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1.

La migración internacional y sus determinantes

La definición oficial de migración internacional promovida por la Organización Internacional


para las Migraciones establece que se trata de un “movimiento de personas que dejan su país de
origen o en el que tienen residencia habitual, para establecerse temporal o permanentemente en
otro país distinto al suyo” (OIM, 2006, p. 40). La revisión de conceptos sobre migración
realizada por García y Restrepo (2019) destaca que la noción de fronteras es un elemento
consustancial de la definición del fenómeno migratorio. Este movimiento transfronterizo tiene
justificaciones de distinta índole, pero, en cualquier caso, se motiva en la expectativa de mejorar
las condiciones de bienestar de la persona en el país de destino. Se habla de expectativas porque
la incertidumbre sobre las condiciones de vida en el país de acogida es una incógnita que deben
sortear los posibles migrantes a la hora de tomar la decisión.

El análisis sobre el concepto de migración realizado por Simmons (1991) establece que,


tradicionalmente, los estudios empíricos sobre migración han elegido una definición que clasifica
en esta categoría al movimiento de personas que incluye cambios en tres dimensiones: a) el
cambio del lugar de residencia habitual; b) el cambio del mercado laboral; y c) el cambio en las
relaciones sociales. Aunque el mismo autor considera la posibilidad de que se presenten casos
particulares que no impliquen el cambio simultáneo de las tres dimensiones, en este artículo se
considera que la definición es aceptable para el caso de las migraciones internacionales
contemporáneas.

En cuanto a las causas de la migración internacional, las disciplinas que se han interesado en la
explicación de los fenómenos migratorios incluyen a la economía, la demografía, la sociología y
la geografía, lo cual ha generado una atomicidad de determinantes. Cada disciplina privilegia las
variables más afines a ella para incorporarlas a sus propios modelos explicativos. También debe
aclararse que en el análisis de casos de estudio específicos los modelos explicativos suelen ser
complementados con variables contextuales relacionadas con los hechos históricos, la posición
geográfica y algunos elementos culturales, lo que impide hablar de una única teoría explicativa
de la migración internacional. De hecho, aunque aquí se privilegia el análisis desde el enfoque
económico de las migraciones internacionales, la tipología y los patrones migratorios son mucho
más amplios y también incluyen razones sociales, ecológicas y políticas (Simmons, 1991), que
con frecuencia confluyen en un mismo fenómeno migratorio y que hacen que su segmentación
sea solo artificial.

2. Estudios sobre migración venezolana

El análisis sobre migraciones internacionales realizado por Navarro y Moyano (2017) da cuenta


de un interés académico creciente por los estudios de movilidad internacional. En el estudio se
evidencia el liderazgo de la economía, la demografía y la sociología en las perspectivas
analíticas, además de tres grandes tendencias que caracterizan el abordaje típicamente
privilegiado: a) los estudios son mayoritariamente cuantitativos; b) la mayoría analiza problemas
que conllevan a una aplicación empírica; y c) la mayoría de los estudios tienen un alcance
descriptivo, aunque seguidos muy de cerca por los estudios correlaciónales.

Es necesario comprender que lo que se ve en la actualidad es un cambio radical de la tendencia


migratoria porque en el siglo XX lo tradicional fue observar grandes flujos migratorios de
colombianos hacia Venezuela. Álvarez (2004) analiza la migración colombo-venezolana desde
una perspectiva evolutiva y descriptiva, y encuentra que entre 1970 y 1990, los colombianos en
Venezuela aumentaron un 194%, motivados por la posibilidad de vincularse laboralmente en los
sectores de agricultura y servicios en estados fronterizos. Por su parte, el estudio cuantitativo y
descriptivo de Mejía (2012) establece que en los noventa y principios del nuevo siglo, la
migración de colombianos hacia Venezuela mantuvo su dinámica, pero menciona que el
determinante dejó de ser el económico y pasó a ser la degradación del conflicto colombiano que
generó una gran cantidad de desplazados y refugiados.

El estudio de García y Restrepo (2019) analizó el panorama del proceso migratorio entre


Colombia y Venezuela en el siglo XXI, mediante una metodología basada en revisión
documental de fuentes secundarias. En el análisis destacan que Venezuela es una población que
no tiene tradición emigrante, y que esta tendencia cambió con ocasión de una serie de hechos
históricos ocurridos a finales de los noventa que replantearon estructuralmente el modelo de
Estado en Venezuela y su forma de relacionarse con la economía y la sociedad. Los autores
ubican como coyuntura crítica del inicio de la emigración venezolana la ascensión al poder de
Hugo Chávez y la instauración del Socialismo del Siglo XXI, pero evidencian que el fenómeno
migratorio tomó un impulso más fuerte desde el inicio del periodo presidencial de Nicolás
Maduro en 2013, debido a una crisis económica, política, social e institucional sin precedentes.

Entre los estudios recientes sobre la emigración venezolana destaca el de Castillo y Reguant
(2017) que se encarga de analizar la percepción de venezolanos en España sobre las
motivaciones para emigrar y elegir a España como destino, las redes y su influencia en la
decisión de emigrar, la situación socioeconómica y las posibilidades de retorno. Los principales
hallazgos del estudio resaltan que el contexto de crisis nacional, deterioro institucional, recesión
económica y descomposición social, han sido los macrodeterminantes del saldo migratorio
negativo en el siglo XXI.

Los migrantes venezolanos en España consultados por Castillo y Reguant (2017) destacan como


principales motivaciones de su decisión la inseguridad personal y jurídica, seguido de los
argumentos económicos debido a los bajos ingresos, altos niveles de inflación y la escasez de
productos básicos. Así mismo, entre las motivaciones para elegir a España como país de destino
se encontró la afinidad cultural e idiomática y, según los testimonios, una leve influencia de las
redes sociales y migratorias. Estas mismas personas aseguran que las posibilidades de retorno, al
menos en el corto plazo, son prácticamente nulas debido a que observan un deterioro aun mayor
de las condiciones que los obligaron a migrar.

Desde otra perspectiva, el análisis se ha concentrado en la emigración de venezolanos en algunos


grupos. Este es el caso del estudio cuantitativo de Requena y Caputo (2016) que se concentra en
la emigración de investigadores académicos venezolanos, popularmente conocida como “fuga de
cerebros”. Los investigadores determinaron que en la segunda mitad del siglo XX la emigración
del talento científico fue ocasional y moderada; sin embargo, esta tendencia cambió
drásticamente en el siglo XXI en el que la emigración se hizo masiva. El estudio contabilizó que
en el periodo 1960-2014, emigró el 14% de la comunidad científica, lo que corresponde a 1783
investigadores, que son responsables del 31% de la producción científica venezolana. Los
destinos preferidos por los investigadores emigrantes fueron Norteamérica, Europa y,
excepcionalmente, Ecuador en Latinoamérica. Esta emigración se concentró en investigadores
del área de energía y petróleo. Freitez (2011) también caracteriza la migración venezolana de la
primera década del siglo XXI como altamente selectiva según el nivel educativo y menciona lo
paradójico que resultó este movimiento migratorio en el contexto de la expansión que vivió
Venezuela entre 2003 y 2008 debido al aumento sostenido del ingreso fiscal que propiciaron los
altos precios del petróleo.

Finalmente, los estudios de caracterización de los emigrantes realizados por el Servicio Jesuita a
Refugiados en su Informe de Movilidad Humana Venezolana (JRS Venezuela, 2019) y por
el Banco Mundial (2018), son investigaciones más recientes que también confirmaron que la
migración venezolana es altamente cualificada y joven, con baja presencia de adultos mayores.
Adicionalmente, el Banco Mundial define la reciente migración venezolana como mixta porque
está compuesta por migrantes económicos venezolanos, colombianos que retornan a su país y, en
menor proporción, por refugiados. Este estudio llama la atención sobre las complejas
condiciones socioeconómicos que soportan los migrantes en las ciudades colombianas,
especialmente, aquellos migrantes irregulares.

2.1. Consecuencias:

Los flujos migratorios producen, tal como afirmábamos al comienzo, una serie de consecuencias
relacionadas con el país de origen y con el país receptor. En el país de origen se podría disminuir
el conflicto social y político cuando un porcentaje importante de la población productiva decide
emigrar. Disminuirían así los niveles de desocupación y de descontento, ya que se crearían
posibilidades aparentes, producto de este movimiento de personas hacia otras regiones. La mano
de obra que se queda puede tener una mayor posibilidad de ingreso al mercado de trabajo,
porque ha disminuido la competencia. Esta última perspectiva, denominada válvula de escape, ha
sido aceptada por algunos marcos interpretativos que consideran la emigración de recursos
humanos, y sobre todo los calificados, como proceso de circulación de capital humano, lo cual
permite una asignación más eficiente de recursos en el ámbito mundial.

Por el contrario, otra visión sobre el tema es aquélla que plantea que con la pérdida poblacional
surge una disminución de las posibilidades de consumo en economías cuyo potencial de
desarrollo se basa, parcialmente, en la activación de su mercado interno.

Una tercera postura plantea que, con la emigración puede aumentar la capacidad de consumo de
aquéllos que se quedan y tienen un grado de parentesco con quien se fue; siempre y cuando el
emigrante se haya integrado a la sociedad receptora, de manera que esté en condiciones de enviar
a su familia una parte del dinero excedente que genere en el país receptor.

Para ello se condiciona a los sujetos de modo que tomen una decisión que, en general, nunca
terminan de procesar totalmente. En realidad, dicha decisión viene siendo el resultado del
mensaje introyectado, generador del consenso rutinario. Éste conduce a un conjunto de personas
a emigrar, como una salida a las limitaciones impuestas en el país de origen.

El imaginario sociocultural así constituido los determina, construyendo las fantasías sustentadas
en ciertos valores que subsumen a la población en interpretaciones falsas de la realidad.
Expresándose a partir de la frustración de la realización o desarrollo personal y la imposibilidad
de una movilidad social ascendente, una buena calidad de vida, o tan siquiera expectativas reales
para lograrlo. Su decisión estará determinada no sólo por una insatisfacción básica con respecto a
lo que su país de origen le ofrece, sino también por las oportunidades imaginarias que surgen de
la estructura del mercado de trabajo y el marco cultural y social general del país al cual se dirige.

Por estas razones, su decisión estará orientada a una emigración más definitiva que
circunstancial, lo cual se fortalece cuando el traslado se realiza a países donde el migrante
supone que puede asimilarse con su familia, en condiciones laborales y sociales más ventajosas
que en su país de origen. 

2.2. Oportunidad:

El país receptor aparece, imaginariamente, como un espacio de grandes oportunidades e


ingresos. La búsqueda de mejores condiciones de vida motoriza los movimientos migratorios,
cuyas consecuencias políticas, económicas y sociales, provocan, en muchos casos, situaciones de
conflicto en el país receptor. Se puede incrementar la competencia laboral, pueden surgir nuevos
bolsones de pobreza, aumento de la discriminación, la xenofobia, etc. Puede ocurrir que los
trabajadores menos calificados se perjudiquen por la pérdida de empleos que irán a parar a los
migrantes o por la disminución de sus salarios.
Algunos de los efectos positivos de la emigración se relacionan con los logros comerciales que
se pueden desarrollar y con las remesas. Aquí me detendré para tratar este efecto que hoy está tan
de moda.

Las remesas son indicadores del efecto de la migración, consecuencia del conflicto social
expulsor de grandes contingentes de personas que envían dinero para que su familia intente salir
de la crisis económica, lo cual, supuestamente, disminuiría los niveles particulares del conflicto
socioeconómico de esa familia que recibe ese dinero. Se pretende hacer creer a las sociedades
receptoras de remesas que estas divisas contribuyen al desarrollo general de la economía del país
y, en realidad, si observamos con detenimiento los montos que llegan, cómo llegan y a quiénes
se dirigen, nos daremos cuenta de que es verdad que contribuyen, pero solamente como un
complemento del salario familiar básico de aquellas familias más necesitadas. Me animo a decir
que, si estos montos viniesen en un solo paquete, podrían ser destinados a la puesta en marcha de
políticas sociales de diferente índole, pero como vienen fragmentadas en tantos pedazos como
migrantes envían dinero, sólo pueden ser utilizadas para el consumo familiar.

Si realizamos la misma ecuación que hacen los analistas macroeconómicos para saber el ingreso
per cápita de un país, y dividimos la cantidad de dinero que llega por remesa sobre la cantidad de
población, nos encontraremos con que las sumas percibidas sólo alcanzarán para completar,
mínimamente, el salario básico familiar; y, aunque esto no es poco, sobre todo para familias en
situación de pobreza y pobreza extrema, no solucionaría el problema de las grandes mayorías
pauperizadas de nuestras sociedades subdesarrolladas.

En Argentina todavía no se tiene un conocimiento acabado acerca de la cantidad de remesas que


llegan desde el exterior, debido, sobre todo, a que no se ha desarrollado un sistema de control
para este tipo de ingresos. La misma situación se produce en gran parte de los países
latinoamericanos, salvo en aquellos casos donde éstas han pasado a ser parte sustancial de las
economías nacionales. Tal es el caso de México, Brasil, El Salvador, Cuba, República
Dominicana, Guatemala, Colombia y Ecuador, entre otros. En los registros oficiales se pierde de
vista el dinero que se entrega en mano, cuando algún familiar, o amigo de viaje, visita el país
receptor de divisas, o cuando llega vía correo, en algún paquete o libro. Por ejemplo, para el año
2003, México recibió por remesas un monto que se estima en 14 500 millones de dólares, y para
2005, casi 22 000 millones. A República Dominicana llegaron ese año alrededor de 2 700
millones. En 2003, Colombia recibió por remesas, 2 400 millones, y en 2005, 3 800 millones. El
Salvador ha informado que para 2003 recibió la cifra de 2 000 millones y para 2005 trepó a 2
800 millones. Las cifras de Guatemala para 2003 fueron de 2 000 millones. Y para Cuba, en el
mismo año, las remesas sumaron alrededor de 1 000 millones, antes de las prohibiciones
realizadas por el gobierno de Estados Unidos para el envío de remesas en forma general. Ecuador
ha recibido en 2003 alrededor de 1 000 millones y en el 2005, 2 260 millones de dólares. Todas
estas cifras son mencionadas por el Banco Mundial en diferentes informes. Si tenemos en cuenta
la cantidad de población total de cada país y su producto interno bruto, estaríamos observando
que los montos recibidos ascienden, en la mayoría de los casos, a 10 por ciento de lo que al país
ingresa por el total de producción y exportaciones.

Entre los efectos positivos de la inmigración encontramos la incorporación de mano de obra, el


incremento del consumo, la recaudación a partir del pago de impuestos.

Entre los efectos negativos podemos mencionar el problema de la integración y adaptación, la


competencia laboral, los nuevos bolsones de pobreza, el aumento de la discriminación y la
xenofobia, la disminución de los salarios de los trabajadores nativos por la competencia con los
migrantes, la selección de mano de obra (ejemplo: ley de extranjería de España). Si a esto le
sumamos que los gobiernos no tienen políticas sociales y demográficas coherentes para afrontar
los problemas de la migración, y que la población migratoria irregular presiona sobre el mercado
de trabajo, observaremos cómo los efectos de los movimientos migratorios impactan en el
mercado de trabajo, en el sistema de salud, en los servicios públicos (agua, electricidad) y en
todas las estructuras de los países emisores y receptores.
CONCLUSIONES – APRECIACIÓN PERSONAL

Nuestro Perú no cuenta, ni en la zona fronteriza ni dentro del país, con los instrumentos
necesarios para realizar eficientemente los procesos de gestión migratoria hacia los venezolanos,
lo que ha dificultado que los migrantes puedan vivir como verdaderos seres humanos, con acceso
efectivo a los servicios básicos y con una buena calidad de vida. Infortunadamente se ven
obligados a vivir expuestos a cualquier tipo de violencia y como víctimas de una desprotección
prácticamente plena por parte del país destino, el cual está lejos de asumirlos como personas con
vidas valiosas y portadoras de derecho; por el contrario, los venezolanos son individuos que, al
perder su condición de ciudadanos, han visto disminuido su valor en términos de humanidad y,
por tal, su derecho a tener derechos.

La situación de los venezolanos no es algo nuevo en nuestro país puesto que nos hemos
caracterizado por siempre ser un país aceptante de los diferentes países del mundo, lo que
cambio con esta situación fue la cantidad exorbitantes en ingresaron a nuestro país ya sea de
manera legal o ilegal. Considero que lejos de verlo como problemática, debimos tomarlo como
oportunidad, pero eso es y será imposible porque considero que nuestras políticas no son lo
suficientemente prevencionistas como para determinar, anticipar y sobretodo actuar de manera
inmediata frente a un hecho que se tenía que dar y obviamente se dio y no se pudo actuar
correctamente y ahora vivimos las terribles consecuencias de una mala prevención.

En nuestra realidad de hoy las soluciones difícilmente depende de acciones políticas, ya que
siempre es un paso detrás del hecho importante que se necesita en ese instante, considero que la
única manera de revertir toda la realidad caótica que vivimos ahora es abriendo nuevas fuentes
de trabajo, estimulando la creatividad tanto del migrante como del residente del país para que
juntos transformemos nuestro sistema en algo extraordinario, usar esa creatividad y energía para
que nos una como una sociedad igual e incluyente, usar esa cultura diferente no como una brecha
sino como un lazo.
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