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Lectura Sobre Spencer Wells
Lectura Sobre Spencer Wells
Para ello, Wells y su equipo de científicos utilizan las tecnologías genéticas e informáticas
más avanzadas para concluir de dónde venimos en base al ADN, «la partida de nacimiento
que todos llevamos bajo la piel». Más de medio millón de personas de todo el planeta han
aportado su granito de arena al proyecto. Cien asturianos podrán formar parte del estudio
el próximo sábado mediante una toma de ADN en la cúpula del Centro Niemeyer. El
premio: el conocimiento de la historia migratoria de sus ancestros. Se trata de la primera
prueba de estas características que se realiza en Europa. El proyecto Genográfico de
National Geographic llega a Asturias de la mano del Centro Niemeyer.
La idea es que todos tenemos una relación estrecha como especie. Muchas veces nos
preguntamos de dónde venimos, cuál es nuestro origen, una duda que lleva mucho tiempo
entre nosotros y que llega a convertirse en una cuestión filosófica. El aspecto científico se
introdujo mucho más tarde. Comenzó con el Renacimiento, con Darwin, que estipulaba ya
un origen africano para todos nosotros porque establecía una relación con los simios de
gran tamaño que habían aparecido en África. De hecho, esto se demostró porque había
registros fósiles de los simios. Ahí es cómo comenzó la investigación. Muchas veces
partimos de supuestos. El que en apariencia seamos tan distintos significa que hemos
tenido que empezar a diferenciarnos hace mucho tiempo. Por lo tanto tenemos una
historia que se remonta muy atrás en el tiempo.
Surgió con el proyecto del genoma humano a finales del siglo pasado. Lo que se consiguió
fue secuenciar el primer genoma y a partir de ahí se desarrollaron los dispositivos rápidos
de secuenciación. Con esto conseguimos gran cantidad de información. Esa información
recoge marcadores, lo que son los polimorfismos (las siglas en inglés son SNIP). A partir
de ahí tenemos la clave para estudiar lo que nosotros entendemos como los patrones
migratorios.
Ahora tenemos el chip para el proyecto 2.0. Con ese chip se pueden secuenciar
hasta 150.000 marcadores genéticos, no sólo lo que sería el cromosoma Y o el ADN
mitocondrial, sino otras cuestiones, como el ADN autosómico. Con todo esto tenemos
muchísima información para establecer líneas de parentesco de cada uno de los
individuos a los que se realiza la prueba. Hemos pasado de la secuenciación a la
genotificación. Eso es lo que estamos aprovechando ahora.
(Ríe) Sí, es posible rastrear la diversidad del ADN mitocondrial hasta esa mujer que vivió
en África hace aproximadamente unos 200.000 años. Quiero dejar claro que no era la
única mujer del momento. Era una población en crecimiento, había otras mujeres que
también tuvieron descendencia, pero cuyas raíces no llegaron a la actualidad. Pero hubo
una mujer afortunada que tuvo hijos, nietos, estos tuvieron sus hijos? hasta tal punto que
todos los que estamos hoy aquí podemos remontarnos hasta esa persona, que no era la
única mujer viva en absoluto. No era la única mujer, pero si nuestra madre genética.
Sería algo similar. Con el rastreo del cromosoma Y llegamos a un hombre de África de
hace 140.000 años. Existe información controvertida sobre la posibilidad del hallazgo de
una persona que se remontaría antes de esos 140.000 años, pero aún no tenemos
resultados concluyentes.
Lo cierto es que no podemos estar seguros de las características de cada una de las
diferencias, pero en el caso de la piel sí que tenemos una idea bastante clara. Somos
originarios de África, es una zona tropical donde la radiación solar es muy importante.
Además somos una especie que no tiene pelo, vivíamos en la sabana, y ahí la piel estaba
expuesta al sol, por lo que necesitábamos una protección natural, la melanina. Cuando
salimos del trópico y la exposición solar se reduce (algunas zonas de Asia, Europa),
necesitamos que parte de la radiación ultravioleta nos llegue a las capas más profundas de
la dermis, porque eso es lo que nos permite sintetizar la vitamina D, que no se consiguen
mediante la dieta. A medida que nos adentrábamos más hacia el Norte fuimos perdiendo
parte de esa pigmentación para ir sintetizando la vitamina D. Así, la piel se fue haciendo
más clara. Existen otras maneras de explicar este u otros cambios, pero en términos
generales, el factor primordial es la adaptación al medio.
-¿El mapa genético de las migraciones nos permite trazar un mapa genético de las
enfermedades?
Nosotros solo estudiamos los marcadores genéticos que tienen que ver con la
ascendencia, con nuestros antepasados, no estudiamos marcadores de enfermedades. No
obstante, es cierto que las enfermedades tienen un origen genético, por lo tanto podrían
establecerse patrones similares. Las migraciones de las que hemos estado hablando
también llevan asociadas variaciones genéticas relacionadas con las enfermedades.
Seguro que comparten material genético, porque de media compartimos un 99,9 por
ciento. El motivo de esto, es que las variaciones son mucho más recientes de lo que
cabríamos esperar, sobre todo si lo comparamos con otras especies, dígase los
simios, donde la variación genética en comparación con nosotros es cinco o diez veces
mayor. Esto se debe a que hubo un efecto embudo, un cuello de botella, que se produjo
hace unos 75.000 años donde el número total de seres humanos era de 10.000 o incluso
menos. Más o menos todos procedemos de aquel momento y a partir de ahí nos
expandimos. Somos miembros de un clan familiar, tenemos una relación mucho más
estrecha de lo que podíamos haber pensado en un principio. Si atendemos los patrones
migratorios hacia Europa y Asia, comprobamos que llega un momento en el que
confluyen. Por eso tenemos esas características genéticas comunes.
Definir raza es muy complicado, ha habido diversos enfoques en los últimos dos siglos.
Pero si hablamos de biología, de genética pura, no existen apenas diferencias. Por debajo
de la piel somos más parecidos que distintos.
Gran pregunta. La idea es que la primera migración africana se produjo hace unos 60.000
o 70.000 años. Empezó por una línea costera, atravesando la actual Somalia, Etiopía,
pasando después a Yemen. Siguieron migrando de manera costera hasta llegar al
sudeste asiático. Aproximadamente hace unos 50.000 años tendríamos la migración
a Australia y hace unos 45.000-50.000 años a Oriente Medio. Algunos de estos se
adentraron más hacia el continente y llegaron a Asia Central hace 35.000-40.000 años y
llegaron a Europa. Algunos, a su vez, llegaron a América y otros se adentraron en otras
zonas de Asia. Por otro lado, hubo unas migraciones posteriores, sobre todas las
procedentes de lo que se denomina la media luna fértil de esa zona, hace unos 10.000
años. Ahí hubo una mezcla, donde confluyeron esas dos migraciones. Estaríamos
hablando de que el Paleolítico (hace más de 35.000 años) se junta con aquellos
inmigrantes procedentes de la media luna fértil. Es ahí donde encontramos los dos
patrones genéticos presentes en Europa. Por eso en España encontramos las dos
vertientes: los Paleolíticos, que son los que inmigraron aquí y se encontraron con los
neandertales, y los que llegaron después procedentes de Oriente Medio y que trajeron
consigo la agricultura.
Amaya P. GIÓN
vía Diario Independiente de Asturias.