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Durante las últimas décadas, la relación que pudiese existir entre los rasgos de
personalidad y los actos criminales han tenido mucha relevancia e influencia en su
comportamiento, por lo que han sido materia de investigación y debates.
En los últimos tiempos existe un renovado interés por incorporar la personalidad dentro
de las teorías criminológicas, de esta forma se podría construir un modelo que la integre
junto a los factores biológicos, psicosociales y socioculturales.
Trastorno de personalidad asociado a la criminología
Un gran número de delitos cometidos parecer que están asociados a algunos trastornos
de la personalidad; aunque no necesariamente esto signifique que todas las personas que
padezcan alguno tipo de enfermedad mental vayan a cometer algún delito y viceversa,
que las personas que cometen delito la padezcan; aunque, Gottfredson y Hirschi (1990)
señalan que es posible elaborar una teoría general que explique los delitos; el cual sería
una educación familiar defectuosa, también admiten que no es aplicable para todas las
personas.
Por otra parte, si bien es cierto que actualmente existen muchos tratados que manifiestan
la importancia de tomar en cuenta a las variables individuales y a la personalidad dentro
del tema de la delincuencia y demás actos criminales; esta situación no era así
anteriormente, ya que antes el considerar la existencia de una relación entre una
conducta antisocial y la personalidad había sido muy rechazada, pues solo consideraban
a los factores sociales y ambientales como determinantes , desencadenantes o de
mantenimiento.
Sin embargo, en los tiempos posteriores, ambos fueron reconsiderados debido a factores
como el resurgimiento conceptual de los rasgos de personalidad, decadencia de modelos
psicológicos anteriores, influencia de disciplinas como la psicología experimental y la
neurociencia, poca eficacia en la criminología de modelos sociales.
Aun así, eso no significa que al tomar en cuenta las variables individuales, estas se
oponen a la existencia de influencias sociales y ambientales, sino que, por el contrario,
la combinación de estas explica la variabilidad de este comportamiento criminal y
permite que se puedan adecuar mejor las estrategias de prevención o tratamiento a la
persona que comete actos criminales.
Por otro lado, hay relación entre algunos rasgos de personalidad como la impulsividad,
la empatía o la temeridad y los actos criminales. Por ejemplo, una positiva entre la
impulsividad y una conducta delictiva, una negativa si fuese con la empatía; los cuales
llevan a que haya o no una mayor probabilidad a que se cometan ciertos actos
delictivos.
Ahora, teniendo en cuenta que, en el ámbito de la psicología, la psicopatología se
orienta a los trastornos mentales en relación a la conducta criminal y determinar
mediante ello la responsabilidad penal o no de algún delito cometido, es decir, si un
crimen se ha dado desde un estado de alguna alteración o en plenas facultades mentales.
Partiendo de esto y desde una perspectiva clínica, se puede decir que los trastornos
mentales que están más propensos a generar un delito criminal son aquellos que están
relacionados con la impulsividad en un alto grado y los cuales se verán a continuación.
En primer lugar, está el trastorno antisocial de la personalidad, puesto que las personas
que lo padecen tienden a la violentar y despreciar los derechos de las demás personas.
Entre sus rasgos característicos, destaca una permanente dificultad de adaptación a las
normas sociales. Además, su conducta está asociada al no acatamiento de la autoridad
(ausencia de responsabilidad social y personal), a la impulsividad (realización de actos
antisociales sin pensar en sus consecuencias), susceptibilidad al aburrimiento y
necesidad de novedad, irritabilidad (intolerancia a la frustración), agresividad (son
indiferentes a las necesidades ajenas e incluso sienten fascinación por la violencia),
mitomanía (no diferencian la verdad de la mentira usadas), ausencia de remordimiento
(culpabilidad de los efectos de sus actos), abuso de sustancias, entre otras. Por otra
parte, este trastorno es sobre diagnosticado dentro de las poblaciones penitenciarias, por
lo que este trastorno es el más relacionado con la delincuencia violenta, tanto en varones
como mujeres (Howard, Huband, Duggan y Mannion, 2008).
En segundo lugar, el trastorno explosivo intermitente, que tiene como patrón a una
impulsividad caracterizada por una excesiva rabia e irritabilidad incontrolada; la cual
puede ocasionar algunos episodios agresivos sin previo aviso y con un posterior
remordimiento, los cuales ponen en peligro la integridad física y la propiedad.
Conclusión
Existen algunos rasgos de personalidad que están relacionadas con ciertas conductas
criminales, motivo por el cual es muy importante que se sigan integrando conocimientos
para poder mejor comprender este fenómeno desde un enfoque interdisciplinar.
Referencias
Alcázar, M. & Bouso, J. (2008). La Personalidad y la Criminología. Un Reto para la Psicología.
Anuario de Psicología Jurídica, 18(), 99-111. Recuperado de
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=315024785011