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LA INCLUSION DEL OTRO

II ¿TIENE FUTURO EL ESTADO NACIONAL?

2. EL ESTADO NACIONAL EUROPEO. SOBRE EL PASADO Y EL FUTURO


DE LA SOBERANÍA Y DE LA CIUDADANÍA

Como ya delata la propia denominación de «Naciones Unidas», la


sociedad política mundial se compone en nuestros días de Estados nacionales.
 Aquel tipo histórico de histórico de reformación política que resultó de la
Reolución !rancesa y de la Reolución Americana se ha implantado "l lo lar#o
y ancho del planeta. Este hecho no es en a$soluto al#o triial.

%as cl&sicas naciones'Estado del Norte y del (este de Europa se


confi#uraron en el interior de los Estados territoriales ya e)istentes. !orma$an
parte de aquel sistema estatal europeo que se creó en la *a+ de estfalia de
-/0. *or el contrario, las naciones «tardías1, empe+ando por 2talia y Alemania,
si#uieron una forma de desarrollo distinto, que resulta tam$i"n típico de la
formación de los Estados nacionales en la Europa Central y del Este. En este
caso, la formación de los Estados se#uía las huellas de una conciencia
nacional adelantada y difundida con medios propa#andísticos. %a diferencia
entre estos dos senderos 3 from state to nation vs, from nation to state4 se
refle5a en la e)tracción de los actores que confi#uraron la an#uardia en el
proceso de formación del Estado o de la nación, respectiamente. 6e un lado,
se encontra$an 5uristas, diplom&ticos y militares pertenecientes a la plana
mayor del rey que crearon un «instituto estatal nacional»7 en el otro lado, se
situa$an escritores e historiadores, eruditos e intelectuales, que mediante la
propa#ación de la unidad m&s o menos ima#inaria de una «nación cultural1
prepararon la unificación estatal lleada a ca$o 3al#o m&s tarde por Caour o
8ismarc94 por ía diplom&tica militar.

Una tercera #eneración totalmente diferente de Estados nacionales


sur#ió despu"s de la :e#unda ;uerra <undial a partir del proceso de
descoloni+ación, so$re todo, en =frica y Asia. A menudo, estos Estados
esta$lecidos en las fronteras del temprano dominio colonial adquirieron la
so$eranía antes de que las formas importadas de or#ani+ación estatal pudieran
arrai#ar en el su$strato de una nación 3que se e)tendiera m&s all& de los
límites de la tri$u4. En estos casos, los Estados artificiales tuieron que ser
«rellenados» con naciones adheridas a posteriori. !inalmente, tras el
hundimiento de la Unión :oi"tica, ha prose#uido en la Europa (riental y
:udoriental la tendencia a la formación de Estados nacionales independientes
por la ía de secesiones m&s o menos iolentas> en la situación social y
económicamente precaria de estos países resulta suficiente con los ie5os
llamamientos etnonacionalistas para moili+ar en faor de la independencia a
las po$laciones que se encuentran en una situación de inse#uridad.

En el momento actual, pues, el Estado nacional ha lo#rado implantarse


frente a las anti#uas formaciones políticas. - Ciertamente, las ciudades'estado
1
 ?"ase <ario Reiner %epsius, «6el europ@ische Nationalsstaat» en idem, 2nteresen. 2deen and
2nstitutiones, (pladem, -B, pa#s. D'.
 

cl&sicas encontraron tam$i"n sucesores en la Europa de la Edad <oderna7 de


manera efímera en las ciudades septentrionales italianas y 'en la re#ión de la
ie5a %otarin#ia' en aquel cinturón de ciudades del que proceden tanto :ui+a
como los *aíses 8a5os. am$i"n las estructuras de los Anti#uos 2mperios se
repiten, primero, en la forma del :acro 2mperio ;erm&nico de (ccidente y,
posteriormente, en los Estados multinacionales de los imperios rusos, otomana
y austro'hFn#aro, No o$stante, el Estado nacional ha eliminado entretanto esta
herencia premoderna. En la actualidad, o$seramos la profunda transformación
de China, el Fltimo de los anti#uos imperios.

Ge#el considera$a que toda forma histórica esta$a condenada al ocaso


en el mismo momento en que lle#a$a a su madure+. No es necesario hacer
propia su filosofía de la historia para reconocer que el camino triunfal del
Estado nacional tiene un reerso irónico. El Estado nacional representa$a en
su "poca una conincente respuesta al desafío histórico consistente en
encontrar un equialente funcional para las formas de inte#ración social de la
modernidad temprana que ha$ían entrado en decadencia. Goy nos hallamos
ante un desafío similar. %a #lo$ali+ación del tr&fico económico y de las
comunicaciones, de la producción económica y de su financiación, de las
transferencias en tecnolo#ía y armamento, y, so$re todo, de los ries#os tanto
ecoló#icos como militares, nos confronta con pro$lemas que ya no pueden
solucionarse dentro del marco de un Estado nacional o por las ías ha$ituales
hasta ahora de los acuerdos entre Estados so$eranos. :i no cam$ia todo
se#uir& pro#resando el aciamiento de la so$eranía conce$ida en t"rminos
propios de los Estados nacionales y se har& necesario la construcción y
ampliación de las competencias políticas de acción a nieles supranacionales,
cuyos comien+os ya podemos o$serar. En Europa, en Am"rica del Norte y en
 Asia se est&n construyendo formas de or#ani+ación supraestatales de
«re#ímenes» continentales que podrían proporcionar la necesaria
infraestructura a las todaía hoy $astante ineficientes Naciones Unidas.

No o$stante, este inaudito momento de a$stracción sólo supone la


continuación de un proceso para el que las prestaciones inte#radoras del
Estado nacional representan el primer #ran e5emplo. *ienso, por ello, que
podemos orientarnos en el incierto camino hacia las sociedades post
nacionales si#uiendo el modelo de aquella forma histórica que estamos en
actitud de superar. 6eseo, en primer lu#ar, recordar las conquistas del Estado
nacional aclarando los conceptos de «Estado» y «nación» 324 y e)plicando a
continuación los dos pro$lemas que fueron resueltos con las formas del Estado
nacional 3224. A$ordo, a continuación, el potencial de conflicto incrustado en esta
forma de Estado7 la tensión entre repu$licanismo y nacionalismo 32224.
!inalmente, deseo entrar a considerar dos retos actuales que e)i#en
demasiado de la capacidad de acción de los Estados nacionales7 la
diferenciación multicultural de la sociedad 32?4 y los procesos de #lo$ali+ación
que minan tanto la so$eranía interior 3?4 como e)terior 3?24 de los Estados
nacionales e)istentes.

2
 %otarin#ia es una re#ión histórica sur#ida del reparto del imperio carolin#io ratificado por el
ratado de ?erdFn en el aHo 0/I> su amplio y hetero#"neo territorio se e)tendía desde la
desem$ocadura del Rin hasta 2talia central 3N. del t.4.
 

1. «ESTADO» y «NACIÓN»

:e#Fn la comprensión moderna, «Estado» es un concepto definido


 5urídicamente que en el orden material hace referencia a un poder estatal
so$erano tanto interna como e)ternamente> en t"rminos espaciales, se refiere
a un territorio claramente delimitado> y, socialmente, a la totalidad de los
miem$ros, es decir, al «pue$lo propio de un Estado» 3Staatsvolk 4. %a
dominación estatal se esta$lece en las formas propias del derecho positio, y el
«pue$lo propio de un Estado» constituye el portador del ordenamiento 5urídico
restrin#ido al &m$ito de alide+ del territorio estatal. En el uso del len#ua5e
político, los conceptos de «nación» y «pue$lo propio de un Estado» tienen la
misma e)tensión. *ero m&s all& de la disposición 5urídica, «nación» tiene el
sentido de una comunidad política conformada a partir de una procedencia
comFn, al menos, a partir de una len#ua, una cultura y una historia comFn. Un
«pue$lo propio de un Estado» se coniene en «nación», con este sentido
histórico, tan sólo mediante la fi#ura concreta de una forma de ida especial.
%os dos componentes que se encuentran unidos en conceptos tales como
«Estado nacional» o «nación de ciudadanos» se remiten a dos procesos que,
en a$soluto, marchan en paralelo7 por un lado, a la formación de Estados 324 y,
por otro lado, a la formación de naciones 3224.

324 El ")ito histórico del Estado nacional se e)plica en #ran parte por las
enta5as que conllea el moderno aparato estatal como tal. ($iamente, el
Estado territorial monopoli+ador de la iolencia, con una administración
diferenciada y financiada a tra"s de impuestos, podía cumplir me5or los
imperatios funcionales de la moderni+ación social, cultural y, so$re todo,
económica, que las formaciones políticas de anti#uo cuHo. En nuestro conte)to
$asta con recordar los ras#os característicos del tipo ideal ela$orado por Jarl
<ar) y <A) e$er.

3a4 El poder e5ecutio del Estado, separado de la potestad re#ia y


esta$lecida de manera $urocr&tica, esta$a inte#rado por una or#ani+ación
administratia profesionalmente especiali+ada y cu$ierto por funcionarios
adiestrados en cuestiones 5urídicas, y podía adem&s apoyarse en el poder
acuartelado de un e5"rcito permanente de la policía y del sistema penitenciario.
*ara monopoli+ar estos medios de aplicación le#ítima de la iolencia de$ía
imponerse la «se#uridad pF$lica». :o$erano sólo es aquel Estado que puede
mantener en el &m$ito interior la pa+ y el orden y que pueda prote#er
e)teriormente sus fronteras. iene que poder imponerse en el interior frente a
poderes en competencia e, internacionalmente, tiene que poder afirmarse
como un Estado que compite en i#ualdad de derechos. El status de su5eto de
derecho internacional se $asa en el reconocimiento internacional como
miem$ro «i#ual» e «independiente» del sistema de Estados> para ello se
requiere una posición de poder suficientemente fuerte. %a so$eranía interior
presupone la capacidad de imponer el ordenamiento 5urídico estatal> la
so$eranía e)terior> la capacidad de autoafirmación en la competencia
«anarquista» por el poder entre Estados.

3$4 AFn m&s importante para el proceso de moderni+ación resulta la


separación del Estado con respecto a la «sociedad ciil», esto es, la
 

especificación funcional del aparato del Estado. El Estado moderno es


simult&neamente Estado administratio y Estado !iscal, lo que si#nifica que se
limita esencialmente a tareas administratias. raspasa las tareas productias,
que hasta entonces ha$ían sido perci$idas en el marco del poder político, a
una economía de mercado diferenciada del aparato estatal. A este respecto, se
ocupa de las «condiciones #enerales de producción», es decir, de la
infraestructura y del marco 5urídico necesarios para un trafico capitalista de
mercancías y para la correspondiente or#ani+ación del tra$a5o social. %as
necesidades de financiación del Estado son cu$iertas mediante los in#resos
fiscales so$re lo producido priadamente. El sistema administratio pa#a las
enta5as de esta especiali+ación funcional coloc&ndose en una situación de
dependencia con respecto a la capacidad de prestación de una economía
diri#ida por los mercados. Aunque los mercados puedan ser or#ani+ados y
controlados políticamente, o$edecen a una ló#ica propia que se distancia de
los controles estatales.

%a diferenciación del Estado con respecto a la economía se refle5a en la


diferenciación entre derecho pF$lico y derecho priado. Al serirse el Estado
moderno del derecho positio como un medio de or#ani+ación de su poder, "l
mismo se incula a un medio Ka tra"s de los conceptos de ley, de derecho
su$5etio 3deriado de a ley4, de persona 5urídica 3como portadora de
derechos4' que hace aler un nueo principio que ya Go$$es hi+o e)plícito7 en
un ordenamiento de derecho positio desinculado 3claro est&, sólo en cierto
modo4 de la moral, al ciudadano le est& permitido todo lo que no est& prohi$ido.
Con independencia de si el poder del propio Estado est& ya domesticado en
t"rminos del Estado de derecho y de si la corona se encuentra «$a5o la ley», el
Estado no puede seril'se del medio «derecho» sin or#ani+ar las
interrelaciones en las esferas de la sociedad ciil diferenciadas por "l de
manera que los particulares lo#ren el disfrute de la li$ertades su$5etias 3en
principio, repartidas desi#ualmente4. Con la separación del derecho priado
frente al derecho pF$lico, el ciudadano particular, en el papel de «sF$dito»,
como todaía dice Jant, #ana un importante espacio de autonomía priada. I 

34 odos nosotros iimos en sociedades nacionales que de$en su


unidad a una or#ani+ación de este tipo. ales Estados e)istían ciertamente
desde hace tiempo, antes de que hu$iera «naciones» en el sentido moderno.
Estado y nación se fundieron en Estado nacional sólo a partir de las
reoluciones de finales del si#lo L?222. Antes de anali+ar lo específico de esta
inculación, deseo recordar mediante un $ree excursus  en t"rminos de
historia conceptual el sur#imiento de aquella formación de la conciencia
moderna que permite la interpretación del «pue$lo propio de un Estado» como
«nación» en un sentido diferente del meramente 5urídico.

Conforme al uso cl&sico de la len#ua de los romanos, tanto «natio»


como «#ens» son conceptos opuestos al de «ciitas». %as naciones son, en
primer t"rmino, comunidades de ori#en que est&n inte#radas #eo#r&ficamente
3
 En el ensayo «en torno al tópico7 Mal e+ eso sea correcto en teoría, pero no sire para la
practica1», 9ant distin#ue, como es sa$ido, «la i#ualdad 3del indiiduo4 con cualquier otro en
cuanto sF$dito» d la «li$ertad del hom$re» y de la «li$ertad del ciudadano» 3Jant, er9e,
eischedel, ol. ?2, p&#. -/D4 trat. Cast.7 eoría y pr&ctica, <adrid, ecnos, -0, p&#. O. N.
del t.P.
 

mediante el asentamiento y por relaciones de ecindad, y cultural mente por


medio de una len#ua comFn, así como por costum$res y tradiciones comunes,
pero que todaía no est&n inte#radas políticamente en el marco de una forma
de or#ani+ación estatal. Esta raí+ sem&ntica se mantiene a lo lar#o de la Edad
<edia y en los inicios de la modernidad en cualquier parte donde «natio» sea
equialente a «2in#ua». Así, por e5emplo, en las uniersidades medieales los
estudiantes esta$an diididos se#Fn su procedencia en «nationes», Con la
creciente moilidad #eo#r&fica, el concepto sería en #eneral para la
diferenciación interna de las órdenes militares, las uniersidades, los
monasterios, los concilios, las colonias de comerciantes, etc. 6e ahí que se
asociara desde un principio la procedencia nacional atri$uida por otros con la
delimitación ne#atia de lo e)traHo respecto de lo propio. /

%a e)presión «nación» encontró en aquel tiempo uno de los si#nificados


contrapuestos de car&cter no político en un conte)to distinto. A partir del
sistema feudal del 2mperio ;erm&nico se ha$ían desarrollado los Estados
estamentales7 se $asa$an en pactos en los que el rey o el emperador
dependiente de los impuestos y del apoyo militar concedía a la no$le+a, a la
2#lesia y a las ciudades determinados priile#ios, esto es, una participación
limitada en el e5ercicio del poder político. %os estamentos feudales reunidos en
«parlamentos» o en «dietas» representa$an al «país» o a la «nación» frente al
poder de la corte. Como nación, la no$le+a #o+a$a de una e)istencia política
que aFn le era ne#ada al pue$lo conce$ido como la totalidad de los sF$ditos.
Esto e)plica el sentido reolucionario de fórmulas como King in Parliament   y
tanto m&s la identificación del «ercer Estado» con la «Nación».

%a transformación de la «nación de la no$le+a» en «nación "tnica» 'un


proceso que aan+a desde finales del si#lo L?222' presupone, en definitia, un
cam$io de la conciencia inspirado por los intelectuales. Este cam$io se lleó a
ca$o primeramente entre la $ur#uesía ur$ana, so$re todo por la $ur#uesía
formada acad"micamente, antes de que encontrase un amplio eco entre la
po$lación y proocara una pro#resia moili+ación política de las masas. %a
conciencia nacional del pue$lo se condensa en «comunidades ima#inadas»
reela$oradas refle)iamente mediante historias nacionales 38enedict
 Anderson4,D comunidades que lle#aron a ser el nFcleo de cristali+ación de una
nuea auto identificación colectia7 «Así sur#ieron en las Fltimas d"cadas del
si#lo L?222 y a lo lar#o del si#lo L2L las naciones ...P7 incu$adas por un nFmero
erdaderamente aprecia$le de sa$ios, pu$licistas y poetas> naciones "tnicas en
la teoría, no en la realidad todaía por mucho tiempo».  En la medida en que
esta idea se e)pandía, se mostra$a tam$i"n, sin em$ar#o, que el concepto
político de nación de la no$le+a transformada en nación "tnica ha$ía reci$ido
del concepto m&s anti#uo y prepolítico de nación, utili+ado como si#no de
procedencia y pasado, la fuer+a para formar estereotipos. %a positia auto
estili+ación de la nación propia se conirtió ahora en un mecanismo que
4
 «El modelo nacional hi+o su entrada en la historia europea al modo de conceptos asim"tricos
contrapuestos» 3G. <Qnc9ler, «6ie Nation als <odell politischer (rdnun#», en
staatsissenschaft and :taatspra)is, aHo ?, nS I, -/, p&#.I0-4.
5
  Referencia elíptica al li$ro de 8enedict Anderson, Comunidades ima#inadas. Refle)iones
so$re el ori#en y la difusión del nacionalismo, <")ico, !CE, -I 3N. del t.4.
6
 Ga#en :chul+e, Ataat und Nation in der Europ@ischen ;eschichte, <unih, C.G. 8ec9, -/,
p&#. -0 3trad. Cast.7 Estado y nacion en Europa, 8arcelona, Crítica, -O, p&s. -/. N. del t.4.
 

funciona$a $ien como defensa frente a todo lo e)traHo, como dealuación de


las otras naciones y como delimitación de las minorías nacionales, "tnicas y
reli#iosas, especialmente de los 5udíos. En Europa, el nacionalismo se inculó
con el antisemitismo de un modo que arrastraría #raes consecuencias.

II. LA NUEVA FORMA DE INTEGRACIÓN SOCIAL

Cuando se interpretan los lar#os y ramificados procesos a partir de los


resultados, la «inención de la nación» 3G. :chul+e4 desempeHa la función de
catali+ador de la transformación del Estado de la temprana Edad <oderna en
una repF$lica democr&tica. %a autocomprensión nacional construyó el conte)to
cultural en el que los sF$ditos podían lle#ar a ser ciudadanos políticamente
actios. :ólo la pertenencia a la «nación» funda$a un ínculo de solidaridad
entre personas que hasta entonces ha$ían permanecido e)traHas las unas
para las otras. El m"rito del Estado nacional estri$a$a, pues, en que resolía
dos pro$lemas en uno7 hi+o posi$le una nuea forma, m&s a$stracta, de
integración social  so$re la $ase de un nueo modo de legitimación.

El pro$lema de la le#itimación sur#ió, dicho concisamente, porque como


consecuencia del cisma reli#ioso se desarrolló un pluralismo de cosmoisiones
que prió al poder político tam$i"n del fundamento reli#ioso que representa$a
la «#racia de 6ios». El Estado seculari+ado tuo que le#itimarse a sí mismo a
partir de otras fuentes. El otro pro$lema de la inte#ración social esta$a
relacionado, simplificando i#ualmente, con la ur$ani+ación y la moderni+ación
económica, con la e)tensión y aceleración del tr&fico de mercancías, personas
e informaciones. %a po$lación fue arrancada de las asociaciones estamentales
de la sociedad de la temprana Edad <oderna y con ello, a la e+, fue
moili+ada y aislada #eo#r&ficamente. A am$os retos, el Estado nacional
responde con una moili+ación  política  de sus ciudadanos. %a naciente
conciencia nacional hacía posi$le conectar una forma a$stracta de inte#ración
social con cam$iantes estructuras de decisión política. Una participación
democr&tica puesta en marcha lentamente creó con la ayuda del estatuto de la
ciudadanía un nueo niel de solidaridad   mediada 5urídicamente y,
simult&neamente, proporcionó al Estado una fuente seculari+ada de
legitimación, *or supuesto, el Estado moderno ha$ía re#ulado sus frontera
sociales ya mediante los derechos de pertenencia al Estado. *ero la
pertenencia al Estado no si#nifica$a nada m&s que la su$ordinación a un poder
estatal. Esta pertenencia or#ani+atia de car&cter adscriptio se transformó
sólo con el tr&nsito a un Estado democr&tico de derecho en una forma de
pertenencia adquirida 3al menos por medio de un consentimiento implícito4 de
los ciudadanos que participa$an en el e5ercicio del poder político. En este
incremento de si#nificado que e)perimenta la noción de pertenencia 'con el
cam$io de status de miem$ro de un Estado al de ciudadano  de un Estado'
de$emos distin#uir ciertamente el aspecto 5urídico'político del propiamente
cultural.

al como se ha mencionado, dos ras#os son constitutios del Estado


moderno7 la so$eranía del poder estatal encarnada en el príncipe y la
diferenciación del Estado con respecto a la sociedad, con lo cual se les
concedería de modo paternalista a las personas priadas un componen te
 

$&sico de las li$ertades su$5etias. Estos derechos del sF$dito se transforman


con el cam$io de la so$eranía del príncipe a la so$eranía del pue$lo en
derechos del hom$re y del ciudadano, esto es, en derechos li$erales y
políticos. Considerado como tipo ideal, estos derechos #aranti+an 5unto a la
autonomía priada tam$i"n la autonomía pF$lica, que en principio es i#ual para
cualquiera. El Estado constitucional democr&tico es, de acuerdo con su
concepción ideal, un orden querido por el pue$lo mismo y le#itimado por la
formación li$re de su oluntad. 6e acuerdo con Rousseau y Jant, los
destinatarios del derecho de$en poder conce$irse simult&neamente como
autores del mismo.

*ero a esta transformación 5urídico'política le hu$iera fallado la fuer+a


motri+ y la repF$lica formalmente esta$lecida hu$iera carecido de la fuer+a ital
si el pue$lo, que hasta entonces ha$ía sido definido desde arri$a de una
manera autoritaria, no se hu$iera conertido, de acuerdo con su propia
autocomprensión en una nación de ciudadanos conscientes de sí mismos. *ara
lo#rar esta moili+ación política se precisa$a una idea con fuer+a capa+ de
crear conicciones y de apelar al cora+ón y al alma de una manera m&s
en"r#ica que las nociones de so$eranía popular y derechos humanos. Este
hueco lo cu$re la idea de nación. Esta idea les hi+o tomar conciencia a los
ha$itantes de un determinado territorio estatal de una nuea forma de
pertenencia compartida, una forma 5urídica y políticamente mediada. :ólo la
conciencia nacional que cristali+a en la percepción de una procedencia, una
len#ua y una historia comFn, sólo la conciencia de pertenencia al «mismo»
pue$lo, conierte a los sF$ditos en ciudadanos de una Fnica comunidad
política7 en miem$ros que pueden sentirse responsa$les unos de otros. %a
nación o el espíritu de un pue$lo 3?ol9s#eist4, esto es, la primera forma
moderna de identidad colectia en #eneral, suministra un su$strato cultural a la
forma estatal 5urídicamente constitucionali+ada. Esta fusión de las anti#uas
lealtades en un lluea conciencia nacional, en #eneral artificioso y diri#ida así
mismo por las necesidades $urocr&ticas, la descri$en los historiadores como
un proceso a lar#o pla+o.

Este proceso conduce a una do$le codificación de la noción de


ciudadanía, de forma que el status definido por medio de los derechos ciiles
si#nifica al mismo tiempo la pertenencia a un pue$lo definido culturalmente. :in
esta interpretación cultural de los derechos cíicos el Estado nacional no
hu$iera encontrado en su fase inicial apenas la fuer+a con la que producir la
implantación de la ciudadanía democr&tica y a la e+ un nueo niel, m&s
a$stracto, de inte#ración social. El contrae5emplo de los Estados Unidos de
 Am"rica muestra, en electo, que el Estado nacional puede adoptar y mantener
una forma repu$licana tam$i"n sin la $ase de una po$lación homo#enei+ada
culturalmente de este modo. Aquí, en lu#ar del nacionalismo se esta$lece, sin
em$ar#o, una reli#ión ciil enrai+ada en la cultura mayoritaria.

Gasta ahora se ha ha$lado de las conquistas del Estado nacional. *ero


la inculación entre repu$licanismo y nacionalismo prooca tam$i"n peli#rosas
ambivalencias, Con el sur#imiento del Estado nacional se transforma, como
hemos isto, el sentido de la so$eranía estatal. Esto ataHe no sólo a la
inersión de la so$eranía del príncipe en so$eranía popular> tam$i"n se
 

transforma la percepción de la so$eranía e)terior. %a idea de nación se


entrecru+a con aquella oluntad maquia"lica de autoafirmación, por la que
desde un principio se ha$ía de5ado conducir el Estado so$erano en el
escenario de las «potencias». 6e la autoafirmación estrat"#ica del Estado
moderno contra los enemi#os e)teriores se lle#a a la autoafirmación e)istencial
de la nación. Con ello entra en 5ue#o un tercer concepto de «li$ertad». Un
concepto colectio de li$ertad nacional compite con los dos conceptos
indiidualistas de li$ertad7 la li$ertad priada de los ciudadanos en tanto que
miem$ros de la sociedad ciil y la autonomía política de los ciudadanos. <&s
importante es cómo ha de pensarse esta li$ertad de la nación7 $ien en analo#ía
con la li$ertad de las personas priadas, que se demarcan unas de otras y
compiten entre sí, o $ien se#Fn el modelo de la autodeterminación cooperatia
propia de los ciudadanos autónomos.

El modelo de la autonomía pF$lica se pone en ca$e+a cuando la nación


se conci$e como una ma#nitud construida en t"rminos 5urídicos, 5ustamente
como una nación de ciudadanos. Estos ciudadanos pueden ser perfectamente
patriotas que entienden y defienden la propia constitución como una conquista
en el conte)to de la historia de su país. No o$stante, conci$en la li$ertad de la
nación de manera cosmopolita, completamente en el sentido dado por Jant, a
sa$er7 como una facultad y una o$li#ación para el entendimiento cooperatio o
para el arre#lo de intereses con otras naciones en el marco de una federación
de pue$los que ase#ure la pa+.

%a ersión naturalista de nación como una ma#nitud prepolítica su#iere,


por el contrario, una interpretación distinta. :e#Fn "sta, la li$ertad de la nación
consiste esencialmente en la capacidad de afirmar su independencia en caso
de necesidad mediante el poder militar. 6el mismo modo como las personas
priadas proceden en el mercado, así los pue$los persi#uen sus propios
intereses en el coto de ca+a a$ierto de la política internacional del poder. %a
ima#en tradicional de la so$eranía se repinta con los colores nacionales y
eoca con ello nueas ener#ías.

III. LA TENSIÓN ENTRE NACIONALISMO Y REPUBLICANISMO

 A diferencia de las li$ertades repu$licanas de los indiiduos, la


independencia de la propia nación, que de$e ser defendida en caso de
necesidad con la «san#re de los hi5os», seHala aquel lu#ar en el que el Estado
seculari+ado presera un resto no seculari+ado de trascendencia. El Estado
nacional que hace la #uerra e)i#e a sus ciudadanos el de$er de arries#ar su
ida en aras de la colectiidad. 6esde la Reolución !rancesa, el sericio
militar o$li#atorio ale como el reerso de los derechos cíicos> en la
disponi$ilidad a luchar y morir por la patria de$e acreditarse por i#ual la
conciencia nacional y la oluntad repu$licana. Así, por e5emplo, en las
inscripciones de la historia nacional francesa se refle5a una do$le huella
conmemoratia7 los hitos de la lucha por la li$ertad repu$licana an asociados
al sim$olismo de car&cter fFne$re de la memoria de los caídos en el campo de
$atalla.

%a nación tiene dos caras. <ientras que la nación «querida» de los


 

ciudadanos constituye la fuente de la le#itimación democr&tica, la nación


«nacida» compuesta por quienes pertenecen "tnicamente a un pue$lo se
ocupa de la inte#ración social. %os ciudadanos constituyen por su propia fuer+a
la asociación política de indiiduos li$res e i#uales> quienes pertenecen
"tnicamente a un pue$lo se encuentran ya en una comunidad moldeada por
una len#ua y una historia comFn. En las cate#orías conceptuales del Estado
nacional se encuentra incrustada la tensión entre el uniersalismo de una
comunidad 5urídica i#ualitaria y el particularismo de una comunidad con un
destino histórico.

Esta am$ialencia resulta inofensia en tanto que una comprensión


cosmopolita de la nación de ciudadanos manten#a la prioridad frente a la
ersión etnocentrista de una nación que se encuentra a la lar#a en un latente
estado de #uerra. :ólo un concepto no naturalista de nación se ensam$la de
manera inconsFtil con la autocomprensión uniersalista del Estado democr&tico
de derecho7 la idea repu$licana puede tomar el timón y, por su parte, lle#ar a
a$rirse paso en las formas de ida socialmente inte#radoras, estructur&ndolas
se#Fn un modelo de car&cter uniersalista. El Estado nacional de$e su ")ito
histórico al hecho de que lo#ró reempla+ar los ínculos corporatios en
desinte#ración de la sociedad premoderna por la+os de solidaridad entre los
ciudadanos. *ero esta conquista repu$licana se pone en peli#ro cuando la
fuer+a inte#radora de la nación de ciudadanos se reduce a l dato prepolítico de
un pue$lo cuasinatural, esto es al#o que es independiente de la formación de la
oluntad y la opinión política de los ciudadanos. *ara e)plicar la desiación
hacia el nacionalismo pueden darse, por supuesto, muchas ra+ones. :ólo
menciono dos7 la primera es una ra+ón conceptual y la se#unda es una ra+ón
de tipo empírico.

En la construcción 5urídica del Estado constitucional e)iste una la#una


que inita a ser rellenada con un concepto naturalista de pue$lo. :ólo mediante
conceptos normatios no se puede aclarar cómo de$e componerse el conjunto
básico de aquellas personas que se reFnen para re#ular le#ítimamente su ida
en comFn con los medios propios del derecho positio. Considerados
normatiamente, los límites sociales de una a#rupación de socios 5urídicos
li$res e i#uales son contin#entes. 6ado que la oluntariedad de la decisión de
una pr&ctica constituyente es una ficción del derecho racional, en el mundo que
nosotros conocemos queda a disposición del a+ar histórico y de la facticidad de
los acontecimientos Knormalmente, del desenlace cuasi natural de los
conflictos iolentos, de las #uerras y las contiendas ciiles' qui"n #ana el poder
de definir las fronteras de una comunidad política. Ga de aceptarse como un
desacierto rico en consecuencias en el orden practico 'que se remonta al si#lo
L2L' que esta cuestión pueda ser contestada tam$i"n de manera normatia,
esto es, mediante un «derecho a la autodeterminación nacional». O 

El nacionalismo soluciona el pro$lema de las fronteras a su manera. En


tanto que la conciencia nacional pudiera ser ella misma tam$i"n un artefacto,
7
  Ta el iuspu$licista li$eral ohann Caspar 8luntschuli e)tra5o las si#uientes conclusiones7
«Cada nación est& llamada y, por tanto, le#itimada, a constituir un Estado. VP 6el mismo
modo que la humanidad esta diidida en un nFmero de naciones, así de$e 3W4 fraccionarse el
mundos en otros tantos estados. Cada nación, un Estado. Cada esto, una nación» 3citado por
G. :chul+e, -/, p&#. D4 trad. cast.7 op. cit., -O0'O. N. del t.P.
 

conci$e la importancia ima#inaria de la nación que se comprende a sí misma


como un ente crecido en contraposición al orden artificial del derecho positio y
a la construcción del Estado constitucional. El recurso a la nación «or#&nica»
puede por ello despo5ar del car&cter meramente contin#ente a los límites
históricamente m&s o menos fortuitos de la comunidad política, dotarlos del
aura de una sustancialidad falsificada y le#itimados en ra+ón del «ori#en».

%a otra ra+ón resulta m&s triial, *recisamente el car&cter artificioso de


los mitos nacionales, tanto en lo referente a la reela$oración científica como "l
la difusión propa#andística, conierte al nacionalismo de por sí en al#o
propenso a ser empleado de manera a$usia por parte de las "lites políticas. El
hecho de que los conflictos internos se neutralicen mediante los ")itos en la
política e)terior se $asa en un mecanismo $ien conocido por la psicolo#ía
social del que los #o$iernos han sacado proecho una y otra e+. *ero a un
Estado nacional que am$iciona de manera $elicista el presti#io internacional ya
le est& tra+ado el camino por el que puede desiar los conflictos que sur#en de
la diisión de clases durante un proceso de industriali+ación capitalista
acelerada7 la li$ertad colectia de la nación podía ser interpretada en el sentido
de un desplie#ue imperial del poder. %a historia del imperialismo europeo entre
-0O- y --/, lo mismo que el nacionalismo inte#ral del si#lo LL 3sin decir ya
nada del racismo de los na+is4, ilustra el triste hecho de que la idea de la
nación ha sericio menos para fortalecer a las po$laciones en su lealtad al
Estado constitucional y mucho m&s para moili+ar a las masas para fines que
apenas son compati$les con los principios repu$licanos. 0 

%a lección que podemos e)traer de esta historia resulta eidente. El


Estado nacional ha de desprenderse del potencial am$ialente que al#Fn día le
sirió de fuer+a propulsora. Goy en día, cuando la capacidad de acción del
Estado nacional choca con sus límites, su e5emplo resulta i#ualmente
instructio. En su "poca, el Estado nacional lo#ró instaurar un conte)to de
comunicación política que hi+o posi$le amorti#uar los sucesios impulsos de
a$stracción que conllea la moderni+ación social, consi#uiendo así insertar,
mediante la difusión de la conciencia nacional, a una po$lación que ha$ía sido
arrancada de los conte)tos de ida tradicionales en los conte)tos de un mundo
de la ida ampliado y racionali+ado. El Estado nacional podía cumplir esta
función inte#radora tanto m&s cuanto que el status 5urídico del ciudadano se
incula$a con la pertenencia cultural a la nación. Goy, puesto que el Estado
nacional se e desafiado en el interior por la fuer+a e)plosia del
multiculturalismo y desde fuera por la presión pro$lem&tica de la #lo$ali+ación,
se plantea la cuestión de si e)iste un equialente i#ualmente la funcional para
la tra$a+ón e)istente entre nación de ciudadanos y nación "tnica.

IV. LA UNIDAD DE LA CULTURA POLÍTICA EN LA MULTIPLICIDAD DE


LAS SUBCULTURAS

(ri#inariamente la su#estia unidad de un pue$lo m&s o menos


 ?"ase, G. :chul+e, op. cit., p&#s. /I y si#s.
8
 

homo#"neo ha podido elar por la impre#nación cultural de una ciudadanía


definida en t"rminos 5urídicos. En este conte)to la ciudadanía democr&tica
podía formar el punto nodal de las responsa$ilidades recíprocas. *ero en
nuestras sociedades pluralistas iimos con eidencias cotidianas que se
ale5an cada e+ m&s del caso mod"lico de un Estado nacional con una
po$lación culturalmente homo#"nea. Aumenta la multiplicidad de formas de
ida, #rupos "tnicos, confesiones reli#iosas e im&#enes del mundo. No e)iste
para ello nin#una ía alternatia, a no ser que se pa#ue el precio
normatiamente insoporta$le de las limpie+as "tnicas. *or eso el
repu$licanismo de$e aprender "l apoyarse so$re sus propios pies. :u quid
consiste ciertamente en que el proceso democr&tico asume a la e+ el papel de
#arantía en caso de fallo del sistema en aquello que hace referencia a la
inte#ración de una sociedad cada e+ m&s internamente diferenciada. En una
sociedad pluralista en el orden cultural y cosmoisional. esta car#a no puede
ser despla+ada del niel de la formación de la oluntad política y la
comunicación pF$lica al su$strato aparentemente cuasinatural de un pue$lo
presuntamente homo#"neo, 6etr&s de una fachada tal se esconde tan sólo la
cultura he#emónica de una parte dominante, *or ra+ones históricas e)iste en
muchos países una fusión entre la cultura de la mayoría y aquella cultura
política uniersal que tiene la pretensión de ser reconocida, a pesar de su
procedencia cultural, por todos los ciudadanos, Esta fusión de$e ser disuelta
cuando en el interior de la misma comunidad de$en poder e)istir en i#ualdad
de derechos distintas formas de ida culturales, "tnicas y reli#iosas en
coe)istencia y coniencia. El niel de la cultura política comFn de$e ser
desconectado del niel de las su$culturas y de sus identidades acuHadas
prepolíticamente. %a e)i#encia de coe)istencia en i#ualdad de derechos se
encuentra sometida a la resera de que las confesiones y pr&cticas prote#idas
no pueden contradecir los principios constitucionales i#entes 3tal como sean
entendidos en la respectia cultura política4.

%a cultura política de un país se cristali+a en 2a constitución i#ente.


Cada cultura nacional conforma a la lu+ de la propia historia fina interpretación
distinta para los mismos principios incorporados tam$i"n en otras
constituciones repu$licanas 3tales como la so$eranía popular o los derechos
humanos4. En los fundamentos de tales interpretaciones puede fi#urar un
«patriotismo constitucional» en lu#ar del nacionalismo ori#inario. 6icho
patriotismo constitucional aparece para al#unos o$seradores como un ínculo
demasiado d"$il para la consistencia de las sociedades comple5as. *or todo lo
cual se plantea de un modo tanto m&s ur#ente la cuestión relatia a las
condiciones $a5o las cuales el colchón de una cultura política li$eral resultaría
suficiente para preserar a una nación de ciudadanos, incluso
independientemente de las asociaciones "tnicas, frente a los peli#ros de
desinte#ración en fra#mentos.

Esto se ha conertido en un pro$lema incluso para los países de


inmi#ración cl&sicos como los Estados Unidos. %a cultura política de los
Estados Unidos, m&s que otros países, concede espacio para una coe)istencia
pacífica entre ciudadanos con un trasfondo cultural muy diferente> allí cada cual
puede iir simult&neamente con dos' identidades7 en el propio país se puede
ser a la e+ miem$ro y e)tran5ero. *ero el creciente fundamentalismo, que en
 

al#unos casos incluso se torna en terrorismo 3como en (9lahoma4, constituye


una adertencia de que hasta en los Estados Unidos podría des#arrarse
aquella red de se#uridad que proporciona la reli#ión ciil al interpretar una
admira$le e ininterrumpida historia constitucional de m&s de dos si#los.
:ospecho que las sociedades multiculturales sólo pueden se#uir cohesionadas
por medio de una cultura política así acrisolada si la democracia no se presenta
sólo con la forma li$eral de los derechos de li$ertad y de participación política,
sino tam$i"n por medio del disfrute profano de los derechos sociales y
culturales. %os ciudadanos de$en poder e)perimentar el alor de uso de sus
derechos tam$i"n en la forma de se#uridad social y de reconocimiento
recíproco de las diferentes formas de ida culturales. %a ciudadanía
democr&tica desple#ar& una fuer+a inte#radora, es decir, crear& solidaridad
entre e)traHos, si se hace aler como un mecanismo con el que se realicen de
facto los presupuestos para la e)istencia de las formas de ida deseadas.

Esta perspectia iene su#erida por aquel tipo de Estado de $ienestar


que se desarrolló en Europa $a5o las circunstancias faora$les del período de
pos#uerra que, sin duda, ya no se dan. ras la cesura producida por la
:e#unda ;uerra <undial, se a#otaron aquí las fuentes de ener#ía de un
nacionalismo so$ree)citado. 8a5o el para#uas del equili$rio nuclear entre las
superpotencias se mantuo edada a las potencias europeas 'y no sólo a la
diidida Alemania'la posi$ilidad de tener una política e)terior autónoma. %as
cuestiones fronteri+as liti#iosas no lle#aron a su poner un tema de discusión. :i
los conflictos sociales no podían desiarse hacia el e)terior, entonces de$ía ser
tratados $a5o la primacía de la política interior. En estas condiciones, la
comprensión uníersalista del estado democr&tico de derecho podía
desprenderse considera$lemente de los imperatios de una política de
dominación orientada por los intereses nacionales y motiados
#eopolíticamente. A pesar del am$iente de #uerra ciil uniersal y de la ima#en
en clae anticomunista que se da$a del enemi#o, se aflo5ó en la conciencia
pF$lica el tradicional entrelan+amiento del repu$licanismo con los o$5etios de
la autoafirmación nacional.

En la situación particular de la RepF$lica !ederal de Alemania, que


ha$ía sido despo5ada de los derechos esenciales relatios a la so$eranía, la
tendencia a una autocomprensión en cierta medida «postnacional» de la
comunidad política puede que se impusiera con m&s fuer+a que en otros
Estados europeos. No o$stante, en la mayoría de los Estados de Europa
(ccidental y del Norte la pacificación del anta#onismo de clases, lleada a
ca$o con las t"cnicas propias del Estado social, creó una nuea situación. Con
el transcurso del tiempo se desarrollaron sistemas de se#uridad social y se
llearon a ca$o reformas en diferentes &m$itos tales como la escuela, la
familia, el derecho penal y el sistema penitenciario, la protección de datos, etc.,
y al menos se introdu5eron determinadas políticas feministas de equiparación.
En el t"rmino de una #eneración, el status de ciudadano fue me5orado de una
manera percepti$le en la sustancia 5urídica, aunque todaía resulte defectuoso.
Esto sensi$ili+ó a los propios ciudadanos, y esto es lo que me importa su$rayar
ahora, acerca de la  primacía que ha de #o+ar la cuestión de la reali+ación de
los derechos fundamentales7 acerca de esa primacía que la nación real de los
ciudadanos de$e conserar frente a la nación ima#inaria de los que pertenecen
 

"tnicamente a un pue$lo.

El sistema de los derechos se confi#uró $a5o las faora$les condiciones


económicas de un período comparatiamente lar#o de crecimiento económico.
 Así cada cual podía identificar y apreciar el status del ciudadano como aquello
que le une con los otros miem$ros de la comunidad política y como lo que al
mismo tiempo le hace dependiente y responsa$le de ella. odos podían er
que la autonomía priada y la autonomía pF$lica se presuponen mutuamente
en el ciclo de la reproducción y me5ora de las condiciones de los modos de
icia preferidos. En cualquier caso, se percata$an intuitiamente de que sólo
podían delimitar su espacio priado de acción de cara a los otros de un modo
equitatio si hacían un uso adecuado de sus competencias cíicas., %a
constitución se acredita$a como marco institucional para una dial"ctica entre
i#ualdad 5urídica e i#ualdad t&ctica que fortaleciera simult&neamente a la
autonomía priada y a la autonomía cíica.  

No o$stante, esta dial"ctica, con entera independencia de motios de


car&cter local, se ha parali+ado en el Xnterin. :i queremos e)plicar esto
de$emos diri#ir la mirada a aquellas tendencias que han sido o$5etos de
consideración $a5o la etiqueta de la «#lo$ali+ación».
 
V. LÍMITES DEL ESTADO NACIONAL: RESTRICCIONES DE LA
SOBERANÍA INTERNA

En otros tiempos el Estado nacional defendió sus límites territoriales y


sociales de una forma francamente neurótica. Goy en día, estos controles han
sido horadados desde hace ya tiempo por procesos que de manera
inconteni$le transcienden las fronteras. Anthany ;iddens ha definido la
«#lo$ali+ación» como una intensificación de las relaciones a escala planetaria
que prooca una influencia recíproca entre sucesos de car&cter local y otros
que acontecen en lu#ares $ien distantes. -B  %as comunicaciones, que se
e)tienden i#ualmente a escala planetaria, discurren por medio de len#ua5es
naturales 3la mayoría con medios electrónicos4 o a tra"s de códi#os
especiales 3so$re todo, el dinero y el derecho4. 6ado que la noción
«comunicación» tiene un si#nificado am$ialente, de estos procesos sur#en
tendencias contrapuestas. E)i#en, por una parte, la e)pansión de la conciencia
de los actores y, por otra parte, la ramificación, la ampliación del alcance y la
concatenación de sistemas, redes 3como, por e5emplo, los mercados4 u
or#ani+aciones. Aunque ciertamente el crecimiento de sistemas y redes
multiplica las posi$ilidades de contactos y comunicaciones, sin em$ar#o, no
prooca per se el ensanchamiento de un mundo, compartido
intersu$5etiamente ni aquella concatenación discursia de puntos de ista
releantes, temas y contri$uciones a partir de los cuales se forman los espacios
pF$licos políticos. %a conciencia de su5etos que hacen planes, que se
comunican entre sí y actFan parece que simult&neamente se ha ampliado y
9
 ?"ase Qr#en Ga$ermas, !a9ti+i@t and ;eltun#, !rancfort. :uhr9amp, -. p&#s. /I y si#s.
3trad. cast.7 !acticidad y alide+, <adrid, rotta, -0. p&#s. / y si#s. N. del t.4
10
  A. ;iddens, he Consequences of <odernity, Cam$rid#e, -B, p&#. / 3rad. Cast.7
Consecuencias de la modernidad. <adrid, Alian+a, -I, p&#s. O'0. N. 6el t.4> y, del mismo
autor, "ase 8eyond %efi and Ri#th, Cam$rid#e, -/, p&#s. O0 y si#s. 3trad. cast.7 <&s all& de
la i+quierda y la derecha, <adrid, C&tedra, -, p&#s. 0D y si#s. N. t.4.
 

fra#mentado. %os espacios pF$licos #enerados por medio de 2nternet


permanecen se#mentados entre sí como si se tratase de comunidades
aldeanas de tipo #lo$al. *or de pronto, no resulta claro si una conciencia
pF$lica en e)pansión, pero que sin duda se encuentra centrada en el mundo de
la ida, puede a$arcar conte)tos diferenciados en t"rminos sist"micos o si los
decursos sist"micos conertidos en autónomos se distancian desde hace
tiempo de todos aquellos conte)tos esta$lecidos mediante la comunicación
política.

El Estado nacional constituyó una e+ el marco en el interior del cual se


articuló y en cierto sentido tam$i"n se institucionali+ó la idea repu$licana de la
actuación consciente de la sociedad so$re sí misma. *ara el Estado nacional,
tal como de ha mencionado, resulta$a típica una relación complementaria entre
el Estado y la economía, por un lado, y la política interior y la competencia de
poder entre los Estados, por otro lado. Este esquema, ciertamente, solo se
a5usta a determinadas relaciones donde la política nacional aFn puede influir en
una «economía nacional». Así, por e5emplo, en la era de la política económica
9eynesiana, el crecimiento dependía de factores que de nin#Fn modo faorecía
sólo a la realori+ación del capital, sino tam$i"n a la po$lación en su con5unto7
dependía del sur#imiento del consumo de masa 3$a5o la presión de los
sindicatos4, de la eleación de las fuer+as productias t"cnicas, que
simult&neamente reducen el tiempo de tra$a5o 3so$re la $ase de una
inesti#ación $&sica independiente4> de la calificación de las fuer+as de tra$a5o
en el marco de un sistema educatio en e)pansión 3que me5oró el niel cultural
de la po$lación4, etc. En el marco de las economías nacionales sur#ieron en
cualquier caso espacios de distri$ución, tanto por medio de la política de tarifas
y aranceles como por medio de la política social, que podrían ser
aproechados 'por parte del Estado' para satisfacer las aspiraciones de una
po$lación e)i#ente e inteli#ente.

 Aunque el capitalismo desde el principio se desarrolló adoptando


dimensiones planetarias, -- esta din&mica económica, li$erada del con5unto del
moderno sistema de Estados, ha contri$uido m&s $ien a la consolidación del
Estado nacional. *ero, entretanto, am$os tipos de desarrollos han de5ado de
refor+arse mutuamente. Resulta correcto afirmar que la «restricción territorial
del capital nunca correspondió a su moilidad territorial. Esto se de$e a las
especiales condiciones históricas de la sociedad $ur#uesa en Europa». - *ero
estas condiciones hall cam$iado $&sicamente con la desnacionali+ación de la
producción económica. <ientras tanto, todos los países industriales se han
isto afectados por el hecho de que las estrate#ias de inersión de un nFmero
cada e+ mayor de empresas se orientan hacia mercados financieros v
laborales que se encuentran entrela+ados a niel mundial.

%os «de$ates so$re la competitiidad económica nacional .T la diisión


internacional del tra$a5o» 3 Standoridebatten4 que mantenemos en la actualidad
nos hacen conscientes de la $recha que continFa a$ri"ndose entre los
espacios de acción delimitados del Estado nacional y los imperatios
11
 ?"ase 2. allerstein, he <odern orld :ystem, Nuea Tor9, -O/ 3trad. cast.7 El moderno
sistema mundial, <adrid, :i#lo ))i, -0/, N. del t.4.
12
 R. Jnieper, Nationale :ouer@nit@t, !rancfort, --, p&#. 0D.
 

económicos #lo$ales que apenas resultan influencia$les en t"rminos políticos.


%as aria$les m&s importantes son, por un lado, el desarrollo acelerado y la
difusión de las nueas tecnolo#ías que incrementan la productiidad y, por otro,
el considera$le aumento de las reseras de fuer+a de tra$a5o
comparatiamente $arata. %os dram&ticos pro$lemas de ocupación e)istente
en el *rimer <undo de antaHo se derian no tanto de las cl&sicas relaciones
del comercio internacional, como de las relaciones de producción e)pandidas
#lo$al mente en forma de redes. %os Estados so$eranos pueden aproecharse
de sus respectias economías en tanto que si#an e)istiendo las economías
nacionales, cortadas a la medida de las políticas interencionistas. :in
em$ar#o, con el m&s reciente impulso de desnacionali+ación de la economía,
la política nacional pierde pro#resiamente el dominio so$re aquellas
condiciones de producción de las que procedían #anancias por ía tri$utaria,
así como por otros in#resos. %os #o$iernos tienen cada e+ menos influencia
so$re empresas que tornan sus decisiones de inersión en un hori+onte de
referencia #lo$almente ampliado. :e encuentran ante el dilema de tener que
eitar dos reacciones i#ualmente irracionales. an pocas posi$ilidades de ")ito
ofrecen el intento de un $loqueo proteccionista y la formación de carteles
defensios. Como tan peli#roso, por otra parte, resulta, en ista de las
espera$les consecuencias sociales, la adecuación de los costes mediante la
desre#ulación de la política social.

En los países de la (C6E ya se perfilan las consecuencias sociales que


comporta el a$dicar de esa política que con el fin de lo#rar una alta capacidad
de competitiidad internacional toma tam$i"n en consideración las secuelas de
una tasa eleada de desempleo de lar#a duración y los efectos proocados por
el desmantelamiento del Estado social. %as fuentes de la solidaridad social se
a#ostan de tal modo que las condiciones de icia del ercer <undo de antaHo
se e)tienden hasta el propio centro del *rimero. Estas tendencias se
condensan en los fenómenos de una nuea «su$clase». Con este equíoco
sustantio sin#ular los sociólo#os resumen aquel con5unto de #rupos
mar#inados que se han quedado disociados del resto de la sociedad. A la
underclass  pertenecen los #rupos pauperi+ados que se encuentran
a$andonados a sus propios recursos a pesar de que con sus propias fuer+as
ya no sean capaces de cam$iar su situación social. Ta no disponen de nin#Fn
otro potencial de amena+a7 poseen tan poco poder como las re#iones
empo$recidas frente a las re#iones desarrolladas de este mundo. :in em$ar#o,
esta forma de fra#mentación no si#nifica que las sociedades que han perdido la
solidaridad puedan quitarse de encima a una de sus partes sin m&s
consecuencias políticas. A lar#o pla+o, resultan inelucta$les al menos tres
consecuencias. %a e)istencia de una su$clase prooca tensiones sociales que
se descar#an en motines autodestructios y carentes de toda finalidad .T que
sólo pueden ser controlados con medios represios. %a construcción de
c&rceles y la or#ani+ación de la se#uridad interior en #eneral se conierten,
pues, en una industria en crecimiento. Adem&s, la desprotección y la miseria
física no pueden ser restrin#idas localmente. En eneno de los #uetos alcan+an
a la infraestructura del interior de las ciudades, traspasan las re#iones y lle#a a
aposentarse en los poros de la sociedad entera. Esto tiene por consecuencia,
finalmente, una erosión oral de la sociedad de tal alcance que sin duda tiene
que seleccionar a cualquier comunidad repu$licana en su propio nFcleo
 

uniersal. 6eterminadas decisiones de la mayoría tomadas de modo


formalmente correcto, pero tan solo translucen los temores ante la merma de
estatus y los refle5os de autoafirmación de una clase media amena+ada y en
re#resión, socaan le#itimidad de los procedimientos e instituciones. :i#uiendo
esta ía se pierde, ciertamente aquella adquisición propia del estado nacional
consiente en la inte#ración la po$lación mediante la participación democr&tica.

Este panorama pesimista no carece de realismo, pero ilustra, claro esta,


solo una de las arias perspectias de futuro. %a historia no conoce ley al#una
en sentido escrito7 y los hom$res, incluso las sociedades, tienen capacidad de
aprendi+a5e. Una ía alternatia al a$andono de la política consistiría en que
esta Kcon la constitución de actores capaces de actuar internacionalmente'
rena+ca en los mercados. Un e5emplo para ello podría ser el caso de Europa,
ahora en ías de construir la unión europea. 6es#raciadamente este e5emplo
no solo es instructio en este respecto. Goy en día, los estados europeos se
mantienen vacilantes  en el um$ral de la unión monetaria, por la que los
#o$iernos nacionales de$en pa#ar el precio de la so$eranía monetaria. Una
desnacionanali+ación del dinero y de la política monetaria haría precisa una
política comFn en un &m$ito financiero, económico y social. 6esde la firma del
tratado de <aasrtricht, en los estados miem$ros crece la resistencia contra la
construcción de una Unión Europea que de este modo irían adoptando los
ras#os esenciales de un estado y que adem&s iría mediati+ando a su miem$ro
conce$idos en principios como en estados nacionales. omando conciencia
con las conquistas históricas, el estado nacional se aferra de momentos a su
identidad, dado que se ha isto desarrollado de$ilitado por los procesos e
#lo$ali+ación todaía una política conce$ida como siempre en t"rminos de
estado nacional se restrin#e la acomodar la propia sociedad con la mayor
precaución posi$le a los imperatios sist"micos de los efectos colaterales de
una din&mica esta$lecida por la economía mundial en profunda cone)ión con
las condiciones políticas $&sicas. En lu#ar de ello, de$erían llear a ca$o el
heroico intento de superarse a sí mismos y elear las capacidades políticas de
acción a un niel supranacional. :i aFn ahí de$iera hacerse aler la herencia
normatia del Estado democr&tico de derecho frente a la din&mica de una
realori+ación del capital desatada repentinamente, tendría que acontecer
incluso en formas que conectasen con los procesos democr&ticos de formación
de la oluntad comFn.

VI. «SUPERACIÓN» DEL ESTADO NACIONAL: ¿ABOLICIÓN O


CONSERVACIÓN?

El discurso so$re la superación del Estado nacional resulta am$i#uo.


:e#Fn unos, cuya ersión nosotros llamamos postmoderna, con el final del
Estado nacional tam$i"n cortamos simult&neamente con el proyecto de la
autonomía ciudadana que, por así decido, ha re$asado su cr"dito sin que ten#a
nin#una e)pectatia de recuperarlo. :e#Fn otros, que representarían la
ariante no derrotista, este proyecto de una sociedad que aprende y actFa
so$re sí misma con oluntad y conciencia política tiene aFn una oportunidad
tam$i"n m&s all& de un mundo de Estados nacionales. %a pol"mica ersa
so$re la autocomprensión normatia del Estado democr&tico de derecho. YNos
podemos reconocer en "l aFn en la "poca de la #lo$ali+ación o nos de$emos
 

li$erar de este ama$le esti#io de la ie5a Europa, que no o$stante se ha


conertido en al#o no funcionalZ

:i no sólo el Estado nacional ha lle#ado a su fin, sino que con "l toda
forma de sociali+ación política, los ciudadanos ser&n arro5ados a un mundo de
redes anónimas en el que tendr&n que decidir se#Fn sus propias preferencias
entre opciones creadas en t"rminos sist"micos. En este mundo  postpolítico, las
empresas trasnacionales se conierten en el modelo de conducta. %a
autonomi+ación del sistema de economía #lo$al frente a los impotentes
intentos de influir en t"rminos políticos, inducidos normatiamente, aparece
desde el punto de ista de la teoría de sistemas como un caso especial de un
desarrollo #eneral. El punto de fu#a es la sociedad mundial completamente
descentrada que se desinte#ra en un cFmulo sin orden de sistemas funcionales
que se reproducen a sí mismos y se diri#en por s í mismos. Como las personas
en el estado de naturale+a ideado por Go$$es, estos sistemas representan
entornes para los otros. Ta no ha$lan una len#ua comFn. :in un unierso de
si#nificados compartidos intersu$5etiamente los indiiduos se encuentran entre
sí so$re la $ase de o$seraciones recíprocas y se comportan entre ellos de
acuerdo con los imperatios de autoconseración.

.<. ;u"henno descri$e este mundo anónimo desde el punto de ista


de los ciudadanos indiiduales que han salido fuera de ese conte)to ya
liquidado de la comunidad de solidaridad estatal y tienen que oler a
arre#l&rselas en situaciones amal#amadas y confusas propias de sistemas de
auroafirmación que operan li$res de normas. Estos «nueos» seres humanos
+arandean la ilusoria autocomprensión de la modernidad. El nFcleo neoli$eral
de esta isión helenística resulta completamente o$io. %a autonomía de los
ciudadanos se e mermada, sin m&s consideración, de los componentes
morales propios de la autodeterminación ciudadana y reducida simplemente a
autonomía priada7 «Como el ciudadano romano de la "poca de Caracalla, el
ciudadano de la era imperial «relacional» se define cada e+ menos por su
participación en el e5ercicio de la so$eranía y cada e+ m&s por la posi$ilidad
que tiene de desple#ar una actiidad en un marco en el que los procedimientos
o$edecen a re#las claras y preisi$les.  ... P *oco importa que una norma sea
impuesta por una empresa priada o por un comit" de funcionarios. %a norma
ya no es e)presión de una so$eranía, sino, simplemente, un factor reductor de
la incertidum$re, un medio para disminuir el coste de las transacciones
aumentando la transparencia». -I En alusión insolente a la pol"mica de Ge#el
contra el «Estado de necesidad y de entendimiento» 3Not' und
?erstandesstant4,-/ el Estado democr&tico es reempla+ado por un «Estado de
derecho priado, desproisto de cualquier referencia filosófica al derecho
natural, reducido a un códi#o de re#las sin otro fundamento que la prue$a
diariamente administrada de su $uen funcionamiento». -D En lu#ar de normas
que al mismo tiempo son efectias y o$edecen a puntos de ista como la
13
  ean'<arie ;u"henno, El fin de la democracia. %a crisis política y las nueas re#las del
 5ue#o, 8arcelona, *aidós, -D, p&#s. O-'OI.
14
 El autor alude aquí al sistema político en el que, se#Fn Ge#el, «el $ienestar del derecho del
indiiduo se entrela+an entre el $ienestar y el derechos de todos», "ase ;..!. Ge#el,
fundamentos de la filosofía del derecho, <adrid, %i$ertarias[*rodhufi, -I, p&#. -, \ -0I 3N.
del t.4.
15
 . <. ;u"henno. (p. cit., p&#. ---.
 

so$eranía popular o los derechos humanos, aparece 'en la forma de una


«ló#ica de la red»' una mano inisi$le de los procesos de la sociedad mundial
re#ulados de modo presuntamente espont&neo. *ero estos mecanismos
insensi$les a los costes e)ternos ciertamente no inspiran confian+a. Esto ale,
en cualquier caso, para los dos casos m&s famosos de autorre#ulación a
escala #lo$al.

El «equili$rio de las potencias», so$re el que descansó durante tres


si#los el sistema internacional, se desplomó a m&s tardar con la :e#unda
;uerra <undial. :in la e)istencia de un tri$unal internacional y sin un poder
supruestatal capa+ de imponer sanciones, el derecho internacional no puede
ser reclamado ni aplicado del mismo modo que el derecho interno de los
Estados. %a moral conencional y la «eticidad» de las relaciones din&sticas se
encar#aron si acaso de esta$lecer un cierto acotamiento de la #uerra. En el
si#lo LL, la #uerra total ha hecho saltar por los aires tam$i"n estos d"$iles
marcos normatios. El estado de continuo pro#reso de la tecnolo#ía
armamentística, la din&mica de equipamiento militar y la propa#ación de armas
de e)terminio masio - han puesto completamente en eidencia los ries#os de
esta anarquía de poderes no #uiada por nin#una mano inisi$le. %a fundación
de la :ociedad de Naciones, con sede en ;ine$ra, fue la primera tentatia de
al menos domesticar el incalcula$le desempeHo del poder dentro de un sistema
colectio de se#uridad. Con la fundación de las Naciones Unidas se acometió
el se#undo intento de desi#nar autoridades supranacionales con capacidad
para esta$lecer un orden de pa+ #lo$al que, como siempre, se encuentra en
sus inicios. ras la finali+ación del equili$rio $ipolar del terror parece a$rirse, a
pesar de todos los retrocesos, la perspectia de una «política interior mundial»
3C.!. on ei+s@c9er4 en el campo de la política de se#uridad internacional y
de los derechos humanos. El fracaso de ese equili$rio de poderes de car&cter
an&rquico ha hecho al menos isi$le la desea$ilidad de una re#ulación política.

 Al#o similar ocurre con el otro e5emplo de articulación y concatenación


espont&nea. :i es que de$e superarse la interdependencia asim"trica entre el
mundo de la (C6E y aquellos países mar#inados que todaía tienen que
desarrollar economías que se sosten#an por sí mismas, parece eidente que
tampoco el mercado mundial puede de5arse solo al ar$itrio del 8anco <undial y
del !ondo <onetario 2nternacional. El $alance que presentó en Copenha#ue la
cum$re mundial so$re asuntos sociales resultó estremecedor. !altan actores
con capacidad de interenir que posean la facultad de acordar, a niel
internacional, disposiciones, condiciones y procedimientos $&sicos, una
cooperación de tal clase iene e)i#ida no sólo por las disparidades e)istentes
entre el Norte y el :ur, sino tam$i"n por el derrum$amiento de los nieles de
ida en las sociedades de $ienestar del Atl&ntico Norte, donde una política
social restrin#ida a los meros límites nacionales se muestra impotente contra
los efectos de los $a5os costes salariales en los mercados de tra$a5o
#lo$ali+ados y en r&pida e)pansión. Aun m&s se echan en falta autoridades
supranacionales para aquellos pro$lemas ecoló#icos que en su conte)to #lo$al
han sido tratados ya en la cum$re mundial de Río de aneiro. No ca$e pensar

 Actualmente, die+ países disponen presumi$lemente de armas nucleares> m&s de einte, de


16

armas químicas y en el (riente *ró)imo y <edio tam$i"n de armas $acterioló#icas> "ase E.(.
C+empiel, eltpoliti9 im um$runch, <unich, -I, p&#. I.
 

en un orden mundial y económico m&s pacífico y 5usto sininstituciones


internacionales con capacidad de acción, so$re todo sin procesos de
sintoni+ación entre los diersos re#ímenes de car&cter continental que est&n
sur#iendo actualmente y sin políticas que no podrían ser lleadas a ca$o sin la
presión de una sociedad ciil moili+ada a escala mundial.

Esto su#iere la interpretación alternatia se#Fn la cual el Estado


nacional sería «superado» m&s que suprimido. *ero, Ytam$i"n podría ser
superado su contenido normatioZ Al luminoso pensamiento acerca del
esta$lecimiento de autoridades internacionales con capacidad de acción que
pon#an en condiciones a las Naciones Unidas y a sus or#ani+aciones
re#ionales para acometer un nueo orden mundial y económico, le si#ue la
som$ra de la inquietante cuestión de si en #eneral una formación de la opinión
y de la oluntad democr&tica puede adquirir fuer+a inculante m&s all& del niel
de inte#ración proporcionado por el Estado nacional.

I. CONSTRUCCIONES CONSTITUCINALES DE LA SOBERANÍA POPULAR

324 En su interpretación de la constitución de eimar, Carl :chmitt


concede ran#o 5urídico a un etnonacionacionalismo conce$ido de modo
constructiista. %a RepF$lica de eimar fue hi5a de la tradición de un Estado de
derecho 'desple#ado ya en la monarquía constitucional' que de$e prote#er a
los ciudadanos del mal uso del poder estatal> pero inte#ra$a por primera e+ en
suelo alem&n el Estado de derecho con la forma de Estado y el contenido
político de la democracia. Esta situación de partida específica para eolución
del derecho en Alemania se refle5a en la construcción de la «eoría de la
constitución» schmittiana. En "sta :chmitt esta$lece una estricta separación
entre la parte «5urídica» y la parte «política» de la constitución empleando la
«nación» como $isa#ra que mantiene unidos los principios heredados del
Estado de derecho $ur#u"s con el principio democr&tico de la
autodeterminación del pue$lo. 6eclara la homo#eneidad nacional como una
condición necesaria para el e5ercicio democr&tico del poder político7 «Un
Estado democr&tico, que encuentra los presupuestos de su democracia en la
homo#eneidad nacional de sus ciudadanos, satisface el llamado principio de
nación constituye un Estado una nación». -O

:chmitt asume, así, una formulación de ohan Caspar 8luntschli. :a$e


tam$i"n que ello est& en armonía con los principios Kcompartidos i#ualmente
por ilson y por %enin' se#Fn los cuales los tratados de *arís ha$ían fi5ado el
orden europeo de pos#uerra. <&s importante que estas coincidencias
históricas es la precisión conceptual. :chmitt ima#ina la participación política
sim"trica de los ciudadanos en la formación política de la oluntad como una
concordancia espont&nea de manifestaciones de la oluntad de miem$ros
aenidos de un pue$lo m&s o menos homo#"neo. -0  :ólo puede ha$er
democracia en forma de una democracia nacional porque el su5eto del
  C. :chmitt, ?erfassun#slehre 3-04, 8erlín, -0I, p&#. I- 3trad. cast.7 teoría de la
17

constitución. <adrid, Alian+a, -0I4.


 ?"ase 2. <aus, «Rechtstheorie und #esellschaftliche 6ifferen+ierun# $ei Carl :chmitt», en su
18

o$ra Rechtstheorie und politische heorie im 2ndustrie9apitalismus, <unich, -0, p&#s. ---'
-/B.
 

auto#o$ierno del pue$lo se piensa como un macrosu5eto capa+ de acción .T


porque la nación parece tener en el tamaHo adecuado para poseer este lu#ar
conceptual7 es puesta como su$strato natural, por así decirlo, de la
or#ani+ación estatal. Esta interpretación colectiista del modelo rousseauniano
de autole#islación constituye un pre5uicio que filtra todas las refle)iones
ulteriores.

Ciertamente, la democracia se puede e5ercer Fnica mente como una


pra)is comFn. *ero :chmitt construye este espacio comFn, no como la
intersu$5etiidad de ran#o superior de un entendimiento entre ciudadanos que
se reconocen recíprocamente como li$res e i#uales. %a cosifica en
homo#eneidad de los miem$ros de un pue$lo. %a norma del trato i#ual se
remite al factum del ori#en nacional comFn7 «%a i#ualdad democr&tica es una
i#ualdad sustancial. Como todos los ciudadanos participan en esta sustancia,
pueden ser tratados como i#uales, tienen i#ual derecho de elección y oto,
etc.».-  6e esta sustanciali+ación del pue$lo del Estado se si#ue como
deriación conceptual ulterior una concepción e)istencialista del proceso de
decisión democr&tico. :chmitt conci$e la formación de la oluntad política como
la autoafirmación de un pue$lo7 «%o que el pue$lo quiere es $ueno
precisamente porque el pue$lo 3lo4 quiere ». B %a separación de la democracia
y el Estado de derecho muestra aquí su sentido Fltimo7 como la oluntad
política que indica el camino no tiene nin#Fn contenido normatio racional y se
a#ota m&s $ien en el contenido e)presio de un espíritu del pue$lo
naturali+ado, tampoco necesita proceder de la discusión pF$lica.

<&s ac& de ra+ón y sinra+ón, la autenticidad de la oluntad popular se


testimonia Fnicamente en el cumplimiento ple$iscitario de la manifestación de
la oluntad de una masa popular reunida en acto. El seHorío so$re sí mismo del
pue$lo se manifiesta espont&neamente en las tomas de postura con un sí o
con un no frente a las alternatias dadas aFn antes de que se solidifique en las
competencias de los ór#anos del Estado7 «:ólo el pue$lo realmente reunido es
pue$lo 3...4 y puede hacer lo que pertenece específicamente a la actiidad de
dicho pue$lo7 puede aclamar, es decir, e)presar su apro$ación o recha+o
mediante un simple ítor». - %a re#la de la mayoría operacionali+a tan sólo la
coincidencia de las manifestaciones indiiduales de la oluntad '«todos quieren
lo mismo»'. Esta coner#encia trae a la lu+ el a priori sustantio de una forma
de icia nacional comFn. %a precomprensión apriórica est& #aranti+ada por la
homo#eneidad sustancial de la comunidad de miem$ros del pue$lo que se
diferencia como nación particular entre otras naciones7 «El concepto
democr&tico de i#ualdad es un concepto político que plantea una referencia a
la posi$ilidad de la diferencia. 6e ahí que la democracia política no pueda
reposar en la ausencia de diferencias entre todos los hom$res, silla sólo en la
pertenencia a un determinado pue$lo. 3V4 %a i#ualdad, que pertenece a la
esencia de la democracia, se diri#e, por tanto, sólo hacia dentro, no hacia
afuera».

19
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. 0.
20
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. .
21
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. O.
22
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. O.
 

6e este modo :chmitt pone so$re la mesa un concepto de «pue$lo» que


polemi+a con una «humanidad» conce$ida humanísticamente con la que sea
asocia el concepto moral de respeto i#ual para todos7 «El concepto central de
la democracia es el pue$lo, no la humanidad, :i la democracia ha de tener una
forma política, sólo hay una democracia del pue$lo y no una democracia de la
humanidad».I En la medida que la «idea de i#ualdad entre los hom$res» 'en el
sentido de la i#ual consideración de los intereses de todos' es releante para la
constitución en #eneral, lo#ra e)presión en los principios del derecho como
derecho a i#uales derechos su$5etios, así como en la or#ani+ación
constitucional del poder del Estado. El sentido inclusio de los derechos
humanos se a#ota en el #oce priado de las li$ertades li$erales i#uales, en
tanto que el e5ercicio ciudadano de las li$ertades políticas de$e o$edecer una
ló#ica completamente distinta. El sentido de la autodeterminación democr&tica
fundado en las homo#eneidades es la independencia nacional 'la
autoafirmación, la autoactiidad y la autorreali+ación de una nación en su
sin#ularidad'o Esta «nación» media entre el Estado de derecho y la
democracia porque sólo pueden participar en el poder democr&tico aquellos
ciudadanos que, de personas priadas, se han conertido en una nación
políticamente consciente.

34 Con este desacoplamiento de los derechos fundamentales


re#uladores del trato priado en el seno de la sociedad ciil respecto de una
«democracia popular»/  sustanciali+ada, :chmitt se pone en crasa
contradicción con el repu$licanismo inspirado en el derecho racional. En esta
tradición «pue$lo» y «nación» son conceptos intercam$ia$les para una
comunidad ciil coori#inaria con su comunidad pF$lica democr&tica. El pue$lo
no ale como hecho prepolítico, sino como producto del contrato social. En
tanto que los participantes se deciden en comFn a hacer uso de su derecho
ori#inario «a iir $a5o leyes re#uladores de las li$ertades pF$licas» forman una
asociación de miem$ros li$res e i#uales de una comunidad de derecho. %a
decisión de iir en li$ertad política es equialente a la iniciatia en faor de
una pra)is constitucional. Con ello, ya diferencia de lo que ocurre en Carl
:chmitt, la so$eranía popular y los derechos humanos, democracia y Estado de
derecho se entrela+an. %a decisión inicial por una autole#islación democr&tica
sólo puede llearse a ca$o, así, por la ía de la reali+ación de aquellos
derechos que los mismos interesados tienen que reconocerse mutuamente si
quieren re#ular le#ítimamente su coniencia con los medios del derecho
positio, Ello e)i#e, a su e+, un procedimiento para el dictado de las leyes que
#arantice a lar#o pla+o la le#itimidad que plan tea la ela$oración del sistema de
derechos.D  :e#Fn la fórmula de Rousseau lados tienen que decidirse
i#ualmente so$re todo. %os derechos $&sicos sur#en, pues, de la idea de la
institucionali+ación 5urídica de un tal procedimiento de autote#islación
democr&tica.

%a idea de so$eranía popular de este tipo, procedimentalista y orientada


23
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. I/.
24
 8.(. Gryde. «6ie $undesrepu$li9anische ?ol9sdemo9ratie als irrer der 6emo9ratietheorie»,
:taatsissenschafien und :taatspra)is, D, -/, p&#s. IBD,I.
 ?"ase . Ga$ermas, !a9tisit@t und ;elum#, !;rancfort, -, cap. I 3trad. cast.7 !acticidad y
25

?alide+, <adrid, rotta, -04.


 

al futuro, conierte en un sin sentido la e)i#encia de acoplar retrespectiamente


la formación política de la oluntad con el  priori   sustantio de un consenso
prepolítico ori#inado en el pasado entre miem$ros de un pue$lo
homo#enei+ado7 «El derecho positio no es, pues, le#itimo porque responde a
principios de 5usticia sustantios, sino porque fue dictado en procedimientos
que se#Fn su estructura son 5ustos, es decir, democr&ticos. El que en el
proceso le#islatio todos decidan so$re todo es un presupuesto
normatiamente e)i#ente que ya no est& definido sustantiamente, sino por la
autole#islación de los destinatarios del derecho, por la i#ual posición en el
procedimiento y la uniersalidad de la re#ulación 5urídica que de$e tener como
efecto eitar la ar$itrariedad y minimi+ar el poder».  No es necesario un
consenso de fondo preio y ase#urado por la homo#eneidad cultural, porque la
formación de la opinión y la oluntad estructurada democr&ticamente posi$ilitan
un acuerdo normatio racional tam$i"n entre e)traHos. ;racias a sus
propiedades procedimentales el proceso democr&tico #aranti+a la le#itimidad,
por ello puede sustituir, cuando resulta necesario, las carencias de la
inte#ración social. En la medida en que se ase#ura sim"tricamente el alor de
uso de las li$ertades su$5etias cuida de que no se des#arre la red de la
solidaridad ciudadana.

%a crítica a esta concepción cl&sica se diri#e especialmente a su lectura


«li$eral». C. :chmitt cuestiona la fuer+a de inte#ración social del Estado de
derecho centrado en el procedimiento democr&tico en aquellos dos aspectos
que ya ha$ían sido decisios para la crítica de Ge#el al «Estado de Necesidad
y de Entendimiento» del derecho natural moderno y que hoy son nueamente
asumidos por los «comunitaristas» en su discusión con los «li$erales». O 
8lancos de dicha crítica son la concepción atomista del indiiduo como un «yo
desinculado» y el concepto instrumentalista de la formación política de la
oluntad como una a#re#ación de intereses sociales. %as partes contratantes
son presentadas en el contrato social como e#oístas aislados e ilustrados
racionalmente, no formados por tradiciones comunes, esto es, que no
comparten nin#una orientación oluntaria cultural y no actFan orientados al
entendimiento. %a formación política de la oluntad tiene lu#ar, se#Fn esta
descripción, Fnicamente en la forma de ne#ociaciones so$re un modus vivendi ,
sin que sea posi$le nin#Fn entendimiento desde los puntos de ista "tico o
moral. 6e hecho, resulta difícil er cómo personas de este tipo y por esta ía
podrían lle#ar a esta$lecer un orden 5urídico intersu$5etiamente reconocido del
que se espere que a partir de e)traHos for5e una nación de ciudadanos, es
decir, que esta$le+ca una solidaridad ciudadana entre e)traHos. Contra
seme5ante trasfondo coloreado con tintes ho$$esianos resulta recomenda$le
entonces la procedencia "tnica o cultural comFn del pue$lo m&s o menos
homo#"neo como ori#en y #arante de aquella suerte de ínculos normatios
para los que el indiidualismo posesio resulta cie#o.

%a crítica 5ustificada a esta ariante del derecho natural pasa por alto, no
o$stante, la comprensión intersu$5etiista de la so$eranía popular como
procedimiento con la que el repu$licanismo tiene, sin lu#ar a dudas, la mayor
26
  2. <aus, «M?ol91 und MNation1 im 6en9en der Auf9l@run#», 8l@tter fQr deutsche und
internationale *oliti9, D, -/, p&#. B/.
27
 ?"ase R. !orst, Jonte)te del ;erechti#9rit, !rancfort, -/, caps. 2 y 222.
 

afinidad. :e#Fn esta interpretación, en el lu#ar del modelo, inspirado por el


derecho priado, de contrato entre participantes en el mercado, tenemos la
pr&ctica de la deli$eración de participantes en la comunicación que desean
tomar decisiones racionalmente motiadas. %a formación política de la opinión
y la oluntad no tiene lu#ar solamente en forma de compromisos, sino tam$i"n
se#Fn el modelo de los discursos pF$licos que apuntan a la acepta$ilidad
racional de las re#ulaciones a la lu+ de intereses #enerali+ados, orientaciones
aloratias compartidas y principios fundamentados. Este concepto no
instrumental de política se apoya en el concepto de persona que actFa
comunicatiamente. ampoco las personas 5urídicas pueden conce$irse como
propietarios de sí mismos. Es propio del car&cter social de las personas
naturales que cre+can en el marco de formas de ida intersu$5etiamente
compartidas y que esta$ilicen su identidad en relaciones de reconocimiento
recíproco. *or tanto, tam$i"n desde el punto de ista 5urídico la persona
sin#ular sólo puede ser prote#ida 5unto con el conte)to de sus procesos de
formación, esto es, con un acceso ase#urado a las relaciones interpersonales,
a las redes sociales y a las formas de ida culturales. Un proceso de le#islación

y de decisión política instruido discursiamente que manten#a esto en


perspectia de$e tener en cuenta 5unto a las preferencias dadas tam$i"n los
alores y las normas. Con ello se cualifica para la tarea de asumir la
responsa$ilidad de cumplir tareas de inte#ración que fallan en otros lu#ares.

6esde la perspectia de Janl y de un Rousseau 'correctamente


entendido'0 la autodeterminación democr&tica no tiene el sentido colectiista y
al tiempo e)cluyente de la afirmación de la independencia nacional y la
reali+ación de la identidad nacional. <&s $ien tiene el sentido inclusio de una
autole#islación que incorpora por i#ual a lodos los ciudadanos. 2nclusión
si#nifica que dicho orden político se mantiene a$ierto a la i#ualación de los
discriminados y a la incorporación de los mar#inados sin inte#rarlos en la
uniformidad de una comunidad homo#enei+ada. *ara ello el principio de
oluntariedad es si#nificatio7 la nacionalidad del ciudadano descansa en la
aceptación por su parte, al menos implícita. %a comprensión sustancialista de la
so$eranía popular relaciona la «li$ertad» esencialmente con la independencia
e)terior de la e)istencia de un pue$lo> la comprensión procedimentalista, en
cam$io, con la autonomía priada y pF$lica #aranti+ada de i#ual modo para
todos en el seno de una asociación de miem$ros li$res e i#uales de una
comunidad 5urídica. ]uiero mostrar, de la mano de al#unos desafíos con los
que hoy nos confrontamos, que esta lectura del repu$licanismo reali+ada desde
la teoría de la comunicación es m&s adecuada que la concepción etnonacional
o incluso sólo comunitarista de nación, Estado de derecho y democracia.

II. ACERCA DEL SENTIDO Y EL SIN SENTIDO DE LA


AUTODETERMINACIÓN NACIONAL

El principio de nacionalidad si#nifica un derecho a la autodeterminación


nacional. :e#Fn "l, toda nación que quiera #o$ernarse así misma tiene
derecho a una e)istencia estatal independiente. Con la comprensión
etnonacional de la so$eranía popular parece poderse resoler un pro$lema al
28
 ?"ase so$re esto 2. <aus. ^ur Auf9l@run# der 6emo9ratietheorie, !rancfort. -.
 

que el repu$licanismo de$e responder7 Ycómo puede definirse la totalidad de


$ase a la que de$en referirse le#ítimamente los derechos ciilesZ

Jant adscri$e a cada ser humano como tal el derecho a tener derechos
en #eneral y a re#ular la coniencia con otros en comunidad de modo tal que
todos puedan disfrutar se#Fn las mismas leyes pF$licas o$li#atorias. *ero con
ello no se ha fi5ado todaía qui"n puede hacer uso de hecho de este derecho,
ni con quien, ni dónde ni cu&ndo, para sumarse en comFn a una comunidad
autodeterminada so$re la $ase de un contrato social. %a pre#unta por la
le#ítima composición de la totalidad de $ase de los ciudadanos permanece
a$ierta mientras la autodeterminación democr&tica Fnicamente concierna al
tipo de or#ani+ación de la coniencia de los miem$ros asociados de la
comunidad 5urídica. Es cierto que la autole#islación de una nación constituida
democr&ticamente se remonta a la decisión de darse una constitución tomada
por una #eneración de fundadores> pero con este acto los participantes se
califican sólo recursivamente  como pue$lo estatal. Es la oluntad comFn de
fundar una e)istencia estatal, y, como consecuencia de esta decisión, es la
pr&ctica constitucional misma mediante la que los participantes se constituyen
como una nación de ciudadanos.

Esta isión carece de pro$lemas mientras las cuestiones fronteri+as no


sean realmente controertidas 'como en la reolución francesa o incluso en la
americana, cuando los ciudadanos lucha$an por las li$ertades repu$licanas
$ien contra el propio #o$ierno, esto es, dentro de las fronteras de un Estado
e)istente, $ien contra un dominio colonial que ha$ía marcado las fronteras de
la desi#ualdad de derechos'. *ero en otros casos de conflicto resulta
insuficiente la respuesta circular de que los ciudadanos mismos se constituyen
como pue$lo y con ello delimitan su espacio respecto al entorno tanto social
como territorialmente7 «o sa! t"at all people #...$ are entitled to t"e democratic
 process begs a prior question. %"en does a collection of persons constitute an
entit! &a 'people(& entitled lo govern itself democraticall! Z», «6ecir que todos
los pue$los 3...4 est&n le#itimados para el proceso democr&tico plantea una
cuestión preia. YCu&ndo una colección de personas constituye una entidad
'un «pue$los»' le#itimada para #o$ernarse a sí misma democr&ticamenteZ»P.  
En el mundo, tal como lo conocemos, si#ue siendo una casualidad histórica,
normalmente resultado de conflictos iolentos, #uerras y #uerras ciiles, qui"n
lo#ra el poder en cada caso para definir las fronteras, en controersia de un
Estado. <ientras el repu$licanismo refuer+a estas fronteras conscientes de la
contin#encia, el recurso a la nación con o$5eto de dominar la contin#encia
puede dotar a las fronteras del aura de una falsa sustancialidad y le#itimarlas
mediante relaciones de lina5e construidas. El nacionalismo llena el acío
normatio con la apelación "l un llamado Mderecho» a la autodeterminación
nacional.

Carl :chmitt parece poder fundamentar un tal derecho colectio, a


diferencia de lo que ocurre en la teoría del derecho racional, donde la condición
 5urídica puede deriarse de las relaciones indiiduales de reconociento
intersu$5etio. Así, cuando la autodeterminación democr&tica se introduce en el
29
 R. A. 6ahl, 6emocracy and 2ts Critics, Tale, U.*., Ne Gaen y %ondres, -0, p&#. -I
3trad. Cast.7 la democracia y sus críticos, 8arcelona, *aidós, -4.
 

sentido de la autoafirmación y 2a autorreali+ación colectia, nadie puede


reali+ar su derecho fundamental a i#uales derechos ciiles fuera del conte)to
de una nación que #oce de independencia estatal. 6esde este punto de ista el
derecho colectio a todo pue$lo a una e)istencia estatal es una condición
necesaria par a la #arantía efectia de derechos indiiduales i#uales. Esta
fundamentación del principio de nacionalidad en la teoría democr&tica permite
prestar retrospectiamente fuer+a normatia al ")ito f&ctico de los moimientos
de independencia nacional. *ues un pue$lo se califica para e5ercer el derecho
a la autodeterminación nacional precisamente porque se define a sí mismo
como pue$lo homo#"neo y porque al mismo tiempo tiene el poder de controlar
aquellas fronteras que se derian de dichas características adscriptias.

:in em$ar#o, el principio de oluntariedad contradice de otro lado el


supuesto de un pue$lo homo#"neo y conduce a aquellas consecuencias
normatias indeseadas que el propio :chmitt no oculta7 «Un Estado nacional
homo#"neo aparece entonces como al#o normal> un Estado al que le falta
dicha homo#eneidad tiene una anormalidad, al#o que hace peli#rar la pa+». IB 
%a suposición de una identidad colectia indisponi$le fuer+a a políticas
represias, sea la asimilación for+osa de elementos e)traHos o sea el
mantenimiento de la pure+a del pue$lo mediante el apartheid y la limpie+a
"tnica, pues «mediante un reconocimiento consecuente de la i#ualdad
uniersal de los seres humanos en la esfera de la ida pF$lica, al Estado
democr&tico se le pria 3priaría4 de su sustancia». I-  unto a las medidas
preentias para el control de los flu5os de e)tran5eros C. :chmitt cita «la
opresión y despla+amiento de la po$lación hetero#"nea» así como su
se#re#ación espacial, esto es, la creación de protectorados, colonias, reseras,
"omelands, etc.

Naturalmente la concepción repu$licana no e)cluye que las


comunidades "tnicas se den una constitución democr&tica y que se
esta$le+can como Estados so$eranos en la medida en que esta independencia
se le#itime a partir del derecho de los ciudadanos a iir en li$ertad $a5o leyes.
*ero por re#la #eneral los Estados nacionales no se desarrollan pacíficamente
a partir de etnias sin#ulares que ien aisladas, sino que en ellos se
entrecru+an re#iones ecinas, tri$us, su$culturas, comunidades lin#Qísticas y
reli#iosas. %os Estados nacionales sur#en la mayor parte de las eces a costa
de «su$pue$los» oprimidos o mar#inados. %a formación de Estados nacionales
$a5o el si#no etnonacional siempre estuo acompaHada de san#uinarios
rituales de limpie+a y siempre a sometido a nueas minorías a nueas
represiones. En Europa de finales del L2L y del si#lo LL ha de5ado las huellas
crueles de la emi#ración y la e)pulsión, del despla+amiento for+ado, de la
priación de derechos y el e)terminio físico 'hasta lle#ar al #enocidio'. <uy a
menudo los perse#uidos se conierten tras una emancipación e)itosa en
perse#uidores. En la pr&ctica del reconocimiento del derecho de los pue$los, el
producto del principio de nacionalidad da curso a un #iro hacia el principio de
efectiidad se#Fn el cual todo nueo #o$ierno 'con independencia de su
le#itimidad' puede contar con el reconocimiento con tal que esta$ilice
suficientemente su so$eranía hacia dentro y hacia fuera.
 C. :chmitt 3-0I4, p&#. I-.
30

31
 C. :chmitt 3-0I4. p&#. I-.
 

Como en los casos fla#rantes de dominio e)tran5ero y colonialismo


contra el que se diri#e una oposición le#ítima se produce, empero, la in5usticia,
no por la a#resión a un supuesto derecho colectio a la autodeterminación
nacional, sino por iolentar los derechos indiiduales $&sicos. %a e)i#encia de
autodeterminación sólo puede tener como contenido inmediato la imposición de
derechos ciiles i#uales. %a eliminación de la discriminación de minorías en
nin#Fn caso tiene que cuestionar siempre las fronteras de un r"#imen e)istente
in5usto. Una e)istencia de secesión est& 5ustificada solamente cuando la
iolencia de un Estado central pria de sus derechos a una parte de la
po$lación que est& concentrada en un territorio7 entonces la e)i#encia de
inclusión puede producirse por la ía de la independencia nacional. 6esde este
punto de ista la independencia de los Estados Unidos ya fue reconocida por
EspaHa y !rancia en -OO0. 6esde la caída de las colonias espaHolas en el sur
y en el centro de Am"rica, se ha a$ierto camino la concepción, contraria a la
pr&ctica aceptada hasta entonces,I de que el reconocimiento de la secesión
respecto a una metrópoli tam$i"n es acepta$le sin la apro$ación del anterior
so$erano.II

En la medida en que los moimientos de 2ndependencia nacional llaman


a la autodeterminación en sentido repu$licano, una secesión 3o la ane)ión a un
Estado de una parte separada de otro Estado4 no se puede 5ustificar sin tener
en cuenta la le#itimidad del status quo. Es decir, que en la medida que todos
los ciudadanos disfrutan de i#uales derechos y nadie es discriminado no e)iste
nin#una ra+ón conincente para la separación de la entidad comFn e)istente.
Con este presupuesto no se puede ha$lar, pues, de represión y «dominio
e)tran5ero» que darían a las minorías en derecho a la secesión. Con esto se
corresponde tam$i"n la resolución de la asam$lea #eneral de la (NU que en
coincidencia con la Carta de las Naciones Unidas #aranti+a ciertamente a todos
los pue$los el derecho a la autodeterminación, pero sin fi5ar el concepto de
«pue$lo» en un sentido "tnico. I/  El derecho de secesión se nie#a
e)presamente, es decir, se nie#a «la pretensión al des#a5amiento en aquellos
Estados que se comporten de acuerdo con los principios $&sicos de la i#ualdad
de derechos y del derecho a la autodeterminación de los pue$los y que, por
consi#uiente, poseen un #o$ierno que representa a todo el pue$lo sin
discriminación por ra+ón de ra+a, creencias o #"nero». ID

III. INCLUSIÓN SENSIBLE A LAS DIFERENCIAS

%a interpretación li$eral de la autodeterminadación democr&tica


32
 *ara las potencias europeas, no se aclararon las pertinentes cuestiones de status hasta que
la declaración unilateral de independencia de las *aíses 8a5os unidos de -D0- fue reconocida
por EspaHa en el tratado de *a+ de estfalia.
33
 ?"ase . A. !roerin, «6ie Entic9lun# der Anner9ennun# on :taaten un Re#ierun#er im
?_l9errcht», 6er :taat, aHo 22, -O, p&#. -/D'-/.
34
 El, articulo 2 del pacto so$re los derechos humanos de - de diciem$re de -, producto en
la fase de descoloni+ación pasifica que sur#ió a la :e#unda ;uerra <undial, dice7 «All peoples
hae the ri#ht of setf'determinatión. 8y irtue of that ri#ht they frely determine their political
status and freely pursue their ecoomic, socialand cultural deelopment» «odos los pue$los
tienen el derecho a la autodeterminación. En irtud a este derecho los pue$los determinan su
estatuto político y persi#uen li$remente su desarrollo económico, social y cultural»P.
35
 A. ?erdross, 8. :ima, Unierselles ?_l9errecht, IS ed., 8erlín, -0/, p&#. I-0 3\ D--4.
 

desfi#ura, sin em$ar#o, el pro$lema de las minorías «nacidas» que desde la


perspectia comunitaristaI se perci$e de modo m&s claro que desde el &n#ulo
del enfoque intersu$5etiista de la teoría discursia. IO El pro$lema se plantea
tam$i"n en las sociedades democr&ticas cuando la cultura mayoritaria
políticamente dominante impone su forma de ida y con ello fracasa la i#ualdad
de derechos efectia de ciudadanos con otra procedencia cultural. Esto tiene
que er con cuestiones políticas que afectan a la autocomprensión "tica y la
identidad de los ciudadanos. En estas materias las minorías no se pueden
mayori+ar sin m&s. El principio de mayoría choca aquí con sus límites porque la
contin#ente composición de la ciudadanía condiciona los resultados de una
procedimiento aparentemente neutral7 «"e majorit! principle itself depends on
 prior assumptions about t"e unit) t"at t"e unit *it"in *"ic" it is to operate is
itself legitimate and t"at t"e matters on *"ic" it is emplo!ed properl! fall *it"in
t"e jurisdiction. +n ot"er *ords, *"et"er t"e scope and domain of majorit! rule
are appropiate in a particular unit depends on assumptions t"ar t"e majorit!
 principle itself can do no t"ing to justif!. "e justification for t"e unit lies be!ond
t"e reac" of democratic t"eor! itself » «El principio de mayoría mismo depende
de suposiciones preias acerca de la unidad, a sa$er7 que la unidad en cuyo
seno opera es ella misma le#ítimo y que los temas acerca de los que se
emplea entran propiamente en su 5urisdicción. En otras pala$ras, si el fin y el
dominio de la re#la de la mayoría son apropiados en una unidad particular es
al#o que depende de supuestos que el principio de la mayoría mismo nada
puede hacer por 5ustificar. %a 5ustificación de la unidad est& fuera del alcance
de la misma teoría de la democracia»P. I0

El pro$lema de las minorías «nacidas» se e)plica por el hecho de que


los ciudadanos, considerados tam$i"n como personas 5urídicas, no son
indiiduos a$stractos, separados de sus referencias de ori#en, En la medida en
que el derecho a$orda cuestiones "ticopolíticas afecta a la inte#ridad de las
formas de ida en las que las se asientan las formas de ida personales, Con
ello entran en 5ue#o '5unto a las ponderaciones morales, las refle)iones
pra#m&ticas y los intereses ne#ocia$les' las valoraciones fuertes  que
dependen de tradiciones intersu$5etiamente compartidas pero culturalmente
específicas. %os ordenamientos 5urídicos est&n tam$i"n en con5unto
«impre#nados "ticamente» porque interpretan en cada caso de modo diferente
el contenido uniersa lista de los mismos principios constitucionales, es decir,
lo hacen en el conte)to de las e)periencias de una historia nacional y a la lu+
de una tradición, cultura y la forma de ida históricamente dominante, *or re#la
#eneral, en las materias culturalmente sensi$les como la len#ua oficial, el
currículo de la educación pF$lica, el estatuto de las i#lesias y las comunidades
reli#iosas, las normas del derecho penal 3como el a$orto4, pero tam$i"n en
asuntos menos llamatios que afectan al lu#ar de la familia y las comunidades
de ida seme5antes al matrimonio, la aceptación de los est&ndares de
se#uridad o la separación entre la esfera priada y la esfera pF$lica, se refle5a
a menudo sólo la autocomprensión "tico'política de una cultura mayoritaria
dominantes por ra+ones históricas. Con dichas re#ulaciones que implícitamente
 ?"ase Ch. aylor, <ulti9ulturalismus und die *oliti9 der Aner9ennun#, !rancfort, -I 3trad.
36

Cast.7 <ulticulturalismo y la y la política de reconocimiento, <")ico, !CE, -I4.


 ?"ase . Ga$ermas, «Jampf um Aner9ennun# im demo9ratischen rechtsstaat» «la lucha por
37

el reconocimiento en el Estado democratico de derechos»P, en este mismo li$ro.


 6ahl 3-04, p&#. B/.
38
 

someten tam$i"n en el serio de una comunidad repu$licana que formalmente


#aranti+a los derechos ciiles i#uales, puede encenderse una lucha cultural de
las minorías despreciadas contra la cultura mayoritaria Kcomo muestra, por
e5emplo, la de po$lación francófona en Canad&, de los $alones en 8"l#ica, de
los ascos y catalanes en EspaHa, etc.

Una nación de ciudadanos se compone de personas que a


consecuencia de sus procesos de sociali+ación encarnan al mismo tiempo las
formas de ida en las que se ha formado su identidad Kincluso cuando de
adultos se han separado de sus tradiciones de procedencia'. *or lo que hace a
su car&cter las personas son, por así decirlo, nudos en una red adscriptia de
culturas y tradiciones.

%a contin#ente composición de los pue$los dotados de Estado, la


 political unit en la terminolo#ía de 6ahl, determina tam$i"n el hori+onte de
orientaciones aloratias en el que tienen lu#ar las luchas culturales y los
discursos de autoentendimiento "tico'político. Con la composición social de la
ciudadanía cam$ia tam$i"n este hori+onte de alores. Acerca de las cuestiones
políticas que dependen de un trasfondo cultural específico, por e5emplo, tras
una secesión, no se discute necesariamente otra cosa, sino que se ota con
otros resultados> no hay siempre nueos ar#umentos, si no nueas mayorías.

*or el camino de la secesión es claro que una minoría per5udicada


puede alcan+ar la i#ualdad de derechos sólo en la impro$a$le condición de su
concentración espacial. En caso contrario retornan los ie5os pro$lemas
aunque $a5o otros si#nos. En #eneral, la discriminación puede a$olirse, no
mediante la independencia nacional, sino sólo mediante una inclusión que sea
suficientemente sensi$le a las diferencias específicas indiiduales y de #rupo
del trasfondo cultural. El pro$lema de las minorías «nacidas» que puede
aparecer en todas las sociedades pluralistas se a#udi+a en las sociedades
multiculturales. *ero cuando estas est&n or#ani+adas como Estados
democr&ticos de derecho siempre se ofrecen diferentes caminos para el
precario o$5etio de una inclusión «sensi$le a las diferencias»7 la repartición
federal de poderes, un traspaso de descentrali+ación de competencias
estatales especificada funcionalmente, ante todos las autonomía cultural, los
derechos específicos de #rupo, políticas para la i#ualación y otros mecanismos
para la protección efectia de las minadas. 6e este modo, las totalidades de
$ase de ciudadanos que participan en el proceso democr&tico cam$ian en
determinados territorios o en determinados campos de la política sin que
resulten afectados los principios de dicho proceso.

Es claro que la coe)istencia en i#ualdad de derechos de diferentes


comunidades "tnicas, #rupos lin#Qísticos, confesiones y formas de ida no se
puede comprar al precio de la fra#mentación de la sociedad. El doloroso
proceso de desacoplamiento no puede romper la sociedad en una pluralidad de
su$culturas que se desprecian mutuamente. I  *or un lado, la cultura
mayoritaria tiene que desprenderse de su fusión con la cultura política #eneral,
compartida por todos los ciudadanos en i#ual medida> de lo contrario dicta de
39
 ?"ase G. . *uhle, «?om 8Qr#errecht +un ;ruppenrechtZ <ulti9uturelle *oliti9 in den U:A»,
en J.. 8aade 3comp.4. <enschen Q$er ;ren+en, Gerne, -D, p&#s. -I/'-/.
 

entrada los par&metros de los discursos de autoentendimiento. En tanto que


parte, ya no de$e aparentar la fachada del todo, si es que se trata de no
constituya un pre5uicio para el procedimiento democr&tico en determinadas
cuestiones e)istenciales releantes para las minorías. *or otra parte, las
fuer+as inculadoras de las cultura política comFn que, cuanto m&s a$stracta
es, tantas m&s su$culturas trae a un mismo denominador, tiene que se#uir
siendo suficientemente fuerte para no permitir el desmoronamiento de la nación
de ciudadanos7 'ulticulturalism, *"ile endorsing t"e perpetuation of several
cultural groups in a single political societ!, also requires t"e existence of a
common culture #...$ menibers of all cultural groups #...$ *ill "ave lo acquire a
common political language and conventions of conduct to be able lo participate
elfectivel! in t"e competition for resources and t"e protection of group as *ell
as individual interests in a s"areed political arena( «El multiculturalismo, al
sancionar la perpetuación de arios #rupos culturales en una sociedad política
sin#ular, requiere tam$i"n una cultura comFn. 3...4 los miem$ros de lados los
#rupos culturales 3...4 ha$r&n de adquirir un len#ua5e político y conenciones de
conducta comunes para poder participar de modo efectio en la competición
por los recursos y la protección de #rupo así como por los intereses
indiiduales en una arena política compartida»P. /B 

IV. DEMOCRACIA y SOBERANIA ESTATAL: EL CASO DE LAS


INTERVENCIONES UMANITARIAS

%as comprensiones sustancialista y procedimental de la democracia


conducen no sólo a diferentes concepciones por lo que hace a la
autodeterminación nacional y el multiculturalismo. Con relación a la concepción
de la so$eranía estatal tam$i"n tenemos consecuencias distintas. El Estado
desarrollado en la modernidad europea descansa desde el principio en el poder
acuartelado del e5"rcito, la policía y penitenciaría e)istentes y monopoli+a los
medios para el uso le#ítimo de la iolencia. :o$eranía interna si#nifica la
imposición del orden 5urídico estatal, so$eranía e)terior la capacidad de
afirmarse en competencia con los #randes poderes 3como se ha puesto en
pr&ctica en el sistema europeo de Estados desde la pa+ de estfalia4. 6esde
este punto de ista, la democrati+ación producida en el transcurso de la
formación de Estados nacionales aparece como traspaso del poder del príncipe
al pue$lo. *ero esta fórmula resulta imprecisa frente a la alternatia que
interesa en nuestro conte)to.

:i autodeterminación democr&tica quiere decir participación sim"trica de


ciudadanos li$res e i#uales en el proceso de decisión y de le#islación, con la
democracia el tipo y el e5ercicio de la so$eranía interna se modifican en primera
línea. El Estado de derecho democr&tico reoluciona los fundamentos de
le#itimación del poder. :i, por el contrario, autodeterminación democr&tica
si#nifica autoafirmación y autorreali+ación colectias de miem$ros homo#"neos

o simpati+antes de una comunidad, el aspecto de la so$eranía e)terna se


despla+a hasta el primer plano. *ues entonces el mantenimiento del poder del
Estado en el sistema de potencias adquiere el si#nificado ulterior de que una
40
 . Ra+, «<ulticulturalism7 A. %i$eral *ers pectie», 6issent, inierno de -/, p&#s. O'O,
aquí OO.
 

nación ase#ura con su e)istencia a la e+ su peculiaridad frente a las dem&s


naciones. El ne)o entre la democracia y la so$eranía estatal plantea, pues, en
el primer caso condiciones e)i#entes para la le#itimidad del orden interno,
mientras que de5a a$ierta la cuestión de la so$eranía e)terior. En el otro caso
se interpreta el lu#ar del Estado nacional en el concierto internacional, mientras
que para el e5ercicio del poder en el interior no precisa otro criterio de
le#itimidad que el de la pa+ y el orden.

 A partir del concepto de so$eranía del derecho internacional cl&sico se


deduce la prohi$ición de principio de inmiscuirse en los asuntos internos de un
Estado internacional mente reconocido. En la Carta de las Naciones Unidas se
refuer+a, ciertamente, esta prohi$ición de interenir7 pero con esta prohi$ición
compile de entrada el desarrollo de la protección internacional de los derechos
humanos. El principio de no interención ha sido aciado ante todo por la
política de derechos humanos de los Fltimos decenios. /- No es de e)traHar que
C. :chmitt hu$iera recha+ado de modo decidido esta eolución. El recha+o a
las interenciones fundadas en los derechos humanos se e)plica por su
comprensión $elicista de las relaciones internacionales y de la política misma. / 
Ni siquiera la criminali+ación del delito contra la humanidad desactió su
maliciosa protesta. 2ncluso la discriminación de la #uerra de a#resión /I  le
pareció incompati$le con el estatuto y el espacio de acción de las naciones que
pueden afirmar sus respectias e)istencias y sin#ularidad sólo en el papel
anta#onista de su5etos so$eranos de derecho internacional.

<ichael al+er 'nadie m&s ale5ado del ectnonacionalismo militante de


o$serancia schmittiana', defiende una posición parecida. :in su#erir falsos
paralelismos quisiera referirme a sus reseras de inspiración comunitarista
frente a las interenciones humanitarias, //  puesto que iluminan la cone)ión
interna entre la comprensión de la democracia y el tratamiento de los derechos
de so$eranía. al+er parte en su tratado so$re la «#uerra 5usta», /D del derecho
a la autodeterminación nacional que posee toda comunidad con una identidad
colectia cuando "sta, consciente de su herencia cultural, tiene la oluntad y la
fuer+a de luchar por una forma de e)istencia estatal y afirmar su independencia
política. Un pue$lo #o+a del derecho a la autodeterminación si lo reiindica con
")ito.

Es cierto que al+er entiende la comunidad política no como comunidad


"tnica de descendientes, sino como comunidad de herencia cultural. Al i#ual
que la comunidad de lina5e, la nación cultural formada históricamente ale
como hecho prepolítico que 5ustifica la conseración de su inte#ridad en forma
de un Estado so$erano7 '"e idea of communal integrit! derives its moral and
41
  ?"ase R. olfrum, «6ie Entic9lun# des internationalen <enschenrechtss'chut+es»,
Europa'Archi, I, -I, p&#s. 0-'B.
42
 ?"ase C. :chmitt, 6as 8e#riff des politischen 3-I4, 8erlín, -O 3trad. cast.7 El concepto de
lo político, <adrid. Alian+a, --4.
43
 ?"ase C. :chmitt, 6ie endun# +um sis9riminirenden Jrie#s$e#riff 3-I04, 8erlín, -00.
44
  *ara la discusión de este aspecto de la o$ra de al+cr "ase 8. ahn, «Gumnnit@re
lnterentinon und das :el$s$estinmun#srecht der ?_l9er», *olitische ?iertel5ahrschrift, I/,-I,
p&#s. DO'D0O.
45
  <. al+er, ust and Un5ust ars. A. <oral Ar#ument itch Gistorical 2lustration 3-OO4.
Nuea Tor9, -.
 

 political force from t"e rig"ts of contemporar! men and *omen to live as
members of a "istoric communit! and to express t"eir in"erited culture t"roug"
 political forms *orked out among t"emselves(.  «%a idea de inte#ridad
comunitaria deria su fuer+a moral y política de los derechos de los hom$res y
mu5eres contempor&neos a iir como miem$ros de una comunidad histórica y
"l e)presar su cultura heredada mediante formas políticas producidas por sí
mismos»P./  al+er deria de este derecho "l la autodeterminación tam$i"n
e)cepciones del principio de no interención. :ostiene que est&n permitidas las
interenciones a4 para apoyar un moimiento de li$eración nacional que
manifiesta en el acto mismo de la resistencia la identidad de una comunidad
autónoma, y $4 para la defensa de la inte#ridad de una comunidad a#redida si
"sta sólo puede preserarse mediante una contra interención. El tercer tipo de
e)cepción tampoco lo 5ustifica al+er per se con los atentados a los derechos
humanos, sino c4 porque en los casos de esclai+ación, masacre o #enocidio
un #o$ierno criminal pria a sus propios ciudadanos de la posi$ilidad de
e)presar su forma de ida y de este modo preserar su identidad colectia.

%a interpretación comunitarista de la so$eranía popular tam$i"n


al+aprima el aspecto de la so$eranía e)terior de modo que la cuestión de la
le#itimidad del orden interno pasa a se#undo t"rmino. El quid de la refle)ión de
al+er se cifra en que una interención humanitaria contra los atentados a los
derechos humanos por un r"#imen dictatorial es 5ustifica$le sólo si los mismos
ciudadanos afectados se ponen en armas contra la represión política y por
medio de un acto de re$elión reconoci$le demuestran que el #o$ierno est& en
contra de las erdaderas aspiraciones del pue$lo y amena+a la inte#ridad de la
comunidad. :e#Fn esto la le#itimidad de un orden se me+cla en primera línea
con el acuerdo entre la dirección política y la forma de ida cultural constitutia
para la identidad del pue$lo7 '-. state is legitimate or not, depending upon t"e
'fit( of government and communit!, t"at is, t"e degree to *"ic" t"e
government actuall! represents t"e political life of its people. %"en it doesnt do
t"at, t"e people "ave a rig"t to rebelo /ut if t"e! are free to rebel t"en t"e! are
also free not to rebel #...$ because t"e! still believe t"e government to be
tolerable, or t"e! are accustomed to it, or t"e! are personall! lo!al to its
leaders. #...$ -n!one can make suc" arguments, but onl! subjects or citi0ens
can act on t"em( « Un Estado est& le#itimado o no en función del «a5uste»
entre #o$ierno y comunidad, esto es, del #rado en que el #o$ierno represente
de hecho la ida política de su pue$lo. Cuando eso no es así, el pue$lo tiene
derecho a re$elarse. *ero si son li$res para re$elarse entonces tam$i"n son
li$res para no re$elarse 3...4 porque todaía creen que el #o$ierno es tolera$le,
o est&n acostum$rados a "l, o son personalmente leales a sus líderes. 3...4
Cualquiera puede dar seme5antes ar#umentos, pero sólo los sF$ditos o
ciudadanos pueden actuar al respecto»P. /O

%os críticos de al+er parten de otra comprensión de la


autodeterminación democr&tica7 se resisten a reducir, dado el caso, el aspecto
de la so$eranía interna al punto de ista del mantenimiento efectio de la pa+ y
el orden. :e#Fn esta interpretación, la herencia cultural comFn no es el punto
46
 <. al+er, «he moral :tandin# of :tandin# of :tates», *hilosophy and *u$lic Affairs, ,
-0B, p&#s. B'. aquí --.
47
 <. al+er 3-0B4, -/.
 

de ancla5e para 5u+#ar la le#itimidad del orden interno, sino la reali+ación de los
derechos ciiles7 '"e mere fact t"at t"e multitude s"ares some form of
common life & common traditions, customs, interests, "istor!, institutions and
boundaries& is not sufficient to generate a genuine, independent, legitimate
 political communit!( « El mero hecho de que la multitud comparta al#una
forma de ida comFn 'tradiciones, costum$res, intereses, historia, instituciones
y fronteras' no es suficiente para #enerar una comunidad política #enuina,
independiente y le#ítima»P. /0  %os críticos discuten el principio de no
interención y se muestran a faor, en la medida de lo posi$le, de una
e)tensión de la protección internacional de los derechos humanos. El hecho de
que un Estado resulte ile#ítimo se#Fn el $aremo del Estado de derecho
democr&tico no es, desde lue#o, nin#una condición suficiente, para una
interención en sus asuntos internos. 6e otro modo la asam$lea #eneral de las
Naciones Unidas de$ería tener una composición totalmente distinta. al+er
o$sera con ra+ón que, desde el punto de ista moral, cualquier decisión de
actuar por los ciudadanos de otro país es precaria. %as propuestas de una
casuística de la interención /  consideran tam$i"n los límites y los #raes
peli#ros con los que topa una política de los derechos humanos. DB  %as
resoluciones y estrate#ias de la or#ani+ación mundial, ante toda la interención
de las potencias, que desde -0 se han producido por mandato de las
Naciones Unidas seHalan, empero, la dirección en la que pro#resiamente el
derecho internacional se ha transformado en derecho cosmopolita. D- 

%a política y el desarrollo del derecho reaccionan con ello a una


situación que ha cam$iado o$5etiamente. %a nuea cate#oría y el orden de
importaciones de aquella criminalidad que se e)tendió a la som$ra de la
:e#unda ;uerra <undial, tecnoló#icamente sin fronteras e ideoló#icamente
li$re de inhi$iciones, conierte la cl&sica presunción de inocencia de los su5etos
so$eranos del derecho internacional en pura $urla. Una política para la pa+ que
mire al futuro e)i#e tener en cuenta la comple5idad social y política de las
causas de la #uerra. En el orden del día se encuentran estrate#ias que 'li$res
de iolencia se#Fn las posi$ilidades' tienen efecto en la situación interna de
Estados formalmente so$eranos con el o$5etio de fomentar una economía
autosostenida y condiciones sociales soporta$les, una participación
democr&tica i#ualitaria, el Estado de derecho y una cultura de la tolerancia.
ales interenciones en faor de una democrati+ación del orden interno son,
sin em$ar#o, incompati$les con una comprensión de la autodeterminación
democr&tica que fundamenta el derecho a la independencia nacional por la
autorreali+ación colectia de una forma de ida cultural.

V. ¿SÓLO UNA EUROPA DE LAS PATRIAS?

 A la ista de las coacciones e imperatios del mercado mundial y a la


ista de la planetaria densificación de la comunicación y del tr&fico, la
48
 ;. 6oppelt, «al+er`s heory of <orality in 2nternational Relations», *hilosophy and *u$lic
 Affairs, 0, -O0, p&#s. I'D, aquí -.
49
 ?"ase J. (. :en#haas, ohin drifter die eltZ, !rancfort, -//, p&#.-0D.
50
 ?"ase J. (. Nass, «;ren+en und ;efahren humanet@ren 2nterentionen», Europa'Archi, -B,
-I, p&#s. O'00.
51
 ?"ase Ch. ;reenood, «;i$a es cin Recht auf humanit@ren interentionZ», Europa'Archi,
I, -I, p&#s. I'-B.
 

so$eranía e)terior de los Estados, sea como quiera que se fundamente se ha


conertido de todos modos actualmente en un anacronismo. am$i"n por lo
que respecta a aquellos peli#ros #lo$ales crecientes que a sus espaldas han
unido a las naciones del mundo hace ya lar#o tiempo en una inoluntaria
comunidad de ries#o, sur#e la necesidad pr&ctica de crear or#ani+aciones
capaces de acción política en un plano supranacional. En primer lu#ar, faltan
los actores colectios que impulsen una política interior mundial y puedan tener
la fuer+a de ponerse de acuerdo acerca de las condiciones marco, los
mecanismos y procedimientos e)i#i$les. Así coaccionados, los Estados
nacionales se inte#ran entre tanto en unidades mayores. Como se muestra en
el e5emplo de la Unión Europea aparecen en tales procesos peli#rosos acíos
de le#itimación. Con nueas or#ani+aciones, m&s ale5adas todaía de la $ases,
como la $urocracia de 8ruselas, crece la distancia entre las administraciones
que se pro#raman a sí mismas y las redes sist"micas, de un lado, y los
procesos democr&ticos, de otro. En las impotentes reacciones defensias a
este desafío se muestra de nueo, a su e+, la inadecuación de una
concepción sustancialista de la so$eranía popular.

%a sentencia del tri$unal constitucional so$re el ralado de <aastrícht


confirma ciertamente en su resultado la preista ampliación de tareas de la
Unión Europea, sin em$ar#o parte en la fundamentación de la sentencia de
que el principio de democracia se «aciaría» de un modo intolera$le si el
e5ercicio de las competencias del Estado no se remitiera a un pue$lo estatal
«relatiamente homo#"neo», El senado, que se refiere a Germann Geller 3en
lu#ar de a Carl :chmitt4 quiere eitar a$iertamente el concepto etnonacional de
pue$lo, No o$stante, es de la idea de que el poder del Estado
democr&ticamente le#itimado tiene que emanar de un pue$lo que en la
formación política de la oluntad articule suficientemente su «identidad
nacional» dada prepolítica y e)tra5uridicamente. *ara que pueda desarrollarse
un proceso democr&tico, el pue$lo estatal tendría que tener la posi$ilidad «de
dar e)presión 5urídica a lo que 'de modo relatiamente homo#"neos' le une
espiritual, social y políticamente». D 

Como consecuencia de esta suposición $&sica el tri$unal e)pone por


qu" el tratado de <aastricht no funda nin#Fn Estado federal europeo en el que
la RepF$lica !ederal se desane+ca como parte y que se apropie del lu#ar de
un su5eto de derecho internacional 3con el derecho a una política de 5usticia,
interior y e)terior independiente y al mantenimiento de fuer+as militares
propias4.DI  En lo esencial, la ar#umentación del senado apunta a la
compro$ación de que el ratado de la Unión no funda nin#una competencia de
nin#Fn su5eto de derecho supranacional autónomo 3a e5emplo de los Estados
Unidos de Am"rica4, %a «unión de Estados» D/ se de$e a los «plenos poderes
de Estados que si#uen siendo so$eranos»> «El tratado de la Unión contempla
52
 :entencia de S :enado del del ri$unal Constitucional 3alem&n4 de - de octu$re de -I '
 8R -I/[, Europ@ische ;rundrechte ^eitschrifi 3Eu;R^4 -I, p&#s, /'//O, aquí /I0.
53
 ?"ase 6, <ursiec9, «<aastricht und der *ouoir Constituant», 6er :ataat, -I, p&#s, --'
-B.
54
 *ara esta formación de conceptos a la $a5a "ase G.*. 2psen, «^ehl ;lossen +um <aastricht'
Urteil», Europarecht, , -/,B7 «En la introducción del concepto de MUnión de Estados1 3la
sentencia4 emplea una terminolo#ía inadecuada en ra+ón de su tinte económico't"cnico. 2#nora
inFtilmente las len#uas de la comunidad y otros Estados miem$ros».
 

la independencia y so$eranía de los Estados miem$ros en la medida en que la


Unión est& o$li#ada al respeto de la identidad nacional de sus Estados
miem$ros». DD !ormulaciones como "sta delatan las limitaciones conceptuales
que el concepto sustancialista de so$eranía popular plantea al traspaso de
derechos de so$eranía a unidades supranacionales. Adem&s empu5an a
conclusiones sorprendentes que no est&n en consonancia con anteriores
resoluciones del tri$unal acerca de la prioridad del derecho comunitario. D  No
se equioca mucho quien en el tenor de la fundamentación de la sentencia
reconoce una cierta coincidencia con la conclusión que Germann %Q$$e saca
de su filípica contra los «Estados Unidos de Europa»> dichos Estados «no
e)istir&n», como se dice en el su$título arro#antemente7 «%a le#itimidad de la
futura Unión Europea 3...4 descansa en los intereses 5urídicamente i#uales de
sus países miem$ros, pero no en la oluntad autodeterminada de un pue$lo
europeo. El pue$lo europeo es políticamente ine)istente y, aun cuando no hay
nin#una ra+ón para decir que sería impensa$le una e)periencia de la
pertenencia comFn de los europeos an&lo#a a la de un pue$lo, no se dan
actualmente en modo al#uno las circunstancias reconoci$les en las cuales
podría formarse una oluntad popular europea fundadora de le#itimidad». DO 
!rente a esta posición puede seHalarse aquella e)periencia histórica decisia
que de todos modos une a los pue$los europeos. %os europeos, a sa$er, han
aprendido en las cat&strofes de dos #uerras mundiales que tienen que superar
aquellas mentalidades en las que enraí+an los mecanismos nacionalistas de
e)clusión. Y*or qu" ra+ón no de$ería crecer de ahí la conciencia de una
pertenencia político'cultural comFn 'aunque sea del amplio trasfondo de
tradiciones compartidas que han alcan+ado si#nificación en la historia
uniersal, así como so$re la $ase de un ple)o de intereses y una densidad
comunicatia sur#ida a lo lar#o de d"cadas de Comunidad Económica
Europea'Z El eroescepticismo de %Q$$e se alimenta manifiestamente de la
construida e)i#encia de una pertenencia comFn «an&lo#a al pue$lo». *ero el
«pue$lo homo#"neo» que se eidencia renoadamente como $arrera para el
pensamiento es una falsa analo#ía.

%a historia rica en conflictos de la formación poscolonial de Estados en


 Asia y, so$re todo, en =frica no es nin#Fn contrae5emplo conincente. Cuando
se «car#ó» a las anti#uas colonias con la independencia por la renuncia de las
potencias coloniales, el pro$lema consistió en que estos territorios creados
artificialmente e)i#ieron so$eranía e)terior sin disponer inmediatamente de un
poder estatal efectio. En muchos casos, tras la marcha de las
administraciones coloniales, los nueos #o$iernos pudieron afirmar su
so$eranía hacia el interior sólo con esfuer+os. Esta condición no se podía
cumplir con «estatalidad», l"ase represión7  '"e problem *as ever!*"ere to
1fill in2 read! made states *it" national content. "is poses t"e interesting
question, *"! postcolonial states "ad to be nations #...$ 3ation&building as
development means t"e extension oran cative sense of members"ip to t"e
entire populace, t"e secure acceptance of state&aut"orit!, t"e redistribution of

55
 Eu;R^, -I, p&#, /I.
 ?"ase . A. !roein, «6as <aastricht'Urteil und die ;ren+en der ?erfassun#s'
56

#erischts$ar9eit», ^eitschrift fQr ausl@ndisches _ffentlisches Recht und ?_l9errecht, -/, p&#s.
-'-.
 G. %Q$$e 3-/4, -BB.
57
 

resources to furt"er t"e equalit! of members, and t"e extensión of effective


state operation to t"e perip"er!( « El pro$lema fue en todas partes Mllenar1
Estados prefa$ricados con contenido nacional. Esto planeta la interesante
cuestión de por qu" los Estados poscoloniales tenían que ser naciones 3...4 %a
construcción de naciones como desarrollo si#nifica la e)tensión de un sentido
actio de pertenencia entre el pue$lo, la se#ura aceptación de la autoridad del
Estado, la redistri$ución de los recursos para fomentar la i#ualdad de los
miem$ros y la e)tensión de la operación efectia del Estado hacia la
periferia»P.D0  %os permanentes conflictos tri$ales en Estados poscoloniales
formalmente independientes recuerdan que las naciones sur#en sólo cuando
han de5ado atr&s el difícil camino que llea de las comunidades "tnicamente
fundadas entre indiiduos que se conocen hasta una solidaridad 5urídicamente
mediada entre ciudadanos que son e)traHos entre sí. En occidente, esta
formación de Estados nacionales, no por fusión de etnias y re#iones sino
entrecru+ada, se ha prolon#ado por m&s de un si#lo.

*recisamente en el e5emplo de este proceso de inte#ración se puede


aprender en qu" han consistido realmente los requisitos funcionales para una
formación democr&tica de la oluntad7 en los circuitos comunicatios en una
esfera pF$lica política desarrollada so$re la $ase de asociaciones ciiles y
so$re el medio de la prensa de masas. Así pueden alcan+ar releancia los
mismos temas al mismo tiempo para un mismo pF$lico numeroso y anónimo y,
salando #randes distancias, estimular a los ciudadanos a que realicen
contri$uciones espont&neas. 6e este modo sur#en opiniones pF$licas que
a#aillan los temas y tomas de posturas en ma#nitudes de influencia política.
%a analo#ía correcta est& a mano7 el pró)imo impulso a la inte#ración sociaP
posnacional no depende del su$strato de un «pue$lo europeo», sino de la red
comunicatia de una esfera pF$lica política de amplitud europea insita en una
cultura política comFn, soporte de una sociedad ciil con #rupos de inter"s,
or#ani+aciones no estatales, iniciatias y moimientos ciudadanos, y asumida
por foros en los que los partidos políticos pueden referirse inmediatamente a
las decisiones de las instituciones europeas, m&s all& de las a#rupaciones
fraccionales, para conertirse en un sistema de partidos europeos. D

58
 Ch. opp9e. Nation'8uildin# after orld ar o 3European Uniersity 2nstitute, !lorencia4,
-D. p&#. -B.
59
 En un punto el ri$unal Constitucional 3alem&n4 ha reali+ado incluso en la fundamentación de
su sentencia so$re <aastricht la si#uiente interpretación7 «%a democracia... depende de la
e)istencia de determinados presupuestos pre5urídicos como una confrontación li$re e
independiente entre fuer+as sociales, intereses e ideas que se entrecru+an, en la que se
clarifican y transforman tam$i"n los o$5etios políticos y que preforman la oluntad política de
una opinión pF$lica... *artidos, a#rupaciones, prensa y radioteleisión son tanto medio como
factor de este proceso de mediación por el que puede formarse en Europa una opinión
pF$lica». Eu;R^ -I, p&#s. /IO y si#s. %a o$seración que si#ue acerca del fomento de una
len#ua comFn pretende esta$lecer un puente entre esta comprensión de la democracia en
t"rminos de la teoría de la comunicación y el pue$lo estatal que hasta ahora fuera considerado
como una necesidad.

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