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LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

- AYER ‘ a

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EL SANTO DOMINGO
4
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DE HACE 50 ANOS
.
3a
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,

CIUDAD TRUJILLO, R. D. e
1944, . le
LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU
Luis Emilio G6mez Alfau
El Dr. Francisco Henriquez y Carvajal (sombrero de
copa-levita cruzada) regresé del palacio nacional, en retra-
so. El era entonces (noviembre de 1906) Ministro de Re-.
laciones Exteriores, y eran los tiempos de exigencias de Com-
panhias y Gobiernos extranjeros, de proposiciones, contra-
proposiciones; ajustes y reajustes. del embrollo o desgracia
' irremediable de la Improvement, de Mr. Powell, del inevita-
ble y truculento Mr. Powell; tiempos de ministros de sueldo
exiguo que estudiaban y discutian las deudas heredadas, de
origen turbio, mientras despertaban al pueblo, al ciudadano,
apostolando desde las columnas de los periddicos. Ulises
Heureaux habia muerto. Trabada y envuelta en su maraiia
de males, sobre los escombros de su régimen, la Republica
parecia resurgir y florecer. E] Dr. Henriquez tenia ‘‘E] Dia”
como tribuna y “El Dia’’ —vespertino vendido a pregén y
cuya adquisiciédn se disputaban— estaba dirigido por Luis
Emilio Gémez Alfau. En sus columnas se ofrecian al in-
terés de los lectores la cdustica Creniquilla de Juan Sinsonte,
con sus apodos tremendos, y articulos que popularizaron y le
dieron fama a Lorenzo Despradel.

Detras del Ministro (que no habia almorzado ain a las


tres de la tarde) Ilegé un mandadero reclamando la “‘Diaria’’,
importante e imprescindible capitulo del periddico. Mo-
mentos después fui encargado de llevarle al Sefor Gémez
Alfau tres cuartillas, anticipo de las que irian luego a com-
pletar el articulo.

“El Dia’ se editaba en la casa de Don Andrés Pérez,


El Conde 41 y en el piso superior del edificio tenfan sus ofi-
cinas el director y los redactores. Tres:semanas hacia que yo
habia sido arrancado de mi lejana aldea de Petit-Trou, por
la voluntad del tio, y, desde su hogar, me estaban desbastan-
do e injertando en la escuela normal. No sabia moverme en
un mundo complicado, dificil, extrafio y nuevo, ni podfa te-
ner la mds remota idea de cémo eran las imprentas, ni de
como se hacen los peridédices, ni era capaz de sospechar qué
clase de animales eran y son el director y los redactores.
Andaba en la vida urbana.con sentidos avidos, espantado
de asombros. Fui y entré al gran salén tratando de entre-
garle las cuartillas a un senor de estatura mediana, medita-
tivo y grave, que acodado en una mesita de pino le afinaba
la punta a un lapiz. El lapiz, en gesto rapido, -rechazé las
cuartillas y sefalé al verdadero director, que se paseaba en
el salén maltratando con palabras zumbantes a los tipégra-
fos (que no estaban presentes), al periddico, al sursum corda,
y a ‘ese hombre del diablo que siempre se hace esperar’...
(El hombre del diablo era mi tio, el Dr. Henriquez). Se
enfrenté y avanzo al encuentro de las cuartillas: Alto, arro-
gante, de elegancia irreprochable y de irreprochable rosa
prendida en la vecindad izquierda de una chalina flotante. Con
impertinente mirada fija en las cuartillas, las arrebaté y, sin
darse cuenta de que yo existia, volvié espaldas, tocé. un tim-
bre y se las entregé a uno que aparecié y desaparecié sucio
de tinta. Me daban ganas de decirle injurias, injurias que le
molestaran; pero en mi pobre |éxico de campesino trasplan-
tado no encontraba atin la palabra mortificante, cuando el que
le afilaba la punta al lapiz, mudo hasta entonces dijo reflexi-
vamente:

—Don Pancho es un paquidermo... Un gran paqui-


dermo; pero no falla. .

De pié, en el balcén, uno de ellos (supe después que


era hijo de Yansito Henriquez) indolente como un dios, arro-
a caus Si ROR

jaba bocanadas de humo, saturado de tabaco y de despre-


e

cio al mundo.

Salf enfurrufiado. Nunca me habia sentido tan desesti-


EN

mado, tan insignificante. Tan pronto como regresé a la ca-


sa traté de ver en un diccionario qué cosa era paquidermo,
cuando el tio me entregéd no sé cuantas cuartillas mas para
que fuera a llevarlas. Fui directamente al Senor Gomez Al-
fau. Ahora me recibia acogedor, sonrefdo, amable. fino,
cen un jtan pronto! que le brotaba alegre del alma. “‘Es es-
tupendo... Si, Don Pancho es estupendo’’, decia ante las
nuevas cuartillas, como si recibiera diamantes o pepitas de
oro. El del lapiz (que entonces estaba escribiendo) intervino:

—Te he dicho que es ocednico... Don Pancho es un


brazo de mar.

Sali desconcertado y cuando Ilegué a dar cuenta de la


diligencia el doctor almorzaba y le ponderaba a Don Emilio
Prud’homme (nuesiro ‘‘Sefior Prud’homme’’) lo estimable de
“Luis Emilio’’ y su maniffesta vocacién y tacto y habilidad
para un dirigir un diario.

¢Max? ¢Fran>? ¢Cual de los primos me sometié a


preguntas? Que si el periddico saldria temprano, que si Mu-
ley..., que qué impresiédn me produjeron, etc., etc.

Mordiendo al principio las palabras logré al fin expre-


sar mi desconcierto. Hace un rato —dije— el director se
estaba deshaogando contra el doctor y el otro dijo que es |
un paquidermo.
—<¢Un paquidermo? ¢Dijo paquidermo? Ese tiene
que ser Juan Sinsonte. j;Qué talento y qué pimienta tiene el
maldito!

—Y ahora dice que es ocednico, que es un brazo de mar;


y el otro, el largo, dice que es estupendo.

Supe desde aquel dia cual es el ambiente en la redac-


cién de un diario, quién era Juan Sinsonte y quién Luis Emi-
lio Gémez Alfau. Supe ademas que el elefante es un pa-
quidermo y que decir que uno es un gran paquidermo no es
injuriarlo, y que los desplantes de un director de periddico ni
restan estimacién ni mortifican.
SSA Seg oe

En la primavera de 1902 se cuajo en frutos vanos aque!


halagador florecimiento de la Republica. Se derrumbé el
Gen

gobierno democratico,. lo suplanté6 una dictadura y desapa-


necid “El Dfa’’ en total eclipse. Suspend{ estudios, pasaron ~
afios, estuve en Cuba, traté gente de letras y casi he sido
gente de letras. Cuando regresé: jqué claros tan dolorosos!
Juan Sinsonte murié en combate, Despradel se refugié en la
Habana y Luis Emilio Gémez Alfau, desplazado a San Pe-
dro de Macoris, habia sido periodista en Macoris. Adver-
sario terco de horacistas, moralistas y monsistas, lo deporta-
ron a Samana para ser enseguida confinado en Santiago de
los Caballeros. Acosado, sin libertad y sin recursos, persis-
tid en la vocacién de periodista y fundé un peridéddico en
Santiago titulado “‘E] Eco del Cibao’’. Después de regresar
de Cuba muchas veces alcancé a ver la alta figura, erecta,
correcta, elegante, fina de modos, con la inmarcesible rosa
prendida en la solapa de irreprochable americana. Reapa-
recfan Luis Emilio Gémez Alfau y un oleaje de recuerdos.
Habian extrangulado en él la vocacién civilizadora: habia deja-
do de ser periodista. Yo lo seguia viendo a distancia; y
cuando la elevada silueta se me desvaneciéd completamente,
en el horizonte espiritual quedaron atin sonando antiguas fra-
ses de él que el ptblico le adjudicaba a otros: —‘“‘No se pue-
de negar que Morales se desvive por el progreso. Pero es
signinificativo: emprende la construccién de un edificio pt-
blico y... resulta un matadero’”’.

Pasaron dias y vinieron dias. Pasé un enjambre de afios


y, al fin, asisti a la resurreccién del director, del periodista,
transformado en un causeur, un causeur encanecido, experi-
mentado, cuya palabra anima, reanima, ensefa y deleita. De
eee
cuando en cuando las emociones inmersas en el pretérito resur-
gen y se tifien en la luz, grata y occidua, de mi lejana adoles-
Oe

cencia.

Hace memoria. Todavia es capaz de reconstruir y hoy


reconstruye, con dispersos restos, parte del rico venero de
su vida, ligada en haz a la vida capitalena. Las memorias
constituyen volumen de amplia visidn por donde discurren
mas de cincuenta anos. Visidn espléndida de afioranzas,
de cosas bellas, sorprendentes unas y otras terribles, devora-
das ya por el tiempo; libro rico, rico del folklore que es-
tan poniendo de moda, libro util; util para el romance que
emana del pueblo y vuelve al pueblo y en su coraz6n se per-
petua. Incitara al investigador discreto,: se encendera en las
pupilas del pintor bueno; libro-fuente para cuentistas y no-
velistas capaces de resucitar y retrotraer vidas y cosas ex-
tintas que fueron y son tan nuestras. Pasan maestros inclemen-
tes de palmeta y latigo, corridas de toros, fogatas, cabalgatas
de San Juan y de San Pedro, corridas de sortijas, palo-ense-
bado, procesiones y pedreas, fiestas de barrios y Fiesta de
Cruz, serenatas, busconas, comadres corevéidiles, raptos, cen-
cerradas, bailes de ringorrango, trifulcas, conjuras, insurrec-
ciones, curanderos, abusiones, velorios...

“Todo el dolor y toda la alegria”.


ee

-Cierro los ojos. Pienso. Se expande el horizonte al tér-


ee

mino de las paginas por donde vacilé al comienzo la pluma


ee

del viejo periodista, para ir, en desarrollo gradual, alcanzan-


ee

do la gracia y soltura antiguas que le fueron familiares. Hur-


go en un pretérito cargado de promesas fallidas, de espe-
ae

ranzas tantas veces agonizantes, de ideales que no mueren,


ee

que no deben morir. En el dintel del libro de Luis Emilio


Gémez Alfau no hago retrato, ni alabanzas innecesarias: re-
e

cuerdo con amor quien es su autor y cémo ha sido desde los


dias ya antiguos del ano 1900.
en

Sécrates NOLASCO

1° de Agosto de 1944.
i Me
Los periddicos de Gémez Alfau
Ha sido Don Luis Emilio Gdmez Alfau uno de los domi-
nicanos que mayor numero de periddicos han dirigido. ‘‘La
tendencia politica de cada uno de estos periédicos, —escri-
bid una vez, —hicieron que murieran asfixiados o extrangu-
lados por el ambiente de su respectiva época’’. .
Nos limitamos a una breve resena bibliografica.
El Tiempo, fundado en San Pedro de Macoris el 4 de
Febrero de 1897, editado en la Imprenta de Don Luis A.
Bermidez.
Fué el primer diario publicado en Macoris i en la regién
del Este. Un editorial titulado Sefiores de horca y cuchillo,
criticando los caciquismos locales, ocasioné le suspensién del
diario, por orden emanada del Gobernador del Distrito, se-
hor de ordeno y mando en esa época.
El ultimo numero de El Tiempo esta fechado el 9 de
Marzo del mismo afio de su aparicion.
El Anunciador, fundado el 11 de Septiembre del afio
1897 en esta Capital. Editado en la Imprenta del Comercio,
del Lic. Miguel J. Alfau.
El 9 de Octubre publicé un valiente articulo editorial,
;ESO NO! que ocasioné la suspensién del periddico i llevé
a su Director a la carcel.
Ese articulo oe El periddico Patria, érga-
no del Partido Re ionario Cubano, habia publicado al-
go considerado ofensivo al Gobierno i al pueblo dominica-
‘no. De ello se aproveché el Consul de Espana en esta Capi-
tal para publicar un consejo al pueblo dominicano. El Anun-
ciador publicé el siguiente articulo bajo el titulo ya indicado:
‘“‘No porque Patria, el érgano oficial del partido revolu-
cionario cubano, haya inferido a nuestro amor propio una des-
consideracién injustificable, ha de claudicar el sentimiento
de amor a Cuba que nos anima. jEso no!...
‘Es al pueblo cubano, es a Cuba antillana, es al principio
de su causa legitima, a quien el pueblo dominicano, respe-
tando siempre los compromisos de su leal Gobierno y sus re-
soluciones discretas, pero debatiéndose entusiasmado en la in-
timidad inviolada e inviolable de su conciencia de libre, ofren-
da hota por hora sin reservas mentales su nacional carifio...,
como lo ofrendarfa a Espafa misma si su suelo sagrado, —su
suelo peninsular—, se viera hollado por la dura planta del
invascr odioso, o por la servidumbre extranjera. abominable
siempre y siempre infamante y cruel.
“Excitar al pueblo dominicano, desde las columnas de
un periéddico, para que vuelva la espalda a su propia honra,
a sus tradiciones egregias, a su natural caballerosidad historia-
da en disticos de bronce por la musa impalpable del herois-
mo; excitar al pueblo dominicano a que imprima el beso de
Judas a la frente de sus hermanos de Cuba heroica, eso...
eso es radicalmente indecoroso.

“YY nuestro Gobierno mismo, que cuenta en la respe-


tabilidad de sus alturas, restauradores insignes,. hijos de liber-
tadores, patriotas no desmentidos jamas, sentiria removerse.
en lo profundo de sus entrafas la secreta indignacién del pa-
triotismo, si su pueblo descendiese a la perfidia acogiendo
el consejo infeliz que combatimos.
‘‘La patria de Duarte y Sanchez, la de las dikevaione:
sin limites, es mucha patria, es muy gloriosa patria americana,
para bajar al estercolero inmundo de las mezquindades hu-
manas y al abismo de la deshonra.
‘Con Cuba, por Cuba misma. No por la ruin esperanza
de recompensas y gratitudes indecorosas!...
Por complacer al Cénsul espafiol i por otras cositas, Gé-
mez Alfau fué encerrado en el Homenaje. Pero desde alli.
burlé la orden de suspensién de El Anunciador, que era se-
manario, ordenando la publicacién de El Avisador, que era
el mismo vocero suspendido.
EI Avisador era diario i su primer ntimero vio la luz el
11 de Octubre. Este diario se distinguid por su levantada la-
bor en favor de la santa causa de la independencia de Cuba,
causa que sustent6 siempre con amor i con edificante desin-
terés Gomez. Alfau, i por su ardiente i fecundisima campaia
en favor de la ereccién de la estatua al Padre de la Patria i
Fundador de la Republica. Fué este periddico, —asi puede
afirmarse—, un caracterizado érgano de la Junta Erectora
de la Estatua a Duarte.

Cabe recordar aqui, que el duartismo de Gomez Alfau tie-


ne remotos origenes. Baste recordar que el Fundador de la Tri-
nitaria asistid como testigo al matrimonio del précer Fernan-
do J. Gémez con Maria Guadalupe Alfau, abuelos por linea
paterna del Director de El Avisador.
F] ultimc nimero de este periédico, segin mi coleccién,
saliéd e] 29 de Enero de 1898.
La Lucha. Este periddico fué fundado por Vélez, en el |
ano 1900, pero mui pronto paso a ser dirigido por Gémez
Alfau.
De este periéddico fué asiduo colaborador el Dr. D. Fran- |
cisco Henriquez i Carvajali en su redaccién figuré el valiente
periodista Miguel Angel] Garrido, el celebrado autor de Silue-
tas, quien fué siempre amigo cordial i compafero de luchas de
Gomez Alfau.
El] Dia. Su primer numero vio la luz el 9 de Diciembre
de 1901. Conté ciertamente, con la colaboracién asidua de
las mejores plumas del pais, como decia un permanente. F]
Dr. Henriquez i Carvajal, publicéd en sus columnas mas de
treinta articulos sobre politica, economia, hacienda pbbli-
ca, finanza, materia arancelaria i azucarera, etc., temas tra-
tados siempre con esa sapiencia i altura de miras que siem-
pre caracterizé la vida i la obra del bizarro justador de nues-
tras libertades.

También fueron asiduos colaboradores de El Dia, el ta-


lentoso e incorruptible Lorenzo Despradel (Muley), Miguel
Emilio Alfau, el agresivo Juan SinSonte, i otros mas. (*).

Un incidente de la vida period{fstica de Gémez Alfau


fué mui comentado’ entonces. Un periodista macorisano, de

(*)-—De Miguel Emilio Alfau (Juan Sinsonte), pueds leerse su bio-


grafia en Max. Henriquez Urea: Memoria de Relaciones Ex-
tericres de 1932, (S. D. 1933), pag. 88.
las filas contrarias de El Dia, dijo que este periddico no era
mas que un pasquin pubiico, porque sus colaboradores escri-
bian con seudénimos, (Cayacoa, Muley, Juan Sinsonte, Dr.
Ox, etc.) i porque eran partidarios mui adictos del gobierno.
La contesta de.Gémez Alfau fué la siguiente: ““Mafiana va-
mos a publicar dos cartas procedentes:del archivo del fina-
do General Ulises Heureaux, extraidas de un legajo rotula-
do de puno i letra del difunto con estas dos palabritas: De-
nuncias y eSpionajes”. —
E] periodista macorisano no esperé el aguacero i el mis-
mo dia que aparecieron en El Dia sus famosos documentos,
se embarcé furtivamente para Jamaica.

EI Dia suspendié su salida el 26 de Abril del aio 1902.


Su ultimo nimero lleva esa fecha! Era diario.
EI Eco del Cibao, diario fundado en Santiago el 17 de
“Septiembre de 1904. Suspendié su publicacién en 1907, *.
causa de su oposicién a la celebracién de la Convencién Do-
minico-americana.
En sus columnas publicé un interesante articulo contra
la Convencién, el Licdo. José Maria Cabral i Baez, uno de
nuestros mas afamados jurisconsultos.
Tales han sido los periédicos de Luis Emilio Gémez Al-
fau, cuya labor fué siempre recta i levantada, digna. de la acri-
solada honradez de su vida.
Un dia, alld en Salvaleén de Higiiey, me sorprendié Gé-
mez Alfau con un valioso obsequio: la coleccién de sus pe-
riddicos, las cuales habia guardado amorosamente.
Al dar ahoya a la estampa el presente libro, de impon-
derable interés folklérico, me he complacido en agregarle
esta breve nota bibliografica, asi como las notas que en él
figuran como modesto tributo de carifo i de gratitud al dilec-
tisimo primo-hermano de mi inolvidable. padre.

Vetilio Alfau Durar

Ciudad Trujillo, Agosto de 1944.


EXORDIO
Al escribir las crénicas que forman este libro y darlo a
la publicidad, contamos, de antemano, con la benevolencia
de cuantos nos lean, en mérito a nuestra presentacién, des-
pojados de pretensiones. :

Sacamos a la intemperie publica estas crénicas con el uni-


co propésito de dar a conocer a la generaci6én actual y a las fu-
turas, cuales eran nuestras primitivas costumbres, nuestras
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practicas y modalidades dentro y fuera del hogar y cémo


discurria en esta ciudad la vida, en goce de franca cordialidad
_y saludable camaraderia.
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RRS

Muchas de aquellas costumbres buenas o malas, cultas o


barbaras, lujosas.o ridfculas, pertinentes o absurdas, han de-
jado de ser, sufriendo completo destierro.o se han visto modi-
SRB ee

ficadas o suplantadas por otras en su mayoria exéticas y me-


nos edificantes.

Entran por mucho, como disolvente de esas_costumbres,


el medio ambiente la intromisién en el seno del hogar y en la
sociedad de practicas aprendidas fuera del solar nativo y tras-
plantadas como novedosas. También ha contribuido a la
transformacién, la paulatina aclimataciédn del elemento ex- -
tranjero. Otro factor poderoso, que ha de tenerse en cuenta,
ha sido el aumento de poblacién. ,

No entraremos en discutir DE NINGUN MODO las


conveniencias politicas, sociales o religiosas de unas costum-
bres o practicas en comparacién con otras, ya que nuestro
proposito no tiene otro mévil que el de rememorar aquellos
tiempos sencillos y felices en que discurriera nuestra infancia
y nuestra juventud.

Muchos de los casos y cosas que pretendemos resefiar, —


las hemos vivido y otras, fuera del alcance de nuestra edad
y comprension, han llegado a nuestro conocimiento por re-
ferencia de nuestros mayores.
LA INSTRUCCION PUBLICA
Infancia y Juventud

En pafales la instruccién publica, carentes de personal


_docente, sin programas ni otra organizacién pedagégica, sin
- proteccién por parte del Ayuntamiento ni. el Gobierno, sin es-
timulo ni recompensa una yez que el entoncés llamado oficio.
de maestro de escuela era pésimamente remunerado y los que
al Magisterio se dedicaban vivian con el esté6mago a media
racion, casi siempre a expensas de particulares acomodados
que les confiaban la instruccién elemental de sus hijos.

En cada barrio, una o mas escuelitas con 25 o 30 alum-


nos vivarachos y revoltosos a los que se suministraba instruc-
cién elemental dandose los padres o tutores por satisfechos
cuando aprendian a leer, escribir y contar cifras en suma, res-
ta y division.

Entre estas escuelitas, recordamos la del bondadoso an-


ciano Don Antonino Del Monte, establecida en la calle San-
chez, entre E] Conde y Mercedes, a la de la abnegada sefio-
rita Amalia Bobadilla en la calle de Regina, hoy José Reyes;
la de Dofia Maria Teresa Valencia en la calle del Tapao, hoy
19 de Marzo, entre Padre Billini y Arzobispo Portes.

Los nifios aprendian alli rudimentariamente, puntero en


manos (1) las primeras letras, empezando por lo que Ilama-

(1)—Palito de 4 o 5 pulgadas de largo terminado en punta.


16 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

ban decorar con una cancioncita gangosa que silabeaba cada


palabra de la cartilla (2).

Asi, se hacia repetir a mafiana y tarde hasta aprender


de memoria el monétono silabeo:

B-a ba, B-e bé, B-i bi, B-o b6, B-u Bu. En veces, cuan-
do el nifio eta torpe de entendederas a lo que llamaban cabe-
za dura, la paciente maestra o el sufrido maestro, fatigados ya,
agregaba: “Mas sabe el burro que tu’.

En una de estas escuelitas, establecida en el barrio de


San Miguel, en bohfo frontero al parquesito del mismo nom-
bre (entonces plazuela) el maestro parace que, despechado
con el vecindario, pues era fama que los muchachos de aquel
barrio eran los mas traviesos de la ciudad, o fuera que los pa-
dres o tutores no satisfacieran a tiempo sus modestos hono-
rarios, 9 se encontrara envuelto en alguna desgraciada aven-
tura amorosa, o fuera objeto de algun agravio; el caso fué,
gue como numero final de clases, a mafiana y tarde, antes de
soltar ensend a sus discipulo el cantito siguiente:

Pregunta. —Cémo es la gente de San Miguel?


Respuesta (en coro). —-Una gente, sin vergiienza, sin
principios, que no siente agravios ni agradece beneficios’’,

Esta cantinela, aprendida de memoria, en fuerza de re-


petirla, llegé a ofdos de todo el barrio y un carpintero camo-
rrista que habfa tenido desagrado con el maestro, con moti-
vo del precio de un pizarrén, viendo la oportunidad de ven-
garse, dié la voz de alarma y una noche, cuando el pobre
maestro sofioliento, cansado de las faenas del dia, tomaba
el fresco en una mecedora colocada en la puerta de su casa,
se vid de stbito acometido por tres enmascarados que le pro-.:
pinaron formidable paliza poniéndolo en cama por varios
dias.

Ademas de estas escuelitas, habian otras, con programa de


estudios mas amplios pero también remuneradas particular-

(2)—Cuadrito con elementos de lectura.


AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS +.
mente. En éstas se ensefiaba a los mocetones aritmética,
geografia,gramatica, fisiologia, historia universal y patria y
las buenas maneras en el Manual de Urbanidad y Buenas Cos-
tumbres por Carrefio.

Posteriormente ‘se establecieron planteles de ensefanza


superior cursando filosofia, retérica, fisica, algebra, inglés y
francés.

Era empefio de todos les maestros ensefiar a sus disci-


pulos a cojer buena letra y tomar ortografia. La letra debia
ser cursiva y clara con perfiles al,estilo inglés. E] maestro
hacia planes que servian de modelo, guardandolas para su
cotejo, no sélo para apreciar los progresos del discfpulo, si-
no para discernir con justicia la calificacién en época de
examenes.

Las planas modelos de los maestros, fueron sustitufdas


mas tarde por planas en la que estaba litografiado el modelo,
clasificado desde el No. 1, que era de palotes, hasta aquellas
en que la escritura era hermosa y perfilada.

La m4quina de escribir vino después a hacer innece-


saria la adquisicién de una buena letra, condicién exigida pa-
ra ocupar plaza en las oficinas publicas o en los establecimien-
tos comerciales, ya como corresponsales, ya como auxiliares
del tenedor de libros cuyos conocimientos pocos tenfan; lo
que hacia considerar al que los posefa como una potencia en
matematicas y en TODO.

Para hacer que el discf{pulo tomara buena ortografia, el


maestro dictaba y cada uno escribfa en su cuaderno.© Era,
pues, corriente ofr, al pasar por una escuela, estos dictados:
“EI! caballo de Napoleén, caballo con b de burro y elle de dos
palos; Napoleédn, nombre propio de persona con mayitscula
y acentuado en la ultima silaba’’.
Luego tuvimos las escuelas dirigidas por los venerables
Manuel Maria Cabral, José Maria Pérez, Federico Giraudy
y otros y los colegios ‘San Luis Gonzaga’’ dirigido y sosteni-
do por el eximio filantropo, Canénigo Francisco Xavier Bi-
18 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

llini, colegio “El Salvador’, del ilustrado espaiol Federico


Llinds, el colegio del sabio Baldorioty de Castro y por ultimo,
la “Escuela Normal” bajo la direccién del sapientisimo y doc-
to Eugenio Maria de Hostos.
La “Escuela Normal’ fué al principio muy combatida
y calumniada. No sabemos si el elemento clerical o algunos
mal intencionados, llevaron la impresién a muchos padres de
familia de que era una escuela desmoralizadora en la que se
formaban librepensadores y se llamé “‘La Escuela sin Dios”
asegurandose que se inculcaba en el espiritu de los alumnos
una pésima moral social sobre la base de que no debian nada
a sus pedres, porque su advenimiento a la vida era un acon-
tecimiento fortuito, hijo del placer carnal.

Sin embargo, y como para desmentir-tanta bellaqueria,


aquel establecimiento produjo sazonaces frutos. De alli salie-
ron numerosos ciudadanos que han brillado en el campo de las
letras, las artes y las ciencias, que han sido excelentes padres
de familia, probos ciudadanos, amantes hijos y dignos émulos
de su maestro, el inolvidable Don Eugenio: Maria de Hostos.

También funcionaba para entonces, el “Seminario Con-


ciliar de Santo Tomas’, dirigido por Don Fernando Arturo
de Merino; y dié luz que ilumin6é el oscuro camino de la mu-
jer dominicana, la excelsa educacionista y sublime poetisa
Salomé Urefia.
En las escuelitas de que hemos hablado anteriormente,
se usaba el castigo corporal, “‘La letra, con sangre entra’.
Por la menor falta de disciplina o por NO SABERSE la lec- |
cién de memoria, entraba a corregir y estimular el latigo, la
palmeta, la puesta de pié largas horas sobre el banco,
las corbatas de yagua en exhibiciédn durante la clase, y, a
veces, en la puerta de entrada al plantel. Cuentan que, al-
gunos maestros crueles, solfan hincar al delincuente sobre
un guayo (rallo).

_ Entre los muchachos, habia la creencia de que ponién-


dose un cabello en la palma de la mano, se rompia la pal-
meta.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 19

Como no hab ia hor as de rec reo , los al um no s pe rm an e-


cian en el aul a de 8a. m. a1 l2 m. yd e2 a5 p. m. Al gu no s
anos mas tar de fué mo di fi ca do cie nti fic ame nte el pla n ‘de es-
estudios, su pr im ié nd os e los cas tig os cor por ale s y dic tan dos e
ley es reg lam ent ari as ben efi cio sas tan to par a los pro fes ore s,
como par a el al um na do . Un a de est as ley es hac e obl iga to-
ria la asistencia de los nifios a las escuelas elementales y pres-
cribe responsabilidad para los padres o tutores que no obligan
a sus hijos o pupilos a frecuentar la escuela; pero, faltando
como para hacer efectivo el cumplimiento de esta ley, se ha-
ce necesario, la creacién de un bien organizado cuerpo de po-
licfa escolar adscrito al de la policia nacional o municipal.
Un paseo de observacién por la ciudad y sus contornos, a
‘cualquiera hora del dia y de prima-noche, daba idea del
gran numero de nifios analfabetos que vagaban por calles y
plazas pidiendo limosnas, haciendo de limpiabotas, vendien-
do golosinas, helados, billetes, frituras, periddicos etc., y po-
niéndose en contacto, en el interior de casas de perdicién o
de cafetines, con mujeres de mal vivir, que enfermaban su
cuerpo y corrompian su espiritu. Eran estes pilluelos vagos,
siempre sucios, mafosos, hambrientos y desfachatados y
constituian una afrenta social adquiriendo, al crecer en la va-
gancia,, el habito del robo y del crimen que los hacia carne de
presidio.

Por lo regular, estos pilluelos salfan de su casa muy


temprano y regresaban por la noche, luego de emplear el dia
en jugar dinero y coger lo ageno, saciando su hambre con
frutas del Ilamado maroteo en estancias y_ residencias vecinas
a la ciudad.

En ninguna parte, el ratero era tan ruin como aqui. Los


rateros de otros paises robaban carteras, joyas, dinero y bara-
tijas; pero el ladronzuelo dominicano se incautaba de los ta-
pones de los carros, las aldabas de las puertas, las bombillas
incandescentes, los fusibles, las frutas y cuanto se presentaba
al alcance de su mano que pudiera venderlo por uno o dos
centavos en la primera casa de las muchas que se dedican al
negocio~de compra y venta de objetos de segunda mano.
20 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

Con este comentario, no s he mo s ap ar ta do de nu es tr o


relato sobre la instruccién primaria o superior por aquellos
tiempos.

El’dia del Santo del maestro o de la maestra, era teni-


es cu el a co rr es po nd ie nt e. Ca -
do como dia de fiesta en la
da discipulo hacia un regalito conque los padres testimonia-
ban su estimacién a la medida de sus posibilidades. La ma-
yoria de estos presentes eran: dulces, flores, frutas, prendas
de vestir, etc.

Mi maestra se Il am ab a An a y el di a de su Sa nt o er a de
jaleo, francachela y li ce nc ia en qu e la ch iq ui ll er ia se en tr eg a-
ba a toda clase de ju eg os in fa nt il es o er a ap ro ve ch ad o po r
los m&s traviesos para robarse la correa y la palmeta, botan-
do la do nd e no pu di er a en co nt ra rs e ja ma s.

En las es cu el as pa ra nif ias , la ma es tr a en se fi ab a la bo re s.


Cada al um na ten fa un a pi ez a ll am ad a de ch ad o, mo nt ad a en
un tel arc ito . Co ns is ti a el de ch ad o, en un pe da zo de tel a de
cafamazo de un a va ra o me no s, en el qu e se bo rd ab a co n
lana hilada: letras, ntimeros, pdjaros, flores y dibujos. En
los exAmenes se discernia un premio al dechado mas limpio -
y mejor ejecutado.

Para cuaresma, era de rigor que confesara y comulga-


ra en masa la escuela, dando ejemplo la maestra o el maes-
tro. El dia de primera comunién las nifas lucfan atavios de
novia con una vel a de cer a bla nca en la man o izq uie rda .
(Afortunadamente, esta costumbre persiste).

En mi escuela habfa nifios de una desaplicacién temera-


ria y conducta tormentosa, siempre estaban inventando algo
con que distraer a los compafieros. A veces mascando un
pedazo de papel hasta hacerlo pulpa, atandole con un ca-
bello un pequefio mufieco de papel de color, tirando al te-
cho o cielo raso la bola de pulpa, de modo que al pegarse
quedara el mufiequito balanceandose a merced del viento.

Otras veces la travesura consistia en cazar un moscon

y llevarlo ya atado con un largo cabello a la escuela soltan-


AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 21

dolo en oportunidad conveniente para que en


revoloteara
el aula, luciendo una banderita de papel en el extremo infe-
rior del cabello. Toda la clase, ponia atencién al moscén,
no valiendo los repetidos campanillazos y regafios, hasta que
el profesor se veia obligado a abandonar su asiento, plume-
ro en manos, echando chispas de ira, para dar caza a la vo-'
ladora entretencién, que era cosa a veces dificil y ponfa al
cazador en posiciones ridiculas, con gran contento y risa de
los muchachos.

En el hogar, por otro lado, recibian los nifios saludables


lecciones de cultura y buenos modales. _ Si la madre, por
a , * e
ejemplo, enviaba algun recado u ocurria la necesidad de uti-
e . e

lizar al nifio para practicar una diligencia, se le adver-


tfa que, al llegar a cumplimentar el encargo debfa quitarse el
sombrero, saludar respetuosamente y esperar la contestaciOn.
Asi también, se le instruia en el género de conducta que de-
be observarse en la calle, en sociedad y en el hogax; las con-
sideraciones y respeto para con las damas, los ancianos y me-
nores. Cualquiera persona mayor, amiga o no de la familia,
tenia derecho de aplicar un correctivo cuando sorprendia un
desliz, siendo esta ingerencia sancionada y apoyada por los
padres. , :

Muy mal andamos ahora en este sentido, notandose, a


cada paso, lamentable manera de conducta ya que se ha per-
dido la mesura y discrecidn que tan buen adorno hacen en
un nino o en un joven.

En-un salén de baile, en una reunién familiar o en la


calle se usa para comvlas damas lcs modales mas inciviles,
copiados, en su mayor parte, de nuestros vecinos los yankees,
de la_.clase marina o de la soldadesca. ”

Lomas natural y correcto cuando se acompafa a una


dama, es ofrecerleé apoyo al bajar una acera o cruzar la ca-
lle y antes, el caballero le ofrecia ese apoyo dandole la ma-
no; pero, ahora, se le echa mano al brazo, dando asi osten-
sible muestra de poca consideracion y ningtin respeto en pt-
blico, sean cuales fuesen los vinculos que existan entre la da-
22 “ LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU.

ma y el caballero. Cuando se le caia algtin objeto a una da-


ma, se apresuraba a recojerlo y entregarselo cualquiera a!
caer.

Las jévenes también dan notaciones constantes de fal-


ta de cultura; es muy comtn que, después de una presenta-
cién y de haber estado una o mas veces juntos en un baile
o en cualquiera otra parte, aquella joven deje de salydar al
caballero; en su mayoria pasan, se le quedan mirando como
si jamas lo hubiesen visto. No es esto, en manera alguna,
traducible como distincién. Otra cosa que constituye una
falta grave, es la de tutear a una persona con la que no ligan
nexos de amistad intima, o cuya edad y posicién imponen
respeto. j;Cuan corriente es ahora tutear a la persona que se
acaba de conocer!

En muchos hogares, se crian los nifos sin disciplina y


las amistades que visitan una vez la casa hacen el propésito
de no volver jamas, pues, la nifa malcriada arrebata de la
mano de la visita el abanico o el maletin y juega con estos
objetos, ensuciéndolos, sin que la madre o el padre intenten
quitarselos, porque en este caso se vuelve una fiera la mal-
criada y ensordece con sus gritos.

Recientemente, hice una visita a un matrimonio amigo


a quien no veia de mucho tiempo. Mi magnifico sombrero
y un delicado bastén de cafa con pufo de ambar, me fueron
tomados de la mano al llegar, por el duefio de la casa y co-
locados sobre una mesita “‘recibidora’’. Entablada la con-
versacién y cuando era ésta mas animada, hizo su entrada en
la sala un travieso chicuelo, metiendo fenomenal ruido, y,
apoderandose de mi bastén y sombrero mont6 a caballo so-
bre el primero y se colocé en la cabeza el segundo empren-
diendo,correrfas y dando cabriolas, derramando y rompien-
do un florero, mojando el traje de la madre y convirtiendo
aquel saloncito en un campo de batalla, mientras que yo tra-
gaba saliva, viendo tan mal tratados mis intereses, y dicién-
dolé al padre que no se apurara, que eso no era nada...
Otras veces los nifios se mezclan en la conversacién de
los mayores y llegan a desmentira éstos.
DOMINGO DE HACE 50 ANOS 23
AYER o EL SANTO

la e d a d de 10 o 12 af io s se a c o s t a b a n lo s ni fi os
H a s t a
m. o an te s, a lo s 15 af io s se p r o l o n g a b a la li ce nc ia
a la s 8 p.
a ha st a la s 9 y er a c u a n d o el p a d r e a u t o r i z a b a al m e -
de vi gi li
af ei ta rs e el ro st ro . H o y se
nor para vestir pantalén largo o
ni fo s co n p a n t a l o n e s la rg os .
visten en Santo Domingo los
o y no c o n s e r v a n d o la il us ié n
hombreandose antes de tiemp
de vestir igual que los adulto s Il eg ad a la é p o c a de sa be r Il e-
var y hace r re sp et ar lo s p a n t a l o n e s .

La blusa es para los obreros y la llamada guayabera


ir de un jo ve n el eg an te . Mo st ra r-
no cuadra bien en el vest
se en ptblico en camisa ha ci a de sm er ec er la co ns id er ac ié n
public a al jo ve n qu e ba ja ba as i de ra ng o. :
JUEGOS INFANTILES

La. mayor parte de los juegos infantiles de ayer, estan


todavia en uso no obstante que el nifio de hoy, distraido
por el cinematdégrafo, el boxeo, el base ball y demas juegos
o diversiones de la época, no les dedica tiempo.a aquellos
juegos inccentes.

El nifio de ahora se hombrea antes de tener la edad ne-


cesaria y rinde culto prematuro al dios Amor. La _niia,
igualmente, dedica menos tiempo y atencién a sus mufiecas;
la nifia de antes no las dejaban de la mano ni aun cuando
hubieran entregado su corazén a las solicitudes amorosas de
algin galan y compartian entre el novio y las mufiecas, o en
lecturas de novelas seleccionadas por los padres, todo su
tiempo. Conocimos algunas jévenes que, aun después de
casadas, mostraron predileccién por sus mufecas favoritas.
Pocas eran las casas de personas acomodadas en las que las
ninas dejaban de ocupar un rincén con la casa de mufiecas
mas o menos grande, lujosa o bien amueblada y alli pasaban
las horas las inocentes criaturas, reproduciendo como en pe-
queho escenario de marionettes, escenas de la vida del ho--
gar: amorios, celos, matrimonios, noviazgos, discusiones, pla-
ticas, comidas, bailes, bautizos, etc. La nifia era madre, mo-
dista y sastre y aprendia a coser y distinguilasr modas.

Muy raro es ver ahora jugar al salto de la tarea, al jue-


go de semillas de cajuil, el de botones (tormento de las ma-
dres cada vez que repasaban la ropa) el embique, de los que
habfa de. todas clases y fabricacién, desde el de bola y pa-
lo redondo torneado hasta el de carrete con bola de cera
AYER.O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 25°

adornada con peronilas; el tira-piedras, las bolas de vidrio,


el trompo seita, hecho por Albenci Binette; el hoyito, la cai-
da de la pluma, y los inolvidables juegos para ambos sexos:
al escondite (sublime) a ;Dona Ana, Dofa Ana!... a Mam-
bra... al Diablo y la Cruz; Por las Animas vengo, al cogido,
y otros; todos juegos inocentes, en los que se ejercitaban los
musculos y, los mds acompafhados de letra y canto. En la
mayor parte de estos juegos se mezclaban nifios y nifas, no
obstante que desde chiquillas se le inculcaba a las Uultimas, re-
celos y desconfianza hacia los varones, poniéndole el mote
de Marimacho a cuantas mostraban predileccién por jugar
con éllos.

Ademas de los juegos. de que he hablado, entraban por


temporadas el de los huevos de gallina, semillas de caimitos
y otros.

Consistia el de los huevos, en chocar uno contro otro,


convenientemente. colocado en la mano de su dueno; el mu-
chacho que poseia el huevo que era cascado, perderia la ju-
gada y el huevo pasaba a ser propiedad del vencedor. Cuan--
do un huevo salia duro’ y aguantaba varias peleas, se decia
que era de pato, considerandose como jugada de mala fé y
se entablaba reclamaciones entre jugadores, terminando és-
tas, por lo regular, en rifas. Para obtener huevos més du-
ros, los aficionados mezclaban al alimento de las gallinas —
hueso rallado y ponian-un poco de cal al agua que éstas to-
maban. .

Siempre velando el gallinero, no bien cantaba la galli-


nz escandalosa me apoderaba de la caliente postura, escon-
diéndola para jugarla. Mi abuela que era ama del galline-
ro, se admiraba de lo poco que ponian las gallinas no obs-
tante su cacareo y varias veces pagoé las consecuencias por
poco ejecutivo, el pobre gallo, al que se le torcia el cogote,
suplantandolo por otro mas joven que al fin y al cabo resul-
taba tan deficiente como su antecesor.

Otro juego era el de las pepitas de caimito, en tiempos


de esta fruta. Se cogia una pepita con los dedos mayor é
26 oe “os LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

indice y se chocaba co n la de l co nt ra ri o co lo ca da so br e un a
mesa o en el suelo, si no se partia al primer ‘espolonazo, te-
nia el otro op or tu ni da d de ju ga r y asi , su ce si va me nt e, ha st a
que un a de las do s se mi ll as . qu ed ab a ro ta en pe da zo s. Ta m-
bi én se ll am ab a a est e ju eg o el: Ju eg o de los Ga ll os .

Con las plumas de escribir se jugaba también; poniendo


la plum a bo ca ab aj o se go lp ea ba y si pa sa ba del lug ar del
plante a una ray a o cir cul o he ch o con lap iz, tiz a o ca rb én ,
la pl um a de nt ro de la ra-

aes
a 6 pulgad as de dis tan cia ; me ti da
ya, o el circulo, se ganaba la partida.

El juego del chato era muy divertido y se jugaba en las


aceras con perjuicio de los transeuntes.
LOS NOVIAZGOS

Cuando un joven se sentia “‘interesado’’ por una mucha-


cha, comenzaba a manifestarselo; pasando frecuentemente
por su casa, ya a pié, a caballo, o en coche, y en la prima-
noche hacia el plantén o centinela en la esquina préxima,
acechando el momento oportuno para declararsele. Si no-
taba que no era indiferente a sus manifestaciones amorosas
y encontraban cabida, se dirigia a la joven por escrito, des-
cubriéndole en el perfumado billete amoroso, todo el fuego
de su pasién, todos los irresistibles encantos de la femenina
belleza cautivadora y cuan serios y nobles eran para con ella
los propésitos de llevarla al altar y hacerla la reina y sehora de
su futuro hogar, en el plazo mas breve. Si no era época de
fiestas y la joven pertenecia a una de esas familias retraidas
con padres o hermanos celosos, se hacia dificil la oportunidad
de ponerse en verbal comunicacién con la amada; pero, siem-
pre el Amor encuentra medios para vencer dificultades y se
‘sobornaba a alguna criada, o se sonsacaba con dadivas y
agasajos algiin menor de la familia, o mediaba alguna ami-
ga que se prestaba a poner en manos propias el billete amoro-
so. Aparte de los padres o hermanos celosos aumentaba la |
dificultad de tomar la plaza, la convivencia de hermanas, o
tias jamonas, siempre alertas para la vigilancia.

Correspondido el joven, si no continuaban los amores


a escondidas, con el toma y daca de la diaria cartita,: se for-
malizaban al pedir Ila mano de la joven el padre o tutor del
‘pretendiente, 0, en su defecto, un amigo intimo.

En veces, cuando el pretendiente no era del agrado de


28 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

los padres de la nifa por H. o por R., o tenfa tachas que dis-
minuian la suma de sus'merecimientos, la negativa de los pa-
dres era concluyente y sobrevenia el encerramiento de la jo- F)
ven y se estrechaba la vigilancia. Cortada toda posible co- .
municacioén entre los enamorados, y enardecida la pasién de a
ambos por esa oposicioén, no le quedaba al galan otro cami- F
no que el de la retirada, siendo raros estos casos, porque, al a
verse despreciado, aumentaba su asiduidad y porfia mientras © “
la muchacha soportaba bravamente los regafos y privacio- |
nes, las amonestaciones y encierros. En esta situacién los a
amores, se preparaba la fuga de la joven y se efectuaba en a
ocasién del primer descuido. En una majiana, se descubria
que la paloma habia volado del nido. .
En estos casos, las cosas tomaban diferentes caminos.

Si el rapto lo efectuaba el galan sin intenciones de ma- °


trimonio, quedaba todo hecho; pero,. por lo regular interve-
nia el padre u otro miembro de la familia y lograba con ame-
nazas de muerte que se lavase el honor de la familia, logran- -
do al fin por fuerza lo que no se acept6é de grado. Cuando a
mediaban ciertas consideraciones o el novio sentia verda- a
dero amor y respeto por la muchacha, el rapto tenia efecto 4
acompaniando al novio uno de sus amigos intimos de recono-
cida solveneia social y la joven era depositada en casa de una
amiga de reconocida seriedad, mientras se practicaban las
diligencias para la boda, a la que, como es natural, no asis-
tia la familia de la novia. Al correr de los meses, los padres
(padres al fin) se ‘“‘ablandaban’’ y transigian, atraidos por
el deseo de conocer a los nietos y disfrutar de sus gracias;
y as! quedaba quebrantada la volunfad de acero del sober-
bio padre, limada constantemente por el trabajo conciliato-
rio de la madre.
Una de las veces que se Ilevé a cabo en esta ciudad el
rapto de una muchacha, fué de manera cémica y espectacu-
lar.
La joven estaba severamente recluida dentro del hogar.
No habia medio de ponerse en comunicacién con ella. | sl
Los de la familia defendian la casa como una fortaleza.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 29

Siempre habfa uno de centinela


we y sdlo habia acceso por la
tienda anexa al hogar.
El novio estaba resuelto a cualquier violencia. Asi las co-
sas, le conté a varios amigos lo desesperada de su situaciény
lo decidido que se encontraba a echar mano de cualquier extre-
mo escandaloso para vengarse. Hasta pensé entrar una noche
en la tienda, revolver en mano y no dejar vivo ni al gato. Uno
de sus amigos, le sugirié la idea de aprovechar la circunstancia
de encontrarse alarmado el Animo publico con la noticia de un
posible levantamiento armado de los Bolos del Cibao con fuer-
te repercucién en esta ciudad y, como a eso de las nueve de
la noche, hora en que la quietud y el silencio empezaba a.
ser mayor; el novio y un grupo de sus intimos amigos que
acechaban estratégicamente, dieron fuego a sendos mazos de
cohetes, de esos que estallan como tiros de fusil, producién-
dose en el vecindario y en la casa la natural alarma, al grito
de ; Vivan los bolos! y aprovechando aquellos minutos de es-
tupor, se introdujeron en la tienda, pasaron al interior y car-
garon con la muchacha, metiéndola en un coche y empren-
diendo la fuga como almas que lleva el Diablo sin que los fa-
miliares pudieran descubrir en toda la noche su paradero.

Cuando por el contrario, el noviazgo era: bien aceptado,


venian los amores ptblicos y el joven visitaba la casa todas
las noches, formandose lo que Ilamaban altar, o sea el sentar-
se aparte los novios en la sala, instalados en las mecedoras
mas cémodas. Noche por noche, la novia obsequiaba a su
prometido con dulces confeccionados especialmente para él,
dandole asi prueba de sus habilidades reposteriles, toda una
promesa de futuros hartazgos. La visita del novio se pro-
longaba hasta las nueve o a mas tardar las diez, tocandole,
por lo regular, a la paciente madre el cuido del altar entre
una que otra cabezada que era aprovechada por la enamora-
da pareja para besarse.

_ Conoci en esta ciudad uncs novios que sctuvieron su


altar cuarenta afios, batiendo cl record en perseverancia y
paciencia, hasta que al cabo ya viejos, cuando el novio esta-
ba como dijo Sancho a Don Quijote después de] manteo de
30 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

los yagiieses “‘mas para bi lm as qu e pa ra pl at ic as ’’ se ca sa ro n,


siendo esta bo da un gr an ac on te ci mi en to .

También se realizé una boda en la que el novio conta-


ba 85 afios y la novia 72, am bo s se do rm ia n du ra nt e el al ta r
que empezé6 cu id ad o y al fi na l se cu id ab a so lo .

Otro ejemplo. de amor perseverante lo dié un miembro


de esta sociedad ha ci en do el am or po r es pa ci o de 12 afi os a
una testaruda mu ch ac ha . .A mb os mu ri er on cé li be s.

En la actualid ad no pa sa n se me ja nt es co sa s y ca so s. La
muchacha de ah or a no ag ua nt a el sir io, po rq ue es mas prac-
tica e impaciente.

Actualmente, la mu je r se ha id o sa cu di en do de ta nt as

Oe
limitaciones sociales; los pa dr es so n ma s li be ra le s y la fre -
cuencia del bello sexo en la cal le, los te at ro s y ca ba re ts ofr e-
cen frecuentes opor tu ni da de s a un pr et en di en te pa ra ga la n-
tear e in te re sa r el co ra zo n de un a jo ve n.

|
ge ae
A
Said

MUEBLES Y AJUARES CASEROS


ee
Set

Como ha acontecido siempre, el moblaje de una casa


esta en relacién con las posibilidades econémicas de sus due-
fos. En la época a que nosotros nos referimos, lo que cons-
titufa una casa bien amueblada tenia en la sala varias mece-
doras y sillas, un espejo grande de marco dorado, un par o
mas mesas de caoba pulida con tope de blanco mfarmol, Ila-
madas consolas, otra redonda u ovalada, también de caoba
_con marmol; varios cuadros al déleo, retratos de la familia.
Sobre las consolas, a manera de adorno, varias lamparas de
pié como si fuera un muestrario, briseras, ‘candelabros de me-
tal o cristal, y otras curiosidades ejecutadas en hueso o vi-
drio; la l4mpara para iluminar el recinto, se colocaba en un
rincén, en mesita de caoba cubierta con paho bordado a ma-
no, otros de estos pafios cubrian el espaldar de las mecedoras.
Las mesitas rinconeras de forma redonda y de un solo pedes-
tal soportaba una lampara. En algunas casas esta lampara,
sea por adorno caprichoso de nuestras abuelas o por rendir
e! gas, lucia en el fondo una cantidad de peronilas 0 peonfas.
Alrededor
de la mesa de centro, en la amplia sala, la
familia formaba tertulia consumiendo. las velas que raras ve-
ces se prolongaban pasadas las nueve o diez de la noche, ho-
ra en que se retiraban las visitas para que no las calificaran co-
¢
mo visitas majaderas.

En el comedor; gran mesa de caoba, por lo regular de


cuatro patas torneadas y lustradas; el tinajero, coronado por
piedra filtrante céncava, un jarro de hojalata con puntas en
los bordes y mango largo, destinado a sacar el agua de la ti-
32 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

naja, la que brindaba esta siempre cristalina y.fresca. Den-


tro de la tinaja un pedazo de azufre para purificar el agua
evitando que criara larvas.
Era muy rara la casa que tenia aljibe, y, generalmente,
se bebia agua de pozo, habiendo situado en cada propiedad
en un Angulo del patio, limitado por altas paredes linderas
en veces cuartos de pozo o medios pozos que surtian de agua
a varias familias. De estos pozos profundos, extraia la fa-
milia el agua, para todos los usos, almacenandola en monu-
mentales tinajones de barro cocido y vidriado importados
de Espafia (1) El agua para el fregado y lavado se deposita-
ba aparte, en otro recipiente en el que se le agregaba ceni-,
zas.
En los barrios de la ciudad se cavaron pozos ptblicos .
a los que concurria el vecindario a proveerse del indispensa-
ble liquido. Algunos de estos pozos se ven, todavia, en los
barrios altos de la ciudad y otros han sido clausurados con
tapas de cemento, otros, como los de San Miguel, y San Car-
los, han sido cegados.

No es dificil que algun dia vuelvan a utilizarse estas fuen-


tes de agua cuando por una circunstancia cualquiera se inutilice
témporalmente el servicio del acueducto.

En la despensa se guardaban las provisiones y el ajuar


de cristaleria,’ loza, mantelerfa y cubiertos.
Los dormitorios, con sus camas camero de gruesas co-
lumnas torneadas y escogida madera de caoba o espinillo,
cubiertes con un colchén de plumas de aves; catres con forro
de lona montados en barras con varillas o pegados con al-
rmid6én al estilo cibaefo, espaldares sostenidos por espigas
gue entraban en taladros al extremo del catre, terminando
la parte superior en un bastidor forrado con tela. gruesa del
cual se prendfa el mosquitero.

En toda casa de gente bien, las camas eran muy cuida-

(1)—Hoi los utilizan para sembrar helechos i flores, siendo ya mui


raros.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 33

das, y no se perimitia colocar sobre ellas ningin’ objeto que


no fuera para su uso, considerandose como la mayor demos-"
tracién de abandono y porqueria que en ellas hubiera chin-
chas. La invasién de esta plaga era guardada como secreto
familiar mientras-la duefia de la casa y su servidumbre no se
daban reposo hasta acabar con el insecto.

En una mesita de caoba, en forma de tripode, que ocu-


paba lugar a un lado de la cama, se colocaba un candelero
con su vela de esperma o de cera, fésforos, un vaso de agua,
etc., etc.

Cuando se dejd de usar el incémodo eslabén con su chi-


flito yesquero y mecha de azufre, para hacer candela y luz,
vinieron los fésforos de peine. Consistian estos fésforos, en
‘un pedazo de madera de pino de unas dos pulgadas de an-
cho por otras tantas de largo, aserrada la tablita en forma
de peine, entrando en cada peina de 29 a 25 fésforos. La
cabeza, o mixto de estos fdésforos, estaba compuesta de una
preparaciOn a base de azufre. De los peines se iba arran-
cando los palillos y se frotaba en el pavimento, las paredes
o la suela del calzado, despidiendo al inflamarse un olor des-
agradable y sofocante. Muchos incendios se produjeron en-
tonces, debidos a estos fésfores que eran, ademas, veneno
activo.

La gente acomodada usaba el fésforo de cerilla, mas hi-


giénico.

Cada persona tenia cerca de ‘la mano, en la cama, su


mazo de varillas de coco para espantar o matar los mosqui-
tos, en mayor cantidad antes que ahora.

En la cocina: calderos, ollas de barro cocido, anafes,


hornillas, lebrillos de barro vidriado en diferentes tamafos,
una gran rueda de guayacan para picar y macerar la carne;
el calderito de cobre estahado por dentro de forma cilindri-
ca en la parte superior y esférica en la inferior o base, con su
molinillo para batir el chocolate, las bateitas de madera blan-
ca, para el fregado y enjuaegado de utensilios, el torneado
azador o punzén para hacer las frituras y el almirez de me-
34 : LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

tal, de marmol o de madera, para triturar y mezclar las espe-


cies condimentosas. En un rincén, el ventrudo tinajén pa-
ra el agua y el pilon de pesada mano para pilar el arroz, mo-
ler el café, etc. Sobre una tablilla se colocaba la humeante
lamparita que, con débiles resplandores alumbraba la am-
plia cocina.

No conociéndose el higiénico inodoro, cada casa tenia


su letrina que era mantenida en el mejor estado.

En un departamento de la casa, destinado para desaho-


go y almacén de trastos viejos, tenia lugar el botiquin, pro-
visto de las medicinas, aceites, aguardiente y ungiientos de
que habaremos en otro lugar.

Muchos de estos muebles y enseres, pasaban de genera-


cién a generacién. En mi casa, habia copas, vajilla, lampa-
ras y otros objetos que estuvieron en uso mas de ochenta
afios. El reloj de pared, de ancha esfera, hizo servicio cons-
tante 87 afios, al cabo de los cuales hubo de ser jubilado por-
que la campana, en estado de decrepitud, daba las 12 cuan-
do no debia dar sino la una o las dos y, muchas veces, repe-
tia los campanillazos mientras le duraba la cuerda.
LAS MODAS Y AFEITES

Por el afio de 1867-68, se usé la crinolina; armazén de


alambre como de un metro en circunferencia que usaban las
damas elegantes. (2)

Las muj ere s del pue blo , de hu mi ld e pos ici én, us ab an el


camisé n de pru sia na (3) al mi do na da , ex ag er ad am en te anc ho.
Las de los ca mp os , ves tia n la pol ler a; o sea , fal da de tel a or-
dinaria y de col ore s chi llo nes y, el bus to con una cam isa de
percal blanco. Un collar, sarta de cuentas de vidrio, de se-
millas o de hue sos , a los que se atr ibu ia po de r med ici nal , com -
ple tab a el ata vio de la cam pes ina , sin mas cor pif io u otr o
_adorno a no ser gruesos colgantes en las orejas.

Los elegantes de la ciudad, usaron, en la sucesién de esos


afios, el ex tr av ag an te pa nt al én ll am ad o a la pis tol et, lue go,
el bombac he ; mi en tr as el pis tol et era su ma me nt e est rec ho, el
bomb ac he era mu y an ch o en la par te su pe ri or y en la inf eri or
-o ruedo. Esos feo s pa nt al on es los pl an ch ab an de mo do que
los filos es tu vi er an en su par te lat era l de sd e la ca de ra has ta
el ruedo, y, en la par te int eri or, de sd e la en tr ep ie rn a has ta
el rue do. Ma s tar de en tr é- en uso el pa nt al én de ca mp an a,
angosto arriba y an ch o aba jo, por el est ilo del un if or me usa - -

(2)—También se lla ma mal ako ff; seg in una not a que apa rec ié en
Clio, rev ist a de la Aca dem ia Dom ini can a de la His tor ia (Se pt. -
Oct. de 193 4, pag . 149 ) deb ida al exc els o Mae str o Don Fed eri -
co Hen riq uez i Car vaj al, su uso aqu i coi nci dié con la ane xié n
espafi ola . El pol izé n, que era tam bié n un abu lta dor loc ali zad o,
se introdujo ciertamente hacia 1869.
(3)—Hoi se dice pursiana.
36 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

do por snarinos ingleses y americanos. Sustituy6 a esta mo-


da masculina, el pantalén y el saco. muy anchos y largos
por lo que el populacho puso a estos trajes. el mote de batas
princesas. Durante estos Ultimos afios, se ha venido usando
trajes de pantal6n de ancho moderado y sacos cortos, ce-
rrados 0 abiertos, pero la parte de atids partida en el centro
en forma de levita y esta prenda fué bautizada con el mote
de ; Ay, mi madre! También tuvo uso riguroso el parté levita
o levisaco, siendo nominados los mas largos con el mote de
Cola de pato.

‘No puede verse en la indumentaria femenina nada mas


ridiculo que la crinolina. Las mujeres parecian faroles ja-
poneses; las descomunales faldas pendian desde la cintura
y caderas mientras que el busto lucia ajustado corcelete, su-
bido de talle, como si la cintura y cadera se delinearan a po-
co espacio de las axilas.

El peinado femenino, era de mofnos bajos, sobre la nu-


ca, dejando dos o tres bucles colgando hacia adelante o ha-
cia atraés; pero ordinariamente el peinado era de cebolla o
partido al centro de la cabeza a lo Cleo de Merot, y tejien-
do trenzas que ataban con cintitas de colores: las puntas. Nin-
guna mujer usaba color amarillo por ser sinédnimo de cala-
baza. Se Ilamo y llama calabacera a la muchacha que susti-
tuye un novio por otro o tiene dos novios a la vez, encendien-
do una vela a Dios y otra al Diablo. Aunque esta conducta
era entonces rara no dejaba de producirse.

El calzado era muy bajo, o muy alto en forma de bo-


tas, pero como los trajes eran tan largos y anchos, sdlo alcan-
zaban a verse la punta, siendo necesario que la mujer se re-
cogiera el vestido para que el indiscreto observador colum-
brara el tobillo o algo mas de las piernas.
Los mismos trajes de entre-casa eran exageradamente
largos y para que no se luyeran y deterioraran al rozar con
el pavimento los ribeteaban con trencilla de grueso tejido con
puntas y en colores que armonizaran con el traje.

Los caballeros usaban, en ciertas ocasiones, y para algu-


AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 37

nos actos, la levita cerrada, o el levi-saco, sin prescindir del


indispensable chaleco. Corbata chalina o enorme plastrén
hacian frente al holgado cuello de la camisa, en veces ador-
nada con encajes o tachos en la pechera.

En cuanto al calzado masculino, se preferia el botin con


elasticos laterales, que permitian ponerlos y quitarlos facil-
mente, quedando bien ajustados al tobillo, una vez puestos.
La liga en el calcetin fué prenda poco usada y el calzado de
ambos sexos era importado de Francia y tenian fama de ele-
gantes y resistentes los de marca Fanien. No quiere esto
decir que faltaran en la ciudad buenos zapateros, puesto que
algunos eran peritos para hacer zapatos de una sola pieza.
Varios caballeros sacrificaban la estética a la comodidad, sea
por defectos en los pies o por sufrir de-callos y usaban el bo-
tin nominado Trompa de puerco, por tener la misma forma
de la trompa de este animal.

Los pantalones pistolet, eran tan ajustados a las piernas


que habia que forrarlas con papel de seda o vestir medias
de mujer, para que estos pantalones entraran sin deteriorarse.

Ataviado el elegante con camisa blanca, cuello holga-


do, con encajes en la pechera, corbata chalina o plastron, cal-
zado bajo, dejando ver la blanca media de hilo de Escocia,
chaleco de los que huyen de la humedad, peinado de melena
partido al medio de la cabeza, dejando caer mechones sobre
las orejas, levita, el indispensable paraguas y para comple-
tar, gruesa cadena de oro en forma de leontina, que agarra-
ban el reloj y la llavesita adicional para darle cuerda, pues
hasta hace unos 50 afios no se empezaron a vulgarizar los
de remontoir. En la cabeza, sombrero de fieltro, bombin,o
chistera. (4)

Los fuertes y continuos aguaceros hacian que nadie se


aventurase a salir de su casa sin el paraguas. Los mejores

(4)—Los chalecos eran, generalmente de color blanco o negro. Se co-


menzaron a usar de otros colcres en el afio 1833, cuando Duar-
te regresé de Europa i le trajo“a sus amigos como obsequio unos
muy finos que estaban de moda en Paris. A Felipe Alfau le re-
galé uno rojo mui elegante.
38 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

paraguas eran italianos, traidos de Génova, con varillaje de


ballena y tela de pura seda a cuadros, sin dibujos o lisa.
La gente rica de los campos usaba un paraguas mas
grande y la tela era de colores chillones y lisa.

Por lo regular, la levita cerrada, el fraqué y alguna otra


prenda de vestir, eran pedidas a Paris y duraba toda la vida,
acicalandose con ellas a su dueho después de muerto, pues
éstos eran bafiados, afeitados y vestidos rigurosamente co-
_ mo para asistir a una recepcion.

Toda dama elegante guardaba un traje de gro, de pu-


ra seda negra, al cual se le Ilamaba saya. Este traje era usa-
do exclusivamente para mortuorios, pésames y se vestia los
viernes Santos para asistir a los solemnes actos religiosos que
tenfan lugar en nuestra catedral, o en alguno de los otros
templos. Cuando la dama moria, se la vestia con su saya.

Sucesivamente fueron desapareciendo o transforman-


dose estas modas, y, por lo que al bello sexo se refiere, tuvi-
mos el extravagante polizoén, el ridiculo jersey, el nocivo cor-
..cet de avispa, las faldas estrechas que casi no permitian mu-
dar el paso, las faldas llenas de vuelitos o encajes.

Hasta hace poco, la mujer dominicana no se decidié a


ensenar los brazos y las pantorrillas, cosa que a mi ver es
la mas higiénica, elegante, remozadora y equitativa, merced
a la cual “‘cada quien se mata con la mano que le da la gana”’
y no se compra “‘gato en macuto”’.

Aquellas detestables modas daban a la mujer aspecto


fantastico y la privaban de lucir los encantos que la Natura-
leza: les *ha dado. jCudntas gallinas se llevaron a la tumba
el secreto de sus bellas redondeces!

Cuando en aquella época se lograba ver la pantorrilla


de una mujer, constituia aquello un acontecimiento comenta-
ble y los que gozaban de él se consideraban muy afortunados.
Con la moda de hoy, el traje sobre las rodillas, sin medias,
las piernas balloon o las semi balloon, los tobillos y cafiafis-
tolas pasan desapercibidas. La presencia en pitblico, en
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 39

aquellos tiempos, de una de las ballestiilas archiflauticas o de


ciertos dreadnaughts o superdreadnaughts habria causado un
escdndalo maytsculo, produciéndose .tumultos y siendo cau-
sa también de rifias y tiros.

Veo dificil el éxito de la oposicién de aquellas hijas de


Eva a quienes no favorece el desnudo citado. La joven de
ahora, menos mojigata,-no se resolvera tan facil a dejar su
pelo cortado, su falda*corta, convencida de que es barata,
higiénica, honrada y sugestiva, aparte de dar a las jamonas
aspecto de juventud.

Es notable la transformacién que ha experimentado la


mujer durante los ultimos 30 anos, tanto en su modo de ser
como en sus costumbres.

Empezaremos por referirnos al cambio que se ha ope-


rado en su fisico. En otros tiempos, la mujer se conformaba
_ con la figura que Dios le habia dado, y en forma alguna tra-
taba de ocultar sus defectos por medio del maquillaje, y los
modernos secretos del salén de belleza. La que carecia de
actractivos fisicos, se colocaba en segunda fila en las reunio-
nes sociales, sabedora de que no podfa competir con otras
mejor parecidas, en la conquista del hombre. La mujer mo-
derna, en cambio, no se resigna a representar el papel de car-
cacia en sociedad y cuando la naturaleza no ha sido genero-
sa con ella, se vale de los medios inventados por la imagina-
cién del hombre para mejorar su fisico, disfrazando en lo po-
sible sus defectos, con afeites de novisima invencién. Si es-
ta de moda la delgadez, le es facil rebajar hasta lo inverosi-
mil, sometiéndose a un tratamiento especial que la permite
adquirir una figura gracil y elegante. El color de su cabelle-
ra puede cambiarse en armonia con su rostro. Si hay sefio-
ritas palidas, es por su propia voluntad, ya que el colorete
y el rouge para los labios son usados por las mujeres, sin que,
como antafio, sea motivo de critica.

La mujer moderna dispone de armas eficaces con qué


combatir -y vencer la obra destructora del tiempo sobre su
fisico y debemos rendir tributo por su habilidad para comba-
40 . LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

tir los estragos de los anos. Las mujeres de hoy no son mAs
bellas que las de antes, pero poseen el secreto de realzar sus
encantos al extremo de que hasta la mas fea causa buena im-
presién, ya sea por su elegancia en el vestir, o bien por el
uso de ciertos trucos que eran desconocidos a nuestras abue-
las. En una reunién integrada por mujeres de diferente edad,
dificilmente podrfamos establecer la diferencia entre las jé-
venes y las de mediana edad, porque todas nos parecerian
poco mas o menos contemporaneas. Attn la abuela moder-
na, disimula bastante sus afios y en vez de arrinconarse a re-
zar el rosario, como hacfan sus antepasadas, concurre a las
reuniones sociales,’ divirtiéndose tanto como las mas jévenes.
Aunque algunos lo duden, esta es la época mas feliz de la
mujer, pues habiendo criado y educado ya a todos sus hijos
y viviendo por ese lado libre de preocupaciones, puede dis-
frutar en su vejez de satisfacciones espirituales que estan ve-
dadas a la juventud. jQué diferencia de aquella época, cuan-
do una mujer, a los cuarenta afios, se retiraba del mundanal
bullicio por considerar que su edad le impedia alternar con
las jévenes!

Las ideas de la mujer han variado, también, notable-


mente, y para darnos cuenta del cambio operado, basta con
observar el punto de vista femenino con respecto a la modes-
tia. No es menester ser una sexagenaria para recordar los
tiempos en que la actitud propia de una perfecta seforita,
era manifestar asombro por todo cuanto veia o escuchaba.
Sus lecturas eran escogidas por los padres o tutores; se abs-
tenia de acudir al teatro cuando se representaban ciertas
obras que ensefiaban la realidad de Ja vida. La austeridad
de las costumbres se reflejaba, también, en el modo de vestir,
pues, como hemos dicho en otro lugar de estas crénicas, los
trajes eran largos, anchos y de colores severos. El pensa-
miento de esa mujer educada asi, no se podfa expresar con
la claridad y la libertad que ahora, porque era impropio tra-
tar ciertos t6picos que en la actualidad son platos corrientes
entre las mujeres. Ninguna muchacha recatada se permitia
tratar con su novio acerca de sus futuros hijos; esta era una
cuesticn delicada, que mejor era dejarla para después del
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 41

matrimonio. Ahora, en cambio, la mujer que contrae com-


promiso matrimonial, considera lo mas natural del mundo
referirse a estas cuestiones que por manera tan directa han
de afectar su vida futura. ¢A qué guardar silencio sobre co-
sas naturales que, ademas, tienen la sancién civil y religiosa?

También puede observarse que la mujer moderna esta


et

mejor preparada para soporiar los embates de la suerte. Se-


acre

gin Doroti, hubo un poeta que aseguré que “El hombre tra-
baja mientras la mujer llora’, pero, ahora no estamos en. el
emer ea

siglo en que ese poeta llegé a tal conclusién, pues los papeles
se han cambiado y el hombre llora mientras la mujer pasea
y juega al bridge. Puede, pues, que la inspiracién de ese poe-
ta fuese tocada de la vida real de entonces, pero estoy se-
guro de que a ningtin poeta moderno se le ocurriria hacer
tal afirmacién sin faltar a la verdad, pues la mujer de aho-
ra en lugar de sentarse en un rincon a llorar sus penas, se
apresta a luchar con brios y entusiasmo para vencer los obs-
taculos que se le presentan, demostrando la mayor firmeza de
dnimo en los momentos aciagos. Cierto es, en verdad, que
en el siglo pasado estaba en moda la expresién melancélica ~
en el rostro de la mujer. La tristeza era un signo de distin-
cién en una dama y las conversaciones predilectas del sexo
femenino eran aquellas donde salian a relucir episodios tris-
tes que espantaban la alegria de los hogares. Noy, la acti-
tud de la mujer ha cambiado a este respecto y la mayoria
de éllas evitan recordar sus penas, cuando se reunen es para
tratar solamente de cosas agradables. Y, no es que ahora sea-
mos mas felices que antes, pues la vida sigue su curso inalte-
rable y las desdichas se suceden con regularidad a través de
las generaciones. Lo que ha sucedido es que la mujer ya no
rinde culto a la tristeza y su actitud ante la vida es mAs opti-
mista. Las variaciones de la moda, las vidrieras que mues-
tran objetos incitantes, los cinematégrafos, los cabarets, las re-
cepciones, los paseos ptblicos, los bailes, el bridge, etc., brin-
dan a la mujer de hoy variados incentivos que la distraen y
despierta en su espiritu la alegria de vivir.

Como hemos dicho anteriormente, los rusticos vestian li-


42 , LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

geramente. Las mujeres, usaban la ya descrita poyera, y los


hombres, pantalén de tela ordinaria y resistente, remangados
bajo la corba con una soguita o ripio; camisa de listado o de
algodén tramado; sombrero ancho tejido con paja de cana
y, muchas veces soletas o sandalias. Los acomodados se da-
ban el lujo de. usar paraguas grandes de colores chillones.
Eran raros los que usaban calzado. Los terratenientes o cria-
dores ricos, vestian mejor y venian a la ciudad montados en
briosos caballos, fuertes mulos o pacientes burros; estas mon-
turas estaban bien aperadas. Si el campesino era pobre, la
montura estaba dotada del tradiciona] aparejo y espaciosas
Arganas, pero todos estos vales se daban el lujo de amarrar-
se al cinto o terciarse a la espalda, con faja multicolor, el afi-
lado machete de cabo con vaina de cuero curtido, adornada
| profusamente con clavos plateados o dorados y dibujos guar-
necidos con espejitos. Algunos de estos sables tenfan grava-.
do en la hoja esta inscripcién: “‘No me saques sin raz6n, ni
me envaines sin honor’. También lucian enorme revélver
cacha de nacar con cintur6n sembrado de relucientes cartu-
chos; de estos revélveres (que fueron requisados cuando la
ocupacién americana) habia profusién de clases desde el
Smit pavonado de nikel hasta el Ilamado marmita, de grue-
sa maza con siete agujeros en los que entraban sus corres-
pondientes cartuchos, con su varillita a un lado. Los que no
podian comprar una de estas armas que se usaban libremente,
recortaban una carabina en la parte del cahdén y de la cula-
ta y a éstos le llamaban pata de mulo.
Estando limitado el comercio a las ciudades y pueblos
de alguna importancia, eran éstas muy concurridas por la
gente de los campos, que acudian a hacer sus compras de
en

provisiones con el producto de la venta de frutos y baratijas,


eae

tales como cera, cueros de res y de chivo, miel de abejas,


cacao, café, azicar, melao de cana, habichuelas, arroz, man-
teca de cerdo, frutas, etc. etc. Muy dificil era encontrar en
ie

los campos alguna que otra bodeguita hasta que los grandes
ee

ingenios de aztcar establecieron bien surtidos comercios. En


la actualidad, hemos visto algunos de estos establecimientos,
sae ge

especie de miscel4nea que venden de todo y tienen en exis-


AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 43

tencia desde la mas fina tela de seda hasta el mas burdo


género, encontrandose también, las mejores conservas y ce-
reales.

No habiéndose implantado por aquel entonces el siste-


ma métrico decimal, se vendian las telas por yardas, varas y ~
enas de no muy exacta medida; los cereales y tubérculos,
por cajones y fanegas, o por jarros de poco mas de libra.
waerene,

Los almacenes compradores de frutos compraban por kilos


aunque a la. hora de vender lo hicieran por libra americana.
E] tamano standard para los cajones y jarros era controlado
y sellado por la policia, impeniendo multa a los que no acu-
dian a ponerse dentro de la ordenanza y eran sorprendidos
vendiendo sin sello.

Hubo una época de tanta miseria y tan falta de numera-


rio, que se hacian las ventas y compras por cambalache y era
frecuente cambiar mercancias por gallinas, huevos, etc. Se
aceptaban monedas de oro, plata, y cobre de todos los pai-
ses, y, para que no las extrajeran del pais/Tes\hacian un ta-
ladro en sus bordes. Recordamos habér visto en circula-
cién monedas de diferentes tipos y valores, pesos, pesetas
fuertes, pesetas sencillas americanas, inglesas, francesas, mexi-
canas, colombianas, holandesas, peruanas y de otras nacio-
nalidades, prevaleciendo la moneda mexicana cuyo peso tu-
vo largas épocas de equivalencia con el dollar americano.
Posteriormente, fueron acufadas, y entraron en circulaci6n,
monedas pequefias de cobre y de nikel con valor de uno, de
medio y de un cuarto de centavo; a estas monedas de nikel
se les Ilamé motas. WHasta hace poco circulé la moneda na-
cional que se cotizaba al 5 por | y de las que habia pesetas,
medios pesos y pesos. A estas monedas le pusieron por nom-
bre en el Cibao, clavaos, seguramente porque su aleacién con-
tenia mas que de plata, del metal de que se fabrican los
clavos.

Durante la ocupacién americana y el ejercicio de Mr.


Mayo en la Secretaria de Hacienda, este militar yankee, de
origen judfo, exporté la mayor parte de la moneda nacional,
44 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

cbteniendo ventajoso porcentaje de cambio en el mercado


americano.

Durante la administracién del General Heureaux, el. me-


morable Lilis, se puso en circulacién forzosa la papeleta emi-
tida por el Banco Nacional. Esta papeleta llegé a convertir
en ruina la fortuna publica una vez que la depreciacién lle-
g6 a sus Ultimos limites. Un par de calzado llegé a valer
mas de $100.00; una libra de arroz $5.00, etc. y se pagaba
cualquier trabajo insignificante con un bojote de estas pape-
letas. Caido con Heureaux su sistema, uno de nuestros con-
gresos decreté la desmonetizacién de esa papeleta, recibién-
dola proporcialmente en pago de los impuestos fiscales y
nombrando una Comisién de honorables que periéddicamente
incineraba en el parque Coldén las cantidades que se iban re-
caudando. Fué para entonces cuando se ensenored, en el
mercado, el billete y la moneda americana y la costumbre de
especificar en cualquiera transaccién que se hace, que el pa-
go o valor es en moneda de oro, o su equivalente en plata
americana.

Debido a la gran riqueza de los Estados Unidos de Amé-


rica se considera muy seguro y garantizado el billete de ban-
co de ese pais. Su circulaciédn es mundial sin que los gobier-
nos de las mas importantes naciones del mundo se preocupen
por garantizarla pues, que sepamos, sdlo Francia tomé me-
didas a este respecto.

Volviendo a ocuparnos del comercio y de las bodegas


y almacenes en las fincas y campos, hemos de consignar los
perjuicios que esos establecimientos irrogaron al progreso,
cultura y crecimiento de las ciudades de Azua, Barahona,
San Pedro de Macoris y La Romana.

Administrados los grandes almacenes o factorias que


establecieron en cara localidad las compafiias azucareras, por
el personal extranjero bajo control administrativo de la ofi-
cina principal, no se conformaron con la bodega central ex-
pedidora de tikets o de fichas canjeables por mercancias o
por provisiones, sino que extendieron el negocio hasta cam-
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 45

pos y bateyes vecinos, arruinando al comerciante nativo, de


capital escaso, que no pudo competir en precios, que no ex-
pedia fichas y no tenfa,las facilidades que la finca ponia a
la disposicién de, los administradores-pulpos de ese negocio.
Siendo importadas directamente las mercancias de los mer-
cados extranjeros, el almacenista importador de la ciudad vid
fracasado su negocio una vez que el pequefio comerciante del
campo no volvié al pueblo para hacer sus compras, sino que
se aprovecho de las ventajas que le brindaba surtirse del gran
almacén anexo a la bodega central en cada finca. El] mino-
rista o detallista de la ciudad, se arruiné paulatinamente, has-
ta. desaparecer, pues el campesino jornalero no frecuentd
mas el mercado en los domingos que era el dia en que gasta-
ba su jornal percibido el sdbado.

En consecuencia, el comercio del pueblo fué quebranta-


do y arruinado, sufriendo retardo y Pperjuicio el Progreso de
las ciudades, tarito eri su extensién y ornato cuanto en la den-
sidad de poblacién. .
Desde las columnas de “E] Tiempo’, periéddico diario
que dirigi en San Pedro de Macoris por el afio de 1896, hi-
ce campafia porque se restringiera el negocio almacenista de
las fincas, pues aunque estaba legalmente establecido y ha-
bria sido arbitrario suprimirlo, si podfa limitarse a pequefias
bodegas de provisiones alimenticias imponiéndole una fuer-
te patente municipal a todo establecimiento cuyas existencias
alcanzaran a una suma mayor de $500.00.

Después ie esta larga digresién, volvemos. a ocuparnos


de las modas y afeites, motivo de este capitulo de nuestro
trabajo.

Aunque se conocia e importaban polvos_ finos para


uso de las damas, la mayor parte de éstas se empolvaban
con cascarilla. Habia familias que vivian de la fabricacién
de estos polvos, considerados como los mas higiénicos. Pa-
ra hacer la cascarilla, se utilizaba la cascara de los huevos,
bien lavada y seca, molida hasta pulverizarla. Algunas per-
sonas, humedecian estos polvos y los vaciaban en pequefos
46 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

moldes formando piras que una vez secas podian aplicarse


al cutis con mayor comodidad.

Muchos padres severos y ridiculos, asi como maridos


celosos y tontos, prohibian a sus hijas o mujeres el artificio
de empolvarse. Unicamente las mujeres de vida alegre y
alguna que otra dama despreocupada, usaban colorete, pero
la dama que ligeramente coloreaba sus mejillas era censura-
da, poniéndose en tela de juicio su conducta. (5)

oa
Los mozalbetes no podian hacerse la primera barba,
mientras su padre o tutor no les diera permiso para rasurar-
se y conoci a varios que andaban con la cara llena de la pt-
ber peluza, en espera de licencia para recurrir al barbero.

La navajita Gillette se viene usando de pocos afios a


esta parte, pues el uso de las barbas en forma de patillas,
de peras o de chivas era comtin y los que se rasuraban te-
nian que acudir al servicio del barbero o hacerlo personal-
mente usando la navaja corriente.

Por lo general, hasta cumplidos los 15 anos, no se le


permitia a un muchacho vestir pantalones ni mezclarse o al-
ternar con personas mayores.
No habia quien se atreviera a fumar ni a tomar una
copa de licor delante de sus mayores. Casos mil habfa de
hombres casados, con varios hijos, que no fumaban delante
de sus padres y tios, hasta que no recibian expresa autoriza-
cién para este acto que se consideraba una grave falta de
respeto. Algunos padres eran tan severos y extravagantes,
_ que jamas dieron permiso a sus hijos para fumar en su pre-
sencia y menos para tomar licor.
Parecera raro la identificacién de caracter de un hom-
bre de aquella época con: ciertas costumbres modernas;. so-
bre todo, en lo que concierne a las relaciones dentro del ho-
gar, entre padres e hijos y los esposos que en muy pocos ca-
sos llegaban a tutearse.

(5)—Carmin era el nombre con que se conocia entonces el colorote


i era usado mui disimuladamente.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 47

El padre de familia de hoy no es el senor mal humora-


do y triste sino que brinda a su familia la confianza de un
buen amigo aceptando que lo tuteen y abriendo las puertas
de su caracter para que, sin faltarle al respeto, lo traten con
la mayor confianza. En todos los casos de la vida, ningun
consejero puede ser mejor inspirado y saludable que los pa-
dres, puesto que, cuando se rodean de exagerada autoridad
y reservas, crean entre éllos y sus hijos distancias u hondu-
ras profundas que no dan oportunidad para abrirles el co-
razon ni inspirar confianza en la justeza de sus juicios. Los
padres deben procurar que su presencia en el hogar no modi-
fique las demostraciones de caracter de sus hijos y sean siem-
pre deseados y no temidos. Los varones deben tener ente-
ra libertad de acciédn desde que sepan distinguir en los 4s-
peros tortuosos caminos y encrucijadas de la vida, la flori-
da senda del Bien y los zarzales del Mal. No puede ser
de buena ley esa virtud que impone ‘en la mujer una recia
disciplina, sino aquella que nace voluntariamente en contacto
con la sociedad. ¢Cémo puede saber un mentor los defectos,
errores y debilidades de una persona, sus orientaciones y ten-
dencias, si cierra a ésta el camino moral de manifestarselas?

Padres hay, todavia, tan ridiculos y celosos, tan tontos


y egoistas, que no llevan a sus hijas a_un baile ni a otras reu-
niones que se efecttien fuera del ambiente familiar, convir-
tiéndolas despiadada y cruelmente en prisioneras de confian-
za y haciendo del hogar una carcel dorada. Asi las cosas,
las jévenes ahogan sus expansiones mas honestas, revistien-
do aun aquellas satisfacciones mas inocentes del disimulo y
la hipocresia. jCudntas veces, las hijas asi tiranizadas se
dicen entre si: ;Cudndo saldra el viejo?, esperando, con delei-
te, que el autor de sus dias se vaya al Club, o a la oficina,
cuando no a_un largo viaje, y recibiendo con pesadumbre
la noticia de su vuelta. Sabemos de algunos jefes de familia
que han sido nominados con motes deprimentes, tomando
de la Historia el nombre de personajes crueles o barbaros:
Herodes, Caifas, Nerén, etc.

Son, también crueles, aquellos padres que manifiestan

i
48 : | LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

predileccién por uno de sus hijos, creando recelos, rivalida-


des y envidia en los otros que, sin motivo ni derecho, se ven
relegados a segundo lugar. Todos los hijos deben. ser igua-
les en goce de idénticas prerrogativas, aun en los casos en
que haya uno que por su inteligencia, por su tacto y condicio-
nes generales de caracter, se hiciese merecedor de mayores
distinciones.
No hay un individuo sobre la tierra, de igual caracter
e ide olo gia que otr o, obt eni énd ose , cua ndo mas , alg una se-
mejanza. Siempre maravillosa la Naturaleza, no nos presen-
ta jams la exactitud entre una cosa y su simil. Millares de
obras del mis mo cor te sal dra n de la man o de un obr ero , o
de un artista;. pero, bien examinadas y comparadas, encon-
traremos que nin gun a de las pie zas , ya aca bad as, res ult a exa c-
tamente igual a las otras. —Tomemos en manos varias de las
hojas de un Arbol y nos convenceremos de que, si a primera
vista tienen el mismo corte y tamafo, las mismas venas y
‘trasp are nci a, nin gun a ser a igu al ant e nue str a min uci osa ob-
servacién y asi pasa con los humanos; en una larga familia,
cuando un matrimonio procrea muchos hijos, cada uno de
éllos presenta un caracter diferente y un fisico, cuando mas
parecido, con rasgos que hacen facil distinguirlos. ‘Casi siem-
pre hay uno de sus miembros que, mas nervioso, mas irre-
flexivo y mds vehemente o atolondrado, causa mayor traba-
jo y requiere mayores cuidados; en estos casos, se tratara,
por medio de correctivos,’ consejos y demostraciones, corre-
gir cuanto sea posible, esos defectos, sin caer en la violen-
cia. No debe permitirse que llamen a este nifio con el epi-
teto de alocado, lo tachen de sinvergiienza etc. Con tal pro-
cedimiento, se formara mal la conciencia del nifio, entrando
en su conviccién que no tiene juicio, y que, como tal, todo
deberaé dispensdrsele; llegara asi a hombre y regulara sus ac-
ciones contando de antemano con las dispensaciones socia-
les de su anormalidad.
Ante una pet ici édn , un cap ric ho, un des eo, un ape tit o
o cualquiera otr a cos a por el est ilo que hag a un nif io, sus pa-
dres o pre cep tor es de be n pen sar bie n si con sie nte n, o no,
en complacer lo, par a que , una vez que se hay a dic ho que SI
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS | 49

o que NO, entre en la conviccién del nifio la inflexibilidad


de la negativa o del asentimiento y la inutilidad de insistir en
sus deseos. La practica de los castigos con azotes es hija
de la barbarie y:]a ignorancia y el mayor de los abusos. Ca-
si siempre el que flagela lo hace coléricamente y a la postre,
no consigue sino maltratar al nifo. Muchos y mas eficaces
son los medios correctivos a la mano y el menos inteligente
observara su eficacia. Acostarlo temprano, privarlo de go-
losinas favoritas, recluirlo en la casa, mientras los otros pa-
sean y se divierten, hacerlos aprender las lecciones, etc.,
siempre sera mas eficaz que una pela.

En mi nifiez, habia’ muchas costumbres ridiculas; al le-


vantarse, al llegar de la escuela o de la calle, al toque de An-
gelus y antes de acostarse, estaba el nifio obligado a besar la
mano de sus padres y mayores. EE] besa-manos se efectuaba
de obra, o de palabra y cuando, por distraccién, el nifio no
cumplia con este precepto, era castigado.

Raro era encontrar una muchacha que tuviera por vicio


-fumar y la que lo hacia se escondia de todo aquel que pu-
diera divulgar su feo vicio. No es de lo mas agradable pa-
ra el sexo masculino tropezar con mujeres que huelen a ta-
baco y tienen los dientes y las manos manchadas de nicotina.

Antes era considerado como un grave defecto que ‘irri-


taba y lastimaba el honor de una persona, el hecho de que
le gustara el juego. El calificativo de jugador era deprimen- °
te y, por tanto, un enorme inconveniente a la hora de solici-
tar la mano de una joven, de pedir un empleo o administrar
intereses ajenos. El solo hecho de gustarle el juego hacia
exclamar a sus espaldas estas o parecidas palabras. “‘A ése,
no se le puede fiar ni una gata por el rabo”’. ue

La mujer aristocratica de hoy, fuma a todas horas ha-


ciendo ostentacién de su vicio en salones y otros sitios publi-
cos y muchas son las familias que han convertido sus hoga-
res en centros de juego adonde acuden las amistades a tras-
nochar frente a la mesa donde las madres de familia pierden
sus economias.
LAS PEDREAS

Como consecuencia de nuestras guerras intestinas, los

ninos ofan las narraciones de los combates y muchas veces


presenciaban la contienda fratricida entre una y otra facci6n,
con sus asaltos y sitios, con sus barbaras matanzas.

Puede que influeyera en este estado de cosas porque


atravesé nuestro turbulento pais, hasta hace poco, el que se
formaran en esta Capital los bandos de muchachos de. barrio
que con la nominacién de barbarefios, migueletes, carmelitas
y reginistas hacian campamento en sus respectivos barrios.
Estos bandos tenfan sus jefes, ya por elecciédn de la mayo-
ria, o por asumir ese grado o autoridad el muchacho del ba-
rrio mds audaz y agresivo. Recuerdo que el jefe de los bar-
barefios era Carlos Urraca, el de los migueletes, P. Mafén,
el de los de la Misericordia Domingo Moreno y el de la Regi-
na y el Carmen, el que escribe estas notas.

Frecuentemente, tenian lugar renidos encuentros entre


uno o mas grupos, previo desafio concertado por los jefes
que eran los que determinaban hora y sitio del combate. Por
lo regular, se efectuaban los encuentros en Galindo, en Mis
Amores o en la llanura de la Sabana del Estado. Haciendo
proyectiles de las piedras y guayabas verdes, se “fajaban”
a pedrada limpia. Los mas fuertes y comunmente los vence-
dores eran los Migueletes y los Barbarenfos, pues, en mayor
ntimero y con mayor libertad de vagancia, estaban mejor
entrenados para lanzar piedras graneadas o con tira-piedras
u ondas. Los cafioncs consistian en una tabla como de una
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 51

vara de largo por 4 0 5 pu lg ad as de an ch o; co lo ca nd os e sob re


un trozo de palo o una pi ed ra gr an de , cha ta, se co lo ca ba la .
piedra proyectil en su ex tr em o inf eri or y ést a era la nz ad a vio -
lentamen te al rec ibi r un go lp e la par te de la tab la que que -
daba su sp en di da del sue lo. Era est a ar ma , una esp eci e de
‘catapulta temible, pues al contendiente a quien alcanzaba una
piedra quedaba descalabrado y fuera de combate.

Estas pedreas llegaron a conventirse en seria preocupa-


cién para las familias, revistiendo caracter de violacién al or-
den ptb lic o. Num ero sos muc hac hos res ult aba n her ido s, ya
con la cabeza rota 0 con pies, piernas y brazos contusos sien-
do frecuente que cayeran achocados y tuviera uno de ‘los ve-
cinos que echarle agua cuando terminado el combate se aven-
turaba a salir de su casa‘o escondite.

Alarmada la policia por estos sucesos y lanzada por la


queja de los papas y la protesta de los vecinos, resolvié in-
tervenir y poner duro correctivo a tantos desmanes. La po-
licia de entonces ‘era un cuerpo que contaba, a lo ‘sumo, con
12 agentes. Recordamos, entre éllos, a Rio Seco y un tal Ba-
rrios.

Una tarde en que tenia efecto en Galindo un fuerte com-


bate en el que se fusionaron Migueletes y Barbarefios contra
Reginistas, Carmelitas y. Misericordes, se presentaron cinco 0 .
seis agentes de la policia, para imponer el orden, lIlevando
como arma un foete. Ante la amenaza colectiva, los grupos
combatientes combinaron una accién. conjunta y asi aliados
de momento por fuerza de las circunstancias, emprendieron
a pedradas contra los infelices agentes de policia que, cogi-
dos entre dos fuegos, no tuvieron otro camino que poner pies
en polvorosa, como almas aue huyen al Diablo, dando cuen-
ta a sus jefes de la imposibilidad de meter en orden a las hor-
das de muchachos endemoniados.
Las Enfermedades, los Médicos, los Curanderos
y los remedios caseros (6)

Por sabido tenemos el gran adelanto experimentado


por la ciencia médica durante los Ultimos cincuenta aijios.
El descubrimiento del inmortal Pasteur, penetrando en el
mundo microbiano merced al microscopio, vino a_ senalar
a la ciencia de curar otros derroteros, surgiendo la serote-
rapia etc., y poniendo en accién el trabajo de grandes sa-
bios en. perfeccionados laboratorios. El] hombre de ciencia,
no se ha dado reposo, buscando curacién 0 alivio a la dolien-
te humanidad. Esa ha sido la fuente de los numerosos des-
cubrimientos que han hecho célebre a Rioux, Calmete, Ferran
y otros, con el producto maravilloso de sus especificos con-
tra la hidrofobia, la difteria, el célera, la sifilis, la pulmonfa,
la disenteria y otras enfermedades hasta hace poco conside-
radas como incurables. Los modernos descubrimientos, ta-
les como el radium, los rayos X, los radios violeta y ultravio-
leta, la fluoroscopfa, los sulfos, etc., sirviendo de armas po-
derosas al facultativo para la lucha contra las enfermedades
y de norma para prevenir o curar las afecciones infecciosas.

Quedan, todavia, campeando, algunas de las enferme-


dades mas mortiferas, acorazadas por las sombras de la ig-
norancia, entrando en primera fila el terrible cAncer, la im-
placable tuberculosis, el torturante mal de Bright, etc.; pe-

(6)—El Doctor H. Pieter, uno de nuestros mas sapientes galenos, es-


ta preparando la esperada Historia de la Medicina en Santo Do-
mingo.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS : 53

ro el espiritu investigador del hombre, no se da reposo ni se


Gésalienta, sino que consume una labor asidua tratando de
arrancar a la Naturaleza el gran secreto, el remedio especi-
fico que aniquile y venza en. sus mismas madrigueras esos po-
derosos enemigos de la humanidad. Es con tal propésito
que se han fundado, en avanzados medios, grandes institucio-
nes y senalando cuantiosos premios en metalico, como recom-
pensa a aquel que descubra dichos remedios especificos.
La cirugia, que en nuestro tiempo era empirica y en la
actualidad se practica a diario en los hospitales publicos y
clinicas particulares ha hecho posible numerosas operacio-
nes que, por su delicadeza, fueron vistas primeramente con
recelo.y manejadas con prudencia en casos desesperados,
considerando al infeliz enfermo con 99 probabilidades en
contra por una a favor. Tienen hoy estas operaciones un
modus operandi, definido, la asepsia y antisepcia se practica
conscientemente y son numerosos los cirujanos que ejercen
con éxito notorio la profesién. .
Apenas hace 15 anos, que cuando un individuo recibia
heridas en el vientre e interesaran éstas los intestinos o cual-
quiera otro 6rgano importante, era hombre muerto; lo mis-
mo acontecia al que sufria ataques apendiculares, el llamado
célico miserere, o la infeliz mujer en la que era imprescin-
dible practicar la operacién cesarea. En cuanto a la feliz ex-
tirpacién del apéndice, cualquier cirujano adocenado la
practica hoy con éxito, en minutos. Muchas personas se so-
meten a élla como medida preventiva, subiendo a la mesa
del facultativo, sin ninguna preocupacién.
|
Hasta hace muy pocos amos que empezaron a venir al |

pais nuestros médicos compatriotas, graduados en Paris, era


muy frecuente oir decir: “Fulano, muriéd de un dolor’.
7” ,
Seguramente que muchos de estos dolores que causaron
aqui tantas defunciones eran producidos por una apendicitis.

Sin el auxilio eficaz del autoclave, la asepsia y antisep-


sia, no eran, como hoy, factor de seguridad para prevenir
infecciones.
stk ey age oe Do egg ee eee

54 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

De cuando yo hago memoria, no habia en la ciudad Ca-


pital sino cuatro o cinco médicos. Recordamos al Doctor
Pedro Delgado, Dr. M. Valverde, Dr. José Ramén Luna y
Dr. Pifeyro. Estos doctores hacian su servicio a pie o uti-
lizando los pocos coches de plaza, vehiculo ideal entonces,
con sus ruedas con llantas de hierro, que al rodar sobre el
pavimento de las calles producian un ruido igual al de una
carreta. Esta deficiencia se modificé mucho después al ve-
nir coches nuevos con suncho de caucho, haciendo el: vehi-
culo mas cémodo y silencioso.

El Dr. José Ramén Luna, utilizaba un caballo para tras-


ladarse de un barrio a otro, en ejercicio de su profesién. Al
desmontar en la casa de un enfermo, era tenida la brida por
algin muchacho, o amarrada a las rejas de una ventana. Era
corriente eso de amarrar animales a las puertas y rejas de las
casas y los escasos transeuntes salvaban el inconveniente ba-
jando de las aceras.

Fstas no tenian una rasante uniforme y presentaban es-


calones y rampas en cada casa, segtn el capricho o necesi-
dades del duefio; por consiguiente, era mas céOmodo y segu-
ro andar por medio de la calle que por dichas aceras, tan-
to mas, cuanto que, como hemos dicho, los coches de linea
eran muy pocos y hacian ruido al rodar y chocar con las pie-
dras de la via,

Hasta la Ilegada al pais del ingeniero Osvaldo Baez vy


su actuacién como Ingeniero Municipal, no empez6 a cons-
truirse por cuenta del Ayuntamiento las aceras ni a darse
una rasante cientifica tanto a éstas como al lineamiento de
las casas.

Contribufa a hacer mas accidentadas las calles el siste-


ma de desagiie de las azoteas desde las que se prolongaban
hacia la calle sendos cafios como de metro y medio de lar-
go. La violencia del chorro, al caer de lo alto, hacia gran-
des charcos, que se convertian en pestilentes baches. Una
ordenanza municipal impuso el pago anual de un impuesto
por cada cano y reglamento el problema de dar salida a las
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 55

aguas de los techos por cafios embutidos dentro de las pa-


redes.

Por falta de alcantarillas y cloacas y debido a irregula-


ridades del terreno sucedia que, cuando llovia fuertemente, '
algunas de las calles se inundaban. En la del ““Tapao”, hoy
19 de marzo, y en la “Palo Hincado’’, las aguas corrian con
tanta violencia que parecian rios desbordados y acarreaban
hacia el mar las basuras de los barrios altos, arboles, frutas,
etc. En la calle 19 de Marzo y con motivo de uno de los fuer-
tes aguaceros de Mayo, fué arrebatado por la impetuosa co-
‘rriente un-nifo que jugaba con una petaca, ahogandose no
obstante los esfuerzos hechos por el vecindario para salvarlo.

Mas tarde y siempre bajo la competencia y direccién del


mismo Ingeniero Baez, se construyeron algunas alcantarillas,
pero, sin embargo, .es deficiente todavia el desagiie por el
reparto de las que bajan como torrentes de los barrios altos.

Volvamos al tema de esta crénica.

Con la venida al pais de los médicos venezolanos Dr.


Manuel Duran, Dr. Carlos Arvelo, Dr. Santiago Ponce de
Leén, Dr. Juan Pietri y otros. a los cuales las pasiones polliti-
cas de su pais hicieron que buscasen asilo y garantias en el
nuestro, la medicina dié un paso de avance en Santo Domin-
go. Utilizados los conocimientos cientificos de estos gale-
nos y llevados a las catedras del Instituto Nacional (8) se gra-
duaron como licenciados varios estudiosos y aprovechados
jévenes, muchos de los cuales perfeccionaron después sus
conocimientos. graduandose de doctores en Paris. Asi tuvi-
mos a los doctores Brenes, Alfau, Castro, Coiscou (Rodolfo
-y Barén), Castillo, Troncoso, Urraca, Lizardo,.. Alfonseca,
Pieter, Contreras, Roman, Guerrero y otros que llevaron el
beneficio de sus conocimientos por toda la Republica. A\l-
guno de éstos fueron a Europa y cursaron estudios.en aque-
llos adelantados centros cientificos, pero, como no es nues-
tro propésito hacer recuento exacto del elemento facultati-

(8)—Instituto Profesional.
56 oe LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

vo ni sometemos este libro a la exactitud cronolégica, basta


con lo ya citado para demostrar lo pobre y carente que esta-
bdmos, hace cuarenta anos, de un personal médico apropiado.

Mientras tanto, en los campos se las daban de médicos


una porcién de curanderos y curiosos, viviendo a sus anchas
sin restricciones ni censura.

En cuanto a boticas, recordamos la de Don Emiliano


Tejera, en la calle El Conde, entre 19 de Marzo y José Re-
yes; la de San José, del Lic. Zafra, en la esquina del Conde
y 19 de Marzo; la de Monsieur Lamout, en la calle del Co-
mercio. hoy Isabel la Catélica; y La Francesa, de Fermin
Gousard, frente al antiguo mercado. La Botica Nacional se
establecié después en la calle Isabel la Catélica permanecien-
do alli hasta hace pocos amos. Aparte de estas boticas, exis-
tia alguno que otro botiquin diseminado por la ciudad, que
entonces no alcanzaba mayor extensién que la de intra-muros.

En épocas de movimientos politicos, las familias que vi-


vian fuera del recinto amurallado se veian privadas de auxi-
lios médicos durante las noches, pues a las seis pasado meri-
diano cerraban las puertas del baluarte del Conde, de La
fisericordia y de San Diego y Atarazana, necesitdndose un
permiso especial para que las guarniciones que a dichas puer-
tas custodiaban permitiesen el paso a los civiles.

De los bastiones y murallones que limitaban la ciudad


a

por el Oeste, se alcanzaba a ver la extensa y rispida Sabana


a

del Estado que se extendfa hasta la estancia de Don Damian


Baez, mostrando hacia el centro el ligubre cementerio nomi-
Sal SOR

nado hoy Independencia. .

Este cementerio estaba dividido en dos porciones, siendo


una de. éstas destinada al enterramiento de judios y protestan-
tes. Hace unos 30 afios que el Ayuntamiento incorporé al ce-
menterio catélico la parte judia.

Cuando se acudia al médico, en solicitud de sus servi-


cios, se habian agotado con el enfermo los llamados remedios
AYER OG EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 57

caseros que, segiin la dolencia, eran indicados por el padre,


la madre o alguna vecina.o vecino curandero, de los que no
faltaban en los barrios.

Consistian estos remedios, en su mayor parte, en péci-


mas hechas con plantas, purgantes, vomitivos, vejigatorios,
emplastos, sinapismos fomentos, friegas, bafios frios o calien-
tes, bafios de pies, etc. Los mas atrevidos aplicaban san-
grias, senguijuelas y asociaban a las pécimas y teses alguna
sal_o producto de la botica.

Muchos de los remedios caseros que suplfan la falta de


médicos, en tiempos de Mari Castafia, satisfardn las necesi-
dades de la emergencia, atin en la actualidad; no vacilo, por
tanto, en mi deseo de que —al indicar algunos— sean apro-
vechados como conocimientos ttiles y cataélogo:

Para dolores de cabeza: bafios de agua caliente en los


pies, hojas de salvia forrando toda la cabeza, vendas apreta-
das en las sienes, hojas de naranja untadas con cebo; parchi-
tos de borras de café, compresas de aguardiente o de agua
fria o de agua sedativa. Hoy, una pastilla de veramén, as-
Ppirina, cafiaspirina u otro producto por el estilo, libra en mi-
nutos de‘ la molestia.

Para dolores en el vientre: masajes con aceite rosado,


compresas de agua muy caliente, y, en casos _persistentes,
purgantes y enemas.

Para dolor de est6mago: fomentos de ron, una rebana-


da de pan tostado impregnado de alcohol y de canela moli-
da aplicada a la boca del estémago.

Para catarros, bronquitis, dolores en el pecho, etc., par-


chos de mostaza con o sin sebo, reclusién completa en un
cuarto, sin ventilacién!... Infusiones de hojas de guanaba-
na, o de borraja, o de naranja, o de ciruelas pasas, o de
cebolla, o de cebollin, agragandole ron; leche caliente con 5—
gotas de tintura de yodo. Cuando habia sofocacién, vento-
sas, parrillas de yodo o sinapismos volantes en el pecho y
en la espalda.
58 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

Para ulceras y heridas: bafos con la infusi6n de tuatita,


polvos de la misma hoja, aplicados en la parte enferma; 4r-
nica, palo de cruz, maguey, sebo de carreta, untarse de jugo
de limén agrio y pélvora, piedra lip, polvos de azufre.

Para golpes: compresas de aguardiente con amoniaco,


o de Arnica, o de aceite alcanforado. Si se presumia que
el golpe tenia efectos interiores, se le daba al lesionado, du-
rante muchos dias, a mafhana y tarde, leche hervida con bija:

Para fiebres: lociones, infusiones, banos de piés, friegas


con el unto de gallina, o con aceites, o con zumo de hierbas.
Los antitérmicos eran poco conocidos y, hasta hace poco,
no entraron en uso los termémetros clinicos.
Para las afecciones de la garganta; gargaras de caldo
santo, o de limén, o de malva, o de verdolaga, untura de acei-
te rosado, o de aceite de pepino de Angola, o de sebo, cu-
briendo con lana la regién para darle calor y no tomando
nada frio. Una gran preocupacién y temor existia para to-
da bebida muy fria.

Para indigesti6n: Tés de yerba buena, de apazote, de


mejorana, de orégano, o de canela. En cientos de casos
purgantes de sales o de aceites, de sen o de cafiafistola. Die-
ta completa. -

Para pies cansados o adoloridos, hojas de artemisa den-


tro de los calcetines.

Para desarreglo menstruales en la mujer: Las hojas de


cundeamor.

Para heridas: el palo de cruz (lignum crucis) o el zumo


de maguey.

Para picaduras de insectos: el ajo untado sobre la pica-


dura, o el cepd.

Para la tos, rabanos cortados en rebanadas, espolvo-


reados de azticar tomando el jarabito que destila en peque- -
fias porciones, para sostener la garganta bajo la accién me-
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS | 59

dicamentosa del rabano, la sdbila pelada y cortada en troci-


tos, espolvoreada con azicar y tomada en pequefias canti-
dades.

Cuando la tos,-en los nifios, infundia sospechas de que


era producida por lombrices, un grano de sal en la boca, un-
tura de asafétida en la regién umbilical, té de apazote, ver-
mifugos y purgantes de los tres aceites o sea partes iguales
del de recino, de coco y del de olivas.

Para panadizos: casquetes de mani.


Para dolores de cintura, bizmas de pezrubia, copey, al-
canfor y aceite.

Para quebraduras o hernias: parchos de la leche del ar- »


bol del pan de frutas o del aguacate.

Para el pasmo: reclusién del enfermo en un cuarto bien


cerrado, aumentando la temperatura con uno o mas brase-
-rillos hasta provocar un sudor copioso, untando todo el cuer-
po de trementina, calmando la picazén con aceite caliente
cuando se hacia insoportable, untura de hojas de anami ma-
ceradas con sebo, tés de hojas de anamt, bafios calientes de
las mismas hojas con la planta llamada ufia de gato, pedazos
de ristra de ajos y de pan de comején, sahumerios de estos
ingredientes y tabaco, alimentos liquidos, calientes y poca
agua. .
Para viruelas: poca agua, friegas de plantas aromati-
cas o de unto de gallina. Cuando las viruelas estaban gene-
ralizadas en el cuerpo del enfermo, lo envolvian en, hojas de
platano pinchando las viruelas mas grandes y Ilenas con un
alfiler de oro. Muchas tisanas de cebada para que no se le
encerraran los humores. La alimentacién a base de liquidos
y muy escasa, lo que daba por resultado que muchos de los
enfermos se morian de hambre. .

Durante esta u otra epidemia, la gente usaba bolsitas


de alcanfor colgadas del cuello, se comia poco, y se mante-
nian los intestinos aligerados con laxantes a base de cremor
tartaro, o con refrescos de tamarindo y de limén.
60 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

En los campos, como no habia médicos ni boticas, la


gente se ponia en manos de curanderos charlatanes y la mor-
talidad era enorme. Los curanderos suministraban sus me-
dicinas de botellas, haciendo uso para prepararlas de plan-
tas mezcladas con algunos ingredientes baratos de la botica.
Casi todas estas botellas consistian en zumo y menjurjes de
sabor naseabundo que casi siempre empeoraban al enfermo
cuando no lo mandaban al otro mundo.
En cada seccién habia una o mds comadres, que hacian
de parteras. Cuando se aproximaba la fecha del parto, el
marido hacia viaje al pueblo vecino para proveerse de las
medicinas que indicaba la ristica comadrona. Se limitaban
éstas a triaca, alhucema, manzanilla, aceite de palo y yodo-
formo. Llegado el momento del parto, entraba la comadre
en funciones recibiendo al nifio. Para esta delicada opera-
cion, no se tomaban las precauciones de antisepsia y asep-
Sia recomendadas .por la ciencia. [En las necesidades post-
parto, se usaba trapos procedentes de los desperdicios de la
familia, lavados como de ordinario con la ropa de uso, y,
para cortar el ombligo, se utilizaba las mismas tijeras desti-
nadas a otros usos y a falta de ésta un cuchillo, que ocasionaba
la muerte de numerosos nifios a causa de tétanos u otras in-
fecciones. Al tétanos infantil le llamaban en los campos
trabo.
Aparte de las razones de indole moral, estamos en el
deber de promover, por cuantos medios estén al alcance de
nuestras posibilidades, el aumento de poblacién.
ea rea

Los estudiantes de medicina, en cursos adelantados,


prestan hoy saludable ayuda. Transportados los domingos
SS

_a las secciones de cada provinciay dando en éllas instruccio-


nes a manera de conferencias, en lenguaje sencillo, para ilus-
trar a nuestros campesinos, en la maneragde evitar muchas
de las enfermedades que hoy diezman la poblacién rural.
Con tal sistema, aprenden pronto a defenderse del contagio
de la tuberculosis, la lepra, la buba, la sarna, o tifa, y otras
tantas enfermedades contagiosas. E] Poder Ejecutivo dis-
pone que los médicos recién graduados dediquen un afio de
practicas en aldeas y poblaciones del interior.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 61

Apesar de que han ido desapareciendo en nuestros cam-


pos muchas costumbres nocivas y barbaras, no deja de ha-
ber todavia algunos que, mas apartados de los centros urba-
nos, tienen practicas bochornosas.

En algunas partes,, cuando moria un nino acabado de


nacer, o de pocos meses, tomaban pretexto de este, lamenta-
ble suceso para festejar la muerte del “‘angelito’” y concu-
rria noche por noche el vecindario a las Ilamadas velaciones,
en las que se bailaba, se cantaba, se jugaba y consumfa mu-
cho aguardiente. .
Para estos casos, el infeliz nino era preparado de la ma-
nera mas criminal y grosera, de modo que resistiera, sin en-
trar en putrefaccién, los nueve dias de la fiesta.
aN

Esta prepa-
racién a la manera de embalsamamiento era practicada por
pee

personas ya duchas en el sistema, a fuerza de sal niolida y ju-


go de limén agrio. Algunos llegaron a abrir el vientre y re-
llenarlo con trapos empapados en estas sustancias, y, hasta
se vieron casos en que lo practicos preparadores de es-
tos sacrilegios, habian introducido por el recto, un palo con
afilada punta, llevandolo a través del vientre y del pescuezo,
hasta la cabeza para colocar el pequefo cadaver, derecho co-
mo un muneco, en el altar, lleno de flores y velas.
Me contaba un amigo en el batey de la hacienda “La
Angelina’’ que en cierta ocasién en que se celebraba en un.
campo vecino la rumbosa velacion, después de varios dias
de fiestas oyé que daban a la madre, ignorante o desnatura-
eT

lizada, el mandado siguiente: “‘Sefa Juana, dice su comadre


Munda, que le preste el muertico por esta noche’, y que, en
oT.

la tal noche, hubo, en la casa de la comadre Munda, una fies-


ta rumbosa, pues -el compadre Casimiro fué al pueblo, y tra-
jo una damezana de ron, mientras que la comadre se ocupa-
ba del convite haciendo matar el mejor puerco de la pocil-
ga y preparar los tocinos, morcillas, longaniza, empanadas y
sancochos, asi como el altar o trono de arbustos y de flores
silvestres.
En los campos, como en algunas ciudades, se atribuja
a los orines ciertas propiedades especificas. Eran empleados
62 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

como ingrediente principal para friegas y hasta tomaban de


élios. Lo més curioso es que, en ciertos casos, el curandero
© cur ios o rec eta ba los ori nés de un nih o o de una nin a, o
de una anc ian a, o de una muj er en cin ta y hab ia sup erc her os
que tenfan en cue nta el ofi cio o la pro fes ién de qui en con tri -
buia, generosamente, con su orina. Por eso, en veces, era
ind isp ens abl e que los ori nes fue ran de un zap ate ro, de un he-
rrero, de una viuda, etc.

El algodén antiséptico y la gasa no habian entrado en


uso ni se habia generalizado el conocimiento de su empleo.
Para tlceras o heridas, se empleaba hilas; estas hilachas, de
las que habia en cada casa, previsora cantidad, se sacaban
de los géneros blancos que por su estado habian de ponerse
fuera de uso. Durante nuestras guerras de independencia, o
intestinas, las damas contribuian con gran cantidad de_hilas,
gue eran distribuidas entre los campamentos y hospitales.
Probablemente, muchas de las terribles infecciones que an-
tafio se observaban iban conducidas por las hilas y vendajes
empleados en la cura de heridas. Los casos de tétanos, son,
ahora, menos frecuentes, no obstante el aumento de pobla-
cién y de actividades promovidas por ‘el progreso. Supone--
mos que la disminucién se debe al uso de yodo, tan generaliza-
do hoy. Cualquier obrero que sufre una herida, de lo pri-
mero que echa mano es del frasco de yodo.

También era empleado en los campos, el sortilegio y


los ensalmos. No entraremos en discutir la eficacia de éstos
procedimientos, cuya practica hemos visto, confrontando, en
algunos casos, su eficacia. Entre estos ensalmos, se practica
el de curar los animales atacados de gusanos sin ponerle las.-
manos.

Cualquier rozadura, o herida, que sufra un animal de


cria, es susceptible de infectarse, porque las moscas se posan
en la herida y depositan alli las larvas o huevecillos que sé
convierten en gusano. En la mayorfa de los campos, los
criadores acorralan el animal y lo capturan, para hacerle cu-
ras con cebadilla, maguey, gas y otras medicinas recomen-
dadas para el caso. La captura de uno de estos animales
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS ~63

ofrece dificultades y una faena penosa, exponiéndolos mu-


chas veces a despefiarse o causarse peores males. En muchos
casos hay que emplear los perros y correr por entre mato-
rrales y brenales, para acosar al asustado animal hasta el co-
rral y tenderle el lazo.

Para el tumbado, se amarra una manea (traba) en los


nudillos de las patas delanteras -y se ata los extremos de-un
Jazo de cada uno de los nudillos de las patas traseras, pasan-
do la hoca de dicho lazo por la hoca de la manea y cobrando
el lazo por dentro de las patas traseras, hasta que, reducido
el animal, pierde el equilibrio y cae al suelo en donde se su-
jeta inmediatamente, pisdndole la cabeza y asegurandole el
resto del cuerpo de manera que pierda todo el movimiento.

Hecha esta laboriosa operacién, se procede a la cura de


la dlcera. El mismo procedimiento se emplea para estam-
par y castrar.

Los criadores que poseen el secreto del “‘ensalmo””’ Ila-


mado de la huella, se economizan estos trabajos y molestias,
pues tan pronto como advierten a uno de sus animales con gu-
sanos, le siguen las huellas. Si la Glcera o herida esta en la
parte derecha, se ensalma por la izquierda, y viceversa. El
ensalmo consiste hacer una cruz y pronunciar algunas pala-
bras sobre la huella,-siendo esto bastante para que el animal
se vea libre de gusanos al dia siguiente y cure radicalmente de
la tlcera, en pocos dias.

Los que nos lean, dudaran, como dudé yo, de la veraci-


dad y eficacia del procedimiento. La verdadera sabiduria
aconseja hoy no dudar de muchas cosas que no nos explica-
mos teniendo en cuenta que las llamadas ciencias ocultas se
encuentran en paniales.
Para convencerme de la realidad del procedimiento que
hemos descrito tuve que verlo emplear, con indiscutible éxi-
to, por dos grandes criadores en San Pedro de Macoris, ricos
propietarios de extensas haciendas, gente seria, y veridica, in-
capaces de subterfugios, quienes me demostraron practica-
mente la infalibilidad del sistema. Me refiero a los respeta-
64 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

bles amigos mios ya fallecidos, Don Gregorio Velazquez,


duenio de los grandes potreros de Ortiz, y a Don Lazaro Sil-
fa, en sus haciendas de “‘Las Claras’’. (9).

Jamas tuvieron estos grandes criadores de animales. bo-


binos, caballar y porcino que tirar el lazo al cuello de ningu-
no de sus animales atacados de gusanos.

Muchos otros ensalmos se emplean como medio de cu-


raci6n o para aliviar dolores, sin que aseguremos su eficacia
como en el caso anterior.

Muchas cosas aprende el hombre observador que vive


en los poblados del ristico campesino, matrero observador
a su vez de cuanto de curioso ofrece la naturaleza.

Sabido es que el campesino se bafia poco y gasta: poco


© ningun jabon. Las secreciones organicas producen hedo-
res de una trascendencia inaguantable, sobre todo bajo las
axilas, en donde se cria y esencializa el grajo. Cuando el
grajo es fuerte, cria en el vello de las axilas una especie de
polvillo, a manera de pequefios hongos adheridos fuertemen-
al vello. El hedor que despide un grajo es cosa insoportable,
mareante, nauseabundo y contagioso. Las avispas y abejas
se amansan con ese olor; por eso antes de manipular estos
‘insectos, el que tiene bajo el brazo el arsenal de tan asfixian-
te pestilencia, se frota fuertemente alli la palma de la mano
para saturarla con el hedor del polvillo que va a amedren-
tar con sus emanaciones a las avispas o abejas.

En campos del Este, hemos visto a un viejo luciendo


entre los ralos pelos de una inculta barba de las llamadas
chiva, un mediano pan de avispas ya domesticadas, pues el
tal sujeto comia, bebia, movia la cabeza y charlaba sin que
las mansas avispas se asustasen. Supongo que este viajo dor-

(9)——En La Estancia, seccién de Higiiey habitada en su generalidad


por gente de color, libran a los animales de las terribles garra-
patas, colgandole en el pescuezo durante sicte dias un craneo
de perro. Aseguran que es lo més eficaz para hacer desapa-
recer de las bestias esa terrible ardcnida.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 65

mia sentado pa ra qu e el pa n de av is pa s no qu ed ar a en p-
sic ién mo le st a al to ma r la po si ci én ho ri zo nt al .

También em pl ea n el gra jo par a am an sa r per ros . Cu an -


do le regalan un per ro gr an de ya, que pu gn a por vo lv er do n-
de sus primit iv os due fio s, se co lo ca n baj o las axi las un pe da -
zo de pan , y, lue go de su da rl o a me di a fa en a y cu an do el
perro te ng a ba st an te ha mb re , se lo tir an par a que , al co me r-
lo, pi er da en su de li ca do olf ato el va ho del an ti gu o am o y
- tome el vaho del nuevo.

En ésto, como en muchos otros casos, nuestros campesi-


nos demuestran una practica asombrosa. Acostumbrados
‘desde su mas tierna edad a no tener los servicios del reloj,
no fallan en dec ir la hor a del dia o de la noc he ob se rv an do
para las pri mer as la ext ens ién de la pro pia som bra . Du ra n-
te la noc he se ori ent an por la pos ici én, en la bé ve da cel est e,
de alg una s est rel las 0 con ste lac ion es. Ta mb ié n sab en las ho-
ras dur ant e el dia por las flo res sil ves tre s. La ll am ad a esc o- .
bita, no abre su amarilla flor hasta las 10 o las 11 de cada
maj ian a, que es cu an do el sol cal ien ta, y la cie rra a las 5 p.
m. También suelen dar cita “a la salida de la luna” a la
puesta del sol’’, cuando canien los grillos, o cuando sea el ga-
lio el que cante.
En caso de tormenta, el rebuzno de un burro es indicio
cierto de que el tiempo se normalizara. [E] chillido de la le-
chuza amedrenta a los vecinos y presagia muerte; bajo un
Arbol de flamboyan no se cierra ni concierta ningun negocio,
ni hay moza que corresponda a su galan, porque se concede
a este arbol cierta influéncia fatidica. Los que han cometi-
do algun asesinato o causado la muerte en alguna forma de
uno de sus semejantes, no beben en vasos de vidrio, teme-
rosos de ver en el fondo la faz amenazante de su victima.

Las mujeres huyen de pernoctar bajo la fronda de un


“Arbol de tamarindo, porque, es seguro que la que tal haga
amenudo, padecera de trastornos fisioldgicos y sufrira de he-
morragias.

Pocos son los que comen de noche naranjas dulces, por-


66 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

que hay la errénea creencia de que hacen dajio a ciertas ho-


ras. “En la mafiana es de oro, a medio dia de plata, y, por
la noche, mata’’.

Las mujeres no comen frutas acidas durante el periodo


de su desarreglo, ni meten las manos en ceniza, ni las ponen
en contacto con limén ni naranjas.

Cuando el encargado de castrar algin animal va a efec-


tuar su trabajo, duerme esa noche solo, no compartiendola™
cama con la hembra y asi lo mismo cuando ha de salar
carnes. Es creencia arraigada que dormir con una mujer, ha-
rA que se mueran los animales castrados o se dafie Ja carne.

Por lo general, la gente de nuestros campos se acuesta


muy temprano y se levanta cuando los rayos de la aurora em-
- piezan a rasgar las sombras de la noche. Algunos toman ca-
fé, jengibre, o infusiones de hojas de naranja o de guanaba-
na, endulzadas con aztcar, meladoo miel de. abejas, en-
cendiendo su cachimbo bien repleto de tabaco de andullo
para encaminarse al conuco, llevando hasta él un tizén para
encender la hoguera que ha de proporcionarle candela du-
rante el dia. Los mas laboriosos, permanecen en el conuco
a di-
hasta las tres o cuatro de la tarde, regresando al bohio
cha hora para’ hacer la tnica abundante comida del dia. De
seguro que sus estémagos no han sentido los tenaceos del
hambre hasta esa hora, acostumbrados desde ninos a tal sis-
tema de alimentacién. La comida consiste generalmente en
tubérculos y otros vegetales sancochados, entrando, cuando
mas, una vez por semana la carne. En aquellas familias que
acostumbran desayunarse, el platano sustituye al pan. Las
enfermedades del estémago son raras entre la gente de nues-
tros campos y seguramente se debe a este método de alimen-
taci6n sobria y sana, excenta de grasas y condimentos.

He observado también, que hay un porcentaje minimo


de otras enfermedades peculiares de la ciudad, tales como
el cAncer, la pulmonia y las afecciones de la garganta; pero,
en cambio, se ha propagado largamente la sifiles, la buba y
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 67

tina o gusarola. (1 0) Ca si to do s nu es tr os ca mp es in os an da n
descalzos. En Azua y Mo nt e Cr is ty , us an un as so le ta s he ch as
de cuero de vaca o de ce rd o. Se im po ne all i la de fe ns a de
los pies, por mo ti vo de las esp ina s de que est a pr ov is ta la ve-
getacién de aq ue ll os te rr en os dri dos , en los que has ta la gra -
ma es pu nz an te . En tr e la va ri ed ad de ar bo le s y arb ust os,
que ab un da n en est os ter ren os, se en cu en tr an la ba ya ho nd a,
los cactus, la alp arg ata , la gu as db ar a, el ab ro jo y otr os. Aq ue -
Ilos que an da n de sc al zo s se ve n at ac ad os con fr ec ue nc ia por
el pardsi to ll am ad o nig ua. La nig ua es una pe qu ef ha pu lg a
que ‘se in tr od uc e baj o la pie l, pr od uc ie nd o en el sit io que eli -
ge una irritacién y picor desagradable. Si no se procede opor-
tunamente a la ext rac cié n, cri a una ba rr ig a lle na de hu ev e-
cillos . Ca da hu ev ec il lo es un nu ev o par asi to. La ex tr ac ci on
de la nigua es peligrosa. Muchas veces ha tenido por con-
secuencia el tétanos.
Hay un remedio muy sencillo para extraerlas. Envol-
ver el pié en una cataplasma de cazabe humedecido con agua
de sal. Hecho esto, antes de dormir, se notara al dia si-
guiente que las niguas han salido de su abrigo y muestran al
aire su abultada barriga.
Cuando en una casa hay. muchas pulgas, la riegan con
hojas de mamon. i

La carne dura y fibrosa se torna blanda para el puche-


ro envolviéndola, una hora antes, en hojas de lechoza.
Un traguito de ginebra con un poco de sal, sera siem-
pre un buen ténico estomacal.

Callicida eficaz y barato es la aplicacién sobre el callo,


durante las horas de reposo, de una rodaja de tomate.

En época de mucho calor, cuando se quiera conservar


el agua potable mas fresca que el ambiente, bastara envolver

(10)—Hoy ya no son endémicas estas enfermedades en nuestros cam-


pos, debido a las medidas sanitarias tomadas en estos Ultimos
anos. La buba i la ucinariasis, que eran endémicas en los
campos de la Provincia del Seybo, han desaparecido debid
a las campanas sanitarias de la Era de Trujillo.
68 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

la vasija en una tohalla o cualquier género permeable empa-


pado de agua.

Enterrar frutos verdes en ceniza o maiz seco acelera su


madurez.

Para secar rapidamente el calzado humedecido, sin tos-


tar la piel, llénese’de maiz seco.

Frotandose las ufas con jugo de limén agrio, se her-


mosean y adquieren bastante elasticidad.

La barba del maiz es un poderoso diurético cuando se


toma en infusién. _

La infusidn de hojas de guanabana, y la misma fruta,


son un buen sedante para los nervios.
Hay personas a las que les cae mal en el est6émago al-
guna comida o fruta. En muchos casos un vaso de leche to-
mado sobre estos alimentos los hara tolerables.

Sentarse en una cantidad de agua, en la que hayan si-


do echados pedazos de suela nueva, aliviara el escozor de
las hemorroides.
El jugo de jagua tierna, es poderosa tinta indeleble y
la emplean para tenir el pelo.

Para aliviar la irritacién de los ojos se bate bien en un


plato una clara de huevo, y, puesto el plato en posicién se-
mi-vertical, para que escurra, apliquese el licorsito destilado
dentro de los ojos.

Para ablandar el pan viejo, lo sumergen en agua por


un segundo y luego lo tuestan a fuego lento.
No teniendo a manos, o no conociendo las propiedades
del bicarbonato de soda, toman agua salada para estimular
la digestién.

Las mujeres paridas, poco abundantes en leche, toman


leche de ajonjoli, o simplemente comen las alegrias de este
cereal.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 69

Muchas familias campesinas saben que el bicarbonato


es de gran utilidad en diversos casos. Los cereales muy du-
ros se ablandan.al cocerlos, si se les agrega una cucharadita
de bicarbonato. El bicarbonato humedecido, mitigara el ar-
dor pr od uc id os por qu em ad ur as de pri mer gra do. La mix -
tura salina se hace con juge de limén agrio y bicarbonato.

El agua de coco, ademas de sus cualidades diuréticas


tiene la de ser antidoto para ciertos venenos.

Los que pa de ce n de af ec ci on es del rif én y se ex ce de n


en bebidas alcohd éli cas , ne ut ra li za ra n los efe cto s irr ita nte s to-
mando ag ua de coc o a la que se le ag re gu e una cu ch ar ad a de
azucar de leche.

El ajonjolf tostado, molido y exprimido, cuando se agre-


ga al chocolate de las nodrizas, hace abundante la leche en
los senos de la madre.

Cuando se hacen dulces que permanecen mucho tiempo


en la despensa y no deben azucararse, basta con agregarles
una pequefia cantidad de alumbre.

En muchos casos de continencia de orina y mientras se


recurre al médico, basta con sumergir las manos y los pies en
“agua fria.

El Acido bér ico es act ivo ve ne no y no tie ne ant ido to co-


nocido.

Una gargara eficaz para afecciones de la garganta, es


la que se hace con caldo santo hervido, jugo de limén y miel
de abejas.
roy
Las llamadas boqueras, se curan con jugo de limén y
alumbre en polvo.

Loprimero que se recomienda cuando hay alguna epi-


demia es sostener en funcionamiento normal los intestinos.
Tres cucharadas de crémor tartaro, en un litro de agua, pro-
porcionan una limonada laxante muy agradable. Cada vez
_que se sac a un vas o, se azu car a ant es de tom arl o y se le agr e-
. 70 _ LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

ga a la botella. otro vaso de agua, moviéndola y dejandola


asentar para cuando se vuelva a tomar.

Los individuos propensos al insomnio no deben tomar


coca cola, pepsicola o agua de coco en las horas proximas al
sueno.
Cuando un campesino sufre una herida y no tiene a ma-
nos otra cosa, usa una cataplasma hecha con las hojas de tres
arbustos distintos, que no sean venenosos.

EI humo producido por el aztcar quemado es un exce-


lente desinfectante.

Un buen dentifrico barato es el carbén de pino bien


molido.

El] carbon vegetal purifica el agua potable.

La carne de res, empleada en proporciones razonables,


dentro del alcohol recién destilado, lo destufaré, recogiendo
los alcaloides y otras sustancias nocivas: Téngase la precau-
cién de poner la carne asi usada fuera del alcance de cual-
quier animal que pueda comerla porque es un activo veneno.

Los cereales tapados en botes o latas deben ponerse fue-


ra de la luz para que duren mucho tiempo.

Las sartas de collares hechos con las semillas de pindn,


alivian los dolores reumAticos neuralgicos.

El] jugo de la semilla del aguacate proporciona una tin-


ta indeleble de color pardo. Puede emplearse para marcar
la ropa.

Comer: bastante guineo en ayunas sirve de laxante.

orn guineos, jugo de cafias, jugo de cajuiles, se puede


fabricar excelente vinagre.

Las hojas del arbol de lana, aplicadas con sebo calien-


te sobre las coyunturas adoloridas por el reumatismo, pro-
porciona gran alivio.
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 71

Los banfos de sol son muy convenientes para los reuma-


ticos y para algunas afecciones del pecho. La duracién de
la exposicién al sol debe ser indicada por un facultativo.

La pic ada de la avi spa o de la abe ja, ali via los dol ore s reu -
maticos; parece que por efecto del acido formico que inoculan.

Para mitigar el dolor de la picada de la abeja, estrije-


se sobre la parte atacada uno de estos insectos.

Muchas personas aseguran que espantan el proceso de


un barro aplicando sobre él un parchito untado de cerilla.

Las uhas enterradas son causa de molestos dolores, pu-


diéndose evitarlos al cortarlas lateralmente y lo que es mas
facil, raspando el lom o de la una con un cor tap lum as o un
vidrio. No se debe pro fun diz ar este ras pad o de un- ‘mo do que
cause dolor.

La leche de los se no s ma te rn os es mu y efi caz pa ra cal -


mar los dolo re s de oi do . Es me jo r ap li ca rl a di re ct am en te
del seno al interior del oido.

El gas o Kerosene aplicado a los animales domésticos


como insecticida o microbicida, les tumbara el pelo. Algu-
nas mujeres lo usan para alisar el cabello.

La clara del huevo es un buen champut.

El sobre de una carta, pegado con clara de huevo, no™


cede facilmente al someterlo a los vapores de agua, siendo
dificil abrir una carta sin romper la cubierta.

El aguacate pasado de maduro, contiene muy fino y lus-


troso aceite. Frotando su pulpa en el pelo y lavandolo con
agua fria adquirira hermoso brillo y sedefia suavidad.

El jabén de cuaba es un excelente desodorante.

La manteca de culebra o el sebo de carnero se usan pa-


ra aflojar los miembros entumecidos a causa de enfermedades
o accidentes.
72 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

La verga del carey, raspada y disuelta en buen ron, es


un apreciable estimulante afrodisiaco. También lo es, la pos-
tura de estos anfibios, haciendo un ponche de leche con nuez
moscada raspada.

La alquitira, hecha pulpa y aplicada en cataplasmas, tie-


ne propiedades emolientes y antiflogisticas.
Un pufiado de sal en grano, introducido dentro de un
pan de comején, hard que sus habitantes se mueran o emi-
gren dejando vacias sus galerias o enormes catacumbas y
los ntineles que tortuosamente construyen para comunicarse
de un sitio a otro sin que sean molestados por la luz.
El té de semillas de peronila es veneno.
La leche de la puerca, se asegura que cuando se admi-
nistra diariamente a una persona le produce graves trastor-
nos mentales.
E] gato rabioso se derrienga.
El] caballo, los mulos y los burros que comen la hoja del
llamado palo blanco, pierden el pelo.

Algunos caballos padrotes, con muchos hijos en una ma-


nada, botan de ella a mordiscos y patadas a las potrancas
que, como dicen nuestros campesinos, estan ruinas, para que
sea otro caballo el que las fecundice. He aqui, si cupiera,
una ejemplo de moralidad para los incestusos y, cuando né,
el maravilloso medio de que-se vale naturaleza para cruzar
las razas de estos irracionales.
La flor de la cayena sirve en caso de necesidad para te-
nir y limpiar el calzado. .
Para aliviar dolores de muelas, cuando no se tiene posi-
_bilidad de adquirir esencia de canelas, o de clavos, o creosota,
méjese un algodoncito con el jugo de la semilla de cajuil,
caustico muy fuerte, e introdtizcase en la caries de la muela.

Evitese el cuarteo de los labios cuando se padecen fie-


bres o hay mucho viento, untando sobre éstos la manteca de
cacao.
LAS CENCERRADAS
No sabemos de quien heredamos la costumbre de que
vamos a ocuparnos. Puede que fuese practica de los funda-
dores de la colonia y puedé, también, que nos la trajera al-
guna de la gente dominadora que establecieron gobierno y
costumbres en veces con duracién de mas de 20 afos.
Cuando un viudo o una viuda contraia nuevas nupcias;
los amigos allegados y vecinos, reunfanse en un lugar conve-
nido, y, provistos de cencerros, campanillas, latas vacias o
cualquiera otro artefacto que produjera ruido, esperaban que
la enamorada pareja cerrara la puerta del recién constituido
hogar y procedian a dar la cencerrada, haciendo sonar estre-
pitosamente los instrumentos de tan espectacular serenata
que solfa prolongarse horas enteras y era amenizada con chis-
tes y chascarrillos alusivos, llevando amargura de momento
a los que deseaban soledad y silencio.
No falté algun novio cascarrabias que, machete en ma-
no, hiciera frente a la burlesca comitiva, produciéndose el
consabido ‘‘sdlvese quien pueda’’ y quéedando en la calle, co-
mo trofeo de combate, una parte de. los cencerros.
Otros, los mds practicos y avisados, tomaban camino
del campo o pasaban la luna de miel en algun pueblo cerca-
no para escapar de la pesada broma, regresando al cabo de
varios dias, de manera sigilosa, pues, podia suceder que la
cencerrada tuviera lugar en cualquier plazo como tributo so-
cial adeudado. .
Recuerdo haber ofdo y concurrido a varios de estos ac-
tos con que el vecindario capitaleho se proporcionaba mo-
mentos de barbara e incivil diversién. ~La ultima cencerrada
que vi se la propinaron en la calle 19 de Marzo a un respe-
table caballero, viudo, que era entonces mi vecino.
LAS CANTALETAS
Se hizo costumbre, que, cuando ocurrfa la caida de uno
de nuestros gobiernos, cosa asaz frecuente, los del partido
ganancioso propinaran fenomenal cantaleta a los prohombres
del partido o faccién caida. (11) |
En aquella época, la politica era. definida.
El azul, lo era en todas las circunstancias; asi, lo mismo,
el rojo o baecista, de manera que, cuando bajaba del poder
uno de estos partidos, barria inmisericordemente de los pues-
tos publicos a todo el personal administrativo, desde los mi-
nistros hasta los porteros. En todas las categorias, de em-
-pleados o no, se consideraba como transfuga a aquel que ser-
via en cualquier forma a uno de los partidos en que no ha-
bia militado.
La politica no habia Ilegado a establecer la divisién y
la discordia como en tiempos de bolos y coludos.- Cuando
el jefe de una familia era azul o rojo, todos los miembros de
ella profesaban el mismo credo. Aquellos que mudaban de
opinion, por conveniencias, o por cualquiera otra causa, eran

(11)—*Para poner cese a las cantaletas, durante algun tiempo, fué


necesario la intervencién de los cénsules extranjeros, —espe-
cialmente de Sir Robert Schomburg—, a cuyas instancias publi-
c6 Baez, el 6 de noviembre de 1856, una proclama Ilamando
al orden a los habitantes de la capital; y luego un decreto, el
18 de mayo de 1857, cuyo primer articulo dice: ‘Se prohibe
toda amenaza o insulto personal por motivos politicos, y la po-
licfa castigarA de oficio estas demasias”’.
(Nota tomada del tomo I de la obra Poesia Popular Do-
minicana, pag. 78, por el Lic. D. Emilio Rodriguez Demorizi.)
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 75

senalados con el indice del deshonor y tenidos a menos den-


tro de las filas del partido que hacia la adquisiciédn. No ha-
. bia mds que dos condiciones: por arriba o por abajo y los
de abajo se iban directamente a la oposicién cogiendo unos
el camino del ostracismo o corriendo, los que se quedaban,
los azares del porabajismo, con su cortejo de carcelazos, en-
grillamientos, confinamientos, etc.

- Asi fué hasta la administracién de Ulises Heureaux,


quien desarrollé una politica de atraccién implantando la co-
rrupcion en el campo de la politica criolla, llegando a extre-
mos de no haber quien procediera de acuerdo con sus con-
vicciones sino en consulta con las conveniencias y aquello de
“a rey muerto, rey puesto”, sirviendo a todos los gobier-
nos, dandose: el caso de familias enteras que se sentaban
siempre a la mesa de todos los presupuestos.

Las cantaletas tenian efecto durante los primeros dias


de la caida de un gobierno, aprovechandose altas horas de
la noche para cantarlas. -

Provistos de una mesa que era convertida en tribuna


infamatoria, se iba de calle en calle. La mesa se colocaba al
frente de las casas de los prohombres ‘caidos y era escalada,
a turno por el grupo de oradores que habia de cantaletear in--
misericordemente los procedimientos de mala administracién
del funcionario, a coro con el clamor de la muchedumbre
partidarista, bien armada. Por lo general, segtn el carac-
ter del discurseante, o los rencores que guardara en su co-
razon, la cantaleta degeneraba en insultos sacando a relucir
“cualquier tara familiar y sazonada la cosa con cancioncillas
o seguidillas que tenian hiriente estribillo preparado de
antemano por un chusco. El pobre cafdo y su aterrada fami-
lia se acurrucaban en algtin rincén de la casa, luego de haber
tenido la precaucién de atrancar bien las puertas en las que
los enemigos clavaban las unas, como jauria hambrienta, pro-
firiendo toda clase de amenazas.

El general Antonio Abad Alfau, destacado santanista


y, por lo tanto, personaje que ocup6 varios puestos publicos
76 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

import an te s y la Vi ce Pr es id en ci a de la Re pu bl ic a, hombre |
de accién y de gu er ra , de un ca ra ct er ir ra sc ib le y un valor a
toda prueba, en oc as ié n de la ca id a del go bi er no de Santana
fué so rp re nd id o co n un a ca nt al et a. In st al ad a la me sa y sobre
élla uno de los pa si on al es or ad or es , se ab ri é vi ol en ta me nt e Ja
puerta de la ca sa y, ma ch et e en ma no , sal ié a la ca ll e de sa -
fiante el general Alfau po ni en do en ve rg on zo sa fu ga a su s
enemigos an te la ac ti tu d re su el ta de pe rd er la vi da an te s de
sufrir el ultraje, qu ed an do all i la me sa co mo tr of eo . (1 2) .

Frecue nt em en te est as ca nt al et as de ge ne ra ba n: en fe no -
menales es cA nd al os , pr od uc ié nd os e tu mu lt os en pl en a de ma -

(12)—Referente al Ge ne ra l Do n An to ni o Ab ad -Al féu , tio ca rn al del


autor de este libro, por ser he rm an o de dof ia En ca rn ac ié n Al-
fAu (1838-1873 ) i tio car nal de do n Ma nu el Em il io Gé me z
Alfau (1840-19 17 ), sus pd re s— , nos ha pa re ci do op or tu na la
publicacién en est e lug ar de la in te re sa nt e car ta qu e ha ce sei s
afios nos fué dir igi da por nu es tr o di st in gu id o am ig o el ilu str e
historiador, tra dic ion ali sta i ju ri sc on su lt o do ct or Do n Ma nu el
de J. Tron co so de la Co nc ha , ex -P re si de nt e de. la Re pu bl ic a i
miembro de la Academia Dominicana de la Historia.
“Ciudad Trujillo,
Distrito de Santo Domingo
28 de setiembre, 1938.
Sefior
Vetilio J. Alfau Duran,
Higtiey.
Estimado amigo:
Rec ibi su gra ta del 14 de este mes . No se la hab ia co-
rrespondido porque. trabajos urgentes me lo vedaron.
No me seria posible precisar si lo que yo sé respecto de
Santana o los Alfau esté en la Historia de Garcia. Aunque
muchas vec es la he lei do o con sul tad o, dud o que me fue ra
dable hac er un cot ejo ent re lo que ella con tie ne y mis rec uer -
dos de lo que he oid o en otr a par te. “ ;
Sé, por ejemplo, respecto de Santana, que muchos casos
e incidentes de la vid a de éste dur ant e el per iod o de la Ane xié n
que figura n en la obr a “An exi én y Gue rra de San to Dom ing o”
de la Gan dar a no apa rec en en la His tor ia de Gar cia . Sup on-
go que usted tiene esa obra.
En cuanto a los Alfau, lo que yo conozco de ellos y que
me parece no se encuentra en la Historia de Garcia, es.mas
de detall es de su vid a que de su act uac ién en la cos a pub lic a.
Ahora mismo, Rodriguez Demorizi acaba de publicar un
libro interesantisimo acerca de Juan Isidro Pérez, en el cual re-
produce un informe del Cénsul de Francia en los ‘ primeros
dias de Ia Republica, Juchereau de St. Denis, que ha habla de
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS | 77

gogia, sin que en esos momentos hubiera autoridad alguna


que impusiera el orden. A los insultos y procacidades se su-
cedian las piedras lanzadas sobre la casa del caido, mientras

la intervencién de Felipe Alfau a favor de Juan Isidro Pérez,


a quien salvé la vida. Hasta ahora, yo ignoraba ese rasgo suyo.
Sé también de Felipe, por habérselo oido a Don Manuel
de Jesus Galvan, que después de la Restauracién le escribieron
de aqui personas prominentes del Partido Azul para que re-
.gresara al pais, ofreciéndole apoyario para Ilevarlo a la Presi-
dencia, y que él se negd, aduciendo que, una vez tomado el
partido de Espafia, no podia tener ninguna aspiracién en San-
to Domingo, a menos de aparecer como un hombre desprovis-
S to de convicciones. ‘Después, aquellos mismos personajes hi-
cieron igual gestidn con Abad, y, como le pareciera a Felipe
Mt que su hermano se mostraba inclinado a ceder, lo detuvo di-
; ciéndole: “‘Haz perdido la vergiienza?””» Ambos eran de muvu-
cho cardcter; pero Felipe el de mas.
De Abad he conocido rasgos muy notables. Cuando el
movimiento revolucionario del 25 de marzo de 1855 era Go-
bernador de la Provincia de Santo Domingo. Ese dia esta-
. _ba enfermo, con fiebre. A las 8 de la noche se presenté en
“su casa un sargento del Regimiento Num. |, muy empefiado
en hablarle. La familia le negé el pase, porque el general se
hallaba en cama, con unas plantillas de mostaza. El] sargen-
to insisti6, aduciendo que se trataba de algo muy grave. Lo
dejaron entrar en el aposento. Alli’ le comunicé al goberna-
dor, de quien era muy adicto,. que en la Fuerza (ése era el
nombre con que se designaba a la hoy Fortaleza Ozama) se
preparaban en ese instante para un pronunciamiento, en com-
binacién con un grupo revolucionario reunido en la casa de
Petit Justo, en el Callején de Regina, y que tanto el Coronel
Juan Andrés Gatén, como el Comandante Juan Ciriaco Fafa,
estaban comprometidos en la conspiracién. . Inmediatamente
el General Alfau, sin desprenderse las plantillas, se calzé6, se
puso el uniforme, tom6 un fuetecito, salid el patio, monté un
caballo, que siempre tenia enjaezado y partiéd al golpe para
_ la ciudad. Ni siquiera se arm6é de sus pistolas, para no per-
ao der tiempo. Al Jegar a la Puerta del Conde, el centinela le
. did el “alto!’’, “quién vive!’ — “E] Gobernador!”’ contesté.
Siguid a galope tendido hasta llegar a la Fuerza. Lanzé la
voz de “‘firme!’’, hizo colocar en fila las tropas de la guarni-
cién. En senuida: en ese don de autoridad que le era carac-
teristico, fué nombrando a cada uno de los oficiales que le
parecian sospechosos y les ordené rendirse presos en la To-
. rre del Homenaje. Establecido asi su dominio, gritéle a Fa-
fa: “‘Comandante: escoja en el acto cien hombres; vaya al
Callején de Regina y ataque un grupo de revolucionarios que
estA reunido en la casa de Petit Justo’. Formados los cien
hombres, Alfau llamé a Fafa aparte y, hablandole al oido, le
‘dijo: “Sé que usted esta comprometido con los revolucionarios.
‘Tenga entendido que me responde con su vida del éxito de es-
4 ta operacién”’.
El] resto es muy sabido. Fafa saliéd y, cuando los revolu-
” Oe

78 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

que los mas exaltados trat ab an de fo rz ar las pu er ta s, co n la


amenaza de arrastrar po r las ca ll es al at er ra do ci ud ad an o y
temblorosa familia.

cionarios, advertidos de su pr es en ci a, cr ey er on qu e iba a lle -


varles una ayuda, ab ri é el fu eg o co nt ra ell os, los di sp er s6 , co-
gid un os ta nt os pr is io ne ro s y los de ma s se as il ar on .
Desde mu y jo ve n of la ve rs ié n de que , cu an do el fus ila -
miento de Sa nc he z, el Ge ne ra l An to ni o Ab ad Al fa u, go lp ea n-
do con el pié el cadave r del pr éc er , ex cl am é: “‘R iet e ah or a, ne-
grito’’. =
El Ge ne ra l We nc es la o Fi gu er eo , ex -P re si de nt e de la Re-
public a; tes tig o de la ej ec uc ié n, dij o un dia en mi pr es en ci a
que esa ve rs ié n es un a me nt ir a gr os er a. Ex pl ic ab a qu e el Ge -
neral Al f4 u ni si qu ie ra se ha ll ab a en el sit io de los fu si la mi en -
toy; que quie n ma nd ab a las tr op as del cu ad ro era el Ge ne ra l
Eusebio Puello.
El Ge ne ra l Fi gu er eo era en to nc es te ni en te y ma nd é6 la
guar di a de cap ill a de Sa nc he z y sus co mp af er os de ma rt ir io .
El dij o ta mb ié n’ en esa oca sié dn que la Bib lia qu e es tu vo le ye n-
- do Sdnchez hasta el momento de conducirlo al patibulo se la
habia buscado él mismo (Figuereo) con el Padre Barriento,
Cura de San Juan, a solicitud del prdcer.
Hablando de ésto con Don Enrique Henriquez (nieto del
General Antonio Abad Alfdu) agregé que aquella versién era
hija de la inquina de algunos contra Alfau, y me expresé que
éste. y Sdnchez habian sido siempre amigos,, a tal extremo que
encontrandose Sanchez enfermo en’ Sainthomas, poco antes de
la Anexién, Alfau le mandé de regalo dos onzas de oro.
A un viejo que no recuerdo ahora le oi decir que ni Fe-
lipe ni Antonio Abad habian estado en la Puerta del Conde
porque ambos eran oficiales del Regimiento 31 o 32 y no
podjan abandonar su puesto en la fuerza; pero que los domi-
nicanos contaban con ellos ahi, como con varios otros oficia-
les dominicanos que se hallaban obligados a permanecer en
las filas.

Quedo su atto. S. S. y amigo,

MI. de J. Troncoso de la Concha’’.

Algo del contenido de esta carta aparecié después en una-


conferencia que sobre el ilustre Précer Francisco del Rosario
Sanchez pronuncié el Dr. Troncoso de la Concha en la Uni-
versidad. (V. Anales de la Universidad de Santo Domingo,
Vol. IV, Fascs. III-IV, pags. 305-306 i Revista Militar, nums.
56-57, Sep. i Oct. de 1940, p. 9).
DE LAS COMIDAS
Se pensard que la alimentacién del pueblo pueda ser
ahora como en época remota; pero ni en calidad ni especia-
lidad es la misma. La alimentacién era sana, abundante y
nutritiva, prevaleciendo en élla los productos del suelo.

La leche de vaca o de cabra, era tomada con recelo, en


la creencia de que producia ictericia y propiciaba los para-
sitos intestinales, sobre todo el parasito llamado bicho.
Ricos y pobres hacian cuatro comidas diarias.

Entraban en el desayuno al costo de centavos: arepas,


mondongo, liviano o pipian, pan, queso, mantequilla, paste-
les, aguacates, frituras de mafz, de platanos verdes o maduros,
huevos, carnes y frutas.
El almuerzo variado y suculento, también al costo de
centavos, pues la comida era excesivamente barata y constaba
de sopa, carnes, frituras, guisados, adobados, pescados, pi-
cados y ripiados, tubérculos, legumbres, platanos, maiz, los
sabrosos rellenos de cebollas, de papas, de berengenas, de
chayotes, de tomates, de ajies, etc. los suculentos sancochos
y apetitosos locrios de pollo, de palomas montaraces, de ba-
calao, de cangrejo, de cerdo, de longaniza, de.camarones,
de guineas, etc., sin faltar el indispensable platano verde o
el sabroso maduro asado, sancochadoo hecho dulce, y para
relleno el arroz blanco criollo, las habichuelas coloradas o
blancas, los guandules, las habas, los frijolitos amarillos, ar-
vejas, etc. Al terminar el almuerzo entraban las frutas, los
dulces, el café o gengibre. —
80 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

Entonces, todas esa s co mi da s se ha ci an co n po co di ne - .


ro. Los vi ve re s no se ve nd ia n, co mo ah or a, po r lib ras si-
no por lotes; un lot e de ba ta ta s, de yu ca s, de fa me s, etc . de
cinco centavos , no ha bi a fa mi li a qu e se lo co mi er a “d e un a
sentada’. As{f todos los demas alimentos.

La inolvi da bl e me ri en da , de sp ué s de la se da nt e y pla -
cida siesta, ten ia lu ga r ent re las 3 y las 4 de la ta rd e y ta nt o
a la merienda como a la sie sta , se en tr eg ab an ric os y po br es ,
acaudalados y me ne st er os os . Co ns is ti a el me nt de la me -
rienda en gallet as, gal let ita s, ma nt eq ui ll a, qu es o, té, caf é, ch o-
colate, bi sc oc ho s, du lc es , etc ., lo mi sm o qu e si fu er a un co- .
pioso lunch american o, ta nt o ma s ric o cu an to las po si bi la da -
des del dueno de la casa lo permitieran.

La cen a era fru gal ; mu y poc as fam ili as co mi an en éll a


carnes, co mo en el al mu er zo ; por lo gen era l era bu nd an te
en pan , caf é, lec he, cho col ate , man teq uil la, are pas , em pa na -
dillas, pastelitos y dulces de harina.

La ali men tac ién de la gen te de ese tie mpo era mas ri-
ca en vitaminas, y se espaciaba durante el dia mas en com-
pen sac ién con el gas to de ene rgi as que req uer ia la vid a sen -
cilla de entonces.

Antes de sentarse a la mesa, el mayor de la familia la


bendecia y le daba gracias a Dios por el beneficio de verla
col mad a de man jar es, pid ién dol e fer vor osa men te la sal ud
y el bie nes tar de los alli pre sen tes . Sdél o ent onc es era cua n-
do cada miembro de la familia ocupaba su sitio, tomando el
padre o may or la cab ece ra. Nad ie se atr evi a a met er cu-
charas en las fuentes, ni a decir que tal o cual plato no era
de su gus to. El pad re y la mad re era n los enc arg ado s de ser-
vir cada plato, haciendo una distribucién equitativa y dan-
do a cada uno las porciones suficientes de lo que mas le gus-
tase.

Ent re gen te bie n edu cad a, nad ie to ma ba sit io en la me-


sa sin hab ers e pe in ad o y ase ado las man os, con el sac o y
la corbata puesta . No se pl an te ab an dis cus ion es de sa gr ad a-
bles y se obse rv ab a la ma yo r co mp os tu ra y si le nc io , de ja nd o
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 81

para sobre mesa la conversacién y los comentarios sobre té-


picos del momento. Los padres o tutores, ensefiaban a los
menores a ocupar su puesto, sin molestar a su vecino, asi co-
mo a hacer uso correcto de la cuchara, el cuchillo y el trin-
chante. El masticado, debia hacerse sin ruidos ni saboreos,
no colocando jamas los codos en la mesa ni usando de los
dedos para comer.

En la actualidad, son pocos los jefes de familia que se


ocupan de estos minuciosos detalles en la educacién de sus
hijos, por lo que vemos, con disgusto que algunos jévenes, y
hasta mayores, no saben comportarse cuando son llevados
a una mesa en la que ha de privar la etiqueta y no hacen co-
rrecto uso del cubierto, o se levantan de su asiento antes que
el dueno de la casa o el anfitridn declare terminada la comida.
Decimos ésto, por haber presenciado aqui y fuera de
aqui los abusos mas escandalosos, las notaciones mayores -de
poca cultura en las que no incurre ninguna persona de bue-
nas maneras, aunque se encuentre en estado de embriaguez
‘que, a mi juicio, es cuando el individuo muestra los jardines
o zarzales de su espiritu.
LOS DULCES
Los que nos i4n pensaran que peca de vacuo eso de
ocuparnos de los dulces, que en todo tiempo los ha habido
buenos y malos, pero nosotros no pensamos de igual modo.
Muchos de los dulces, que eran entonces regalo de grandes
y de chicos, se confeccionan ahora. Hemos querido referir-
nos a la merecida fama que llegaron a tomar algunas dulce-
ras, pues para entonces la industria repostera estaba en ma-
nos de mujeres.

Los dulces que hacian las Leédn y las Guerrero, eran


exq uis ito s, asi com o tam bié n los que sal ian del hor no de
Titita, que llegaron a tener mayor demanda que la capacidad
de produccién por métodos y medios completamente ma-
nuales y caseros. Con la muerte de esta laboriosa sefiora
han desaparecido aquellos ricos pudines, gatoces, macitas,
tartitos, ojaldes, empanadillas, roquetes, arfajoles, jaleas,
sartenes de pan de batatas y de pan de maiz, bolitas de ba-
tatas, pastas, caquiles glaceados, sdlidos de mamey, de gua-
nabana, de naranja, etc., etc. .

Habia otras dulcerias, pero no tan acreditadas.

En Azua y en Banfi, producen el mejor dulce de leche


que hemos saboreado. Parece que para esta especialidad
contribuye la leche de cabras. Una panela de dulce de le-
che, hecha en cualquiera de esas dos localidades, sera distin-
guida por cualquier consumidor.
_ Otros dulces, constituian especialidad de tal o cual per-
sona, y eran tales como el majarete, de casa de dofia Fula-
AYER .O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 83

na, el funde de casa de doa Zutana, las alegrias de coco o


de ajonjoli, de sefia Tal, etc.
De los campos circunvecinos, venian briscas de dulces
de coco, (pifionate) de naranjas, envueltos en hojas secas
de platano. Estos dulces ordinarios tenian sabor especial
porque eran hechos con el guarapo de la caja.

Con la desaparicién de los trapiches de madera, en los


que se molia la blanca cafa y se hacia un bien clarificado
melado, esos dulces desaparecieron.. Muy raro es ahora con-
seguir buen melado. El procedimiento ristico para hacer-
lo, consistia en moler la cama blanca, colar bien el guarapo
o jugo, cocerlo y darle punto en grandes calderos de cobre
estafiado o de hierro, clarificandolo o ‘‘descantandolo”’ con
- hojas de guayabo o con claras de huevos. Por el mismo pro-
cedimiento se fabricaban el azticar y las raspaduras de con-
sumo doméstico, n primeras
hasta que se establecierolas fac-
torias para la elaboracién en grande de este producto. (13).

EI alcohol del cual se fabricaban el ron y el aguardien-


te en pequefos alambiques de chorro intermitente, compues-
tos de un fondo, un cabezote y un serpentin de cobre, mu-
chas veces estafiado por dentro, era con mucho superior al
destilado ahora por el procedimiento de chorro continuo y
es seguro que el melado para la batida tenia que dar mejor
producto. En Bani habia muy buenos alambiques y algu-
nos estaban instalados de manera que el serpentin para la
condensacién era enfriado de continuo por el chorro de agua
tomado de una regola vecina.

La ley de Alcoholes circunscribié los alambiques al ra-


dio de las principales ciudades y por consiguiente desapare-
cieron los pequenos destiladores.

(13)—El Trapiche Melaero, movido por fuerza animal, abunda toda-


via en algunos campos del Este i del Cibao.
A los grandes calderos o pailas donde se hierve_ el guarapo,
le Jlaman fondos.
LOS BAILES Y SARAOS
No estando la musica ‘t an a ma no co mo ah or a, gr ac ia s a
los inventos del fondég ra fo , la vi ct ro la , la ra di ol a y el ra di o,
los nifios, con raras excepcio ne s ll eg ab an a la ju ve nt ud si n
pescar pelota en el baile, y, al in ic ia rs e en so ci ed ad , te ni an
que aprender, con pe rj ui ci os y mo le st ia s de cu an to s se ve ia n
en el caso de aguantar encontrones y pisotones.

ae
Nada es, en efec to , md s mo le st o en un sa lé n de ba il e,
en el que giran va ri as pa re ja s, qu e la ac ci dn y mo vi mi en to s
de un a o ma s pa re ja s qu e no se pa n ba il ar .

Los aprendices te ni an qu e es fo rz ar se po r ap re nd er el
compas de los ba il ab le s en qu e se di vi di an los pr og ra ma s, en
los que entraban val s, da nz as , po lk as , ma zu rc as , ri go dé n, mi -
nuet, valsovianas, gavo ta s, da nz on es , ha ba ne ra s, cu ad ri ll a,
lanceros y carabiné. La ma yo ri a de es to s ba il ab le s er an
ensefiados en el ho ga r, po r al gu no de los ma yo re s y co n tal
objeto se celebraban las llamadas jaranas. .

Jévenes trotones y mu ch ac ha s bel las y el eg an te s ha bi a


que no podian in vi ta rs e a bai lar y se rv ia n de ad or no en los
salones, pues, en co no ci mi en to de su so rd er a, na di e las inv i-
taba y regr es ab an a sus ho ga re s re pl et as de pa vo .

Los grandes bai les y an im ad as soi rés , te ni an lu ga r pri n-


cipalmente en las pa sc ua s de na vi da d o en las fie sta s de ba-
rrios, y, en ve ce s, pa ra ce le br ar al gu n ac on te ci mi en to , 0 cu m-
plimentar la visita de al gi n pe rs on aj e y est os su nt uo so s ba i-
les se Ilevaban a ca bo en los sa lo ne s del pa la ci o de Go bi €r no
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 85

o del Ayuntamiento. Otras veces se elegian las casas de fami-


lia de salas espaciosas, tan comunes en las construcciones colo-
niales. Para estos bailes se contrataba una buena orquesta
que dejaba ofr hasta la madrugada sus irresistibles bailables.
Rememoramos aqui, el clarinete sublime de Juan Francisco
Pereyra, el bombardino cantarino de Laito Prestol, el bajo
sonoro de Chividén.... con perdén de otros misicos, tan fa-
mosos como los citados, por no recordar sus nombres, bo-
rrados en mi memoria por los anos.

Cuando habia de celebrarse un gran baile, los jévenes


se apresuraban a comprometer con las muchachas bailadoras
las piezas que entraban en un programa impreso que
por lo regular constaba de dos partes. Algunos jévenes, se
adelantaban dos o tres dias antes del fijado para la fiesta,
cosa de llenar su programa con los nombres de las mucha-
chas mas en moda, que en razon de ser muy solicitadas se
corria el riesgo de no bailar con ellas cuando se dejara esta
diligencia. para ultima hora. Recordamos algunas prestigio-
sas muchachas que cuando Ilegaban al baile tenian ya lleno
su carnet.

Era de mal tono cortar las piezas y varias jOvenes pres-


tigiosas no permitian que se las cediera, dando esto lugar a
desagrados y hasta lances entre los que discutian una pieza..

En las jaranas o soirés, no se escanciaban licores fuertes


sino refrescos y alguna que otra botellita de un ruin licorcito
llamado rosolio. Pory.lo regular, el duefio de la casa o los
organizadores de la fiesta, preparaban, en un tinajén, una es-
pecie de ponche llamado sangria, consistente en jugo de li-
mon agrio, azticar, vino tinto, ron y agua, para cuyo servi-
cio. venia como de encargo el jarro de hojalata con picos,
complemento de la tinaja de que hemos hablado anterior-
mente. | .

EI consumo de la cerveza no era generalizado y empe- ©


zO a propagarse cuando se establecié la gran cerveceria ame-
ricana en Ciudad Nueva en el sitio que hoy ocupa la Secre-
taria de Obras Piublicas. Entre los administradores que tu-
86 . - LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

vo ese establecimiento figuré un sehor americano conocido


por Mr. Ort, a quien la gente del pueblo puso por mote:
Lapiz con goma, debido a que era flaco, ‘alto y usaba chis-
tera gris.

Los magnificos cafés, cabaret, “La Alhambra” y “La


Alhambrita’’, “‘E] Chimborazo”’ y otros, contribuyeron a ge-
neralizar el consumo’ de la cerveza con la venta por vasos.
Aguella cerveza era magnifica, como que en su fabricacién
se empleaban los mejores productos especializados. Duran-
te las Pascuas de Navidad, tenian efecto, en estos cafés, con-
curridos y animados bailes populares. En épocas de carna-
val, estos bailes eran de madscaras viéndose muy concurridos
por mujeres alegres, jévenes, blancas, cultas y bonitas, que
venian de Puerto Rico y de Cuba. Algunas de estas mucha-
chas habian recibido esmerada educacién, hablaban mas de
un idioma, tenian amena conversacién y tocaban a maravi-
lla el piano. El] contacto con una de éllas, era algo espiritua-
lizado que sublimizaba, si cabe, la vulgaridad y materialis-
mo de la vida.
EL TRANSPORTE, LA LOCOMOCION
Y EL CORREO
Sin gran movimiento comercial, en la pacifica ciudad,
el transporte de mercancias, muebles, etc., se hacia general-
mente a lomo de burros. Hasta 1870 no habia sino alguna
que otra carreta tirada por mulos, acaso. de uso particular y
del mismo sistema de dos ruedas que aun se ven por las calles.

En los campos, se utilizaba como tnico elemento de ti-


ro a los bueyes, y, muchas veces, estos animales servian co-
mo montura, empleada en los viajes, no obstante lo tardo de
su paso y la lentitud de su marcha. Pero, en aquella épeca
feliz, nadie tenia urgencia de economizar el tiempo ni se ha-
bia desarrollado el. vértigo de la rapidez. Los bueyes desti-
nados a montura eran gobernados con un narigoén, a fin de
hacerlos mas déciles. Para el transporte de frutos y mercan-
cias, entre una-y otra localidad, se utilizaban indistintamen-
te, caballos, yeguas, mulos, burros y los bueyes-caballos de
que hemos hablado, habiendo quienes tuvieran grandes re-
cuas, para provecho personal o como empresa especulativa,
cobrando el transporte por cargas. Estas cargas, pesaban
de 2 a 4 quintales. Cuando el bulto era mas pesado, se em-
pleaba la carreta tirada por bueyes y si era liviano y volumi-
noso, se hacia una especie de parihuela, amarrada sobre el
aparejo de dos monturas, uno delante de otro; colocando so-
bre esta tarima el fardo o caja que agarraba lateralmente dos
c6’mas hombres. Los individuos mas acomodados hacian los
viajes en caballos'o mulos, pues los caminos eran muy acci-
dentados y lIlenos de baches y malos pasos en tiempos de
88 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

lluvias cuya estacion prevalecia casi todo el ano. Se median


por leg uas las dis tan cia s y las pob lac ion es fue ron est abl eci -
das por los colonizadores a jornadas de un dia entre una y
tra, escogiendo, para situarlas, las llanuras y las proximida-
des de algun rio para asegurar el aprovisionamiento -de agua;
por consiguiente, los que tenian que hacer largos y frecuentes
viajes, contaban con buenas monturas, teniendo fama de co-
modos y resistentes los caballos y mulos del Cibao y los de
San Juan de Ja Maguana. En un animal de carga, condu-
cido por un peén practico, armado hasta los dientes, se trans-
portaba el equipaje del viajero y la alforja.o macuto bien pro-
visto de alimentos secos, carnes fritas, tostones, galletas y
ojaldas, asi como de botellas Ilenas de ron y de café colado.

Unicamente en las grandes poblaciones o ciudades, ha-


bia uno que.otro hotelillo, o fonducho, carente de todo con-
fort, establecimiento de tercera o cuarta clase, con una sola
mesa en donde comian los huéspedes y departamento dor-
mitorio colectivo con varios catres molestos y lavacaras por-
tatiles y algun espejito afrentoso. Casi todos los viajeros, se
hospedaban en las localidades de su destino o en las de es-
cala, en casa de algin amigo, o de un vecino hospitalario,
que brindaba su comida y algun sitio de la casa dénde col-
gar una hamaca, a cubierto de la intemperie, mientras las
monturas eran Ilevadas a la cercana estancia para recibir su
racion de forraje o hacer el césped. El dominicano es muy
hospitalario y servicial y la fama proclama que el viajero
puede cruzar todo el pais, cargado de joyas y de dinero, sin
temor alguno, porque nadie lo molesta.
Antes de emprender un viaje de estos, habia que pro-
veerse de un pasaporte que extendja la autoridad civil y mi-|
litar de la localidad, en el que se expresaba nombre, profe-
sién u oficio y filiacién del viajante, consignando las montu-
ras y los peones que lo acompanfaban y el lugar de término;
este pasaporte era visado por las autoridades en el transito.

La costumbre de los hospedajes en casas de familia, te-


nia, como todas las cosas de la vida, su pré y su contra. Por
lo regular, la familia que la habia dado a Ud. alojamiento
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS . 89

usaba la reciproca, cuando por cualquier circunstancia, te-


nfa que hacer un viaje alli donde Ud. radicaba.
En cuanto a los conocimientos o amistades contraidas
durante los cortos dias de permanencia en que cada viajero
' practicaba su diligencias, oimos siempre muchas quejas de la
gente de provincias interiores, pues decian que, como corres-
pondencia a sus agasajos, los capitalefios se limitaban a de-
cirle cuando tropezaban con éllos por casualidad, en una ca-
lle, ‘‘jHola, amigo! «Cuando vino?, ¢Cuando se va?”, sin
ofrecerle su casa ni tener ninguna atencién que atestiguara
reconocimiento por los servicios recibidos. Esto dié origen
a que en algunas regiones del pais le pusieran por mote a los
capitalefos el de bicaros, por lo ingrato del patilargo animal.
(14).

Habia, en cambio, familias que trabaron gran amistad


por este medio y hasta que emparentados vinieron a consti-
tuir, por este caso y el de los negocios, una sdla familia. Co-
nozco. varios casos en que el huésped se enamoroé de una de
las hijas de su generoso patrén, y, no pudiendo resistir sus
sentimientos luego de mediar correpondencia volviéd a los
pocos meses para casarse con la joven de sus ilusiones. Mi
amigo M., me contaba que habia hecho, cuando joven, un
viaje a Bani y, hospedado en casa de un acomodado senor
que tenia como joya escondida una sola hija, hubo de ad-
vertir que la muchacha estaba adornada de muy buenas cua-
lidades y poseia una belleza y atractivo indescriptibles. Por
las primas noches, durante las veladas, pulsdba la guitarra y
con bien timbrada voz cantaba diversas endechas populares
con una gracia y un donaire encantador. Dié por resultada
que mi amigo, que no obstante ser un buen partido se habia
mantenido rehacio al matrimonio, se enamorara locamente
de la joven y desde entonces no tuviera reposo, pues su ima-
gen, fuertemente estereotipada en la memoria, no se le apar-
taba un momento. De noche, cuando queria conciliar el sue-
renee

(14)—En Espigas Sueltas (C. T., 1938) el principe de nuestros es-


critores sobre cuadros de costumbres, D. Ramén Emilio Ji-
ménez, incluye un bello trabajo sobre el bucaro.
90 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

fo (momento peligroso) su fantasia retrataba mas y mas la


imagen seductora de la muchacha, y, en su oido, resonaba
la argentina voz a los armoniosos acordes de la guitarra, pro-
duciendo romanticas endechas de amor. La vida se hizo
imposible para él, sin aquella mujer y resolvid volver a Ba-
nf para proponerle matrimonio y casarse inmediatamente, lo
gue sucedié, pues la joven tampoco habia encontrado tran-
guilidad espiritual desde el dia en que el simpatico huésped
le di6 un adiéds de despedida. Palida, triste y desganada, su
estado ojeroso preocupa a sus padres.
Nos hemos apartado una vez mas de la indole de nues-
tro trabajo para enfrascarnos en relatos que se nos antoja
vienen al caso y ahora debemos volver a ocuparnos del trans-
porte y de la locomocién.

Para paseos en la ciudad y sus contornos, la gente aco-


modada y los jévenes elegantes tenian finos y briosos caba-
llos, bien enjaezados, haciendo en éstos su recorridas los do-
mingos y dias destinados a las muchas festividades que la
Iglesia celebraba por aquella época y de las que nos_ocupa-
remos en crOnica especial. Caballero, bien trajeado de dril
blanco, cubierta la cabeza con fino sombrero de Panama, cal-
zado reluciente de charol, los pies en el brunido estribo de
cobre, revélver al cinto, fusta en manos, paseaban los ele-
gantes los domingos en la tarde luciendo montura, arreos e
indumentaria a la enamorada, o a la novia, haciendo cabrio-
las y volteos. Muchos de estos caballos de sangre arabe, que no
aguantaban foete ni espuelas, eran traidos de Puerto Rico,
en. donde se dedicaron, hasta la ocuacién americana, al fo-
mento de esta raza de caballos. Entre tanto, las muchachas
lucfan sus atavios domingueros sentadas en grupos alegres y
decidores en la acera de su casa.

_ Un viaje al Cibao 0 a Higiiey, era cosa de pensarla bien,


pues se consumia tres o cuatro dias de recias jornadas para
llegar a Santiago o a Higiiey, pasando los rios muchas veces
a nado con riesgo de perder la vida. Habia en los caminos,
que eran casi todos los mismos que practicaron los coloniza-
dores llevandose de trillos indigenas, muchos malos pasos
min ie iain tiled
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 91

cementite iri
inert nlaeant etait
que, como la Loma de la Gallina, los Chacueyes, el Sillén de
la Viuda y otros por el Norte, la Sabana del Guabatico y el
monte de Tavila, por el Este, el paso del rio Nizao, el del

sate mmamt i adit


Yaque del Sur y la loma del El Numero, por el Sur, metian
miedo a los viajeros, no aventurandose nadie a transitarlos de
noche, a menes que no’ fuera impelido por alguna urgente di-
_ligencia.

Las carreteras y el veloz y confortable automévil, han

Tite iinet eal


anulado las molestias y peligros con que se viajaba hasta he-
ce poco. Puede vestirse ahora de blanco para asistira una

a Dl
reunién en Santiago o Monte Cristy sin arrugar siquiera el

a
traje.

Los viajes al exterior estaban limitados a los comercian-

RIAN
tes importadores y alguno que otro sehor acaudalado. Por

PA
lo regular, los viajes de negocios tenian por objetivo a Cu-
racao y San Thomas, que eran las plazas comerciales de don-
de se surtia la nuestra. Hacian el trafico algunos buques de
vela de escaso tonelaje. La primera linea de vapores con
itinerario fijo hasta New York, que se establecid mediante
concesion del Estado, fué la de Clyde, que puso en servicio
un viejo vapor de madera llamado Tybee, haciendo viaje re-
dondo cada 30 dias a un andar de 6 y siete millas marinas
por hora. Cuentan que, debido al peligro de los viajes: por
mar, en molestos e inseguros veleros, los que por cualquier
motivo se veian en Ja necesidad de embarcarse para largas
travesias, arreglaban de antemano todos sus asuntos y ha-
cian testamento.

Hasta que fueron construidas las carreteras que cruzan


el territorio haciéndolo accesible: a todas las principales lo-
calidades, el correo era servido por expresos a lomo de cabal-
gaduras, o por la via maritima o a pié con jornadas escalona-
das. Para el Cibao, el servicio era interdiario y las cartas di-
rigidas a ciudades y pueblos distantes demoraban mucho pa-
ra llegar a manos de sus destinatarios.

Los primeros sellos de correo puestos en circulacién,


fueron tipografiados y el porte de franqueo para una carta
92 : , LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

en el pais valia 5 centavos. Mas tarde se encargaban los


sellos a litografias extranjeras siendo frecuente que, tanto és-
tos como los de rentas internas se importasen de Alemania.

A principios de la instauracién de nuestra nacionalidad,


cuando se agotaba en una administracién la emisién de un
sello, por ejemplo de 10 centavos era valido el franqueo por
5 centavos, cortando longitudinalmente el sello de 10 centa-
vos. (15).
Lo tardo del servicio de correo daba lugar a que hu-
biera mucho movimiento de correspondencia a mano. Cuan-
do se sabia que algin amigo emprendia viaje inmediato a
otra localidad, los interesados lo cargaban de cartas para en-
tregar a familiares o comerciantes y, frecuentemente utiliza-
ban la oportunidad para remesas de dinero.

Muy molestos e inconvenientes eran estos encargos pues


el viajero se veia en la forzosa de parar en lugares de tran-
sito para entregar las cartas o repartirlas a su llegada a la ciu-
dad de su destino perdiendo un tiempo que podia aprove-
char en sus diligencias personales.
Hace afios, en uno de mis frecuentes viajes a las ciuda-
des del Este, una sefiora que ejercia el comercio en una apar-
tada localidad, me suplicé traer una cantidad de dinero a una
fuerte casa comercial de aqui y, en atencién a ciertas consi-
deraciones de amistad, no pude rehusar el servicio ya que
temeroso de que me robaran ese dinero yo tenia costumbre
negarme a complacer a los que de mi requerian tal favor. Su-
cedié que, debiendo hacer el viaje primero por tierra, a lo-
mo de cabalgaduras hasta el puerto de Quiabén para tomar
allf un velero, la pesada caja de dinero consistente en pesos
mexicanos y otras monedas fraccionarias, se fué al fondo del
mar al embarcarla porque, no habiendo muelle, la embarca-
cién fondeaba como a una milla o menos de la playa. Ini-

(15)—El sello de correo empezé a usarse, ciertamente, poco tiempo


después de restaurada la Republica, a fines del afio 1865. (Véa-
se: M. de J. Troncoso de la Concha, Bosquejo historico del co-
rreo en Santo Domingo, en el Boletin del Archivo General de
la Nacién, Vol. I, nam. 3, afio 1938.)
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 93

tiles fueron las diligencias que practiqué para encontrar la


caja, pues hice bucear a varios nadadores y todos me asegu-
raron no encontrarla.
Tal vez si en esos expertos buceadores hubo la mala fe
de asegurarme la no existencia de la cajita, pero lo que si es
seguro que yo tuve que responder y pagar aqui la cantidad
. que contenia.

De seguro que por estas o parecidas circunstancias, los


que tenfan que hac er alg un via je, lo ocu lta ban a tod o el mun -.
do y salian de madrugada de su casa, regresando luego de to-
mar las mismas precauciones.

\
3
:
LAS FOGATAS Y BORRICADAS

No sabemos cual sera el principio de las costumbres


tradicionales de las fogatas y borricadas en los dias sefiala-
dos por la Iglesia como festividades de San Juan y de San
Pedro. Seria necesario una laboriosa investigacién en el la-
berinto de nuestra historia, para saber cuando fué traida es-
ta costumbre por los colonizadores o por alguna de las gen-
tes que gobernaron el pais en diferentes épocas. El] caso es
que en dias de San Juan o de San Pedro, recorrian nuestras
empolvadas calles numerosisimos jinetes, siendo preferidos -
para cabalgadura los pacientes burros. _Comparsas de jéve-
nes corrian en todas direcciones la amurallada ciudad, des-
de por la tarde hasta por la noche; cuando ya ésta habia es-
parcido su sombra y los parpadeantes faroles del alumbrado
publico no alcanzaban a vencerlas, los vecinos ponian en es-
quinas, verdaderas piramides de lefa, petacas de yagua y
cuanto pudiera arder, dandoles fuego y alimentando las lla-
mas hasta hora avanzada.
Muchas veces montaban un burro dos personas, y, en
estos casos, la chiquilleria de los barrios, reunida en las esqui-
nas, gritaba al paso’Dos platanos pegados, uno verde y el
otro pintado”.

Mientras tanto las familias ocupaban las aceras, senta-


das a las puertas de sus hogares, disfrutando desde alli de
las peripecias de la corrida, que ocasionaba en veces las mas
ridiculas actitudes de los poco adiestrados, o de algin burro
que se resistia a seguir la fiesta, o de otro que, rebuznaba
c
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 95

en reclamos de amor al pasar una burra. Casi siempre ha-


bia descalabraduras y algunas veces salieron jinetes magu-
Ilados, o con brazos partidos, o con partes del traje o de la
piel chamuscados al saltar por sobre las fogatas. Aquellos
que deseaban tomar parte en estas corridas tenian que com-
prometer con tiempo anticipado la montura, pues casi siem-
pre eran pocos los burros para los solicitantes. Los herma-
nos Pelén, vividores de San Carlos, tenian muchos burros
buenos y hacian zafra, alquilandolos durante esos dias.
Un tiempo antes, los muchachos hacian incursiones al
matadero, y se proveian de cuernos de res, raspandolos y
preparandolos para fotutos, cortandoles la punta o pitén e
insertandole, bien asegurado con cera, la pieza que produ-
cia el sonido, hecha con el cafién de la pluma de un pavo.
Los fotutos preparados por Albenci Binnet, eran mejores y
tenian gran demanda.

Pandillas de muchachos ensordecfan los barrios bajos


con el monétono pitorreo, dando original serenata a los Jua-
nes y a los Pedros.
En la actualidad los pitorreos tienen ocasién el dia de
-Reyes en la calle El Conde y en la Avenida Mella.
LAS GRANDES FIESTAS DE BARRIOS
Dividida la ciudad civil y eclesiasticamente, en barrios
y parroquias, tenfan celebracién anual en los templos res-
pectivos, rumbosas fiestas.

En enero, la fiesta de Nuestra Senora de la Altagracia,


la celebracién del Ano Nuevo, de los Reyes Magos, y de
Nuestra Sefora de Belén; en febrero, La Candelaria con gran
regocijo del barrio islefio de San Carlos, el 27 la fiesta de
la Independencia con su carnaval, sus bailes y holgorios en
toda la ciudad; en marzo, la fiesta de San José; en abril, la
Semana Santa; en mayo, las ruidosas fiestas de cruz, en cu-
yos dias eran adornadas con guirnaldas y flores las varias
cruces que hasta hace pocos afios existieron medio a medio
de algunas calles y plazas, los quijongos, sancochos, bailes,
reinados en los que habia que discutirle la corona a Tina Tra-
bous, y a Juan Maria Jiménez; en junio, Corpus Christy
con sus octavarios, salves y procesiones en San Carlos, en Re-
gina, en la Catedral y en Santa Barbara. Para estas proce-
siones, algunas familias levantaban lujosos altares en el fren-
te de su casa y se quemaban muchos cohetes y triquitraques;
en julio, las fiestas de Nuestra Senora del Carmen en la igle-
sia y barrio de su nombre; en Agosto, la celebracién de la fe-
cha de la Restauracién y otra fiesta de Nuestra Senora de la
Altagracia; en septiembre, la fiesta de la patrona de la Re-
publica con ruidosa celebracién en su barrio e iglesia; en oc-
tubre, la fiesta de San Miguel que constitufia una locura en
ese barrio; en noviembre, la fiesta de Santa Barbara y las no-
venas de finados; en diciembre, con la procesién nocturna
de los huesos con gran asistencia de fieles provisto de velas
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 97

que desfilaba hasta el cementerio en piadosa romeria la Pu-


riésima, Noche: Buena, Pascua florida, etc. .
Inusitado era el entusiasmo para la celebracién eclesias-
tica y publica de estas fiestas. Cada parroquia tenia sus so-
ciedades o hermandades, presididas por una persona piado-
sa y de prestigio que llamaban El Comisario y se encargaba
de recolectar anualmente,: entre los vecinos y devotos del
Santo, los recursos econdédmicos para la celebracién de las
fiestas asi como de redactar el programa de las mismas, que
era impreso y circulaba con anticipacién habiéndose reparti-
do los nueve dias de misas, salves, alboradas, horas cantadas,
etc., etc., entre los devotos mas adinerados. Tambien circulaban
décimas y seguidillas impresas que pasando de mano en ma-
no iban encendiendo el entusiasmo popular. En esos dias
la Iglesia en fiesta no descansaba, pues tenian celebracién
de muchas misas, salves, horas cantadas, reparto de limosnas,
concesiones de indulgencia, confesién y comunion, cum-
plimiento de promesas, votos, bautizos, matrimonios, sermo-
nes, etc.
Exteriormente, era adornada la iglesia, asi como todo el
barrio, con banderas, cortinajes, cordeles de papel picado en
todos los colores, simulando flecos y cadenas. Algunas ca-
sas lucian adornos especiales, hechos con guayiga o con pal-
mas de coco. Si la’ procesién era sorprendida por la noche
a causa de los muchos motetes, los vecinos sacaban a puertas
y ventanas sus lamparas y briseras.

Las muchachas del barrio estrenaban vistosos trajes, ex-


profeso confecionados, luciendo sus mejores atavios, no tan
solo en la iglesia sino en las corridas de sortijas, en las de
toros, en los palos encebados y pollos enterrados. Las mas
elegantes y pudientes se presentaban cada dia con una toilette
diferente. Al barrio en fiesta, concurrian las muchachas de
toda la ciudad en cada vez, siendo huéspedes de algin parien-
te o amigo o en visitas transitorias. Eran estos dias de com-.
pleto holgorio y francachela, comilonas y bebentinas, corri-
das de toros con lazo o en corrales, cercando para esto las
boca-calles y haciendo plataformas o toriles en las puertas
RS ee ee * ~~ — e ~ = =

98 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

de las cas as pri nci pal es. En las cor rid as de sor tij as luc ian
los mozo s sus bri osa s ca ba lg ad ur as y sus ha bi li da de s en la
equitacién. Pasa da la me di a no ch e, me nu de ab an los sa nc o-
chos y loc rio s, co nf ec ci on ad os con las gal lin as o pa vo s que
mozos de bu en hu mo r se ro ba ba n en otr os bar rio s de pobla-
dos gallineros.
Desde el Av e Ma ri a, em pe za ba el al eg re ti nt in eo de las
campanas , al te rn an do los re pi qu es co n la mu si ca a ca rg o de
la or qu es ta ca ll ej er a y en so rd ec ia el ba rr io co n el es ta mp id o
de triquitraque s y to rp ed os , el tr on ar de los co he te s y el fue r-
te cafoneo del pe dr er o, ca fi én pe qu ef io qu e se mu da ba de
se rv ic io se ha bi a te ni do bu en

CN
barrio a ba rr io y pa ra cu yo
cuidado de hacer abundante provisién de pélvora y de esto-

Bere
pa, nombra nd o un cu er po de art ill ero s en ca rg ad o de ha ce r
las salvas , y, cas i si em pr e ca pi ta ne ad o po r un mo re ni to ap o-
dado Ch ag o qu e era el pe ri to en est o co mo en ha ce r las bo-
las de estopa para tirarla encendidas a la salida de las salves.
No fal tab a alg in fer vor oso , que , en cu mp li mi en to de al-
gun a pr om es a, cos tea ra y bri nda ra a mus ico s y ma dr ug ad o-
res el rico y aromoso café, instalando para el caso una mesi-
ta en la acera, cubierta por blanco mantel y guarnecida de
tacitas, pla tit os, azt ica r y cuc har ill as, al um br ad o el tod o por
un farol. Otros, sacaban a la acera el anafe y el caldero re-
pleto de manteca para freir pastelillos y empanadas que los
de la alborada brindaban a las muchachas vecinas, o a gru-
pos de éstas confiadas al cuidado de una “‘chaperona’’.
Pasmado el suefo, nadie demostraba carisancio pues, en
estos dias, la gente del barrio no tenia derecho a dormir, dan-
dose el caso de que, habiendo un enfermo de cuidado, se dis-
pusiera su traslado a otro barrio para no obstaculizar las
fiestas.
Avanzada la manana tenfa lugar la misa solemne, re-
pleta la iglesia de fieles, y, a la salida, nuevo repiqueteo y
musica.
Durante las tardes, ataviadas las muchachas con sus tra-
jes de muselina u organdi, adornados con cintas, sin que fal-
tara en el pei nad o o en el pec ho la olo ros a rosa ; rea lza do el
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 99

tocado con las relucientes alhajas de la familia, en veces here-


dadas de generacién en generaci6n; recibian las visitas de los
jOvenes amigos o enamorados o novios y se entregaban al
baile al son de las deliciosas danzas y carabinés acompanados
por la bien templada guitarra, el riente giiiro y el escandalo-
so pandero, o, cuando mas afortunados, tomaba asiento en
el piano el popular artista, haciendo las delicias de los actuan-
tes con escogido repertorio de danzas, valses, danzones, etc.
Por los amos 1860 al 1870, se tocaba en los hogares
de los ricos el arpa, habiendo no mas de media docena de
estos delicados instrumentos pulsados por las manos finas de
la bella de la casa. La guitarra estaba generalizada'y era
aprendida por las jévenes, cantando —con su acompaiia-
miento— sentimentales canciones a duo. Luego vino la épo-
ca del piano y la guitarra pasé a segundo lugar como instru-
mento productor de musica para bailar. El piano era im-
prescindible en casa acomodada y se importaban de Fran-
cia. Los primeros eran pesados armatrotes en forma de me-
sa, introduciéndose mucho después los de forma y mecanis-
mo vertical.
Algunas veces el piano era trasladado de un barrio a
otro en generoso préstamo para los dias de fiesta, pues, atrai-
dos por el lujo y ruido, o invitados especialmente ya que su
condicién de artistas del teclado los hacia imprescindibles,
concurrian a las casas de familia los memorables Alberto
Martinez, Toné Ricart, Licén Cambier, Victor Soulier y al-
gun otro, subiendo de punto el entusiasmo debido al senti-
miento e inspiracién con que estos compositores interpreta-
ban Jos bailes, no habiendo quien resistiera al deseo de en-
tregarse en brazos de Terpsicores. Eran muy originales los
nombre con que bautizaban estos artistas sus produccio-
nes. Recordamos algunas danzas intituladas: La Guanaba-
na, La Harina, La Tentacién, Tus Ojos, La Teresita y otras,
asi como los carabinés, Cara Sucia, El Trancazo, etc.
Ninguno de esa época que nos lea, podra sustraerse al
sentimiento del dulce recuerdo de aquellas horas de fruicién
y gozo que nos fueron proporcionadas por estos artistas tan
inspirados cuanto desinteresados.
LAS CORRIDAS DE TOROS

Como ya hemos querido describir en la crénica sobre


las fiestas de barrios, los nueve dias de la festividad eran dis-
tribuidos ent re oc ho de los fie les ma s ent usi ast as y la Igl esi a.
El dia que correspo nd ia a ca da de vo to , co st ea ba ést e su fie s-
ta, desde la al bo ra da has ta la Sal ve, fo rm ul an do de an te ma -
no el correspondiente programa y ntmeros, que en algunos
entraba la corrida de toros. Para la mejor organizacién y
éxi to de las co rr id as , era n no mb ra da s las ma dr in as y un Ju-
ra do que dis cer nia pr em io s a los lid iad ore s, gen te del pue -
blo que se atrevia a citar el toro.
Las damas lucian en la corrida la clasica mantilla con
enorme peineta en la cabeza o el vistoso mantén de Manila,
a usanza de Esp ama . Era mu y co nt ad a la da ma pr es um id a
que dej aba de gua rda r en su alm ari o un ric o ma nt 6n de pu-
ra sed a os te nt an do flo res bo rd ad as con hil os de viv os col o-
res.
De los hatos de La Pringamosa, en la provincia del Sey-
yy

bo, donde era fama que se criaba el ganado mas bravo, eran
traidos los toros a los que algunas veces acompafiaba una
cuadri lla de ras tic os tor ero s que , pro vis tos de ped azo s de te-
la roja, lidiaban el ganado.
La mejor corrida de toros que recordamos tuvo lugar
en la plaza Colén, afios antes de levantarse alli la estatua
de su nombre, que ocupa el centro. Fué durante la admi-
nistracién del General Ceséreo Guillermo.
Muchas veces, cuando el toro salia flojo, se lanzaban
dentro de la barrera algunos aficionados, dando la nota cé-
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 101

mica, ent re los chi fli dos de la pl eb e y los air es ma rc ia le s de


la musi ca . Ot ra s vec es se le at ab a al rab o del an im al un ma -
zo de cohetes que al de to na r le pr od uc ia n es pa nt o y qu em a-
duras haci én do le dar de se sp er ad as car rer as. Ta mb ié n se ele -
gia un nov ill o de po ca fue rza , se le em bo ta ba n los cu er no s
y se at ab a fu er te me nt e de éll os un saq uit o co nt en ie nd o alg u-.
nas mo ne da s par a que los ma s at re vi do s se di sp ut ar an el co-
gerlas. Coleado el pobre animal, un enjambre de desarra-
pados le iba en ci ma y, su pe ri or es en fue rza , tu mb ab an al to-
zo, toca nd ol e al ma s os ad o o fue rte el co nt en id o del saq uit o.

Este juego did por resultado algunas veces lamentables


accidentes, saliendo estropeado o mal herido alguno de los
del pueblo.
LAS MARIPOSAS DE SAN JUAN"

Durante los calurosos meses de junio y julio, se ve gran


cantidad de mariposas multicolores, que, en vuelo bajo y
tortuoso por calles y plazas, dirigense hacia el Este, en la ma-
hana y hacia el Oeste en la tarde.

La cantidad de estas mariposas se ha reducido mucho


-en la actualidad; sin duda por los desmontes de la flora cer-
cana. Siempre he tenido curiosidad de saber lo que impul-
sa esas voladoras a hacer el viaje.

Los muchachos se dedicaban para esta fecha a cazar


mariposas; algunos como diversién y otros, los menos, para
hacer colecciones.
LOS CIERRAPUERTAS

Como re su lt ad o del co nv ul si on is mo la me nt ab le de est e


pais desde el descubrimi en to de la Isl a, cu yo su el o se ha vis -
to regado por la sa ng re de es pa fi ol es , fr an ce se s, ing les es, hai -
tianos y yankees; la in es ta bi li da d de los go bi er no s co ns ti tu ia
una calamidad pu bl ic a. Lo s hu bo tan ef im er os qu e sol o du-
raron 24 dias; y hast a 19 30 , ni ng in ma nd at ar io go be rn é
efectivamente el pais ni llegS a sentarse con absoluta segu-
ridad en la codiciada silla del Poder.

Las propag an da s ma nt en ia n en co mp le ta zo zo br a al ve-


cindario y, co mo to da s las pu er ta s de los ho ga re s o es ta bl e-
cimientos publicos ab ri an ha ci a el ext eri or, en pr ev is io n de
los ciclones y tempes ta de s tan fr ec ue nt es po r est as la ti tu de s, _
comprobado que est a di sp os ic ié n de la pu er ta of re ce ma -
yor seguridad y re si st en ci a a la fur ia de los vi en to s, las fa mi -
§ lias y esta bl ec im ie nt os se ma nt en ia n co n el oi do at en to ha-
ti
43 cia los ru id os ex te ri or es y al me no r de éll os o al es ta mp id o
;
de un tiro salido, o cu an do la fo rt al ez a de ja ba oir los tre s ca-
fionazos de alarma , pr ec ur so re s de alg o an or ma l, to do el ve-
cindario ac ud ia a cer rar y at ra nc ar sus pue rta s. [El rui do
particula r del ci er ra pu er ta s co mo el de po te nt e ola que inv a-
de una pla ya, era ya mu y co no ci do y en pri nci pio na di e se
detenia a aver ig ua r de dé nd e pr oc ed ia la al ar ma ; asi pue s,
un cierrapu er ta s que , por ej em pl o, se ha bi a or ig in ad o en
Sant a Ba rb ar a, re pe rc ut ia has ta la Ult ima cas a de la cal le de
El Conde o de La Misericordia, y como oleada de terror in-
vadia todos los barrios.

Los gobiernos tenian siempre sus. aulicos, matasietes que


LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU
104

da cl as e de de sa fu er os , bu sc a-
al influjo del licor cometian to
m o r r a s y c o n t a n d o co n la i m p u n i d a d , d e s p a c h a b a n pa -
ba n c a
rt er a pu fi al ad a o de un ba la zo
ra el otro mundo de una ce
a cu al qu ie r i m p r u d e n t e o co nt ra ri o po li ti co . Tu vi e-
mo rt al
os os , Ba ul , So li to , La Ll a-
ron fama de pendecieros y revolt
os po r el ca ud il lo pa ra ma n- -
ve, Zulo y otros corifeos apoyad
tener el terror y causar de sa zo ne s a la fa mi li a do mi ni ca na .

Sra
ee
ee
OY eS
LAS CORRIDAS DE SORTIJAS—

Preparada la corrida con varios dias de anticipacion,


se elegia una de las calles mas rectas y planas, levantando
fre nte a cas a pri nci pal una pla taf orm a com o de med io me-
tro de alt ura , con amp lit ud par a la orq ues ta, las mad rin as
y el Jurado. Frente a esta plataforma se tendia un alambre,
al cual estaban engarzados tantos carretes cuantas madri-
nas habia; en estos carretes se enrollaba una cinta de un cen-
timetro de ancho, y, al extremo, una argolla de una pulgada
de didmetro. El color de cada una de las cintas, correspon-
dia al del hermoso lazo que, a manera de roseta hecha con
una cinta de tres o cuatro pulgadas de ancho, lucia prendido
hacia el lado izquierdo del pecho, la bella y sugestiva ma-
drina.
Los jinetes estaban enfilados en lugar y distancia con-
venientes, atentos a la senal del Jurado para lanzar a esca-~
pe sus fogosas cabalgaduras, tratando de engarzar con un
palillo, como, de un pié de largo, la argolla pendiente de la
cinta, similar al color del lazo que, a compas de los ritmos
A Ee

del corazon, se movia levemente en el pecho de la madrina


de sus simpatias.
ta

Cuando la joven tenia varios pretendientes, entraba la


angers

rivalidad por obtener el lazo correspondiente, establecién-


dose pujilato hasta que uno conseguia el triunfo.
Algunos corredores demostraban gran habilidad para
coger cintas y salian de la corrida con el pecho lleno de lazos,
Una vez engarzada la cinta, el jinete sofrefiaba su ca-
106 . LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

ballo y acudia a la plataforma donde. las madrinas y la mi-


sica celebraban el triunfo, desmontandose e hincando una ro-
dilla a los pies de la dama que retiraba del calor de su pecho
el lazo o roseta y lo prendia, emocionada, en el pecho del
galan.
Aquel que ganaba mayor cantidad de lazos era procla-
mado campeon de la corrida.

Mientras tanto, la policfa cuidaba de mantener libre


de transeuntes y obstaculos la calle.
Fui yo un apasionado amateur de estas corridas y en
mi juventud hube de poseer los mas briosos caballos.
a aaa
LAS FIESTAS DE SAN ANDRES

El ultimo dia del mes de Noviembre se celebraba la tra-


dicional fiesta de San Andrés. Para ese dia, los que pade-
cian alguna afeccién catarral o estaban aquejados de alguna
otra dolencia, disponian las cosas previsoramente, de mane- -
ra que pudieran recluirse dentro del hogar; de*lo contrario,
era inminente un chapuzén, o, cuando menos, un recio cas-
caronazo lanzado certeramente por cualquiera de los que en
las mojadas calles de la ciudad romantica se entregaban con
ardor al barbaro juego.

Los caballeros principales y las mas aristocraticas damas


se entregaban en ese dia a una batalla enardecida, en la que
los proyectiles eran hechos con fragiles cascarones de huevos
de gallina, acumulados por la misma familia o por especula-
dores, durante todo el afio, con el fin de hacer el negocio,
vendiéndolos por docenas. Muchos de los cascarones esta-
ban Ilenos de agua, espiritualizada con Agua de Florida, o de
Colonia, o infusién dealbahaca bien concentrada. FE] po-
pulacho se permitia la licencia de entrar en el juego, y, co-
mo es natural, el relleno de los cascarones era muchas veces
con agua de tuna o de anilina, cuando no con algin liquido
putrefacto y pestilente, adelantandose al invento de los ga-
ses asfixiantes puesto que, al reventar cualquiera de los cas-
carones asi preparados, saturaba el ambiente de un hedor
irresistible, poniendo ipso facto fuera de combate al infeliz
asi herido y a cuantos Jes alcanzase un salpique.
Las azoteas y balcones, los miradores y ventanas, se lle-
naban de elegantes y bellas damas, provistas de abundante
ee —

38 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU


bed

cantidad de cascarones y de grandes depésitos de agua per-


fumada y coloreada con jugo de tunas o anilina.

En coches descubiertos, a caballo o a pié, llevando cas-


carones en canastos, trababan los transeuntes rehidos com-
bates con las damas, hasta que agotados los pertrechos de
uno u otro bando, abandonaban el campo, calados hasta los
huesos. ae
Algunes elegantes salian a jugar trajeados de blanco,
cambiando seis o mas veces de traje.

Sé did el caso singular de que los extranjeros fuesen,


casi siempre, los mas entusiastas y enardecidos durante este
dia especial del juego del agua, seguramente traido por los
espanoles. Recordamos haber jugado con distinguidas da-
mas. cubanas, americanas y venezolanas.

Cuanto una familia podia necesitar para uso’en aquel


dia, se compraba la vispera; pues, a mas de que los estable-
cimientos permanecian cerrados, la infeliz sirvienta que. se
averturaba a salir, regresaba vuelta una miseria e inconoci-
ble, con el pelo Ileno de harina; de almidén, o de ceniza y al-
magre de todos colores, el vestido desgarrado, vuelto una
lastima, con grandes tunazos y manchones de todos colores
y emanaciones nauseabundas.

Acontecié una vez que, parece que urgido por practi-


car alguna importante diligencia, el representante diplomé-
tico de una nacién extranjera salié a la calle desplegando la
bandera de su nacién, siendo respetado por buena parte de
los jugadores; pero, al pasar por cerca de una casa en la que
se jugaba fuertemente, fueron el representante y su bandera
el blanco de todos los tiros, recibiendo verdadera granizada
de cascarones y cataratas de agua. De buen caracter el di-
plomatico, result6 que, persiguiendo la venganza, se convir-
tid en uno ‘de los mas enardecidos jugadores de ese dia.

Por las noches de San Andrés, todas las familias se en-


cerraban fuertemente, tapando las bocallaves de las cerradu-
ras y cualquiera otro agujero o intersticio que facilitara la in-
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 109

troduccién de la jeringa y el certero chorro de agua dirigido


casi siempre al tubo. del quinqué para que explotase.
Hace unos 40 afios, mas o menos, que el LISTIN DIA-
RIO , emp efa do en la cul tur a pub lic a, abri dé una cam paf a
contra ese juego, encontrando la colaboracién del entonces
CLUB UNION y quedé sustituido el juego por un animado
bail e que se den omi né Bai le Bla nco , por que dam as y cab a-
lleros concurrian trajeados de ese color. Los salones del
Clu b se con ver tia n dur ant e la noc he en cam po de bata lla, y,
en vez de cascarones, se empefiaba la lucha con confetti y
serpentinas, asi com o con ato miz ado res car gad os con las mas
finas esencias.

Casi siempre habia que lamentar el dia de San Andrés


alguna tra ged ia: rif as san gri ent as y esc and alo s may usc ulo s,
promovidos en los barrios bajos por gente de malas _puigas
gue devolvia un cascaronazo con piedras, con el filo de un
pufial o con bal azo s. Ta mp oc o fal tar on acc ide nte s tal es co-
mo la pérdida de un’ojo, etc. (16).

(16)—La siguiente res efi a de el San And rés del ano 189 7, esc rit a
por el mism o aut or de est e lib ro, la hem os tom ado de El Avi -
sador, de fecha lo. de Diciembre de dicho afio, es un magni-
fico complemento de este sugestivo capitulo.
SAN ANDRES
NOTAS SOBRE LAS FIESTAS
Desde la vispera, es decir, desde el lunes podiase ya de-
cir lo que seria el dia, el dia esencialmente popular entre:
nosotros; pero la realidad sobrepujé al presentimiento. Des-
de las primeras horas de ayer la ciudad estaba preparada y
lista con objeto de tomar parte en el juego. Unase a esto
el vealce que a él tenia que prestarle lo principal y elegan-
te de la soci edad . Las sefi orit as Pou, Lica irac , Moy a, Alfo n-
seca, Polanco, Mascaré, Marmol, Tejera, Pittaluga... iqué
se yo cuantas mas. El sefior F. G. Billini en coche con su
distinguida esposa recorrié nuestras calles. La animacién,
el embullo, la franqueza..., todo saliéd ayer. El Disgusto
con su cefio adusto, el Desorden con su cabeza desgrefiada,
se quedaron en sus casas y no vinieron a interrumpir las
fiestas.
Por la noche, a iniciativa de nuestro amigo el sefior Lo-
renzo Marti, Jefe Superior de O. P., secundado y robusteci-
do por el ciudadano Presidente de la Republica, ‘preparé una
sorpresa a los escursionistas que huyendo del himedo juego,
concurrieron ayer a la gira de que nos ha hablado el “Lie-
tin Diario’. Al efecto, desde las 3 de la tarde, se situéd en
LOS VELORIOS, LOS DUELOS
Y LOS ENTIERROS
Cuando en alguna familia de consideracién ocurria la
gravedad de uno de sus miembros y el médico apuntaba la
conveniencia de rodear al enfermo de absoluta tranquilidad,
se procedia a cortar el transito de vehiculos por la cuadra
en gue estaba situada la casa, y, para el caso, se tendia una so-
ga en cada una de las esquinas colindantes. Si la casa era
de esquina, sélo los peatones encontraban entrada por las
cuatro boca-calles. Durante la noche permanecian suspen-
cidos en el centro de las sogas los faroles que indicaban a dis-
tancia el impedimento. Esta providencia era tomada por la

el puente el cuerpo-de Bomberos y parte de la marineria de


los buques de guerra nacionales, provistos de las bombas, de
60 cubos llenos de agua perfumada y de gran numero de pa-
qguetes de polvos finos.
Tomadas habilmente por el senor Marti cuantas medidas
creyé oportunas, prohibié el pase rio arriba a botes y canoas
a fin de evitar que se diera aviso a los de la gira. El Presi-
dente, el sefior Ministro de la Guerra, D. Tomas Morales y
el Jefe de O. P. se embarcaron en un vaporcito y fueron has-
ta frente del pueblo de Los Minas, desde donde divisaron el
vapor que traia a los escursionistas, volviendo a toda maqui-
na.
Tan pronto divisé6 al vapor el aviso un corneta situa-
do en la Fuente dié el toque de alarma y el vaporcito en que
venian los ciudadanos Presidente, Morales y Marti did fue-
>» g@ a varias luces de bengala y velas romanas; los bomberos
se prepararon y a poce ‘aparecieron en el fondo de la obs-
curidad las luces del Remolcadér ‘“‘Nettie’’ que saludaron con
un jalli vienen! salido de 3.000 personas que habria en el
puente y. sus alrededores.
Al acercarse el. vaporcito que traia a remolque la lan-
cha donde venian los escursionistas dieron fuego a: todo el
largo del puente a un sin nimero de velas romanas y luces
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 111

familia sin necesidad de dar parte a la policfa ni a nadie.


Cuando la gravedad duraba mucho tiempo, el vecindario se
habituaba al forzoso aislamiento.

Durante las noches tenian lugar los velorios. Acudian


los familiares, los amigos y cualquier fresco que pasara, pues,
mediada la noche se le brindaba a la concurrencia café, ga-
lletitas, queso, tabacosy cigarrillos.

Muchos individuos, noctivagos, verdaderos _trasnocha-


dores, andaban de continuo indagando adonde habia algun
velorio. En la actualidad, ese tipo de trasnochador, no exis-
te, sin que atinemos con la causa que ha ido desterrando el
habito. Habia aqui mds de media docena de personas que
no salian a la calle sino de noche, teniendo por sus relacio-

de bengala, y al toque de “‘ataque” por cornetas y tambo-


res comenzaron a funcionar las bombas que’ lanzaron poten-
tes chorros ce agua al interior del vapor y de la lancha, y~al
pasar por debajo del puente, los sesenta cubos de agua per-
fumada y los paquetes de polvo le fueron arrojados con tan-
to tino que no qued6é a bordo nadie seco.
Los vapores ‘Presidente’, “‘Restauracién’” e “Indepen-
dencia’’ que también estaban preparados con sus bombas ob- |
sequiaron a los de la gira, al pasar al lado de ellos, con sus
correspondientes mojaduras. ,
En el muelle, frente a la Comandancia del Puerto, ha-
bia lista una bomba, cedida por el sefior Vicini, que no pu-
do funcionar por haberse roto en el instante de empezar.
Al atracar la lancha cuajada de mujeres bonitas y de
caballeros distinguidos, los ciudadanos Presidente, Gobernador
de la Provincia, los Generales Moya y Marti y un grupo de jé-
venes les dispararon una infinidad de cascarones, rocio perfu-
mado y abundantisimo, que acabé de mojara los que huyen-
do de San Andrés, pensaron que nuestro revoltoso Santo no
iba a acordarse de ellos... Sobre la puerta de San Diego otro
grupo de jévenes con 6 barricas de agua las echaron, como una
nueva sorpresa, sobre los escursionistas que entraron a la ciu-
Peaster

dad en una admirable y simpAatica confusidn, trayendo cada


MMM di cape

uno del paseo y recibiendo con la sorpresa con que los obse-
quieron aqui, emociones que viviran en el recuerdo y en la
memoria, y los cuales EL AVISADOR desea se renueven- en
muchos sucesivos ‘afios.
ees
tar tn aie

(16. bis)——Mui interesantes datos histéricos sobre el Juego de San An-


drés en Santo Domingo, llamado antiguamente “‘carnavales de
agua’, los ofrece el Dr. Max. Henriquez Urefia en el Apéndi-
ce G. del primer volumen de. sus magnificos Episodios Domini-
canos: La Independencia Efimera, (Paris, 1938).
aa
112 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

nados el: mote de Aves Nocturnas. Se explica porqué, en-


tonces, los friquitines y fondas como los de Luis Garboso,
de Liberata, de Dimbo y otros, diseminados por la ciudad,
hacian su negocio a altas horas de la noche y hasta amane-
cian en movimiento bajo las solicitudes de su nocturna parro-
quia.

Pero, volvamos a los velorios que en los barrios habfa


casi siempre. Si la casa era pequena, la tertulia se hacia en
el patio o en la puerta de la casa ocupando parte de la calle;
alli se sentaban hombres y mujeres en mecedoras y sillas de
la casa, o tomados a préstamo en el vecindario, no negando-
se ningun vecino a prestar este servicio.

La tertulia era casi siempre animada, pues menudeaban


las murmuraciones, el politiqueo, las propagandas, los cuen-
tos y adivinanzas subidas de color, se sabian incidentes de
la vida privada de las familias, la muchacha que tenia amo-
res escondidos, la mujer que le era infiel a su marido, el que
vivia tirando a diario sablazos ponderando en quejosos pape-
litos, enviados a los amigos, las penalidades del gato en el
fogoén. Asi pues, en amable y riente tertulia se consumia
abundantemente el contenido de las bandejas.

A la muerte del enfermo, venian los ‘‘ataques’’ de las


plafideras y nerviosas dolientes, pues entonces era de rigor
gritar a los muertos y para los casos de ‘‘ataques’’ los concu-
rrentes mas vivos acudian a prestar sus servicios, agarrando
a la bella histérica para manosearla a su antojo, atentos a co-
lumbrar las redondeces y encantos que pudiesen quedar al
descubierto con motivo de las convulsiones, violentas hasta
el paroxismo.

Mientras tanto, las comadres y familiares cercanos


gue en momentos de apuro habian lanzado el grito de
‘| Aqui se necesitan fuerzas de hombre!”’, cuidaban de desa-
brochar el corpifio o corsé, de que la “‘atacada’’ no se golpea-
ra con los muebles o el pavimento, o de que no se mordie-
ra la lengua. Otras, procedian a ponerle sal molida dentro
de Ja boca, en los crispados pufos y en Jas plantas de los
acoen
ester
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 88S

teanit tie
pies, o le rociaban el rostro con agua fria, con aguardiente,

wena
etc., o le daban a oler plumas de gallina quemadas. Si el
“ataque’ era persistente y la accidentada no lanza el ;Ay!
de la vuelta a la vida, se buscaba el médico, quien empleaba
otros medios, llegando en veces hasta el de practicar eficaz
sangria.

Hasta hace pocos afios, hubo aqui la costumbre de gri-


tar cuando moria uno de los deudos. Mientras mas desafo-
rados y enternecedores eran los gritos y lamentos de fami-
lia, mayor intensidad de dolor se demostraba. Cuando no
“habia muchos gritos y pataletas, lds murmuraciones del ve-
cindario aseguraban que la viuda o demas familiares no ha-
bian sentido al muerto y menudeaban expresiones por el es-
tilo: ““Ahi no hubo mas que lagrimitas!’”" Después de los
gritos y algarabias producidas con las ultimas boqueadas del
fenecido, la doliente mas obligada por el afecto no se sepa-
raba ni un momento de la cabecera-del cadaver y, entre ayes
y ayes salian a relucir los gustos y virtudes del muerto, sus
mayores predilecciones, sus Uultimas palabras, etc., ete. Al
~~

finalizar cada una de estas lamentaciones, los demas deudos


lanzaban a coro un jAyyyyy! desgarrador.

Muchas veces, estas escenas ponian nota cémica alli


donde sdélo debian prevalecer la compasion y el dolor.
Inmediatamente desnuds de la muerte de una Persona,
eran tapados con los cortinajes de coleres mas severos todos
los espejos de la casa. El uso de flores no estaba tan gene-
ralizadoy Como no habia hielo, pues la primera vez que se
pudo conseguir fué cuando un especulador arriesgado lo
trajo en grandes veleros y, lo deposité en una casa contigua
al muelle del Ozama, se le ponia al cadaver en el vientre una
cataplasma empapada de zumo de limones y naranjas agrias,
afetitandole el rostro, banandolo, vistiéndolo y calzandole por
completo, utilizando su ropa de etiqueta y, en su defecto, la
mejor que tuviese. A las mujeres también se las acicalaba,
y vestia. Si era jovencita: con traje y corona de novia: si
era mayor: con su zaya de puro gro de seda, y si era nifio,
vestido caprichosamente de angelito, con sus alas en actitud

ia
Be
=is

=,
114 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

de volar hacia el cielo. En casi todos los entierros de ni-


hos era contratada una orquesta que acompanaba el cadaver
hasta el cementerio, tocando alegres piezas, danzas o valses.

Para concurrir a un entierro se usaba la levita cruzada,


la chistera, o el bombin, prendas que casi todos los acomo-
dados posefan. Cuando no se disponia de ese vistuario, se
permitia el traje negro; pero, jamas el de color claro, para
no inferir esa desconsideracién a los deudos. En los entierros
se veian levitas de muchos cortes y modas.

Todavia no se ha podido desterrar la molesta y en ve-


ces impertinente costumbre criolla, de agobiar y magullar a
abrazos a los deudos al despedir el duelo. Algunas veces,
la agencia funeraria que organiza el sepelio, dispone una
mesita y una libreta en la que los amigos y relacionados es-
tampan su firma, y ni aun en estos casos hay quienes pres-
cinda de los chocamanos y abrazos que son tan extempora-
neos en tales momentos.
E] duelo para una familia respetable imponia afios de
reclusi6n. Viudas hubo aqui que llevaron riguroso luto por
toda la vida, no concurriendo jamasa ninguna reunién so-
cial y, en casos, no saliendo mas a la calle. |

Por lo general, las viudas, las madres, los padres y los


hijos observaban luto riguroso por 5 o 10 anos. Para un
hermano y para los tios, el luto era de 2 a 3 afios, segin el
grado de afecto que la familia le tuviese al finado. En fa-
milias largas sucedia que durante el luto de uno de sus deu-
dos ocurrian otras muertes, pasando asi la vida, las infelices
muchachas, Ilenas de privaciones.

Los trajes de luto para las damas eran de un negro sin


briilo, completamente lisos y cerrados en el cuello y los
punos. Las viudas se tapaban el rostro con un espeso velo.
No se usaban prendas y, cuando mas, para evitar que el tiem-
po cerrara la perforacién de las orejas, se usaban aretes fo-
rrados con tela negra.
Los hombres vestian también de negro o de una tela de
dril oscuro, sujetando el reloj con una delgada cinta negra
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 115

de seda y for ran do la cop a del som bre ro en su tot ali dad de
un cre spo n lla mad o vel ill o. Mas tar de vin o la mo da de usa r
el velillo en el antebrazo izquierdo y ultimamente en-la sola-
pa izquierda de la chaqueta.

Perdura la costumbre de acompafiar a los deudos has-


ta la iglesia en la que han de celebrarse los oficios religiosos
y en razon de la distancia a que se encuentra hoy el cemen-
terio, los mas intimos acompanan en automoviles.

No se da el caso de que nadie sea sepultado sin el co-


rrespondiente ataud, costeando el municipio el suministro que
de éstos hacen los establecimientos de pompas finebres a
los pobres de solemnidad.

Anteriormente, habia un rustico y antehigiénico ataud,


provisto de andas, pintado de negro al que el pueblo le did
por nombre “El Negrito” y se trasladaban en él, hasta la se-
pultura, a aquellos desheredados de la fortuna que, en la
mas absoluta pobreza, morian en los hospitales 0 en algun
misero barrio.

La Sanidad desterré esta peligrosa costumbre y “El Ne-—


grito"’ pasé a la historia, condenado al fuego.
EL ESTADO SANITARIO DE LA CIUDAD

Hasta hace pocos anos, el estado sanitario de la ciudad


era bochornoso. La creacién de la Secretaria de Estado de
Beneficencia Publica, consignando apropiadas sumas en el
presupuesto gubernamental y municipal, desterr6 muchas cos-
tumbres que nos mostraban como un pueblo inculto y barbaro.

La recogida de basura era hecha por alguna que otra


carreta municipal, quedando la limpieza de los hogares a mer-
ced de empresas particulares que cobraban a tanto por cada
parihuela de basura que extrafan del basurero que habia en
el patio de cada casa. Como no todos estaban en la posi-
bilidad de pagar por este servicio, la basura e inmundicias
se almacenaba, afio tras afo, en algun lugar del patio y los
trastos viejos eran guardados para quemarlos junto con las
petacas y la misma basura en las fogatas callejeras de San
Juan y de San Pedro, de que hemos hablado en otra parte
de estas crénicas.

Muchos sitios, alrededor de la ciudad fueron converti-


dos en basurero putblico y alli, también, se arrojaban mue-
bles y utensilios, vasos de noche, catres y ropa que habia
pertenecido a alguno de los que morian de enfermedades
contagiosas. Galindo, Mis Amores, El Faroy la Sabana del
Estado, el parquecito de San Lazaro, el de San Antén y otros
lugares eran enormes depésitos de basuras.

Hasta la fecha, la basura que hoy es recogida por ca- :


rros especiales a expensas del Estado, se arrojaba al mar;
te
|

AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 117

pero es de esperar que se establezcan hornos de cremacion |


a usanza de ciudades y centros mas avanzados que el nuestro.
Cuantos querian, criaban en sus patios cerdos, chivos y
otros animales, vehiculos de infecciones, procediendo a sa-
crificarlos y hasta vender su carne sin llenar ningun requisito.

El matadero putblico era un deficiente y viejo edificio


a orillas del mar y la matanza se hacia por el procedimiento
mas rudimentario, no contando con elemento para su sanea-
miento, sino con un profundo pozo del cual se extraia po-~
bremente el agua por medio de cubitos, polea y soga. Una
carreta ordinaria trasladaba al descubierto la carne hacia el
mercado.

EI riego de las calles era desconocidoy durante las épo-


cas de grandes sequias el polvo levantado por el transito de
cabalgaduras, los carros y los fuertes vientos, nublaba la ciw-
dad y hacia insufrible la vida. Algunas veces habia quien,
por especulacién, montase en una carreta dos o tres tanques
o barricadas, las llenara de agua y regara el frente de algu-
nos establecimientos que pagaban el. servicio.

' Los vendedores de comestibles y otros articulos de pi-


blico consumo, no eran examinados por facultativos ni pro-
vistos de certificados de salud y se veia que varios de éstos
no estaban en condiciones de ejercer ese oficio.:

El negocio de leche no tenfa limitaciones y su venta se


efectuaba sin restricciones en las casas de familia. La gente
de los campos hacia su marchanteria y la repartia a domi-
cilio. . Se vendia también leche cortada, utilizando para esto
muchas veces un envase rustico hecho de canutos de bambi.
También se utilizaban estos canutos para sacar agua
de los pozos.

Pagando un pequefio impuesto municipal, cualquiera es-


tablecia una carniceria donde le daba gana y se entregaba a
su negocio sin molestias ni inspecciones. Lo mismo aconte-
cia para las panaderias, y, sin embargo, sea porque contri-
buyera el agua de pozo (casi unica potable) sea porque las
LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU
118

calidad, o por el sistema manual de


harinas fueran de mejor
libre de tanta mezcla, e] pan que entonces se
elaboracién,
si en do el ma s c o m t n de bo -
consumija era de mejor calidad,
en la pa rt e su pe ri or y va -
llitos con un ripio de hoja de coco
ta s. Ni ng ii n pa n me jo r qu e
lia medio centavo, o sea dos mo
el de Martin Puche.

Uno de los mercados qu e, en to nc es te ni a ma yo r po pu -


laridad, era el de la pl ay a Oz am a, ab as te ci do po r lo s ca m-
pesinos que vivian a orillas de lo s ri os Oz am a e Is ab el a y
empleaban canoas indigena s pa ra el tr an sp or te . Al li se co m-
ta ca s el ca rb én , gu an du le s, ca im it os ,
praba muy. barato en pe
yu ca , ba ta ta s, ca im on i, to tu -
cajuiles, guayabas, tamarindo,
zapotes, mameyes, etc., la yerba pa-
mas, jinas, berengenas,
ra el forrage, haces de cafias dulces, tablas de palma y hor-
cones, yaguas, etc. :
ma
LOS GOBIERNOS, LAS REVOLUCIONES
Y LOS SITIOS
El convulsionismo politico del pais y los ambiciosos ca-
ciques, que dividieron la Reptblica en feudos, fueron desde
el 1844 causa de inestabilidad de los gobiernos, de lamen-
tables y continuas desgracias, de constantes zozobras para la
familia dominicana, de luto y desolacién y de mengua para
-el crédito nacional, retardando criminalmente el progreso de
la primera tierra descubierta por el gran Almirante Cristébal
Colén, dando lugar a que otras naciones del Nuevo Mun-
do tomaran la que habia sido cuna de la civilizacién coloni-
zadora y le arrancaran, con el éxodo a que se vieron obliga-
das las mejores y las mas prestigiosas familias, las prerroga-
tivas a que tenia prelacién.
Al leer nuestra asendereada historia, desde la fecha del
descubrimiento, vemos, aténitos, cémo vivid la colonia, do-
minada por la infamia y las pasiones, siendo manzana de dis-
cordia la dominacién de este suelo, entre franceses, espano-
les, ingleses y haitianos..

Instaurada la Republica, vinieron de inmediato, las te-


rribles luchas fratricidas y los inestables gobiernos, habien-
do veces de no durar algunos sino dias, acosando del Poder
_ aun tirano para entregdrselo a otro, y manteniendo al pueblo
en la mayor de las miserias e infelicidad, siempre en especta-
tiva de los tumultuosos acontecimientos, bajo las desorienta-
doras propagandas echadas a volar cada dia por el raquiti-
co laborantismo; sucediéndose de continuo los escandalos,
a ae an on neat aa Sarasa hme eee ane

120 _ LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

los cierrapuertas, los encarcelamientos, los grillos, los asesi-


natos, los confinamientos, las expulsiones y la llamada ley de
fuga, los fusilamientos y otras cobardes venganzas.

Cuando la revolucién, que con frecuencia tenia su in- .


cubacién en el tumultuoso Cibao, donde siempre se ha cer-
nido el espiritu bélico y levantisco del cacique Caonabo, Ile-
gaba vivaqueando a Antonsi, y el gobierno se sentia bam-
bolear, comenzaban los preparativos para encerrarse dentro
del recinto amurallado de la ciudad, en espera de reacciones
que casi nunca se operaban.

Con: febril actividad se construfan recias trincheras, se


limpiaban las murallas y bastiones, y salian como sabuesos
del centro de los arsenales, los grandes cafiones, cruzando las
calles con sus chirreantes curehas, custodiados por la solda-
desca, mientras una docena o mas de hombres tiraba de las
gruesas sogas, para conducirlos a los fuertes y montarlos, co-
mo furiosos perros que ensefian los afilados dientes por las
carcomidas aspilleras. |

Asi, entre la algarabifa de los pilluelos, el ladrido de los


perros y las mal dic ion es e ins ole nci as de los aul ico s ro da ba n
oxidados los no mi na do s: El Gr an Dia blo , de ace ro, La Si-
rena de bro nce , La Col isa , de .br onc e sob re cur efa de cua tro
ruedas, y otros tantos como fuesen necesarios para cubrir lo
que se llamaba La Cortina, que empezaba por el fuerte de San
Gil y segia hac ia el Nor te por gru esa mur all a, pas ill o y ant epe -
cho, hasta el bal uar te de La Mis eri cor dia y de allf al de E] Con -
de siguicndo hasta el de La Concepcion, doblando hacia el Es-
te la mur all a par a los fue rte s de El An gu lo , San Laz aro , San
Miguel, Santa Barbara, La Ceyba y de alli hacia el Sur El
Almirante, Los Remedios y La Fuerza, torciendo por ultimo
hacia el Oeste para encontrar al fuerte de El Faro.

Mien tr as tan to, las at er ra da s fam ili as se pr ep ar ab an ha-


ciendo provisiones de bo ca y de ca rb én o lef a par a ag ua nt ar
los efectos del sit io, que mu ch as vec es se pr ol on ga ba du ra nt e
meses. Alguna s fam ili as ab an do na ba n la ciu dad , co gi en do
camino del ext ran jer o, o hu ye nd o par a’ los ca mp os , do nd e,
AYER O EL SANTO DOMINGO:
DE HACE 50 ANOS 121

fuera del alcance de los bombardeos, no Ilegaba el hambre


ni hacian estragos las enfermedades.

Todos estos acontecimientos y aprestos eran motivo de


diversién y contento para la chiquillerfa, pues no se abrian
las escuelas y la vida de la familia cambiaba su programa.
No.se ofa musica, por ninguna parte, una vez que los amigos
de la situacién no estaban para eso y los desafectos no se atre-
vian siquiera a salir de su casa, temerosos de los desmanes
_ dela soldadesca o represalia de las autoridades.

A las ocho de la noche la obscura ciudad parecia un ce-


menterio y si no’fuese por los continuados alertas de los cen-
tinelas de fuerte en fuerte: ‘“‘Centinela de El Conde, ¢Estas
alerta? Alerta estoy’’, los disparos de la fusileria, el estam-
pido de los cafiones, etc., dirfase que todo habia muerto. Co-
mo no podia entrar a la ciudad ningtin aprovisonamiento,
—tal la severidad del cerco tendido por las fuerzas sitiado-
ras— las pocas cabalgaduras que habian quedado encerra-
das dentro de sus muros, se morian de hambre, después de
haber acabado con las matas de platano u otras que sirvieran
de forrage. Algunas veces entraban a la ria pequenos vele-
ros que burlaban de noche la vigilancia de los sitiadores; pe-
ro siendo esta operacién muy arriesgada hubo veces que se
hacian desembarcos, con gran peligro, por la escarpada cos-
ta aprovechando horas de poca marejada.

Luego de pasar amargos dias venia la capitulacién, el


asilamiento de los caidos, cuando no, la huida para el extran-
jero, burlando de noche la vigilancia del enemigo, la entrada
de las huestes revolucionarias, compuestas de millares de
campesinos sucios, descalzos, desarrapados y mal olientes,
arma al hombro, vociferando aguardentosos vivas y mueras,
ocupando la Fortaleza y sitios estratégicos, las ruines vengan-
zas y represalias, las cantaletas, los desmanes de una muche-
dumbre armada sin el freno de la policia, la zafra de los co-
merciantes que despachaban 6rdenes por cuenta del Jefe,
suministrando mercancias y provisiones a cuenta de derechos
fiscales a precios fabulosos, la toma de posesién del nuevo
gobierno, el nombramiento de los Ministros y el majareteo
Pa er Opal A ASOT a dlfeeag eee ae ee RN ee a —

122 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

criollo, vacid4ndose en la ciudad los politicastros de provin-


cias, que habian ayudado a la revolucién con dinero, con ser-
vicios, o con las armas.

Asi, con mas:‘o menos breves eras de relativa paz, vivio


la nacién hasta el advenimiento de Rafael Leonidas Trujillo
y Molina, en el 1930.

Entre las cosas que hizo el gobierno militar americano,


figura el desarme del pais.

Todos nuestros gobiernos, desde el 1844 hasta el 1930,


vin ier on al pod er deb ido a com bin aci one s con pro hom bre s
de los partidos a base de tanto por ciento en la mesa del pre-
supuesto. Los cabezas de partido, aspirantes a la presiden-
4 Gia de la Rep tbl ica , ten fan sus lide res 0 cac iqu es en pro vin -
cia a los que hab ia que dar le su par te nom bra ndo par a los
empleos ptblicos de su provincia a los amigos que él reco-
mendaba. Ninguna medida u orden se tomaba por el gobier-
no, sin consultar los intereses de los lideres gobernadores de
provincia o delegados, a quienes la tal medida pudiera afectar.

Podemos decir, en fin, que desde que se establecié la


Republica, el dominicano que mas ha gobernado es Trujillo.
Lilfs tuvo que tener siempre en cuenta la opinién de Guelito,
ja de Joaquin Campo, la de Pablo Mama, la de Perico Pepin, ~
la de Zoilo Garcia, la de Anderson, la del General Miches,
etc.; pero, actualmente, el Presidente Trujillo, con una sim-
ple llamada telefénica resuelve lo que conviene a su politi-
ca o al bienestar ptblico y sus érdenes son cumplidas ipso-
facto.

De ahi la paz publica y el creciente progreso, la cienti-


fica organizacién de los servicios y el crédito publico.

Bendita sea la Paz!


LA SOCIEDAD
Tenia entonces, la sociedad’ dominicana, sus clasifica-
ciones, limitaciones y exclusivismos. No asi, tan facil, era el
ingreso en élla para personas extrafas; no bastaban simples
referencias o interesadas recomendaciones, para codearse
con la gente fina que constitufa en esta ciudad’ y en el. resto
del pais la élite social, lo mejor, lo seleccionado, lo escogido.

Hasta cuando era cedido el local de una casa de fami-


lia, para celebrar una fiesta, se establecia por condicién que
la lista de los invitados fuera de antemano aprobada por el
dueno de la casa, poniéndose de esta manera a cubierto de
la sorpresa de un culebr6én. De este modo se llamaba a los
que andaban siempre a caza de una oportunidad. para hacer
incursiones que levantasen su nivel social. En veces eran
gente buena; pero... jasi son las injusticias humanas! Na-
die queria ser el introductor del culebrén, temeroso de las
protestas y reparos de algunos padres de familia, que no con-
venian en que un advenedizo diera el abrazo consentido du-
rante compases de baile a su esposa e hijas; por lo tanto, Ile-
gar a ingresar a la buena sociedad, no era cosa, repito, de
“vine, vi y venci’’, sino que tanto nacionales como extranje-
ros tenfan que aportar credenciales y referencias que atesti-
‘guasen las buenas costumbres y el linaje del aspirante.

Cuando el miembro de una sociedad cometia un acto


infamante, era borrado de sus cuadros, aplicando asi seve-
ra y edificante sancién.
re acne eee

124 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

La gente de colo r te ni a ta mb ié n sus ce nt ro s so ci al es y


en sus reglamentos ca mp ea ba n las li mi ta ci on es . Un a de las
sociedades de es ta in do le qu e ma yo r pr es ti gi o al ca nz 6é en es ta
ciudad fué la no mi na da ‘‘L a pe rl a Ne gr a’ , co n lo ca l en la
calle 19 de Ma rz o en tr e Pa dr e Bil lin i y Ar zo bi sp o Po rt es .

Habifa Done s y Se fo s. La ge nt e del pu eb lo qu e se dis -


tinguia por su re sp et ab il id ad y ho mb ri a de bi en era ti tu la da
Seno o Sena . Ha bi a tre s cla ses so ci al es : los de pr im er a, los
de segunda y los del mo nt én an én im o. . La s fa mi li as ma s dis -
tinguidas vi vi an en el ce nt ro de la ci ud ad . ‘D es de las esq ui-
nas de la cal le de El Co nd e y Jo sé Re ye s ha st a las mu ra ll as
que limitan la ci ud ad al Oe st e era no mi na do E] Na va ri jo y
este barrio era ha bi ta do po r ge nt e bu en a, pe ro de se gu nd a
y dedicada al co me rc io , co sa qu e ni ng un a fa mi li a or gu ll os a
hacia. De las es qu in as de la cal le Em il ia no Te je ra , ha st a
Santa Ba rb ar a, to ma ba el ba rr io el no mb re de La Es ta nc ia ’,
también de segu nd a cla se y sus mo ra do re s er an en su ma yo -
ria curazolenos, ho nr ad os ob re ro s, ca rp in te ro s eb an is ta , o
de banco o de riv era , ve nt or ri ll os , co me rc ia nt es en ba ra ti ja s
recibidas por ve le ro s qu e ll eg ab an do s o tre s ve ce s ca da me s
de la vecina Cu ra ca o. La ge nt e ma s po br e vi vi a en los ba-
rrios altos fo rm ad os de ru st ic os bo hi os , co bi ja do s de ya gu as ,
ma l al um br ad os de no ch e co n ru ti la nt es fa ro le s y en ve ce s
a obscuras dand o pa bu lo a su pe rs ti ci on es so br e la sa li da de
encebados y fantasmas.
ASPECTO COLONIAL DE LA CIUDAD
CRITICA
Se ha ido borrando de la ciudad capital de la Republi-
ca el aspecto colonial de sugestiva vetustez, como si nos em-
pef ids emo s en tap ar las hue lla s de nue str os col oni zad ore s. La
ciudad antigua debié ser intocada en su arquitectura, en el
lineamiento de las calles y nombres de las mismas.

Muchas de nuestras calles han cambiado reptidas veces


de nombre: la calle de El Conde, se llamé Separacién y lue-
go 27 de Febrero, volviendo a su nombre histérico de El
Conde; la de Las Damas, es hoy Colén, la de Regina, es aho-
ra José Reyes, la del Tapao, es ahora 19 de Marzo, la de
Plateros, es hoy Arzobispo Merifio, la de El Arquillo, es hoy
Arzobispo Nouel, la de La Misericordia, es ahora Arzobis-
po Portes. la de El Comercio, es hoy Isabel la Catélica, la
Atarazana, es ahora Presidente Gonzalez, la calle Real de
San Carlos se Ilama José Dolores Alfonseca, y otras y otras
que debian conservar los nombres con los que fueron bau-
tizadas por la Historia, pues cada una de estas calles tiene su
levenda. (17).

Pocas son las casas que permanecen en pie como


un capitulo de nuestra romantica historia, ostentando en su
* fachada un canén enterrado o el pétreo cordén y escudo he-
raldico, simbolo de fortaleza y senalador del privilegio que

(17)—Para la historia de las calles puede leerse la obra de D. Luis |


Alemar, Santo Domingo-Ciudad Trujillo, (Santiago, 1943).
126 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

tenian sus ilustres mantuanos, varones y duenos del Derecho


de Asilo, otorgado por Real Decreto. Son esas fachadas la
estampa de otros recios tiempos, espejo reproductor de otras
épocas, de otras costumbres y de otros hombres, idealizados
por los siglos.

Las murallas y bastiones debieron conservarse intactos,


como preciadas reliquias, en vez de demolidas o tragadas por
los ensanches. En algunos templos, como la Catedral, las Mer-
cedes y Los Dominicos, se han hecho sacrilegas ampliacio-
nes que no guardan relacién arquitecténica. Algunos edifi-
cios publicos han sido restaurados y modernizados después
de larga noche de miseria, de incuria y de abandono por
qué atravesé la ciudad y que la dejé abandonada a las in-
clemencias del tiempo, dandose el caso de que no hubiera
sector en donde no se encontrarara numerosas ruinas, de las
cuales, se observaban algunas hasta hace poco. La apatia
con que la gente de la Iglesia ha visto siempre aqui sus inte-
reses colectivos, dejé arruinar a San Nicolas, a San Fran-
cisco, a Santa Clara, a San Antén, y a los inmensos monas-
terios como el de los Dominicos, Las Mercedarias y Los Je-
suitas.

Sélo Rafael Leonidas Trujillo Molina, durante su ejer-


cicio como Presidente de la Republica se ha preocupado y
ocupado por conservar el tesoro histérico de la ciudad. Se
han hecho varias reparaciones en edificios publicos, tales co-
mo el Palacio de Gobierno y el Palacio del Senado, pero ellas
no han afectado en nada su estructura exterior. Los bastio-
nes como el de la Puerta Grande, La Concepcion, El Conde,
Santa Barbara, han sido cuidados, hermoseados y rodeados
de jardines luego de venir por aos convertidos en pestilen-
tes basureros. La obra del aislamiento del Baluarte de El
Conde, convertido en nuestro Altar de la Patria, es material,
moral y civicamente la mayor obra realizada en un siglo de
nacionalidad. Alli arde la lampara votiva que habla a cuan-
tos meditan y piensan en la grandeza y el patriotismo de los
creadores de la patria. Los gobernantes anteriores nada hi-
cieron por esta ciudad y mayormente consideradas las facul-
;

HACE 50 ANOS 127 ee ie


AYER O EL SANTO DOMINGO DE

el pais. Desde el 1930 es que se d


tades de su ejercicio por
de primeras y iltimas pie-
han iniciado labores de colocacién
todo lo que se ha hecho en 4
dras. y seria muy largo enumerar
Todo lo que hizo aqui con- /
una década'de orden y de paz.
la ciudad con el nombre de
cebir merecidamente, rebautizar
devastado el horroroso ciclén.
Trujillo después de haberla
LAS PUBLICACIONES A SON DE BANDO

Antes de la aparicién de los periddicos diarios y la or-


ganizacién de verdaderas empresas de publicidad en el pais,
los decretos del Ejecutivo y las alocuciones de las autoridades
eran publicadas en cada cabecera de provincia, a son de
bando.
En esta ciudad capital, un batallén del ejército desfila-
ba por varias calles, formado por unas tantas compaiias,
bayoneta calada, bandera desplegada con su escolta. Abrien-
do el desfile a compafia de gastadores con su cabo al fren-
te; luego, la banda de misica militar con su bateria de tam-
bores y a continuacién el resto de la columna. Cada com-
pafiia ostentaba un banderin de diferente color.

Precediendo este desfile, una multitud de chicuelos con.


José Marfa Quezada (demente) a la cabeza, producia una
algarabia y bailaba a compas de las marciales marchas. Por
lo regular se le daba lectura a la publicacién en la esquina
Comercio (hoy Isabel la Catélica). y El Conde, Mercedes e
Isabel la Catélica, Mercedes y esquina Hostos, Mercedes y
esquina Sanchez, Sanchez esquina a El Conde, y Arzobispo
Nouel esquina a 19 de Marzo. -Algunas veces el desfile to-
maba la calle Padre Billini, hasta regresar a sus cuarteles. En
cada una de estas paradas, el toque de firme!!, el de presen-
ten armas!, el redoble de los tambores, la primera parte de
una pieza musical y el Dios Patria y Libertad como introduc-
cién al texto del Decreto o Alocucién que leia montado a
caballo el Secretario del Gobernador.

Para la publicacién hoy de estos instrumentos se utili-


zan las columnas de los periéddicos y mas tarde son conteni-
dos por la Gaceta Oficial.
TIPOS CALLEJEROS

Hasta que el manicomio fué creado por el inolvidable fi-


léntropo Padre Billini, no se recogié de las calles de la ciu-
dad a los numerosos dementes llamados locos sonsos.

Para diversién de pilluelos, escdndalo publico y ver-


giienza nacional, pululaban por la ciudad, vociferando inso-
lencias y maldiciones, exasperados por los muchos desocu-
pados, varios maniaticos o dementes.

José Maria, loco manso, con pasién por la musica, por-


tando un bombardino viejo, no faltaba a ningin desfile mi-
litar abriendo la marcha sin hacer caso de las rechlifas de los
pilluelos.

Juana la Noca, vagando por las calles dia y noche se en-


furecia cuando le gritaban: ‘“‘Maldito sean los espajfioles’’.
Juanico teniendo por mote La Bacinilla, Hormiguita Boba,
Comay Ninf, El Gallo, Comay Goya, Barriga Verde, y otros
tantos desgraciados harapientos, que imploraban la caridad
publica.
ee
eee
PASCUA FLORIDA

Durante la so nr ie nt e y pi nt or es ca te mp or ad a del afi o en


que tiene cele br ac ié n la pa sc ua flo rid a, cu an do en est as cal -
deadas latitudes se refres ca la te mp er at ur a am bi en te ba ha -
da de continuo por el se da nt e air eci llo del No rt e, pe rf um a-
da la atmésfera por las flo res sil ves tre s de nu es tr os ca mp os ,
los dias pascuales, co n sus cla ras ma fi an as , as ce nd ie nd o el
suave sol para do ra r las ho ra s del va ga bu nd eo y del ape rit i-
vo, las ligeras ra fa ga s del air e fre sco , el im pa lp ab le va po r vio -
leta que comienza a bana r las fr on te ra s im ag in ar ia s del ho-
rizonte, como que se re sp ir a me jo r, co mo qu e los so ni do s al-
canzan mayor eufonia, y las sut ile zas in ef ab le s del Am or se in-
filtran mas dulcemente en nuestro corazon. En_gsta’“época .
de la vida, que tiene pa ra to do s du lc es re cu er do s, te ni an oca -
sién nuemerosos bailes, an im ad as fie sta s en las qu e se ini -
ciaban amorios o er an Il ev ad as al alt ar las no vi as , ab ri én do -
se a la vida social las pu er ta s de nu ev os ho ga re s, co n el no-
ble propésito del acer ca mi en to y el de pr op en de r a la fun -
dacién de ot ro s ho ga re s y al fo me nt o de la fam ili a.

Pocos, y muy desh er ed ad os de la su er te , er an lo s qu e


dejaban de estrenar algo de us o pe rs on al pa ra Pa sc ua s y Af io
Nuevo.

En cuanto a los bailes, sa ra os y ja ra na s, te ni an oc as ié n


durante estos dias lo mismo qu e en la s fi es ta s de ba rr io s qu e
hemos resenado.

La tradicional Noche Buena, era celebrada por ricos y


AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS . 131

pobres observandose al pié de la letra aquello de ‘Esta no-


che es Noche Buena, noche de nadie dormir, que la Virgen
esta de parto y a las doce a de parir’. El que menos tenia,
se sentaba durante las horas de esa noche frente a la mesa ho-
garena colmada con el humeante pavo, la tostada empana-
da, los ventrudos pastelillos, el jugoso lechén asado, rocian-
do los manjares con generosos vinos o con enérgicos tragos
de ron.

El Comercio, y las empresas, daban a sus empleados


regalos de dinero, o de efectos de Noche Buena. Hasta el
Ultimo de los peones, el usual carretero, tenia derecho a pe-
dir, en ese dia, la tradicional regalia.

Al caer la tarde recibian los nifos, el paquete de. golo-


sinas, de cohetes, petardos, patas de gallina, fésforos. de co-
lores, velas romanas, etc., etc., convirtiendo cada puerta, ca-
da ventana, cada balcoén, en foco de pirotecnica.

A las 12 de la noche, la tradicional misa del gallo, so-


lemnemente oficiada por el superior eclesidstico, con la asis-
tencia de autoridades también superiores y acompanhamiento
de bien nutrida orquesta.

ei adel adeco tesa tinge&:


Aine preibinbatal
he NE A Fn

LAS AMISTADES Y LOS


COMPADRAZGOS
La am is ta d era un cul to. Se qu er ia al am ig o co n sus
defectos y las buenas re la ci on es de in di vi du o a in di vi du o y
de familia a familia, duraban toda la vida.
“No hagas a otro lo que no quisieras que te hicieran’”’.

zPor qué molestar al amigo, con el tema de conversa-


cién que sabemos le desagrada?
Hay un refran que dice: ““Al amigo y al caballo, no lo
apures .
“Que a espaldas de tu amigo no sean tema de critica sus
deb ili dad es y def ect os, por que sie nta un mal pre ced ent e pa-
ra con los amigos que te acompahan en ese momento, quie-
nes pensaran, razonablemente, que a sus espaldas haras lo
mismo de su reputacion. .

Un amigo de verdad, era antes algo con lo que se po-


dia contar en cualquier circunstancia de las muchas conque
nos sorprende la vida y las bases de estabilidad de esas rela-
‘ciones no tenfan otros puntales que los que hemos anotado.
Si te hago participe de. mis alegrias y disfrutas de mi fe-
licidad, justo es que sientas mis dolores.

No dejes amigos viejos para cultivar nuevas amistades.


Sea la honra de tus amigos tan sagrada como la tuya.
La confianza que un amigo depositaba en otro no era
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 133

jamas traicionada. Si un amigo tenia pruebas de que la mu-


jer del otro lo engafiaba lo Ilamaba a un sitio solitario y se
En el caso de su enfado cuando el amigo
eee

lo comunicaba.
habia cumplido con su deber, consideraba que el amigo bur-
lado no era digno de su lealtad; pero descansaba moralmen-
te al no hacerse complice de la traicién de una mujer.

Cuando un inviduo elegia padrino para que bautizara


a uno de sus hijos, daba pruebas de su mayor afecto y esti-
macion. Si el padrino era rico 0 acomodado, no calculaba
nadie las ventajas del regalo ni los nexos espirituales que
se creaban con el compadrazgo para sacar utilidad politica,
social, o econémica. .

Los padrinos eran segundos padres del ahijado y tenfan


deberes y derechos para con ellos pudiendo corregirlos y cas-
tigarlos. En caso de muerte del padre los padrinos cuida-
ban de la salud corporal y espiritual del ahijado y cuando
su orfandad era completa, Ilegaban hasta adoptarlos co-
mo hijos. _

Entre un compadre y una comadre no cabia ningun sen-


timiento carnal y en caso de que siendo ambos libres, naciera
algiin interés, no se establecian relaciones amorosas mientras’
la Iglesia no pronunciara; por boca de uno de sus ministros, -
las dispensaciones necesarias.
Los negocios descansaban casi siempre en la palabra de
las personas que convenian verbalmente en un asunto y era
muy raro acudir a los notarios, porque la palabra dada era
palabra que se cumplia.
EL CARNAVAL
Para Carnestolendas, el carnaval era celebrado, con en-
tusiasmo, por todas las clases sociales.

La gente acomodada, de la mejor sociedad, formaba sus


comiparsas, y al cuidado de una chaperona o de algun hom-
bre~de respeto, se dejaba a las muchachas dar rienda suelta
a su viveza de ingenio.

El antifaz, ha transformado siempre a la mujer,. qui-


tandose con la careta de la mascara la de la hipocresia a
que obligan las conveniencias y limitaciones sociales. Las
mas audaces bromas, eran usadas siempre que entraran en
el marco de. lo correcto.
Estas comparsas salian en las tardes y en las noches a
visitar a las amistades y meter ruido can alegre tintineo de cas-
cabeles. Casi siempre habia en el numero de los que forma-
ban la comparsa, alguno que tocase piano y era de ver la ale-
gria reinante durante aquellas horas de felicidad. Los due-
fios de la casa visitada por asalto, brindaban algun vinillo
suave o refrescos, durando la recorrida de casa en casa, has-
ta las 11 0 12 dela noche. ©
Durante las sombreadas tardes del carnaval, se veian
las calles pobladas de mascaras: comparsas vestidos de dia-
blos rojos o azules, de enfermos salidos del hospital, embarra-
dos de polvos amarillos, con grandes camisolas, de capuchi-
nos, de indios, de apaches, de vales a lo Concho Primo, de
monjas, de jardineras, de cocineras y de holandesas. Otras
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 135

compar sa s bai lab an la cin ta al co mp as de una orq ues ta © si-


mulaba n el eco de un con ven to, rec ita ndo ing eni oso s ver sos .

La juventud elegante, corria el carnaval en coches. Las


much ac ha s, se exh ibi an, al eg re me nt e sen tad as a las pue rta s
de su casa y los jé6 ven es de ja ba n cae r a su pas o, llu via de con -
fetti, de arroz pin tad o a var ios col ore s, de con fit es, gal let ita s
y dulces fin os, ese nci as del ica das roc iad as con ato mis ado res ,
y un verdad er o der roc he de car ame los , etc. Un en ja mb re de
muchacho s cal lej ero s cor ria det ras y los co me rc ia nt es det a-
llistas y los cocheros hacian su zafra durante los dias que
*

duraba el carnaval.
En los barrios tenian lugar rumbosos bailes, también
de ma sc ar as y en los cab are ts de gen te de vid a ale gre se con -

MERITS
sumi an las noc hes ent re el bai le, los sa nc oc ho s y las beb ent ina s.

et SABLE
RE
Fb ha SASA Rei A oath
ae ARO SARBAMH t lito ESAI
Si
ia AE

~ we a pee evan-

jueves, la Soledad, desde el templo de nuestra Sra. de las


Mercedes. Durante la noche de este dia se levantaban en
cada templo suntuosos monumentos, o piadosos pasos del
via crucis. Un gran crucifijo era colocado de modo que los |
“—

LA CUARESMA Y LA SEMANA SANTA

m e n t e en el es pi ri tu pu bl ic o
Estaban arraigados profunda
re li gi os as , el gr an te mo r a Di os , c o n s i d e r a d o
las cr ee nc ia s
le y se ve ro Ju ez y ej ec ut or ,
por los fanaticos como inflexib
s m e r e c i m i e n t o s y p e n a l i d a d e s
que lleva al dia el libro de lo
se hace acreedor o deudor cada mortal, con estrecha
a que
a cu en ta ab ie rt a de sd e su a d v e n i m i e n t o a la vi da
y mi nu ci os
st re r su sp ir o, do ct ri na s es ta s de qu e se . va li er on lo s
ha st a el po
in oc en te s pu eb lo s de A m é -
conquistadores para dominar los
de re ch a y la cr uz en la iz qu ie r-
rica con la espada en la mano
se c o m e t i e r o n ta nt os ” cr im en es ,
da, elementos con los que
co nt ra lo s in fe li ce s e in de fe ns os
tantos robos y desafueros
indios. (18).

El hecho de que Cristébal Co lé n en tr eg ar a al vi ej o mu n-


nuevo para im pl an ta r en és te la ci vi li za ci on ,
do un mundo
de las tremendas resp on sa bi li da de s qu e ca be n
no lo redime
usurpadores de la li be rt ad de lo s pu eb lo s.
a uno de los

La ob ra de ra pi fi a y e x t e r m i n i o realizada por los espa-


gl es es , lo s p o r t u g u e s e s y lo s m i s m o s a m e r i c a n o s
fioles, lo s in
in di ge na , es , a mi ju ic io el ma -
del Norte contra la poblacién
p e r p e t r a d o en el m u n d o y la r e s p o n s a b i l i d a d de
yor c r i m e n
ese crimen le ca be a Cr is té ba l Co ld én .
seep
eA VR Veet wD TH

wius Fojos8 O azules, de enfermos salidos del hospital, embarra-


dos de polvos amarillos, con grandes camisolas, de capuchi-
nos, de indios, de apaches, de vales a lo Concho Primo, de
monjas, de jardineras, de cocineras y de holandesas. Otras
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 187

Las practicas religiosas pautadas por la Iglesia eran obser-


vadas aqui rigurosamente por los fieles, y, en consecuencia,
las familias no dejaban de concurrir a misa los domingos y
dias de guardar. Para la época de cuaresma, confesaba y
comulgaba toda la comunidad; eran dias de recogimiento y
oracion; se sometian los apetitos carnales a rigurosa dieta,

~ moon
no se bailaba, ni tenfan lugar festejos de ninguna clase. En
las comidas no se mezclaba la roja carne y el blanco pesca-
do, ni se hacian juramentos. En los dias sefalados eran muy
pocos los que dejaban de comer pescado fresco o salado, ha-
bas con dulces, ajonjoli guisado con bollos de platano ma-
duro, y otros platos reservados para la ocasién.

» Durante la Semana Mayor, la Iglesia celebraba las ri-


tuales funciones, con toda solemnidad, saliendo de los tem-
plos las tradicionales procesiones y recorriendo las calles del -
via crucis con un orden y un silencio de completo fervor.
De la Catedral, hoy Basilica, salia el Domingo de Ra-
mos la procesién conmemorativa de la entrada de Jests en
Jerusalén y las filas se nutrian con toda la poblacién, ricos
y pobres, holgados y menesterosos. Mas tarde, salia en pro-
cesién la imagen de Jestis en el Huerto. [El lunes santo te-
nian lugar en la Catedral, los oficios religiosos y sumisiones
a Jestis en la Columna, bajo el patrocinio de su hermandad,
capitaneada por la prestigiosa familia Guerrero, duema de
la imagen y que en aquella época vivia, propietaria, en la ca-
sa que ocupa hoy el Hotel Colén. El martes recorria las ca-
lles la imagen de la humildad y paciencia, llamada por el
pueblo Jestis en la Penta, celebrandose en el templo de San-
ta Barbara la festividad correspondiente: misas, motetes, ho-
ras cantadas, etc., el miércoles, y en el templo de Nuestra Se-
fora del Carmen, gran dia del Nazareno, por el cual se con-
serva todavia gran devocién, con una numerosa hermandad.
Esta es una de las procesiones todavia mas concurridas. El
jueves, la Soledad, desde el templo de nuestra Sra. de las
Mercedes. Durante la noche de este dia se levantaban en
cada templo suntuosos monumentos, o piadosos pasos del
via crucis. Un gran crucifijo era colocado de modo que los
ee

138 LUIS EMILIO GOMEZ ALFAU

fieles pud ies en bes arl o y dep osi tar en un pla til lo las lim osn as.
El viernes salia de San Carlos la procesién de La Quinta An-
gustia. Est a pro ces ién y la de la Sol eda d era n sac ada s al re-
corrido después de las diez o las once de la noche, y los ve-
cinos del transito iluminaban sus puertas y ventanas. El Do-
mingo de Resurreccién, tenian lugar dos procesiones, o sea:
la del Santisimo Sacramento en la Catedral, como a las cua-
tro de la madrugada, y la de Resurreccién que, saliendo de la
Catedr al, se enc ont rab a por la cal le de Pla ter os (ho y Arz o-
bispo Merifio) con la otra procesién que venia de Las Mer-
cedes y en la que figuraban las imagenes de la Dolorosa, San
Juan y las Marias.

Desde el Miércoles Santos a las diez de la manana, que-


daba la iglesia el toque de queda, hasta mas o menos la mis-
ma hora del Sdbado de Gloria, un gran recogimiento se ob-
servaba en la ciudad, nadie alzaba la voz, no se oia por
ninguna parte quien se atreviera a cantar ni a tocar ningun
instrumento. La policfa cuidaba de que no entrara a la ciu-
dad intramuros ninguna cabalgadura ni circularan los vehi-
culos. Si por alguna circunstancia se permitia el transito a
cuadripedos, se les forraban las patas con trapos para que
sus pisadas no produjesen ruido. Los médicos se veian en
la forzosa necesidad de visitar a los enfermos, cubriendo a
pié las distancias, y, asi, a pié, se repartia el pan, la leche, el
carbén y los mas necesarios articulos de consumo. Los esta-
blecimientos ptblicos no abrian sus puertas. Toda actividad
cesaba voluntariamente. Los rituales toques de los templos
eran hechos con el instrumento llamado matraca. Los tam-
bores militares eran destemplados y los soldados marchaban
al compas de un eco sordo.. Cuando la Catedral echaba a
~ yuelo sus famosas campanas, repicando el “‘Gloria a Dios en
las Alturas’... un gran revuelo y algarabia se armaba en
todos los barrios. Los templos rompfan en alegres repiques
de campana, hendian el aire torpedos, cohetes y triquitraques,
confundiéndose con el estridente silbato de las fabricas y el
cencerro y pitorreo de los pilluelos. Los representantes de
naciones extranjeras izaban al tope de los mastiles sus res-
pectivas banderas, hasta ese momento ‘‘a medio palo’. Las
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 139

ventanas y balcones se Ilenaban de vistosos cortinajes, los


coches, caballos, burros y carretas se ponian en actividad
atendiendo cada cual a su negocio, los establecimientos de
comercio reabrian sus puertas y todo como que renacia a
la vida.
Aquellos que tenian que ventilar algun agravio recibi-
do durante las horas de silencio, daban rienda suelta a sus
bélicos instintos, dandose el caso de que tuviera que interve-
nir la policfa y hasta que tuviera que abrirse en el cementerio
una o mas fosas. |
Terminados los actos religiosos en la Catedral, salia una
compania de soldados a recorrer las calles tocando alegres
marchas y fusilando, de paso, a los Judas colgades de casa
a casa, con lo que se causaba alborotada felicidad a les chi-
quillos de los barrios.

Después, las Pascuas, esa época florida del aio en que


la juventud mira mas licido y esplendoroso el sol, siente y
aspira mas suave el aire y esta el espiritu mas propicio a re-
cibir con jubilo las insinuaciones del corazén.

jOh, las alegres Pascuas del Espiritu Santo!


POR SS eee RN HSER RN EE

EL CARACTER, LA HONRADEZ
Y EL COMERCIO

- Para entonces, demostraba el hombre, —cualquiera que


fue se su li na je —, ten er bie n ar ra ig ad as sus co nv ic ci on es , y,
por lo tanto, una gra n fi rm ez a de car act er y una gra n co nf ia n-
za en si mi sm o. Se cr et o que se le con fia ra, era gu ar da do
celosamente como en cof re de ace ro, no ha bi en do su bt er fu -
gio ni vio len cia que se lo ar ra nc ar a, aun al pre cio de la vid a.

Al jurame nt o pr es ta do por los Tri nit ari os no po di a fal -


tar ninguno de los pat ric ios baj o ni ng un a fo rm a de atr ope llo .

Los favores recibidos por debilidad del sexo femenino,


no eran co no ci do s de nad ie y cas o de que alg o se sor pre n-
diera, por imprevision o imprudencia, era seguro un lance
desagradable para quien divulgase el asunto.

Cuan do una jov en se cas aba o sal ia en cin ta, se rec lui a
dentro de su hog ar, en el pri mer cas o por mu ch os dia s y en
el seg und o, mie ntr as du ra ba su est ado de em ba ra zo , pue s su
pudor se resentia en presencia de familiares y del publico.

Los notarios tenfan poco trabajo, no porque dejara de


haber negocios y transacciones, sino porque la mayoria de
las ope rac ion es se hac ia baj o pal abr a y los hom bre s que fal-
taban a élla sufrian menoscabo en su reputacién y el consi-
guiente deshon or. Hab fa muc hos ind ivi duo s que . se jac ta-
ban de que su palabra era, por si sola, un acta notarial. Cuan-
do uno de est os hom bre s afi adi a a su pal abr a un jur ame nto ,
AYER O EL SANTO DOMINGO DE HACE 50 ANOS 141

podia considerarse como cosa sagrada y dudar de su veraci-


dad la mayor ofensa que pudiera inferirse.

Los mentirosos, eran despreciados por la colectividad y


sefalados con el indice de la burla. Nadie queria tener la _
triste fama de Tomas Carite, aquel popular sujeto que ase-
guraba haber visto pelear dos perros tan bravos que cuando
se fajaron no quedaron mas que los dos rabos.

El crédito comercial de los dominicanos en los merca-


dos extranjeros era muy firme. Cuando los negocios se en-
sancharon y se establecieron relaciones comerciales con Eu-
ropa, dejando el mercado de Curacao y el de Sain Thomas,
por el de Paris, Alemania, Liverpool, etc., se traia de alli
buena mercancia y excelentes provisiones y se cambiaba por
tabaco, pieles, cera, miel de abejas, maderas finas y ron.
Fué entonces cuando floreciéd el comercio, porque las casas
alemanas daban plazos muy largos para el pago, en veces
dos anos sobre la fecha de la factura. Los mercados ameri-
canos, concedian plazos de tres meses. En la actualidad, to- |
das las operaciones de esta naturaleza, se hacen contra giros
a la vista a favor de alguno de los establecimientos banca-
rios. Si el comerciante no tiene bien sentado su crédito no
puede retirar de la aduana la mercancia mientras no pague
el giro y le haga entrega el banco de los documentos de em-
barque. =
ee
ene
INDICE

Pagia

La Instrucci6n Pablica... 2. 0. 2. 00 ee oe ole ee oe ee


Juegos Infantiles .. 2. 62 6. ce ee cee oe ee oe ee
Los Noviazgos .. .. e 27
Muebles y Ajuares oe Seka Oe a Re See ee
Las Modas y Afeites .. .. «2 0. ee ee ee ee ee ee ee BD
Las Pedreas .. .. : 50
Las Enfermedades, Mesicse y ae Cursed : 52
Las Cencerradas .. .. 73
Las Cantaletas .. dea i 74
Dé Tas Comidas 2. o's eae ee 79
Los Dulces .. .. .. -- - 82
Los Bailes y Saraos .. .. phot see HG. Sie 84
El Transporte, la poe e y el Correo. 2. 04 gs 87
Las Fogatas y Borricadas .. .. 94
Las Grandes Fiestas de Barrios .. . 96
Las Corridas de Toros . : 100
Las Mariposas de San Juan .. .. 102
Les Cierrapuertas .. 6. 6. 65 ee ees 103
Las Corridas de Sortijas . . ous ecleteercag 2% 105
Las Fiestas de San Andrés .. .. . tg 107
Los Velorios, los Entierros y los Buelos cee Se Rees 110
El Estado Sanitario de la Ciudad. a 116
Lo s Go bi er no s, la s Re vo lu ci on es y a Si ti es 3 3 : 119
La Sociedad.. .. 173
Aspecto Calan de le Ciudad . 125
Las Publicaciones a son de Bande Ra Qetagh 128
Tipos Callejeros . . 129
Pascua Florida .. .. . eee: 130
Las Amistades y los Caan teewcs teas eh eee
Fl Carnaval. sd 134
La Cuaresma ya Semana ee ce tee san 136
El Caradcter, La Honradez y el Comercio .. 140
ERRATAS

Pagina 17, donde dice planes, léase planas.


Pagina 31, donde dice velas, léase veladas.
Pagina 31, donde dice soportaba, léase soportaban.
Pagina 36, donde dice Cleo, léase Cler.
Pagina 44, donde dice cara, léase cada.
Pagina 59, donde dice recino, léase ricino.
Pagina 72, donde dice incestucsos, léase incestuoso.
Pagina 72, donde dice nitneles, léase tuneles.
Pagina 80, donde dice bundante, léase abundante.
Pagina 82, donde dice caquiles, cajuiles.
Pagina 83, donde dice, descantandolo léase
decantandolo.
Pagina 87, donde dice agarraba, léase agarraban.
Pagina 98, donde dice hacer, léase pacer.
Pagina 99, donde dice bailes, léase bailables.
Pagina 110, donde dice divisd, léase did.
Pagina 113, donde dice de, léase de la.
Pagina 113, donde dice lanza, léase lanzaba.
Pagina 114, donde dice prescinda, léease prescindan.
Pagina 117, donde dice barricadas, léase barricas.
Pagina 128, donde dice desfile a, léase la. ef
Pagina 120, donde dice segia, léase seguia. oe 4
Gy,
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