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Lo simbélico, lo imaginario y lo real Mis buenos amigos, habran notado que para esta primera comunicacién llamada cientifica de nuestra nueva Sociedad elegi un titulo que no carece de ambicién. Ademas empezaré por disculparme, ya que les pediré que consideren esta comunica- cién como un resumen de puntos de vista que mis alumnos que estan aqui conocen bien, con los que ya estan familiarizados desde ha- ce dos anos por mi ensenanza, y al mismo Gempo como una especie de prélogo o intro- duccién a cierta orientacié rte TMacton psicoandlisis. En efecto, creo que el retorno a los textos freudianos que han sido objeto de mi ense- manza desde hace dos afos, me ha dado —-o mas bien, nos ha dado a todos los que trabaja- 13 JACQUES LACAN mos juntos— la idea cada vez mas segura de que no hay captura mds completa de la reali- dad humana que la que realiza la experiencia freudiana y de que no se puede dejar de volver a las fuentes y aprehender estos textos en to- dos los sentidos de la palabra. No se puede dejar de pensar que la teoria Reem enanraes del psicoanilisis, y al mismo tiempo su técnica, sa, han s sufrido una especie de limitacién ya decir verdad, de degradaci6n. Y efectivamente no es facil mantenerse al nivel de semejante plenitud. Yo pensaba tomar esta tarde como base y ejemplo de lo que he de exponerles un texto como el de «El Hombre de los Lobos». Pero pese a que habia dictado un seminario el afio pasado sobre e] tema, que relef completo to- do el dia de ayer, simplemente tuve la sensa- cién de que era completamente imposible darles una idea, incluso aproximada, del tex- to, y de que solo habia una cosa por hacer con mi seminario del afio pasado: retomarlo el ao préximo. Lo que me reveld, en efecto, este texto for- midable, después del trabajo y el progreso que 14 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL hemos hecho este afio en torno del texto de «El Hombre de las Ratas», me hace pensar que fo que habia extraido el afio pasado como principio, como ejemplo, como tipo de pensa- miento caracteristico proporcionado por ese texto extraordinario, no era mds que un sim- ple approche, como se dice en lenguaje anglo- sajon, en otras palabras, un balbuceo. De ma- nera que esta noche simplemente intentaré decir algunas palabras sobre lo que significa la confrontacién de esos tres registros muy dis- tmtos que son los registros esenciales de la rea- dad humana y que se Ilaman: lo simbélico, lo imaginario y lo real. En primer lugar, hay algo que no podria es- caparsenos, a saber, que hay en el andlisis una parte de real en nuestros sujetos que se nos es- capa. No escapaba, sin embargo, a Freud cuando se ocupaba de cada uno de sus pacien- tes, aunque, por supuesto, también estaba fue- ra de su aprehensién y su alcance. No podria dejar de sorprendernos la ma- mera en que habla del Hombre de las Ratas 15 JACQUES LACAN cuando distingue_entre.aus. personalidades. > Al respecto, concluye, reconoce en él [a perso- nalidad de un hombre fino, inteligente y culto, y la contrasta con las otras personalidades con las que tuvo que tratar. Aunque de modo atenua- do, también se refiere al tema cuando habla del Hombre de los Lobos. Pero nosotros no estamos forzados, a decir verdad, a refrendar todas sus apreciaciones. No parece tratarse en el Hombre de los Lobos de alguien de tan- ta clase. Pero sorprende que él lo haya pues- to aparte como un punto particular, En cuan- to a Dora, ni hablar, casi puede decirse que él la amé. Este elemento directo, este elemento de examen, de apreciacion de la personalidad, no deja de sorprendernos. Es algo con lo que tenemos que tratar todo el tiempo en el regis- tro mérbido, por un lado, e incluso en el re- gistro de la experiencia analitica, con sujetos que no caen en absoluto en el registro mérbi- do. Este es un elemento que siempre necesita- mos retener y que est4 particularmente pre- sente en la experiencia de quienes cargamos con da pesada | tarea de elegir a los que se so- meten al anali sis con un fin didactico. 16 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO ¥ LO REAL éQué diremos después de todo al término de nuestra seleccién? :Todos los criterios invo- cados (| lucida en el plano de la economia instintiva, En cuanto a saber ] por qué siempre se trata de comportamiento sexual, no tengo necesi- dad de volver a ello, salvo para breves indica- ciones. No nos sorprende que un hombre pueda eyacular mirando una pantufla, ni tam- poco que la utilice para conducir al conyuge a mejores sentimientos, pero seguramente na- die pensar4 que una pantufla pueda servir pa ra calmar el hambre, inchuso extremo, de un imdiadno. Ademas, constantemente tratamos ; am Sposa, En erorden del tratamiento, 24 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO ¥ LO REAL no €s raro que el paciente, el sujeto, haga in- tervenir durante el andlisis un fantasma como el de la felaci6n del partenaire analista. :Se tra- tade un elemento que remitiremos a un ciclo arcaico de su biografia, a una anterior subali- mentacién? Evidentemente nunca pensare- mos eso, sea cual fuere el carActer incorporati- vo que demos a estos fantasmas. 2Qué significa esto? Puede significar mu- chas cosas. De hecho, es preciso observar que io, cst4 lejas.de confundirse.con ¢l a.analizable, donde puede haber} i mnfund con, loa ana- ; Sean cagumeomnunnidinal, | lable, que sea enteramente lo analizable o Io Th - analizado. ~ Retomemos el ejemplo de nuestro fetichis- io que loi imaginario s ta, aunque sea raro, Si admitimos que se trata de una especie de perversi6n primitiva, no re- sulta imposible examinar casos semejantes. Supongamos que se trata de uno de esos des- plazamientos imaginarios tales como los que encontramos realizados en el animal. Supon- gamos, en otras palabras, que la pantufla sea estrictamente el desplazamiento. del organo 25 JACQUES LACAN femenino, puesto que el fetichismo suele ser wenecsennensi mas frecuente en el varon. Si no hubiera nada capaz de representar una ¢laboracion respec- Sectateetar se to de este dato primitivo, seria tan ina ean TE como es inanalizable tal, fijacién.. ce TAT ETE Inversamente, retomemos el caso de nues- tro paciente o sujeto presa de un fantasma de felacién. Entonces se trata de otra cosa, tiene un sentido completamente distinto. Sin duda puede considerarse que este fantasma repre- se ta lo imagin. io, cierta fijacion a un esta- cate? Uierenccoved Ameer dio primitivo oral de la sexualidad, pero no diremos que este es un practicante constitu- cional de la felacién. Entiendo por esto que Jel fantasma del que se trata, el elemento ima- : Se ee Saarinen = ee ed { ginario, solo posee estrictamente. un. eeereanenenromir amie. 3h oat” IPE Tre ET EERIE simbélico que hemos de apreciar Gnic: retiene su confesién, este fantasma surge, y su frecuencia muestra bastante que aparece ep determinado momento del, didlogeanalitica, Esta hecho_para expresarse,_.para_ser Sicha, poxa smbolizar algo, y algo que tiene un sen- tai compleiamente distinto segin ¢l mo- secuen del didlogo. 26 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL Luego, é¢qué significa esto? Por un lado, que no basta que un fenémeno represente un desplazamiento, en otras palabras, se inscriba en los fenédmenos imaginarios, para ser un fe- némeno analizable. Por otro lado, que un fe- Sa némeno solo es analizable si representa algo ™ SERENE DNR eT que no sea a mismo, AT a Para abordar el asunto del que hablo, a sa- ber, el simbolismo, diré que toda una parte Genen .en otra fa relaci6: nh n gon I mn Ja re ‘Tealidad fantasmé: fica que m ifiestan que Ia que tiene la silal «po» con el vaso.con formas. preferentemente simples que designa.’ En «policia> o LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO ¥ LO REAL plantear como tales, los elementos de la resis- : sencia que sobreviene en la experiencia ana- litica. Puede fecharse el momento en que se ‘aauzraseme risen cat RINNE anni Me BAEU IS de ello de una manera coheren- ee con el articulo de Reich, uno de los prime- ros articulos sobre el tema aparecidos en el Briernational Journal, cuando F Hempo en la elaboracion de ja d hacia sur- TMs ue no €s otro que la teoria OE LAT Alrededor de esa época, en SE aparece | das Es. Entonces empezamos a darnos cuenta, ey | dentro —siempre hay que mantenerlo-— del re- gto de la relacion simbélica, de que el el suje- w resis resiste te y que esta Yesistencia no €s una sim- ple i inercia opuesta al movimiento terapéuti- @, como en fisica podria decirse que la masa , a la del terape taysalvo q que el tera, ota wesiste toda aceleracién. Ella establece(. cierto. | - ° poe | no debe engaiiarse al.respecto, Uno no "A decir verdad, estos. términos son. solo aproximados. 35 JACQUES LACAN También en ese momento nace la nocién de instinto agresivo, y es necesario agregar, y con razon, a la libido el término destrudo, por- que desde que su fin {...] las funciones esen- ciales de estas relaciones ima imaginarias tal como aparecen en forma de resistencia, se presenta otro registro ligado nada.mengs.gu Noe entraré hoy en la teoria del yo salvo pa- ra decirles que es necesario, en toda nocién analitica coherente y organizada del yo, distin- guir absolutamente la funcién imaginaria del yo como unidad del sujeto alienado a si mis- mo. El lyo es eso en lo que el sujet solo puede reconocers rimero alienandos¢. Solo pue- de, pues, encontrarse suprimien do el alter ego del yo. Aqui se desarrolla la dimensién, muy distinta de la agresion, que en adelante se Ila- Ahora es s preciso que retomemos el proble- ma en estos dos registros: cuesti6n de la pala- bra y cuestién de lo imaginario. Como les mostré de manera resumida, la palabra desempena | un_ papel esencial de mg diacion. A partir del momento en que se reali- 26, la mediacién cambia a los dos partenaires 36 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO ¥ LO REAL presentes, Esto no tiene nada que no nos sea dado hasta en el registro semAntico de ciertos grupos humanos. Lean en este sentido el libro de Leenhardt, De Kamo. No es un libro que merezca todas Jas reco- mendaciones, pero es bastante elocuente y particularmente manejable. Resulta excelente como introduccién para quienes necesitan ser imrroducidos. Veran que se produce en los ca- nacos algo muy particular en el plano seman- nico, a saber, que el término «palabra» signifi- ca algo que va mucho mas lejos que lo que Ila- miamos de este modo. Es asimismo una accién. Por otra parte, para nosotros también la pales ceils ae bea. dada es igualmente una forma de acto. Pe- | ro ro es ademas a veces un objeto, es decir, algo a que se lleva, una gavilla. Es cualquier cosa, lo; mac sea, pero, de alli, existe algo que, ~ Conviene hacer también otra observacién. Esta palabra mediadora no es pura y simple- | mente mediadora en este plano elemental. | Entre dos hombres, ella permite trascender la | selaciOn agresiva fundamental en el espejismo ' ael semejante, E incluso debe ser otra cosa maxx distinta, porque si nos detenemos a pen- 37 sage oo aoe JACQUES LACAN - sar, se ve que no solo constituye esta media- cién, sino también, la realidad misma, ee Esto es completamente evidente si conside- ran lo que se llama una estructura elemental, er es decir, arcaica, del __parentescg. No siempre pevniebpsiterrncencere son elementales Jas estructuras del parentes- co. Las nuestras, por ejemplo, son especial- mente complejas, pero, a decir verdad, estas no existirian sin el sistema de palabras que las expresan. Y el hecho es que las prohibiciones que regulan entre nosotros el intercambio hu- mano de las alianzas, en el sentido propio de la palabra, se reducen a un numero excesiva- mente restringido. Por eso, tendemos a con- SATE: fundir términos como padre, madre, hi On St teat FSI cétera, con, relaciones, reales. Esto es porque eel sistema de relaciones de parentesco es extre- madamente reducido en sus limites y su cam- po. Pero se trata de simbolos. or Aart Masserman escribié al respecto, en el Inter- national Journal of Psychoanalysis de 1944, un lindo articulo llamado «Language, behavior and dynamic psychiatry». Uno de los ejem- plos que da muestra bastante bien la debili- dad del punto de vista conductista. El cree re- solver e] problema del simbolismo del lengua- 38 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL je con el ejemplo del condicionamiento. Se habria provocado de manera regular la reac- cién de contraccién de la pupila a la luz al mismo tiempo que se tocaba una campanilla. A continuaci6n se suprime la excitacién de la luz y la pupila se contrae cuando se agita la campanilla. Finalmente se obtendria la con- tracci6én de la pupila con la simple audicién de la palabra contract. aCreen que se resuelve asi la cuestion del lenguaje y la simbolizacién? Pero si, en lugar de contract, se hubiera dicho otra cosa, se habria obtenido exactamente el mismo resultado. No se trata del condiciona- miento de un fenémeno. Lo que esta go en los sintomas ecnune nee teatmeae con el sistema entero del lengu: SER Re RS EG de las significaciones de las relaciones inter: nase Pare El andlisis recorta con mucha precisién es- tas observaciones y nos muestra en detalle su al- cance y presencia. Este es, en efecto, el extremo de lo que acabo de decirles: toda relacién ana- ae lizable, es decir, interpretable simbolicamente, Ss ¥ se inscribe siempre en una relacién de tres. x Ya lo habiamos visto en la estructura misma de la palabra: lo que se realiza libidinalmente 39 JACQUES LACAN entre tal y tal sujeto demanda mediacion. De aqui el valor de ese hecho, afirmado por la doctrina y demostrado por la experiencia, de que finalmente nada se interpreta —porque de esto se trata— mas que por medio de la realiza- cion edipica. Esto significa que toda relacién de dos est siempre mas 0 menos marcada por el estilo de lo imaginario. Para que una rela- cién adquiera su valor simb6lico, se necesita la mediacién de un tercer personaje que realice respecto del sujeto el elemento trascendente, gracias a lo cual su relacién con ei objeto pue- de sostenerse a cierta distancia. Entre Ja relacién imaginaria y la relacién simbGlica existe toda la distancia que existe en la culpabilidad. Por eso, como muestra la ex- periencia, siempre se prefiere la culpabilidad a la angustia. ~~” Sabemos por los progresos de la doctrina y la teoria de Freud que la angustia siempre es- { ta ligada a una pérdida, es decir, a una trans- formacion del yo, es decir, a una relacién de dos a punto de desvanecerse, y a la que debe .suceder otra cosa, que el sujeto no puede abordar sin cierto vértigo. Este es el registro y la naturaleza de la angustia. Desde que se in- 40 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL troduce el tercero, que entra en la relacién narcisista, se abre la posibilidad de una me- diacién real, esencialmente por medio del personaje que, en relacién con el sujeto, re- presenta un personaje trascendente, en otras palabras, una imagen de dominio mediante la cual su desea y su cumplimiento pueden rea- lizarse simbélicamente. En ese momento in- terviene otro registro que es el de la ley o el de la culpabilidad, segun el registro en que se lo viva. Les parecer4 que resumo un poco. Creo, sin embargo, que no los despisto demasiado, puesto que son también cosas que he repetido varias veces en nuestras reuniones. Aun me gustaria subrayar un punto impor- tante relativo al registro de lo simbdlico. Desde que se trata de do simboligg como eso _en lo que el sujeto se compromete en una _ relacién propiamente humana, desde que se trata de un com en el registro del yo | amo, bay siempre_algo. probl ve gee 52.PIO 41 JACQUES LACAN importante considerar el elemen: poral, que plantea todo un registro de problemas que deben ser tratados paralelamente a la cuestion de la relacién de lo simbélico y lo imaginario. La cuestién de la Sonstitucion tempoyal de la accion humana, es inseparable de la primera. Aunque no pueda esta tarde abordarla en toda su amplitud, por lo menos debo indicar que no cesamos de encontrarla en el andlisis, y de la manera mas concreta. Alli también, para comprenderla, conviene partir de una nocién estructural, y si puede decirse asi, existencial, de la significacién del simbolo. Uno de los puntos aparentemente ms esta- blecidos de la teoria analitica es el del au toma- tismo, del pretendido automatismo de repeti- ci6én, cuyo primer ejemplo mostré tan bien Freud en Mas alld del principio de placer. Se ve c6- mo se produce el primer dominio: el nifio anu-_ la su juguete por la desaparicién. Esta repeti- cién primitiva, esta (éscansion ‘temporal. hace que se mantenga la identidad del objeto tanto nla presencia como en ja ausencia, Aqui tenemos el alcance exacto, la signifi- cacién del (simbolo, én la medida en que este i 42 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL se refiere al objeto, es decir, a lo que se lama _ el concepto. Ahora bien, encontramos aqui ilustrado algo que parece tan oscuro cuando se lo lee en Hegel, a saber, que el concepto eg el tiempo. Se necesitaria una conferencia de una hora para demostrar que el concepto es el tiempo. Curiosamente, el senor Hyppolite, en su traduccién de La fenomenologia del espiri- tu, se content6 con poner una nota diciendo que era uno de los puntos mas oscuros de la teoria de Hegel. Pero, gracias al ejemplo de Freud,) pueden palpar esa cosa simple que consiste en decir que el simbolo del objeto es. Sexes ERS ATs justamente ese objeto, Cuando y: te, siempre z ahi, siempre a su_disposicion.Vol- Ait ete ct vemos a encontrar la relacién que hay entre el simbolo y el hecho de que todo lo que es hu- mano se conserva como tal. Cuanto mas hu- mano es, mas esta preservado del aspecto inestable y descompensador del proceso natu- ral. El hombre hace subsistir en cierta perma- nencia todo lo que ha durado como humano, y, ante todo, a si mismo. 43 JACQUES LACAN Busquemos un ejemplo. Si hubiera queri- do tomar la cuestién del simbolo por otra punta, en lugar de partir del término, la pala- bra o la gavilla, habria partido del timulo so- bre la tumba del jefe o sobre la tumba de cual- quiera. La especie humana se caracteriza justa- mente por rodear el cadaver con algo que constituya una sepultura, por mantener el he- cho de que algo ha durado. El tamulo o cual- quier otro signo de sepultura merece muy exactamente el nombre de «simbolo»; es algo humanizante. Llamo «simbolo» a todo aque- lo cuya fenomenologia he intentado mostrar. Si les senalo esto, evidentemente es por al- go. En efecto, la teoria de Freud debié abrirse camino hasta la nocién que ella misma desta- cé de un instinto de muerte. Los que después acentuaron Gnicamente e] elemento de resis- tencia, es decir, el elemento de accién imagi- naria durante la experiencia analitica, anulan- do mas o menos la funcién simbélica del len- guaje, son los mismos para los que el instinto de muerte es una nocidn sin razén de ser. Realizar, zarjen el sentido literal de la palabra, devolver a ci a cierto real la imagen, habiendo in- cluido en ella, por supuesto, como una fun- 44 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL cién esencial un signo particular de este real, devolver a lo real la expresion analitica, siem- pre es correlativo —enire quienes la desarro- lan en este registro porque no tienen mas que este registro— del aislamiento, hasta de la ex- clusi6n de lo que Freud ubicé bajo el rétulo del instinto de muerte y que llamo, aproxima- damente, automatismo de repeticion. Reich nos proporciona un ejemplo caracte- ristico de esto. Para él, todo lo que el paciente cuenta es flatus vocis, es la manera en que el instinto manifiesta su armadura. Punto que es significativo, muy importante, pero como un tiempo de la experiencia. En la medida en que se deja de lado toda la experiencia en tan] to que simbdlica, se excluye el propio instinto! de muerte. Por supuesto, este elemento de la muerte no solo se manifiesta en el plano del simbolo, también se manifiesta en el registro narcisista._ Pero alli se trata de otra cosa. La muerte en el registro narcisista esta mucho mas cerca de es- te elemento de nadificacién final que se liga a todo tipo de desplazamiento, y del que se pue- de pensar, como ya indiqué, que es el origen, la fuente de la posibilidad de transaccién sim- 45 JACQUES LACAN bélica de lo real. Pero es también algo que tie- ne mucha menos relacién con el elemento du- racién, con la proyeccién temporal, con el fu- turo como términe esencial al comportamien- to simb6lico como tal. Como se dar4n cuenta, me veo forzado a avanzar un poco rapido. Hay mucho para de- cir sobre todo esto. El analisis de nociones tan diferentes como Jas que corresponden a los términos resistencia, resistencia de transferen- cia, transferencia como tal, la distincién entre lo que hay que llamar propiamente transfe- rencia y lo que hay que dejar a la resistencia, todo esto puede bastante facilmente inscribir- se en relacién con las nociones fundamentales de lo simbélico y lo imaginario. Para terminar, simplemente me gustaria ilustrar mis palabras. Siempre hay que dar una breve ilustracién de lo que se cuenta. Solo se trata de una aproximacién respecto de ele- mentos de formalizacién que he desarrollado mucho mas con los alumnos del Seminario, por ejemplo, en Fl Hombre de las Ratas. Se puede lograr formalizar completamente con la ayuda de elementos como los que les indica- ré. Esto les mostrara lo que quiero decir. 46 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL He aqui cémo un anilisis podria, muy es- quematicamente, inscribirse desde su comien- zo hasta su final: rS — rT — if —iR —iS — sS - SI-SR-7rR—r1S, es decir, realizar el simbolo. 7S: es la posicién de partida. El analista es un personaje simbdlico, y en calidad de tal us- tedes vienen a buscarlo, en la medida en que él mismo es a la vez el simbolo de la omnipo- tencia, que él mismo ya es una autoridad, el amo. En esta perspectiva el sujeto lo busca y él se ubica en cierta postura que es aproximada- mente la que sigue: Es usted quien tiene mi ver- dad. Esta postura es completamente ilusoria, pero es la postura tipica. rf; después tenemos la realizacién de Ja imagen, es decir, la instauraci6n mas o menos narcisista en Ja que el sujeto se entrega a cier- ta conducta que es justamente analizada como resistencia. :Debido a qué? A cierta relacién il, IMAGINACION IMAGEN 47 JACQUES LACAN aE es Ia captacion de la imagen que es esencialmente constitutiva de toda realiza- cién imaginaria en la medida en que la consi- deramos como instintual, Esta realizacién de la imagen hace que el picén hembra quede cautivado por los mismos colores que el pi- cén macho y que entren Progresivamente en cierta danza que los conduce ya saben dénde. éQué es lo que la constituye en la experiencia analitica? Por ahora lo Pongo en un circulo. Ver mas adelante. Después de esto tenemos iR, donde I se transforma en R. Esta es la fase de resisten- cia, de transferencia negativa, o incluso, en ultima instancia, de delirio, que hay en el andlisis. Algunos analistas tienden cada vez mas a realizarla. El andlisis es un delirio bien or- genizado es una formula que escuché de boca de uno de mis maestros: es parcial, pero no inexacta. éQué ocurre después? Si la salida es buena, Si el sujeto no tiene todas las disposiciones pa- ¥a ser psicética, en cuyo caso permanece en el estadio iR, pasa a iS, la imaginaci6n del simbo- lo. El imagina el simbolo. Tenemos en el ana- lisis miles de ejemplos de la imaginacién del 48 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO ¥ LO REAL simbolo, por ejemplo, el suefo. El suefio es una imagen simbolizada. Aqui interviene sS, que permite la inver- sidn; es la simbolizacion de la i agen, en otras palabras, lo que llamamos la interpretacién. Se la alcanza Unicamente después del fran- queamiento de la fase imaginaria que engloba aproximadamente +I ~ if — iR — iS. Comienza entonces la dilucidaci6n del sintoma por la in-. terpretacion, gS — SE A continuacién tenemos SRY que es, en su- ma, el extremo de toda salud. No es, como se cree, adaptarse a un real mas 0 menos bien de- finido o bien organizado, sino hacer recono- cer su propia realidad, en otras palabras, su a ee a . propio deseo. Como subrayé un montén de veces, es hacerlo reconocer por_sus semejan- ne ma tes, es decir, simbolizarlo.. En ese momento, volvemos a encontrar 7R, lo que nos permite llegar al final al 7S, es de- cir, Muy exactamente a aquello de lo que par- timos. No puede ser de otro modo, porque si el analista es humanamente valido, esto solo ~~ puede ser circular. Y un andlisis puede com- prender varias veces este ciclo. 49 JACQUES LACAN | iSes la parte propia del anilisis, es lo que se llama equivocadamente la comunicacién de los inconscientes. El analista debe ser capaz de comprender el juego que juega su sujeto. Debe comprender que él mismo es el picén macho o hembra, segiin Ja danza que ejecuta su sujeto. El sS es la simbolizacién del simbolo que debe hacer el analista. No encuentra dificul- tad en ello, ya que él mismo es un simbolo. Es preferible que lo haga acabadamente, con cul- tura e inteligencia. Por eso, es preferible, ne- cesario, que el analista tenga una formacién lo mas completa posible en el orden cultural. Cuanto mas sepan al respecto, mas valor ten- dra. Esto; sS,/solo debe intervenir después del franqueamiento de cierta etapa. EI sujeto forma siempre, mas 0 menos, cier- ta unidad, mas o menos sucesiva, cuyo elemen- to esencial se constituye en Ja transferencia. Y el analista simboliza el supery6 que es el sim- bolo de los simbolos. Ek supery6 es simple- mente una palabra que no dice nada. Al ana- lista no le cuesta precisamente nada simnboli- zarla. Esto es precisamente lo que hace. El rRes su trabajo, impropiamente designa- do con el término de la famosa neutralidad vo, — \ \ 50 ; 4 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL benévola de la que se habla a diestra y sinies- tra, y que simplemente quiere decir que, para un. analista, todas las realidades son en suma_ equivalentes, | todas son realidades. Se parte de la idea de que todo lo que es real es racional, y al revés. Y esto le debe conferir esa benevo- fencia contra la que se estrella la transferencia negativa, y que le permite conducir a buen puerto el analisis. Todo se dijo un poco rapidamente. Hubie- ra podido hablarles de muchas otras cosas. Pe- ro no era mas que una introducci6n, un prefa- cio a lo que intentaré tratar mas completa y concretamente en el informe que espero pre- sentarles préximamente en Roma sobre el} te- ma del lenguaje en el psicoandlisis. DIscusIGN E] profesor Lagache agradece al conferen- ciante y abre la discusion. La senora Marcus- Blajan indica no haber comprendido algunas palabras, por ejemplo, «trascendente». Lo que el orador dijo sobre la angustia y la culpabili- dad le hizo pensar en !a agorafobia. 51 JACQUES LACAN J. L. —La angustia se liga a la Ja relacion Thar cisista, que la sefora Blajan ilustra de manera muy bonita con la agoralobim, ,porque no hay re comonte un caso en mi seminario, siem- pre mostré los diferentes tiempos de reaccién del sujeto. Gada vez que se produce un fend- meno en dos tiempos, en la obsesién por ejemplo, el primer tiempo es 1 angustia, ¥ el ad, que da sosiego a la angustia « enel registro de la culpabilidad. La palabra ‘«trascendente» le resulté oscu- ra. No es sin embargo una palabra muy meta- fisica, ni tampoco metapsicoldégica. Trataré de ilustrarla. Qué significa en la ocasi6n precisa en que yo la utilicé? En la relacion con su semejante, en la rela__ cién de dos, en la relacion narcisista, siempre hay para el sujeto algo que se desvanece. El siente que es. el otro, y el otro es él. Este suje- to definido xeciprocamente es uno de los tiempos esenciales de la constitucién del suje- to humano. Es un tiempo donde él no puede subsistir, aunque su estructura esté siempre a punto de aparecer, y muy precisamente en al- gunas estructuras neuroticas. Alli donde la 52 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL imagen especular se aplica al maximo, el suje- to no es m4s que el reflejo de si mismo. Por eso su necesidad de constituir un punto que constituye lo que es trascendente. Es justa- mente el otro como otro. Pueden darse miles de ejemplos, Retome- mos el de la fobia; el hecho de que a una an- gustia semejante corresponda, justamente, el hecho de subsistir en el partenaire humano al- go tan extrano, tan separado de la imagen hu- mana como lo es la imagen animal. Hay algo muy seguro entre todo lo que podamos pensar del origen hist6rico real del totemismo —que no es transparente pese a los trabajos que le fueron consagrados-, y es que esta en todo ca- so ligado a la interpretacién del canibalismo, es decir, que no se puede comer al otro. El mo- do de relaci6én humana mas primitivo es cier- tamente Ja absorcién de la sustancia del seme- Jjante. Se ve claramente entonces que la fun- cién del totemismo es hacer un sujeto trascen- dente al semejante. No creo que el doctor Ges- sain me contradiga. Volvemos a encontrar aqui uno de los pun- tos que mas les interesan, la relaci6n entre ni- nos y adultos. Para el nifio, los adultos son tras- 53 Ve JACQUES LACAN cendentes en la medida en que estan iniciados. | Lo mas curioso es que los nifios no son menos © trascendentes para los adultos. Por un sistema | de reflexion caracteristico de toda relaci6n, el — nifio se vuelve para los adultos el sujeto de to- dos los misterios. Este es el fundamento de esa confusién de lenguas entre nifos y adultos que debemos tener en cuenta cuando se trata de intervenci6n sobre los ninos. Habria otros ejemplos para dar, en particu- lar sobre lo que constituye la relacién edipica de tipo sexual, que es algo del sujeto y que al mismo tiempo lo sobrepasa. Hay alli constitu- cién de una forma a cierta distancia. Serge Leclaire —Usted nos hablé de lo sim- bélico, de lo imaginario, pero estaba lo real, de lo que no habl6. Jj. L.—Sin embargo, un poco hablé. Lo real es la totalidad 0 el instante que se desvanece. En la experiencia analitica, para el sujeto_es_ siempre el choque con alguna cosa, por ejem- plo, el silencio del analista. A través del didlogo analitico se produce al- go completamente sorprendente sobre lo que 54 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL no pude insistir. Es un hecho de la experien- cia analitica que valdria, por si solo, mucho mas que una comunicacion. Tomo un ejemplo completamente concreto, el de los suefios, de los que no sé si ya dije que estan compuestos como un lenguaje. En el anilisis, sirven de lenguaje. Un sueno en el medio o al final del analisis es una parte del didlogo con el analis- ta. Pues bien, :c6mo es que estos suenos, y mu- chas otras cosas mas, la manera en que el suje- to constituye sus simbolos, llevan la marca ab- solutamente sorprendente de la realidad del analista, a saber, de la persona del analista tal como esta constituida en su ser? ¢COmo es que a través de esta experiencia mmaginaria y sim- bélica se desemboca en su ultima fase en un conocimiento limitado, pero sorprendente, de la estructura del analista? Esto plantea por si solo un problema que no pude abordar esta tarde. Georges Mauco—Me pregunto si no hay que recordar los diferentes tipos de simbolos. J. £. —El simbolo es primero un emblema. 55 JACQUES LACAN Georges Mauco—E] simbolo es lo vivido. Por ejemplo, la casa, primero experimentada por un simbolo, es a continuacién elaborada co- lectivamente, disciplinada colectivamente. Re- cuerda siempre la palabra «casa». j L. —Déjeme decirle que no comparto en absoluto esa opinién. Jones elabora un breve catalogo de los simbolos que encontramos en las raices de la experiencia analitica, que constituyen los sintomas, la relacién edipica, etcétera, y demuestra que se trata siempre y esencialmente de temas afines a las relaciones de parentesco, a la autoridad del amo y a lo relativo a la vida y la muerte. Todo aquello de lo que se trata alli son evidentemente simbo- los. Son precisamente elementos qué no tie- nen absolutamente nada que ver con la reali- dad. Un ser completamente enjaulado en la realidad, como el animal, no tiene ninguna idea al respecto. Se trata justamente de puntos donde el simbolo constituye la realidad humana, donde él crea esta dimensién humana sobre la que Freud insiste a cada paso cuando dice que el neurético obsesivo siempre vive en el registro 56 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL de lo que implica el maximo de elementos de incertidumbre, la duracién de la vida, la pater- nidad, etcétera. Nada de esto tiene evidencia sensible en la realidad humana. Esta construi- do, y construido primitivamente, por ciertas relaciones simbélicas que después pueden confirmarse en la realidad. El padre es efecti- vamente el genitor. Pero antes que lo sepamos de fuente segura, el nombre del padre crea la funcién del padre. Creo entonces que el simbolo no es una ela- boracién de la sensacién, ni de la realidad. Lo que es propiamente simbélico -incluyendo los simbolos mas primitives— introduce en la reali- dad humana otra cosa, diferente, que constitu- ye todos los objetos primitives de verdad. Lo notable es que los simbolos, los simbo- los simbolizantes, son todos de este registro. La creacién de simbolos introduce una reali- dad nueva en la realidad animal. Georges Mauco — ... pero sublimada y ela- borada. Esto da la base del lenguaje ulterior. Jj. L, —En eso estoy totalmente de acuerdo. Por ejemplo, para designar las relaciones, los 57 JACQUES LACAN légicos mismos recurren naturalmente al tér- mino «parentesco». Es el primer modelo de una relaci6n tansitiva. Octave Mannoni —E] pasaje de la angustia a la culpabilidad parece ligado a la situacién analitica. La angustia puede conducir a la ver- guenza y no a la culpa. Cuando la angustia no evoca la idea del que castiga, sino de un aban- dono, aparece la vergiienza, La angustia pue- de asimismo no traducirse en culpabilidad, si- no en duda. Me parece que es porque el ana- lista est4 alli que la angustia se transforma en culpabilidad. j. L. —Completamente de acuerdo. Esa es una situacién privilegiada en la experiencia analitica que hace que el analista detente la palabra, que juzgue, porque el analista se orienta enteramente en un sentido simbélico, porque el analista fo sustituy6 por eso que fal- ta, porque el padre no ha sido mas que un su-_ peryé, es decir, una ley sin palabra, en la me- dida en que esto es constitutivo de la neurosis, que la neurosis se define por la transferencia. Todas estas definiciones son equivalentes, 58 LO SIMBOLICO, LO [MAGINARIO Y LO REAL Hay, en efecto, infinitas apreciaciones de la reaccion de la angustia, y no se excluye que al- gunas de estas reacciones aparezcan en el ana- lisis. Cada una merece ser analizada como tal. El problema de la duda esta mucho mAs cerca de la constituci6n simbdélica de la reali- dad, y es de alguna manera previo. Si hay una posicion que se pueda calificar esencialmente, en el sentido en que lo entien- do, de subjetiva, es decir, que es ella la que constituye toda la situacién, es esta. (Cuando y cémo se realizaP Esto merece un desarrollo aparte. Wladimir Granoff plantea una pregunta sobre el fetichismo. j. L. —En efecto, no retomé el fetichismo. El fetiche es una transposicion de lo imagina- rio. Se vuelve un simbolo. Pregunta del doctor Pidoux. J. L. —El simbolo interviene en el menor acting-out. 59 JACQUES LACAN Didier Anziew —A) elaborar la teoria clini- ca, Freud tomé modelos de las teorias de su época. Me gustaria saber si estos modelos per tenecen al registro del simbolo 0 al de Jo ima- ginario, y qué origen darles. En cuanto al co- mienzo del esquema que usted propone hoy, ¢se trata de un cambio de modelo para pensar los datos clinicos adaptado a la evolucion cul- tural, o de algo distinto? J: £. Se adapta mas a la naturaleza de las cosas, si consideramos que todo aquello de lo que se trata en el anilisis es del orden del len- guaje, es decir, a fin de cuentas, de una logica. Eso es lo que justifica esta formalizacién, que interviene como una hipstesis. En cuanto a lo que usted dice de Freud, no estoy de acuerdo con que, sobre el tema de la transferencia, él haya tomado modelos atomis- ticos, asociacionistas, hasta mecanicistas, del estilo de su época. Me sorprende la audacia con la que en el registro de la transferencia ad- miti6 no repudiar el amor, pura y simplemen- te. El no considera en absoluto que esto sea una imposibilidad, un atolladero, algo que sa- le de los limites. Vio muy bien que la transfe- Ne 60 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL rencia_es la realizaci6n misma de la relacién humana en su forma mas elevada, la realiza- cin del simbolo, que esta al comienzo y tam- bién al final de todo esto. En el comienzo y el final siempre esta la transferencia. Al comienzo, en potencia, dado que el sujeto viene, la transferencia esta alli, lis- ta para constituirse. Esta alli desde el comienzo. Que Freud haya introducido en ella el amor es algo que debe mostrarnos hasta qué punto daba a las relaciones simbélicas su al- cance en el] plano humano. En efecto, si debe- mos otorgarle un sentido a esa cosa limite de la que apenas se puede hablar que es el amor, es este: la conjuncioén total de la realidad y el simbolo, que hacen una misma y Unica cosa. Frangoise Dolto —Dices realidad y simbolo. éQué entiendes por realidad? j. L. —Un ejemplo. La encarnacién del amor es el don del hijo, que, para un ser hu- mano, tiene ese valor de algo mas real. Francoise Dolte —Cuando nace el nino, él es simbélico del don. Pero también puede haber 61 JACQUES LACAN don sin nino. Puede, pues, haber palabra sin lenguaje. j. L. —Justamente, siempre estoy presto a decirlo, el simbolo supera la palabra. Frangoise Dolio Siempre arribamos a: ;qué es lo real? Y escapamos a ello todo el tiempo. Y hay también otra manera de aprehender la realidad psicoanalitica, que para mi psicologia resulta muy extrema. Pero ti eres un maestro tan extraordinario que uno puede seguirte aun cuando solo comprenda después. La aprehensién sensorial es un registro de la realidad y tiene cimientos que me parecen mas seguros, previos al lenguaje. Si no hay imagen del cuerpo propio, todo pasa para el adulto por la expresion verbal de lo imagina- rio. Desde que el otro tiene orejas, no se pue- de hablar. Jj L. —éPiensas mucho ti en el hecho de que el otro tiene orejas? Francoise Dolto —No yo, los nifios. Si hablo, €s porque sé que hay orejas. No hablaria de es- 62 LO SIMBOLICO, LO IMAGINARIO Y¥ LO REAL to antes de la edad edipica. Se habla incluso si no hay orejas. Pero después de la edad edipi- ca, no se puede hablar si no hay orejas. jf L. —i Qué quieres decir? Frangoise Dolto —Para hablar, es preciso que haya boca y orejas. Entonces queda una boca. Jj £. —Es lo imaginario. Francoise Dolto —Ayer tuve un ejemplo de esto con un nifo mudo que dibujaba ojos sin orejas. Como él es mudo, le dije: No sorprende que ese no pueda hablar, puesto que no tiene boca. Intenté con un lapiz poner una boca. Pero se la puso al nino en un lugar que cortaba el cue- No. El perderia la cabeza si hablaba, perderia la inteligencia, perderia la nocién de un cuer- po vertical. Para hablar, se necesita la certeza de que hay una boca y de que hay orejas. Jj. L. —Si, no veo inconveniente. Pero los hechos muy interesantes que ti destacas estan del todo ligados a algo completamente dejado de lado, la constituci6n de la imagen del cuer- &3 2 JACQUES LACAN po en tanto que Urbild del yo, con ese filo am- biguo, el cuerpo despedazado. No veo a dén- de quieres llegar. Francoise Dolta —El lenguaje no es mas que una de las imagenes, no es mas que una de las manifestaciones del acto de amor, una de las ma- nifestaciones donde el ser, en el acto de amor, esta despedazado. No estamos completos, puesto que necesitamos completarnos cuan- do necesitamos la palabra. El no sabe lo que dice, es el otro, si lo escucha. Lo que pasa por el lenguaje puede pasar por muchos otros medios. Octave Mannoni —Una observacién. Los di- bujos no son imagenes, sino objetos. El pro- blema es saber si la imagen es simbolo 0 reali- dad, lo que es extremadamente dificil. Jj. L. —Uno de los modos mas accesibles pa- ra abordar, por lo menos en la fenomenologia de la intencién, lo imaginario, es todo jo que es reproduccién artificial. 64 Introduccion a los Nombres del Padre No tengo la intencién de Yevar a cabo nin- gun ejercicio que produzca un inesperado efecto teatral. No esperaré el final de este se- minario para decirles que este es el Ultimo semi- nario que daré. Por otra parte, para algunos, iniciados en las cosas que pasan, esto no sera una sorpresa. Hago esta declaracién para los otros, en consi- deraci6n a su presencia. Pido que se guarde un silencio absoluto du- rante esta sesiOn. Hasta anoche, muy tarde, cuando se me anunci6 cierta novedad, crei que les daria este ano lo que les vengo dando desde hace diez. Mi seminario de hoy estaba preparado con el mismo cuidado que le dedico siempre, cada semana. No creo poder hacer nada mejor que 67 JACQUES LACAN darselos tal cual, disculpandome por que no deba tener continuaci6n. Anuncié que este afio hablaria de tos Nom- bres del Padre. No me sera posible hacerles entender du- rante esta primera exposicién el porqué de es- te plural. Por lo menos, veran el inicio de lo que pensaba ofrecer como desarrollo de una nocién que empecé a esbozar desde el tercer ano de mi Seminario, cuando traté el caso Schreber y la funcién del Nombre del Padre. Puesto que hoy se decidié que me detenga aqui, seré quizd mas cuidadoso que nunca al puntualizarles en mi ensefanza pasada las in- dicaciones en las que ustedes habrian podido fundar los lineamientos del Seminario de este ano. Este aio pretendia enlazar para ustedes los seminarios de los dias 15, 22 y 29 de enero y 5 de febrero de 1958, que se refieren alo que Hamé la nie 20 de dici feridos a la funcién del nombre propio, los se- bré dé 1961 y los que siguen, re- nainarios de mayo de 1960 que se refieren a lo 68 INTRODUCCION A LOS NOMBRES DEL PADRE concerniente al,drama del padre en la trilogia claudeliana, finalmente el seminario del 20 de diciembre de 1961, seguido por los seminarios de enero de 1962 referidos al nombre propio. Que remita a mis seminarios pasados a aquellos que querran intentar ver en qué di- reccién pretendia seguir mi discurso les mues- tra que hay una direcci6n ya muy avanzada en su estructuraci6n que me habria permitido dar este afio el siguiente paso. Este paso siguiente se enlaza con mi Semi- nario sobre la angustia. Por eso tenia la inten- cién -y mantendré mi palabra— de mostrarles por qué habfa que dibujar el relieve que ofre- cié mi ensefanza el afio pasado. Durante ese Seminario, destaqué formulas como esta: la angustia es un afecto del Sujeto, No expuse esta formula sin ordenarta con las fun- ciones que largamente asenté en la estructura, especialmente la del sujeto, definido como el sujeto que habla, que se funda y determina en un efecto del Significante. gEn qué tiempo, si es que puedo decir «tempo» (admitan que este término infernal solo se refiere por ahora al nivel sincrénico), en qué tiempo este sujeto se ve afectado por la 69

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