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Una imaginación fértil es clave para una vida plena y exitosa. Sin embargo,
muchas personas creen carecer de esta habilidad. Observan a otros
individuos más artísticos, más libres, más creativos y sienten que a ellos les
falta esa chispa, esa capacidad de imaginar realidades distintas.
Creando el futuro
Pero desde una perspectiva más personal, la imaginación también constituye
un recurso de gran valor. ¿Por qué?, porque nos permite anticipar el futuro
que deseamos experimentar y nos motiva a tomar acción para
materializarlo. Por lo general, las personas más exitosas son quienes se
atreven a soñar a lo grande, quienes no tienen miedo a probar algo distinto.
Pero ese camino propio estuvo en su mente antes de tomar forma.
Como dice aquella frase: “a veces hay que vivir de fantasía para no morir de
realidad”. Y es que, si somos arquitectos de nuestra propia vida, la
imaginación nos proporciona el espacio ideal para diseñar los planos. Quien
genera una visión en su fantasía, encuentra la motivación para arriesgarse a
hacerla realidad.
POTENCIA TU IMAGINACIÓN
Nosotros los responsables, aquellos que hemos corregido ese defecto que
impregnaba nuestra infancia, y hemos limitado adecuadamente nuestra
imaginación, actuamos como juez y jurado y calificamos de locos a los que viven
con ardor en ese esotérico mundo de la imaginación.
Quién sabe si esas personas que son capaces de brillar tanto que nos
deslumbran, al no haber perdido el poder de la imaginación, sean los únicos
cuerdos en un mundo enloquecido.
En el sinestésico ese proceso falla, y por tanto permanecen tal y como nacen, o
al menos más cercanos a la configuración original.
En cierto sentido los normales somos la anomalía, mientras que ellos deberían
ser lo normal, si la evolución, hubiera tenido algo de sentido del humor y
sensibilidad estética. Richard Gregory, profesor de neuropsicología, destaca
las ventajas que tienen los que padecen esta anomalía, pues la mezcla de
sentidos les facilita y mejora todos los procesos memorísticos.
Uno de los efectos de este proceso es precisamente lo falible que puede resultar
la memoria, pues todo pasa por el filtro de la interpretación, y con el paso de los
años los huecos en lo vivido tienden a rellenarse más y más con lo que nuestra
mente, según crea adecuado para protegernos, añade.
No, tan importante como tener una idea, es imaginar cómo puede funcionar, y el
arduo esfuerzo que conlleva lograrlo. El problema es de origen, en nuestro
sistema educativo, y posteriormente en el laboral, al igual que no se educan las
emociones, tampoco se educa la creatividad.
Adaptarnos a esa encrucijada es esencial para comprender el poder de la
imaginación, lo importante que es aceptarla como parte esencial de nuestro ser,
y convertirla en una herramienta que nos ayude no solo a sobrevivir, como
pretende lo biológico que hay en nosotros, sino a encontrar sentidos allí donde
se pueda, y donde no, a crearlos, como pretende aquello que trasciende lo
meramente biológico.
No digas estupideces, te dicen de adulto cuando planteas algo que se sale del
cauce establecido, sin tener ni siquiera la posibilidad de explorar la idea. Proceso
esencial es el explorar el desarrollo de cualquier idea creativa, sin importar que
al final la idea quede descartada, pues el aprendizaje que se produce es tan
valioso, o casi, como si la idea imaginada hubiera funcionado.
Neil Gaiman, escritor, nos anima a no dejar de hacernos dos preguntas; tan
válidas para lo que él hace, como para cualquier otra actividad que necesite del
impulso de la imaginación y la creatividad; la primera pregunta es ¿y sí…? Con
esta pregunta podremos dejar de lado aquello por la inercia de la costumbre
hacemos, hábitos que se han convertido en vicios y que nos impiden ver más
allá de lo que tenemos delante, un aderezo de un poco de atrevimiento puede
impulsarnos a encontrar respuestas no habituales a preguntas que casi hemos
olvidado a qué se debían, al dejar de hacerlas.
La otra gran pregunta que el autor nos recomienda es ¿y si al menos?, que es el
segundo paso tras abrir nuestra mente a oportunidades y escenarios que antes
se antojaban cerrados, y nos da la oportunidad de explorar esas posibles
respuestas y tener alternativas, algo a lo que estamos tan desacostumbrados,
que cuando alguien nos sorprende con y si al menos hoy hacemos algo
diferente, tendemos a mirarle con la desconfianza propia de alguien estrafalario.
Algo mejor nos iría si esas dos preguntas las incorporáramos al acervo de
hábitos que han de convertirse en virtudes, no en vicios.
Vale tanto para que el amor y la convivencia funcionen, como para aceptar
cuando ya no funcionan
Se dice, con toda la razón, que el peor miedo de un escritor es una hoja en
blanco, como de un escultor una masa amorfa, de un pintor un lienzo impoluto.
El fracaso se encuentra en no coger los pinceles, las herramientas, el teclado o
la pluma y comenzar a manchar ese impoluto color; llenarlo de todo aquello que
se nos venga en mente, porque el poder de la imaginación hará el resto, luego
llegará la ardua tarea de dotar nuestra creación de orden y sentido, que es algo
que también necesita práctica, pero quién dijo que pasar de ser un tipo aburrido
a alguien con la magia de la imaginación iba a resultar fácil.