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Alexis Yánez

CI 18092357

Asignación 3, Modulo I.

Componente Docente Formación Multimodal UNEFA-SUAF.

¿Quién entiende a los Médicos?

Crónica de un lenguaje mixto y contextualizado

En 1999 un juicio legal que incluyó una receta mal escrita culminó en
condena contra el médico que no la escribió con claridad y el farmacéutico que
la interpretó de modo erróneo y que no dudó de la dosis. El medicamento en
litigio fue Isordil® (dinitrato de isosorbide) y en lugar se administró Plendil®
(felodipina). El enfermo sufrió un infarto de miocardio y murió días después
(Goodman y Gilman, 2001).

La deficiencia caligráfica agravará la posibilidad de que surjan errores


lesivos, los cuales son consecuencias de un sistema de por si peligroso por
utilizar numerosas abreviaturas superpuestas y semejantes, nombres con
redacción y pronunciación homónimos y sistemas de medición y numeración
arcaicos. Además de imponer a los pacientes peligros como consecuencia de
la redacción ilegible o casi ilegible, se desperdician tiempo y recursos al
descifrar los significados, a partir de “pistas” en la receta o localizar al médico
desconocido cuya firme es ilegible, para así esclarecer sus órdenes (Winslow y
col., 1997).

Aquel timorato pasante

Mediados del 2021, en plena pandemia por COVID-19 y los estragos que
esta causaba¸ una oleada de pasantes de la universidad Santa María, con más
de un año fuera de las aulas, viendo clases on-line; son enviados a una
reconocida cadena de farmacias en el país. Aquel muchacho por vez primera
se enfrentaba a un mostrador, y desde ese mismo momento se enfrentaba
contra aquello que todavía lo persigue como el peligro a Odiseo; como
distinguir en aquel récipe si se trataba de una amilorida o una amiodarona,
nifedipina o nimodipina; si de verdad era sildenafil el de aquella señora de unos
80 años (el que entendió, entendió jajaja). Cuando se topó con aquella rubia de
infarto con quien quería entablar una conversación pero que no podía, porque
le habían extraído las cordales, a duras penas la despampanante podía emitir
sonidos guturales, así que toco ver el récipe y verificar que se trataba del
antiinflamatorio más común y el antibiótico más recurrente para esta situación
ibuprofeno y amoxicilina respectivamente; la catira siguió asistiendo a la
farmacia, sana y más bella que nunca, el pasante acertó en la lectura… del
récipe.

¡Bingo! Descifró aquello que parecía más el calendario maya o los


pergaminos del mar Muerto que una receta médica, pero ahora viene el Código
da Vinci, descifrar las indicaciones, el paciente te dice que entre doctores se
entienden y confía en el que está detrás del mostrador más que en el hecho de
que el sol alumbra; pero en el medio del tumulto de la hora pico en la farmacia
el pasante recurría a la bruja, mejor dicho a la regente del establecimiento para
ver que decía el papel, y en medio de la duda la doctora decía que no se
trataba de fármacos, sino de exámenes médicos.

De lo que se dispone en este ensayo que son tres hojas, se pudiera hacer
una tesis de grado con esta temática, la cual es el pan de cada día en la
farmacia; pero como aquella vez observó en un estado de wasap, que le gustó
tanto que lo guardó en la galería del teléfono, “En medicina es preferible
reconocer que no se sabe y ruborizarse, que tomar una decisión equivocada y
ponerse pálido. “Primun non nocere”. Hipócrates. Mejor un ego dolido que la
salud dañada.

Asunto con especial mención, los psicotrópicos, estos pueden estar escritos
en caligrafía palmer, incluso a computadora, pero basta con que la receta esté
una semana vencida, que le falte la firma del médico, el sello profesional o de
la institución hospitalaria, incluso una mínima tachadura o enmienda anula el
documento; luego de esto hace falta tener la persuasión de un moderador de
tele comerciales para convencer al ya desesperado paciente que cursa con
esta clase de patologías que no se le puede dispensar el medicamento, porque
su receta no cumple con los requisitos legales que deben tener esta clase de
medicinas.

Va más allá; después que se han pasado por todos los filtros posibles el
sempiterno tema de las farmacias, Genéricos vs. Originales; resulta que
después de la ardua labor de leer Motrin®, Amaryl®, Alpram®, Brugesic®,
Cataflan®, Viavox®, Topamax®, Aspirina®, toca ofrecer al paciente la
alternativa genérica de esta clase de marcas comerciales de medicamentos,
que por diversos motivos que trascienden a este ensayo, ya no se encuentran
en el país; el paciente te encara y te manifiesta que lo que ofreces no es lo que
dice la receta, que quieres meterle gato por liebre, le explicas y googleas en la
PC para convencerlo, muchas veces no es suficiente, hasta que toca la última
alternativa hacer que el paciente tome una foto al medicamento para que este
la envíe por wasap a su médico y este último le confirme que en efecto lo que
se le ofrece es el mismo principio activo de la forma comercial.

Esto no termina aquí, ya el paciente entendió y confió, pero falta el detallazo,


no quiere que se medicamento sea manufacturado en países de los cuales
desconfía, sobretodo los que pertenecen al hemisferio oriental; en estos casos
a ese paciente hay que buscarle alternativas genéricas cuya procedencia sea
criolla y/o en su defecto países del hemisferio occidental.

Todo tiene solución

En aras de toda esta situación numerosos autores ya han escrito al respecto


y Goodman y Gilman, en el apéndice I de la décima edición de las bases
farmacológicas de la terapéutica, recoge un compendio de instrucciones, del
cómo debe elaborarse una receta médica; como es lógico pensar, esos detalles
técnicos están fuera del alcance de este ensayo, ya que lo que se desea es
manifestar que el problema es de tal trascendencia, que hay apartados
especiales en libros best seller de farmacopérautica que abordan esta realidad.
Por ultimo cabe acotar que aun cuando la normativa venezolana vigente es
flexible en este aspecto, se recomienda siempre recetar los medicamentos por
el nombre de la denominación común internacional (DCI), esto traerá menos
ruidos comunicacionales entre el paciente y el farmacéutico dispensador; a su
vez que se concientice a la población la calidad de un medicamento es algo
que va más allá de su procedencia, una etiqueta de hecho en un país dado, no
implica que la eficacia de ese fármaco sea menor o mayor que el que
manufacturado en otra nación determinada; claro muchas veces la población
no es culpable de todo esto, su conducta es condicionada por lo que se conoce
como Marca País, pero esto es otro tema.

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