Está en la página 1de 18

El presidente Porfirio Díaz a los 80 años

Porfirio Díaz fue presidente de México por más tiempo que nadie. Después de su heroísmo al mando de tropas contra los
franceses, trató de asumir la presidencia a través de un golpe de estado contra el presidente Benito Juárez en la fallida
revuelta de La Noria en 1871. Su revuelta de Tuxtepec, justo antes de las elecciones de 1876 contra el presidente
Sebastián Lerdo de Tejada, tuvo éxito y luego ejerció como presidente del 23 de noviembre de 1876 al 30 de noviembre
de 1880. Durante este periodo, calmó a los inversores estadounidenses y restableció relaciones con las potencias europeas.

Manuel González fue elegido presidente para los próximos cuatro años, mientras que Díaz ejerció de Ministro de
Desarrollo y gobernador de Oaxaca. En 1884, Díaz regresó a la presidencia para no abandonarla hasta 1911. Durante su
presidencia, Díaz y sus consejeros transformaron México con la construcción de ferrocarriles, escuelas y creando una base
de infraestructuras para el país. Desarrollaron los principios de una industria petrolera y persuadieron al capital extranjero
para invertir en minas y factorías. Sin embargo, su gobierno hizo todo esto a expensas de derechos políticos básicos y
control económico. Muchos críticos del régimen fueron encarcelados o asesinados. A medida que las décadas pasaban,
Díaz se apoyaba cada vez más en el fraude político y en el ejército para mantenerse en el poder.

Después de 1900, este sistema empezó a deteriorarse debido a la avanzada edad del presidente y a la falta de consenso
sobre un sucesor, el aumento del nacionalismo, tanto político, como económico, y simplemente mala suerte, generada en
parte por la recesión económica en los Estados Unidos. Finalmente, guerras de guerrilla en el sur y derrotas militares en el
norte, contribuyeron al derrocamiento de Díaz y el 21 de mayo de 1911, sus seguidores firmaron el Tratado de Ciudad
Juárez con Francisco Madero. Díaz dimitió el 25 de mayo y poco después salió para París, donde murió en 1915, siendo
enterrado en el famoso cementerio Père Lachaise.

La entrevista con Creelman


En cierto sentido, esta entrevista fue la chispa que encendió la Revolución Mexicana. En marzo de 1908, la revista
Pearson’s Magazine publicó una larga entrevista en inglés en la que el conocido periodista James Creelman preguntó al
presidente mexicano Porfirio Díaz algunas preguntas fuertes. En esa entrevista, Díaz dijo muchas cosas relevantes a la
visión de México que él estaba promoviendo, incluyendo que México estaba ahora listo para una democracia y que
consideraba no postularse para presidente en 1910. Estas palabras estaban dirigidas a un público extranjero y Díaz nunca
pensó que serían traducidas y publicadas en México en El Imparcial unos días después.

Las consecuencias del progreso


Durante su régimen, el Presidente Porfirio Díaz y su administración (1876-1880, 1884-1911) modernizaron la economía y
la industria de México. Empresas internacionales invirtieron en las minas que se encontraban en el norte de México,
mientras que en las regiones centrales y del sur, otras compañías reestructuraron las tierras de cultivo y las hicieron más
productivas gracias al uso de nuevas técnicas agrícolas y nueva maquinaria. Inversores extranjeros construyeron
ferrocarriles contribuyendo con ello a una mejora en las exportaciones. A medida que el país progresaba, su sistema
bancario registró un aumento de capitales. México pudo pagar su deuda internacional y reconstruir su infraestructura.

México progresó económicamente para algunos, pero muchos más quedaron al margen. Las élites ganaron en riqueza e
influencia, pero la mayoría de la población tuvo que aceptar la nueva situación, trabajando duro para poder sobrevivir. La
llegada de nuevas haciendas y empresas a zonas rurales provocó que los granjeros y mineros mestizos se convirtieran en
peones y que algunos pueblos indígenas se convirtieran en aparceros. Los hacendados y las compañías europeas y
americanas contrataron capataces encargados de vigilar el trabajo en sus instalaciones. El gobierno de Díaz creó una
policía rural (conocida como Rurales) y desplegó tropas federales con el fin de mantener el orden por todo el país. La
modernización del país produjo un crecimiento de la injusticia y de las desigualdades sociales.

3.1.1 El Porfiriato. Características económicas, políticas


y sociales
Se denomina porfiriato al periodo histórico acaecido en México, comprendido
entre los años de 1876 hasta 1910. Periodo en el que se sucedieron grandes
transformaciones en la sociedad y cultura mexicanas en distintos ámbitos;
siendo la figura central en la política mexicana, Porfirio Díaz Mori, como
presidente de la república, quien se reeligió varias veces durante ese tiempo
manteniendo el poder en sus manos ya sea directamente o gobernando de
facto a través de los presidentes José María Iglesias (1876) Juan N. Méndez
(1876) y Manuel González (1880-1884).

Antecedentes. Tras la perpetuación ilegal en la presidencia de México por


parte de Benito Juárez, luego de las elecciones en las que compitieron Porfirio
Días, Sebastián Lerdo de Tejada y Benito Juárez (quien aún era presidente), en
las que se adujo hubo fraude electoral a favor de Juárez, dio como resultado la
revolución, mediante el llamado “Plan de la Noria”. Pero durante dicho
movimiento acaeció la muerte de Benito Juárez y al ser presidente de la
suprema corte Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia de manera
interina. Luego de terminar su periodo interino trató de reelegirse, dando como
resultado que Porfirio díaz y otros destacados militares idearan y realizaran el
plan de Tuxtepec, al grito de “sufragio efectivo y no reelección”, movimiento que
llevaría posteriormente a Porfirio Díaz a la presidencia convocando a
elecciones luego de las cuales fue elegido presidente de México.

CARACTERÍSTICAS

Una vez consolidado en el poder, Porfirio Díaz comenzó una política de


conciliación entre los sectores más favorecidos del país. A los caciques
regionales les permitió mantener el poder local a cambio de su lealtad. Se
concilió con la Iglesia Católica y sus antiguos enemigos conservadores, debido
a lo anterior, México disfruto de cerca de 3 décadas de “paz” al final de un siglo
de batallas. La economía tuvo una recuperación significativa: la minería, la
industria y las comunicaciones se desarrollaron rápidamente;  por primera vez
en su historia, México se convirtió en exportador de productos agrícolas y
ganaderos.

Dominio unipersonal. Se caracterizó por ser un periodo histórico dominado


por una sola figura, Porfirio Díaz, siendo reelegido en diversas ocasiones y
también ejerciendo el poder mediante otros personajes como Manuel González
y otros, así como fortaleciendo el poder ejecutivo en detrimento de los demás
poderes. Ejerció el poder designando funcionarios capaces para la
administración del gobierno y otorgando cargos a personas afines a él, en
quienes confiaba para el ejercicio del gobierno, lo que evitó los levantamientos
armados endémicos que se daban en México desde su independencia.

Fin de las guerras endémicas. Desde la consumación de la independencia de


México en 1821 por Agustín de Iturbide, hasta los primeros años de gobierno
de Porfirio Díaz, México había sufrido constantes guerras civiles, golpes de
estado y levantamientos armados, así como intervenciones extranjeras, y es
durante el gobierno de Porfirio Díaz, que termina ese periodo de guerras
endémicas, gracias a distintas acciones que llevó a cabo para ello como:

1.   La Integración de diversas facciones dentro de su gobierno: introdujo a


varios elementos opositores (tanto liberales, como conservadores e
incluso imperiales), otorgándoles distintos cargos ya sea en la
administración local o general del país.

2.   La Reducción del ejército: luego de obtener el poder, redujo el número


de elementos activos del ejército que por aquel entonces era cercano a
los cien mil, reduciéndolo hasta llegar a cifras cercanas a los cincuenta
mil y al mismo tiempo modernizó el ejército tanto en equipamiento como
en instrucción y disciplina trayendo instructores extranjeros para ello
(principalmente Alemanes y Franceses).

3.   La represión de cualquier movimiento armado: durante su gobierno y


para evitar el regreso de las guerras intestinas, durante su gobierno se
reprimía a cualquier movimiento armado por parte del ejército, golpes de
estado o rebeliones por parte de algún sector de la población, buscando
evitar que se extendieran, sofocándoles desde el comienzo. Ejemplo de
ello fueron la guerra del Yaqui en sonora en contra del levantamiento de
los indios Yaquis y Mayos, y el término de la guerra de castas en Yucatán
que había comenzado en tiempos virreinales.

Aumento de la población. Al pacificarse el país, gran parte de la población


regresó a las labores agrícolas y pecuarias, lo que dio un aumento de la
producción y por consiguiente un marcado aumento de la población.

Sociedad. Durante el porfiriato las diferencias sociales se extremaron en lo


económico y cultural; mientras que las clases altas tuvieron un auge económico
y cultural llegando a vivir en condiciones iguales a las que poseían las
sociedades europeas, debido a un "afrancesamiento" de la población mexicana,
la clase media se dedicaba a labores tales como el comercio, algunas
industrias y artesanías, así como trabajaba en distintos niveles en empleos
públicos, accediendo a la educación lo que le permitía un modo de vida mejor
que el de la clase baja.
La clase baja era la mayoría de la población y se componía principalmente de
obreros y campesinos quienes vivían al margen de los progresos técnicos y
sociales que se daban en la época, al grado de que la clase baja era
prácticamente iletrada y vivía con una economía de subsistencia y estaba mal
alimentada. Las duras jornadas labriegas apenas aportaban alimentos básicos
insuficientes, como maíz, chile, jitomate, calabaza y frijol, que eran la base
alimentaria de la mayoría de la población.
Economía. Al ser pacificado el país y cesar los combates en distintos sectores
del territorio nacional, comenzaron a tener auge varios ramos económicos, tales
como la industria minera, el comercio, la ganadería, la producción artesanal, la
pesca, y sobre todo la producción agrícola enfocada en ciertos productos como
el azúcar, el café, el henequén, el hule y otros productos que se destinaban a la
exportación de materias primas.
Aunado a la buena administración de las finanzas, encabezada por el ministro
porfirista José Yves Limantour Marquet, quien logró entre otras cosas reducir
las deudas externa e interna al mínimo y mantener al peso mexicano con un
valor superior al del dólar estadunidense.

Así mismo la economía se fundamentó en dos vertientes principales:

1. La agropecuaria; representada por las grandes a haciendas


productoras.

2.   La industrial; enfocada en las industrias mineras, petroleras y textiles,


las que quedaban en manos principalmente de inversionistas extranjeros.

Capital extranjero. Dentro de los cambios económicos hubo una marcada


capitalización extranjera, atrayendo inversiones de bancos extranjeros
principalmente; pero también en rubros como la minería, la construcción de
ferrocarriles, la industria petrolera y las industrias textiles, siendo principalmente
inversionistas Estadounidenses, Ingleses y Holandeses en ramos petroleros,
Franceses e ingleses en los textiles y Estadounidenses y Alemanes en varias
industrias tanto químicas como metalúrgicas.

Impulso a la cultura. Durante el periodo del porfiriato se dio un gran impulso a


la cultura; además de impulsar la educación básica y media, se crearon más
espacios educativos superiores, así como se daban facilidades para que la
juventud porfiriana estudiara en el extranjero (principalmente en Francia,
España, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania).

De la misma manera se crearon museos, teatros, librerías y centros culturales,


además de centros de enseñanza especiales, para la enseñanza de artes tales
como música, pintura, escultura y arquitectura. Surgiendo durante este periodo
grandes músicos, cantantes y compositores de fama mundial, siendo famosas
piezas como algunos valses, así como música con hondas raíces populares.
Educación. Durante el porfiriato la educación en México tuvo un incremento
considerable, siendo promovida por el presidente Díaz y el secretario de
instrucción pública y bellas artes, Justo Sierra Méndez, quien promovió en 1891
se hiciera obligatoria la enseñanza laica y gratuita, de los 6 a los 12 años, lo
cual provocó una clara oposición de grupos conservadores que en su mayoría
eran terratenientes dueños de haciendas y empresarios. A pesar de los
esfuerzos gubernamentales por dar una educación a ese sector de la
población, fueron pocos los campesinos y obreros que sabían leer y escribir,
siendo dos motivos los principales para ello:

1.   Las duras y largas jornadas laborales, tras las cuales no les quedaba
tiempo.

2.  Los impedimentos que ejercían los grandes hacendados y


empresarios, quienes procuraban mantener a la población ignorante para
así poder manipularla.

La educación en el porfiriato estuvo fuertemente influenciada por el positivismo.


Además se crearon las primeras escuelas normales para profesoras.
Tendencia progresista. Durante el porfiriato tuvo auge una tendencia científica
tanto en los campos propios de la ciencia, como en una idealización de que ese
era el camino a seguir para el progreso de México; siendo apoyada esa
tendencia por el presidente Porfirio Díaz, llegándose incluso a formar un partido
al que se le llamó “los científicos”, cuyos miembros lograron formar gran parte
del gabinete. Es gracias a esta tendencia progresista que México comenzó a
tener grandes adelantos técnicos propios de aquella época, tales como la
iluminación eléctrica, el telégrafo, la introducción de ferrocarriles, y otros como
la introducción de ascensores en los edificios que comenzaron a ser de mayor
altura etc. Así como grandes avances educativos.
Desarrollo industrial. Gracias al impulso que le dieron los “científicos”, a las
nuevas técnicas, y a la capitalización extranjera y nacional, hubo un desarrollo
industrial muy marcado, en especial durante la última década del siglo XIX y la
primera del siglo XX.

Desigualdad social. El desarrollo económico, la educación y sus consecuentes


beneficios, no fueron iguales en las distintas capas de la sociedad, a pesar de
los esfuerzos encaminados para ello, principalmente a causas de poderes
fácticos que lo impedían, incrementando el descontento social; aunando a ello
los salarios reducidos, así como las largas jornadas de trabajo, los maltratos
por parte de los patrones a los obreros y peones, la sujeción de los campesinos
a las haciendas mediante deudas impagables a las tiendas de raya, la
desigualdad en los derechos y las vejaciones que sufría la población en
general, provocaron el surgimiento de movimientos campesinos y obreros
armados, que si bien en un principio fueron sofocados, fueron la simiente de la
revolución que posteriormente surgió, encabezada en un principio por Ignacio I
Madero y varios jefes militares, obreros y campesinos, bajo el lema de “sufragio
efectivo y no reelección” que acuñara el mismo Porfirio Díaz décadas antes,
iniciando así una lucha que durará hasta la década de los años veinte en
algunas zonas del país y provocando la muerte de casi un millón de seres
humanos, en una época en que el país tenía 15,2 millones de habitantes (en la
década de 1910).

Monumentos y urbanismo. Durante el porfiriato se crearon gran parte de las


obras arquitectónicas que en la actualidad adornan amplias zonas del país, en
especial en la capital de la república; ejemplo de ello son el Palacio de las
Bellas artes (el cual se retrasó en su construcción por la guerra revolucionaria),
la construcción del palacio legislativo)el actual monumento a la revolución), el
monumento a Juárez, varios arreglos al Castillo de Chapultepec, pero tal vez el
monumento más significativo del porfiriato es el Ángel de la Independencia,
construido para festejar el centenario de la independencia de México en 1910.

El periodo del porfiriato tuvo varios contrastes, tales como la búsqueda de la


paz y el orden y la represión y la injusticia entre otros; dejando una profunda
huella en el pueblo mexicano.
La historia de México es un enigma, y por esta razón es que debemos
aprender a leerla entrelíneas, estamos obligados a penetrar hasta lo más
hondo en las líneas historiográficas de nuestro país. Si bien es cierto
que Porfirio Díaz fue un hombre que estuvo aferrado al poder durante
cinco lustros, también es de suma importancia aclarar que es a este
presidente a quien le debemos la modernización de México a finales del
siglo XIX. Las líneas ferrocarrileras, las líneas telefónicas, de telégrafo,
las inversiones extranjeras en México, la siderurgia, la extracción
petrolera (que después nacionalizaría Cárdenas en 1938), la cultura, la
educación y el progreso económico son algunas de las muchas cosas
plausibles que se generaron durante los 35 años de gobierno
porfirista en México.
Durante el porfiriato existieron grandes boquetes sociales que sufrieron
las consecuencias de aquella filosofía de “orden, paz y progreso”
instaurada por el general Díaz.

Es bien sabido que, durante el porfiriato, gran parte de la población


mexicana era analfabeta y vivía en la marginación. Lo que los
historiadores y los izquierdistas mexicanos no le perdonan a Díaz fue la
fascinación por la cultura francesa, el arte extranjero, los lujos del
habitante del Castillo de Chapultepec y su apego a la tecnología
norteamericana (por ejemplo, su amistad con Thomas Alba Edison).
Mientras la pobreza se incrementaba, poco a poco, el presidente y la
clase social alta se daban la libertad de construir un teatro-ópera de pisos
de mármol para entretener a la nobleza porfiriana.

La vida de Porfirio Díaz


Porfirio Díaz nació en Oaxaca el 15 de septiembre de 1830. De origen
criollo, llevaba en las venas sangre mixteca. Fue el sexto de siete hijos.
Su padre manejaba negocios de extracción minera, fue coronel en el
ejército de Vicente Guerrero y, en 1808, se casó con María Petrona Mori
en la región de Ixtlán, Oaxaca.

Porfirio Díaz entró a la escuela a los 5 años. Aprendió a leer y a escribir.


El padrino de Díaz era un obispo de renombre en Oaxaca y le
recomendó a la señora Petrona que el joven Porfirio entrara al seminario
cuanto antes. Así fue, Porfirio Díaz (el cruel dictador) ingresó al
seminario Tridentino de Oaxaca. Aunque Dios nunca lo llamó para
compartir su palabra enfundado como sacerdote, ahí aprendió teología,
artes, latín, gramática, matemáticas, física, retórica, ontología, axiología y
lógica. Porfirio Díaz fue un muchacho brillante, se dedicó a impartir
clases de latín para ganarse unos cuantos pesos y así, poder ayudar en
el mesón que administraba su madre (luego de la muerte de su padre).

Porfirio Díaz daba clases de latín a Guadalupe Pérez, hijo del


reconocido licenciado Marcos Pérez, quien, al ver las aptitudes
de Porfirio, decidió presentárselo al entonces Gobernador Juárez. Fue
entonces (aunque sea una contradicción histórica) que Porfirio comenzó
a admirar a Marcos Pérez y a Benito Juárez. Ante la impresión que le
causó conocer al gobernador de Oaxaca, Porfirio cayó en cuenta de que
la carrera eclesiástica no era su verdadera vocación, así que renunció al
seminario y se inscribió en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca con
el objetivo de estudiar Leyes. Cuando su padrino se enteró de que había
dejado el seminario, le retiró el apoyo moral y económico. Porfirio se vio
obligado a trabajar en las calles de Oaxaca; fue un hombre polifacético,
se dedicó a todos los oficios (bolero, herrero, limpiador de armas,
carpintero, bibliotecario del Instituto), más adelante llegaría a impartir
cátedra en la facultad de Derecho en el Instituto de Ciencias y Artes de
Oaxaca, Benito Juárez sería su profesor de Derecho Civil y se convertiría
en un alumno ejemplar en la materia de Derecho Romano.

PUBLICIDAD

Después de la Revolución de Ayutla en contra de Antonio López de


Santa Anna, Porfirio Díaz ayudó al Licenciado Marcos Pérez a hacer
que Benito Juárez volviera del exilio que había decretado Santa Anna
después de una riña política. Porfirio votó en contra de Antonio López de
Santa Anna y, cuando éste se fue al exilio en Cuba, Juárez retomó su
labor como gobernador del estado de Oaxaca.

El primer cargo político que tomaría Díaz fue el de comisionado político


en la región de Ixtlán, durante el gobierno del Presidente provisional Juan
N. Álvarez. Tiempo después, durante la presidencia de Ignacio
Comonfort, Díaz le sería conferido el mando militar del Istmo de
Tehuantepec, este sería el primer cargo militar que conllevaría a una
carrera bien forjada.

Después de proclamar el Plan de La Noria contra Juárez en 1871


(acuñando la frase “Sufragio efectivo, no reelección”), Díaz llegó al poder
en 1876; después de la Reforma juarista y de derrocar a quien, en su
mocedad, veía como su ejemplo a seguir. Más tarde, siendo presidente,
se casó Carmelita Romero Rubio (de 17 años), ésta le enseñó a hablar
francés e inglés, lo instruyó en la cultura europea y norteamericana.

Lo cierto es que Porfirio Díaz siempre admiró a Benito Juárez; más allá


de ser oriundo del mismo estado de la República (uno zapoteco y el otro
mixteco) admiró la fortaleza de este personaje histórico para lograr la
reconstrucción del país por medio de la promulgación y reformación de
leyes. Díaz siempre presumió de ser un hombre fervientemente católico,
pero, al igual que Juárez, fue masón y hombre de mente libre. 

Porfirio Díaz es un personaje de oro que la Historia de México lo ha


hecho carbón. No se toman en cuenta los grandes logros realizados
durante su larga administración. México, desde la Nueva España, fue un
país cuya diversión y distracción se basaba únicamente en las plazas de
toros y en las fiestas del santo patrono; Porfirio Díaz, siendo un hombre
atlético, importó el deporte a nuestro país. Primero fueron los caballos,
creó el hipódromo más importante de México, el Jockey Club (La Casa
de los Azulejos, hoy Sanborns), después traería el cricket y,
posteriormente, los mineros ingleses promoverían el futbol soccer en
nuestro país. Los norteamericanos nos heredaron el gusto por el béisbol,
específicamente en el norte de México.

El porfiriato
Porfirio Díaz, de la mano de Justo Sierra, promovieron la educación
como un conducto para el desarrollo social, en un país con el 85 % de su
población analfabeta. Durante el porfiriato se apostó por la educación y
se lograron grandes avances en ese sector. Los “científicos”, así
denominados los políticos y funcionarios de Díaz, siguieron la filosofía de
“educar para el progreso y la unidad nacional” de forma plausible. La
educación en las zonas rurales se caracterizó por escuelas técnicas para
hombres y mujeres, en donde se les enseñaba a leer y disciplinas
sencillas que les servirían para laborar y hacer de aquellos “marginados”
mexicanos útiles y de bien para el país.
En cuestiones económicas, Díaz ha sido el único presidente mexicano en
lograr la paridad entre el peso y el dólar. Logró, junto a Ives Limantour,
que grandes inversionistas extranjeros trajeran sus empresas a nuestro
país. En el sector petrolero y siderúrgico, llegaron las compañías Shell
(de Inglaterra) y Standard Oil (de Estados Unidos). Se promovió la
minería para la extracción de oro y plata; México llegó a ser el país
número cinco en la exportación de dichos minerales a todo el mundo.
Unió a todo el país con más de diecinueve mil doscientos kilómetros de
vías de ferrocarril, pues un pueblo que no está conectado, es un pueblo
que no puede progresar. Los extranjeros veían a Porfirio Díaz como “el
Salvador de México”, también veían en el país azteca una gran
oportunidad para aprovechar los pastizales, los extensos campos y su
mano de obra baratísima (los salarios eran una bicoca en comparación
con lo que exigían los obreros en EE.UU.). Muchos economistas de la
época determinaron que la estabilidad económica brilló durante
el porfiriato, mientras que la estabilidad social se fue por los suelos. En
materia militar el general formó un Ejército Nacional bien equipado y
funcional.

La caída del porfiriato


En 1903 los hermanos Flores Magón comenzaron a conspirar en contra
del dictador. Se fundaron diarios clandestinos en donde se tachaba
a Díaz como un tirano déspota que tenía planeado morir en el trono.
Porfirio Díaz estaba enterado de estas conspiraciones, pero él siguió con
su labor de construir lo que los extranjeros llamaban “el París del
hemisferio de occidente”. Díaz transformó la Ciudad de México en una
ciudad moderna, limpia y, sobre todo, hermosa: arquitectos e ingenieros
europeos llegaron a nuestro país para construir La Castañeda (el primer
psiquiátrico de México construido en el marco de los festejos del
Centenario de la Independencia), la Oficina de Correos (estilo palacio
veneciano), la Ópera de la Ciudad de México estilo francés (Bellas
Artes), la Avenida Cinco de Mayo, la remodelación de la avenida principal
de México, Reforma, al más estilo Campos Elíseos (aquel sueño de
Maximiliano de Habsburgo). Díaz embelleció la ciudad para que el
mundo viera en ella una pequeña Europa y no un gran país de
Latinoamérica.
El error más grande que cometió Díaz fue no soltar las riendas del poder
cuando era tiempo de hacerlo. Pero así es la historia de México: siempre
será necesario crear villanos que pudieron ser héroes y héroes que
creímos villanos.

En un comienzo, Porfirio Díaz se manifestó en contra de que el poder se


concentrara en una sola persona y la reelección; la historia lo llevaría a
reelegirse innumerables ocasiones hasta 1910. A Díaz se le atribuye la
eliminación de la mayoría de sus adversarios y la persecución de quienes
ejercían la libertad de expresión.

“Poca política y mucha administración” era el lema de Porfirio Díaz quien


impuso, con mano dura, el orden para el buen funcionamiento del
gobierno. El uso de la fuerza pública fue fundamental para mantener a
raya a bandoleros y opositores, esto significó el desarrollo económico,
aunque desigual, entre la población, quien comenzó a caer en cuenta
que Díaz llevaba ya demasiado tiempo en el poder.

También podría gustarte