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Terapias de

Tercera Generación
Son derivadas de la T.C.C. como nuevas alternativas
terapéuticas para problemas persistentes y
resistentes a la
terapia como son las recaídas recurrentes, las
limitaciones en la funcionalidad o la
pobre sensación de bienestar que acompaña a
muchos pacientes.
Representan un viraje hacia aspectos quizá poco valorados u
olvidados
por ésta hasta hace bien poco (Vallejo, 2007). Elementos como la
aceptación,
la conciencia plena, la desactivación cognitiva, la dialéctica, los
valores, la espiritualidad y las relaciones (Hayes, 2004a) no son
nuevos para la psicoterapia, incluso se puede afirmar que las
nuevas Terapias de Conducta están abarcando variables, asuntos y
tópicos que principal y tradicionalmente han sido propias y
exclusivas de aproximaciones de corte humanista-existencial (Pérez,
2001), la diferencia es que ahora son interpretados desde un nuevo
entramado teórico sobre el que desarrolla la praxis de esta nueva
generación de terapias de clara vocación empírica.
Terapias de Tercera Generación más
influyentes y desarrolladas en la actualidad

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999)

Psicoterapia Analítico Funcional (FAP) (Kohlenberg y Tsai, 1987)

Terapia Dialéctica Conductual (Linehan, 1993 a y b)

Terapia Integral de Pareja (Jacobson y Christensen, 1996)

Terapia de Activación Conductual (Jacobson, Martell y Dimidjian, 2001)

Terapia Cognitiva con Base en Mindfulness (Segal, Teasdale y Williams, 2002 y


2004)
Fundamentos teóricos y principios básicos
Estas terapias consideran que los trastornos psicológicos son posibilidades del ser
humano, en tanto que no existe un déficit en el individuo que
sea la causa de su trastorno, sino sólo problemas derivados de interaccionar con el
contexto actual, a partir del contexto histórico.
Merece la pena destacar la diferencia radical que supone este planteamiento en
cuanto a las dos generaciones anteriores que adoptan un método de déficit, es
decir, promulgan la existencia de una patología o
disfunción psicológica (e.g. respuestas condicionadas de ansiedad, conductas de
evitación distorsiones cognitivas, creencias irracionales, etc.) a la base
de los trastornos psicológicos, para cuya corrección desarrollan y aplican técnicas
especificas.
Los dos grandes principios que sirven de base a las intervenciones de las TTG son:

La aceptación
El abandono de la búsqueda permanente del bienestar (evitación experiencial) y,
por tanto, la aceptación de los síntomas y del malestar como experiencia vital
normal.

La activación
Si la atención y recursos de la persona ya no se dirigen hacia la evitación de los
síntoma, es posible promover un cambio conductual hacia la persecución de
objetivos valiosos en la vida. En este tipo de terapias la eficacia no se mide por la
cantidad de síntomas eliminados, sino por los logros personales del paciente a
partir de la clarificación de valores.
Las variables de interés consideradas en las terapias de tercera generación
conectan directamente con procesos relacionados con:
La aceptación, los valores que guían la activación conductual (tanto del cliente
como los del propio terapeuta), La propia terapia concebida dentro de una
relación dialéctica, la atención al self, el contacto con el momento presente, la
espiritualidad o la importancia concedida a la relación terapeuta-cliente
El hecho de que el enfoque que sostienen se
centre en lo funcional, proporciona una mayor libertad
y permite incluir técnicas de
otras orientaciones psicoterapéuticas tales como la
Gestalt, la Logoterapia o el Análisis
Transaccional (Barraca, 2006), puesto que lo
importante es atender a la función
de la conducta, la terapia se organiza en torno a esta
función.
Contextualismo funcional
Es el cimiento filosófico sobre el que se han construido los desarrollos
terapéuticos conocidos como Tercera Generación.
Sus asunciones básicas son:

Utiliza como metáfora raíz (concepción del mundo y acercamiento a la


realidad) el acto-en-el-contexto.

Es especialmente sensible al papel del contexto para la comprensión y análisis


de la naturaleza y función de un evento.

Utiliza el pragmatismo como criterio de verdad de la ciencia, es decir, la


utilidad que tiene una explicación para controlar o influir en el
comportamiento objeto del análisis.

Especifica las metas u objetivos científicos los cuales son aplicados bajo dicho
criterio de verdad pragmática.
El enfoque del análisis conductual hacia los fenómenos
psicológicos es calificado de seleccionista, en el sentido de que al
igual que en la evolución de las especies las contingencias de
supervivencia en un contexto dado seleccionaban los rasgos
genéticos que sobrevivirían, en la conducta, las contingencias de
reforzamiento en un contexto dado seleccionarán qué
clases de respuestas persistirán (o serán probables) en ese
individuo.
Implica un énfasis en el papel que el
contexto histórico y las consecuencias juegan en el moldeado de
la forma y función de una conducta en el contexto actual, énfasis
que claramente refleja el criterio de verdad que
maneja el contextualismo: la consecución del éxito en un
determinado contexto, pues la verdad es situacional y
pragmática (Hayes, 2004c).
Partiendo de los planteamientos expuestos, es fácil entender
que desde posiciones contextualistas ningún pensamiento,
sentimiento o recuerdo sea inherentemente problemático,
patológico o disfuncional, sino que dependerá de su función en
el contexto.

Recuperar el interés por el análisis funcional supone intentar


comprender la función de la conducta y no quedarse únicamente
en su forma, entendiendo por función de la conducta aprender
para que le sirve al sujeto una determinada forma de
comportarse por qué necesita actuar así y que gana o pierde a
corto y a largo plazo.
Lo cierto es que globalmente consideradas, y con excepciones como el caso
de la Terapia Dialéctica Conductual, los resultados de la investigación de
eficacia todavía tienen camino que rodar (Corrigan, 2001). Teniendo en
cuenta que la rigurosidad en la
metodología de trabajo ha sido siempre una de las características más
distintivas de la Terapia Cognitivo Conductual es necesario e irrenunciable
que la investigación sobre eficacia de la nueva generación de terapias
mantenga, al menos, los criterios de rigurosidad propios de los enfoques
tradicionales.

No obstante, lejos de ser así, la revisión de los estudios de eficacia muestran


que la metodología de las investigaciones sobre las que se sustentan los datos
de eficacia y efectividad ha sido significativamente menos rigurosa que la del
enfoque Cognitivo Conductual, y que, desde un punto de vista estricto,
realmente ninguna de las terapias de tercera generación cumple los criterios
para convertirse en un tratamiento con apoyo empírico.
Gracias

Tomado de: Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales

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