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materia civil
por GUILLERMO CARLOS BRAMUZZI
19 de Junio de 2019
www.saij.gob.ar
Id SAIJ: DACF190109
I.- Palabras preliminares.
Entre tantas dificultades que atravesamos como ciudadanos, en la actualidad existe una
problemática considerablemente sensible que nos afecta y nos comprende a todos: el de
la violencia, en todas sus formas y en particular el de la violencia de género.
Se trata, como dije, de un fenómeno que nos comprende a todos, pues directa o
indirectamente reproducimos patrones culturales, consmovisiones o sostenemos valores -
quizas sin advertirlo- que sirven de sustento a distintas formas de agresión, a veces
solapadas bajo comportamientos que lucen "normales".
En este marco, entiendo que quienes trabajamos en el ámbito del Derecho y más aún si lo
hacemos en la administración de justicia, cualquiera sea la materia, tenemos una
importante responsabilidad y un fuerte mandato en relación con la prevención y sanción de
este estigma.
Teniendo como norte lo anteriomente expuesto, por medio del presente trabajo me
propuse analizar un fallo que estimo de gran valor para la formación de los operadores
judiciales, por cuanto refleja la naturaleza transversal que asume la problemática de la
violencia de género en los asuntos a resolver por los tribunales. Concretamente se trata de
una causa que tiene por objeto una pretensión, en principio, netamente civil como lo es
una acción de desalojo. No obstante, bajo la obligada mirada de género asume un cariz
particular y coadyuva a una solución que, sin perder de vista los elementos técnico-
jurídicos que involucra la acción, se orienta al propósito de prevenir, erradicar y sancionar
la violencia de género.
Precisamente, será objeto de análisis una sentencia del Juzgado Civil, Comercial y de
Familia de Primera Instancia y Séptima Nominación de la Ciudad de Río Cuarto, Córdoba
(donde me desempeño profesionalmente), caratulada "B., H. A. c/ F., S. E. y/o E. -
DESALOJO, Expte. 2922917", de fecha 31/05/2018.
Dado este introito, en la primera parte del trabajo se analizará la plataforma fáctica del
caso, con especial énfasis en la contextualización socio-histórica y la descripción de la
historia del grupo familiar involucrado (integrantes, roles, funciones parentales) y la
decisión adoptada por el Tribunal. Se hará mención, asimismo, de los aspectos civiles y
procesales que motivaron la presentación de la demanda y dan fundamento a la decisión
adoptada.
La causa llega a conocimiento del Tribunal con motivo de la demanda de desalojo iniciada
por el Sr. H. A. B. en contra de la Sra. S. E. F. y demás ocupantes del inmueble de su
propiedad ubicado en calle A. P. N° XX de la ciudad de Río Cuarto, por considerar que la
ocupaba sin su consentimiento y sin contrato de alquiler, desde marzo de 2014.
Por su parte, la Sra. F. manifiestó que comenzaron a convivir con el Sr. B. en marzo de
2005 con motivo de una relación sentimental, conjuntamente con los hijos de la Sra F., M.
P. N., M. J. G. y F. R. G. Que luego, a fines de 2005, se fueron a vivir toda la familia a un
garaje ubicado en calle O. A. N° XXX de la ciudad de Río Cuarto, propiedad de B. C. (Hoy
fallecido), situación que perduró hasta 2009.
Que comenzaron a ahorrar entre los dos un dinero, que fue destinando a comprar el
terreno de calle A. P. XXX, el que se encontraba baldío y sin ninguna mejora. De allí
sostiene que el terreno corresponde a ambos.
Agrega que el trato que habían hecho era que, como no estaban casados, se iba a poner a
nombre de ambos ya que el sueño era construir una casa para la familia.
Que luego, en el año 2009 y con motivo del fallecimiento del Sr. B. C. que les alquilaba y
para no molestar se trasladan toda la familia, a la casa de A. P. N° XXX (objeto de
desalojo) la que se encontraba con las paredes y techos sin terminar, y allí entre los dos y
con la ayuda de su familia fueron terminándola para hacerla habitable. Por aquel momento,
manifiesta que el Sr. B. permanecía sin trabajo y recíen en el año 2010 vuelve a conseguir
trabajo y a aportar a la familia.
Asimismo reconoce que con fecha 7 de marzo de 2014 se labran actuaciones por una
denuncia de violencia familiar, en la que fue agredida física y psicológicamente por el Sr.
H. A. B., resolviéndose una medida cautelar por la que se le prohíbe al Sr. H. A. B.
comunicarse, relacionarse, entrevistarse en forma total, respecto de la compareciente S. E.
F., y de sus hijos M. P. N.
En definitiva, sostuvo que habitaba no como tenedora precaria, sino como poseedora
legítima y a título de dueña, ya que aportó sobradamente con dinero y con mano de obra
en la adquisición y construcción de la misma, a lo que se le suma el cuidado que le confirió
a su ex pareja en momentos en que éste atravesó una situación de enfermedad y que todo
ese esfuerzo lo hizo para establecer a su familia y darles un techo. En ese contexto,
propone al actor vender la propiedad y cobrar cada uno su parte, o de alguna otra manera
que permita dividir.
Del relato de los hechos, surge que las partes del juicio conformaron un grupo familiar del
tipo familia ensamblada, pues el Sr. B y la Sra. F. iniciaron un proyecto familiar desde que
comenzaron a convivir junto a los hijos de la Sra. F.
Por su parte, el Sr. B. al momento de iniciar la convivencia con la Sra. F., trabajaba en la
firma C. Luego, en el año 2010 es despedido y por la misma época sufre un accidente con
una recuperación muy lenta y difícil. En estas circunstancias, la Sra. F., además de
trabajar, fue quien estuvo presente en la contención y recuperación de su compañero, todo
lo cual surge de los testimonios obrantes en la causa. En los términos de la investigación
de Irene Meler (Meler, 2018), podríamos ubicarla como una "familia transicional".
De la biografía familiar se advierte que se trata de un grupo social con limitado acceso a
bienes económicos. Tal es así que del relato de los hechos surge que el grupo familiar
pasó varios años viviendo en un garage.
Así pues, el objeto de la acción de desalojo reside en asegurar la libre disposición de los
inmuebles al que tiene derecho a ella, cuando son detentados contra su voluntad por
personas que entraron en su tenencia mediante actos o contratos que por cualquier causa
no puedan ya considerarse existentes.
Además, en el caso que se analiza, se tuvo en consideración que entre las partes existía
una unión convivencial (art. 509 y sgtes. CCCN). Al respecto se señaló que el conviviente
no es ni tenedor -falta la entrega del bien, y la asunción contractual de la obligación de
restituir, conf. art. 1910, 1923 y 1924 CCCN)-, ni comodatario -al ser un contrato real solo
se perfecciona con la entrega de la cosa que se presta gratuitamente con la facultad de
usarla-, ni intruso -no hay ocupación contraria a la voluntad del propietario-. De tales
consideraciones, se sigue que el conviviente no es uno de los legitimados pasivos
determinados por el ordenamiento adjetivo y por tanto no se puede ordenar su desalojo.
Además el Magistrado señaló que bajo esta configuración familiar -unión convivencial-, con
los aportes, el esfuerzo y el trabajo de ambos lograron adquirir y construir el inmueble que
ocupaba S. E. F. con sus hijos y cuya restitución reclamaba su exconviviente.
El Juez valoró además que la vida en común, se caracteriza por del esfuerzo y el aporte de
ambos convivientes para el sostenimiento del proyecto de vida en común. Que dada tales
circunstancias, resultó meridianamente claro que la Sra. F. convivió en el inmueble de su
conviviente, obviamente con el consentimiento del mismo y que, además, aportó su dinero
y trabajo personal. Que por ello no podría ser considerada "mero tenedor", "simple
ocupante", "intruso", "usurpador", etc. Con base en tales fundamentos, el Magistrado
entendió que la discusión resultaba extraña al acotado marco del juicio de desalojo -acción
de carácter personal- por cuanto el problema de quien tiene el mejor derecho para acceder
al dominio en función de la situación que se invoca como sustento del derecho de
propiedad son cuestiones propias de las acciones posesorias, petitorias o hasta
contractuales.
No obstante los avances señalados, la realidad demuestra que la mujer continúa expuesta
a una situación de extrema vulnerabilidad por razón de género. Prueba de ello son los
últimos datos revelados por el Registro de Femicidios de la Justicia Argentina: "En el año
2017 se relevaron 251 víctimas directas de femicidios en todo el país. Esta cifra proviene
del relevamiento de causas judiciales que se iniciaron entre el 1 de enero y el 31 de
diciembre de 2017 en las 23 jurisdicciones provinciales y en la Ciudad de Buenos
Aires"(3).
Estos antecedentes son demostrativos de lo insuficiente que continúan siendo las medidas
estatales adoptadas. De allí que, desde el lugar que nos ocupa como profesionales del
derecho, y con mayor ahínco en la actividad jurisdiccional, debemos asumir esta
problemática desde la complejidad y gravedad que asume, entendiendo que es un
fenómeno estructural al entramado social y que, como tal, resulta transversal en todos los
ámbitos de interacción intersubjetiva.
Es, en definitiva, una construcción social, histórica y cultural y, como tal, una categoría
relaciónal y compleja.
Sostiene Marcela Lagarde (1996) que "el género es más que una categoría, es una teoría
amplia que abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientos relativos al
conjunto de fenómenos históricos construidos en torno al sexo" (pág. 11).
Tener en claro estas nociones tan diversas y la naturaleza dialéctica que asume el
concepto de género son fundamentales para analizar y comprender la condición femenina
y la situación de las mujeres, y lo es también para analizar la condición masculina y la
situación vital de los hombres. Es decir, no se trata de un concepto ligado exclusivamente
a la situación de la mujer y "nos permite comprender a cualquier sujeto social cuya
construcción se apoye en la significación social de su cuerpo sexuado con la carga de
deberes y prohibiciones asignadas para vivir, y en la especialización vital a través de la
sexualidad" (Lagarde, 1996, pág. 14).
Ahora bien, teniendo en consideración esta prieta síntesis de los conceptos de sexo y
género, ¿qué entendemos por perspectiva de género? El enfoque o visión de género es,
en primer lugar, una perspectiva de análisis fundada en el paradigma teórico histórico-
crítico y en el paradigma cultura del feminismo (Lagarde, 1996). Adoptar una postura
crítica frente a los fenómenos sociales y culturales supone un esfuerzo intelectual, y
eventualmente práctico, que no se satisface con aceptar las ideas, las acciones y las
condiciones sociales prevalecientes irreflexivamente y por mero hábito; el esfuerzo que
trata de coordinar entre sí los aspectos individuales de la vida social y con las ideas y los
objetivos generales de la época, de deducirlos genéticamente, de distinguir la apariencia
de la esencia, de examinar los fundamentos de las cosas, en suma, de conocerlas
realmente. (Horkheimer, 1973, pág. 228).
Sostiene Lagarde que esta perspectiva que permite analizar a las mujeres y a los hombres
no como seres dados, eternos e inmutables, sino como sujetos históricos, construidos
socialmente, productos del tipo de organización social de género prevaleciente en su
sociedad. La teoría de género ubica a las mujeres y a los hombres en su circunstancia
histórica y por ello da cuenta también de las relaciones de producción y de reproducción
social como espacios de construcción de género (Lagarde, 1996). En este sentido, tiene
como uno de sus fines contribuir a la construcción subjetiva y social de una nueva
configuración a partir de la resignificación de la historia, la sociedad, la cultura y la política
desde las mujeres y con las mujeres.
Por lo antedicho, el Juzgar con perspectiva de género, implica un esfuerzo intelectual por
comprender la complejidad social, cultural y política que existe entre mujeres y hombres
para visualizar allí las situaciones de opresión de un género sobre otro basadas en una
relación de desigualdad.
Con esto quiero enfatizar que, cualquiera sea el ámbito en que nos desempeñemos
profesionalmente los operadores jurídicos, debemos hacer uso de este enfoque si
pretendemos prevenir y erradicar situaciones de violencia así como propender al cambio
de patrones y estereotipos culturales que coadyuvan a las distas formas de opresión de un
género sobre otro.
Al respecto y coincidiendo con Marcela Lagarde (1996), entiendo a su vez que no es sido
sencillo lograr la aceptación de la perspectiva de género, ya que hacerlo conduce a
desmontar críticamente la estructura de la concepción del mundo y de la propia
subjetividad. La representación del orden genérico del mundo, los estereotipos sociales y
sus normas, son fundamentales en la configuración de la subjetividad de cada quien y en
la cultura. Se aprenden desde el principio de la vida y no son aleatorios, son componentes
del propio ser, dimensiones subjetivas arcaicas y en permanente renovación, por ello son
fundantes. Están en la base de la identidad de género de cada uno. Romper estas
estructuras implica una verdadera deconstrucción de aspectos que han dado significación
a nuestras visiones del mundo.
Al respecto, sostiene Rita Segato Es necesario que éstos perciban claramente que
erradicar la violencia de género es inseparable de la reforma misma de los afectos
constitutivos de las relaciones de género tal como las conocemos y en su aspecto
percibido como "normal". Y esto, infelizmente, no puede modificarse por decreto, con un
golpe de tinta, suscribiendo el contrato de la ley. No es por decreto, infelizmente, que se
puede deponer el universo de las fantasías culturalmente promovidas que conducen, al
final, al resultado perverso de la violencia, ni es por decreto que podemos transformar las
formas de desear y alcanzar satisfacción constitutivos de un determinado orden socio-
cultural, aunque al final se revelen engañosas para muchos. Aquí, el trabajo de la
conciencia es lento pero indispensable (Segato, 2003).
Notas al pie:
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
-Dio Bleichmar, E. (1994). El feminismo espontáneo de la histeria. Estudio de los
trastornos narcisistas de la feminidad. . México: Fontamara.
-Lagarde, M. (1990). Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas
y locas. . México: Universidad Nacional Autónoma de México.
-Meler, I. (28 de marzo de 2018). Esas raras familias nuevas. Página 12.
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