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2 hess sete © actos ajenos, sino dos interpretaciones de auestras ppropias percepciones y de los afectos que las acompa- Ran. Esté la interpretacion que individualiza las for- ‘mas dela mancha mévil en figuras nitidas y aisla en el seno de esas figuras el objeto amoroso a ser posefdo. ‘Y esté la que las individualiza en elementos metamér- ficos que se lanzan a la gran rueda de las metéforas, ) de la escritura. Es ahi donde lafceién y la “verdadera vida” se separan, al contrario de la creencia popular. Y también es ahi donde yaceria el corazén del malenten- ido. Es lo que Henri Ghéon no reconoce cuando con- sidera que las “cosas de la vida” estén desubicadas en tla ficcidn, No puede comprender que la literatura es Ja verdadera vida que nos cura de los malentendidos de [a ficcion amorosa y de la ficcién politica. El mal | entendido que sostiene seria as el precio a pagar para | curarnos de otros malentendidos. La literatura nos en- sefia, en suma, a hacer lo que esta prohibido para el + texicégrato:elegir bien nuestro malentendido, La pena de muerte de Emma Bovary. Literatura; democracia y medicina @Por qué habia que matar a Emma Bovary? Hay algo que evidentemente hace nido en la pregunts asi planteada, Preguntar por qué debia matarse a una persona implica que, en efecto, se la ha matado, que ‘su muerte es un asesinato comprobable. Ahora bien, €l hecho citado parece aqui evidentemente inexacto. Incluso aquellos que no han leido Madame Booary sa- ben al menos una cosa: nadie maté a Emuna, fue ella quien se suicid6, Aquellos que lo han leido saben que antes de absorber el veneno, se esmera en escribir la siguiente férmula: “Que no se culpea nadie”. Asi que la pregunta correcta pareceria ser: zpor qué Emma Bovary se suicid6? Para este interrogante, la novela ofrece todas las respuestas posibles: se suicidé porque zno podia pagar sus deudas, se habia endeudado de- bido a sus aventuras extraconyugales, esas aventuras eran el resultado de la distancia abisal que existfa en- tre la vida que habia sofiado a partir de las novelas Iefdas en el convento donde fue criada y aquella que ddebja vivir junto a un mediocre médico en una mise- rable aldea en meciio del campo. Su suicidio, en deli- nitiva, surge como el término légicg de una seguidilla, de desilusiones que derivan de una ilusién original 7 onus vce por un exceso de imaginacién, ela confundiliteratu- Fay vida real. A parirde ali, por supuesto, se pueden rastrear hacia atts lg casas de esa ils Los bute ros espitus de la époce fe reriminaban ana educa- cién inacecuada para el esttus social. Los escépicos de los tiempos pestriores denunciaran los efectos de a alienacin socal o de la dominacién mascuina. Y¥.consideraban que con tales arguments brindaban una explicaién politics del suicidio, Mocifcar el interrogante y preguntar, contra toda evidencia, por qué Emma ha sido tsesinada, supone aque la Logica que anima las respuestas mencionadas no nos satisace, que no nos satisfacetampoce la e- lnctén causa-efecto. que brindan como explicacion politica. Este produce en efecto un soepechoso corto Eireuto entre das ércenes de sxzones. Eatin, por wn lado, las razones icionales del suicidio que constitu yen ia propia intiga de bro, sw necesidad ficiona, 4yque no reclaman, al respect ninguna inerpretacion suplementaria.Y estan las razones sociales invocadas para explcar este necesidad ficional. El primer pro- bhema es que e583 mismas razones podean ajustrse ademés a cualquier ota necesidad fccional. No son ni mis ni menos adecuadss al caso de Emma que al de Eth Brest oal de Tess d’Uberville,yno serian dif rentes si Emma volviera a sus deberes de esposa o si llegara a umn acuerdo con sus acreedores. Peto, sobre todo, al saltar de las razones internas sls razoness0- ciales,no-ficionales, se dja de lado lo que hay entre el adentzoy el afro, entre lo ccional y lo no-fecio~ ral a saber, la propia invencién dela fccién, Se des- Carta lo que, sin embargo, mereceri ser esclarecido en primer liga: el porque de esta fccion social. 2¥ por ounen oe aura n qué ésta se identifica con Ia infeliciiad de un persona- je que habria confundido literatura y vida? ;Qué quie- re decir confundir literatura y vida? ZY que implican- ‘ia tiene esta confusién en una obra literaria? Ahora bien, es en esta encrucijada de cuestiones en donde se sitiia especificamente la politica dela literatura. Entonces hay que partir de este punto: si Emma ruere es porque Flaubert el escrtor ha decidido es- cribir un libro acerca de la muerte de una mujer. Que enesa época la ciudad de Rouen se haya visto agitada por el suicidio ce una mujer adiitera evidenternente ro explica semejanteeleccién. Es s6lo un tema entre Jos centenares de temas que elabord durante toda su vida. Y seguramente no fue su aspecto de lecién so- cial fo que lo atzapé. Los problemas sociales y las lec ciones de moral nunca le interesaron demasiado. Su tinica preocupacién siempre fue l literatura, la pura literatura. El asunto es entonces saber qué relacién puede existir entre la muerte de Emma y Ia preocupa- in porlaliteratura pura. Vera exactamente eso acer «2 de lo que se interzogaba la pregunta aparentemente cerrada: ;Por qué habit que matar a Emma Bovary? Ta fespuesta requiere que reexaminemos el su: puesto primer err, responsable de las desgracias de la joven mujer: habria confundio la literatura con la vida. La explicacién es simple, demasiado simple de hecho como para no suscitar le pregunta: estan fé- il confundi una con otra? Se considera que Madame Booary es una novela realista. Pero, en la vida real, ‘quien tomé alguna vez a la literatura por la vida 6 ‘a vida por literatura? Incluso en la fccidn en don- de todo es posible sucedie en muy raras ocasiones. Se puede mencionar a Don Quijote, por supuesto, Pero 2 cts ne 1 propio Don Quijote, de vez en cuando, le explica a Sancho a través de un razonamiento absolutamen- te positive la relacién entre ficcién y realidad. De esta forma, cuando le escribe la carta a Duleinea en a libre- ta de Cardenio, le pide a Sancho que la haga transcri bir en un pueblo vecino antes de llevarsela a su dest nalaria. Sancho presenta una objecién: gcbmo imitaré la firma de Don Quijote? Pero Don Quijote lo tran guiliza con una serie de argumentos incontestables: ‘Duleinea no conoce la letra de Don Quijote; no sabe ni siquiera quién es Don Quijote; asf coma tampaco sabe ‘que ella es Dulcinea. Y como si fuera poco, ni siquiera sabe leer. Don Quijote parece plenamente consciente, parece gobernar plenamente las “ilusiones” de las que es la supuesta vietima ingena Emma no tiene tanta inclinacién por las paradojas ‘como Don Quijote. Sin embargo, cuando cae entre sus ‘manos una novela lirica, que celebra los placeres de Ja naturaleza y de Ja vida rural, ella logra compatar esa campifia ilica con la realidad del trabajo del ara- do 0 del balido de los rebatios. Y se ditige rpidamen- fe entonces hacia otras lecturas. Dicho de oto modo, no toma a la literatura por la vida. Exige positivamen- fe una literatura y und vida que puedan fundirse en. tuna tinica realidad. Lo que define a su personaje es la [negativa de separar dos clases de disfrute: el disfru- |te material de los bienes y de los placeres materiales, ly el disirute espiritual de la literatura, del arte y de ‘los grandes ideaies, Flaubert caracteriza su actitud a través de dos rasgos. La describe como sentimental, y también dice de ella que tiene un espieitu positive, que se preocupa por extraer de cada cosa una especie de beneficio personal. A pesar de las apariencias, no hay Ponca ot uma contradiceién entre los dos rasgos. El caricter sent ‘mental requiere que fos placeresideales del literata- ray del arte sean placeres concretos. El ella quieren encontrar al algo mas que un pro placer intelectual: luna fuente de exeitacion prictia "Los rasgos fecionales de Emina responden asa la gran obsesin intelectsal de su tiempo, reoumida en la palabra exctaién Esta palabra habia estado antes en fl coraz6n de la formuacion positiva de una potica nueva, que se relacionaba con las més humildes emno- ciones. Puede encontrrsela en el prfacio escrito en 1812 por Wordsivorth para as Lyrica Bales Pero, en Ja Francia de los anos 1850-1860, designa algo comple- tamente diferente als vietud poetica que todos com- partan por igual. Bn ese contexto, da nombre al mal fatal que hace que los buenos espitus wean cémo se devora als individuos y a toda la sociedad poral. El diagnéstico ha quedado registraco para todos no- sotrs en escitos emblematicos, como los de Taine en primer lugar Pero en ese entonces se lo escuchaba por todas partes: se decin que In sociedad se habia cone vertdo en un tumalto incesante de deseos y pensa- rientos, de apetitos y rustraciones, Antes, cuando la monarquia, fa aistoeracia la reiginestrcturaban et cuerpo social, exsta una jerarquia cara y estable que ponia acada grupo y aeada individwo ene! igar que le correspond. Este orden aseguraba un suelo fieme y horizontes liitados, dos bienes que son con- dicién de todos es demas, sobre todo para la gente Jnumilde, Desgracadamente, ese orden fe arruinado, primero por la Revolucién Frances luego por el in- lusteialsmo,y finalment por los nuevos medios de comuicacin loshay en todas las épocas,y los de ese 20 eos Roce ‘momento eran es0s diarios, bros baratos y litografias ue ponian todas las palabras y todas las imagenes, todos los suefos, todas las aspiraciones a disposicién de cualquiera). En consecuencia, la sociedad moder- ha no era més que un bullicio de individuos libres e iguales arrastrados todos juntos en un torbellino sin, descanso, en busqueda de una excitaci6n que era para cada uno nada mas y nada menos que la interioriza- cidn de la agitacién sin abjetivo y sin tregua que ator- ‘mentaba al cuerpo social en su totalidad, ‘Acesta sociedad de la excitacin, ellos Ja llamaban de otta forma: Je decian “democracia”. La légica de cesta denominacién merece un andlisis. A la democra- cia la habjan conocido, antes que nada, con su forma propia, como el gobierno del pueblo por el pueblo, el ‘gobierno de todos y de nadie donde cada cual es tan ‘gobernante como gobernado, y cuya sola idea habla movilizado a las masas en la primavera de 1848. Esta, democracia sufrié las balas y la epresién. Y eso sigri- ficé solamente una pequefa parte de la guerra que le habfan declarado. No alcarwaba con reprimizla en las calles, habfa que anular su significado politico, conver- tirlaen un simple fenémeno sociol6gico, en una fuerza social incapaz. Fue asf como un especiro democratico nuevo substituyé a uno viejo. La democracia politica, como decian os buenos espiritus, habia aprendico de su propia incapacidad. Pero habia entonces, bajo el pro- pio poder del emperador Napoleén il y de sus leyes de excepcién, una insurreccién democratica nueva mu- cho mas radical que ni el ejército nila policia podefan aplacar. Eta la insurreccién de esa multitud de deseos ¥ aspiraciones que surgian de todos los poros de la 3o- ‘edad moderna lainsurreccion de la infinidad de esos Peer ct arose a ‘itomos sociales en libertad, 4vidos de gozar de todo lo ‘que constituia objeto de goce: el oro, por supuesto, y fodo lo que el oro puede comprar, pero también, lo que resultaba atin peor, todo Io que no puede comprar: las ‘pasiones, los ideales, los valores, los placeres del arte y de la literatura, Ese era para ellos el mal mis teal. ‘Las casas hubieran sido tanto menos graves sila gente hhumilde hubiese querido simplemente volverse rica. Se sabe que esa gente tiene un espiritu pesitivo, Pero ellos tentendian de una manera un poco extrafia esa “posit- vvidad”. Querian gozar de todo lo que es susceptible de ‘goce, comprendicios los placeres ideales. Pero también ‘querian hacer de esos placores ideales placeres concre- tos, placeres materiales positives. Para los lectores de Flaubert, Emma Bovary es la terrorifica encarnacién de ese apetito “demoeratico”. Es de esa forma en efecto como la caracteriza el autor: _Emma quiere a la vez el iilio ideal y el placer fisico. Y ;pasa su tiempo negociando entre las excitaciones de los sentidos y las del espiritu. Cuando se resiste a su amor por Leén, cree merecer una recampensa, Entonces cor pra un mueble, Y no cualquier mueble: un reclinatorio .otico, Esa es la marca, para los buenos espiritus, dela terrorifica equivalencia democritica de todo con todo: cualquiera, incluso en las profundidades del pueblo y cen el santuario femenino del hogar, puede intercam- biar cualquier deseo por cualquier dt, Armand de Pontmartin resume asi el diagndstico: “Madame Booary 5 la débil exaltacién de los sentidos y de la im: cién en Ia democracia descontenta” = 2 Armand de Fontmartin, *MM. Edmond Aboutet Gustave Flaubert”, en Nowelles Causeries du samedi, Pars, Michel Levy bres, 1860, p.315, De 2 ens Rc Esta habrfa sido, sin dudas, una buena razén para sentenciarla a muerte. Pero no se les pide a los bue- ‘nos espiritus que juzguen a Emma, So se tes solicita aque juzguen a su creador. La tinica persona a la que realmente le interes6 matar a Emma fue a él. Antes ~ del uicio que la gente honesta le hace al esritor,esté quel que el escrtor le hace a su personaje. Ademés ddel mal social que los aterra,esté el mal que Emma le hace ala literatura, es decir, el mal que el autor le hace hacer, aquel que encarna en su persongje. Este juicio es mas complejo que el otro. Porque el creador ddl personaje no solo juega el dable rol de juez y ver ‘dugo sino que también este uez y verdugoes, en gran medida, cOmplice de la condenada. zCual es, en efec- to, ef dao que Emma le hace a la literatura? El dafio consiste en una doble confusién: quiere emparentar li teratura y vida, y para ello hace que toda fuente de excitacion sea equivalente a cualquier otra. Pero estos rasgos que definen su carécter y el supuesto humor * democratico” son también los que definen la postica de su creador y, més ampliamente, la postica de Ta li- 1 teratura como régimen nuevo del arte de escribir. En esto consiste la literatura: en ser el arte de escribir que esdibuja la distineién entre el mundo del arte y la | vida prosaica haciendo que cualquier tema sea equi- \valente a cualquier otro. En aquel tiempo de las be- lias letras, Jos terrenos estaban bien definidos, al me- ros para la gente de buen gusto: habia temas posticos © prosaicos, personajes nobles o vulgares, expresiones clevadas o tivales. La frontera entre ambos terrenos se resumia en la oposicin aristotélica entre poesta e Isstoria. La poesla se ocupaba de las intrigas, de las combinaciones de acciones que se encadenaban unas x Puro are @ 2 otras mientras que la historia se ocupaba solamente de la vida, en donde las cosas sucedian una detras de ‘otra, sin razén, sin una necesidad orgénica. Esta supe- riotidad poética de la accién por sobre la vida respon- dia a la division de la humanidad en dos categoria: estaban por un lado algunos pocos hombres que ac- tuaban, que se dedicaban a perseguir grandes proyec- tos e importantes fines y afrontaban en consecuencia Jos golpes y contragolpes dela fortuna inherentes a se rejantes empreses. ¥, por otro lado, estaba la masa de hombres ~de mujeres sobre toclo- cuya actividad es- taba circunscripta al cfculo de la vida, de los medios, para manteneria y de su reproduccién. Al proclamar’ con Flaubert que no habia temas nabies o innobles, la literatura operaba entonces no s6lo un ensanchamien- tode laestera ce lo representable sino que adems po-| nia en cuestion la oposicion entre accin y vida, oposi- cid indisolublemente postica y social No hay separacion entre el terreno de lo postico y el de lo prosaico. Este nuevo principio no constituia la convicein personal de un autor. Era el principio que constitu a la literatura como tal, que constituia su. propia dignidad. No se trataba solamente de que el arte se prestaba a partir de ese entonces, por la fatal dad de la evolucién social, a acoger a los personajes ¥ temociones de la plebe, Era su propia pureza la que se asimilaba a esta indiferenciacion. Que ya no haya te- ras nobles o innobles quiere decir que la pureza del j arte reside en no deberle nada a sus temas. Esta pureza | “consist en ello aunque nada separe lo que pertenece al arte de lo que pertenece a la vida prosaica. No por nada el mismo autor podré pasar por prototipo del! realist ¥ por paladin del arte por el arte, £5 por esa « es cet risma necesidad que el Arte exist ahors, en singular yon maysscula, que ya ninguna frontera separa al 2rte de lo que no los. Es pot e20 que los pal de la tradicon denuncian Con razén la complicidad Gel autor con su personaje. La equivalencia entee to- dos los temas que él procama, disponibles para los diferentes esilos, responde ala equivalencia que ella instore entre tcis los objets susceptibles de provo- carla excitaion buscada. La exeitacién del personae, “vido de todo goce,y la impasbilidad del autor que se cuida de no juzgat los hechos y gstos de ninguno de sus personajes sn dos caras de a misma moneda, | dos formas del mismo mal que se lama democracia ‘se es su veredct. Pero el autor ve con ots oj esa complicidad, Al atibuitse la posibilidad de oto garlea todo lo vulgarel cardcter de arte, no puede Ig- horar la otra cara de Ia moneda: lo que vale para él vale, también, para Emma. La igualdad literaria es ciertamente independiente de toda politica democr’- tia. Pero es eoidaria con ese reparto de lo sensible {qe ana Ia diferencia entre dos humanidades, entre {Hos seresdestinados a las grandes acciones y alas pa- | siones refinadas y ls seresconsagrads ala vida prc- ‘tia y postiva, El borramiento de as fronetasy dels diferencias que el poder nuevo de su arte funda define tambien ponbilidades de vida inélitas para cualquie- £4. Y entre esas posbilidaces inéditas ques leofrecen ‘quien sea que aparezca, esti en especial nquella de > fundir ast manera arte y vida. Flaubert puede hacer arte con la vida de I hija de un campesino en a me- dia en que ella pueda, a su ver, tneformar su vida fen arte la invencion Gel escritor en una manera de ‘vie sta posibilidad planta dos ipos de problemas. Pouncace ALAN ss Existe por supuesto el trastorno “social” que acosa et” alma de los contemporénecs: el “desclasamiento” de los hijos e hijas del pueblo alcanzades por la "va dad’ literaria que los arranca de su condicin. Balzac ya habia dedicado £1 cura de alea al destino funesto ela hija de un chatarreroalcanzada por la revelaciin, el libro y el culo del deal. Su primera preocupacién, ra denunciar el peligro social que surge de la posibi- lidad de que cualquiera sea un individuo que partici pace todos los goces y especialmente de los paces del ‘deal, Esa esa raz6n por la quesin dudas no mat6 asi heroina, Al contrari, la hizo eémplice de un crimen, Jteralizando el crimen simbélico de la mezcla de las condiciones y de los destinos, Flaubert es ajeno a estas preocupaciones. Su ti «a preocupacion alafe al arte. Se reiere al nado que liga ia jgualdad artstica a esta nueva divisién de lo sensible que hace que los placeres del alma estén dis- ponibles para cualquiera. Es ésteel segundo problema ue concieme ya no al orden social sino al arte en mismo: ie fro del arte busca una nueva forma d Indiferenciacion entre el arte y la vida no artistics,y si esta indistincin esta disponible para cualquiera, qué Je queda al arte para furdar su especificidad? Li'nue- va formula que funda la diferenciaién del arte signifi ca también su cada en la indiferenciacidn de una vida que en todas partes se mezcla con el ate asf como el arte se mezcla,en todas parts, con la vida, Para evi- tar esta consecuencia hay que separar las dos equiva- lencias,separar las dos maneras diferentes de tratr la indiferenciacion enire el arte y o que nolo es. Debers! haber una manera correcta y una manera incorrect de trata la indiferenciacion. Bs esta manera incorre- ees once tala que el autor debe encarnar en su personaje. Debe “| construir a su personaje como su puesto, como el an- | artista, La manera correcta, la manera artista de tra- J'tar la indiferenciacién, consiste en ponerla sélo en el Libro, en el libro en tanto libro. La manera incorrecta, Ja manera del personaje, consiste en ponerla en la vida | real, Es asf cémo la via del personaje se separa de la el artista. Yen ello consiste el espiritu “positivo” de ‘Emma: ella trata al arte como algo positive. Para ella, elarte significa cierto estilo de vida que debe p todas las formas de la existencia. Tal es el princi la equivalencia entre positivismo y sentimentalismo, ‘esa equivalencia que define la via antiartistica. Para ‘comprender la manera en la que se construye la dlife- rencia, detengémonos en un corto pasaje que describe las sensaciones de la joven Emma asistiendo a misa en su convente: Esa vida sin salir jams de a tibia atmésfera de Ins clases y entre esas mujeres de pda tezquellevaban rosaros con cruz de cobre la sumié dulcemente en la mistica languides exhalada por los perfumes del alta, a frescur de as plas de agua benditay ol ful- {gor de los crios En vez de segue is mis, miraba en {5 bro las piadosas vinetas can borde azul, amaba a In ovejaenferma, al sagrado coraz6n atrevesado por agudas fechas, 6 al pobre Jestis que cae bajo el peso desu cruz® Es aqui donde la via del personaje ya se separa de la del autor. Pero no hay que confundirse a propési- to de esta diferencia. Evidentemente Flaubert no cul- Gustave Flaubert Mame Bvary,edicin presentada y ano tada por Jacques Nees, Pars, Livte de Poche, 1999, p. 98. (Te. esp: Madan Bocory, Made, Citedra, 191.) Poumea esau 2 pa a Emma por st distrccisn durante el ofcio divi no, Porgue para él tambign Ia mistica languidez de los perfumes, el falgor de ls cirios y el borde azul de las vietasconstitayen el contenido real dela mis. Hace en tanto eseritor exactamente lo mismo quel hace ha- cer aquia su personae: disuelveelacontecimiento-la cerenionia religiosa~en un simple juego de sensac nes y emociones.Y se dea él tambien acunar por el ritmo ternario de su fase ast como Emma se mece al ritmo de a languidez mistcs del altar, Incluso mis el tratamiento que él le da toda la historia de a vida y delas desgracias de Emma es el mismo que Emma da fla mis: como un puro goce de sensacionese image nes. El enor de Emma no conssteenfonce en dejar se levar hacia el misticismo, Al contratio,consiste en Serle infil» €.Enuma,en efecto, triciona este" tiismo” a partic del momento en el que quiere darles alla sensaciones ya las imgenes misticas una figura conereta, cuando quiere verlas encarnadas en objetos Yyen personajes reales. Fse es su pecsdo mortal: quiere consiruir com los elementos de la lange mistics la trama de'su vida y el decorado de su casa La iterate raes paraella, antes que nada, una bella caja de herra- rientas para escribir Yel arte que le pane as via lo encaman las cortnas, las arancels, los dies para st ‘elo un par de floreros de vidio ar para poner so- bre su chimenea,o un costureo de mari con tn de- dal de pata sobredorada, sees el enor de Emma, s falta contra el area la ue peters pone in oeesttzaion dee vida cotidiana, La exprsion sin duda todavia no existe, pero Ja preoeupacin sf que existe ampliamente y Flaubert Ia formal claramenteen tna carta a Louise Coe: 8 ac Ree |Cudnta buena gente que, hace un siglo, podria ha ber vivido perfectamente sin Bellas Artes ahora no puede vivir sin estatuitas, musiquitas y pequena ite- Fatura! Reflexionemas solamente sobre la ominesa pooliferacién de males dibujos que son responsabi- lidad de la tograiat Y qué bellas naciones puede textrar el pueblo en cuanto a las formas humanas)* Fl punto de mira de Flaubert es lo que Adorno re- sumira en su exitica a lo kitsch, Es necesario evaluar Ia importancia de lo que esté en juego: el kitsch no es arte pasado de moda, Es cierto que el arte que entra fen la vida de los pobres es aguel que, en general, los estetas han descartado. Pero el problema es todavia ss profundo: el kitsclt es el arte incorporado a a vida de cualquiera, que se ha convertido en parte del de- corado 0 del mobiliario de su vida cotidiana. A este respecto, Madame Boonry es el primer manifiesto ati Kitsch. El transcurso de la novela da lugar a una dife- renciacion incesante: el personaje no deja de actuar allt a contracorriente del artista, Flaubert hace incluso tn, ‘poco demasiado para demostrarlo, sobre todo cuando ‘evoca las inquietudes literarias de Emma y le hace es- tudiar en Eugene Sue las descripciones de mobiejes, Hay medios mas sencillos que la lectura de las novelas de Eugenio Sue para estar al dia en lo que concieme a Ja moda en materia de mobiliario. Pero Flaubert nece- sita asimilar el “estetismo” de su personaje a la simple confusién entre literatura y moblaje. Tiene tanta nece- sidad que le confiesa a Louise Colet que la literatura Gustave Hauber, “Lettre 8 Louise Colt, 29 janvier 1858", en Comupondnce, 3 vols, Pars, Gallimard, col. "Bibliotheque {ea Pidiade”, 1980, tomo lp. 51. [Tr esp Gustave Flaubert, Cartes Louise Colet, Madi, Sirvela, 1989] es una compensacién respecto de su suefio imposible de poser «divanes de plumas de eaibr, ‘apices de piel de lane, silones de ébsno, parquets de escemas, cary delabros de oro macizo,o bien Ismparastalladas en cesmeraldas” fste es el fondo del problema: Ia tentacién de in- sertar al arte en la vida real debe singularizarse en un nico personaje y ser condenada a muerte en la figura de a mala o de ia falsa artista, El crimen de Enuna es! tin crimen contsn la literatura, Consste en haber he) cho mal uso de In equivalencia entre el arte y la vida. La literatura debe condenatia 8 muerte para preset! var al arte de su doble maléfico, la estetizacién de la) wid, La cuestin no es una cuestin socal en el seni done que sewsa el término comiinmente:no consi- teen preservarel arte de lo vulgar Sino que consists, cada vez més, al contari, en preservatlo dela gen. ‘efinada, Sin duda el refinarniento de Emma 6 t- “davia rudimentario. Pero encontraré una encarnacign totalmente distinta treinta afios mas tarde en el Des Espeintes de Huysmans, e esteta que quiere vivir ro- deado de las més exquisitas creaciones del arte, desde Jos versos de Mallarmé hasta los perfumes raros ohas- ta las plantas increfbles. Y treinta aftos después de A contrapelo, Proust se las agarrard con los hombres del, gran mundo enjuicianda a esos estetas que le piden, al arte que cautive sus vidas, que marque el ritmo de sus amores, o que decore sus casas. Y para ello inven- tard todo tipo de sentencias que castiguen sus crime- res contra la literattica y el arte: casaré a Swann con la Fi, p S178. po 0 icone Rene semimundana idiota de la que él esté enamorado s6lo por su parecicio con una figura de Botticelli; enviaré a Saint-Loup a la muerte en el campo de batalla como ecompensa por sus suefios de nueva epopeya y enca- denaré al sefior de Charlus, aquel que trata a las obras de arte como recuerdos de gloria nobiliaria, sobre la “roca de pura materia” dentro del burdel de Jupien. Esenesta guerra entre el arte y el estetismo en don- de Flaubert es un precursor. Para ganarla, no aleanza con que el artista castigue a sus personajes. Hace fal- ta también que él muestre la manera correcta de ha-~ cer Jo que ellos han imitado fraudulentamente, la in- | diferenciacién entre el arte yla vida. El escritor quiere limitar esta indiferenciaci6n al libro solamente. Pero {qué significa esto realmente? Conacemos,en efecto, el | Principio flaubertiano: en Ia medida en que el tema es indiferente, es slo el estilo el que hace ala diferencia dl arte, Pero, ahora bien, si estilo significara solamen- te el arte de las bells frases que esta alli para revelar Ja descripcién de situaciones y de personajes vulga- res, nada distinguiria al artista de los personajes. Si ése fuera el cas0, el artista ajustaria frases elegantes, a historias triviales asf como Emuma ajusta arandelas “artisticas” a sus candelabros, o dijes a su rel. Bl tra- bajo del estilo debe entonces significar todo le contea- | io, Debe consistir en suprimir arandelas y dljes. En este sentido es que constituye una “manera absoluta “de ver las cosas”. Emma podria haber percibido lo que ‘es esa manera cuando sentia la “languidez mistica” de la misa. Gozar de esa “languidez mistica” es sentir el goce de una armonia pura de sensaciones, desligada de toda historia y de toda funcién, de todo sentimien- “to personal y de toda propiedad atribuida a las cosas. Perea ct auroorne 2 Byes ‘La manera absoluta de ver las cosas es la manera en Ja que las vemos, en la que las sentimos, cuando yi ro se es un sujeto personal que persigue objetivos in- dividuales. Entonces, las cdsas se liberan de todos los lazos que las convertian para nosotros en abjetos it les o deseables. Se despliegan ast en un sensorium de pas sensaciones, desligadas del sensorium de la ex-_ pperiencia ordinaria, Hay una persona que podria haberle explicado esto a la joven Emma. Desgraciadamente, es la dltima ppersona que podriamos encontrar en ef convento de las buenas hermanas, Es, en efecto, el Diablo. Antes, de escribir Madame Bovary, Flaubert habia escrito la primera versién de La tentacién de San Antonio. Pero el Diablo, tentador del ermitafio, se habia mostrado mas astuto y mas generoso que las viejas hermanas del convento. Le habia explicado a] santo el principio de la “languidez mistica” durante el viaje que Te ha- bia procurado a través de los espacios. Le habia hecho descubrir lo que significa la vida, lo que ésta nos ofrece cuando nuestras sensaciones se liberan de las cadenas, de la individualidad. Gracias a 6 el santo pudo des- cubrir a qué se parecian las formas de la vida imper- sonal, preindividual: cexistencas inanimadas, cosas inertes que parecen animales, existencias vegetaivas, estatuas que sve Fan y paisojes que piensan En ese mundo de lo impersonal, el alma pierde su iddentidad, se escinde en una multiplicidad de Stomos. 8 Gustave Flaubert, La Tenaton de Saint Avon, versién de 1849, Pars, Conard, 1924. 418. (Tr. exp- Custave Flaubert La ‘enti de Sov Antoni, Madi, CStedra,2008 ] | 2 bcos vote de pensamiento que se unen @ esas cosas que también hhan explotado en una danza de corpiisculos. El Diablo Je recuerda al santo que seguramente ya ha sentido {r muchas veces esa experiencia de la fusién del afuera 1 con el adentro: A menuclo, a propésito de cualquier cosa, de wna gots de agua, de una concha de mar, de un pelo, te detuvis: te inmei, con la pupa ij, can el corazn abet. Fl objeto gue contemplabas paeciainvadite, a me: dda que te inelinabas hacia 6, y entre ambos se es- tablectanInzos, se apretaban el una contra el ot, 36 tacaban a partic de adherencas utiles, incontables.” Estas sutiles adherencias, estas conchas de mar es * tospelos o estas gotas de agua, a las que podemos agre- gatles algunos rayos de sel, soplos de aire, granos de arena 0 de polvo levantados por el viento, son quienes 4 formanel tjdo sensible de Madame Booary. Son los ver- 2 daderos acontecimientos della novela, Cada vez que, en fete alan advineespeialmente el nacimiento de un ‘amor, Son ol contenido real del acontecimiento. "El aire, al filtarse por debajo de la puerta, arrastraba un poco de polvo sobre las baldosas”* Ast se seiala la intensi- ad de Ia intimidad que se crea entre Emma y Charles. Si Emma abandona su mano en la de Rodolfo, el dia de Jos comicios, es menos por ef efecto de su retorica que por una combinacién de elementos sensibles:rayitos de ‘ro irradiados en torno de sus pupilas negras, un per- fume de vanilla yel penacho de polvo que ladligencia levantaba alo leos®, Yen cuanto al amor que nacia por F hid, pa. » Gustave Flaubert, Madame Bovary, apc p81 » Bid. p. 246. Poumon on aurea 2 ‘Le6n, era un asunto de cabellera, de insectos, de rayos desol y de gotas de agua: Bl agua corra; mats frdgies se inclinaban sabre ella ‘mpulsadas por la corviente y se desplegaban sobre su limpidez como verdes cabelleras abandonadas De vez en cuando, un insecto de finas patas cami inaba 0 se posaba sobre las varas de ls juncos o las hojes de los nentifares. Un rayo de sol atravesaba los eldbutos azules de ias ondas, que se sucedian yest: liaban en pedazos™ Esto es lo que sucede: gldbulos azules sobre oli- tas bajo el sol o penachos de polvo levantados por el viento. Hete aqui lo que los personajes sienten y lo que provoca su bienestar: un puro fluir de sensaciones, ‘Mucho més tarde, e] narrador proustiano restmiré en estos términos el mensaje que sensaciones semejantes le ditigen como un desafio a quienes las experimen- tan: “AtrSpame al vuelo si puedes, y procuta resol verel enigma de felicidad que te propongo.”* Pero los protagonistas de Flaubert no estan ni siquiera cerca de adivinar el enigma. Porque ni siquiera pueden ver qué tipo de felicidad encierran los penachos de polvo a los, globulos sobre las pequefias olas. Ellos necesitan una, vwerdadera historia que remplace a esos microaconteci- mientos. Quieren que los torbellinos, los rayos de sol, ¥ las olitas se conviertan en propiedades reales que ppertenezcan alobjetos de deseo y de posesién, en ras- 0s de individuos a quienes se pueda amar y que asi. 5 hi p 160, % Maree) Proust, Ata recherche du tompe ped, Il, Pais, Gallimard, col. "Bibliothtque de la Pléiade", 1957, p. 667. (Te. esp. En squad del Fempo perdido, Madd, Aliana 1969 | o ac Rees + vex amen también, No confunden el art con a via. © Confunden un ate con oro yuna vida con ota vid "Toman a snare por ofr: se quednon, en fet, estancados en la antigua potica de las accion, con Sus personajes persiguiendo grandes proyectos, con fs senfimlentossuscacs por las culdades de las personas y con sus pasones nobles opuesas a os sen Eventos del comin de In gente, Estin fuera de hora para la nueva pots, para a pote guailara de a da. Lo que sigs también gue tomar una vida por bra. Se cvenfodavia en un undo de sujet y pred Cados, de cosas y de propiedades, de voluntades que persigun ines igen os medio, Cren que ls cosas J los indlvidvos etn propledades resis que hacen {ue ponerios sea alg deseable. En resumen, no pres thon atenign ala leon del Disb lava no Gene | razones. Es una agitacién incesante de étornos que sin | Gear forma ydeshace nuevas configuracones. Mucho despus un fdsfo, Gilles Deleuze, dard a esa cont | guraciones el nombre de haecceidades y las definira de Insiguente manere [as ete, un nia, un yrno ona hors, a | feta even ua individ peta yu 90 | Cres dems aunque no ge confindacon een coun no Son macndnes enc sna de que tras do w lain de movimiento y de pes | entre maléculaso particulas, poder de afectar y de \Seratecado Son exactamente estas relaciones puras de movi- iiento y de reposo las que construyen los movimien- 5 Giles Deleuze y Félix Guatiasi, Mile Pleenx, Pais, Minuit, 1980, p- 318. [Tres Mil meets, Valencia, Pre-Textos, 1983] cee cee tos decisivos de Madame Bovary, Son ella las que nos ruestran 2 la vida asi como el arte Ia capta en su ver") dad: como un puro fui impersonal de haecceidades. | La literatura dice lo verdadero y nos lo hace sentir al) librar a esas haecceidades de las cadenas de la indi vidualizacién y de la objetivacion. Esa es la manera correcta de efectuar la equivalencia entre la literatura Y I vida. Eso es lo que debe hacer la literatura para! Flaubert, y es lo que al menos él hace. Opone su ma- nera a la de su personaje femenino en el tratamion- tode cada acontecimiento sensible, Emma transforma \ sin cesar las haeceeidades en cualidades de ls perso- nas y de Tas cosas. De esa forma vuelve a colocatlas incesantemente en el torbelino de los apetitosy de las frustraciones. Flaubert hace continuament lo opues- to: extrae la felicidad pura de las haecceldades im-” personales cel tumulto de los apetitos y érustraciones personales Enel relato de sus deseosy de sus desi siones,ahonda en esas “pequehias abertarns” a través de las cuales “Se pereben los precipiios”™. A través del ruido de sus desgracias, nos permite escuchar la ica salvadora de lo impersonal, Frase tras frase, 7 ibe la diferencia de la literatura como una dife- | rencia entre dos maneras de emparentar la literatura | YY la vida, Al derecho igualitario de todos los indivi= duos de gozar de todos ios goces lle opone la igual- dad radical que reina en el nivel de las haecceidades,| preindividuales. Y no hay allf una cuestion de filoso- fia personal. Se trata de la tarea propia de a literatura ® Gustave Flaubert, “Letre& Louise Cole, 26 soit 1853", en Conespondance, 3 vols, Pari, Gallimard, cl. "Biblotseque de la Pleiade”, 1960, tome Ip. 17, 98 hens cee ‘como nueva forma del arte de escribir que consiste en ‘marcar las dos maneras de hacer que el arte y lo que no loes sean equivalentes. Toda la diferencia reside en el tratamiento que se da a e508 microacontecimientos ‘que tejen la tela impersonal sobre la cual la experien- ‘Gia “personal” escribe sus propios guiones, que pue- dden ligarse en la figura ce un sujeto de deseo, que es Jamanera del personaje. O se puede, al contrario, tejer 4 partir de ellos la tela de la vida sensible impersonal, y ésa es la manera del artista. ‘Flaubert marca la diferencia sin decirlo. Se conten ta con oponer la respiraci6n impersonal de la frase ¥ el contenido ficcional del relato. ¥ puede hacerlo por - que él mismo se ha retirado, en tanto autor, del reato. Medio siglo més tarde, Proust trataré el asunto de una ‘manera més radical. Al emparentar al narrador con el protagonista de la historia, hard coincidir la intriga fc- ional con la intriga literaria. Y podré resumir todo el ‘asunto en la interpretacién de un acontecimiento per- ‘ceptivo tinico: una mancha mévil de color en la ori- Ha. Lo que el personaje vio en la playa de Balbec es la mancha hecha por cinco 0 seis jovencitas, o mejor dicho, algo més y algo menos que simplemente unas jovencitas: un ser colectivo hecho de miembros inde- ppendientes, cle un 6valo pélido, de ojos verdes 0 ne- {gr05; 0 mejor atin, de redondeles de mica, de una go- rra sport cubriendo mejilas rosadas, de una bicicleta, de palos de golf, de un meneo de caderas, y de dos 0 {tes frases ofdas al pasar entre las que se encuentra un, molesto "vivir su vida”... Ahora bien, hay dos mane- ‘as posibles de tratar este enjambre mévil de sensacio- nes. Esti aquella que elige el narrador en tanto perso- nnaje de la historia y que consiste en transformar los Pamexoewummmy, contornos flotantes de la mancha mévil en figuras in- dividuales y en elegir entre ellas una figura tinica del ‘objeto de amor, Albertina, Se deja llevar por el deseo de poscer todos los mundo que brillan en los redon- dles de mica de sus ojos, todos los mundos que ella ha atravesado, todos aquellos mundos en los que ella puede escaparsele y donde, en efecto, se le escapars. YY esta tambien la via que habria debido elegis, la que lige su doble, el escritor que va exactamente hacia el otro lado: y que la convierte en la “belleza fluida, co- lectiva y mévil” de la mancha incluso més fluida, in- cluso més mévil e incluso mas colectiva. Convierte a las muchachas en algo todavia més inaccesible, toda- via més inhumano, al lanzarlas sobre la gran ruta de las metamorfosis por donde ellas atraviesan todos los reinos de la naturaleza y todas las formas del arte paza, ‘convertirse, cada una a su vez, en una bandada de ga- viotas que efectiian un enigmatico desfile sobze a are- na, una madrépora, un cometa luminoso, el rey arabe del cortejo de los reyes magos de Gozzoli estatuas ex- [puestas al sol en una orilla griega , para finalizar, una, arboleda de rosas de Pensilvania sobre un pefiasco 1 través del cual se ve toda la extension de océano que recorre un steamer, deslizandase lentamente por Ta linea azul y horizontal que va de un allo oto serosa, y tn Tenta os la marcha del bao que una -mariposa perezoss, que se quedé entze los petalos de una flor que el navio ya de atrs, puede espe: ar wanquilamente a que slo haya entee ella y la si- {guiente flor una parcel azul para echarse a volar con, Ia seguridad de que llega antes que el vapor” % Maree Proust, A ta recterhe du temps perdu, |, Pais, Gallimard, col, “Bibiothaque dela Péiade”, 1954p. 198 rrr 2 hows vce Este fin de episodio nos brinda una doble leccién. Le muestra a Emma lo que se puede hacer, si se es escritor, con el ribete azul de las imagenes piadosas. Pero, para convertirse en escritor, hay que elegir entre os historias: ya sea la historia de amor con Albertina, ‘ya sea la historia de una carrera entre un steamer y una ‘mariposa entre dos pétalos de rosas. Hay que elegit, pero el personaje siempre haré la eleccién equivaca- dda. $i no ya no serfa un personaje de ficcién sino un ‘creador de literatura. Proust, sin embargo, es tun poco as generoso que Flaubert, 0 un poco més dialéctico, La pena que suftié ef personaje a causa de su eleccién. equivocada puede conmutarse en provecho. Si pier dea Albertina puede al final de cuentas comprender Ja manera correcta de observar una mancha mévil en laorilla, Puede comprender la verdadera equivalencia “s._Jentre literatura y vida: la literatura es sdlo la verdade- | 72 vida, la vida realmente vivida que se ha vuelto cla- +3. Pero para ello es necesario que pierda a Albertina, gue la pierda verdaderamente como individualidad, como ser vivo que quiere “vivir su vida, es decir, vi vir la falsa vida que se tiene por verdadera. El obje- to de amor debe morir, morir de verdad, para que la ilusion sobre la vida, la ilusion de la individwalidad, sea destruida. El narrador, es cierto, siente cierta “re pugnancia” de admitir el rigor de la consecuencia, ‘Comprencle ciertamente que los suftimientos experi- mentados a continuaci6n de su error al final de cuen- tas obenefician. Debja pasar por esa enfermedad para adquitir la salud del eseritor que sabe que la verdad. ssuprema de la vida reside tinicamente en a literatura. Pero, ge6mo justificar el sacrificio sin recormpensa que esto le soliita al objeto de amoz? Cémo justificar que Pounce ena 2 ‘se necesiten tantas muertes para que un escritor pue- dda poser su verdad? ‘Todos esos sores que me habian revelado verdades y due ya no esteban, se me aparecan coma habiendo vivido una vida que sélo a mi habla beneficiado, y como si estuvieran muertos para mi> Si esos asesinatos pueden justilicarse es porque no es tinicamente una cuestiOn de beneficio egoista de un, eseritor. Tampoco se trata solamente de trazar la fron tera entre el arte y la vida comiin. Se trata de la ver- dad y, por consiguiente, de la salud. La vida verdade- ramente vivida, celebrada por EI tempo recobrado, no es la vida ideal de los estetas a la Des Esseintes. Es la vvida que estd de acuerdo con su verdad profunda, la vvida que encontré la salud que le pertenece. Porque, entre los tiempos de Flaubert y los de Proust, la cues- ti6n literazia se volvi6, cada vez més, un asunto de sa- ud, Mucho mas alls de las historias de enfermedades y-de decadencias que agitan a los contempordneos de Huysmans, la cuestidn de la literatura esta ligada a la 7 de las fuerzas que amenazan la vida. Se trata de saber si ella es cémplice de esa situacién © si, al contraria, | es la medicina que combate esas fuerzas. La literatu- ra como tal naci6 con la inversién poética que puso a | Ja interpretacton de la vida en el lugar de la logica de Jas acciones. La vida, en el pleno sentida de Ia pala- bra, no como el curso empitico de las cosas sino como | la fuerza que domina individuos y colectividades, es su propio objeto. Si puede jactarse de ser la verdade- +a vida, es porque es capaz de curar las enfermedades | ‘que amenazan a la vida. Sid, CH pm. 100. cous vet {Cues son esas fuerzas? Hay una que ya es co- rnocida hace tiempo. Es Ia fuerza de las palabras. Las palabras son esos seres sin cuerpo, capaces de arran- ‘cara las existencias de su destino natural. Es asi c6mo palabras tales como “libertad” 0 “igualdad” exaltan. ‘la gente comin, a quienes les alcanzaria con oc parse de vivie, de ganarse la vida y de reproducitla, y {quienes quieren en consecuencia expresar sus opinio- res sobre astintos del gobierno que no estén dentro de ‘sus competencias. Fs asi también cémo las jovencitas ddestinadas a los cuidados del hogar y de la familia se lanzan, arriesgando sui moral y su vida, a perseguir cl sentido oculto de ciertas palabras como “felicidad”, “pasién” y “embriaguez”. Pero esta es una historia an- tigua que alcanza al buen orden de la familia y de la sociedad, reanimada ésta s6lo por la angustia nueva, Trente al “torrente democrstico”. Paro hay un peligro nuevo que inguieta cada vez més a los hombres erudi- tos durante el siglo XIX. Un enemigo insidioso amena- za la vida, un enemigo que vive en su interior, que se cconfunde con sui propia fuerza: la vide es amenazada por Ia voluntad. Tal es la leccién suministrada en La piel de apa por el viejo anticuario que le da al persona~ je principal la piel magica y mortal: EL hombre se consume a causa de dos actos instn- tivamente realizedos, que agotan las fuentes de su. txistencia. Dos verbos expeesan todas las formas que toman estas dos casas de muerte: QUERER y PODER [| Quivers abrasa y Poder nos destruye; pero SABER deja a nuestro debil organisino en un Despetuo estado de alma Honoré de Balzac, La pou de chagrin, edcion de & de Sacy, Paris, Gallimard, 1974, p.€2 (Te esp Lape dé zape, Madr, Paster ce acrnaat ia No es sélo el poder de las palabras ertantes lo que ddesvia aun nimero mas o menos importante de fren ticos cerebros. Lo frenético parece a partis de all con- substancial con la vida misma. Es su propio impulso ciego apropiarse asf de todas las palabras y de todas Jas imagenes para construir sin tregua objetos de de- seo: bienes de consumo, cbjetivos a alcanzar, personas. a conquistaz, La literatura emerge con este diagnéstico, Emerge como la interpretacon de esa vida, eo det como ot saber. Pero ese saber en sf mismo es, en un sentido, ‘complice de la enfermedad diagnosticada. La piel de apa pretende ser “una suspension fisiclégica defi- nitiva operada por la ciencia modema sobre la vida humana. Pero los eriticos acusan con todo derecho al médico de creerse el director de orquesta épico de esa enfermedad. Una generacién después, el joven. Zola declara con crudeza que su gusto lo leva a de- leitarse con esa enfermedad del cuerpo social que los Goncourt encarnaron en la hija del pueblo pervertida lamada Germinie Lacerteux.® Y el estetismo de des Esseintes se afirma como una manera de exacerbar Ja “fils” que corroe la vida moderna. La literatura Sirwela, 1969 ® Felix Fr. Davin, Introduce ala edilon de 1834, en tid, p. 413 (bajo este pseudnimo, este texto fue eserito probablemen te por el propio Balzac). "hi gusto, si se quiere, es depravado; me gustan ls guisos Imerarios muy condimentados Ins obras decadent en las que une especie de sensiblidad enclengue remplaze la abun dlante salud de los clisicos. Pertenezco aim Space” Mes htnes, fen Eire complies, top ct, p. 735. [esp Mis odios" en Estuiis erties, Barcelona, Atlante, 1902 \ 102 cos not pura, tal como la encarnan Flaubert o Proust, apuesta fentonces a deshacer esa dudosa solidaridad de la en- fermedad y de la medicina, al redefinirlas para sepa- rar claramente a la enfermedad de la medicina, la co- ‘recta e incorzecta interpretaci6n de la vida, La causa de la enfermedad debe entonces reducir- se a.un simple principio que consiste en la incorrec- ta interpretacién de la sensacion, la incorrecta inter pretacién de los penachos de polvo, de las gotas de ‘agua o de las manchas méviles de color. El principio del mal es su solidifieacion como objetos de deseo y de amor; en consecuencia, como causas de sufrimien~ to, Este diagnéstico propio de la literatura como tal afirma entonces su singularidad dentro del gran tu- ‘multo de médicos de todos los géneros que se abo- ‘can ala gran enfermedad que suften los individuos y la sociedad moderna. Esta gran enfermedad recibe el nombre de democracia, de excitacién pero también se eda cada vez més decididamente un nombre erudito: sela llama “histeria”, “Histeria” es un término clinico ‘cuyo significado ha variado radicalmente durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando lo que se consi- deraba entonces una enfermedad orgénica femenina se convirti6 en una enfermedad fisica comtin a ambos sex0s, Pero a historia de ese desplazamiento no revela ‘inicamente un capitulo cela historia dela ciencia mé- ica. Antes de establecerse en la teoria psicoanalitica ‘como el nombre de un trastorno psiquico particular, la palabra y Ia noci6n viajaron entre cienciay literatura, Ciencia y opinidn, literatura y opinién, Adquirieron un 1uso predominante: designar la manera en la que los ccuerpos suften de una enfermedad que no tiene una ‘causa orginica sino que es provocada por un exceso Poumen ea nan aot de pense En ete sent, “istra” secon Us en oto nome parm en “escacOn” dennis da come ol producto de a excsva sponded de las palabra imigenceypensamienes propio da “ida moderna Los centlice ce sbocatan ona te un slgiiendocinio preciso ee temino vj to Peto la trate tambien se pnséy 5 pact como una cena lnc Loqueel novela de Emma Yl de Albertina propanen en comtn es un lagna fico yun ratnnietsepectca de easter suse conven ln gran preccupacion de sus contonpe: "nec. La redron exe ic or que conden ‘olificar ls eonfiguracones Roane «impersona. Ics de ns eenacont ul de lo stn 9 abees 1 peer x ra pola entonats emparenane cone Acscrimionto dea verdadera vida una veradera “is vida condi do Racer etl en pedesss Ins cunlidaes adidas de as coma, de devolveras 8 suena de patel azotadas orl per tonal: Ee nud que pda fcc la rae, na salu cays formulsin es prOcina, on en do, aagela del mal que se ara coma el opuesto de> Ia hse» sabe i exgzaieia, La cus eral aque propane Flaubert I qe Peusforzny prot Gaal vez, le dan al excritor médico am estatuto que Psa Harare del igen odo: el eoqulzen fooque geet de buona sau ate esqusanio que sean debuenn save aboca desir losconenozes Putligicsveszndes por lo prvonae de a fectin Entra parison bre naples end ei diated ye seo dl amor Permte qua mancha Aida yi we deaplaelbverente por ne aul en donee convert nina banda de eon, eh so couse tuna coleccién de estatuas griegas, o en una arboleda de +roa8 de Pensilvania. Asies la verdadera vida, la vida ‘entregada al puro multiplo de sensaciones.. ero esa es por supuesto una esquizofrenia muy controlada. El escritor esquizofrénico es también un buen médico de familia. Sabe c6mo reencadenar los elementos desligadas. Conoce las leyes de la metafo- sizacién sobre las que dice que obedecen a la misma racionalidad que las leyes de la naturaleza. No olvid6 sin embargo la antigua poética ~y medicina-aristotéi- ‘ca que transforma la ignorancia en saber gracias al ue- ‘go della peripecia y del reconocimiento. Con semejante ‘bagaje, afirma su capacidad de cura a los histéricos, a ‘costa de dejar que algunos o algunas perezcan para sal- vara otros. Esto quiere decir también que necesita de st doble histérico para su propia salud esquizofrénica que fs la de Ia propia literatura, Entendamos bien las co- 528: no necesita al histérico simplemente como el médi- co necesita a sus pacientes. Lo que necesita es la fccién, del histérico y su tratamiento para separar a la “esqui- zofrenialiteraria” de la verdadera esquizofrenia, Libera los torbellinos y las pequefas olas de la vida imperso- zal, preindividual. Pero no deja que ellos lo separen de si mismo, La ficcién del histérico le permite mantener la frontera entre la esquizoftenia correcta y la ota Es lo que otra novela, otra ficelén consagrada a la relacién entre literatura y esquizofrenia, a saber, Las las, nos permite comprender. Conocemos la estructu- ra de la novela: Vieginia Woolf hizo estallarallf a uni- dad del narrador en seis personajes que son como seis ‘entzos perceptivos, seis maneras de tratar la sensa- ign. Pero surge répicamente que entre esas seis figu- ras la igualdad es s6lo aparente. De hecho, dos perso Panes as 105, najes pesan mas que los otros. Ocupan dos posiciones simétricas, como en las dos extremidades de la cade- rna que une a los seis personajes. Uno es Bernard, el ppersonaje incapaz de no darle identidad a los aconte- cimientos, alas cosas, y a los personajes, incapaz de ro dejar nunca una sensacidn, un momento, una pala- bra sin relacionarlos con otro. El otro es Rhoda que, al contrario, es incapaz de fijar identidades, ya sea la de su propio rostro, incapaz de relacionar un momento con el momento que le sigue. En un sentido, estos dos [personajes vuelven a establecer el juego de relaciones de simetria inversa que unfa al escritor con el perso- naje. Pero la distebucién del juego se ha modificado. Porque lo que Rhoda quiere hacer -y lo que define su cenfermeciad- es exactamente lo que el escritor esqui- zofrénico proponia como cura al mal que describ: ‘quebrar Ia “insania de Ia existencia personal”, desple- ‘garse en circulos cada vez mas amplios de compren- sidn, eapaces finalmente de abarcar el mundo entero. Ella suefia con poder inflar tuna vasta pompa para que el sol se pusieray se le- vantara en ella y poder tomar el aul del mediodia y elnegro dela medianochey ser expulsades yescapar del aguiy del ahora ‘Lo que ella intenta hacer es exactamente lo que el Diablo leenseRaba a San Antonio: quebrar las barreras de la subjetividad individual y adherie alas haeccei- dades de la vida preindividual. Lo que ella siente es ‘esa misma atmésfera que Flaubert desplegaba alre- 5 Virginia Woolf Las vaguest al francés de M, Yourcenae, Paris, Plon, 1957, p. 221. (T- esp: Las os, Madrid, Catedrs, 1994] ee em ee eee 106 hee Racine dedor de sus personajes sin que ellos fueran capaces de sentila, En un sentido, entonces, Rhoda se cura de Ia enfermedad que impedifa que Emma o el narrador proustiano eligieran el verdadero gace de la vida, Pero Virginia Woolf no puede hacer de esquizo- frénico que goza de buena salud. Ella sabe demasia- do bien lo que significa la esquizofrenia. Ella sabe lo que encubre el bello suefo de la libre asociacion de las ‘manchas de color, penachos de polvo y gotas de agua: la realidad de una disociacién. No es victima del juego de palabras proustiano que embiste a la impresin ins- ccripta en nosotras con la sensacién de escribir el libro. Billa sabe que la impresién no escribe nada, Se conten- ta.con pegar y herir. Yella también condena a muer- te. Rhoda muere, en efecto, asi como Emma, como Albertina, Pero muere de una manera muy particular: ni adulterio, ni deuda, ni veneno, ni calda del caballo. Rhoda mueze en una sola frase, una frase muy corta pronunciada por supuesto por Bernard ya que, en el Liltimo episodio, éste se convirtié en el tinico narrador {que absorbié la voz de todos los demas: “Perceval est muerto y Rhoda esti muertat.” Nos lo dice al pasar, sin explicacién. Lo de Perceval ya lo sabiamos: mu- 116, como Albertina, a causa de una caida del caballo. 168 de todo, nunca habia tenido una existencia propia; habia sido solamente su ilusién histérica, Pero lo de Rhoda es otra cosa. Es la primera y iltima vez que se nos habla de su muerte, Y no sabremos nada is acerca de este tema. Simplemente se desvanece. Pero con el relato de su sufriente vida se desvanecié yale figura del escritor como esquizofrénico que goza iid, p 3 eumcnce umn w de buena salud. Porque Rhoda, a lo largo de todo el re- Tato, se mostr6 ante nesotras como aquella que poseia a mirada del escritor esquizofrénico, los sentidos del escritor esquizofrénico. Pero se mostré también como la que, por esa misma razén, era incapaz para siempre de escribir. Es por ello que no puede haber ni relato ni leccién fe su muerte, Ella muere tinicamente en la fra- se de Bernard: el hombre que goza de buena salud, de ‘muy buena salud, tiene a su cargo la tarea de escribir lahistoria en lugar del narrador esquizofrénico. Esa es la.conclusién que el escritor deberd extraer del asunto si quiere tomar en serio esta cuestién de la esquizofre- nia. Esto quiere decir también que la muerte del per- sonaje todavia puede salvar al narrador, pero que ya ro puede salvar al escritor

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