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Que nuestras vidas van a toda velocidad y más en nuestra profesión, es un hecho.

Pero de vez
en cuando, nos dediquemos  a lo que nos dediquemos, podemos dejar de lado las cuestiones
monetarias y pensar si vamos por el buen camino, en definitiva, si lo que hacemos nos hace
felices.
 
Habrá quien piense que en la época que vivimos, no hay tiempo para pensar en la felicidad,
que debemos darnos por satisfechos con tener un sueldo a fin de mes. Puede que esas
personas tengan parte de razón, pero aunque en este momento y dependiendo de nuestra
situación  no sea conveniente hacer cambios radicales en nuestras vidas, como dejar un
trabajo por otro o cambiar de profesión de la noche a la mañana, ¿no podríamos dedicar unos
minutos  a pensar qué podríamos hacer para que hubiese mas felicidad en nuestras vidas?
Podemos lograrlo con pequeños cambios como quedar con viejos amigos o disfrutar de la
compañía de alguien que tenemos un poco olvidado.
 
A veces no se necesitan tener grandes cantidades de dinero para cumplir nuestros sueños.
 
En este sentido, queremos hablar de una noticia que nos ha llamado mucho la atención y es la
historia de una enfermera australiana, Bronnie Ware que trabajó en cuidados paliativos durante
varios años. Durante este tiempo  acompañó a personas moribundas en sus últimos días y  ha
revelado los lamentos o arrepentimientos más comunes entre estas personas.  Las
experiencias que esta enfermera vivió le permitieron escribir un blog llamado “Inspiración y
Chai” y posteriormente escribió un libro llamado “Los cinco mandamientos para tener una vida
plena”.
 
Ware explica la visión tan clara  de la vida que adquieren  las personas moribundas en sus
últimos días y cómo  podríamos nosotros utilizar esa sabiduría.
 
He aquí los 5 arrepentimientos más comunes:
 
1. ¡Desearía haber tenido el coraje de haber vivido la vida que yo quería, no la que otros
esperaban de mi!
 
"Este era el lamento más común de todos. Cuando las personas se daban cuenta de que su
vida estaba a punto de terminar y miraban hacia atrás, era fácil ver cuántos sueños no se
habían cumplido. La mayoría de las personas ni siquiera habían conseguido la mitad de sus
sueños y tenían que morir sabiendo que era debido a las opciones que habían tomado o a las
que no habían tomado. La salud aporta una libertad de las que muy pocos se dan cuenta, hasta
que ya no la tienen.”

 
2. ¡Desearía no haber trabajado tanto!
 
“Este fue el lamento común entre los hombres que atendí. Se perdieron la infancia y la juventud
de  sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también se lamentaban de haber
trabajado mucho, pero no tanto como los hombres, ya que pocas eran el cabeza de familia
económicamente hablando, al pertenecer a una generación donde la mujer trabajaba menos
fuera de sus hogares.“
 
3. ¡Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar mis sentimientos!

"Muchas personas reprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás.
Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que
realmente podrían haber sido. Como resultado, desarrollaron muchas enfermedades
relacionadas con la amargura y el resentimiento.”
 
 
4. ¡Desearía haber seguido en contacto con mis amigos!
 
“A menudo los pacientes no se daban cuenta de los grandes beneficios que aportaban los
viejos amigos, hasta poco tiempo antes de su muerte. Algunos pacientes habían llegado a estar
tan atrapados en sus propias vidas que habían dejado ir a amigos con el paso de los años. Me
encontré con muchos lamentos acerca de no dar a las amistades el tiempo y el esfuerzo que
merecían. Todo el mudo echa de menos a sus amigos cuando se está muriendo.”
 

5. ¡Desearía haberme permitido ser más feliz!

"Esta era un lamento sorprendentemente común. Muchas personas no se daban cuenta hasta
el final de sus días que la felicidad es una elección. Ellos se habían quedado atrapados en
viejos patrones y hábitos de conducta. El miedo al cambio les hacía fingir frente a los demás y
frente a ellos mismos que eran felices cuando en lo más profundo de su ser anhelaban la risa,
la alegría, incluso la estupidez.”

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