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3 Teatro
3 Teatro
Piel de mariposa
Jimena Eme Vázquez
El órgano más grande y más pesado del cuerpo humano es la piel. En los adultos mide
aproximadamente 2 2, pesa 5 kg
y tiene un grosor que va de los .5 a los 4 milímetros.
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Ésta es una historia de cción y permanecerá como tal hasta el n de los tiempos. Los
personajes y las situaciones aquí planteadas tienen prohibido intervenir la realidad.
PERSONAJES
Elisa
Guillermo
I.
ELISA: Creo que a todos nos pasa, que tenemos recuerdos que no estamos seguros de
haber vivido realmente. Suelen ser recuerdos bonitos. Lo bonito siempre es más difícil de
creer. Yo tengo uno. Tenía ocho años. Subimos a la camioneta, tomamos carretera y
llegamos al bosque. Solo nosotros tres, sin enfermera. Mis padres pusieron un mantel en el
pasto, destaparon una botella de vino y me dejaron ir a jugar sola. A veces me daban esos
para correr el riesgo y con ar en que no iba a pasarme nada. Explorar el mundo sola,
creerme fuerte. Invencible. La regla era ésa: si nadie me ve, soy invencible.
II.
GUILLERMO: Entonces es genético
ELISA: Sí
ELISA: No, ellos ni siquiera sabían que la portaban. Sólo estaba ahí y salió
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ELISA: Sí. Digo, todo me duele siempre, tampoco sería algo raro.
Silencio.
ELISA: ¿Para qué? No es algo que le ande contando a todo el mundo. Yo qué sabía que
ibas a venir
Silencio
ELISA: Irte y tener más cuidado con la gente que conoces por internet
GUILLERMO: No me hables como si fuera un pendejo. La que mintió fuiste tú. Supongo
que no eres programadora, ni tienes un gato, tampoco juegas voleibol en el club. No haces
GUILLERMO: ¿Y lo demás
GUILLERMO: ¡Lo estoy! El estado zen más cabrón del que soy capaz. ¿Has visto ese
programa? Donde dos tipos carean a parejas que se conocieron por internet. Casi siempre
ELISA: No es gracioso
GUILLERMO: Ya sé que no es gracioso ¿te parece que lo estoy diciendo para que te
diviertas
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.
ELISA: No
GUILLERMO: Sólo trato de ubicarme. De recordar que estas cosas pasan todo el tiempo y
ELISA: Yo sí soy yo
GUILLERMO: ¡Por supuesto que no! ¡Escondiste un detalle que te convierte en otra
persona! No eres ni la mitad de lo que dijiste. ¿Qué? ¿De verdad tanto miedo te da que me
acerque?
¡Quita esa cara! ¡No te voy a hacer nada, carajo! Ni siquiera tengo ganas de tocarte. ¡Ah,
ya sé! ¿Quieres que saque mi celular para que hablemos como hemos hablado todo este
tiempo? ¿Te sientes incómoda así? ¿No te gusta que te vea? Porque ¿sabes qué? No
estoy seguro de que a mí me guste verte. Yo estoy que me lleva un poquito la chingada.
y esas... manos tratando de alejarme. “No me toques” como si fuera a hacerte daño. Eso
me saca de quicio: que la gente cree que voy a hacerle daño. Y no, no ando por la vida
viendo a quién lastimo. Eso no me pasa tan seguido. Me descontrolé. No entendía nada.
Fue eso. Yo no sabía. Debiste decirme. No puedes hacerle eso a alguien, Elisa. No puedes
no decirle.
ELISA: Perdóname
GUILLERMO: Me engañaste
ELISA: No me..
ELISA: Yo quería..
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GUILLERMO: Respira
ELISA: Quería verte. Sólo quería que vinieras. No pensé en lo demás. Perdón. Y tampoco
sabía..
ELISA: Iba a confesártelo cuando mencionaste que ya tenías el boleto de avión. Te había
escrito un correo electrónico. Pero no pude enviarlo. Me dio miedo que no vinieras, que te
dieras cuenta de que todo era inútil, de que no iba a pasar nada de lo que habíamos
hablado. Anoche no dormí. Tenía el celular a un lado, lista para llamarte y decirte que lo
olvidaras todo. Tampoco pude. Tenía que verte. Quería que llegaras
ELISA: No es cierto.
ELISA: Yo también.
GUILLERMO: Perdóname por hablarte así. Por lo que pasó. Debí comportarme un poco
GUILLERMO: Pues no le veo el inconveniente a eso. Según yo, llevo meses recibiendo tus
abrazos. Escritos, claro. Supongo que dichos tendrán el mismo efecto. A ver, prueba. Dime
uno
III.
ELISA: Debajo, los huesos
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La voluntad intacta
Pr fuera soy como una serpiente que ha olvidado poner la piel nueva debajo de la vieja.
Eso soy.
IV.
GUILLERMO: Hola.
ELISA: Hola.
ELISA: Me mandó un mensaje directo un día. Así, de la nada. Sin que ocurriera algo
ELISA: A veces nado. En el club hay una alberca que contrato una vez al mes. Me gusta
porque el agua no duele. Es como si por una vez pudiera moverme al ritmo correcto y en el
entorno correcto. Supongo que si un día se inundara el mundo, podría sobrevivir sin
problemas. Respirar es lo de menos, ya me las arreglaría. Con tal de que no duela podría
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GUILLERMO: Todavía tengo las manos tapizadas de callos. Creo que no se van a
deshacer nunca. ¿Cuál es tu nombre de persona, @mujerdecartago
ELISA: Elisa.
ELISA: El nombre me lo escogió mi padre. A él siempre le gustaron los barcos, las historias
de amor y las reinas que sabían cortar pieles de buey. Me puso el nombre de una reina
que se ganó sus tierras a costa de una piel. Mi padre me adoraba, me consta. Pero a
veces me da por pensar que me puso este nombre para burlarse de mí.
Mis padres fueron de ésos que se casaron por amor. Él era griego: trajo sus genes de una
península al otro lado del océano. El amor a veces carga ese tipo de trampas. El amor
provoca que se unan dos genes recesivos que no debieron juntarse, que estaban bien en
V.
ELISA: ¿Por qué me hablaste? Un día me pusiste “Hola” y ahora estás aquí, en mi casa.
GUILLERMO: Te morías por preguntarme eso, ¿verdad? Estaba aburrido. Tus tuits me
gustaban
ELISA: ¿Aburrido
ELISA: Ño
ELISA: Al principio no
GUILLERMO: ¿Y ahora
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ELISA: Te di mi dirección. Yo nunca daba ese tipo de información a nadie. O a veces sí,
pero mentía. Contigo, por primera vez en mucho tiempo, dije algunas verdades
GUILLERMO: “Algunas”
GUILLERMO: Para los dos fue difícil. En realidad yo también tenía un poco de miedo.
Temía que algo me sacara de control. No me voy a cansar de pedirte perdón. Pero es
GUILLERMO: Sí.
Nadie habla.
GUILLERMO: Bueno, se hace tarde y todavía tengo que buscar un hotel. Traigo el nombre
de uno que está aquí cerca, como a diez minutos según google maps. Mira. Espero que no
sea de mala muerte ¿Sabes si es de mala muerte? ¿No? No te culpo: uno pocas veces
sabe cómo son los hoteles de la ciudad donde vive. A menos que sean muy característicos,
que se hayan incendiado, que hayan encontrado un cadáver. Con que éste no tenga un
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historial delictivo, me conformo. Y si no lo conoces, pues supongo que es una buena señal.
ELISA: Quédate
GUILLERMO: ¿Aquí
ELISA: Hay dos cuartos vacíos. Uno es el que era de mi madre, el otro es el de las visitas.
Y ya te imaginarás que no tengo muchas visitas. Ni siquiera las tenía cuando vivía mi
madre.
GUILLERMO: Gracias
GUILLERMO: Bien
Guillermo se acerca
GUILLERMO: Tantas cosas que platicamos y tú sólo te acuerdas de que tengo callos por el
remo
ELISA: No seas tonto, me acuerdo de todo, sólo que tus manos me daban mucha
GUILLERMO: ¿Puedes?
GUILLERMO: Lo siento
Elisa lo toca.
GUILLERMO: Sí
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ELISA: ¿Qué
GUILLERMO: Tocarnos
ELISA: Así
GUILLERMO: Así
VI.
ELISA: A mi padre siempre le pareció importante que yo supiera nombrar lo que tenía:
Epidermolisis bullosa. No todas las niñas saben decir esa clase de palabras a los dos
Lo único bueno de tener la piel nita era estar emparentada con las mariposas.
De niña me gustaba imaginarme parada sobre unas ores blancas, con unas enormes alas
Porque eres un angelito, me decía mi padre. Él nunca fue religioso, pero por mí era capaz
Cuando crecí y la teoría del angelito no me bastaba, me contaron que mi ADN tenía un
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error, que había decodi cado mal una proteína y que mi piel era incapaz de mantenerse
unida al resto del cuerpo. Que era una enfermedad hereditaria. Que mis dos padres eran
convertirme en portadora, como mis padres, y otro 25% de no tener absolutamente nada.
VII.
ELISA: Murió hace año y medio
GUILLERMO: Lo lamento
ELISA: Yo también lo lamenté. Sobre todo porque fue muy rápido. Le dio un cáncer
sentía terrible porque nunca la pude ayudar en nada. Una de mis enfermeras dejó de
mueble
ELISA: No, como un mueble no. Al menos en un mueble puedes poner cosas. Era más
como un fantasma. Estaba sufriendo mucho, los médicos decían que tenía mucho dolor y
se notaba. Pero se resistía a morir, no quería irse. Una noche le pedí a la enfermera que
nos dejara solas. Le había puesto una inyección de mor na, pero mi madre, necia,
GUILLERMO: Vigilarte
ELISA: Para ver cuántas heridas tenía, para ver si me habían puesto vendas limpias.
Cuando ella y mi padre supieron de mi enfermedad, asumieron que tendrían que cuidarme
toda la vida; supongo que ella sentía cierta clase de culpa por dejarme. Mamá, yo voy a
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estar bien. Ese dolor que sientes ahorita es el que yo he sentido toda mi vida. Para mí es
normal. Pero tú no tienes por qué soportarlo. No quiero que tú vivas así. Ya vete, mamita.
Ya vete. De verdad, te juro que yo puedo hacerme cargo. Ve con papá. Y cerró los ojos.
GUILLERMO: ¿Tres
ELISA: Sí, tres. Me da miedo que se harten de mí, por eso son tres enfermeras: para que
no se cansen, para que ninguna tenga que verme todos los días. Miriam es como una
segunda madre, está conmigo desde que cumplí once. Ella sí viene todos los días aunque
sea un rato, a hacerme compañía. Ahorita está de vacaciones porque no sabe nada de ti.
Le regalé un tour en estas fechas para que no estuviera. Es que no sabía cómo explicarle.
Las enfermeras sí saben, sobre todo Jessica. ¿Te estoy incomodando? Siento que estoy
hablando mucho
GUILLERMO: No me molesta
ELISA: Creo que te debo esas explicaciones. Pero no te preocupes, en cuanto te tengas
GUILLERMO: No sé si tienes trabajo, pero si lo tienes, con con anza, hazlo. No quiero que
te detengas por mí
correrme de los trabajos, así que no tenemos que preocuparnos por eso. Podríamos salir a
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GUILLERMO: ¿Sí
ELISA: Soy una persona normal, Guille. Tengo vendado el 70% de mi cuerpo, pero te juro
GUILLERMO: Ok.
ELISA: Yo manejo.
VIII
GUILLERMO: Elisa pidió un algodón de azúcar. Yo, un helado de café. Nos sentamos en
una mesa donde no daba tanto el sol. Hablamos de tuíter, de nuestros trabajos. Tratamos
de llevar una conversación normal. Ella se veía más cómoda que yo. Y creo que se notó
porque me preguntó varias veces si quería ir a otro lado. Yo contestaba que no porque me
parecía grosero. Tenía que hacer como si no pasara nada, como si la gente no volteara a
vernos todo el tiempo, o como si no me diera cuenta de que lo hacían. A ella, la veían a
ella. Y luego a mí, como tratando de explicarse qué había pasado, qué relación tenía yo
Ella me lo había advertido. Pero no creí que el acoso fuera tanto. Una de las chicas de la
heladería se acercó tres veces a preguntarnos si todo estaba bien. La tercera vez que fue,
Elisa le gritó que todo estaría mejor si la dejara en paz y le aventó lo que quedaba de mi
helado. Temí que la chica llamara a la policía. Nos fuimos de ahí. Elisa no paraba de reírse.
Caminamos un rato y el cuento era el mismo en todos lados; las personas que veían a
Elisa le daban un codazo a las que no para que no se perdieran el espectáculo. Y luego
tenido un accidente. Y a todo esto ¿A ellos qué diablos les importaba? Aun si estuviera
quemada, si fuera cualquier otra cosa ¿por qué tenían que especular
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IX
GUILLERMO: No me diga.
ELISA: Y los machetes son mis favoritos. El otro día que intenté malabarear seis (nunca
había intentado con seis) los estaba controlando en el aire, con mucho trabajo, cuando se
ELISA: Absolutamente. Pero tengo buenos re ejos y me alcancé a quitar. ¡Zum! ¡Zum!
¡Zum! Los esquivé todos con una agilidad de felino: impresionante. Si me hubiera visto un
cazador de talentos, ya estaría lmando películas de acción. Pero bueno, el sexto machete
ya no lo pude esquivar bien y por eso me hizo esta heridita. Y esta ampolla de acá es
porque los jueves soy bombera voluntaria y la semana pasada me tocó bajar a un gatito de
un árbol.
GUILLERMO: ¿Pitbulls?
GUILLERMO: No se preocupe.
ELISA: Y pues mis perros estaban jugando conmigo y me hicieron dos que tres cariñitos un
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tanto bruscos, ya lo ve
ELISA: ¡No! las piernas las tengo heridas de un día que fui a la planta nuclear y había un...
Bebito jugando por ahí... Si algún día tiene hijos prométame que no los va a descuidar en
GUILLERMO: Lo prometo
ELISA: Bueno, en esta sí había. Una barbaridad, no sabe. El bebito empezó a llorar y yo
GUILlERMO: ¿Nadó
ELISA: No, era un contenedor bajito. Me llegaba a los muslos, por eso nada más las traigo
GUILLERMO: ¡Claro
ELISA: Y acá..
ELISA: No. Cuando era chiquita lo explicaba más. Me ayudaba a rea rmarme. Decir algo
que te cuesta aceptar siempre ayuda. Pero con los años me cansé. Por eso ahora no
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ELISA: No negaré que cuando paso mis fotos por el Photoshop, quedo bastante conforme.
GUILLERMO: Créeme
ELISA: Te mentí
habías hecho reír así antes. Llevamos casi un año escribiéndonos. Lo del helado ni
GUILLERMO: No
ELISA: Mucho
GUILLERMO: Antes de venir revisé el chat. Hace cinco meses que lo insinuamos por
primera vez
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ELISA: Me gustaba platicar así contigo. Nunca había lamentado tanto que alguien no me
pudiera tocar
mandabas esos mensajitos al trabajo. La primera vez que hablamos de esas cosas fue
ELISA: Mira, tres meses no me pelaste porque sólo nos íbamos a agarrar la manita, pero
GUILLERMO: Coincidió
Nadie habla
ELISA: Te morías por preguntarme eso, ¿verdad? Son mías. Con photoshop, pero sí son
mías.
GUILLERMO: ¡No!
ELISA: Se hizo tanto del rogar... Ella era partidaria de que te dijera lo de mi enfermedad
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ELISA: Me han prohibido cosas toda la vida, tengo que rebelarme de vez en cuando.
X
ELISA: Un par de años antes de morir, mi madre entró a una clase de baile para señoras.
Cada miércoles y cada viernes me dejaba en casa y se iba. A mí me gustaba que fuera
porque se veía liberada. Desde que mi padre murió que no la veía tan contenta
Una vez encontré en la cocina un volante donde se anunciaba una de sus presentaciones.
Había sido dos semanas antes. ¿Por qué no me invitaste?, le pregunté. Y me dijo entre
risas que le daba pena, que yo no tenía por qué ir a ver cómo hacía el ridículo.
No sé si tuvo más presentaciones después. Es probable que sí. Sólo me consta que siguió
Al funeral fue un montón de gente que la quería. Todos tomaban mi mano con delicadeza y
Por cómo hablaban de ella, me daba la impresión de que mi madre los había querido más
a todos ellos que a mí. Ya estaba obligada a cuidarme, quizá era demasiado pedir que
encima de todo me quisiera. Que me respetaba no lo niego, cumplió con su parte hasta el
Miriam fue la encargada de avisarles a todos los conocidos. Les habló también a las
compañeras de la clase de baile. Tres llegaron juntas. Le preguntaron a alguien que quién
“Mi niña”, me dijo una señora grande antes de azotarme con su abrazo. Todos contuvieron
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estaban las otras. Yo empecé a llorar. Llevaba rato llorando de tristeza, pero en ese
Así que te callaste, estúpida. Así que decidiste que por una vez en tu vida yo no debía
molestarte. Les dijiste que sí, que tenías una hija, que era mayor y vivía sola. Que la veías
los nes de semana. Que estaba muy ocupada. Que era muy independiente, muy fuerte.
Perfectamente normal. Como cualquiera. Te morías de ganas por decirle eso a alguien. Te
Acabas de lograr que me valga bien poco tu respeto y que te recuerde el resto de mi vida
XI
GUILLERMO: La enfermera le llamó: que tenía algo urgente, que no iba a poder ir. No era
la primera vez que pasaba. Elisa dijo que le llamaría a Jessica, que eso era lo bueno de
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ELISA: Tienes que ayudarme a quitar las vendas, luego pones la pomada y después las
vendas limpias
Pero cuando llegó la hora, apenas y podía pasar saliva. Toda ella estaba cubierta por
vendas. En el día no se notaba por la ropa. Cuando la vi así me pude imaginar cuánto le
dolía. Quité las vendas de los brazos y dejé al descubierto una piel rojiza. Parecía que
GUILLERMO: Luego le quité las de las piernas. En el muslo derecho tenía una ampolla
muy grande
ELISA: Sí
GUILLERMO: Cada segundo Elisa estaba más callada. Se le notaban los nervios. Y a mí
también, supongo
Cuando puse mis dedos en sus muslos, fue inevitable: los acerqué lentamente. Quería
tocarla. Necesitaba tocarla. La miré como rogándole que me detuviera y ella no hizo nada.
Ni siquiera mirarme. Tenía la vista puesta en otro lado pero toda su atención estaba en mis
apenas rozando sus labios. Me vi bajándome los pantalones, jalándola hacia mí,
abrazándola...
ELISA: Me duele
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Perdón
Fui al baño. Me miré al espejo y respiré profundo. Conté hasta veinte y dije todos los títulos
GUILLERMO: Perdóname
GUILLERMO: No
ELISA: Vamos, tú no tienes la culpa de que yo sea un fenómeno. Hazlo. Termina. Quiero
Se bajó los pantalones frente a mí. Su ropa interior ya tenía una mancha. ¿Por qué a mí?,
pregunté para mis adentros, así como le preguntaba a mi madre cuando tenía tres años
XII
GUILLERMO: Hay una frontera. Mientras te mantengas del lado socialmente aceptable, no
importa. La gente te ve como una persona apasionada que se toma la vida demasiado en
Y vives así, en el borde, hasta que un día te vas a pasear del otro lado. Cruzas. Y una vez
Ese día no se olvida nunca. Aparece cada tanto, cuando cierras los ojos. Ese día se te
pudo haber reventado una arteria: todas las venas estaban a tope. Y el corazón latiendo
como si tuviera que bañar en sangre al mundo entero. Ese día gritaste, ese día rompiste
cosas. Personas. Ese día la realidad te voltea. Te saca. Te lo tomaste demasiado en serio y
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Crucé la frontera cuando el papá de Fernanda se paró frente a mí y me dijo que no había
nada que hacer, que iban a donar sus órganos. Yo le pedí que me dejara entrar a verla, le
Me dijo que no. Que el doctor había dejado entrar solamente a una persona y que iba a
entrar la madre. Quiero entrar yo. Que no, Guillermo, no insistas. Será mejor que te vayas,
visto, me habría odiado. Y si hubiera visto lo que hice después, me habría matado. Creo
que le di solamente cuatro o cinco golpes, pero eso bastó para romperle la nariz y la
mandíbula. Quizá le di más golpes, no sé. Sólo recuerdo la rabia y su sangre en mis
Dicen que yo estaba enfermo desde antes, que por eso era así, que por eso me lo tomaba
Yo no lo creo
Crucé la frontera porque ya no había nadie que me retuviera del otro lado.
XIII
ELISA: Nunca fui muy buena para relacionarme con la gente. Hay algo que los rechaza,
algo que va más allá del tacto. Quizá si no estuviera enferma no sería muy distinto. No lo
podemos saber
Desde los dieciséis empecé a enamorarme por internet, a decir que tenía unos senos
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enormes, unas caderas de diosa africana. Tuve relaciones con hombres, mujeres y
empezaba en la pantalla del otro y que terminaba en la mía. Es fácil escribir de amor
Supongo que también pasa en la clase de amor de los que se tocan: un día llega alguien
Y entonces un día él dijo que iba a comprar un boleto de avión para venir a visitarme, que
El día que iba a llegar estuve muy nerviosa. Nunca había estado así de nerviosa
Volvió a tocar
Abrí
Me tragué la emoción de verlo y sólo alcancé a decirle: Será mejor que te vayas. No puedo
dejarte entrar. Tengo una enfermedad, nunca te lo mencioné. No puedes tocarme. Será
Yo grité también. Estaba asustada. Las personas saben que no deben ser violentas cuando
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GUILLERMO: Todo está bien, o cial. Estoy enfermo, es eso. No me había tomado la
XIV
GUILLERMO: Perdóname. A veces... Tomo medicamentos, pero...
ELISA: No te preocupes
ELISA: No
ELISA: Sí.
GUILLERMO: Tengo una estrategia. Si eres una persona de arranques, hay que tener una
estrategia. Cuando sentimos que nos vamos a desbordar pensamos una frase o una serie
de imágenes. Depende. Hay quienes cantan una canción. Para calmarse. Yo digo títulos.
De lo que sea: canciones, películas, novelas. Me ayuda pensar en eso porque cada título
me distrae. Y me calmo.
ELISA: Entiendo.
GUILLERMO: Casi siempre lo controlo, perdón. Debe ser que estoy cansado por el viaje.
Hace mucho que no pasaba. Años. Sí, creo que como cuatro años. De verdad te pido una
disculpa.
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ELISA: Tengo una enfermedad genética que se llama Epidermolisis Bullosa. Nací con ella,
me voy a morir con ella porque no tiene cura, y es algo de lo que nunca hablo en mis redes
sociales.
ELISA: Sí
ELISA: No, ellos ni siquiera sabían que la portaban. Sólo estaba ahí y salió
ELISA: Sí. Digo, todo me duele siempre, tampoco sería algo raro.
XV
ELISA: Me baño una vez a la semana. En tina porque el golpe del agua desde la regadera
me ayuda a secarme. Tenemos toallas caras y suaves. Aún así, cualquier movimiento en
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Dos veces a la semana hay curación general, que es diferente a las curaciones diarias
Pinzas. Crema hidratante. Crema desincrustante por si hay alguna costra. Crema especial
para las zonas afectadas. Gasas con vaselina para que no se peguen. Vendas. Cinta
Con los años, esta maldita fragilidad me ha llegado a las articulaciones. Primero en los
dedos. Yo solía tener dedos. De niña tuve unos dedos casi normales pero se me fueron
acabando. Puedo teclear en la computadora, abrir las puertas, agarrar algunas cosas.
Tengo mis mañas. Y podría ser peor. Podría tener auténticos muñones. Lo bueno de tener
unos padres con dinero y con toda la disposición para procurarme una vida normal, fue que
He sabido de casos donde la fragilidad les llega al esófago, y cada cierto tiempo se
despiertan con la sorpresa de que no pueden comer, de que tienen una ampolla y que hay
que usar la sonda. Una ampolla porque sí, porque les lastima hasta el aire cuando pasa
por su garganta. A mí sólo me molestan los intestinos. A veces. Como mucha bra. Es
difícil. Con las curaciones controlo la parte de afuera, pero lo de adentro no avisa. Sólo un
día descubres que duele un poco más de lo normal y que hay que tomar otra pastilla.
No me da nostalgia. He vivido así toda mi vida. No puedo entender que alguien viva sin
Que esta sea la única forma de vida que conozco no signi ca que me guste
Quienes no tienen brazos y piernas no necesitan enfermeras que los estén curando todo el
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día. Se pueden arrastrar por el piso, les pueden dar abrazos, pueden golpearse
Viven en el mundo. Pueden tocar el mundo. El hecho de que toquen una pared con el
muñón no signi ca que el muñón se les vaya a desprender. Las partes que les faltan son
las de nitivas, no son como yo, que me rompo todo el tiempo. De a poco. Célula por célula.
Porque nadie les dijo que debían mantenerse unidas. Nadie les enseñó
Cierro los ojos, trato de no escuchar nada, me aíslo por completo. Pero hay algo que no se
va. Sigue doliendo. Como si fuera un zumbido. Yo tal vez no lo noto, tal vez me he
acostumbrado, pero si alguien pudiera habitar mi cuerpo por cinco segundos, lloraría.
XVI
GUILLERMO: ¿Quieres que me vaya
ELISA: No
ELISA: No.
ELISA: Yo te lo pedí
ELISA: Me gustó
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GUILLERMO: Ya.
GUILLERMO: Lo sé
GUILLERMO: Sí, Elisa. No es divertido para ti, ni para mí. Dijimos muchas cosas antes de
ELISA: Ya lo sé
ELISA: Yo también
GUILLERMO: Me pareces muy inteligente y me gustas mucho. Pero debo reconocer que
GUILLERMO: Mucho
GUILLERMO: No insistas
GUILLERMO: ¡No!
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GUILLERMO: Cállate
GUILLERMO: No podría
ELISA: ¡Por Dios, Guillermo! Vi cómo te excitabas con mis piernas llenas de ampollas.
ELISA: Tú quieres hacerlo, yo quiero que lo hagas. ¿Podemos hacer que mi piel importe
Nadie habla
ELISA: De acuerdo.
XVII
GUILERMO: No pude
Ella me pidió que dejara encendida la luz del baño para que la iluminación fuera tenue.
Creo que no lo hizo con nes románticos, era más bien para que no le viera las heridas.
Porque una cosa es verle las heridas cuando la estoy curando y otra muy diferente es
Me concentré en la forma de sus piernas sin hacer caso a las heridas y me quité la ropa.
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Ella empezó a decirme cosas como las que nos habíamos escrito los meses pasados.
Resultaba más sencillo reaccionar a sus palabras cuando solamente las leía. Ahora se
notaba que no tenía idea de lo que estaba diciendo. Y su imagen ahí lo hacía todo más
difícil.
En la tarde había podido. Cuando la curé, quitarle las vendas habría bastado para
Y ahora nada
Ella se acercó y ofreció ayudarme. Empezó a frotarme con sus manos y lo único que sentí
fue lástima. Seguramente ella se estaba lastimando, seguramente ya tenía las manos al
Lo logré. Me acerqué a acriciarla, con esa caricia al aire que hay que emplear con ella,
apenas rozándola
Ella gimió
XVIII
ELISA: A los pocos minutos, escuché cómo se abría y se cerraba la puerta de la casa.
ELISA: Supe que no iba a volver esa noche. Le llamé a Jessica y le pedí que fuera de
urgencia: no me podía quedar así, era demasiado peligroso. Llegó una hora más tarde. Me
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miró con pena. No deberías hacer eso, me dijo, me prometiste que no iban a hacer cosas
Te voy a pagar el triple por haber venido, pero no seas tonta y ya no me digas nada
¿Usted solo
¿Qué me sugiere
Y me llevó a una calle donde podía levantar a una muchacha guapa y medianamente
limpia.
GUILLERMO: Pasé quince minutos tocándola. Le pasé los dedos por todos lados, le mordí
el cuello, le arañé la espalda. Cuando terminé de tocarla, fui por el dinero y le pagué
ELISA: Si no hubiera dejado todas sus cosas, habría creído que nunca iba a volver.
ELISA: Tocaron la puerta a las siete y media de la mañana y supe que era él
GUILLERMO: Abrió y me pasé sin decir una sola palabra y me quité la ropa
ELISA: ¿Qué te pasa, idiota? ¿Por qué crees que puedes regresar así, como si nada,
volvía loco de nuevo, yo quería gritarle, y esa, al parecer, era mi única oportunidad para
hacerlo
¿Qué haces
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ELISA: Sí
GUILLERMO: Le quité sólo las que estorbaban. Con cuidado. No la quería lastimar. Me
GUILLERMO: Luego de besarla le abrí las piernas y la besé también entre las piernas.
ELISA: Eso. Justo eso no duele. Te quiero... Y lo que no me había dolido tres segundos
ELISA: Si grito no me hagas caso. Tú sigue. Tú llega hasta donde quieras. Un día te lo voy
a agradecer
GUILLERMO: Elisa no dejaba de gemir. Quise pensar que no era por el dolor. Le hice
embestido a la puta de la noche anterior. Ahí fue donde me pidió que parara. No le hice
caso. Un día me lo vas a agradecer, Elisa. La abracé y le arañé la espalda, las piernas. La
sujeté fuerte de la cadera mientras me metía en ella hasta el fondo. Más fuerte. Le dije que
estaba muy rica, pero creo que ella no me escuchó. Le quité el cabello de la cara y le di un
beso. Le mordí los labios porque ya estaba muy caliente. Empecé a sentir las venas a tope
de sangre, las arterias a punto de estallar. Dejó de importarme todo. Solo estábamos ella y
yo, tratando de traspasarla de tanto que la quería. La abracé más fuerte, le pegué en las
piernas. Ya casi, Elisa, ya casi. ¿Te gusta, mariposa? Te quiero, creo que te quiero.
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¿Estás viva
Voy a irme, Elisa. Voy a llamar una ambulancia y luego voy a irme. Cuando llegue la
ambulancia yo ya no voy a estar aquí. No quiero ver lo que te hice. Espero que sea cierto
lo que dijiste antes y que un día me lo agradezcas. Gracias por todo y perdón. Ojalá no te
XIX
ELISA: ...Subimos a la camioneta, tomamos carretera y llegamos al bosque. Solo nosotros
tres, sin enfermera. Mis padres pusieron un mantel en el pasto, destaparon una botella de
vino, y me dejaron ir a jugar sola. A veces me daban esos momentos de libertad: todos
necesitábamos esos momentos de libertad. Veinte minutos para correr el riesgo y con ar
en que no iba a pasarme nada. Explorar el mundo sola, creerme fuerte. Invencible. La
No, mamá
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Gonzalo Ladines
Recursos Adicionales
Una mariposa. Apareció una mariposa. Supuse que había llegado hipnotizada por el blanco
de las ores, igual que yo. Se quedó ahí un rato. Yo la miraba, inmóvil. No quería que se
De entre todo mi brazo envuelto en vendas, encontró el hueco donde estaba mi piel
Nos saludamos
Ella no me lastimaba. Ni yo a ella. Éramos los únicos seres sobre la tierra que podían
fastidiaba hasta el límite que mi piel estuviera prohibida para el mundo; ese día aprendería
oscuro
©Copyright: Jimena Eme Vázquez
DOMESTIKA.OR
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