Está en la página 1de 1

Amazonas

Frío, miedo… Nada importa ya, cuando te has ido…

Emprendiste el vuelo, cual mariposa asustada, me dejaste atrás, malherida y destrozada,

Aún recuerdo cómo intentabas protegerme de aquel león indomable que me tenía atrapada, como

si tuviera la presa que le alimentaría el alma; mientras un quetzal de mala suerte me abrazaba con

sus alas.

Siempre tú, ingenuo… Me sentía como un águila que protege a sus polluelos cuando hace frío.

Pero te protegí de más y terminé por asfixiarte.

Tú, como un tierno delfín en aguas apacibles, me ofreciste el mundo de un solo golpe. Y yo como

un faisán inocente, terminé por creerte; tus bellos ojos de lince acabaron por embrujarme.

Ahora ya no cabe nada más de mí. Los buitres se comen mis entrañas, los perros me desgarran el

alma. Las víboras sólo hablan de mí, mientras las hienas burlonas ríen de mis ganas de volver a ti.

La chica triste que te hacía reír…

También podría gustarte