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COMENTARIO AL TEXTO PROPUESTO

Estimado profesor, antes que nada las gracias por ofrecer la participación en su
propuesta sobre las aportaciones de filósofos españoles, anteriores a la de Tugendhat
en el 2008.

Comenzaré justificando que valen prejuicios argumentales, puesto que estamos


hablando ante todo de antropología filosófica, con matices culturales, sin los cuales se
nos quedaría invalidada la propia antropología.

Tanto Ortega, con sus aportaciones a la fenomenología trascencental, tras leer al


segundo Heidegger, no tan preocupado por el ser, sino por el sentido del ser, como la
metafísica escolástica preocupada por cuestiones sobrenaturales, como la propia
Ilustración no hacen sino enriquecer el conocimiento, pues lo empírico explica al ser
humano qué es, el psicoanálisis le explica quien es, y la filosofía primera para qué está
aquí, en el mundo, en el cosmos y su relación con el otro, entendiendo(aquí viene mi
aportación) al otro en primer lugar como subjetividad fuera de mi y que al mismo
tiempo me interpela y me hace reflexionar, y en segundo lugar como Objetividad pura,
es decir, Dios.

He reflexionado ante el concepto de subjetividad trascendental de Ortega, y su


posterior aportación al respecto, cuando alude a que el mundo no puede estar lleno de
subjetividades trascendentales, pues se ignora el papel de la política, de los medios, en
definitiva de todo conocimiento que pueda manipular las masas, de hecho pocos años
más tarde Hitler movilizó a una Alemania agonizante con argumentos de Nietzche,
sobre la raza aria y el super hombre.

Por otro lado, pienso que caemos en una apariencia trascendental, cuando se alude al
relativismo al hablar del ser humano sin salir del objeto que queremos analizar. ¿Quién
nos dice si estamos dentro o fuera del museo? Utilizando la metáfora del libro básico.
¿Por qué negar lo absoluto, si precisamente la ciencia pretende universalizar
conceptos, mediante sus relaciones interparadigmáticas?

Como se indica en el texto, sólo se puede objetivar al ser humano desde la psicología,
para luego contextualizarlo desde la sociología. De esta manera llegaremos a cobrar el
sentido del ser humano, no tanto como cuerpo físico, sino al otro como cuerpo, lo que
sería la experiencia, la vida radical, lo que nos hace seres humanos, la experiencia en el
amor, de la muerte, etc.

Se deduce, evidentemente, que la antropología filosófica está en otro nivel al de las


ciencias humanas y sociales, queda en el ámbito de verificar la autenticidad de los
distintos paradigmas o macroteorías como válidos, sobre todo porque son universales,
al respetar al resto de manifestaciones culturales y científicas.

No olvidemos que si el sentido objetivo de alteridad nos viene de la ciencia, hay un


segundo sentido, éste subjetivo, y que siglos antes ya anunciaba Guillermo de Okam,
en contra del nominalismo, porque más allá de todo saber humano, está la conciencia
humana, trascendental como se dice en el texto, pero no subjetivamente encerrada en
sí misma, sino interpelada por el otro, que sujeto como yo puede amar o todo lo
contrario, obviarlo.

Es por ello que defiendo la escolástica, en cuanto defensa de valores extracorpóreos,


fuera de mi, y que me son dados en el otro, que como yo anda en busca de sentido, de
una experiencia fundante, que como dice Javier Garrido, antropólogo y franciscano, es
la madre de todas las experiencias, pues sobre ella cobran sentido todas las demás
experiencias humanas.

Mi aportación personal se basa en la defensa de lo absoluto, de lo trascendente, que


contrastado por la hermenéutica y la fenomenología, proceda de la cultura y tradición
que proceda, enriquezca mi vida radical, enriqueciendo por ende a la misma sociedad,
que hoy más que nunca anda falta de valores como la solidaridad, la empatía, la
tolerancia hacia otras culturas, etc.

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PABLO PÉREZ MATEOS, ESTUDIANTE DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA I

P.D.: AGRADECERÍA CUALQUIER TIPO DE RECTIFICACIÓN ACADÉMICA POR SU PARTE.

QUEDO AGRADECIDO. UN SALUDO.

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