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CAPITULO XIII

DEL CENTRALISMO A LA GUERRA DON LOS ESTADOS UNIDOS

(1836-1848)

México guardaba la forma federal de gobierno que la Constitución de 1824 había instaurado.

El pueblo carecía de experiencia en asuntos políticos por lo que Iturbide significo y represento a la
gran mayoría de la población y recibió total apoyo para convertirse en el primer Emperador de
México.

Iturbide fue combatido por causa de Joel R. Poinsett quien sembró cizaña en los políticos
mexicanos interesándolos por el federalismo en su conveniencia, así logrando el destierro de
Iturbide a Liorna Italia.

Estados Unidos logro su independencia conservando el sistema de gobierno que los regía desde
que eran colonia británica, obteniendo así unir lo disperso en el norte mientras que aquí disperso
lo unido, mientras garantizaban la paz en el norte aquí únicamente se tenía inquietud.

Bajo la presidencia del general Miguel Barragán, interino de don Antonio López de Santa Anna, fue
cuando se llevó a cabo el cambio de gobierno del federalismo al centralismo. Se implantó la
República Central el 23 de octubre de 1835 con un acta provisional conocida con el nombre de
bases para la Nueva Constitución.

El cambio de régimen fue un gran pretexto para la independización de Texas y tras la derrota de
Santa Anna en San Jacinto poco pudo hacer para evitar la gran pérdida de ese territorio.

Tras la muerte del presidente Barragán y del breve interinato de don José Justo Corro, ocupó por
segunda ocasión el Poder Ejecutivo el general don Anastasio Bustamante a partir del 19de abril de
1837. Además, la nueva administración tropezó en todos los órdenes, puesto que al parecer se
manejó mal el Supremo Poder Conservador llegó a convertirse en una carga burocrática.

La Lima de Vulcano, periódico editado en México, publicó la siguiente carta que en 1836 había
escrito don Lorenzo de Zavala desde Puerto Velasco:

"Aún permanece Santa Anna prisionero en nuestro poder. Muy difíciles materias se han ofrecido
nuestra dice fusión yo, mexicano por nacimiento y siempre afecto a mi patria, me he visto
combatido por deberes y sentimientos opuestos. Al fin creo haber cumplido con mis obligaciones
sagradas a mi nueva patria, y con mis sentimientos de simpatía natural hacia los mexicanos…”

La Lima de Vulcano comenta la misiva del político yucateco cuestionando su infidelidad con la
patria debido al quebrantamiento de su principal deber.

Por otra parte Lima de Vulcano defendía al general Bustamante por su supuesta participación en el
asesinato de don Vicente Guerrero.
A consecuencia de nuestras continuas guerras civiles, el presidente Bustamante trató de obtener
algún dinero de manos de los agiotistas; éstos pusieron como condición al préstamo la hipoteca de
varios bienes eclesiásticos, ya que el gobierno era poco solvente. Por lo que el clero se negó a
suministrar tal ayuda al régimen centralista por considerar que los únicos beneficiados por caer en
el régimen de Bustamante serían los agiotistas (esta acción fue severamente criticada por varios
escritos y manifiestos.

De una administración centralista y conservadora a la que al parecer asistía la razón, de esta


división salieron fortalecidos los liberales-federalistas, que no perdían la oportunidad de sembrar
sus ideas y que se daban el lujo de criticar y hasta de burlarse de manera exagerada.

Un diario de Oaxaca quien, en un artículo reproducido en la capital por el Diario del Gobierno,
pintó con magistral pincelada el estado de cosas que reinaba en la nación:

Se cree que la desmoralización que tanto se ha generalizado, depende de dos causas principales:
primera, la falta de educación; segunda, la falta de poder moral a que se hallan reducidas las
autoridades, No es extraño, pues, que donde se confunde el fanatismo con la religión, el
libertinaje con la libertad, el aspirantismo con el bien de la patria, las máximas erróneas de la
licencia con la sana filosofía, la trácala y la superchería con la viveza y el ingertio, los frías
asesinatos con los triunfos del valor, donde se confunden, repetimos, todas estas cosas, nada
extraño es que estemos como estamos, sino que no estemos peor.

Manuel Gómez Pedraza, ex-presidente de la República y responsable en época de 1834. El


Cosmopolita, pidió bajo el rubro de "Exposición al buen sentido de la nación mexicana, para que
sin más efusión de sangre se varíe la actual forma de gobierno", el retorno a la Constitución
Federal de 1824, si bien reformada en algunos de sus puntos.

En puebla aparece el ensayo literario con artículos de don José María Lafragua y don Manuel
Orozco y Berra, importante historiador de la conquista de México.

En esta situación tuvo lugar el conflicto con Francia, mejor conocido como "la guerra de los
pasteles", en el que aquella potencia europea aprovechó nuestra crónica debilidad para forzarnos
a pagar una serie de deudas e indemnizaciones -reales unas, supuestas otras- contraídas durante
las luchas civiles mexicanas. A consecuencia de del bombardeo y capitulación de Veracruz por la
flota gala, y después que Santa Ana perdió una pierna, México pago 600 mil pesos para evitar más
agresiones de alta magnitud.

Posteriormente, El presidente Bustamante se vio obligado tras un pronunciamiento federalista a


combatir a los rebeldes y dejó como interino al general Santa Anna, quedando como héroe a raíz
de la pérdida de su miembro, mismo que hizo sepultar con toda pompa en el antiguo panteón de
Santa Paula.
Empezado 1840, el 8 de febrero Yucatán anunció que se separaba de México mientras no se
volviera al sistema federal. Ese Departamento abarcaba entonces los hoy estados de Campeche y
Quintana Roo, y esa primera separación duró cuatro años. Se critica, por otra parte, a Gómez
Farías, por haberse trasladado a aquella península para dar apoyo a los separatistas.

El 29 de abril de ese año, el ministro don Juan de Dios Cañedo revocó el acuerdo de Santa Anna
que amordazaba a los periódicos, argumentando que "Ia justificación del Presidente no puede
permitir que siga en suspenso el derecho de escribir, primera garantía de los pueblos que han
adoptado el sistema representativo"

Los diarios federales redoblaron los ataques al gobierno centralista anunciándose como voceros
del pueblo que anhelaba una justicia que aquel sistema nunca podía dar.

El Diario del Gobierno, por su parte, lamentó esa conducta periodística y se pronunció contra ella
en los términos siguientes: "De pocos días a esta parte se nota demasiada exaltación, un lenguaje
menos comedido y un estilo más acalorado en ciertos periódicos, como por ejemplo la Enseña, El
Voto, El Censor, El Duende y La Reforma.

La Enseña, al terminar su editorial del día primero, quiere precipitar al pueblo a los mayores
excesos del furor revolucionario, y que haga caer unas cuantas cabezas. El Voto en su número del
3 proclama el derecho de insurrección. El Censor asegura que el actual ministerio debe ser
removido si se quiere la salud de la patria. El Duende se burla hasta de lo más sagrado, y
empeñado en ridiculizar al gobierno procura minar la respetabilidad de las autoridades; La
Reforma, por último, se empeña en sostener a los federalistas armados, aun cuando pidan auxilio
a una nación extranjera para dominar a sus paisanos.

Tomando en cuenta la anterior circular de ideas del gobierno no les sorprendió que
posteriormente diera marcha atrás a lo indicado y girara una nueva en la que ordenaba que los
diaristas garantizaran su solvencia para el pago de multas provenientes de la publicación de
artículos considerados como irrespetuosos. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia se negó a
ratificar este mandato.

El Siglo XIX tuvo cuatro épocas: 8 de octubre de 1841-31de diciembre de 1845; 1 de junio de
1848a 31 de julio de 1858; 15 de enero de 1861a 30 de mayo de 1863;y julio de
1867a1896.Durante su primera época, El Siglo XIX fue vespertino y costaba un real.

El Diario del Gobierno describió de la siguiente manera el triunfo de la rebelión contra


Bustamante: "A las cuatro de la tarde un repique a vuelo en la catedral, que siguió después en
todas las iglesias, anunció la llegada a la garita de Peralvillo del excelentísimo señor general
benemérito de la patria, don Antonio López de Santa Anna, adonde salió a recibirlo el
excelentísimo señor gobernador del Departamento don Luis Gonzaga Vieyra, con el que vino al
Palacio Nacional. A su entrada se hallaban el excelentísimo ayuntamiento y comisiones de las
comunidades religiosas, corporaciones y multitud de individuos y particulares, quienes lo
felicitaron por su plausible llegada. Salió enseguida al balcón principal viendo desfilar a las tropas,
que en número de más de nueve mil hombres, de todas las armas y treinta y tres piezas de
diversos calibres, continuaron pasando hasta cerca de la oración.

Así Santa Anna de nuevo en la presidencia llego al extremo de cobrar impuestos por puertas y
ventanas, así como por cada rueda de coche, so pretexto de que le estaban siendo cobrados los
préstamos facilitados en años anteriores por Inglaterra y Estados Unidos.

Por cierto que el mismo Santa Anoa obligó a renunciar por esas fechas (18 de noviembre de 1841)
a su ministro de Relaciones Exteriores y Gobernación, Don Manuel Gómez Pedraza, porque éste,
sin consultar al Presidente, accedió a que se cambiara el nombre de El Diario del Gobierno por el
de Fanal de la República Mexicana, título que sólo llevó el 16 de noviembre de ese año el citado
periódico

Muchos de sus colaboradores trabajaban también para El Siglo XIX, y así ya contaban con dos
trincheras para hacer valer sus ideas. Sucesor de Santa Anna en la presidencia lo fue de nueva
cuenta el general don José Joaquín de Herrera, quien gobernó del 6 de diciembre de 1844 al 30 de
diciembre de 1845. Durante su administración, se hizo evidente la cercanía de una guerra contra
los Estados Unidos, pero como el Presidente consideraba que México carecía de las necesarias
condiciones para ponerse en pie de lucha, prefirió seguir una política pacifista que le valió no
pocas críticas y alguna vez hasta el calificativo de traidor.

Durante su administración, se hizo evidente la cercanía de una guerra contra los Estados Unidos,
pero como el Presidente consideraba que México carecía de las necesarias condiciones para
ponerse en pie de lucha, prefirió seguir una política pacifista que le valió no pocas críticas y alguna
vez hasta el calificativo de traidor.

"En los mismos días en que el ejército del Norte suena el desastre de Monterrey y entregaba por
capitulación aquella plaza al enemigo -afirma don Enrique Olavarría y Ferrari- se libraban en
México no menos reñidos y deplorables cohetes entre las facciones políticas que se disputaban la
influencia y dirección de los asuntos públicos"

Consecuentemente a nuestra absoluta falta de unión México fue fácil presa de una potencia
enemiga, y más tarde mutilado territorialmente como es de público dominio. Por otra parte, ese
aciago año de 1847 fue pródigo en la creación de periódicos, sobre todo en la provincia, y
aparecieron Don Bulle Bulle, en Mérida; la Revista Yucateca, del mismo sitio; El Extraordinario y El
Nacional, en Puebla; Los Papachos, en Toluca; el Boletín de Veracroz, en el puerto jarocho, y
Boletín de la Democracia, El Sol de Anáhuac y Las Bicicletas, también de la citada ciudad.

Este periódico fue de Alamán, Portilla, Aguilar y Marocho y del padre Nájera. Obviamente era
conservador y fue impreso por el barcelonés Rafael de Rafael, quien "fue junto con Cumplido,
García Torres y Lara, uno de los mejores tipógrafos de México en el siglo pasado, ya la vez
importante figura y escritor de los conservadores" (30). Terminaba así este periodo rico en sucesos
de trágico contenido. y tras breves años de tensa calma, pronto tronarían de nueva cuenta los
cañones mexicanos destrozando pechos mexicanos.

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