3
3.2.2. Fase Criminal. Es una fase má s activa, en base a los datos recogidos en la
investigació n Criminalística, estudia las conductas, realiza perfiles, tiene como
finalidad el descubrir los componentes externos de la escena de hechos, con el
objeto de individualizar o identificar al presunto actor y en ocasiones
aprehenderlo.
3.2.3. Fase pericial o forense. Fase ejecutiva. Realiza una actividad probatoria,
en orden a demostrar que dicho presunto delincuente es el culpable en base a
las pruebas periciales. Lo que algunos llaman criminalística de laboratorio.
Es decir que de acuerdo a estos aportes, el perfil criminal es «una técnica psicoló gica
que, basada en los aspectos psicosociales del comportamiento humano establece a
partir de la escena del crimen, las características sociales y psicoló gicas de la víctima y
los hallazgos forenses y criminalísticos la motivació n del autor, a partir de la cual se
elaboran los fundamentos estadísticos que permitirá n estructurar grupos relativamente
homogéneos de sujetos que cometen determinadas actividades criminales, con la
finalidad ú ltima de ayudar a la investigació n o bien facilitar pruebas inculpatorias en un
proceso judicial» (adaptada del Soria, 2005).
3.3.2. Principios
Un perfil psicoló gico criminal se fundamenta en los siguientes principios (adaptado de
Soria, 2002):
Existen ciertos autores (Turvey, 1998) que establecen una diferenciació n bá sica
entre dos tipos de metodologías: la metodología inductiva y la deductiva.
De acuerdo con el autor, las ventajas de utilizar este tipo de perfil criminal
se deben a que es una herramienta muy fá cil de utilizar, para la cual no se
necesita un conocimiento especializado en ciencias forenses ni entrenamiento
en el á mbito de la investigació n del comportamiento criminal. Asimismo, el
proceso de generar perfiles criminales inductivos requiere un período
relativamente corto de tiempo y no implica mayores esfuerzos o grandes
habilidades analíticas por parte del perfilador.
demográ ficas, ú nicamente a partir del aná lisis de tres tipos de fuentes: la
evidencia forense, las características de la escena del crimen y la victimología.
El uso de la técnica fue esporá dica, no fue hasta 1978 cuando la Unidad de Ciencias
del Comportamiento (BSU) del FBI estableció el Psychological Profiling Program
(«Programa de Perfiles Psicoló gicos»); consistente en la realizació n de entrevistas a
tipos de criminales específicos de Estados Unidos, recogiendo informació n acerca de
sus características, motivaciones, actitudes y comportamientos, para analizarla y
sistematizarla posteriormente (Ressler y Schactman, 1992). En 1981, Pierce Brooks, un
El desarrollo tan significativo de los perfiles psicoló gicos se debe a la constatació n, por
parte de los agentes del FBI, en su prá ctica habitual de las limitaciones de investigació n
si só lo utilizaban evidencias físicas (pelos, huellas, etc.) o inorgá nicas,
especialmente ante un crimen complejo; por ello consideraron necesario prestar
atenció n a las evidencias no-físicas o psicológicas, como elementos bá sicos en la
comprensió n del acto violento.
Otro paso muy importante para la técnica fue la estructuració n de la escena del crimen
en dos grandes tipologías; para ello se realizaron entrevistas en profundidad a 36
asesinos en serie convictos, casi todos con una motivació n sexual, y que llevaron al
FBI a la creació n de la dicotomía crímenes organizados/crímenes desorganizados,
dicotomía propuesta por Hazehvood y Douglas en 1980 (Wood-worth y Porter, 2001).
Dicha distinció n pasó a ser la divisió n fundamental que permitía separar los crímenes
en dos tipos de motivaciones psicoló gicas (Ressler ySchactman, 1992).
Organizado Desorganizado
El psicó logo britá nico y profesor de la Universidad de Liverpool, David Canter, fue el
creador de la Psicología de investigació n criminal (Investigative Psychology) con
fundamentos distintos de los americanos, pero de igual forma integrando
conceptos psicoló gicos en las técnicas de investigació n criminal (Woodworth y Porter,
2001).
El modelo de Canter utiliza las mismas fuentes de informació n que el del FBI (examen y
fotografías de la escena del crimen, informació n sobre la víctima, etc.) y tiene algunos
puntos en comú n, pero contextualiza la informació n recogida dentro de las teorías y
principios psicoló gicos y el conocimiento empírico; una propuesta teó rica siempre debe
ir seguida de una comprobació n empírica (Woodworth y Porter, 2001).
Segú n Canter y Alison (2000), tres son los principios psicoló gicos fundamentales en
la investigació n criminal:
de esta forma examinar cada variable en relació n con cualquier otra. Las variables
que aparecen juntas en el espacio son aquellas que poseen mayor presencia y
homogeneidad en un hecho criminal concreto. Al mismo tiempo, las que se dan en el
centro de é l son las que aparecen frecuentemente en el tipo de crimen que estemos
investigando, mientras que con las alejadas del mismo son má s infrecuentes e
inespecíficas.
Canter y sus colegas han identificado cinco características predecibles del criminal en
relació n con su conducta (Ainsworth, 2001):
La denominació n VERA proviene del acró nimo de los cuatro pilares en los que
descansa la técnica: Víctima, Escena del delito, Reconstrucció n del delito y Autor,
referida respectivamente a la recopilació n de todos los datos posibles acerca de la
víctima o víctimas, al aná lisis pormenorizado de la escena o escenas del delito, a la
reconstrucció n posible del hecho a partir de la informació n disponible y a los datos
existentes acerca del autor o autores de los hechos.
El método VERA se puede aplicar tanto a casos ú nicos, en los que un ú nico hecho
permanece sin esclarecer, y no se espera que se repita la agresió n en otro
momento o lugar, como a casos seriales, en los que se considera que un mismo autor o
autores ha cometido dos o má s hechos presuntamente relacionados o puede seguir
cometiéndolos en el futuro. Indudablemente, los casos seriados conllevan un acopio
de má s informació n, ya que encontramos en ellos má s conductas, má s escenas del
delito, etc., lo que supone la posibilidad de detectar patrones regulares de
comportamiento que pueden resultar muy ú tiles al analista para establecer el perfil de
agresor o agresores en serie. A má s casos, má s posibilidades de detectar; si es
posible, patrones, que por sí mismos supondrá n una ventaja para el analista a la hora
de inferir a partir de ellos características peculiares del agresor, lo que redundará en
una má s rá pida identificació n. En el aná lisis del caso ú nico las circunstancias del
mismo pueden haber modulado el comportamiento de los individuos intervinientes,
por lo que es má s dificil interpretar que las conductas del agresor que se analizan
suponen cierta estabilidad en cuanto a su modo habitual de obrar, aunque sea para
cometer delitos. Sin embargo, en las agresiones seriales cometidas por un mismo
individuo, esa regularidad comportamental es má s fá cil de detectar a pesar de las
circunstancias siempre ú nicas de cada agresió n. En cualquier caso, tanto si es ú nico
como si es serial, el aná lisis de cada caso se hace individual y exhaustivamente, aunque,
en el caso de los casos seriales, después del aná lisis concreto de cada caso procederá
un aná lisis en comú n de todos ellos.
1. Recopilació n de datos.
2. Realizació n de inferencias.
3. Elaboració n de hipó tesis.
4. Redacció n y entrega del informe.
En definitiva, el método VERA descansa en la premisa de que no hay acto del agresor
que no esté motivado; que cada acto por sí solo ha de ser investigado; que
diferentes agresores muestran conductas similares pero que está n motivadas por
razones diferentes; que, debido a la complejidad de la conducta humana, a la
interacció n de unos individuos con otros y a las influencias ambientales, no habrá jamá s
dos casos iguales. Un mismo autor puede presentar diferentes motivos para cometer
diferentes actos o en un mismo acto presentar diversas motivaciones.
Por tanto, no hay dos delincuentes iguales. Cada uno es producto de su propia historia
personal, de sus experiencias y emociones, de su biología y su psicología, del azar que
configuró sus vicisitudes, las decisiones que tomó , etc. Cada delincuente tiene el
potencial para crear escenas del delito a su modo, así como para satisfacer sus propias
necesidades emocionales. Hay, indudablemente, similitudes entre diferentes agresores,
pero el método VERA pretende destacar, a partir no solo de las analogías sino
3.4.1. HOMICIDIOS/ASESINATOS
a. Personalidad y desarrollo psicosocial de los asesinos en serie
El término «asesino en serie» fue utilizado por primera vez en la prensa americana en
1986 por el agente del FBI Robert Ressler, quien denominó así a este tipo de
criminales, debido a que le recordaba a las series televisivas de su infancia. El FBI
atribuye la clasificació n de asesino en serie só lo a aquellas personas que han
producido tres muertes en intervalos separados de tiempo (Cyriax, 1996).
Los agresores infantiles son de todas las clases sociales, aunque los que tienen má s
recursos econó micos con má s frecuencia acceden a los menores en redes de
prostitució n infantil o mediante viajes a países donde se practica el turismo sexual;
suelen estar adaptados socialmente y es infrecuente encontrar otras psicopatologías
diferentes a su desviació n sexual, cuando existen, las má s usuales son los
deterioros cerebrales, las deficiencias intelectuales y el alcoholismo. Muchos tienen
otras conductas sexuales integradas, así está n casados o tienen algú n tipo de pareja
sexual, no es infrecuente que se casen con una mujer con el objetivo de acceder a los
hijos menores de edad (Soria y Herná ndez, 1994). Raramente hieren o dañ an
físicamente al niñ o y utilizan, en la mayoría de los casos, una aproximació n seductora
(Holmes, 1991). A pesar de esta aparente vida social ajustada, Abel y cois. (1986),
citados en Soria y Herná ndez (1994), encontraron un déficit de asertividad y de la
por el hecho de que éstos son menos exigentes y críticos que las personas
adultas frente a las peticiones sexuales y, al mismo tiempo, son má s fá ciles
de dominar. Ama a los niñ os y no es su intenció n causarles dañ o, el abuso se
produce sin violencia y en consecuencia sin que sea necesaria la aparició n de
una resistencia en el niñ o. Fruto de un conocimiento o relació n previa existente
y la motivació n bá sica, su estrategia de aproximació n es seductora y gradual,
puede pasar largo tiempo hasta el inicio del abuso.
Garrido diferencia entre aquellos violadores que tienen una conducta delictiva amplia,
donde la violació n es un delito má s en su estilo de vida antisocial (este tipo de
violadores frecuentemente forman parte de una subcultura violenta) y aquellos que
2. Violador- odio. En este tipo de violació n, el agresor expresa ira, rabia, desprecio
y odio por su víctima golpeá ndola, asaltá ndola sexualmente y obligá ndola a
realizar actos adicionales de tipo degradante. Utiliza má s fuerza de la necesaria
para someterla. El ataque sexual es só lo una parte de los actos de violencia
física. A menudo se acerca a su víctima por sorpresa y la golpea, rompe su
ropa y usa un lenguaje vulgar y abusivo.
Este violador puede mostrar mucha có lera y desprecio hacia las mujeres, a
quienes ve como objetos desagradables. El acto sexual es visto hasta cierto punto
como algo bajo y degradante y, generalmente, encuentra en él poca o ninguna
satisfacció n sexual derivada del acto de violació n. Por todo ello puede
experimentar dificultades para alcanzar la erecció n y para eyacular durante
dicho acto.
Davis (1999) agrega que este tipo de criminal personaliza a la víctima, controla la
conversació n, demanda la sumisió n de la víctima y los actos agresivos los comete
antes de su muerte.
Muller (1999) establece que los criminales desorganizados normalmente tienen una
inteligencia baja, muestran algú n tipo de severa perturbació n psiquiá trica y, por ello,
es probable que hayan estado en contacto con las instituciones de salud mental. El
criminal desorganizado funciona inadecuadamente a nivel social: escasas relaciones
sociales, excepto con la familia, y puede ser sexualmente incompetente (en caso de que
tenga algú n tipo de experiencia sexual). El ataque de la víctima puede ser brutal y es
posible que su cara se encuentre severamente golpeada en un intento por deshumanizar
a la víctima, o bien la víctima puede haber sido obligada a usar una venda en los ojos o
una má scara. En caso de que la víctima sea agredida sexualmente, generalmente será
post-mortem, con mutilació n de la cara, genitales y senos. El cuerpo de la víctima
generalmente será dejado en la escena del crimen. Sin embargo, en caso de que el
cuerpo sea movido, usualmente será con la finalidad de guardarlo como un recuerdo y
no para ocultar evidencia.
figuras ausentes. Posiblemente, durante su niñ ez, estos sujetos tuvieron pocos
compañ eros de juegos y acostumbraban a tener hobbies solitarios o amigos
imaginarios. De nivel intelectual limitado, probablemente dejó la escuela tan pronto
como le fue posible y ha tenido trabajos que no requieren mayor
Cuando aparece una escena del crimen que incluye aspectos de la organizada y la
desorganizada se denomina mixta y puede indicar la presencia de dos criminales, de
uno só lo, que planeó el crimen y luego abandonó el propó sito por circunstancias
imprevistas, o también que el criminal arregló la escena del crimen para ofrecer una
apariencia distinta. Todos los crímenes poseen aspectos de uno u otro tipo, pero
claramente un tipo predomina sobre el otro.
TEMA N° 4
PSICOPATOLOGÍA CRIMINAL
La enfermedad mental supone una disfunció n bioló gica, psicoló gica y comportamental
de una persona, con manifestaciones conductuales, emocionales y cognitivas (de
conciencia, percepció n, memoria y pensamiento).
Ahora bien, ¿qué es lo anormal en la forma de pensar y actuar de una persona? Parece
coherente pensar que el enfermo mental sería aquel que con su conducta sobrepasa los
límites del criterio de normalidad establecido en un tiempo y en una sociedad
determinados. Sin embargo, esto nos lleva a considerar la siguiente cuestió n: ¿qué
debemos entender por criterio de normalidad? Puesto que tiene una triple
vertiente:
Estadístico de los Trastornos Mentales en su quinta revisió n (conocido por sus siglas
en inglés, DSM-V).
En primer lugar debemos tener en cuenta que la peligrosidad del enfermo mental casi
siempre ofrece indicios reveladores de la alta probabilidad de comisió n de algú n
delito, viniendo determinada principalmente por una grave alteració n del juicio y
por la pérdida del control de impulsos.
La actuació n policial con enfermos mentales debe basarse en estos tres aspectos:
4.3. ESQUIZOFRENIA
Incomprensibilidad e imprevisibilidad
Violencia: delitos casi siempre de sangre y muy graves
Indiferencia afectiva: sin arrepentimiento
Reincidencia
Soledad (actú an solos)
Inutilidad: el crimen no es ú til salvo para el enfermo en cuanto que
puede eliminar sus padecimientos a través de su realizació n
A pesar de lo anterior, no debemos criminalizar al enfermo esquizofrénico, puesto que
la inmensa mayoría de ellos son pacíficos (baste saber que estadísticamente, el riesgo
de suicidio en estos enfermos es 100 veces mayor que el de homicidio).
Las ideas delirantes son creencias falsas, firmemente asentadas y por ello irreductibles,
y generalmente son referidas a situaciones cuya ocurrencia es posible en la vida
real.
Inteligencia conservada
Conducta social bien adaptada
De forma resumida, podemos decir que los psicó ticos son auténticos enfermos
mentales, siendo su trastorno de etiología psíquica u orgá nica. Característicos del
mismo son: desorganizació n profunda de la personalidad, alteració n del juicio
crítico y de la relació n con la realidad, trastornos del pensamiento, ideas y
construcciones delirantes y perturbaciones de la sensopercepció n; cuadro que nada
tiene que ver con la psicopatía. Los trastornos de personalidad surgen en personas
psíquicamente normales y se diferencian de la enfermedad mental en tres aspectos
bá sicos:
Esto tiene importantes implicaciones en casos de crímenes violentos sobre todo a nivel
judicial, puesto que si tradicionalmente el psicó tico diagnosticado es considerado
inimputable al encajar su enfermedad dentro de las eximentes previstas por el Có digo
Penal, la jurisprudencia viene considerando justamente lo contrario
a. Concepto de psicopatía
Buena prueba de la incó gnita científica que todavía hoy supone el psicó pata es el hecho
de que, para empezar, ni siquiera existe consenso acerca del concepto. La ciencia
empezó a interesarse por la cuestió n hace má s de doscientos añ os, y desde entonces,
han sido muchas las definiciones o acepciones que del término se han ofrecido,
dependiendo del campo científico e incluso ideoló gico desde el que se han
formulado. Se menciona la siguiente definició n: “Trastorno psíquico que se
caracteriza por deficiencia de control de las emociones e impulsos, insuficiencia de
adaptació n a las normas morales, asociabilidad y tendencia a la actuació n y a las
conductas antisociales” (Diccionario médico Salvat-Masson, 3ª edició n, 1990).
Locuacidad y encanto superficial: Los psicó patas son en muchos casos personas
que despiertan simpatía, que tienen lo que se llama “don de gentes”. Son
capaces de hablar con convicció n de cualquier tema, aunque carezcan de
preparació n alguna sobre el mismo.
Mentiroso y manipulador: Son auténticos maestros del arte del engañ o, con una
especial habilidad para detectar los puntos débiles de los demá s y
aprovecharse de ellos.
pueden utilizar los compromisos para satisfacer, como siempre, sus fines
inmediatos, pero sin demostrar intenció n alguna de cumplirlos una vez
satisfechos sus deseos. El matrimonio y la familia son para ellos medios de
financiació n, lugares para descansar de vez en cuando mediante el abuso de
las personas que le rodean. Los compromisos con el sistema judicial, con el que
frecuentemente terminan tratando, son para ellos inexistentes.
Antes de analizar el comportamiento violento del psicó pata debemos tener presentes
dos puntualizaciones importantes:
I. No todos los psicópatas son delincuentes. Es erró neo identificar psicó pata
con delincuente. Como muy bien dice el Dr. Robert Hare, una de las má ximas
autoridades mundiales en psicopatía, puede caerse en esta confusió n si solo nos
fijamos en la conducta antisocial (que es por definició n propia de los
delincuentes) dejando de lado los aspectos interpersonales y afectivos que ya
hemos visto. Esto lleva en muchas ocasiones a diagnosticar demasiados casos de
psicopatía en poblaciones criminales y pocos en poblaciones no criminales.
No todos los psicó patas caen en la delincuencia. Aunque suelen ser muy
destructivos para todos aquellos con los que se relacionan, muchos de ellos son
II. No todos los psicópatas son criminales violentos. Tampoco debemos pensar
que aquellos psicó patas que han caído en la delincuencia son necesariamente
violentos: muchos de ellos son típicos “delincuentes de cuello blanco”. Pero sí es
cierto que aquellos que encuentran en la violencia una eficaz herramienta para
obtener sus deseos conforman el terrorífico grupo de los criminales má s crueles
y peligrosos, nutriendo abundantemente las categorías de homicidas, asesinos y
violadores en serie, maltratadores domésticos.
Es la conducta de este grupo la que nos interesa estudiar. Deseamos saber no solo
como se manifiesta, también las causas que la provocan, como nos defendemos de ella
y como puede prevenirse.
Antes de continuar conviene aclarar que no debe confundirse la violencia del psicó pata
criminal con otras manifestaciones violentas e incluso estilos de vida puramente
criminales y violentos, producto de la asunció n de normas culturales basadas en la
crueldad y el crimen, coincidentes en cierto modo con el comportamiento psicopá tico,
pero cuyos autores carecen de éste. Hay personas capaces de cometer crímenes
atroces y de asesinar a sangre fría, y no son necesariamente psicó patas.
Veamos ahora algunas características típicas de la conducta violenta del psicó pata:
Mencionamos antes que la familia ú nicamente tiene para el psicó pata un sentido
utilitario: es algo que sirve a sus fines, sean éstos econó micos, sexuales o
acomodaticios, teniendo a su mujer e hijos como auténticos esclavos que trabajan para
él, satisfacen sus deseos sexuales y cumplen con las tareas domésticas cotidianas tan
necesarias como pesadas y tediosas: lavar, preparar la comida, hacer la casa.
La familia con un padre, marido o hijo psicó pata y violento vive en un infierno con
muros invisibles del que resulta muy difícil escapar. Estas personas han de
soportar día tras día, durante largos añ os, todo tipo de vejaciones, humillaciones,
abusos físicos y psíquicos que muchas veces terminan con una dramá tica muerte en
ocasiones tristemente anunciada.
Utiliza su agudo sentido de detecció n de los puntos débiles del pró jimo para seleccionar
la víctima con la disposició n anímica idó nea, se convierten en novios encantadores,
cariñ osos y atentos que despliegan todos sus encantos para subyugarla y a los que se
puede disculpar su cará cter posesivo porque éste es fruto del amor, piensan
ingenuamente muchas mujeres. Pero una vez que la presa está capturada,
generalmente con el cepo del matrimonio, la bestia pronto se desenmascara mostrando
su verdadero rostro. Si no lo ha conseguido todavía, iniciará su estrategia de “acoso y
derribo” para conseguir una completa dependencia psicoló gica de su víctima tejiendo
una sutil red de aislamiento social que frustre cualquier intento y posibilidad de huida,
cortando los lazos de la mujer primero con sus amigos y finalmente con su propia
familia, a la que en ocasiones consigue incluso poner de su propio lado.
Algunos de los crímenes absurdos que saltan a los medios de comunicació n son
puramente impulsivos, propios de psicó patas primarios incapaces de controlar su
agresividad ante la existencia de estímulos que provoquen en ellos reacciones
negativas. De este modo, el incidente má s pequeñ o (una discusió n de trá fico, un
Otra de las manifestaciones de la violencia psicopá tica, quizá la má s grave y, sin duda la
má s compleja, es el asesinato y la agresió n sexual en serie. Este tipo de crímenes son
cometidos por dos grupos de delincuentes: psicó patas y psicó ticos, cuya diferencia
todos conocemos ya. Pero de los asesinos en serie conocidos, los psicó patas conforman
el grupo má s nutrido y peligroso, tanto cualitativa como cuantitativamente: el 70 % de
ellos. Y si coinciden en una misma persona la psicopatía y alguna desviació n sexual,
aparece la combinació n má s letal. Sus conductas criminales manifestadas en los
asesinatos cometidos son aparentemente paradó jicas: por una parte, cumplen a la
perfecció n casi todas las características enumeradas anteriormente de violencia
psicopá tica. Por otro, reflejan comportamientos impropios del trastorno. El má s
significativo es sin duda su capacidad para planificar y organizar sus delitos. Tanto es
así que al asesino en serie psicó pata se le identifica precisamente por eso como
“organizado”, ya que del aná lisis de su modus operandi se desprende una cierta
preparació n previa del crimen: suele ir convenientemente preparado para ejecutar el
delito (muchos de ellos portan el denominado murder o rape kit), intenta borrar sus
rastros, anticipa en sus fantasías las acciones que llevará a cabo con la víctima, etc.
Las motivaciones para el crimen en serie son todavía oscuras; aú n existen muchas
sombras en la investigació n de estas conductas. Pero lo que sí parece evidente es que
no tienen un ú nico componente o mó vil puramente sexual. Hay, al menos, otros dos de
capital importancia y que son típicos del psicó pata: la necesidad de sentir poder y
control sobre sus víctimas y la sensació n de vitalidad. Estas tres motivaciones está n en
íntima conexió n con rasgos de la personalidad psicopá tica que ya hemos mencionado.
Recordemos su exacerbado hedonismo: necesitan satisfacer sus impulsos sexuales
(sean cuales sean) y lo hacen, utilizando para ello los medios e instrumentos necesarios.
En ocasiones, los actos de algunos asesinos en serie parecen tan esperpénticos y
surrealistas que cuesta trabajo creer que los hayan cometido personas en su sano juicio,
pero así es.
El asesino en serie es con seguridad un tipo especial de psicó pata que en muchos casos
tiene, ademá s de un grado muy elevado del trastorno, una capacidad de autocontrol
superior a la del resto de psicó patas y una increíble capacidad de adaptació n al medio.
Esto les permite conseguir sus fines una y otra vez, esquivando a veces durante
muchos añ os a la policía, y les convierte en auténticos “pará sitos sociales”, una
plaga prá cticamente indestructible con los medios de contenció n actuales; lo que sin
duda alguna le vuelve especialmente letal y peligroso para la estructura social.
Con el fin de salvar este obstá culo, Hare diseñ ó su propia escala de
comprobació n, a la que llamó P.C.L. (Psychopatic Check List) que con el paso del
tiempo mejoró y amplió llegando a sus versiones actuales, el PCLR (revisado) SV
(Screening Version, para uso forense y entre los psicó patas no criminales) y la YV
(Youth Version para uso con los jó venes), que se han consolidado como los
mejores instrumentos actuales para el diagnó stico y evaluació n de la psicopatía y la
reincidencia violenta, en funció n de los resultados altamente fiables obtenidos si
dichos instrumentos son aplicados adecuadamente. La escala Hare no só lo tiene en
cuenta los signos de comportamiento antisocial, también mide los rasgos
No solo resulta que los tratamientos aplicados a los psicó patas han resultado
ineficaces para su rehabilitació n. Un estudio llevado a cabo por Rice, Harris y Cormier
(1992) indica que algunos tratamientos pueden resultar contraproducentes para
ellos, habiéndose determinado una tasa de reincidencia en psicó patas violentos dos
veces superior en los tratados respecto a los no tratados en el programa utilizado
como referencia.
El principal obstá culo en el tratamiento y rehabilitació n del psicó pata es el cará cter
egosintó nico de su trastorno: recordemos que no sienten su trastorno como algo malo,
se encuentran có modos siendo tal y como son, y en consecuencia no ven motivo
alguno para cambiar. Si aceptan voluntariamente someterse a ellos es como
siempre por su particular pragmatismo, habitualmente la consecució n de beneficios
penitenciarios o de cualquier otro tipo.
Por si fuera poco, son capaces de aprender todos aquellos conocimientos que les
pueden ser ú tiles de los programas a los que se someten. Los asesinos en serie
psicó patas han demostrado en innumerables ocasiones su habilidad para engañ ar a la
psiquiatría burlando todas aquellas pruebas que suelen ser utilizadas para su
evaluació n psiquiá trica: test de IQ de Stanford-Binet, test de Roscharch, T.A.T., M.M.P.I.,
entre otros.
Si nos detenemos un poco en este perfil, nos daremos cuenta que es muy fá cil
descartar a alguien con él como sospechoso de un brutal crimen. Sin embargo, son
capaces de desarrollar y manifestar una violencia extrema.
¿Pero en qué debemos buscar la motivació n de los crímenes del asesino sá dico? Al
contrario de lo que pudiera pensarse, no en la consecució n del placer sexual mediante
la causació n del dolor y la humillació n de la víctima, sino conseguir la liberació n de la
tensió n a través del asesinato. Para entender esto mejor debemos saber que las
fantasías son sucesos mentales de producció n voluntaria que suelen ser activadas
como vá lvula de escape a la tensió n y fuertes estados emocionales negativos.
Hull (1943). Habló del impulso para explicar la conducta motivada y lo definió
como un «estado del organismo, generalmente aversivo o desagradable, que
activa o energiza el comportamiento». A diferencia del instinto, el impulso tiene
la base en un desequilibrio fisioló gico concreto y un objetivo concreto, que es el
reequilibrar esa necesidad fisioló gica.
E De
autorealización
D De
autoestima
C De
afiliación
B De
seguridad
A
Fisiologicas
En esa misma línea, todos los conceptos esenciales que hemos visto en cuanto a la
motivació n humana coinciden (en gran parte y en funció n de la circunstancia) con la
decisió n individual de un delincuente a actuar y las motivaciones que le llevan a ello.
Tanto el impulso, el instinto, la activació n fisioló gica ante estímulos, los pensamientos,
cogniciones, conductas, etc. se dan en todos los tipos de motivació n humana. Entonces,
¿qué es lo que hace diferentes a los unos de los otros? É sta no es una respuesta
ú nica, pero en gran parte se refiere a los procesos cognitivos asociados a unos
actos que son reevaluados mediante los mismos procesos cognitivos distorsionados.
Excitació n. Preparació n fisioló gica para realizar el acto sexual. En el caso de los
hombres hay una elevació n parcial de los testículos pero no del pene. En la
mujer hay un aumento del clítoris y los labios vaginales unido a la lubricació n
vaginal.
Mujer Hombre
Problemas de deseo – Exceso. – Exceso.
/ interés sexual – Déficit. – Déficit.
Problemas en la – Falta de excitació n general (lubricació n, etc.). – Problema para generar
excitació n sexual erecció n.
– Problema de mantenimiento de
erecció n.
Problemas referidos – Dificultad en alcanzar el orgasmo. – Ausencia de evacuació n.
al orgasmo – Falta de orgasmo. – Eyaculació n precoz/retardada.
Otros – Dispareunia (dolor durante el acto sexual) y – Dispareunia (dolor durante el
vaginismo. acto sexual).
Urra (2003) define a los agresores sexuales de forma genérica como «seres con
inmadurez psicosexual, que agranden para autoafirmar un Yo inseguro, y que se
caracterizan por poseer un alto grado de hedonismo y muy baja resonancia
emocional». Ademá s, considera que suelen «ser delincuentes en otras á reas, que son
proclives a todo tipo de violencia contra las mujeres y que emplean todo aquello que
les sirve para racionalizar el asalto como elemento facilitador del mismo». En la misma
línea lo definen García Andrade (1996) y Pérez (2002).
Segú n Cá ceres (2001), se han establecido diferentes criterios para generar una
tipología de agresores sexuales, pero todos deben tener en cuenta los siguientes
componentes:
Cantó n y Cortés (2004) consideran que los agresores sexuales presentan ciertas
características comunes, así como que existen diferentes tipologías de acto abusivo
por parte de los agresores, y aunque hay diferentes investigaciones al respecto, los
resultados sobre estas tipologías son muy diferentes entre ellas; también consideran
que el agresor sexual de menores suele ser un conocido de este niñ o, siendo un alto
porcentaje de estos agresores miembros de la misma familia (García Andrade,
1996). De hecho, al tipo de vínculo que se establece entre un abusador y sus
víctimas menores de edad, Barudy (1998) lo llama «pedofilizació n».
El propio Barudy (1998) considera que los agresores sexuales de menores presentan
características comunes a nivel familiar e histó rico personal:
Esta falta de empatía y de culpabilidad propia del abusador primario es analizada por
Geer et al. (2000), que consideran que «el desarrollo de la conducta prosocial está
vinculada a la respuesta empá tica», y a la inversa. En este sentido, citan una gran
cantidad de investigaciones relacionadas con el estudio de la empatía. De esas
investigaciones, muchas está n realizadas con escalas destinadas a medir la empatía en
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE PSICOLOGIA CRIMINAL 1
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN
2023
Marshall y Marshall (2000) consideran, a nivel histó rico y personal del individuo, que
los orígenes de la agresió n sexual (sea del tipo que sea) se encuentran en la infancia del
menor y en sus relaciones con sus padres. Incluyen otras variables que son comunes
en los agresores sexuales, como una ratio de masturbació n superior al resto de los
adolescentes y con fantasías que suelen contener má s componentes de poder y de
desviació n que las de sus iguales. Así, consideran que se «crea una disposició n para
ser agresivos y que será liberada só lo cuando sus coartaciones sociales sean
desinhibidas y tenga la oportunidad de hacerlo». En resumen, ellos piensan que las
experiencias infantiles de tipo negativo (abuso, negligencia, desestructuració n familiar,
etc.) establecen una vulnerabilidad en el menor, caracterizada por una baja autoestima,
deseo de afecto, etc., que le puede predisponer a ciertas conductas problemá ticas
que, segú n los factores ambientales, sociales, etc. pueden variar desde delincuencia
juvenil, a problemas sexuales a conductas delictivas y criminales relacionadas con la
sexualidad en muchas ocasiones.
En ese sentido, hay que considerar que, conductualmente, «la reincidencia tiende a
producirse si la experiencia fue gratificante para el agresor y no recibió sanció n.
Ademá s se produce un proceso de desensibilizació n, lo que permite al agresor una
cada vez mayor exhibició n de violencia ante las/s víctima/s» (Urra, 2003).
Los asesinos en serie son sujetos con una predisposició n bioló gica al comportamiento
antisocial. Su perfil psicoló gico, incluyendo psicopatologías, determinará la forma en
que perciban la realidad, la sientan y, sobre todo, las motivaciones y necesidades que
presenten. Así, y en términos neurobioló gicos,
«nuestro grado de impulsividad depende, en parte, del nivel de serotonina en el
cerebro (nivel que puede verse disminuido por el consumo de alcohol); y nuestra
agresividad, del nivel de testosterona en circulació n, que se puede aumentar con
esteroides» (Raine, 1999).
Los asesinos, sobre todo si son seriales, hacen aquello que satisface sus necesidades y
utilizan la violencia para conseguirlo. Como vemos, esta premisa cuadra con los
procesos bá sicos de motivació n en humanos. Así, con la violencia como mecanismo de
actuació n, «el modo y los medios empleados en una serie de asesinatos puede darnos
pistas cruciales sobre el mó vil de los mismos» (Skrapec,
2000). Diferentes sentimientos pueden quedar plasmados en la escena de un crimen
que nos digan algo de la motivació n de ese sujeto y cuá l era su estado de á nimo en el
momento de cometer los delitos. Por ejemplo, una escena del crimen basada en la ira
del agresor estará desorganizada, con rasgos impulsivos y violentos, o una escena
sadista intentará provocar sentimientos de miedo o sorpresa en aquel que lo vea, etc.
El asesinato en serie incluye el homicidio sexual, pero, obviamente, no só lo se limita a
este tipo de delito. Skrapec (1997) diferencia entre:
Ademá s, también considera que hay tres motivaciones bá sicas que impulsan a un
homicida a cometer este tipo de delitos. Estas motivaciones no difieren de las que
cualquier persona podría presentar, pero sí su intensidad.
5.5.1. Motivaciones básicas
Las tres motivaciones bá sicas son:
a. Venganza y justificació n. Es el aspecto predominante en las declaraciones.
Consideran que el hecho de hacer dañ o a otras personas es la consecuencia del
maltrato injustificado que creen haber sufrido en su vida. Así, castigan a sus
victimas por algo que ellas han hecho o alguien que se les parezca (de su grupo
sexual, edad, etc.).
b. Control y poder. Esta sensació n de poder, aunque sea fugaz, crea un estado de
bienestar muy potente en el agresor. Ademá s, esa satisfacció n personal se
convierte en «adictiva», pues refuerza conductas agresivas para repetir esa
experiencia.
La definició n deasesino serial que hacen Holmes y Deburger (1999, citado en Egger,
1999) se refiere a una persona que mata reiteradamente y logra cometer má s de tres
muertes, generalmente opera individualmente, cada vez que lo hace mata a una sola
persona, que no suele tener vínculo alguno con la víctima, que carece de mó viles
claros y que lo hace en diversos momentos, pasando por pausas o intervalos de
«enfriamiento». Actú an como depredadores, acechan, se acercan y matan.
a. Fases del ciclo del actuaciones del asesino serial
En ese sentido, también hablan de varias fases, entre las que se encuentran las
siguientes (Silva y Torre, 2004):
inofensiva, que no les resulta difícil convencer a una mujer para que suba a su
coche. Otros seducen con la promesa de dinero, trabajo o un lugar para pasar la
noche.
La mejor forma de conocer las motivaciones de los homicidas seriales es hablar con
ellos. Sckrapec (1999), en un estudio, se basó en narraciones personales de homicidas
seriales condenados y logró identificar que sus motivaciones se centraban en la
sensació n de má ximo poder/control y vitalidad durante la comisió n del acto, en el cual
alcanzaban la sensació n de clímax por controlar a otro, se autopercibían como
omnipotentes, con poder sobre la vida y la muerte. Aunque fuera una sensació n fugaz,
era innegable y esto les aliviaba de su frecuente sensació n de debilidad,
insatisfacció n, de sinsentido y aburrimiento. Ademá s, los asesinatos les hacía sentirse
vivos, experimentar un éxtasis eufó rico, el desfogue de una ira violenta que les producía
gran placer. La sexualidad se asocia a la vitalidad, luego a un estado de calma y por
ú ltimo de alivio, pero esas sensaciones no eran duraderas y después de cada asesinato
se volvían má s inquietos y se agitaban má s fá cilmente. Las entrevistas con estos
homicidas revelaron que tienen unas motivaciones similares a las de otras
personas, sin embargo, su necesidad de control, poder y vitalidad les lleva mucho má s
allá de las fronteras que nos retienen a los demá s.
hedonismo y megalomanía, por eso a algunos homicidas seriales les gusta confesar y
llamar la atenció n; forma parte de su motivació n y de su proceso autoafirmativo
individual.
En cuanto a las bases de la conducta humana que son aplicables a los homicidas,
podemos considerar que se adecuan casi todas, aunque, como ya hemos comentado,
está n moduladas por sus cogniciones y conductas. En ese sentido, las conductas de
aprendizaje basadas en las teorías de autores como Thorndike o Pavlov son muy
significativas de apreciació n en homicidas. Tanto las teorías del modelado (aprender o
mejorar una conducta por imitació n), del aprendizaje vicario (observar una conducta
para aprender de ella), las técnicas del ensayo-error, por las que los asesinos
«perfeccionan» sus conductas, bien sea con motivació n de no ser descubiertos o por
mejorar má s sus acciones homicidas, como, por otro lado, los procesos de
reforzamiento y de condicionamiento de la conducta (p. ej., si a un asesino le estimula
positivamente una conducta sadista, tendrá tendencia a repetirla y hacer que forme
parte de su modus operandi) refrendan la teoría de que un asesino puede llegar a
aprender y modelar su conducta.
Otro de los factores esenciales y que está ligado con las cogniciones de los
sujetos son las autojustificaciones. Bandura afirma que una forma de reforzar las
autojustificaciones opera por medio de la desconsideració n o la falsa representació n de
las consecuencias de la acció n. Cuando las personas deciden realizar actividades que
son perjudiciales para los demá s, ya sea por motivos de provecho personal o por
mó viles sociales, evitan enfrentarse o minimizan el dañ o que causan: «no le hice dañ o,
la alivie del dolor que implica vivir». Recuerdan con facilidad la informació n que
recibieron previamente sobre los beneficios potenciales del comportamiento, pero
son menos capaces de recordar sus efectos perjudiciales.
asesinos. Estas acciones se explican por una combinació n de factores bioló gicos,
psicoló gicos y sociales, que permiten que la pulsió n agresiva se origine y se manifieste
en forma inmediata, sin medir las consecuencias, en el ataque al otro o hacia sí mismo,
como acontece en los actos de automutilació n o en los intentos de suicidio. Implica la
existencia de un componente bioló gico, la pulsió n que no puede ser controlada de
forma eficaz.
En cuanto a los niveles de inteligencia de los asesinos, las pruebas no son concluyentes,
aunque puede ser debido a que no sea un factor esencial de su motivació n delictiva. Así
mismo, existen diferentes motivaciones para matar y distintas estrategias para ello que
pueden ser má s o menos «inteligentes». Este criterio no significa que los psicó patas
tengan un CI medio má s elevado, sino que existen dos razones para pensar que tienen
capacidad intelectual, la primera es que sus actitudes son má s organizadas
(siguiendo al tipología propuesta por Ressler, 2003) y la segunda es que tienen
tendencia a desplegar todos sus recursos ante situaciones de mucha tensió n.
Diversos son los trastornos psicoló gicos que, segú n distintos autores, pueden propiciar
la violencia doméstica: psicosis o trastornos de conducta, ambos combinados con el
consumo abusivo de alcohol (Echeburú a, 2000), paranoia, describiendo como delirio
muy limitadas basá ndolo todo en un aumento del castigo y una perspectiva solo desde
el punto de enfoque feminista.
Desde que a esta problemá tica se le concedió la atenció n y publicidad que su magnitud
requería, de acuerdo al nú mero de hechos que a diario se venían cometiendo y al
aumento de la gravedad que los mismos alcanzaban, llegando en muchos casos a
Se entiende a la Familia como “aquel grupo formado por dos o má s miembros que
conviven o han convivido de forma permanente o regular, habitual o eventual, en un
mismo hogar; ligados por vínculos de parentesco y/o afectividad, con el objetivo de
ofrecerse protecció n, tanto econó mica como de apoyo y cuidado”.
De este modo, la familia –nuclear o extensa– cumpliendo uno de sus principales roles –
la socializació n de los niñ os y niñ as así como el intercambio de afectos– se convierte en
la cé lula bá sica de la sociedad donde, a veces, aparecen situaciones de interacció n
violenta que dificultan su desarrollo y evolució n. Por otro lado, aú n admitiendo las
desigualdades obvias e inevitables por la naturaleza bioló gica de los componentes del
grupo familiar, como son las que existen entre los padres e hijos y que resultaría
absurdo pasar por alto, debemos velar por que en la familia se introduzcan los valores
democrá ticos de igualdad de derechos y de respeto a la diversidad de opciones y
opiniones que pueden mantener cada uno de sus miembros, sin que ello suponga
relegar o desvirtuar la importancia y la responsabilidad que ejerce la familia en su
funció n de control social.
De la misma manera que no podemos aseverar que el ser humano es violento por
naturaleza pero que la ha justificado con todo tipo de teorías, debemos tener en cuenta
que la violencia se aprende y que no podemos hablar de una sola causa de ésta y de uno
só lo el motivo que la origine.
Uno de los orígenes puede tener su base en la teoría socioló gica de que el
maltrato a la mujer es, y ha sido, algo comú n en la sociedad, existiendo una
“cultura de la violencia”, que forma parte de la distribució n del poder, y en la que el
hombre posee el papel dominante en la divisió n de los roles sexuales, y que la ejerce
para seguir manteniendo esa posició n.
a) La Teoría del Ciclo de la Violencia. Descrita en 1984 por L.E. Walker, está
basada en la teoría del refuerzo conductual y consta de tres fases:
1. En la primera fase, de acumulació n o formació n de la tensió n, las agresiones
son leves y los altercados poco frecuentes en los que la mujer puede exhibir
estrategias para calmar la agresividad de la pareja. Durante esta fase pueden
producirse malos tratos leves, como empujones, maltrato verbal y
psicoló gico que, en apariencia, pueden considerarse aislados, y que la mujer
tiende a minimizar para aplacar la violencia de su pareja. Sin embargo, los
inevitables conflictos cotidianos van generando un aumento de la tensió n en
el hombre que va experimentando cambios repentinos en su estado de
2) Por otra el mantenimiento en esa situació n. Esto puede estar motivado por:
Las consecuencias de la violencia doméstica son tanto físicas como psicoló gicas y su
gravedad dependerá del tiempo en que la mujer, los hijos o cualquier otra persona
maltratada han permanecido en esa situació n.
6.4.1.En la mujer
En la mujer, los malos tratos físicos o psíquicos pueden llevarla a sufrir toda clase de
dañ os, incluida la muerte.
Los malos tratos psicoló gicos, que pueden ir unidos o separados de los físicos,
constituyen un ataque emocional con el que se busca destruir o disminuir
características muy importantes de la personalidad del ser humano por motivaciones
diferentes y variadas (control, dominio, sumisió n).
b) El aislamiento personal y social. Puede ser utilizado no solo como medida para
mantener el control sobre la mujer, sino también como medio para conseguir su
sumisió n, obediencia y dependencia. Este aislamiento no se concreta sobre los
amigos y conocidos sino, por desgracia, se produce también frente a familiares
cercanos (padres, hermanos), e incluso frente a los hijos, que constituyen los
apoyos má s fundamentales con los que cuenta el ser humano.
Bien sean tambié n sujetos de violencia, o tan solo convivan con ella, se pueden producir
determinadas consecuencias en su desarrollo evolutivo y pueden aparecer
déficits tanto en el á mbito conductual, físico o emocional. Todos estos cambios pueden
ser considerados como indicadores de maltrato.
violentas en las que antes no se veía involucrado, todas ellas de forma severa y
persistente.
g) Aunque de menor gravedad, pueden presentar con frecuencia enfermedades
psicosomá ticas u otros trastornos psicosomá ticos.
h) Pueden mostrarse abandonados tanto en alimentació n como en aseo personal.
i) Pueden presentar síntomas de ansiedad, depresió n, ira, disfunciones sexuales
o comportamientos sexuales inapropiados para su edad y cualquier otro
trastorno por estrés.
j) Pueden presentarse problemas en relació n con el consumo de alcohol, drogas
o cualquier otro producto adictivo.
k) Pueden aparecer señ ales físicas de maltrato en diversos estados de progresió n
de dichas heridas.
l) Pueden producirse episodios de intento de suicidio.
6.6. LA VÍCTIMA
Algunos factores que incluyen en la decisió n de las mujeres que optan por continuar en
relaciones abusivas, a pesar del riesgo que tienen de sufrir lesiones o incluso de morir,
o que piden ayuda sin la intenció n de romper con sus parejas, son:
solució n. Esto la lleva a adoptar una postura totalmente pasiva ante ellas y
espera y acata cualquier insinuació n que se le ofrezca. Esto se produce en la
fase de la agresió n.
c) Esta pasividad le lleva al propio abandono, a no buscar ningú n tipo de solució n
para evitar estas agresiones y a no responder ante ningú n tipo de estímulos
externos que pudieran ayudarle porque cree que nadie puede ayudarle a
resolver el problema, lo que poco a poco la hará totalmente incapaz de
enfrentarse a la situació n de una forma racional.
d) Todo esto puede llevarle a una situació n conocida como el “Síndrome de
Estocolmo”, bajo la cual la mujer llega a identificarse con el agresor y a aceptar
internamente no solo que se merece las agresiones, sino que su propio agresor
es su “salvador” y “esperanza”. Aunque este síndrome nació de situaciones de
secuestros, y se da especialmente en estos casos o en situaciones de riesgo de
pérdida de la propia vida y ante el pensamiento de una absoluta falta de ayuda
externa, no es difícil una extrapolació n a los casos de malos tratos violentos y
continuados en los que la mujer puede sentirse de la misma manera.
e) Se culmina el proceso con la fase de la contrició n, lo que le da un gran
parecido con el Círculo de la Violencia, dado que en esta ú ltima fase de
producen las misma pautas que en la anterior teoría, negació n de la agresió n y
su justificació n, minusvalorar sus consecuencias, petició n de perdó n, promesas
de cambio, solicitud de mantenerse en la relació n y dar oportunidad a que un
cambio pueda producirse, reconocimiento de amor.
que pierda la claridad de aná lisis y no sepa distinguir entre situaciones buenas y malas,
optando normalmente por esta ú ltima, que será la de mantenerse en esa situació n de
peligro constante.
Podríamos, por ú ltimo, dar un perfil de la víctima que tendría las siguientes
características:
Mayoritariamente mujeres.
Entre 20-45 añ os.
Con rígidas estructuras de pensamiento.
Con una cierta aceptació n de la violencia.
Tienen una baja autoestima.
Asumen sentimientos de culpabilidad.
Con grandes dosis de inseguridad (personal-econó mica).
Con una gran dependencia (personal-econó mica), y,
Normalmente un nivel educativo bajo-medio.
6.7. EL MALTRATADOR
Como dijimos anteriormente en relació n a las víctimas, también es difícil
establecer un perfil o personalidad que caracterice al agresor, si bien se pueden
establecer algunas características que está n asociadas, má s o menos constantemente,
con el maltratador en el á mbito familiar y que, en determinadas situaciones, pueden
dar lugar a la agresió n.
De acuerdo con Echeburú a (1996) el hombre violento “es una persona de valores
tradicionales que ha internalizado profundamente un ideal de hombre como
modelo incuestionable a seguir. Este ideal de hombre ha sido internalizado a
través de un proceso social en el que ciertos comportamientos son reforzados, otros
reprimidos y una serie de reglas transmitidas. Entre las características de este ideal
está n la fortaleza, la autosuficiencia, la racionalidad y el control del entorno que le
Las Teorías del Aprendizaje Social, en las que todos los autores coinciden, “consideran
el desarrollo del individuo como el conjunto acumulativo de las experiencias de
aprendizaje que se integran a lo largo del tiempo para conformar su personalidad”, es
por ello por lo que los niñ os que en su infancia vivieron un clima de violencia tenderá n
a ser adultos violentos con mayor posibilidad que aquellos que vivieron en ambientes
no violentos. Los niñ os aprenden como la violencia es un recurso eficaz y aceptable no
solo para hacer frente a las frustraciones del hogar, sino para obtener resultados que
no pueden alcanzarse por otros medios, en tanto que las niñ as aprenden a aceptarla y a
convivir con ella.
7. Fuera del á mbito familiar puede mantener unas buenas relaciones sociales e
interpersonales, pudiendo ser pú blicamente reconocido como “buena”
persona, correcta y atenta, lo que le sirve a su vez para presentar a la mujer
como persona imaginativa, exagerada, falsa o histérica.
8. Pueden existir há bitos de consumo de alcohol u otro tipo de sustancias.
9. Su sistema de creencias está sustentado en mitos culturales relacionado con la
preponderancia del hombre sobre la mujer, teorías machistas, fuerza, valor,
etc..
10. Persona “dura” y manipuladora para la cual la expresió n de cualquier
sentimiento es síntoma de debilidad.
11. Cuando son interpelados por su mala conducta tienden a culpabilizar a los
demá s o a racionalizar la agresió n para explicar que, o bien son provocados
para actuar así, o bien que no pueden controlarse o, simplemente, que no
saben lo que hacen en esos momentos. Este es, entre otros, uno de los motivos
por los cuales, al no reconocer sus actos, creen no necesitar ayuda para
modificar su conducta.
Mayoritariamente hombres.
Generalmente proceden de ambientes desestructurados.
Con una edad entre 25-55 añ os.
Casados o con unió n de hecho.
Rigidez de valores tradicionales.
Inseguridad y baja autoestima.
Baja emocionalidad y bajo control de impulsos.
Nivel educativo bajo-medio.}
Actividad laboral baja o poco calificada.
TEMA N° 7
VICTIMIZACIÓN CRIMINAL
7.1. Definición de victima
Existen varias definiciones de victima, como: aquella persona que ha sido víctima de
un delito y que ha generado un trauma. Persona que se expone u ofrece a un grave
riesgo en obsequio de otra. Persona que padece dañ o por culpa ajena o por causa
fortuita; para Vicente Garrido, “La víctima es la ú ltima persona en presenciar el
Victimizació n se entiende como un proceso por el que una persona sufre las
consecuencias de un hecho traumá tico. En este sentido se debe tomar en cuenta
dos elementos, en primer lugar los factores que actú an en el momento del
suceso traumá tico, en segundo lugar el impacto del trauma en la
víctima y como va asumiendo la experiencia traumá tica.
Una persona que ha sido víctima de algú n tipo de delito puede sufrir otros dañ os
colaterales tanto del suceso traumante como del entorno. A continuació n se explica
este proceso de victimizació n.
7.4.1. Los rasgos físicos: La edad es algo importante para los asesinos, algunos pueden
elegir bajo ciertas características físicas pude ser: jó venes universitarias, con el pelo
largo y raya en el medio, morenas. Otros asesinos las eligen ancianas o
prostitutas
.
7.4.3.Estilo de vida: Las personas tienen una rutina, há bitos es predecible su estilo de
vida, el conocer su rutina nos orienta sobre las personas conocidas por la víctima y
sobre los posibles lugares donde frecuentaba, también los cambios de rutina
deben ser explorados y averiguar que paso.
7.4.5. Educación: Los lugares donde estudiaba la víctima nos ayudan para determinar
el grupo de sus relaciones sociales, laborales y afectivamente, también nos brinda
informació n de su inteligencia.
7.4.6. Datos del vecindario: El conocer donde vivía la víctima nos brinda
informació n sobre las actividades de la zona y de los peligros. También el conocer la
etnia de la zona puede informar sobre conductas racistas.
7.4.7. Historia médica: Averiguar cualquier afecció n física o psicoló gica de la víctima
ayuda entender mejor su vida y el tipo de personas con la que se
7.4.10.Últimas actividades: Que actividades realizó la víctima poco antes del ataque que
pudiera poner al agresor en guardia, el reconstruir las ú ltimas horas o días ayuda a
comprender la posible razó n por la que esa persona llegue a convertirse en
víctima.
Esta teoría plantea que no todo abuso sexual infantil es idéntico, el abuso sexual
infantil es traumá tico en funció n de una serie de factores que segú n el psicó logo
Finkelhor establece cuatro á reas:
TEMA N° 8
REDES SOCIALES Y CIBERDELITOS
8.1. ¿QUÉ SON LAS REDES SOCIALES?
Las redes sociales son plataformas digitales formadas por comunidades de individuos
con intereses, actividades o relaciones en comú n (Como amistad, parentesco, trabajo).
Las redes sociales permiten el contacto entre personas y funcionan como un medio
para comunicarse e intercambiar informació n.
Mantener o establecer contacto. Las redes permiten a todas las personas que poseen
acceso a Internet crearse un usuario en la red y conectarse con otros alrededor del
planeta que también estén adheridos a esa red social. Permiten comunicarse con
amigos, familiares, hacer nuevas amistades, buscar pareja, establecer relaciones
laborales o profesionales.
Vender/comprar. Muchas redes sociales se han erigido como canales para la compra
y venta de bienes o servicios. En plataformas como Instagram o Facebook, el
usuario puede seguir a los negocios, comercios o trabajadores independientes que sean
de su agrado y establecer con ellos relaciones comerciales.
Las redes sociales tienen una serie de ventajas o beneficios, lo que les ha
permitido consolidarse como uno de los protagonistas indiscutidos dentro de la web.
8.3.1. Comunicación inmediata: Las empresas pueden publicar, por ejemplo, sus
contenidos de manera instantá nea y ver poco después las reacciones de los
usuarios.
8.3.2. Oportunidades laborales: La redes sociales pueden servir como trampolín
para ofrecer una carta de presentació n atractiva. Esto, en vista que las compañ ías en la
actualidad suelen investigar los perfiles de los candidatos para conocer má s
acerca de ellos.
8.3.3. Entretenimiento: Ofrecen informació n accesible a tiempo real y a la carta. Se
puede elegir a quién seguir para mantenerse informado.
8.3.4. Denuncia social: Las redes sociales sirven para sacar a la luz situaciones que en
algunos medios tradicionales pueden pasar desapercibidas. Ademá s, los usuarios se
suelen unir ante estas causas, dá ndoles mayor visibilidad.
Nos referimos a ciberdelitos cuando se cometen acciones perpetradas por las personas
y que se cometen mediante un soporte informá tico (o telemá tico), que atentan contra
las libertades, bienes o derechos de las personas. Estas actividades han obligado a
las autoridades a crear una regulació n específica dentro del marco legislativo.
web falso, con el fin de obtener su informació n personal como claves de acceso y otros
datos para robar cuentas bancarias.
El uso de dispositivos cada vez es má s comú n, ya que todas las personas buscan
comunicarse entre sí, enviar informació n es algo inevitable sobre todo en aquellos
casos en que las distancias son má s largas. Cualquier tipo de informació n que se envié
por medios electró nicos puede ser alcanzada por un ciberdelincuente, el cual no
busca siempre un beneficio econó mico con su actividad delictiva, sino que en algunos
casos solo busca poner a prueba su inteligencia.
Muy pocas personas son conscientes de la influencia que tienen los delitos
informá ticos en la actualidad y por esto no tienen mecanismos de defensa, control
sobre la informació n que comparten a través de los medios electró nicos.
masivamente objetivos estraté gicos guiados por mó viles ideoló gicos que desembocan
en terrorismo.
Los ataques en la actualidad se van afinando, y cada vez el éxito es mayor en menor
tiempo, porque sofistican sus medios de ataque. Así el ramson (ciberescate)
ha pasado de encriptar archivos, para cuya liberació n se exige el rescate en bitcoins, a
bloquear los accesos o el disco duro de sus víctimas o estudian específicamente
objetivos má s pudientes como aquellos usuarios titulares de tarjetas platino, por
ejemplo, de modo que, discriminando, alcanzan mejores resultados en sus ataques.
La tendencia má s dañ ina de los ú ltimos tiempos está siendo, sin embargo, el ataque en
manada o grupo a terceras personas particulares en busca, masiva, de su sexo,
patrimonio o atacando la intimidad ajena.
Por primera vez en la Historia, sus autores ya no son personas con escasos recursos y
casi nula formació n, sino todo lo contrario, pues como se ha comprobado ya no es
infrecuente encontrar entre ellos informá ticos, físicos, matemá ticos, ingenieros, etc.
El perfil má s detectable entre quienes acaban siendo detenidos y condenados en los
tribunales es el usuario de la informá tica ya que al final uno es bueno en lo que se
ejercita mucho, aunque no se sea experto ni programador pues la cantidad de horas
que muchos usuarios informá ticos pasan trasteando por Internet, les convierte
en expertos que, al final, acaban delinquiendo con aquello con lo que está n
familiarizados.
TEMA N° 9
EL MODUS OPERANDI Y EL MODUS APPARENDI
El modus operandi tiene un valor relativo a la hora de relacionar casos cometidos por
un mismo autor, ya que la variabilidad que presenta es debida al aprendizaje que
realiza el autor del delito para perfeccionar su técnica delictiva, con el objeto de
maximizar los beneficios y minimizar el riesgo de ser detenido. Teó ricamente todos los
autores de un mismo tipo delictivo deberían emplear similares modus operandi si
estos son exitosos, pero este argumento lo desarrollaremos posteriormente.
El modus operandi refleja la naturaleza del hecho delictivo y se refiere a una serie de
actos que se pueden agrupar en el modo de acometer a la víctima o al objeto principal
de su delito; en las acciones propias para cometer el hecho; en el modo en que
abandona a la víctima, en su caso; y en el método de huida del lugar del crimen.
Modus operandi (MO): comprende todos los comportamientos que son necesarios para
que un delincuente en particular perpetre con éxito un delito. Es la «forma de
proceder», como los comportamientos llevados a cabo por el delincuente para elegir la
víctima má s propicia y llevar a buen término la acció n delictiva sin ser identificado y,
por supuesto, detenido.
En la misma línea que la inteligencia, otra característica que se puede inferir del modus
operandi es la pericia del agresor para cometer el delito. Gracias a su nivel de
inteligencia el agresor puede haber preparado diferentes alternativas para solucionar
los problemas que le surgirá n durante la comisió n del hecho. Sin embargo, una cosa es
UNIVERSIDAD POLICIAL MCAL. ANTONIO JOSÉ DE SUCRE PSICOLOGIA CRIMINAL 1
TEXTO DE CONSULTA – EXÁMENES DE ASCENSO GESTIÓN
2023
planear una acció n o secuencia de acciones y otra bien distinta es tener la habilidad
prá ctica para llevarla a cabo. En este caso hablamos de destrezas, de una habilidad
ejecutiva para llevar a cabo acciones concretas.
A su vez, la pericia nos informa del nivel de conocimientos del individuo en una ciencia
concreta, así como de su experiencia para llevarlos a la prá ctica de un modo eficaz. La
pericia y la experiencia combinadas pueden ser inferidas a partir de las herramientas
empleadas por el agresor, así como de la cantidad de tiempo que le ha requerido llevar
a cabo la acció n delictiva. De ello se deriva incluso la hipó tesis de que el delincuente
tenga una determinada formació n profesional, ya que mediante las conductas se
demuestran esos niveles de conocimientos, pericia y experiencia, que quedan reflejados
en el modo en el que el individuo cometió el delito, sea esta la profesió n que sea, desde
cerrajero a ingeniero informá tico.
Como vemos, el modus operandi puede dar bastantes pistas sobre algunas
características personales del autor del delito. Ya que el modus operandi se compone
de acciones, vemos có mo, en definitiva, analizar este concepto supone realizar un
aná lisis de conducta criminal, basá ndose, como se indicó anteriormente, en los
indicios físicos que quedaron de la comisió n delictiva.
Asegurar el éxito del delito.- Cualquier conducta cuyo objetivo sea superar los
posibles obstá culos y dificultades con los que se puede encontrar el agresor
para lograr su objetivo delictivo, asegurando así la comisió n exitosa de su
acció n, debe ser considerada modus operandi. Por ejemplo, si el agresor busca
robar a la víctima probablemente use un arma o la amenace, si lo que busca
es violar a la víctima probable mente use elementos para evitar que pida
ayuda o para someterla y evitar que huya.
Donde el Modus Operandi de bajo riesgo “…evidencia una gran planificació n, gran
habilidad y ó ptimos actos de precaució n antes, durante y después del acto
criminal. El momento, lugar y victima son seleccionados con gran habilidad para
favorecer sus intereses. (Ejemplo: Escoger victimas desconocidas puede considerarse
una conducta de un MO de bajo riesgo)”.
La firma es una conducta propia del ritual, ya que, ademá s, satisface alguna necesidad
psicoló gica o emocional del perpetrador, como es que quede claro que él es el autor del
delito y no otra persona, pero su ú nica intenció n, por los motivos que sea, es la de dejar
constancia de que la autoría es suya. Si no se puede apreciar esta motivació n tan
concreta, no deberíamos hablar de firma, sino, simplemente, de ritual, conducta que,
junto con las del modus operandi, conformará n su sello personal.
Ritual hace referencia a rito, siendo este, segú n el Diccionario de la Real Academia
de la Lengua Españ ola, costumbre o ceremonia. Es fá cil pensar que el concepto de ritual
solo tiene lugar cuando se producen casos en serie. Quizá sea debido a su concepció n
como costumbre o há bito, que, inevitablemente, lleva a pensar en repeticiones a lo
largo del tiempo, en un patró n de conductas que podemos encontrar en una serie de
hechos cometidos por un mismo individuo.
También puede darse el caso de que, a pesar de que el agresor desee realizar esas
conductas rituales, porque quiere satisfacer sus necesidades psicoló gicas y
emocionales, la diná mica de actos del delito concreto se lo impida, es decir, puede que
no cuente con tiempo suficiente para llevarlas a cabo; que circunstancias ajenas a él
como la presencia de testigos no se lo permitan; que en ese momento en cuestió n sus
necesidades psicoló gicas o emocionales no sean tan perentorias; o, simplemente, por su
propia actitud precautoria.
de superarlos; se plantea las herramientas y el uso para llevarlo a cabo, etc. Este
componente planea de un modo má s o menos detallado el hecho a reproducir.
c) Unos procesos motivacionales que son los impulsos que llevan al agresor a
querer convertir su fantasía en realidad. Los procesos cognitivos y
emocionales son insuficientes si se quiere plasmar en la realidad la fantasía
creada. Deben ir acompañ ados de la motivació n precisa para hacerla realidad.
Aparece entonces el impulso para convertirla en realidad, todo ello con el
objetivo ú ltimo de experimentar en la realidad una satisfacció n psicoló gica y
emocional superior a la anticipada en la íntima fantasía.
Con el fin de aclarar y acotar conceptos se propone como categoría genérica un nuevo
epígrafe que denominaremos modus apparendi y que englobaría el ritual, la firma, la
escenificació n y la sintomatología.
manifestaciones psicoló gicas desviadas y con relevancia clínica, que expresan las
motivaciones má s oscuras y perversas de la mente humana y que pueden verse
reflejadas en la elecció n de las víctimas, en la perversidad de las acciones llevadas a
cabo o la gratuita brutalidad de la violencia empleada. Cabe decir, no obstante, que
existe una cierta tendencia a encorsetar en un diagnó stico clínico la atrocidad de
algunos crímenes, pero lo cierto es que, en su mayoría, está n perpetrados por
individuos, sin duda desviados de las normas sociales, pero plenamente conscientes
de sus actos y con capacidad para no haber elegido ese camino.
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