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Capítulo 1

El rompecabezas latinoamericano

I I liintasm a dei L eviatán acecha las im ágenes co n tem p o râ­


neas de América L atin a1. Se dice que u n Estado g ran d e, poco
maleable y to d o podero so d eterm in a el fu tu ro de los ciu d ad a­
nos y estipula el ru m b o de sus vidas. En el p arad ig m a neoli-
beral, desde hace tiem po, se h a insistido en que la excesiva
d ependência dei Estado ha a tra p ad o a L atinoam éríca en el
i aos político y económ ico y que la m ejo r solución a los innu-
mei ables problem as dei co n tin en te seria la elim inación de este
peso m u erto institucional. D u ran te las últim as dos décadas, el
lema de la política d o m in an te h a sido “conseguir que el Esta­
do salga”. U na vez libre de la m irad a om nisciente y dei p o d e r
inonopólico dei Leviatán, com o dice la sabiduría actual, las
sociedades latinoam ericanas y sus m ercados se co n v ertirán en
dem ocracias pró sp eras y pacíficas.

11'ero d ó n d e está este L eviatán?, id ó n d e está la in stitu ció n


( apaz de fru stra r y o p rim ir a tantos?, ies posible que el Esta­
do latinoam ericano sea capaz de d o m in ar la vida de sus ciu-

Kn el libro me centro en once casos: México y las diez repúblicas por debajo
del istmo. Con excepción de algunos comentários comparativos ocasionales,
lie liecho caso omiso de Centroamérica y el Caribe. Las razones fueron mo-
livadas en parte por la realidad geográfica y en parte por las limitaciones
de cualquier empresa académica. Las conversaciones con los colegas me han
convencido de que Centroamérica representa salvedades importantes a mis
argumentos. Sentia, sin embargo, que esta region estaba geopolíticamente
separada y su inclusion no solo lnibiese hecho muy abrumador el trabajo del
presente libro, sino que también hubiese complicado innecesariamente una
narración que ya de por si contiene giros y vueltas importantes.
dadanos? A pesar de u n a discusión extensa sobre “la m atriz
E stado-céntrica”2, de m a n era so rp ren d en te , todavia sabemos
m uy poco acerca de la capacidad dei Estado en L atinoam éríca
p ara hacer algo3. Y lo q u e sí sabem os a p u n ta en la dirección
opuesta de las creencias neoliberales conocidas.

iA qué se su p o n e que se debe p arecer esta cria tu ra institucio­


nal? Se h an escrito m uchísim as páginas b uscando la definición
de dicho concepto p a ra re q u e rir u n a discusión am plia de sus
diversas in terp retacio n es y epistem ologías4. En el p resen te li­
bro, el Estado se define com o el núcleo institucional p e rm a ­
nente de la a u to rid ad política sobre la que rep o san y d ep en -
den los regím enes. Es p e rm a n e n te en la m ed id a en que su
co n to rn o y sus capacidades generales se m an tien en constantes
a pesar d e los câmbios de gobierno. Se p u e d e institucionalizar
en la m ed id a en que se asum a el g rad o de au to n o m ia p ara
cualquier sector social. Su a u to rid ad es am p liam en te acepta-
da en la sociedad p o r encim a dei debate respecto a políticas
específicas. Si bien la n atu raleza de su com posición p u e d e ser
problem ática, sí posee la coherencia suficiente p a ra ser co n ­
siderado u n actor en el d esarrollo de u n a sociedad. Es decir,
incluso si no podem os h ab lar sobre lo que el Estado “q u ie re ” o
“piensa”, podem os identificar las acciones y las funciones aso-
ciadas a él. En el nivel más básico, las funciones de u n Estado
incluyen el sum inistro y la adm inistración de bienes públicos
y el control de la violência in te rn a y ex tern a.

iC óm o h a actuado el Estado latinoam ericano, de acu erd o con


n u estra definición? E n general, los resultados h an sido m enos

2 Cavarozzi, “Beyond Transitions to Democracy”.


3 Una excepción prometedora es el trabajo reciente de Peter Evans al vincu­
lar las características de las burocracias estatales a los resultados económicos.
Evans y Rauch, Bureaucracy and Growth. Ver también D. Smith, Solinger y
Topik, States and Sovereignty in the Global Economy.
4 Para una discusión general, ver Barkey y Parikh, Comparative Perspectives on the
State y la literatura allí citada. Ver también el ensayo introductorio de Michael
Mann, “'th e Autonomous Power o f the State”, en States, War, and Capitalism.
Para trabajos más recientes en campos particulares, ver más adelante.
i|in rjcm pliiies. Los Estados lalinoaiiu ricanos han fracasado
m u i rcguiaridad p ara d eterm in ai' su au to n o m ia institucional;
mi escala y alcance siguen siendo u n a p arte dei debate político
di,ii io, y su legitim idad está a m en u d o en tela de juicio. Tam-
I>i(ii encontram os co n stan tem en te que el Estado latinoam eri-
i.ino no ha lenido la capacidad institucional req u erid a p ara
llevai a <abo incluso u n conjunto lim itado de tareas5.

\ pesar de algunas excepciones significativas, p o r ejem plo,


I iliile y Costa Rica, au to res de diversos inform es describen
una incapacidad genérica p ara p ro p o rcio n a r los servicios
sociales básicos asociados a u n Estado m o dern o . Si se habla
de salud, educación, vivienda, o tran sp o rte e infraestructura de
las <om iinicaciones, los Estados latinoam ericanos se h an des-
eiiipenado bastante mal, incluso ten ien d o en cu en ta las lim ita-
i iones de los recu rso s bajo las cuales fu n cio n a n la m ay o ría
i li dic lios países6. La distribución de bienes y servicios a través

A pesar de la iinportancia de este concepto para la sociologia política, sigue


siendo eu gran medida poco estudiado. Mi uso dei término se centra en la
i apaeidad de las autoridades políticas para hacer cumplir sus deseos e imple-
meular políticas. Tal vez la manifestación más extrema de la autoridad estatal
es la descrita por James Scott en Seeing Like a State. Para una discusión general,
ver Migdal, Strung Societies and Weak States-, Evans, Rueschemeyer y Skocpol,
Hanging the State Hack In-, Migdal, Kohli y Shue, State Power and Social Forces-, y
( nillagliy, The State-Society Struggle. Para Latinoamérica, ver Geddes, Politician’s
Dilemma, esp. 15 -19; Canak, The Peripheral State Debate; Huber Stephens y Ste­
phens, Democratic Socialism in Jamaica; Huber, Assessments o f State Strength; Fish-
low, The Latin American State; Faletto, The Specificity o f the Latin American State;
Sikkink, l.as capacidades y la autonomia del Estado en Brasil y la Argentina; y Ber-
enszlein, Rebuilding State Capacity in Contemporary Latin America. Para informes
liisióriros del Estado latinoamericano, ver Oszlak, The Historical Formation o f the
Slate; Whitehead, State Organization in Latin America Since 1930; Coronil, The
Magical Slate.
Iin luso aquellos con una gran cantidad de riqueza no han logrado generar algo
in,is que una pátina dramatúrgica de la autoridad y los servicios institucional­
izai li is. Ver ( ioronil, Magical Stale. Latinoamérica ha supuesto un mejor desem-
peiio que Africa. Sin embargo, seria cuestión de forzar la definición de Estado
p.n.i incluir a muchos de los países de Africa. En Latinoamérica tenemos la
siluai idn más paradójica, a través de la cual los Estados no son endebles y duran
muchos ados, rindiendo al menos el mínimo necesario para existir, pero fracas-
aii al dcsarrollar una capacidad administrativa y política importante.
de clases, razas, géneros y regiones cslá lan dislorsionada en
g ran p arte dei co n tin en te com o p ara co n trad ecir cualquier
noción de un colectivo político y social. Por ejem plo, m ien-
tras cjue los ricos p u e d e n o b ten er Ia m ejor calidad en aten-
ción m édica en instituciones privadas, los hospitales públicos
de L atinoam érica son conocidos solo p o r los están d ares de
sus co n trap artes globales. U n abism o divide las condiciones de
vida d e aquellos que hab itan en las ciudades y los que viven
en el cam po. La g ran m ayoría de la población ru ra l no tiene
acceso al ag u a potable o al saneam iento7. Los Estados h an sido
en g ran p a rte incapaces de lidiar con la consiguiente inm i-
gración u rb a n a masiva de los últim os cincuenta anos, p ro d u -
ciendo pesadillas en la salud pública en casi todas las gran d es
m etrópolis de L atinoam érica. U n reco rrid o casual p o r cual­
q u ier favela, b arrio, colonia p o p u la r o villa-m iseria h o rro riza
a los visitantes y provoca m ecanism os de rechazo psicológico y
de ingeniería. Incluso la educación, que fue an u n ciad a com o
u n a historia de éxito relativo p o r varias décadas, h a dejado a
más de u n cuarto de la población analfabeta en m uchos países
de Latinoam érica. En tiem pos más recientes, hem os visto que
incluso la in fraestru ctu ra educativa básica h a com enzado a de-
teriorarse, con el Estado igu alm en te incapaz de p reserv ar la
calidad de las principales universidades nacionales.

A ctualm ente las grandes ciudades cuentan con carreteras y sis­


tem as de tran sp o rte público im presionantes, p ero todos están
sobreutilizados y atestados de gente. Viajar fuera de los cen­
tros urbanos p u ed e ser difícil y peligroso. Además, el teléfono
convencional sigue siendo u n lujo en casi todas las sociedades
de Latinoam érica, debido a u n a in fraestru ctu ra de com unica-
ciones irreg u lar fuera de los centros principales8. Paradójica-
m ente, la región fue u n o de los prim eros líderes en el auge dei

Naciones Unidas, Division de Estadística.


Uruguay cuenta con el mayor nivel de penetración de la telefonia, con 209
líneas por cada 1.000 personas, mientras que Perú sólo tiene 60 por cada
1.000 (Universidad de Texas, Lanic, Trends in Latin American Networking).
li lelono celular, pero no por la solisticación tecnológica, sino
ili Indo a la lálla de tclcconnm icaciones públicas adecuadas9. Es
(In ir, más que el m ercado para tales juguetes electrónicos fuera
obslac ulizado por un Estado dom inante, el vacío de servicios
g n ir r ó oportunidades.
St se Niipone cpie el Estado debe p ro p o rcio n a r la base fu n ­
dam ental que p erm ita la integración física de la sociedad, el
í slado lalinoam ericano se ha q u ed ad o corto. T am bién ha fa­
t ia d o e u crear u na noción de ciudadanía, que es crucial p ara
la integrat ion de la c o m u n id ad 10. U na función im p o rtan te de
i iialquicr Estado m o d ern o ha sido la “cooperación obligato-
na" t|iie req u iere de los individuos, p u esto que reconoce su
i m dadanía c o m ú n 11. Lo an terio r incluye forjar u n a ig u aldad
,01 ial básica y u na id en tid ad colectiva. Con la posible excep-
i u m de los países dei C ono Sur, n in g u n a sociedad en Latinoa-
inei ii a se ha in tegrad o al p u n to de que todos los sectores de la
población reconozcan in trin secam en te sus vínculos com unes a
11aves de la nación.

(diii/á en un área el Estado latinoam ericano parece h ab er


eject ido una au to rid ad considerable. G ran p arte dei im agina-
i in dei ab ru m a d o r Leviatán viene de las funciones económ icas
que el Estado ha asum ido. En p rim e r lugar, hay que senalar
que la influencia económ ica real dei Estado ha sido a veces
ex ag erad a y su labor en los países m ás avanzados h a sido m i­
nim izada. No obstante, el Estado liberal del siglo X IX desem -
pefió un papel significativo en el d esarrollo de la econom ia de
exportat ion. D espués de 1930, el Estado estuvo involucrado
en lot lo, desde el com ercio hasta la política industrial. N o se
puetie negar que México —a finales de los anos trein ta— y
lú asil —a linales de los sesenta— tu v iero n m uchos de los ras­

1 li (onsecuencia, el continente está muy atrasado en el uso de Internet (Uni-


vrixidad ill' Texas, Lanic, Trends in Latin American Networking).
Pinheiro, Democracies without Citizenship; Vilas, Inequality and the Dismantling of
t iiliunship in Latin America.
11 Mann, A utonomous Power o f the Slate ,2 3 .
gos asociados con los llam ados Estados dcsarrollistas. Incluso
en aquellos d o n d e la in tervención dei Estado ha sido m uy cri­
ticada y su capacidad ha sido mayor, la habilidad dei Estado
latinoam ericano p ara im p o n e r su v o lu n tad a u n a población
se h a visto gravem ente lim itad a12. El Estado p ro p o rcio n a em-
pleo p a ra algunos y protección p a ra otros, p e ro p o r lo g en eral
falia al obligar a la gente que su p u estam en te rige a cam biar
su co m p o rtam ien to 13. L a n ó m in a pública estaba p lag ad a de
co rru p ció n e ineficiência, m ientras que la industria, p ro teg id a
y nacionalizada, p ro d u cía bienes de m ala calidad. La facultad
dei Estado p a ra ser generoso creció, p e ro no su capacidad de
exigencia. El Estado resu ltan te fue g ra n d e p e ro ineficaz.

O bservem os la form a en que el Estado latinoam ericano ha


cum plido con sus responsabilidades fiduciárias, tales com o la
em isión y gestión de u n a m o n ed a nacional y el m anejo p r u ­
d en te de las cuentas nacionales. U na vez más, el resu ltad o ha
sido u n d esastre casi absoluto. La inflación h a llegado a estar
tan relacio n ad a con el co n tin en te que p u e d e ser co n sid era­
da u n a en ferm ed ad de A m érica Latina. D u ran te los últim os
trein ta anos, países com o Bolivia p resen ciaro n u n a inflación
tan s o rp re n d e n te (11,749% solo en 1985) com o p a ra q u e la
idea de u n a m o n ed a careciera de sentido. U n m illón de pesos

12 Evans, Predatory, Developmental, and Other Apparatuses; P Smith, The Rise and
Fall of the Developmental State, 51-73. El ejemplo más claro de fracaso puede ser,
precisamente, en aquellos casos en los que se trató de crear una variante del
desarrollismo autoritario en Asia oriental. En un libro anterior describi la cua-
sileninista revolución tecnocrática de Carlos Salmas. Nótese, incluso, que este
proyecto no pudo evitar un brote de la guerra de guerrillas, no pudo proteger
a las instituciones básicas de las incursiones de la mafia de la droga, no pudo
contar con una fuerza policiaca y desde luego no pudo proteger su moneda.
18 Algunos han visto el surgimiento de la economia informal en las últimas déca­
das como un indicio de opresión de un aparato estatal económico poderoso.
No obstante, dno es un enorm e sector económico libre de impuestos y regu-
laciones un indicio de la incapacidad dei Estado para imponer sus normas?
El porcentaje de trabajadores no cubiertos por la seguridad social o planes de
salud pública no refleja un movimiento amplio para escapar de las garras dei
Estado, sino más bien la incapacidad dei Estado para mantener a la población
en su dominio.
.iigm iiiios en 1979 literalm ente no hubiese ten id o n in g ú n va­
li u en 1997. Aun países com o Chile, q u e fuero n excepciones
i liisii as para este tipo de problem as, h a n alcanzado u n a infla-
iiiiii anual de dos dígitos casi p e rp e tu a 14. D u ran te la últim a
d ei ada, varios países han considerado e n tre g a r su p o d e r p ara
cm ilir una m oneda, ya sea estableciendo u n a ig u aldad con el
dólar de Kstados U nidos, o convirtiéndolo en la m o n ed a de
i ui so legal15.

No es coincidência que los p resu p u esto s hayan estado cons­


tantem ente desequilibrados. El G obierno latinoam ericano
que sea capaz de ser autosuficiente econom icam ente es, de
Iii i lio, poco lrecuente. Lo mism o p u e d e decirse de m uchos
G obicrnos en todo el m u n d o d u ra n te los últim os cincuenta
anos, pero la fragilidad fiscal dei Estado latinoam ericano ha
ai In ext rem a. Por lo general, dichos Estados tuvieron que bus-
i ai li>iidos fuera de sus propias econom ias, am en azan d o con
i lio su autonom ia nacional. Por o tra p arte, la am ortización de
estos prestam os ha creado u n a carga más, ya que a m en u d o
obliga al país a dejar de lado consideraciones de o rd e n in tern o
eu una búsqueda frenética de m onedas convertibles. P uede
m i solo una ligera exageración p a ra describir las operaciones

lisi.ilcs de algunos Estados com o m eras transferencias de la


i iqiicza nacional a los prestam istas internacionales.

El Iracaso de los Estados p a ra cu b rir sus gastos es tam bién u n


indicio de su capacidad lim itada p a ra grav ar con im puestos
,i m i población. A pesar de su rep u tació n voraz, los Estados
laliiioam ericanos historicam ente h a n gravado u n p o rcen taje
iiiui bo m en o r de su riqueza nacional que en otros países más
i ii os. M ientras q ue las com paraciones de los sistemas fiscales
um dilíciles debido a diferentes defm iciones, m edidas y ju -

1 llalos dei Comité de Estúdios de Latinoamérica, Universidad de Califórnia,


I os Angeles, SALA, cuadro 3322.
I I problema casi universal de la fuga de capitales es otro indicio de la capaci­
dad relativamente débil dei Estado latinoamericano para controlar las fun-
i limes económicas básicas.
sangre y acucia

risdicción fiscal, las tendencias generales son reveladoras. En


p rom edio , los im puestos a las econom ias ladnoam ericanas es-
tán en ap ro x im ad am en te u n tercio dei nivel de aquellos en
el G 716. Así, con esta m edida, el Estado latinoam ericano está
lejos de ser u n Leviatán voraz. Seria m ás preciso llam arlo u n
en an o fiscal.

Los fracasos políticos h an sido aú n más evidentes. Se ha cen­


trad o m ucha atención en el autoritarism o, p ero poca en la
obediencia real de las ord en es. La capacidad dei Estado p a ra
m a n ten er el m onopolio p o r m edio de la violência o la territo-
rialidad h a sido siem pre sospechosa17. C on u n p a r de excepcio­
nes, se p o d ría decir que pocas capitales nacionales h an gober-
n ado las zonas ru rales desde el siglo X IX o incluso a principios
dei siglo XX. A ún hoy en dia Perú, E cuador y Bolivia carecen
de la capacidad p a ra co n tro lar la Sierra; México co ntinúa lu-
chando co n tra los rebeldes en al m enos dos provincias; Brasil
no p u e d e hacer cum p lir las políticas federales en las regiones,
y Colom bia se está d esin teg ran d o ráp id am en te.

En lo que respecta al m an ten im ien to dei o rd e n civil o social,


los ciudadanos que viven en cualquier ciu d ad im p o rtan te de
L atinoam érica cada vez m ás son víctimas de la delincuencia
y están re c u n ie n d o a alg ú n tipo de protección p riv ad a18.
Para los ricos, estos servicios p u e d e n ser p ro p o rcio n ad o s p o r
el auge d e la in d u stria d e la seguridad; p a ra los pobres, este
hecho p u e d e im plicar convertirse en m iem bro reacio de u n a
pandilla o p articip ar en chantajes; p a ra aquellos de clase m e­
dia, la seg u rid ad p u e d e no ser más que la posesión de u n arm a

16 El promedio para Latinoamérica es de 13,3% dei producto interno bruto


(PIB) (la media es de 12,8%). Para el G7 (Grupo de los Siete [los países indus­
trializados]) es de 36,8% (misma media) (Comité, SALA, cuadros 3119, 3120
para 1993-1996; OECD, Estadísticas de Ingresos, 64).
17 Whitehead, Stale Organization.
18 Londono y Guerrero, Violência en América Latina; Eclac, Public Insecurity on
the Rise; Colburn, Crime in Latin America; Universidad de Texas, Austin, De­
partamento de Sociologia, Rising Violence and the Criminal Justice Response in
Latin America.
im r o m p c L c iu c K iiH l n n i i u i i m c n u u i u

(i|iic cada vez están más disponibles), o sim plem ente evitar
i it.liquid exposición innecesaria en el âm bito público. En al-
guu.is ciudades, d o n d e ni siquiera la seg u rid ad de las figuras
piiliiii .is más poderosas está garantizada, la vida cotidiana h a
iidquii ido im carácter casi d ep red ad o r. En n in g u n a p arte, de
iiuevo (ou la posible excepción de Chile, se p u ed e confiar en
i I I slado para p ro p o rcio n a r u n a g aran tia de protección.

I ii.i vez que se com ete un crim en, es igualm ente difícil p a ra el
i iikI.kI.iiio eom ún refugiarse en el sistem a de justicia. A unque
los a< adém icos h an p restad o poca atención a este aspecto im-
poi lanle de la vida latinoam ericana, el sistem a legal en dichos
p.uses está p o r los suelos19. Los prisioneros, excepto los más
privilegiados, a m e n u d o d esap arecen en el laberinto de u n
llp.iialo adm inistrativo que no es capaz de realizar u n segui-
iiuciilo de su p arad e ro , ni m ucho m enos garan tizar u n juicio
lapido. I.as víctimas de delitos rara m e n te se m olestan en d e ­
nn in tat las agresiones. D ep en d ien d o dei país, las disputas de
im g o i ios req u ieren d e u n tercero q u e no sea el Estado p ara

niiri veiiir y m an ejar los conflictos, con el fin de p ro p o n e r y


lim ei <uinplir las resoluciones. En las disputas p o r la pro p ie-
«lail la capacidad dei Estado p a ra servir com o árb itro n eu tral
( s sum am ente cuestionable. La legitim idad dei sistem a ju d i-
i ial nlicial y el nivel de confianza en su facultad p a ra buscar
las verdades jurídicas y la justicia objetiva son bastante bajos.

es, dqué pasa con la concepción p o p u la r dei Estado la-


I i iIi i i k

Iiiiiiiiiiici ii ano com o u n tiran o sanguinário? Ciertos Estados


laiuioam ei icanos han p articipado en el asesinato en masa: la
ui,ü.m /a de El Salvador, la cam p an a antim aya de G uatem ala y
l,i "guerra sucia” d e A rgentina son algunos ejem plos. A pesar
dc que eslos sucesos fu ero n brutales y trajero n sufrim iento y

( .iiillci 11io O’Donnell ha sido el protagonista de algunas de las recientes


pi coi npai iones por la debilidad dei sistema judicial. Ver, por ejemplo, The
/inliiiary and the Rule o f Law y The Slate, Democratization, and Some Conceptual
I'lnhlrms. Ver también Mahon, Reforms in the Administration o f Justice in Latin
hurried.
la m u e rte de miles de personas, incluso el p eo r de los casos
de L atinoam érica palidece en com paración con lo que sucede
en la rnayor p arte dei resto dei m u n d o 20. En los capítulos si-
guientes d em u estro que, en su contexto, la violência política
en L atinoam érica ha sido relativam ente silenciada. El Estado
no h a sido activam ente responsable de m uchos crím enes, rela­
tivam ente hablando. De hecho, h a sido la ausência dei Estado
en g ran p arte la responsable p o r las m u ertes e n tre la m ayoría
de la población21.

M uchas de ellas, p ro d u cid as p o r la violência política, son el r e ­


sultado de la incapacidad dei Estado p a ra im p o n er su autori-
dad de m anera definitiva y perm anente. Los puntos conflictivos
de u n a violência in sp irad a en la política en la L atinoam érica
co n tem p o rân ea, p o r ejem plo Colom bia, son consecuencia no
d e u n esfuerzo “leviatanesco” p o r im p o n er nuevos o rd en es
sociales o p o r deshacerse de d eterm in ad as com unidades, sino
de la persistência de aquellos rivales que reclam an u n a auto-
rid ad legítim a. En otros casos, M éxico y Colom bia, siendo de
nuevo los más p ro m in en tes, d em u estran la incapacidad —o
falta de volu n tad — dei Estado central p a ra im p o n er u n Es­
tado de d erech o sobre u n negocio internacional. El au m en to
de la delincuencia en casi todas las capitales de L atinoam érica
en los últim os veinte anos se ha p ro d u cid o no p o r las acciones
sancionadas de m a n era oficial, sino debido a policias sinver-

20 Comparemos los datos sobre Latinoamérica, por ejemplo, con los resultados
detallados de Rummel, Death by Government.
21 Si queremos incluir a las víctimas de la inacción dei Estado, el número de
muertes prematuras causadas por la ausência de servicios básicos tiene que estar
por lo menos parcialmente establecido a puertas de la autoridad política. Con­
sideremos el caso de Brasil, apreciado como la sociedad industrial más desigual
en el mundo. Mientras que los ricos e influyentes de São Paulo evitan los embo-
tellamientos al desplazarse en helicóptero, los más pobres tienen una esperanza
de vida que puede ser décadas más cortas que los pocos afortunados. Dada la
existencia de una gran riqueza, al menos potencialmente disponible para el
Estado, su fracaso en apropiarse de ella y redistribuiria para evitar que algunos
sufran puede ser juzgado como un delito y como el orden real de la violência.
piii it/.is v i I im inalcs que sc siciilcn con la libcrlad para ale
II ni I /ai a I ma sociedad cad a vez más desesperada.

1,11111*I<■11 cs fundam ental cellar un vistazo a las motivacione


di n a . dc la violência política que ocurre en Latinoam érica
I in lioloi ausios globales del siglo pasado ban estado asociado
inn n ex loi mas de cxclusiém política diferentes: el prim er tipi
\ I I mas romi'm define la identidad a través del territorio
III ia presencia sublim e en una regiém particular de la religiói
■ 111 la I del nacionalismo; una segunda forma relacionada de
Inn la idenlidad por medio de la etnia, a veces asociada a
ii 11 Homo, ( omo en la forma anterior; otras veces con seccio
in . solo de uno o más Estados formales; un tercer factor di
iiiuiivai um es la ideologia, a m enudo com binada, im plícita i
• pin iiam eiiie, con alguna tie las afirm aciones de identidat
di <i I n.is anleriorm ente. Todas estas identidades reivindicai
I I d o ei ho a im poner “el sacrifício final” en sus poblaciones
I o qnc distingue a Latinoam érica es que la violência politic;
laiam e iile se asocia con la intensidad emocional relacionad
mui lux dos prim eros tipos, e incluso el tercero no ha traidi
Miiixigo el lipo de movilización masiva vista en Europa. 1)'
ello no signilica negar los momentos de extrem a vio
Ii in 1.1 poliiiea, pero si hacer hincapié en que estos han sido in
I pileiiom cno. No tenemos evidencia de la violência intens,
M'.iimain a legitimada por las rubricas políticas clásicas22.

I'm ii 11i I n <>, tenemos que discutir los casos de violência exter
i i ,I Este es quizá el aspecto más desconcertante de la situaciói
di I alinoam éi ica, porque han existido muy pocas guerras in
h I i i .ii uinales i|ue im pliquen los Estados de esta region en má
di dosi ienios anos de independencia. Es decir, desde princi

Mm/.I 1.1 fxic|)( irtn más interesante de Latinoamérica se pueda encontrar en I


gun I,i I I ia. No obstante su claro carácter autoritário, el régimen cubano num
lia cslailo involucrado en el asesinato masivo de los otros países comunistas. M;
.oln. mi luso las guerras en América Central en las décadas de 1970 y 1980,
I ii dc quo liie io n extremadamente sangricnlns, palidecen al latlo de la m;
-..ii o ingani/ada dc las Ini lias equivalentes on otras paries del mundo.
pios dei siglo XIX el su b continente ha estado relativam ente
libre de conflictos internacionales. Incluso si incluyéram os las
g u erras civiles, L atinoam érica ha d isfru tad o de u n a paz r e ­
lativa. F uera de los casos de Paraguay, México y Colom bia,
n in g ú n país h a sufrido u n g ran n ú m e ro de m u ertes d u ra n te
la g u e rra convencional23.

En el m u n d o , A m érica L atina se destaca p o r la ausência ge­


n eral de u n a m asacre organizada. El sudeste y sur de Asia, el
M edio O rien te y sobre to d o E uro p a h an tenido experiencias
históricas m ucho más sangrientas. A unque Estados U nidos ha
sido, p o r lo general, pacífico d e n tro de sus fronteras, ha p a r ­
ticipado en algunas d e las contiendas m ás sangrientas fu era
de ellas. Escandinavia, tras su reciente historia bélica, ha sido
pacífica d u ra n te casi trescientos anos y tam bién ha sido ex cep ­
cional en u n a g ran v ariedad de form as que hacen difícil u n a
com paración con L atinoam érica. África h a estado relativa­
m en te libre de conflictos internacionales, au n q u e la m ayoría
de sus países h an d isfru tad o apenas trein ta anos de in d ep en -
dencia, en contraste con los casi dos siglos de L atinoam érica24.

En n in g u n a p arte está m ás clara la paz g en eral dei co n tin en te


q ue en u n m apa. Al ex am in ar la cartografia latinoam erica-
na de 1840 verem os que las fronteras generales y las confi-
guraciones de los países se parecen so rp re n d e n te m e n te a las
actuales. Si bien las p rim eras u n id ad es tales com o la G ran
C olom bia, la R epública de C entro am érica y la C onfederación
P eruano-B oliviana d esap areciero n , n in g ú n Estado con reco-

23 Las guerras centroamericanas de las décadas de 1970 y 1980 representan otra


excepción, pero no estoy seguro de dónde encajaría la guerra de guerrillas
en los modelos clásicos analizados en la literatura sobre Estado y guerra. Los
recientes acontecimientos en la frontera peruano-ecuatoriana y las tensiones
entre Venezuela y Colombia no auguran un cambio en la configuración de
la paz, dadas las cantidades relativamente pequenas de violência y tiempo
requerido. (Ver capítulo 2 para obtener más detalles sobre el núm ero de
guerras).
24 En el caso africano, ver Jackson y Rosberg, Why Africa’s Weak States Persist;
Herbst, States and Power in Africa.
um 1111ici 111>político lia desaparecido com o (oiiseciiencia de la
i <>11•111is i ;i. En easi doseientos aiîos de liisloria eon una política
iiiilrp rn ilien ie, L atinoam érica aún podría p e rd e r u n a Polo-
iii.i, un Borgona, u n a Sajonia o u n reino de las dos Sicilias. De
In i In), los Estados con tem p o rân eo s y los limites se asem ejan
M11n liisiino a aquellos de la adm inistración colonial espanola
• Il I siglo X V III.

I I i studio académico de Latinoam érica refleja la falta de expe-


iii ui i.i sol ire la guerra. Independientem ente de si se m ide p o r
In . legislros bibliográficos, la atención dedicada en las reunio-
in i ilisi iplinares o el espacio asignado en obras tales como la
I ui a lo/iediu de Cambridge o la Historia de Cambridge, la g u erra ha
iih ie< ido poca atención25. El Estado latinoam ericano, por lo tan­
in. parece haber actuado de u n a m anera muy diferente a la de
li o oli os Estados. En otras palabras, no podem os construir un
i .cio en torno al significado o a la fuerza dei Estado latinoame-
in.iiio sobre la base de su desem peno como un protector dei
h 11 il oi ni, ya que el potencial p ara dem ostrar dicha capacidad ha
h lo limitado. En todo caso, como explicaré a continuación, esta
Lilt.i de acción internacional p u ed e ser el m ejor indicador de la
li agilidad <lt-1 Estado.
I h i« simien, em pleando el lenguaje original de W eber p ara
i elei h se al Estado, no se p u ed e hablar de Estados d o m inando a
•ne. sociedades. A unque las generalidades son siem pre peligro-
siis. podem os clasifîcar a la m ayoria de los Estados latinoam e-
iii anos, am i basta bien en trad o el siglo XX, como despóticos,
antique si h em bargo son a la vez Estados con u n a infraestructu-
i a (Icini. Son “despóticos” en la capacidad de las élites estatales
)i,11 a llevar a cabo las decisiones sin u n a negociación de rutina
inii la sociedad civil. Son débiles en la capacidad institucional
i li I Estado o en su capacidad p ara p o n er en práctica las deci-

I ici importante excepciôn reciente es l/ip cz Alvcz, State Formation and Democ-
inry il! Latin America, 1810-1900.
siones21’. A pesar de su reputación en térm inos de autocracia
y represión, el Estado latinoam ericano ha sido m ucho m enos
capaz de im ponerse a sus sociedades que sus hom ólogos eu-
ropeos. En realidad, al Estado latinoam ericano no se le p u ed e
llam ar u n Leviatán o el equivalente dei m ito op reso r neoliberal,
o incluso el aplastante centralizador de las leyendas negras dei
culturalism o ibérico. Lo que caracteriza al Estado latinoam eri­
cano no es su concentración de poder, sino la dilución de este27.

Al igual que con cualquier generalization en m últiples casos,


podem os situar las capacidades de los diversos Estados latinoa-
m ericanos en u n espectro. Si excluimos a C entroam érica y el
Caribe, encontram os tres tipos28. En u n extrem o dei espectro
hallam os los países d o n d e el Estado com o institution ha logra­
do establecer algunas norm as adm inistrativas y hay u n a capaci­
d ad institucional relativa. El p u n to final más evidente de nues-
tro espectro es Chile, seguido p o r U ru g u ay y A rgentina. En el
otro extrem o están los países en los que la viabilidad dei Estado
sigue siendo cuestionada; Bolivia y Peril son ejem plos de falias
en la adm inistration y la institutionalization, m ientras que Co­
lom bia rep resen ta el colapso de la autoridad. En el m edio están
los dos países más grandes de Latinoam érica: México y Brasil29.
D entro de cada g ru p o de países debem os ten er en cuenta la
variación regional, con la au to rid ad dei Estado concentrada en

26 Mann, The Sources o f Social Power, vol. 2 (New York: Cambridge University
Press).
27 Gurr, Jaggers y Moore, en “Transformation o f the Western State”, anotan
que “la falta generalizada de la mayoría de las sociedades latinoamericanas
para establecer un sistema coherente y politicamente institucionalizado
de cualquier tipo democrático o autocrático [...] cuando las autocracias
coherentes se establecieron en Latinoamérica, sus instituciones por lo general
eran demasiado débiles para sobrevivir a la élite fundadora” (94).
28 Estoy tomando prestada gran parte de esta clasificación de Whitehead, “State
Organization”, pero sigue la opinion estándar dei estúdio.
29 Tomando prestado el lenguaje de Charles Ragin, podemos hablar que el
primer grupo tiene una participación confusa en el conjunto de Estados de
< 0,5; aquellos en el medio pueden tener una participación dei 0,5; y aquellos
con los Estados más desarrollados pueden tener una participación alrededor
dei 0,75 (Ragin, Fuzzy-Set Social Science).
loi iio ;i determ inadas /.onas geográficas y a m en u d o práctica-
m cnle dcsapareciendo en las fronteras m enos accesibles30. La
laica analítica en el presente libro es explicar tanto el m odelo
genérico de L atinoam érica como sus variaciones.

IW lo tanto, A m érica L atina rep resen ta u n enigm a em pírico


doble. Por u n lado, algunos de los Estados se h an desarrolla-
do solo en form a m ínim a, y p o r o tro, tenem os u n a excepción
igualm ente interesan te en cuanto al co m p o rtam ien to in tern a-
( Hmal estándar, ya que dichos países h a n evitado en su m ayoría
una g u e rra a g ran escala. U na reg ió n que ha logrado escapar
de la g u e rra y de la form ación de u n Estado fu erte d u ra n te los
lill imos cien anos exige u n análisis y p ro m ete lecciones im por-
lant.es para el desarrollo de la vida política co ntem porânea.
El enigm a latinoam ericano tam bién ofrece u n a o p o rtu n id a d
perfecta p a ra ex p lo ra r la relación e n tre el conflicto m ilitar y el
desarrollo político p o sterio r en la form ación dei Estado.

^Córno surgen los Estados?

A A m o explicar la relativa falta d e d esarrollo dei Estado lati-


noam ericano? iC óm o te n e r en cu en ta la variación que existe
eu el continente? iC u ál es la relación en tre la existencia de
este Estado lim itado y el nivel y las form as de violência política
registrados en la región? D espués de revisar algunas respues-
las teóricas posibles p a ra el d esarrollo p articu lar dei Estado
latinoam ericano, a p u n to a u n énfasis relativam ente reciente
en lo que podríam os llam ar u n a versión belicista o cen trad a
en la g u e rra dei surgim iento de los Estados nacionales31.

I hirante el últim o siglo, las ciências sociales h an p ro ducido múl-


liples teorias acerca dei desarrollo dei Estado. Si bien no es el
lugar para u n a revisión exhaustiva, sí será de utilidad u n resu-
men de las teorias principales y su aplicación en Latinoam érica.

11,1 De liecho, a m enudo es difícil distinguir entre “Estado” y las autoridades no


oficiales. Ver Nugent, “State and Shadow State in Northern Peru”.
11 Tonio prestado el término belicista de Gorski, Birth o f the Leviathan.
En Estados U nidos la versión más p o p u la r d d Estado lo ve
com o u n escenario en el que los distintos m iem bros de u n a
co m u n id ad p u e d e n ex p resar sus p referencias y utilizar las r e ­
gias acordadas con a n terio rid a d p a ra llegar a u n a decisión co­
lectiva. Esta decisión, incluso si no satisface a todos, rep resen ta
u n a distribución óptim a d e las inclinaciones públicas. No es
coincidência que el Estado en este m odelo sea u n a especie de
m ercado p ara la política. Al igual que u n m ercado, el Estado
no tiene preferencias o inclinaciones; no es más que u n reci­
piente vacío que u n a población p u e d e utilizar com o m ejor le
parezca.

Desde este p u n to de vista, la característica más im p o rtan te de


u n a sociedad es su capacidad p ara participar en la serie de de-
liberaciones que definen el Estado y obedecer las directivas re ­
sultantes. Siguiendo la analogia dei m ercado, esto se expresa
com o u n a form a de capital social, en la que u n Estado refleje
las com petências colectivas y atributos plasm ados en su ciuda-
danía32. El Estado surge de la experiencia acum ulada de la a u ­
tonom ia de la población a m edida que crece y req u iere m ayor
coordinación. C uando se aplica a Latinoam érica, esta perspec­
tiva general origina dos debates m uy diferentes. En el prim ero,
el Estado latinoam ericano se percibe com o abrum ador, cen tra­
lizado y coercitivo, rasgos vistos como aspecto enraizado en la
cultura ibérica traída p o r los espanoles33. U na visión m uy dife­
ren te y m enos desarrollada tom a p restada de m an era im plícita
el concepto de “sociedades fuertes/Estados débiles” de M igdal
y analiza la m an era en que los com prom isos políticos con los
grupos sociales inhabilitan al Estado34.

32 Putnam, Leonardi y Nanetti, Making Democracy Work.


33 Veliz, The Centralist Tradition o f Latin America; Morse, The Heritage o f Latin Amer­
ica; Wiarda, Politics and Social Change in Latin America.
34 Los culpables pueden ser o bien las elites al crear protectores represivos de
privilegios o bien los grupos populistas al crear laberintos de clientelismo. Ver,
por ejemplo, Malloy, Authoritarianism and Corporatism in Latin America; Collier y
Collier, Shaping the Political Arena.
M icntras que d análisis dcl Eslado com o u n a especie de m e r­
cado colectivo ha gozado de un auge intelectual en los últim os
i icm pos, es el grad o de au to n o m ia que u n Estado posee lo que
más lia dividido a los científicos sociales co n tem p o rân eo s35. Es
decir, áhasta qué p u n to el Estado sigue siendo in d e p en d ien te
de la sociedad que está tratan d o de in te g ra r y controlar? Des­
de u na perspectiva w eberiana clásica, el Estado sirve com o u n
olicial de policia im parcial y u n v en d ed o r h o n esto 36. W eber
sostuvo que la función dei Estado es crear las condiciones en
que las diversas relaciones en tre los m iem bros de u n a socie­
d ad p u e d a n desarrollarse. En concreto, el Estado crea las b a­
ses institucionales que exigen u n a econom ia de m ercado y u n
oi den ju ríd ico burocratizado, a través de la dom inación o la
im posición de su co n tro l p o r m edio de la violência. Las p ers­
pectivas y las preferencias de la población son, en este sentido,
irrelevantes. El Estado existe p o r encim a y m ás allá dei alcance
de sus ciudadanos, tiene que serio o no seria capaz de cum plir
con sus funciones. Los m arxistas p o d ría n estar de acu erd o con
que el Estado cum ple estas tareas necesarias, p ero discrepan
dei concepto de que lo hace con n eu tralid ad ; u n a sociedad
capitalista solo p u e d e p ro d u cir u n Estado capitalista. Ya sea
por la d eterm inació n estru ctu ral o el control instru m en tal, el
Estado atiende los intereses a largo plazo de la clase d o m in an ­
te. C ualesquiera que sean sus argum entos, tan to W eber com o
M arx ad o p tan u n a perspectiva hobbesiana o de conflicto. El
Estado es necesario p a ra cu lm in ar u n a serie de luchas sociales,
económ icas y políticas37.

™ Para una discusión sobre Latinoamérica, ver Stepan, The State and Society;
Hamilton, The Limits o f State Autonomy, y Waisman, Reversal o f Development in
Argentina.
111 La literatura de derechos de propiedad es un enfoque conexo; ver North y
1'homas, Rise o f the Western World and North, Institutions, Institutional Change, and
Economic Performance.
17 Para una discusión general, ver Whitehead, State Organization; Oszlak, The His­
torical Formation o f the State. Para una aplicación explícita y rara de las teorias
de Weber, ver Uricoecbea, The Patrimonial Foundations o f the Brazilian Bureau­
cratic State.
Las o p in io n es discutidas aq u i enfatizan las condiciones in ­
tern as p a ra el su rg im ien to de los Estados y d e te rm in a n su
au to n o m ia cara a cara con los actores nacionales. U n co n ­
ju n to m uy d ifere n te d e perspectivas académ icas d estaca la
existencia de Estados d e n tro d e u n e n to rn o global m ás am ­
plio. La teo ria m ás fam osa asociada con L atin o am érica es
la d ep en d e n cia, cuyas diversas en carn acio n es co m p a rte n al-
gunos supuestos co m u n es acerca dei E stado en sociedades
excoloniales. L a teo ria de la d ep e n d e n c ia sostiene q u e estas
no p u e d e n esp e ra r d e sa rro lla r Estados que cu m p lan con to ­
das las tareas re q u e rid a s p a ra g o b e rn a r y d irig ir u n país. Lo
a n te rio r se d eb e a la im p o rtân cia de e n te n d e r las relaciones
económ icas e x terio res de dichos países, el escaso d e s a rro ­
llo de las élites nacionales, la a b ru m a d o ra influencia de las
potências m u n d iales y la posición m arg in al de estos Estados
d e n tro de u n a econom ia global. T am bién sostiene q u e los
Estados poscoloniales n u n c a serán escenarios im parciales, ya
que fu e ro n co n stru id o s d esd e lejos y siem p re d eb en m ira r a
los actores ex tern o s p a ra su ap ro b ació n y apoyo. En este m o ­
delo, sus econom ias no re q u ie re n el tipo d e in teg ració n que
el E stado de W eber tien e com o objetivo o frecer ni tam poco
sus élites b rin d a n su co n sen tim ien to p a ra la dom in ació n p o ­
lítica, ya q u e sus aliados ex tern o s son m u ch o más p o d ero so s
y fiables. El resu ltad o es u n E stado d e p e n d ie n te q u e n u n ca
cum ple su p ro p io d estin o 38.

D u ran te las últim as décadas se h an aplicado num erosas varia-


ciones a clichas perspectivas p a ra L atinoam érica. Los autores
h an in ten tad o d o cu m en tar cóm o el Estado ha aten d id o los in-
tereses de u n a fracción p articu lar de la élite nacional, la form a
en la que h a defen d id o los intereses de las m ultinacionales y
cóm o h a suprim ido u n m ovim iento político tras otro. Los aca­
dém icos h an dedicado m ucha energia p a ra d e te rm in a r quién,
cóm o y p a ra quién se utiliza el p o d e r dei Estado. Sin em bargo,

38 La fuente estandar es Cardoso y Faletto, Dependency and Development in Latin


America. Ver tambien Gereffi y Fonda, Regional Paths o f Development.
apenas se ha exam inado rl desarrollo particular de la insl.it.u-
ción dei poder político.

En g ran m edida, los estudiosos de L atinoam érica h an asum i-


do que el Estado estaba abi p ara ser utilizado, que la h erra-
m ienta estaba disponible p a ra la m anipulación. Las revolucio­
nes h an sido u n tem a m ucho más p o p u la r que la construcción
de los Estados co n tra los que estaban dirigidas. C onsiderem os
el n ú m ero de volúm enes sobre las revoluciones m exicanas
y cubanas y luego reflexionem os acerca de la relativa esca-
sez de libros sobre la R epública de C uba y el porfiriato. Con
im estra fascinación sobre cóm o las p ared es se vinieron abajo,
no hem os puesto m ucha atención a la construcción de ediíi-
cios, aceptando la existencia de Estados latinoam ericanos sin
p re g u n ta r cuán poderosos e ra n realm ente. Al igual que el
mago de Oz, dichos Estados p arecían todopoderosos y llenos
de grandilocuencia y hurno. Pero hem os dejado de buscar al
hom bre detrás de la cortina.

Así, el estúdio sobre L atinoam érica refleja u n a ten d en cia ge­


neral sobre la sociologia política; los sociólogos y afines han
estado m ucho m ás interesados en el colapso de los Estados
que en su d esarro llo 39. Lo so rp re n d e n te es que incluso en el
análisis dei colapso de los Estados aceptam os su existencia
previa. Por ejem plo, considerem os las tres condiciones de la
sociologia política p a ra la revolución: la presión fiscal, los con­
flictos de la élite y las revueltas p o p u lares40. Solo la p rim era, la
presión fiscal, exam in a la capacidad dei Estado p a ra resistir a
la oposición y la rebelión. Pero a u n así, la investigación se cen­
tra en cóm o el ap ara to dei Estado que ya está constituido llegó
a ser tan débil. U n a tradición relacionada con la sociologia

:l!l Examinemos una lista de lectura de los estudiantes de posgrado y tengamos


en cuenta el equilibrio entre los temas. Algo de esto puede atribuirse a la rel­
ativa influencia intelectual de Marx sobre Weber en la academia. Este últimc
ba sido redactado para explicar el colapso dei Estado, uno de los pocos temas
que no abordó de manera exhaustiva.
Collins, Macrohistory.
histórica ha seguido a B arrin g to n M oore y trató de explicar
las form as de gobierno y las alianzas sociales en las que el Es­
tado funciona. Sin em bargo, u n a vez más, se d a p o r sen tad a la
capacidad adm inistrativa dei Estado41.

Dicho p arad ig m a sim plem ente no funciona p a ra L atin o am é­


rica. El Estado m inim alista no es u n p ro d u cto dei neolibera-
lismo o de la crisis de la d euda. Los Estados latinoam ericanos
n u n ca h an d esarro llad o la fortaleza institucional d e sus h o ­
m ólogos de E u ro p a occidental, incluso en algunos casos, de
Asia oriental. El p o d e r dei Estado latinoam ericano siem pre ha
sido superficial y co ntrovertido. La p re g u n ta perspicaz y más
in teresan te es p o r qué.

U n a fu en te de orientación teórica es la reactivation de los


relatos m acrohistóricos de los últim os cu are n ta anos. D esde
McNeill en The Rise o f the West, hasta Poggi, M oore, G iddens,
M ann, van C reveld, Finer, Skocpol y Tilly, los escritores h an
ofrecido u n a vision d e los últim os quinientos anos — y a veces
m ayor— desde la cima v e rd ad e ra42. Com o narracio n es his­
tóricas, sus obras son piezas maravillosas de e ru d itio n , p ero
dejan pocos indicios d e u n p atró n que p u e d a ser aplicado a la
situ atio n de L atinoam érica. El n ú m e ro de variables y p atro -
nes, así com o la com plejidad del proceso, hacen que sea casi
im posible co m p arar su trabajo con u n caso fu era de E u ro p a 43.

41 Moore, Social Origins o f Dictatorship and Democracy; Rueschemeyer, Huber Ste­


phens y Stephens, Capitalist Development and Democracy. Una excepción nota­
ble que vincula estrechamente la capacidad de la revolución y el Estado es
Skocpol, States and Social Revolutions.
42 McNeill, The Rise o f the West; Poggi, The Development o f the Modem State; Moore,
Social Origins o f Dictatorship and Democracy; Giddens, The Nation-State and Vio­
lence; Mann, Sources o f Social Power, vols. 1 y 2; Skocpol, States and Social Rev­
olutions; Tilly, Coercion, Capital, and European States; Van Creveld, The Rise and
Decline o f the State; Finer, The History o f Government from the Earliest Times.
43 Más problemático aún: cuando los estudiantes y los lectores visualizan pa-
trones más genéricos, tienden a olvidar que estos “metarrelatos” todavia se
basan en un conjunto limitado de casos. Ver Centeno y López-Alves, The
Other Mirror.
Sin em bargo, p arle <le e.sie "icg reso a la historia” g en eró <
perspectiva internai ioiialisia, q u i/á más útil, sobre el su
m iento dei Estado. Kn lugar de liacer énfasis en el papel
d esem p en an sus instilui iones en el d esarrollo de u n a so
dad, dicha visión se cen tra en las bases de las funciones p
ticas: la defensa en co n tra de la violência. D esde esta m in
los Estados son m ecanism os p a ra d efen d e r los territo rio í
am enazas ex tern as44. C om o senala G eoffrey Best “la socie<
hum ana politicam ente organizada se convierte en u n Esta
y los Estados se distin g u en de otros Estados, p a ra dejarlo
ro, p o r su habilidad p ara lu ch ar o p a ra p ro teg erse el uno
o tro ”45. Visto de esta m an era, los Estados se ubican p o r e
ma de todos los com batientes de g u erras y su desarrollo ti
que ser e n ten d id o d e n tro dei contexto más am plio de los c
llictos y la com petência geopolítica. Es decir que la g u e rra
lerm ina en p a rte todos los aspectos de los Estados, desde
estructuras d e au to rid ad , capacidad adm inistrativa y legit
dad, hasta sus niveles de inclusión. C ada u n o de esos aspe
contribuye, al m ism o tiem po, a d eterm in a r cóm o luchan.

La perspectiva belicista rep resen ta u n a guia potencialm i


rica p ara analizar el Estado ladnoam ericano. En p rim er lu
más que la m ayoría de teorias de la form ación de un Est;
proporciona u n m odelo histórico sencillo que se p u ed e exti
y aplicar a diferentes lugares. La aparición de la g u erra es
lenóm eno relativam ente identificable en la historia, que es
sible fechar y desde el cual se logran m edir los efectos insi
cionales. La teoria belicista tam bién hace hincapié en u n a s
de aspectos diferenciados sobre la form ación dei Estado,
pueden ser al m enos evaluados y com parados adecuadam e
En segundo lugar, m ientras gran p arte dei énfasis recienti
recaído sobre el desarrollo institucional dei Estado, p o r ej
pio, el crecim iento de las burocracias, la discusión relacion
con el efecto de la g u erra se en cu en tra en la literatu ra si

" Para los trabajos pertinentes, ver la discusion en el capitulo 3.


lr’ G. Best, introducciön a M. S. Anderson, War and Society in Europe, 8.
nacionalism o y dem ocracia; el análisis de las consecuencias de
la g u e rra abarca u n a am plia gam a de instituciones políticas y
aspectos im portantes dei Estado-nación. En tercer lugar, el es­
túdio sobre la g u erra nos perm ite analizar de form a explícita la
contribución dei en to rn o internacional al desarrollo dei Estado.

Por consiguiente, bajo esta teoria es factible e x p lo ra r los dos


enigm as que antes identifiqué com o únicos en L atinoam érica.
A través de ellos, p o dem os p re g u n ta rn o s p o r qué la violência
se da solo en ciertas form as de organización d e n tro dei conti­
n ente y es m uy ra ra com o evento geopolítico, y podem os a n a ­
lizar los m om entos de violência y d e te rm in a r las consecuencias
p a ra los Estados p ertin en tes a fin de evaluar los posibles costos
de la paz. A su vez, L atinoam érica p u e d e p ro p o rcio n a r nue-
vos conocim ientos em píricos p a ra observar la dinâm ica en tre
la g u e rra y la construcción dei Estado. La relativa ausência de
g u erras y la fragilidad de las form aciones estatales servirían,
adem ás, com o u n a hipótesis útil a la exp erien cia eu ro p ea, en
la que rep o san la m ayoría de nuestros supuestos teóricos.

Este libro es u n a historia com parativa d e las experiencias y las


consecuencias de la g u e rra en L atinoam érica. Se trata d e u n
enigm a histórico inusual: iP o r qué los p erro s de la g u e rra ra ra
vez la d ra ro n en L atinoam érica? N o es que los latinoam erica-
nos no hayan tratad o de m atarse los unos a los otros (si lo h an
hecho), p ero en g en eral no h an organizado sus sociedades con
tal objetivo en m ente. Dichos países h an existido con niveles
relativam ente bajos de m ilitarización46. Para e n te n d e r m ejor
la im portân cia de este aspecto, es necesario ver las explicacio-
nes sobre la violência tan to a nivel m icro com o a nivel m acro47.

46 “La sociedad civil organizándose para la producción de violência [y] la


movilización de recursos, materiales y humanos para uso potencial en la
guerra” (G. Best, The Militarization o f European Society, 1870-1914, 13). La
excepción importante aqui es Paraguay bajo López, que servirá como una
comparación intracontinental.
47 El énfasis sobre el aspecto organizacional de la violência fue sugerido en un
seminário maravilloso conducido por Kai Erikson en la primavera dei 2000,
en la Universidad de Princeton.
Kl p rim ero explora los rasgos psicosociales y las condiciones
(|iie ayudan a co m p rc n d e r la barbarie observada en la g u e­
rra. Form ula u na p re g u n ta sencilla, pero p ro fu n d a: dCómo se
p u ed en tra ta r los seres h u m anos de esta m anera? En el nivel
m acro, u n a p re g u n ta m uy d iferen te asum e la b arbarie, p ero
va más allá p a ra analizar las diversas form as de organización
en que se p roduce. L atinoam érica no parece ser m uy distinta
de E uropa desde la perspectiva m icro; sin em bargo, las razo-
ues p o r las cuales las p ersonas m atan y la m an era en que se
organizan son com pletam ente opuestas y e x tre m ad am en te re ­
veladoras. Dicha diferencia en to rn o al d esarrollo es u n p u n to
central de este texto.

Un análisis sobre la “paz p ro lo n g ad a” en L atinoam érica a r r o ­


ja varias contribuciones valiosas a la literatura. Al estu d iar el
caso dei p e rro que no ladró podem os e n te n d e r m ejo r las con­
diciones q ue co n d u jero n a la g u erra. Por ejem plo, el p resen te
libro pone en d u d a el supuesto im plícito de que a m en u d o
la violência política se organiza a lo largo de las líneas terri-
toriales. La violência política en L atinoam érica ha ocu rrid o ,
en g ran p arte , en el in terio r de las sociedades antes que en tre
Estados. Aqui en el in ten to explicar el p o rq u ê y ex am in ar las
consecuencias de esa contradicción.

Las form as de violência que se ven en el co n tin en te ilustran


u n a de las principales diferencias e n tre los nuevos Estados
poscoloniales y aquellos establecidos antes dei siglo XIX: p o r
ejem plo, la presencia de potências ex tran jeras influyó en los
resultados y ayudó a aseg u rar (dim poner?) la paz. Dichos poli­
cias externos p u e d e n h ab er p rev en id o m ucho d erram am ien -
to de sangre, p e ro tam bién p u d ie ro n h ab er blo q u ead o a las
regiones de los equilibrios políticos no aptos p a ra el desarrollo
institucional posterior. H ay más que u n g ran o de darw inism o
social en la historia cen trad a en la g u e rra sobre el desarrollo
dei Estado. Entonces, dqué sucede con u n ecosistem a geopolí-
lico d o n d e la adaptación no necesariam ente condujo al éxito
diferencial? A la luz de presiones crecientes p ara la interven-
ción internacional sobre las luchas nacionales, las respuestas a
estas p reg u n tas tien en u n a im p o rtân cia co n tem p o rân ea clara.
Los tipos de violência que se observan e n L atinoam érica son
relevantes en u n m u n d o d o n d e “el g ran teatro de la g u e rra ”
visto tradicionalm ente en E u ro p a ya no es tan im p o rtan te,
d o n d e los Estados no son los únicos actores m ilitares y d o n d e
los resultados no siem pre son decisivos.

Asimismo, este libro contribuye al estúdio de la historia polí­


tica, que sigue estando u n poco descuidada con respecto a la
Latinoam érica dei siglo X IX y, especificam ente, en cu an to al
desarrollo de las instituciones estatales48. dPor qué la autori-
d ad central estableció el control sobre los m edios de violên­
cia en E uropa, p ero fracasó en g en eral en L atinoam érica? El
análisis tam bién arro ja resultados acerca de la dinâm ica de los
conflictos in tern o s tras la in d ep en d en cia. A través dei prism a
de la g u erra, igualm ente podem os m ejo rar n u estra com pren-
sión no solo dei Estado latinoam ericano, sino tam bién dei n a ­
cionalism o y la dem ocracia en el continente. El enigm a sigue
siendo sobre cóm o los países latinoam ericanos h an logrado
evitar la instauración dei o rd en , sistem as de p ro d u cció n efi-
caces y eficientes, y u n a distribución equitativa. Tan m agnífica
m u estra de fracaso institucional m erece m ayor atención, aun-
que el p ap el de la g u e rra que se en c u e n tra en el in terio r de
las sociedades y los Estados tam bién h a sido poco estudiado.

F inalm ente, este texto es u n desafio a u n a larga trad ició n en


la sociologia histórica que ha privilegiado a u n p eq u en o n ú ­
m ero de casos y, a m en u d o , h a generalizado u n fenóm eno eu-
ro p eo en u n hecho social universal49. Por ejem plo, M ichael
M ann p u ed e afirm ar que la relación e n tre las revoluciones y

48 Dos adiciones importantes y recientes (desde perspectivas radicalmente


diferentes) son López-Alves, State Formation and Democracy in Latin America y
Adelman, Republic o f Capital.
49 Para otro maravilloso debate de la universalidad europea sobre la formación
del Estado, ver Barkey, Bandits and Bureaucrats. Para una discusión más amplia
sobre este tema, ver Centeno y López-Alves, T he Other Mirror.
la presión geopolílii .1 c s "( 01110 im a relación constante igut
la (]ue encontram os cn la inai 1(»sociologia”50. Sin em bargo,
cha correlación 110 existe en Latinoam érica. Las revolucioi
“burguesas” de ingleses y franceses h an sido tratad as co
m odelos teóricos, m ientras q u e las co n trap artes m exicana
bolivarianas no lo son. El ascenso de Prusia y su burocra
m erecen atención, p ero no la solidificación dei Estado chile
Iodos podem os fechar a W aterloo, p ero pocos p u ed en hac
lo p ara la batalla igualm ente decisiva de Ayacucho. Al p
g u n ta r p o r qué L atinoam érica es diferente, espero motiv;
otros a p reg u n ta rse si E u ro p a es la v erd ad e ra excepcióir’1
p resente libro es u n reto p a ra las expectativas y u n incem
a m irar más allá de “los sospechosos habituales” de los p;
digm as históricos.

La inclusión de más casos p u ed e reco rrer u n largo cam ino p


esclarecer la acalorada lucha reciente en tre varios profesion
de sociologia histórica52. Espero ofrecer u n desafio a las “]
tensiones implícitas de los universales esenciales e invariant
que según Charles Tilly se h an vuelto dem asiado predom ir
tes en este cam po53. Al intro d u cir u n conjunto de casos, en g
parte nuevos, a u n debate de larga data, mi objetivo es dei
trar que la contingência, la contextualidad y la relacionali
desem penan un papel dem asiado im portante en la evolm
histórica para p erm itir leyes generales que lo abarquen toc
más cuando estas se basan en m uestras defectuosas. El libr
gue lo que Tilly denom ina el enfoque de la variación con “g
des com paraciones”54 y, p o r lo tanto, favorece la viabilidac
bre los universales.

1,0 Mann, Sources o f Social Power, vol. 2, 225.


51 En términos dei desarrollo dei Estado, la “idiosincrasia” de la experienc
ropea ya ha sido senalada por Finer en T he History o f Government, 5.
52 Para una crítica concisa y útil (con sugerencias para una resolución), ver
ern, “Bayesian Thinking About Macrosociology”.
M Tilly, “To Explain Political Processes”, 1597.
M Tilly, Big Structures, Large Processes, Huge Comparisons.
En p rim e r lugar, he tratad o de diferenciar la región que 11a-
m am os L atinoam érica de otras p artes dei m u n d o . N o estoy de
acu erd o con aquellos que arg u m e n tan en contra de tra ta r el
contin en te com o u n a u n id a d . C iertam en te, desde el p u n to de
vista de la geopolítica, tiene m ucho sentido; p ero estos países
h a n com p artid o los resultados críticos, así com o herencias y
estru ctu ras sociales. Estos p u n to s en com ún nos p e rm itirá n
estu d iar la reg ió n com o u n a hipótesis posible a las teorias de
desarrollo dei Estado, derivadas d e la ex p erien cia eu ro p ea. En
segun d o lugar, d e n tro de la reg ió n he tratad o de en c o n tra r la
variación de u n p a tró n general. De esta m an era, tam bién es­
toy to m an d o prestados dos enfoques diferentes definidos p o r
Tilly. A veces reclam aré u n cierto nivel de universalidad de
la reg ió n , m ientras que en otros h a ré hincapié en las caracte­
rísticas más particu lares de los países p ertin en tes y te rm in aré
e n los detalles históricos. Mi doble p ropósito es g e n e ra r u n a
m ejor explicación sobre la realid ad de L atinoam érica y pro-
d u cir u n a m ejor com p ren sió n sobre las raíces de la exitosa
a u to rid ad estatal. Lo considero el objetivo final de la tradición
w eberiana en la sociologia: utilizar datos individuales p ara
consid erar y analizar la especificidad de cada caso, m ien tras se
em plean h erram ien tas teóricas p a ra explicar dicha diferencia.

No p re te n d o que el p resen te libro d esem p en e n in g u n a p arte


explícita en el debate en curso sobre el “historicismo frente a la
teoria dei centrism o” o “la inducción versus frente a la deduc-
ción”55. Siem pre m e he considerado algo así com o u n ingênuo
epistem ológico y fran cam en te m e he p re g u n ta d o acerca de
la utilid ad que tien en los sociólogos q u e se in v o lu cran en es­
túdio s que quizá le co m p etan m ás a los filósofos. Estoy de
a cu e rd o con Jack G oldstone en q u e g ra n p a rte dei d eb ate se
red u ce a si u n o desea hacer hincapié e n las condiciones ini-
ciales en com paración con las leyes generales56. N o e n cu e n tro
u n a razó n de p o r q u é no podam os h acer am bas cosas. Los

55 Ver “Symposium on Historical Sociology and Rational Choice Theory”.


56 Goldstone, “Initial Conditions, General Laws, Path D ependence”, 832.
cuentos bien coutados d r b n ía n a tra e r a un público con
buena historia, al liciupo <|iic Ics deja u n a m oraleja g en er

No hay d u d a de que podem os hablar de u n a conexión pr<


bilística e n tre la g u e rra y el d esarrollo dei Estado. Mi objt
central aqui es ex p lo ra r y refin ar esta relación y analizar c<
las diferentes condiciones existentes en L atinoam érica alt<
esta relación causal. El proceso de investigar y escribir el
sente volum en m e h a en sen ad o el valor de u n a interac
constante y a m e n u d o dialéctica e n tre la teoria y la hist<
No podem os confiar ún icam en te en la n arració n de las
lorias sencillas. Sin el m odelo belicista seria difícil entendi
caos de los casos que he estudiado. Sin em bargo, sin ese c:
no em pírico seria im posible ir más allá de m eras p ro p o s
lies teóricas. H e llegado a e n te n d e r la historia de la guer
los Estados-nación en L atinoam érica, p en san d o en ella o
una serie de causalidades en espiral57. Podem os identifica
patrones de las causas que llevan de u n m om ento A haci;
m om ento B, y estos a m e n u d o se rep iten . El m odelo, sin
bargo, d e p e n d e en g ran m ed id a de lo que había antes y d
condiciones en el m o m en to en que quisim os exam inarlo.

El cam ino desde n u estro p u n to de p a rtid a en el siglo X'


hasta princípios dei XX no es ni u n a línea recta ni u n a di
bución al azar de los acontecim ientos. Las acciones y estru
ras p ertin en tes están casualm ente relacionadas e n tre sí e
que parece ser u n a form a circular. Podem os utilizar la cr<
logía de la historia p a ra d e se n re d a r estos nudos, p e ro tarn
hay que acep tar la circularidad y la interacción in h eren te;
cualquier n arrativ a histórica los o rd en es causales a men
se invierten e in teractú an en circuitos de retroalim entac
El rastreo de esos circuitos y el descubrim iento de las lí

r’7 Deliberadamente evito el uso dei término dependencia de la trayectoria a


no participar en ese debate particular. Para un resumen excelente dei
mento, ver Mahoney, “Palli Dependence in Historical Sociology”.
generales de sus curvas d eb erían ser las principales tareas de
la erudició n m acrohistórica58.

Sin más, dichos esfuerzos nos van a p e rm itir d a r descanso a


las batallas doctrin arias inútiles acerca de la im p o rtân cia re la ­
tiva de los Estados fren te a las sociedades en la d eterm in ació n
dei desarro llo político. C om o do cu m en to , es la interacción
em pírica de los Estados — com o instituciones y ag en tes— y de
las sociedades — com o en to rn o s y estru ctu ras— lo que ayuda
a p ro d u c ir el m odelo latin o am erican o 59. Al igual q u e en el
caso dei Im p ério o tom ano, p o r ejem plo, no p o dem os h ab lar
de u n Estado victorioso o d o m in an te o d e la sociedad civil,
p e ro sí se p u e d e describir la creación histórica de u n a serie de
com prom isos q u e a y u d aro n a defin ir la condición c o n tem p o ­
râ n e a dei co n tin en te80.

En general, la lección que cabe e x tra e r dei p resen te libro es


que m ientras la g u e rra p u d o h ab er d esem p en ad o u n papel
im p o rtan te en el desarrollo de algunos Estados eu ro p eo s, su
p o d e r explicativo dism inuye al cru zar el Atlântico. Las co n d i­
ciones particulares que defin iero n el proceso de creación dei
Estado en el co n tin en te im p id iero n el tipo y las consecuen­
cias de la g u e rra de form ación de Estados. Los estudiosos de
las regiones periféricas en E u ro p a d o n d e la violência p ro d u jo
resultados sim ilares a aquellas en co n trad as en L atin o am éri­
ca, p o r ejem plo los Balcanes e Iberia, p u e d e n te n e r algo que
a p re n d e r de estos casos. Espero que los analistas de los proce-
sos m acrohistóricos se lleven la lección p o d ría decirse m ás im ­
p o rta n te que h a alen tad o n u estro exceso de confianza y que
perm itió la form ulación de m odelos proposicionales que oscu-

58 Michael Mann senala: “El problema parece ser que para las funciones
centralizadas que se convertirán en explotación, es necesario que los recursos
para la organización solo aparezcan con el surgimiento de sociedades estatales
civilizadas y estratificadas —que es un proceso circular— ” (“Autonomous
Power o f the State”, 21).
59 Para una discusión más amplia sobre el enfoque de un “Estado en la sociedad”,
ver Migdal, Kohli y Shue, State Power and Social Forces.
60 Barkey, Bandits and Bureaucrats, 231-32.
recen las realidades históricas más com plejas. Espero que l<
analistas de los prorcsos inai rohistóricos se lleven la leccif
—sin d u d a más im p o rtan te— de que n u estro exceso de co
lianza en u n co n junto lim itado de casos h a alen tad o y permii
do la form ulación de m odelos proposicionales que oscurect
las realidades históricas más com plejas.

Guerra limitada y Estados limitados

iC uál era la relación en tre la g u e rra y la form ación dei Estai


en L atinoam érica? L atinoam érica ha luchado, en g ran mec
da, lo que llam o u n a g u e rra lim itada. Para e n te n d e r lo qi
quiero decir con esto, considerem os en p rim er lu g ar u n a d
linición de la g u e rra total con tem p o rân ea. Se p u e d e afirm
que este tipo de conflicto ha com enzado con la Revoluck
Militar dei siglo X V II, que ha logrado nuevos niveles de dc
trucción y consecuencias sociales con la Revolución france
y las g u erras N apoleónicas, que se h a convertido en sus co
irapartes m odern as, com enzando con la g u e rra de Crim ea
Ia G u e rra Civil de Estados U nidos, y que culm inó en las d
g uerras m undiales61. Las g u erras totales se caracterizan p<
(a) el au m en to de la letalidad en el cam po de batalla; (b)
expansión de la zona de m u e rte p a ra incluir no solo a cient
de kilom etros dei fren te de batalla, sino tam bién a objetiv
civiles; (c) la asociación con u n a form a de m oral o cruzai
ideológica que contribuye a la satanización dei enem igo; (
la participación de u n a p arte significativa de la población,
sea en com bate directo o en función de apoyo; y (e) la milii
rización de la sociedad, d o n d e las instituciones sociales est.
cada vez más orien tad as hacia el éxito m ilitar y ju zg ad as p
su contribución a la g u erra.

El progreso no fue lineal. La guerra de los Treinta Anos se asemejaba a


conflicto dei siglo XX, mucho más que las luchas dinásticas dei siglo XV
A su vez, los orígenes de la Primera Guerra Mundial se pueden eneonl
precisamente en el tipo de juegos diplomáticos que existieron en una ép
anterior.
Por lo tanto, dichos esfuerzos req u ie ren que los Estados sean
capaces de: (a) re u n ir y co n ce n trar gran d es cantidades de p er-
sonal y m aterial en u n tiem po corto; (b) am p liar sus esfuerzos
en cientos, si no miles de kilom etros; (c) establecer algún tipo
de m ensaje ideológico co h eren te; (d) convencer a u n n ú m e ro
significativo de la población p ara que acepte la a u to rid ad m i­
litar directa sobre sus vidas; y (e) tran sfo rm a r sus sociedades
p a ra re sp o n d e r a estos retos.

Por el con trario , las g u erras lim itadas: (a) en g en eral son con-
llictos de corta d u ració n con m om entos aislados de ferocidad;
(b) se lim itan a pocas y p eq u en as zonas geográficas; (c) se de-
sarrollan e n tre los Estados que co m p arten perfiles ideológicos
o culturales y se orig in an en los en fren tam ien to s económ icos o
fronterizos; (d) son libradas b ien sea p o r ejércitos m ercenários
profesionales o p o r aquellos constituidos p o r u n p eq u en o
n ú m e ro de conscriptos de las clases bajas, y (e) p u e d e n ser
prácticam ente ignoradas p o r los civiles com unes. N o req u ie­
ren sacrifícios personales o fiscales dram áticos o de u n Estado
fuerte p a ra im ponerlas. Lo más im p o rtan te es que no req u ie­
ren de la movilización política o m ilitar de la sociedad, excepto,
y no siem pre, en los p rim ero s m om entos de euforia. D ebido a
estas necesidades lim itadas, dichos conflictos d ejan m uy poco
de la heren cia histórica asociada a las g u erras totales. Las ca-
lles no están llenas de veteranos, el Estado no es u n Leviatán
posbélico y la riqueza económ ica es apenas tocada p o r las a u ­
toridades fiscales. La vida sigue igual que antes. C om o dejaré
claro en las siguientes páginas, el p a tró n de la g u e rra lim itada
ha definido en g ran m ed id a la ex p erien cia latinoam ericana.

Las g u erras no son sim plem ente el p ro d u cto de los Estados,


sino que tam bién p u e d e n co n trib u ir al d esarrollo de las d i­
ferentes estru ctu ras de au to rid ad . Mi objetivo en el p resen te
libro no solo es e n te n d e r la natu raleza de la g u e rra en el con­
tinente, sino tam bién c o m p re n d e r las consecuencias de este
p a tró n particu lar de la violência. Me gustaría hacer hincapié
que con esto no qu iero d ecir que el estúdio de la g u e rra en sí
mismo tenga Iodas las rcspuestas al enigm a dei Estado latinoa-
m ericano. La g u e rra sim plem ente ofrece u n prism a a través
dei cual se p u e d e n analizar m ejor las diversas experiencias.
Por ejem plo, el éxito eu ro p eo en la dom inación dei m u n d o
después dei siglo XV p u d o h ab er ten id o m ucho que ver con
una m ayor p ro p en sio n a la g u e rra y a los acontecim ientos p o ­
líticos y económ icos resu ltan tes62. La u n id a d nacional de más
de u n país se ha basado en la negación de la id en tid ad de o tro
y se ha forjado en la batalla con ese enem igo. Se dice que la
g u e rra es el p a d re m o d e rn o dei Estado-nación. H asta cierto
p unto, el concepto de u n Estado es im posible sin la g u erra;
por o tra p arte, u n ejército masivo d e reclutas, cada u n o capaz
y esp eran d o e m p u n a r las arm as, lleva más que u n a afinidad
histórica y estru ctu ral p asajera p a ra la dem ocracia électoral.

cCuáles h an sido las consecuencias de la paz p ara L atin o am éri­


ca? iH a b ría p ro d u cid o el d erram am ien to de sangre antes y de
m anera más decisiva u n Estado más fuerte, más cohesionado
y más equitativo? dH abría creado u n a inestabilidad previa u n
continente con m enos Estados? dH abrían sobrevivido a largos
conflictos las divisiones de clases que im p reg n an estas socieda­
des? iH a costado la paz más que la g u erra? Estas p reg u n tas
son el tem a central de la segunda m itad dei p resen te libro.

Para e n te n d e r la posible im p o rtân cia de la g u e rra total en la


construcción dei Estado, tengam os en cu en ta algunos de sus
electos en detalle. Estos incluyen: (a) el au m en to de la capaci-
dad dei Estado p a ra e x tra e r recursos; (b) la centralización dei
po d er en las capitales n ationales y la g rad u al desaparición de
las lealtades o id en tid ad es régionales; (c) el fortalecim iento de
los vínculos em ocionales e n tre la población, tanto u n conjun-
to de instituciones dei Estado com o de la n o tio n abstracta de
una n atio n , que estas tratan de rep resen tar, y (d) u n cam bio
cualitativo en la re la tio n del individuo con estas instituciones,

Parker, The Military Revolution; Howard, The Causes o f War; Wallerstein, The
Modem World System.
que p u ed e resum irse com o la transición de sujeto a ciudada-
no. Las g u erras totales p arecen p ro d u c ir Estados m ás ricos y
poderosos, con conexiones más íntim as con la m ayoría de las
poblaciones que viven en sus territórios.

N in g u n a cle dichas características im plica u n tipo p articu lar


de régim en. D escriben u n grado de relación en tre u n conjunto
de instituciones y la población que vive bajo sus alas, no la m a­
n era como este últim o participa en su p ro p io gobierno. Tanto
el régim en totalitário como el dem ocrático parecen ser capa-
ces de movilizar a sus poblaciones y recursos de form as que
no están disponibles a los regím enes autoritários lim itados que
evitan la politización de su población63. La variación en los re ­
sultados institucionales de la g u erra lim itada es m ucho m ayor
que lo que resulta de u n a g u e rra total. Sin em bargo, podem os
p red ecir con seguridad algunos de los patrones generales. Es
probable que las g u erras limitadas: (a) d ejen alguna form a de
crisis fiscal o de d eu d a a m edida que los Estados fracasen en
la adaptación de los gastos extra; (b) apoyen el desarrollo de
u n ejército profesionalizado con poca participación p o p u lar y,
probablem ente, el resentim iento de la población civil que no
haya participado en la lucha; (c) d en lu g ar a la alienación de
los símbolos pátrios, ya que las ganancias de la g u e rra serán
lim itadas y surgirá algún elem ento de desencanto, y (d) posi-
blem ente produzcan depresiones económ icas como resultado
de u n cam bio en los recursos o rom pim ientos con el m ercado
global. La tendencia más generalizable p u ed e ser que las g u e­
rras limitadas ra ra vez dejan legados institucionales positivos y
con frecuencia tienen costos a largo plazo. En lugar de p ro d u cir
Estados basados en “la sangre y el h ie rro ”, se construyen unos
hechos de sangre y deuda. Es precisam ente este últim o m odelo
el que podem os observar en Latinoam érica64.

63 Con esto no pretendo negar la capacidad de una amplia gama de posibles for­
mas institucionales de conscripción. Por ejemplo, el Império austro-húngaro
no era nada diferente a un Estado “total”; no obstante, se las arregló para en ­
viar millones de hombres a tres frentes durante la Primera Guerra Mundial.
64 Un primer lector de la presente obra me impulso a hacer hincapié de nuevo
d Por qué el excrpciom ilism o latinoam ericano? (ver cuad
1.1). L a ten d en cia gvopolítit a lia d a la paz y el su b d esarro
dei Estado están in tim am en te relacionados y necesitan s
analizados en u n co n tex to histórico.

C uadro 1.1 C om paración de m odelos bélicos

M odelo bélico Latinoam érica


Tipos d e guerra G uerra en masa G uerra lim itada
1, li torno e x te r n o C o m p etên cia g eo p o lítica A ceptación d e fronteras colc
A usência d e garantias ex tern a s niales
Pax B ritannica y Pax A m eri­
cana
C o n d icio n es dom ésticas E lite u n id a E lite dividida
C o n cep to c o h e re n te d e nación R aza/D ivisión d e cia,ses
N ú c le o adm inistrativo C aos poscolonial
Fuerxte: M iguel A ngel Centeno

1.a autonom ia política en Latinoam érica surgió principalmei


dei colapso dei Im pério espanol más que del desarrollo inter
de nuevas fuerzas políticas. A m edida que aparecieron nacioi
latinoamericanas en el prim er tercio del siglo XIX, disfrutai
de poca autoridad centralista y, sin duda, no pudieron im|
ner u n m onopolio sobre el uso de la violência. Es importai
recordar que antes de que las guerras p u d ieran servir como
estímulo al desarrollo de E uropa occidental, los proto-Estac
debían establecer su dom inación militar. Así, cuando dichos
lados necesitaban los recursos p ara pelear el nuevo tipo de g
rras, en particular después de la Paz de Westfalia, ya contai
con la capacidad política y organizacional p ara im poner dicl
necesidades en sus sociedades. Este no fue el caso de ningún p
latinoamericano, con la posible excepción de Chile y Paragi
antes del p rim er tercio dei siglo X IX (la belicosidad de estos <
Estados sugeriria p o r lo m enos u n a correlación entre u n a ma
capacidad dei Estado y la probabilidad de guerra). Las guer

en el hecho de que no supongo una relación determinista entre las for


de guerra y las instituciones dei Estado. La guerra total no es una condi
necesaria ni suficiente para la creación de un Estado “total”, pero puede <
tribuir y surgir de diehas insiiiuciones.
que ocurrieron no b rin d aro n una opo rtu n id ad para establecer el
po d er dei Estado sobre la sociedad, precisam ente debido a que
las guerras eran “limitadas” y los nuevos Estados carecían de la
base política y organizacional p ara llevar a cabo dicha tarea.
El contexto social in te rn o en el que su rg iero n las repúblicas
latinoam ericanas fue igualm ente im p o rtan te. Com o sucedió
en g ran p arte dei m u n d o poscolonial, los Estados p reced iero n
a las naciones en L atinoam érica. Con lim itadas excepciones
posibles, encontram os poca evidencia de u n sentido d e nación
paralelo a los futuros lim ites dei Estado. Si bien existia u n sen­
tido de “am erican id ad ” v agam ente definido, p o r lo g en eral
se lim itaba a la m inúscula élite blanca. P ara la g ran m ayoría
de la población, p e rte n ecer a u n Estado recien tem en te inde-
pen d ien te no tenía u n g ran significado. M ientras al com ienzo
algunos g ru p o s subalternos co n sid eraro n el m ovim iento in-
d ep en d e n tista com o u n a posible vía de câm bios en el statu quo
económ ico y social, dichas esperanzas fu ero n destrozadas p o r
la reacción criolla en to rn o a las p rim e ra s reivindicaciones
radicales. Para 1820, “am ericano” significaba apenas la imposi-
ción de obligaciones m ilitares p a ra co m p lem en tar las pesadas
cargas fiscales existentes. Incluso se ro m p iero n dichas p rim eras
prom esas tales com o la abolición d e los tributos e im puestos
indígenas especiales.

N in g u n o de los recientes Estados in d ep en d ien tes, de nuevo


con la posible excepción d e Chile y Paraguay, p u d ie ro n defin ir
fácilm ente la nación que debían rep resen tar. Las poblaciones
latinoam ericanas no poseían u n a id e n tid ad com ún, bien sea
p o r la división p o r raza, casta o clase, o p o r u n a com binación
d e las tres. D ebido a q u e la construcción de dicha id en tid ad
estaba tan cargada de conflicto político, los Estados d u d ab an
seguir los esfuerzos d e “construcción de n ación” de las contra-
p artes de E u ro p a Occidental. La lucha p o r d efinir la nación y
los derechos y obligaciones de los ciudadanos consum ió la ma-
yor p a rte dei siglo X IX en L atinoam érica. C om o resultado, el
ru m b o de la reg ió n fue d eterm in a d o p o r las g u erras e n tre —y
a lo largo-— de u n g ran n ú m e ro de lim ites sociales que al final
definieron los Estados l.il iiioam cricanos, mas no p o r las luc h
en tre unidades cohesioiiadas y com pactadas territo rialm en
com o en E uropa.

El desarrollo deficiente de los Estados latinoam ericanos y la li


gilidad de sus respectivas naciones reflejan el aspecto clave pe
con frecuencia m enospreciado dei desarrollo de los Estados-r
<ión dei continente. Las g u erras independentistas p ro d u jen
li agm entos de im pério p ero no nuevos Estados. Existió pc
lógica política o económ ica en to rn o a las fronteras tal y cor
se institucionalizo en la década de 1820 (eran básicam ente I
limites adm inistrativos dei im pério). Los nuevos países eran
esencia m iniim perios, con todas las debilidades de dichas er
dades políticas. Oscar Oszlak cap tu ro la situación al descril
im “Estado nacional establecido en u n a sociedad que no log
reconocer com pletam ente su presencia institucional”1’5.

El elem ento final clave p a ra e n te n d e r los casos la tin o am eri


nos lo constituye el contexto intern acio n al o geopolítico en
que surgieron dichos países. La reg ió n latinoam ericana surj
com o u n a nación continua; los países estaban todos rodeac
en su nacim iento p o r Estados m uy parecidos en su histo
reciente e incluso en su estru ctu ra social. Ello contrastaba c
la situación en E u ro p a Occidental, d o n d e los Estados se p re
d iero n e n tre sí en u n a cronologia com pleja, que p ro d u jo í
mas de com petência y em ulación no existentes en Latinoan
rica. A dem ás, L atinoam érica en su totalidad surgió com o i
en tid ad geopolítica en u n m u n d o d o n d e la distribución
po d er era ex tre m ad am en te asim étrica. La capacidad de ci
quier país latinoam ericano p a ra re ta r el statu quo geopolíl
e ra lim itada. Por ejem plo, a diferencia de Italia y Alemat
dichos Estados no p o d ían siquiera asp irar a d esem p en ar
papel en la com petência im perialista. N acieron en la terc
categoria de naciones (en el m ejor de los casos), con u n a p
babilidad escasa de ascender. Si pensam os en estas nacio

* Oszlak, Historical Formaiion ofthe State, 5.


nacientes com o Estados-nación, en ten d em o s p o r qué tenían
poca o p o rtu n id a d de ex p an d irse m ás allá de sus zonas de in ­
fluencia asignadas p rev iam en te66.

A unque en capítulos posteriores debato el exceso de confian-


za en causas extern as, la paz latinoam ericana es en m uchas
form as la ex p resió n m áxim a de dep en d en cia. La ausência
de conflictos internacionales refleja en p a rte la irrelevância
de vecinos inm ediatos en cuanto al desarro llo económ ico y
político de cada país. Los Estados latinoam ericanos, p o r lo
general, cen tra ro n su atención no en sus limites inm ediatos,
sino en los centros m etropolitanos al o tro lado dei globo. Di­
chos p o d eres ex tran jero s, que tam bién le su m in istraro n u n
equilibrio hegem ónico en el balance de fortaleza al co n tin en ­
te, a su vez im pidió que p u d ie ra surgir u n gigante m ilitar en
la región. Este hecho evitó el tipo de com petência basada en
la aniquilación recíproca, responsable de g ran p arte de la
g u e rra co n tem p o rân ea. N o obstante, le arreb ato au to n o m ia
geopolítica significativa a la región.

Las debilidades dei Estado latinoam ericano restrin g iero n al


co n tin en te a g u erras lim itadas y a largos periodos de paz. Esta
situación a su vez le im pidió a los Estados alcanzar u n ím p etu
im p o rtan te p a ra el desarrollo. U na m irad a detallada a los ca­
sos latinoam ericanos nos conduce a re p e n sa r la com petência
geopolítica en tre los diferentes Estados eu ro p eo s y las form as
resultan tes de au to rid a d política que se suscitaron en dicho

66 La fascinante comparación (infortunadamente más allá dei alcance de la pre­


sente obra) es, sin duda, entre Estados Unidos y Latinoamérica, en particular
durante el siglo XIX. Langley formula un buen inicio en The Americas in the A ge o f
Revolution, 1 7 5 0 -1 8 5 0 . Estados Unidos igualmente se dividió por regiones y care-
ció de una identidad nacional común. También padeció una guerra civil, con
mayor violência que en cualquier otra región dei continente sur. Sus conflictos
internacionales durante dichos cien anos estuvieron, asimismo, relativamente
limitados. Sin embargo, en este caso, las luchas independentistas, la consolida-
ción territorial y la unidad nacional contribuyeron a la creación de autoridad
política. Muchas personas sostienen que Estados Unidos es un país creado por
la guerra.
continente. Parece que su desai lollo no fue d e n in g u n a m;
nera inevitable ni lam poco rellejó u n a tendencia política un
versai. Por el contrario, la inleracción de sociedades especíí
cas y u n a serie d e eventos particulares explica más claram enl
las diferencias observadas. Es ju stam en te en dicha interacció
en la que m e cen tro en el resto dei libro.

Diseno dei libro

En el siguiente capítulo brin d o u n a introducción histórica c


torno a la naturaleza de la g u erra en el continente. Posteric
m ente analizo p o r qué la g u erra latinoam ericana se desarrol
en la form a en que lo hizo. P ropongo u n escenario en un áml
lo histórico en el que las estructuras de clase, el p o d er organiz
( ional y las restricciones internacionales cubrieron los Estad
latinoam ericanos en u n apacible abrazo. La capacidad adm in
Irativa subdesarrollada dei Estado latinoam ericano, las divisi
iies en el interio r de las clases dom inantes y el control ejercii
| >or los poderes europeos ay u d aro n a m oldear las ocasiones
g u erra y sus desarrollos posteriores. Latinoam érica estaba 1
lativam ente en paz, puesto que no conform o instituciones pc
ticas sofisticadas capaces de m anejar la g u erra. Sin Estados
liay guerras. Más aún, d en tro dei esquem a de esta historia, |
rece que los militares como institución han identificado el er
migo nacional fundam ental com o u n enem igo interno. Dada
ausência de u n enem igo externo, las gu erras eran supérflua

En el capítulo 3 a n a lizo la contribución de la g u e rra a la cent


lización y fortalecim iento dei Estado latinoam ericano dei sij
XIX. Si bien las g u erras b rin d ab a n u n a o p o rtu n id a d p a ra u
m ayor cohesión dei Estado en algunas circunstancias (Ch
en la década de 1830), dichas o p o rtu n id ad es n u n ca se utili
ron p a ra crea r la in fraestru ctu ra institucional req u erid a er
desarrollo po sterio r cle la capacidad dei Estado. U na pregui
fundam ental es p o r qué las g u erras in d ep en d en tistas dier
com o resultado u n a an arq u ia en contraposición a u n autori
rismo m ilitar co h cren te. C reo que la resp u esta está en el ni
relativam ente lim itado de organización m ilitar y la violência
involucradas en las g u erras in dep en d en tistas. Lo a n terio r no
niega la destrucción que causaron. Sin em bargo, au n q u e las
g u erras debilitaron el o rd e n colonial, no lo m ataro n . El es-
fuerzo arm ad o fue lo suficientem ente p eq u en o com o p a ra re-
q u e rir la m ilitarización de la sociedad en todo el continente.
Sin n in g u n a d u d a, en com paración con las g u erras equiva­
lentes en la historia eu ro p ea, com o p o r ejem plo la g u e rra de
los T rein ta Anos, los conflictos in d ep en d en tistas d ejaro n u n
legado institucional m ucho más lim itado. Las g u erras posin-
depen d en tistas tam bién p ro d u je ro n resultados am bíguos.

Los casos latinoam ericanos nos obligan a p en sar de nuevo


cóm o la g u erra, de hecho, p ro d u ce o rd e n a p a rtir dei caos.
iC óm o las exigencias dei Estado p o r d in e ro y obediencia con-
d u cen a u n a m ayor au to rid a d en lu g ar de u n a g u e rra in tern a
y u n conflicto nacional? Por ejem plo, M. S. A nderson sugiere
que los esfuerzos co nducentes a en c o n tra r el d in ero necesario
p u d ie ro n estim ular el d esco n ten to que e ra politicam ente pe-
ligroso67. David K aiser ha d em o strad o q u e las exigencias de
g u e rra ay u d aro n a d ebilitar los Estados eu ro p eo s en el siglo
X VI y, efectivam ente, co n trib u y ero n a d estru ir la econom ia
espano la68. De nuevo, Paul K ennedy h a e x p an d id o esta dis-
cusión p ara incluir el posible declive de todos los im p ério s69.
N o obstante, algunos Estados en ciertas situaciones están en
capacidad de p ag ar p o r ejércitos más g ran d es y g u erras más
costosas. U n G obierno en p articu lar p u e d e y ha d em an d ad o
sacrifícios, que p u d o p o sterio rm en te canalizar de m a n era efi­
ciente. dPor qué la ex p an sió n dei p o d e r fiscal tuvo éxito en
algunos casos y en otros no?70

67 M. S. Anderson, War and Society in Europe, 20.


68 Politics and War.
69 Kennedy, The Rise and Fall o f the Great Powers.
70 U na anotación interesante aqui es la aparente reivindicación de Michael Mann
en torno a que el gobierno representativo puede tener mayor capacidad de
extraer los recursos necesarios (Sources o f Social Poioer, vol. 2).
l)n a p arte de la cxpli< a< ion p u ed e ser el m iedo a un peligi
m ayor pro v en ien te de aluera. Este hecho fue especialm en
im portante en las prim eras etapas dei caso ja p o n ê s71. A p
sar de ello, Polonia alro n tó am enazas similares, incluso m
desalentadoras. U na estru ctu ra de clase p reex isten te en ui
sociedad ayuda a d e te rm in a r el tipo de ap arato extractivo
coercitivo constru íd o p o r el Estado. Si la clave p a ra el Esta<
leudal la constituía la cooperación de la m o n arq u ia con la s
<iedad civil existente, en consecuencia, p o sterio rm en te gra
des secciones de la po d ero sa élite tam bién estaban deseos
de p ro p o rcio n a r u n a alta recaudación im positiva p o rq u e
dieron cuenta de que sus pro p io s intereses p o d ían ser satis
chos p o r m edio de u n Estado m ás fu erte72. En algunos casi
los oponentes potenciales e ra n com prados: “Luis X IV no cc
Irolaba su nobleza m an ten ién d o la sin hacer n ad a en Versall
le brin d ab a em pleo estatal”73. En otros casos, el Estado sur
nistraba u n a protección im p o rtan te a las clases d o m in an t
El capitalism o p u ed e necesitar m ilitarism o en p arte debid<
que “req u ie re u n g rad o inusual d e regulación política a lai
distancia apoyado p o r la fu erza”74. Sin em bargo, estructu
de clases sim ilares d ie ro n com o resu ltad o m ecanism os cent
listas diferentes. Lo que funciono p a ra los aristocratas no fi
cionó p a ra los hidalgos espanoles.

1,a resp u esta a u n a im posición de a u to rid ad exitosa reside


un conjunto de condiciones m edioam bientales y estructu
sociales y políticas internas. Las prim eras b rin d a n el estim e
las últim as le p erm iten a u n Estado en p articu lar respom
a dicho estím ulo. En caso de ausência de u n a am enaza ext
na, el Estado carece de u n a o p o rtu n id a d crítica — p ero n<
única— de tra n sg re d ir su sociedad. N o obstante, la g u e rra
brinda garantias. Por ejem plo, a p esar de más de dos sig

71 Ralston, Importing the European Army, Moore, Social Origins o f Dictatorship


Democracy, 437-40.
77 P. Anderson, Lineages o f the Absolutist State', Hall, States in History.
” Duffy, introduction a Duffy, The Military Revolution and the State, 4.
7,1 Mann, States, War, and Capitalism, 136.
(le g u e rra sin treg u a, E spana se m antuvo d e p en d ien te dei
ingreso ex tern o y n u n ca d esarrollo u n a in frae stru ctu ra fiscal
in tern a adecuada. No p u d o m an ten erse com o u n a potência
im p o rtan te puesto que no ad ap tó su estilo de m anejo de Es­
tado a la R evolución M ilitar75. Egipto p u e d e ser u n ejem plo
co n tem p o rân eo de cóm o la p resencia de la g u e rra d e n tro y
1'uera de sí no garantiza el d esarrollo de u n Estado coherente.

Los casos latinoam ericanos que se analizan en el capítulo 3


sugieren u n a definición m ejo r y más precisa dei aspecto de
dichas com binaciones en particular. iC uáles fu ero n los efectos
de las g u erras lim itadas dei siglo X IX en L atinoam érica so­
bre la capacidad fiscal dei Estado? En pocas palabras, fu ero n
casi inexistentes y crea ro n Estados m endigos en b an carro ta
p erp etu a. La disponibilidad de fácil financiam iento ex tern o le
perm itió al Estado el lujo de no e n tra r en conflicto con aque-
llos sectores sociales que co n tab an con los recursos necesarios.
Bien sea m ed ian te préstam os o la venta de u n b ien básico, el
Estado latinoam ericano eludió la necesidad de im p o n erse so­
bre la sociedad. C u an d o dichos préstam os no se cum plían, el
Estado d ep en d ia de im puestos (que no req u erían u n com pro-
miso adm inistrativo extenso) o sus instituciones sim plem ente
dejaban de d esem p e n ar u n p ap el im p o rtan te en la sociedad.

En este capítulo tam bién describo cóm o la relativa ausência


de g u e rra y las limitaciones de aquellas que sí o cu rrie ro n no
b rin d aro n u n a o p o rtu n id ad p ara la centralización política y
posterior centralización fiscal. Las g u erras latinoam ericanas no
d u ra ro n largo tiem po ni am enazaron lo suficiente com o p ara
perm itirles a las instituciones nacionales an u lar los intereses de
las clases. Los intereses particularistas siem pre sobrevivieron
las gu erras y n u n ca sintieron la necesidad de p erm itirle a u n
Estado fortalecerse lo suficiente p ara p ro te g e r y dem andar. En
resum en, en L atinoam érica, el equivalente d e la aristocracia
ganó la fronde. El m odelo eu ro p eo más cercano p u ed e ser Sici-

75 Porter, War and the Rise o f the State.


lia, d o n d e un obsri vad <»1 lia com entado que “siem pre que cayó
un gobierno liiei le, los nobles eran quienes llenaban el vacío
de p o d e r”76. La lección com parativa central en este caso es que
no es la g u erra en o íü e ra de sí la que b rin d a los “nervios dei
Lstado”. Por el contrario, es la g u e rra en com binación con u n
grupo d om inante existente d en tro dei ap arato dei Estado lo
que le p erm ite e x tra e r recursos de u n a sociedad recalcitrante.

En los capítulos 4 y 5 m e alejo d e la discusión dei E stado


en sí y enfatizo en el d e sa rro llo d e las n aciones y los ciuda-
d anos sobre los q u e rig e. Si b ien es o b v iam en te a rrie sg a d o
g en era liza r acerca d e la relació n e n tre c iu d a d a n ía y servicio
m ilitar, p o d em o s v er los ejércitos com o E stad o s-n ació n m o ­
d e rn o s ab aste ced o res con u n a p o b lació n e d u c a d a y re la ti­
vam ente d iscip lin ad a, lista y capaz d e tra b a ja r e n el n u ev o
o rd e n in d u strial. Sin em bargo, d ich a población actu alm en te
tam bién tiene p o r lo m enos acceso inm ediato a los m edios de
violência y le ofrece al Estado u n recurso necesario. Lo a n te rio r
form a la base p a ra u n n u ev o c o n tra to político. L a conscrip-
ción y los ejércitos m asivos ta m b ién co ad y u v a ro n a re v o lu ­
cio n ar la n a tu ra le z a d e la violência q u e fo rm ab a p a rte dei
conflicto m ilitar. Los n u evos tipos d e g u e rra s tra n s fo rm a ­
rem te m p o ra lm e n te “las ja u ría s d e lo b o s” e n organizacio-
nes o b ed ien tes y c o h e re n te s 77. Esta situ ació n n o co n d u jo a
un declive en los niveles totales d e asesinatos; no o b stan te,
la m a n e ra en q u e se lo g ró tuvo ram ificaciones im p o rta n te s
p a ra el Estado.

Las g u erras fom en tan u n a actitud d iferen te hacia el Estado,


que está basada en la id e n tid ad colectiva. El vínculo e n tre el
conflicto m ilitar y la lealtad nacional es bien conocido78. N ada
une más a u n a nación tras u n líd er vacilante, com o u n a g u e­
rra; la m an era m ás ráp id a de h acer u n a nación es hacer un

n Mack Smith, mencionado en Tilly, Coercion, Capital, and European States, 142.
77 Howard, War in European History.
7" A. Smith, “War and Ethnicity”.
ejército79. U na g u e rra total p u ed e ay u d ar a evadir el conllicto
social y o rien tar esa lucha hacia enem igos ex tern o s80. En el
siglo X IX algunos creían que era im posible crear u n a nación
sin u n a g u e rra 81.

A unque se m an tien e u n debate considerable acerca de la re-


lación e n tre “n acio n es” definidas p o r características étnicas
com unes y “Estados” definidos p o r alg ú n tipo de existencia le­
gal, podríam os discutir que d u ra n te g ran p a rte dei siglo X IX
el Estado creó el nacionalism o y no al c o n tra rio 82. U n m ecanis­
mo p a ra lograrlo fue m ed ian te el ejército y la actividad militar.
Los ejércitos y la ex p erien cia de la g u e rra ay u d a ro n a fo rjar
u n a id e n tid a d u n ificad a q u e p u d o o scu recer las divisiones
internas. La exp erien cia m ilitar au m en to el alcance de lo que
M ann d en o m in a la alfabetización discursiva: el co n ju n to de hi-
pótesis y mitos que contribuyen a la creación de u n a id en tid ad
nacional. Las g u erras quizá fu ero n la clave p a ra la creación de
“com unidades im aginadas”83. M ediante la absorción de ele­
m entos de las recién surgidas burguesia y p eq u en a burguesia,
los ejércitos tal vez fo m en taro n tam bién la cohesion de clases
d u ra n te p eríodos críticos de la te m p ra n a industrialización84.
En dichas circunstancias, los ejércitos y la g u e rra coadyuvaron
a tran sfo rm a r las sociedades form adas p o r clases en naciones
arm ad as y, de acu erd o con P alm er85, con trib u y ero n a ro m p e r
las red es y filiaciones provinciales y reem plazarlas con unas
más centradas sobre u n a co m u n id ad nacional.

iP ro p a g a ro n los ejércitos y la g u e rra la idea de u n a nación en


Latinoam érica?, isirv iero n com o “instituciones de e d u ca tio n

79 Porter, War and the Rise o f the State, 18.


80 En las palabras “apócrifas” de Cecil Rhodes: “Si quieren evitar una guerra
civil, deben volverse imperialistas”.
81 Howard, Causes o f War. Podríamos agregar que es difícil volverse imperialista
en medio de una guerra civil.
82 Hobsbawm, Nations and Nationalism Since 1780.
83 B. Anderson, Imagined Communities.
84 G. Best, “Militarization”.
85 Palmer, The Age o f Democratic Revolutions.
p o p u la r”? En d i apítulo I se auali/.an los halla/.gos ap aren
m ente am bíguos <lc los sig lo s X I X y X X . D ada la reputaci
de “nacionalism o” g en eralm en te mal concebida— de
países latinoam ericanos, encontram os poca evidencia ciei ti
de identificación masiva m anifiesta en E u ro p a o en Estac
l Inidos. Con algunas excepciones, las g u erras no b rin d aro n
m itologia sobre la que d e p e n d e g ran p arte dei nacionalisi
m oderno. L atinoam érica carece de los m onum entos a “nu
ira gloriosa rn u erte” que están o m nipresentes en el paisaje
E uropa y Estados U nidos. U na vez más, las luchas in tern ac
uales lim itadas q u e sucedieron no p u d ie ro n su p e ra r las di
siones internas.

En el capítulo 5 senalo la m a n era en que la conscripción c(


Iribuyó —o restó valor— al proceso de dem ocratización y
creación de derechos ciudadanos. tSe discutieron alg u n a >
los benefícios de la circunscripción? iE staban conscientes
elites de los posibles benefícios y costos? dHubiese servido
ejército masivo com o la protección más segura p a ra la ciu<
danía dem ocrática? cPor qué el Estado latinoam ericano ignc
a su p ro p ia población?

Los Estados latinoam ericanos n u n ca fu ero n suficientem ei


liiertes p a ra reclam ar u n a circunscripción com pleta. Q u
aún más im p o rtan te, n u n ca existió u n a necesidad observa
para el tipo d e agitación social im plícita p o r los ejércitos nu
vos. El Estado no necesitaba la población en form a d e soldac
0 incluso com o fu tu ro s trabajadores, ya que po d ia excluirl
El Estado y las élites dom in an tes en casi todos los países d t
región tam bién p referían las poblaciones pasivas. U n senti
de nación dem asiado activo o ferviente podia, de hecho, fra
sar y crear condiciones hostiles p a ra co n tin u ar la dom inaci
por p arte d e la élite.

1,os capítulos 4 y 5 co n d u cen a u n a com prensión m ejorada


la creación d e “co m unidades im aginadas” de naciones y i
vínculo e n tre dichas creaciones y los derechos dem ocrátic
M ediante datos extraídos de un censo de m o n u m en to s nac
nales y m ediante análisis de la estru c tu ra social de los ejérci­
tos, sugiero u n a m ejor definición dei vínculo e n tre e x p e rie n ­
cia m ilitar y sentim iento nacionalista. Dicho proceso p u ed e
tam bién esclarecer la u n icidad dei p a tró n e u ro p eo y senalar
los obstáculos que en fren tan los países que in ten tan em ularlo
sin la experien cia histórica co rresp o n d ien te.

El capítulo final b rin d a u n re su m e n de los hallazgos más


im p o rtan tes. D ebato la m a n e ra en que L atin o am érica com o
región se d iferen cia dei resto dei m u n d o y analizo la diferen -
ciación d e n tro dei co n tin en te. C u rio sam en te, los hallazgos
de los dos co n ju n to s de co m p aracio n es ay u d an a su confir-
m ación m u tu a.

Pasos siguientes

Todos los libros tien en lim itaciones y el au to r es cada vez más


consciente de ellos a m ed id a que se acerca a su fin. H e ob­
servado algunos de los limites geográficos de mi cubrim iento.
U n análisis de C en tro am érica p o d ría con firm ar o con trad ecir
g ran p a rte de lo consignado aqui. Solo p u ed o esp erar que es­
tudiosos de la región estén lo suficientem ente m otivados p o r
este libro com o para, sin más, contradecirm e. Me he cen tra­
do en u n p erio d o específico: au n q u e mi debate en to rn o a la
larga paz no trata tendencias ni eventos co n tem p o rân eo s, la
m ayoría d e los análisis históricos se cen tran en el siglo X IX
debido a q u e allí se co n stru y ero n las bases de los Estados u lte­
riores. A dem ás, p a ra analizar las repercusiones de la g u erra,
tuve que estu d iar el p erio d o en el que dichas repercusiones
fueron más p ertin en tes.

F inalm ente, enfoqué mi trabajo casi exclusivam ente en las


funciones bélicas dei Estado e ignoré, en g ran m edida, su p a ­
pel en la g u e rra pública. C reo que la p rim era ayuda a explicar
la segunda; no obstante, aú n req u ie re su p ro p ia investigación.
En el p re s e n te libro h ag o énfasis ex clu siv am en te e n el Es­
ta d o com o g u e rre ro y te n g o m uy poco q u e d ecir acerca dei
Estado capitalista que surge a p a rtir de la últim a p arte dei
siglo XIX o de los Estados desarrollistas que se establecieron
en la década de 1830. Si los Estados clásicos de E u ro p a noroc-
cidental fuesen hechos p o r la g u erra, se h ab rían tran sfo rm ad o
por el énfasis en la g u e rra pública en dicha década. En los
anos venideros espero finalizar u n volum en ad ju n to en el que
co m p araré la construcción y lim itaciones de la g u e rra dei Es­
tado latinoam ericano con sus equivalentes eu ro p eo s y nortea-
m ericanos. Si el Estado latinoam ericano no peleara, seria algo
más exitoso en la creación de nuevas econom ias y sociedades.
No obstante, espero que el legado de sangre y d e u d a sea y
continúe siendo difícil de evadir.

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