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Amor y Pasión
Amor y Pasión
Golpear la tierra,
Conocer los deseos de la tierra,
El comienzo de la tierra propicia la estación
Y fecunda el suelo.
(Milton Nascimento)
¿Es posible imaginar canciones de amor en nuestras iglesias y templos? ¿Qué tal incluir
poemas profanos en los rezos sagrados? ¿cómo podría figurar un canto erótico en un
cancionero litúrgico?
Pues la Biblia lo hace de manera magistral. El amor humano, en su realidad más cruda y más
sensible, revela el rostro de Dios, tierno y cariñoso, como ninguna otra imagen consigue
hacerlo.
El Cantar de los Cantares, expresión refinada del amor apasionado entre hombre y mujer, no
esconde, no se avergüenza, más revela toda la belleza del cuerpo, de la atracción sexual, el
erotismo y de la naturaleza. Dios sale a la calle, en medio de los guardias y pastores y se revela
en los movimientos del baile, en la unión de los cuerpos, en las manifestaciones de amor.
Queremos mostrar, con sencillez, algunos trazos de esta maravilla y ver toda la poesía que
envuelve amor y naturaleza en Cantares. Hay un clima ecológico recorriendo todo el libro, más
el centro de interés es una pareja humana que se ama con pasión. Vemos la creación como un
todo, participativa –minerales, vegetación, flores y plantas, animales de toda especia, más
principalmente la creación más bella, Mujer y hombre. Cuerpos envueltos en elogios se
exhiben y se entrelazan, se buscan y se entrecruzan, en una danza llena de ritmos, colores y
fantasías. Las personas se presentan, en el poema, con su máxima expresión humana, la
capacidad de amar. Y este amor envuelve todo lo que los rodea: campos, flores, frutos, aves.
¡Bésame con besos de tu boca! (1,2)
Un BESO en la boca abre el libro, y el deseo de más besos prácticamente lo encierra (8,1);
como además los abrazos (2,6-8,3), el deseo (7,11), la contemplación (7,1) recorren todo el
libro. El clima es celebrativo (1,4), alegre (1,4; 3,11), nupcial (3,11).
Tanto la sed de besos como los abrazos son expresados por la amada, la cual tiene por señal,
la INICIATIVA en gran parte del libro. ¿Estaría así confirmada la protesta contra el machismo y
las practicas patriarcales de la época? Cantares proclama la independencia de la mujer frente
al androcentrismo.
En efecto, ella es quien atrae el deseo sexual del hombre (7,11, contra Gn 3,16), pues aquí el
deseo del encuentro es más femenino. Ella presenta su propio cuerpo de mujer (1,5-6),
describe el cuerpo masculino (5,10-16), la acción amorosa de él (1,12-14), la búsqueda que el
ejerce sobre ella (2,8-10; 3,1-4). Ella busca al amado (1,7), ella exprime sus propios
sentimientos (2,2-5; 5,2-8), ella lo invita (4,16; 7,12-14). El, reaccionando menos, también
expresa su invitación, torpe aquí (1,9-11), magnánimo allí, al describir el cuerpo de la amada
(4,1-15: 6,4-12: 7,2-10).
Observa Ravasi, que, de los 117 versículos de este libro, la mujer pronuncia casi 60, contra los
36 recitados por el hombre.
La mujer participa plenamente del placer. Por dos veces ella se dice “enferma de amor” (2,5;
5.8), y ahí llama para los pasteles de pasas y manzana, estimulantes sexuales bien conocidos
en los ritos de fertilidad orientales de la época. Invirtiendo la tradición patriarcal, ella es quien
presenta al amado a la madre (3,4). Ella sale sola en medio de la noche (3,2-4): sueños y
delirios de una adolecente; gesto de prostitución, si verdadero; absurdo, en cualquier
hipótesis, para la cultura de la época. Más si su osadía la lanza, en la callada noche, entre los
guardias de la elite palaciana (3,4-4), la lleva también, a la luz del día, para las tiendas de los
pastores (1,7-8). En fin, la descripción del lecho nupcial también es hecha por ella (1,16-17).
Soy morena pero hermosa (1,5)
La joven comienza su auto presentación justamente por el color de piel. La hermosura se
refleja en su color moreno, el elemento que llama la atención de lejos, a primera vista. Ese
color de la joven es la misma que describe el color de los cabellos de él, negros como cuervos
(5,11). Ella explica que su color se debe al sol que la bronceó. Seria ella campesina, guardia de
viñas (1,6; 2,15) o pastora? (1,7-8).
O hijas de Jerusalén (1,5)
Hay un grupo Femenino que aparece y reaparece en puntos-claves del libro, y en forma de
refrán puede hasta marcar divisiones literarias. Las “hijas de Jerusalén” abren (1,5) y
concluyen (2,7) el primer poema, de la misma forma que concluyen el segundo (3,5), el tercero
(5,8) y el cuarto (8,4) poemas.
Las “hijas de Jerusalén” aparecen aún en 5,16, las “hijas de Sion” en 3,11, “hijas de nobles” en
7,2, y solo “hijas” en 2,2 y 6,9.
Las HIJAS actúan siempre positivamente, como amigas, ayudando a la amada. Ellas participan
del amor, incentivan, sufren conjuntamente, se alegran. Con ellas la amada se comunica,
expone sus sentimientos, habla de su intimidad.
Posición contraria a de los “hijos de la madre”, que explotan el amor con interés productivo
(1,6) y en el final tornan la palabra como quien quiere decidir sobre la suerte de ella y planean
la defensa de su cuerpo y el precio del dote, cuando esta fue pedida en casamiento (8,8).
En la secuencia de la participación femenina se encuentra la Madre –y nunca el padre- siendo
esta siempre liberal, facilitadora del amor. La figura de la madre está asociada solo al acto de
concebir, generar, amamantar. Siendo siempre la protectora del amor, ella, además de cargar
a la hija en su seno, la acoge continuamente, se alegra de manera excepcional. Obsérvese aun
que quien aparece es siempre la madre de ella (1,6; 3,4.11; 6,9; 8,1.2), excepto una vez (8,5)
donde la madre de él es quien ocupa la escena, incluso así en el acto de embarazar y dar a luz.
La figura de la HERMANA aparece varias veces, en sentido literal (8,8) y principalmente como
imagen de mujer querida, en las declaraciones del amado 84,9.19.12; 5,1.2).
A la par de la hermana encontramos exclusivamente en este mismo bloque literario, la
designación de NOVIA (4,8.8.10.11.12; 5,1).
Y mi viña, la mía… yo no la pude guardar (1,6)
El VINO asociado al amor ya es un símbolo universal. En cantares este símbolo se desdobla de
muchas maneras y asume múltiples aspectos. Evaluando en términos numérico, tenemos vino
(7 veces), licor de vino (1 vez), viña (9 veces), videra (4 veces), racimo de uva (3 veces).
Al vino se le asocia al placer, la delicia, la alegría de la vida. Se compara el vino al amor, que es
dicho siempre mejor que el vino.
Viñedos (1,14) y bodegas (2,4 = casa del vino) son ambientes propicios para el amor, y una rara
aventura es madrugar por las viñas (7,13).
La VIÑA trae, muchas veces, la idea erótica de la sexualidad. Así es con la propia viña, que la
muchacha no puede guardar (1,6), más que es solamente de ella (8,12), y talvez la imagen de
las zorras que devastan las viñas (2,15). Insinuación erótica guara la VIDERA perfumada (2,13)
y probablemente también la videra floreciendo (6,11; 7,13) y fragante para los racimos (78.9).
Al VINO condimentado, licoroso, viene asociado el sexo de la mujer (mejor traducción que
ombligo), “esa taza redonda donde el licor nunca falta” (7,3).
Lleva a las cabras a pastar junto a las tiendas de los pastores (1,8)
De entre los elementos de la naturaleza que integran nuestros poemas hay un ambiente
Pastoril recorriendo todo el libro. Hay pastores con rebaños, andan cabras y ovejas, pastan
gacelas, y acompañan cachorros gemelos.
La busca del amado se da entre los pastores (1,7-8) la hora del descanso, en pleno medio día.
Luego adelante, la misma busca desenfrenada se dará en medio de la noche.
la larga siesta oriental, tibia y caliente, favorece aún más los coloquios amorosos. La amada es
una pastora errante, vagueando entre los rebaños, y el amado es un pastor de ovejas que
vendrá, en el poema siguiente, saltando por las colinas y montes. El pastoreo simboliza,
manifiestamente, la acción amorosa, y el lenguaje sugestivo, provoca la busca afectiva. Luego,
esta intuición se manifestará como pose mutua, cuando el viene a ser el “pastor de las
azucenas” (2,16; 6,2.3), siendo ella varias veces comparada a esa flor.
Nuevamente el foco poético acompaña una escena pastoril, en el contexto de la descripción
de la amada (4,1-5). Al focalizar el cuerpo de ella, de arriba abajo, el amado ve en los cabellos
un rebaño de cabras (4,1 = 6,5), en los dientes un rebaño trasquilado (4,2 =6,6) y ahí se
extiende a describir, no solo los dientes, sino la blancura de las ovejas.
Nuestro lecho es todo césped (1,16)
En el Cantar, de manera natural, el amor es descrito, cantado y vivido en pleno AMBIENTE
NATURAL, en el campo o en un jardín, en medio de los árboles, flores y frutos. No es una cama
convencional, sino un lecho de verdor, presenta a la amada, con vigas de cedro y techo de
cipreses (1,16-17), pleno BOSQUE.
Diversas imágenes completaban la descripción de este escenario de amor. Es la poetisa quien
invita a pernoctar bajo los cedros y a madrugar por las viñas, como ambiente propicio para la
donación amorosa (7,12-13).
Todo pasa en medio de flores y frutas aromáticas, ligadas a estímulos sexuales. Son también
AFRODISIACAS las granadas (7,13) y las mandrágoras (7,14), además de los insinuantes
botones abriéndose y de las frutas guardadas.
El amado es descrito como “árbol de manzanas entre los arboles del bosque” (2,3), siendo este
considerado justamente el árbol del amor, o sea, de la sexualidad, de la FECUNDIDAD.
Apasionada, la joven apela para este afrodisiaco en su desfallecimiento amoroso (2,5), para
obtener el mismo efecto que ella, adelante, ejercerá sobre él (7,9).
El propio proceso de surgimiento de la vida se da debajo del manzano, donde la madre del
joven se embarazó y parió (8,5).
Tiene connotación amorosa aún el descenso al JARDÍN para tomar azucenas (6,2). Ella es
comparada a un jardín en (4,12.15; 6,11; y en 4,16; 5,1. Él es invitado a saborear los frutos de
su jardín; él habita en los jardines (8,13) y “sus rostros son camas de bálsamo” (5,13), imagen
esta también aplicada a ella (6,2).
Entre sus alusiones poéticas la RELACIÓN AMOROSA esta la subida a la palmera para tomar sus
frutos (7,9); “los ojos de él como palomas sobre lechos de agua” (5,12); y el amado sobre ella,
con imágenes de flores, pernoctando entre los senos (1,13-14).
Soy un narciso del saron, una azucena de los valles (2,1)
Cantares es todo ajardinado, pudiéndose respirar un perfume diversificado de FLORES. Jardín,
la palabra que ocurre 9 veces, es termino preferido tanto para describir el lugar del amor
como también para hablar del amor en sí mismo. En la misma línea se emplea CAMAS DE
FLORES. Participan del amor la flores, las flores en botón, abriéndose, floreciendo.
De entre las flores, son representativas el narciso y la azucena, primeramente, como retrato
de la joven, mas también para describir sus labios que son azucenas, sus senos, hijos de gacela
entre azucenas, su vientre, rodeado de azucenas, el acto amoroso es dicho cuchara de
azucenas, o pastorear azucenas, siendo él el “pastor de las azucenas” (2,16).
La azucena es también designada, en portugués, lirio amarilis, flor de loto, flor de la
emperatriz. La comparación de los labios de el con azucenas estaría sugiriendo un color rojo,
más a lo que parece tales flores son multicoloridas y jaspeadas. En la simbología de nuestros
poemas se asocia en general las manifestaciones amorosas.
Quise sentarme a la sombra de mi amado, con su dulce fruto en la boca (2,3)
Como hay perfumes de flores, hay también sabores de FRUTAS, siendo ella “un huerto de
granadas con frutos preciosos”. Ella ofrece frutos preciosos, también como desea el dulce
fruto de él. El fruto reaparece en el fin, refiriéndose a la viña de Salomón, y los racimos de uva
designan tanto al amado como a la amada. De la misma forma, se aplica a ella el fruto de la
palmera, y provocan el amor las excitantes mandrágoras, el madurar de los higos y
principalmente las afrodisiacas granadas, las cuales son comparadas a los senos de la joven
(4,3).
Manzano entre los arboles del bosque es mi amado entre los jóvenes (2,3)
Se diría ecológico el espacio físico formado por ls bosques y ARBOLES de variadas especies, en
este libro. Campos y matas, como ya dicho, formaban el escenario de amor, en cuanto a los
arboles fructíferos y aromáticos lo estimulan. Entre las que producen frutos sabrosos se citan
la vid, la palmera, nuez, granado; y de las odoríferas vienen listadas el nardo, ciprés, aloes,
azafrán y canela. Hay aun pino, cedro y canela, además de la copa de la palmera para designar
los cabellos de él y brotes para hablar de hablar de ella, con dos sinónimos diferentes (4,13 y
6,11).
Pues mira, ha pasado el invierno (2,11)
La estación del amor es la PRIMAVERA, estación esta que se demora en los perfumes y en las
flores, y que tiene innumerables señales explicitas en Cantares. Más hay también momentos
de OTOÑO, con los frutos madurando y con amor se van consumando. Se entrelazan el tiempo
de la poda y el tiempo de la cosecha. Hay un sol ardiente que quema y trae mucho color, como
hay luna llena preanunciando la aurora. Así, el atardecer marca la llegada de la noche, hora de
los sueños y búsquedas del amado y de la amada, y de las sorpresas en las batallas y en el
amor. La noche trae la unidad, tan necesaria para la aridez oriental, y señal de bendición en la
cabeza del amado, llena de roció, y goteando sereno. Bien lejos de la sequedad, sin embargo,
esta la poesía del cantico, con fuentes, pozos de agua, lechos de agua corriente, lluvias, fuertes
torrentes de agua.
En fin, los vientos son convocados, del norte y del sur, para esparcir los PERFUMES del jardín
de la amada (4,16).
La viña florida exhala perfume (2,13)
Además de flores y plantas aromáticas, hay muchas fragancias por los Cantares, demostrando
una fina sensibilidad con relación al olfato, y comprobando la importancia de los PERFUMES
para la excitación amorosa. Son empleadas, más significativamente, las palabras olor y aroma;
además del óleo y de las resinas aromáticas, mirra e incienso. Hay mención directa a los
perfumes. Se inicia el cantico con los perfumes del vino, y sus últimas palabras son las
montañas perfumadas.
Además de los perfumes circunstantes de los bosques, flores, plantas, desiertos y montañas,
frutas y bebidas, hay el perfume del cuerpo de ella, de sus manos, de las ropas y de su
respiración, también como los olores del cuerpo de él, de sus labios y de su cara.
Paloma mía, déjame ver tu rostro (2,14)
Con rebaños de ovejas y cabras, conforme ya comentamos, hay muchos otros animales que
participan e ilustran este amor.
El canto de la paloma, es preanuncio idílico de romanticismo. Ella es paloma sin defecto, de
paloma son sus ojos también como su voz y rostro. También los ojos de él son de paloma, tal
vez para expresar la ternura del enamoramiento.
Un rebaño de cabras trasquiladas y bañadas son los cabellos de ella, los de él son negros como
el cuervo (5,11)
Gemelos de ovejas simbolizan los dientes de ella y gemelos de gacela reflejan los senos.
Cachorro de gacela y gamo es el amado, gacelas y ciervas son testimonios del juramento
amoroso
La palabra yegua aparece de manera esdrújula como apelativo para la mujer. Sin embargo, no
lo era para los antiguos, que veían en el caballo un animal noble, y más aún si adjunto a los
carros reales.
Las amenazas al amor son denominadas zorras (2,15), en cuanto leones y panteras
representan el peligro y la violencia.
Hay leche y miel de panal en los labios de ella (5,1). Él, el amado, expresa su amor como comer
un panal de miel, beber vino y leche o como bañarse en leche (5,12).
Como es bella, mi amada (4,1)
De entre toda la naturaleza, lo que más destaca, naturalmente, es el cuerpo humano, cuerpo
de mujer y cuerpo de hombre, del cuerpo de la amada hay dos presentaciones más generosas,
ambas hechas por el amado.
El CUERPO FEMENINO tiene detalles sorprendentes, con observaciones de finísima y rara
sensibilidad. Los epítetos dirigidos a ella, conforme a Marvin H. Pope, p. 47-48, son: más bella
de las mujeres, mi paloma, mi hermana, novia, sin defecto, sulamita (mansa, pacifica) e hija de
nobles.
Leamos las alusiones al cuerpo de ella, de arriba abajo.
Su estatura, o sea, el talle del cuerpo, es de la palmera, símbolo de la belleza femenina. Sobre
su cabeza la mano izquierda de él se apoya para abrazarla. Esta cabeza que se eleva como el
Carmelo tiene cabellos ondulantes como un rebaño de cabras y cabellos color purpura con
largas trenzas.
El semblante, vista o aspecto de ella, es como paloma. Las mejillas, como dos mitades de
granada. El rostro forma una rara belleza entre los aretes. Los ojos de paloma, piscinas de
hesbón, perturban y son capaces de robar el corazón (4,9).
La nariz se compara a la torre del Líbano y exhala perfume provocante como la manzana. La
boca tiene besos mejores que el vino y la boca, más propiamente el cielo de la boca o paladar,
es un vino delicioso, derramándose en un beso apasionado, y es donde ella quiere saborear el
dulce fruto de él. Los labios rojos son panal escurriendo, son azucenas. Que delicia! La lengua
también posee leche y miel, y los dientes, por su blancura se comparan a rebaños trasquilados
y bien lavados. La voz también es de paloma, es dulce al oído.
El cuello es comparado a una torre de marfil o la torre de David, de donde penden collares,
como escudos y armaduras de valientes. La palabra seno, en el sentido de la mama, es
empleada 8 veces, siendo, por lo tanto, un fuente punto de atracción. Los senos ejercen ahora
su función vital de amamantar, ahora son la señal de la madurez sexual, del vigor físico y de la
libertad femenina. El placer de estos cachorros de gacela está representado en los racimos de
palmera y en los racimos de uva, entre los cuales ella se deleita en sentirlo pernoctar. Las
curvas de las caderas, requebrando en la danza, deslizan como collares. La belleza de la
sexualidad descrita con disfraces de rara fuerza poética. El sexo de la mujer puede ser una
viña, un jardín, un monte de mirra, una colina de incienso, o una taza de licor; y el vientre, un
monte de trigo decorado con azucenas. El corazón vela cuando el amado bate la puerta, y las
entrañas se le estremecen al toque de la mano de él (5,4).
Hacen un lindo juego amoroso las manos de ella con las manos de él en la grieta de la puerta y
las manos y los dedos de ella goteando mirra en la perilla de la cerradura.
Los pies, que ella lava antes de dormir, se esmeran en las sandalias, al danzar.
Algunas alusiones son hechas a la ropa de ella, perfumadas, la túnica que se desnuda de
noche, el manto usado para las salidas, para ver y las sandalias (7,2).
Mi amado es blanco y rosado (5,10).
Aunque no sea normal, en la Biblia elogiar el CUERPO MASCULINO, Cantares representa,
también en eso, una excepción. El cuerpo del amado tiene una descripción relativamente larga
y es hecha por la mujer con finos dotes poéticos. Él se sobresale por sus innumerables
cualidades y sobrepuja a todos los demás en belleza y vigor.
Su apariencia es altanera, como cedro, como el Líbano (5,15).
La cabeza es oro puro, ovalada. Los cabellos son copa de palmera, negros como cuervo,
goteando sereno, el rostro o mentón, son “colinas de hierbas perfumadas”. Los ojos, como los
de ella, también son palomas, el cielo de la boca es de una dulzura y delicia indescriptibles y
los labios y dientes reciben el vino delicioso, escurriendo de la boca de la amada (7,10).
Para describir los miembros de él, intervienen los metales precisos, siendo las manos
torneadas en oro y piedras de tarsís, las piernas de mármol sobre base de oro y el “vientre de
un bloque de marfil tachonado con zafiros”. Otro símbolo fálico es el estandarte, o bandera,
desplegado sobre ella en la casa del vino, como también en la casa del amor. Del amado se
dice que el sobresale físicamente, esto es, erige el estandarte entre diez mil, y los estandartes
desplegados reaparecen en 6,4.10.
La mano izquierda se apoya sobre la cabeza de la amada, para con la derecha abrazarla.
Ella pide, en fin, para ser gravada como un sello en el corazón y en el brazo de él, este corazón
que ya pertenece a ella (4,9).
Concluyendo, el Cantar de los Cantares nos demuestra la fuerza del amor, con sus llamas de
fuego, inextinguible, resistente a las aguas del torrente, inapagable. Los elementos más
fuertes de la naturaleza son evocados para hablar del amor, para cantar la pasión, el afecto, la
sexualidad.
De fuego al agua, de los metales precisos a las aves celestes, del perfume de las flores al
verdor de las matas, todo contribuye para exprimir las delicias del amor.
Todos los sentidos participan, vibran al toque del amor, dulce, delicioso, excitante al paladar,
extasiante la visión en el contemplar de los colores y formas, rico en olores que provocan al
olfato, sonidos agradables al oído y toques sensuales al tacto.
"Si fuera una muralla, edificaríamos sobre ella un palacio de plata; si fuera una puerta, la
recubriríamos con tablas de cedro."
"Yo soy como una muralla, y mis pechos, como torres. Ante sus ojos he sido como quien ha
hallado la paz."
Ahora no estamos de bajo del manzano. Estamos en otra casa, en aquella de verdad. Y allá los
hermans tienen el control. Mandan y desmandan.
En esa casa, todo tiene su precio. En especial, las “hermanitas” tienen su costo. Y el control
sobre este precio está en las manos de los hermanos. Entre si ensayan la futura “transacción”
matrimonial.
El valor es “calculado” de acuerdo a los senos y la fuerza. Lo que vale en la “hermanita” es la
sexualidad y su fuerza de trabajo, son sus “senos” y su “muralla” /fuerza.
Es obvio: esta forma de referirse a la mujer no es nada delicado. El lenguaje no es rebuscado.
Un juega sutilmente con las palabras, diciendo una cosa y pensando en otra. Este lenguaje
sobre el valor de la mujer tomando por base los “senos” y su “muralla” /fuerza llama todo por
su debido nombre. No decora para provocar.
Es palabra de mujer. Es palabra de quien está siendo comprada y vendida. Por eso, no decora
ni esconde. Quiere chocar! Provoca! Muestra lo absurdo de eso que es tan despreciable:
¡comprar la pasión!
Es la respuesta de la “hermanita” a sus “hermanos” –me refiero al versículo 10- es realmente
un encanto de rebeldía: “Sí, soy fuerte, soy muralla. Y mis senos tienen valor. Más, no están a
la venta. Son para el amado amigo. Son para la paz”.
“Paz” en este caso ha de equivaler al bienestar, la vida buena, apacible, plena. Incluye, aquí,
aparentemente también la relación sexual- significados así multiformes tienen este término en
la Biblia.
Y así Cantares se revela como canto de pasión y de la rebeldía: recostada en el amado, más de
espaldas para estos hermanos que están estableciendo el precio de tal “querida” hermanita.
Es Cantares, ¡es incluso libro inspirado!
Quédate con tu viña que yo me quedo con la mía.
Veíamos cuanto los versículos 8-10 daban continuidad al final del versículo 7. Allá se
denunciaba cuan despreciable es comprar y vender la pasión, esta llamarada de Dios. Y acá en
los versículos 8-10 fueron concretizando el sentido de este carácter despreciable atribuido al
acontecimiento del amor amarrado a los intereses comerciales de los “hermanos”.
Ahora, los versículos 11-12 se sitúan en la misma línea. Más dan un nuevo paso. En ellos la
crítica es extendida al famoso rey salomón, tenido como un grandioso emperador en la
memoria de la gente. Y justamente el recibe palabras de duras citicas de la mujer, que
continúa hablando también en estos versículos.
"Salomón tuvo una viña en Baal-hamón, y la encomendó a unos guardas, y cada uno le llevaba
por su fruto mil monedas de plata."
"¡Mi viña, la mía, está delante de mí! ¡Que las mil monedas sean para ti, ¡Salomón, y
doscientas para los que guardan el fruto!"
Salomón es criticado. Eso también se da en otras partes de Cantares, si bien en otras es
enaltecido, como pienso, en perspectiva mesiánica. Con todo, no es lo que pasa aquí. Nuestros
dos versículos son críticos.
Salomón tiene sus producciones de vino. Maniobra sus aparceros y sus guardias. Con ellos
hace sus transacciones. Recibe sus tributos. Los cobra, pues gobernar es tributar la “viña”.
Esa explotación tributaria acontece en baal-hamon. Allá esta la viña. O mejor, esta es la “viña”.
Ahora, no parece ser que este lugar haya existido de hecho. Es más, un lugar imaginado.
En él lo más importantes parece ser el nombre: baal-hamon. Aunque bien podría ser traducido
por baal de la confusión, un dios que crea disturbio. Salomón creo disturbio en la “viña”, en
Israel, con sus negociaciones, sus tributos, sus comercios.
Compro mujeres. Formo un harem de muchas mujeres compradas. En su baal de la confusión
hizo lo que es despreciable: ¡someter la pasión al oro!
Por eso la cantora ni quiere saber de este Salomón. Los siclos para él, más la viña que me
pertenece”, “mi viña”, mi sexualidad no está a la venta por siclos. Es mía, dice la cantora de
Cantares.
“salomones” y “hermanos”, buenos socios es lo que son. Venden hermanas, compran mujeres,
forman harenes.
Delante de ellos, la mujer afirma: ¡la viña es mía!
Palabra del Espíritu es esta. No lo piensa? Son palabras milagrosas que se yerguen en medio a
la obscuridad de los “salomones”, pequeños y grandes, para emprender el camino de la
libertad. Una libertad que no es para algunos pocos, más libertad para quien está más pisado.
Buen camino, este. No le parece? Es camino del Espíritu, de la “ruah” (viento, aliento)
¿Inesperado?
La gente tal vez no esperase perspectivas de este tipo en nuestra Biblia. Es que la gente hace
de cuenta que ya conocía. Está encuadrada, y bota en marcada en so
Enmarcada, por fin acaba hablando cuadrado. así, a veces es nuestra querida Biblia, libro de
historias tan maravillosas, tan sorprendentes.
Solo que no tiene un camino. Ella no se somete a lo “cuadrado”. ella estropea la fiesta.
Que tal: vamos a la fiesta de esta vida por la “mano” de la Biblia? ¿De estas historias que
testimonian al respecto de la maravillosa y escandalosa presencia de Dios en nuestras vidas?
Siguiendo el camino
Cantares no debe continuar olvidado, ahí en medio al canon sagrado. Tal vez este olvidado por
no “queda bien” en la Iglesia. Entonces, este es un motivo para proveerlo en las lecturas, en
las comunidades. ¿Al final, sería un tanto extraño, hasta exquisito, quedar con vergüenza de
un libro de la biblia?
Censurar la Biblia? ¡No!, lógico que no, más, ¿no es lo que por fin hacemos, si no leemos
mucho más el Cantar de los Cantares?
Este mi ensayo busca animar a este leer en las Iglesias y quizá compartir unas experiencias ya
hechas.
Milton Schwantes.