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La Capital Zoom Arte Contemporáneo

(DES)ARMA(R) EL OJO PARA UNA NUEVA


FORMA DE ABORDAR LA CULTURA DE LA
VIOLACIÓN
Hasta fines de julio se podrá visitar la muestra “el ojo desarmado” curada por
Nerea Ubieto, en el centro cultural parque España. Las obras seleccionadas ponen
en evidencia el patriarcado como superestructura que nos controla y disciplina, en
todas nuestras tareas cotidianas: trabajo, hogar, actividades lúdicas y hasta en la
calle. Esto a través de Videos arte, Instalaciones, Dibujos, Fotografías, Pancarta y
Escultura. Esta muestra cuanta con las obras de artistas como: Cristina Lucas, Valeria
Andrade, Olalla G. Valdericeda, Nuría Güell, Regina José Galindo, David Marín,
Marta Pujades, Arantxa Boyero y Shoja Azari.

Por Suárez Nogués Sofía

No Violarás – Regina José Galindo (Pancarta. 1.90 x 2.40 cm)


Nerea Ubieto nos propone, con “El ojo desarmado”, un recorrido por las obras de
nueve artistas que se preocupan por mostrarnos los mecanismos que rigen el
patriarcado en la época actual. Logra hacer que las obras se relacionen entre sí de
tal modo que le podemos encontrar un sentido en común, o hilo conductor, a la
muestra: la problematización de nuestras costumbres, tradiciones, valores y
creencias que están atravesadas por una ideología hegemónica masculina,
blanca, heterosexual y occidental, como dice Nerea.

Con la primera obra que se muestra en el recorrido: “No Violarás” de Regina J.


Galindo, Ubieto permite crearte una idea de lo que va a venir a continuación. En
esta obra Galindo realiza una afirmación que busca interpelar a quien la observa y
dejar en evidencia una problemática que actualmente nos atraviesa como
sociedad: la violencia de género, más específicamente, la violación.

Frente a esta obra se ubica el video que nos propone Cristina Lucas en donde se la
ve a ella romper a mazazos el Moisés, de Miguel Ángel. Creo que esta destrucción
lo que busca es romper desde los cimientos las estructuras clásicas de la historia del
arte, las estructuras clásicas de la historia y así también los cimientos del sistema
patriarcal en el que vivimos.

A continuación, podemos ver la instalación (“Polvo Eres”) y una serie de dibujos


(“Qué tienes en la cabeza”) de Olalla Gómez Valdericeda. En estos diez dibujos se
puede apreciar una asociación lingüística y cultural, que se ha ido creando y
anclando con el transcurrir de nuestra historia, entre el signo
(significado/significante) y el objeto (de la realidad) al que se lo asigna. La obra te
muestra el objeto, en su representación dibujada, con su definición escrita de
diccionario. Al pasar de dibujo en dibujo se va dejando en evidencia el enlace
que se hace de los genitales masculinos con las armas. Esto no es algo nuevo de
nuestra época sino algo que ha sucedido históricamente. Este enlace no fue solo
un tema del lenguaje, sino que le ha servido al patriarcado para generar miedo y
sumisión en las minorías. Algunos de los dibujos representados son: Pistola, Espada,
Verga, Mástil, Trabuco, entre otros; significados que en el mundo contemporáneo
se los puede asociar con otros significantes asociados a la cultura de la violación.
Por otra parte, “Polvo eres” está colocada en el centro del espacio de la galería
por lo que te la chocas indefectiblemente, aunque no sea tu intención mirarla. Es
un banco de escuela, con tiza sobre él, que por delante tiene un pizarrón con la
frase “Este niño será el terror de las niñas” escrito en tiza. Creo que esta instalación
logra generar un efecto, en quien la observa, de choque y a su vez de vuelta a
nuestra infancia. Nos sirve para problematizar ¿cómo fue nuestra infancia? ¿Qué
herramientas les estamos brindando, a las infancias actuales, para que lo que dice
esa frase cambie? ¿Me interpela esa frase?

Otra de las obras fue “Una película de Dios” de Nuria Güell la cual se divide en
distintos capítulos, en donde se van tratando a los distintos integrantes del
mercado de la trata de personas (tanto victimarios como víctimas): los tratantes,
las niñas, las madres, los padres y los padrastros. Además, en el primer capítulo se
muestra a la artista, porque Nuria pensó que era necesario mostrarse en esta obra,
y en el último capítulo se trata a “Dios” en relación con esta problemática. Esta
obra se trata de visibilizar las estructuras, a veces imperceptibles, en las que se
mueve la trata de personas. Además, poner en tensión la relación socio-histórica
entre la Iglesia, la religión (la fe), y el patriarcado. Históricamente la primera a
sostenido y apoyado a la tercera. Y la segunda ha servido para las víctimas, a
veces, como contención para transitar todo ese doloroso proceso.

Una obra sumamente impactante y que me costó finalizar de ver fue el video arte
de Shoja Azari llamado “A room with a View” de nueve minutos de duración. En
esta obra transcurren dos historias de forma paralela y simultánea, una por delante
de la ventana y otra por detrás. La historia que sucede por delante, dentro del
espacio del hogar, es de una pareja que se acongoja por una película que están
viendo en la tele y hablan entre ellos sobre lo que están viendo. Mientras que, por
fuera de la casa, por detrás de la ventana abierta, en el espacio público se puede
ver una escena en donde un grupo de chicos que están bebiendo y hablando
terminan violando a una mujer que pasa corriendo por la calle. Es una escena muy
difícil de ver, pero lo que te impacta aún más es que la pareja que está viendo la
novela no registre lo que está sucediendo por detrás de ellos, la indiferencia hacia
el mundo que los rodea. Esta obra me generó una ansiedad que no podía
controlar, me generaba querer meterme a frenar esa situación o por lo menos
decirle a la pareja que se dieran vuelta para que ayuden a esa mujer. Creo que es
una obra que juega en los límites de lo ético y moralmente aceptable para
mostrar como obra de arte, pero también creo que en esta época en que la
violencia es moneda corriente este tipo de obras, de alto impacto, son las que
interrumpen nuestros pensamientos cotidianos, influyen en nuestros cuerpos, en
nuestras estructuras preestablecidas, para así ponernos a reflexionar en qué
mundo estamos viviendo. Son las obras que nos hacen movilizar en búsqueda de
un cambio o transformación.

Siguiendo con el video arte y con la temática de indiferencia social, en la que


estamos inmersos, Valeria Andrade nos trae “Cañón de carne”. El mismo nombre lo
podríamos asociar con uno de los dibujos de Olalla (la definición de “Cañón”) y así
ver el juego de palabras que usa Valeria para el título de su video: Cañon como
metáfora del falo y carne como metáfora del cuerpo humano femenino.

En este video se puede ver a una mujer caminando por la calle y los hombres que
están a su paso la miran o se dan vuelta para hacerlo. A la par unas voces en off,
de un hombre y una mujer, tienen una conversación telefónica. Supuestamente la
voz del hombre, que es quien fue llamado, es la voz que debería auxiliar a quien
pide ayuda, que en este caso es la voz de una mujer.

En la conversación la mujer le cuenta que cada vez que sale a la calle ella se
siente un objeto (por la mirada y el acoso que recibe constantemente) de los
hombres y que ya no tolera más esa situación. A esto la voz del hombre, que
debería poder ayudarla, le dice que en realidad la culpa es de ella porque tiene
un “instinto de seducción” que atrae todas las miradas y el acoso callejero, y por lo
tanto que es ella quien debería cambiar para poder evitar lo que le sucede. Esta
escena no está muy lejos de lo que sigue sucediendo hoy en día cuando ante un
caso de violación o acoso lo primero que se pregunta es ¿cómo estaba vestida?,
¿por qué estaba sola?, ¿qué hacia tan tarde por la calle?, en lugar de
preguntarse o cuestionarse sobre lo que sucedió y quien llevó a cabo el delito.
Algo parecido sucede cuando se muestra la fotografía de la víctima por todos los
medios de comunicación, pero se protege la identidad del victimario. En todo
caso no se debería mostrar ninguna de las dos identidades.

Marta Pujades trae con sus fotografías de la serie “Homes Coronats” el


cuestionamiento a la relación directa existente entre el sexo biológico y el género.
Cómo nuestra cultura patriarcal, heterosexual, asocia el sexo biológico con una
identidad de género preestablecida y no permite la disidencia.

Además, permite repensar los roles de género histórico y sociales que se han
enquistado en nuestra sociedad. Roles que designan que le corresponde al
género femenino y que le corresponde al género masculino en cada uno de los
ámbitos en lo que vive. Con estas fotografías Marta rompe con esos estereotipos y
presenta una posible nueva realidad en donde esas demarcaciones no estén
presentes. Cuestionarse porque existen colores preestablecidos para cada sexo,
trabajos que son para un sexo u otro, deportes, costumbres, etc.

Lo hace a través de retratos en el exterior, con un fondo que es siempre el mismo, y


siempre tomando el mismo encuadre con el mismo plano de encuadre, plano
medio. Esto sigue con el retrato tradicional de gabinete, pero trasladado a la
contemporaneidad.

Como cierre de la muestra Arantxa Boyero trae una propuesta de meditación


para desconectar con la vertiginosidad de la sociedad moderna y conectar con
nuestro propio cuerpo. Meditación que nos puede servir para auto conocernos,
para reflexionar sobre nuestras acciones en la vida cotidiana y revisar nuestras
creencias y valores en la sociedad.

Creo que el orden de las obras estuvo muy bien logrado ya que abre con una
obra impactante como es “NO VIOLARÁS” la cual deja un mensaje directo y sin
posibilidad de segundas interpretaciones. En el medio la obra “Una película de
Dios” donde se puede escuchar la voz de todos los integrantes del círculo de trata
y conocer lo que les pasa por sus cabezas, para luego poder llevar a cabo una
crítica o problematización. Y a modo de cierre “Espacio para meditar III” es una
obra adecuada para poder estabilizarse, tranquilizarse después de todo lo visto.

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