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Lo llamaban el 

“Carnicero de Rostov” y vino al mundo en octubre de 1936,


una época estalinista, un símbolo del poder absoluto del líder que eliminó a
millones de personas durante su régimen de terror, entre 1922 y 1953.

Eran momentos en que la guerra dejaba enormes secuelas y morían millones


de personas. En la vida de Chikatilo hubo una imagen que lo marcó para
siempre. En esa escena aparecen un montón de cadáveres apilados en
Yablochnoye (Ucrania), su pequeña localidad natal. Ahí comenzó su deseo
de asesinar.Tenía un carácter introvertido y era muy temeroso, incluso en el
colegio, sus compañeros le hacían bullying por no ver bien. El les respondía
con una actitud pasiva, algo que asustaba a sus compañeros, los mismos
que lo insultaban y le pegaban constantemente hasta dejarlo tirado en el
piso.
¿Ese acoso sufrido marcó su identidad? Algunos testimonios reconocen
que fueron ellos mismos quienes alimentaron una especie de demonio que
fue imposible de domesticar. En la adolescencia, Chikatilo comenzó a tener
dificultades serias para mantener relaciones sexuales. Un hecho que
comenzó a hacerse público en la localidad donde vivía. El propio asesino
confesó cuando reconoció sus crímenes que tenía la maldición de ser
impotente.
A pesar de sus dificultades para mantener relaciones, Chikatilo tuvo dos
hijos con su esposa Theodesia. Durante su matrimonio se mostró como un
hombre trabajador, educado, tranquilo, y sobre todo, muy cariñoso. Jamás
discutió con su mujer ni con sus hijos. Chikatilo vivía con total discreción y
austeridad.

El sexo, su mayor frustración

Obtuvo diplomas de Literatura Rusa, ingeniería y también un título en


Marxismo Leninismo. Su atracción por los menores de edad, aumentó con el
paso de los años. Sin embargo, el colegio fue de nuevo el centro de las
burlas. Cuando trabajó como profesor, sus estudiantes lo desobedecían y no
respondían a sus consignas.
En el invierno de 1978, cometió los primeros crímenes. La cadena de
asesinatos empezó con una chica de nueve años a la que Chikatilo
convenció para que le acompañase a una cabaña en las afueras de la ciudad.
La chica accedió sin dudar, y una vez dentro, empezó a desnudarla
salvajemente. Durante el forcejeo, la chica se lastimó un brazo. Al ver la
sangre, Chikatilo tuvo una erección. La excitación lo sorprendió y provocó
en él un deseo brutal de matar. Agarró un cuchillo y con cada puñalada
sintió que podía llegar al orgasmo.El placer de matar

Chikatilo se construyó a sí mismo con el dolor ajeno, ese que le permitió


llegar a su propio placer. Chikatilo abandonó el cuerpo de la chica cerca de
un río. Dos días después de su desaparición, la policía encontró el cadáver
completamente mutilado y sin ojos. Nadie pensó en ese momento que el
crimen lo había planificado un maestro de escuela. A pesar de la falta de
pruebas, inculparon a otro conocido agresor sexual llamado Alexander
Kravchenko.
Cansado de no llamar la atención de sus estudiantes, Chikatilo decidió dejar
la enseñanza para dedicarse por completo a trabajar en una fábrica. Su
nuevo puesto laboral le exigía viajar mucho, algo que le apasionaba.

Los 53 asesinatos que cometió

El segundo crimen lo cometió el 3 de septiembre de 1981. La víctima era una


chica de 17 años con la que quiso mantener relaciones sexuales. Su
impotencia se lo impedía. Él enloqueció y realizó un feroz ritual. La
estranguló hasta matarla y se masturbó hasta eyacular sobre su cadáver.
Después decidió morder su garganta, sacó un cuchillo y la apuñaló. Pero ahí
no terminó todo. Más tarde, le cortó los senos y se comió los pezones. Antes
de retirarse, dejó su sello de todos los asesinatos al arrancarle los ojos.
En 1981 asesinó a cuatro personas más. Pero ahora le llegó el turno de
experimentar la primera víctima masculina, un chico llamado Oleg, de 9
años. De ese chico jamás se pudo encontrar su cuerpo. Años más tarde, se
supo que cuando interrogaron a Chikatilo, reconoció el crimen y confesó
que le había arrancado los genitales.¿Cómo hizo Chikatilo para continuar
con su vida y no despertar sospechas? Una de las hipótesis es que dejaba
un tiempo prudencial entre crimen y crimen. Sin embargo, en los años
siguientes, fueron 53 personas las que mató. ¿Cómo lo planificaba? De
manera muy cuidadosa y sigilosamente, seleccionaba a sus víctimas en las
estaciones de trenes y autobuses de la localidad de Rostov, lo que le dio
identidad a su apodo: el “Carnicero de Rostov”.
Se trataba principalmente de niños y jóvenes que se habían escapado de
casa o que tenían algún problema de retraso mental. Su ambición desmedida
de matar estaba intacta. La policía jamás pudo encontrar todos los
cadáveres, pero los que localizó presentaban signos de violencia extrema,
violación, cuchilladas, amputación de genitales y mutilación de los ojos.

Policiales

Evergreen

Historias Reales

EVERGREEN

Andréi Chikatilo, el profesor asesino que se comía a sus víctimas y mantuvo


en vilo a un país

Disfrutaba de planear cada muerte de sus víctimas. Lo buscó un país y se


construyó a sí mismo con el dolor ajeno. Lo declararon culpable de 53
asesinatos y fue condenado a la pena de muerte.

23 de septiembre de 2021 - 13:31



Disfrutar del dolor ajeno. Esas cuatro palabras hacen el mejor resumen de la
historia de Andréi Chikatilo, el hombre que durante casi veinte años se
convirtió en el peor asesino de la ya inexistente Unión Soviética.

Leé tambiénLa vida macabra de Raúl Barón Biza: el hombre que nadie quería
tener cerca
Lo llamaban el “Carnicero de Rostov” y vino al mundo en octubre de 1936,
una época estalinista, un símbolo del poder absoluto del líder que eliminó a
millones de personas durante su régimen de terror, entre 1922 y 1953.

Eran momentos en que la guerra dejaba enormes secuelas y morían millones


de personas. En la vida de Chikatilo hubo una imagen que lo marcó para
siempre. En esa escena aparecen un montón de cadáveres apilados en
Yablochnoye (Ucrania), su pequeña localidad natal. Ahí comenzó su deseo
de asesinar.



En la adolescencia, comenzó a tener dificultades para mantener relaciones


sexuales. Durante el juicio confesó que tenía la maldición de ser impotente.

Tenía un carácter introvertido y era muy temeroso, incluso en el colegio, sus


compañeros le hacían bullying por no ver bien. El les respondía con una
actitud pasiva, algo que asustaba a sus compañeros, los mismos que lo
insultaban y le pegaban constantemente hasta dejarlo tirado en el piso.
¿Ese acoso sufrido marcó su identidad? Algunos testimonios reconocen
que fueron ellos mismos quienes alimentaron una especie de demonio que
fue imposible de domesticar. En la adolescencia, Chikatilo comenzó a tener
dificultades serias para mantener relaciones sexuales. Un hecho que
comenzó a hacerse público en la localidad donde vivía. El propio asesino
confesó cuando reconoció sus crímenes que tenía la maldición de ser
impotente.



Tuvo dos hijos con su esposa Theodesia

A pesar de sus dificultades para mantener relaciones, Chikatilo tuvo dos


hijos con su esposa Theodesia. Durante su matrimonio se mostró como un
hombre trabajador, educado, tranquilo, y sobre todo, muy cariñoso. Jamás
discutió con su mujer ni con sus hijos. Chikatilo vivía con total discreción y
austeridad.

El sexo, su mayor frustración

Obtuvo diplomas de Literatura Rusa, ingeniería y también un título en


Marxismo Leninismo. Su atracción por los menores de edad, aumentó con el
paso de los años. Sin embargo, el colegio fue de nuevo el centro de las
burlas. Cuando trabajó como profesor, sus estudiantes lo desobedecían y no
respondían a sus consignas.
En el invierno de 1978, cometió los primeros crímenes. La cadena de
asesinatos empezó con una chica de nueve años a la que Chikatilo
convenció para que le acompañase a una cabaña en las afueras de la ciudad.
La chica accedió sin dudar, y una vez dentro, empezó a desnudarla
salvajemente. Durante el forcejeo, la chica se lastimó un brazo. Al ver la
sangre, Chikatilo tuvo una erección. La excitación lo sorprendió y provocó
en él un deseo brutal de matar. Agarró un cuchillo y con cada puñalada
sintió que podía llegar al orgasmo.



Yelena Zakatnova, de 9 años, fue la primea víctima

El placer de matar

Chikatilo se construyó a sí mismo con el dolor ajeno, ese que le permitió


llegar a su propio placer. Chikatilo abandonó el cuerpo de la chica cerca de
un río. Dos días después de su desaparición, la policía encontró el cadáver
completamente mutilado y sin ojos. Nadie pensó en ese momento que el
crimen lo había planificado un maestro de escuela. A pesar de la falta de
pruebas, inculparon a otro conocido agresor sexual llamado Alexander
Kravchenko.
Cansado de no llamar la atención de sus estudiantes, Chikatilo decidió dejar
la enseñanza para dedicarse por completo a trabajar en una fábrica. Su
nuevo puesto laboral le exigía viajar mucho, algo que le apasionaba.
Los 53 asesinatos que cometió

El segundo crimen lo cometió el 3 de septiembre de 1981. La víctima era una


chica de 17 años con la que quiso mantener relaciones sexuales. Su
impotencia se lo impedía. Él enloqueció y realizó un feroz ritual. La
estranguló hasta matarla y se masturbó hasta eyacular sobre su cadáver.
Después decidió morder su garganta, sacó un cuchillo y la apuñaló. Pero ahí
no terminó todo. Más tarde, le cortó los senos y se comió los pezones. Antes
de retirarse, dejó su sello de todos los asesinatos al arrancarle los ojos.
En 1981 asesinó a cuatro personas más. Pero ahora le llegó el turno de
experimentar la primera víctima masculina, un chico llamado Oleg, de 9
años. De ese chico jamás se pudo encontrar su cuerpo. Años más tarde, se
supo que cuando interrogaron a Chikatilo, reconoció el crimen y confesó
que le había arrancado los genitales.



Su ambición desmedida de matar lo llevó a cometer los 53 crímenes

¿Cómo hizo Chikatilo para continuar con su vida y no despertar


sospechas? Una de las hipótesis es que dejaba un tiempo prudencial entre
crimen y crimen. Sin embargo, en los años siguientes, fueron 53 personas
las que mató. ¿Cómo lo planificaba? De manera muy cuidadosa y
sigilosamente, seleccionaba a sus víctimas en las estaciones de trenes y
autobuses de la localidad de Rostov, lo que le dio identidad a su apodo: el
“Carnicero de Rostov”.
Se trataba principalmente de niños y jóvenes que se habían escapado de
casa o que tenían algún problema de retraso mental. Su ambición desmedida
de matar estaba intacta. La policía jamás pudo encontrar todos los
cadáveres, pero los que localizó presentaban signos de violencia extrema,
violación, cuchilladas, amputación de genitales y mutilación de los ojos.

La policía interrogó a miles de sospechosos pero seguía sin encontrar al


culpable.
El día que fue arrestado

Las autoridades no tenían pruebas y de manera desesperada, comenzaron a


pedir ayuda a psicólogos y psiquiatras, quienes se encargaron de armar un
perfil del criminal. Todos los informes describían a un hombre de entre 25 y
50 años, con claras muestras de disfunción sexual, según se desprendía de
las mutilaciones a que sometía a sus víctimas, y sin ningún tipo de
enfermedad mental y esquizofrenia, dado toda su planificación en los
asesinatos.
Los oficiales continuaron con las pesquisas, aunque todo era incertidumbre
para ellos, ya que llegaron a tener más de 25.000 sospechosos. Y Chikatilo
no figuraba entre ellos.
Mientras tanto, él seguía con su deseo de seguir matando. Hasta que un día
lo detuvieron por proponerle sexo oral a una chica. Y aquello empezó a
desencadenar en que la policía tomara sus pertenencias. Allí encontraron un
recipiente lleno de vaselina, un cuchillo de cocina, una cuerda y una toalla.
Todo indicaba que habían dado con el “Carnicero de Rostov”, pero su
sangre no se correspondía con la hallada en las escenas de los crímenes.

Policiales

Evergreen

Historias Reales

EVERGREEN

Andréi Chikatilo, el profesor asesino que se comía a sus víctimas y mantuvo


en vilo a un país

Disfrutaba de planear cada muerte de sus víctimas. Lo buscó un país y se


construyó a sí mismo con el dolor ajeno. Lo declararon culpable de 53
asesinatos y fue condenado a la pena de muerte.
23 de septiembre de 2021 - 13:31



Disfrutar del dolor ajeno. Esas cuatro palabras hacen el mejor resumen de la
historia de Andréi Chikatilo, el hombre que durante casi veinte años se
convirtió en el peor asesino de la ya inexistente Unión Soviética.

Leé tambiénLa vida macabra de Raúl Barón Biza: el hombre que nadie quería
tener cerca

Lo llamaban el “Carnicero de Rostov” y vino al mundo en octubre de 1936,


una época estalinista, un símbolo del poder absoluto del líder que eliminó a
millones de personas durante su régimen de terror, entre 1922 y 1953.

Eran momentos en que la guerra dejaba enormes secuelas y morían millones


de personas. En la vida de Chikatilo hubo una imagen que lo marcó para
siempre. En esa escena aparecen un montón de cadáveres apilados en
Yablochnoye (Ucrania), su pequeña localidad natal. Ahí comenzó su deseo
de asesinar.



En la adolescencia, comenzó a tener dificultades para mantener relaciones


sexuales. Durante el juicio confesó que tenía la maldición de ser impotente.

Tenía un carácter introvertido y era muy temeroso, incluso en el colegio, sus


compañeros le hacían bullying por no ver bien. El les respondía con una
actitud pasiva, algo que asustaba a sus compañeros, los mismos que lo
insultaban y le pegaban constantemente hasta dejarlo tirado en el piso.
¿Ese acoso sufrido marcó su identidad? Algunos testimonios reconocen
que fueron ellos mismos quienes alimentaron una especie de demonio que
fue imposible de domesticar. En la adolescencia, Chikatilo comenzó a tener
dificultades serias para mantener relaciones sexuales. Un hecho que
comenzó a hacerse público en la localidad donde vivía. El propio asesino
confesó cuando reconoció sus crímenes que tenía la maldición de ser
impotente.



Tuvo dos hijos con su esposa Theodesia

A pesar de sus dificultades para mantener relaciones, Chikatilo tuvo dos


hijos con su esposa Theodesia. Durante su matrimonio se mostró como un
hombre trabajador, educado, tranquilo, y sobre todo, muy cariñoso. Jamás
discutió con su mujer ni con sus hijos. Chikatilo vivía con total discreción y
austeridad.

El sexo, su mayor frustración

Obtuvo diplomas de Literatura Rusa, ingeniería y también un título en


Marxismo Leninismo. Su atracción por los menores de edad, aumentó con el
paso de los años. Sin embargo, el colegio fue de nuevo el centro de las
burlas. Cuando trabajó como profesor, sus estudiantes lo desobedecían y no
respondían a sus consignas.
En el invierno de 1978, cometió los primeros crímenes. La cadena de
asesinatos empezó con una chica de nueve años a la que Chikatilo
convenció para que le acompañase a una cabaña en las afueras de la ciudad.
La chica accedió sin dudar, y una vez dentro, empezó a desnudarla
salvajemente. Durante el forcejeo, la chica se lastimó un brazo. Al ver la
sangre, Chikatilo tuvo una erección. La excitación lo sorprendió y provocó
en él un deseo brutal de matar. Agarró un cuchillo y con cada puñalada
sintió que podía llegar al orgasmo.



Yelena Zakatnova, de 9 años, fue la primea víctima


El placer de matar

Chikatilo se construyó a sí mismo con el dolor ajeno, ese que le permitió


llegar a su propio placer. Chikatilo abandonó el cuerpo de la chica cerca de
un río. Dos días después de su desaparición, la policía encontró el cadáver
completamente mutilado y sin ojos. Nadie pensó en ese momento que el
crimen lo había planificado un maestro de escuela. A pesar de la falta de
pruebas, inculparon a otro conocido agresor sexual llamado Alexander
Kravchenko.
Cansado de no llamar la atención de sus estudiantes, Chikatilo decidió dejar
la enseñanza para dedicarse por completo a trabajar en una fábrica. Su
nuevo puesto laboral le exigía viajar mucho, algo que le apasionaba.

Los 53 asesinatos que cometió

El segundo crimen lo cometió el 3 de septiembre de 1981. La víctima era una


chica de 17 años con la que quiso mantener relaciones sexuales. Su
impotencia se lo impedía. Él enloqueció y realizó un feroz ritual. La
estranguló hasta matarla y se masturbó hasta eyacular sobre su cadáver.
Después decidió morder su garganta, sacó un cuchillo y la apuñaló. Pero ahí
no terminó todo. Más tarde, le cortó los senos y se comió los pezones. Antes
de retirarse, dejó su sello de todos los asesinatos al arrancarle los ojos.
En 1981 asesinó a cuatro personas más. Pero ahora le llegó el turno de
experimentar la primera víctima masculina, un chico llamado Oleg, de 9
años. De ese chico jamás se pudo encontrar su cuerpo. Años más tarde, se
supo que cuando interrogaron a Chikatilo, reconoció el crimen y confesó
que le había arrancado los genitales.



Su ambición desmedida de matar lo llevó a cometer los 53 crímenes

¿Cómo hizo Chikatilo para continuar con su vida y no despertar


sospechas? Una de las hipótesis es que dejaba un tiempo prudencial entre
crimen y crimen. Sin embargo, en los años siguientes, fueron 53 personas
las que mató. ¿Cómo lo planificaba? De manera muy cuidadosa y
sigilosamente, seleccionaba a sus víctimas en las estaciones de trenes y
autobuses de la localidad de Rostov, lo que le dio identidad a su apodo: el
“Carnicero de Rostov”.
Se trataba principalmente de niños y jóvenes que se habían escapado de
casa o que tenían algún problema de retraso mental. Su ambición desmedida
de matar estaba intacta. La policía jamás pudo encontrar todos los
cadáveres, pero los que localizó presentaban signos de violencia extrema,
violación, cuchilladas, amputación de genitales y mutilación de los ojos.

La policía interrogó a miles de sospechosos pero seguía sin encontrar al


culpable.

El día que fue arrestado

Las autoridades no tenían pruebas y de manera desesperada, comenzaron a


pedir ayuda a psicólogos y psiquiatras, quienes se encargaron de armar un
perfil del criminal. Todos los informes describían a un hombre de entre 25 y
50 años, con claras muestras de disfunción sexual, según se desprendía de
las mutilaciones a que sometía a sus víctimas, y sin ningún tipo de
enfermedad mental y esquizofrenia, dado toda su planificación en los
asesinatos.
Los oficiales continuaron con las pesquisas, aunque todo era incertidumbre
para ellos, ya que llegaron a tener más de 25.000 sospechosos. Y Chikatilo
no figuraba entre ellos.
Mientras tanto, él seguía con su deseo de seguir matando. Hasta que un día
lo detuvieron por proponerle sexo oral a una chica. Y aquello empezó a
desencadenar en que la policía tomara sus pertenencias. Allí encontraron un
recipiente lleno de vaselina, un cuchillo de cocina, una cuerda y una toalla.
Todo indicaba que habían dado con el “Carnicero de Rostov”, pero su
sangre no se correspondía con la hallada en las escenas de los crímenes.

Mientras se hacía el juicio, estuvo encerrado en una pequeña jaula de hierro


para evitar la furia de los familiares de sus víctimas
El grupo sanguíneo de Chikatilo era el A y, el del asesino, el AB. De acuerdo
con investigaciones posteriores, se supo que el asesino tenía un grupo
sanguíneo diferente en sangre y semen, algo inusual pero que puede ocurrir
en un reducido porcentaje de personas. Le dejaron en libertad aunque volvió
a ser encarcelado durante tres meses por abusos a menores.
Estuvo un año sin matar hasta que en 1985 volvió a hacerlo. Y con esa
actividad continuó hasta que el 5 de noviembre de 1990, fecha en la que
asesinó a su última víctima en la localidad de Leskhoz. Ese día, 600
personas llegaron a formar parte del operativo para la busca y captura de
Chikatilo.
Dos semanas después, Chikatilo fue arrestado en la estación de Leskhoz.
Uno de los efectivos se dio cuenta que tenía un dedo vendado y que su
camisa y su mejilla estaban manchadas de sangre.

El día que lo confesó todo

Hacerlo hablar no fue nada fácil, tardaron más de 10 horas para conseguir lo
que parecía imposible. Fueron muchos interrogatorios. Tras múltiples
intentos, optaron por utilizar a un psiquiatra. Y ahí el resultado cambió, en
apenas dos horas accedió a confesarlo todo. Levantó la mano para pedir la
voz y explicar su infancia, todo aquello que lo marcó y que, según dijo, le
llevó a cometer los 53 asesinatos (31 mujeres y 22 hombres).Con ayuda de
un maniquí, describió sin prisa pero sin pausa cómo hacía las mutilaciones.
Su testimonio horrorizó a todos los presentes. Por fin habían capturado al
asesino más buscado del país.

El juicio

En abril de 1992 se inició el juicio para demostrar si Chikatilo había cometido


los crímenes bajo los efectos de una enfermedad mental. La línea de
investigación y las declaraciones pertinentes demostraron lo que ya sabían
las autoridades, que el “Carnicero de Rostov” disfrutaba el solo hecho de
planear cada muerte de sus víctimas. En el juicio confesó que con algunos
practicó canibalismo
Los familiares salían aterrorizados de la sala. Ver a ese hombre con el pelo
rapado, los ojos que se le resaltaba detrás de sus lentes y encerrado en una
jaula. “Miren qué inutilidad. ¿Qué pensaban que podía hacer con esto?”,
gritó Chikatilo mientras se bajaba los pantalones y mostraba su pene a los
presentes.
Entre las declaraciones que más impactaron y llenaron de odio a los
familiares que lloraban escuchando el testimonio, afirmó: “En los actos
sexuales perversos experimentaba siempre una especie de furor, una
sensación de no tener freno. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino
porque me proporcionaba paz mental y espiritual durante largos momentos”.

La sentencia

Dos meses tardó en llegar la sentencia. Lo declararon culpable de 53


asesinatos y de cinco violaciones y fue condenado a la pena de muerte. En
una jugada desesperada, Chikatilo se animó y le envió una carta al
presidente ruso de entonces, Boris Yeltsin. El objetivo era salvar su vida,
algo que obviamente fue rechazado.
El 14 de febrero de 1994 a las 20 horas, Chikatilo murió de un certero disparo
en la nuca en el sótano de la prisión de Rostov

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