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ORACION DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE. Paco eeen eer ree FIGURA CENTRAL DEL HUMANISMO FLORENTINO, el conde Pico della Mirandola (1463-1494) escribié en 1486 la Oratio de Hominis Dignitate, prologo delas 900 tesis que intentaba exponer al alo siguiente en Roma. Su proyecto fue vano, pues los consejeros del pontifice romano declararon heréticas la totalidad de las tesis. Ante la amenaza de excomunin, prisin y condena, el conde Pico huyé a Francia, De nada le vali, pues alli fue encerrado por mis de un ao, hasta que Savonarola eofteci6 su amistad. A los 31 aftos murié, cuando el Papa ya le habfa levantado la excomunién. Esta traduccién libre dela primera parte de la Oracién se ha basado en laedicién bilingie publicada por Philip Potdevin en Bogota (Ediciones Opus Magnun, 2002). El movimiento humanista se hace arrancar de la obra de Petrarca (1304-1374), recogida por sus discipulos en la Florencia de comienzos del siglo XV, ciudad que se convirtié en el centro del “renack ‘miento” cultural basado en la recuperacidn del espiritu de la Antigiedad a través de sus textos. Fl elogio del hombre adquiere su mayor prestancia en esta Oracién porque sefunda en la libertad de eleccién de su posibilidad deexistencia, una dea desarrollada plenamente en la obra de Heidegger. Aqui solamente se publica la parte inical, en la cual se expone esta idea central de todo humanismo, bisica parael disefio de cualquier proyecto educativo que quiera emprenderse en Santander, ¢ leido, lustrisimos Padres, naciGn de su inteligencia, esa interpretacion en los monumentales tex- de la naturaleza. Fl hombre ha sido situado tosrabes, que Abdala el _en los intersticios del flujo continuo del tiem- sarraceno, al ser interrogado poy, segiin los persas, es c6pula mundanal, sobre cual era, en laescena__himenco nupial, incluso, segiin David, ape- del mundo, la obra de mayor admiracién, respondié que no hay nada mas admirable que el especticulo humano. Lo cual confirma la sentencia de Hermes Trimegisto: “Grande, ‘oh Asclepio, ¢s ese milagro llamado hombre Sin embargo, cuando reflexiono sobre los fundamentos de estos razona- ‘mientos, no me satisface por completo esa prestancia que se atribuye ala naturaleza humana; esa capacidad humana para anun- iarse entre las criaturas del mundo, esa fa- miliaridad con lo superior, esa regencia sobre las criaturas inferiores, esa perspicacia de sus sentidos, esa indagacién racional, esa ilumi- nas un poco inferior a los Angeles. Grandes son estas razones, pero no suficientemente importantes para satisfacer Ja suma admiracién que le otorga un derecho rivilegiado al Hombre. ;Por qué no admi- rar, mejor alos angeles y los beatisimos coros celestiales que habitan el cosmos? He ‘comprendido finalmente por qué el Hombre ‘sla més afortunada de todas las criaturas y Ja mas digna de toda admiracién, y cual es su condicién y sitio en el conjunto universal, cenvidiado por las bestias, los astros y las in- teligencias existentes mas allé de los confines del mundo. Se trata de una cosa increible y EDICION s maei0 ORACION DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE: ‘maravillosa, ;Por qué? Porque el Hombre es, con todo derecho, el maximo milagro y el animal mas perfecto y admirable de cuantos existen, Escuchad entonces, Padres, y oid con benignidad cuanto pretendo demostrar, dada vuestra humanidad. Ya Dios Padre, el gran Arquitecto, habia fabricado este mundo que habitamos y ‘vemos, el mas augusto templo divino, segiin los arcanos reunidos por su sabidurfa, Ha- ba adornado con inteligencias las regiones supercelestes, habia hecho crecer énimas, eternas en los globos etéreos, habia poblado con toda clase de animales todas las partes del mundo, incluso las mas estériles y poco fertiles, Pero, una vez concluida esta obra, el Artifice decidié que debia existir alguien que pudiese examinar racionalmente su sentido, que pudiese amar la puleritud con que fue hecha y admirar su magnitud. Fue asf como, terminada toda su labor ~segiin os testimo- nos de Moisés y de Timeo-, pensé en crear, por diltimo, al Hombre, En verdad es que para entonces ya no quedaba ningiin arque- tipo segin el cual pudiese modelar su nueva ctiatura, pues ni siquiera en su tesoro habia algo que pudiese donar al nuevo hijo como su herencia propia, ni habia ya un subsuelo libre para que esta criatura pudiese asentar- se como contempladora del Universo. Todo «estaba ocupado, todo habia sido distribuido entre las infinitas drdenes. Pero no estaba en la potestad paternal fallaren esta iltima hechura, ni vacilacién, ni falta de sabiduria ‘ode consejo en esta cosa necesaria, No era propio de su benéfico amor, de la divina li- beralidad que adoramos, que fallase aqui su meditacion. Fue entonces cuando el Maximo Artifice, sabiendo que no podia darle a esta criatura algo que fuese suyo propio, deci- id que seria algo comiin, tomado de todas Tas cosas singulares y propias de las demas. ‘Tomé entonces al Hombre, obra suya ima- sginada como de naturalera indeterminada, lo puso en medio del mundo, y le dijo: “No tehe dado sede, ni figura propia, ni menos algiin peculiar don especifico, oh Adan, con celfin de que seas ti quien de manera libre escojas, bien por tu voluntad o bien por tu juicio, lo que tendras y poseeras respecto de tu sede y de lo que hards” ¥ agregé: "La naturaleza de las otras criaturas ya ha sido definida segiin las prescripciones de las no bles leyes que la constrifien, Para ti, en cam- bio, no habré coercién irremediable, pues EDICION s maei0 serd tu propio arbitrio, que he puesto en tus manos, el que predefinira lo que seri. Te he puesto en medio del mundo para que desde “Para ti, en cambio, no habrd coercién alli contemples, con comodidad, todo cuanto éste contiene. No te he hecho ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, para que seas he puesto en tus manos, el que predefi td mismo, como drbitro y honorable escultor y modelador, quien puedas darte la mejor forma que elias. Podris entonces degenerar a para que desde allf contemples, con comodidad. la condicién inferior de bruto, o podras rege- nerar en la condicién superior que es divina, extraida del juicio de tu animo. Oh, suma liberalidad de Dios Pa- dre, suma y admirable felicidad del Hombre, a quien Te fue concedido ser To que eli, ser lo que quiere ser! Las bestias traen consigo desde su nacimiento, al decir de Lucilius, “de las entrafias de su madre”, cuanto en su vida serdn. Los espiritus supremos, desde su origen y por el resto de su existencia, tendran el mismo futuro en la eternidad perpetua. En cambio, el Hombre fue dotado desde su na- irremediable, pues seré tu propio arbitrio, que que serds. Te he puesto en medio del mundo todo cuanto éste contiene", cimiento de las semillas de todas las formas y del germen vital de todos los genes por el Padre. Cualquiera que sea lo que el Hombre cultive desde Ia adolescencia, ese seré el fruto que obtendré. Si cultiva lo vegetal seré una planta, silo sensual, embruteceris si a celes- tial racionalidad evadiré lo animal, slain tclectualidad se convertiré en angel e hijo de Dios. ¥ si ninguna de esta clase de eriaturas lo satisface, podri reencontrarse en el centro de su unidad, haciéndose uno con el espiritu de Dios, ala sombra solitaria del Padre, que est sobre todas las cosas, y asi trascendera todo lo creado, {Quién, entonces, no admirari nuestra naturaleza camaleénica? ;O quien podri admirar mis a otro ser que no sea el c las posibilidades de transformacién de nues frailaneL 30 tra naturaleza, argument acertadamente ue el Hombre compartia con Proteo sus misteriosos cambios, Este es el origen de las célebres metamorfosis de los Hebreos y de los Pitagéricos [..J. REVISTA DE SANTANDER,

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