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Seminario I 8
Seminario I 8
SEMINARIO I 18-IV-2012
Los actos emocionales están necesariamente fundados en los actos dóxicos, y los
actos volitivos en los actos emocionales y, por tanto, en los actos dóxicos. Algo tiene que
ser dado para que haya un acto de sentimiento que le confiera un valor, y solo un objeto que
tiene valor puede motivar mi voluntad. Por tanto, la noción de tesis no se limita a las
modalidades de la creencia y del ser como la efectividad, la probabilidad, etc., sino que se
generaliza de manera que incluye creencias afectivas y prácticas. El sentimiento como
conciencia valorativa intenciona afectivamente y constituye la objetividad axiológica como
algo agradable, útil, hermoso, etc., es decir, como algo nuevo frente al mundo de las meras
cosas. La voluntad como conciencia orientada a la realización de fines intenciona
prácticamente y constituye la objetividad como una meta frente al mero mundo de las
cosas. En el sentimiento y la voluntad, algo es puesto como valioso o querible, y, por tanto,
hay una tesis. Husserl considera que toda tesis axiológica o volitiva encierra una tesis
objetivante o dóxica. Lo valioso o lo querido puede concebirse como efectivo o como
modalizado, es decir, como probablemente valioso, como posiblemente valioso, etc. Todo
valorar o querer está caracterizado como estar cierto, sospechar, tener por probable, tener
por posible, etc. Por eso toda tesis axiológica o volitiva puede ser convertida en una tesis
dóxica. Lo puesto por la conciencia tética como valioso o querible es puesto implícitamente
como existente. Está implicada en esta posición que algo es efectiva-, probable-,
posiblemente, etc., valioso o deseable (cf. Ideas I, §§ 116, 117, 139). En suma: en la base
de un acto valorante se encuentra un acto objetivante en el cual la objetividad valorada es
representada como existente en el modo de la certeza, la conjetura, la sospecha, etc. El acto
valorante está fundado en el acto dóxico o intelectivo. Mientras que los actos objetivantes
se dirigen a lo objetivo en el modo de la efectividad o de una de sus modalizaciones, los
actos valorantes se dirigen a valores positivos y negativos.
En el importante § 4 de Ideas II, Husserl establece sintéticamente una serie de
precisiones sobre la cuestión que nos ocupa:
1) Hay actos constituyentes de una índole que difiere de los actos constituyentes de
carácter dóxico:
“Las vivencias de la afectividad (Gemütserlebnisse) […] son también
constituyentes; ellas constituyen para el objeto de que se trata nuevos estratos objetivos,
pero estratos hacia los cuales el sujeto no está en actitud teórica; son, pues, vivencias que
no constituyen el respectivo objeto teóricamente mentado y judicativamente determinado
como tal (o no ayudan, en función teórica, a determinar este objeto)” (Hua IV, 4)
2) Todo acto teórico requiere algo predado sobre lo cual ejecuta su actividad teórica.
Esta actividad implica un pasaje del estadio de la constitución preteórica al estadio de la
constitución teórica. Así, sobre la base de objetos percibidos previamente dados se
constituyen objetos categoriales mediante una articulación judicativa que da lugar a un
estado de cosas. En el estado de cosas se encuentra explicitada alguna determinación del
objeto percibido. A su vez, el objeto categorial o estado de cosas puede ser la base predada
para nuevos objetos categoriales que los determinan en un nivel superior mediante un
nuevo giro de la mirada cognoscitiva:
“Es comprensible de suyo que las daciones previas (Vorgegebenheiten) de actos
cualesquiera de una actitud teórica (en otras palabras, lo actos categoriales ejecutados en
primitiva espontaneidad del pensamiento) no puede remitir siempre a actos teóricos de los
cuales procedan. Llegamos, pues, en cada caso, a objetividades predadas que no proceden
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de actos teóricos, que se constituyen por ende en vivencias intencionales que no les
imprimen conformaciones lógico-categoriales de ninguna índole” (Hua IV, 7).
3) Esta situación se presenta no solamente en el terreno de los actos teóricos sino
que se extiende a todas las esferas de la conciencia:
“Hasta aquí hemos hablado de daciones previas (Vorgegebenheiten) de actos
teóricos. Pero lo mismo vale también respecto de otros actos espontáneos y sus daciones
previas; la discusión requiere aquí, pues, de un complemento. Paralelamente a la actitud
teórica, corren como posibilidades la actitud axiológica y la actitud práctica. En este
respecto pueden comprobarse resultados análogos” (Hua IV, 7).
4) De modo que los actos valorativos de la esfera emocional de la conciencia no
solo estarán fundados en actos dóxicos y sus objetividades predadas sino que
proporcionarán también una base para nuevas objetividades:
“Actos valorativos […] pueden referirse a objetividades predadas, y en ello su
intencionalidad se muestra a la vez como constitutiva para objetividades de nivel superior,
análogas a las objetividades categoriales de la esfera lógica” (Hua IV, 7).
5) Hay actos del sentimiento o la afectividad que tiene un carácter diferente de los
actos de percepción, presentificación o juicio, es decir, de los actos que denominamos
dóxicos o teóricos. Si bien se fundan en actos de esta índole tienen una naturaleza diferente
porque consisten en una entrega emocional o afectiva a algo que es en consecuencia
valorado:
“Si entendemos por ‘valorar’, ‘asignar valor’ (‘Werthalten’), el comportamiento del
sentimiento, como un comportamiento en el que vivimos, entonces no es un acto teórico”
(Hua IV, 8).
6) Sobre el fundamento del acto de la afectividad se realiza una actividad de índole
teórica:
“Si lo entendemos, como sucede a menudo de un modo inequívoco, como un tener-
por-valioso (Für-wert-halten) predicativo, y eventualmente como un predicar sobre el
valor, entonces se expresa con ello un comportamiento teórico, y no un comportamiento de
la afectividad” (Hua IV, 8).
7) En el comportamiento o intencionalidad de índole afectiva está implicada la
intuición de un valor. Esta intuición de un valor es la intuición de un objeto, es decir, el
objeto, por ejemplo, de un disfrute o gozo, pero se trata de un objeto incipiente o un
preobjeto que solo se convertirá en un objeto en sentido estricto a través de una ulterior
objetivación dóxica:
“En el último caso <el del comportamiento de la afectividad>, en el juicio en
términos de valor, tal como nace de la actitud de entrega puramente disfrutante, la obra de
arte es objetiva (gegenständlich) de una manera totalmente distinta: es algo incluido, pero /
no solamente intuido sensiblemente (no vivimos en la ejecución de la percepción) sino
intuido axiológicamente. En el entregarse activo del estético ‘estar-ocupado-con-ella-en-el-
agrado’, del gozo estético entendido como acto, el objeto, como dijimos, es objeto del
disfrute” (Hua IV, 8 s.).
8) Husserl contrapone, pues, el “objeto de la mera entrega disfrutante” al “objeto en
sentido doxotético”. Aquello previamente caracterizado por una tesis axiológica en un acto
emocional se convierte en objeto de una tesis dóxica cuando una conciencia cognoscitiva se
vuelve reflexivamente sobre el acto emocional y constituye una nueva objetividad de índole
teórica. Se trata de una objetividad de orden superior porque supone en objeto de la mera
entrega emocional:
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afirmar no hay cosas axiológicamente neutrales, esto es, que las “meras sensaciones y, en
un nivel superior los objetos sensibles como cosas que están ahí para el sujeto, pero están
ahí ‘libres de valor’ son abstracciones” (Ms A VI 26, 42a). Con esto se construye el
fundamento genético último para una teoría respecto de la cual Husserl afirma que “la
razón no admite ninguna diferenciación en ‘teórica’, ‘práctica’, ‘estética’ o lo que fuere”
(Hua VI, 275/Crisis, § 73).
Es necesario mencionar otros paralelos en la analogía entre percepción y
valicepción. Así como distingue los datos hyléticos como materia sensible no-intencional y
la percepción como acto intencional resultante de una donación de sentido que confiere una
forma a esa materia, Husserl también distingue los sentimientos sensibles y los
sentimientos intencionales. Hay “sentimientos sensibles” (Hua III/1, 75; cf. 192; Ideas I, §§
36, 85) que no son ellos mismos la conciencia de caracteres valiosos sino que se dan como
sensaciones de placer y de dolor análogas a las sensaciones de las percepción, y que se
convierten en portadoras de una intencionalidad por medio de una donación de sentido en
sentido amplio. Estos sentimientos sensibles se relacionan con la experiencia subjetiva y no
se refieren a objetos como los sentimientos intencionales. Por tanto, más allá de los datos
sensibles de la percepción –sensibilidad en sentido estrecho–, la sensibilidad abarca
también sentimientos e impulsos sensibles –sensibilidad en sentido amplio–. El sentido más
estrecho de sensibilidad se transfiere a la esfera más amplia de la afectividad y la voluntad.
En estos ámbitos de la vida subjetiva, las vivencias intencionales cuentan con una materia
sensible. Así, el acto intencional de sentimiento se asocia a la vez con ciertas características
dóxicas de los objetos y con afecciones emocionales sensibles que en sí mismas carecen de
intencionalidad. Una constelación de propiedades materiales se asocia con sentimientos
sensibles, y el valor-del-objeto es el correlato de un sentimiento intencional, es decir, de
una aprehensión emocional o valoración del objeto.
Otro paralelo se da con las intenciones vacías de la percepción. En la esfera del
sentimiento tenemos un sentir (Fühlen) vacío referido a un objeto y contrapuesto al estar
presente de ese objeto en sí mismo. Se trata de una intención vacía que se plenifica en la
intuición. Por ejemplo, un sentir vacío que tiende al goce se plenifica con el goce del
objeto. En la conciencia valorante, la intuición que la plenifica es inadecuada, es decir,
dotada de elementos anticipativos no plenificados. Así, la conciencia que intuye el valor
está acompañada de “horizontes del sentimiento que captan previamente de modo vacío”
(Hua IV, 10). Por un lado, en el acto de percepción, la captación efectiva de apariciones del
objeto se entrelaza con la mera mención de otras experiencias, y el desarrollo ulterior de la
percepción puede conducir a una plenificación en la confirmación o a una cancelación de
esas intenciones vacías. Por el otro, el sentir o valorar sentiente es una captación activa del
carácter valioso de un objeto, y en ella se entremezclan la aprehensión efectiva y la
anticipación de la presencia del valor, de modo que los componentes de mera mención
pueden ser confirmados o refutados. Son confirmados cuando la mera mención da lugar a
una experiencia sentiente en la que se alcanza el carácter valioso en su originalidad, es
decir, se lo posee en sí mismo. Estas afirmaciones de Husserl se refieren a la confirmación
del carácter valioso de un objeto, esto es, a la verificación de la presencia de un valor en él.
Ahora bien, sobre la base de una confluencia de una multiplicidad de objetos
valiosos, es posible constituir el valor mismo. La convergencia entre objetos que exhiben
una cualidad valiosa de la misma índole se produce por medio de una síntesis asociativa y
pasiva de semejanza. Como paso ulterior, se aprehende por medio de una identificación
activa el valor único que es compartido por esa multiplicidad de objetos. El valor es
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captado como un nuevo tipo de objeto, es decir, como una unidad ideal que se presenta en
múltiples objetos. Así se constituye como un objeto que no puede estar presente como tal
independientemente de los objetos semejantes cuya síntesis asociativa sirve de fundamento
a su captación. No es posible acceder al valor sin la mediación de los objetos valiosos que
lo exhiben. Husserl se refiere a “algo ideal y absolutamente idéntico que atraviesa como
unidad ideal todos los objetos singulares y sus momentos que se multiplican en el modo de
la repetición o del asemejamiento”. Señala que “lo uno que se constituye previamente de un
modo pasivo en la coincidencia de los semejantes captados singularmente, que se destaca
sobre el fundamento de la coincidencia esta unidad ideal, lo idéntico que es uno y siempre
de nuevo lo mismo, cualquiera sea la dirección en que avancemos, esto es lo captado
activamente”. Y añade: “Lo uno no se repite en lo semejante; solo es dado una vez, pero en
muchos. Nos sale al encuentro como una objetividad de nueva índole, [...]” (Edmund
Husserl, Erfahrung und Urteil. Untersuchungen zur Genealogie der Logik, Hamburg,
Claassen Verlag, 1964, p. 390 ss.)1.
La legitimación de las cualidades valiosas y la aprehensión activa del valor mismo
permiten afirmar que el valorar sentiente exhibe su propia racionalidad e implica un a priori
en la esfera del sentimiento. A la evidencia de la confirmación del objeto en el reino del
conocimiento corre paralela la evidencia de la confirmación de su cualidad valiosa en la
esfera del sentimiento. Y a la identificación, en el ámbito del conocimiento, de un objeto
del entendimiento fundado en los objetos sensibles asociados por semejanza corre paralela,
en la esfera del sentimiento, la identificación de un valor sobre la base de cualidades
valiosas análogas en múltiples objetos. La elaboración de estas cuestiones aleja a la razón
de su identificación con una facultad cognoscitiva, y, por tanto, es esencial “a fin de
proporcionar los fundamentos para una teoría de la razón valorante, y luego también de la
razón práctica, y para llevarla a cabo efectivamente” (Hua XXXVII, 229; cf. Hua XXVIII,
414).
Con la mención que tiende a una plenificación o cumplimiento se asocia la
racionalidad. Husserl refiere la “crítica de la razón” en la fenomenología a “la clarificación
de la evidencia y de todas las relaciones correspondientes entre mera ‘intención’ y
‘cumplimiento’” (Hua XVII, 170). La unidad de la razón se pone de manifiesto en estas
relaciones, esto es, en la legitimación que proporcionan cuando se alcanza una
coincidencia. Para la fenomenología trascendental, la razón aparece como un desarrollo de
la evidencia desprovisto del carácter accidental que esta puede tener en un comienzo. Está
dotada de mayor peso debido a la fuerza de las evidencias que se confirman a sí mismas.
Evidencia y verdad, al igual que la razón y la efectividad verificada, son pares correlativos
de conceptos dentro del paralelismo noético-noemático. La efectividad se legitima a sí
misma y se muestra como verdadera a la conciencia racional, e, inversamente, la conciencia
racional ejerce una donación o dictaminación de derecho (Rechtgebung, Rechtsprechung)
respecto de la efectividad. La razón no se sustenta en una sola experiencia o acción, sino en
una síntesis concordante en la plenificación de la correspondiente conciencia de horizonte.
Así, para la fenomenología trascendental, la conciencia es autónoma porque la validez o la
invalidez de su posición queda legitimada por sus propios medios dentro de la absoluta
autosuficiencia de la correlación entre el mundo y la conciencia del mundo. Debido a su
apertura y su estructura indeterminada, la intencionalidad de horizonte posibilita la
1
Cf. John J. Drummond, “Ethics”, en Steven Crowell, Lester Embree y Samuel J. Julian, The Reach of Reflection.
Issues for Phenomenology’s Second Century, Boca Raton, Center for Advanced Research in
Phenomenology/Electron Press, 2001, p. 126 ss.
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considera falso este contraste entre sentimiento y razón. Debe haber una tercera posibilidad
porque es inconcebible una voluntad sin relación con el sentimiento: “Todo sujeto de la
voluntad debe ser a priori, en una generalidad eidética incondicionada, un sujeto valorante,
un sujeto sentiente” (Hua XXXVII, 214). Hablar de una voluntad desligada del sentimiento
es tan absurdo como hablar de un sonido sin intensidad o de un color sin extensión. Más
aún: no se trata de momentos que están necesariamente referidos unos a otros, sino que se
presenta entre ellos una relación de fundamentación por la que el querer se sustenta en el
valorar: “Una motivación en la que el yo como yo del querer no fuera motivado por
ninguna valoración, esto es, por ningún sentimiento, es pura y simplemente impensable”
(Hua XXXVII, 215). La tercera posibilidad reside en una determinación de la voluntad por
medio de objetividades ideales, es decir, valores que se manifiestan en la esfera del
sentimiento. En oposición expresa a Kant, Husserl afirma: “Es un contrasentido una
regulación formal del valorar y el querer bajo el supuesto de que la materia del valorar y el
querer, esto es, la particularidad de contenido de los objeto del valor y de la voluntad
pudiera permanecer fuera de consideración. En este respecto debemos, pues, distinguir
rigurosamente nuestros caminos de aquellos de la teoría kantiana” (Hua XXVIII, 139)..
Según Husserl, el alejamiento del empirismo psicologista y de la ética del sentimiento
conduce a Kant a un formalismo vacío. Si se recurre a un análisis fenomenológico y
eidético, se descubren posibilidades para avanzar en otra dirección. Solo si pasa por alto su
capacidad de intelección de valores, se puede excluir al sentimiento de la fundamentación
de la ética porque ella queda condenada a una pérdida de objetividad. Según Husserl, es
necesario distinguir entre sentimientos sensibles pasivos y actos de sentimiento. Estos
exhiben una racionalidad propia, captan activamente valores en las cosas en tanto
objetividades ideales, y, por tanto, permiten instituir una esfera propia de normatividad: “Si
Kant hubiera visto las objetividades ideales en cuanto tales, [...] no hubiera sido posible esta
contraposición de sensibilidad y razón con todo lo que la acompaña” (Hua XXXVII, 220).
La axiología formal
La lógica ofrece a Husserl un hilo conductor para encontrar estructuras
correspondientes en la ética. Puesto que la lógica se divide en teórica y normativa, la ética
tendrá una vertiente teórica, es decir, la axiología o teoría de los valores, y una vertiente
normativa, es decir, la práctica o teoría de la acción ética. La ética “solo es posible como
una ciencia –fundada fenomenológicamente– de la razón axiológica y práctica” (Hua
XXXVII, 255). Además, otra doble condición de la lógica se refleja también, en la ética. La
lógica puede ser, por un lado, lógica formal en tanto no se ocupa de contenidos sino de
formas, y, por el otro, lógica material en tanto considera la aplicación de estas formas a un
contenido Por consiguiente, tanto la axiología como la práctica tendrán también un lado
formal y un lado material. Respecto del lado formal, Husserl escribe: “[…] la materia del
querer y el valorar permanece plenamente indeterminada, exactamente de la misma manera
en que, en la lógica analítica y la teoría normativa a priori fundada en ella, la materia del
juicio permanece indeterminada respecto de cualesquiera ámbitos cósicos particulares”
(Hua XXVIII, 350).
En su lado formal, la axiología se ocupa de leyes que valen para los valores con
independencia de su contenido. Husserl pone de relieve analogías entre el razonamiento
silogístico y el comportamiento práctico según medios y fines. En un caso tenemos
fundamentos y consecuencias analítico-lógicos. En el otro tenemos fundamentos y
consecuencias analítico-prácticos. En el silogismo, las premisas son el fundamento lógico
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