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No te quedes solo

Este devocional surgió de la honestidad. Es una costumbre que cuando


alguien te pregunta ¿Cómo estás? Generalmente respondemos BIEN. Pero,
realmente ¿estás bien? Esto ya es cultura en nuestro país. Ahora bien, me
pasó una vez no recibí la respuesta habitual, respondió una persona estoy
mal, y Yo no sabía que responder, nunca antes recibí está respuesta, y le
dije que bien, no se imaginan la vergüenza.
Bueno les conté esta experiencia, por el hecho que más allá de nuestra
cultura acallamos mucho la forma en como nos sentimos, pues a algunos no
les resulta tan fácil expresar sus sentimientos por el temor a ser juzgado o
no entendidos.
Pero los problemas, no podemos ocultarlos, debemos de tratarlos, pues la
omisión no es la mejor solución. Encuentra a alguien con quien charlar y
desahogarte, no te quedes solo con tus problemas que solos es imposible de
solucionarlos. “Toda herida que se tapa no sana bien”.
La palabra de Dios nos dice que “Ayúdense a llevar los unos las cargas de
los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo” (Gálatas 6:2), en
este mundo nuestro propósito mayor es ayudar a los demás a ver por sus
necesidades. Es impresionante que esto siempre lo proclamamos. Pero muy
poco lo practicamos. El miedo al qué dirán, al cómo me verán después que
demuestre lo vulnerable que soy. Es por esto que siempre nos mostramos
perfectos, sin defectos esta es la forma que tenemos muchos de camuflar la
tristeza y nuestros problemas que llevamos por dentro.
El mostrar la perfección, que todo está bien, es cansador y destructivo.
Todos tenemos problemas, sean chicos o sean grandes y para solucionarlos,
ni es tan necesario un consejo que nos solucione el problema, el hecho de
ser entendidos y comprendidos ya nos da cierto alivio. Practiquemos la
empatía, este valor tan hermoso pero tan ausente en nuestros días es lo que
el Apóstol Pablo reclamaba a los hermanos en este versículo. “No se
ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en
los demás” (Filipenses 2:4) Que Dios siga bendiciendo tu vida, y recuerda
que no estás solo en este mundo, que entenderán tu dolor y serán un
bálsamo sobre tus heridas.
Devocional
Orlando Amarilla

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