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Módulo 2
(Parte 1)

Coach Edmundo Velasco


Fundador y Director De La Escuela Superior de PNL Y La Universidad De
Marketing Y Ventas Con PNL

¿Qué tal, amigos? Bienvenidos a este módulo del programa Actualización


Interior. Espero que para entonces ya hayas consumido el material del primer video,
donde te presentaba la principal problemática que existe para lograr actualizarnos, que
son las resistencias al cambio: la proyección, la introyección, la retroflexión, la
proflexión, la implosión y la explosión.
Y en el día de hoy, en este video, vamos a decirte cómo superarlas ya que, como
viste, en la primera parte me limité a presentarte la problemática. Sin embargo, no
serviría de nada que te presentara la problemática y no te diera una forma de resolverla.
Así que el día de hoy vamos a trabajar sobre la solución a la problemática de las
resistencias al cambio en un ser humano.
La responsabilidad será tuya, el trabajo será tuyo, la tarea será tuya, para
encontrar cuál de ellas está más presente en tu vida y cómo puedes en un momento dado
empezar a trabajarla. Recuerda que lo que vamos a hacer, al hacer la conexión con el yo
cuántico, es muy importante tener libre de estas problemáticas, de estas resistencias al
cambio, dado que si no lo hacemos la comunicación entre el yo cuántico y el yo
corpuscular va a tener una problemática muy fuerte por las emociones que estás
teniendo.
Así que te doy la más cordial bienvenida a este módulo y vamos a presentarte
entonces qué hacer, cómo hacer para superar.
De todas las resistencias al cambio, sin lugar a dudas, y esto créemelo, sin lugar
a dudas, la más fuerte, la más presente, la clave —como vamos a ver más adelante—, es
fundamental, son las proyecciones, es decir, recuperar la polaridad, evitar la dualidad.

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Como bien recordarás, representaba el yin yang, y en el yin yang te decía la parte que
soy y la parte que no soy, porque hemos polarizado lo que yo soy y lo que no soy. Yo
creo que esta es la problemática más importante del ser humano, de verdad. Perls, en su
trabajo en la Gestalt, durante toda la vida lo presentó: recuperen sus proyecciones, es el
camino a la iluminación. De veras, recuperen sus proyecciones.
Como recordarás, en las imágenes que te poníamos del yin yang, soy esto, no
soy aquello; y lo que no soy genera huecos de la personalidad que se magnifican. Y esa
capacidad de polarizarnos, es decir, de irnos a un polo o de irnos al otro, es algo
tremendo en la situación de los seres humanos. La formación que nos dan desde niños,
el ser varón, el ser niña, el ser mexicano o el ser europea, te va generando una serie de
esquemas mentales, que no te das cuenta pero son inherentes a ti. Lo más serio es que
no te das cuenta. Es decir, una chica no se da cuenta de cómo le han implantado el ser
tierna, el ser dulce, el ser sumisa, sutil… es decir, no manejarse con agresividad, no
manejarse con la fuerza, no manejarse con su capacidad de hacer cosas.
Por eso muchas menos alpinistas mujeres que alpinistas hombres, vemos muchas
menos escaladoras que escaladores hombres, vemos mucho menos actividades que
requerirían, entre comillas porque no es así, una fortaleza más desarrollada en el hombre
que en la mujer.
Sin embargo, si lo analizamos desde un esquema más fisiológico, sabemos —y
esto es real— que la fortaleza de la mujer supera por mucho a la de hombre. El parto es
el mejor ejemplo, difícilmente un hombre sobreviviría a un parto, y ellas pueden pasar,
con la fortaleza que tienen, por un proceso como el parto. Sin embargo, al polarizarse, el
hombre es agresivo, el hombre es fuerte y la mujer es débil y a la inversa. Estamos
teniendo esa separación, esa ilusión de separación, porque es una ilusión. No podemos
ser realmente masculinos o femeninos. Todos los hombres, lo manejé en el video
pasado, tenemos hormonas masculinas y también tenemos hormonas femeninas. Las
mujeres tienen hormonas femeninas y también tienen hormonas masculinas y estructura
corporales, como te decía.
Entonces, ¿cómo superamos la proyección? Cómo podemos dejar de polarizar,
cómo podemos dejar de irnos a las esquinas, cómo podemos dejar de estar en un

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proceso de separación, que eso es clave, es la ilusión, eliminar la dualidad. Buda, fíjate
bien, Buda trabajaba sobre esto: elimina la separación, el camino del sabio es ir por el
camino del medio. Ni ir a un polo ni irnos al otro, estar trabajando lo más posible en la
línea del centro del yin yang, dejar de ser polares, es decir, de ir de un polo a otro.
Sin embargo, la proyección es de lo más difícil de descubrir en uno mismo
porque nos da la impresión de que es ajena a nosotros.
¿Cómo superamos la proyección? Si tú vas a tomar una especialización en
psicoterapia Gestalt, vas pasar dos años recuperando tus polaridades. Cada vez que
encuentres una polaridad, recuperarla. ¿Cómo se hace? Eso es lo que vamos a ver
precisamente.
El ejemplo más simple que te puedo dar es: busca una persona que te moleste,
una persona que no soportes, una persona que tenga características específicas que te
irriten, que te cueste trabajo ser empático, acercarte a esa persona. Decimos acá en
México que te caiga mal, con la que no puedas establecer una comunicación, estés
teniendo una repulsión hacia esa persona, por alguna razón. Y piensa, como te decía, en
un adjetivo calificativo que le pondrías a la conducta que hace que no puedas estar
cercano con esa persona: engreída, pedante, petulante, arrogante, exagerada, irritable…
Algún adjetivo calificativo que describa lo más claramente lo que te molesta de esa
persona.
Me molesta su crueldad; me molesta su indiferencia; me molesta su arrogancia;
me molesta su presunción; me molesta su falta de humildad; me molesta… Y ve
escogiendo aquella frase, aquel adjetivo calificativo —arrogante, petulante— que es lo
que más te molesta de alguien. Piénsalo por un momento, y si puedes hacerlo en este
momento que estoy diciéndote este ejercicio y tú puedes ya estar pensando en alguien
específico en tu vida, con la que tienes un choque, con la que te cuesta trabajo: violento,
agresivo, prepotente… En fin, busca la frase que esquematiza a esa persona, como un
adjetivo calificativo que le queda al centavo.
Recuerda que entonces, cuando te molesta, es que en el yin yang tú te fuiste a
uno de los dos lados. ¿Qué sería lo contrario de prepotente? Humilde. Yo soy humilde,
yo no —estás en el yo no soy eso, recuerdo que son los huecos de la personalidad— soy

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prepotente. ¿Cómo recuperas la polaridad? Mucha gente me dice: “Es que por más que
trate de imaginarme a mí mismo prepotente, no lo soy. Es más, no me gustaría serlo.
¿Cómo puedo entonces desplazarme en la polaridad?”. No, no tienes que vivirlo, no
tienes que hacerlo, simplemente reconocer que bajo ciertas circunstancias, que
frecuentemente no vas a estar, afortunadamente para ti, tú podrías serlo.
Por ejemplo, si de repente te ganas un premio, si de repente te llevan con el
presidente de la república y te van a decir que ganaste un premio por tu trabajo, por tu
tesis, por tu tesis doctoral, por tu libro, por lo que sea, tal vez, tal vez sería un poco
arrogante, tal vez sería un poco prepotente. Pero como no he estado en esa situación, yo
estoy en la polaridad: yo no soy prepotente, solo soy humilde.
Entonces, al tratar de imaginarme y conciliar que, bajo ciertas circunstancias, yo
pudiera en algún momento tener esa conducta, imaginarme un evento en el cual yo
pudiera estar tan engreído, tan arrogante, tan soberbio que pudiera ser prepotente o
arrogante o pedante, tal vez lo sería. Y fíjate, no tengo que vivirlo, la polaridad no se
recupera viviéndola. Se recupera aceptando que bajo ciertas circunstancias, que ojalá
nunca tenga que estar en ella, yo podría tener esa conducta.
Y cada vez que me encuentro con una persona que me irrita, que me molesta,
que me incomoda, es una espectacular oportunidad para recuperar tu polaridad. En
silencio te pones a pensar: “¿Qué me molesta de esta persona? ¿Qué es lo que irrita de
esta persona?”. Su agresividad, su forma de hablar tan altanera es lo que te molesta,
porque tienes un no-yo. Yo no soy así y yo no hablo así. Y busca bajo qué contexto, en
qué momento en tu vida, tanto si ya lo hiciste como si no, es decir, si ya has vivido un
momento en que has sido agresivo, ya recuperas la polaridad inmediatamente, dejas de
ser un no-yo. “Yo también bajo ciertas circunstancias soy agresivo, soy cruel en mi
manera de hablar, y lo he hecho”. O bien, si no lo has vivido, decir: “Bajo cierta
circunstancia… ¿cuál? Ah, pues si pasara esto, si pasara aquello, yo podría serlo”,
recuperas la polaridad, dejas de estar en un polo. No significa vivirlo.
Te pongo el ejemplo de la homosexualidad para que me entiendas. Hay mucha
gente que, como hombre, no reconoce su parte femenina. No la reconoce. No reconoce
que tiene hormonas femeninas, no reconoce que tiene una estructura femenina. Como te

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decía, las tetillas de los hombres son un ejemplo específico de la parte femenina que
todos tenemos. Y como te decía en el video pasado, preséntame al hombre más hombre
que esté liso y que no tenga tetillas. Ese es un ejemplo, y los animales igual, como te lo
decía, de cuando éramos hembras, porque primero en el vientre somos todos mujeres y
luego algunas se queda mujeres y otros nos convertimos en hombres. Y tengo esas
estructuras, eso es un recuerdo diariamente.
Cuando me baño y veo mis tetillas en el espejo, me doy cuenta de que tengo
estructuras femeninas, que me permiten tocar mi ternura, que me permiten tocar mi
sensibilidad, que me permiten tocar mi parte artística. Fíjate, ser un poeta, ser un
músico, ser un artista plástico requiere esa parte de sensibilidad. Si no lo hago así, al ver
a una persona homosexual, como te decía, lo exagero y lo veo como el degenerado
sexual más grande del mundo y lo quiero agredir, y lo quiero insultar, y lo quiero
golpear, y lo quiero correr de ese lugar donde estoy, quiero que se vaya. Estoy
proyectando, estoy magnificando.
Me dicen muchas veces en los cursos: “Entonces, ¿yo tengo que ser homosexual
o tengo que vivir la parte femenina para que se me quite?”. No claro que no. No tienes
que aceptar sus conductas, no tienes que decir “Está bien lo que está haciendo”,
probablemente está mal, no tienes que aceptar sus criterios. Simplemente tienes que
decir: “Yo también hay momento en que toco la ternura. Si estoy enamorado se me
antoja hacer un poema para la mujer que amo. Si estoy enamorado se me antoja escribir
una canción. Y, de repente, siento ternura, siento emoción, siento ganas de llorar quizás
cuando veo una película donde está pasando una escena triste y, sin embargo, me hago
el fuerte, porque los hombres no lloran”. Pero lo toco, me doy cuenta de que lo tengo,
entonces, cuando reconozco que lo tengo, dejo de proyectar. Y puedo no estar de
acuerdo con la pregunta de una persona, con sus comportamientos.
No necesito vivir la homosexualidad, no sé si me explico, porque la gente me
dice: “¿Entonces tengo que vivir la experiencia para que se me quite?”. Claro que no,
¡por Dios! Claro que no. Simplemente aceptar que tú tienes partes de esta situación y
que, bajo ciertas circunstancias, podrías tener la misma conducta. Es decir, si hubieras
tenido una pérdida de la figura paterna en la adolescencia, y probablemente cuando eres

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adolescente y estás buscando la figura paterna y no está, y empiezas a buscar esa
imagen —como lo he explicado en los cursos—, el chico de adolescente se confunde y
cuando ve al maestro que está en clases y que las niñas están ahí bobeando por él, dice:
“Guau, me encanta ese tipo de hombre por lo que está provocando en ellas”. Pero como
no tiene la figura, él confunde que le gusta esa persona y, entonces, se empieza a sentir
homosexual. Y ahí empieza el problema.
Entonces yo puedo aceptar que si yo hubiera tenido esa situación y hubiera
pasado por la misma experiencia que él pasó, tal vez me hubiera sucedido lo mismo.
Qué bueno que no me pasó o, simplemente, agradezco a la vida estar como estar.
Porque no es malo que me haya pasado, simplemente entender que nos haya pasado.
Entonces yo también puedo entender que si hubiera nacido en una familia tan
carente, tan pobre, en un barrio miserable, pues por eso es un asaltante, por eso es un
drogadicto, por eso es un delincuente. Bueno, tal vez, si yo hubiera nacido en esa
situación también yo también lo sería, qué bueno que no lo soy. Pero no significa que
tengo que vivirlo, no tengo que ir a robar para decir: “Ya recuperé la polaridad”.
Entonces, aceptar que bajo ciertas circunstancias yo también podría vivir la
misma suerte que la otra persona, dejas de polarizar, dejas de emitir juicios, dejas de
hacer prejuicios, dejas de hacer agresividad hacia otras personas, y simplemente esa
persona ya no me molesta. Y es una gran oportunidad.
Una vez estaba Buda con sus discípulos y llegó un hombre y le escupió en la
cara. Esto es una historia real, la puedes encontrar en las experiencias de Buda. Cuando
este hombre le escupe en la cara, los alumnos, los discípulos de Buda, se le dejan ir a
este hombre para golpearlo, para castigarlo por su falta, ¡al gran maestro!, a Buda le
escupió en la cara. Buda los tranquiliza y les dice: “Ahí quietos todos, tranquilos”. Y le
dice al hombre: “Qué interesante, te quiero agradecer porque me acabas de dar una
oportunidad para ver hasta qué punto he perdido la arrogancia, hasta qué punto he
perdido la prepotencia y he logrado la paciencia y la toleracia. Y esto que acabas de
hacer te lo agradezco, hermano, porque es una gran oportunidad para darme cuenta de
que no me molesta lo que hiciste, que tengo suficiente tolerancia, suficiente paciencia.,

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y que puedo entender la historia de tu vida para que te comportes de ese modo”. Ese es
un ejemplo de esta enorme capacidad.
No tienes que llegar a esos niveles de que si te dan una bofetada pon la otra
mejilla, que sería lo ideal; digo, en un mundo como este no puedes vivir así. Sin
embargo, sí te das cuenta de que cada vez que llega una persona y estás proyectando, te
molesta, te irrita, es una maravillosa oportunidad. No como que te hayan escupido en la
cara como a Buda, pero es similar, es metafóricamente similar.
Esta persona que me está gritando, que está ofendiendo, que está haciendo esto,
¿por qué me molesta? Porque hace cosas que yo digo que yo no haría. Bajo ciertas
circunstancias quizás yo también las haría, y recupero la polaridad. Y le digo a esta
persona: “Gracias. Gracias, porque con tu conducta me acabas de enseñar un camino
para recuperar una polaridad”. Y fíjate bien, si recuperas y te sales de la dualidad, entras
en el estado de gracia. Eso es lo que le pasó a Buda, ya estaba en un estado de gracia.
Entonces, aceptar que bajo ciertas circunstancias.
Sin embargo, también puede pasar que tengas un punto ciego. Esto es que digas:
“No sé qué me molesta. No encuentro la palabra en esta persona, simplemente no la
soporto, pero si me pongo a pensar qué conducta tiene no puedo encontrar la clave de la
conducta que esta persona tiene que me molesta. No la soporto, es una persona que
quisiera desaparecerla de mi vida, pero cuando hago el ejercicio que me dice el doctor
Velasco de buscar qué conducta y qué adjetivo, no lo puedo encontrar. No sé cuál es”.
Eso se llama un punto ciego, es decir, no sé qué es lo que me está molestando de él.
Entonces me cuesta trabajo recuperar la proyección o recuperar la polaridad, o dejar de
proyector.
Entonces podemos ir a la línea de la vida, puedes ir a la línea de la vida. Es
decir, toca la emoción que esta persona te genera: me hierve la sangre, me provoca un
piquete en el estómago, me genera que se me llenen las arterias de sangre, se me suba la
sangre a la cabeza. Ok, ve la línea de la vida y cuándo viviste eso. Cuándo se te llenó la
cabeza de sangre, cuándo sentiste ese piquete en la panza, y entonces vas a encontrar
cuál es la conducta que esa persona está disparando.

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Por ejemplo, en la línea de la vida llegas a un evento cuando eras niño y hubo un
pleito enorme entre tu papá y tu mamá, se gritaron, se dijeron cosas, y te tocó verlo. Por
ponerte un ejemplo, no quiero decir que eso es. Simplemente para que entiendas a qué
me refiero. Y entonces tú en ese momento te tapabas los oídos, sentías ese piquete en la
panza y sentías que la sangre se te subía a la cabeza, y era algo muy fuerte y además no
querías estar consciente de ese enorme problema entre papá y mamá. Querías
desaparecer, pero no tenías adonde ir, eras un niño, no podías irte de la casa.
Esa persona está activando por un anclaje el recuerdo de algo que viviste que no
lo tienes consciente. Y le estás transfiriendo a esa persona una circunstancia que tiene
que ver con algo de tu vida. Entonces, trabajándolo con la línea de la vida dices: “Ah, ya
entendí. A esta persona le estoy pasando los platos rotos que rompieron mis padres y se
los estoy poniendo a esta persona”. Y entonces, de esta manera, te sirve para descubrir
cuál es la polaridad o cuál es el asunto que dices: “Yo no haría eso”. Sí, qué bueno que
no discutas con tu pareja a gritos, que no lo hagas como lo hacían tus padres, qué bueno.
Sin embargo, si hubieras tenido la educación de tus padres, si hubieras tenido la falta de
información que tuvieron nuestros padres, y yo hubiera nacido en las circunstancias de
mis padres y hubiera vivido las circunstancias de mis padres, probablemente yo también
lo haría. ¡Pum! Recuperas la proyección.
No es sencillo, requiere práctica, práctica, práctica, y estar atento a recuperar las
polaridades. Pero va a haber muchísimas personas a tu alrededor, amigo, amiga, que te
van a permitir hacer las prácticas necesarias. Estamos llenos de esto.
Pero también, en un momento dado, la otra manera como puedo eliminar
rápidamente el trabajo es con un simple switch. Ya conoces el switch, en donde yo me
veo teniendo una conducta aquí que estoy siendo muy poco tolerante, muy poco
paciente ante alguien; allá me veo tolerante, paciente: switch. Vuelvo a hacerlo, aquí me
veo intolerante hacia esa persona, me veo que estoy poco paciente hacia esa persona;
allá soy paciente y tolerante: switch.
Y de esta forma, con esa práctica de la línea de la vida si es un punto ciego y un
switch y, sobre todo, la práctica emocional de decir “Bajo ciertas circunstancias yo

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también sería como esta persona”, dejas de proyectar, dejas de polarizar y te vas al
centro: ni eres blanco ni eres negro, estás más en la línea.
Decía Don Juan Matus en los libros de Carlos Castaneda: “El sabio, el chamán,
el maestro es aquel que se va por la vereda del centro. Ni está en un lado ni está en otro,
trata de ir por la vereda del centro”. Qué difícil de comprender y qué profundo de
entender.
Entonces, las proyecciones se trabajan de esta forma: se busca la polaridad, se ve
qué es lo que me molesta, reconozco que bajo ciertas circunstancias yo lo vivo y, en ese
momento, recupero mi polaridad, le agradezco a esa persona la oportunidad que me dio
para crecer. Internamente, no tengo que decirle: “Oye, qué bueno que eres un enojón,
porque me diste la oportunidad…”, porque entonces te va a dar un puñetazo. No tienes
que decírselo, simplemente vivirlo.
Dos, si no encuentro, que es un punto ciego: línea de la vida, buscando las
emociones que me genera esa persona y aparecer el evento cuando yo lo tuve, que
puede ser de mil formas, y entonces me doy cuenta de que él o ella me está disparando
recuerdos de mi vida. Limpio esa situación y dejo de proyectar. Y si descubro que me
falta tolerancia, paciencia, me veo aquí intolerante, allá paciente, switch. Y hago un
switch.
Y voy a tener la disciplina en las próximas semanas, por favor, de estar
trabajando las proyecciones, de recuperar mis polaridades, mis polos, e irme más hacia
el centro, hasta la línea del yin yang. Y es la forma como se trabaja esto. Es
importantísimo que te prepares en este mes que estamos viendo este módulo en trabajar
estos ejercicios. No tienes que estar las 24 horas del día, por lo menos una vez al día
hacerlo.
¿Para qué? Por lo que vamos a ver enseguida, y es ya empezar a conectarnos con
el yo cuántico. Y si nos conectamos con el yo cuántico, como te decía, con esas
emociones vamos a perder el 80% de los mensajes, de la calidad de los mensajes y de la
cantidad de los mensajes. Así se recupera, o se sale, o se supera la proyección.

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