Libro Derribando Fronteras

Proyecto social de jóvenes para jóvenes y niños andinos
Derribando fronteras...Nos
ENCONTRAMOS
Al Narrarnos
©2019 Gobernación de Antioquia
Primera edición: Diciembre de 2019
ISBN: 978-958-8955-87-2
Coordinador de edición:
Gustavo Jaramillo Franco
Revisión de textos:
Katherin Paola Zapata Posada
Carlos Arturo Ospina Cruz
Diseño y diagramación:
Lina Marcela Lozano de la Ossa
Daniel Jaramillo Marín
Distribución gratuita
Esta es una publicación oficial de la Secretaría de Educación del departamento de Antioquia. Se realiza en
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Contenido
Presentación�� 6
Derribar Fronteras para Encontrar-Nos�� 7
La perla más valiosa del universo�� 11
Matt y su odisea: Abre tus ojos para que puedas abrir tu corazón�� 16
Un portal para mirar�� 19
Una oportunidad para compartir�� 20
Un día en el cielo�� 21
Una experiencia de vida�� 23
Sueños de niños, sueños de ángeles�� 25
Nada nos cuesta �� 26
Una seguridad que se contagia�� 28
Dar de mi tiempo para dar y recibir vida�� 29

Cada uno es un mundo diferente�� 31
Aprender juntos, para enseñar juntos�� 32
Conociendo otras comunidades�� 33
Mi pacto de confianza�� 34
Igualdad�� 35
La perla encontrada y mil historias aprendidas�� 36
Apoyar y acoger para no caer�� 37
Es prudente conocer lo que se puede conocer �� 38
Un gran encuentro que invadió mi vida�� 40
Cambio que cambia�� 41
Sueños que comienzan�� 42
Corazón de oro�� 43
Una inocencia común�� 44
Ahora veo el mundo de otra manera�� 45
Camino hacia la confianza�� 46
Triste realidad�� 47
Lo mejor de la vida�� 48
Conocer qué es vivir�� 52
Solo felicidad y grandes recuerdos�� 56
Y por qué ingresé en el proyecto�� 57
Mi primera experiencia�� 58
Abrir de mí ser�� 60
Mejor dejar huellas, que cicatrices�� 62
Detenerse, reflexionar, ayudar y aprender�� 63
Primer trabajo de campo�� 65
Talegos de Dios�� 69
Un ciclo que se cierra�� 72
Mi lugar favorito �� 74
Un día tal�� 75
Lugares en los se respira vulnerabilidad�� 76
Juegos … encuentros de sonrisas�� 77
Lo que creía�� 78
¿Qué es?�� 79
Un cambio�� 81
Un gran sueño�� 83
Los ojos de cristal�� 84
Las máscaras de la sociedad�� 85
Mi opinión sobre el proyecto y mi reacción en el primer encuentro�� 86
La niña�� 87
La felicidad depende de ti, no de los demás �� 88
Goals fulfilled�� 89
Un cambio radical�� 92
Reflexión sobre mi experiencia en el grupo “derribando fronteras”

para construir sueños�� 93
Otra opción para ese futuro con sueños�� 97
Una mirada y sonreirás�� 100

Derribando fronteras... 4
El valor de la vida�� 103
Mi historia de vida�� 104
Un posible cambio�� 106
Cambio de perspectiva�� 108
¿Por que razón esto? �� 109
Estoy feliz�� 110
Un regalo de mí para ti�� 111
Un susto sin precedentes�� 112
La inocencia de los niños �� 113
La droga una salidad de la realidad�� 115
Derribando fronteras para cambiar el mundo�� 117
Proyecto derribando fronteras�� 119
Derribando fronteras y construyendo sueños�� 121
El niño que cambia vidas�� 122
Corazón palpipante.�� 123
Nuestra Sociedad, un compromiso de todos�� 124
Lo que encontré en sus ojos�� 126
Experiencias enriquecedoras�� 127
Gracias a ellos me convertí en el mejor portero�� 128
Y recorrí lo que nunca había transitado�� 130
No hay nada mejor que hacer las cosas de corazón�� 132
Su sonrisa valió cada gota de sudor�� 134
Confiarnos para ayudarnos�� 136

Sonrisas de angeles�� 137
Aquel luchador�� 138
Enseñanzas�� 140
Zapatos rotos�� 142
Sonrisa de un niño�� 143
Tarde con los niños de corid�� 144
Una enseñanza, un aprendizaje, una experiencia�� 145

La sonrisa más radiante�� 147
Mi primer acercamiento�� 148
Tras una hermosa inocencia�� 150
El proyecto que nace en mí�� 152
Agradecer es lo que nos falta�� 153
El reconocimiento�� 154
El tiempo�� 155
Camino de ilusión�� 156
Realidades ocultas�� 157
Oscuridad�� 159
Amor a lo desconocido�� 161
Sonrisitas llenas de amor�� 162
Aprendizaje de amor, paciencia y sacrificio�� 164

6
***
Presentación
***
“La experiencia es eso que me pasa. Posee un principio de reflexibilidad porque
tiene un movimiento de ida y vuelta. Principio de subjetividad porque el sujeto
es capaz de dejar que algo le pase, es decir, que algo le pase a sus palabras,
ideas, sentimientos, representaciones. Y principio de transformación porque la
experiencia forma y transforma al sujeto”
(Jorge Larrosa)
Estimado lector, el texto que usted tiene en sus manos recoge las vivencias y reflexiones
que, a lo largo de ocho años, los jóvenes del municipio de Andes han realizado con relación
a su ser y acontecer cotidiano en las zonas periféricas del casco urbano. Cada uno de ellos
se ha aventurado a salir de su zona de confort, recorriendo espacios que nunca antes
habían caminado por miedos, ideas preconcebidas, indiferencias o tal vez porque no había
necesidad de hacerlo. Al asumirlo, se dieron la oportunidad no solo de conocer realidades
que no sabían que existían sino sobre todo vincularse con personas que expresan en sus
gestos y palabras, las memorias que guardan en su mente y corazón.
Se dieron la oportunidad de relacionarse con los niños y preadolescentes de estos lugares

escuchando sus historias, gozando con sus travesuras y ocurrencias, recibiendo, dando
abrazos y sonrisas, llorando con aquellos que tienen sufrimientos profundos en el alma y
soñando con ellos posibilidades de transformación.
Te invitamos a entrar a nuestras narraciones a pie descalzo, para que comprendas cómo
nosotros lo entendemos en este momento, que solo el encuentro hace posible derribar fronteras.
Derribar Fronteras para

Encontrar-Nos
Por: Adriana María Arango López. Maestra salesiana
Lo que me consuela es que todos somos así. Muy condicionados y limitados

por nuestros propios ojos, dependiendo unos de otros. Y es intercambiando
experiencias, en franco y humilde diálogo, como vamos a discernir mejor las
cosas que vemos, y a romper las barreras que sin razón nos separan. Pues nadie
es dueño de la verdad. Sólo intérprete.
(Por detrás de las palabras, 9, Carlos Mesters).
Eran las diez de la mañana de un día caluroso de enero de 2012, y me estaba aproximando
a mi nuevo campo de misión. El contraste interno que estaba experimentando al acercarme
al suroeste antioqueño era agobiante y, a la vez, fascinante: salía de mi anterior zona de
confort como maestra de la Escuela Normal Superior de Copacabana para enfrentarme a
lo desconocido.
Mis ojos se dejaron envolver por la belleza y majestuosidad de la cordillera occidental;

el contraste de verdes y de alturas; la imponencia del cerro Tusa; el sistema rocoso al que
debieron enfrentarse los arrieros para ir abriendo vías; la profundidad y serenidad que
reflejaba el río Cauca y que contrastaba con el movimiento impulsivo del San Juan, que es
uno de sus afluentes […] Comencé entonces a soñar con este territorio, a dejarme envolver
de su elegancia y misterio y a hacerme infinidad de preguntas.
¿Cómo apasionarme por una cultura que no conocía?, ¿Cómo descubrir los elementos
más profundos que subyacían en unos jóvenes con quienes nunca había tratado? Comencé
a leer monografías, la historia del municipio, a hablar con los docentes, con las familias más
ancestrales, y a caminar por calles, callejones, barrios y algunas veredas de Andes. A conocer
un poco de historia institucional, a escuchar, a contemplar, a camuflarme entre los jóvenes de
la Institución Educativa María Auxiliadora, sobre todo cuando estaban en la cancha, en los
patios, o en los corredores, aunque confieso que eso de camuflarse vestida de hábito a veces
es complicado con la población juvenil, pero era en esos momentos en los que recordaba las
palabras de don Bosco, el fundador de la comunidad salesiana a la que pertenezco: “de la
familiaridad nace el afecto, el afecto lleva a la confianza y es esta la que abre los corazones de
los jóvenes”.
En una de mis correrías con Sor Mónica, por uno de los barrios periféricos del casco
urbano, caminábamos por un sendero muy solitario y sombrío hacia uno de estos sectores,
cuando una sensación de temor enfrió nuestros huesos. Salió a nuestro encuentro un joven
de mirada penetrante e inquisidora.
–¿Qué hacen por aquí? ¿Qué se les perdió? –nos dijo.
–Buenas tardes. Solo estamos conociendo –le respondimos.
–Estos parajes son peligrosos para la gente que no es de por aquí –continuó.
–Gracias por la advertencia –le sonreímos, y continuamos nuestro ascenso.
A medida que subíamos sentíamos en la espalda el acompañamiento persistente de ese

joven que, como fierecilla, deseaba defender su territorio de cualquier presencia intrusa.
Llegamos a la cancha en la que algunos niños estaban jugando fútbol y otros montando
bicicleta, comenzamos un diálogo informal, pero a cada pregunta que les hacíamos, antes
de contestar, ellos miraban a algunos personajes que estaban a lo lejos, observándonos.
Decidimos que por el momento no debíamos continuar con nuestra trayectoria y regresamos
por el mismo camino, pues no había otro.
¿Cómo hacer para que la escuela se deje tocar por su entorno?, ¿cómo hacer para que la
formación que reciben nuestros estudiantes impacte a otros? Estas inquietudes surgieron en
mi interior, y luego se las compartí a algunos jóvenes con los que conversaba en la Institución y
que decidieron salir del ámbito escolar para encarnar el ideal de nuestra filosofía institucional:
“buenos cristianos y honestos ciudadanos”1.
Nos aventuramos, entonces, a recorrer juntos, a observar, a escuchar, y a dialogar con la

gente de sectores que huelen a marihuana, a miedo, a abandono, a violencia, a desconfianza,
a pobreza; espacios en los que no siempre es fácil entrar, debido a temores infundados e ideas
preconcebidas que nos hacen satanizar lugares y personas.
El proyecto “Derribando Fronteras” comenzó a gestarse en mi mente de maestra y en la

de varios estudiantes de los grados noveno, décimo y once, y dio luz a un proyecto social
liderado por ellos, con el fin de compartir espacios de recreación y lúdica además de acompañar
procesos de formación en valores donde se cultive el sentido que tiene “el cuidar de”, la
necesidad de asumir y resignificar la propia historia y la del lugar donde se habita y cómo
1 Este ideal busca formar el compromiso social y político de los jóvenes, promoviendo la dignidad de la persona y sus
derechos en cualquier contexto, ser responsables de sus actos y defensores de la justicia, favorecer la solidaridad
especialmente con los más pobres, promover la paz y el bien común en la política y sobre todo estar al servicio de
los demás en toda circunstancia.
cultivar la relación con la Trascendencia. Todo esto con los niños y adolescentes que viven en
sectores vulnerables y con altos niveles de influencia de combos o pandillas juveniles.
Cuando salíamos por los sectores, nos encontrábamos aquellos rostros sorprendidos por
nuestros saludos, nuestras miradas cálidas, nuestras sonrisas; estábamos tratando de derribar
muros, primero los nuestros, aquellos que se sienten en la cabeza, para construir puentes
invisibles que comenzaran a crear vínculos con lo desconocido, aquello que estábamos
recibiendo como una inspiración y que no sabíamos a dónde nos llevaría.
Me reuní con los estudiantes varias veces para que contaran lo percibido y comenzaran
a hacer un ejercicio de narrarse a sí mismos. Los jóvenes relataban sus experiencias, lo que
habían sentido al entrar a lugares donde sus familias nunca se lo hubiesen permitido, a contar
cómo los niños los abrazaban, tomaban sus manos como gesto de acogida y de confianza,
cómo las personas mayores deseaban que volviesen.
Recuerdo a Lina, joven de quince años, tez blanca, estatura media, con el rostro colmado
de pecas y unos ojos vivaces y picarones, de cabello crespo, siempre recogido. Al enterarse
de que en la próxima salida nos íbamos para Ferromesa, me dijo:
–Hermana, yo no me puedo aparecer por allá.
–¿Y por qué?
–Pues, porque mi hermano tiene problemas con el “combo” de allá. Lo tienen amenazado,
lo van a matar, todo por unos gramos de marihuana.
–Pero ellos no te reconocen, Lina.
–Claro, me distinguen… pero deseo seguir en el proyecto.
–Entiendo… Lina, eres tú la que decide. Pero recuerda que no puedes juzgar ningún lugar
antes de haberlo conocido, además, no estás sola.
–Deseo ir, pero tengo tanto miedo, la verdad: pánico, lo pensaré durante esta semana.
Lo sorprendente fue que, a los ocho días, Lina apareció y con un entusiasmo que contagió
a sus compañeros y también a mí. Recorrió las calles de Ferromesa, saludó a las familias, a
los jóvenes que tomaban cerveza o fumaban en las esquinas, invitó a los niños a jugar, se
fue enamorando de la gente de un lugar que nunca antes se habría atrevido a pisar, sintió la
libertad que genera enfrentar los propios miedos y hacerlos volar.
Otro de los jóvenes es Matt, alto, de piel muy blanca, casi transparente, tal vez por su
opción de no comer carne, pues según él contamina su cuerpo. Al verlo en este momento me
parece increíble recordar aquello por lo que ha pasado, cuántas veces ha vivido el sin sentido
hasta el punto de atentar contra su vida.
En el ejercicio de narrarse, Matt ha contado de manera profundamente humana su descenso

hacia el abismo de la muerte, pero también ha expresado que el contacto, con aquellos que
menos tienen, resignificó su existencia. En uno de sus escritos dice:
“En el momento menos esperado, sucedió. Matt lo intentó, un sábado, un domingo […]
no lo sé con certeza, él había perdido hasta su percepción del tiempo, pero lo hizo, llenó
cada partícula de su cuerpo de sustancias que empezaron a destruir su oportunidad de
vivir… Pero al llegar al fondo de ese mar de oscuridad que lo rodeaba y que perturbaba cada
sensación del alma, una luz iluminó sus ojos, convirtió ese mar de demonios en una nube
de algodón en la que los ángeles con cara de niños llenaban de sonrisas su corazón. Fue algo
que marcó el antes y el después de la vida de Matt, una claridad mental incomparable […]
La curiosidad por la vida y la búsqueda de sabiduría cubrió luego de ese día cada palmo de
su espíritu. La nube: Derribando Fronteras para construir sueños fue, es y será uno de los
apoyos más importantes para Matt y ojalá una de las metas más trascendentales en su paso
por este mundo”.
Estas narraciones que los jóvenes deben escribir a menudo y en las que expresan lo que ha
acontecido en sus vidas, a partir de las experiencias vividas en el proyecto, hacen que piense
que las primeras fronteras que han caído son aquellas que existen en nuestro interior y que se
proyectan precisamente en nuestras relaciones con los otros. Formamos precisamente porque
transformamos en una dinámica en espiral, que surge desde adentro y que se expande en los
diferentes contextos en los que actuamos como maestros.
Son las dos de la tarde, me pongo los tenis blancos, mi camiseta con el logo que los mismos
muchachos diseñaron para el proyecto, acomodo el velo dentro de la cachucha y me dispongo
a salir, como cada sábado. Los jóvenes me esperan en la puerta de la Institución no son sólo
aquellos con los que inicié la experiencia, algunos de ellos exalumnos universitarios, sino
también aquellos que de las otras instituciones educativas del casco urbano se han dejado
contagiar por ella. Los observo y sonrío, pues hemos aprendido el sentido que tiene que al
narrar-nos […] nos encontramos2.
2 Jorge Larrosa afirma que la narración siempre nos remite irremediablemente a los otros; siempre nos habla de
alteridad al expresar en su misma actividad el carácter precedente del otro yo y del yo como otro. En: ¿Y tú qué
piensas? Experiencia y aprendizaje, UdeA, Medellín, 2006.
La perla más valiosa

del universo
Por: Mateo Ruiz Arrubla.
Yo entré en el proyecto accidentalmente, en el colegio debía realizar un trabajo de servicio

social, inesperadamente fui a hablar con Sor Adriana sobre ese deber que tenía que cumplir,
ella es la coordinadora académica del colegio en el cual estudiaba, la Institución Educativa
María Auxiliadora. Ante mi incógnita de no saber en qué desempeñar mi trabajo, me propuso
entrar en un nuevo proyecto el cual ella iba a liderar, éste consistía en ir a diferentes sectores
del municipio de Andes y realizar actividades lúdico-recreativas con los niños y jóvenes de
aquellos lugares. Hubo gran interés de mi parte, debido a que nunca había estado en algún
proyecto similar, además parecía que iba a ser una experiencia muy enriquecedora en mi
formación personal.
Todos los viernes empezamos a reunirnos para poder planear las actividades que se
realizarían con los niños, también para recibir una formación adecuada para que, a partir de
esos conocimientos, cuestionar y tratar de solucionar las problemáticas que se presentaban
en cada uno de los lugares. Los sábados asistíamos a los sectores. El primer día no fue tan
complicado como pensé, las familias no mostraron impedimentos para dejar que los niños
asistieran a las actividades que realizaríamos en la placa polideportiva del barrio Corid,
ese día fue muy impactante para todos mis compañeros, pero para mí fue una experiencia
bastante trascendental, me di cuenta que los niños a diferencia de los mayores tienen una
increíble facilidad de crear una amistad sincera y desinteresada, al parecer lo único que les
importa es ser felices y divertirse.
A este barrio asistimos en varias ocasiones, luego tomamos la decisión de llevar a los
niños a otro lugar llamado La Aguada, hacer un encuentro entre los niños de los dos sectores
y con esta táctica poder analizar las posibles reacciones y comportamientos que tendrían los
niños de La Aguada, los cuales han tenido una formación socio-cultural diferente a los de
Corid. Ese día fue muy exhaustivo, primero empezamos a recoger los niños de Corid, ellos
se mostraban muy animados, luego proseguimos la caminata al otro barrio. La Aguada es
uno de los barrios periféricos del municipio, además queda en una colina, gracias a esto y
al alto nivel de responsabilidad que teníamos con los niños, contribuyeron a que el viaje no
fuera nada fácil.
A pesar de todo lo anterior, al llegar al barrio, hubo aceptación por parte de los niños
residentes en aquel lugar y entre todos empezamos a realizar las actividades que teníamos
planeadas. En este lugar se evidenciaba una armonía muy particular, una muestra que me
llevó a concluir que los humanos desde pequeños, somos seres de fraternidad, seres que la
sociedad con el paso de los años va convirtiendo en bestias salvajes, que tienen como único fin
destruir a sus hermanos en una competencia ilógica por dar a conocer quién tiene más poder,
esto siendo una actitud miserable de ególatras despiadados. Luego de ese largo y reflexivo
día, regresamos los niños a sus casas. En ese momento se reflejaba un cariño en aumento de
parte de ellos hacia nosotros y sorpresivamente nos empezaban a ver como ejemplos de vida.
Pasaron varios encuentros y se ejecutaron muchas actividades en las cuales se podía ver
en ellos un cambio que iba surgiendo, pero inesperadamente también estaba sucediendo
algo en mí. En el barrio La Aguada, realizamos una actividad que consistía en cubrirnos con
vendas los ojos y escoger a un compañero, el cual nos serviría de lazarillo. A mí me tocó con
una niña, yo creía en ese momento que tenía un alto nivel de confianza en las demás personas,
pero me di cuenta que estaba equivocado. Yo tenía los ojos cubiertos y ella prosiguió a ser
mi lazarillo, al inicio sentí desconfianza y temor porque era una niña que poco conocía, pero
mientras transcurría el tiempo de la actividad, la tranquilidad y confianza empezó a surgir.
Estaba sorprendido y esto me llevó a meditar sobre nuestra actitud de desconfianza ante un
desconocido, solo es un reflejo de la poca autoconfianza y creer en algunos casos, con actitud
esquizofrénica, que todos están en contra nuestra y sólo quieren aprovecharse.
Después de esta experiencia, aumentaba más y más mi certeza, los niños son la mejor
muestra de convivencia y nosotros los mayores, debemos seguir las enseñanzas que ellos
nos dan a diario, dejando a un lado los condicionamientos y actuando con base a los sueños
de paz, amor, libertad, fraternidad y equidad, esto si realmente queremos que algún día este
lugar en donde vivimos sea mejor.
En el barrio Corid tuve dos experiencias de contraste desmesurado, en las dos he visto a
la familia como origen, vista como el pilar más importante en la formación de la personalidad
de los niños y a futuro de una sociedad. La primera experiencia, fue en la realización de una
actividad que consistía en poner a los niños a dibujar a la familia y que nos contaran cómo
era su relación con ésta, además que con una palabra describieran lo que significaba para
cada uno. La mayoría de ellos eligieron palabras que suscitaban sentimientos positivos y de
satisfacción emocional, entre ellas: amor, alegría, felicidad, cariño y ternura. La otra experiencia
fue todo lo contrario, era un niño que sólo buscaba llamar la atención de forma negativa en
el momento en que estábamos desarrollando las actividades, creaba problemas, golpeaba a
los otros niños, incluso a uno de mis compañeros, el cual intentó calmarle, lo golpeó de forma
bastante agresiva y se fue, algo que suscitó que en ese niño algo no estaba bien.
Más tarde, al comentarle a Sor Adriana, ella me dijo que había charlado con él sobre su
comportamiento y que él de forma melancólica dijo que era así porque su mamá lo maltrataba
y prosiguió a mostrarle unas marcas en la espalda. Esto me dejó con gran impotencia al
darme cuenta que el ser humano pierde el sentido de la importancia de la vida y el cariño,
a causa de la sociedad inequitativa e injusta en la cual vivimos, en la que los ricos compran
medicinas para calmar la gula, desperdiciando comida sin darle la más mínima importancia
e ignorando al mundo que hay afuera de las burbujas en donde viven. Sociedad en la que los
pobres se cubren en la drogadicción y la violencia para olvidar la realidad y la angustia de
saber qué días de hambre amontonan y que su futuro es más incierto que la existencia de un
Dios que parece que los ha olvidado.
Todo esto no es más que una evidencia contundente de que todos hemos sido, somos y
seremos el reflejo de una sociedad vacía y sin sentido. ¿Será que al ser mayores olvidamos el
verdadero sentido de la vida? ¿Por qué el ser humano aun no comprende que, sin importar
las circunstancias de vida material, lo más importante es el amor, la fraternidad y la equidad?
¿Algún día todo esto cambiará? No lo sé, aún tengo un poco de esperanza en el miserable
homo sapiens, espero no perderla.
Tal vez como decía un señor llamado Jesús, solo cuando seamos como niños entraremos al
reino de los cielos. No creo en ningún cielo, pero gracias a lo que he vivido, sé que si en algún
momento recuperamos la grandeza que tienen los niños, todo el mundo como lo conocemos
será diferente. En vez de enseñarles a estos inocentes niños, víctimas inevitables de la vida,
pude aprender que en ellos hay una sabiduría y unas posibilidades inigualables. Los niños
convierten este mundo de sufrimiento en un lugar de fantasías que enriquecen y marcan de
una forma inconcebible los corazones de los que tenemos la suerte de conocerlas.
Todas estas experiencias son huellas imborrables de mi alma, hicieron que el sendero de
mi vida tomara un rumbo diferente, me hicieron reaccionar, crearon en mí una llama que será
imposible de apagar, ese instinto de querer ayudar a los que más lo necesitan olvidándome
de toda actitud egoísta, de querer llenar de felicidad al prójimo para de esa forma encontrar
mi verdadera felicidad. Todos tenemos esta oportunidad, oportunidad que no podemos dejar
perder en nuestra supuesta sabiduría que se compara con la estupidez de un insensato. Los
niños no son ningún futuro, ellos son nuestro presente, un presente que debemos defender
como si se comparase con la perla más valiosa del universo.
Matt y su odisea:
Más que un intento de muerte, una experiencia religiosa.
Por: Mateo Ruiz Arrubla.
¿Quién es Matt? No lo sé, no suelo saber muchas cosas, sólo sé que por azar del universo,
han ocurrido hechos desastrosos en la mente de este personaje. Confusiones incesantes,
interminables noches de desvelo tratando de encontrar un sentido a lo que parece ser una
vana existencia que carece de este, lágrimas sin cordura y situaciones de inexplicable lucidez.
Un personaje que aparenta simpatía y concordancia con lo que pide una sociedad acelerada
que se olvida de una cantidad inimaginable de corazones, que no encuentran un lugar en el
cual encajar. Él alcanzó a pensar que sinceramente nada podría satisfacer de una forma tan
perfecta su necesidad de tranquilidad, que caer en un sueño eterno, carente de oxígeno en sus
pulmones y de sangre corriendo por sus venas, con una piel pálida y fría que no revelara ni
la más mínima emoción. Eso pensaba él que era la solución, una muerte súbita y sin remedio.
En el momento menos esperado, sucedió. Matt lo intentó, un sábado, un domingo, un

lunes, no lo sé con certeza, él había perdido hasta su percepción del tiempo, pero lo hizo,
lleno cada partícula de su cuerpo de sustancias que lentamente empezaron a destruir cada
oportunidad existente de vivir. Inconsciente de su realidad. Matt se sumergió en lo más
profundo de un mar oscuro, lleno de monstruosidades que lo empezaron a atormentar en su
descenso. Él deseoso de terminar con lo que creyó que podía ser la solución a esa necesidad
ficticia, intentó solucionarlo, pero parecía demasiado tarde, su respiración terminaba y estaba
a punto de llegar al fondo de ese mar de oscuridad que lo rodeaba.
Más que un intento de muerte, una experiencia religiosa. Al tocar fondo, cuando ya todo
parecía perdido, una luz iluminó sus ojos, convirtió ese mar de oscuridad, de demonios que
rondaban perturbando cada sensación del alma, en una nube de algodón en la que los ángeles
llenaban de sonrisas su corazón. Fue algo que marcó la vida de Matt, antes y después de
Matt, a veces así lo piensa, fue una claridad mental incomparable, la curiosidad por la vida
y la sabiduría trascendental cubría luego de ese día cada palpo de su espíritu sobre la tierra.
Amigos, familia, libros, música, arte, amor, paz, sueños […] Esto y mucho más es lo que
hoy motiva a Matt a seguir adelante. Ese después de Matt, de ese que parecía ser un número
más en el sistema, ahora a pesar de cada dolor que da la vida, existe en cada uno de sus
pensamientos y acciones. Haber conocido por azar del universo o por un simple tropezón,
una guitarra, las sonrisas de los niños, la satisfacción de ayudar al que más lo necesita, tener
el valor de expresar sus pensamientos de paz, amor, equidad, igualdad, fraternidad, para
poder cambiar el mundo desde una evolución personal indescriptible. Es lo que hoy motiva
cada sensación de Matt, esos sueños que crecieron como fuertes murallas luego de que su
imperio fue devastado por la debilidad de ser un ignorante niño.
Luego de haber tenido una melancolía infinita, de haber tratado de terminar con su vida,
haber encontrado el apoyo con sus sueños más importantes, cambiar el mundo, ayudar a
los que más lo necesitan, poder contribuir a la humanidad con lo que aspira que en algún
momento sea una fundación, un movimiento por el amor y la paz. Derribando Fronteras
para construir sueños, fue, es y será uno de los apoyos más importantes para Matt y ojalá una
de las metas más trascendentales en su paso por este mundo. Al lado de sus sueños de estar
en un escenario cantando y tocando una guitarra, de poder expresar sus ideas de visionario,
de sembrar en el corazón de cada persona el pensamiento de que lo que tenemos en la vida
nos ayuda a vivir, lo que damos a las personas puede cambiar una vida, que nunca se debe
mirar a nadie por encima del hombro, a no ser que sea para ayudarlo a levantarse. Esto, en
resumidas cuentas, es Matt, un soñador que encontró un gran apoyo en su vida al descubrir
la importancia de sacar una sonrisa en los corazones olvidados.
Abre tus ojos para que

puedas abrir tu corazón
Por: Karen Montoya
No hay nada más satisfactorio que desgastarse por los demás. Es una frase que ahora tiene
sentido.
Esta linda experiencia comienza en 2014, recuerdo que estábamos en inicio del año escolar;
ya cursaba noveno grado de secundaria, estaba alegre de volver a encontrarme con mis
compañeros y pensativa acerca de las horas de alfabetización, pues se nos había informado
que podíamos, y casi que debíamos empezar a cumplirlas desde ese año.
Yo no sabía en dónde las cumpliría, no me gustaba mucho la idea de pasármela toda la tarde
en una oficina organizando archivos o algo así por el estilo; quería realmente hacer trabajo
social, pensaba que esas labores que realizan en oficinas, bibliotecas, bancos, despachos y
otros lugares, beneficiarán a una población muy mínima y yo no estaría aportándole mayor
beneficio a la sociedad.
Yo buscaba algo más, sentía la necesidad de ayudar a las personas que más lo necesitaran,
aunque fuese un poquito.
Una mañana, en una de las formaciones que hacen en el patio - salón de mi colegio,
en las que nos daban los buenos días, la Hermana Adriana, junto con otros compañeros
presentaron el proyecto: Derribando Fronteras; escuchaba atenta la propuesta de la Hermana,
pues era un proyecto que cumplía con las características de una labor social y lo que más me
entusiasmó fue el impacto que tuvo el proyecto en los estudiantes que en él estaban, narraban
sus experiencias con satisfacción y eso me fascinaba, yo también quería tener experiencias así
para mi vida, contribuiría a una sociedad necesitada y de paso alfabetizaría. Estaba decidida,
cumpliría mis horas en, Derribando Fronteras.
Las primeras reuniones que tuvimos en Derribando, fueron de integración, formación y

autoconocimiento y eso me pareció vital para que nosotros tuviéramos éxito en nuestra labor
con los niños y jóvenes de los sectores vulnerables, pues no se puede dar o enseñar algo que
no se posee.
Luego de tener información, había que poner en práctica los conocimientos aprendidos,
era la hora de salir a trabajar con estos chicos que viven en barrios de realidades difíciles.
Los primeros días que salimos a observar el barrio que se nos había asignado, nos tocó
hablar con sus habitantes y jugar con los niños; fue para mí una experiencia inquietante; eran
muy evidentes esas realidades que para mí y para muchos han sido ocultas por la sociedad,
por nuestros padres, familiares y las personas que quieren nuestro bienestar; siempre es más
fácil camuflar las dificultades que afrontarlas y eso era lo que le sucedía a los barrios más
marginados de Andes.
Muchos sabíamos que en estos lugares eran más evidentes la violencia, la drogadicción
y la prostitución; sin embargo, es una realidad que cuando uno la conoce, no alcanza a
dimensionar realmente el dolor y el sufrimiento de personas, que poco o nada son culpables
de la realidad que tienen que vivir.
En esos momentos me invadían sentimientos de desesperación y confusión, para mí fue

un choque de realidades bastante fuerte; salir de mi zona de confort para enfrentarme a esas
situaciones, no me era nada agradable. Siempre había estado rodeada de ambientes muy
tranquilos, con personas poco problemáticas, criada en una familia que ha tratado de suplir
mis necesidades básicas, tanto material como afectivamente, podría decirse que hasta ese
momento había vivido en una realidad que era ajena pero que ahora sentía que me pertenecía.
Desde entonces vivía en un dilema, ya no quería volver más a esos lugares, no me

gustaba el ambiente, la energía, la actitud de algunos niños, adolescentes y adultos; pero
precisamente era eso lo que me hacía confrontarme, pues yo pensaba que si para mí era difícil
asimilar esa realidad unas cuantas horas, sólo un día a la semana, no me quería ni imaginar
qué sentían las personas que la vivían a diario. Quería ayudarlas, pero esas sensaciones
que me causaban molestia al estar allí me hacían pensar cosas egoístas y mediocres como:
“No puedes ayudarlos, ellos ya se han adaptado a ese mundo de violencia”, “no puedes
hacer mucho por ellos”.
Ganó el facilismo que habitaba en mí y pensaba hacer lo mismo que toda la sociedad
hacia; hacerme la ciega ante esa realidad y huir de ella cuando terminara mis horas de
alfabetización. Pero esos pensamientos se fueron desvaneciendo en la medida en que esa
situación me fue tocando.
Empecé a preguntarme cómo hacer para que los niños se sintieran queridos y felices cuando
estábamos con ellos y jugábamos, quería que se olvidaran de sus problemas y pasáramos
un rato agradable, pero más que eso, quería que aprendieran a amar y a respetar: a ellos, a
quienes los rodeaban y a lo que los rodeaba.
Continuaba con mi labor social que ya no era una labor, no sé cómo describir la manera en
que lo sentía; pero digo que ya no era para mí una obligación, porque ahora experimentaba
una sensación de satisfacción que me quedaba después del cansancio de un día de juegos y
enseñanzas.
Entonces comenzaron a suceder más cosas maravillosas; pensaba que era yo quien
enseñaba a los niños, pero me fui dando cuenta que ellos también me enseñaban a mí; me
enseñaban con su sonrisa, con su felicidad y sencillez. Aprendí a valorar más todo lo que
Dios me había dado, a no ahogarme en problemas insignificantes, pero ante todo a sonreírle a
la vida. Y desde ese momento estoy aquí con la esperanza y los ánimos más fuertes que antes,
para ayudar y ser ayudada.
“A la multitud hay que entregarle lo que se elabora en la serena soledad de la

meditación, no para buscar sus aplausos, sino para intentar mejorarla” (Ignacio
Sánchez. Catedrático español).
Un portal para mirar

Por: Angie Lorena Rodríguez Henao
Derribando Fronteras ha sido un portal en el que se puede apreciar esa gran cantidad de
niños que adornan de cierta manera el cosmos con sus sonrisas, muecas, preguntas sin fin,
alegrías, llantos y un deseo insaciable por el juego.
Estos pequeños que, a pesar de sus diferentes estatus sociales, tienen en común su
“inocencia”, lo pongo entre comillas, no porque haya sido copiado de otro texto, sino porque
su inocencia no es tan pura como muchos creemos, lastimosamente.
Compartir con ellos ha sido una forma de realizar ejercicio debido a la ubicación de la
escuela La Aguada, de distracción, de volver a ser niño, ser paciente, enseñar, compartir,
decir que sus dibujos son hermosos, cuando en realidad no tenía ni la más mínima idea de
qué es en realidad y sobre todo darles un momento de felicidad con objetos que muchos no
pueden tener. Claramente no todo es color rosa, han habido bastantes momentos?, cuando el
tiempo se agota y algunos no quieren salir, incitando a otros a hacer lo mismo; algo que hasta
los humanos que nos creemos maduros hacemos; otros esconden los balones para llevárselos
a casa, quedando con una enorme barriga por la pelota oculta debajo de la camiseta, creyendo
que no se darán cuenta o dicen ser de ellos, cuando no quieren soltar el columpio o compartir
los balones, deja a la vista la falta de atención de muchos grandes y pequeños, que sus padres
no pueden darles un preciado juguete. El ver como muchos llegan con ropita vieja rompe
algunos corazones y surge la necesidad de tratar de enmendar de alguna forma eso, pero a
ellos no parece importarles y son detalles que te hacen apreciar todo lo que se te ha dado.
Mentiría al decir que es emocionante ir casi todos los sábados a ese lugar, pero en realidad
no lo es, el camino es largo y tratar de mantener en armonía a un grupo de niños que como
mínimo son quince, es algo agotador, pero todo eso es compensado con las caricias de algunos,
el cariño con el que se dirigen a nosotros y una sonrisa, que en ocasiones, deja apreciar la falta
de algunos dientes.
Llenar una hoja en blanco con las experiencias, es difícil pero los recuerdos y momentos
vividos son muchos.
Una oportunidad
para compartir
Por: Juliana Andrea Moreno G.
He tenido la oportunidad de compartir con niños y jóvenes del sector La Aguada, de

escuchar y observar sus experiencias de vida. Los niños entran en confianza y nos permiten
acercarnos a ellos, teniendo así la oportunidad de entenderlos y llegar a ayudarlos de
diversas maneras. La actitud de algunos jóvenes no es siempre la mejor, ya que algunos son
tímidos y otros hiperactivos, pero siempre buscamos la manera de entendernos con ellos y
sacar lo mejor de cada uno.
Al momento de compartir, los niños aprenden a respetarse entre sí, a tener paciencia
y ser honestos; aunque en ocasiones no logramos que se toleren como grupo. Este tipo de
conflictos los hemos solucionado mediante el diálogo.
Esta experiencia ha sido importante, tanto para los niños como para nosotros, porque
también aprendemos de ellos, y porque ellos toman las enseñanzas que les brindamos.
Aprendemos a superar las dificultades juntos, teniendo paciencia y comprendiendo que la
vida trae con sí, obstáculos que debemos saber tratar para crecer y formarnos mentalmente
de una manera correcta.
Es importante que los niños empleen bien su tiempo, con la práctica de la lectura, el baile
y las historias. De esta manera contribuimos con la buena educación y evitamos que los niños
y jóvenes caigan en malos pasos o malos vicios.
Me siento orgullosa de pertenecer a este grupo, porque lo que he aprendido lo puedo

transmitir a estos niños para que tengan una vida en la que apliquen y pongan en práctica
los valores.
Un día en el cielo
Por: Lina Marcela Moncada Arenas
Un día desperté y sentí un cambio completo en mi forma de ser, sentí que no era la
misma en cuanto a los pensamientos que me rodeaban anteriormente, me sentí nueva
completamente, no sabía el por qué, ni cuándo, ni en qué momento había sucedido un
cambio tan extraordinario en mí. Sentí que era un día en el cielo.
Aquel día compartiría con los niños, niños adorables, encantadores, especiales y únicos.
Niños a los cuales les debo toda mi alegría, aquellos niños me enseñaron a ser diferente
siendo la misma o si se pudiera decir en sentido contrario “a ser la misma siendo diferente”,
algo estupendo que entendí en tan poco tiempo de compartir con ellos, es que la receta está
en compartir con ellos, no solamente es educarlos o una palabra tan completa, se diría mejor;
la clave está en aprender de ellos, no solo tú eres el profesor, sino, también el estudiante,
el aprendiz, porque aquí no cuenta el que más valores tenga, sino el que más los ponga en
práctica, no cuenta el que sea más compartido, sino el que comparta de corazón; y así fue que
comprendí que aquel día yo no iría a enseñarles a los chicos, yo iría porque ellos me iban a
enseñar a mí y aprendería de ellos.
Día tras día, me fui encariñando cada vez más con aquellos pequeños, que nunca pensé
que fueran a ser tan importantes para mí. Ya están en mi corazón. Es difícil de borrar los
inolvidables momentos que pasé junto a ellos y es que me enseñaron tantas cosas tan
hermosas, que es difícil borrar cuenta.
Aprendí en algún momento que por más problemas que azoten tu vida, siempre el mejor
escudo para todo esto sería tu sonrisa, no hay mejor antídoto que esto.
Seguía compartiendo con ellos y cada vez me sentía en un sueño más profundo, difícil
de terminar e imposible de derrotar. Aquel sueño se transforma en mi vida y comprendí que
aquel sueño no era solo un sueño, era una realidad, la realidad más maravillosa que podría
rodearme. Una verdad a la cual ya me había acostumbrado, mi vida cambió, pero no fue un
cambio repentino o quizás un cambio que no quería, fue sensacional, espectacular, el mejor
que en algún momento de mi vida quise tener, aquel cambio que esperaba desde niña. Aquel
que me enseñaría a ver el mundo con ojos llenos de amor, a saber que todo lo malo tenía algo
positivo y que las enfermedades tienen siempre sus remedios.
Aprendí que hay que agradecer, porque las espinas tienen también rosas y no maldecir
porque las rosas tienen espinas. Aprendí que cada uno carga con su propia cruz y antes
podría ayudarle a llevarla a otro. Pero lo más hermoso que aprendí, es que la guerra hay que
vivirla con amor. Pero no sólo yo aprendí de ellos, ellos aprendieron de mí y es que no les
tuve que enseñar mucho, pues mucho ya lo sabían, les enseñé el valor de la amistad, el amor
propio y hacia los demás y que tanto los amigos y los que dicen llamarse enemigos, son igual
de importantes a nosotros o cada uno de ellos.
Día tras día, se fue haciendo rutinario el estar con ellos, pero siempre que compartía estos
momentos, era algo nuevo por aprender y algo viejo por recordar, era algo hermoso que
vivir, poco o mucho tiempo pero era maravilloso, podría ser ¼ un cuarto de hora pero para
mí se hacía eterno compartir con ellos y aprender cosas nuevas, el innovar cosas viejas. Y es
que para aprender cosas nuevas, es preciso y hermoso reconocer lo que se ha aprendido y lo
que hay por aprender.
Tiempos inolvidables e importantes, parte de mi felicidad es mi vida compensable y sé

que nunca borraré los pequeños detalles que fueron considerados e importantes para mí, es
que es hermoso aprender de personitas que, para el resto de la sociedad, no valen nada o son
un asco; sin embargo, para mí lo son todo.
Y así fue como transcurrió “un día en el cielo”

Una experiencia de vida

Por: Daniela Carmona
Cada persona, su forma de ser y de pensar, crea recuerdos inolvidables, guarda memorias
para toda la vida y participa en momentos importantes en el camino de los demás.
En mi caso, esos recuerdos los tengo en cantidad, de esas memorias guardo bastantes,
pero algunas de ellas han tenido más trascendencia para mí que las demás, algunas me han
mostrado la realidad y otras me han hecho vivirla. Una realidad cada vez más triste, más
opaca, más gris. Una realidad que corroe los huesos por hambre y crea una desesperación
cada día más notable. Una realidad que le corresponde a los más chicos, a los que empiezan
a vivir, a los que en realidad no les corresponde ninguna otra; ese es su ambiente, su diario
vivir y su entorno.
La pregunta sería en concreto: ¿Podemos cambiar esa realidad?, Yo creo que sí podemos,
no con ayudas económicas, ni con alimentación, ni salud. Podemos hacer el cambio desde
cero, podemos crear conciencia en los más pequeños, podemos superar obstáculos con ellos
y podemos ayudarles a cambiar su destino de forma indirecta; instruyendo en valores, ética y
convivencia, en el amor propio, por los demás y por su entorno, la tarea no es fácil ni sencilla,
no es algo que se note en el momento. Pero con el paso del tiempo y los años, esos niños se
van a convertir en adultos y tal vez, solo tal vez, podamos haber dejado alguna huella o algún
recuerdo en ellos, alguna enseñanza tal vez, algún recuerdo ocasional y esa es en realidad la
tarea, la misión que tenemos con los niños de los diferentes sectores.
Mi primera experiencia con los niños me marcó por completo, ese día descubrí por qué
estaba participando en esa propuesta, los niños me acogieron muy rápido y con afecto, me
permitieron conocerlos y jugar con ellos; con el transcurso del tiempo, los chicos ya me tenían
confianza y pude empezar a conocer sus lugares de residencia, los lugares donde jugaban
y lo que hacen en la semana, fue gratificante ver que los niños quieren a alguien que les dé
afecto, alguien que los escuche y les brinde un espacio de recreación solo un día por semana,
unas cuantas horas, alguien que sin ser de la familia atienda sus pedidos y que los saque de
la rutina.
En alguna ocasión, tuve la oportunidad de compartir con los chicos acerca de sus familias,
y me sorprendí al darme cuenta que muchos de ellos viven con abuelos, tíos o hermanos, a
veces con sólo uno de sus padres y eso se repetía con todos. Encontramos también hogares
disfuncionales, maltrato y hasta abandono, lo cual nos aterrizó e impulsó a cuidar más de ellos.
Con el paso del tiempo, el sentimiento de querer proteger a los niños creció, de darles
amor, afecto, aprecio y atención, y creo que esto pasa por la mente de cada uno de los que
participan de la propuesta planteada. Los niños necesitan amor y comprensión, con ayuda de
propuestas como éstas, la comunidad infantil no solo de Andes, sino también de Antioquia
se verá beneficiada con el proyecto y, en un futuro, esos niños querrán hacer lo mismo que
nosotros estamos sembrando en ellos.
Sueños de niños, sueños

de ángeles
Por: Neider Andrés Vélez Castaño
Mi experiencia en el proyecto Derribando Fronteras ha sido satisfactoria. Al iniciar mi

camino en este proyecto sólo lo hice con la intención de cumplir con las horas sociales
requeridas en la Institución Educativa María Auxiliadora, conocí algunos amigos que
pertenecían a este grupo y me aconsejaron adentrarme en este programa de manos de Sor
Adriana, coordinadora académica de la institución y directora de este programa.
A mi llegada no pensé que me fuera a acomodar al proyecto, ya que no era bueno con
los niños, lo que causó que las primeras actividades con ellos fueran de aprendizaje y
observación frente a mis compañeros que tenían más experiencia. Al pasar las actividades
y los encuentros con los niños me fui encariñando con ellos, empecé a entenderlos,
escucharlos, al día de hoy he aprendido que algunos poseen problemas y dificultades en
sus casas y que se distraen y entretienen mientras interactúan con los tutores y demás
niños. En las actividades he notado el cambio de ánimo en los niños al ir por ellos a sus
casas y que, en ocasiones, esa felicidad disminuye o desaparece totalmente, cuando los
dejamos en sus casas o nos despedimos de ellos.
Hoy he cambiado de opinión respecto a mis intenciones frente a mi inicio en el proyecto;

hoy la alegría y la confianza que los niños me brindan cada sábado al llegar a sus casas o al
lugar del encuentro, me contagia y me llena de felicidad ver esos rostros de alegría al jugar
con nosotros o al hacer las actividades programadas.
Espero continuar el mayor tiempo posible en este proyecto y continuar llenando de

alegrías esos corazones de niños, esos corazones de ángeles.
Nada nos cuesta

Por: Cristian Hoyos Arenas
No me canso de agradecer infinitamente a Dios, por permitirme participar en una de las

experiencias más importantes de mi vida, el proyecto Derribando Fronteras. Este proyecto
se desarrolla en los sectores de la Aguada y Corid en el municipio de Andes. Inicialmente,
ingresé a este grupo con la intención de cumplir las horas de alfabetización necesarias para
graduarme, pero después de varios encuentros olvidé que ese era el objetivo por el cual me
embarqué en esta aventura.
Al principio, en los encuentros de formación, sólo me interesaba que quien coordinaba

el proyecto, me firmara las horas del Servicio Social que estaba prestando, pero después, lo
que me interesaba era que los niños que participaran de este proyecto se despidieran con
una gigante sonrisa y un abrazo, no tenían la necesidad de decir alguna palabra, porque sus
abrazos y sus sonrisas hablaban y trasmitían el cariño que tímidamente nos brindaban.
En cada encuentro viví algo impactante que me impulsaba a trabajar más y más, los casos
de violencia intrafamiliar y drogadicción fueron los que me marcaron y grabaron en mí.
El rostro de David, nunca me dijo su apellido, era el niño más tímido del grupo que yo
dirigía, en ese momento tenía seis años y había vivido cosas como uno de doce. En uno de los
encuentros me acerqué a él y pregunté su nombre, tardó en responderme y aprovechó para
jugarme una broma, diciendo que él era el hombre lobo, en ese instante me di cuenta que
tenía confianza al hablarme, entonces fui más allá y nos sentamos a jugar con unos carros que
llevaba en el momento. Preguntó mi nombre y sonrió, cuando le respondí, me preguntó por
qué soy tan alto, empecé a reír y él también soltó su carcajada, eso ocurrió la primera vez que
hablamos. Al próximo encuentro, cuando íbamos convocando a los niños, él salió de su casa
con su madre y me llamó, ella lo regañó antes de salir, David me tomó de la mano y seguimos
el trayecto, caminaba siempre con la cabeza agachada, estaba ocultando algo, pero no me
atreví a preguntarle, yo seguía tratando de explicarle el por qué de ese llamado de atención.
No hablamos durante todo ese encuentro. Algunos encuentros después, me dijo que en su
casa el papá le pega a la mamá y que después se pone a fumar, me dijo que no quería ser
así, que quería ser como yo. Lo miré a los ojos y traté de respirar con normalidad, pero las
lágrimas iban a cubrir mi rostro, no lo hice por demostrarle valentía y fue ese día cuando me
dijo que yo era su mejor amigo. Aún no olvido su rostro.
En otro encuentro, en el sector de Corid no tuve alguna afinidad especial con los niños,
bueno, eso pensé hasta el momento en el que yo me encontraba trabajando en uno de los
supermercados del municipio. Era un día como cualquiera, todo transcurría con normalidad,
en uno de los pasillos vi a uno de los niños que el día anterior asistió al encuentro de Derribando
Fronteras, él me vio, al parecer me había reconocido pues se asustó y corrió al encuentro de
su madre, no le di importancia y seguí con mis responsabilidades. Minutos más tarde me
dirigí a la salida del establecimiento y es ahí cuando detienen al niño, lo revisan y encuentran
que lleva varios productos, preguntan por su madre y él dice que ella está adentro, llegó la
policía y en un interrogatorio se dan cuenta que la madre lo estaba obligando a robar, desde
ese día no volví a saber de ese niño.
Estas dos experiencias que acabé de narrar son un poco de lo que viví junto a mis
compañeros, mientras tratábamos de derribar las fronteras que existen en esos sectores,
tratábamos de cambiar el pensamiento violento de esos inocentes niños y esos niños, esas
vidas, esos barrios cambiaban notablemente nuestra manera de ver el mundo. Personalmente,
me atrevo a decir que en mi vida y en la vida de las personas, es importante tener ese tipo de
contacto para que así nos demos cuenta que hay personas que piden a gritos nuestra ayuda
y que con algo tan simple como mostrar la realidad desde una perspectiva educativa, puede
generar cambio en esas comunidades.
Nuevamente, agradezco a Dios y a la coordinadora por permitirme vivir esa linda

experiencia y hago un llamado a las personas que puedan leer esto para que se den cuenta,
que el cambio empieza por nosotros mismos y si cada uno cambia e intenta que el prójimo
abra los ojos y se abra al cambio estamos logrando el progreso de nuestra comunidad. Un
trabajo social de este tipo solo requiere amor por el prójimo y amor por lo nuestro. Nada nos
cuesta darle la mano al que está tendido en el suelo sin ayuda alguna. Dios nos lo compensará.
Una seguridad que se

contagia
Por: Violeta Serna Latorre
Durante el año 2013 realicé un proceso de servicio social en la Institución Educativa María
Auxiliadora, en el programa “Derribando Fronteras Para Construir Sueños”. Aquí tuve un
gran acercamiento con los niños, en especial con aquellas personas que la burocracia ignora,
son personas a las que fácilmente podrían llamar “marginales” pero en esto descubrí la
humanidad, también el inhumano, cómo lo es cuando se ignoran este tipo de problemas
sociales, lugares en los cuales los niños a veces no tienen qué comer, a veces son un poco
maltratados y criados en un entorno agresivo, aprenden de los “grandes” la delincuencia
y las mañas.
No todo es malo claro, allí vi la inocencia, vi lo mucho que se puede ser feliz con poco,
quizá con nada, con un simple hola, con un acompañamiento, con saltar la cuerda, incluso
hasta con un confite pequeño, la inocencia que transmitían los niños al estar con ellos, al jugar,
al contarnos sus historias de vida, es aquella que contagia, que nos llena de euforia, que nos
hace valorar más los sentimientos, la humanidad, es una situación en la que alejamos todo
lo superficial de nuestro corazón para abrirnos a unos pequeñines que se quedan aferrados
al mismo.
Aquellos pequeños nos enseñaron a valorar; cómo olvidar que algunos nos veían subir
y salían corriendo, cómo olvidar que algunos se pegaban a ti como unas garrapatas y te
veían como un ser grande, pensando que algún día serían como nosotros, que crecerían,
incluso esa es una ilusión que muchos tenemos de pequeños. Creo que eso, de mostrarnos
lo que alguna vez fuimos, unos pequeños llenos de magia, de sueños y metas es lo que nos
cambia. Experiencias como Derribando Fronteras, son inolvidables, experiencias que nos
hacen cuestionar nuestro paso por la sociedad, querer hacer algo más por los otros, querer
volver a ser niño o, simplemente, recordarnos que nunca lo hemos dejado de ser y despertar
nuestro pequeño interior que duerme y es acunado por la superficialidad y el afán de crecer
para cumplir metas que luego nos volverán codiciosos, monótonos y nos harán olvidar de
aquellos pequeños, incluso de nuestro pequeño.
Hoy podría decir que crecí como persona, que es una experiencia que viviría un millón
de veces más, porque nada se compara con la alegría que nos transmiten esos pequeños,
compartir con ellos y la misma seguridad que les transmitimos al estar con ellos.
Dar de mi tiempo para

dar y recibir vida
Por: Yuranny Alejandra Bedoya Vélez
La experiencia inicia en el grado noveno cuando por primera vez nos dicen que debemos
pagar unas horas de servicio social, mi primer pensamiento fue; ¡qué pereza esto! Todo
fue fluyendo, pues la idea de regalar mis horas en pro de niños y jóvenes vulnerables
me parecía interesante. Decido entrar a este apoyo y noto, que hay demasiadas personas
interesadas en dar ayuda, todo fue un proceso lento pero seguro, yo me fui adaptando
poco a poco, la preparación personal que la Hermana nos brindaba era muy buena, pues
ella tiene esa capacidad personal de brindar su ayuda sin importar muchas cosas y ella
quiso darnos un poco de su valentía y conocimiento. Para mí, funcionó, pues después
de un tiempo todo era mejor, cada vez que nos reuníamos como grupo para decidir qué
actividad hacer, era muy interesante; cada sábado a las nueve de la mañana empezábamos
una nueva ruta, no sabíamos si nos iría bien, pues no sabíamos, cómo nos iban a aceptar
estas personas, recuerdo muy bien que mi primera salida fue a la comunidad de la Cuchilla
y la Aguada, la misión de ese día, era tratar de charlar un poco con las personas que habitan
allí, no puedo negar que la idea de hablarle a una persona que nunca he visto, no me gusta,
hasta me da miedo pero traté de esconderlo y hacer mi misión bien, ese día fue muy bonito
pues me encontré con gente muy bella, se viene a mi cabeza la señora Rosa; ella, una
señora humilde de aproximadamente unos 65 años la señora me acogió muy bien y aceptó
charlar unos minutos conmigo, las cosas que me contó me dejan sorprendida y a la vez
preocupada, al salir de la casa de doña Rosa observo muy bien el lugar y hago un análisis
personal. Básicamente estar en el proyecto era interesante, pues era una forma distinta de
conocer tu pueblo y llenarte de confianza, cada fin de semana eran cosas nuevas para cada
uno, o quizá solo para mí, no lo sé bien. Recorrer las calles de mi pueblo, que por tantos
años ha cuidado de mí, fue hermoso pues crecí y derribé fronteras que existían, para mí
como persona y para el desarrollo de muchos niños; los juegos interminables, el calor y
el cansancio, nunca nos detuvo y así transcurrió todo este tiempo. Como ya lo mencioné,
la Hermana nos preparaba a nosotros antes de cada experiencia nueva y las relaciones
como una nueva familia fue enriquecedora; todo fue terminando para mí, pues no podía
continuar en el proyecto ya que debía estar en otras cosas y no me daba tiempo, pero sé
muy bien que estar allí fue muy valioso para mi crecimiento personal y espiritual, aprendí
a valorar lo que tengo, a apreciar más a mi familia y a no tener miedo, pues cada niño me
enseñó a ser una guerrera, aprendí demasiado y me gustaría que en alguna ocasión, me
inviten de nuevo para darles a conocer mi experiencia, para que se animen a hacer parte
de esta familia.
Cada uno es un
mundo diferente
Por: María Salomé Osorio Benjumea
Al principio no puedo negar que mi sensación de incomodidad y mi no tan aparente

timidez, crearon una mínima barrera entre el mundo y yo.
Cuando fui por primera vez a invitar a los niños y a hablar con sus padres… los jóvenes que
me encontraba en el transcurso de la trayectoria me miraban como si fuera un extraterrestre
y su mirada me hacía sentir insegura.
• Eso con respecto a las incomodidades.

• Las tristezas no han sido muchas, pero han sido:
Hablar con un niño al que se le había muerto la abuela, ver esa tristeza en su mirada que se
transmitía a todos los que rodeamos a aquel chiquillo.
Alejarme en un período un tanto largo, me causó un gran vacío en el corazón, pues

apegarme a los niños me resultó bastante fácil.
Las alegrías que he vivido dentro del grupo y más aún con los pequeños, son innumerables.
No sé por qué estar al cuidado de un pequeño o gran grupo de niños me hace sentir plena
y feliz.
Con los más pequeños, mi instinto maternal se activa de tal manera que los siento como
míos, lo que me induce a tratarlos como lo que son, y a expresarles y dejarles ver mi mejor
lado de la vida.
A esto yo lo podría clasificar como actividad anti-estrés, porque, aunque es un duro choque
con la realidad de los niños más vulnerables, me hace reflexionar de sobre lo afortunada que
soy y lo mucho que tengo.
Es inexplicable la fusión de emociones que suceden en mí, frente a cada diversa situación
que en “derribando” se me presenta.
Cada niño es un mundo diferente y cada uno expresa las cosas diferentes.
Aprender juntos,
para enseñar juntos
Por: V (anónimo)
Fue una experiencia muy enriquecedora que me permitió no sólo ver la realidad de los
niños y jóvenes de estos barrios, que tienen muchas carencias económicas, y que desde muy
temprana edad están expuestos a muchas situaciones de violencia, que repercute en sus
comportamientos; sino también ver cómo en su mayoría, las personas de estas comunidades
son abiertas a cualquier ayuda que se les trata de dar y nos permiten saber sus historias,
sus preocupaciones, todo lo que sucede a su alrededor. Este proyecto no sólo nos permitió
enseñarles a los niños, sino que a través de los juegos pudimos ver y aprender cómo las
situaciones de maltrato o violencia que se vive en sus casas, terminan produciendo que éstos
agredan a los demás y que adquieran un vocabulario soez e irrespetuoso hacia los otros.
Estos niños nos permiten ver, que en nuestro municipio hay grandes problemas y que
desde muy pequeños los niños terminan creando un odio hacia las personas de otros sectores,
también a conseguir las cosas indebida o inadecuadamente, robando, atracando e incluso
matando, influenciados por sus difíciles experiencias desde pequeños, también por las
bandas que se crean y los demás niños y jóvenes que están en sus alrededores. Labrándose
así un futuro lleno de violencia, en las drogas y que en lugar de permitirle a sus familias y
barrio ser mejor cada día, los hace decaer.
Trabajar en conjunto con los estudiantes de los diferentes grados del colegio para ayudar
a los otros niños fue una gran experiencia, también aprendimos y nos instruimos para poder
ir a enseñarles y a la vez aprender de los niños.
Este proyecto permite ver y conocer mejor el municipio, ver cómo personas de bajos
recursos luchan por salir adelante y que no debemos hacernos ciegos ante la realidad del
municipio, que muchas veces decimos que las personas de tal sector son peligrosas y no
sabemos realmente por lo que están pasando, sólo nos dedicamos a hablar mal de ellas sin
conocer su historia y que realmente los llevó a ser o convertirse en lo que son.
Conociendo otras
comunidades
Por: Mariana Suárez Palacio
Hoy sábado me levanté ansiosa de ir al colegio para encontrarme con la Hermana Adriana,
para saber de qué se trata el proyecto Derribando Fronteras. Porque es una oportunidad
para cumplir con las horas que me exige el estado para poderme graduar de once y poder
prestar un servicio a la comunidad. Cuando la Hermana nos explicó cómo funcionaba
el proyecto, me emocioné mucho pues iba a aprender a interactuar con la comunidad.
Nos explicó que debíamos enseñar algunos valores a niños y jóvenes de los sectores más
vulnerables del municipio de Andes.
En abril, después de la Semana Santa la Hermana nos lleva a conocer los tres diferentes
barrios que serían la Aguada, Ferromesa y Corid donde deberíamos presentar nuestro servicio
social. Escogí el barrio Ferromesa, que queda por el hospital, allí empecé con niños de 7 a 8
años de edad. Cuándo ya empezamos a trabajar con los niños fue increíble, nos acogieron
como si fuéramos parte de su familia; lo que más me gustó de los niños con los que me tocó
trabajar, fue que me empezaron a llamar profe como si yo les enseñara en su colegio, eso
fue espectacular, hasta el día de hoy ha sido una experiencia inolvidable y que nunca había
vivido, ya que no había conocido aquellos barrios en los que donde hay tanta pobreza y eso
me impresionó mucho.
La experiencia es increíble, pues nunca me había tocado hacerme cargo de niños y veo lo
difícil que es hacer que me obedezcan, ahora reconozco la gran dedicación de los maestros
del colegio y ver la paciencia que nos tienen a nosotros cuando no les obedecemos.
Le doy gracias a Dios por permitirme vivir esta experiencia porque he aprendido a ser
muy responsable con las cosas que tengo que hacer, dejando la pereza para dedicarme un
rato a aquellas personitas que necesitan de nuestra atención y ayuda.
Mi pacto de confianza
Por: Sandra Catalina Peña Gil
Era el primer encuentro con los niños y aunque tuve una breve explicación de lo que iban a
tratar, al ver a pocos compañeros al principio desconfié un poco cómo iban a salir las cosas.
Ya en el lugar, no me sorprendía que los niños no se acercaran a saludarme, cómo lo iban

a hacer si no me conocían. Aun así, me confiaron el cuidado de una de las niñas, la madre
me dijo que sus compañeras la molestaban y que no la dejara sola, así lo hice; la niña se
divertía mucho saltando lazo y hubo un momento en el que se desenvolvía con las otras con
naturalidad.
A mi compañera Ana y yo nos tocó el grupo de 7-8 años para trabajar; la mayoría eran
niñas y solo dos varones. La mayoría cursaban 1° y 2°, y solo una chica preescolar. Cuando
se les preguntó por el significado de confianza no sabían dar explicaciones además de: “la
confianza es confiar en el otro”.
A medida que transcurría la actividad del lazarillo, los chicos empujaban golpeaban y
molestaban a los ciegos haciendo que el objetivo se perdiera, haciendo crecer en mí una
impaciencia que decidí pasar al pacto de confianza en la cartulina. Me conmovió mucho que
casi todos prometieron más confianza a la mamá, aunque puede que unos lo pusieron porque
otros hicieron lo mismo. A pesar de algunos altibajos el encuentro fue profundo y provechoso
Igualdad
Por: Ana María Vélez Ramírez
Al principio me sentí un poco incomoda, porque cuando llegué los niños no sabían que
también hacia parte del equipo, pero después me apropié del lugar y empecé a jugar con
que se divertían saltando la cuerda.
Me pareció muy importante que hicimos reconocimiento del lugar y dónde íbamos a
trabajar, después me sentí acogida por los niños cuando empezamos a hacer la actividad de la
confianza, cuando empecé a preguntarles qué era la confianza, casi nadie tenía conocimiento
de qué se trataba este valor y confiaban más en la mamá y cuando pasamos a la actividad del
lazarillo, algunos niños sí eran buenos guías, aunque algunos no seguían las instrucciones;
de todas maneras la actividad fue muy importante, ya que aprendieron qué era la confianza
y disfrutaron el momento.
La perla encontrada y mil

historias aprendidas
Por: Mónica Lucía Rivera
Hoy todavía recuerdo aquel día que escuché una historia que me dejó impactada, historia que
nunca pensé escuchar de los labios de unos niños que parecían felices, sin ningún problema.
Era sábado 19 de Julio, me acuerdo que nos acercamos a un grupito de niños, los cuales
estaban solos y hablando entre ellos, Tati y yo nos acercamos a tratar de hablar para compartir
con ellos, pero al principio ellos mostraron cierta lejanía y desconfianza, aunque poco a poco
nos fuimos acercando y ganando la confianza de ellos, después de un rato recuerdo que Tati
le preguntó a Carlos que ¿qué quería ser cuando creciera?, él le contestó, que policía y yo le
pregunté, por qué quería ser eso, me dijo que para poder hacer pagar al asesino de su mamá,
la habían matado la habían dejado al frente del hospital sin signos vitales, luego él se había
quedado viviendo con la abuela y con el hermanito. Recuerdo que él dijo, que él papá se
había ido, los había abandonado y la mamá era la que los sacaba adelante, dijo que, no iba
a dejar la muerte de su mamá ahí, pues él iba a buscar a los hombres que habían hecho eso.
Yo me quedé mirando al niño y vi en sus ojos unas lágrimas que caían con sed de venganza.
Tati, se quedó hablando con aquel niño y yo vi una niña llamada Yulissa, estaba sola y con
la cabeza agachada, yo me acerqué y le dije “¿y tú qué quieres ser cuando crezcas?” y ella me
contestó “No sé” y yo le dije que, qué era lo que más le gustaba y ella me dijo que la medicina.
Yo le pregunté, por qué le gustaba, y ella me dijo, que tenía cuatro hermanos, pero uno se
había muerto y a los otros tres, no los quería. Ella me dijo, que quería mucho al hermano
muerto, porque él siempre la defendía de las agresiones del papá, me cuenta que cada vez
que el papá llegaba borracho, le pegaba a la mamá y a ella, en ese momento el hermano se
involucraba lo sacaba al papá de la casa; ahora que el hermano no está, ella se va de la casa
y amanece en la calle o donde la abuela, pero que no le gustaba convivir con sus hermanos y
con su papá, por eso prefería estar en la calle.
Ese día quedé con muchas emociones, pues no pensé que dos niños me iban a causar una
emoción tan rara e inexplicable, pues creó que ese día aprendí el verdadero valor del amor y
creer en los demás. Mi esperanza ahora, es saber que puedo brindarles lo que más puedo dar,
sé que lucharé hasta el final por esas perlas y que en este camino aprenderé muchas historias,
que sé que podré dejar en mis recuerdos y que cuando sea anciana moriré con ellos en mi
mente y en mi corazón, podré decir antes de que mi hora llegue: yo logré conocer mil historias.
Apoyar y acoger
para no caer
Por: Juliana Mesa Ospina.
Estar con los niños ya se ha vuelto gran parte de mi vida, me encanta estar con ellos porque
sabiendo que algunos son de tan pocos recursos, se les nota gran humildad.
Su alegría hace que nuestro día sea el mejor, La Aguada es un lugar de pobreza pero, a
pesar de eso, tratamos que los niños aprendan a ser felices y humildes cada día que estamos
con ellos.
Esta experiencia me ha convertido en una mejor persona, con su carisma nos dan esperanza
que su vida va bien y por un buen camino.
Con este proyecto ayudamos a los niños para que crean en sí mismos, para que a medida
que están en su proceso de crecimiento y se conviertan en jóvenes, piensen bien y que sepan
qué está bien o mal.
La niñez es una gran felicidad y esperamos que a través de este gran proyecto que estamos
llevando a cabo sean personas responsables y leales ante cualquier circunstancia.
Los niños de ahora tenemos que apoyarlos y acogerlos bien para que no caigan en un
lugar lleno de tristezas que los llevan a hacer cosas inadecuadas.
Es prudente conocer
lo que se puede conocer
Por: Lina Moncada
Recuerdo que para aquellos días tendríamos planeado dirigirnos a Ferromesa, allá empezaría
a prestar mis horas como servicio social. Primero, recibí unas orientaciones dadas por la
responsable (Sor Adriana), para afrontar dichas situaciones, que desde el comienzo nos
advertían que pasarían he incluso sucedieron tal y como nos dijeron.
Ese día, en el que nos reunimos para la preparación de la clase de aquel día, le manifesté
a la Hermana (Adriana), que tenía miedo; que por mi parte no quería ir a aquel lugar, pues
me causaba pánico (no, sin antes recordar todo lo que había pensado el día que nos dijeron:
“vamos para Ferromesa”). Sin embargo, la Hermana Sor Adriana no desistió y no sólo quedó
conforme con la primera impresión que recibió de mi parte, pues ella quería saber más a fondo
el por qué de mi reacción. La verdad nunca pensé que, en algún momento, llegara a verme
allá adentro, en la boca del lobo. Recuerdo que la Hermana preguntándome aisladamente,
me logró sacar un poco del susto; también recuerdo las palabras que me decía, fue una
conversación un poco rara y confusa, diciéndome en algún momento: “no puedes juzgar
ningún lugar, sin nunca antes haberlo conocido”, no entendía sus palabras, pues tenía una
versión totalmente diferente en mí mundo, yo ya conocía Ferromesa (supuestamente) fue lo
que le respondí, creí que ya había dejado clara mi posición a la hermana, pero contrario a ello,
me hizo otra pregunta ¿y tú que conoces de Ferromesa?, fue algo difícil de responder, pues
creía que aquello no lo debía decir, le respondí la pregunta, ¡Ah Hermana asuntos personales!
La Hermana con cara sonriente me decía: ¿Asuntos personales? ¿y tú que problemas tienes
con ellos?, la verdad es que sentía que me iba a morir con aquella verdad oculta, así que accedí
a responderle, contándole la historia y porqué mi miedo a aquel barrio,: hace poco tiempo
llegó mi hermano a la casa y me dijo: “Carla me van a matar”, no entendía por qué y confieso
en un determinado momento llegué a sentir miedo, mucho miedo, él continuó; “Carla no me
vaya a dejar solo por favor, es lo único que le pido”. ¡Sí, lo único que me pedía era no dejarlo
solo, pero para mí era muy difícil, yo era una niña!, entendí el porqué de sus ruegos y es que
pude enterarme que hace poco tiempo, mi hermano había tenido una pelea con el combo
Ferromesa (los de abajo), pues él pertenecía al otro combo. La pelea se había ocasionado por
unos cuantos gramos de marihuana y un poco de polvo de cocaína, supuestamente ya estaba
paga, pero no era así, le achacaron eso a mi hermano, el jefe de abajo sentenció venganza
y que sí no era con él; se podía desquitar con la familia (igual sabían quiénes eran). El jefe
nunca hizo nada, no era tan malo como para hacerle eso a una persona, por unos gramos de
marihuana, él sabía Alexis no era responsable de eso, solo cumplió con la orden dada por su
superior.
Descubrí que no es preciso juzgar sin conocer, que antes hay que ser razonable y que, para
conocer cosas nuevas, es preciso y prudente conocer lo que se puede conocer.
Un gran encuentro que

invadió mi vida
Por: Santiago Gallón Restrepo
Fue el primer día, que vine me sentí extraño, solo, innecesario; había mucha gente, pero
todo me indicaba que me iba a ir muy bien. Ahora pienso así, antes no lo hacía, era el hecho
de intentar superar barreras y sí se fue transportando del punto de inicio al punto final de
este mundo (del mundo aburrido y monótono que tenía y no salía de él).
Yo, en mitad del proceso había aprendido a manejar la gran mayoría de energías y puntos
más fuertes, aprendía a divertirme y a estar en calma en los momentos más problemáticos de
cada persona y no molestar ni juzgar por lo que te dicen o te han contado por ahí.
En realidad, es todo lo contrario de lo que te han dicho, son personas buenas, gentiles,
pero lo que sale más a la luz es lo malo y lo bueno que se descubre cuando se pasa buen
tiempo en estos lugares. Son personas muy buenas y gentiles según mi punto de vista.
Fue un día que una mujer me dijo, que si pudiera cambiar algo sería que el que los niños
no jugaran balón en la calle, porque entra el balón a su casa y los niños son muy groseros.
Cambio que cambia

Por: Anónimo.
“A veces podemos pasarnos años sin ver nada en absoluto,

de repente nuestra vida se concentra en un instante”.
El tiempo a toda marcha nos va enseñando, nos moldea como seres humanos. Siempre he
pensado que los pequeños cambios, no alteran la vida, la sociedad; pero de cierta manera
estructuran las bases para una gran metamorfosis en la sociedad. Me uní a Derribando
Fronteras, intentando adquirir cierta sensibilidad social, ya desde esa época sabía que el
camino, la búsqueda del conocimiento que me pueda servir en mi consagración personal al
dejar un legado en la humanidad, que ayude a generaciones, a establecer una sociedad más
humana, sobre todo con un desarrollo más sostenible, me uní al grupo. Era mi segundo
año viviendo en Andes-Antioquia, tal vez sea la capital económica del suroeste, no estoy
en capacidad de hablar en cifras, pero sí estoy seguro que el egoísmo del ser humano, ha
llevado al municipio a tener una desigualdad enorme, una marginación social, en una urbe
relativamente muy pequeña.
Conociendo la realidad del sector, es muy normal para ellos tener un familiar “malo”,
un familiar en la cárcel. Y cómo estas futuras generaciones dan a conocer el valor de la
educación, de la fraternidad, si son vulnerables a la marginación y otros problemas de esa
misma índole, a través del medio por excelencia más utilizada en el hogar colombiano “la
televisión” que les muestra a los niños y niñas, Pablo Escobar, El Capo, más violencia de la
que hay en su realidad.
El grupo Derribando Fronteras, hace lo que está a su alcance, para enseñar, motivar
y fomentar valores, pero mientras la sociedad continúe de la misma manera, no van a
suceder cambios significativos. Sin embargo, el grupo se basa en pequeños cambios que van
fortificando las buenas bases para un gran cambio, mientras sigamos con vida, debemos tener
clara nuestra realidad. La sociedad en su afán desenfrenado de conseguir dinero, olvida, un
gran político dijo: Cuando compramos con dinero, no estamos comprando con dinero, sino
con el tiempo que usamos para conseguir éste. En fin, olvidamos lo importante, pero aún el
cambio está latente en nuestra existencia
“El que no sabe llenar su contabilidad en el espacio de 3000 mil años morirá en la eterna
oscuridad como un ignorante”.
Sueños que comienzan

Por: Juliana Carolina Restrepo Restrepo
Derribando Fronteras, este nombre tiene un gran significado para mí, por la manera en la
que estamos derribando fronteras con nuestros sueños, en estos momentos me siento feliz
de poder alegrarles la vida a aquellos niños que ahora pueden tener dificultades, pero
cada vez que podamos estar con ellos, quitarles esos pensamientos, enseñarles, alegrarles
la vida, compartiendo con ellos, sacarles una gran sonrisa y darles nuestra confianza, su
ayuda, mi motivación, mi único sueño.
Ahora lo que más importa, es construir un cuento lleno de amor y paz vale la pena que
nosotros saquemos de nuestro tiempo para aquellos que nos necesitan.
Todos los días me alegro de poderlos ayudar, de enseñarles, de verlos divirtiéndose,

compartiendo con ellos que nos necesitan.
Ellos nos enseñan cada día algo nuevo por experimentar, podemos conocer algunos de
sus sueños, sus metas, las cosas que más les gustan, lo que les molesta, sinceramente, no sé
qué decir porque ellos ponen su granito de arena y nosotros también.
En la vida no existe la palabra difícil, porque todo lo podemos construir en equipo

apoyándonos y todos juntos construyendo un futuro que es de nosotros y de aquellos niños.
Gracias a Sor Adriana por esta linda oportunidad que es algo muy grande para cada uno de
nosotros, por enseñarnos poco a poco sobre esta linda labor, mi mente me dice que esto va a
ser algo grande y apenas comienza.
“Todos los sueños comienzan, debemos conseguir que se cumplan”

Corazón de oro
Por: Angie Rodríguez
Una tarde, algo gris, cuando el sol bostezaba entre las nubes, se acercan unos jóvenes
forasteros a una pequeña casa como de muñecas para preguntar por la princesa Dulce.
La aldea donde habita es lejana al castillo y algo humilde, pues sus vías sin pavimentar
dificultaban su entrada.
La princesa al escuchar su nombre, asoma por la ventanita su rostro con una enorme
sonrisa, al ver a los jóvenes, sale a saludarlos con un gran abrazo, a sus amigos que cada
fin de semana la invitaban a un festín en el castillo. Pero esta princesa no era como las otras
princesas, ella era muy cariñosa, dulce como su nombre, alegre y con un poder especial-
especial.
Debido a su poder ella no podía salir sola y por ello siempre tras ella iba aquel caballero
que, sin armadura, espada, escudo o corcel, la protegía y cuidaba como si fuese su obligación;
un joven caballero de baja estatura, de escaso razonamiento y poca fuerza.
Y aunque su aparición haya sido muy poca en el cuento, su valentía, protección y lealtad
es más que suficiente. Los héroes no necesitan ser el centro de atención para demostrar su
destreza.
Una inocencia común

Por: Angie Rodríguez
Derribando Fronteras ha sido un portal donde se puede apreciar la otra cara del mundo y esa
gran cantidad de niños que adornan de cierta manera el cosmos con sus sonrisas, muecas,
preguntas sin fin, alegrías, llantos y un deseo insaciable por el juego. Estos pequeños que,
a pesar de sus diferentes estatus sociales, tienen en común su “inocencia”, lo pongo entre
comillas no porque haya sido copiado de otro texto, sino porque su inocencia no es tan
pura como muchos creemos, lastimosamente.
El compartir con ellos ha sido una formar de realizar ejercicio (debido a la ubicación
de la escuela La Aguada), de distracción, de volver a ser niño, de ser paciente, de enseñar,
de compartir, el decir que sus dibujos son hermosos cuando en realidad no tienes ni la
más mínima idea de que es, en realidad, y sobre de todo darles un momento de felicidad
con objetos que muchos no pueden tener. Claramente no todo es color de rosa, ha habido
bastantes cuando el tiempo se agota y algunos no quieren salir incitando a otros a hacer lo
mismo; algo que hasta los humanos que nos creemos maduros hacemos; otros esconden los
balones para llevárselos a casa quedando con una enorme barriga por la pelota oculta debajo
de su camiseta creyendo que no se darán cuenta o dicen ser de ellos, cuando no quieren soltar
el columpio o compartir los balones deja a la vista la falta de atención de muchos grandes
y pequeños y que sus padres no pueden darles un preciado juguete. El ver como muchos
llegan con ropita vieja rompe algunos corazones y surge la necesidad de tratar de enmendar
de alguna forma eso, pero a ellos no parece importarles y son detalles que te hacen apreciar
todo lo que se ha te dado.
Mentiría al decir que es emocionante ir casi todos los sábados a ese lugar, pero en realidad
no lo es, el camino es largo y tratar de mantener en armonía a un grupo de niños que como
mínimo son quince es algo agotador, pero todo eso es compensado con las caricias de algunos,
el cariño con que se nos dirigen y una sonrisa que en ocasiones deja apreciar la falta de
algunos dientes.
Llenar una hoja en blanco con las experiencias es difícil pero los recuerdos y momentos
vividos son muchos.
Ahora veo el mundo de

otra manera
Por: Juan David Vélez Quiroz
Yo Juan David Vélez Quiroz del grado 9°1 de la I.E. María Auxiliadora comencé este 2016
en el proyecto, la verdad comencé a asistir por la necesidad de cumplir el trabajo social,
nunca había tenido la oportunidad de participar en un proyecto de estos por lo que todo
fue algo nuevo para mí. En un comienzo no me sentía atraído por el proyecto, pero a
medida que me fui adentrando me fue llamando la atención.
Al comienzo no tenía confianza con mis compañeros, pero a medida que va pasando el
tiempo siento que me voy entendiendo con ellos. Mi primer día no tuve confianza con los
niños, recuerdo que Sor Adriana fue con nosotros al sector de Las Ceibas, trate de observar
cómo mis compañeros trataban con los niños ya que tratar con niños era algo a lo que no
estaba acostumbrado, y a medida que pasaron los días me fui adaptando y entendiendo con
ellos; cuando se presentan problemas en algunas ocasiones como todas estas situaciones son
nuevas para mí no sé cómo reaccionar o hacer frente ante estas situaciones, pero como todo
hay iré aprendiendo de los errores con paciencia .
Yo considero que Derribando Fronteras no es solamente un proceso de formación para

los niños, sino que también es un proceso de formación para nosotros como personas, ya que
nosotros como adolescentes todavía no tenemos una concepción definida ni del mundo ni
de nosotros, por eso creo que es bueno que retomemos muchas cosas que vamos olvidando a
medida que vamos madurando, por ejemplo: los niños Siguen su instinto, Viven el momento,
Se emocionan y más importante: se DIVIERTEN.
Cuando vamos a trabajar con los niños no se presenta mayor problema, y si se presenta
alguno es con un reducido número de ellos y se soluciona sin mayor complicación.
En conclusión, Derribando Fronteras ha sido una experiencia nueva, de reencuentro con

una parte de mí que ya había olvidado en pocas palabras es un proyecto que me ha ayudado
a crecer como persona y a ver el mundo de distintita manera.
Camino hacia la confianza

Por: Juan Esteban Díez Jiménez
Voy a empezar diciendo que mi experiencia fue muy satisfactoria llena de emociones,
inquietudes, sorpresas, pero a pesar de eso me sentí seguro de lo que hacía. Así que pude
generar un ambiente de amor, respeto, pero sobre todo un ambiente de confianza con
los niños. Ganarme la confianza de los niños, no fue sencillo, pero lo logré gracias a las
charlas de Sor Adriana. Así que siempre le daba respuesta a todas sus preguntas, dudas e
inquietudes, propiciando un ambiente de participación. Para esto, era indispensable que
tuvieran la seguridad y confianza al hablar, es por eso que esperé mucho para crear este
ambiente, ya que así tendría más éxito en las actividades y para esto, nunca les decía algo
que no fuera verdad o que les prometiera algo que no se los pudiera cumplir, siempre tuve
cuidado en las reglas, no prohibir algo que después sé que lo haría y no hacerlos sentir mal.
La Hermana Adriana nos enseñó, que antes de hacer las actividades había que planearlas
de acuerdo a los indicadores que éstos deben tener, los cuales nos proporcionarían más
confianza con ellos, lo cual no fue fácil ya que lo tuve que hacer varias veces para que
quedaran como deberían ser, mi planeación fue creada con todas las especificaciones que nos
proporcionó la Hermana Adriana.
Al terminar la planeación, me sentí muy satisfecho que al fin había terminado y todas
mis actividades estaban listas para realizarlas en el sector, pero para asegurarme que todo
estuviera en orden, tuve que hacer una revisión, que siempre es muy importante realizar,
para estar seguro que no tuviera algún error o que hubiera omitido algún aspecto.
Conforme fui desarrollando las actividades iniciales, como fue el saludo y algunos temas
sobre el cuidado de sí mismo, los niños se sentían muy felices ya que aprendían y se divertían
al mismo tiempo.
Así fue mi primera experiencia.

Triste realidad
Por: Juan Esteban Díez Jiménez
Mi segunda experiencia sucedió uno de tantos sábados que asistí a este proyecto, ese día
no me sentía muy conforme con la actividad que íbamos a realizar, ya que se trataba de
dejarnos guiar de niños que aún no conocíamos bien, me sentía muy inseguro, ya que
me tocó un niño que era muy inquieto. Al comienzo empecé a decirle “Ojo pues me deja
caer” y él me respondía con una risa muy maliciosa. Ya la Hermana Adriana nos dio las
indicaciones y empezamos con la actividad, a mí primero, me tocó guiar al niño y él se
sentía muy confiado conmigo. Luego a él le tocó guiarme, al comienzo creí que me haría
alguna maldad, pero me di cuenta que él sentía que tenía una responsabilidad muy grande.
Luego de esta actividad nos dedicamos a preguntarle sobre la vida que ellos tenían, pero
antes de eso la Hermana Adriana nos destinaba un grupo por edades, a mí me toca de 10-14
años. Yo empecé a preguntarles con quiénes vivían; la mitad me dijo que con su madre, padre
y hermanos, la otra mitad, dijo que con su madre y sus hermanos, a ellos les pregunté qué
le había sucedido a su padre; algunos respondieron que los había abandonado y otros que
estaban metidos en asuntos delictivos y los habían matado.
Lo cual me llevó a preguntarles, qué les gustaría ser cuando terminaran de estudiar, la
mayoría quería ser una persona profesional, pero aquellos que a sus padres habían matado,
respondieron que les gustaría ser guerrilleros, narcotraficantes, asesinos. Esto me puso a
pensar en la triste realidad en la que vivimos.
Al finalizar las actividades, le comenté esto a la Hermana Adriana, ella hizo conmigo una
gran reflexión que tocó mi corazón.
Lo mejor de la vida
Por: Juan Montoya
Derribando Fronteras, es un proyecto que nos enseña a los jóvenes a convertirnos en

verdaderos seres humanos. Nosotros ayudamos a niños en situación de vulnerabilidad a
afrontar su vida diaria, todos los problemas que éstos tienen, mitigarlos un poco, aunque
fuese, solo un día a la semana. Ellos olvidaban todos sus problemas, pero nosotros también
olvidábamos los nuestros. Esos días sábados, eran el día más enriquecedor y formador,
después de una agotadora semana de solo colegio. Olvidábamos nuestra realidad, para
sumergirnos en la realidad de estos pequeños inocentes, que aunque en la humildad de su
entornos sociales y todas sus carencias económicas, eran tan felices como cualquier niño
y esto lo reflejaban en sus ojos pequeños e inocentes. La mayoría de estos niños habían
pasado por la dolorosa pérdida de un ser querido y en su gran mayoría por causa de la
desastrosa violencia, que se vivía cada amanecer en sus barrios.
Es sorprendente, cómo estos niños tienen que convivir con los asesinos o los familiares
del delincuente, que le hicieron daño a sus familiares, niños que sufrían y vivían en carne
propia la peor de las violencias (violencia intrafamiliar), sus padres se agredían entre ellos y
también los agredían a ellos, pero a pesar de todo conservaban esa felicidad que se reflejaba
en sus rostros.
Tuve la oportunidad de participar dos años en el proyecto, por cuestiones de tiempo, me

vi en la obligación de abandonar en esos momentos, espero que esta linda labor no muera
con el tiempo y permanezca viva la oportunidad de ayudar a estas comunidades que tanto lo
necesitan; ojalá pueda tener la oportunidad de regresar a hacer esto que tanto me apasiona,
y esto se vuelva algo más grande y cuente con más apoyo de la comunidad y de los jóvenes,
porque esto vale la pena, y ayudar a los demás es lo más gratificante y formador para el
espíritu.
El tiempo me hizo comprender y entender mi deseo por ayudar y participar precisamente

en este proyecto, me sentía bastante identificado con estos niños y estas problemáticas, pues
en mi vida había pasado por algo muy parecido a muchos de ellos; sufrí la pérdida de un ser
querido; mi padre fue asesinado en el año 2006 por grupos armado, yo aún era un pequeño.
Algo demasiado devastador que marcó mi vida para siempre, pues, comprendí que mi vida
no sería igual después de ese momento. Comprendía mejor que nadie el dolor por el que
podrían estar pasando esos pequeños. Yo ya había pasado por ese dolor y esos traumas, que
en la mayoría de los casos quedan, y creo que les podía ayudar a superarlo, y si los entendía
perfectamente ¿por qué no podría ayudarlos?, entonces tomé la decisión de hacerlo y me
concentré demasiado con este tema, y me encantaba, al ayudar a los demás sentía que me
ayudaba a mí mismo.
A lo largo de nuestras vidas, pasamos por muchos momentos que pueden ser difíciles
de superar, pero lo que de verdad importa es tener la fuerza y la gallardía de salir de éste
y seguir adelante, la vida se trata de superar retos, pueden ser grandes, pero no hay nada
imposible, y a pesar de las circunstancias en las que nos tocó nacer, la idea es superarnos a
nosotros mismos y cambiar nuestras vidas, mejorar las condiciones en las que viven nuestras
familias, y para eso lo único que importa es lo que cada uno de nosotros podamos hacer por
nosotros mismos. En la vida nadie nos regala nada y nada es fácil, pero con trabajo duro y
mucho esfuerzo podemos salir adelante y cambiar una realidad que en ocasiones nos agobia
y salir en busca de esa felicidad que tanto añoramos.
Y ese era el mensaje que nosotros queríamos llevar a estos barrios y, especialmente, a
estos niños que habitan una sociedad quebrantada por los años del conflicto y quizá no
rodeados de malas personas, pero sí, de las personas o circunstancias que generaron más
daños y dificultades a sus vidas. Justamente, eso, es lo que nosotros queríamos evitar que
ocurriera con los pequeños; alentarlos y mostrarles que allá, afuera de sus barrios y de su
realidad había un mundo dispuesto a dejarse conquistar por ellos y que ese mundo es todo
suyo para vivirlo y llegar a la cima, para mostrarle al mundo que a pesar de que sus vidas
no empezaron de la mejor manera, tuvieron esa capacidad de emerger de las sombras del
mundo y cambiaron sus vidas y por qué no, la de sus barrios y la sociedad en la que habitan.
En estos barrios descubrí jóvenes y niños soñadores, que a pesar de estas circunstancias
se dedicaban a soñar y a perseguir su sueño, dirán que de niño todos tenemos sueños, y sí,
de niños todos soñamos, pero con el tiempo tristemente, esos sueños se desvanecen y no es
“porque está creciendo”, la dura realidad es, porque las circunstancias económicas de sus
familias, les obligan dejar sus sueños a un lado para trabajar de chicos y dejar el colegio,
dedicarse a la delincuencia, estos sueños se los lleva el viento y sólo viven en sus recuerdos.
Una tarea importante para proyectos sociales de esta inclinación, es mantenerlos fieles a sus
sueños y alentarlos para que los persigan y no los dejen a un lado para ayudar a sus familias
económicamente, porque estudiando y siguiendo sus sueños pueden ayudar a sus familias,
no en ese momento, pero sí en un futuro y será mucho mejor, pero no sólo es importante por
la ayuda a sus familias, sino que eso contribuye a cambiar nuestra sociedad.
Aunque en nuestro país la educación no sea la mejor, nos sirve para forjarnos un futuro
mejor y tener una vida más digna, que nuestros hijos tengan una realidad diferente a la
nuestra, y que todo lo que hagamos sea pensando en nuestro futuro. Dicha mentalidad es
la que se debe fortalecer al hacer trabajo social, de manera que lo que nosotros enseñamos y
tratamos de llevar a estas comunidades se expanda y perduren en el tiempo, y así, quienes
asistimos estar más capacitados para llevar un mensaje de superación a estos niños y jóvenes,
que viven en carne propia esta cruel realidad del rechazo, el olvido y ver diariamente cómo
su sociedad se quebranta ante la delincuencia y la necesidad de futuro.
Nos reuníamos todos los sábados en la escuelita de barrio, una pequeña escuela humilde
y llena de necesidades, pero en la que la mayoría de estos niños recibían clases e iban todos
los días en busca de un futuro y persiguiendo sus sueños, en estas pequeñas escuelas hay
bastantes carencias, como falta de psico-orientadores, ausencia de maestros de las diferentes
áreas, así que no contaban con las condiciones necesarias para recibir una buena formación
de la primera infancia, y por falta de todos estos elementos, eran bastante propensos a sufrir
maltratos físicos y psicológicos, e incluso abusos sexuales, porque al no haber una identidad
regulatoria y una autoridad superior pendiente de ellos, quedaban prácticamente a su suerte,
esto remata las dificultades de estos niños; muchos de ellos no se sentían seguros en ningún
lugar de su barrio, ni en la casa, ni en la cuadra con sus amigos y ahora ni siquiera en la
escuela, una dura y triste realidad para estos pequeños. Niños que viven en barrios en los
que no hay la más mínima entrada de tecnología, ni siquiera en la escuela, incomunicados del
mundo y sin saber los avances que hay en la sociedad. Tal vez sí saben de esos avances, pero
no lo tienen en sus manos, lo ven de paso y en manos de los pocos que pueden acceder a ella.
A los seres humanos que habitamos una sociedad quebrantada y disfuncional, sólo nos
queda tratar de cambiar todas esas problemáticas que agobian nuestro ambiente y torna
el futuro mucho más turbio de lo que tendría que ser. Marcar esa gran diferencia en una
sociedad que a diario se nos dificulta más enfrentar, ayudar a quien lo necesita y tratar de
hacer su diario vivir más amable, que con unos minutos de nuestro tiempo podemos cambiar
la vida de otra persona, su futuro y el de su familia; ayudar a su sociedad y disminuir muchos
factores negativos que afectan a sí misma como a su alrededor, y si podemos hacer esto, ¿Por
qué no hacerlo?, lastimosamente hay personas que se pierden de estos placeres porque tienen
un ego tan grande que no les permite disfrutar de estos pequeños detalles tan lindos que nos
da la vida, ayudar a nuestro prójimo es la satisfacción más grande que una persona puede
recibir y sentirse útil, no sólo para laborar o estudiar, sino para ayudar y servir a los demás.
Al final de nuestra vida, lo único que nos queda es lo que hicimos por nosotros mismos,
lo que hicimos para llevar una vida de bien y por un camino correcto, y lo que hicimos por
los demás con amor dedicación y empeño, lo que nos nació por colaborar en la vida de los
demás, y así sentiremos en el momento en el que no seamos capaces de vivir al mismo ritmo
de ahora sentiremos la utilidad y nuestro puesto en la sociedad, y si ahora podemos llevar
un ritmo de vida que nos permita hacer muchas cosas y entre esas cosas ayudar a los demás
hagámoslo, porque nuestra comunidad pide a gritos ayuda y auxilio para convertirse en una
sociedad más habitable y más agradable para nuestras nuevas generaciones, para que no
sean generaciones violentas y problemáticas, hará que sean generaciones que lleven nuestro
país y nuestro plante a la cima del mundo y sean soñadores de futuro y no soñadores de
delincuencia.
Y así una travesía que empezó como un interés personal, haciendo mi trabajo social para
poderme graduar, se convierte en una gran experiencia que me brindó un gran enriquecimiento
para mi formación personal y que en el futuro cuando sea un gran profesional, me servirá
para convivir y no ser indiferente con la sociedad que me rodea, entender que más allá y más
importante que mis intereses personales, existen los intereses colectivos, que nos ayudan a
todos y cada uno de los habitantes de un entorno lleno de dificultades. Pero evidencié en
este tiempo que fui voluntario en este proyecto, que a pesar de todo hay que ser felices y
tener una sonrisa para la vida, tomarse un segundo para agradecer por nuestras vidas, sea
la que sea que nos haya tocado, ayudar, me sacaba sonrisas y hacía sonreír a otros, dar unos
minutos de nuestro tiempo para otros, olvidarnos de nosotros por unos momentos y tener un
espíritu colaborador y al final descubrimos que lo mejor de la vida, lo podemos dar nosotros
mismos, felicidad para otros y para mí mismo.
Conocer qué es vivir

Por: Juan Montoya
Una historia que empezó a inicios del año 2015, mi nombre es Juan Eduardo Montoya y les
contaré un poco de una bella experiencia. Entré en febrero del año ya mencionado a estudiar
en la Institución Educativa María Auxiliadora, al grado noveno dos, un poco desubicado
como toda persona que llega a estudiar a un lugar en el que no conoce absolutamente a nadie.
Mis primeros días de clase fueron de muchos nervios y expectativas por lo que me esperaba
allí, nuevos compañeros, nuevos maestros y quizá nuevos amigos. No es fácil empezar una
nueva historia y todo lo que ésta conlleva consigo. Yo soy una persona un poco tímida y poco
sociable, así que me daría aún más dificultad relacionarme con mis nuevos compañeros de
clase. Mi primer día de colegio estaba bastante asustado pues en toda mi vida era el cambio
más grande que había hecho, pues toda mi vida había estudiado en un colegio rural llamado
Institución Educativa San Peruchito (queda en la vereda La Chaparral en el municipio de
Andes, en este mismo municipio quedaba el colegio al que estaba a punto de entrar, sólo que
se encontraba en la zona urbana), con los mismos compañeros todos los años, y en ocasiones
llegaba un compañero nuevo, pero el nuevo era él y era una perspectiva muy diferente; en este
caso el nuevo era yo, y estaba en la situación incómoda de la historia y como somos jóvenes
no falta alguien que te quiera hacer sentir que eres el nuevo y que no tienes espacio en ese
lugar y ese era mi más grande temor, ya que la institución tenía su fama, y se decía que allí
estudiaban los hijos de las personas más pudientes del municipio, y pues yo era un simple
joven de campo y de muy escasos recursos, y de pronto podría ser un factor en contra para mí.
Llegué ese lunes a mi primer día de colegio… bueno, ya estaba allí entonces empecé a probar
suerte y dejé todo en manos del destino, con la mejor cara miraba a todos mis compañeros,
y empecé a ver muchas personalidades diversas que podrían haber en mi antiguo colegio,
pero allí ya conocía a la mayoría y eso no era tan novedoso. Pero estas personas eran nuevos
para mí y se me hacía un poco difícil asimilarlo, me encontré con uno que otro que me pudo
haber hecho sentir mal en ese momento, pero corrí con la suerte que me encontré a personas
agradables, no en ese mismo momento pero me empezaba a relacionar poco a poco.
Pero no todo era malo para mí, corrí con la suerte que en este mismo colegio estudiaba una
vieja amiga con la que estudié casi toda mi vida y habíamos sido compañeros el año pasado,
aunque no quedamos en el mismo salón sentía el alivio de tener por lo menos a un conocido en
el colegio. Era difícil acostumbrarse a ese nuevo mundo, no sólo en cuestiones de relaciones
interpersonales sino académicamente, me tenía que acostumbrar a nuevos profesores y nuevas

directivas y como llegué unas semanas tarde sería un poco más difícil coger el ritmo y las
temáticas que llevaban hasta ese momento, en unas asignaturas la cogí rápido pero en otras
sí me daba un poco más de dificultad, pero me tenía que acoger rápidamente porque sabía
que los profesores no tendrían en consideración que era nuevo, porque en mi antiguo colegio
tendría que ir en las temáticas que se llevaban hasta el momento en mi nuevo colegio, pero
no. Al ser una institución rural la educación era de muy baja calidad y estas instituciones no
son muy apoyadas por las administraciones gubernamentales y municipales, allí tenían una
forma de enseñanza bastante atrasada, la institución no cantaba con tantos recursos para que
la educación fuera de calidad; empezando por el transporte, los estudiantes vivíamos muy
lejos del colegio, algunos hasta a 40 o 60 minutos del colegio, y eso cuando contábamos con
transporte escolar, que era solo después del primer semestre del año o cuando la Secretaría
de Educación hacía contratos con la empresa de transporte, y el único medio de transporte
en el sector eran las chivas y si no las habían, que casi siempre era en el primer semestre del
año, nos tocaba caminar hasta el colegio y en mi caso me tocaba caminar casi hora y media
para llegar al colegio todos los días de ida y vuela a mi casa.
Me enteré que en la institución podíamos empezar a pagar nuestras horas de trabajo

social desde este grado y pensé que podría ser favorecedor pagarlas rápidamente, pues
cuando llegara a décimo sería más complicado porque tendría más actividades para realizar,
en el colegio nos enseñan una Media Técnica, y ese fue otro de los motivos que me llevaron
a escoger esta institución para terminar mis estudios medios, pero allí estaba mi dilema ¿en
qué?, pues esta incógnita no tardó mucho en resolverse, puesto que a las pocas semanas me
enteré del proyecto liderado por una de las Hermanas del colegio, la coordinadora académica
con más exactitud, tenía demasiados nervios de ir a expresarle que quería hacer parte del
proyecto porque nunca había tenido la oportunidad de estar tan cerca de una religiosa y tenía
una mala perspectiva sobre ellas, es más no entendía siquiera qué hacía estudiando en un
colegio de religiosas, pero bueno, me llené de agallas y decidí a hablar con ellas, pero no fui
solo me acompañó una de mis compañeras de clase de la que me había hecho amigo, poco
tiempo después de haber ingresado a la institución.
Finalmente, me aceptaron en el grupo, no fue tan difícil como me lo había imaginado,

aunque no tenía ni idea de lo que realizaba el grupo, sólo quise estar porque era una forma
fácil y rápida de pagar mis horas, ya después me enteraría de lo que tendría que hacer […]
pensé en ese momento. Ese sábado fui a la primera reunión en la institución, tenía mucha
curiosidad por saber de qué se trataba, después de presenciar la reunión me empezó a llamar
la atención el proyecto, me pareció que tenían una muy linda proyección, curiosamente lo que
había empezado como un interés personal se estaba convirtiendo en un bello compromiso
con la sociedad, para que esta cada día pueda mejorar. En esta reunión me di cuenta que
todos eran jóvenes comprometidos por su comunidad desinteresadamente, ellos entregan

de su tiempo para hacer la planeación de las actividades a realizar con los niños todos los
sábados, e ir ese día a los barrios más vulnerables del municipio a darles unos momentos
de felicidad y distracción, perderlos de su dura realidad, pero yo más adelante cambiaría la
perspectiva que tenía de esto y me llevaría una gran sorpresa.
Era mi primera experiencia ayudando a los demás y hacer algo para mejorar con el tiempo
a nuestra sociedad y le estaba empezando a encontrar el placer a ello, es una experiencia
hermosa y enriquecedora para nuestro espíritu, nos forma en carácter y como personas
de bien, en lo personal Derribando Fronteras para construir sueños cambió mi forma de
percepción del mundo.
Antes de participar en esta gran experiencia de formación, pensaba que nadie tenía
problemáticas mayores que las mías y las de mi familia, también tenía la convicción que
el mundo tendría que girar a mi alrededor, pero esto cambió de repente al empezar a ir
a estos barrios tan quebrantados social y familiarmente, descubrí que hay personas más
vulnerables que yo y con problemas aún mayores. Aún eran pequeños, soñadores, pero a
diario debían lidiar con grandes problemas en sus hogares, diversos mundos en un pequeño
barrio del municipio de Andes, pero todos ellos con un problema cada día. También descubrí
que ayudar a los demás es la mejor forma de alivianar mis problemas personales, porque
allí no se trataba de mí y mis problemas, se trataba de todos estos pequeños que asistían a
nuestras clases todos los sábados muy puntuales, sólo se trataba de ellos y de sus problemas,
escuchándolos y dándoles un buen consejo podríamos cambiar su día, su ánimo y por qué
no […] sus vidas.
Allí me di cuenta que estos pequeños necesitan de mí y de la sociedad para renacer y

cambiar su dura realidad, para poder hacer que sus sueños surjan de lo más profundo y de
los orígenes más humildes que marquen una gran diferencia de superación y lleguen a ser
grandes profesionales y personas que se adapten a la sociedad de la mejor manera, que no
caigan en la delincuencia y las drogas una labor y un proyecto bastante ambicioso, ya que
estos pequeños viven en medio de estos dos factores negativos a diario y los miembros de su
familia podrían ser delincuentes o drogadictos.
Ellos necesitaban un impulso y una voz que les sirviese de guía para para llevarlos por
un buen camino, claro que no con todos se lograría, pero con uno que pueda cambiar su
futuro, podríamos decir que cumplimos la meta y todos nuestros esfuerzos valdrían la pena,
nuestro tiempo no estaría perdido y estos niños y niñas de los barrios más vulnerables de
este hermoso municipio, nos enseñarían a nosotros, sus profesores como ellos nos decían,
que la vida da segundas oportunidades y que con trabajo, dedicado y esfuerzo podemos
cambiar nuestro futuro.
Puede que este bello proyecto no revele resultados inmediatos, pero a futuro tengo la
convicción que sí los dará y los frutos de nuestro trabajo será la más grande satisfacción
de todos nosotros, porque aunque la mayoría de nosotros empecemos esta experiencia
con un neto interés personal, termina por convertirse en un compromiso y una pasión
por ayudar a estas personas que tanto lo necesitan, porque sin darnos cuenta ayudamos
familias enteras, cambiamos vidas, y le damos a estos niños y familias la oportunidad de
tener un futuro mejor.
Y en cuanto a nosotros, realizando nuestro trabajo social que se convierte en un gusto

y una pasión más que una labor obligada, requerida para poder graduarnos, termina por
enseñar tantas buenas cosas a nosotros los jóvenes que estamos en la puerta de la vida real y
de empezar nuestro camino al sueño más grande de nuestras vidas. Y después de pasar todos
estos lindos procesos terminamos por aprender […] qué es vivir.
Solo felicidad y grandes

recuerdos
Esta es una etapa importante para todos nosotros porque nos aprendemos a conocer, a
saber qué los conviene y qué no, a hacer felices a estos niños de ahora en día, a enseñarles
lo poco que sabemos y a darles todo nuestro apoyo.
Y creo que esto es una labor muy linda para cada uno de nosotros. Al principio del
proyecto hicimos una salida por los sectores donde teníamos que entrevistar para conocer
un poco sobre cómo ha sido el sector, las fortalezas, debilidades, saber cómo le ha parecido,
y qué querían que le enseñáramos a los niños, y esa salida fue importante para todos para
poder comenzar con el proyecto.
Algunas personas sacaron de su tiempo para aconsejarnos para que conociéramos del
sector, para que tuviéramos algunos aspectos en cuenta como: qué les enseñáramos a los
niños que respeten a los mayores, que no anden en drogas ni en vicios, que sean unos grandes
estudiantes, que salgan a adelante, que les enseñemos muchos valores porque los necesitaban
y para que sacaran un tiempo de diversión para ellos.
Todos estos padres de familia que sacaron de su tiempo, se alegraban de que los niños no
estuvieran en la calle y por el contrario se fueran a divertir un rato a que les enseñaran, a que
compartieran con sus compañeros. Yo no tengo ningún aspecto malo de este proyecto, todo
fue absolutamente positivo, aunque lo único que fallaba en el proyecto era que algunos de
mis compañeros no iban. Eran muy pocos porque no estaban informados o no sabían la hora
entonces esto fue lo único que falló. Pero sin embargo disfrutamos y compartimos.
Los sectores en los que estuvimos fueron Calle Chile, Libertadores, La Cuchilla, La Aguada
sitios en los que la mayoría nos abrió las puertas para beneficio de nosotros y de ellos mismos.
Yo sólo le doy gracias a Dios por permitirme estar en este proyecto y recordar nuestra
infancia y estos niños necesitaban la ayuda de todos nosotros.
“AYUDEMOS A AQUELLA PERSONA QUE LOS NECESITE PORQUE

EN CUALQUIER MOMENTO LA NECESITAREMOS”
Y por qué ingresé

en el proyecto
Un día mi primo me contó que estaba en ese proyecto, yo estaba en el grado octavo, desde ahí
me interesé porque él me contaba que era una experiencia súper buena porque aprendíamos
más sobre la vida, aprender a salir adelante, a derribar los obstáculos que se nos presentaba,
a ayudar a las personas sin algo a cambio, en ese momento no veía la hora de estar en el
grado noveno para poder estar en el proyecto. En el momento que comencé, la Hermana
Sor Adriana nos motivóy nos habló de las experiencias que ha tenido con los demás jóvenes
que pertenecieron al grupo, mejor dicho no veíamos la hora de comenzar en los sectores, al
principio nos daba un poco de susto porque de pronto los niños nos despreciaban o se nos
burlaran y también pena. Pero con el tiempo, eso se fue perdiendo porque aquellos niños eran
unos angelitos, eran compartidos todos unidos, pero como eran tan unidos se nos dificultaba
un poco separarlos por edad porque siempre querían estar juntos, pero ellos comenzaron
a preguntarnos de nuestras vidas y nosotros de ellos, jugábamos a que se describieran las
características de ellos mismos , los deseos y sueños que tenían para este 2015, qué querían ser
cuando fueran grandes, jugábamos a la cuerda, aros , al tingo tango entre otras recreaciones
. Siempre hubo un diálogo entre todos y eso fue genial algo súper grandioso.
Para mí lo que más me motiva cada día es enseñar, aprender, compartir y ayudar.
Don Bosco fue una persona que siempre ayudó a los demás, especialmente a los niños,
él les tenía un gran aprecio a todos. Ve un grupo de niños que jugaban y se divierten, pero
entre ellos, algunos que se insultan y peleaban. Intenta calmarlos a base de gritos y golpes; de
repente, aparece Jesús en forma de un hombre atractivo que le dice: “No con golpes, sino con
amor y paciencia los harás tuyos y serán tus amigos, y podrás enseñarles a huir del pecado y
a obrar la virtud”. Esas eran las palabras de Jesús y de Don Bosco.
Debemos tener mucha paciencia, cariño y siempre alegría para transmitírselos. No tengo
ni palabras para expresar algo tan grande, lo que sí digo, es que este proyecto está lleno de
bendiciones.
Sólo queda dar gracias a la Hermana Sor Adriana que nos acogió y nos abrió sus puertas
para este proyecto a todos mis compañeros de Derribando Fronteras y a los angelitos de los
sectores sinceramente, mil gracias.
Mi primera experiencia
Por: Laura Marín
El 21/julio/2018 fue mi primera vez con los niños me tocó el sector de La Aguada, fue muy
lindo ver a esos niños ir llegando a la cancha e ir tomando confianza con ellos, da tanta
conmoción ver sus rostros de alegría al poder jugar un rato alejados de sus monotonías
y crueldad de vida, porque lastimosamente es así, aunque todavía no tenga la suficiente
confianza para que ellos me cuenten de lo que viven en su vida, pero esa es nuestra gran
misión, al menos algunas horas los sábados.
Esa experiencia fue hermosa, y pintarles esas caritas de angelitos que aunque mis
compañeras y yo no sepamos muy bien cómo hacerles los dibujos en sus caras, ellos saben
agradecer el gran esfuerzo que nosotras hacemos y sé que lo mínimo que nosotros, los del
grupo, hacemos por los niños de los diferentes sectores, lo agradecen.
En general, esta primera experiencia fue buena pero no llenó las expectativas con las que
iba, porque aunque logré percibir varios sentimientos, el principal fue el de la alegría, eso
me llenaba el alma, el corazón, el ser, mejor dicho todo, porque ver a esos niños jugar, que se
dejen pintar el rostro, que te digan cosas lindas, te den un abrazo, quieran estar al lado tuyo, es
algo realmente que no cambio. El segundo fue el que no me gustó mucho, porque se enojaron
porque no les dimos unos juguetes, pero la verdad no fue porque no quisimos, sino porque
no teníamos para todos y era tan triste ver a los que no ganaban el juguete, que nos partía
el corazón, sí me dolió que algunos niños fueran tan groseros porque nosotros estábamos
sacando tiempo que nosotros podíamos utilizar en otras cosas para nosotras mismas. Pero
lo que más me llegó al alma fue un niño súper pequeño, que se fue todo el camino desde
la cancha hasta su casa súper triste, bajaba la cabeza, sólo la alzó para despedirse, nosotras
íbamos a darle un juguete, pero caímos en cuenta que estaríamos siendo desiguales con los
demás, así que mejor no le dimos nada porque si se lo hubiéramos dado, él le contaría a sus
amiguitos y los otros se sentirían mal.
En el camino de devuelta, en mi cabeza no sabía ni qué pensar, sé que veníamos todas

muy calladas hasta que empezamos a hablar de lo que pensábamos cada una y coincidimos
en que fue buena, aunque hubo percances, me hicieron caer en cuenta que cada vez debemos
luchar para que estos niños por medio de nosotros puedan tener un punto de apoyo, no sólo
para que jueguen, sino que tengan el valor contarnos su situación y poderles colaborar en lo
que más podamos.
Al fin y al cabo, llegamos al colegio María Auxiliadora, hablamos con Sor Adriana y le
contamos cómo nos fue, qué hicimos y cómo nos sentíamos y ahí fue cuando ella nos explicó
la verdadera razón por la cual debemos luchar por el sector que nos tocó, las condiciones en
las que la Hermana nos contó que pudieron, o pueden, estar esos niños.
Realmente eso fue lo que creo que me ayudó a proponerme cada vez esforzarme más y
más en el proyecto, no tanto por mí, sino por esos niños y aunque todo empezó por pagar las
horas de alfabetización, me ayudó a querer crecer como persona y poder servir a la comunidad
por medio del grupo Derribando Fronteras.
Abrir de mí ser
Por: Laura Marín
Somos personas que sólo nos preocupamos por nosotros, nunca miramos a nuestro
alrededor, no nos importan los demás, lo que les pase a ellos nos vale, sólo pensamos qué
nos falta, pero materialmente, ya que esto es lo único que nos importa, creemos que esto es
un sufrimiento horrible, que nuestra vida es un asco y ya pensamos en que no queremos
existir y empiezan los estados tristes, las lágrimas, las amenazas, y otros lo llevan a otro
límite hablo del intento de suicidio o las cortadas que se hacen con un bisturí en sus brazos
y pierna.
Qué malagradecidos somos, deberíamos vivir felices con lo mucho o lo poco que tenemos,
porque nunca nos sentimos satisfechos ni plenos, siempre queremos más y más, debería
hacerse para crecer como personas, pero no es así, se hace con el fin de crecer en lo material,
cada vez más tierras, bienes, bolsillos llenos, infinidad de cosas para sentirse mejor.
Yo era una más que tenía ese pensamiento, hasta que los niños con los cuales trabajaba en
Derribando me cambiaron la forma de pensar, de actuar, de sentir y sobre todo de vivir.
Aquí fue que me di cuenta que a mí no me faltaba nada, sólo no sabía valorar lo que
tenía, mi familia y ante todo mis padres, son los mejores que me pudieron tocar, ya que me
dan todo lo que necesito tanto económica como sentimentalmente, me apoyan a pesar de los
errores que he cometido y no están ahí para atacarme, sino, para enseñarme a levantarme y
seguir contra los desafíos que me trae la vida.
Los niños con los que trabajé, me enseñaron que hay un mundo más allá de nuestro
alrededor, ellos me mostraron su pesadez de mundo y ahí abrí mis ojos y aprendí a mirar
a mi alrededor, a ver las problemáticas que nos rodean, que estos niños que son el futuro,
viven en un mundo en el que carecen de amor y reciben violencia, tanto como física como
psicológica.
Pensar que yo lo tenía todo y no lo sabía valorar, y ellos con lo poco que tenían se sentían
bien, creo que esto fue una de las cosas que más influyó en mí para cambiar y reflexionar
acerca de la persona que era, otro aspecto que resalto y que me ayudó a cambiar fue ver cómo
vivían ellos la realidad de su vida y escuchar las historias que cada uno llevaba en su interior,
clavada como una espada.
Al ver a esos niños felices, por al menos un rato me llenaba la vida, saber que yo estaba
aportando un granito de arena, aunque fuese por poco tiempo, ellos salían de su realidad,
para ser niños y no tener preocupaciones.
Nosotros tenemos una frase que nos identifica mucho en el grupo que dice «fuimos a
salvarlos y terminamos salvados» ya que ellos nos enseñaron a madurar, a ver el mundo con
los ojos de la realidad y como ellos fueron una gran ayuda en nuestra formación, nosotros
teníamos la labor de enseñarles a vivir, a que aprecien su vida, aunque los demás le digan
que no valen nada, que luchen y salgan adelante, para que tengan un mejor futuro.
Una de las cosas que más me marcó, fue saber que ellos confiaban en mí, que con un
simple abrazo me demostraban el afecto que me tenían, eso ya era algo muy valioso y ahí
entendí que valían las horas que pasaba allá, las dudadas, el cansancio, todo, porque al verlos
a ellos felices lo valían todo.
Nunca creí que unos simples niños pudieran llegar a transformar mi forma de pensar, de
ver todo; al fin y al cabo entendí que yo lo tenía todo y no lo valoraba, que estaba perdiendo
mi vida en sólo pensar que el dinero lo podía todo y era lo que realmente importaba, además
aprendí que no soy la única en este mundo y que siempre debo mirar a los lados y ayudar al
que necesita, porque al fin entendí que por más dinero que tengamos no podemos comprar
el verdadero amor y podemos ser multimillonarios, pero ocasiones en las que necesitamos
un abrazo que nos llene el alma y creo que es mejor caminar lleno de alegría con una luz
radiante, que ir por ahí sin nada, con una tristeza inmensa y una luz opaca la cual no contagia
a nadie de nada bueno.
Para concluir, sólo tengo para decir que ellos me salvaron.

Mejor dejar huellas,

que cicatrices
Por: Laura Marín
Para mí fue una gran experiencia, porque aparte que aprendimos a hacer grafitis, estuvimos
compartiendo con nuestros amigos y mostrando una parte de nuestra alegría y amor por lo
que hacemos para ayudar, sacarle a los niños con la actividad una gran sonrisa en su rostro,
por lo menos en ese momento, sacarlo de su vida cotidiana y con un poco de creatividad
mostrarle la realidad y en lo que pueden ser en realidad, sí se proponen a no dejarse contagiar
la tristeza de los demás, y de pronto cuando crezcan se acuerden que a ellos le ayudaron a
ser felices y ellos también pueden ayudar a los niños de otras generaciones, que siempre
recuerden que a la cima no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo.
Podemos decir que esta experiencia la podemos comparar con un árbol, porque si
pensamos que cada uno es una pequeña hoja del árbol y cada uno cuenta con el otro para
demostrar que ese árbol está vivo. Si no lo hiciéramos así, cada uno se caería del árbol hasta
que éste quede sin una hoja y muera su chispa interior.
Es increíble cuánto puedes cambiar tu vida y la de los demás cuando cambias un pensamiento,
esto es asombroso, así puedes hacer feliz o triste a tantas personas, pero siempre hay que pensar
mejorar cada vez más, pero positivamente para colaborarle a quien de verdad lo necesita.
Podemos mirar que algunas personas no piden auxilio con su voz, sino con su mirada,
sus gestos, para entender sus suplicas hay que mirar su alma, antes que su físico, ya que
por fuera puede ser una gran persona que todos estén con ella, pero por dentro puede estar
destrozada y rompiéndose cada vez más.
Y, por último, sólo nos tenemos que hacer una pequeña pregunta, la cual te puede ayudar
a reflexionar: pregúntate a ti mismo sí lo que estás haciendo hoy, te acerca al lugar en el que
quieres estar mañana.
Para acordarse en el camino de la vida:

En la vida es mejor dejar huellas, no cicatrices por donde caminamos, y da más satisfacción
haber creado un buen habito, el cual te ayude en toda tu vida y ojalá nunca te canses de hacer
el bien, que todo el que cosecha algún día tiene frutos y recuerda que “Dios es experto en
cambiar lágrimas por sonrisas, tristezas por alegrías y problemas por bendiciones”.
Detenerse, reflexionar,
ayudar y aprender
Por: Laura Montoya Muñoz
En un pueblo escondido en la montaña, se hallan algunos problemas hogareños en los que los
niños, son uno de los principales protagonistas. Ante dicha situación, en una institución de
este mismo pueblo, empapada en valores cristianos y con ánimos de auxiliar, se encuentran
jóvenes dirigidos por una de las directrices más solidarias que quiere ver el bien entre los
pequeños niños que sufren diariamente en este lugar. De esta institución nace un proyecto
encabezado a un bien común, Derribando Fronteras, Para Construir Sueños, un momento
para detenerse, reflexionar, ayudar y aprender, al mismo tiempo que se pueden ocupar las
responsabilidades escolares que los estudiantes requieren para graduarse.
Por el año 2017, cuando cursaba mi grado noveno empezó el fenómeno de alfabetizar,
debíamos decidir qué rango ocupar para cumplir con este requisito para poder graduarnos;
con el tiempo nos llamaban a todos a presentarnos e informarnos sobre los diferentes campos
a ocupar, deportes, ayudar a dar clases, archivo, por lo social, en fin, un sin número de
actividades a las cuales podríamos acudir.
Por mi parte tomé el lado de ayudar a los niños de Primaria en sus clases, iba en jornadas
contrarias y ayudaba a las profesoras del colegio donde estudiaba a dar las clases a los niños
que estaban empezando su formación, pero este proceso me aburrió un poco y supe entonces
que ese no era mi lugar.
La mayoría de mis amigos se habían inclinado por lo social, y allí estaban en el proyecto
Derribando Fronteras, dicho proyecto había adquirido un poco de popularidad, pues al mismo
tiempo que se podía alfabetizar, podíamos enriquecernos espiritualmente aprendiendo sobre
trabajos de campo, aprendiendo de niños y ayudándolos a ellos, podíamos conocer los sectores
más vulnerables de nuestro pueblo y mejor aún, conocer rincones que ni siquiera habíamos
pisando en los tantos años que llevábamos viviendo en el pueblo, pues siempre habían sido
generalizados como los más peligrosos y poco accesibles. Había hasta ocasiones en las que, a
personas del mismo proyecto, no las dejaban ir al sector, por lo mal que se hablaba de él, pero
ese no es el caso a contar aquí.
Día a día mis amigos hablaban de lo bien que les iba en el proyecto y de todo lo que
aprendían, yo por mi parte ya me estaba empezando a aburrir de dar clases a los niños en un
aula, quería salir, correr, conocer a niños diferentes pero también me daba un poco de pereza
sacrificar mi sábado por ir a caminar y caminar para poder llegar al lugar, pero entonces
después de mucha insistencia y pensarlo mucho lo decidí, ingresé al grupo y empecé la
aventura.
Al principio no empecé de lleno, sino poco a poco, iba a los encuentros pero no muy
seguido, cada que quería o tenía con quién ir, pasó el tiempo y las convocatorias para ingresar
más gente estuvieron abiertas, entonces fue ahí mi momento, me entregaría totalmente al
proyecto, y claro a completar mis horas de servicio social para poder graduarme, que es con
el pensamiento con el que uno entra, sólo hacer horas de servicio, y esos pensamientos puedo
compartirlos con la mayoría, todos buscaban este mismo interés, pero con el pasar del tiempo
uno se da cuenta que este trabajo se vuelve más que eso, se convierte en un sentimiento, en
una lucha constante para seguir en él y sacarlo adelante.
Primero, empezamos reconociéndonos a nosotros mismos, eran múltiples actividades

para diferenciar los compañeros, porque incluso llegaba gente de afuera, de otros colegios,
entonces era importante conocernos entre nosotros para que no hubiese problemas frente a
los niños al momento de tratar con ellos.
Estaba ansiosa por poder ir al trabajo de campo, no quería hacer más actividades, quería
ir a los niños y compartir con ellos de una buena vez, estar con de ellos y saber realmente qué
era lo que se hacía.
Pasaron muchas charlas que en lo personal me han ayudado mucho, fueron algunos meses
de esta gran espera para poder ir hacia los niños, pero era importante todo este proceso, para
llegar a ellos no con la mente vacía, sino saber qué se iba a hacer con ellos y estar preparada
para toda ocasión que se pudiera presentar.
Finalmente, llegó el día de poder ir, y a decir verdad fue una de las mejores experiencias
que he tenido, cabe recalcar que al principio el grupo era lo bastante grande, pero con el
tiempo las personas que quedábamos éramos menos, éramos los que éramos, jóvenes a luchar
por un bien común que a futuro ayudaría mucho a los niños que realmente lo necesitaran.
Primer trabajo de campo

En muchas ocasiones, los niños toman un poco de agresividad frente a nosotros, pero
siempre es muy importante tomar un poco de control hacia ellos y demostrarles todo el
amor, cariño y respeto que podemos brindarles frente a su oscura realidad.
Cuando inicié por primera vez el trabajo de campo, lo primero que hicimos fue tomar el
concepto de la clase, iniciábamos en el colegio a eso de las dos de la tarde por lo regular y la
Hermana nos reunía a todos en un salón de clases para darnos las pautas de trabajo a realizar
con los niños en el sector, nos enseñaba el cuento y el valor a trabajar ese día, la dinámica
que íbamos a hacer y el tiempo para jugar con ellos, nos tomaba como mínimo una hora y
después de todo esto nos encaminábamos a nuestro sector a cumplir la labor con la única
condición de producir en los niños una sonrisa y un buen rato.
Salíamos del colegio todos en nuestros grupos correspondientes, charlando y hablando

las cosas comunes que varios adolescentes juntos se compartirían, estaba emocionada pero, a
la vez asustada, pues no sabía la actitud de todos los niños y como tomarían mi llegada, pues
era yo la nueva, porque la mayoría por no decir todos mis compañeros ya estaban en el grupo
hace un tiempo y los niños ya los conocían. Pude observar que cuando llegamos la emoción
de los niños fue impresionante, al parecer realmente extrañaban aquel trabajo que cada ocho
días los sacaba de su aburrimiento, rutina diaria y dura situación de vida; en la mirada y
actitud de estos niños se reflejaba lo mucho que valoran cada momento de felicidad que les
ofrecíamos; jugamos con ellos y seguimos las pautas que Sor nos había indicado, muchos me
preguntaban mi nombre y hablaban conmigo, lo tomé así como un tipo de aceptación que
había causado en ellos, fue algo que me motivó siempre a seguir en esa constante lucha de
otorgar un pedazo de felicidad a niños que realmente lo requerían.
Ya como primer trabajo de campo, tuve la tarea de enfrentarme a aprender cómo tratar
con los niños, aprender los métodos a seguir cuando alguno se descontrolaba un poco, pero
también aprender a escuchar a cada uno, las cosas tan locas y ocurrentes que decían, pero
también sus problemas y las horribles situaciones que en sus caras se expresaban, la profunda
tristeza al contarme cosas que día a día vivían en su casa, de ahí aprendí a otorgar un abrazo,
un sentimiento de amor que aunque no ayudaba en mucho les dibujaba una sonrisa en su
rostro y eso para mí se convertía en un a día de felicidad, un día provechoso al saber que había
ayudado a un ser indefenso a curar algún sentimiento, o tener un momento de felicidad.
Me parece importante recordar aquel día, en el que iba a empezar a aprender más cosas
fuera de casa, empiezo describiendo cada cosa que hicimos: como iniciación jugamos con los
niños, les sacamos la adrenalina del cuerpo que semana a semana habían recogido, colocamos
sus pequeños pies a correr por todo el lugar, unos saltaban, otros corrían, otros se tomaban
de las manos para salir a esconderse, así transcurría el día y a ninguno se le notaba en su cara
una facción de tristeza.
Luego llegó el momento clave del día, la clase, a lo que realmente íbamos, a darle
una enseñanza a cada niño, para que las malas costumbres de algunos hogares no se les
fijara. Con mucha atención, los niños escuchaban el cuento y la moraleja que diariamente
se les llevaba, algunos preguntaban e imitaban las cosas que en el trascurso de la historia
iban pasando, como toda imaginación de niño puede hacerlo, mientras que otros solo se
dedicaban a escuchar y supongo yo a aprender gustosamente de lo que se les enseñaba. Para
esta clase siempre había alguien mucho mayor en experiencia que nosotros, para verlo como
espejo, pues como en toda situación de vida en algún momento las personas deben irse y
probablemente jamás vuelvan, y aquella persona pronto nos dejaría, pero junto a su partida
quedaron las enseñanzas de cómo tratar con un grupo de niños para darles la clase y que
sea enriquecedora para su vida diaria, y que con el transcurso de los años cuando los niños
crezcan y tomen las riendas de su vida como adolescentes e incluso como adultos puedan
acordarse de nosotros, quienes cada ocho días les aportábamos algún tipo de felicidad y
entretenimiento para su amargo vivir diario
Luego seguía la actividad que debíamos realizar, ese día armamos unos pequeños grupos
y así los niños socializarían con otros que no fueran sus amigos y aprenderían la importancia
de respetar y conocer al otro antes de poder juzgarlo, asunto que al parecer fue exitosa, pues
todos hicieron su actividad correctamente y más de uno salió enganchado con el otro.
Después de la clase el formador clave daba un pequeño discurso, en el que se le preguntaba

a cada niño qué había aprendido ese día o qué había sentido, socialización que algunos niños
tomaban bien y participaban, unas veces el momento era largo y gustoso, otros cortos pero
su gusto, no se perdía.
Y así concluyó este día; había llegado el momento de despedirnos y todos incluyendo los
niños salíamos de esta escuelita donde hacíamos nuestro trabajo para dirigirnos a los respectivos
hogares, dejábamos a los niños en sus casas en el transcurso del camino y nos despedíamos
como unos buenos amigos, con la chocada de manos o algunos más tiernos con abrazos, o hasta
nos decían “todo bien” a lo que nosotros respondíamos de la misma manera. Había unos niños
que muy gustosamente nos decían “no se les olvide venir dentro de ochos días, los vamos a
estar esperando” eso era una de las cosas que nos motivaban a llegar a ellos, a nunca dejarlos
solos ni desamparados, a luchar cada ocho días y sacar el espacio y poder asistir.
Cuando ya no teníamos niños y nos dirigíamos al colegio a dejar los materiales, entre
todos comentábamos las experiencias de lo que acababa de pasar; nos reíamos por los actos
de los niños o nos disgustábamos por uno que otro niño que hacia sus travesuras y nos
exasperaba un poco, hablábamos del pequeño de ojos verdes que nos parecía muy lindo,
hasta decíamos cosas ocurrentes como “ay! yo lo voy a esperar”, o del niño tierno que no
decía ni “mu”, pero sin importar, siempre terminábamos con una bonita sonrisa al saber que
los niños habían quedado felices ese día con nuestro trabajo y nos esperaban con ansias al
siguiente fin de semana.
Ese día me sentí del grupo, por fin era parte de Derribando Fronteras, y había hecho mi
primer trabajo de campo que, a mi parecer, fue muy productivo y satisfactorio.
Mientras caminaba a casa con mis compañeros, que vivíamos casi por el mismos sector,
seguíamos hablando de la experiencia de ese día, con unos temas más, revueltos pero
hablábamos de ello, muchos me decían que cómo me había parecido, y como yo soy de
cortas palabras respondía con un “bien, estuvo bacana” pero sí, por dentro estaba muy feliz,
había obtenido grandes enseñanzas, como las que no todos en este mundo cuentan, con un
estudio estable, habían niños hasta adultos y jóvenes en ese sector que ni siquiera habían
tenido una formación académica, jóvenes que por encima se les notaba en lo que andaban,
unos consumiendo drogas en toda la salida de la escuelita y eran cosas que los niños siempre
tenían que ver, enfrentarse y hasta tal vez acostumbrarse a ello, porque esa es su vida, y a
eso era a lo que estaban encaminados. Nuestros momentos de felicidad en ellos, tal vez les
durará hasta que se acabara el día o incluso al llegar a casa, porque había varias familias
destructivas, con energías negativas que hacían la vida de estos niños imposible.
Me ponía a pensar en todos aquellos embarazos a temprana edad que hay en estos sitios,
y que tal vez por eso los niños nacían con cierto grado de odio de parte de sus madres,
porque según muchas aquel niño dañó sus vidas al aparecer. La situación de drogadicción
que casi todos los jóvenes de estos sectores también toman como un estilo de vida, y hasta
una forma para sus ingresos, aquello me puso a pensar del gran valor que tenía mi vida, y
que sí, yo también pasaba por problemas e inconvenientes de los cuales me quejaba, pero
aquella gente, que al parecer no encuentra el rayito de luz para salir, está pasando por cosas
mucho peores; esto no solo me enseñaba a ayudar a niños y darles enseñanzas sobre algunos
valores, sino también a valorar todo aquello que yo poseía y de las cosas de las cuales me
quejaba, restarles importancia.
También estaban las familias tan dispersas que se hallaban, padres sin empleo, todo
ingreso que aparecía se lo gastaban en solo emborracharse, dicen muchos para olvidar la
mala situación por la que están pasando, esto me dio a entender el gran valor que tiene mi
familia que aunque estamos separados y a veces hasta nos tratamos mal, no tenemos graves
problemas con el alcoholismo o incluso con agresiones físicas que llevan hasta de hospital.
Tantos problemas e historias allí plantadas alrededor de tantos niños me pusieron a pensar
en lo valiosa que era mi suerte, que aunque no son las mejores condiciones, es mucho mejor
que las dificultades que afrontan esos niños.
Mi trayecto en este proyecto ya pasó, y aunque fue corto estuvo lleno de aprendizajes, los
cuales espero que futuras generaciones puedan absorber y aprender, aspiro que este proyecto
se pueda sacar adelante, el cual tiene una visión a largo plazo. Yo como ex integrante, espero
nunca acabe su camino y puedan conseguir todo por lo cual se luchó y al sol de hoy, no
importa en qué fecha y año se lea, sé que se sigue luchando.
Talegos de Dios
Talegos, aquella Fundación a la cual le debemos tanto, a la cual le debemos el rato tan
emocionante y las tantas sonrisas que causaron en esos niños ese día.
Mi trayecto en Derribando Fronteras ya llevaba un buen rato, ya hasta era parte del
equipo formador, y desempeñaba el rol de secretaria, estaba en la toma de decisiones para el
proyecto, y podía dar mi opinión de lo que estaba bien y lo que estaba mal y aportar nuevas
ideas. En una de las reuniones la Hermana nos comentó que había una fundación interesada
en ayudarnos para darles a los niños algunos regalos de navidad, cuando la Hermana nos
dijo esto nos pusimos alegres, pues a los niños les darían algún regalo, así fuera una pelota,
o un pimpón, o eso era lo que nosotros nos imaginábamos.
Se programó todo, pero primero venían unas charlas constructivas para nosotros, charlas
psicológicas de cómo ayudar a los niños en momentos de ira, y actividades a enseñar, estas
charlas venían de una familiar de Sor, cual nombre no recuerdo muy bien, pero le debemos
muchas cosas.
El día llegó, fue como por la segunda semana de diciembre del año 2018, las invitaciones
a los niños ya se habían repartido en los sectores, y la selección de niños ya también se había
hecho, era cuestión de ir por los niños.
Mi día empezó desde muy temprano, pues antes de esto debía ir a hacer unos asuntos
personales ya para entregarme de lleno todo el día a esta actividad. A las 8 en punto me
encontré con mis dos compañeras en el parque principal y nos encaminamos hacia La Aguada
que era nuestro sector, llegamos hasta allá y buscamos los niños a los cuales llevaríamos,
algunos ni siquiera se habían bañado, estaban en sus pijamas aún, y otros hasta dormidos
estaban, esperamos que se pusieran sus mejores prendas, se perfumaran y salieran como de
conquista porque a decir verdad todos iban muy organizaditos y bien vestidos. Cuando los
teníamos a todos, sus familias nos los encargaban mucho, que los cuidáramos, que ojo les
pasaba algo, y otras madres muy preocupadas hasta nos acompañaron para quedarse allí
todo el día junto a sus criaturas, y emprendimos nuestro camino al colegio, con bebes de uno
o dos meses y sus madres, con niños de nueve y diez años, todos bajando la enorme loma de
La Cuchilla por la cual nosotros sudábamos cada ocho días para ir hacia los niños.
Al llegar al colegio vimos el gran evento que allí se realizaría, bombas, colores, como si
fuera una fiesta de cumpleaños y hasta una chica vestida de payaso, su entusiasmo y gran
alegría me agradó mucho, y hoy la recuerdo, pues fue una de las cuales produjo una gran
alegría en los niños ese día.
Dejamos los niños y algunas madres adentro en el colegio y todos los jóvenes nos
quedamos afuera esperando a los demás compañeros y las indicaciones de Sor Adriana,
cuando ya estábamos todos ingresamos al colegio a jugar con los niños y hacer parte de la
gran festividad, nos pintamos hasta el pelo en esa mañana, la estábamos pasando bien y
eso que el día recién comenzaba. Cuando estaban repartiendo el refrigerio para los niños
Sor nos dio la tarea de ir a buscar más niños pues faltaban muchos y no se podían quedar
sin regalo, pues Sor decía que era desaprovechar la gran ayuda que nos estaban brindando,
de ahí empezó aún más mi expectativa por el regalo que les iban a dar, ya no era cualquier
pelota, algo realmente grande se venía.
Nuestros compañeros y yo nos encaminamos por los niños, pero lastimosamente no los
dejaban o los mismos niños no querían, así que nos devolvimos hasta el colegio, cansados
con la amarga noticia.
Llegamos y nos dieron algo de comer a nosotros, comimos con muchas ganas, luego los
niños debían hacer unos dibujos, los cuales miramos todos, y vimos en algunos las grandes
expresiones que tenían, lo que realmente habían querido dar a entender lo entendimos al
instante, después de esto nos quedamos por ahí mirando las múltiples actividades y juegos
que tenía la fundación para los niños, supimos que todo estaba perfectamente preparado.
Mientras el día pasaba, tuve la gran satisfacción que por lo que se había luchado por fin se
había conseguido y el proyecto daba pasos grandes hacia el futuro, llegó pues el medio día y
todos llenamos el estómago con algo, para tener energías, toda la tarde los niños estuvieron
jugando con todos, hasta que llegó la hora de repartir los regalos, todos estaban más que
emocionados y alegres, pues así son los niños, recibir un regalo es para ellos una alegría
inmensa.
Todos nos sentamos en el patio salón con los niños. Cuando sacaron el tipo de tula donde
estaban los regalos quedé realmente sorprendida eran demasiado grandes y constaba de
unos zapatos, ropa, útiles escolares, y juguetes, eso es lo que alcanzo a recordar. La dinámica
era decían el nombre del niño y él o ella iba por el regalo a la tarima, y así empezamos, los
niños cumplían la dinámica, empezaron por los bebes y siguieron hasta los más grandes,
obvio la tula de los bebes constaba de pañales y cosas más útiles para ellos pero era de gran
ayuda igualmente para aquellas madres. Como pasaba el tiempo los niños iban por su regalo
y la sorpresa que se llevaban era espectacular, sacaban todo con esa energía y alegría que un
niño podría tener, tal vez algunos de esos niños en su vida habían tenido tantos regalos en
uno y eran cosas que realmente me conmovían, habían unos que daban las gracias con esa
sonrisa de oreja a oreja, el sentimiento que sentí al ser testigo de esto fue algo inexplicable
que al digitar estos párrafos recuerdo y se me pone la piel de gallina, me salta el corazón y
me da tanta alegría por ellos.
Hubo uno en especial que me conmovió, era un niño de nuestro sector, cuando recibió
su regalo fue a destaparlo junto a nosotros y se paró, abrazó a mi compañera y con dulces
palabras le dijo “muchas gracias profe, por todo” las dos nos miramos y casi rompemos
en llanto, los niños, estos seres que más sufren en algunas situaciones, pueden ser los más
agradecidos en el momento de recibir cualquier cosa.
Cuando todo terminó teníamos que volver a los niños a sus hogares, así que todos salimos,
pero al final nos quedaron dos, pues unos los subían en taxi o en motos, hubo una niña que
no sé qué le pasó, pero se puso en una actitud desafiante, se descontroló y se nos salía de las
manos poder controlarla, pero pudimos llevar a las dos criaturas que nos quedaban a salvo
a sus casas. Mi compañera y yo, que fuimos las únicas que nos quedamos hasta el final,
volvimos al colegio y ayudamos en los últimos detalles que faltaban para que el colegio
quedara impecable, hablamos un rato con las personas y ya luego al momento de irnos nos
despedimos muy a gusto de todos y dimos las gracias por todo lo que habían hecho.
Salimos hablando de lo que había pasado ese día, y del cansancio tan tremendo con el que
habíamos quedado pero que finalmente había valido totalmente la pena. Nos quedamos en
el parque llevando comida a nuestro estómago y dándonos un poco de energía para poder
ir a descansar. Hasta el sol de hoy me causa risa que la chica que se vistió de payaso le tocó
ir a comer al restaurante en el que nosotras nos hallábamos vestida de payaso, pues su ropa
al parecer se extravió, se nos acercó luego de que terminara y nos dijo “todos cuando pasan
me miran raro, pero a mí eso no es que me importe” las tres soltamos la carcajada y nos
despedimos.
Al final del día llegué a mi casa, me preparé para dormir y pensé que aquella labor que se
había hecho ese día fue muy satisfactoria, pues más de un niño aun debería tener la sonrisa en
la boca o algunos hasta deberían estar jugando con sus nuevos juguetes, me sentí agradecida
porque era un día más en el cual pudimos llevar una sonrisa a una personita.
Un ciclo que se cierra

Los ciclos de la vida se van cerrando, las etapas se van quemando y los recuerdos vividos
son lo único que nos queda para alegrarnos por nuestras buenas acciones, por todo aquello
que hemos hecho y los errores que hemos cometido, ya que de ahí también se aprende,
todo en la vida es un aprendizaje es nuestro deber aprender bien de ello y tomar bien las
riendas de nuestro camino.
De hoy en unos cinco meses mi graduación he de realizar, y aquí estoy recordando buenas
experiencias vividas en el proyecto Derribando Fronteras, más que por una obligación de
escribir estas narraciones es grato poder redactar estas experiencias pues puedo recordar
todo aquello por lo que luché, que al principio era un deber pero que luego se convirtió en un
placer. Por múltiples razones el último grado no me ha permitido estar en el grupo, pero el
ver por las redes sociales que cada vez es más grande me llena de orgullo, porque tras de ese
nuevo grupo está el trabajo que mis compañeros y yo hicimos, es muy grato ver que el grupo
no se derrumba y que por el contrario toma más estabilidad; unos lo harán por compromiso y
otros porque definitivamente quieren crecer como personas y ayudar, el caso es que lo hacen,
trabajan por llevar la felicidad que es una de las mayores emociones que los niños con los
cuales trabajamos debería sentir.
Aquí estoy escribiendo estas líneas para conseguir un certificado, pero más que eso para
recordar la buena experiencia que tuve en el grupo, desde el momento de llegada que me
recibieron con los brazos abiertos, en todo el proceso en el que donde pude conocer personas
y diferentes situaciones del pueblo el momento de la despedida, en el que los compañeros se
tomaron el tiempo de reunirnos y agradecer, por supuesto dejarnos las puertas abiertas para
cuando pudiéramos volver, me llena de satisfacción las innumerables historias conmovedoras
que tuve, las carcajadas y por supuesto las enojadas, pero son cosas que todo proyecto tiene,
emociones humanas que hacen que todo salga adelante.
Me llena de vital orgullo el poder haber gestionado refrigerios para los niños, mostrar en
los diferentes establecimientos comerciales nuestro proyecto, que así no quisieran colaborar,
pudieran saber que había jóvenes luchando por los demás, que se pudiera dar a conocer
el proyecto. Me llena el alma haber recibido conferencias y consejos de quienes sabían,
aportando a nosotros conocimientos para el buen funcionamiento tanto del proyecto como
de nosotros mismos.
La experiencia la volvería a repetir una y mil veces sin pensarlo, pues ayudar siempre es
bueno, y enseñar más aún, ser parte de algo de lo que las personas reconocen y tienen por
bien hecho.
Mi ciclo ha culminado, la poca ayuda que pude aportar me dejó grandes enseñanzas y
tras ello las sonrisas en aquellos niños y también adultos, los cuales se alegraban de ver a sus
pequeños felices, todo es una cadena, haces feliz a uno y el resto será feliz, las sonrisas son
gratis, sonríe y abraza a quien lo necesite.
Me alegra saber que el futuro del grupo ha aprendido del legado que nosotros hemos
dejado, y si en alguna ocasión, en algún momento, por casualidad alguien de este gran
proyecto estuviera leyendo o escuchando este escrito me gustaría que pusiera atención a
este consejo, luchar por esto hasta el último momento, yo como joven también pasé por la
etapa de iniciar, donde hasta pereza le daba a uno de sacrificar el tiempo libre, pero luego
se entiende que no es sacrificar, es invertir en algo que hará bien a otras comunidades y por
supuesto a uno como persona.
A aquel encargado de cargar los juegos, piense en que el camino es largo pero que al soltar
los juguetes las sonrisas y pequeños pies saltando se verán por todos lados, a aquel que le
toca dar la clase y el niño le saque un poco la rabia piense en la situación que debe vivir el
niño en casa, los múltiples gritos, peleas y maltratos, la poca educación que ha recibido y
es su deber corregir aunque no sea del todo, aquel que juega con los niños y está cansado y
siente no poder más, llénese de energía al saber que está haciendo feliz a alguien, hoy por él
y quizá mañana aquel niño al cual le ayudó, sea el doctor que le salve la vida a algún pariente
o incluso a usted, y le produzca la misma felicidad que usted le produjo a él; el caso es que
hagan todo con amor, que luchen por todo aquello que quieran alcanzar y que no echen en
saco roto todo lo que en el proyecto dicen, pues no se sabe en qué momento de la vida esto
les sirva como solución para salir de alguna circunstancia difícil.
Hoy, en esta tarde, a unos meses de salir del colegio me atrevo a decir que Derribando
Fronteras fue el lugar que me enseñó a agradecer por todo lo que tengo y a sentir la necesidad
de ayudar a todo aquel que lo necesita, fue la mejor decisión que pude haber tomado, estar en
este proyecto, de su gente, que aunque no fue mucho tiempo, fue lo sufriente para aprender y
estar contenta con lo que hacía y deje hecho. Derribando Fronteras, el proyecto para la gente,
por la vida, de la lucha y la búsqueda de una felicidad, sin duda alguna una gran experiencia.
Mi lugar favorito
Por: María Katherine Sapia
Derribando Fronteras es una experiencia muy bonita, donde debes dejarte tocar por
pequeños angelitos que en su vida lo único que buscan es un poco de amor, a mí, me marcó
mucho el hecho de compartir con personitas que nunca en mi vida había visto, que ni sabía
que existían y que simplemente se acercaron a mí y me dejaron entrar en sus vidas, en sus
tardes y en su corazón, ese lugar que está lleno completo de ternura. Derribando Fronteras
es un espacio donde se tiene la oportunidad de crecer como persona ayudando a crecer a
alguien más, inculcando o sembrando una pequeña semilla de bondad en el interior de
almitas, que te admiran por compartir con ellas o simplemente dedicarles tiempo
Ya sabemos que este es un proyecto que se enfoca en los lugares más aislados socialmente
de nuestro municipio de Andes, conocemos de primera mano que estos sectores como los
denominamos, no tienen las mejores condiciones ni de salubridad ni económicas, pero sí
sabemos que son lugares donde mejor calidad de personas existen, allí no importa de dónde
seas, claramente desde que te conozcan, te van a recibir con una sonrisa, con una cara amable,
te brindarán la mano y no te mirarán feo.
Sin embargo, sabemos de primera mano, que por allí se mueve droga, se mueven armas,
se mueven negocios ilícitos que no mucho bien le hacen al ambiente para que los niños,
puedan desempeñarse bien, ya que estos mismos son muy vulnerables o muy propensos a
caer en estas múltiples cantidades de sustancias, estrategias o herramientas, que los alejan de
la verdadera infancia que deberían vivir y simplemente los guían por camino de banalidad,
de riesgo y de realidad muy avanzado para la edad que la mayoría tienen.
Volviendo al tema principal, Derribando Fronteras para mí fue, primero un espacio donde
alfabetizar, pero se convirtió en mi espacio y lugar favorito para ir a compartir con personas
de mi edad, que tenían un pensamiento parecido al mío, con ansias de ayudar y apoyar a
almitas que sinceramente lo necesitan cada vez más.
Derribando Fronteras fue mi lugar favorito a una edad en la que marcó significativamente
mi vida.
Un día tal
Vamos a ver, cuando empezamos Derribando, la Hermana nos dijo, que lo que nos
recomendaba era que compráramos la camiseta que nos identificaba como parte del grupo
o que si no podíamos hacerlo, lo más recomendable era ir a los encuentros con camiseta
blanca, ya que así es cómo reconocían a los jóvenes de nuestro proyecto, inicialmente lo
tomamos como bobada, pero vimos que las personas antiguas, se lo tomaban muy en serio,
así que decidí por prevención. Acudí a mi primer encuentro con camiseta blanca para evitar
problemas o simplemente para seguir las reglas de Sor Adriana, al fin de cuentas ella era
nuestra formadora y quien ya conocía las reglas, situaciones y cómo mejor nos podía ir en
estos encuentros, pero claramente en mi primer encuentro fue también la primera vez de
muchos otros ya que comenzaba el año escolar y es cuando el proyecto se nutre de rostros
nuevos, muchos acataron la recomendación pero cabe mencionar que otros no, así que
éramos un colectivo grande y variado en cuanto a colores y razas.
Cuando llegamos, sí pudimos percibir cierta hostilidad de parte de unos muchachos que
estaban en las escalas antes del llegar al sector, pero supusimos que era normal al fin de
cuentas era la primera vez de muchos al subir, cuando llegamos donde Doña Gloria que es
la encargada de las llaves de la escuela del sector La Aguada, ella al principio también nos
hizo mala cara, pero sin embargo fue a buscarlas, cuando terminaron de llegar el resto de
compañeros, y allí venían varios antiguos que conocían la señora y ella a ellos, nos identificó
como Derribando y cambió su actitud y ya las cosas fueron cambiando, algo similar pasó
cuando abrimos la escuela y los niños nos vieron entrando o cuando queríamos jugar con
ellos. Sin embargo, fueron soltando poco a poco al ver y percatarse de que realmente no
buscábamos hacerles daño ni mucho menos, así que todo se suavizó.
Quedamos muy impactados cuando al bajar ya en la tarde, le manifestamos los nuevos

la situación a Sor Adriana y ésta nos dijo, que lo más probable era que por ser nuevos y no
conocernos en el sector, creyeron que le haríamos daño a sus conocidos o algo así, ya que
se sobre entiende que, por ser lugares tan vulnerables, son espacios propensos a ataques de
otros lugares y así, entonces quedamos un poco impactados luego de todo esto.
Lugares en los se respira

vulnerabilidad
Hablemos de los lugares que el proyectó acostumbra visitar, barrios de sectores periféricos
del municipio de Andes, que se ven afectados por la vulnerabilidad, de la drogadicción, la
trata de blancas, la violencia, la prostitución, el tráfico de armas, entre otros. Son sectores
que viven constantemente una guerra de fronteras generada por la disputa entre pandillas
que deja miles de víctimas y afectaciones múltiples en los habitantes de estos lugares.
Todo esto genera un caos constante y hace que los más pequeños queden involucrados,
al estar relacionados con amigos o familiares que han sido atraídos por esta forma de vida.
El lugar que más me llamó la atención visitar, fue el sector de La Aguada, ya que era un
lugar que en mis años de vida nunca había caminado, no conocía y mucho menos había
escuchado mencionar; así que averiguamos su historia, hablamos con las personas del
proyecto que ya llevaban años yendo allá, y simplemente nos anotamos en la planilla de La
Aguada, créanme que suena un poco más inocente de lo que es.
La Aguada, es un lugar muy triste tiene viviendas sociales, hay un nivel de vulnerabilidad
muy alto. En algunas ocasiones, los expendedores llegaron a hacerse a nuestro lado, dentro
de la escuela, mientras jugábamos o aprendíamos con los niños; claramente nos respetaban,
pero era muy impactante y hasta intrigante el hecho de que estuvieran tan cerca.
Ahora entendía la necesidad de acompañar estos sectores, más específicamente a los niños
que los habitan, ya que diariamente se ven rodeados de todo esto, porque claro, nosotros
sólo los veíamos los sábados o en los encuentros, ellos viven todos los días en estas difíciles
circunstancias.
Juegos … encuentros
de sonrisas
La primera vez de algo, siempre será impactante, ya sea con una persona, una prenda, un
carro, una casa, una mascota o hasta con una clase, por eso, definitivamente yo no olvido
la primera vez que un niño me dijo: Profe, dentro de la escuela del sector La Aguada. Ya
estaba a punto de dejar la escuela y había sido mi tercera clase, fue una sensación que me
puso la piel de gallina y generó que mis ojos se empañaran con lágrimas.
Estábamos tratando el nombre, es decir, la identidad y decidimos que el cuento que

llevábamos para dictar la clase, lo iban a personificar y en medio de esto una niña me
manifestó que le gustaría participar, claramente yo le dije que sí y esta niña muy feliz lo hizo.
Me preguntó qué debía decir a sus compañeros y yo se lo indiqué según el texto que ya iba
a redactar.
Cuando llegó su escena, la niña vino muy emocionada, porque su sueño a futuro era ser
actriz y empezar actuando en esto tan sencillo, le causaba mucha emoción. Personificaron
todo y empezamos las actividades lúdicas, y la niña se me acercó, yo jugué con ella y me dijo
que quería que le ayudara a actuar, que le enseñara y la guiara en otro cuento y eso hicimos.
Llegaron más de sus amigas y también jugaron con nosotras.
Cuando recogíamos el material para dirigirnos al pueblo, nos despedimos y la niña muy
hermosa, con la sonrisa más grande que nunca pude llegar a apreciar, me abrazó y llegando
sólo a la cintura, me agradeció por todo y me dijo que me esperaba emocionada en 8 días,
porque yo era su profe favorita. Cuando escuché la palabra Profe, me emocioné, todo mi
cuerpo se erizó.
No podemos cortarles las alas a los niños, ellos sueñan mucho y lo mejor que se puede
hacer es estimular esos sueños y ayudarlos ya que así, seguirán y seguirán soñando esperando
en algún momento hacerlos realidad.
Lo que creía
Por: Sara Manuela Flórez Mesa
Tampoco es fácil y sería una gran mentira afirmar que cada ocho días era gustoso subir,
porque en muchas ocasiones, el simple hecho de pensar en la subida hasta La Cuchilla era
traumático y te hacía pensar dos veces, sí de verdad valía la pena, sin embargo, siempre
llegaba a la misma conclusión: claro que sí vale la pena. Llegar, que nos vieran pasar y
comenzaban a correr para recibirnos y abrazarnos, las mamás ya nos saludaban y nos
hacían sentir realmente muy queridos y como en casa.
Extraño mucho esos días en los que podía ir hacer una mímica con ellos, un concurso de
baile o pintarles la cara. Extraño mucho a Milton, un niño que en ocasiones se ataba a mi pie
o cintura y era imposible soltarlo, tocaba caminar con el ahí, menos mal era pequeño.
También extraño a la nieta de doña Gloria, que siempre estaba gateando por toda la cera
de la escuela y su mama persiguiéndola. A Manuela, que siempre tenía ínfulas de modelo,
caminaba como si fuese por una. Extraño mucho a Sebas, que tenía unos ojos divinos o al
novio de Evelyn, que vivía enamorado de ella.
De verdad extraño mucho a la comunidad que nos hacían sentir en casa, que nos entregaron
su corazón, nos dedicaron su tiempo y nos abrieron su vida para dejar un trozo de nosotros
en ellos. Extraño hasta el hecho de tener que pasar por la casa de los perros, que sabe Dios
cuánto miedo les tengo, extraño mucho el cariño de la gente, los abrazos de Estefanía, los
peinados raros de Emily y los besos babosos de Carolina.
Ellos marcaron mi vida, tengo 17 años y sinceramente, estos niños supieron entrar en mi
ser como nadie nunca lo había hecho, me enseñaron que con muy poco se puede ser feliz,
me enseñaron que, aunque esté muy triste siempre puedo hacer feliz a alguien, con existir y
acompañar; me enseñaron que dinero y comodidad no es felicidad y lo más importante de
todo, me enseñaron que, aunque estemos cerca del mal, cada quien decide ser e involucrarse
con lo que su corazón desee, existe la fuerza de voluntad y el bien en cada uno de los corazones
de los niños, depende de cada uno explotarla.
Ellos son como plantitas, a las cuales hay que darles amor, brindarles atención con un
poco de acompañamiento y apoyo, Aprendí demasiado y extraño aún más, el corazón de
cada uno de mis niños que aún encuentro, me gritan y abrazan.
¿Qué es?
Derribando Fronteras para mí se convirtió, en algo más que un proyecto que me ayudaba
a pagar las horas de alfabetización, que como la mayoría era mi principal cometido. Este
espacio se convirtió para mí en algo más, en una familia, en un proyecto en el cual puedo
confiar, en el que tengo la posibilidad y oportunidad de ayudar, dar un poco de mí y lo
poco que soy, a niños que viven de verdad una realidad difícil.
Derribando Fronteras, es un espacio de jóvenes que van directo a jóvenes y niños que
se dejan tocar y tratar, es una familia, que obviamente tiene sus dificultades internas pero
que no son impedimento, para la obra social tan grande que tenemos como misión, que no
limitan la unión que existe entre cada uno de nosotros.
A este proyecto le debo mucho, miles y miles de sonrisas, le debo experiencias maravillosas
que me han ayudado a crecer como persona, a crecer intelectual, ética y moralmente.
Derribando Fronteras ha hecho de mí una mejor persona, ha modificado mi pensamiento de
joven egoísta, ahora soy un joven que se preocupa por la población que me rodea, esa que
constantemente está en crisis.
Hay viajes que siempre me voy a llevar en la memoria, que gracias a este proyecto y su
trayectoria pude realizar, para dar a conocer el proyecto y su misión. Siempre traté y trato
de dar lo mejor en estas exposiciones, tratando de dejar el nombre de este espacio que tanto
amo, por lo alto, que más y más personas se vinculen a una obra social tan bella y de tanto
significado para nosotros. Es importante sensibilizar a las personas, y este proyecto lo logra,
por sí solo. Sin embargo, es importante darlo a conocer y por eso, cuando me paro frente a
cierto número de personas y me hacen la pregunta:
¿Qué es Derribando Fronteras?
Más allá de palabras universitarias, de conceptos básicos, de preguntas problematizadoras,

visiones y personajes que nos inspiran. Derribando fronteras es un hogar, una escuela, una
familia, que se preocupa por la población vulnerable, que se interesa por generar un cambio,
por dejar una huella, por crear la diferencia en los niños que están creciendo para ser el futuro
de nuestro país; y qué mejor manera de ayudarlos y sembrar nuestro granito de arena, que
derrumbando esas fronteras invisibles que nos convierten en enemigos, enseñándoles que
hay un mundo más allá del que conocemos, enseñándoles el respeto por sí mismos y por los
demás, regalándoles nuestro tiempo, nuestra atención, nuestro cariño, nuestra constancia,
son personitas pequeñas que se merecen todo lo bueno de este mundo.
Derribando Fronteras es eso, esa sonrisa que aparece en cada uno de ellos, al vernos llegar
a un sector, es ese abrazo interminable que se siembra en el evento final del año, esa palabra
mágica que nos llena constantemente el corazón: ”¡Gracias profe!”
Un cambio
Posiblemente se pueden ver las cosas muy fáciles desde el exterior del problema, se debe
ver muy sencillo, el hecho de un sufrimiento que nada tiene que ver con cada uno de
nosotros, debe verse muy sencillo, porque como no soy yo, nada tiene porqué afectarme.
Pero la realidad a la hora de enfrentarla es diferente, empaparse del problema, adentrarse
en la boca del lobo es complicado y más cuando es por voluntad propia, nuestro ser
humano, sufre ciertos cambios y suelen aparecer ciertas preguntas en nuestro interior, que
constantemente, nos hacen cambiar de percepción.
¿Cómo no me di cuenta?
¿Realmente es justo?
¿Así yo me complico por todo?
¿Esto es real?
Y sólo hay que mirar alrededor para automáticamente encontrar la respuesta, muchas veces
como jóvenes nos encerramos en nuestros mundos sin percibir que hay algo más allí afuera,
que hay más personas, que la paz mundial no es posible y que la violencia está consumiendo
poco a poco nuestras ciudades, pueblos y poblaciones, que nos estamos viendo involucrados
en peleas y riñas que nada tienen que ver con nosotros y lo más preocupante y que más
impotencia genera es ver que un niño, es el más afectado. Es demasiado profundo, ver cómo
un niño de 6 años ya sabe empuñar un arma, es impactante ver cómo uno de 9 ya sabe armar
un porro y que uno de 12 ya lo está prendiendo. Es impactante el grado de realidad que ven
estos niños cuando sólo están empezando a vivir y deberían disfrutar jugando, pero no es así
Esto te cambia, volverte consiente de esto te cambia, te hace percibirlo de otra manera, te
hace querer hacer algo, hasta lo más mínimo que tal vez no ayude de mucho, pero que te hará
sentir mejor, sin embargo ¿esa es la idea? ¿sentirnos mejor nosotros mismos? O ¿hacerlos
sentir bien a ellos?. El ser humano a esta edad suele ser muy egoísta y como lo impacta
desea hacer algo pero para sentirse bien él mismo, no pensando en que alguien más también
se sentirá bien, sin embargo lo hace indirectamente, aunque no sea el objetivo de muchas
personas, le brinda a niños felicidad y ese es el cambio que con el tiempo se logra dentro de
nosotros mismos, de ti, de mí y de todos.
Un sentido social dentro de una persona vacía, no tiene mucho sentido, sin embargo,
muchas de estas personas vacías, se dejan complementar por estas sonrisas de niños, que te
enseñan humildad, te enseñan a valorar lo poco o mucho que tienes, el cariño que te brindan
los demás, tan importantes como tus padres.
Muchos opinan que los niños son fastidiosos, con su incansable energía, otros los ven
como encartes y otras irresponsables los ven como aquellos que interrumpieron un futuro,
pero ¿yo? Yo los veo como ángeles, como seres que no tuvieron la culpa de venir al mundo,
como seres que llenan de alegría la tierra, los veo como ángeles que vienen, a seguir la
misión del hombre, cuidar y proteger el mundo. Pero los veo también más allá, como seres
que indirectamente te ayudan a cambiar, que poco a poco si no lo encuentras, te ayudan a
encontrar el sentido de la vida, los veo como ángeles que pueden salvar tu integridad.
Suena cursi, sí, pero para mí son ángeles, que sin darse cuenta tal vez, crearon un cambio
en mi percepción, en mi mundo y mi actitud.
Un gran sueño
Recuerdo muy bien a una niña, que en alguna ocasión se me acercó preguntándome mi
nombre porque no lo recordaba, le dije: Sara, ella hizo un comentario ofensivo, creyó que
era gracioso y se fue hacia los jueguitos, yo quedé tranquila, pero pensativa, porqué una
niña tan pequeña sería capaz de formular tales comentarios, no le di mayor importancia y
seguí con mi labor.
Cuando estábamos jugando ponchado, hubo un momento en el que decidí alejarme un

poco a beber agua y volvió la misma niña y de la nada soltó otro comentario igual o un
poco más ofensivo que el anterior y esta vez sí me dio curiosidad, ya que de verdad eran
comentarios que no creo que puedan ser creados por la mente de una niña, así que presté
atención a la dirección en la que se alejó la niña y vi que fue la misma que anteriormente
había hecho el comentario, así que decidí ir a ver qué sucedía cuando la vi conversando con
un chico, hice caso omiso y me dirigí de nuevo a mi sitio. Cuando se acabaron las actividades,
decidí acercarme a la niña y pedirle una explicación, y ésta me contó simplemente que no
era su intención, que de hecho opinaba que mi apariencia física era muy bonita, solo que ese
chico con el que hablaba, le había prometido que la llevaría a piscina si me decía esas cosas,
ya que a él no le agradaba que nosotros fuéramos a compartir con ellos, porque éramos muy
falsos y metidos donde nadie nos llamaba, me dijo, que ella nunca había podido ir a una
piscina porque sus padres no tenían el suficiente dinero para brindarle ese gusto. De verdad
fue algo que me rompió el corazón, ya que la niña me lo dijo muy triste, además de que me
pidió disculpas porque era consciente de que no estaba bien, pero que simplemente ella
quería ir.
Algo tan sencillo como una piscina, algo tan normal para algunas personas, es el sueño
de otros inocentes. Es simplemente muy injusto y muy triste y lo que más me tocó, es que
cuando al siguiente fin de semana, decidí invitarla, sencillamente la niña ya no vivía en La
Aguada así que no tuve oportunidad de hacer y llevar a cabo su sueño.
Deberíamos valorar un poco más hasta el más insignificante detalle o momento que
podemos disfrutar, muchos niños, niñas, personas y jóvenes, no pueden contar con esos
gustos de vez en cuando y ellos sí que lo disfrutarían.
Los ojos de cristal

Por: Anderson Valencia Álvarez
Al escuchar a algunos niños del sector me quedo con ojos de cristal, al imaginar las cosas
que me decían, me daban ganas de llorar al saber que ellos a pesar de todos sus problemas,
como el maltrato que recibían por parte de sus padres. Al verlos es como si no les pasara
nada, con una sonrisa a la vida, sin importar los problemas, disfrutan lo que hacen, tienen
una meta. Esto me ayudó a entender que a esos niños solo les importa sonreír a la vida
y esto me enseñó a dejar los problemas a un lado, vivir el presente, olvidar y perdonar el
pasado; estos niños en cada encuentro tenían un sonrisa, gozaban, reían; esto me enseñó
a valorar lo poco o mucho que tengo porque ellos a pesar del maltrato, también tienen
problemas económicos, hay días que pueden tener una sola comida, mientras que hay
personas que desperdician lo mucho o poco que tiene sin saber la situación de los demás.
Me impactó, cuando un niño del sector, me contó que sus padres lo dejaban sin comer todo
el día y además lo golpeaban. Esto me hizo entender, que por más mal que uno esté, debe
salir adelante sin importar los problemas, ya que hay personas que pueden estar en peores
circunstancias y siempre salen adelante.
Las máscaras de la sociedad

Por: Brayan Gil
Era un día feliz para todos o quizás no, mientras unos reían, otros lloraban. Salí muy
temprano de mi casa, me dirigía a un lugar en el que no hay mucho ruido, no hay disparos,
ni guerras, ni muertes, donde todo no es droga. Ese lugar era la Ciudadela, lugar en el que
me sentía tranquilo, sentía paz, me podía expresar sin que nadie me molestara. Y después
de ir al lugar especial en la tarde, tenía que practicar con chicos más pequeños que yo que
tenían que soportar a sus familias peleando con otras familias, donde no existía el amor.
Más tarde en ese barrio llamado Ferromesa, llegamos amablemente a sus casas, sus mamás
nos dejaron estar con ellos, para realizar la actividad, de pronto vi unos de los niños que no
quería jugar, de manera que me le acerqué y le dije “qué te pasa “ y me respondió “no nada”
“es que, desde hace tiempo no jugaba así, mi padres no me sacaban” le dije “por qué” me
respondió “ es que mi padres se pasan peleando siempre y no tienen tiempo para mí, ni para
llevarme a jugar “ ese día me quedé pensando por qué tantas máscaras.
No pueden decir las cosas de frente, todo sucede a espaldas así, como los papás de este
niño, por qué no muestran su verdadera cara, que no sigan disimulando, que solo digan un
hasta luego y así dejan de lastimar a los demás.
Mi opinión sobre el proyecto

y mi reacción en el primer
encuentro
Por: Camilo Andrés Pérez Zapata
Me uní a Derribando Fronteras con el objetivo de cumplir las horas de servicio social, no
sabía que las situaciones de los niños estaban en tan mal estado, ir por primera vez fue
raro para mí, ya que en toda mi vida nunca había visitado un barrio en estas situaciones.
Entonces pues fue una experiencia nueva para mí, para ser sincero no me sentí como si
estuviera en uno, pensé que iba a ser más impactante el ambiente en el que vivían, que no
quiero decir con esto que no estén en mal estado, esto fue lo que pensé cuando realizamos
el recorrido de los sectores. Cuando traté por primera vez con los niños, no sabía cómo
tratarlos, debido a que nunca he manejado relación con niños y mucho menos en ese estado.
El primer día conocí a los niños y a pesar de estar en la situación en la que estaban, me
sorprendió lo alegres que podían llegar a ser, y, a pesar de que yo no sabía cómo tratarlos
hubo algunos que desde mi punto de vista fueron muy maduros, refiriéndome a cómo ven
las cosas a su edad, me decían cosas que los niños de su edad no dicen. Ellos me hicieron
reflexionar sobre lo que tengo y que debería valorarlo más.
Esta experiencia me ayudó a conocer más la situación en la que se encuentran estas

personas y lo importante que es para los niños distraerse y olvidarse de sus problemas un
rato. El proyecto me parece una excelente obra de caridad porque se hace sin esperar nada
a cambio, a los niños les hace falta cuando no se realizan las actividades, para ser sincero
no pensé que a los niños les importaría tanto el proyecto, no pensé que reaccionarían así,
pensaba que lo iban a tomar como una actividad obligatoria, más que por voluntad propia,
el caso, es que me parece un proyecto muy necesario para mantener estos sectores vivos y
llenos de alegría. Espero que este proyecto se mantenga y no se olviden de él y los niños que
necesitan de este proyecto.
La niña
En uno de los encuentros conocí una niña que la trataban bastante mal, y yo no comprendía
por qué la trataban de esa manera. Sin embargo, no le presté mayor atención, así que decidí
seguir jugando con los demás niños. Luego, ella se unió a jugar con nosotros, fue ahí cuando
decidí observar qué hacía y cómo se comportaba, quería saber si podía averiguar por qué
la trataban así, y me di cuenta que era alguien difícil de tratar, porque siempre estaba a la
defensiva; realmente era difícil conversar con ella, y para de rematar, cuando estábamos
jugando ponchados, debido a que no estoy acostumbrado a jugar con niños tan pequeños,
le pegué en la cara, justo a ella, lo que hizo más difícil relacionarme con ella y tratar de
ayudarla.
A pesar de pedirle disculpas y comprarle un dulce, ella seguía sin perdonarme y me

intentó pedir otro dulce diciendo que se lo debía, yo me negué, ella se puso aún más a la
defensiva conmigo. Yo, ignorante de la situación en la estaba ella y por qué se comportaba
así, pero poco a poco descubrí el por qué.
Un día al final del encuentro, entregamos a los niños a sus respectivos hogares, como
siempre lo habíamos hecho, el problema fue que poco después nos dijeron que esa niña no
había llegado a su casa, que había huido, si no recuerdo mal, se fue a un centro de bienestar
familiar, no quiero sacar conclusiones sin pruebas pero si alguien huye de su hogar es
porque no estaba bien allí, no sé cómo la tratarían sus padres o si esa no era la razón, tal vez
simplemente no quería seguir viviendo allí, en esa situación de pobreza, y solo buscaba una
manera de conseguir una mejor vida.
Esta historia me marcó, ya que es todo lo opuesto a mí y es algo que agradezco, nací en
una buena familia, no tengo malformaciones, siempre tengo comida en mi casa, tengo un
techo bajo el que vivir, puedo permitirme lujos que muchos no pueden darse, es por esto que
esa niña me hizo a reflexionar sobre lo mucho que tenía y lo poco que lo valoraba, con esto
no quiero decir que yo sea más, al contrario, yo soy débil comparándome con esos niños que
tienen que vivir día a día una situación que yo sería incapaz de afrontar.
La felicidad depende de ti,

no de los demás
Yo no esperaba la felicidad que podían transmitir aquellos niños, aunque ellos tuvieran
poco para jugar, poca ropa, cuando jugábamos con ellos, transmitían una felicidad que hacía
parecer que no tuvieran ningún problema; es impresionante cómo los niños se adaptan a
estas situaciones, es allí cuando me puse a reflexionar si realmente necesitamos cosas caras,
la opinión de los demás, lujos y otras cosas para ser feliz o si sólo necesitamos de nosotros
mismos para serlo.
Con estos encuentros he descubierto y he reflexionado sobre muchas de las cosas que me
rodean, los humanos somos caprichosos, decimos que necesitamos autos lujosos, dinero, casas
lujosas y toda clase de cosas innecesarias que realmente no dan felicidad, solo son un efecto
placebo para creer que en realidad somos felices con esas cosas, haciendo que consigamos
más y más para “ser felices”, y creemos que sin este tipo de cosas es imposible ser feliz; estos
niños han demostrado que no es así, que sólo se necesita de sí mismos y amigos para jugar,
hablar, correr, entretenerse; aunque también está el factor de que son niños que no conocen
muy bien la sociedad y cómo funciona el mundo, y aunque algunos le guarden resentimiento
al mundo, lo digo porque he escuchado a algunos diciendo que estaban cansados de vivir
así, yo supongo que se referían a su situación económica, o eso quiero creer. Como he dicho
antes, me es difícil tratar con niños, he aprendido mucho de ellos, humildad, respeto, y otros
valores. Y a pesar de todo me he apegado con algunos de los niños del sector. Por lo que
considero esta experiencia valiosa para mi crecimiento como persona.
Goals fulfilled
Por: Cindy Daniela Restrepo
Hace algunos años, alguien joven, tomó la decisión de ingresar al grupo juvenil “Derribando
Fronteras”, en el cual los jóvenes cambian la sociedad desde su interior, y el interior de
los niños, aquellos pequeños sonrientes, fuertes y hábiles, capaces de soñar y luchar sin
importar tiempo, lugar o situación, un grupo capaz de derribar fronteras.
Aquel joven llegó a un sector La Cuchilla buscando y soñando una forma de hacer de
este lugar algo mejor, allí, en medio de todas esas personas llenas de conflictos, días grises,
lágrimas amargas y gritos de desolación, estaban esos pequeños y pequeñas que tanto querían
ayudar, compartía con ellos sonrisas grandes, sueños, historias, tratando de darles una buena
infancia, un mejor recuerdo.
Bueno, en fin, esta historia no se trata del joven, se trata de una pequeña más, una guerrera
que está cumpliendo “goals” (metas).
Ella pequeña, delgada, poco fuerte, pero firme, feliz y de gran valor, luchaba contra
demonios, los que le habían arrebatado su hogar. Una familia normal, en la que el padre no
estaba, la madre trabajaba y las comidas muchas veces no alcanzaban; aquella pequeña tenía
una hermanita, la adoraba, la protegía a escudo y espada, no le importaba qué tenía que
enfrentar por ella, ya que siempre estaba dándole su mano.
Un sábado en la mañana, como de costumbre, subieron los chicos con títulos de “profes”,
uno de ellos se acerca a la niña para dialogar, la quería conocer, parecía ser una de las más
sonrientes y de mejor vida, pero la niña le empieza a contar que su padre había abandonado
su casa y que ella se sentía culpable, ya que ella había visto que sus padres discutían por
ella, mientras su padre la protegía de las pelas y regaños de su madre, la madre gritaba y se
enojaba más, “de igual forma ya no está, ya se acabaron los problemas”, fue una frase que
ella pronunció.
La niña al pasar los días, no volvió a los juegos, ya que su madre trabajaba toda la semana,
y en la noche de viernes a domingo estudiaba para asistente administrativo, su padre no
estaba, ya ni las llamaba, ella se sentía sola, triste aburrida, desmejoró en el estudio, se volvió
un poco arrogante, sentía que nadie la quería, cuidaba de su hermanita cada que se quedaban
solas, preparaba el desayuno, que se trataba de media arepita, con un huevo partido para las
3 y un poco de agua de panela.
Fue creciendo con ese sentimiento de rabia hacia sus padres, por el trato que se dieron.
Su hermanita, tres años menor, se había vuelto tan grosera con ella, después de tantas cosas
que habían pasado juntas.
La soledad y rabia se habían mezclado para hacer de esa niña algo diferente a las demás,
poco vanidosa, desinteresada, tranquila aunque, su bipolaridad era muy alta, llegó a un
punto de su vida en el cual no sabía qué quería o qué sentía, le mentía a sus padres, a sus
compañeros y a sus amigas, siempre trataba de sonreír y estar alegre para los demás, para
que no se preocuparan por ella, no quería más visitas al psicólogo, no quería más citas con
sus padres al bienestar, no quería que su padre hiciera más daño, no quería que siguiera
demandando para separarlas de su madre, no le gustaba escuchar a los demás hablar mal de
la mujer que le dio la vida, no le gustaba ser la niña a la cual todos ignoraban, no le gustaba
ver a su padre borracho otra noche más.
A los 12 años, ella, ya no era una rosita, había pasado por tantas cosas, tantos momentos
malos, la habían tratado de violar, sus propios primos, sus tías no eran muy amables con ella,
y aún seguía creciendo esa ira de su hermana hacia ella, su madre y su padre en discusiones,
y ella en el medio, tratando de que la escuchen que noten esos sentimientos, esa angustia.
Y sí, al final llegaron aquellos momentos en los cuales ella no daba para más, se encerraba
a llorar, ni el baile, ni la música, ni las artes la desahogaban, era solo ella, con sus sentimientos,
era un volcán y estaba haciendo erupción, siempre le faltaba algo, una pequeña gota de agua
para rebasar el vaso.
Su sentimiento de tristeza aumentaba, se quería quitar la vida, se quería ir de todos ellos,

perderse en el tiempo, morir realmente, porque sentía que ya estaba muerta en vida, el dolor
le producía placer, le saciaba todo lo que sentía ella se cortaba, se mordía y aruñaba, sólo
quería sentir dolor físico; pero siempre cada que estaba a punto de caer del precipicio llegaba
alguien, la hacían razonar y la bajaban de allí, le salvaron la vida a ella y a muchos más.
Pasaron y pasaron los días y ya todo pintaba otro color, el ambiente en su casa había
mejorado, ella se había calmado con la ayuda de su novio, un psicólogo, y muchas risas, o al
menos eso parecía, su novio aquella persona que llegó y le ayudó a dar dirección a su vida, le
enseñó un grupo, “Derribando Fronteras”, ese grupo le dio otra oportunidad a ella de soñar
y reír, se curó el alma.
Se apropió demasiado del grupo y a pesar de que aquel joven que le dio una dirección
en su vida ya no estaba, ella no se iba a rendir, al empezar el año 2019, la chica participó aún
más al grupo, ella siempre quiso ayudar a los niños, a que cambiaran, dieran más de ellos,
a que pudieran pensar más las cosas y no las guardaran, en cierta forma ella sabía qué era
pasar con hambre, tener pocos recursos, tener poco cariño, o más allá tener todo pero no
tener nada, estar vacío.
Y como siempre pensó en ellos, pudo llegar a ocupar el puesto de presidenta y un día
la Hermana Adriana, la invitó a pensar en qué escribir para su experiencia y habló un poco
más sobre todas las experiencias de los demás muchachos y por un momento sintió algo de
nostalgia, al darse cuenta de que había cumplido la meta de algún joven que perteneció a este
proyecto, ella, esa chica, esa niña llegó a la cima, y nunca se iba a rendir hasta darle un mejor
futuro a los niños, ya que lo necesitaban; y ella lo sabe más que nadie.
Un cambio radical
Por: Daniel Serna Herrera
Es increíble ver eso, ver cómo jóvenes, niños se divertían, pero nunca supe cómo lo
lograban. Un día en el afán de cumplir horas sociales, ya que vivía muy ocupado entré a
Derribando Fronteras, pero no pensé que sería agradable compartir con otros ya que yo
era muy solitario, sólo hablaba con una compañera del colegio. En el primer encuentro
estuvieron mis expectativas como de costumbre, sin esperar mucho de los otros, pero
cuando me empecé a relacionar con esos niños, sentí algo dentro de mí, era la primera vez
que me sentía alegre de compartir con alguien, no sé por qué, pero cuando estoy con esos
niños adopto una forma de ser diferente, porque siento que genero algo bueno en alguien
al compartir con ellos.
Ahora, ya que han pasado varios encuentros los niños que siempre van a encontrarse con
nosotros nos saludan en cualquier momento en el que nos encontramos con ellos.
Es sorprendente que solo una sonrisa que regalamos mis compañeros y yo en ellos nos
llene de alegría a cada uno de nosotros, la gente que llama a estos niños mocosos se equivoca,
ya que reflejan en sus rostros alegrías y buenos momentos, después de que nos vamos de
los lugares en los que jugamos, estos niños pueden cambiar la vida de cualquiera sí se deja
influenciar por ellos.
Reflexión sobre mi
experiencia en el grupo
“derribando fronteras”
para construir sueños
Por: David Escobar Salazar
Mi reflexión la quiero abordar desde 3 perspectivas en momentos diferentes.
La primera reflexión es sobre lo que se piensa que es el grupo y lo que en realidad es.
Recuerdo que la primera vez que vi este grupo, yo no estaba en él, solo veíamos a ciertos
jóvenes en el colegio, haciendo algún tipo de trabajo y explicándoles cosas, o también a
veces viendo películas o cosas así. En noveno por normativa, hay que prestar un servicio
social, en el colegio nos ofrecieron varias cosas, entre éstas estaban ayudar en la enseñanza
de grados inferiores, ayudar en el proyecto de deportes, entre otros por ese estilo; pero
había uno que no tenía que ver con el colegio o tal vez sí, pero éste se enfocaba más en
todos los niños del municipio. Su nombre era Derribando Fronteras y la encargada era la
Hermana Sor Adriana, éste la verdad me llamó un poco la atención, ya que en él podría
hacer ese trabajo con niños que tanto me gustaba, y además podría también pagar las horas
sábados que no tenía muchas cosas que hacer. Llegó el día de escoger, y la gran mayoría
de mis amigos y yo entramos en el proyecto. Todos pensábamos en un principio que las
clases eran una perdedera de tiempo, aburridas y muy poco educativas, todo hasta que
lo tomamos enserio, y nos dimos cuenta que primero hay que conocerse y enseñarse a sí
mismo para poder enseñar y educar a otros.
Llegó también el día en el que después de conocernos nosotros, fuimos a ayudar a niños
a hacer este proceso, sinceramente muy pocas cosas en la vida gratifican más que ver un
niño que vive en un mundo lleno de tristeza, y que solo por un momento sea feliz y más
gratificante aún que esta felicidad sea causada en parte por ti.
Supuestamente nosotros íbamos a enseñar mediante lo lúdico y mediante diversas

estrategias, pero eso no es cierto, porque al final el que aprende es uno, sólo estuve 2 años en
este proyecto, y puedo decir que gracias a él, aprendí a valorar y a tomar conciencia de que
las cosas están hoy, pero quién sabe mañana, también que la felicidad es tan fácil de conseguir
con cosas tan pequeñas, que a veces ni se miran, y lo más importante que aprendí en todo ese
lapso fue que para cambiar el mundo y a las personas, no se necesita llegar a ser el mejor en
lo que se haga, ni siquiera el mejor a nivel interno, nada de eso, lo único que se necesita para
ese gran fin, es “AMOR Y COMPRENSIÓN”, y esas dos palabras me las dijo un niño.
Volviendo al tema centro y el enfoque de esta reflexión, al principio nosotros pensábamos

solo en Derribando como la forma de pagar las horas, sólo lo veíamos como una obligación,
esperando la hora de acabar esas 3 o 4 horas cada sábado, pero cuando tomamos serias las
clases y pusimos atención, por fin entendimos porque se llama “Derribando Fronteras”, y
ya esas 3 o 4 horas los sábados dejaron de ser una obligación y se convirtieron en un gusto.
Muchas personas solo cuando ven el nombre, escuchan la canción y ven que la líder es la
hermana, piensan que es algo más del colegio, que es una pérdida de tiempo, y que solo
entrarían por pagar horas, pero no saben cuánto se equivocan, ya que con mucha fuerza en
mis palabras, puedo decir que allí se ve la educación que no da un colegio, sino la vida.
La segunda reflexión o experiencia es sobre el proceso que se vive allí. Cuando entramos
al proyecto, las primeras clases fueron sobre cómo conocerse a sí mismo, y sobre actividades
lúdicas pero que a la vez servían para reflexionar, yo iba a las reuniones con muchos amigos
y amigas, y éstas se tornaban divertidas y entretenidas cuando nosotros queríamos, ya que
muchas veces no teníamos la atención puesta y simplemente íbamos a sentarnos.
Cada vez las clases iban siendo mejores, ya que había mejor participación y disposición del
grupo para las actividades y se tornaban más entretenidas. Luego de unos meses de actividades,
la Hermana Adriana nos empezó a preparar para ir a sectores con alto riesgo para los niños,
y comenzamos con talleres sobre cómo tratarlos, también íbamos a reconocer el sector, a
entrevistar y después de todo esto y finalmente a hacer un trabajo formativo con los niños.
Cada sábado llegábamos a las 2 p.m. al colegio, a preparar la actividad si aún no estaba
preparada, y después de esto salíamos hacia los barrios, por mí parte era en la localidad de
La Aguada, como iba con muchos, por no decir todos mis amigos, la caminada se hacía a
veces larga pero divertida y agradable, recuerdo que en muchas ocasiones se tornaba de esta
forma por caídas, golpes ya que el suelo en tiempos estaba mojado. Una vez que llegábamos
al barrio, pedíamos las llaves de la escuela donde había una cancha apta para la actividad,
llamábamos los niños y empezábamos las clases. Fue duro las primeras veces ya que no es lo
mismo hablar con niños de más de 11 años que con niños de 8 años, pero después de algunas
clases, ya nos tomamos más confianza y sabíamos cómo hablarles.
Las clases terminaban más o menos a las 4 y 30, y comenzábamos a empacar para bajar,
siempre llegábamos entre las 5 o 5 y 30, un poco cansados pero de verdad y sinceramente con
una buena vibra, con unas buenas enseñanzas. Después de muchas clases nos dimos cuenta
que se empezaba a recortar el número de niños que iban a las clases, pero aun así, iba una
buena cantidad de niños entonces, seguimos yendo.
Cuando llegó fin de año, igual que los niños, los integrantes del grupo de Derribando se
habían retirado y el grupo reduciendo, tanto así que sólo quedó gente que se le notaba que
le gustaba.
En este mismo fin de año, viví una de las experiencias que más me gustó y más disfruté
de mi estadía en el grupo, y fue la vez que se reunió a todos los niños de todos los sectores
en el colegio, y se les hizo una fiesta, fue tan maravilloso ver que esos niños se divirtieran
que hasta personas que no se mostraban expresivas ante nadie, ese día estuvieron tan activas
que agarraban micrófonos, o bailaban y todos quedábamos sorprendidos. Aunque si pienso
bien, en muchas ocasiones también pasó lo mismo y con diversas personas. Después de que
pasaron las ochenta horas, muchos de mis amigos se salieron, pero otro amigo mío y yo,
decidimos quedarnos y hacer parte del grupo formador, en el que era muy “parchado” ir
a las reuniones y hacer las clases, pero por esos tiempos yo empecé a tener cierto tipo de
problemas conmigo mismo, entonces poco a poco me fui alejando del grupo, y ya no iba cada
ocho días, sino cada quince y así cada vez más hasta que ya no volví, la Hermana muchas
veces me dijo que volviera y yo volví en algunas clases, pero ya no sentía lo mismo y preferí
no hacer carga en el grupo.
Pero me acuerdo de una vez, en una actividad en el puente de Jardín que nos tocaba hacer
una entrevista a gente emblemática del barrio, y en una de las entrevistas nos tocó un señor
que vendía avena y papas, este señor tenía tanta sabiduría y humildad, que al momento de
hablar y contar historias, era imposible no quedar atrapado al instante, tanto fue así que hasta
me revivió muchas cosas, y me hizo ver con otros ojos, mi mayor admiración para él, que
prácticamente esa tarde me hizo reflexionar y hasta a llorar a un joven que en ese momento
no tenía buenos sentimientos.
La tercera reflexión es sobre el proceso con los niños. Llegar a La Aguada y ver cómo los
niños corrían para ir a divertirse con nosotros, daba energía, pero más aún era cuando éstos
realizaban las actividades ya antes estipuladas y se divertían, muchísimas veces nos tocó
improvisar comportamientos con los niños en los que probablemente no teníamos ni idea,
pero que dado el momento teníamos que manejar, tales como una pelea entre niños en un
sector de tan alto riesgo, gritos por parte de personas mayores a niños, pero lo peor era saber
que no se podía hacer mucho en el momento porque quizá sería peor.
También los niños a veces llegaban a tomar confianza y contaban con uno para un
problema, o simplemente para contar algo, de esto recuerdo un día que una niña estaba
preocupada y sentada lejos del resto, y yo fui a preguntar si algo pasaba, la niña después de
unos momentos entró en confianza y me dijo que lo que pasaba, era que estaba enamorada
de un niño y no sabía cómo decirle a él y a sus padres, la niña tenía 7 años y en ese momento
no supe ni cómo reaccionar.
Un sábado también recuerdo que un niño se alejó del resto a llorar y se quiso desahogar
conmigo diciéndome lo siguiente: “Es que mera rabia con mi papá, todos los días pegándonos
a mi mamá y a mí, pero yo sé que un día voy a crecer y le voy a meter una pela que ojalá no
lo mate”, a esto no supe responder, y son asuntos que dejan interrogantes, reflexionar sobre
cómo un niño puede decir esto, y que suene normal. Son situaciones a las que no se tiene una
instrucción sobre cómo responder, y tienes que poner tu pensamiento como el de un niño y a
la vez, dar un buen consejo.
Pero a la vez también agradezco, ya que sin eso no sería capaz de ver como veo ahora y
de pensar como lo hago ahora, además también tocaba mucho el corazón cuando un niño te
agradecía y te decía maestro o profesor.
La vez que más feliz y pensativo me fui de ese lugar, fue cuando un niño me dijo las
siguientes palabras: “Profe es que a mí me gustaría ser como usted, así todo inteligente a ver si
por lo menos un día mi mamá se siente orgullosa de mí”, ese día no me concentré el resto de la
tarde ya que no entendía cómo un niño de menos de diez años podía decirme tales cosas.
Eso fue Derribando Fronteras para mí, un choque entre lo que pensaba y lo que pienso
ahora, entre lo que hacía y lo que me hicieron, dejando un número de experiencias y de
enseñanzas en mí, que a veces hasta se me pasan por la mente y me alegran el día, también
agradecer a Sor Adriana por ser tan buena educadora, ya que pienso que ella junto con Sonia
Uribe son las mejores educadoras que he tenido, ya que se salieron de los cuadernos y los
libros para enseñarme sobre la vida, y eso para mí es demasiado valioso, tanto que, gracias a
comentarios por parte de las dos, puedo decir que he mejorado en todo.
A veces me arrepiento de salirme de Derribando, pero recuerdo las razones por las que
mejor decidí abandonar el grupo, y llego a la conclusión que los objetivos, ideales y forma
de ser van totalmente conmigo, pero sería un mentiroso si digo que ir a las reuniones me da
cierta pereza y que además me salen otras cosas que debo hacer.
Pero es difícil escoger sobre qué reflexionar en un tema, que en mi posición llega a tal punto
de cambiar el pensamiento de las personas, y escoger entre tantos recuerdos y experiencias
algunas, ya que todas son significativas y se recuerdan con aprecio porque fueron días
diferentes, con personas diferentes y en lugares diferentes, pero tienen en común que marcan
por la sencilla razón de saber que por fin en toda mi vida, he hecho algo no solamente por mí
sino por ayudar a otros y saber, que ya sea en poca o gran cantidad también pude dejar algo
mío en ellos.
Otra opción para ese futuro

con sueños
Por: Eliana Carolina Morales Álzate
Todo empezó cuando me dijeron que tenía que pagar horas de servicio social, yo miré
varias opciones y me atrajo mucho el grupo de Derribando Fronteras, del cual se decía
que podíamos aprender muchas cosas, no sólo para mí, sino para los niños y jóvenes con
los cuales se interactuaba cada tarde; así fue como empecé a dedicar tardes a los niños, los
cuales me llenaban de sonrisas. Me daba tanta alegría ver en cada niño la emoción que les
daba al vernos llegar por ellos.
Todos esos minutos que pasaba con ellos me hacían ver todos esos sueños indestructibles
que tenían y crecían en ellos, a pesar de toda esa sociedad ruin y cruel que habita allí, nosotros
luchábamos para que ellos pudieran lograr sus sueños.
Cada día que pasaba me parecía que nos volvíamos más una familia, claro con problemas,
pero problemas los cuales se solucionaban hablando con el corazón en la mano para después
seguir disfrutando de sus hermosas risas.
Al pasar algunas semanas me sentí tan orgullosa de poder entender y apoyar a todos esos
niños y jóvenes para que no cojan malas costumbres; siempre tuve la esperanza los niños a
los cuales tuve la oportunidad de acompañar en algunos momentos de su vida crecieran y
hablaran de Derribando Fronteras, que hablaran de cómo pudimos cambiar su vida hacia un
mejor rumbo, que siempre tenían la mano de una amiga la cual los acompañaba y cuidaba.
Pude ir aprendiendo de ellos, de sus ilusiones, de sus fantasías, y toda su alegría la cual me
hacía navegar en mis pensamientos, afrontando cada recuerdo que no le encontraba belleza
o algún sentido; cuando podía escuchar sus experiencias, sus sueños y aficiones me sentía
como flotando, imaginando con ellos tal belleza, tanta hermosura y la satisfacción de saber
que lo han logrado, me movía el alma.
Amaba cuando encontraba a los niños en el parque, me daba una grata satisfacción saber
que estaban bien, cuando no podían ir me preocupaba un poco y me daban ganas de salir a
preguntar por ellos, saber por qué no podían asistir.
Después de haber pertenecido algunos meses al grupo me daba ansiedad el que los
días pasaran tan lentos para ir a los sectores a poder disfrutar una tarde más de todos esos
momentos locamente felices con ellos, de sus risas e historias, historias mal contadas, pero en
cada una me decían algo de ellos, se reflejaba su actitud y carácter.
Me hacía daño ver cómo se lastimaban entre ellos, con gestos, palabras o a golpes, se hacían
daño, pero para eso estábamos allí, para evitar que estos momentos se presentaran, para
hacer que todos los niños se quisieran y acompañaran cuando nosotros no estábamos cerca,
para que ellos pudieran tener a alguien más de apoyo, por qué lo que nosotros queríamos
lograr era hacer una familia con todos los niños y jóvenes de los sectores, para que pudieran
estar siempre unidos, sin importar las dificultades por las que estén pasando, ya que muchos
venían de casas en las cuales la convivencia entre hijos, hermanastros, padres o padrastros
no eran las mejores, solo se hacían daño entre ellos, no se comprenden y solo se ven las
diferencias que existentes entre ellos.
Muchos niños llegaban tristes hacia nosotros a contarnos lo que les pasaba en sus casas, lo
que les aburría de estar allí, muchos niños se mantenían en la calle porque en sus casas solo
se veían los problemas y dificultades, me contaban que su familia era dividida, no era unida,
era fría, solo habían unos pequeños instantes de felicidad, los cuales ellos los mantenían
en sus pequeñas cabezas para disfrutar de todo ese recuerdo vago, pero hermoso, tenían el
sueño que cuando crecieran poder trabajar y hacer a su mami feliz, sin hacer que les faltara
algo, mucho menos el afecto.
Aquellos niños me mostraron tantas cosas, me mostraron que un sueño se hace

indestructible si lo deseas, si no lo abandonas, si sigues luchando por lo que quieres se puede
hacer realidad, me demostraron que hay más cosas por las cuales reír y luchar, que las que
hay para llorar, pero hay más oportunidades para triunfar, las que hay para caer, que cuando
uno cae, es para levantarse y seguir con más fuerzas, que no hay que dejar nuestros sueños
tirados por un simple decir de los demás, por las palabras y rumores que nos rodean y hacen
algo pesado de nuestro mundo, pero esto solo pasa si los escuchamos y nos llenamos de
basura existente, porque es eso lo que nos hace daño a nosotros con nuestras metas.
Me imagino cómo sería el mundo si todos nosotros ignoráramos esos comentarios los
cuales nos destruyen, y nos centráramos en hallar la forma de hacer felices a los niños, hallar
la forma de darles un mundo mejor, lleno de paz, vida, amor, tranquilidad, serenidad, un
mundo en el cual los sueños se realicen, un mundo en el cual las promesas no solo sean palabras
que flotan y desaparecen en el universo, en un universo lleno de nada y de todo, un mundo
en el cual podamos ver reír a cada niño, que los niños tengan mejores futuros, que puedan
avanzar y que si caen puedan contar con un guía, con una mano, una luz, un bastón el cual le
haga más fácil el camino que desea tomar; que ya no se vean los niños llorar por comida, por
amor, como podemos dejar morir un niño de hambre y nosotros desperdiciándola cómo es
posible que nos hallamos vuelto tan ignorantes con nuestra niñez y no la veamos y nos valga
lo que pase con ella, cómo no podemos valorar esas sonrisas, esos sueños y esperanzas que
hay en ellos las cuales se nos hacen gratas, las cuales podemos formar.
Cómo podemos ser nosotros los mayores la causa del sufrimiento de ellos, cómo podemos
ser el temor de ellos, cómo podemos provocar lágrimas en caritas que no lo pueden dar todo,
hay muchas ocasiones en las ellos son los que nos rescatan de un mal día, muchas veces
ellos son los que nos inspiran a seguir y no parar, a tomarlos como un ídolo, una figura de
la cual podemos sacar muchas experiencias, muchas bases, sabemos que para ser felices hay
que estar locos o ser como un niño, inocente y tierno con sus sueños y las esperanzas de
cumplirlos. Me preocupa esta realidad y por eso estoy en Derribando Fronteras.
Una mirada y sonreirás

Por: Eliana Carolina Morales Álzate
Cada niño tiene su mundo, su manera de ver las cosas de actuar, sentir y comunicarlas.
Por eso es que se hace interesante pensar una vez más en ellos, en su mundo, sus reacciones,
su forma de ser, sus miedos, cómo se sienten con nuestro acompañamiento.
Me gusta aventurarme en la vida de los niños, en cada sensación que transmiten, me

gusta saber que me tienen la suficiente confianza como para contarme lo que sienten, piensan
y quiere cada uno, sus metas, sueños.
Es hermoso lograr hacer un vínculo amistoso con ellos, los niños son puros, tiernos y
adorables, son nuestras estrellas en la noche, nuestro arco iris después de un día lluvioso,
son la mayor riqueza de nuestra humanidad y por ellos es que luchamos los jóvenes de
Derribando Fronteras, para conservar nuestra riqueza intacta, conservada con sus sueños.
Todos los que hemos estado en Derribando Fronteras nos hemos llevado hermosas
experiencias de los niños, la personalidad, confianza y la tranquilidad con la que se expresan,
nos encanta compartir con los niños, ver cómo nosotros los ayudamos a tener una vida sana
y ellos a nosotros, porque hay que admitir que lo que nosotros hacemos no solo les ayuda a
ellos, si no a nosotros, crecemos de la mano con ellos. En cada sector se viven cosas diferentes,
se ven dificultades diferentes y en cada sector se logran cosas diferentes, los ayudamos a
cumplir sus sueños sin miedo, a ser indestructibles, aunque ellos nos hacen indestructibles a
cada segundo que los vemos reír.
Nos quebramos con ellos, pero volvemos y nos paramos juntos, sin soltar nuestros anhelos.
Las miradas son lo más puro que podemos encontrar en los niños, son como el agua, son
claras como un cristal, sus miradas nos llevan a navegar en ellos, a conocerlos más a fondo, a
tener más formas de verlos, de tratarlos y conocerlos.
Sus risas llenan el mundo de paz, color, amor, nos cambian el mundo.
Esas risas llenan vacíos existentes, muchas veces hasta nos dan tranquilidad; me han
llegado a dar un equilibrio en mi vida, pero es tan triste saber que hay muchas personas las
cuales no aprecian esta medicina, la medicina de la amistad pura y verdadera.
Es tan bello cuando hacemos contacto visual y sonreímos, me da esperanza, la esperanza

que entre todos nosotros podemos cambiar el rumbo de nuestra niñez. Sería muy bello ver
que nuestro grupo tuviera más personas viviendo lo que yo viví, soñando lo que yo soñé y
viendo estos avances tan maravillosos que yo anhelé y logré con mis compañeros.
Como ruego por que las personas ignorantes algún día pudieran lograr sentir la satisfacción
que siento hoy y he logrado sentir desde el inicio de este año, a través del cual mi vida y mis
metas han logrado avanzar, los niños le dieron color a mi vida, me encanta verlos sonreír
conmigo, jugar, escuchar y ser escuchada.
He desarrollado una gran paciencia y autocontrol con ellos, yo puedo decir los niños son
el mayor tesoro que podemos tener las personas en el mundo, siempre saben cómo sacarte
una sonrisa, saben cuándo estas mal y cuándo necesitas tiempo solo además saben cambiarte
un día triste en uno feliz y lleno de luz, paz y tranquilidad.
Hay que tener en cuenta que los niños no son perfectos, pero son grandiosos, tienen su
magnífica forma de creer y hacer creer a las personas, con su rara forma de ser, su espíritu
creativo, su actitud innovadora y su imaginación. Son guerreros, son los guerreros más
innovadores de la actualidad, los cuales no se rinden ni se dan por vencidos a la mitad del
camino.
Debemos aprender de los niños, ya que ellos son un verdadero ejemplo, las personas
mayores solo les estamos dejando un mal ejemplo y un mundo lleno de problemas, todos
los niños del mundo lo que piden es paz, amor, comprensión y tranquilidad, no les estamos
dejando otra opción más que aguantar todas las situaciones existentes en el país, situaciones
que muchas veces ellos ni logran comprender.
Una vez un niño se me acercó y me preguntó sutilmente con una mirada opaca y triste:
¿Por qué las personas buenas sufren? ¿Por qué las personas lloran?, me pude haber quedado
impactada por esta pregunta unos 5 minutos pensando cómo responder estas preguntas sin
hacerle pensar algo malo o negativo, y después de ese momento respiré y le dije: - las personas
escogen cómo quieren vivir su vida, si la quieren vivir feliz y enfrentando los problemas
o si van a tomar caminos de los cuales se pueda arrepentir de haber tomado, dejando los
problemas en su vida pero evitándolos; por eso es que tú debes ser fuerte y persistir en tus
metas, para vivir feliz. Me alegré de la respuesta que le di, ya que estas palabras las va a
recordar y le pueden dar un futuro más estable.
Porque la sociedad no se da cuenta del daño que les estamos causando y los que se dan
cuenta, simplemente, ignoran una vez más la realidad y siguen su ruin vida.
Lo único que les tenemos que brindar a los niños es tiempo, ya que cuando hacemos esto
los empezamos a conocer, nos enamoramos de sus caras, de sus palabras, de las actitudes que
toman, de su loca e inquieta imaginación, de la forma cómo te interrogan, de su inquietud
frente a algún tema, cómo se preparan con anticipación para algo que los emociona, de la
felicidad que se les vuela, de esos abrazos que te dedican y esas palabras tiernas.
Lo que más me enamoró de poder estar en este grupo fueron esas sencillas pero grandiosas
palabras, abrazos y secretos alucinantes, pero sobre todo de una frase que me dijo una amiga
para impulsarme a estar en un sector:
“Una mirada y sonreirás, esa va a ser tu droga favorita, los niños”

El valor de la vida
Por: Emilen Andrea Arredondo Acosta
La experiencia que tuve en Derribando Fronteras fue la mejor, pues aprendí el valor que le
debo dar a mi familia, valorar lo que tengo y valorar la vida, luchar cada día por ser alguien
mejor, con valores y principios.
En estos últimos años, la desintegración familiar, ha aumentado; de manera personal lo he

visto- Esa desintegración, lleva consigo principalmente el abandono de los padres a los hijos,
sin tener en cuenta que la familia forma un pilar muy importante en la vida de ellos. Cuando
son pequeños y adolescentes, ellos requieren cariño y dedicación ¿por qué?, porque están en
formación; están aprendiendo qué es bueno y qué es malo, y si no hay nadie que los oriente,
que les aplauda sus logros, pero que también los reprenda cuando hacen algo indebido,
pueden caer en una confusión.
Es verdad que cuando somos adolescentes, siempre pensamos que nuestros papás están
en nuestra contra, y no es así. Lo que ellos nos dicen, es porque nos quieren, porque se
preocupan por nosotros y buscan siempre lo mejor de cada uno. Pensemos en aquellos niños
y niñas que no tienen a nadie, que se sienten perdidos, sin nadie que les dé un abrazo, que les
sequen las lágrimas cuando lloran, que no hay nadie que los cubra cuando tienen frío o que
los cuide cuando están enfermos, estos niños, deben de afrontar solos todos los obstáculos
que pone la vida, y no siempre escoger el camino correcto a la hora de actuar, y todo, por la
desintegración familiar que crece día a día. Por eso, sí tienes una familia que te quiere y te
cuida, debes sentirte muy afortunado, agradecido y demostrarles tu amor día a día, porque
ellos son los únicos que van a estar para ti siempre.
La familia es el componente fundamental de toda sociedad, donde cada individuo, unido

por lazos de sangre o afinidades logra proyectarse y desarrollarse, la vida es sagrada. Un
tesoro que cada uno tiene y que comparte en su día a día. Un camino que recorremos, lleno
de sorpresas, tristezas, alegrías, amigos, compañía y soledades. Buscamos hacer de nuestra
vida y de quienes están a nuestro alrededor, un espacio amable, en el que podamos querer
y sentirnos queridos. De eso, de afectos y de pequeños instantes se compone el devenir de
nuestras vidas. Pero qué triste resulta conocer hechos en los que esos pequeños instantes
están atravesados por la irracionalidad y acaban con el preciado regalo de la vida. Y duelen
tanto las muertes de adultos como las de niños en situaciones que nadie puede explicar y en
la que otro ser humano se dejó llevar por sus emociones. Que el respeto por la vida sea el
valor fundamental de nuestra convivencia en sociedad.
Mi historia de vida
Por: Emilen Andrea Arredondo Acosta
Todos somos un sueño, una ilusión, una meta y una proyección de vida. Aquellos que
tienen todo tipo de visiones no cuentan con todas las posibilidades para lograrlas, pero
avanzan paso a paso y con motivación, mientras que aquellos que tienen la oportunidad
desperdician su tiempo en cosas que no valen la pena.
De repente la vida cambia, la rutina que era monotonía se convierte en vocación y

motivación al servicio; sí, es ahí donde inicia mi historia; aquella que cambió mi forma de
pensar y actuar, aquella que desde que puse un pie en el proyecto Derribando Fronteras me
convirtió en mejor persona y me di cuenta que mucho de mi tiempo lo había invertido en
“Nada”, pues mientras yo estaba en nada, muchas personas necesitaban hasta de un mal
chiste que les alegrara su día, muchos jóvenes y niños en las calles esperaban un ratico que
los acercara a sus ideales y los alegrara.
Caminar por el barrio Ferromesa, me hizo ver que la nobleza de esos niños era única y
autentica que estaban llenos de valores y virtudes que muchos de los jóvenes hoy en día
hemos perdido, pues en estos niños sus ojos reflejan la alegría y el amor propio que muchos
carecemos pero lo escondemos ante personas egoístas, pero ese no es el punto, el punto es
que los jóvenes saben ser felices sin hacerse daño, saben amar y amarse, saben perdonar y
ser ellos mismos, saben sencillamente cosas que ni los adultos son capaces; los jóvenes de 10,
12 y 15 años disfrutan y sienten la sensibilidad humana; ayudando a sus amigos y utilizando
palabras sabias.
Definitivamente el barrio Ferromesa de Andes (Antioquia) cuenta con jóvenes de gran

capacidad y coraje por sus sueños.
Sencillamente, me di cuenta que en ese lugar habían personas mágicas, luchadoras y

emprendedoras, las que alegran mañanas con un “buenos días” y una sonrisa en el alma,
aquellas que a pesar de dificultades y de no muchos recursos están hechos de amor y esperanza,
caminando por ese lugar me di cuenta que la mayor alegría de cada casa de familia era el
bienestar y la alegría de sus hijos, madres sedientas de hacer de sus hijos la mejor persona y
padres hambrientos por darles educción y que sus hijos sean lo que ellos no lograron. Y es así
como me di cuenta que Andes poseen a la gente más maravillosa del mundo.
Te das cuenta que la vida es tan corta y muchos de los que nada tienen la disfrutan más
que aquellos que todo lo tienen. Te das cuenta que la verdadera felicidad está en cada uno
de nosotros y siempre habrá ese alguien que la complemente, cada actividad, cada juego,
cada cosa que se logró con el proyecto fue lo mejor que se pudo dar a aquellos jóvenes que
nos dieron abrazos, sonrisas y que este es el mejor pago que se puede recibir en medio del
servicio.
Literalmente, la sensibilidad humana es el mejor regalo que tienen quienes la poseen,

aquellos que la transmites y la viven, aquellos que con su servicio dejan huella, y ese será
mi deber dejar huellas y enseñanzas a todos los jóvenes niños y adultos para que el día
de mañana ellos dejen su propio legado, porque el servicio y nuestras buenas acciones son
aquellas cosas que el día de mañana se recordaran en nuestra ausencia.
No hay nada más maravilloso que aquel que transmite alegría, aquel que sabe para que
esta hecho, aquel que construye y da esperanza; pero aquel que daña, evita y hiere no es
digno de llamarse ser humano, porque jamás entenderá lo sagrado y maravilloso de ver
reflejado en otras personas una sonrisa, porque aquel que daña a otros no será capaz de
amarse así mismo, ni de amar a su prójimo, y jamás podrá ser un buen ser humano con
sensibilidad humana.
Un posible cambio
Por: Estiven Andrés Álvarez Montoya
Desde el momento en el que tuve la oportunidad de inscribirme o hacer parte del movimiento
“Derribando Fronteras” en mi comunidad, el desarrollo progresivo de un nuevo accionar y
humanismo personal empezó a manifestarse en consecuencia al testimonio y vida misma
de los pequeños residentes del sector al cual fui asignado. Soy Estiven Andrés Álvarez
Montoya y con la veracidad adecuada te narraré mí experiencia íntima e individual.
En los primeros encuentros dados en el sector Corid la vida cotidiana y del común se
enmarcaba en ésta. Al menos esta era una opinión subjetiva e ignorante que yo mismo me
planteaba; la noción de una comunidad costumbrista en la cual sus habitantes no tenían
nada de especial o impactante para presentar, pese a que a la realidad exponía una vivencia
elocuente, especialmente en los niños y jóvenes difícilmente de apreciar. El desarrollo lúdico
y metodológico que se ejecutaba en el grupo correspondiente proseguía habitualmente los
sábados en la tarde, específicamente a la dos y media. Niños y niñas acudían al encuentro
en los que se hallaba: Sebastián, Samuel, Santiago, Daniel, Luciana, Salomé, entre otros.
En el momento de la recreación compartíamos su niñez, olvidábamos ser mayores para
convertirnos en verdaderos chiquillos al momento de jugar, no únicamente en este aspecto
asimismo en la existencia intrínseca propia de ellos; tratando de hacer posible la inclusión
de sus problemáticas u aflicciones en nuestro trabajo y función como conformadores del
proyecto social andino.
Mi espíritu no estaba suficientemente adecuado inicialmente para ser catalogado como

“auténtico” constituido totalmente, aunque las reuniones prosiguieron habitualmente sin
algún sentido especifico valía la pena cumplir con mi deber y luchar para concebir la causa
misma del trabajo.
Un sábado natural, el equipo se dirigió en el atardecer a la reunión acordada con los

miembros más pequeños del sector. Estábamos cumpliendo con nuestra responsabilidad
dotándonos con elementos recreativos además de la lección respectiva, emprendiendo
el viaje hacia el lugar. Al instante los niños aparecieron progresivamente, algunos fueron
invitados a la reunión y otros acogidos sin diferencia. La cuerda, balón, dibujo, aros eran
el entretenimiento para todos incluso para nosotros mismos, posteriormente comenzaría el
segundo momento. Tendría el papel de aleccionar empleando la Temática fijada. Al tiempo
que se finalizaba la clase, por mí parte, se podía identificar una enseñanza profunda y notable
en dirección a nuestras personas pasadas por desapercibido; las actitudes dispuestas de estos
invitan a la promulgación de los valores y virtudes correlacionados al ser unipersonal. Un
tema digno de apreciar, plasmados en su gesticulación. La vida de Diego, de José, de Dylan,
de Emmanuel igual de otros muchos son ejemplo de la condición humana.
Esta es mi reflexión: la consideración de los niños en el futuro de una sociedad y mi

experiencia con estos en búsqueda del verdadero fundamento de hacer un cambio el cual fue
completamente detectado en el mismo lugar.
Cambio de perspectiva
Por: Huberney Arboleda Flórez
La primera vez que entré a Derribando, como casi todos empecé por las horas, no tanto por
el cumplimiento de las horas de alfabetización, porque cuando yo entré apenas me faltaban
tan solo 4 horas, tal vez una de las razones por las cuales entré a Derribando Fronteras fue
que los sábados yo no tenía nada que hacer y quería pasar el tiempo de una buena forma.
El primer amigo que me dijo que ingresara fue Samuel, él dijo que era una buena forma de
pasar el tiempo y pues ve me aquí en el grupo de comunicación de Derribando fronteras. El
primer día que yo fui a un sector estaba ansioso por jugar con los niños porque la verdad aquí
entre nos a mí me gustaba mucho jugar “estar activo” cuando fuimos al primer sector yo vi
que varios niños vivían, en unos lugares bastantes insalubres por así decirlo, sin embargo me
parece de admirar de ellos que aunque ellos estén en esas condiciones sean felices y capaces
de jugar con los demás ser capaces regalarnos una sonrisa eso es algo de admirar, en esos
momentos en por mi mente pasaron muchos pensamientos cuantos jóvenes de hoy en día,
tratan mal su mamá solo porque no les gusta la comida o la ropa que les dan, lastimosamente
yo fui parte de ese grupo de personas pero hoy por hoy valoro mucho más lo que mi familia
me ha dado por qué estar en Derribando Fronteras me ha cambiado la vida. Volviendo al
tema me pareció bastante triste esa forma de vivir, pero a pesar de eso me han enseñado que
aun que no se tenga todo, la felicidad es lo único que nunca me van a quitar y por eso amo
estar en Derribando Fronteras y pasar tiempo con esos niños porque me gusta esa sensación
de que hago algo para mejorar la vida de alguien, así sea por unas horas.
¿Por que razón esto?

Cuando se es niño se piensa en diferentes cosas como por ejemplo el porqué de las cosas,
un niño puede hacer hasta 500 o más preguntas al día, y para nosotros los que ya estamos
grandes se nos hace difícil responder la mayoría de estas preguntas, la razón es que no
tenemos todas las repuestas, ahora ustedes imaginen responder las preguntas de 40 niños
o más cada sábado durante un año ¡uff! demasiado estrés para acumular, bueno pues, al
ser parte de una fundación que tiene como principal meta ayudar a todos los niños a que
elijan un buen futuro para ellos mismos, se nos hace bastante fácil acumular este estrés,
hasta he pensado en Suicidarme, ese dato es falso, pero si es bastante difícil ayudar a todos
estos niños, pero hacer esto tiene sus ventajas, me toca investigar todo lo que ellos me
preguntan, para yo poder responder por que a mi parecer no es bueno dejar a un niños con
una pregunta sin responder por que eso haría que su nivel de interés bajara gracias a estas
investigaciones yo pude aprender bastantes cosas de cultura general y cómo funcionan
ciertas cosas, pero bueno esto de que me ha servido a mí, pues tengo buenas notas en el
colegio y me he vuelto mucho más social con las personas gracias a que se muchos más
datos de que hablar con los demás también convivo mucho con los niños pequeños así
que ya no se me hace difícil empezar una conversación, por que hablo tanto de los niños
pequeños, Derribando Fronteras me ha enseñado a mí que los niños son lo más importante
en este mundo porque la verdad nos enseñan bastantes cosas y nos hacen aprender de
nosotros mismos además por algo se dice que ellos son el futuro, y depende de mí como
Formador ayudar a forjarlos para que ellos nunca se den por vencidos y se den cuenta
que los sueños de ellos pueden ser alcanzados solo necesitan un poco de trabajo, eso me
ha enseñado derribando, estoy orgulloso de ser parte de este proyecto, me ha enseñado
infinidad de cosas que en este momento yo empleo en mi día a día.
Estoy feliz
Este año, me ha gustado lo que hemos estado haciendo con los niños, me gusta la preparación
que la Hermana les ha brindado a los de la fase 3, en las fotos que ellos comparte veo que
los niños a estado bastante felices y eso me gusta, porque ellos realmente se sienten parte
de algo y nosotros les ayudamos a ellos a que escojan el camino que ellos quieran seguir,
les ayudamos a que tengan un buen futuro y que así mismo ellos tengan la posibilidad de
escribir una nueva historia y así no tengan que repetir la historia de algunos de sus padres,
no estoy diciendo que los padres de los niños sean malos, pero si he escuchado algunos
de ellos tristes porque sus papás hacen cosas malas, o algo parecido, yo quiero que estos
niños de mi sector que son mi responsabilidad y de mis compañeros, desde las 2 hasta
las 4, se den cuenta de que sus futuros no está escrito y que no tienen que ser lo que sus
padres dicen, yo les he dicho a varios de ellos que si quieren algo tienen que luchar por
ello, la última vez que hablé con un niño, no diré su nombre por algunas cuestiones, en
todo caso el niño me dijo que él quería ser policía yo le dije que me parecía muy bien que
él quisiera ser alguien que ayudara a mantener la seguridad de las personas y así que ellos
estuvieran felices, el niño me dijo que sí que era algo parecido a lo que nosotros hacemos,
yo le pregunté que por que, él me dijo que nosotros los hacemos felices a ellos, después
vino otro niño que tampoco diré su nombre, él me dijo que nadie sabía y que le confiara el
secreto por eso no digo su nombre le me dijo que le gustaba cantar, y que quería hacer feliz
a las personas con su música y después me dijo lo mismo que el niño anterior, que nosotros
los hacemos felices a ellos, al rato me puse a pensar en lo que ellos me habían dicho que
nosotros los hacemos felices, la verdad eso me gusto que dijeran eso, y ahora más que otros
años me doy cuenta de que nosotros somos los encargados no solo de encaminarlos por el
camino del bien, también de hacerlos felices en esas pequeñas horas que compartimos con
ellos los sábados.
Soy parte de Derribando fronteras y estoy orgulloso de eso

Un regalo de mí para ti
En diciembre cuando en conjunto con Talegos de Dios, pasamos un día con los niños en el
colegio, se podría decir que fue uno de los días en los que me he cansado como nunca, pero
también es uno en los que mi vida ha cobrado sentido, ver la cara de felicidad de esos niños
al abrir los regalos, como jugar con sus amigos pasar tiempo con sus seres querido es algo
muy hermoso de ver eso, es sensacional pasar tiempo con esos niños, si lo digo quizá sean
un poquito cansones pero lo bueno de ellos es que escuchan y son grandes amigos.
Ser parte de Derribando me ha hecho saber que yo antes no valoraba lo que tenía, mi
familia, amigos […] Esos niños me han enseñado más cosas de las que yo les he enseñado,
compartir, cuidar de mí mismo bueno yo creo que a mí y a todos los que están en derribando
a mis viejos compañeros y a los nuevos.
Otra cosa de las que me he dado de cuenta, es que nosotros para ellos somos, algo parecido
como sus Héroes, esas personas que sacan tiempo para ellos.
Un susto sin precedentes

Por: Jerónimo Gutiérrez Marín
Los pondré en momento, es el 10 de agosto de 2019 con el sol en su punto máximo, mis
compañeros y yo después de terminar la actividad recreativa con los niños decidimos
servirnos un poco de coca cola que gentilmente nos había regalado una de las madres de los
niños, y de pronto como un flash de luz uno de los niños había desaparecido. Al enterarme
comencé a alterarme y entrar en pánico, en menos de un minuto mis compañeros y yo
decidimos dividirnos en tres grupos para encontrar a Julián.
Yo fui con Hueber, el otro grupo eran Jonatán y Sofía y los demás se quedaron cuidando
a los niños. Mientras transcurría el tiempo mi cuerpo y mente comenzaron a divagar y sentir
una angustia y estrés que nunca había sentido en mi vida, todo esto acompañado por un
miedo que me carcomía por dentro poco a poco, y pensamientos sobre dónde estaba Julián o
si, de pronto, alguien le habría hecho algo.
Al paso de unos cuantos minutos nos informaron que Julián había ido donde su madre y
se había quedado en su casa esperándola.
Después de todo aquello Julián se quedó con nosotros hasta terminar todas las actividades
rutinarias, al terminar me acerque a él en privado y comencé a hablarle y comentarle si él
deseaba irse de las actividades o ir donde su madre que nos avisara a cualquiera de nosotros
primero.
La inocencia de los niños

Por: Juan Camilo Acosta
En las numerosas salidas a diferentes lugares del municipio de Andes (Antioquia)

(Ferromesa, Brisas, La Guada, Corid, El Preventorio, María Auxiliadora) que tuve en el año
en que fui miembro activo de Derribando Fronteras siempre percibí el mismo patrón en
cuanto a la dinámica social que allí se percibe, un ambiente un poco pesado y tensionante
en el cual lo más afectados siempre son los niños porque, aunque los adultos creen que
ellos no entienden lo que está pasando, los niños se perciben y absorben todo lo que tenga
que ver con su ambiente y comunidad.
Siempre me han gustado mucho los niños, jugar con ellos, trasmitirles cosas, cuidarlos,
pero sobre todo aprender de ellos. Esta empatía con ellos se originó en mi ser y mi persona
por mis hermanos ya que ellos y toda mi familia en general son lo más importante para
mí, yo como hermano mayor aprendí a comprenderlos, a quererlos y jugando con ellos he
aprendido mucho, por eso siempre me ha gustado estas salidas ya que les puedo brindar a
niños menos favorecidos que mis hermanos momentos de esparcimiento y lúdicos.
En las numerosas salidas que se planeaban en Derribando Fronteras en los diferentes

barrios del municipio lo que más me gustaba era estar, compartir y encargarme de los niños
y sobre todo jugar y distraerlos de su realidad así sea un momento del día con ellos, es más
en casi todas las salidas que se hicieron en el grupo yo era uno de los que estaba con los niños
siempre acompañándolos y brindándoles un poco de cariño.
No hubo un niño en particular que su historia me marcara ya que todas las que los niños
en momentos de reflexión, conversa e interacción me marcaban y me generaba gran tristeza
saber que niños tan pequeños, tan inocentes hayan pasado por tantas cosas tan duras que
hasta una persona adulta y madura la haría de quebrar de la peor manera, pero lo que
realmente me marcó fue lo que numerosas veces niños que no superaban los diez años de
vida me platicaban, sus historias no eran como la de mis hermanitos que básicamente se
basan del colegio, de sus amigos, juegos y cosas producidas por su imaginación, las historias
de estos niños se basan cosas tristes, violentas en fin cosas que ningún niño debe contar por
experiencia. Niños que cuentan de asesinatos, padres violentos, hambre y necesidades.
Esto me generaba mucha empatía por estos niños y me impulsaba a estar en el programa
para así poderles brindar a estos pequeños lugares y momentos que los distrajera de su cruel
realidad, pero sobre todos trasmitirles amor, cariño y las herramientas necesarias para que
cuando crezcan no cayeran en el círculo vicioso donde están inmersos y puedan romperlo
y ser alguien en la vida y progresar y que también ayuden en la construcción de un futuro
mejor para todos.
Algo sorprendente de estos niños es su increíble fortaleza mental y física ya que todavía
no puedo comprender como estos niños a pesar de todo lo que han vivido, pasado y sufrido
todavía siguen de pie y con una gran sonrisa en sus bocas, con una luz de esperanza en
sus ojos y siempre con ganas de jugar y divertirse a pesar de las tantas dificultades que
diariamente padecen (hambre, violencia, maltrato, pobreza y necesidades de toda clase). Tal
vez ellos me enseñaron más a mí que yo a ellos; ellos me enseñaron la fortaleza, la esperanza
y la perseverancia.
La droga una salidad

de la realidad
Por: Juan Camilo Acosta
Durante toda mi experiencia como miembro activo de Derribando Fronteras y en todas las
salidas que fueron planeadas y agenda das que regularmente era una por semana o cada
quince días y pude asistir en el municipio de Andes (Antioquia) en diferentes lugares y
barrios de dicho municipio (Ferromesa, Brisas, La Guada, Corid, El Preventorio, María
Auxiliadora, etc.) evidencié, viví, percibí y noté como la descomposición social que existe no
solo en nuestro municipio sino en todas las sociedades, culturas y comunidades del mundo
en general está afectando gravemente todos los círculos sociales, pero definitivamente una
de las poblaciones más afectadas y descompuestas por las problemáticas globales es la
juventud, que es el futuro próximo del mundo; ya que durante las jornadas en Derribando
Fronteras pude ver como adolescentes menores, iguales o mayores que poseen un sin
número de problemas familiares, sociales, económicos […] Caen en graves problemas de
drogadicción y consumo de sustancias psicoactivas que son supremamente dañinas para la
salud e impiden el normal desarrollo del joven en todos sus ámbitos, ya que impide una buena
educación, un buen desarrollo personal e integral y daña las relaciones interpersonales.
Como yo tristemente por problemas familiares y otras diversas dificultades también caí
en el mundo de las drogas y me llevó a tener problemas de drogadicción aunque no tan
fuertes como los evidenciados y que gracias a la ayuda de mí familia y amigos muy cercanos
y todas las personas que querían lo mejor para mí y para mi vida los superé; entonces por
este motivo me sentí vinculado y sentí mucha empatía con este tema y me sentí muy a fin y
que tenía algo en común con algunos asistentes a las salidas del proyecto social Derribando
Fronteras del municipio de Andes (Antioquia) durante el año 2015.
En una de las salidas que se hicieron durante el año ya mencionado vi a unos jóvenes
asistentes al programa de derribando fronteras que sabía que tenían problemas de consumo
y drogadicción ese día tome el valor y la decisión de romper el silencio y les pregunte con
mucha pena y timidez por qué y cómo habían terminado en la drogadicción y en el consumo
de sustancias psicoactivas, esta pregunta se la hice a diferentes círculos sociales de jóvenes en
diferentes salidas y en diferentes lugares y en todos los lugares y en diferentes momentos la
respuesta fue la misma.
Cualquier persona esperaría que la respuesta fuera un poco vacía y sin profundidad
trascendental alguna, todos esperarían respuestas como las siguientes; por gusto, porque
probé y me quede, lo hago por rebeldía, lo hago por experimentar muchas cosas nuevas…
etc. Pero la respuesta es más sorprendente y trascendental de lo que cualquier persona
imaginaria la respuesta fue siempre la misma sin importar lugar y tiempo y fue que terminaron
consumiendo estos elementos solo por el hecho de manejar la ansiedad y el estrés que su
estilo de vida les genera; en conclusión, consumían para escapar de su triste realidad en vez
de afrontarla y luchar para componerla.
Ellos también platicaban sobre lo que ha producido en sus familias y allegados que ellos
consuman drogas y sustancias alucinógenas, me decían que es otro problema para sus familias
ya de por si con muchos problemas sociales. Yo pensaba en el sufrimiento de mi madre, mi
abuela y mis tíos cuando yo caí en esto y me ponía a reflexionar sobre mi propia vida y que
también le causé grandes problemas a mi familia.
Estas pláticas con estos jóvenes me hicieron reflexionar sobre mi propia vida me hicieron
ver que tengo que luchar por dejar mi adicción y luchar por mis sueños y anhelos, me
motivaron a crecer como persona y ayudar a la sociedad y evitar que más jóvenes caigan en
ese mal tan oscuro como es la drogadicción, también me abrieron los ojos y vi que hay mejores
formas de afrontar los problemas que negarlos y ocúltalos con las drogas, la mejor solución
es afrontarlos y tratar de que cada día vallan mejorando y así ayudar a mi crecimiento y al
de mi familia.
Conclusión sobre mi experiencia en Derribando Fronteras
De mi experiencia general en el programa Derribando Fronteras puedo decir que aprendí

demasiado, que crecí como persona, que adquirí sensibilidad social, que descubrí que
lastimosamente la descomposición social ha afectado demasiado a nuestro municipio.
También pude ver que la mayoría de personas ignoran la gran problemática que existe en
el municipio.
Este programa también me tocó a mí como persona ya que mi vida no es perfecta y

también caí en problemas, pero este programa y viendo las cosas pude comprender que hay
cosas porque luchar, por mis sueños, por mi familia y por mi futuro personal.
Derribando fronteras para

cambiar el mundo
Por: Juan Camilo Ardila
Experiencias en Derribando Fronteras han sido inolvidables, no sólo por el hecho de

conocer nuevas personas que con el tiempo se convierten en grandes amigos, si no que
nosotros ayudamos a niños que han tenido una triste historia, niños con problemas que
ni siquiera nosotros sabemos que pueden tener estos niños, ellos tiene problemas que los
pueden llevar por un mal camino y nosotros llegamos justo antes de que esto suceda con el
fin de que estos niños no sigan el camino de las drogas o que lleguen a ser malas personas
en el futuro, nosotros llegamos a mejorar sus vidas a que vean todo el lado bueno de vivir
una vida sana sin problemas y mucho menos dificultades, y hacerles ver que esta vida se
puede superar siendo una persona de bien.
Mi propósito en este grupo como tal, es mejorar yo como persona y tratar de mejorar la
vida de los niños, además en este grupo podemos conocer personas nuevas, y para algunos
que somos tímidos ante la sociedad logramos ver lo bueno que es integrarse a un grupo
donde todos se llevan bien y no hay problemas entre ellos, un grupo donde se pueden pasar
tiempos inolvidables, un lugar donde puedes hablar, socializar, de forma sana sin ningún
tipo de mal.
Este grupo también nos ayuda a nosotros como jóvenes a cuidarnos, nos ayuda a alejarnos
de los vicios del mal camino, nos enseña a valorar la vida nos hace ver lo hermosa que puede
ser el mundo si todos somos respetuosos, amigables, y buenas personas y cambia la vida de
los jóvenes q vamos a este grupo nos cambia para bien, sin contar los momentos tan geniales
que pasamos con nuestros compañeros las risas y los paseos, sí, también nos recompensan a
nosotros por ayudar a los demás y nos hacen paseos para que el grupo este cada vez más y
más unidos con el fin de que en el final no seamos un grupo como tal si no que seamos una
familia.
Aún he de acordarme de la primera vez que fui al grupo, principalmente lo hice con el fin
de lograr mis conseguir mis horas de alfabetización, pero ahora que estoy más integrado en
el grupo me di cuenta que este grupo no debe ser solo para pagar las horas de alfabetización,
sino, que debe ser un grupo donde se pueda continuar, porque como ya lo he dicho es
demasiado bueno cambiar la vida de las personas para bien.
Nunca olvidaré mi primera vez en el grupo al cual fui solo para la alfabetización, pero me
di cuenta que las personas que iban eran geniales, todos eran amigables y se esforzaban por
hacer q me integrará al grupo, al inicio solo eran actividades recreativas para que el grupo se
integrará más con el fin de ser una familia.
Mi primera vez con los niños fue extraño. Ya que yo era muy tímido y los niños trataban
de que todos nos integramos al final uno se da cuenta que no hay nada de que temer, y no
hay nada de que sentir pena, ya que los niños son muy amigables y juegan con uno solo para
sentirse mejor.
Cuando uno está en este grupo nunca podrá olvidar las expresiones de los niños, ellos
tienen problemas en sus casas y tratan de olvidarlo jugando y siendo felices, uno no podrá
olvidar sus sonrisas tan enormes saber qué niños con grandes problemas traten de sonreír y
ser felices y ellos se esfuerzan, y nosotros nos esforzamos el doble para poder hacer que estos
niños sean personas de bien y crezcan como buenas personas.
También cuando íbamos de paseo los del grupo, eran momentos increíbles, darse cuenta
que personas que no conoces te hablen así de la nada y te agraden de golpe es genial, no hay
expresión para describir lo bueno que es hacer nuevos amigos, con esos amigos uno sigue
saliendo fuera del grupo para seguir socializando y así alejarnos a nosotros los jóvenes de las
cosas malas como las drogas o el vandalismo.
Proyecto derribando fronteras

Por: Juan Camilo Restrepo Restrepo
Los barrios que he visitado tienen un contexto marginal, me doy cuenta que todo es muy
diferente a mi contexto. Con respecto al comportamiento de los niños, la manera en que
eres recibido y cómo eres tratado es diferente, hay unos que son tímidos como otros que
son extrovertidos.
El ambiente del trabajo social era muy tranquilo agradable, los pequeños eran muy dulces
en tanto a el trato que me dieron. El ambiente que me rodeó durante mi tiempo en Derribando
Fronteras me hizo crecer como persona y formar mis habilidades sociales, el trato humano,
que se debe dar a la gente, mejoró en mí, aprendiendo muchas cosas de la vida, que tal vez
en un futuro me sirvan.
Las experiencias que obtuve con los niños fueron muy buenas, llegar a compartir con
ellos me parecía súper agradable, el tiempo que se permanecía con ellos los sábados se iba
demasiado rápido, tanto así que uno triste decía que todo paso súper rápido uno queriendo
estar más ahí con ellos, compartir un ratico más y además poder escuchar sus historias, unas
historias demasiado llamativas de todo lo que pasaba en su hogar.
Los distintos contextos sociales en que tuve la oportunidad de conocer me agradaron

ya que siempre te reciben con una calurosa bienvenida. Durante mi estancia en Derribando
Fronteras me permitió ver que el desarrollo de un individuo se puede observar de distintos
puntos de vista y dependiendo de la edad de los niños con los que estemos trabajando.
Cuando trabajamos en comunidades carentes, o barrios de bajo estrato social descubrimos

que la realidad que nos rodea nos sobrepasa de cierta manera. Nos quedamos cortos al
planificar y buscar maneras de servir. Nos desalentamos al trabajar y no ver respuestas
que satisfagan nuestras inquietudes y deseos. Tenemos muchas preguntas que nos llevan a
reflexionar si queremos actuar de manera consecuente.
Resulta una buena actividad para mi conocer a cada niño e intentar de cierta manera
analizarlos, hacer una charla con ellos, y crear amistades, desarrollar aquellos lazos
emocionales con otros seres.
A través de la inteligencia emocional que propone Daniel Goleman, uno puede mirar
que hay veces los niños venían enojados o alterados muy probablemente por problemas que
tuvieron en sus hogares y el entorno que los rodea, ya que se debe tener en cuenta todo esto
para conocer una persona.
La cólera es una conmoción negativa que se mantiene a sí misma en una especie de

círculo sellado, en el que el ente despliega un diálogo interno para justificar el hecho de
querer descargar la cólera en contra de otro. Cuantas más vueltas le da a los porqués que han
originado su enojo, mayores y mejores motivos tendrá para seguir enojado, avivando con sus
pensamientos la llama de su cólera. El enfado, pues, se construye sobre la propia irritación
y su naturaleza altamente inflamable atrapa las estructuras cerebrales, anulando toda guía
cognitiva y conduciendo a la persona a las respuestas más primitivas.
Recuerdo los trabajos de la empatía con los niños, el trabajo de las cometas fue algo muy
bueno, recuerdo que ese día la actividad se realizó en la tarde, llegamos al barrio Ferromesa,
nos encontramos todos los del proyecto allí y procedimos a dirigirnos por los niños, después
de haber ido por todos los niños, arrancamos para la manga de la batea, todos muy contentos
no veíamos la hora de llegar. Después de llegar y ubicarnos allí la Hermana muy gentil y
buena persona dona algunas cometas para los niños que no tuvieron capacidad o forma de
conseguir una, los jóvenes del proyecto se dividieron por la manga, es decir cada joven con
un grupito de niños para que este les colaborara en lo que necesitaran para poder levantar su
cometa. Después de un ratico y gracias al viento todo esto se pudo realizar, el levantamiento
de las cometas fue todo un éxito, fue un momento estupendo se podía reflejar en los niños
tanta alegría, algo que yo nunca había visto, ahí me di cuenta de todo lo que se puede reflejar
en un niño y de todo el aprecio que se les puede tener. Creo que esto de las cometas fue uno
de los mejores momentos durante el proyecto Derribando Fronteras.
Derribando fronteras y
construyendo sueños
Por: Juan David Ramos García
Yo apenas había empezado mi noveno grado en el colegio María Auxiliadora, en esos días
yo era muy callado y me la pasaba con mis amigos. Un día la Hermana Sor Adriana nos
dio la oportunidad de hacer nuestro servicio social ayudando en Derribando Fronteras,
yo acepté sólo porque mis amigos entraron, pero yo no tenía muchas ganas. Los primeros
días fueron en el colegio, hacíamos pequeños trabajos de práctica, cosas que haríamos con
los niños en un futuro y yo lo veía como algo “tonto”, al igual que muchas otras cosas de
Derribando Fronteras.
Pasaron los días y fue nuestra primera vez saliendo a recorrer los barrios en donde
estaríamos con los niños, yo nunca había estado en barrios como esos, todo era un ambiente
diferente, pues las casas y las personas no eran de muchos recursos; sin embargo, siempre te
atendían cálidamente con una sonrisa en la cara, esa fue mi primera experiencia significativa
en Derribando.
Cuando asignaron los equipos, a mis amigos y yo nos tocó trabajar en Corid, que era un
barrio más común que los demás, y yo ya había estado varias veces así que me sentí satisfecho.
Fuimos de casa en casa hablando con los padres de familia sobre nuestro proyecto, y ellos
confiaron en nosotros para cuidar de sus hijos y enseñarles valores.
Jugábamos de todo con ellos, y siempre te sacaban una sonrisa de la cara, ellos nos
llamaban “profes” y era interesante escuchar eso de alguien, éramos sus figuras a seguir, ya
que muchos decían que querían entrar a derribando cuando tuvieran nuestra edad. Fueron
momentos que cambiaron mi forma de pensar sobre Derribando Fronteras.
También conocí más amigos que estaban en nuestro grupo, especialmente una que ya
no está en Andes, pero seguimos hablando de vez en cuando, ese alguien siempre tenía una
figura alegre frente a todo, e incluso hoy pienso que es una gran persona, y espero volverla a
ver algún día ya que pasé mucho tiempo con ella en Derribando.
El niño que cambia vidas

Por: Juan Esteban García Castañeda
Yo Juan Esteban García Castañeda integrante de Derribando Fronteras, soy habitante del
Barrio Ferromesa. Un día normal me dirigía para el sector, pero al momento de salir tuve
una discusión con mi mamá, por una cosa que no tenía sentido y que me dio mucha rabia.
Al instante de llegar al sitio fuimos por los niños a sus casas y los llevamos a la cancha.
A mis compañeros y a mí nos llamó mucho la atención un niño llamado Johan, él había
sufrido un accidente y quedó muy mal de él. Era un poco más raro que los demás.
En un rato de diversión, los niños jugaban con unos balones y unos aros y el niño de
más actitud siempre fue Johan aunque muchos compañeritos lo juzgaban ya que a él se le
debía tener mucha paciencia. Al chico Johan casi no le gustaba jugar con algunos de sus
compañeros ya que lo hacían sentir mal. Varias veces me dirigí hacia sus compañeros para
regañarlos y que tuvieran más paciencia con él. Ellos eran rebeldes, pero yo también los
entendía ya que Johan era muy extravagante y quería hacer todo al mismo tiempo. Poco a
poco lo fui comprendiendo y me acerqué más a él.
Johan me hacía siempre sentir raro y como con un nudo en la garganta que no me dejaba
hablar, no sabía qué era lo que pasaba. Él se veía siempre muy afectado por lo que le decían
los compañeros. Al final, entendí que mi mamá estaría igual con las cosas que le pude haber
dicho en el momento de rabia. Desde aquella ocasión valoro más a mis padres ya que ellos
siempre me dan todo para que yo siempre esté bien.
A partir de ahora podré ayudar más a Johan para que se integre con facilidad y no lo
regañen ni lo insulten por hacer algo mal y si a mí me cambió la vida con mis padres, sé que
a los que lo conozcan les va a hacer el mismo nudo en la garganta.
Corazón palpipante.
Por: Juan Esteban García Castañeda
Un día en el sector que me correspondía (Ferromesa) fuimos a llevar a los niños a la cancha,
pero salieron muy pocos, ya que varios estaban en el río. Cuando llevamos a uno de los
niños me hice cargo de él y jugando en la cancha de pronto quiso ir al baño y mi compañera
se ofreció para llevarlo. Luego desde lejos veo que ella lo deja caer en repetidas ocasiones
porque tuvo un descuido y mi corazón palpitaba demasiado rápido por el susto que me
dio, aunque eso no pasó a mayores. Cuando volvimos a jugar a la cancha, el niño se pierde
y el susto fue mayor. Me dediqué a buscarlo por todas las partes posibles y, de repente, lo
encuentro jugando con otro niño más arriba de la cancha. Muy asustado le reclamé por
haberse separado de mí. Él me dijo que estaba muy triste. Desde ese momento me propuse
a ponerle más alegría y dinamismo a los juegos para que ellos no se aburrieran y no se
quisieran ir a jugar a otro lado. También aprendí a ser responsable con los niños que están
bajo mi cuidado y a llevarlos sanos y salvos a sus respectivos destinos.
Nuestra Sociedad, un
compromiso de todos
Por: Juan Felipe González Velásquez
Yo, Juan Felipe González Velásquez un joven de Andes (Antioquia) que en la actualidad
hace parte del grupo Derribando Fronteras, inicié con la única intención de alfabetizar;
a través del tiempo que he estado en el grupo mencionado anteriormente, he adquirido
nuevos conocimientos, he logrado corregir algunos errores de mi vida, de igual manera, he
procurado brindar lo mejor de mí a niños del barrio Ferromesa.
En mi primera llegada al barrio Ferromesa me sentí un poco extraño, pues nunca me había
integrado con otras personas para realizar actividades, a través de las cuales pudiera aportar
para hacer felices los niños. Dinámicas recreativas o lúdicas han sido estrategia esencial para
promover valores, modales y buenas actitudes a niños que llegaron incluso a abrir su corazón
para compartir conmigo y con otros compañeros parte de sus vidas, historias de sus hogares,
de sus familias y de las actividades que realizan en el barrio durante cada día de la semana.
Con el pasar del tiempo y después de estar asistiendo frecuentemente al barrio Ferromesa,
noté que los niños asumían una actitud distinta, sentí que me aceptaban en su espacio y
que expresaban un sentimiento de seguridad cuando estaban a mi lado, verdaderamente
sentí motivación, me fui dando cuenta que los niños también estaban percibiendo el afecto
que sentía por ellos. Naturalmente, debo aceptar que hay algunos niños muy difíciles, sus
comportamientos y su rebeldía dificultaban el trabajo, pero creo que todo esto es común en
este espacio de la sociedad.
Compartir con ellos de manera constante me ha permitido conocer sus historias y lo que
han tenido que enfrentar a lo largo de sus cortas vidas; hubo muchas situaciones que me
conmovieron e incluso puedo decir que me ayudaron a darme cuenta que tengo mucho y
a veces no lo valoro, que soy afortunado por todo lo que he recibido de mi familia y que en
realidad nunca me ha faltado nada. Al conocer, analizar y dimensionar los problemas de los
niños me doy cuenta que puedo ser parte de la solución y con actos de solidaridad, humildad
y sobre todo humanidad, puedo ayudar a cambiar la calidad de vida de esos niños y con ellos
también aportar a un cambio importante para el mundo.
Hubo un caso especial que me conmovió, se trata de un niño que sufrió un accidente
tiempo atrás con su padre, hecho que le dejó cicatrices en su cara y como dicen muchos,
problemas en su cabeza. Este niño en las actividades realizadas, recibe un trato distinto por
parte de los demás, algunos jovencitos se burlan o lo discriminaban haciéndole sentir mal,
menospreciado. Esta situación que me parecía inadecuada me llevó a hablar con uno de los
niños que estaba proporcionando este tipo de trato y le dije de forma calmada que eso no era
algo bueno, que no era la manera de tratar a las personas, él me respondió:
Así siempre lo tratamos porque es un mongolo, ¿Acaso usted no nota que aparte de eso
es feo y utiliza gafas?
Empecé a explicarle que así como él tiene defectos los demás también y que incluso él
aunque creyera que no, también los tenía, por lo que no tenía derecho de tratar con desprecio
a personas que también hacen parte de nuestra sociedad, que por el contrario hay que resaltar
lo bueno de cada uno.
Luego de muchos encuentros fui viendo el cambio del niño hacia los demás, su buen trato
se iba convirtiendo en algo constante con los demás, aparte de esto, gracias al granito de
arena que les aporte, pude percibir que el grupo en general va consolidando valores y los va
aplicando en su vida para mejorar la convivencia.
Me he llegado a preguntar ¿por qué razón algunos seres de nuestra sociedad pueden tratar
a los niños con crueldad? ¿Por qué enseñan a otros niños a ser crueles e insensibles? ¿No es
acaso más agradable enseñar lo bueno? El tiempo compartido con los niños de Ferromesa me
ha llevado a veces a pensar como la sociedad es tan miserable en cuanto a las situaciones que
nos toca ha aportado alegría y satisfacción porque cuando llego al barrio con mi grupo de
trabajo los niños pasan de estar en un ambiente tenso a estar en un momento de plenitud, esto
me lleva a reflexionar y a comprender que de la misma manera como yo recibo bendiciones
de Dios, puedo bendecir a los demás emocionalmente ofreciendo momentos de felicidad,
ayudándolos a crecer como personas de bien para que todo lo bueno que les pueda aportar,
también lo transmitan a sus familias. No puedo ignorar que no solo yo estoy aportando al
crecimiento personal, ellos también me aportan a mí y a mi grupo de trabajo, nos ayudan a
crecer como buenas personas; en pocas palabras lo que le he enseñado a los niños y lo que
he aprendido es que no es mi mundo es nuestro mundo, tenemos que luchar por el bien de
todos así como lo explica una de las éticas teleológicas: el utilitarismo, que propone alcanzar
la felicidad por medio del beneficio de muchos, a mayor número de beneficiados mayor será
mi felicidad.
Lo que encontré en sus ojos

Por: Juan Pablo Sierra
Antes me parecía tonto hacer este proyecto, pero con cada encuentro fue cambiando mi
pensamiento. Por que como dice el título: “lo que encontré en sus ojos”, encontré un amor
inmenso, porque me vi reflejado en más de uno de ellos, porque cuando era más pequeño
no tuve una buena infancia, me siento orgulloso de que cada sábado pueda dejar mi marca
en más de uno de ellos, cada día de la semana tengo un problema nuevo, los cuales me
agobian, pero llega el sábado y me puedo desquitar sacándole una sonrisa a cada niño,
porque en el transcurso del año ellos se convirtieron en mi inspiración y en mis ganas de
luchar día a día para vernos cada sábado. Me gustaría aparecer en el libro para dar un
mensaje: “la verdadera felicidad la encuentras en el corazón de un niño, porque cuando lo
haces reír le haces olvidar lo que lo atormenta”.
Derribando Fronteras se ha convertido en mi familia, porque en ella encuentro la felicidad

alegando a cada niño con ayuda de mis compañeros, porque en ella encuentro un apoyo
inmenso y un cariño muy grande y me siento orgulloso de pertenecer en ella.
Una de mis experiencias fue: que un día al llegar al sector jugamos un partido con todos
los niños y al terminar uno de ellos fue y me abrazo y me dijo “gracias por el partido” y yo le
respondí “gracias a ti que me hiciste sonreír y alegraste mi día” y al decir eso el niño sonrió
y se fue con su madre.
Me gustaría invitar a las personas que se unan a este proyecto y nos ayuden a cambiar la
vida de los niños, porque ellos serán los que cambien el futuro.
Experiencias enriquecedoras
Por: Julián Molina
Al principio tomé la opción de trabajar con Derribando Fronteras para pagar las horas de
Servicio Social pero luego me di cuenta de que es una experiencia muy satisfactoria llena
de emociones.
Llegué a Derribando Fronteras con mucho nerviosismo, y siendo honesto inseguridad,

también con muchos retos y preguntas de como seria trabajar con los niños, me imaginaba
tantas cosas como que las actividades tal vez no servirían o al contrario que sería un éxito,
sin embargo durante el proceso me di cuenta de que no fueron ni un fracaso pero tampoco
un éxito total, me sentí satisfecho con mi intervención por que los niños denotaban alegría
al verme, así como cada sábado en la tarde al llegar a hacer las actividades con los niños me
preguntaban ¿Qué trabajo vamos a hacer hoy? ¿Con qué vamos a jugar?, y eso me dejaba ver
que se interesaban por las actividades que llevaba yo y mi equipo de trabajo.
En el primer día, mis compañeros y yo, estábamos impacientes sobre como seria
nuestra acogida con los niños. La Hermana nos explicó la metodología que se llevaba en
las actividades. Consistía en que además de la recreación, los niños también contaban con
actividades formativas que se basaban en cinco núcleos donde nos hacían talleres formativos
para nosotros formar a los niños.
Mi experiencia laborando las actividades junto a los demás compañeros en general ha

sido enriquecedora, tal vez me he encontrado obstáculos a lo largo de la experiencia, pero
han sido los pilares para yo seguir el camino hacia la meta final.
En mi aspecto todas estas experiencias que he vivido han sido muy gratas y me han
servido demasiado ya que he tenido la oportunidad de convivir con los niños y así darme
cuenta de cómo en realidad son las cosas.
Los distintos barrios en los que tuve la oportunidad de trabajar me agradaron ya que
siempre te reciben con una calurosa bienvenida y lo más mejor que puedan. A modo de
conclusión puedo destacar la grata acogida que he tenido tanto por parte de los niños, así
como de mis compañeros.
Gracias a ellos me convertí en

el mejor portero
Por: Julián Vélez Gómez
En el 2017 tuve la oportunidad de ingresar al grupo de derribando fronteras el cual me

ayudó a crecer mucho como persona ya que comencé solo por pagar unas horas de labor
social que son necesarias para poder graduarme pero al llegar a ser parte de este grupo
de jóvenes que van a los sectores más vulnerados del municipio me doy cuenta que estas
horas que estaba pagando ya no eran necesarias porque lo estaba haciendo por sacarle una
sonrisa a los niños cada ocho días que cuando nos veían nos trataban con tanto cariño que
nos motivaba para seguir haciendo esto con amor y si teníamos un día malo nos alegraban
el día y nos hacían sentir bien estando con ellos.
La formación que nos dio la Hermana Adriana fue la adecuada y es admirable ver como
hace esto con tanto amor sin recibir nada a cambio, cada palabra, cada video o cada juego
que hizo con nosotros durante el proceso de formación fue fundamental para el crecimiento
personal y grupal, nos formó para estar en óptimas condiciones para desempeñar el mejor
trabajo con los niños.
Cuando escogí el territorio de la Aguada lo escogí con todos mis amigos y cuando llegamos
allá nos sorprendimos de todo lo que la Hermana había construido hasta el momento, la
respetaban y las mamás confiaban en ella y en nosotros plenamente para dejar ir a sus hijos
con nosotros.
La subida hasta allá era un sacrificio las primeras veces, pero a lo último se volvió un
placer subir a disfrutar con los niños y ver como lo veían a uno como un profesor sabiendo
que solo éramos unos jóvenes que estábamos aprendiendo de ellos y que sin ellos saber nos
convirtieron en mejores personas, aprendiendo a valorar lo que tenemos y ver que tenemos
muchas oportunidades y muchas veces la desaprovechamos porque no nos sirve nada y ver
esos niños con las ganas de salir adelante y tener esas oportunidades.
En las noches pensaba en los niños que muchas veces regañamos porque estaban pateando
un balón y no nos dejaban desarrollar las actividades que habían planeado, y pensaba que yo
teniendo la oportunidad de tener mis guayos y mis guantes porque soy portero de futbol que
tengo un desayuno, un almuerzo o una comida para ir a entrenar o para ir a jugar un partido
con la selección del municipio y me ha dado pereza tantas veces asistir a un entrenamiento
porque era físico pero esto me llevo a reflexionar de que estos niños tienen este mismo sueño
que yo estoy haciendo realidad día a día y no la aprovecho, que cuanto darían esos niños por
participar en un torneo con la selección. Agradezco tanto a estos niños porque gracias a ellos
me convertí en el mejor portero de la selección juvenil de Andes y no es mi ego porque toda
la gente me lo hace saber y todos los días le doy gracias a Dios y a mi familia por brindarme
esta oportunidad tan linda y a la Hermana Adriana y a los niños por permitirme tener una
oportunidad para aprender a valorar todo lo que tengo.
Y recorrí lo que nunca había

transitado
La primera vez que subí al territorio que había escogido que era la aguada pasaron bastantes
cosas, lo primero fue que cayó un aguacero antes de salir y pensé que no íbamos a poder
subir la verdad si no subíamos me daba alegría pues me daba pereza subir y sólo pensaba en
pagar esas 80 horas, pero al final subimos y cuando llegamos allá y fuimos por los niños me
comenzó a parecer una linda experiencia y me empecé a motivar para asistir la próxima vez.
El primer día fue un día difícil pues era la primera vez que íbamos a interactuar con
los niños y por la lluvia no asistieron casi niños, trabajamos como con 5 niños apenas, pero
fueron suficiente para comenzar a tomarnos confianza y motivarnos para la próxima vez que
subiéramos.
No lo niego, la primera vez fue difícil para mí pues tenía que entrenar de 11 a 1 y a las 2
arrancar para el colegio por las cosas para subir a encontrarme con los niños, tal vez por el
agotamiento que tenía me sentía feliz de que lloviera par no subir pues me iba ganar las dos
horas sin necesidad de subir pero cuando terminó de llover y subimos y comienzo a vivir esa
experiencia que de ver como se colocaban de contentos cuando íbamos por ellos y nos decían
que pensaban que no íbamos a subir.
La primera actividad que hicimos con ellos fue presentarnos y preguntar cómo se llamaban,
después de eso hicimos juegos con los cuales los niños se entretuvieron y les dimos unos dulces
al finalizar la actividad, luego fuimos y dejamos a los niños en sus casas y en el transcurso de
la aguada y el colegio hablé con varios compañeros donde expresamos comentarios y me di
cuenta que todos habíamos quedado impactados y con ganas de seguir trabajando con ellos
porque nos dimos cuenta de que íbamos a aprender demasiadas cosas de ellos que nos iban
a ayudar a cambiar nuestra forma de pensar y nos iban a ayudar a cambiar nuestra forma de
pensar sobre muchas cosas en las que éramos muy egoístas .
Conocí lugares donde nunca en mi vida había estado y sabiendo que toda mi vida he vivido
en Andes, también la pasamos bueno y vimos la caída de una compañera por la loma de La
Cuchilla nos generó susto, pero después una sonrisa y aprendí que, a pesar de los tropezones
o caídas que tengamos en la vida, siempre hay que tener una sonrisa y afrontarlos de la mejor
manera, y como dije anteriormente desde este primer día aprendí muchas experiencias.
Ese día fue la primera vez que veo que todos los consejos y regaños que habían dado
mis padres eran ciertos que hay que ser humildes y que nadie es más que nadie y que la
verdadera felicidad esta cuando hacemos las cosas correctamente.
No hay nada mejor que hacer

las cosas de corazón
La primera vez que tuve que estar solo con un grupo de niños fue para leerles un cuento,
tenía miedo que de pronto no les gustara, pero cuando comencé a leer ellos se quedaban
en silencio y escuchaban con mucha atención, cuando les hice preguntas relacionadas con
el tema todos respondieron correctamente, no sabía qué hacer pues solo tenía un libro para
un solo ganador, pero un compañero me ayudó a escoger un ganador al azar, ya que todos
habían respondido correctamente pero solo había un ganador. De esta historia me llevo la
experiencia que no importa si ganaste o no, lo que importa es que si uno lo hace bien las
personas van a valorar ese esfuerzo y comenzaremos a ganar mucho más conocimiento,
porque hay que saber que no siempre que ganemos se aprende, también tenemos que
perder para adquirir más conocimientos.
Ese día, después de haber compartido la lectura con los niños, desarrollamos diferentes
actividades por grupos, fue algo recreativo que los niños disfrutaron bastante, recuerdo que
nosotros hicimos una actividad con los niños con un balón que les gustó bastante, se llamaba
el arquero menos vencido, que consiste en que un niño tapaba una ronda y tenía que evitar
que le hicieran gol y cuando todos los participantes tapaban, ganaba al que menos goles le
hicieran, el ganador le dábamos un dulce.
Después le ayudé a otro grupo a elaborar una actividad que era con costales, se trataba de
ir de un punto a otro saltando dentro del costal y el que primero llegara ganaba, el primero
también se ganaba un dulce.
Ese día hubo un excelente trabajo en equipo ya que todos los participantes del sector
trabajamos muy unidos y pudimos sacar con éxito ese trabajo y que los niños nos tomaran
afecto, porque después de esto los niños nunca más se olvidaron de nosotros o por lo menos
de mí nunca lo han hecho y me enorgullece demasiado que estos niños reconozcan el trabajo
que hice con ellos y que agradezcan cada sonrisa que les saqué, porque después de ver esto
al que hacen feliz es a mí.
Ahora veo que no hay nada mejor, que hacer las cosas de corazón porque todo lo bueno
que uno hace tiene sus frutos y en un futuro esas personas que hemos ayudado nos lo van
a agradecer y nos harán sentir felices, porque sin uno haber salido de estudiar y ser alguien
profesional que estos niños nos digan profe cuando nos ven en la calle, lo llena a uno de
orgullo porque esto quiere decir que hicimos las cosas bien.
Su sonrisa valió cada gota

de sudor
La última experiencia linda que tuve fue el día que junto a todo el grupo de Derribando
Fronteras, le dimos un regalo y una tarde espectacular a estos niños.
Este día comenzó cuando los grupos de los diferentes sectores fuimos por los niños a
sus barrios para llevarlos al colegio, cuando llegaron les presentamos diferentes actividades
ya que en cada aula de clase del colegio María Auxiliadora les presentábamos diferentes
actividades, teníamos que separar a los niños en diferentes grupos ya que eran demasiados
niños, cuando ya los habíamos repartido pasaban por cada base que cada una tenía diferentes
actividades.
En la base que me tocó les mostrábamos un video les hablábamos y luego les dábamos unas
hojas para que pintaran sobre lo que habían entendido del video, nosotros les ayudábamos
en lo que ellos no eran capaces.
Después de las actividades en los salones comenzamos a hacer los juegos en la cancha y
patio salón donde aproximadamente jugamos treinta minutos con ellos, allí había toboganes
de costales donde los niños pasaban por ellos, la golosa, pasar con lo pin pones en cucharas,
entre otros.
Después de haber jugado con ellos la Hermana Adriana había mandado a comprar unos
helados los cuales le repartimos a cada uno de los niños y al terminar esto se llevó a cabo la
distribución de los regalos donde los niños hicieron diferentes filas después de haberles dado
el regalo y despedirlos en la entrada de la institución les dimos unos dulces y así volverlos a
llevar a sus hogares.
Después de llevarlos a los niños a sus casas llegamos al colegio y dejarlo limpio, este día
fue un día agotador, pero valió la pena ya que la cara de felicidad que tenían estos niños valió
cada gota de sudor que boté.
Después de este día nunca pensé que era el último día que iba a compartir con ellos pues
tuve una lesión que me dejó sin caminar una semana y luego de eso comenzó una larga
recuperación, después quedé en la selección del municipio lo que se me hacía imposible asistir
al grupo, debido a eso hablé con la Hermana Adriana y le expliqué todo y ella me entendió.
Pero la experiencia que me dejó fue muy linda, me cambió la vida y me enseñó a valorar
más todo lo que tengo.
Y hoy mediante esta carta le doy gracias a la Hermana Adriana por haberme permitido
participar en su proyecto, y sé que como a mí me enseñó tanto, sé que a muchos de mis
compañeros también les ha cambiado su forma de pensar.
Confiarnos para
ayudarnos
Por: Juliana Gómez
He tenido la oportunidad de compartir con niños y jóvenes del sector La Aguada, de

escuchar y observar sus experiencias de vida. Los niños entran en confianza y nos permiten
acercarnos a ellos teniendo así la posibilidad de entenderlos y poder ayudarlos de diversas
maneras.
La actitud de algunos jóvenes no es siempre la mejor, ya que algunos son tímidos y otros
hiperactivos, pero siempre buscamos la manera de entendernos con ellos y de sacar lo mejor
de cada uno.
Al momento de compartir, los niños aprenden a respetarse entre sí, a tener

paciencia y a ser honestos; aunque en ocasiones no logramos que se toleren
como grupo. Este tipo de conflictos los hemos solucionado mediante el dialogo.
Esta experiencia ha sido importante tanto para los niños como para nosotros porque también
aprendemos de ellos y porque ellos toman las enseñanzas que les brindamos. Aprendemos
a superar las dificultades juntos teniendo paciencia y comprendiendo que la vida trae con sí
obstáculos que debemos saber tratar para crecer y formarnos mentalmente de una manera
correcta.
Es importante que los niños empleen bien su tiempo, con la práctica de

la lectura, el baile y las historias. De esta manera contribuimos con la buena
educación y evitamos que nuestros niños caigan en malos pasos o malos vicios.
Me siento orgullosa de pertenecer a este grupo porque lo que he aprendido lo puedo
transmitir a estos niños para que tengan una vida en la que apliquen y usen los valores.
Sonrisas de angeles
Por: Juliana Zapata Jaramillo
Los niños son inocentes y frágiles, pero eso cambia cuando enfrentan situaciones que no
deberían de enfrentar. Los niños son ángeles que, con su sonrisa, llenan el corazón de
alegría y te hacen olvidar los problemas, y te sientes afortunado cuando una personita
como esta, te agradece por lo que has hecho y por el tiempo que le has dedicado.
Si tan solo la vida supiera que, los niños son un pedacito de cielo, príncipes y princesas
que vienen al mundo a hacerlo mejor.
No merecen maltrato, al contrario, merecen cariño, amor, ternura, felicidad. Seamos

conscientes de lo que hacemos, un niño en ocasiones sufre más que una persona adulta, y lo
peor es que no nos damos cuenta. Demostremos que nuestro corazón está hecho de buenas
vibras y sensibilidad para aquellos que lo necesitan.
No seamos tan egoístas, abramos los ojos, tengamos un poco de conciencia y sensibilidad
social. Cuidemos de nuestro entorno y haciendo el bien sin pedir nada a cambio.
Derribando Fronteras es un grupo que se interesa por todas aquellas personas lastimadas
por la vida. Esté grupo cambia vidas y lo seguirá haciendo por mucho más tiempo. Grupos
como estos no se deben acabar, porque hacen del mundo un lugar mejor; aportan su granito
de arena para que todo sea justo y equilibrado y que nadie pase por esos momentos dolorosos.
Aquel luchador
Un sábado como cualquier otro, debía asistir al grupo Derribando Fronteras, el grupo en
el cual alfabetizaba. Aquel día, tenía que ir al sector La Aguada, un lugar un poco alejado
del pueblo. No sabía qué me esperaba, puesto que cada sábado era una experiencia nueva,
pero este sábado en específico me marcó de una manera fuerte que nunca olvido.
Yo trabajaba con los niños más pequeños, aquellos niños que apenas estaban empezando
a conocer el mundo. Empecé a dictar mi clase como lo hacía siempre.
De repente, miré hacia el lado izquierdo de la escuela en la cual estábamos, y había un niño
sentado, con mirada triste y ojos aguados. Me acerqué hacía aquel niño, pues mi intención
era ayudarlos y hacerlos felices.
Le pregunte: ¿Por qué no quieres jugar? Pero no recibí repuesta. Intenté de nuevo ayudarlo
y le dije que se integrara con los demás niños y lo tomé de la mano.
Noté que hizo un gesto de dolor, así que inmediatamente procedí a revisar que tenía. Lo
que vi fue espantoso, realmente me asustó ver a un niño tan pequeño con moretones en casi
todo su cuerpo. Sentí impotencia, unas ganas infinitas de llorar.
Le pregunté qué le había pasado, de inmediato se puso a llorar y mi alma se derrumbó.

En ese momento no sabía qué hacer; no sabía cómo ayudarlo y eso fue lo que más me marcó.
Aun así, le pregunté de nuevo que le había sucedido.
Para ser sincera no me esperaba dicha respuesta. Esta personita me dijo que, en su casa lo
maltrataban mucho, le pegaban muy fuerte cuando no hacía lo que su madre y su padrastro
querían. En ese momento mi vida se detuvo, no podía decir alguna palabra. No podía creer
como un niño, pudiera estar con personas sin corazón como estas.
Este niño no merecía tanto maltrato, no era correcto lo que le hacían. Le di un abrazo,
mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Sentí que él necesitaba unas manos protectoras
que lo abrazaran y le hicieran sentir que todo estaba bien.
Después de todo lo ocurrido, lo llevé donde estaban los demás con los que estaba
trabajando, y él se sentó a mi lado, no se separó de mí.
No podía olvidar lo ocurrido, sentía que mi mente jamás procesaría una realidad tan
horrible. Pero tenía que aparentar que todo estaba bien y sacarles una sonrisa a todos esos
niños, pero sobre todo, le debía una sonrisa a aquel luchador, guerrero de la vida, que aun
sabiendo por lo que estaba pasando, no dejaba de ser un espíritu inocente, lleno de amor
para dar.
Al terminar, lo llevé hasta su casa y se veía reflejado en sus ojos el temor al volver a ese
lugar. Aun así, entró a la casa y cerró la puerta. Se asomó por la ventana, me sonrió me dijo:
“Chao Profe” y agitó la mano.
Jamás olvido esta experiencia. La recuerdo tanto que hoy escribo sobre ella, y quiero que
el mundo la conozca.
A veces, nos quejamos por muchas cosas, pensamos que nosotros sufrimos demasiado,
pero ignoramos que muchos sufren demasiado y aun así sonríen, no se dejan derrotar.
NUNCA OLVIDARÉ A AQUEL NIÑO QUE ME MARCÓ EL ALMA.
Enseñanzas
La vida está llena de buenos recuerdos, de historias que nunca terminan. La vida está llena
de enseñanza que nos ayudan a crecer como personas y a entender que de verdad tiene
importancia.
El grupo Derribando Fronteras me enseñó que existen personas que sufren mucho más,
que tienen problemas grandes y merecen ser ayudados. Es un grupo lleno de valores que
tiene mucha sensibilidad social, lo que hace que sea un grupo auténtico.
Al principio solo pensaba en mi seguridad y no me abría al mundo; vivía aislada del

mundo, por tanto no sabía de él y no conocía las circunstancias por las que pasaba la sociedad.
Un día como cualquiera, estaba en un acto cívico en mi colegio, no le di mucha importancia,
pues tenía pensamientos que retumbaban mi cabeza. Pero hubo algo que me llamó mucho la
atención.
Un joven empezó a leer una experiencia que había tenido en un sector de mi pueblo. Yo
no conocía muy bien el sector del cual hablaba, pero igual decidí escuchar aquello que decía.
Hablaba del sector La Aguada y narraba todo aquello que hacía allí; dijo que trabajaba con
niños y que jugaba con ellos, también que los niños le decían “Profe”, entre muchas cosas
más.
De inmediato pensé que necesitaba ingresar a dicho grupo, pues me ayudaría bastante y
cambiaría mi forma de pensar; pero jamás imaginé que fuera un grupo constructor de sueños.
El grupo estaba compuesto por fases y yo pertenecía a la fase 2, puesto que estaba en el
8° grado. El grupo era liderado por Sor Adriana, una Hermana llena de valores, una persona
sincera y con principios, que se preocupaba por lo demás antes que por ella, una mujer
encantadora y ejemplar.
Asistí a la primera reunión de aquel grupo para conocer más a fondo de que se trataba.
La verdad me sorprendí bastante, era un grupo muy complejo y bien formado, que llevaba
varios años ayudando a la sociedad y seguiría así, por mucho tiempo. Poco a poco me estaba
formando para trabajar con aquellos niños que lo necesitaban.
Pertenecí a este grupo durante 3 años, y han sido unos años llenos de experiencias y
enseñanzas. Durante este tiempo, participé en muchas reuniones y eventos importantes.
Representé al grupo Derribando Fronteras en el MAUS en el 2017; un evento en el que

se presentan distintos proyectos a personas de todo el mundo, personas importantes que
aportan un poco de su tiempo para escuchar a aquellos que merecen ser escuchados.
Gracias a toda esta trayectoria, me formé de una manera que ni yo pensaba que podía
lograrlo. Fui Vicepresidenta de este grupo durante poco tiempo, pero aun así pienso que
fue una experiencia hermosa. Crecí como persona y cambié mi pensamiento de una forma
inigualable. Gracias a este grupo hoy puedo decir que, aporté mi granito de arena para que
la sociedad sea mejor y ayude a quienes lo necesitaban.
Zapatos rotos
Es triste ver los ojos de un niño que pide a gritos ayuda, en su mirada se ve reflejada todo
aquello que sienten y que sufren. Esta es una de muchas experiencias que viví en el grupo
Derribando Fronteras.
Un día nos encontrábamos en el sector Corid del municipio de Andes. Ese día estábamos
casi todo el grupo formador y otros pocos de las diferentes bases. Había muchos niños de
sus barrios cercanos, los cuales eran sector María Auxiliadora, sector las Ceibas, sector Juan
Pablo.
Había muchos niños de diferentes edades, pero hubo un niño en específico que me llamó
la atención. Aquel niño tenía la ropa un poco mala, sus zapatos rotos y su piel sucia. Ver a un
niño así en esa situación es muy difícil. Además de que tenía su ropita mala, tenía sus ojitos
llenos de tristeza; no sabía la razón por la cual este niño tenía tanta tristeza en su mirada y no
tuve el valor para preguntarle por qué estaba así.
Preferí jugar con él y sacarle una sonrisa, porque sabía que si le preguntaba, tanto él como
yo, sentiríamos ganas de llorar. Yo por un lado lloraría al escuchar aquella historia y por otro
lado lloraría al recordar porqué estaba en esa situación.
Terminó el día de juegos y de diversión y teníamos que llevar a los niños de nuevo a
sus casas. No se me borraba de la mente los ojos de aquel niño, en el fondo sentía mucha
curiosidad, pero por otro lado no quería ni saber por lo que pasaba con aquel niño.
En Derribando Fronteras, te das cuenta que muchos niños están en una situación peor
que tú. Por eso tenemos que valorar todo lo que tenemos. Está bien que a veces estemos mal
por los problemas que tenemos, pero hay que darnos cuenta que nosotros tenemos una vida
mejor y tenemos que valorarlo.
En este grupo me enfrenté a muchos problemas sociales existentes en mi pueblo, lo cuales

me hicieron aún más sensible socialmente. En este grupo te enseñan a abrir tu corazón.
Los invito a todos a integrase al grupo Derribando Fronteras, es un grupo que merece
crecer y que les enseñará a ser mejores.
Sonrisa de un niño
Por: Laura Michell Foronda Tuberquia
En estos momentos de la vida el estar en este grupo me ha llevado a reflexionar en mi

corta edad lo importante que es el servicio y lo maravilloso y gratificante que ello significa
cuando a través del grupo podemos llevar un rato de alegría y encuentro con los demás.
Y esto lo he podido comprobar cuando vamos al sector, que en mi caso es la cancha de

Corid, parte alta del barrio San Pedro. Al llegar a ese lugar vemos a los niños con su alegría y
entusiasmo, que es el regalo más grande para nosotros al compartir con ellos.
Esa sonrisa que encierra esperanza en este mundo de dificultades que quizás ellos viven,
pero que en esos niños, reflejan un rayo de luz con un bello horizonte, ellos nos enseñan que
de pequeños momentos podemos hacer de la vida instantes felices para los demás.
Y podemos colocar nuestro granito de arena para que este mundo sea mejor y más
acogedor y que la sonrisa de ese niño sea nuestro mejor premio. Servir es alegrar el corazón
del otro sin esperar recompensa.
Tarde con los niños

de corid
Por: Manuela Ramírez Ramírez
Siendo un sábado del mes de octubre del año 2019, nos encontrábamos en el barrio Corid
del municipio de Andes Antioquia, siendo algo así como las 2:00 de la tarde. La cita era ese
día con los niños de este sector, nosotros (el grupo de jóvenes DERRIBANDO FRONTERAS)
con la única misión de generar y propiciar espacios de diálogo y recreación para con estos
niños, decidimos cumplir esta cita. A esta actividad asistieron aproximadamente diez
niños, los cuales, de forma entusiasta, acudieron al llamado de nuestra invitación. Ya con
ellos pudimos encontrar niños con una excelente disposición para el juego y la recreación y
en el tema del dialogo con ellos encontramos que son niños en su mayoría felices, aunque
algunos de ellos no lo eran tanto. En su lenguaje y forma de expresarse se encontró que
es adecuado para su edad y el entorno que los rodea. Ya indagando por el ambiente del
sector, manifiestan que es bueno y agradable para vivir, aunque sabían que, en algunos
sectores de éste, no es tan agradable el asunto, ya que era de su conocimiento y precaución
el no acercarse a estos, el motivo, la venta y consumo de sustancias psicoactivas, además
la delincuencia (robo, riñas, abusos a menores) así como casos de violencia intrafamiliar.
De forma particular, me llevo muchas enseñanzas de estos pequeños, los cuales con su
alegría, felicidad, ternura y su gran energía, me mostraron que a pesar de las dificultades, la
vida sigue y siempre va a ver una segunda oportunidad y que las diferencias entre los niños
son pocas con respecto a las que se presentan entre los adultos, que son niños que el jugar
y divertirse es lo más importante y, por último, lo que más me impresionó es que “siempre
tienen algo para enseñarnos”.
Una enseñanza,
un aprendizaje,
una experiencia
Por: María Camila Muñoz
Comencé mi labor social como alfabetizadora en el proyecto “Derribando Fronteras” de la

Institución Educativa María Auxiliadora, en total de mi labor realizada cubrió un tiempo
de 50 horas.
La labor se realizaba los días sábados, la primera reunión tuvo lugar a la introducción
y planeación de lo que se iba llevar a cabo, con los niños de los diferentes sectores del
Municipio de Andes más vulnerados son el foco de dicho proyecto, cuando se hizo el
esquema del objetivo que queríamos, pasamos a la repartición de los barrios a cada grupo
conformado , mi grupo conformado de 8 integrantes tuvimos la responsabilidad y la gran
dicha de trabajar con los niños del barrio “ La Aguada” .
Al comienzo la llegada al sector fue de gran satisfacción, pues había mucha alegría y
la gran participación de los niños; nuestro punto de encuentro era la escuela, al tener gran
expectativa llevamos diferentes tipos de actividades recreativas, juegos etc. Para compartir
con ellos. Lo más importante era conocer a los niños, conocer su situación ponernos en los
zapatos de ellos y poder generar un ambiente de confianza, el primer paso para ello como
grupo era darnos a conocer como persona, de igual manera cada uno de los niños dio a conocer
sus nombres, sus expectativas con el proyecto y que era lo que querían ser cuando fueran
grandes. Aunque la labor ya llevaba anteriormente un proceso con jóvenes, para nosotros o
por lo menos para mí era un primer paso, un reto personal. En el trascurso de las dos horas
del primer día hicimos lo que teníamos planeado y superamos nuestras expectativas para
ser el comienzo. Los niños quedaron muy contentos y con el anhelo de que fuera el próximo
sábado para que siguiéramos compartiendo con ellos y poder ver la sonrisa de los niños que
era lo más importante.
El ánimo y la perseverancia de ver con la misma felicidad y sonrisa a los niños eran para
cada encuentro al que íbamos el factor más inspirado.
A medida que teníamos los encuentros cada 8 días la participación de los niños fue
aumentando, nos fuimos distinguiendo y dando a conocer en la comunidad a medida que
íbamos subiendo hacia la escuela cada niño se nos iba uniendo e íbamos conformando, una
labor que cada vez más se hacía indispensable tanto como para los niños como para nosotros.
Para cada encuentro previamente a los juegos y recreaciones que teníamos o preparábamos
una actividad, ya fuera de interpretación de lectura de moralejas para la vida con el fin
de suscitar en los niños una proyección para su futuro, para su proyecto de vida, o con el
fin de mostrarles perspectivas diferentes sobre la vida diferentes a una realidad no muy
comprometedora para ellos.
La aceptación de los niños de cada etapa, de cada proceso, de cada actividad nos indicaba
lo bien que estábamos haciendo las cosas.
Rescatar los valores era uno de los más importantes a cada encuentro que realizábamos,
la inclusión, el trabajo en equipo, aceptarnos a todos sin ningún tipo de discriminación, la
importancia de tener a Dios en nuestras vidas y una de las cosas que más les gustaba a los
niños que era la del compartir, una tarea que hacíamos en cada encuentro que era la de
compartir un dulcecito.
En fin, cada encuentro fue una enseñanza, un aprendizaje una experiencia que aparte de
ser una labor social es vivir una realidad; una realidad de nuestro Municipio, de muchos
niños y jóvenes que necesitan de nosotros, que necesitan de este proyecto, que cada vez haya
más proyecciones, más iniciativa por parte de nosotros los jóvenes.
En el comienzo la arribada al sector fue de gran satisfacción, pues había mucha alegría y
la gran participación de los niños; nuestro punto de encuentro era la escuela, al tener gran
expectativa llevamos diferentes tipos de actividades recreativas, juegos etc. Para compartir
con ellos. Lo más importante era conocer a los niños, conocer su situación ponernos en los
zapatos de ellos y poder generar un ambiente de confianza, el primer paso para ello como
grupo era darnos a conocer como persona, de igual manera cada uno de los niños dio a
conocer sus nombres, sus expectativas con el proyecto y que era lo que querían ser cuando
fueran grandes.
La sonrisa más radiante

Por: María José Llano Calderón
Desde que empecé a asistir al proyecto Derribando Fronteras pensaba que era sólo ir a
los sectores jugar con los niños y regresar a casa, pero en realidad no fue así; en el sector
Ferromesa encontré a un niño llamado “Emmanuel” desde que me vio llegar al sector sus
ojos irradiaban felicidad, en ese instante me di cuenta que era el niño más feliz que había
visto en mi vida, el en medio de su euforia empezó a contarme sus hazañas y lo que había
vivido en el transcurso de su semana, donde vivía y quiénes eran sus amigos, me contaba
que se sentía feliz al ver el grupo de personas que llegamos allí a contribuir con un poco de
alegría, amistad y espacios para compartir.
Derribando Fronteras cambió mi vida; ya que gracias a la proyección pude descubrir

que la felicidad existe en las cosas más mínimas que podemos dar como personas, no en lo
material que tengas, ni en la tecnología ni los juguetes costosos es en el tiempo que dedicas a
compartir y a escuchar al otro.
Entendí que, a pesar de la indiferencia, de la desigualdad social, existen personas que

creen en un mundo mejor y en los valores que se forjan desde la niñez.
El proyecto ha dejado en mí un gran legado, valorar lo que tengo y descubrir nuevas

virtudes en mí.
Aprendí que el secreto está en DAR encerrado en tiempo, sinceridad, amistad, amor, y lo
más importante agradecerle a Dios lo que soy, lo que tengo, lo que amo y lo que anhelo.
Gracias, EMMANUEL.
Mi primer acercamiento
Por: María Salomé Osorio Benjumea
En el grado noveno la Hermana Adriana Arango me ofreció prestar mi servicio social en

un proyecto novedoso para mí. Ella me propuso que cumpliera mis horas de alfabetización
mostrando a muchos niños de diferentes sectores vulnerables una alternativa a la vida que
su entorno les ofrece.
El trabajar con niños me llamó mucho la atención pero, me motivó mucho más el saber
que mi trabajo no iba a ser con niños “comunes” sino, con niños que su realidad es muchísimo
más diferente que la nuestra; eso cautivó mucho mi curiosidad pues era como la fusión entre
el trabajar con una comunidad que me encanta (los niños), y la emoción de encontrarme
de frente con una realidad un poco oscura de la cual hasta el momento no tenía mucho
conocimiento.
Al fin llegó el día en el que conocería a esos niños, jóvenes y mujeres que viven una
realidad que hasta el momento solo había visto en las películas; mi emoción era inmensa e
inexplicable, no veía la hora de encontrarme con aquellos que pequeños que en cierto modo
y sin imaginármelo cambiarían mi perspectiva de vida de una manera radical.
Mi primera salida fue hacia La Aguada, aunque no estaba acostumbrada a caminar bajo
tanto calor y sobre un terreno tan inclinado (esto dado que vengo de un pueblo muy plano);
la alegría, el acojo y esperanza que reflejaban los niños y sus madres me dieron las energías y
fuerzas necesarias para llevar a cabo todo lo que con tanta dedicación había preparado para
esa candorosa mañana.
Me sorprendí al ver que nuestro trabajo de llevar alegría y esperanza no sólo era acogido
por los niños y niñas del sector sino, que sus padres, madres y gentes del sector también se
emocionaban al ver un nuevo grupo de trabajo dirigido por la Hermana Adriana que guiaría
un año más a esa nueva generación de muchachos por un camino sano y fructífero.
Ya con los niños descubrí que tendría que tener muy buenas energías para estar trabajando
con ellos pues, su ocio e hiperactividad de niños los llevaba a tener una energía casi inagotable;
no les importaba el sol, el agua o cualquier otro hecho ajeno a nosotros, solo querían jugar,
aprender, instruirse y seguir descubriendo esa llamativa alternativa de vida que en años
anteriores ya se les había mostrado.
En la Aguada no fue muy intenso mi trabajo, aunque en lo poco que compartí con esos
pequeños me di cuenta que la vida no es fácil para todo el mundo; ver que niños tan pequeños
ya tenían trazado un destino desfavorable que sus padres, hermanos, primos o quien viviese
con ellos había forjado hace mucho tiempo con sus acciones.
Las historias que aquellos niños nos compartían dejaban en mi corazón y mi mente solo
agradecimientos con el altísimo por la vida, la familia y la historia que a mí me había tocado
vivir pero, también sembraba en mí una tristeza casi infinita que hacía mi semana más larga
de lo normal, sabía que podía ir el otro fin de semana y encontrarme con que alguno de esos
pequeños con los que trabajaba ya no estaba, los motivos eran muchos, algunos de ellos se
escapaban de sus casa para irse a jugar con nosotros pero sus familiares no estaban muy de
acuerdo con eso, otros podían ya no estar porque a alguien de su familia lo habían amenazado,
también existía la posibilidad de que la policía se llevara a alguno de sus familiares y, al
pequeño le tocase irse para donde alguien que no necesariamente era de su familia pero que
lo acogía con amor.
De mi primer acercamiento con los niños del sector La Aguada me queda una felicidad
infinita en corazón, me ensañaron que aunque en la vida haya adversidades y las circunstancias
separen a nuestra familia, la familia siempre será la familia, sin importar quienes se opongan
a ello.
También puedo decir que aunque hay muchos modales que en sus casas no les han
enseñado, siempre tuvieron un gracias, una palabra amable y un corazón dispuesto a dejarme
entrar; aún hoy cuando me encuentro con aquellos pequeños con los cuales compartí mis
conocimientos, sentimientos e historia, se acercan a mí como el primer día, con felicidad,
cariño y una gratitud tan inmensa que solo cuando somos niños podemos expresar.
Así fue como me enamoré de este proyecto, con mi primer acercamiento con los niños;
esos niños que en tan poco tiempo me enseñaron tantas cosas, me dieron una visión diferente
de la vida y me ofrecieron su corazón a cambio de un poco de mi alegría y comodidad.
Tras una hermosa inocencia

Por: Mariana Restrepo Álvarez
Me encontraba con mis compañeros en el parque principal, justo para dirigirnos hacia
nuestro sector el cual era (la salida para Jardín), casualmente llegando empezamos a recoger
a los niños para dirigirlos al lugar de encuentro en una pequeña cancha de futbol donde
como siempre haríamos la actividad asignada y planeada.
Recuerdo haber llegado a una pequeña casa, humilde y sencilla, allí se encontraba una
mujer de aproximadamente 35 a 40 años de edad, llame a la puerta y la mujer salió, ella me
pregunta que si “necesitaba algo” inmediatamente me dirijo a contarle de dónde vengo y que
buscaba hacer, mis palabra fueron “Hola mucho gusto, me llamo Mariana hago parte de un
grupo llamado Derribando Fronteras, este grupo consiste en ayudar a algunos niños a vivir
una sana convivencia y crecer siendo buenas personas, también se pretende hablar con estos
niños y sacarlos un momento de sus casas a conocer como es el mundo fuera de sus casas,
haremos actividades lúdicas y otras cosas por lo general, vendremos cada 15 días y luego
de estas actividades traeremos al niño a su respectivo hogar” luego le pregunto a la mujer si
habría algún niño al cual podría llevar a hacer esta actividad, ella de inmediato llama a su
hijo de 5 años y le dice que se ponga los zapatos para que fuera con nosotros.
Mientras el niño se dirigió a ponerse los zapatos pude notar algunos morados en algunas
partes del cuerpo de su madre, no me atreví a preguntar porque me parecía algo indiscreto,
pero aun así me preocupé.
Unos minutos después el niño salió, me dio la mano y nos dirigimos hacia la cancha para
realizar la actividad planeada, ya allí me senté con el pequeño niño a esperar que llegaran
mis compañeros con los demás niños, mientras tanto le hice una serie de preguntas al niño
empecé preguntando lo más sencillo ¿cómo te llamas? Luego de esto había obtenido gran
parte de información que “se llama Gerónimo, tenía 5 años de edad y había nacido en Andes
(Antioquia), luego de esto pasé a preguntarle por su familia, éste me dice que su padre es
conductor manejaba taxis y su madre en un tienda en el parque mientras que su abuela lo
cuidaba, cuando ellos no estaban en casa, su madre llegaba aproximadamente a las 5 de la
tarde a hacer la comida a su padre, a su abuela y a él, se me ocurrió preguntar sobre su madre
le pregunté sobre aquellos morados que tenía en su piel, también pregunté si se había caído;
el niño me dice que no, y sólo me dice esto: “ayer mi padre llegó a casa, de la manera que me
lo dijo me trató de decir que aquel estaba embriagado, su abuela había salido con sus amigas
a tomar café, y él se encontraba en su cuarto viendo televisión, de pronto escucha unos gritos,
no pensó en salir de su cuarto ya que pensó que era un simple juego, escuchaba a su padre un
poco grosero con ella pero él pensó que estaban jugando, más tarde su abuela llega a la casa
y el pequeño pensó en que ya se podría acostar porque sus padres 4dejarían de jugar, pero
todo fue al contrario, su abuela de pronto gritó “que haz hecho” él pensó que tal vez se había
roto un planta o algo parecido, luego escucha a su abuela decir “eres un imbécil” él empieza
a pensar que algo no está bien y escucha cómo su padre tira la puerta de su casa diciendo
“eres una vieja metida” el niño se decide a salir de su habitación, al salir ve a su madre en
una esquina de la sala, él se preocupó al ver que a su madre le brotaba sangre de su nariz y
su abuela se encontraba de rodillas abrazándola. Él no entendía qué pasaba y solo pregunta
“abuela porque mi madre llora” “por qué le sale sangre de su nariz” también pregunta a
dónde fue su padre y si su madre se cayó, su abuela no encuentra qué responder y sólo se tira
a abrazarlo y a decirle que no pasó nada, que vaya a su habitación a dormir, él sólo piensa en
hacer caso y se dirige a su cuarto.
Al día siguiente su padre llega a casa, estaba ya más relajado y ya no se encontraba

embriagado se arrodilla ante su madre, el niño aun no sabía qué ocurría, su inocencia era más
grande que su capacidad de razonar como para saber lo que sucedía, lo que más le preocupa
es ver a su abuela empacar las cosas de su padre y el niño sólo preguntó “¿mi padre se irá de
viaje?” su abuela no responde y, simplemente, lo mandan a su cuarto.
Luego de un tiempo llaman al niño y su padre se despide de él, él no entendía por qué
su ropa la habían empacado y sólo le pregunta “¿a dónde irás?” su padre no responde, solo
le dice que pronto vendría a visitarle y se marcha, el niño empieza a llorar y a gritar “no te
vayas te juro que no me volveré a portar mal” su madre luego que él se va empieza a llorar
y su abuela la abraza.
Más tarde el niño me pregunta que si sabía a donde había ido su padre, me quedé corta,
no sabía qué responder, no sabía qué decir cómo iba explicarle lo que estaba sucediendo, solo
le dije que estaría bien y lo abracé aunque no sentí que fuese suficiente.
Un rato luego el niño me dice asustado, y un tanto preocupado “NO LE DIGAS A MAMÁ”
me regañará por contarte, ella me dijo que no le podía decir a nadie sobre lo que había
ocurrido, me dejó un nudo en la garganta y sólo respondí “será nuestro secreto”
En ese momento, llegaron mis compañeros y reunimos a todos en la cancha para empezar
la actividad, al finalizar llevé al pequeño a su casa, me abrazó y se despidió, desde ese entonces
no saco a ese pequeño inocente de mi cabeza y anhelo que un día lo vuelva a ver y que me
diga que todo ha ido bien.
El proyecto que
nace en mí
Por: Mariana Suárez
Esta experiencia del proyecto fue inolvidable, porque me encantó que todos los niños me
dijeran profesora desde el primer día, me sorprendió mucho ver el barrio donde ellos viven
tan lleno de violencia donde niños podrían caer fácilmente en la droga. Todos los sábados
me levantaba emocionada porque sé que tengo que ir donde aquellos niños a divertirlos y
mediante el juego decirle que las drogas y la violencia no son una opción que pueden salir
adelante sin necesidad de caer en ellas.
Siempre que nosotros vamos ellos nos acogen como si fuéramos de su familia y siempre
nos hacen sentir en casa, me sorprendió mucho ver que están alegres como si estuvieran a
salvo de toda violencia que ellos perciben cerca o en su casa.
Cuando faltábamos un sábado siempre nos preguntan por qué no fuimos a jugar con ellos
que se quedaron esperando todo el día a que nosotros viniéramos a jugar con ellos.
Los padres también nos apoyan en esto que nosotros hacemos porque saben que lo
hacemos en beneficio de sus hijos.
Es agradable saber que estamos aportando a la felicidad y al futuro de estos niños, para
que se distraigan del quehacer diario cuando están con nosotros y sus compañeritos del
barrio jugando y aprendiendo a compartir.
Nunca olvidaré esta experiencia que el proyecto me ha dado. Con este proyecto aprendí
que hay gente más necesitada que yo y a valorar todo lo que yo tengo.
Agradecer es lo que nos falta

Por: Samuel Marín Gallego
Agradecer es lo que nos falta, a nosotros los jóvenes que podemos decir que todo lo que
hemos querido, lo hemos tenido.
En el sector Ferromesa pude tener la oportunidad de hablar con un pequeño que me

preguntó que si alguna vez el niño Jesús me había traído regalo, con gran tristeza en su rostro
me dijo que a él nunca le había traído regalo, que todos los diciembres le escribía carta y
nunca le traía nada, yo le pregunte qué era lo que le pedía y me dijo que un carro de control
remoto, que cuando él se despertaba y veía que no tenía regalo se ponía a llorar, que salía a la
calle y observaba que sus amigos tenían regalo y él no. Le preguntaba a su mamá por qué el
niño Jesús no le traía regalo y ella le respondía que al niño Jesús se le olvidó, el niño también
me dijo que cuando yo tuviera […]
Es momento de regalar experiencias dar amor a quienes nos rodean, entender nuestro
prójimo creando ejemplo, donde haya buenas bases en casa en el cual se van a ver reflejados
en el compartir, tanto en el colegio, reuniones, y demás entornos. Para así crear una esencia de
sencillez aparte de esta cualidad es una manera de ser sociable ante una sociedad vulnerable
donde muchas personas no son conscientes que algún día no van a tener aquello que hoy
tienen, tanto material como corporal.
Se trata de crear una relación ante estas personas de bajos recursos al igual que se generan
actividades sin ánimo de lucro donde grupos sociales tengan el don de dar sus talentos como
una sonrisa, emprendimiento, abrazos.
El reconocimiento
Por: Santiago Saldarriaga
Cuando decidí entrar a Derribando Fronteras, fue solo para realizar mi trabajo social
después cuando fuimos por primera vez a los sectores tenía un poco de miedo.
Cuando llegamos al sector por primera vez me di cuenta que los miedos que tenía hacia
este encuentro no se realizarían porque estos jóvenes y niños aceptaban supremamente bien
nuestros consejos, aunque algunos al principio no dejaban que nosotros nos acercáramos a
ellos.
Cuando los jóvenes y niños veían que nosotros solo estábamos con ellos para ayudarlos
y a aconsejarlos se nos acercaban e iban tomando más confianza ahí fue donde supe que los
jóvenes necesitaban más compresión y entrega que la que yo pensé.
Algunos jóvenes eran por decirlo así rebeldes y no dejaban que nosotros los ayudáramos
en algunas ocasiones no se atrevían ni acercarse a nosotros.
Con el paso del tiempo estos jóvenes se fueron acercando a nosotros y nosotros nos
integramos más como grupo y poco a poco fuimos superando las dificultades del grupo,
aunque todavía quedaban muchos obstáculos por superar.
El tiempo
Por: Santiago Saldarriaga
Después de un tiempo cuando ya teníamos más confianza con los jóvenes y niños decidimos
visitar a los adultos y preguntarles algunas cosas sobre el barro.
Cuando los jóvenes tenían algunos problemas la mayoría los ocultaban y no nos decían
nada, pero algunos nos contaban y nosotros les ayudábamos si podíamos.
Aunque había niños que con todo el tiempo que llevábamos trabajando con ellos no
nos querían dejar que les ayudáramos en algunos problemas y se mostraban rebeldes con
nosotros, aunque estos solo era una forma de llamar nuestra atención hacia ellos.
Pero lo que nunca supimos hacer bien, fue aprender a trabajar como un equipo porque
teníamos muchas diferencias. Pero a pesar de eso, en el grupo supimos cómo manejar las
diferentes situaciones internas en este proceso.
Camino de ilusión
Por: Tatiana Cifuentes
A diario las personas se preguntan sobre la relatividad del bien y del mal, yo igual, no solo
eso, también intenté imaginar las respuestas a cada una de mis preguntas con relación a la
crueldad.
Pero en lugar de conocer una verdad exacta, preferí cambiar de rumbo y centrarme en la
bondad e inocencia que rodea el mundo, aquella que a diario se ve afectada por la misma
crueldad irracional a la que no le encontramos respuestas.
En este mundo lleno de maldad y sufrimiento muchos pretenden soportar las injurias
adquiriendo una fortaleza basada en el dolor que provocan en los demás, pero no todos
pensamos igual, por eso, un día, decidí tomar un camino diferente, pensando en aquellas
nobles personitas que, aun desconociendo el mal, padecen día a día las injusticias de la vida.
Desde el principio, mi mayor propósito ha sido y será, convivir y provocar las tiernas
sonrisas de aquellos niños que, prontamente, mi vida rodearán.
Tengo fe en que sus inocentes almas, borrarán las tristes marcas que en mí, la vida dejó.
Aunque de igual forma espero aportar vida y esperanza a cuantos chicos me sea posible en
este bello recorrido al que decidí llamar, Camino de ilusión.
Realidades ocultas
Por: Valentina Hernández Pérez
Esta historia comienza en el 2015. Sor Adriana quien es ahora coordinadora académica
de la Institución Educativa María Auxiliadora, pasó por cada uno de los salones para ver
quién estaba interesado en participar en un grupo llamado Derribando Fronteras, pero
nadie le prestó atención, cuando ella informó que con él se podían pagar las horas de labor
social la mayoría alzó la mano y yo estaba incluida.
Se llegó el primer encuentro con Derribando Fronteras, la mayoría de los que estábamos
era simplemente por pagar aquellas horas, el primer sábado que iniciamos fue de explicación,
nos informaron lo que teníamos que hacer, también nos dijeron que los encuentros eran todos
los sábados, pero en fin.
Al siguiente encuentro nos llevaron a conocer tres barrios clase baja de nuestro municipio
Andes (Antioquia), nos llevaron a La Aguada, Ferromesa y Corid, desde que comencé a conocer
bien estos barrios aprendí a valorar más las cosas que tengo, comencé a amar este grupo y lo
más importante aprendí a amarme a mí misma y a los demás; aprendí que como hoy tenemos
las cosa tal vez mañana no tendremos nada, que todo en la vida son esfuerzos, esfuerzos que a
algunas personas les sale un poco fácil pero la triste realidad es que a otras no.
Cuando nos pidieron a escoger en qué sector queríamos estar yo escogí La Aguada, en ese
sector encontré varias dificultades, teníamos un largo camino en donde nos golpeaba muy
fuerte el sol.
No sabíamos cómo interactuar bien con niños de esas edades, al inicio había niños muy
esquivos, pero con el paso de los días entendí las razones por las que eran así, me hice amiga
de todos ellos y a la final me contaron todas sus historias, todos sus problemas, aprendí a
verlos reír, llorar y aprendí a soñar con ellos en sus propios sueños.
Con cada clase, enseñándoles todos sus valores, lo que está bien o mal, con cada juego, con
cada consejo, me sentía como una niña que apenas está comenzando a vivir, nunca olvidaría
todos esos abrazo y beso con tanta sinceridad, tampoco olvidaría esas sonrisas con muequitas.
Siempre había estado enseñada a ver las cosas claras, a ver mi vida como si fuera color
rosa, no me preocupaba de nada porque siempre había tenido todo, el amor de mis padres,
hermanos, familia, amigos y conocidos, a lo largo de mi vida me han enseñado varios valores,
como humildad, respeto, confianza, entrega, compromiso, lealtad y entre muchos otros,
valores que nunca había dado a conocer de verdad hasta que aprendí a ver la otra cara de la
realidad. Aprendí a entender a los demás, ver sus realidades, a ver niños que no tienen tanto
amor como nosotros, ver niños que les falta alguno de sus padres o les falta su familia, que
desde pequeños fueron rebatados de ellos, conocí niños que desde pequeños no sabían lo
que era tener un juguete, no sabían que era estar relacionados con otros niños, ni ser libres
como el viento, estaban perdiendo ese espíritu alegre ese espíritu que nos idéntica a todos,
pero algo muy bonito de todo esto, es que estando así esos pequeños nunca se rinden así
tengan miles de problemas encima siempre intentan salir adelante y ser mejor.
Es tan triste que en tan corta edad ya hayan vivido tantas cosas dolorosas, yo me pregunto
¿Ellos amarán su vida? ¿Algún día esos pequeños han llegado al punto de decir no quiero
vivir? Me he puesto a pensar nosotros que no hemos vivido todos esos problemas y al primer
error que cometemos queremos soltar la toalla por decirlo así, somos egoístas, ignorantes en
nuestro propio cuerpo, en nuestra propia vida.
Si algún día me preguntan Valentina ¿usted se arrepiente de haber estado en Derribando

Fronteras? Yo, muy sonriente, con voz fuerte y clara les respondería: ¡no! Derribando Fronteras
fue y será para mí, mi otra mitad, mi otra familia, es donde encontré la verdadera felicidad,
amo cuando estoy en la calle y niños que me ven y corren a abrazar con una sonrisa muy
grande y sus mejillitas rojas.
Oscuridad
Por: Valentina Hernández Pérez
Miles de historias me han pasado en Derribando Fronteras, historias que nadie olvidará.
En unos de los encuentros que hacíamos, Sor Adriana nos dio la indicación de ir a hacer
entrevistas a los barrios, nos pidió que hiciéramos preguntas relacionadas con sus vidas y
con el grupo, preguntas como ¿Conocías el grupo Derribando Fronteras? ¿Cuánto tiempo
llevas viviendo en este barrio? ¿Les gusta el trabajo que vamos a hacer con los niños? O que
nos contaran un poco de lo que les toca vivir a diario.
Para poder realizar un trabajo bien hecho, primero nos toca pasar por muchos obstáculos;
debido a tanta desconfianza, muchas personas no nos escuchaban, otras nos tiraban la puerta,
otras hacían como si no existiéramos, pero desde un principio ya nos estábamos preparando
para recibir todo lo que nos esperaba ya sabíamos que no iba a ser fácil, pero con esfuerzo y
dedicación todo se logra, a la final esa desconfianza se había acabado y vieron que nosotros
lo que queríamos era hacerle el bien a ellos mismos y a los que los rodea, ya nos miraban con
ojos de admiración.
En todas esas respuestas buenas, también habían historias ocultas y tristes; una señora
nos quiso dar a conocer una de sus historias, nos dijo que a su hijo lo habían asesinado por
equivocación, que en una tarde como cualquiera el salió en su casa sin sospechar lo que le iba
a pasar, le dieron tres disparos pero resulta que no eran para él, eso tipos estaban esperando a
otros y por el haber salido le todo ese triste final, la señora con lágrimas en sus ojos nos daba
muchos consejos nos decía que nunca nos rindiéramos, que no cayéramos en malos pasos,
que la vida es demasiado corta para amargárnosla.
Otras personas nos decían que ya les daba miedo dejar salir a sus hijos porque siempre
se ha visto mucha drogadicción y que no quieren que sus hijos al ver todo esto cojan eso
malos hábitos, por eso nos daban consejo, nos decían que no dejáramos que nuestra esencia
de jóvenes libes se acabara, pero a pesar de todo eso esas personas nos confiaron a sus hijos
y dejaron todo en nuestras manos.
En otro barrio cuando estábamos haciendo estas entrevistas me di cuenta de que mientras
más hijos tengas más solo vas a estar, esto me ocurrió cuando visitamos a una señora ya
de bastante edad, ya muy enferma pero algo muy triste, estaba sola, pero para mí fue la
persona más linda que pude ver porque a pesar de su soledad nos brindó entrar a su hogar
sin importar que no nos conocía, siempre nos mostraba esa alegría de vernos en su casa
hablando con ella, ellas nos decía yo no les puedo responder bien porque yo no tuvo las
posibilidades para estudiar y ser como ustedes, nos decía sin conócenos que nos tenía como
si fuéramos familia de ella y que cuando quisiéramos hablar con alguien siempre podíamos
contar con ella si seguía viva, cuando me dijo esas palabras tan lindas pero tan significativas
sentí que todo dentro de mí se estaba destrozando, muchas veces nos sentimos acompañados
en las buenas pero cuando estamos en los peores momentos ya no hay nadie con nosotros.
Por eso me puse un propósito para mi futuro, desde que yo pueda ayudar lo voy a hacer,
no quiero que nadie esté solo sin importar que apenas esté comenzando a vivir o que su etapa
ya esté acabando, nadie tiene derecho a sufrir, todos juntos somos uno mismo y si todos nos
juntamos podemos hacer que las pequeñas cosas se vuelvan grandes.
Amor a lo desconocido
Por: Yazmín Isabel Hidalgo Gómez
En el año 2015 cursaba el grado 9°; Sor Adriana nos informa que había llegado la hora de
prestar las horas del servicio social; ¿Qué?, ¿horas de servicio social?, ¡bueno! Y nos habla
de diferentes formas de hacer dicho servicio; en cierto momento nos habla de un proyecto
suyo llamado Derribando Fronteras; ¿Derribando Fronteras?, ¿trabajar con niños de los
sectores más vulnerables?, ¡no qué miedo!; ir a esos sectores de personas drogadictas, de
pocos recursos; en fin, sectores con mala reputación; terminaron las buenas tardes y el
proyecto del cual la Hermana había hablado, no pasó por mi mente, quedó allí en el olvido.
¡Por Dios! Transcurrían los días y no me hallaba en ningún proyecto; cuando algo iluminó
mis pensamientos. ¡Por qué no!, no debe ser tan malo, me gustan los niños, se interactuar con
ellos, ¿qué tal y allí pertenezca?; me parecía algo muy extraño pues mi cerebro no dejaba de
imaginar, como sería la vida de esas personas, que en el momento en que la Hermana nos
habló del proyecto, juzgue sin conocer sus historias, sin saber por lo que le ha tocado pasar
en sus vidas.
Ingresé a las reuniones; a la preparación para acudir a los sectores, era tan hermoso oír a
los jóvenes sobre sus experiencias, sobre el cariño que los niños provocaban en ellos, que dije
¡De aquí soy! esas palabras cautivaron mi corazón; no veía el día de poder ir al sector que me
habían asignado (Corid).
Transcurrieron los días, hasta que llegó la fecha más esperada: el día que Dios había
escogido para mí; el día en que mi vida cambiaría y llevaría alegría a la vida de esos niños
inocentes, que siempre habían buscado a alguien en quién poder confiar, en quien poder
desahogarse, buscaban un confidente, a quien contarles sus problemas sin el temor de ser
juzgados, personas buscando salidas, buscando “derribar fronteras”.
Compartimos con ellos, por un momento pudieron olvidarse de su cruel realidad y se

concentraron en ellos mismos, en ser felices y no en los problemas a los que se enfrentan
diariamente.
¡Dios! Mi corazón estaba que no podía más de la emoción, saber que puedo ayudar,
intentar orientar y moldear un poco la vida de estos niños es la mayor felicidad que había
sentido, ver esa sonrisa, esa carita, esos ojitos llenitos de amor, es tan poco lo que hacemos
por ellos, y ellos lo toman como el mejor regalo; se sienten protegidos, felices, sienten que al
fin a alguien les importan.
Sonrisitas llenas de amor

Este proceso fue un aprendizaje un paso hacia la experiencia. Es el caminar por un sendero
el cual empecé a seguir, a vivir algo que nunca olvidaré, pues fue la lucha por los obstáculos
presentaron los cuales pude sobrepasar.
Es una muy bonita experiencia que me llevo a compartir con los niños, los cuales me
brindan su amor, su cariño, compartimos ideas y me comentaron de sus sueños, sus problemas,
alegrías y tristezas, en fin, en lo emocional a través de sus sonrisas, miradas, esas miradas
tiernas que ablandan hasta el corazón más duro, su inocencia y sus travesuras, alegran cada
vez mi corazón cuando voy y comparto con ellos; a nivel espiritual ya que esos pequeños si
les damos confianza nos muestra una imagen de la bondad, sinceridad y transparencia que
en ellos se puede ver.
Esos niños a los cuales hoy estamos llevando un poco de alegría, los cuales en un futuro
quieren verse rodeados de un mundo mejor, limpio de tanta maldad, abierto a la verdad,
sin venganzas, pues ellos saben muy bien que es lo que los hace infelices, pero tienen la
esperanza de que los hogares que ellos en un futuro vayan a construir serán fuentes de amor,
sueños de felicidad y fuentes de respeto.
Por ahora solo necesitan mucho amor, comprensión, cuidado y enseñanzas, con el ejemplo
y el verdadero sentido de la felicidad que está en ayudar a los demás.
Yo que hoy comparto mi experiencia doy fe y soy sincera al decir que los niños muestran
lo que viven en su familia, por eso de ella depende la formación, el aprendizaje los frutos y
valores que a ellos les transmiten. Esta convivencia me llenó el alma, me iluminó para servir.
Dejar ver en los niños los que quiero ser, gozar con sus encantos, corregirlos con dulzura
enamorarme de su inocencia, compartir sus juegos, luchar por mejorar e invitarlos a todos a
vivir sin prejuicios como los niños y a soñar con lo más mínimo aprendiendo de ellos a ser
más sinceros, sin miedo y muy alertas. Para lo que pueda pasar y no dejar que nada empañe
la felicidad.
El compartir con mis compañeros me contagié de ese mundo maravilloso que es un

universo imaginario de luchas inocentes que dan origen a un océano de amor.
Compartir con mis niños es algo maravilloso, recuerdo como antes juzgue a esos pequeños
sin conocer sus realidades, sin imaginar por lo que ellos tienen que pasar día a día para lograr
ser un poco felices, y olvidar su realidad.
Es algo extraño lo que siento, pero verdadero, esos niños a los que muchas veces la sociedad
les da la espalda, serán unos profesionales en el día de mañana, ya que mientras más dura
sea nuestra realidad más amor y empeño le ponemos a todo lo que realizamos.
Verán en muchas ocasiones que no pueden más, pero al ver esas sonrisitas llenitas de
amor, y lo más bello aun saber que nosotros somos los causantes de esa sonrisa.
Aprendizaje de amor,
paciencia y sacrificio
Ahora les digo no juzguen a las personas por sus apariencias, no somos la ropa que usamos,
no somos la marca de zapatos, ni mucho menos somos lo que las personas dicen creer
que somos, yo estaba equivocada al momento de juzgar a esos pequeños, y les pido mil
disculpas, pero siempre que comparto con ellos intento y creo que lo logro, llenar su rostro
de sonrisas.
Las personas que me acompañaron en este aprendizaje, me ayudaron a crecer como

persona, a confiar más en mí, a no vivir por mi si no por las demás personas, quiero a personas
que no imaginé, pero quién no va a querer a esos pequeñitos, si son las personas más bellas
que existen.
Espero que el proyecto DERRIBANDO FRONTERAS llegue más lejos, ayude a más niños,
que lleguen personas de buen corazón y apoyen este proyecto, que en verdad llena el alma, la
llena de una gran satisfacción al ayudar personas, a pequeños que no lo piden directamente,
pero que sueñan con algo mucho mejor para sus futuros.
Es el amor más sincero que llega hasta el corazón, aunque haya personas que no lo valoren,
pero eso es lo más lindo de este proyecto que no ayuda a los niños para ser reconocidos,
sino que es algo innato algo que sale del corazón, no buscan fama, busca llenar de buenos
recuerdos y de mucho amor a esos pequeños.
Agradezco a Sor Adriana por la invitación a participar de tan hermoso proyecto, aunque
en el momento no entendía tan bella labor, ahora la admiro y espero seguir compartiendo y
viviendo esta bella experiencia al lado de mis niños, de esos angelitos. Recuerdo tanto esos
momentos en donde compartí con ellos, en donde fui feliz con tan poco. Era una persona
tan prepotente, orgullosa en fin una persona del común, me veo ahora y veo todo lo que
Derribando Fronteras y esos pequeños han hecho en mí, me llenaron de amor, ternura, de
una alegría verdadera, de amor de ese verdadero amor que le hacía falta a mi vida, ese toque
especial, son tantos sentimientos encontrados, ahora me voy pero cuando regrese espero que
este proyecto se convierta en algo más grande, extrañaré mucho a mis pequeños, pero sé que
en los corazones de ellos quedaremos guardados, como ángeles guardianes que llegamos a
la vida de ellos a llenarla de alegría
Por siempre en mi corazón….
Por último, lo más valioso que me llevo en mi corazón es que yo fui con la intención de
enseñarles a ellos, pero al contrario fueron ellos los que me enseñaron a mí el amor por las
pequeñas cosas, a valorar todo y cada uno de los esfuerzos que mis papás han hecho, sigue
haciendo y seguirán.
Es una experiencia muy hermosa participar en este proyecto, espero que en los años
venideros muchas personas se incluyan en este aprendizaje de amor, paciencia y sacrificio,
pero todo eso vale la pena, solo cuando se hace con amor desinteresado.

Libro Derribando Fronteras

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Proyecto social de jóvenes para jóvenes y niños andinos

Primera edición: Diciembre de 2019

Se prohíbe la reproducción total o fragmentaria de su contenido, sin autorización escrita de la Secretaría

El departamento de Antioquia dispone de marcas registradas, algunas citadas en la presente publicación

Derribar Fronteras para Encontrar-Nos���������������������������������������������������������������������������� 7

La perla más valiosa del universo����������������������������������������������������������������������������������� 11

Una oportunidad para compartir������������������������������������������������������������������������������������ 20

Sueños de niños, sueños de ángeles�������������������������������������������������������������������������������� 25

Una seguridad que se contagia���������������������������������������������������������������������������������������� 28

Dar de mi tiempo para dar y recibir vida����������������������������������������������������������������������� 29

Aprender juntos, para enseñar juntos����������������������������������������������������������������������������� 32

Conociendo otras comunidades�������������������������������������������������������������������������������������� 33

La perla encontrada y mil historias aprendidas������������������������������������������������������������ 36

Es prudente conocer lo que se puede conocer �������������������������������������������������������������� 38

Un gran encuentro que invadió mi vida������������������������������������������������������������������������� 40

Ahora veo el mundo de otra manera������������������������������������������������������������������������������ 45

Solo felicidad y grandes recuerdos��������������������������������������������������������������������������������� 56

Y por qué ingresé en el proyecto������������������������������������������������������������������������������������� 57

Mejor dejar huellas, que cicatrices���������������������������������������������������������������������������������� 62

Detenerse, reflexionar, ayudar y aprender��������������������������������������������������������������������� 63

Lugares en los se respira vulnerabilidad������������������������������������������������������������������������ 76

Juegos … encuentros de sonrisas������������������������������������������������������������������������������������ 77

Mi opinión sobre el proyecto y mi reacción en el primer encuentro��������������������������� 86

Reflexión sobre mi experiencia en el grupo “derribando fronteras”

Otra opción para ese futuro con sueños������������������������������������������������������������������������� 97

La droga una salidad de la realidad������������������������������������������������������������������������������ 115

Derribando fronteras para cambiar el mundo������������������������������������������������������������� 117

Proyecto derribando fronteras��������������������������������������������������������������������������������������� 119

Derribando fronteras y construyendo sueños�������������������������������������������������������������� 121

Nuestra Sociedad, un compromiso de todos���������������������������������������������������������������� 124

Experiencias enriquecedoras����������������������������������������������������������������������������������������� 127

Gracias a ellos me convertí en el mejor portero����������������������������������������������������������� 128

Y recorrí lo que nunca había transitado������������������������������������������������������������������������ 130

No hay nada mejor que hacer las cosas de corazón���������������������������������������������������� 132

Su sonrisa valió cada gota de sudor������������������������������������������������������������������������������ 134

Una enseñanza, un aprendizaje, una experiencia�������������������������������������������������������� 145

Aprendizaje de amor, paciencia y sacrificio����������������������������������������������������������������� 164

Se dieron la oportunidad de relacionarse con los niños y preadolescentes de estos lugares

Derribar Fronteras para

Lo que me consuela es que todos somos así. Muy condicionados y limitados

Mis ojos se dejaron envolver por la belleza y majestuosidad de la cordillera occidental;

–¿Qué hacen por aquí? ¿Qué se les perdió? –nos dijo.

–Buenas tardes. Solo estamos conociendo –le respondimos.

–Gracias por la advertencia –le sonreímos, y continuamos nuestro ascenso.

A medida que subíamos sentíamos en la espalda el acompañamiento persistente de ese

Nos aventuramos, entonces, a recorrer juntos, a observar, a escuchar, y a dialogar con la

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–Hermana, yo no me puedo aparecer por allá.

–¿Y por qué?

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–Claro, me distinguen… pero deseo seguir en el proyecto.

En el ejercicio de narrarse, Matt ha contado de manera profundamente humana su descenso

La perla más valiosa

Yo entré en el proyecto accidentalmente, en el colegio debía realizar un trabajo de servicio

Por: Mateo Ruiz Arrubla.

En el momento menos esperado, sucedió. Matt lo intentó, un sábado, un domingo, un

Abre tus ojos para que

Las primeras reuniones que tuvimos en Derribando, fueron de integración, formación y

En esos momentos me invadían sentimientos de desesperación y confusión, para mí fue

Desde entonces vivía en un dilema, ya no quería volver más a esos lugares, no me

“A la multitud hay que entregarle lo que se elabora en la serena soledad de la

Un portal para mirar

He tenido la oportunidad de compartir con niños y jóvenes del sector La Aguada, de

Me siento orgullosa de pertenecer a este grupo, porque lo que he aprendido lo puedo

Derribar Fronteras para Encontrar-Nos�� 7

La perla más valiosa del universo�� 11

Una oportunidad para compartir�� 20

Sueños de niños, sueños de ángeles�� 25

Una seguridad que se contagia�� 28

Dar de mi tiempo para dar y recibir vida�� 29

Aprender juntos, para enseñar juntos�� 32

Conociendo otras comunidades�� 33

La perla encontrada y mil historias aprendidas�� 36

Es prudente conocer lo que se puede conocer �� 38

Un gran encuentro que invadió mi vida�� 40

Ahora veo el mundo de otra manera�� 45

Solo felicidad y grandes recuerdos�� 56

Y por qué ingresé en el proyecto�� 57

Mejor dejar huellas, que cicatrices�� 62

Detenerse, reflexionar, ayudar y aprender�� 63

Lugares en los se respira vulnerabilidad�� 76

Juegos … encuentros de sonrisas�� 77

Mi opinión sobre el proyecto y mi reacción en el primer encuentro�� 86

Otra opción para ese futuro con sueños�� 97

La droga una salidad de la realidad�� 115

Derribando fronteras para cambiar el mundo�� 117

Proyecto derribando fronteras�� 119

Derribando fronteras y construyendo sueños�� 121

Nuestra Sociedad, un compromiso de todos�� 124

Experiencias enriquecedoras�� 127

Gracias a ellos me convertí en el mejor portero�� 128

Y recorrí lo que nunca había transitado�� 130

No hay nada mejor que hacer las cosas de corazón�� 132

Su sonrisa valió cada gota de sudor�� 134

Una enseñanza, un aprendizaje, una experiencia�� 145

Aprendizaje de amor, paciencia y sacrificio�� 164