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personas rechazan las interpretaciones de los cientificos.
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2 como sucedié este largo proceso son acaloradas.
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en Tanzania, hace 3,6 millones de afos dejaron
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tinico de nuestros parientes lejanos, que se desplazaron
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Hambre y miedo
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capturando un saltamontes-. Toma, Un poco
farenoso, pero leno de nuttientes» Levanta
tina piedra y hace una mueca al descubrie un
Ciompiés «Ni te comnas es, Pia una barbari-
‘dads, advierte antes de busca bajo otra pied.
“Si tealmente quieres entender a tus antepa
saddos, tenes que venir asitios como éste~con-
timia-, S6lo con recorrer la sabana debian
de encontrar todo tipo de cosas nutritiy
tun ratén de campo, los huevos de un pjaro
‘0 unas hormigas voladoras. ¥ algunas de las
rafces y tubérculos locales son buenfsimos.»
‘He venido a Sudafrica para intentar enten:
der a nuestros antepasados. La oleada de des
cubrimientos de fsiles de hominidos que ha
tenido lugar durante la tltima década ha con-
vulsionado la ciencia de los origenes de la hu-
‘manidaa, ntensificando el debate sobre cémo
clantepasado de los humanos, un euadrtipedo
‘que, como los chimpancés ylosgorias,viviaen
Tos érboles, se convirté en un corredor ligero
{que podia competir con los leones dela saba-
na, Durante meses he estado aprendiendo los
primeros pasos de los hominidlos primitivos
fen su camino hasta convertrse en humanos.
‘os paleoantro-
pélogos les encanta
cesbozar drboles ge-
nealégicos dehomini-
dos. Muchos me han
artebatado el cuader-
no de repente para
dibujar su propia red
‘de ramifcaciones, ser-
penteando desde los
Simos hasta los hu-
‘manos actuales. A pe-
sar de que los detalles
dlifieren, 1a mayoria
de los cientfios coincide al localizar dos gran-
{es grupos o géneros de hominidos en los dlti-
‘mos cuatro millones de anos. Uno es nuestro
propio género, Homo, que pudo aparecer hace
funos 2.5 millones de aloe y que incluye por
To menos tres expecies: Homo habits, Homo
‘erectus y Homo sapiens.
De brazos largo y fuertesy pleas cortas los Austolopithecus offcans debieron de buscar refuglo
frente ala amenara de lor prdadores entre le ramas de los drboles, donde también forrajeaban.
los dientes de estos pequeros hominidos sudafricanos presentan unas pautas de desgaste similares
2 Tos de ls primates actuales que comen hojsy fra4
-
3
s
ne
Uno de los grandes misterios dela paleoan-
tuopologia es saber cusndo, éénde y eémo el
Homo teemplazs al Austrlovithecus, genero
‘que empez6 a habitar gran parte de Africa hace
unos cuatro millones de afios Los australopi-
tecos, como se denomina a los miembros de
este género, tenfan cuerpos simieseos y cere-
bros mis pequefios que los de omo, pero eran
Dipedos, distintivo de todos los hominids,
En 1925, el anatomista Raymond Dart des
cribié e primer foil de austra‘opiteco, hallado
en una cueva de caliza de Sudatrica lamada
‘aung. EL fil era un eréneo infantil que data
de 2,5 uallones de anos. Dart se percato de que
Lorificioa través del eval la médula espinal del
nino sala del cerebro se encontraba en la base
del erineo, yn hacia la parte posterior, como
fccurre con los primates cusdidpedos, Esto
indicaba que el nino eaminaba erguido sobre
dos piernas. Posiblemente era cl eslabén perdi-
do entre simios y humanos. Dart denominé
a la nueva especie Australopitiecus africanus,
{que significa wsimio meridional de Africa»
Desde entonces se han encontead australo-
pitecos més antiguos y, hasta la fecha, se han
identificado al menos siete especies. Algunas de
ellas se denominan australopitecos robustos
or sus rasgos corpulentos, entre los que desta
can grandes mandibulas para poder masticar
vegetales duros. Las otras especies también
contaban con mandibulas poderosas, pero st
consttucién general era mis ligera. La repre
sentante mis famosa de esta especies esbeltas
5 Lucy, un esqueleto parcial de Australopthe-
‘us afarensis de 3,18 millones de afios. Cuando
sus restos fueron hallados por el paleoantro
pologo norteamericano Donald Johanson en
1974 en un yacimiento de Etiopialamado Ha-
dar, Lucy seconvirtié en el hominido mas anti-
{uo y completo conocida, y muchos cientificos
Ja consideraron la made de la humanidad,
La mayoria delos cientfios coincide en que
afarensis cruzaba la frontera existente entre
simios y humanos, Igual que un chimpancé,
tenia el cerebro pequeno, brazos largos, pier
nas cortas, térax en forma de cono y una granHecho para caminar
Un ehimpancé muestra tipico pie de simio, con el dado gordo extendido. Las huelas de Lactol
{arriba ron de unos ples més parecidos alos de los huranos, pus todos los dedos son paralelos al
(ect pe La incon do a cokiraa vertabral del chimgancé (pin anterior, derechs) evdenca
ue carina a cuatro patas.En el humano moderno (centro), ls eurvas de
‘colurma seian pels,
Ferme y pes sto debao del tronco,fo quo permite on despazamient bipedo Las curvas do
Prelura de un ofarens de hace tes milones de aos (izqulerda), reconstruida por Bruce Latimer,
om bias as hl
barriga. Pero se mantenia erguido y habia dado
cl primer paso hacia el bipedalismo.
Hasta hace poco, la evidencia més notable de
ese cambio al bipedalismo petmanecia ente-
frade en los remstos montes bajos de acacias
del norte de Tanzania. Ali, hace unos 3,6 mi
Hones de_alios, el voin Sadiman entré en
crupcién, sepultando Is sabana bajo diversas
tapas de ceniza, Poco despues, sobre las cenizas
‘aminaron al menos dos hom{nidos, cuyas
Inuellas deseubrié en 1978 un equipo dirigido
por a paleoantropéloga Mary Leakey.
‘Elvoleén Sadiman ain se recorta en el hoi
zone de Laetoli cvando lego a este lugar deso-
aralo que refuerza que fe esta espace la que de las huellas de Lactol
lado en el borde del Serengeti. Me encamino
hacia el toldo de nailon que cubre la zanja dela
excavacin, De las 69 bulla, 29 han salido a
Ta ue, Distingo dos rastrosdistntos. Uno deja-
do por un individuo pequeo. Fl otro, de hue-
Tas algo més grandes, avanza en paralelo a
‘unos 30 centimetras. Muchos cientificos sos-
pechan qu, al igual que los orangutanesy los
forilas,nastros primeros antepasados presen-
faban dimorfismo sexual ~es decir, que los
Imachos eran mayores que las hembras-. Ast
pcs, la primera pisada pudo dejarla una hem-
‘bray la segunda, un macho. La impresin de
‘un segundo dedo gordo en varias de las hucllasids grandes sugiere que ott9 individu puda
haber caminado sobre ls buellas del primero.
Eseuarifiando la sabana, imagino la escena
Un grupo de hominidos duerme en un bos
‘quecillo cuando la erupcion les despierta, Los
miembros del grupo se llarman unos a otros
para consolarse, Ls grandes machos descien,
den a toda prisa para protege alas hembras y
8 Tos jovenes mientras una gran nube de ceni-
za converte el paisaje en algo desconocido y
terroriico. Entonces, res siletas simiescaste-
corren el paisa en busea de vomida,
«Probablemente la hembrs iba a la cabeza»,
dice Bruce Latimer, del Museo de Historia Ni
(ural de Cleveland, uno de los antropélogor
elegidos por el gobierno de Tanzania pata estu
diar las huellas excavadas. Al examinarlas, vio
‘que la pisada de la hembra giaba ligeramente,
ddebi6 de esquivar algo del suelo, El primer
‘macho dio el mismo paso vacilante aproxima-
damente un metro mas atrés, Lo que reslta
imposible determinar es si el tercer individuo
ia detris de os otros 0 pas6 yor sll mas tarde
‘Una sensaci6n de temor y rspeto me invade
cuando me arrodillo junto ala gran huella y
Ja rozo ligeramente, Parece humans. «Pensaba
ue hace 3,5 millones de afies sus huellas se
fan de algin modo diferent a las nuestras
dice Latimer~. Pero no es as, La adaptacién,
bipeda de esos hominidos era completa.»
Pese a que esta excavacion ha revelado nuve-
vos datos, no ha logrado resolver el misterio de
Jag hulls: qué tipo de horsinidos las dejé
impresast Latimer cree que fueron afarensis,
miembros de la especie de Lue. Aunque se han
hallado pocos huesos del pie ce Lucy, piensa
‘que los de otros individuos afarensis de Hadar
cabrian perfectamente en esas huella, Otros
‘specialist rfutan tal interpetacién y argu-
mentan que los dedos del pie de los afarensis
«ran demasiado largos y curvos para dejar hue
las de aspecto tan actual com las de Laetoli,
El desacuerdo es profundo, Muchas veces he
Visto a distinguidas cientificas rebatise sus
teorfas acerca de ls anatomia de los afarensis.
Quienes sostienen que la especie hallada en
Hiadar fue la que dej6 las huellas de Laetoli, a
1.500 kilémetros de distancia y 400.000 aftos
antes, creen que la especie de Lucy se extendié
ppor Africa durante un tiempo y espacio sufi
Cientes como para haber originad el género
Homo. Ottos dicen que muchos de lo fésiles
llamados afarensis son en realidad otra cosa.
LcuNos cimvrinicos se cuestionan
hoy el papel de Lucy como madre
de todos nosotros, Peter Schmid y
Martin Huser. anteopélogos de In
Universidad de Zurich, han propuesto recien.
temente que Lucy pudo haber sido un macho.
Esta idea provoca exclamaciones de incre~
dulidad por parte de Owen Lovejoy, anato-
‘mista de'la Universidad Estatal de Kent que
restaur6 laboriosamente la pelvis de La, y
de Donald Johanson, descubridor del esqucie-
to. Ambos creen que los afarensis presentaban
un gran dimorfismo sexual «Si Lacy era un
macho, imagine To. pequeias que sean las
Ihembras dela especies, dice Johanson.
Fn 1992, e equipo de Johanson del institute
for Human Origins (IFO) de Berkeley, Cali-
fornia, desenterr6 en Hadar un nuevo créneo
afarensis mucho mis grande que el de Lay, 10
{que indica que los individuos de Hadar varia-
ban extraordinariamente en tamafio, tal vez
Por razones de sexo” Sin embargo, basindose
en st propia reconstruccin dl esqueleto,
‘Schmid argumenta que wa pelvis de Lucy pre~
senta més rasgos masculinos que femeninos,
Para empetar, como los machos modernes,
Lue earece de arco ventral, una estribacién
6sea en le parte frontal del hueso pico c1-
racteristica de cai todas las hembras moder-
nas. Hasler afade que la pelvis es demasiado
pequefa para haber podido alumbrar.
{Lori Hager, paleoantropéloga de a Univer-
sidad de California en Berkeley, coincide con
Schmid en que Luey no es un tiico ejemplar
de hembra si se habla en términos hmanos
actuals, eunque admite que tal comparacién
puede no ser pertinente st se tiene en cuenta
aque se trata de un australopiteco. Las pelvis de
Jas hembras modernas son més anchas que las
de los machos porque, cuando los cerebros
humanos se desarollaron, las mujeres nece-
sitaron canales suficientemente amplios para
poder parir bebés dotados de cerebros ms
grander Pero no ce puede determinar cl sexe
de los chimpaneés a partir de sus pelvis ~dice
Hager. ¥ quizé tampoco exstan diferencias
pélvicas en los australopitecos»
Hager y otros cientificos creen que los ma
chos y las hembras de australopiteco, como
los chimpancés, no eran diferentes aparente-
mente, y que la variaién de tamano se debe a
* Vea sCara a cara con la fama de Lacy,
Donald Tahanson cna pgs 2043, 177" POEl sentido del equilibrio
Estas imignes de las fossnasales (verde) y de a eavidad cranes a
lo) se obtuvieron con una
‘tomografa computarizaca del erineo de un Homo sapien acaico El anatomista Fred Spoor sostione
<1 molde del odo interno de un humano modern, rgano que eransmite al crebro fi nfrmacin|
sobre el sentido del equllrio y los sonidos. Comparando este érgano con estructurassenares en
crneos files, Spoor arliza cémo mantenian el equllbrio nuestros antepasads,
ue en Hadar habia al menos dos especies de
australopitecos: una grande y otra pequenia, De
ser cierta, esta hip6tesis reforzafa la idea cada
‘ver més aceptada de quemuchas delas especies
del érbol genealdgico de los primeros homini-
dos todavia no han sido descubiertas
La célebre paleoantrapéloga keniana Meave
Leakey ha encontrado recientemente una de
tas capocics: un austeslopiteco més antigno
«que el afarensis. Leakey ha bautizado a st nie-
‘ve australopiteco como anamensis, queen len-
gua turkana significa sdel lago», porque los
fosiles de 41 millones de anos fueron hallados
en Kanapoi, cerca del actual lago Turkana, en el
norte de Kenya."
‘Me retino con Meave Leakey en el Museo Ns
cional de Kenya, en Nairobi, donde me mues
tra unos fragmentos de anamensis, entre ellos
tuna mandlbulaestrecha y simiesca con dien-
tes pequetios de aspecto vagamente humano,
‘También tiene dos extremos de tibia. Son fox
les reveladores: Ia solider de la tibia y el éngulo
ene que se une a la roilla yal tabilloindican
‘que los anamensis caminaban sobre dos pie
nas medio mill6n de abios antes 0 25.000 ge
neraciones— que los hominidos de Laetoli, El
objetivo actual de Leakey x explarar mas se-
mentos de cuatro millones de aos de antigte-
dad. Los fésiles que datan de ese época, dice,
“nos proporcionaén mis informacidn sobre la
Avision entre chimpaneés y humane
Al dia siguiente nos desplazamos en avione-
ta aun remoto yacimiento llamado Alia Bay, a
corillas del lago Turkana, Hace cuatro millones
* Vease «Et horizon més Iejanon, por Mea Ley
as pina 1023bgp ancy
Hace Silos desfos sagas dy
Pao venenatis,
celia core desperie
sna orn tempers dt Arco
LIMA GLOBAL ACTUAL
tactic ose mec en cs con
gi race nv igen oe
‘aloret Arts scongaavando ween
(ie rovocan ano desert on Ate,
El reto de sobrevivir
en un paisaje cambiante
1 polo y el polen depostados en el echo
marino préxime ala costa dan pitas sobre pre
‘iptaciones, temparacuray vegetacién de Arica
hace cinco millones deaf (gréfco,ariba). Los
expertos ven una correlacién entre los periodos
de cambio cnaicoy el desarrollo hominido.
Ls austalopitecos (arriba) podiansobrevivir
‘en diferentes passes. Con las manos libres, un
bipedo puede recolectar alimentos. La poscion
lerguida hace que haya menos superficie corpo:
ral expuosta para absorber el calor solar y por
1f contrario, expone mds pel al aire, lo que
permite que los bipados mantengan una tempe-
ratura corporal mis fresea en campo abiart
Segin el gogo Steven Stanloy, Africa se
centri y se seé tras la aparicin del istmo de
Panama (2quierda). Los bosques luvlosos se
redujeron y fueron sustituidos por extensas
sabanas.Sanly cree que este cambio produjo
la separacién entre el Austolopthecus of Homo.
Epaleoantropslogo Robert Blumenschine
‘considera el crater del Ngorongoro, en Tanzania,
(erocha) come cua analogia actualy del paisaje
de Africa oriental hace entre uno y dos millones
de alos. En primer ermine, un bosque denso
‘scurece el borde del citer Mis abajo. un bos-
‘que de acacias se transforma en sabana, Hierbas
¥ juncos rodean el echo seco del ago. A la lejos,
lun rachuelo serpencea en ls base del ctr en
1 borde lane, a vegetacin se espesa de neve,i AUSTRALOPITECOS ROBUSTOS
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Escalones hacia el cambio
Hace dos millones de aos, los primero Homo ya mostraban
caracteristicas humanas:aumento del tamaio earebral fbr-
‘acién de herramieneasy una dieta de ala ealidad, Cada uno
de estos rasgosifluyé en ol desarrollo de los demas, Hasta la
simple técnica de produecién de herramientas de piedra indica
‘un aumento de su capacidad mental. El volumen del cerebro de
sustralopiteco aleanzata entre 400 y 500 centmetros cubicos,
Los primeros espacimenes de Homo presentan volimenee
4e entre 600 y 750 corimetros cbleos.
‘a antropéloga Les Aiello apunta que los cerebros gran-
des son érganos ecostasos» que requieren altos niveles de
‘energia para operar (diagrams, derecha). Lo cerebros humanos
‘emplean un 20% dela anergia corporal. I aumento de com
bustle para un Grgano tan exigente requlere alimentos rcos
an calorie y nutrontea Parece ser que los primers Homme
incorporaron carne de animales grandes (jquierd) ala dicta
iments harbor de los australopecos Homo habe ‘Trueque por
‘ra un especie pequeaciy equipo de heramients com ——_un cerebro mejor
Sita en pectores deltarmfo de un puto pequefs sat amen rteguet co
ands Muchos een qesn estar na amas den filo
cxzador poderoto, esto humanos primtvos usaban sus cere: fusiteacemafe deus
bros herramientas para earroien lat prasas de otros cai fen denvtoheenceere ne
vyoros (ariba).Con el taétano de los huesos des pierna de un dey cpl
u,un individu obtens ls aloriasnecesarias para mecko dia, SEs amramUna vez en el suelo, el paso bipedo de un
Arbol a otto para alimentarse requeria menos
‘esfterzo que levantar el torso desde una posti-
fa cuactrapeda, bajarlo de nuevo y desplazarse
a cuatro patas hasta el drbol siguiente, «Eso
suponia ademds un beneficic secundario dice
Henry McHenry, de la Universidad de Califor:
avis-, Les dejaba las manos libres para
‘que la superficie de habitat
brio disminufa, la necesidad de mantener una
temperatura cerebral adecuada tuvo que ser
necesariamente otro factor determinante en
desarrollo del bipedalismo, segin afirma
Peter Wheeler, de la Universidad John Moores
de Liverpool, Una de las maneras de redugit el
riesgo de insolacién es manteniendo una posi
cin erguida, «En la sabana, durante las horas
mds calurosas del dia, un bipedo recibe la ter-
‘cera parte de carga calorific solar que un cua-