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Por eso es tan importante que los esposos, ante todo, se escuchen a
sí mismos (sus deseos y necesidades, las reacciones de sus
cuerpos) y juntos busquen las formas de expresión de su amor; las
que los ayuden a consolidar el lazo conyugal, las más adecuadas,
cómodas, que les ofrezcan la mayor riqueza de las vivencias
sexuales y que mejor se adapten a las expectativas de ambos. 30
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sexual.
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pensar sobre la verdadera celebración del sacramento del
matrimonio, oficiar el banquete del amor. Vale la pena ocuparse
del ambiente, la lencería adecuada, los aceites corporales, los
perfumes… Entonces el acto conyugal puede convertirse en una
particular celebración del sacramento del matrimonio. 31
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fuerte vivencia de placer. En muchas ocasiones, se decide a
mantener una relación sexual más por amor a su esposo que por
propia necesidad. Por eso es importante que durante la relación el
marido trate de de agradecer a su mujer la entrega, el esfuerzo y el
riesgo. El esposo debería tratar especialmente que durante el acto
sexual la mujer viva una gratificante proximidad emocional y un
placer sexual. En muchos casos esos sucede solo cuando el acto
sexual es acompañado de otros cuidados por parte del esposo,
comenzando por la creación de un clima de seguridad y ternura a
través de caricias de los lugares erogenous preferidos por ella, y
finalizando por la estimulación del clitoris. Son elementos
importantes del ars armandi de los esposos católicos.
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No hay justificación religiosa ni indicaciones precisas que definan
qué gestos y caricias son permitidas y cuáles no deberían incluirse
dentro del acto sexual. Hay conductas que son convenientes para
un matrimonio pero no para otro. Tal como unos prefieren la
cocina italiana y otros la china. En este caso, lo único importante
es la percepción de los esposos, su sensación de unidad y
comprensión mutual.
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voluntad del Creador, pero sin definir de qué modo los esposos
pueden realizar ese deseo.
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Tampoco tienen resistencias para excitar de ese modo a las
mujeres, a menudo incluso lo desean. Las reacciones de las
mujeres son más diversas. Hay mujeres a las que no les gusta para
nada excitar así a los varones. Algunas sienten repugnancia, otras
se sienten humilladas. Muchas mujeres aceptan de buena gana tales
caricias de su esposo y las disfrutan. Cierto grupo de mujeres se
excita sólo de ese modo y así comienza la relación de buena gana.
Algunos esposos descubren que esa clase de caricias los ayudan a
aumentar la frecuencia de la convivencia sexual durante el período
infertil y comienzan a practicarlo, cuando después del período de
abstinencia ya están sexualmente satisfechos y pueden prolongar el
juego previo.
Sin embargo, hay que subrayar que esas caricias de los genitales
pertenecen a los modos más íntimos de contacto. En ese caso, lo
más importante es la justificación de las sensaciones de ambas
partes y la aceptación mutua para asumirlas. La profunda intimidad
y especifidad de esas caricias exige un diálogo conyugal. Los
esposos deberían saber qué sienten en esos momentos. Cuanto más
íntimas sean las caricias que asuman, tanto más necesaria será la
delicadeza, la percepción del momento oportuno, la sensibilidad.
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del acto sexual. Mirando al acto sexual desde el ángulo del placer,
considera que el orgasmo es el momento más importante del
intercambio sexual. Es un punto de vista erróneo. El momento más
significativo y culminante es el momento de la penetración en la
vagina de la mujer. Es el momento de la unión, de ser “una sola
carne” no sólo en el sentido de la mayor proximidad física, sino
también de la unidad psicológica y espiritual. Es importante que
los esposos sean conscientes del peso de ese momento y quieran
permanecer el mayor tiempo posible en esa unión. El momento en
el cual el miembro se introduce en la vagina produce la sensación
de estar juntos, la alegría del encuentro; tiene el mayor significado
para renovar y profundizar el vínculo marital. El sacramento del
matrimonio permite descubrir lo que es más importante. La
finalidad de la convivencia sexual no es sólo el placer, sino algo
mucho más duradero: la construcción del vínculo, la vivencia de la
unidad en el encuentro íntimo de dos personas que se aman.
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domésticas, la relación con el marido, la tranquilidad de
conciencia… Es muy importante tener una mirada positiva y
afirmativa sobre la sexualidad, el cuerpo, la feminidad… Es
preciso recordar que hay mujeres que durante el acto sexual no
experimentan un especial placer, pero igual se sienten felices y
encuentran gran alegría en la intimidad, en la sensación de
seguridad, en el amor.
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original. Por eso, en el terreno de la Iglesia hay que tener cuidado
de no utilizar los dos conceptos como sinónimos, ya que tienen
significados por completo diferentes.
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del deseo por un cuerpo humano. 45
Por tanto, el placer de la convivencia sexual tiene un hermoso rol
que desempeñar, pero sólo cuando se lo comparte, se lo da a la otra
persona; cuando es vivido en diálogo, en comunión con ella. Si la
convivencia sexual se dirige a la creación de tan profunda relación
entre las personas, de un vínculo de amor verdadero, entonces el
placer que sentirán los esposos se identifica con el bien creado. Se
les aparece como magnífica y deseada, y así será en realidad. 46
Es ésta la comprensión que conduce al hombre al encuentro con
Dios. El misterio del amor de los esposos cristianos trasciende las
vivencias de los sentidos.
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La pasión en el lecho conyugal no puede ser entendida
negativamente como un brutal deseo carnal que embota el
entendimiento, anula la capacidad del hombre para elegir el bien y
degrada el acto sexual al nivel de una reacción puramente
biológica, que nada tiene en común con los asuntos del espíritu. 47
Tal modo de comprender la pasión a veces es propia de personas
que han tenido problemas sexuales; por ejemplo, han luchado larga
e infructuosamente contra la adicción a la masturbación o han
practicado sexo sin amor. Luego el sexo se codifica en sus mentes
como algo sucio, que conduce a la adicción, o a la explotación, que
es una realidad peligrosa. A pesar de que trabajan sobre sí mismos
y cambian sus conductas, siguen pensando en dominar los deseos
destructivos y no en el amor, la entrega, la algería por el don de
Dios que los acercaría a la otra persona. Temen que el mal que ya
no quieren vuelv a triunfar sobre ellos. Esta vision, característica
de las personas que "recobran la sobriedad", es un obstáculo para
el descubrimiento de los niveles superiores de la experiencia
sexual. Es apenas una etapa en el camino hacia la libertad, hacia
una vida verdaderamente Cristiana.
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vulneración de nuestra libertad. (…) Este éxtasis, por su carácter
de don gratuito, es una elevación a una forma superior de librtad,
cuando no solo la voluntad sino tambiénn el corazón dan buenas
respuestas. Nos libera de las ataduras que nos sujetan. (…) Somos
arrebatados hacia arriba y abrazados por una libertad superior.
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Más de una vez en la historia se ha querido describir la felicidad
del cielo; por ejemplo, se la ha comparado con la atmósfera de
exaltación suscitada por el canto de un coro gregoriano. Las
personas que se extasiaban con este tipo de música por un
momento podían sentirse transportadas a una existencia por
completo distinta, mejor. Pero con seguridad no pensaban que en el
cielo escucharían permanentemente bella música. Lo mismo
sucede con el acto conyugal pleno de amor, que da la oportunidad
de comprender la felicidad de la vida eternal. ¿Qué persona no
querría vivir con Dios, intensidad del Amor que satura
infinitamente el cuerpo humano? Por eso, “en la relación sexual,
los esposos comprenden existencialmente con la mayor vivacidad,
sienten de modo directo lo magnífico que es ser uno con Dios, con
todo el corazón. Esa experiencia (…) es la más perfecta imagen de
la unidad con Dios”. 52
La vivencia del acto conyugal les brinda a los esposos un sabor
anticipado de la participación en la liturgia celestial.
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placer sexual lentamente. Las sensaciones sexuales en ella se
despiertan y crecen de a poco. Cuando la mujer ya está excitada
desea experimentar, tal como el varón, un placer total. La
sensación de insatisfacción sexual de una mujer excitada es un
gran sufrimiento físico y psicológico. La mujer que no ha tenido
tiempo de llegar al orgasmo a causa de una relación demasiado
breve para ella “puede permitir que el marido la satisfaga de
cualquier otro modo”. 55
Sólo después de experimentar un orgasmo la mujer se siente
plenamente satisfecha.
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encendido. Su esposo debe encender ese fuego con paciencia, con
amor. Pero cuando estalla con una llama clara seguirá ardiendo e
irradiando calor por mucho tiempo. 57
Esa profunda paz del corazón, conocida sólo para los esposos
cristianos, que los inunda en el momento de la unión espiritual y
carnal, es la misma paz que reciben en el encuentro con Cristo
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durante la oración, en el sacramento de la reconciliación o en la
Eucaristía. ¡Es el signo de la llegada de Cristo, en esta ocasión en
el sacramento del matrimonio!
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