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Las prácticas para cuidar los recursos naturales y el planeta mismo se han
expandido desde que la iniciativa surgió en Texas, Estados Unidos, en 1994, pero
a partir de 2005 se pone en relieve cada 17 de mayo, Día Internacional del
Reciclaje, tras ser proclamada esta fecha conmemorativa por la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
(Reducir-Reutilizar-Reciclar-Recuperar-Repensar-Reestructurar-Redistribuir).
Como bien sabemos, las tres o más erres corresponden al manejo responsable de
los residuos sólidos, principalmente, pero se aplican también a la conservación de
otros recursos: el agua, la electricidad y bienes de consumo como los alimentos,
los productos de limpieza y de aseo personal y doméstico, entre muchos más.
Entre más grande sea el dígito que se adopte, mejor, porque indica mayor
responsabilidad con la salud de los elementos de la naturaleza, los ecosistemas y
su biodiversidad, pues al aplicar alguno de los sistemas R en el tratamiento de los
residuos sólidos minimizamos el volumen de los desechos generados y reducimos
nuestra huella de carbono.
Reciclar es crear un nuevo objeto a partir de otro usado, con el fin de reinsertarlo
en la cadena de recursos mediante un sistema fácil y sólido de recuperación. En la
industria del papel tenemos buenos ejemplos. El papel periódico sirve no sólo para
imprimir y leer noticias, sino también para envolver diversos productos, elaborar
papel maché o forrar piñatas; en tanto que las hojas de impresión pueden usarse
también al reverso. Estas prácticas permiten salvar la vida de 17 árboles por cada
tonelada de papel.
Las otras erre, que nos permiten construir un modelo de consumo sostenible son:
Recuperar, que aplica, entre otros, para los equipos electrónicos desechados de
los cuales pueden rescatarse diversos componentes, como los metales, cables o
incluso sustancias diversas, con lo cual se evita dispersarlos en el medio ambiente
y alterarlo. Los trabajadores de limpia recuperan, entre los desechos que
recolectan: PET, cartón, papel, juguetes, muebles, e incluso electrónicos, tanto
para venderlos a diversas industrias, como para repararlos y utilizarlos.
La Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible plantean satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de
las generaciones del futuro. La adopción cotidiana de modelos y prácticas
sostenibles en todos los ámbitos de la vida privada y pública son vías para
alcanzar esta meta.