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La Biblia no habla del Halloween —conocido también como Noche de Brujas—, una fiesta muy popular que se celebra
todos los años el 31 de octubre. Ahora bien, tanto los orígenes como las tradiciones de esta fiesta están en contra de
lo que enseña la Biblia.
Disfrazarse e ir por las casas pidiendo dulces (trick or treat). Según explica cierto libro, “los pueblos celtas […] se
disfrazaban de monstruos para pasar desapercibidos ante los seres malignos” que andaban sueltos por la Tierra. A
estos espíritus también se les ofrecían dulces para apaciguarlos. En la Europa medieval, la Iglesia católica adoptó
muchas costumbres paganas y animó a los fieles a disfrazarse esa noche e ir por las casas pidiendo pequeños
regalos a cambio de una oración por los difuntos.
Las calabazas de Halloween (jack-o’-lanterns). Durante la Edad Media, los británicos “solían ir casa por casa
pidiendo comida a cambio de una oración a favor de algún difunto”. Llevaban “faroles que consistían en nabos
ahuecados con una vela dentro que representaba el alma atrapada en el purgatorio” (Halloween—From Pagan
Ritual to Party Night). Algunos especialistas afirman que esos faroles se usaban para espantar a los malos espíritus.
Ya en el siglo diecinueve, en América del Norte se sustituyeron los nabos por calabazas, pues eran más fáciles de
conseguir, ahuecar y tallar.