Está en la página 1de 2

Felipe pardo y aliaga características de sus obras

Felipe Pardo y Aliaga representa, a lo largo de su vida y su presencia en las letras peruanas,
al conservador social y político, dispuesto a no transigir con el liberalismo que, según él,
revuelve y anarquiza al país. Reacciona en crudas sátiras contra los excesos caudillistas y la
incipiente burocracia republicana que, según él, no buscaba sino el acomodo para vivir a
expensas del estado. Los críticos no se han puesto de acuerdo si procedió así solo por
defender sus intereses de clase (la manida acusación de los escritores marxistas como
Mariátegui) o porque aspiraba sinceramente a corregir los defectos de las nacientes
instituciones republicanas (que sería la interpretación más acertada).
Tal vez en toda la literatura peruana no se encuentren textos tan agresivamente antipopulares
como los de Pardo. Se le ha acusado de menospreciar a indios, cholos y negros, y de no
comulgar con la igualdad democrática básica. A algunas de sus figuras y expresiones se les
ha tachado incluso de racistas. En su epigrama "A mi hijo en sus días", escrito hacia 1855, y
dedicado a su hijo Manuel (futuro presidente del Perú), ironiza la idea de la igualdad:
Dichoso hijo mío, tú,
que veintiún años cumpliste;
dichoso que ya te hiciste
ciudadano del Perú.
Este día suspirado
celebra de buena gana,
y vuelve orondo mañana
a la hacienda y esponjado,
viendo que ya eres igual,
según lo mandan las leyes,
al negro que unce tus bueyes
y al que te riega el maizal.

En otra composición celebrada, "La jeta del guerrero", caricaturizó la fisonomía indígena del
caudillo Andrés de Santa Cruz, lo que le ha creado el estigma de “racista”:
Lleva caballos, cañones,
lleva cinco mil guanacos,
lleva turcos y polacos
y abundantes municiones.
Pero, lo que más inquieta
su marcha penosa y larga
es la carga
de su jeta.

Satirizó también de manera ácida las costumbres populares, desde el baile de la zamacueca,
que juzgó lascivo, hasta el juego de los carnavales, que consideró bárbaro. Por ello se le
acusó de anticriollo y antilimeño, pero la mayoría de los críticos han reconocido su gran
talento para la sátira.
Por el estilo, es el más pulcro de todos los costumbristas que destacaron a su
lado. Clásico y purista, ágil y zumbón, cáustico y festivo, conciso y mesurado. Con él la sátira
ocupó en el Perú el primer puesto.
Obras:

 "El carnaval de Lima" (1829), letrilla costumbrista, donde condena los excesos de
dicha celebración tradicional.
 "La jeta del guerrero" (1835), incluido en un volumen diminuto de poesías satíricas
titulado "La Jeta", poesía satírica donde ridiculiza la figura física y moral del
caudillo Andrés de Santa Cruz. Frutos de la educación
 "La nariz" (conjunto de poesías compiladas por Alberto Tauro del Pino en 1957),
poesía satírica.
 "Los paraísos de Sempronio"
 "El ministro y el aspirante", poesía satírica.
 "A mi levita", poesía satírica.
 "Qué guapo chico", poesía satírica.
 "Corrida de toros", letrilla costumbrista. Es una ácida crítica a la llamada fiesta
brava y los desórdenes que solía ocasionar.
 "La lámpara" (1844), bello poema dedicado a su amigo, el general Manuel Ignacio
de Vivanco.
 "A mi hijo en sus días" (1855), epigrama dedicado a su hijo, Manuel Pardo y
Lavalle, cuando cumplió la mayoría de edad.
 "Vaya una República. Epístola satírica", más conocida como "Epístola a Delio"
(1856), poesía cívica.
 "El Perú" (1856), poesía cívica. Es un extenso poema descriptivo, laudatorio y algo
didáctico.
 "Constitución Política"

También podría gustarte