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Problemas frecuentes de

la mama
Karina Bakalar, Vilda Discacciati y
Claudia Dreyer

A) INTRODUCCIÓN

El cáncer de mama es la patología maligna diagnosticada con más frecuencia en las mujeres* de
los países desarrollados. Cada año se detectan más de 150.000 casos de cáncer de mama, de
los cuales el 30% concluye en fallecimiento (tasa que se ha mantenido estable desde 1930). La
incidencia de esta enfermedad aumentó el 55% entre los años 1950 y 1991, y alcanzó un valor de
110 casos cada 100.000 mujeres en 1991.

El cáncer de mama se ha convertido en uno de los tumores más temidos por las mujeres,
no solo por su elevada incidencia y morbimortalidad, sino también por su repercusión
en la imagen corporal femenina.

El cáncer de mama es una de las entidades que cumple con los criterios de Frame y Carlson
para recomendar su rastreo.

También existen diferentes alteraciones benignas de la mama (infecciones, mastalgia, descargas


por el pezón, etc.) que motivan frecuentes consultas al médico, ya sea por temor (la paciente
quiere saber si el síntoma es provocado por un cáncer no diagnosticado) o porque afectan la
calidad de vida de la paciente.

El médico de atención primaria entrenado puede manejar adecuadamente las patologías


mamarias benignas prevalentes. Al mismo tiempo, este conocimiento le permitirá
rastrear la entidad más grave que puede afectar la mama (el cáncer) y detectar
rápidamente a aquellas pacientes que requerirán la evaluación y el manejo del
especialista.

*mujeres: En los MEPs relacionados a la salud de las mujeres, cuando nos referimos a las adolescentes, niñas
y mujeres de manera general nos estamos refiriendo a las personas nacidas con carga genética XX que no se
han expuesto cirugías o tratamientos de transición hormonales. A la vez, aclaramos que otras identidades
genéricas no binarias u hombres trans cuya transición no ha sido hormonal o quirúrgica pueden ser abordados
desde estos contenidos siempre adecuando el trato de nombre y pronombre a lo solicitado por la persona. Los
genotipos y/o fenotipos intersexo genéticos (XXY, XXX u otros) así como las personas trans que han realizado
tratamientos hormonales o quirúrgicos constituyen una población que debe siempre ser evaluada y tratada
desde el particular caso de cada una. A la vez, hemos decidido por cuestiones de legibilidad conservar el uso
tradicional del genérico neutro y plural en masculino y los pronombres los/las y las terminaciones os/as. Es decir
que, por ejemplo, cuando en este texto se utilicen los términos "médico” o "médicos" en forma genérica, nos
estaremos refiriendo tanto a las y los médicos. Si bien los feminismos han revelado como este uso del lenguaje
ha invisibilizado a las mujeres en forma sistemática y que la existencia de dos grupos de pronombres excluye
otras posibilidades de “ser en el mundo” que no sea femenino o masculino, consideramos que a la fecha no
existe una solución lingüística adecuada (en términos de economía del lenguaje y de entendimiento
consensuado por toda la sociedad castellano parlante) sobre todo en lo que respecta a la escritura y cierta
normatización necesaria dentro de un material médico.

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B) OBJETIVOS

1) Conocer las patologías mamarias más prevalentes.


2) Desarrollar las herramientas diagnósticas más útiles para evaluar la mama.
3) Repasar las indicaciones del rastreo del cáncer de mama.
4) Aprender a manejar las patologías mamarias más frecuentes.
5) Conocer las estrategias diagnósticas y terapéuticas del cáncer de mama.

C) CONTENIDOS

1) Generalidades
2) Herramientas diagnósticas que se utilizan en la evaluación de la mama
3) Rastreo del cáncer de mama
4) Abordaje y manejo de las consultas más frecuentes
5) Tratamiento del cáncer de mama.

1 GENERALIDADES

Breve reseña anatómica de la mama


La mama es una glándula cónica, bilateral, de origen ectodérmico, ubicada entre el segundo y el
séptimo espacio intercostal a cada lado de la parrilla costal, y que pesa aproximadamente 150
gramos. Está formada por la glándula propiamente dicha (que tiene varias prolongaciones, de las
cuales la más desarrollada es la axilar), una cubierta cutánea con dos estructuras características
(la aréola, un área de piel circular y pigmentada surcada por los tubérculos de Morgagni, y el
pezón, un cilindro formado por epitelio delgado donde desembocan los conductos galactóforos) y,
por último, por una cubierta céluloadiposa (que constituye el panículo graso subcutáneo que rodea
a la glándula mamaria).

Histológicamente, la glándula consta de pequeñas dilataciones llamadas alvéolos que, al unirse


en número de 10 a 100, forman un lóbulo que drena su contenido en un conducto galactóforo.
Este, a su vez, termina en una dilatación (seno galactóforo) que drena al pezón. En cada glándula
existen entre 15 y 20 lóbulos y conductos galactóforos.

La mama tiene múltiples vías linfáticas que drenan en profundidad y se dirigen en forma radiada
hacia distintas cadenas. Las más importantes son la cadena ganglionar axilar y la ganglionar
mamaria interna (tiene particular importancia en las lesiones de la parte interna de la mama), los
ganglios supraclaviculares y los intrapectorales (entre el músculo pectoral menor y el músculo
pectoral mayor).

La glándula mamaria está formada por alvéolos, lóbulos y conductos galactóforos que
desembocan en el pezón. El panículo adiposo y la piel cubren la glándula y forman la
mama.

Patología benigna frecuente de la mama


Antes de referirnos a la patología benigna de la mama, queremos aclarar algunos conceptos que
consideramos importantes.

Es común que muchas pacientes asistan al consultorio solicitando que se les realice un examen
mamario y, en ocasiones, piden hacer una mamografía cada seis meses porque le han dicho que
tienen “displasia mamaria” (o, lo que es lo mismo, “enfermedad fibroquística de la mama”). Muchas
mujeres consultan asustadas porque no saben si este diagnóstico tiene que ver con el cáncer de
mama o no, o si requiere de un tratamiento o un control específico. También es común que los
médicos nos planteemos estas dudas.

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Esto es así porque, bajo los términos “displasia mamaria” y “enfermedad fibroquística de la mama”
se incluyen múltiples entidades que van desde cambios fisiológicos relacionados con el estímulo
hormonal hasta lesiones que podrían evolucionar al cáncer de mama.

Si bien los términos “displasia” y “enfermedad fibroquística de la mama” están


ampliamente difundidos entre los médicos y las pacientes, suelen ser usados de manera
ambigua, y la mayoría de las veces, en lugar de facilitar, dificultan el manejo de las
pacientes. Nos referiremos a ellos someramente con el fin de explicar las razones de la
controversia y definir el lenguaje común que utilizaremos en este texto.

Bajo la denominación de displasia mamaria suele agruparse un gran número de entidades


mamarias no neoplásicas, caracterizadas por cambios anatomopatológicos que llevan a la
aparición de tejido conectivo fibroso, nódulos y quistes en el tejido mamario. Sin embargo, estos
cambios resultan de una respuesta fisiológica de la mama a los estímulos hormonales. Por este
motivo, muchos autores sostienen que, en realidad, la displasia mamaria no existe y que estos
cambios deben asumirse como parte del desarrollo normal y común de la mama a lo largo de la
vida.

Muchos autores sostienen que la displasia mamaria no existe, ya que muchas de las
entidades englobadas bajo este término responden a cambios fisiológicos del tejido
mamario ante los estímulos hormonales.

La definición de displasia mamaria se basa en hallazgos anatomopatológicos. Las lesiones


benignas de la mama pueden clasificarse según la histología en: 1) Lesiones no proliferativas:
este grupo incluye el 70% de las lesiones benignas de la mama, entre las que se encuentran los
quistes, las ectasias ductales, las hiperplasias ductales epiteliales, los fibroadenomas, los lipomas
y los hamartomas. Estas lesiones no tienen riesgo de malignización; 2) Lesiones proliferativas
típicas: se caracterizan por tener proliferación celular ductal moderada. Entre ellas se encuentran
la adenosis esclerosante y los papilomas intraductales. Las mujeres con este tipo de lesiones
tienen un riesgo ligeramente superior de desarrollar cáncer de mama invasivo que las mujeres que
no las tienen (1.5 a 2 veces más riesgo); y 3) Lesiones proliferativas con atipía: en este grupo
se incluyen entidades con gran proliferación celular y presencia de células atípicas, como la
hiperplasia lobular atípica y la hiperplasia ductal atípica. Las mujeres con este tipo de lesiones
tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama invasivo (10 veces más para la primera y
4 veces más para la segunda).

El término “displasia mamaria” se basa en hallazgos anatomopatológicos. De acuerdo


con esto, las lesiones benignas de la mama pueden clasificarse en: no proliferativas,
proliferativas típicas y proliferativas atípicas (esto lo informa el anatomopatólogo en
cada biopsia). El médico de familia debe saber que, si bien todas estas entidades son
benignas, las proliferativas tienen, en mayor o menor grado, la posibilidad de
evolucionar a un carcinoma.

Como vemos, bajo el mismo término se reúnen tanto entidades inocentes como otras con mayor
o menor riesgo de evolucionar al cáncer: no es lo mismo que una paciente tenga una lesión no
proliferativa que una lesión proliferativa con atipía; sin embargo, en ambos casos se habla de
“displasia mamaria”. Por otro lado, el panorama se complica porque ninguna de estas lesiones
tiene una manifestación clínica típica, es decir, solo puede saberse qué tipo de lesión (y qué riesgo)
tiene cada paciente realizándole una biopsia, lo que llevaría a la necesidad de biopsiar a todas las
pacientes indiscriminadamente.

Esta ambigüedad lleva a confusión y a que las pacientes y los médicos se inquieten porque no
tienen en claro si esta entidad reviste verdadera importancia o no. Para evitar la ambigüedad de
estos términos, creemos que es más útil definir las entidades que afectan la mama en función de
su presentación clínica: a) Cambios cíclicos e inflamación, b) Mastalgia, c) Nodularidad
mamaria cíclica y no cíclica, d) Nódulo mamario dominante, e) Secreción por el pezón, y f)
Mastitis. A continuación, las definiremos y, en el contenido 4 abordaremos su diagnóstico y
manejo.

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a) Cambios cíclicos e inflamación mamaria

Se definen como inflamación mamaria aquellos cambios fisiológicos que se producen en las
mamas en cada ciclo menstrual. En la etapa previa a cada menstruación, el estroma, los conductos
y las glándulas mamarias aumentan de tamaño. En algunas mujeres, estos cambios cíclicos (se
producen con cada ciclo menstrual), se manifiestan como una sensación de tensión mamaria que
desaparece luego de la menstruación, cuando las células ductales descaman y disminuye la
tensión.

Con la menopausia, los tejidos ductal y lobular involucionan, el tejido fibrótico periductal aumenta,
las células epiteliales de los acinos se deplecionan totalmente y los conductos galactóforos se
dilatan. Estos fenómenos pueden originar quistes que se pondrán de manifiesto como nódulos
durante el examen de la mama.

La sensación de tensión mamaria es muy prevalente en las mujeres en edad fértil y


responde a cambios fisiológicos que ocurren durante el ciclo menstrual. Su presencia
se limita a los años de vida reproductiva, porque los cambios son
hormonodependientes.

b) Mastalgia

La mastalgia (dolor mamario) es un síntoma muy frecuente en las mujeres. Casi el 77% de las
mujeres que visitan al médico por un control de salud refieren haber tenido dolor mamario alguna
vez en su vida. El dolor mamario puede presentarse como único síntoma o asociarse a sensación
de pesadez o inflamación. Generalmente, estos síntomas son leves o moderados en cuanto a su
intensidad, y se deben a cambios fisiológicos del tejido mamario relacionados con el ciclo
menstrual. Varios estudios han demostrado que no existen diferencias psicológicas sustanciales
entre las mujeres que presentan mastalgia y aquellas que no la tienen. Es raro que el dolor
mamario se asocie a cáncer de mama: solo el 7% de las pacientes con cáncer de mama refiere
dolor como único síntoma. Según su relación con el ciclo menstrual, la mastalgia puede ser cíclica
y no cíclica.

La mastalgia es un síntoma muy frecuente en las mujeres y, generalmente, responde a


cambios fisiológicos de la mama en relación con el ciclo menstrual. Según su
presentación, se clasifica en cíclica o no cíclica.

Mastalgia cíclica

Las pacientes con mastalgia cíclica representan dos tercios de las mujeres que consultan por dolor
mamario. Por definición, estas pacientes son premenopáusicas (tienen ciclos menstruales),
habitualmente tienen alrededor de 30 años de edad y se caracterizan porque en los 3 a 7 días
previos a la menstruación desarrollan dolor mamario que aumenta progresivamente para, luego,
descender. El dolor (espontáneo, al tacto o con la actividad física) puede asociarse a una molestia
y sensación de pesadez o de aumento del tamaño de las mamas. Los síntomas pueden variar su
intensidad en cada ciclo y persistir durante años. Por su relación con los niveles hormonales, este
tipo de mastalgia cede en la menopausia y se exacerba durante el embarazo y con el uso de
anticonceptivos orales.

Se desconoce con certeza la causa de esta entidad. A pesar de su relación temporal con el ciclo
menstrual, los estudios hormonales no han demostrado diferencias entre las pacientes que
presentan mastalgia y aquellas que no la presentan.

La mastalgia cíclica es una entidad benigna muy prevalente que, por su carácter cíclico
y recurrente, puede afectar considerablemente la calidad de vida de las pacientes.

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Mastalgia no cíclica

Este tipo de mastalgia puede ser continua, aunque generalmente no tiene un patrón determinado.
Suele afectar a mujeres de alrededor de 40 años. El dolor no se origina en la glándula sino en
estructuras asociadas, como los músculos adyacentes o la pared costal, y es descripto como una
sensación de quemazón o de ardor.

c) Nodularidad mamaria cíclica y no cíclica

A veces, ante el estímulo hormonal fisiológico, el parénquima mamario responde produciendo un


patrón de nodularidad que varía con el ciclo menstrual. Esta nodularidad es bilateral aunque
puede predominar en una mama o ser más marcada en los cuadrantes superiores externos de las
mamas (donde se ubica la mayor parte de la glándula). Las pacientes suelen consultar porque se
palpan los nódulos o porque sienten tensión o dolor mamario asociados.

La nodularidad se debe a que en el parénquima se producen cambios quísticos que corresponden


a modificaciones arquitecturales ductales de lobulillos, lóbulos o áreas subareolares de la mama.
Los cambios ductales pueden ser hiperplásicos (cuando el epitelio ductal sufre una alteración
metaplásica), papilomatosos (cuando hay proliferación de células superficiales) o adenomatosos
(cuando hay multiplicación de los acinos mamarios). Estos cambios revierten luego de la
menstruación.

En algunos casos, la nodularidad se produce por fibrosis secundaria a la infiltración linfocitaria del
parénquima en respuesta a algún factor irritativo (por ejemplo, inflamación ductal). Cuando es así,
la nodularidad suele ser permanente (no cíclica).

La nodularidad mamaria, cíclica o no cíclica, es una entidad benigna, producto de la


respuesta de la glándula mamaria a los estímulos hormonales. La tensión mamaria, la
mastalgia cíclica y la nodularidad mamaria se originan a partir de los cambios
fisiológicos del tejido mamario ante los estímulos hormonales. A los fines prácticos, se
asume que constituyen una misma entidad que puede manifestarse con sensación de
tensión, dolor, múltiples nódulos o una combinación de cualquiera de estas
manifestaciones.

d) Nódulo mamario único o dominante

Muchas veces descripto por las pacientes como “dureza o bulto”, un nódulo es una estructura que
se distingue del tejido mamario en forma persistente (no cambia), es asimétrico con respecto a la
otra mama y tiene tres dimensiones: altura, ancho y profundidad. El nódulo puede ser único o
encontrarse junto con otros nódulos, pero se destaca por su tamaño o por tener características
distintivas y permanentes. En este último caso, se habla de nódulo mamario dominante.

El hallazgo de un nódulo provoca mucha preocupación en las pacientes y es motivo frecuente de


consulta. Las causas benignas más comunes de un nódulo mamario único o dominante son los
fibroadenomas, los quistes y los galactoceles (quistes de retención láctea del puerperio). Una
causa menos común pero más temida es el cáncer de mama (esta entidad es abordada al final de
este contenido).

Los fibroadenomas son tumores benignos provocados por la proliferación de tejido conectivo
encapsulado, pueden encontrarse a cualquier edad, aunque más frecuentemente entre la segunda
y tercera década de la vida. Son los tumores mamarios más comunes en las mujeres jóvenes y,
si bien suelen ser únicos, hasta el 15% de las pacientes tiene varios nódulos. Generalmente se
palpan como una tumoración elástica muy móvil, a veces dolorosa, y que puede cambiar de
tamaño y consistencia con el ciclo menstrual en respuesta a la estimulación estrogénica. Su
tamaño aumenta en el embarazo y disminuye durante la menopausia (en esta etapa, los
fibroadenomas también pueden endurecerse como producto de la calcificación).

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Los fibroadenomas son los tumores benignos de la mama más frecuentes. Su
prevalencia es mayor en las mujeres de entre 20 y 30 años. Su forma es regular y sus
bordes son netos y no están adheridos a los planos profundos (son móviles a la
palpación). El tamaño de los fibroadenomas suele aumentar durante el embarazo y la
lactancia en respuesta a los cambios hormonales.

Los quistes son formaciones líquidas encapsuladas que se producen por la involución de los
lóbulos mamarios o la dilatación de los conductos galactóforos. El desarrollo de quistes es frecuente
en las pacientes mayores de 40 años, especialmente en las mujeres posmenopáusicas que usan
hormonoterapia de reemplazo. Los quistes pueden ser silentes (se detectan al realizar el examen
físico de control) o ponerse de manifiesto porque provocan dolor. Muchas veces es imposible
diferenciar un quiste de un nódulo sólido o de un cáncer solo por medio del examen físico, por lo
que el diagnóstico se realiza mediante la punción de la tumoración.

Los quistes son formaciones mamarias con contenido líquido en su interior cuyo
hallazgo es más común en las mujeres mayores de 40 años o posmenopáusicas que
reciben terapia hormonal de reemplazo.

e) Secreción por el pezón

La secreción por el pezón se manifiesta por la descarga de contenido a través del pezón, detectada
a simple vista o por manchas en el corpiño. La secreción puede corresponder a galactorrea, es
decir, a secreción láctea fuera de la lactancia (ver “Trastornos del ciclo menstrual”) o a descarga
anormal por el pezón.

La galactorrea puede deberse al uso de fármacos (ver cuadro 1) o a otras entidades, como la
hiperprolactinemia y el hipotiroidismo.La descarga anormal representa el 3% de las consultas en
centros especializados. Puede ser lechosa, multicoloreada y gomosa; acuosa (de aspecto claro y
transparente); serosa (color amarillento) o sanguinolenta (rosada). La causa más común de
secreción multicoloreada y pegajosa es la dilatación de los conductos o la ectasia mamaria ductal
en las mujeres que han tenido varios hijos o que transcurren sus últimos años menstruales. Las
únicas secreciones cuya presencia reviste importancia son la serosa y la sanguinolenta: si bien la
mayoría de las veces la causa de este tipo de secreción es benigna (las más comunes son el
papiloma intraductal y la ectasia ductal), estos tipos de descargas son los que se asocian con el
cáncer de mama. La prevalencia de cáncer asociada a descarga por el pezón varía, según las
series, entre el 4 y el 47%.

Cuadro 1.

Hierbas y medicamentos asociados a la hiperprolactinemia y a la galactorrea

Antidepresivos alprazolam, fluoxetina, paroxetina, sertralina, buspirona, inhibidores de la


y ansiolíticos monoaminoxidasa, citalopram, antidepresivos tricíclicos.

Antihipertensivos atenolol, alfametildopa, verapamilo, reserpina.

Antipsicóticos todos
y fenotiazinas

Anti H2 ranitidina

Hormonas estógenos conjugados, medroxiprogesterona (aun la inyectable), anticonceptivos


orales.

Otras drogas anfetaminas, anestésicos, arginina, cannabis (marihuana), cisapride, danazol,


ciclobenzaprina, ergotamina, domperidona, isoniazida, metroclopramida, opiáceos,
rimantadina, sumatriptán, ácido valproico.
Hierbas anís, hinojo, malvavisco, frambuesa, ortiga, cardo, abrojo, trébol
rojo, semilla de fenogreco, aloba.

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En las pacientes con descarga serosa o sanguinolenta por el pezón, debe considerarse
el cáncer de mama como diagnóstico diferencial; sin embargo, la causa más frecuente
de este problema es el papiloma intraductal.

f) Mastitis

Se define como mastitis a la inflamación de la mama ocasionada por gérmenes y caracterizada


por la presencia de calor, dolor y rubor. Las mastitis se clasifican, según la etapa en la que
aparezcan, en puerperales (recordemos que el puerperio es la etapa de la vida de la mujer
posterior al parto) y no puerperales.

La mastitis puerperal es la forma más común (algunos estudios hablan de una prevalencia de
hasta el 24% en mujeres que amamantan) y se produce por abrasiones o lesiones del pezón
debidas a la lactancia, sobre todo durante las seis semanas siguientes al parto. Los gérmenes
que más comúnmente producen estas infecciones son los patógenos habituales de la piel: los
estafilococos aureus y epidermidis y los estreptococos.

La mastitis no puerperal es, por definición, aquella que se produce en mujeres que no
amamantan o que se encuentran fuera de la etapa puerperal. Puede producirse por la inflamación
de las estructuras mamarias o de la piel que las recubre, secundaria a la infección por
estafilococos aureus, bacteroides o peptoestreptococos. Sus manifestaciones clínicas son
idénticas a las descriptas antes, pero su importancia radica en que, en caso de una evolución
tórpida, debe considerarse el cáncer de mama inflamatorio como diagnóstico diferencial.

Se define como mastitis a la inflamación de la mama secundaria a infección,


caracterizada por la presencia de calor, dolor y rubor. Según la etapa de vida de la mujer
en la que aparezcan, las mastitis se clasifican en puerperales y no puerperales. Las
primeras son las más prevalentes.

Cáncer de mama
Como ya hemos mencionado, el cáncer de mama (CM) es el cáncer más frecuentemente
diagnosticado en las mujeres. Representa el 32% de todos los cánceres en las mujeres y
constituye la segunda causa de muerte por cáncer en los países desarrollados.

El CM se clasifica en carcinoma in situ y carcinoma invasivo. A su vez, el carcinoma in situ puede


ser lobulillar o ductal: a) Lobulillar in situ: se considera que esta es una lesión con riesgo de
carcinoma y no un verdadero cáncer. No tiene una presentación clínica ni una imagen radiológica
típicas y, habitualmente, constituye un hallazgo en biopsias solicitadas por otras causas. Suele ser
bilateral, y su presencia aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer ductal o lobulillar invasor en el
25%. Su tratamiento es controvertido aun entre los especialistas; existen estudios controlados en
desarrollo para dilucidar esta controversia; b) Ductal in situ: consiste en la presencia de células
malignas en los conductos, sin compromiso de la membrana basal y, obviamente, sin diseminación
hacia el tejido conectivo. Entre el 30 y el 50% de estos carcinomas evolucionan a la invasión
cuando se los deja librados a su evolución natural. Este tipo de tumor se diagnostica, en el 80%
de los casos, cuando se estudia a la paciente porque presenta microcalcificaciones sugestivas en
la mamografía (ver más adelante).

Diferentes estudios han estimado que la prevalencia de carcinoma in situ es del 1%;
pero desde el advenimiento de la mamografía y la generalización de su uso,
probablemente este valor sea mucho mayor. La mortalidad a los 8 años del diagnóstico
del CM en este estadio es del 1.4% y su recurrencia local, del 7%.

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El CM invasivo puede clasificarse en distintos estadios. Según el grado de invasión, se lo divide
en: enfermedad temprana u operable, enfermedad localmente avanzada y enfermedad
metastásica. a) La enfermedad temprana u operable es aquella restringida a la mama y a los
ganglios linfáticos locales, pasible de ser tratada con cirugía. En esta etapa, la mujer no tiene
metástasis, pero el riesgo de diseminación local o metastásica de la enfermedad existe. El 70%
de estas mujeres están vivas a los 5 años de su diagnóstico y de iniciado el tratamiento. El riesgo
de recurrencia de la enfermedad en esta etapa es mayor en los primeros 5 años, pero persiste
hasta los 15 a 20 años luego de realizada la cirugía. Aquellas mujeres con ganglios positivos tienen
un riesgo de recurrencia del 50 al 60% en los 5 años posteriores, comparado con el 30 al 35% de
aquellas con ganglios negativos. La recurrencia a los 10 años es del 60 al 70%, si los ganglios son
positivos, y del 25 al 30%, si son negativos. b) La enfermedad localmente avanzada es aquella
en la que hay compromiso de la pared torácica, la piel y los ganglios linfáticos. c) La enfermedad
metastásica es aquella en la que hay compromiso a distancia. Entre los órganos más afectados
se encuentran los pulmones, el hígado y los huesos. En esta etapa, la enfermedad es incurable.

2 HERRAMIENTAS DIAGNÓSTICAS QUE SE


UTILIZAN EN LA EVALUACIÓN DE LA MAMA

Para la evaluación de la glándula mamaria, el médico cuenta con el interrogatorio, el examen


clínico mamario y varios estudios complementarios.

Interrogatorio

En el interrogatorio es preciso recoger datos acerca de la historia familiar y personal de


la mujer y acerca del problema que generó la consulta. Si la paciente consulta para
realizarse un control de salud, es fundamental indagar acerca de si está preocupada por
el CM, qué conocimientos tiene sobre la recomendación de rastrear la enfermedad y si,
teniendo la edad a partir de la cual se recomienda hacer el rastreo, quiere hacerlo o no.

Entre los antecedentes de importancia, particularmente por su relación con el CM, se encuentran:
1) La edad: 54 años es la edad media de aparición del CM. El 45% de los casos se diagnostica
luego de los 65 años. Por otro lado, la chance de que una masa palpable sea la expresión de una
enfermedad maligna es casi nula a los 25 años y aumenta progresivamente hasta llegar al 75% a
los 70 años; 2) Los antecedentes familiares y personales: las mujeres con antecedentes de CM
en familiares de primer grado (madre o hermanas) tienen un riesgo 2 a 4 veces mayor de tener la
enfermedad. Si se suma la presencia de la enfermedad en más de un familiar de primer grado, el
riesgo aumenta mucho más. De menor peso, aunque importante, es el antecedente de cáncer en
familiares de segundo grado. Sin embargo, la mayoría de las mujeres con CM no tiene
antecedentes familiares de la enfermedad. Si la paciente misma tiene antecedentes personales de
CM o hiperplasia típica o atípica de mama, la posibilidad de que una masa palpable sea cáncer
también aumenta; 3) La historia reproductiva personal de la paciente: existe una relación inversa
entre el CM y la paridad; es decir que cuanto mayor es la cantidad de hijos, menor será la
probabilidad de desarrollar CM. También hay relación entre el CM y la edad del primer embarazo
llevado a término; se conoce que cuanto mayor fue la edad en la que se produjo el primer embarazo
mayor es el riesgo de desarrollar CM. La lactancia materna aparece como un factor protector,
especialmente para el de CM de la premenopausia; 4) La historia menstrual: este dato también
es importante, ya que la menarca tardía y la menopausia precoz reducen el riesgo el riesgo de
desarrollar CM; 5) La exposición a radiaciones: las mujeres expuestas a radiaciones como parte
del tratamiento de alguna enfermedad maligna distinta del CM (por ejemplo, un linfoma) tienen el
doble de riesgo de padecer CM; y 6) La alta densidad mamaria en la mamografía de rastreo (ver
más adelante).

Factores tales como la edad, los antecedentes de CM en familiares de primer grado, el


antecedente personal de CM o de hiperplasia típica o atípica de mama y la nuliparidad
están relacionados con un aumento del riesgo de desarrollar CM. La lactancia, la
menarca tardía y la menopausia precoz reducen este riesgo.

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El uso de terapia de reemplazo hormonal prolongada (TRH) aumenta el riesgo de desarrollar CM
(en las usuarias el riesgo relativo es de 1.3 si el uso se prolonga por más de 3 años). Esta es una
de las razones por las que la TRH ha caído en desuso. Aquellas mujeres que usaron TRH en el
pasado y no la usan en el momento de la consulta o que llevan poco tiempo de uso no tendrían
mayor riesgo que la población general.

El riesgo de CM aumenta en las mujeres que usan TRH por más de tres años. Este riesgo
no se observa en las mujeres que abandonaron el tratamiento hormonal ni en las que
llevan poco tiempo de tratamiento.

La relación entre el CM y el uso de anticonceptivos orales (ACO) no está aclarada. Se había


observado que, cuanto mayor era el tiempo de uso de los ACO, mayor era la probabilidad de
desarrollar CM (si la paciente los estaba usando en el momento del diagnóstico). Sin embargo,
estudios recientes de tipo caso-control no mostraron esta asociación. La observación inicial podría
haber estado sesgada porque las pacientes correspondieran a un grupo que se controlaba más
estrictamente o porque aquellas que desarrollaron CM recordaban más fácilmente el uso de ACO.

Otros factores de menor peso que se han relacionado con mayor riesgo de desarrollar CM son la
dieta rica en grasas, el déficit de vitamina A, la obesidad y la ingesta alcohólica.

El interrogatorio variará en función del motivo de consulta. Igualmente, es fundamental indagar


acerca del riesgo de CM y evaluar la necesidad de hacer rastreo. Si la paciente refiere sensación
de tensión o dolor en las mamas, deberá definirse si el síntoma es realmente de origen mamario,
si es cíclico o no y cuál es el impacto que tiene en su calidad de vida. La mejor manera de objetivar
el carácter cíclico del dolor es solicitar a la paciente que lleve un calendario durante dos meses
anotando los días en los que tiene dolor. También es importante interrogar sobre otros datos
sugestivos de infección, como la presencia de cambios en las características de la piel
(enrojecimiento, calor, etc.) o el antecedente de traumatismos o infecciones previas, y si está
amamantando. Si la paciente refiere secreción por el pezón, deberá indagarse acerca del tiempo
de evolución del problema, así como de las características de la secreción y la historia de uso de
fármacos que puedan producir galactorrea, historia de irregularidades menstruales, disminución de
la libido o cefalea, que harán pensar en otras entidades, como la hiperprolactinemia o el
hipotiroidismo.

Examen clínico mamario


El examen clínico mamario forma parte del examen clínico general y se utiliza, sobre todo para la
evaluación de las pacientes sintomáticas. Consiste en la inspección y la palpación de ambas
mamas. Para que el examen sea óptimo, es conveniente realizarlo en el período posmenstrual
inmediato (es decir, en los 5 a 10 días siguientes a la finalización de la menstruación) dedicando
por lo menos tres minutos para examinar cada mama. En caso de que la paciente hubiera sido
histerectomizada y se desconociera la fase del ciclo en la que se encuentra, es recomendable
examinarla en 2 o 3 oportunidades consecutivas, con intervalos de 10 días.

El examen comienza con la paciente sentada y con sus manos en la cintura y luego, se le indica que
extienda los brazos hacia arriba. Estas dos posiciones son útiles para inspeccionar las mamas,
prestando especial atención a sus características generales y buscando elementos que llamen la
atención como, por ejemplo, asimetrías entre ellas, cambios en la piel o en el pezón, áreas de flogosis
o retracciones. Luego, debe pedírsele a la paciente que se recueste colocando sus manos en la nuca
para, nuevamente, observar las mamas en busca de anormalidades que no se hayan identificado en
las posiciones anteriores. Por último, se comienza con la palpación. Para realizarla, se utilizan los
dedos índice, segundo y tercero de ambas manos, imaginando y recorriendo cada mama como si
fuera un círculo. Primero, se palpa la mama de manera grosera a mano llena, en distintos sentidos,
cubriendo toda su superficie. Luego se realiza una palpación más fina, con el fin de que no queden
zonas sin explorar. Se recomiendan diferentes sistemáticas para realizar esta palpación: a)
Dibujando varias líneas paralelas al eje esternal y entre sí, incluyendo toda la superficie mamaria; b)
Dibujando con los dedos un espiral, desde la periferia hacia el centro de la mama; o c) Dibujando
con los dedos las distintas horas del reloj, desde la periferia de la mama hacia el centro, comenzando
por la hora 1 hasta la hora 12, palpando al final la región del pezón (ver figura 1).

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Un examen clínico mamario óptimo requiere de una inspección y una palpación
meticulosas, dedicando por lo menos tres minutos al examen de cada mama. Lo ideal
es realizarlo en el posmenstruo inmediato.

Una situación habitual para los médicos de atención primaria es la consulta de una paciente que,
casualmente o revisándose la mama, descubrió la presencia de un bulto o nódulo. También es
frecuente que la detección del nódulo constituya un hallazgo al hacer el rastreo del CM, como parte
del control periódico de salud. Cualquiera sea el modo como se lo descubra, el hallazgo de uno o
varios nódulos suele causar angustia y preocupación en la paciente y también en el médico, ya que
su detección suele asociarse con el CM. Los datos del interrogatorio previo al examen físico,
modificarán el anclaje del médico en relación con su sospecha de que el hallazgo constituya un CM.

En todos los casos, el examen físico debe ser cuidadoso, aplicando la técnica descripta
previamente. Es importante recordar que el examen es más sencillo en las mujeres
posmenopáusicas (en ellas, la presencia de tejido adiposo facilita los hallazgos) y que factores
como el embarazo, la juventud, la lactancia y la TRH dificultan la evaluación (debido a la mayor
densidad mamaria). Deben buscarse anormalidades relacionadas o no con la mama (mastitis,
erisipela, secreción por el pezón, signos de patología muscular, coronaria o pericárdica, etc.). Si se
palpa un nódulo, debe intentarse definir si se trata de un nódulo real o si lo que se palpa constituye
otra estructura que lo simula. Las estructuras que generalmente se confunden con un nódulo
mamario y que requieren del diagnóstico diferencial son la unión condrocostal, una costilla
prominente o el borde de la mama. En el caso de que se trate de un nódulo, también deberá
definirse si es único o si es uno más entre múltiples nódulos mamarios, ya que los diagnósticos y
el abordaje de la paciente variarán en función de esto. Es necesario tener en cuenta las
características del o los nódulos (su forma, sus bordes, su consistencia, su movilidad y su
adherencia a tejidos profundos), así como la existencia de cambios en la piel que lo recubre y la
existencia de dolor a la palpación. Además, deberá evaluarse la glándula contralateral para ver si
los hallazgos son bilaterales.

Mamografía (MX)

La MX es una técnica de diagnóstico similar a la radiografía, ya que utiliza rayos X para obtener las
imágenes, pero cuyo ánodo es distinto (en lugar de ser de tungsteno, es de molibdeno). Por medio
de la MX se obtienen imágenes del tejido mamario en dos incidencias. Para entenderlas,
imaginaremos a la mama como una pelota de plástico. En la incidencia craneocaudal (CC), la
mama es ubicada en un cassette contenedor en un eje perpendicular a la línea medioesternal y el
tejido mamario es comprimido y empujado hacia fuera de la pared torácica, lo que deja el pezón
ubicado en el centro y da como resultado una imagen mamográfica de semiesfera (la mama es
vista de arriba hacia abajo). En la incidencia mediolateral (ML), la compresión de la mama se
realiza con el contenedor ubicado de manera tal que forma un ángulo de 30 a 60 grados (con vértice
hacia abajo) con la línea medioesternal, mientras la paciente mantiene el brazo homolateral a la
mama examinada levantado y con el codo flexionado. La posición es mediolateral y no un perfil
estricto, justamente, para poder incluir a la axila en el cassette contenedor y evaluar si hay allí
alguna anormalidad.

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La MX es un estudio por rayos X que se diferencia de las radiografías convencionales
por utilizar otra fuente emisora de rayos. Además, cuenta con una técnica de
compresión en dos incidencias que permite observar el tejido mamario en varios planos.

La adecuada interpretación de las MX depende de la calidad de la técnica utilizada y del


entrenamiento del observador. Los siguientes son factores que influyen en la calidad y que,
posteriormente, afectan la interpretación de la MX: 1) Factores que dependen de la tecnología:
las características operativas de la MX han mejorado en los últimos años debido al desarrollo
tecnológico. La disponibilidad de un equipo moderno para la toma y procesamiento de las imágenes
es un punto de vital importancia ya que, si el equipo del que se dispone es obsoleto, puede perderse
información útil; 2) Factores que dependen del personal técnico: las MX de alta calidad requieren
de personal altamente capacitado (radiólogos, técnicos, etc.). En las imágenes mamarias, el
contraste (distinción entre el tejido graso y el parénquima) se logra con un adecuado conocimiento
de las características mamarias. Tareas tales como la ubicación de la paciente en la posición
correcta o la compresión apropiada de la mama son parte del trabajo del técnico radiólogo y facilitan
la obtención de MX de mayor calidad; 3) Factores que dependen de la paciente: la conveniente
disponibilidad de la paciente facilita la obtención de las imágenes. Esto se logra informándo acerca
de cómo será el procedimiento para tomar la MX. Otro punto importante es tener en cuenta que, en
los días previos a la menstruación, el tejido mamario está inflamado y, por lo tanto, su compresión
generará mayor dolor e incomodidad (en las pacientes en edad fértil, es recomendable no tomar la
MX en los días previos a la menstruación).

Recomendamos algunos pasos para realizar una correcta interpretación de las MX en el consultorio.

• Primer paso: ordenar las placas en el negatoscopio

De cada mama se obtienen imágenes en dos incidencias o posiciones, por lo tanto, tendremos
cuatro placas: la craneocaudal izquierda, la craneocaudal derecha, la mediolateral izquierda y la
mediolateral derecha (ver figura 2). Por convención, siempre se rotula una placa craneocaudal con
las siglas CC en el sector externo de la mama, y una mediolateral con las siglas ML en el sector
superior. Es conveniente colocar en el negatoscopio las imágenes de una misma posición (por
ejemplo, las craneocaudales izquierda y derecha) como si fueran imágenes opuestas de un espejo.
Lo mismo debe realizarse con la posición mediolateral (derecha e izquierda).

 Segundo paso: ubicar espacialmente los sectores de la mama

En la posición craneocaudal deben distinguirse las regiones externa, interna, anterior y posterior;
en la mediolateral, los sectores superior, inferior, anterior y posterior (ver figura 2 aquí y MX 1 del
anexo que está al final de este capítulo).

La posición craneocaudal define las situaciones externa (siempre está rotulada en la


parte superior de la imagen) e interna de la mama; la posición mediolateral define las
situaciones superior e inferior de la mama. Con ambas posiciones es posible identificar
las situaciones anterior y posterior de cada mama.

• Tercer paso: reconocer las estructuras normales

En las MX, el tejido glandular es radioopaco (se ve de color blanco) y tiene el aspecto de copos
de algodón, la grasa es radiolúcida (se ve de color negro) y el tejido de sostén (tejido conectivo
que rodea los lóbulos de la mama) y la vasculatura se ven como líneas radioopacas que alternan
con el tejido glandular. Normalmente, todo el tejido mamario se dirige hacia el pezón en forma
confluente (cuando esto no ocurre, se dice que hay distorsión de la arquitectura mamaria). Otras
estructuras normales que pueden identificarse en la MX son el pezón (se vislumbra como un
esbozo esfumado) y el músculo pectoral (es radioopaco y bien definido, y su límite es lineal; su
sombra puede verse en las dos posiciones, aunque se observa mejor en el perfil).

La estructura de la mama varía a lo largo de la vida: la mujer adulta se caracteriza por presentar
mamas muy densas, aspecto provocado por la presencia de abundante tejido de sostén y
glandular.

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Estas características se incrementan en la lactancia y cambian notablemente durante la
menopausia. En esta última etapa, el tejido glandular involuciona y es reemplazado por tejido
graso, por lo que las mamas suelen mostrarse menos densas y más radiolúcidas. Aun así, es
posible hallar mujeres menopáusicas con mamas mamográficamente densas sin que esto
implique patología.

Otras imágenes que suelen hallarse con frecuencia en las MX son las calcificaciones. Estas son
secundarias al depósito de calcio y se presentan como imágenes puntiformes y radiopacas. Estas
imágenes se clasifican en macrocalcificaciones (ver MX 2) y microcalcificaciones (ver MX 3 y 4),
según su tamaño (el punto de corte para diferenciarlas es 1 mm). Las macrocalcificaciones tienen
mayor tamaño y pueden encontrarse como hallazgo en una MX normal, o bien asociadas a
lesiones benignas; rara vez se asocian a lesiones malignas.

Las microcalcificaciones son un hallazgo frecuente en el CM y constituyen un signo de alerta; sin


embargo, la mayoría de las veces no tienen significado patológico, sobre todo cuando se las
encuentra en forma dispersa, distribuidas linealmente o en grupos menores de cinco. Es frecuente
observar calcificaciones delimitando los bordes de las arterias que se denominan calcificaciones
vasculares (ver MX 5).

Finalmente, en la región axilar también pueden observarse ganglios, que se presentan como
formaciones nodulares radioopacas, de contorno regular, a veces con calcificaciones en su
interior. El hallazgo de ganglios en la región axilar en una MX no reviste carácter patológico (ver
MX 1).

Normalmente, en la MX es posible identificar la glándula mamaria, los tejidos de sostén,


vascular y graso circundantes, el pezón y el músculo pectoral. Todas estas estructuras
son componentes habituales de la organización de la mama. También es común ver
ganglios y macrocalcificaciones cuyo hallazgo no tiene un significado patológico. La
presencia de microcalcificaciones también puede ser normal, sin embargo, como
veremos luego, ciertas características en su forma y disposición pueden constituir la
expresión de un CM.

• Cuarto paso: buscar estructuras anormales

En este paso, es preciso: a) Tener en cuenta que la mayoría de las lesiones se localizan en el
cuadrante superoexterno, región en la que hay mayor cantidad de tejido glandular; b) Atender a la
simetría de las imágenes. Para ello, se comparan las proyecciones cráneocaudales y las
mediolaterales entre sí. Habitualmente, se observa que las imágenes son muy similares o
simétricas (aunque es normal que una mama sea más pequeña que la otra). Cuando hay
diferencias significativas en una misma proyección entre la mama derecha y la izquierda, se dice
que hay asimetría mamaria; y c) Buscar específicamente las imágenes anormales: nódulos y
microcalcificaciones. En este punto deben diferenciarse las tumoraciones verdaderas de las
falsas. Estas últimas son áreas de asimetría debidas a la superposición de tejido normal, de
contorno cóncavo, con tejido graso interpuesto y que no se visualizan claramente en las dos
incidencias. Generalmente, las tumoraciones verdaderas tienen un contorno convexo y se
visualizan en las dos proyecciones. Como hemos mencionado previamente, las
microcalcificaciones pueden o no asociarse a malignidad, pero deben constituir un signo de alarma
cuando se asocian a imágenes nodulares o a espículas (imágenes radiadas que distorsionan el
tejido mamario) o están agrupadas (más de cinco) u organizadas en forma irregular.

Existen varias características de las microcalcificaciones que se asocian con más frecuencia al
CM: 1) El tamaño: las microcalcificaciones de 0.6 a 0.9 mm se asocian con más frecuencia al CM;
2) La forma: las calcificaciones onduladas, lineales y de distinta longitud (también llamadas
vermiculares), en ramillete (imitando las letras V, W, X, Y, Z) o en forma de coma, se asocian más
comúnmente con el CM; 3) El número: a mayor cantidad de calcificaciones, mayor es la
probabilidad de malignidad; y 4) La distribución: la disposición irregular y anárquica también se
asocia con patología maligna. También es un signo de alarma la distorsión de la arquitectura
mamaria debida a la retracción fibrosa que provocan a su alrededor las lesiones malignas.

Para detectar estructuras anormales en la MX, es más sencillo comparar una mama con
la otra en busca de asimetrías. El hallazgo de nódulos, microcalcificaciones agrupadas,
espículas o distorsión de la arquitectura mamaria constituye signos de alerta, ya que
son sugestivos de una patología maligna subyacente.

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Se utiliza la clasificación del Colegio Americano de Radiólogos para valorar el riesgo de CM de
acuerdo con las imágenes mamográficas. Se describen seis clases de MX.

BIRADS 0: cuando la lesión genera dudas y se requiere realizar otro procedimiento o técnica de
diagnóstico por imágenes (la sigla BIRADS proviene del inglés: Breast Imaging Reporting and Data System).
BIRADS 1: MX sin lesiones.
BIRADS 2: MX compatible con lesiones benignas. En este caso, la probabilidad de que exista un
CM es menor del 2%. Ejemplos de esta clase son las MX con microcalcificaciones dispersas,
macrocalcificaciones o nódulos de bordes definidos presentes en MX anteriores.
BIRADS 3: MX con lesiones probablemente benignas. Aquí, la probabilidad de CM oscila entre el
2 y el 10%. Ejemplos de esta clase son las MX con microcalcificaciones con tendencia a la
agrupación, nódulos de reciente aparición o en los que no es posible definir claramente los bordes,
áreas de parénquima muy denso en las que no se pueden definir estructuras o asimetrías en el
parénquima.
BIRADS 4: MX con lesiones probablemente malignas. En estos casos, la probabilidad de CM se
encuentra entre el 10 y el 30%. Ejemplos de esta clase son las MX con distorsión de la arquitectura
no atribuible a cirugía previa o con microcalcificaciones dudosas de baja densidad (se refiere a la
intensidad de coloración blanquecina o radioopaca de las calcificaciones: cuanto más blanquecina,
mayor densidad) y con tendencia a la agrupación.
BIRADS 5: MX con lesiones malignas. Son aquellas en las que se observan lesiones nodulares
estrelladas o de bordes irregulares, microcalcificaciones agrupadas y franca distorsión de la
arquitectura (ver MX 6).

Estudios mamográficos complementarios


Muchas veces, la MX convencional genera dudas diagnósticas y debe recurrirse a imágenes
radiológicas específicas para aclarar los hallazgos. La MX por compresión localizada se solicita
cuando hay disturbios en la arquitectura o cuando se quiere estudiar una imagen en una
determinada incidencia. Su utilidad es mayor en los casos en los que la MX muestra tumoraciones
no calcificadas rodeadas por tejido fibroglandular en las cuales no es posible distinguir si se trata
de nódulos verdaderos o de imágenes resultantes de la superposición del tejido. Otra técnica, la
MX con magnificación, permite realizar, mediante la ampliación, un estudio más detallado de las
microcalcificaciones o de nódulos muy pequeños (ver MX 6 B y C).

Ecografía
Este método complementario utiliza ultrasonido para evaluar las estructuras mamarias. Su utilidad
reside en que permite diferenciar si las estructuras nodulares son sólidas o quísticas, e identificar
la presencia de anormalidades en una mama densa (por ejemplo, la mama de una mujer joven). La
ecografía no distingue en forma exacta si un nódulo es benigno o maligno, pero es útil para definir
si se trata de una tumoración líquida o sólida, para evaluar una lesión en la profundidad de la mama
o cuando la paciente se niega a la biopsia. También puede aportar información cuando el examen
es dudoso pero la MX es normal, y constituye un instrumento de guía que facilita la punción de
lesiones no palpables.

Otros estudios por imágenes


En los últimos años se han ido incorporando otros estudios complementarios para evaluar la mama,
entre ellos la resonancia magnética y la tomosíntesis digital (o mamografía por tomosíntesis, que
genera una imagen tridimensional de la mama por medio de rayos X). Ninguno de los estudios
mencionados se utiliza de rutina, no reemplazan a la MX y su disponibilidad en los diferentes centros
de salud es limitada.

Biopsias
La biopsia permite definir si los hallazgos detectados son producto de una enfermedad neoplásica
o no. Hay varias formas de obtener tejido mamario, algunas de ellas, en forma ambulatoria.
Las más importantes son: la aspiración con aguja fina, la core needle biopsy (utilizamos su
denominación en inglés ya que no existe una traducción al español universalmente aceptada para
este término) y la biopsia excisional.

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La aspiración con aguja fina (AAF) es un método simple, seguro y económico. Consiste en
insertar una aguja fina en la lesión (puede ser una aguja intramuscular) y aspirar material hacia la
jeringa para realizar un examen citológico. Esta técnica distingue inmediatamente entre una masa
sólida y una quística y no requiere del uso de anestesia local. En los casos en los que hay masas
profundas o difíciles de palpar, la punción debe acompañarse de la guía ecográfica o estereotáxica
para facilitar la toma de la muestra.

La AAF es un método sencillo, económico y aplicable en el consultorio, que permite


obtener material de la mama para analizarlo. Además, posibilita la diferenciación en
nódulos quísticos y sólidos.

La core needle biopsy es un tipo de biopsia que requiere de anestesia local. Por medio de la
introducción de una pistola con una aguja que perfora el tejido se obtiene material que puede
analizarse histológicamente. La ventaja de esta técnica radica en que se obtiene una muestra de
tejido (y no un aspirado celular, como ocurre en la AAF). La obtención de este tipo de muestra
facilita la interpretación de los hallazgos y, en algunos casos, permite determinar la presencia de
receptores u otros factores pronósticos (por ejemplo, en las lesiones malignas). La técnica es más
traumática que la anterior y la aguja se guía en forma ecográfica o estereotáxica. Su sensibilidad
es del 88 al 98% y su especificidad, del 97 al 100% para el diagnóstico de CM.

Este estudio tiene buenas características operativas y se realiza ambulatoriamente.


Necesita de personal entrenado en la técnica y, generalmente, es guiado por
ecografía. Su aplicación es resorte del especialista.

La biopsia excisional (también llamada lumpectomía o extirpación de una porción de la mama)


sigue siendo el test de referencia (gold standard) para el diagnóstico de CM. Habitualmente se
aplica cuando fracasaron las otras técnicas y es el tipo de biopsia disponible en la mayoría de los
centros. A veces requiere que previamente se realice una marcación mamográfica con carbono
para identificar las lesiones profundas o no palpables. Este tipo de biopsia constituye una
intervención quirúrgica que requiere del uso de anestesia general y que, muchas veces, cuando la
histología confirma el CM, es seguida inmediatamente de la cirugía.

Una técnica para realizar biopsias ambulatorias es el mammotome, que toma la muestra de tejido
con un sistema de punción con corte y aspiración, a partir de la cual se obtienen cilindros de mayor
volumen.

La utilidad de esta técnica radica en que permite hacer marcación y biopsia de la lesión al mismo
tiempo (se hace bajo guía mamográfica).

Estudios genéticos
En algunos casos de CM, existe una mutación genética que, generalmente, se hereda en forma
autosómica dominante, pero con penetración limitada; es decir que la alteración no necesariamente
se transmite a la progenie. La mutación puede producirse en dos genes (BRCA 1 y BRCA 2) y se
asocia a CM en edades tempranas (suele ser en la premenopausia), bilateralidad e historia familiar
de cáncer de ovario. Los factores de riesgo asociados con mutaciones de dichos genes son:
diagnóstico de CM en familiar de primer grado antes de los 50 años, historia familiar de CM
bilateral, historia familiar de cáncer de mama y ovario, casos masculinos de CM en uno o más
miembros de la familia, múltiples (más de dos) casos de CM en la familia, más de un familiar con
dos o más neoplasias asociadas a mutaciones de estos genes (mama, ovario, trompas, peritoneo)
y judíos ashkenazi. Existen métodos de rastreo para identificar esta mutación. La Fuerza de Tareas
para los Servicios Preventivos de EEUU (USPSTF, su sigla en inglés) recomienda rastrear a
aquellas mujeres con historia familiar de CM, ovario, trompas de Falopio o peritoneo, con algunas
de las herramientas diseñadas para identificar el riesgo de cáncer asociado a mutaciones en los
genes BRCA1 y BRCA 2 (recomendación grado B). Existen varias herramientas para calcular este
riesgo, aunque las más sencillas y rápidas son la FHS-7 y Referral screening tool ambas
disponibles en www.breastcancergenescreen.org.
Las mujeres con riesgo elevado, deberían recibir consejería genética y, en caso de estar indicado
(en los que se evidencia riesgo elevado mediante las herramientas antes mencionadas), realizar
el test para detectar dichas mutaciones (recomendación tipo B). Estas recomendaciones están
dirigidas a mujeres asintomáticas, sin historia personal de CM.

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En caso de detectarse la mutación, las opciones disponibles para estas mujeres incluyen desde
medidas más “conservadoras”, como comenzar el rastreo con anterioridad o realizarlo con mayor
frecuencia (aunque la evidencia disponible sobre la efectividad de estas prácticas es escasa), hasta
herramientas más invasivas, como la profilaxis con tamoxifeno o raloxifeno o la cirugía para reducir
el riesgo (mastectomía, salpingooforectomia). Algunos estudios han demostrado una reducción del
riesgo del CM de entre el 85 y el 100% luego de la mastectomía profiláctica, y una reducción del
69 al 100% del riesgo de cáncer de ovario o trompas luego de la salpingooforectomia.

3 RASTREO DEL CÁNCER DE MAMA

En la actualidad, sobre todo en los sectores medios y altos de la población, el motivo más frecuente
de consulta al médico relacionado con la mama es el “control mamario”. Esto es así debido a la
gran difusión que ha tenido la prevención del cáncer de mama (CM).

Cada vez con más frecuencia, los medios masivos de comunicación informan a la sociedad acerca
de los problemas de la mama, lo que genera inquietud en las pacientes y las estimula a la consulta
médica. El CM es el cáncer femenino más frecuente. Su incidencia aumentó desde 1950 y la tasa
de mortalidad anual ajustada de este problema se ha mantenido estable desde 1930.

Actualmente se consideran tres pruebas diferentes para realizar el rastreo de CM: el autoexamen
mamario, el examen clínico mamario y la MX.

Autoexamen mamario
Consiste en la palpación mamaria que realiza por la propia paciente. No hay estudios controlados
que hayan evaluado la eficacia de esta intervención. Los únicos estudios existentes son de tipo
descriptivo y sus resultados indican una baja sensibilidad (entre el 15 y el 25%), siendo aún mucho
menor en las mujeres mayores de 60 años. Se cree que la sensibilidad del método podría aumentar
considerablemente con un adecuado entrenamiento de las pacientes con modelos de siliconas (de
esta manera, el umbral de detección bajaría a nódulos de 0.3 cm). La especificidad de esta
intervención se desconoce.

Los argumentos a favor de realizar el autoexamen mamario son su bajo costo y el hecho de que,
mediante su práctica, podrían detectarse los llamados tumores del intervalo (aquellos que se
encuentran entre dos técnicas de rastreo sucesivas). Las desventajas de su aplicación son su baja
sensibilidad, el desconocimiento acerca de cuál es la frecuencia adecuada para su aplicación y la
imposibilidad de realizar un adecuado control de calidad del método.

Hasta el momento no existen estudios controlados que demuestren una mayor eficacia del
autoexamen mamario para reducir la morbimortalidad del CM comparado con el examen clínico
(realizado por el médico) asociado a la MX. Por otro lado, los efectos psicológicos de realizar el

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autoexamen mamario pueden jugar a favor o en contra, es decir, pueden ser beneficiosos para crear
una conducta responsable en el cuidado de la salud de la paciente, o bien, generarle ansiedad y
preocupación desmesurada acerca del CM.

El autoexamen mamario es una prueba económica que permite detectar el CM. Para su
aplicación, se requiere que la paciente esté entrenada y motivada. Sin embargo, las
características operativas de este método para el rastreo del CM no son buenas y se
carece de estudios que evalúen la utilidad de su aplicación y respalden su
recomendación, por lo que no debe recomendarse.

Examen clínico mamario


Este examen ya fue descripto en el contenido 2. Constituye una técnica reproducible, fácil de
ejecutar y de bajo costo. Mediante esta técnica puede reconocerse el 80% de las lesiones
tumorales malignas candidatas a terapia conservadora (ver más adelante). No obstante, su
sensibilidad para detectar lesiones malignas en sus formas iniciales es baja, ya que permite
reconocer solo el 50% de las lesiones menores de 1 cm (por debajo de este tamaño, aumenta la
tasa de falsos negativos). La unión costocondral y las displasias constituyen la causa más
frecuente de falsos positivos del examen clínico mamario.

La evidencia disponible hasta el momento es insuficiente para establecer si provee


beneficios adicionales a la Mx. Las Fuerzas de Tareas para los Servicios Preventivos de
EEUU y Canadá y la Organización Mundial de la Salud no lo recomiendan.

Mamografía (MX)
La MX es el único método que ha demostrado una reducción de la mortalidad por CM sin embargo,
el impacto de su introducción como estrategia de rastreo no tuvo la magnitud esperada. La evidencia
disponible en la actualidad avala beneficios, al menos moderados, de realizar rastreo con MX
periódicas entre los 50 y los 74 años de edad, presentándose el mayor rédito en el subgrupo de
mujeres de entre 60 y 69 años (número necesario para rastrear o NNR de 432). Para las mujeres
de entre 40 y 49 años los resultados de los estudios son contradictorios y el potencial beneficio
parecería ser pequeño.

En la actualidad existe consenso en ofrecer el rastreo de CM a las mujeres entre 50 y 75 años de


edad. Aun cuando se conoce que un considerable número de resultados de la MX serán falsos
positivos, que a su vez originan gran cantidad de biopsias innecesarias, la relación costo beneficio
continúa siendo a favor del rastreo sistemático de las pacientes en ese grupo etario. No está
demostrado cuál es el intervalo ideal para su realización, pero podría hacerse en forma bienal (cada
dos años) o cada tres años.

Los ensayos clínicos publicados sobre este tema no incluyeron mujeres mayores de 75 años. Dado
que el CM es una causa importante de muerte en mujeres mayores, algunos autores sugieren que
ellas podrían beneficiarse con el rastreo de esta enfermedad; sin embargo, la mayoría de las guías
de práctica clínica actuales recomiendan indicarlo hasta los 75 años de edad.

La USPSTF recomienda ofrecer el rastreo del CM con MX, cada dos años, a las mujeres
de entre 50 y 75 años (recomendación grado B).

Algunos expertos utilizan ecografía mamaria y resonancia magnética para rastrear CM en mujeres
en las que la MX muestra mamas densas como único hallazgo. La USPSTF concluye que la
evidencia disponible hasta el momento para evaluar beneficios y riesgos de esta práctica es
insuficiente.

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En las mujeres de entre 40 y 49 años la conducta es controvertida, ya que los estudios que
evaluaron reducción de mortalidad presentaron resultados contradictorios en este grupo etario.
Además, el inicio del rastreo en mujeres más jóvenes aumenta significativamente la tasa de falsos
positivos (por la menor especificidad de la MX y la menor prevalencia de la enfermedad) lo que
conduce a la realización de múltiples estudios posteriores que resultan innecesarios. Por estos
motivos, en mujeres de edad comprendida entre 40 y 49 años se recomienda individualizar la
decisión de realizar el rastreo; discutir con la paciente los posibles beneficios y daños (reducción
absoluta de la mortalidad muy pequeña, alta tasa de falsos positivos, riesgos del sobrediagnóstico
y del sobretratamiento, etc.) y tomar la decisión en forma compartida.

En las mujeres con mayor riesgo de desarrollar CM (p. ej., por antecedentes personales de patología
mamaria maligna, familiares de primer grado con CM, o antecedentes personales de radioterapia
torácica) también se sugiere evaluar el rastreo en forma individualizada. En general, se recomienda
comenzar cinco años antes de la edad de detección del CM en un familiar de primer grado si lo
presentó antes de los 45 años.

La evidencia que respalda la indicación de ofrecer el rastreo del CM en mujeres de 40 a


49 años es controvertida. En la práctica, si la paciente no tiene factores de riesgo para
CM pero está preocupada por la posibilidad de tener la enfermedad, se le podría ofrecer
realizar una MX entre los 40 y 49 años, planteándole la posibilidad de que esta conducta
conduzca a la realización de otros estudios (probablemente invasivos y, a veces,
innecesarios, como producto de la alta tasa de resultados falso positivos) y al
sobrediagnóstico. En las mujeres con antecedentes familiares de CM diagnosticados
antes de los 45 años, se recomienda comenzar el rastreo a una edad cinco años menor
que la de la aparición de la enfermedad en el familiar.

Consideraciones acerca del rastreo del cáncer de mama

La disminución de la mortalidad por CM atribuida al rastreo de esta enfermedad se basa


esencialmente en estudios de calidad metodológica cuestionable. Cuando el análisis se limita a los
ensayos más confiables, si bien se observa una tendencia a menor mortalidad en las mujeres
asignadas al grupo que recibió MX en comparación con quienes no la recibieron, los intervalos de
confianza cruzan la línea del efecto nulo y las diferencias no alcanzan significación estadística.

En la actualidad, no está del todo claro que el balance entre beneficios y daños producidos por el
rastreo del CM sea positivo, sobre todo en las mujeres más jóvenes. El sobrediagnóstico y el
sobretratamiento, consecuencias inevitables del rastreo con MX, son puntos que también es
necesario considerar. Recordemos que la inmensa mayoría de las mujeres involucradas en
programas de rastreo del CM no padecerán la enfermedad, aunque una proporción muy importante
de ellas presentará resultados falsos positivos de la MX con incremento de la ansiedad de la paciente
y de los costos de sus cuidados preventivos para sistema de salud.

Se recomienda al lector dirigirse al capítulo “Generalidades de la prevención” para ampliar los


conceptos acerca de sobrediagnóstico y sobretratamiento.

Existen algunas herramientas visuales que permiten mostrarles estos datos a las pacientes de
manera de establecer un proceso de toma de decisiones compartidas. Recomendamos
especialmente la herramienta: decidirmamografía.com.ar (una herramienta desarrollada por el
Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano).

4 ABORDAJE Y MANEJO
DE LAS CONSULTAS MÁS FRECUENTES

Como hemos mencionado, el motivo de consulta más frecuentemente relacionado con la mama
es el control de salud, lo que a su vez puede conducir al hallazgo de anormalidades en el examen
o en la MX. Otras causas frecuentes de consulta son la sensación de inflamación, la presencia de
secreción por el pezón, el hallazgo de nódulos o la aparición de dolor y alteraciones en la piel.

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Cualquiera sea el motivo de consulta, los primeros pasos para definir cuál será el
abordaje más adecuado son interrogar y examinar a la paciente (se describen en el
contenido 2).

Con los datos del interrogatorio y el examen físico, el médico podrá incluir a la paciente en alguno
de los siguientes grupos: a) Paciente que consulta para realizar un control en salud; b) Paciente con
anormalidades en la MX; c) Paciente con inflamación mamaria o mastalgia; d) Paciente con uno o
varios nódulos palpables; e) Paciente con secreción por el pezón; y f) Paciente con mastitis.

a) Manejo de las pacientes que consultan para realizar un control en


salud
Ante este tipo de consultas, el médico debería saber lo que hemos desarrollado en los otros
contenidos: 1) La evidencia actual tiende a respaldar la recomendación de ofrecer el rastreo de CM
con MX (combinada o no con el examen clínico) cada dos años a las mujeres mayores de 50 años.
Esta recomendación incluye a mujeres de hasta 75 años; 2) La evidencia es controvertida en relación
con la indicación de rastrear el CM en las mujeres de entre 40 y 50 años. En estos casos, el médico
debería plantearle a la paciente la controversia que existe e informarle acerca de los riesgos de hallar
resultados falsos positivos y la decisión en cuanto a la realización del rastreo debería tomarse en
conjunto; y 3) Aunque no existe ningún estudio controlado que avale esta conducta, existe cierto
consenso en ofrecer el rastreo a las pacientes menores de 50 años pero con antecedentes
personales de patología mamaria maligna o familiares de CM.

Sin embargo, no debería atenderse solamente a las recomendaciones indicadas según la edad y
los antecedentes de la paciente, sino también a otros aspectos relacionados con el rastreo. Es muy
importante que el médico de atención primaria siempre tenga en cuenta, cuando le ofrece entrar
en un programa de rastreo a una mujer sana, que dicha mujer “es sana”. ¿Por qué destacamos
esto?

Lo destacamos porque si olvidamos que esa mujer (y no es casualidad que no


utilicemos el término “paciente”) es sana, podemos cometer muchos errores en la
forma en que nos dirigimos a ella y en la conducta que adoptamos ante los hallazgos
de la MX. En ese sentido, debería prevalecer el concepto de que es mucho más grave
enfermar a un individuo que en realidad está sano que no poder ayudar
adecuadamente a un enfermo.

Nos detenemos en esto porque, para muchos colegas y algunos pacientes, someterse a estudios
periódicos de rastreo, en este caso con la MX, es algo habitual y sencillo. Sin embargo, muchas de
nuestras pacientes sufrirán los efectos deletéreos del rastreo: los resultados dudosos, los falsos
positivos, las opiniones divergentes entre diferentes médicos, etc., el sobrediagnóstico, el
sobretratamiento y “se enfermarán” de prevención. Muchas veces, los médicos no identificamos
esta “enfermedad” porque no interrogamos adecuadamente a todas las pacientes, pero quienes
hacemos atención primaria sabemos, por experiencia, que algunas pacientes nos llaman
angustiadas y nos quieren ver en forma “urgente” porque la MX muestra un resultado anormal. Esto
es grave, ya que nunca un control en salud debería transformarse en una urgencia médica, con
todo el desgaste psicológico que esto implica.

Ante la consulta por un control de salud, el médico de atención primaria debería


asesorar a sus pacientes acerca de las recomendaciones que existen en relación con el
rastreo y la prevención del CM sin perder de vista que se trata de pacientes sanas y
evitando hacerlas sentir en falta o culpables si optan por no adherirse a las
recomendaciones.

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b) Manejo de las pacientes con anormalidades en la mamografía
Habitualmente, estas pacientes se encuentran asintomáticas y las anormalidades mamográficas se
encuentran como producto del rastreo del CM. Siempre es útil pedirle a la paciente que lleve a la
consulta MX previas, si tiene, para facilitar la evaluación de las imágenes halladas por comparación.

Las conductas variarán de acuerdo con el tipo de hallazgos mamográficos (según la clasificación del
Colegio Americano de Radiólogos). En las pacientes con MX BIRADS 0, se requiere otro
procedimiento o técnica por imágenes para poder evaluar esa mama. En las pacientes con MX
BIRADS 1 y 2, se recomienda no modificar la conducta habitual y continuar con el rastreo de CM de
acuerdo con la edad y los antecedentes personales y familiares. Si la MX es tipo BIRADS 3, se
recomienda realizar una MX cada seis meses durante dos años, y si en este período el examen físico
y las imágenes permanecen estables, se pasa al control habitual. Finalmente, en las pacientes con
MX tipo BIRADS 4 y 5, es imprescindible indicar la consulta para hacer una biopsia que defina la
histología de la imagen detectada.

En muchos sitios no se utiliza la clasificación BIRADS. En estos casos, el médico de


atención primaria deberá tener en cuenta que el hallazgo de imágenes, como
microcalcificaciones con tendencia a la agrupación, nódulos de reciente aparición o en
los que no es posible definir claramente los bordes, áreas de parénquima muy denso en
las que no pueden definirse estructuras, distorsión de la arquitectura no atribuible a
cirugía previa, o lesiones nodulares estrelladas o de bordes irregulares, son patológicas
y requieren de la consulta con el especialista para definir el manejo apropiado de la
paciente.

c) Manejo de las pacientes que consultan por inflamación mamaria o


mastalgia
Estas pacientes suelen presentarse al consultorio refiriendo sensación de tensión en las mamas
que, en algunos casos, llega a asociarse a dolor. Su examen clínico mamario es normal o, a lo
sumo, muestra una nodularidad que desaparece junto con los síntomas luego de la menstruación.
El diagnóstico es clínico y no se requiere del uso de ningún estudio complementario para
certificarlo.

Muchas mujeres consultan preocupadas porque asocian el dolor a una causa maligna.
Sin embargo, raramente el dolor mamario es expresión de un CM. Si mediante el
interrogatorio y el examen físico se descarta una patología mamaria o de otro origen, no
es necesario continuar investigando.

El manejo de estas pacientes se basa en el reaseguro y en el tratamiento del dolor con analgésicos
de uso habitual. Es importante explicarles que el dolor no es producto de una enfermedad maligna
sino que se debe a la respuesta de la glándula mamaria frente al estímulo hormonal normal. Esta
intervención es efectiva en el 85% de los casos. También puede mejorarse el síntoma sugiriéndoles
que se coloquen un sostén flojo para dormir. Algunas pacientes que usan anticonceptivos orales y
tienen mastalgia refieren mejoría del dolor cuando suspenden la medicación, pero no se ha
demostrado que ella sea la causa del síntoma.

El manejo de las pacientes con cambios cíclicos, tensión mamaria o mastalgia consiste
en el reaseguro y en el tratamiento del dolor con antiinflamatorios no esteroideos,
cuando este interfiere en las actividades diarias o afecta la calidad de vida. Es importante
explicarles a las pacientes que dichos cambios no son patológicos sino que constituyen
fenómenos normales y frecuentes en las mujeres en edad fértil.

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Si bien hay diferentes estudios que muestran que el uso de aceite de primrosa (no disponible en la
Argentina), danazol (200 mg diarios o en la fase lútea), bromocriptina o anticonceptivos con muy
bajas dosis de estrógenos (20 mcg de etinilestradiol) y tamoxifeno (10 mg por tres a seis meses)
mejoran la mastalgia cíclica, su uso suele ser innecesario, ya que el síntoma es autolimitado y
fácilmente tratado con el reaseguro. Además, los afectos adversos de varias de estas drogas suelen
exceder los beneficios de su uso. Por otro lado, está bastante difundido el tratamiento de la
mastalgia con algunos antibióticos, diuréticos, progesterona (vía oral o transdérmica) y vitamina E,
sin embargo, ninguno de ellos ha demostrado eficacia clínica.

d) Manejo de las pacientes que consultan por nódulos mamarios


El examen físico permitirá definir si la paciente tiene uno o varios nódulos y las características de
estos. Los nódulos duroelásticos, de bordes netos y regulares, móviles sin adherencia a planos
profundos y que duelen a la palpación, tienen alta probabilidad de ser nódulos benignos. Por otro
lado, el hallazgo de una masa dura, de bordes irregulares, adherida a la piel y a los planos profundos
es muy sugestivo de CM. Otros signos asociados a malignidad son la retracción de la piel o del
pezón y la secreción sanguinolenta por el pezón. Sin embargo, frecuentemente es difícil distinguir
si una masa es un CM o no utilizando el examen mamario como única herramienta, ya que los
signos de cáncer no son distintivos ni patognomónicos: tres de cada cinco nódulos neoplásicos son
móviles, y dos de cada tres tienen bordes regulares a la palpación. La probabilidad que una masa
sea maligna es del 50% si no es móvil y del 14 al 20% si lo es.

Luego del examen físico, el médico deberá ubicar a la paciente en alguno de estos grupos: 1)
Pacientes con múltiples nódulos mamarios sin un nódulo dominante; o 2) Pacientes con un nódulo
mamario único o con múltiples nódulos mamarios pero con uno de ellos dominante (es decir, que
se destaca por su tamaño o por tener alguna característica distintiva con respecto a los otros:
bordes irregulares, adherencia a planos profundos, etc.).

El examen clínico mamario permite ubicar a las pacientes que consultan porque se
palparon un nódulo en dos grandes grupos con diferente riesgo de tener CM. La
detección de múltiples nódulos es sugestiva de una nodularidad mamaria (cíclica o no),
entidad benigna relacionada con la respuesta mamaria a los estímulos hormonales. En
cambio, el hallazgo de un nódulo aislado o de múltiples nódulos pero con uno de ellos
dominante es sugestivo de CM, y los esfuerzos diagnósticos deberán dirigirse a
descartar la patología maligna.

Pacientes con nódulos mamarios múltiples: si en el examen físico el médico detecta varios
nódulos mamarios bilaterales a predominio del cuadrante superoexterno de la glándula, que
cambian a lo largo del ciclo, aumentando de tamaño en el premenstruo y disminuyendo hasta casi
desaparecer en el posmenstruo y ninguno de ellos tiene características sospechosas, el diagnóstico
es el de nodularidad mamaria. Esta es una entidad benigna y, como tal, el manejo de
las pacientes que la presentan se basa en el reaseguro. No es necesario realizar ningún estudio
complementario, a menos que la paciente se encuentre en la edad indicada para realizar el rastreo
habitual del CM (en este caso, deberá realizarse una MX como parte del control de salud y no por
los hallazgos clínicos).

Pacientes con un nódulo mamario único o dominante: en estas pacientes, la probabilidad de


que la masa palpable sea neoplásica es mayor, por lo que el examen clínico deberá
complementarse con otros estudios.

La evaluación más apropiada de una paciente que presenta un nódulo mamario se


realiza mediante el uso combinado del examen físico, la MX y la aspiración con aguja
fina (AAF).

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La realización de una MX es esencial, aun en los casos en los que el diagnóstico de cáncer es obvio
(la excepción a esta regla la constituyen las mujeres embarazadas, por el riesgo de la exposición a
la radiación, y las mujeres jóvenes menores de 20 años en las que la probabilidad de tener un CM
es ínfima). La MX permitirá definir las características radiológicas de la masa palpable y detectar
nódulos no palpables y potencialmente malignos en la misma mama o en la contralateral (las
neoplasias pueden ser bilaterales en el 3% de los casos).

La finalidad de la MX es explorar el tejido mamario completo y las axilas, con el objeto


de definir las características radiológicas de la masa palpable y detectar otras
estructuras anormales no descubiertas mediante la palpación.

Las lesiones benignas se caracterizan porque en la MX presentan un borde liso, redondeado y bien
definido, y un halo que las rodea (radiolúcido o negro), llamado “halo de seguridad”. Las lesiones
malignas suelen tener bordes irregulares y microcalcificaciones en su interior. Cuando la masa tiene
bordes irregulares y no es quística, la probabilidad de que sea un CM es del 60%, mientras que si
la masa tiene bordes regulares y es quística, la probabilidad desciende al 10%. Sin embargo, la MX
puede ser normal aun en presencia de un CM palpable (el 2% de los casos) y tiene una alta tasa
de falsos negativos, principalmente en las mujeres jóvenes (puede llegar hasta el 10 o el 22%). Si
la MX y el examen clínico sugieren benignidad, los falsos negativos (mujeres con CM) pueden llegar
al 4%; cuando la exploración clínica y la MX sugieren malignidad, los falsos positivos (pacientes sin
CM) pueden llegar al 3.6%.

En la actualidad se está intentando incorporar la ecografía como complemento diagnóstico del


nódulo mamario, ya que habitualmente es difícil definir solo con la MX si la masa palpable es un
nódulo o un quiste, y para evitar citologías innecesarias. Hay que recordar que la ecografía es una
técnica operador dependiente y que se necesitan ecógrafos modernos con transductores
adecuados para evaluar correctamente la mama. En la ecografía, las masas quísticas benignas se
caracterizan porque presentan los bordes anterior y posterior bien delineados, y por la ausencia de
ecos en su interior y de refuerzo posterior. En este caso la ecografía tiene una precisión del 96 al
100%. En las tumoraciones sólidas, las características que definen benignidad son su
hiperecogenicidad, la presencia de bordes netos y una relación diámetro longitudinal- diámetro
ánteroposterior mayor de 1.4.

Si la masa palpable es quística y muestra características de benignidad bien definidas, se asume


que se trata de un quiste mamario simple y no es necesario realizar ningún otro control específico
más allá de los recomendados como parte del rastreo en la población general. Si la masa es quística
pero sus características no están bien definidas ecográficamente o son sugestivas de malignidad,
se recomienda realizar una AAF. Cabe destacar que, en muchos casos, cuando la tumoración es
accesible y el médico está entrenado adecuadamente, puede realizarse directamente la AAF sin
necesidad de hacer una ecografía previa, ya que los resultados de la aspiración son los más útiles
para definir el diagnóstico. Característicamente, cuando el nódulo mamario dominante es un quiste
benigno, en la AAF se obtiene un líquido claro y la masa desaparece, y deja como secuela un
defecto temporario en el tejido mamario. En estos casos, si la MX es normal, no es indispensable
efectuar la citología, pero debe controlarse a la paciente a las cuatro o seis semanas para verificar
que el quiste no haya reaparecido. Cuando el material aspirado tiene sangre, la tumoración persiste
luego de la punción, el quiste se reproduce rápidamente o persiste la densidad en la MX de control,
debe asumirse que se trata de un carcinoma quístico y será necesario hacer una biopsia
ambulatoria para confirmar el diagnóstico.

En la AAF de los quistes benignos se obtiene un líquido claro que no vuelve a reaparecer
luego de la punción. El hallazgo de material sanguinolento, la persistencia de la masa o
la reproducción del quiste luego de la aspiración son sugestivos de un carcinoma.

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Si la tumoración es sólida, siempre debe obtenerse material para analizar su histología (aun cuando
la MX sea normal). Esto puede realizarse mediante AAF, core needle biopsy o mammotome. En
este caso, deberá consultarse al especialista con el objeto de definir cuál será el procedimiento más
apropiado para obtener la muestra. Si las técnicas mencionadas fracasan en la búsqueda de
material, deberá efectuarse una biopsia excisional.

Si por el examen clínico o mamográfico se sospecha que la masa detectada es un CM (masa dura,
adherida a planos profundos, sólida, con bordes irregulares y microcalcificaciones en su interior),
algunos especialistas realizan directamente una biopsia intraoperatoria por congelación.

Ante un nódulo sólido, debe obtenerse material para definir el diagnóstico histológico
del hallazgo. La evaluación puede comenzarse en el consultorio con una AAF. Si la
muestra no es satisfactoria, deben realizarse biopsias ambulatorias utilizando las otras
técnicas disponibles. Muchos especialistas, ante el hallazgo de un nódulo palpable con
características mamográficas patológicas, directamente hacen una biopsia
intraoperatoria por congelación durante la cual también efectúan la estadificación y el
tratamiento (en caso de malignidad).

e) Manejo de las pacientes que consultan por secreción por el pezón


En estas pacientes, la conducta variará según las características de la secreción y del examen
clínico mamario. Tenemos que distinguir tres situaciones: la galactorrea, la secreción por el pezón
con masa a la palpación o con mamografía positiva, y la descarga espontánea sin masa. Si la
secreción no es serohemática y el examen es normal, no es preciso realizar ninguna otra
evaluación. A veces es difícil diferenciar la secreción no serohemática de una galactorrea. La
diferenciación resulta más sencilla si se tienen en cuenta los datos del interrogatorio: la historia de
uso de drogas asociadas con galactorrea (ver el contenido 1), trastornos del ciclo menstrual,
cefalea y alteraciones del campo visual harán pensar en una hiperprolactinemia. Si aún quedan
dudas, puede solicitarse un dosaje de prolactina. Si esta está elevada, el diagnóstico es de
hiperprolactinemia (ver “Trastornos del ciclo menstrual”).

Si la secreción no es hemática e involucra un conducto, puede considerarse hacer una


galactografía (estudio por contraste de los conductos galactóforos); si involucra muchos
conductos, se recomienda reaseguro y espera. Si la secreción es serohemática o se detecta algún
nódulo en el examen clínico mamario, debe consultarse al especialista con el objeto de profundizar
la evaluación de la paciente. La causa más frecuente de secreción hemática son los papilomas
intraductales (lesiones proliferativas típicas) pero es preciso descartar un CM. Si dispone de un
portaobjetos, el médico de familia puede iniciar la evaluación tomando una muestra de la secreción
para analizarla histológicamente. La técnica es sencilla y consiste en tomar una muestra de la
secreción en el porta y desplazarla sobre su superficie presionando con un cubreobjetos (la técnica
es similar a la de la realización de un frotis de sangre periférica). Finalmente, se fija la muestra
con el mismo aerosol que se usa para la fijación del papanicolaou.
La evaluación de estas pacientes suele completarse con la realización de una MX, una ecografía
y, eventualmente, una galactografía.

Si bien la causa más frecuente de descarga serosa, serohemática o hemática por el


pezón es el papiloma intraductal, las pacientes con este problema deben consultarse
con el especialista para obtener una biopsia del tejido y descartar el CM. Si la secreción
se acompaña de masa palpable o mamográfica, seguir el algoritmo de nódulo mamario
e indicar la evaluación del especialista.

f) Manejo de las pacientes que consultan por mastitis

El diagnóstico de mastitis es clínico y se realiza al encontrar los signos de flogosis en


la mama. Las pacientes suelen encontrarse en buen estado general, aunque es frecuente
que tengan fiebre.

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La mastitis puerperal se trata mediante el drenaje de la leche (manteniendo la lactancia, en forma
manual o utilizando un sacaleche) y la aplicación de compresas locales húmedas y calientes. En la
mayoría de los casos, sobre todo si la fiebre, el dolor y la inflamación de la mama son notorios,
deben administrarse antiinflamatorios y antibióticos. Comúnmente se indican 500 mg de cefalexina
cada seis horas o amoxicilina en dosis de 500 mg, cada ocho horas, ambas vía oral. Otras opciones
son dicloxacilina (500 mg cada seis horas), clindamicina (300 mg cada seis horas), trimetoprima-
sulfametoxazol (TMS 160 mg + SMX 800 mg cada doce horas) o amoxicilina asociada a ácido
clavulánico (875 mg + 125 mg, respectivamente, cada doce horas. El tratamiento se realiza durante
10 a 14 días en todos los casos. En las 24 a 48 horas siguientes al inicio del antibiótico comienza a
notarse la mejoría. Es importante recordar a la paciente que no solo no es necesario que suspenda
la lactancia sino que debe continuarla para facilitar su curación, excepto que drene pus por el pezón
(en este caso, debe interrumpirse temporariamente la lactancia de la mama enferma). Si no hay
respuesta al tratamiento, puede rotarse a amoxicilina asociada a ácido clavulánico (875 mg + 125
mg) cada doce horas por 14 días. El diagnóstico y el tratamiento temprano reducen la probabilidad
de que se desarrollen abscesos. En caso de sospecha de colecciones, deberá solicitarse la consulta
del especialista para punzar y drenar quirúrgicamente la colección si se obtiene material purulento.
Las mastitis puerperales pueden prevenirse preparando las mamas durante el embarazo y el
puerperio para que no se agrieten y logrando una buena técnica de lactancia.

La mastitis puerperal es la forma más frecuente de mastitis; su diagnóstico y tratamiento


tempranos disminuyen la probabilidad de complicaciones locales (fístulas y abscesos).
Se trata con antibióticos y compresas locales. La lactancia no debe abandonarse ya que
la salida de la leche favorece la curación.

Las mastitis no puerperales también se tratan con antibióticos. Se recomienda optar por
amoxicilina más ácido clavulánico (875 mg + 125 mg). Otras alternativas son la cefalexina (500 mg
cada seis horas) y la dicloxacilina (500 mg cada seis horas). En caso de sospechar infección por
anaerobios (falta de respuesta al tratamiento antibiótico) optar por clindamicina (300 mg cada seis
horas) en asociación con metronidazol (500 mg cada seis horas). En todos los casos el tratamiento
se indica durante 14 a 21 días. La falta de mejoría luego de completadas las 3 semanas de
tratamiento debe constituir un signo de alarma y requiere de la consulta con el especialista. La
evolución tórpida de una mastitis no puerperal (falta de mejoría clara luego de tres semanas de
tratamiento) obliga a descartar un CM inflamatorio. Habitualmente, se hace una biopsia para definir
el diagnóstico, ya que la MX pierde sensibilidad en estas circunstancias.

La mastitis no puerperal generalmente resuelve con rapidez una vez instaurado el


tratamiento antibiótico. La falta de mejoría luego de completados los 21 días de
tratamiento debe constituir un signo de alarma y requiere de la consulta con el
especialista.

5 TRATAMIENTO DEL CÁNCER DE MAMA

Abordaremos aquí el manejo de la paciente con el diagnóstico de CM ya establecido. Si bien el


tratamiento de esta entidad corresponde al especialista, consideramos importante que el médico
de atención primaria esté al tanto de las herramientas terapéuticas disponibles, sus indicaciones y
su eficacia, para poder asesorar y acompañar a sus pacientes y supervisar su adherencia a los
tratamientos indicados por el especialista.

Habitualmente, se llega al diagnóstico de CM como consecuencia de su rastreo o porque la paciente


consulta porque se ha palpado un nódulo, ha observado derrame sanguinolento por el pezón o
retracción de la piel mamaria, o bien como resultado de la evaluación de una mastitis que no cura
a pesar de que se ha cumplido con el tratamiento adecuado.

Entre las estrategias disponibles para el tratamiento del CM se encuentran la cirugía, la radioterapia
localizada, la endocrinoterapia adyuvante (tamoxifeno, anastrozol) y la quimioterapia. El uso y
combinación de estas herramientas terapéuticas varía en función de la etapa en la que se encuentra
el CM cuando se hace el diagnóstico. Describiremos los diferentes tratamientos y luego, su
indicación de acuerdo con el estadío de la enfermedad.

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Herramientas terapéuticas disponibles
Cirugía

La cirugía puede ser conservadora o radical. La cirugía conservadora se realiza siempre que el
tumor sea único, con un tamaño menor de 4 cm de diámetro y sin signos de compromiso extenso
local o nodal. Es importante que el tamaño del tumor sea reducido, ya que no solo debe resecarse
el nódulo sino también el área periférica que lo rodea y que está libre de enfermedad (a modo de
margen de seguridad). La cirugía conservadora puede consistir en una tumorectomía (se reseca
el tumor) o en una cuadrantectomía (se reseca un cuadrante mamario). Con este tipo de cirugía,
el riesgo de recurrencia del tumor es mayor en las pacientes jóvenes.

Si el tamaño tumoral es grande o no pueden resecarse adecuadamente los márgenes, el cirujano


optará por la mastectomía radical. La mastectomía radical puede clasificarse en clásica y
modificada. La primera, que consiste en la extirpación total de la glándula mamaria junto con el
contenido axilar y los músculos pectorales, ya no se realiza, y en la actualidad ha sido reemplazada
por la mastectomía radical modificada, que conserva ambos músculos pectorales. La cirugía
conservadora reduce el tamaño de la mama pero mantiene su forma. En cambio, en las cirugías
radicales se quita todo el tejido mamario y su impacto estético es mayor. En este último caso,
pueden utilizarse prótesis para recuperar la forma de la mama (su colocación no está contemplada
por ninguna cobertura médica).

El tratamiento quirúrgico del CM puede consistir en una cirugía conservadora


(tumorectomía o cuadrantectomía) o en una mastectomía radical (clásica o modificada).
La elección del tratamiento la hace el cirujano, basándose en el número de tumores, su
tamaño, el compromiso ganglionar asociado y los deseos de la paciente.

Radioterapia localizada posquirúrgica

La radioterapia localizada posquirúrgica demostró disminuir la recurrencia local del CM


y el riesgo de que la enfermedad progrese a la invasión.

Los efectos adversos asociados a su uso se manifiestan, principalmente, a nivel de la piel, los anexos
y la glándula mamaria, que pueden desarrollar reacciones agudas (durante el tratamiento o
inmediatamente después de finalizarlo) y tardías (varios meses o, incluso, años después). Ambos
tipos de lesiones dependen de la dosis, del tiempo de tratamiento y del volumen del tejido
involucrado. Las lesiones agudas se caracterizan por presentar eritema, calor local, pigmentación,
descamación de la piel (a veces, húmeda y con secreción serosa) y fibrosis posterior. Estas lesiones
suelen ser transitorias y responden al tratamiento con cremas descongestivas con vitamina A o con
aloé vera. En el caso de que aparezcan edema y eritema importantes, puede optarse por corticoides
locales indicando su uso hasta que remitan las lesiones (habitualmente, eso ocurre en tres a cinco
semanas).

Las reacciones tardías también se acompañan de fibrosis y de telangiectasias irreversibles. Las


pacientes suelen presentar una cicatriz hipertrofiada que produce dolor, picazón y ardor. Este tipo
de lesiones suele ubicarse en las áreas irradiadas en las que hay mayores pliegues de piel o
cicatrices quirúrgicas, o donde se superpusieron campos de irradiación. Su tratamiento es el mismo
que el de las lesiones agudas. La terapia radiante también puede dañar la glándula provocando
congestión, edema local y fenómenos de fibrosis tardía acompañados de dolor y disminución del
tamaño de la mama, secundarios a hipotrofia o atrofia. En algunos casos, las lesiones tardías y la
fibrosis actínica de la glándula simulan la clínica de una recidiva local del tumor resecado
previamente y es necesario hacer el diagnóstico diferencial utilizando la MX, la ecografía y,
eventualmente, la biopsia, para poder definir el diagnóstico. Con las dosis que se utilizan en la
actualidad, son raras las complicaciones cardíacas o pulmonares posradiación.

La radioterapia localizada posquirúrgica demostró disminuir la recurrencia local del CM


y el riesgo de que la enfermedad progrese a la invasión.

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Endocrinoterapia adyuvante

Se dirige a prevenir el crecimiento tumoral secundario a la estimulación hormonal. Las células


tumorales se caracterizan por la presencia o no de receptores de estrógenos o de progesterona. La
endocrinoterapia solo es eficaz en las mujeres con tumores que tienen receptores para estas
hormonas. El efecto de los estrógenos puede anularse evitando la producción de estas hormonas
o bloqueando su efecto sobre las células. En las mujeres premenopáusicas la suspensión de la
producción estrogénica ovárica puede realizarse mediante la ooforectomía (quirúrgica o por
radiación) o mediante la supresión temporaria de la función ovárica a través del uso de análogos
de la hormona liberadora de gonadotrofinas (goserelin o leuprolide). En las mujeres pre y
posmenopáusicas puede usarse tamoxifeno que es un modulador de los receptores
estrogénicos; actúa como antagonista (inhibidor) de los receptores estrogénicos de la mama y como
agonista de estos receptores en el útero, hígado y hueso. Reduce la recurrencia del CM y mejora
la sobrevida a cinco años en las pacientes pre y posmenopáusicas con receptores estrogénicos
positivos, independientemente de la edad, del compromiso ganglionar y de la adición de
quimioterapia al tratamiento. Se utiliza en una dosis de 20 mg, en una única toma diaria, por vía
oral, sin relación con la comida durante cinco años. Sus efectos adversos más frecuentes son:
sofocos, sequedad vaginal, irritabilidad, depresión, leucopenia, metrorragia y un mayor riesgo de
eventos tromboembólicos (trombosis venosa profunda). El tamoxifeno podría aumentar el riesgo de
desarrollar cáncer de endometrio; en caso de metrorragia, está indicado realizar una ecografía
transvaginal para evaluar el endometrio y biopsiarlo en caso de que estuviera engrosado. En las
mujeres posmenopáusicas la acción de los estrógenos puede lograrse mediante la administración
oral de inhibidores selectivos de aromatasas (anastrozol, letrozol o exemestane). Estas drogas
inhiben la conversión periférica de andrógenos a estrógenos y se utilizan como drogas segunda
línea en caso de fracaso del tratamiento o intolerancia al tamoxifeno en mujeres posmenopáusicas.

El tamoxifeno es un antiestrógeno que ha demostrado aumentar la sobrevida y reducir


la tasa de recurrencia de la enfermedad en mujeres pre y posmenopáusicas con CM con
receptores estrogénicos positivos. Además, algunos estudios de investigación
recientes mostraron beneficios en términos de sobrevida con el uso secuencial de
tamoxifeno seguido de inhibidores selectivos de aromatasas por ello algunos paneles
de expertos recomiendan considerar esta combinación en mujeres posmenopáusicas
con tumores positivos para receptores hormonales.

Quimioterapia adyuvante

En pacientes con tumores sin receptores hormonales se sugiere iniciar quimioterapia si el tamaño
del tumor es mayor de 0.5 cm de diámetro. En caso de tumores mayores de 1 cm, positivos para
HER 2 (que es el factor de crecimiento epidérmico humano, cuya sobreexpresión es un factor de
riesgo para CM metastásico y recurrente), además de la quimioterapia, debería iniciarse la terapia
especifica anti HER 2 (ver luego). Su uso reduce la recurrencia y mejora la sobrevida en las mujeres
con enfermedad temprana (más beneficio en las más jóvenes).

Actualmente algunos datos sugieren que la portación o no de receptores hormonales sería un


predictor de respuesta a la quimioterapia (el beneficio sería marginal en pacientes con receptores
hormonales positivos y significativamente menor en mujeres con tumores sin receptores
hormonales). Esta hipótesis ha despertado el debate sobre los beneficios de la quimioterapia. La
mayoría de los pacientes con enfermedad localmente avanzada deberían recibir quimioterapia
neoadyuvante. En general estas pacientes no son candidatas a la cirugía conservadora y la
quimioterapia neoadyuvante mejora los resultados quirúrgicos y la respuesta al tratamiento posterior.

Trastuzumab: es un anticuerpo monoclonal humanizado obtenido por ingeniería genética dirigido al


receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano (HER 2). Se puede utilizar solo o en
combinación con otros quimioterápicos en mujeres con CM con hiperexpresión de la proteína HER
2. Se debe usar con precaución en mujeres con antecedentes de enfermedad cardiológica.

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Combinación de las diferentes herramientas terapéuticas en función
del estadío de la enfermedad

Definiremos aquí las diferentes estrategias terapéuticas más frecuentes para el manejo
del CM. Sin embargo, es importante recordar que su selección, indicación y aplicación
son funciones estrictamente reservadas para el especialista, quien optará por la que
considere más adecuada para cada paciente, en cada caso particular.

Carcinoma in situ

En esta etapa, el tratamiento del CM consiste en la realización de una cirugía conservadora


asociada a radioterapia localizada posquirúrgica. En este estadio nunca se realiza linfadenectomía,
ya que la probabilidad de que exista compromiso ganglionar es ínfima. El tratamiento del lobulillar
in situ es controvertido y depende de la decisión del especialista.

El CM in situ se trata mediante una cirugía conservadora (tumorectomía sin


linfadenectomía) que se asocia a radioterapia localizada posquirúrgica con el objeto de
disminuir la recurrencia local. Algunos trabajos aconsejan asociar tamoxifeno vía oral a
la estrategia terapéutica si los receptores estrogénicos del CM son positivos. Las
pacientes con CM en este estadío deben seguirse con examen mamario y MX anual.

Carcinoma invasor

El tratamiento varía en función del estadío en el momento del diagnóstico. En la enfermedad


temprana u operable, el tratamiento consiste en realizar una mastectomía asociada a
linfadenectomía de los ganglios axilares y radioterapia localizada posquirúrgica. A las pacientes que
tienen receptores estrogénicos positivos se les debe indicar tamoxifeno por cinco años. Este es el
tratamiento estándar que se aplica a la mayoría de las mujeres con CM mayores de 50 años.

Hasta hace un tiempo, el procedimiento quirúrgico de elección en este estadío era la mastectomía
radical. Estudios sistemáticos que compararon la cirugía conservadora con la cirugía más extensa
(mastectomía radical) concluyeron que esta última no se asocia con un mejor pronóstico y sí con
peores resultados cosméticos y de calidad de vida. Cualquiera sea la técnica que se elija (cuya
selección queda en manos del cirujano), debe realizarse linfadenectomía de los ganglios axilares y
radioterapia posquirúrgica. La linfadenectomía (disección de los ganglios axilares) no forma parte
de la técnica quirúrgica para mejorar la sobrevida de las pacientes, sino que tiene como única
función estadificar el tumor y, de este modo, definir un pronóstico de sobrevida.

La radioterapia localizada posquirúrgica se asocia al tratamiento ya que demostró disminuir la


recurrencia local y regional del CM en el 75% de los casos. Si bien los resultados de este tratamiento
no son concluyentes en cuanto a la sobrevida de las pacientes, varios estudios han mostrado que,
en algunos casos, mejora su calidad de vida. Una revisión sistemática demostró que, en esta etapa,
el tratamiento con tamoxifeno reduce la recurrencia del CM si se lo asocia a cirugía más
radioterapia, pero no tiene efectos en la sobrevida de las pacientes.

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En la enfermedad temprana u operable, el tratamiento consiste en realizar una
mastectomía asociada a linfadenectomía de los ganglios axilares y radioterapia
localizada posquirúrgica. A las pacientes que tienen receptores estrogénicos positivos
se les debe indicar tamoxifeno por cinco años. Este es el tratamiento estándar que se
aplica a la mayoría de las mujeres con CM mayores de 50 años.

Cuando la enfermedad está localmente avanzada, es decir, existe compromiso de la pared


torácica, de la piel y de los ganglios, o el tamaño del tumor es mayor de 5 cm, se recomienda
realizar quimioterapia preoperatoria (con el objeto de reducir el tamaño del tumor), cirugía con
bordes libres de enfermedad y radioterapia localizada posquirúrgica. Si por la anatomía patológica
se confirma que el CM tiene receptores para estrógenos, también debe indicarse tamoxifeno.

En la enfermedad localmente avanzada, el tratamiento consiste en quimioterapia


preoperatoria, cirugía con bordes libres de enfermedad amplios, radioterapia localizada
posquirúrgica y tamoxifeno (si los receptores para estrógenos son positivos).

Las mujeres en estas dos etapas deben controlarse anualmente con examen clínico mamario y MX.
No hay evidencia que respalde la realización de otros estudios comúnmente indicados, como
hepatogramas, centellogramas, etc.

Cuando la paciente tiene enfermedad metastásica, las intervenciones que han demostrado ser
útiles son: a) La indicación de tamoxifeno si hay receptores estrogénicos positivos; b) La indicación
de inhibidores selectivos de aromatasas (que inhiben a la enzima aromatasa que, a su vez, inhibe el
citocromo P450 responsable de la conversión periférica de andrógenos a estrógenos) como drogas
de segunda línea en caso de fracaso en mujeres posmenopáusicas; y c) Quimioterapia combinada.
En esta etapa, el tratamiento es paliativo y está destinado a mejorar la calidad de vida y postergar la
aparición de síntomas secundarios a la diseminación del tumor: se utilizan drogas como, por ejemplo,
los bifosfonatos (en especial, el pamidronato) y la terapia radiante para el manejo del dolor
secundario a metástasis ósea, y los corticoides como adyuvantes, si el dolor no se controla o si hay
metástasis con compresión medular en la columna.

En la enfermedad metastásica el tratamiento es paliativo y debe estar dirigido,


fundamentalmente, a controlar los síntomas que produce la diseminación del CM.

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D)

ALGORITMO FINAL

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E)

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

Carrete P, Deprati M, Rubinstein E, Zárate


M. Manual PROFAM. Terapéutica en Medicina
Ambulatoria, 4ª ed. Buenos Aires: Fundación MF
Para el desarrollo de la Medicina Familiar, 2016.

Chlebowski RT, et al. Breast cancer after use of


estrogen plus progestin in postmenopausal
women. N Engl J Med. 2009 Feb 5;360(6):573-87.

Goroll AH, et al. Primary care medicine: office


evaluation and management of the adult patient.
7th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins,
2014.

Hartmann LC, et al. Benign breast disease and the


risk of breast cancer. N Engl J Med 2005; 353(3):
229-37.

Hospital Italiano de Buenos Aires. Servicio de


Medicina Familiar y Comunitaria. Medicina familiar
y práctica ambulatoria. 3ª ed, Buenos Aires:
Panamericana; 2016.

Santen RJ, et al. Benign breast disorders. N Engl


J Med 2005; 353(3): 275-85.

U.S. Preventive Services Task Force. Screening


for Breast Cancer: Recommendations. Agency
for Healthcare Research and Quality, Rockville,
MD., 2013. Disponible en: [Consulta: 10/02/16].

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Descripción de las imágenes

Figura 1.

Mamografía normal perteneciente a una mujer joven en la que se observa el tejido mamario dispuesto en
forma fibronodulillar. En la incidencia mediolateral se observan vasos y ganglios.
A: incidencia mediolateral, B: incidencia cráneocaudal
D: derecha, I: izquierda, int: interno, ext: externo, ant: anterior, post: posterior, sup: superior, inf: inferior

D sup sup I

post post

ant
ant

inf inf

D ext ext I

post post
ant
ant

int int

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Figura 2.

Incidencia cráneocaudal de mama derecha que muestra macrocalcificaciones

Figura 3.

Incidencia cráneocaudal de mama izquierda que muestra microcalcificaciones dispersas.

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Figura 4.

Incidencia cráneocaudal de mama izquierda que muestra microcalcificaciones agrupadas.

Figura 5.

Incidencia mediolateral de mama derecha que muestra calcificaciones vasculares y, lo que es más
importante, un nódulo de bordes espiculados (muy probablemente, de origen maligno).

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Figura 6.

Incidencia mediolateral de mama derecha que muestra un nódulo con bordes espiculados, con
microcalcificaciones anárquicas, birads 5. B y C: MX magnificadas de la misma lesión.

A B
C

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