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Asignacion 3, Modulo I.
Asignacion 3, Modulo I.
CI 18092357
Asignación 3, Modulo I.
En 1999 un juicio legal que incluyó una receta mal escrita culminó en
condena contra el médico que no la escribió con claridad y el farmacéutico que
la interpretó de modo erróneo y que no dudó de la dosis. El medicamento en
litigio fue Isordil® (dinitrato de isosorbide) y en lugar se administró Plendil®
(felodipina). El enfermo sufrió un infarto de miocardio y murió días después
(Goodman y Gilman, 2001).
Mediados del 2021, en plena pandemia por COVID-19 y los estragos que
esta causaba¸ una oleada de pasantes de la universidad Santa María, con más
de un año fuera de las aulas, viendo clases on-line; son enviados a una
reconocida cadena de farmacias en el país. Aquel muchacho por vez primera
se enfrentaba a un mostrador, y desde ese mismo momento se enfrentaba
contra aquello que todavía lo persigue como el peligro a Odiseo; como
distinguir en aquel récipe si se trataba de una amilorida o una amiodarona,
nifedipina o nimodipina; si de verdad era sildenafil el de aquella señora de unos
80 años (el que entendió, entendió jajaja). Cuando se topó con aquella rubia de
infarto con quien quería entablar una conversación pero que no podía, porque
le habían extraído las cordales, a duras penas la despampanante podía emitir
sonidos guturales, así que toco ver el récipe y verificar que se trataba del
antiinflamatorio más común y el antibiótico más recurrente para esta situación
ibuprofeno y amoxicilina respectivamente; la catira siguió asistiendo a la
farmacia, sana y más bella que nunca, el pasante acertó en la lectura… del
récipe.
De lo que se dispone en este ensayo que son tres hojas, se pudiera hacer
una tesis de grado con esta temática, la cual es el pan de cada día en la
farmacia; pero como aquella vez observó en un estado de wasap, que le gustó
tanto que lo guardó en la galería del teléfono, “En medicina es preferible
reconocer que no se sabe y ruborizarse, que tomar una decisión equivocada y
ponerse pálido. “Primun non nocere”. Hipócrates. Mejor un ego dolido que la
salud dañada.
Asunto con especial mención, los psicotrópicos, estos pueden estar escritos
en caligrafía palmer, incluso a computadora, pero basta con que la receta esté
una semana vencida, que le falte la firma del médico, el sello profesional o de
la institución hospitalaria, incluso una mínima tachadura o enmienda anula el
documento; luego de esto hace falta tener la persuasión de un moderador de
tele comerciales para convencer al ya desesperado paciente que cursa con
esta clase de patologías que no se le puede dispensar el medicamento, porque
su receta no cumple con los requisitos legales que deben tener esta clase de
medicinas.
Va más allá; después que se han pasado por todos los filtros posibles el
sempiterno tema de las farmacias, Genéricos vs. Originales; resulta que
después de la ardua labor de leer Motrin®, Amaryl®, Alpram®, Brugesic®,
Cataflan®, Viavox®, Topamax®, Aspirina®, toca ofrecer al paciente la
alternativa genérica de esta clase de marcas comerciales de medicamentos,
que por diversos motivos que trascienden a este ensayo, ya no se encuentran
en el país; el paciente te encara y te manifiesta que lo que ofreces no es lo que
dice la receta, que quieres meterle gato por liebre, le explicas y googleas en la
PC para convencerlo, muchas veces no es suficiente, hasta que toca la última
alternativa hacer que el paciente tome una foto al medicamento para que este
la envíe por wasap a su médico y este último le confirme que en efecto lo que
se le ofrece es el mismo principio activo de la forma comercial.