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1.2 Los Caminos para La Libertad
1.2 Los Caminos para La Libertad
1.2 Los Caminos para La Libertad
Los caminos para la libertad
Savater (2000) en su libro Los caminos para la libertad aborda el tema de la ética y la ciudadanía
de manera muy especial. Para él la ciudadanía surge cuando el hombre agranda su visión social,
cuando deja de pensar solamente en su familia o tribu y se da cuenta de la necesidad de convivir
con otros individuos, aquellos que participan de la vida comunitaria.
Los primeros ciudadanos se percatan de que comparten espacios públicos, lugares comunes tanto
de trabajo como de esparcimiento, pero también se reconocen unos a otros como diferentes
(individuos) y como iguales (ciudadanos), por tanto el sentimiento de interdependencia crea la
convivencia y las identidades. Para convivir en armonía se requieren acuerdos comunes mínimos
que garanticen las mismas oportunidades para todos.
Hoy en día no son raras las exclamaciones sobre políticos, banqueros, líderes sindicales, donde lo
que les hace falta es el sentido de la ética; en el fondo las quejas son sobre su comportamiento
desleal hacia la ciudadanía, la sociedad y en ocasiones hasta contra su propia familia. Resalta la
idea del individualismo y la búsqueda del beneficio personal a costa de quien sea y como sea.
La ética en sentido fuerte y significativo es la reflexión que cada uno debe de hacer sobre su propia
libertad, bajo la reflexión de que ella se encuentra limitada por la libertad del otro. Además implica
responsabilidad: para ser considerado como sujeto con derechos, debo aceptar las obligaciones
que esto conlleva.
©UVEG. Derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida, modificada, distribuida, ni transmitida, parcial o totalmente, mediante cualquier medio, método o
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escrito de la Universidad Virtual del Estado de Guanajuato.
Por tal motivo la ética que se ocupa del sentido de libertad del individuo, también está ligada con la
visión ciudadana, lugar donde confluye la diversidad de los sujetos que viven en sociedad. Lo
característico del ciudadano sería su capacidad para poner en común su forma de ser, su forma de
pensar en los demás. No puede haber ciudadanos aislados, el sujeto debe ser capaz de expresar
su sentir, sus deseos y anhelos, pero también debe tener la capacidad de escuchar el sentir de los
demás que es tan válido como el suyo.
Para poder entenderse entre ciudadanos y ejercer su libertad es necesario acatar ciertas reglas y
principios de carácter conceptual y procedimental, de eso es precisamente de lo que se encarga la
ética, de normar la conducta de los individuos, de tomar conciencia de sus actos y de velar por el
bien común de la sociedad.
El ser humano está inserto en un mundo que no es perfecto y para la buena convivencia con sus
semejantes se requiere de reglas mínimas de convivencia. Por tal motivo, para generar armonía, es
necesario que el ser humano se prepare en el campo de la ética. La ética sería entonces una
disciplina encargada de normar el comportamiento humano, no de las cosas ni de los animales,
sino del hombre y su conducta.
Un asunto que no se puede dejar de lado es que la ética no es impositiva, por lo que nadie puede
decir a otros qué es ético y que éstos lo acepten sin cuestionar. Esto significa que la ética no es
dogmática, no puede ser impuesta por la fuerza, debe ser el resultado de una convicción. Si tengo
la capacidad de razonar y reflexionar, por eso tengo la libertad de elegir y de determinar lo bueno,
lo justo, lo digno y lo esencial.
Se debe actuar conforme a lo que se considera bueno, tanto para uno como ser individual como
para los demás. Lo que no es ético es que se piense nada más en el beneficio propio.
Un ejemplo muy claro para explicar este asunto es pensar en lo que se conoce como la
«compasión», la cual significa padecer con el otro, en sus mismas circunstancias y con sus mismos
pesares. En el fondo se refiere a sufrir y sentir lo mismo que el prójimo, con la intención de ayudarlo
a salir lo antes posible de la situación adversa. Bajo esta idea, sería ridículo hablar de ciudadanía
sin considerar la compasión, la conciencia colectiva y el bienestar común.
Para concluir: es preciso decir que cuando se habla de la ética no hay leyes de obediencia. Sin
embargo hay espacios de reflexión, de crítica, de compartir experiencias, deberes, obligaciones y
libertades. Todo esto en plena convivencia con los demás y enarbolando los mismos derechos,
aquellos que deben defenderse para conformar caminos hacia la libertad.
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