Arquitectura del Hierro Arquitectura del Hierro es el nombre genérico de un estilo de
arquitectura y construcción del Siglo XIX, originado en la disponibilidad de nuevos materiales
que se produjo durante la Revolución Industrial. La revolución industrial impulsa los principales cambios que sufre la arquitectura en la segunda mitad del S. XIX. Trae consigo los nuevos materiales de construcción, como son el hierro, el acero laminado, el hormigón armado o el vidrio. Con éstos se construirán lugares funcionales surgidos de las necesidades de la nueva sociedad capitalista e industrial, lugares donde se necesiten grandes espacios diáfanos, invernaderos, mercados, naves, fábricas, puentes, bibliotecas, etc. Muchos arquitectos siguieron utilizando los materiales tradicionales, ya que eran reticentes (desconfianza) a que los nuevos materiales entraran a formar parte de la arquitectura. Surge así la polémica y el debate entre arquitectos e ingenieros, a los cuales en principio no se les consideró dignos para la edificación arquitectónica. Los edificios de hierro más impresionantes del siglo se construyeron para la Exposición Universal de París de 1889 como la nave de Maquinaria y la célebre Torre Eiffel (1887) del ingeniero Alexandre Gustave Eiffel. Las Exposiciones Universales: El empleo de los nuevos materiales arquitectónicos se difundió a través de las Exposiciones Universales, que eran eventos que organizaban los distintos estados para mostrar los avances de la ciencia y la técnica propios de su país. Para albergar las máquinas y los nuevos inventos se requerían pabellones de grandes dimensiones, por eso se construyen con los medios técnicos más avanzados y buscando la máxima funcionalidad. Es así como las exposiciones Universales ofrecen los mejores exponentes de la arquitectura del hierro. La Torre Eiffel: Su autor, Gustave Eiffel, era un ingeniero experto en la construcción de puentes, estaciones de ferrocarril y otros edificios de hierro. La torre, realizada en hierro, tenía 321 metros de altura, era la construcción más elevada del mundo hasta que, en 1931, fue superada por el Empire State en Nueva York. Se tardó dos años en construirla y desde el principio fue una obra muy polémica. Se aseguró que se desmantelaría y que era antiestética, ya que parecía más una fábrica que un monumento. Su base está formada por cuatro arcos gigantes que descansan sobre cuatro pilares situados en los vértices de un rectángulo. A medida que la torre se eleva, los pilares se giran hacia el interior hasta unirse en un solo elemento articulado. En España, las estructuras de hierro se empezaron a aplicar en primer lugar en las estaciones de ferrocarril. La Estación de Atocha, obra de Alberto Palacio, que era arquitecto e ingeniero, tiene una gran cubierta de hierro y cristal. u Otro ejemplo es El Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, realizado por Velázquez Bosco tomando como ejemplo los palacios que se proyectaban para albergar las exposiciones universales. Entre los escasos ejemplos de utilización del hierro en la arquitectura del siglo XIX destaca La Biblioteca de Santa Genoveva: en París (1843- 1850), fue el primer edificio público que utilizó una estructura metálica que iba desde los cimientos hasta la cubierta. De planta longitudinal, la bóveda de cristal era sostenida por arcos de hierro que descansaban sobre columnas de hierro, lo que permitía abrir grandes ventanales laterales para conseguir una iluminación natural. Mientras que su interior deja ver la estructura metálica, su aspecto exterior se enmascaró. Es un edificio de estilo renacentista.
Cambios producidos en el uso de los materiales en la arquitectura de hierro Se utilizaron
materiales como el hierro y el cristal para la cubierta, sobre un espacio realizado en piedra y ladrillo. Fue la primera vez que se usaron en España el hierro y el cristal en un edificio no industrial. El hierro permitirá la aparición del rascacielos. Los primeros se construyen en Chicago, con carácter comercial, siendo su máximo representante Sullivan. Las posibilidades arquitectónicas del hierro anuncian el racionalismo, que será el estilo arquitectónico del siglo XX. Los cambios producidos en la arquitectura a raíz de la industrialización han sido tan profundos que no explican sólo el surgimiento de una arquitectura textualmente industrial –la de promoción directa de empresas y sociedades, emplazada por lo general en las proximidades de sus centros productivos- si no que han influido en aquella práctica arquitectónica que aparentemente tenía cierta autonomía de este mismo acontecimiento histórico. La arquitectura industrial en un sentido restringido, en cuanto actividad patronal, desarrolla un menor repertorio de edificio públicos y administrativos, que la burguesa en general, pero va a crear nuevas tipologías (en la fábrica) y a transformar las preexistentes (en la vivienda). La arquitectura de los nuevos espacios productivos, de las fábricas, va a influir en la práctica arquitectónica en sí misma, podemos decir que la arquitectura contemporánea es toda ella una arquitectura industrial, ya que se organiza como un proceso industrial. La arquitectura industrial tiene entonces más que ver con la transformación de la práctica arquitectónica en la época industrial, que con un tipo concreto de edificios. La arquitectura contemporánea tiene sus orígenes en los cambios provocados por la revolución industrial, como han puesto de manifiesto los primeros teóricos que se ocuparon del tema como Pevsner, Benévolo, Giedion, Tafuri, Zevi, Franton, etc., y que resume Inmaculada Aguilar (1991, 94): - Modifica las técnicas constructivas e introduce nuevos materiales como el hierro y el vidrio (y más tarde el hormigón). - Modifica el concepto tradicional de ciudad: nuevos servicios, nuevas tipologías, nuevas sistemas de comunicación y nuevo concepto de valor del suelo. - Estimula el espíritu científico y con él la investigación experimental, que tienen como consecuencia inmediata la creación de escuelas especializadas. El estilo gótico no hace sino usar y desarrollar las anteriores soluciones. En esta estructura la base es la concentración de los esfuerzos de las cubiertas en puntos concretos, mientras que en el románico el peso de las bóvedas se repartía a lo largo de los muros sustentantes. Los efectos de la revolución industrial se dejan sentir en la utilización de nuevos materiales como el hierro fundido o el hormigón, y en el desarrollo de nuevas edificaciones que pretenden dar salida a las nuevas necesidades de la población. Aparecen nuevas tipologías como fábricas, bibliotecas, museos…además de otras tipologías que evolucionan como los hospitales, cárceles, manicomios, mercados o galerías comerciales. En el siglo XVIII aparece el hierro fundido. Aunque era un material conocido desde la Prehistoria, apenas se había usado en construcción. El mismo Alberti recomendaba en el Renacimiento usar materiales en su estado natural, como la piedra. Miguel Ángel empleó el hierro en zunchos para ensamblar la cúpula de San Pedro del Vaticano, aunque se tratase tan sólo de simples elementos de trabazón. --- No fue hasta aproximadamente en 1.700 aC que se inicia un uso más intensivo del hierro. Durante el reinado de Ramsés II en Egipto (1.292 a 1125 aC) son frecuentes los usos en armas, llantas de ruedas, puntas de flecha, anillos y otros elementos elaborados presumiblemente bajo supervisión de los hititas, que parecen haber sido los poseedores del secreto de su manufactura. Durante el siglo XVIII la producción de acero se acelera y mejora su tecnología: primero con el uso del carbón coke en reemplazo de carbón vegetal como combustible propuesto por A. Darby (posteriormente importante en la construcción del puente sobre el río Severn, el proceso Pudding y el proceso Blister, antecesores del desarrollo de la tecnología que se inicia en los siglos XIX y XX. El hecho de que apenas se haya usado el hierro en construcción se debe a que era costoso construir con él y era poco resistente a algunos cambios atmosféricos. La revolución industrial vendría a cambiar todo esto. El primer efecto de la industrialización fue la extensión del uso del ladrillo, aunque la auténtica revolución fue el hierro. Las primeras estructuras metálicas complejas se montan a mediados del siglo XIX.
Técnicas constructivas en la Arquitectura del hierro Arquitectura en hierro, del hierro o
metálica son denominaciones historiográficas de una técnica constructiva y estilo arquitectónico del siglo XIX, originados en la disponibilidad de nuevos materiales que se produjo durante la Revolución Industrial. En época preindustrial hubo esporádicamente construcciones de hierro, y hay testimonios de construcción de varias pagodas chinas en hierro en la dinastía Tang (siglo IX). A pesar de la temprana incorporación del hierro colado o fundido en estructuras de ingeniería como los puentes, los arquitectos siguieron utilizando los materiales tradicionales, mientras el gusto académico siguió considerándolas "de mal gusto". Fue la arquitectura industrial la primera en incorporar el hierro, inicialmente como una medida de protección contra los incendios, que se habían hecho muy comunes desde la introducción de la máquina de vapor. El edificio fabril que construyó William Strutt en Derby en 1792-1793 utilizaba masivamente el ladrillo y los pilares de hierro fundido. La primera fábrica sin ninguna parte de madera se levantó en Ditherington (cercanías de Shrewsbury) en 1796-1797 (Ditherington Flax Mill). El modelo de fábrica inglesa del siglo XIX era el de una estructura de vigas y pilares de fundición con muros y bóvedas de ladrillo. También se utilizó masivamente la fundición para la implantación del mobiliario urbano en las ciudades planificadas con criterios higienistas propios del siglo XIX, con ejemplos que se convirtieron en emblemáticos: en Madrid las farolas fernandinas (1832), o en París las fuentes Wallace (1870), las columnas Morris (1868) o los edículos Guimard (de estilo art nouveau, en las bocas del Metro - Hector Guimard, 1900- ). Todo tipo de motivos de ferretería arquitectónica, cuyo origen puede rastrearse en Inglaterra al menos desde 1734, comenzaron a aplicarse masivamente a mediados del siglo XIX en todo tipo de construcciones (dado el abaratamiento de su coste), imponiendo una estética ecléctica, popular o kitsch y unos acabados uniformes que deploraban los que añoraban el trabajo manual artesanal (William Morris, John Ruskin). Entre los primeros ejemplos de arquitectura monumental que incorporaron el hierro estuvo la cúpula de la Halle aux blés ("mercado de granos" de París, François-Joseph Bélanger, 1811). La Commissioner's House del Royal Naval Dockyard (Bermudas, Edward Holl, años 1820) se considera la primera vivienda levantada con estructura de hierro. En 1836, 18 años más tarde, la iglesia de San Leopoldo (Follonica), de Alessandro Manetti y Carlo Reishammer incorporó por primera vez en la arquitectura eclesiástica elementos de hierro visto.