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Frente a esta obra se ubica el video que nos propone Cristina Lucas en donde se la
ve a ella romper a mazazos el Moisés, de Miguel Ángel. Creo que esta destrucción
lo que busca es romper desde los cimientos las estructuras clásicas de la historia del
arte, las estructuras clásicas de la historia y así también los cimientos del sistema
patriarcal en el que vivimos.
Otra de las obras fue “Una película de Dios” de Nuria Güell la cual se divide en
distintos capítulos, en donde se van tratando a los distintos integrantes del
mercado de la trata de personas (tanto victimarios como víctimas): los tratantes,
las niñas, las madres, los padres y los padrastros. Además, en el primer capítulo se
muestra a la artista, porque Nuria pensó que era necesario mostrarse en esta obra,
y en el último capítulo se trata a “Dios” en relación con esta problemática. Esta
obra se trata de visibilizar las estructuras, a veces imperceptibles, en las que se
mueve la trata de personas. Además, poner en tensión la relación socio-histórica
entre la Iglesia, la religión (la fe), y el patriarcado. Históricamente la primera a
sostenido y apoyado a la tercera. Y la segunda ha servido para las víctimas, a
veces, como contención para transitar todo ese doloroso proceso.
Una obra sumamente impactante y que me costó finalizar de ver fue el video arte
de Shoja Azari llamado “A room with a View” de nueve minutos de duración. En
esta obra transcurren dos historias de forma paralela y simultánea, una por delante
de la ventana y otra por detrás. La historia que sucede por delante, dentro del
espacio del hogar, es de una pareja que se acongoja por una película que están
viendo en la tele y hablan entre ellos sobre lo que están viendo. Mientras que, por
fuera de la casa, por detrás de la ventana abierta, en el espacio público se puede
ver una escena en donde un grupo de chicos que están bebiendo y hablando
terminan violando a una mujer que pasa corriendo por la calle. Es una escena muy
difícil de ver, pero lo que te impacta aún más es que la pareja que está viendo la
novela no registre lo que está sucediendo por detrás de ellos, la indiferencia hacia
el mundo que los rodea. Esta obra me generó una ansiedad que no podía
controlar, me generaba querer meterme a frenar esa situación o por lo menos
decirle a la pareja que se dieran vuelta para que ayuden a esa mujer. Creo que es
una obra que juega en los límites de lo ético y moralmente aceptable para
mostrar como obra de arte, pero también creo que en esta época en que la
violencia es moneda corriente este tipo de obras, de alto impacto, son las que
interrumpen nuestros pensamientos cotidianos, influyen en nuestros cuerpos, en
nuestras estructuras preestablecidas, para así ponernos a reflexionar en qué
mundo estamos viviendo. Son las obras que nos hacen movilizar en búsqueda de
un cambio o transformación.
En este video se puede ver a una mujer caminando por la calle y los hombres que
están a su paso la miran o se dan vuelta para hacerlo. A la par unas voces en off,
de un hombre y una mujer, tienen una conversación telefónica. Supuestamente la
voz del hombre, que es quien fue llamado, es la voz que debería auxiliar a quien
pide ayuda, que en este caso es la voz de una mujer.
En la conversación la mujer le cuenta que cada vez que sale a la calle ella se
siente un objeto (por la mirada y el acoso que recibe constantemente) de los
hombres y que ya no tolera más esa situación. A esto la voz del hombre, que
debería poder ayudarla, le dice que en realidad la culpa es de ella porque tiene
un “instinto de seducción” que atrae todas las miradas y el acoso callejero, y por lo
tanto que es ella quien debería cambiar para poder evitar lo que le sucede. Esta
escena no está muy lejos de lo que sigue sucediendo hoy en día cuando ante un
caso de violación o acoso lo primero que se pregunta es ¿cómo estaba vestida?,
¿por qué estaba sola?, ¿qué hacia tan tarde por la calle?, en lugar de
preguntarse o cuestionarse sobre lo que sucedió y quien llevó a cabo el delito.
Algo parecido sucede cuando se muestra la fotografía de la víctima por todos los
medios de comunicación, pero se protege la identidad del victimario. En todo
caso no se debería mostrar ninguna de las dos identidades.
Además, permite repensar los roles de género histórico y sociales que se han
enquistado en nuestra sociedad. Roles que designan que le corresponde al
género femenino y que le corresponde al género masculino en cada uno de los
ámbitos en lo que vive. Con estas fotografías Marta rompe con esos estereotipos y
presenta una posible nueva realidad en donde esas demarcaciones no estén
presentes. Cuestionarse porque existen colores preestablecidos para cada sexo,
trabajos que son para un sexo u otro, deportes, costumbres, etc.
Creo que el orden de las obras estuvo muy bien logrado ya que abre con una
obra impactante como es “NO VIOLARÁS” la cual deja un mensaje directo y sin
posibilidad de segundas interpretaciones. En el medio la obra “Una película de
Dios” donde se puede escuchar la voz de todos los integrantes del círculo de trata
y conocer lo que les pasa por sus cabezas, para luego poder llevar a cabo una
crítica o problematización. Y a modo de cierre “Espacio para meditar III” es una
obra adecuada para poder estabilizarse, tranquilizarse después de todo lo visto.