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SEMINARIO I 18-IV-2012
Los actos emocionales están necesariamente fundados en los actos dóxicos, y los
actos volitivos en los actos emocionales y, por tanto, en los actos dóxicos. Algo tiene que
ser dado para que haya un acto de sentimiento que le confiera un valor, y solo un objeto que
tiene valor puede motivar mi voluntad. Por tanto, la noción de tesis no se limita a las
modalidades de la creencia y del ser como la efectividad, la probabilidad, etc., sino que se
generaliza de manera que incluye creencias afectivas y prácticas. El sentimiento como
conciencia valorativa intenciona afectivamente y constituye la objetividad axiológica como
algo agradable, útil, hermoso, etc., es decir, como algo nuevo frente al mundo de las meras
cosas. La voluntad como conciencia orientada a la realización de fines intenciona
prácticamente y constituye la objetividad como una meta frente al mero mundo de las
cosas. En el sentimiento y la voluntad, algo es puesto como valioso o querible, y, por tanto,
hay una tesis. Husserl considera que toda tesis axiológica o volitiva encierra una tesis
objetivante o dóxica. Lo valioso o lo querido puede concebirse como efectivo o como
modalizado, es decir, como probablemente valioso, como posiblemente valioso, etc. Todo
valorar o querer está caracterizado como estar cierto, sospechar, tener por probable, tener
por posible, etc. Por eso toda tesis axiológica o volitiva puede ser convertida en una tesis
dóxica. Lo puesto por la conciencia tética como valioso o querible es puesto implícitamente
como existente. Está implicada en esta posición que algo es efectiva-, probable-,
posiblemente, etc., valioso o deseable (cf. Ideas I, §§ 116, 117, 139). En suma: en la base
de un acto valorante se encuentra un acto objetivante en el cual la objetividad valorada es
representada como existente en el modo de la certeza, la conjetura, la sospecha, etc. El acto
valorante está fundado en el acto dóxico o intelectivo. Mientras que los actos objetivantes
se dirigen a lo objetivo en el modo de la efectividad o de una de sus modalizaciones, los
actos valorantes se dirigen a valores positivos y negativos.
En el importante § 4 de Ideas II, Husserl establece sintéticamente una serie de
precisiones sobre la cuestión que nos ocupa:
1) Hay actos constituyentes de una índole que difiere de los actos constituyentes de
carácter dóxico:
“Las vivencias de la afectividad (Gemütserlebnisse) […] son también
constituyentes; ellas constituyen para el objeto de que se trata nuevos estratos objetivos,
pero estratos hacia los cuales el sujeto no está en actitud teórica; son, pues, vivencias que
no constituyen el respectivo objeto teóricamente mentado y judicativamente determinado
como tal (o no ayudan, en función teórica, a determinar este objeto)” (Hua IV, 4)
2) Todo acto teórico requiere algo predado sobre lo cual ejecuta su actividad teórica.
Esta actividad implica un pasaje del estadio de la constitución preteórica al estadio de la
constitución teórica. Así, sobre la base de objetos percibidos previamente dados se
constituyen objetos categoriales mediante una articulación judicativa que da lugar a un
estado de cosas. En el estado de cosas se encuentra explicitada alguna determinación del
objeto percibido. A su vez, el objeto categorial o estado de cosas puede ser la base predada
para nuevos objetos categoriales que los determinan en un nivel superior mediante un
nuevo giro de la mirada cognoscitiva:
“Es comprensible de suyo que las daciones previas (Vorgegebenheiten) de actos
cualesquiera de una actitud teórica (en otras palabras, lo actos categoriales ejecutados en
primitiva espontaneidad del pensamiento) no puede remitir siempre a actos teóricos de los
cuales procedan. Llegamos, pues, en cada caso, a objetividades predadas que no proceden
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de actos teóricos, que se constituyen por ende en vivencias intencionales que no les
imprimen conformaciones lógico-categoriales de ninguna índole” (Hua IV, 7).
3) Esta situación se presenta no solamente en el terreno de los actos teóricos sino
que se extiende a todas las esferas de la conciencia:
“Hasta aquí hemos hablado de daciones previas (Vorgegebenheiten) de actos
teóricos. Pero lo mismo vale también respecto de otros actos espontáneos y sus daciones
previas; la discusión requiere aquí, pues, de un complemento. Paralelamente a la actitud
teórica, corren como posibilidades la actitud axiológica y la actitud práctica. En este
respecto pueden comprobarse resultados análogos” (Hua IV, 7).
4) De modo que los actos valorativos de la esfera emocional de la conciencia no
solo estarán fundados en actos dóxicos y sus objetividades predadas sino que
proporcionarán también una base para nuevas objetividades:
“Actos valorativos […] pueden referirse a objetividades predadas, y en ello su
intencionalidad se muestra a la vez como constitutiva para objetividades de nivel superior,
análogas a las objetividades categoriales de la esfera lógica” (Hua IV, 7).
5) Hay actos del sentimiento o la afectividad que tiene un carácter diferente de los
actos de percepción, presentificación o juicio, es decir, de los actos que denominamos
dóxicos o teóricos. Si bien se fundan en actos de esta índole tienen una naturaleza diferente
porque consisten en una entrega emocional o afectiva a algo que es en consecuencia
valorado:
“Si entendemos por ‘valorar’, ‘asignar valor’ (‘Werthalten’), el comportamiento del
sentimiento, como un comportamiento en el que vivimos, entonces no es un acto teórico”
(Hua IV, 8).
6) Sobre el fundamento del acto de la afectividad se realiza una actividad de índole
teórica:
“Si lo entendemos, como sucede a menudo de un modo inequívoco, como un tener-
por-valioso (Für-wert-halten) predicativo, y eventualmente como un predicar sobre el
valor, entonces se expresa con ello un comportamiento teórico, y no un comportamiento de
la afectividad” (Hua IV, 8).
7) En el comportamiento o intencionalidad de índole afectiva está implicada la
intuición de un valor. Esta intuición de un valor es la intuición de un objeto, es decir, el
objeto, por ejemplo, de un disfrute o gozo, pero se trata de un objeto incipiente o un
preobjeto que solo se convertirá en un objeto en sentido estricto a través de una ulterior
objetivación dóxica:
“En el último caso <el del comportamiento de la afectividad>, en el juicio en
términos de valor, tal como nace de la actitud de entrega puramente disfrutante, la obra de
arte es objetiva (gegenständlich) de una manera totalmente distinta: es algo incluido, pero /
no solamente intuido sensiblemente (no vivimos en la ejecución de la percepción) sino
intuido axiológicamente. En el entregarse activo del estético ‘estar-ocupado-con-ella-en-el-
agrado’, del gozo estético entendido como acto, el objeto, como dijimos, es objeto del
disfrute” (Hua IV, 8 s.).
8) Husserl contrapone, pues, el “objeto de la mera entrega disfrutante” al “objeto en
sentido doxotético”. Aquello previamente caracterizado por una tesis axiológica en un acto
emocional se convierte en objeto de una tesis dóxica cuando una conciencia cognoscitiva se
vuelve reflexivamente sobre el acto emocional y constituye una nueva objetividad de índole
teórica. Se trata de una objetividad de orden superior porque supone en objeto de la mera
entrega emocional:
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“Por otro lado, en el juzgar estético, en el estimar, ya no es objeto de la mera entrega


disfrutante, sino que es objeto en un particular sentido doxotético: lo intuido es dado con el
carácter de la alegría estética como propiedad suya (constituyente de su ser-así). Esta es una
nueva objetividad ‘teórica’, y justamente una objetividad peculiar de nivel superior” (Hua
IV, 9).
9) Husserl distingue los tres niveles de a) la intuición sensible o percepción en cuya
ejecución o efectuación no vivimos, pero que resulta fundante para un acto emocional; b) la
intuición axiológica fundada que capta un valor en lo dado a través del nivel inferior, es
decir, capta la mera cosa como cosa valiosa; y c) la objetivación del acto emocional y su
correlato valioso en un acto de conocimiento y en un ulterior juicio-de-valor. Esta
captación teórica del objeto con su componente de valor incluido en el ser-así es la
captación de un objeto de nivel superior::
“Viviendo en el mero intuir sensible, en el nivel inferior, ejecutándolo teóricamente,
tenemos una mera cosa (eine bloße Sache) captada teóricamente de la manera más simple.
Pasando a la captación-de-valor y al juicio-de-valor estéticos, tenemos más que una mera
cosa, tenemos la cosa con el carácter del valor como propio de su ser-así (o con el
predicado expreso del valor), tenemos una cosa valiosa (eine werte Sache). Este objeto-de-
valor que en su sentido objetivo incluye el carácter de valiosidad (Wertheit) como propio de
su ser-así, es el correlato de la captación teórica del valor. Es, por tanto, un objeto de nivel
superior” (Hua IV, 9).
10) El valor es un componente que depende de la esfera de la afectividad. Sin la
vida emocional intencional no se podrían captar valores:
“Observemos que el juicio-de-valor original-general, y hablando en general toda
conciencia que constituye originalmente un objeto-de-valor en cuanto tal, posee en sí
necesariamente un componente que pertenece a la esfera de la afectividad” (Hua IV, 9).
11) Para designar la captación del valor, Husserl utiliza el término Wertnehmung,
que se puede traducir por “valicepción” como palabra análoga a “percepción” porque en
alemán designa el tomar o recibir (nehmen) lo valioso (wert) o el valor (Wert) del mismo
modo que percepción designa el tomar o recibir lo verdadero (wahr):
“La más originaria constitución de valor se ejecuta en la afectividad como aquella
entrega disfrutante preteórica (en un sentido amplio de la palabra) del sujeto-yo que siente,
para la cual he utilizado, desde hace décadas en cursos, la expresión valicepción
(Wertnehmung). La expresión designa, pues, en la esfera de la afectividad, un análogo de la
percepción (Wahrnehmung), que, en la esfera dóxica designa el originario estar (captante)
del yo junto al objeto mismo” (Hua IV, 9).
12) Así como la percepción en la esfera dóxica se encuentra junto al objeto mismo,
el sentir emocional en la esfera afectiva se encuentra junto a lo valioso mismo:
“Así, en la esfera emotiva, aquel sentir (Fühlen) en el cual el yo vive en la
conciencia de estar junto al objeto ‘mismo’ sintiendo (bei dem Objekt ‘selbst’ fühlend dabei
zu sein), y esto es precisamente lo que quiere decir el hablar de disfrute” (Hua IV, 9).
13) Al vivir en la ejecución de un acto, el sujeto está entregado a lo que se le da
objetivamente:
“El sujeto vivenciante puede en un primer momento vivir principalmente en la
ejecución de un acto, lo que se expresa de manera equivalente diciendo que el yo está /
orientado de una manera señalada a lo dado objetivamente, está entregado a lo objetivo.
Aquí lo objetivo está consciente y es caracterizado en cada caso según el modo
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fundamental del acto: objeto-de-juicio, objeto-de-valor, objeto-de-voluntad” (Hua IV, 10


s.).
14) El sujeto puede siempre pasar a una actitud teórica de modo que lo objetivo en
los actos de nivel inferior se convierte en el objeto de una visión teórica que lo pone como
existente de acuerdo con una determinada modalidad de ser:
“Pero es inherente a priori a esta situación la posibilidad de un cambio de
orientación del sujeto, en virtud del cual siempre, si no estaba en un primer momento en
una actitud teórica, puede pasar a una actitud teórica, en la cual, por tanto, lo objetivo se
convierte en objeto teórico, esto es, en objeto de una posición-de-ser (Seinssetzung)
efectuada actualmente, en la que el yo vive y capta lo objetivo, lo aprehende y lo pone
como existente (als Seiendes)” (Hua IV, 11).
Tenemos, pues, que distinguir tres planos: 1) el de las objetividades fundantes para
valores, es decir, objetividades que entran como base; 2) el de los valores que se fundan en
las objetividades fundantes y se correlacionan con actos de sentimiento (Husserl llama a
veces objetos, y a veces no, a estos valores); y 3) el de las objetividades-valores que surgen
de la intervención ulterior de un acto dóxico: “Si llamamos posiciones de valor
(Werthaltungen), menciones de valor (Wertvermeinungen), a los actos aquí concernientes,
hay que observar que estos actos no solo tienen que permanecer diferenciados de las
objetivaciones que en ellos entran como base (von den Ojektivationen, die in sie als
Unterlagen eingehen), sino también de aquellas que están fundados en ellos (von denen, die
sich auf sie gründen) y de una manera tal que los valores o predicados de valor se
convierten entonces en objetividades. En el mero valorar, el valor no es ningún objeto; no
se trata de una conciencia objetivante (Im bloßen Werten ist der Wert kein Objekt, es ist
kein objektivierendes Bewusstsein)” (Hua XXVIII, 205). “Los valores tienen su lado de
objeto y a la vez su específico lado de valor, el primero es fundante para el segundo, y si los
valores mismos se convierten en objetos del conocimiento judicativo, entonces el lado de
valor es él mismo objetivado” (Hua XXVIII, 72).
La fenomenología estática –único tipo de fenomenología desarrollado por Husserl
hasta 1916–, se centra en el problema de la fundamentación de la validez, y por eso las
meras cosas sensibles mantienen una primacía porque es posible pensar abstractamente en
ellas sin predicados de valor, mientras que no se puede aprehender objetos valiosos sin un
núcleo sensible. En cambio, para la fenomenología genética, que Husserl desarrolla
ulteriormente y se centra en la cuestión del desarrollo temporal, no es posible aprehender
cosas sin un entramado de cualidades dóxicas, axiológicas y volitivas. Al lado de la
relación de fundamentación unilateral de lo emocional en lo dóxico, y de lo volitivo en lo
emocional, Husserl introduce más bien una fundamentación bilateral o mutua según la cual
los actos teóricos, emocionales y prácticos se interpenetran. En la fenomenología genética
se acentúa la significación del sentimiento. Husserl caracteriza al amor como “uno de los
problemas fundamentales de la fenomenología” (Ms E III 2, 36b), y, en los niveles
inferiores de la génesis, describe el curso de la vida “como sentimiento, como temple de
ánimo, como ‘sentimiento vital’ (‘Lebensgefühl’) universal y horizóntico” (HuaM VIII,
362). Tiene en cuenta un “protosentir” (Urgefühl) o “pre-sentir” (Vor-Gefühl) (HuaM VIII,
273), esto es, una emoción inarticulada que está orientada de alguna manera al mundo. No
obstante, debido a la falta de referencias intencionales explícitas, no hay objetos y la
horizonticidad está fusionada con una hyle indiferenciada. Por otro lado, los actos dóxicos
son ellos mismos actos prácticos que tienen la verdad como meta de la voluntad cuyo valor
es captado por el sentimiento. La fuerza reveladora del sentimiento permite a Husserl
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afirmar no hay cosas axiológicamente neutrales, esto es, que las “meras sensaciones y, en
un nivel superior los objetos sensibles como cosas que están ahí para el sujeto, pero están
ahí ‘libres de valor’ son abstracciones” (Ms A VI 26, 42a). Con esto se construye el
fundamento genético último para una teoría respecto de la cual Husserl afirma que “la
razón no admite ninguna diferenciación en ‘teórica’, ‘práctica’, ‘estética’ o lo que fuere”
(Hua VI, 275/Crisis, § 73).
Es necesario mencionar otros paralelos en la analogía entre percepción y
valicepción. Así como distingue los datos hyléticos como materia sensible no-intencional y
la percepción como acto intencional resultante de una donación de sentido que confiere una
forma a esa materia, Husserl también distingue los sentimientos sensibles y los
sentimientos intencionales. Hay “sentimientos sensibles” (Hua III/1, 75; cf. 192; Ideas I, §§
36, 85) que no son ellos mismos la conciencia de caracteres valiosos sino que se dan como
sensaciones de placer y de dolor análogas a las sensaciones de las percepción, y que se
convierten en portadoras de una intencionalidad por medio de una donación de sentido en
sentido amplio. Estos sentimientos sensibles se relacionan con la experiencia subjetiva y no
se refieren a objetos como los sentimientos intencionales. Por tanto, más allá de los datos
sensibles de la percepción –sensibilidad en sentido estrecho–, la sensibilidad abarca
también sentimientos e impulsos sensibles –sensibilidad en sentido amplio–. El sentido más
estrecho de sensibilidad se transfiere a la esfera más amplia de la afectividad y la voluntad.
En estos ámbitos de la vida subjetiva, las vivencias intencionales cuentan con una materia
sensible. Así, el acto intencional de sentimiento se asocia a la vez con ciertas características
dóxicas de los objetos y con afecciones emocionales sensibles que en sí mismas carecen de
intencionalidad. Una constelación de propiedades materiales se asocia con sentimientos
sensibles, y el valor-del-objeto es el correlato de un sentimiento intencional, es decir, de
una aprehensión emocional o valoración del objeto.
Otro paralelo se da con las intenciones vacías de la percepción. En la esfera del
sentimiento tenemos un sentir (Fühlen) vacío referido a un objeto y contrapuesto al estar
presente de ese objeto en sí mismo. Se trata de una intención vacía que se plenifica en la
intuición. Por ejemplo, un sentir vacío que tiende al goce se plenifica con el goce del
objeto. En la conciencia valorante, la intuición que la plenifica es inadecuada, es decir,
dotada de elementos anticipativos no plenificados. Así, la conciencia que intuye el valor
está acompañada de “horizontes del sentimiento que captan previamente de modo vacío”
(Hua IV, 10). Por un lado, en el acto de percepción, la captación efectiva de apariciones del
objeto se entrelaza con la mera mención de otras experiencias, y el desarrollo ulterior de la
percepción puede conducir a una plenificación en la confirmación o a una cancelación de
esas intenciones vacías. Por el otro, el sentir o valorar sentiente es una captación activa del
carácter valioso de un objeto, y en ella se entremezclan la aprehensión efectiva y la
anticipación de la presencia del valor, de modo que los componentes de mera mención
pueden ser confirmados o refutados. Son confirmados cuando la mera mención da lugar a
una experiencia sentiente en la que se alcanza el carácter valioso en su originalidad, es
decir, se lo posee en sí mismo. Estas afirmaciones de Husserl se refieren a la confirmación
del carácter valioso de un objeto, esto es, a la verificación de la presencia de un valor en él.
Ahora bien, sobre la base de una confluencia de una multiplicidad de objetos
valiosos, es posible constituir el valor mismo. La convergencia entre objetos que exhiben
una cualidad valiosa de la misma índole se produce por medio de una síntesis asociativa y
pasiva de semejanza. Como paso ulterior, se aprehende por medio de una identificación
activa el valor único que es compartido por esa multiplicidad de objetos. El valor es
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captado como un nuevo tipo de objeto, es decir, como una unidad ideal que se presenta en
múltiples objetos. Así se constituye como un objeto que no puede estar presente como tal
independientemente de los objetos semejantes cuya síntesis asociativa sirve de fundamento
a su captación. No es posible acceder al valor sin la mediación de los objetos valiosos que
lo exhiben. Husserl se refiere a “algo ideal y absolutamente idéntico que atraviesa como
unidad ideal todos los objetos singulares y sus momentos que se multiplican en el modo de
la repetición o del asemejamiento”. Señala que “lo uno que se constituye previamente de un
modo pasivo en la coincidencia de los semejantes captados singularmente, que se destaca
sobre el fundamento de la coincidencia esta unidad ideal, lo idéntico que es uno y siempre
de nuevo lo mismo, cualquiera sea la dirección en que avancemos, esto es lo captado
activamente”. Y añade: “Lo uno no se repite en lo semejante; solo es dado una vez, pero en
muchos. Nos sale al encuentro como una objetividad de nueva índole, [...]” (Edmund
Husserl, Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, Hamburg,
Claassen Verlag, 1964, p. 390 ss.)1.
La legitimación de las cualidades valiosas y la aprehensión activa del valor mismo
permiten afirmar que el valorar sentiente exhibe su propia racionalidad e implica un a priori
en la esfera del sentimiento. A la evidencia de la confirmación del objeto en el reino del
conocimiento corre paralela la evidencia de la confirmación de su cualidad valiosa en la
esfera del sentimiento. Y a la identificación, en el ámbito del conocimiento, de un objeto
del entendimiento fundado en los objetos sensibles asociados por semejanza corre paralela,
en la esfera del sentimiento, la identificación de un valor sobre la base de cualidades
valiosas análogas en múltiples objetos. La elaboración de estas cuestiones aleja a la razón
de su identificación con una facultad cognoscitiva, y, por tanto, es esencial “a fin de
proporcionar los fundamentos para una teoría de la razón valorante, y luego también de la
razón práctica, y para llevarla a cabo efectivamente” (Hua XXXVII, 229; cf. Hua XXVIII,
414).
Con la mención que tiende a una plenificación o cumplimiento se asocia la
racionalidad. Husserl refiere la “crítica de la razón” en la fenomenología a “la clarificación
de la evidencia y de todas las relaciones correspondientes entre mera ‘intención’ y
‘cumplimiento’” (Hua XVII, 170). La unidad de la razón se pone de manifiesto en estas
relaciones, esto es, en la legitimación que proporcionan cuando se alcanza una
coincidencia. Para la fenomenología trascendental, la razón aparece como un desarrollo de
la evidencia desprovisto del carácter accidental que esta puede tener en un comienzo. Está
dotada de mayor peso debido a la fuerza de las evidencias que se confirman a sí mismas.
Evidencia y verdad, al igual que la razón y la efectividad verificada, son pares correlativos
de conceptos dentro del paralelismo noético-noemático. La efectividad se legitima a sí
misma y se muestra como verdadera a la conciencia racional, e, inversamente, la conciencia
racional ejerce una donación o dictaminación de derecho (Rechtgebung, Rechtsprechung)
respecto de la efectividad. La razón no se sustenta en una sola experiencia o acción, sino en
una síntesis concordante en la plenificación de la correspondiente conciencia de horizonte.
Así, para la fenomenología trascendental, la conciencia es autónoma porque la validez o la
invalidez de su posición queda legitimada por sus propios medios dentro de la absoluta
autosuficiencia de la correlación entre el mundo y la conciencia del mundo. Debido a su
apertura y su estructura indeterminada, la intencionalidad de horizonte posibilita la
1
Cf. John J. Drummond, “Ethics”, en Steven Crowell, Lester Embree y Samuel J. Julian, The Reach of Reflection.
Issues for Phenomenology’s Second Century, Boca Raton, Center for Advanced Research in
Phenomenology/Electron Press, 2001, p. 126 ss.
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convergencia sintética en que se sustenta la racionalidad y a la vez pone trabas a la


racionalidad absoluta.
El acto valorante puede desarrollarse más allá de su aspecto emocional. Por un lado,
como se ha visto, se puede juzgar que el objeto o estado de cosas es valioso. Por el otro, el
acto valorante puede motivar un deseo de contar con el objeto o de transformar un estado
de cosas. Y puede motivar un querer como intención de actuar. Husserl se refiere a “la clase
de los actos de la afectividad, de los actos del sentir, del desear y del querer” (Hua XXVIII,
59) y los contrapone a la clase de los actos de conocimiento. El deseo intenciona un objeto
que es considerado valioso y es a la vez no-existente. Se desea la existencia del objeto, pero
el deseo por sí solo no es capaz de llevarlo a la existencia. En el querer, en la voluntad, se
añade al deseo la conciencia de que el objeto puede acceder a la existencia por la propia
acción:
“El deseo y la voluntad se dirigen ambos en cierta manera hacia el ser, como por
otra parte, en cierta manera, todos los actos se dirigen al ser. La creencia es una mención
(Vermeinen) del ser, las modalizaciones de la creencia son menciones (Vermeinungen) de
un ser modalizado, de un ‘ser posible’, de un ‘ser probable’. Los actos de la afectividad se
han de captar igualmente como modalizaciones del ser, aun cuando de una nueva
dimensión: el desear mienta un ‘puede ser’; el querer un ‘debe ser’, donde el ‘debe ser’ se
ha de tomar por cierto en un sentido determinado.
“La voluntad, se dice, marcha hacia la efectivización. Solo en ciertos casos, por un
cierto rodeo, va la voluntad, como / por cierto debemos añadir complementariamente, a
algo existente ya de antemano y consciente como existente, a saber, como voluntad de que
algo permanezca tal como es” (Hua XXVIII, 105 s.).
“Igualmente ejercitamos un comportamiento práctico, y mediante una intención en
el desear, querer y obrar propio o extraño, realizamos experiencias prácticas y juzgamos
sobre bienes y hechos, sobre / disposiciones (Gesinnungen) y decisiones, sobre fines y
medios. Y así como en todos los casos en que se trata de una apreciación valorante, del
deseo, del comportamiento práctico, se trata de una cuestión de razón y no-razón, así
también se trata de una cuestión de verdad y de falsedad en los juicios edificados sobre esa
base” (Hua XXVIII, 168 s.).
Husserl valora la crítica kantiana a la moral del sentimiento, pero rechaza la
identificación del sentimiento con lo meramente empírico. Se refiere a la ética kantiana en
los siguientes términos: “Así, fue ciertamente un grandioso mérito de Kant que él se haya
opuesto al modo en que la moral del sentimiento dejaba que el hombre moral fuera guiado
por el sentimiento. [...] Para salvarnos del escepticismo ético, busca él por eso el auténtico
motivo moral en una razón pura” (Hua XXXVII, 233). Según la ética kantiana, solo
resultan admisibles dos posibilidades: la voluntad determinada puramente por la razón y la
voluntad no racional determinada por impulsos o sentimientos. Puesto que tiene que ser
motivada por algo supraempírico, la decisión incondicionadamente válida de la voluntad
cae en la esfera de la razón pura. La pureza de la voluntad significa la exclusión de motivos
provenientes del sentimiento porque estos motivos emocionales implican una
determinación empírica de la voluntad. Una cosa es la ciega necesidad de un no poder de
otra manera en virtud de impulsos, pasiones y afectos, y otra cosa es la incondicionada
necesidad de la razón. Al atribuir toda motivación afectiva a la causalidad natural, Kant
descarta el sentimiento como empírico. Por tanto, el origen del a priori en sentido ético-
práctico se encuentra en la razón mientras que el sentimiento permanece totalmente ajeno al
a priori porque es un mero hecho natural de la organización psicofísica humana. Husserl
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considera falso este contraste entre sentimiento y razón. Debe haber una tercera posibilidad
porque es inconcebible una voluntad sin relación con el sentimiento: “Todo sujeto de la
voluntad debe ser a priori, en una generalidad eidética incondicionada, un sujeto valorante,
un sujeto sentiente” (Hua XXXVII, 214). Hablar de una voluntad desligada del sentimiento
es tan absurdo como hablar de un sonido sin intensidad o de un color sin extensión. Más
aún: no se trata de momentos que están necesariamente referidos unos a otros, sino que se
presenta entre ellos una relación de fundamentación por la que el querer se sustenta en el
valorar: “Una motivación en la que el yo como yo del querer no fuera motivado por
ninguna valoración, esto es, por ningún sentimiento, es pura y simplemente impensable”
(Hua XXXVII, 215). La tercera posibilidad reside en una determinación de la voluntad por
medio de objetividades ideales, es decir, valores que se manifiestan en la esfera del
sentimiento. En oposición expresa a Kant, Husserl afirma: “Es un contrasentido una
regulación formal del valorar y el querer bajo el supuesto de que la materia del valorar y el
querer, esto es, la particularidad de contenido de los objeto del valor y de la voluntad
pudiera permanecer fuera de consideración. En este respecto debemos, pues, distinguir
rigurosamente nuestros caminos de aquellos de la teoría kantiana” (Hua XXVIII, 139)..
Según Husserl, el alejamiento del empirismo psicologista y de la ética del sentimiento
conduce a Kant a un formalismo vacío. Si se recurre a un análisis fenomenológico y
eidético, se descubren posibilidades para avanzar en otra dirección. Solo si pasa por alto su
capacidad de intelección de valores, se puede excluir al sentimiento de la fundamentación
de la ética porque ella queda condenada a una pérdida de objetividad. Según Husserl, es
necesario distinguir entre sentimientos sensibles pasivos y actos de sentimiento. Estos
exhiben una racionalidad propia, captan activamente valores en las cosas en tanto
objetividades ideales, y, por tanto, permiten instituir una esfera propia de normatividad: “Si
Kant hubiera visto las objetividades ideales en cuanto tales, [...] no hubiera sido posible esta
contraposición de sensibilidad y razón con todo lo que la acompaña” (Hua XXXVII, 220).

La axiología formal
La lógica ofrece a Husserl un hilo conductor para encontrar estructuras
correspondientes en la ética. Puesto que la lógica se divide en teórica y normativa, la ética
tendrá una vertiente teórica, es decir, la axiología o teoría de los valores, y una vertiente
normativa, es decir, la práctica o teoría de la acción ética. La ética “solo es posible como
una ciencia –fundada fenomenológicamente– de la razón axiológica y práctica” (Hua
XXXVII, 255). Además, otra doble condición de la lógica se refleja también, en la ética. La
lógica puede ser, por un lado, lógica formal en tanto no se ocupa de contenidos sino de
formas, y, por el otro, lógica material en tanto considera la aplicación de estas formas a un
contenido Por consiguiente, tanto la axiología como la práctica tendrán también un lado
formal y un lado material. Respecto del lado formal, Husserl escribe: “[…] la materia del
querer y el valorar permanece plenamente indeterminada, exactamente de la misma manera
en que, en la lógica analítica y la teoría normativa a priori fundada en ella, la materia del
juicio permanece indeterminada respecto de cualesquiera ámbitos cósicos particulares”
(Hua XXVIII, 350).
En su lado formal, la axiología se ocupa de leyes que valen para los valores con
independencia de su contenido. Husserl pone de relieve analogías entre el razonamiento
silogístico y el comportamiento práctico según medios y fines. En un caso tenemos
fundamentos y consecuencias analítico-lógicos. En el otro tenemos fundamentos y
consecuencias analítico-prácticos. En el silogismo, las premisas son el fundamento lógico
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de la conclusión. En el comportamiento práctico, las metas son el fundamento práctico de


los medios. O sea: el propósito de alcanzar una meta, puede ser caracterizada como premisa
de la voluntad para la decisión sobre el medio: “La decisión por una meta, el intento de
alcanzar una meta, se ha de designar como principio de la voluntad (Willens-Grundsatz),
premisa de la voluntad (Willens-Prämisse), para la decisión relacionada con el medio como
proposición consecutiva de la voluntad (Willens-Folge-Satz)” (Hua XXVIII, 70).
En la esfera lógica, una conclusión está motivada teóricamente por las premisas, y
esta motivación puede ser racional o no, es decir, está sujeta a una pregunta teórica respecto
del derecho o legitimidad. Así surgen las leyes lógico-formales que funcionan
normativamente en vista de un juzgar racional. Paralelamente, en la esfera práctica, el
querer los medios está motivado prácticamente por el querer el fin. A la motivación de la
conclusión por las premisas corresponde la motivación de los medios por el fin. En ambos
casos se puede hablar de fundamentos y consecuencias. Las metas son los fundamentos
prácticos para los medios como sus consecuencias. La meta es el fundamento práctico para
los medios: “La decisión por una meta, el intento de alcanzar una meta, se ha de designar
como principio de la voluntad, premisa de la voluntad (Willens-Grundsatz) para la decisión
relacionada con el medio como proposición-consecutiva-de-la-voluntad (Willens-Folge-
Satz)” (Hua XXVIII, 70).
Husserl enuncia leyes formales que remiten a lo que llama “escrito genial de
Brentano”, la obra El origen del conocimiento moral (1889), porque en ella por primera vez
se formulan estas leyes, y porque ella “ha dado en general el impulso a todos mis intentos
de axiología formal”. Se encuentran en Brentano, “los gérmenes fecundos que están
llamados a ser desarrollados ulteriormente” (Hua XXVIII, 90).
Entre los valores pueden existir relaciones de gradación, y esto significa relaciones
de igualdad, superioridad e inferioridad. Las relaciones de comparación de valor o de
preferencia (Verhältnisse der Wertvergleichung bzw. Bevorzugung) se limitan a los valores
de una región o categoría. No se trata de comparar valores de diversa índole. No obstante,
hay relaciones de comparación universales para las cuales valen axiomas universales como
los siguientes.
Si un valor es superior a otro, y este es superior a un tercero, el primero es superior
al tercero: A > B, y B > C, entonces A.
Si un valor de una región o categoría de valor es más valioso que otro valor del
mismo tipo, la existencia del primer valor es más válida que la del otro: B 1 > B2 → E (B1)
→ E (B2). Inversamente, la no-existencia de B2 es más valiosa que la no-existencia de B1.
La existencia de un bien en soledad es mejor que la existencia conjunta de ese bien
y de un mal: E (B) > E (B + M).
La existencia de dos bienes es mejor que la existencia de uno solo de ellos: E (B +
B1) > E (B); E (B + B1) > E (B1).
La existencia conjunta de un bien y de un mal es mejor que la del mal en soledad: E
(B + M) > E (M).
En consecuencia, para un número cualquiera de miembros, la suma de todos ellos es
mejor que la suma de un número cualquiera de partes, el valor de la suma aumenta si un
bien ingresa en la suma, el valor de la suma disminuye si un mal ingresa en la suma, etc.
Si α es un adiáforo, B = B + α, y E (B) = E (B + α). El adiáforo desempeña el papel
del cero, y, por tanto, una suma cualquiera conserva el mismo valor cuando un miembro
cualquiera se encuentra “aumentado” con un adiáforo.
10

En consecuencia, la suma de la existencia de dos bienes perfectamente iguales vale


dos veces más que la existencia de uno solo entre ellos: el valor de la existencia colectiva
de cuatro bienes de valor igual es dos veces mayor que la de dos de ellos, etc.
Estas leyes de la suma se refieren a bienes y males coexistentes en forma
simultánea. Pero existe otra forma de coexistencia que da lugar a leyes axiológicas
analíticas. Si B tiene un valor existencial y CB es una consecuencia existencial buena, B
experimenta un incremento en su valor. Y B con una consecuencia de esta índole es mejor
que B sin ella. Y cada nueva consecuencia buena confiere un valor más elevado a B.
Igualmente, una consecuencia mala disminuye el valor de B, y toda consecuencia mala
suplementaria disminuye nuevamente el valor.
Las relaciones de todo y parte dan lugar, desde el punto de vista axiológico, a las
fundamentales leyes de la suma y la absorción. Según la ley de la suma, la realización
colectiva de diversos valores que no disminuyen en virtud de su conjunción produce una
suma que tiene un valor superior al de cualquier suma de valores singulares incluida en ella.
Según la ley de la absorción, lo mejor absorbe lo bueno y lo óptimo todo lo demás, de
modo que preferir un valor absorbido por uno mejor es efectuar una elección equivocada.
Esto significa, según una expresión popular que Brentano retoma en su ética, que “lo mejor
es enemigo de lo bueno”, es decir, que no se ha de desatender algo mejor frente a lo bueno
y con mayor razón lo malo.

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