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Un curso que;

• Sigue la historia de la Biblia, desde el libro de Génesis hasta el


Apocalipsis
• Establece claramente la enseñanza fundamental de la Biblia
• Da el contexto histórico correcto de la Biblia
• Establece el plan general y el propósito de Dios con la tierra
• Explica las obras y enseñanzas del Señor Jesucristo
• Da la clave para la interpretación de la profecía biblia
• Explica la esperanza que uno puede compartir por medio del evangelio

Para pedir una copia gratuita: www.exploringthebible.net

Estudios Bíblicos Cristadelfianos México


Celular México: 33-1019-3838
estudiosbiblicosmexico@gmail.com

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CONTENIDO

Lección Página
Introducción 2
¿Qué Biblia debo usar? 3
Una perspectiva general del mensaje de la Biblia 4
La salvación y el reino venidero 7
1. La Biblia – La palabra inspirada por Dios 8
2. La creación de Dios en el principio 14
3. La creación del hombre 19
4. La entrada del pecado en el mundo y sus efectos 25
5. Una lección sobre el culto aceptable 35
6. El diluvio en los días de Noé 39
7. De Noé a Abraham 44
8. Abraham – El amigo de Dios 50
9. Abraham – Justificado por la fe 57
10. Abraham – El padre de multitud de naciones 63
11. Abraham ofrece Isaac 69
12. Israel en Egipto 77
13. Del monte de Sinaí hasta La Tierra Prometida 85
14. Los tiempos de los jueces y reyes 91
15. De David hasta Juan el Bautista El Reino Dividido 98
16. Las profecías de Daniel 104
17. El regreso de los exiliados hasta el tiempo de Jesucristo 114
18. El nacimiento de Jesucristo 117
19. La obra de Juan el Bautista 126
20. La vida y la obra del Señor Jesucristo 130
21. La crucifixión y resurrección de Jesucristo 138
22. Los Apóstoles predican el evangelio 150
23. El Apóstol Pablo predica por todo el Imperio Romano 156
24. Realidades bíblicas de la palabras “diablo” y “satanás 165
25. El futuro Reino de Dios 191
26. El discipulado en Cristo hoy en día 206
La aplicación práctica del discipulado 221
¿Qué debo hacer? 241
Breve repaso del mensaje de la Biblia 243
Los mandamientos de Cristo 247

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UNA INTRODUCCIÓN A EXPLORANDO LA BIBLIA

La Biblia es un libro asombroso de leer y comprender. Nuestro objetivo en


este curso es ayudarle a ser un habilidoso explorador de la Biblia en su propio
derecho. El curso está designado para comenzar justo al principio de la Biblia –
en Génesis capitulo uno. Después de unas cuantas semanas usted se dará
cuenta que hay muchas señales que podrá utilizar para demostrarle como llegar
a ser un lector y explorador competente de la Biblia por usted mismo. Muy pronto
estará compartiendo con otros los tesoros que habrá encontrado.
Este curso fue desarrollado primeramente para llenar las necesidades de
personas como usted que desean conseguir un mayor entendimiento de la
historia de la Biblia u su mensaje fundamental. Las notas fueron preparadas
principalmente para una clase titulada Explorando la Biblia que se sostenía en la
sala Cristadelfiana en Enfield, en el sur de Australia. Estas notas fueron
preparadas por el líder de esa clase, David Evans, para que los que asistían a la
clase pudieran repasar lo que habían estudiado esa noche. A causa de la
demanda subsiguiente por estas notas, se decidió hacerlas disponibles a todos
quienes deseaban de igual manera explorar la Biblia y comprender su mensaje.
Cuando se hacia la revisión para esta reimpresión los comentarios de los
tutores y los estudiantes fueron tomados en consideración. Les damos gracias a
los que voluntariosamente han asistido en esta obra.
Estas notas han probado ser muy beneficiosas en muchas maneras. Ahora
se están utilizando para lo siguiente:
 Seminarios bíblicos en muchos países
 Clases de primeros principios para jóvenes y adultos
 Padres enseñándoles a sus hijos el mensaje básico de la Biblia
 Curso de estudio bíblico por correspondencia
 Notas para clases

Esperamos que muy pronto pueda estar disfrutando el placer y el provecho


de la Biblia que muchos han obtenido antes de usted.

Una nota antes de comenzar


Hay unos simples pasos que usted deberá seguir para que pueda estar pronto
en camino explorando la Biblia confiadamente y efectivamente por si mismo.
Sugerimos lo siguiente:
1. La Biblia es su libro de texto. Lentamente lea el capítulo indicado en
la cabecera de sus notas. Al principio pueden haber muchas cosas
que tal vez no las entienda – no se preocupe, muy pronto las
entenderá.
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2. Lea a través de las notas. Busque cada cita bíblica para ver si le
ayuda a entender cada sección. Si tiene preguntas, haga una lista y
escribanos acerca de sus preguntas.
3. Si tiene una Biblia con un margen que contiene referencias a otras
partes de la Biblia, úselas como referencias de apoyo adicional.
Muchas veces esto le conducirá a otros pasajes que le rendirán mas
ayuda.
4. Si el margen menciona que el versículo que está considerando se
encuentra citado en el Nuevo Testamento, entonces búsquelo. La
mejor ayuda que podrá obtener para entender un pasaje es la
explicación que da Jesucristo o uno de sus apóstoles.
5. Cuando haya leído una lección, tome cuenta particular de los puntos
de resumen que están listados al final de cada sección. Vea si ha
llegado a las mismas conclusiones.
6. Haga sus propias notas cuando lea. Esto le ayudará que se haga
familiar en notar los puntos importantes en sus estudios futuros.
7. Es de gran ayuda cuando se está explorando a Biblia saber como
encontrar los libros de la Biblia. No se toma mucho tiempo en
memorizarse los libros de la Biblia en orden. Solo un poco de
paciencia y esfuerzo es lo que se necesita y muy pronto se harán tan
familiares como el alfabeto.
8. Al final de cada lección hay preguntas. Estas están designadas para
asistirle en repasar lo que usted ha considerado en cada lección.
Escriba sus respuestas en una hoja de papel por separado y
envíelas a Estudios Bíblicos Cristadelfianos México. Por email:
estudiosbiblicosmexico@gmail.com. También por celular o
WhatsApp +52 33-1019-3838. Por favor no se olvide de escribir su
nombre y dirección claramente en la hoja de papel.

Recuerde – Hubo un tiempo para muchos de nosotros que sabíamos muy


poco acerca de la Biblia antes de considerarla con seriedad. Así que, por favor,
no tenga temor de hacer preguntas. Pues, entendemos que puede ser muy
confusa al principio.

¿QUÉ BIBLIA DEBO USAR?

Si tiene poco conocimiento acerca de la Biblia en si, déjenos hacer algunos


comentarios generales que le podrán ayudar.
Hemos decidido usar la versión Reina Valera 1960. Hemos escogido esta
versión puesto que es particularmente muy conocida, prestamente disponible, y

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aceptada por los eruditos de ser una traducción bastante confiable. Nosotros
apreciamos que el lenguaje es un poco anticuado y se le puede hace un poco
difícil al principio si no está acostumbrado a esta versión.
El texto original de la Biblia fue escrito principalmente en hebreo y griego y fue
completado cerca de 100 años después del nacimiento de Jesús. Después de la
muerte y resurrección de Jesús, la enseñanza de la Biblia se propagó por todo el
mundo y con tiempo la Biblia fue traducida en los varios lenguajes de la gente
que aceptaba su mensaje. Uno de estos lenguajes fue el castellano. Aunque
inicialmente hubo una fuerte oposición a que la Biblia se hiciera disponible en
otros lenguajes, en 1569 Casiodoro de Reina hizo la primera versión entera de la
Biblia en castellano. Luego en 1602 Ciprano de Valera hizo la primera revisión de
la misma. Con el tiempo se hicieron otras revisiones como la de 1862, 1909, y
1960 de las cuales esta última ha llegado a ser la más popular en el mundo de
habla hispana. No obstante, hay otras traducciones de la Biblia disponibles en
castellano.
Mientras usted lea a través de estas notas, tal vez halle que se le hace más
fácil usar una traducción con un castellano más moderno. Hay varias
traducciones modernas confiables que están disponibles hoy en día, como la
Reina Valera 1995 (RV95), La Nueva Versión Internacional (NVI), y La Biblia de
la Américas (LBLA). Sin embargo, nosotros advertimos en contra del uso de
versiones que parafrasean la Biblia, tal como la Biblia en Lenguaje Sencillo (BLS),
ya que no son traducciones literales del texto original. Para ser un estudiante de
la Biblia, usted necesita tener una traducción precisa de las palabras originales
que Dios causó que se escribieran.

UNA PERSECTIVA GENERAL DEL MENSAJE DE LA BIBLIA

Este curso nos llevará de la creación, la cual se registra en el primer libro de


la Biblia, Génesis, hasta el tiempo en cuando el propósito de Dios se cumplirá
finalmente aquí en la tierra.
La Biblia abre con las palabras dramáticas “En el principio creó Dios los cielos
y la tierra”, y después procede en explicar en términos cortos el orden de la
creación. Cuando consideramos la creación que nos rodea, puede que nos
impresione en gran manera el diseño y la sabiduría que está de tras de todo esto.
Pero solo leyendo a través de la Biblia podremos ver que Dios tuvo un grandioso
propósito en su creación:
“Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó
la tierra, el que hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese
habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro.” (Isaías 45:18)

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El propósito de Dios no era crear un jardín zoológico extraordinario de belleza
y magnitud impresionante como el fin en si. La maravillosa creación llegaría a ser
el fondo de un escenario en la cual Dios pondría el hombre que había creado para
que él y su descendencia pudieron compartir las maravillas de esas cosas con él.
Dios declara su propósito en términos inconfundibles:
“Mas tan ciertamente como vivo yo, y mi gloria llena toda la tierra.”
(Números 14:21)

Esto significa que los terribles desastres y las enfermedades, la violencia y


corrupción, la inmoralidad y abusos a los cuales estamos tan acostumbrados en
este triste mundo hoy en día serán eliminados finalmente. Dios ha dicho que “tan
ciertamente como vivo yo” todo la tierra la llenará con su gloria. EL último libro
de la Biblia nos dice en términos simples lo que esto significará para aquellos que
han confiado en Dios y su palabra:
“Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá mas llanto,
ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasarán.” (Apocalipsis
21:3-4)

Es poco sorprendente que las palabras concluyentes de la Biblia son:


“Amén; sí ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20)

… pues es el regreso de su hijo Jesucristo a la tierra que comenzará este


extraordinaria transformación que culminará con la gloria de Dios llenando toda la
tierra.
Miremos ahora aún más cerca del marco general. Si ese es el propósito de
Dios, ¿por qué hay tanto sufrimiento y pecado, conflicto y maldad en el mundo
hoy en día? Mientras leemos los primeros capítulos de la Biblia vamos a ver que
Dios puso el primer hombre, Adán, bajo un mandamiento – un mandamientos muy
simple pero que tenía consecuencias desastrosas si lo desobedecía y pecaba
contra Dios. Dios dijo:
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto
podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”
(Génesis 2:16-17)

Al seguir los acontecimientos de los primeros capítulos de Génesis vemos que


el hombre efectivamente pecó contra Dios y comió de; árbol prohibido. Dios fue
fiel a su palabra y Adán fue condenado a morir. Todos nosotros hemos heredado
esa mortalidad que le sobrevino a Adán. En el Nuevo Testamento leemos:

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“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12)

Desde entonces el pecado y la muerte ha sido parte del hombre. Sin embargo,
Dios en su misericordia proporcionó un medio para el perdón de los pecados y la
eliminación de la muerte, Este plan de Dios involucraba la venida de uno que le
obedecería siempre y vencería la tentación de pecar. Esa persona era Jesucristo.
Mientras continuamos leyendo la Biblia desde Génesis veremos muchas
referencias acerca de la promesa del nacimiento de Jesucristo y la obra que había
de cumplir venciendo el pecado, dando así un camino de salvación para el
hombre.
Nuestra jornada nos llevará al diluvio en los días de Noé y luego al llamamiento
de Abraham a quien Dios le hizo una promesa extraordinaria de uno de sus
descendientes quien heredará el mundo (Génesis 13:14-17). Veremos que
Jesucristo es quien fue prometido (Gálatas 3:16, 26-29). Abraham llegó a ser
padre de la nación judía y a Biblia sigue particularmente la historia de los tratos
de Dios con esa nación. Sin embargo, detrás de toda esta historia vamos a ver el
propósito de Dios en fe y amor. Vamos a leer del Rey David, a quien Dios le dio
la promesa que especifica al final tendría un descendiente que reinaría como rey
en la tierra para siempre (2 Samuel 7:12-16). Esto nuevamente es una promesa
acerca de Jesucristo y fue echa mil años antes de su nacimiento.
Aprenderemos acerca del nacimiento de Jesucristo y las palabras que ángel
Gabriel dijo a María:
Ý ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su
nombre Jesús. Este será llamado Hijo de Altísimo; y el Señor Dios le
dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:31-33)

Haremos reflexión de estas palabras en nuestro estudio porque enseñan


claramente el propósito de Dios en Jesucristo. Pero por ahora, notaremos estos
puntos interesantes:
 Será llamado Jesús – un nombre que significa “salvación de Dios”
 Será llamado Hijo de Altísimo, o Hijo de Dios
 Será también el Hijo de David, habiendo nacido de un descendiente
de David
 Reinará como rey sobre un reino que no tendrá fin

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LA SALVACION Y EL REINO VENIDERO

Este mensaje de salvación del pecado y la muerte por medio de Jesucristo, y


las noticias de un reino venidero son “las buenas nuevas” que la Biblia tiene para
todo hombre y mujer. Se llama el “evangelio” – una palabra que significa “buenas
nuevas”.
Jesús les enseñó a sus discípulos a orar por el día cuando se establecería
este reino con estas palabras:
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Háganse tu voluntad, como
en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6:9-10)

Que cambio dramático tomará lugar cuando Jesucristo reina aquí en la tierra.
Leemos:
“Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su
Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15)

La Biblia da gran detalle acerca de este reino venidero y estamos seguros que
encontrará esta información muy interesante y emocionante mientras trabaja en
las lecciones a lo largo de este curso. Pero la más fascinante que aprenderá es
como podemos compartir esta maravillosa promesa. Aquellos que han seguido
fielmente a Jesucristo se les dirá cuando regrese:
“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo.” (Mateo 25:34)

Mientras seguimos la vida de Jesucristo vamos a leer de su condenación


injusta y la crueldad de su muerte mediante la crucifixión, y luego nos
regocijaremos por la maravillosa noticia de su resurrección de entre los muertos
tres días después. Vamos a considerar estos acontecimientos trascendentales y
las lecciones que nos enseñan pues se nos dice que “Cristo murió por nuestro
pecados”. Vamos a examinar como podemos ser perdonados por nuestros
pecados por medio de Jesucristo y vivir con la esperanza de compartir la vida
eterna con él cuando regrese.
El último mandamiento apremiante que Jesús les dio a sus discípulos antes
de ascender al cielo tiene clave como podemos compartir esta maravillosa
esperanza del evangelio. Jesús les dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.”
(Marcos 16:15-16)

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La salvación se les ofrece, dijo Jesús, a quienes entienden el evangelio y o
creen y son bautizados. Por lo tanto es necesario que lleguemos a tener aprecio
por las verdaderas enseñanzas de la Biblia, y este curso está diseñado para
ayudarle cumplir con esto.
A lo largo del curso, vamos a considerar también algunas de las profecías
interesantes que se han cumplido confirmando que la Biblia es la palabra de Dios,
y otras profecías que todavía no se cumplen que hablan del regreso de Jesucristo
a la tierra. Veremos que el problema en Israel y en el Medio Oriente, lo cual está
causando tanta tensión en el mundo hoy en día, ha sido predicho por los profetas,
Igualmente la violencia, la corrupción y la inmoralidad, la cual hoy e parte del
mundo de gran manera, todas son señales del pronto regreso de Jesucristo.
Esperamos que esta amplia perspectiva general le muestre que hay un
mensaje extraordinario de esperanza para todos nosotros en la palabra de Dios.
Cuando este curso lo lleve a través de la historia de la Biblia, usted obtendrá una
apreciación de su mensaje y tendrá una fe basada en su propio entendimiento,
porque habrá visto por usted mismo.
Que Dios le bendiga en el estudio y meditación de su palabra.

LA BIBLIA – LA PALABRA INSPIRADA POR DIOS

Lección 1 Lectura: 2 Pedro 1:19–21


Antes de conocer la Biblia y su mensaje daremos respuesta a algunas de las
preguntas más comunes.

¿Qué significan las palabras “Santa Biblia”?


La palabra Biblio proviene de la palabra Griega “biblos” que significa “libro.”
Santa es una palabra que significa “apartar” o “separar,” siendo la idea de ser
“apartada” o “separada” para o por Dios. Por lo tanto el nombre Santa Biblia fue
dado a éste libro porque fue visto que era la palabra inspirada por Dios,
completamente separada de los libros que se hayan escrito.

¿Cuándo fue escrita La Biblia?


La Biblia es de hecho una colección de libros o escrituras que fueron escritas
sobre un período de aproximadamente 1600 años por muchos escritores
diferentes. Los primeros libros fueron escritos por Moisés como 1500 años Antes
de Cristo, mientras que el último fue escrito por el Apóstol Juan hacia el final del
primer siglo.

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¿Por qué la Biblia se divide en un Antiguo y un Nuevo Testamento?
Si miramos el índice al comienzo de la Biblia vemos que contiene 66 libros.
Los traductores dividieron estos libros en el Antiguo y el Nuevo Testamento
muchos años después de haber sido escritos. El Antiguo Testamento contiene
39 libros que fueron escritos en hebreo antes del nacimiento de Cristo. El Nuevo
Testamento contiene 27 libros que fueron escritos en griego después de Cristo.

¿Dónde fue escrita la Biblia?


Fueron muchos los hombres que escogió Dios para que escribieran la Biblia
durante un largo periodo de tiempo. Aunque la mayoría lo escribieron en Israel,
hubo algunos como Daniel y Ezequiel quienes escribieron en Babilonia, y otros
como los apóstoles que escribieron en diferentes provincias del Imperio Romano.
Lo asombroso es que aunque la Biblia fue escrita en un periodo tan largo de
tiempo, en tantos lugares diferentes y por muchos escritores, su mensaje es
consistente y unificado. Esto en sí indica que Dios es su Autor.

¿Cómo causo Dios que estos hombres escribieran la Biblia?


Hay muchas referencias en la Biblia diciendo como Dios causo el registro de
su mensaje. El Apóstol Pedro lo expresa de ésta manera:
“Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque
nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espírito Santo.”
(2 Pedro 1:20–21)

Pedro nos explica que Dios seleccionó hombres santos o temerosos de Dios
a los cuales Él les dio a conocer su voluntad. Estos hombres después escribieron
el mensaje que recibieron de Dios. Estas escrituras combinadas se convirtieron
en el libro que conocemos como La Biblia.

¿Por qué fue escrita la Biblia?


El Apóstol Pablo responde ésta pregunta de la siguiente manera:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, par
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra.” (2 Timoteo 3:16–17)

La Biblia fue, por lo tanto, dada para enseñar al hombre acerca de Dios y su
propósito, y para guiarlo en un estilo de vida que es agradable a Dios y
gratificadora a aquéllos que le obedezcan.

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¿Cómo podemos comprobar la existencia de Dios y que la Biblia realmente
es su palabra?
Ésta es una pregunta delicada, aun así la respuesta no es complicada o difícil
de entender, por lo que Dios mismo la anticipo y ha dado la respuesta en muchos
lugares de la Biblia. Uno de éstos está en la profecía de Isaías:
“Porque yo soy Dios, y no hay otro Dios y nada hay semejante a mí
que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo
que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá y haré todo
lo que quiero.” (Isaías 46:9–10)

Veamos las afirmaciones que Dios hace:


• Él es el único Dios y no hay otro. Si esto es verdadero entonces el Dios
de la Biblia solamente es el Dios del universo, y por lo tanto todas las otras
religiones que reclaman adorar a otros dioses son falsas.
• Él puede predecir el futuro. Sabemos por experiencia que no podemos
fiarnos del hombre para predecir el futuro. En la Biblia Dios predice
eventos que serían imposible de predecir, humanamente hablando, y aun
así han ocurrido con precisión absoluta.
• Él tiene el poder de realizar sus predicciones. Él afirma no sólo poder
predecir el futuro, sino que también de hacerlo realidad.

De aquí podemos ver que Dios nos ha dado un método muy simple por el cual
un buscador de la verdad genuino puede encontrarle respuesta a la pregunta,
¿Hay un Dios y es la Biblia su palabra? No tenemos que ser altamente
inteligentes o educados para encontrar la respuesta.
Depende de nuestra honestidad al considerar lógicamente los hechos que
están presentes en la Biblia. Las profecías en la Biblia justifican la afirmación de
ser inspiradas por Dios. Consideremos brevemente algunas profecías simples
para poner a prueba la afirmación que Dios hace, de poder predecir el futuro.

Algunos hechos que considerar


El Antiguo Testamento de la Biblia fue completo definitivamente más de 200
años antes del nacimiento de Jesucristo. La Septuaginta (Traducción Griega del
Antiguo Testamento) atestigua a esto históricamente.
• Los Pergaminos del Mar Muerto respaldan la fecha del Antiguo
Testamento.
• Que Jesucristo existió, predicó el evangelio y fue muerto es atestiguado
por historiadores contemporáneos fuera de los registros de la Biblia.

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Éstos hechos pueden ser substanciados en cualquier Biblioteca Publica
fiable. Con éstos demostrables hechos históricos podemos ahora probar si Dios
puede realmente predecir el futuro, dándonos cuenta de que las predicciones
hechas en el Antiguo Testamento fueron hechas “por lo menos 250 años antes
de que se cumplieran en el Nuevo Testamento.”

Profecía de la crucifixión de Cristo.


Considere los diminutos detalles expuestos en ésta profecía del Salmo 22
respecto a la crucifixión de Cristo y la manera como cada uno de ellos fueron
cumplidos. Éste salmo fue escrito por el Rey David “1000 años antes de que se
cumpliera.”

Salmo 22 Evento Donde se cumplió


versículo 1 Las palabras que Jesús diría en la cruz Mateo 27:46

versículo 7-8 Las acciones y palabras de los Judíos Mateo 27:39–43


a los pies de la cruz
versículo 16 El modo de muerte en sí, por Mateo 27:35;
crucifixión Juan 19:23
versículo 18 La manera en que sus ropas serían Juan 19:23–24;
repartidas Mateo 27:35

Sería imposible para un hombre predecir estos eventos con semejante detalle.
La única otra explicación requeriría que creyéramos que el mismo Jesús, las
autoridades Judías quienes negaron que Él era el Mesías y los soldados paganos
Romanos; todos colaboraron para llevar a cabo la crucifixión de Jesús y así tratar
de cumplir una de las profecías del Antiguo Testamento y de éste modo engañar
a la gente y hacerla creer que la Biblia es la palabra de Dios. Esto no es lógico ni
racional.
El Salmo 22 no solo precede la crucifixión de Cristo sino que también, en el
versículo 22, su resurrección.

Algunas profecías acerca de las naciones.


El profeta Isaías vivió en Israel entre los años 760–700 AC: En esos días las
dos potencias principales eran Asiria, en el norte y Egipto en el sur.
En su capítulo número 13, Dios reveló a través de él, el ascenso y más tarde,
caída de Babilonia. Debemos darnos cuenta que su predicción, de que Babilonia
sería una potencia principal, fue hecha por lo menos 100 años antes que ocurrió.
Sin embargo, su profecía no sólo trata del ascenso de Babilonia, sino también de
su derrumbamiento por los Medos.
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Los Medos derrocaron a Babilonia en 536 AC; por lo tanto ésta predicción fue
hecha casi 200 años antes de tomar lugar.
Isaías no solo habló sobre la destrucción de Babilonia, también dijo que la
ciudad permanecería inhabitada y desolada. Ésta precisión fue excepcional
considerando que ésta ciudad en sus días fue una de las maravillas del mundo
antiguo. (Isaías 13:17–22)
¡Pero esto no es todo! Isaías también dio el nombre del Rey que derrumbaría
a Babilonia – un hombre llamado Ciro. (Isaías 45:1–20) Añadido a esto, Isaías
habló del decreto que Ciro haría, instando a judíos repartidos en su imperio a
retornar a Jerusalén y construir nuevamente el Templo destruido por los
Babilónicos. (Isaías 44:27–28; Esdras 1:1–4)
Estas profecías van mucho más allá de lo que el hombre puede predecir. Sólo
Dios puede predecir el futuro.

Consideremos lo que tal profecía significaría en el mundo de hoy; se


necesitaría:
• Predecir la nación que tendría poder soberano en 100 años desde ahora.
• Después predecir la nación que derrocaría al primer poder 200 años desde
ahora.
• Nombrar el líder de la segunda nación.
• Plantear un decreto que él haría cuando estuviese en poder.

Obviamente esto es imposible de predecir para el hombre. Sin embargo, por


medio de su profeta Isaías eso es exactamente lo que Dios hizo. Por consiguiente
Dios no sólo puede predecir el futuro, sino que también puede hacerlo realidad
con una precisión asombrosa.

Las profecías extraordinarias de Daniel


Daniel vivió entre los años 600–534 AC. La profecía que Daniel predijo:
• La caída del Imperio de Babilonia (Daniel 5:25–31)
• El ascenso y caída del Imperio Medo-Persa (Daniel 8:20)
• El ascenso y caída del Imperio Griego (Daniel 8:21)
• La destrucción de Jerusalén por los Romanos en el año 70 DC (Daniel
8:9–11)
• El año de la crucifixión de Jesucristo (Daniel 9:24–27)

La precisión de las profecías de Daniel ha asombrado a las personas que


genuinamente han estado buscando la verdad y han presentado gran dificultad
para los escépticos y ateos.

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¿Qué ha predicho Dios para el futuro?
Podemos leer la Biblia con confianza, sabiendo que así como Dios ha
cumplido sus profecías en el pasado, Él de seguro cumplirá lo que Él ha predicho
para el futuro.
Aquí hay un avance de los eventos predichos para nuestra era:
• Habrá un colapso en la moralidad y la decencia de la sociedad. (Lucas
17:26–30)
• Los Judíos Regresarán a la tierra de Israel; con Jerusalén convirtiéndose
en centro de tensión internacional. (Zacarías 12:2–3; Ezequiel 38:8,12)
• Jesucristo retornará personal y visiblemente a la tierra. (Hechos 1:9–11)
• Dios establecerá su Reino en la tierra el cual reemplazará las leyes del
hombre. (Daniel 2:44)
• Éste Reino cumplirá con la oración del Padre Nuestro: “Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.” (Mateo 6:9–10)
• Jerusalén será la capital de su Reino. (Jeremias 3:17)
• Jesucristo será Rey aquél día. (Apocalipsis 11:15, 18)
• En aquel día la gente del mundo aprenderá voluntariamente los hábitos de
Dios y no habrá más guerra. (Isaias 2:2–4)

¿Hay un mensaje personal en la Biblia para nosotros?


Si, si hay. Dios les ofrece a los hombres y mujeres la esperanza de compartir
este nuevo orden mundial con nuestro señor Jesucristo cuando Él retorne. Éste
mensaje de esperanza se llama “El Evangelio,” que significa “Las buenas nuevas”
de la venida del Reino de Dios, salvación del pecado y la muerte por medio de
nuestro señor Jesucristo. Éste es el mensaje que Cristo y sus discípulos
predicaron. (Marcos 16:15–16)

Puntos de Resumen
• La Biblia es la palabra inspirada por Dios, entregado por el poder de su
Espíritu Santo. (2 Pedro 1:20–21)
• Nos fue dada para que el hombre pudiera conocer el plan y el propósito
de Dios y así entender sus hábitos. (2 Timoteo 3:16–17)
• El cumplimiento exacto de las profecías de la Biblia confirma la existencia
de Dios y que la Biblia es su inspirada palabra. (Isaías 46:9–10)

• Las profecías aún no cumplidas predicen la pronta venida de Jesucristo


para establecer el Reino de Dios en la tierra. (Daniel 2:44; Mateo 6:9–
10; Hechos 1:9–11)

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Lección 1 - Preguntas
1. ¿Qué significan las palabras “Santa Biblia”?
2. ¿Cuántos libros hay en la Biblia?
3. ¿Cómo hizo Dios para que la Biblia fuera escrita?
4. ¿Por qué hizo Dios que se escribiera la Biblia?
5. ¿Por qué las profecías son una de las pruebas más grandes de que la
Biblia es la palabra el Dios?
6. ¿Cuáles son algunos de los eventos predichos por Dios que aún no se han
cumplido?

LA CREACIÓN DE DIOS EN EL PRINCIPIO

Lección 2 Lectura: Génesis 1


Dios se da a conocer a si mismo en la Biblia.
Antes de considerar los eventos de la creación registrados en Génesis 1,
enlistaremos algunos de los detalles que Dios registró de si mismo en su palabra,
la Biblia. Es importante que tengamos una buena comprensión de estos detalles
para que así entendamos el poder de Dios y su propósito con la creación.
• Dios nos revela que Él es eterno (Salmos 90:1-2; Isaías 43:10)
• Él es la fuente de inmortalidad (1 Timoteo 6:14-16; 1:17)
• Él es el único Dios verdadero (Isaías 45:5-7; Deuteronomio 6:4; Marcos
12:29-32; Efesios 4:6; 1 Corintios 8:6)
• Su morada está en el cielo (Salmos 123:1; Mateo 6:9; Isaías 66:1-2)
• Por el poder de su Espíritu sabe todas las cosas. Nada se esconde de sus
ojos (Salmos 139:1-12; Jeremías 23:24)
• Su creación testifica de su sabiduría (Salmos 104:24; Romanos 11:33-
36)
• El diseño intrincado del cuerpo humano testifica de su gran poder
(Proverbios 20:12; Salmos 94:9; 139:14)
• Él puede predecir el futuro y hacerlo realidad (Isaías 46:9-10; Números
23:19)
• El inspiró la escritura de la Biblia (2 Pedro 1:19-21; 2 Timoteo 3:15-17)
• Su carácter combina justicia y misericordia. El mostró misericordia a los
fieles, pero su enojo con aquellos que se rebelan contra Él. (Éxodo 34:6-
7; Romanos 11:22; Salmos 103)
• Él ha mostrado claramente su amor por nosotros al proveernos nuestro
Señor Jesucristo. Por medio de El nuestros pecados pueden ser
perdonados y podemos vivir con la esperanza de una vida eterna. (1 Juan
4:8-10; Juan 3:16)

15
• El desea que hombres y mujeres respondan a lo que nos ha revelado en
su palabra y creamos en ella. (Hechos 17:30-31; Hebroes 11:6) Nada le
complacería más, ni nos beneficiará más que llegar a que le conozcan a
Él. (Juan 17:3)

Dios revela su propósito en la creación.


Dios ha revelado que cuando El comenzó su trabajo creativo, tenía un
propósito en mente. Ese propósito es mencionado muchas veces a lo largo de la
Biblia.

Es resumido en los siguientes lugares:


• Dios dice que El creó la tierra para ser habitada. (Isaías 45:18)
• Dios ha determinado que la tierra será llena de su gloria. (Números 14:21)
• Jesús dijo que los humildes heredarán la tierra. (Mateo 5:5; Salmos
37:11)
• Todas las cosas han sido creadas por la voluntad de Dios. (Apocalipsis
4:11)
Por medio de estas declaraciones vemos claramente que Dios ha
determinado un propósito para su creación, esto es, poblar la tierra con gente
que refleje su glorioso carácter.

Es necedad negar la existencia de Dios.


Tristemente hay aquéllos que rechazan enfrentar el hecho de que Dios existe,
o reconocer que El Creó los cielos, la tierra y la humanidad sobre ella.
La Biblia habla de ésta clase de personas,
• “Dice el necio en su corazón: No hay Dios.” (Salmos 14:1)
• Leemos de aquellos que “profesando ser sabios se hicieron necios”,
negando la existencia de Dios como lo revela su palabra. (Romanos 1:18-25)
El Apóstol Pablo describió las maravillas de la gran obra de Dios, la creación
a los Griegos Paganos de Atenas (Hechos 17:22-31). Vale la pena leer y tomar
nota de como razonó Pablo este tema.
Debe entenderse que “no hay hechos científicos” que promuevan o
demuestren la evolución. Cómo la vida comenzó a existir en la tierra permanece
todavía, “una teoría”. Realmente no es diferente a las teorías de los griegos
paganos quienes creían que Zeus, Atlas y otros dioses mitológicos eran
responsables por la tierra y la vida sobre ella.

16
La creación de Dios (Génesis 1:1-2)
Examinaremos ahora el registro de Génesis 1, tomamos en cuenta algunos
puntos importantes asociados con las acciones de la creación de Dios aquí
registradas.

Versículo 1
“En el principio” No se dice cuándo fue el principio. Fue en algún período
anterior a los actos específicos de la creación registrados en Génesis. Lo que se
nos dice es que Dios existía antes de este punto en el tiempo. (Salmos 90:1-2)

Versículo 2
“Y la tierra estaba desordenada y vacía” Otro traducción, Rotherham, dice:
“Ahora la tierra estaba desperdiciada y salvaje”. Da la impresión de que el planeta
tierra había sido creado algún tiempo atrás pero por alguna razón no revelada
ahora estaba “desordenada y vacía”.
No tiene sentido especular cómo o por qué esto sucedió, ya que la razón de
esto no está especificada en la Biblia. La palabra hebreo para “desordenada” es
“tohu”, y significa “yermo” (Deuteronomio 32:10), o “un lugar vacío” (Job 26:7)
“Vacia” en hebreo es “bohu” y significa “soledad”. Ambas palabras aparecen
juntas en Isaías 34:11 y Jeremías 4:23.

“Las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” La luz no penetraba la


superficie de la tierra. En hebreo la palabra es también abismo o “oleante masas
de agua”. La palabra aparece en Salmos 33:7 y Génesis 7:11.

“El Espíritu de Dios” El Espíritu es el poder de Dios, mediante el cual El lleva a


cabo sus enormes trabajos y sostiene su creación. (Salmos 104:30; Job 26:13;
Job 33:4; Salmos 139:7-12)

Los Seis Días de La Creación (Génesis 1:3-31)


Son seis los días de la creación en los cuales Dios realizó acciones
específicas. Cada actividad comenzó con la expresión, “y Dios dijo….”. Al
considerar éstos eventos nos vemos forzados a concordar con las palabras del
Salmista:
“¡Cuán muchas son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con
sabiduría: La tierra está llena de tus beneficios.” (Salmos 104:24)

17
Versículo 3
“y Dios dijo” Cuando Dios habla, su voluntad se hace. (Salmo 33:6; 2 Pedro
3:5; Isaías 55:10-11) Los ángeles en el cielo siempre hacen su voluntad. (Salmo
103:20)
“sea la luz” Dios es la fuente de Luz, ambas, luz física y moral (1 Timoteo
6:16; 1 Juan 2:5; 2 Corintios 4:6; Juan 3:19). Su palabra es la fuente que nos
ilumina (Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19; Isaías 8:20)

Cada día un período de 24 horas.


Leemos al final de las actividades de cada día: “y fue la tarde y la mañana
un día...” (v. 5, 8, 13, 19, 23, 31). Éste es el método judío de la descripción de
un día, desde un atardecer hasta el siguiente. Por lo tanto la tarde desde
aproximadamente 6 pm, hasta la mañana y hasta el siguiente atardecer el periodo
del cual se habla.
No hay razón para rechazar la idea de que los seis días son literalmente días
de 24 horas. La ley Sabática que Dios le dio a Israel fue así establecida. Leemos:
“Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas
las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día” (Éxodo 20:11;
31:17)

Génesis Día Eventos


1:3-5 1 Luz y tinieblas
1:6-8 2 Establecimiento de la atmosfera en la tierra
1:9-13 3 Separación de los mares y tierra – plantas y vida
vegetal
1:14-19 4 Posicionamiento de la tierra en relación a otros
cuerpos celestiales para establecer señales,
estaciones, días y años
1:20-23 5 Creación de aves y criaturas marinas.
1:24-31 6 Creación de vida animal y el hombre – Dios
expresa sus motivos para la creación del
hombre
2:1-3 7 Dios finaliza su trabajo y reposa

¿Qué significa cuando se llama los pájaros, peces y bestias “seres


vivientes”? (Génesis 1:20-25)
Las dos palabras Hebreas usadas simplemente significan “cuerpo animal,
viviente, natural.” Estas dos palabras son:

18
• nephesh de raíz Hebrea, significa “respirar”. Esto es un esqueleto que
respira. Traducida es “criatura,” “alma,” “persona” y es usada para ambos,
animales y el hombre. También se usa para describir un cuerpo que ya no
tiene vida. (Josue 10:28; Ezequiel 18:20)
• chayim de raíz significa ‘vivir”. Usadas juntas nephesh chayim se traduce
a “ser viviente” o “alma viviente”. La frase es usada para la vida natural de
las aves (Génesis 1:20), peces (Génesis 1:21), animales (Génesis 1:24,
30; Génesis 2:19) y el hombre. (Génesis 2:7)

“Y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:29-31)


En éstos últimos versos del primer capítulo observamos que el hombre, los
animales y las aves les fueron dados hierbas y frutas como alimento. Sabemos
que desde que el pecado entró al mundo este apacible estado cambió y ahora
ambos el hombre y muchas otras criaturas matan y comen carne. Este cambio
se menciona específicamente en Génesis 9:3. Sin embargo, la Biblia revela que
cuando el Reino de Dios sea establecido ésta situación será revertida. Entonces
“el león como el buey comerá paja.” (Isaías 11:7; 65:25)
La declaración “y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31)
indica que la creación estaba en perfecta armonía con el creador. Sin embargo,
cuando el pecado entro al mundo, este estado “bueno” fue interrumpido y ahora
“toda la creación gime” (Romanos 8:22-23). La armonía será restaurada con
la venida de Jesús Cristo.

Puntos de Resumen
• En la Biblia, Dios nos ha revelado muchos detalles de su poder y
majestad, así como también de su glorioso carácter.
• Él es el único Dios verdadero (Deuteronomio 6:4; Efesios 4:6)
• Él mora en el cielo (Mateo 6:9)
• Su carácter combina misericordia, justica y amor. (Éxodo 34:6-7;
Salmos 103:1; Juan 4:8-10)
• El propósito final de Dios con la creación es llenar la tierra con su gloria
(Isaías 45:18; Números 14:21)
• El poder o energía creativa de Dios es su Espíritu. (Salmos 104:30; Job
26:13; 33:4; Salmos 139:7-12) Todos los deseos de Dio, Él los puede
alcanzar por su Espíritu.
• El período durante la creación fue de seis días de 24 horas. (Génesis
1:5; Éxodo 20:11)

19
• Las frases “criatura viviente” y “almas vivientes” son traducidas de las
mismas dos palabras Hebreas, nephesh chayim. Éstas son usadas tanto
como para animales como para el hombre. (Génesis 1:20, 24;
Génesis 2:7, 19)

Lección 2 – Preguntas
1. ¿Dios ha revelado muchas cosas acerca de si mismo en la Biblia?
2. ¿Dónde mora Dios?
3. ¿Por medio de qué poder Dios sabe todas las cosas?
4. Enliste algunos aspectos del carácter de Dios.
5. ¿Cuál fue el propósito de Dios con la creación?
6. En Génesis 1:2 leemos del “Espíritu de Dios”. ¿Cuál es el significado de
ésta expresión?
7. ¿Enliste en orden brevemente lo que Dios creó en los seis días de la
creación?
8. ¿Qué significa la expresión “ser viviente”?

LA CREACIÓN DEL HOMBRE

Lección 3 Lectura: Génesis 1 y 2


Aunque no se nos proporciona los detalles de cómo fueron creados los peces,
los pájaros o los animales, sí se nos ha dado tanto la razón para la creación del
hombre (Génesis 1:26–30) como la manera en la cual fue formado (Génesis
2:7). También se nos dice cómo y por qué fue creada la mujer (Génesis 2:18–
15). En este estudio consideraremos éstos detalles.

El Propósito de la Creación del Hombre (Génesis 1:26–30)


“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre” En ésta frase la palabra Dios
en hebreo es elojim y significa “los grandes o los poderosos”. Es una palabra
plural, del hebreo “el” que significa “poder”. Esta palabra “el” se traduce a menudo
a lo largo de la Biblia como “Dios” (Salmos 90:2; Isaías 40:18). La palabra elojim
puede ser usada para referirse a los ángeles, ya que ellos hacen la voluntad y las
obras de Dios. Se usa en ésta manera en Salmos 8:5, lo cual es un comentario
acerca de Génesis 1:26. Los ángeles…
“poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la
voz de su precepto” (Salmos 103:20)

… así fueron encargados de la formación del hombre.

20
*Ve notas adicionales en el apéndice al final de ésta lección – “Entonces dijo
Dios: Hagamos al hombre”.

Verso 26 “a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”


El hombre fue creado a imagen o forma física de los ángeles. A veces los
ángeles han sido confundidos con los hombres. (Génesis 18:1; Génesis 19:1;
Josué 5:13–15; Mateo 28:5–6; Marcos 16:5–6; Santiago 3:9; Génesis 9:6)
El hombre también fue creado con la capacidad mental para ser a la
semejanza de Dios, es decir, asimilar sus pensamientos y reflejar sus valores
morales. A diferencia de los animales, el hombre puede razonar en un plano
moral y puede comprender ideas espirituales. Ésta característica particular es la
base en la cual Dios trata con el hombre.
El propósito de Dios en crear al hombre a su “imagen” y “semejanza” fue
para que el hombre pudiera llegar a entender el carácter glorioso de su Creador,
e intentar desarrollar ése carácter él mismo. El deseo de Dios era que por
voluntad propia ellos reflejen Su imagen en toda su gloria.
Adán falló hacer esto por pecar contra Dios. Sin embargo Jesucristo, quien
siempre hizo la voluntad de su Padre, fue la manifestación completa del carácter
de su Padre. Leemos que él fue “la imagen del Dios invisible” (Colosenses
1:15) y además que él fue “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de
su sustancia” (Hebreos 1:3). Jesús pudo decirles a sus discípulos “El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9), porque él siempre habló y actuó
como su Padre.
Así como Jesús manifestó el carácter de Dios, también aquellos que desean
servir a Dios tienen que ser “hechos conforme a la imagen de su hijo
(Romanos 8:28–29). Él es el ejemplo que debemos seguir para que podamos
ser semejantes a Dios.
“y señoree…” La intención de Dios fue que el hombre tuviera un dominio
armonioso sobre su creación. Esto sólo podría ser mantenido mientras él
permaneciera en armonía con Dios. Pero el hombre pecó y perdió su dominio.
Esto no significa que el propósito de Dios haya fallado, sino mas bien que el
hombre debe ahora buscar la manera de volver a la armonía con su Creador.
Por su gracia Dios ha brindado ésta manera por medio de la obra del Señor
Jesucristo, quien por su obediencia perfecta ganó la victoria sobre el pecado y la
muerte. Por medio de él Dios ha abierto la manera para todos aquellos que
obedecen fielmente sus enseñanzas a compartir éste domino en el futuro.

“Entonces Jehová Dios formó al Hombre” (Génesis 2:7)


Se nos da ahora una descripción de cómo Dios formó al hombre. “formó”
Ésta palabra es la misma palabra hebrea que se traduce como “alfarero” (Isaías

21
64:8). Los ángeles formaron la figura del hombre, la cual era “a imagen de
ellos”, como un alfarero moldea la arcilla. Ésta misma palabra es usada en la
creación de los animales y las aves (Génesis 2:19).
“respirado” signifies “soplar” (Hageo 1:9).
“aliento de vida” Del hebreo “heshamá” Kjai”; literalmente “aliento de vidas”.
Éste es el mismo aliento que lo que respiran los animales (Génesis 7:22–23).
“ser viviente” Hemos visto éstas mismas dos palabras en la lección 2 y
aprendimos que se interpretan como “criatura viviente” (hebreo “néfesh kjai”)
cuando se refieren a los animales, las aves y los peces. Estas palabras de
ninguna manera respaldan la afirmación de que el hombre posee un alma
inmortal. Un hombre es un cuerpo naturalmente animal. La inmortalidad es una
promesa para aquellos que sirven fielmente a Dios (1 Corintios 15:45–54).

“No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18–15)


El hombre necesitaba compañía para posibilitar el desarrollo de cualidades
divinas. Necesitaba “ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). La palabra
“idónea” en hebreo significa “homólogo”. La idea sugiere alguien quien reflejaría
su carácter y por lo tanto ayudaría en el desarrollo mutuo de la “semejanza” divina
del Creador de ambos.
Se estimó que Adán no estaba completo sin una compañera. A medida que
él les ponía nombres a todas las criaturas diferentes (Génesis 2:19), se dio
cuenta de que cada animal tenía su compañera, pero que él fue creado solo. La
afinidad entre el macho y la hembra animal es puramente sensual. El hombre
necesitaba más que eso si iba a reflejar el carácter completo de Dios. Necesitaba
una compañera que le ayudara, una idealmente apta para ayudarle en el
propósito por lo cual fue creado. Entonces por un acto distinto de creación Dios
hizo la mujer del hombre.
Dios hizo que Adán se durmió profundamente y de una de sus costillas Dios
construyó a su homólogo – la mujer. Adán se dio cuenta inmediatamente de que
ella llevaba una semejanza a él que no se encontraba en ninguno de los
animales. Entonces la llamó varona; palabra que significa “tomada del hombre”.
Ahora Dios pronunció los principios para el matrimonio. El compañerismo
entre el hombre y su esposa fue establecido para producir una unión en armonía
con Dios. Dios nunca ha cambiado estos principios y son tan validos hoy como lo
fueron en ése entonces. El propósito de la unión en matrimonio es que juntos el
hombre y la mujer puedan desarrollar caracteres como el de Dios por medio del
amor para su Creador y para el uno al otro, y un deseo de desarrollar una
“semejanza” a Él.

22
Referencias al matrimonio en el Nuevo Testamento
• El Señor Jesucristo, cuando interrogado por los fariseos, les refirió a los
principios del matrimonio escritos en Génesis 2, confirmando así que
éstos se aplican aún (Mateo 19:3–9).
• El Apóstol Pablo, en sus instrucciones a esposos y esposas, vio que la
formación de Eva era además una parábola (Efesios 5:22–33). Vio a Adán
como tipo del Señor Jesucristo, y el sueño profundo de Adán (por lo cual
Eva fue formada) como la muerte de Cristo.
• Por él los creyentes tienen perdonados sus pecados y, como su novia,
esperan su regreso cuando serán unidos con él. (Apocalipsis 19:6–9)
Hay varias otras lecciones que se refieren al matrimonio que se
encuentran en la Biblia (1 Pedro 3:7, Malaquías 2:14–16).

El Día de Reposo (Génesis 2:1–3)


La palabra “acabó”, usada en Génesis 2:1–2, significa “terminar algo porque
está completo o finalizado”. Se había finalizado el trabajo de reorganizar la tierra
de un estado caótico a un lugar hermoso donde la vida podría ser sustentada. La
vegetación era abundante y peces, pájaros, animales y finalmente el hombre
habitaban éstos entornos encantadores. Llegamos ahora al séptimo día y a las
lecciones que éste día nos enseña.
“y reposó el día séptimo”. La palabra “reposó” en hebreo es “shabát” de la
cual proviene la palabra Sabat. Significa “cesar, o desistir”. Dios no necesitó
reposar después de sus labores porque estaba cansado (Salmos 121:4; Isaías
40:28–31).
“Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó,” Dios le dio a éste día un
significado especial y por santificarlo lo “separó”, lo cual es el significado de
santificar. El motive de esto fue que:
• Él lo incluiría en la ley de Israel cientos de años más tarde (Éxodo 20:8–
11)
• Él lo usaría como una parábola de su gran propósito de llenar la tierra con
su gloria, cuando toda la creación esté en armonía con Él (Apocalipsis
4:11; Números 14:21).

Deberíamos notar los siguientes detalles del día de reposo o Sabat.


• No hay registro de que el día de reposo se haya considerado como día
especial hasta que Israel fue sacado de Egipto. Se menciona por primera
vez en Éxodo 16:23–30.
• La ley del día de reposo fue uno de los diez mandamientos (Éxodo 20:8–
11).

23
• Sólo aplicaba a Israel y no a las naciones alrededor (Éxodo 31:12–17,
Deuteronomio 5:12–15).
• La idea o el espíritu del día de reposo era que la persona cesara de hacer
sus propios trabajos e hiciera los de Dios (Isaías 58:13).
• Guardar el día de reposo, junto con los rituales y otros días especiales de
la ley de Moisés, no fue ya más un requisito para los creyentes después
de la muerte de Jesucristo (Juan 1:17; Efesios 2:15; Colosenses 26–17;
Gálatas 4:9–10; 2 Corintios 3:6–11).
• Se les dice a los cristianos de considerar a ningún día como más especial
que otro (Romanos 14:5–6).
• El día de reposo, así como otros llamados “días santos”, no son
obligatorios para los creyentes en Jesucristo hoy en día (Colosenses
2:16–17).
• Jesucristo dijo que el día de reposo fue hecho para el hombre y no el
hombre para el día de reposo (Marcos 2:27).
• El día de reposo apunta hacia el futuro, al “reposo” que Dios tiene
reservado para todos sus hijos fieles (Salmos 95:11; Hebreos 4:4–11).

Nota apéndice: “Entonces dijo Dios, hagamos al hombre…” (Génesis 1:26)


La palabra “Dios” en hebreo en la cita arriba es “elojím”. De su uso en la Biblia
aprendemos que:
• Es una palabra plural que significa “fuertes o poderosos”.
• Deriva del hebreo “el”, y significa “fuerza o poder” y muchas veces se usa
de Dios como Creador (Salmos 90:2; Isaías 40:18).
• Se usa a veces de los ángeles cuando están involucrados en las obras de
Dios. La fuerza de los ángeles deriva de “el”.
• Las obras de los ángeles se resumen en los versículos siguientes:
“Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza,
que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto.
Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos,
que hacéis su voluntad.” (Salmos 103:20–21).
• Los ángeles son fuertes en el poder que Dios les ha dado. Son los
mensajeros de Dios, quienes le representan, hablando su palabra y
haciendo sus mandamientos. Por lo tanto, no pecan, ni hacen pecar a
nadie.
• Cuando Jehová se le apareció a Moisés en la zarza, el título “Dios”
(“elojím” en hebreo) es usado para el ángel que estaba ahí. (Éxodo 3:2–
8) Note que Esteban dijo que fue un ángel (Hechos 7:30–35). Así el título
“Dios” (traducido de la palabra hebrea “elojím”, que significa “poderosos”)
puede referirse a los ángeles.

24
• La ley fue dada por Jehová (Éxodo 20:1–5), pero Esteban dice que de
hecho fue un ángel que habló (Hechos 7:38).
• Jacob dijo, “Vi a Dios cara a cara” (Génesis 32:30), cuando de hecho
vio a un ángel (Oseas 12:3–4; Génesis 32:1–2).
• Abraham y Lot fueron visitados por ángeles quienes se llaman “Jehová”
(Génesis 18 y 19; Hebreos 12:2).

La palabra “ángel” proviene del griego angelos que significa “mensajero”. En


el Antiguo Testamento la palabra “ángel” es traducida del hebreo “malak” que
significa “despachar a un mensajero o ayudante, embajador o representante”.
Vemos que “elojím” también se usa para denotar estos poderosos mensajeros de
Dios.
Se dice de los fieles quienes recibirán el don de la inmortalidad que serán
“iguales a los ángeles”, ya no muriendo más (Lucas 20:35–36).

¿Quiénes son los Elojím de Génesis 1:26?


Salmos 8:4–6 es un comentario de Génesis 1:26:
“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del
hombre, que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles,
[Hebreo elojím, “poderosos”] y lo coronaste de gloria y de honra. Le
hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo
de sus pies”

Éstos versículos son citados ellos mismos en Hebreos 2:6–8. Allí la palabra
griega angeloi se usa para traducir elojím del hebreo. Claramente los escritores
del Nuevo Testamento entendían que esta palabra elojím, traducida como Dios
en la versión española de la Biblia, se puede de hecho referir a los ángeles de
Dios. Ellos son sus “espíritus ministradores” o mensajeros, que hacen su
voluntad (Salmos 104:4; Hebreo 1:14).
Por lo tanto, al dejar que la Biblia se interprete a si misma, vemos que fueron
los ángeles que trabajaron en la obra de la creación del hombre a su imagen y
semejanza de parte de Jehová mismo.

Puntos de Resumen
• El hombre, a diferencia de todas las otras criaturas, fue creado con la
capacidad de entender la voluntad de Dios, y de obedecerle en fe y
amor. Aunque se le dio el “libre albedrío” en este asunto, fue
responsable de sus acciones. La creación inferior no tiene ésta
semejanza a su creador (Génesis 1:26).

25
• La expresión “ser viviente” (Génesis 2:7), es idéntica en el Hebreo a
“animales vivientes” (Genesis 2:19) pero a veces a través de la Biblia
se traduce como “alma viviente”. Estas palabras se refieren a un
cuerpo de ‘carne y sangre’ y no apoyan de ninguna manera la idea
popular pero falsa del “alma inmortal”. No se hace mención de “almas
inmortales” en ninguna parte de la Biblia (1 Corintios 15:45–54).

• La mujer (Eva) fue creada del hombre para ser una compañera, una
“ayuda idónea” para él. La unión de estos dos estableció el modelo de
Dios para todos futuros matrimonios (Génesis 2:24; Efesios 5:22–33;
Mateo 19:3–9). El matrimonio es también una parábola de la unión que
aún ha de venir, cuando Cristo regrese para tomar su “esposa” de fieles
creyentes a sí mismo. (Efesios 5:32; Apocalipsis 19:7–9).
• La ley del día de reposo para Israel se basó en el día que Jehová
“reposo” o “cesó” de sus labores creativas. (Éxodo 20:8–11). El día de
reposo apunta hacia el futuro “descanso” que Dios ha preparado para
sus sirvientes fieles (Hebreos 4:4–11). El día de reposo no es una ley
obligatoria para los seguidores de Cristo hoy en día (Colosenses
2:16–17).

Lección 3 – Preguntas
1. ¿Cómo formó Dios al hombre?
2. ¿Cómo podemos mostrar la imagen y semejanza de Dios en nuestras
vidas?
3. Fue el hombre un “ser viviente”. ¿Qué significa ésta expresión? (Ve
también Lección 2 “criatura viviente”).
4. ¿Cómo hizo Dios a la mujer?
5. ¿Por qué hizo Dios a la mujer?
6. ¿Qué significa la palabra “sabat” (o sea “sábado”)?

LA ENTRADA DE PECADO EN EL MUNDO Y SU EFECTO

Lección 4 Lectura: Génesis 3


“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén” (Génesis 2:8–15)

En Génesis 2:8–15 se nos da detalles del encantador jardín donde fueron


puestos Adán y Eva. Los detalles geográficos que mencionan a los ríos indican
que la ubicación del jardín se encontraba cerca de donde el rio Éufrates entra el
26
Golfo Pérsico. La Biblia describe el área del Edén como la extensión de tierra que
se extiende desde el Mar Mediterráneo hasta el Golfo Pérsico (Ezequiel 31:9–
18; 28:13). El jardín estaba “en Edén, al oriente”. Edén significa “delicia o
placer” y este jardín, sin duda puede ser descrito así.
Se nos habla de dos árboles particulares que fueron colocados en medio de
este jardín. Estos eran “el árbol de la vida” y “el árbol de la ciencia del bien y
del mal” (Génesis 2:9).

“del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás” (Génesis 2:16–17)
Adán recibió la tarea agradable de labrar y mantener el jardín. Sin embargo,
Dios les dio una restricción a Adán y Eva, diciendo:
“De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás”.

Dios había proveído bien para todas sus necesidades y había una abundancia
de alimentos; así que esta ley no restringía la satisfacción de sus necesidades.
¿Por qué puso Dios esta ley? Adán y Eva fueron creados para dar gloria a su
Creador. Es bajo la prueba que se demuestra la fe y el amor. Tenían un “libre
albedrio”. ¿Le rendirían obediencia con amor y fidelidad a su Creador o
desobedecerían su mandamiento?
No solo se les dio esta ley, sino que la pena por desobedecer fue claramente
declarada: “el día que de él comieres, ciertamente morirás”. ¿Qué significaría
tal pena para Adán? Aunque él fue creado “bueno en gran manera” como todas
las demás creaturas que fueron creadas, su vida era una de prueba. Su destino
se determinaría por su obediencia o desobediencia a su Creador.
¿Por qué habría de darse la pena de muerte por la desobediencia de este
simple mandamiento?
Miremos a la situación desde la perspectiva de Dios. Fue Dios quien
estableció que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Todo lo que
Él había creado era “buen en gran manera” pero el pecado interrumpiría esta
gloriosa harmonía entre Dios y su creación.

¿Qué es el pecado?
“El pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4). Un mejor rendimiento de
esto sería: “El pecado es desobediencia”. Tenemos que apreciar cómo Dios ve
el pecado. Cuando pecamos nosotros en realidad le estamos diciendo a Dios,
“Yo no voy hacer lo que tú me pides, sino lo que yo quiero hacer.” Quitamos a
Dios de la posición central de nuestra fe y amor, y entronizamos al pecado (deseo
de servir a nuestros propios deseos y pasiones) (Santiago 1:14–15; 1 Juan
2:15–17) en el lugar que legítimamente le pertenece a Dios. Así, Dios tenía razón

27
al condenar a los pecadores a muerte. La alternativa era que Dios abdicara su
posición suprema y permitir que el pecado gobernara para siempre en la vida de
los hombres. La sentencia de muerte para los pecadores muestra la sabiduría y
la misericordia de Dios. Si hubiera permitido que los pecadores vivieran para
siempre, el hombre habría permanecido sin esperanza de ser salvo del pecado y
sus consecuencias.

“No moriréis” (Génesis 3:1–7)


Adán y Eva eran ahora puestos a prueba. Leemos acerca de esto en la
discusión entre la serpiente y Eva.
“La serpiente” La serpiente era una de las creaturas que Dios había hecho
(2 Corintios 11:2–3). La palabra hebrea para serpiente es nakash, de una raíz
que significa “percibir” u observar”, y se traduce como “experimentar” (Génesis
30:27). Debemos notar que la serpiente, como todo animal, tenía la capacidad
de razonar y satisfacer sus deseos carnales. Sin embargo, esta no podía
razonar en un plano moral. Los animales no tienen esta capacidad porque son
creaturas amorales (es decir, que no tienen características morales, actúan por
instinto). Dios le dio a la serpiente la habilidad de hablar. Pero la serpiente solo
podía expresar la mente animal, la cual es ignorante e incapaz de comprender
los principios morales divinos.
“astuta” La palabra significa “sutil, sagaz” (Job 5:12, Job 15:5). También se
utiliza en un buen sentido como “prudente” (Proverbios 12:16,23; 14:8,15).
Cristo mencionó esta cualidad de la serpiente cuando le hablaba a sus discípulos
(Mateo 10:16).
Dios le dio a la serpiente la habilidad de hablar y así comenzó a tener una
discusión con la mujer. La serpiente había observado y escuchado lo que Dios
había dicho y es por eso que comienza a interrogar a Eva. Eva le respondió con
sinceridad declarando la prohibición que Dios había impuesto acerca de comer
del árbol de la ciencia. Ella no solo hablo acerca de la restricción, sino también
de la penalidad por la desobediencia: “No comeréis de él, ni le tocaréis, para
que no muráis” (Génesis 3:3). Eva entendió esto muy claramente.
“No moriréis” Fue la primer mentira. La serpiente no estaba razonando en
un plano moral para determinar si era bueno o malo comer del fruto. No podía
hacerlo, pues era un animal. Su razonamiento animal veía una ventaja en comer
el fruto. Haría al hombre y la mujer igual a los ángeles. Dijo: “y seréis como Dios
[elojim en hebreo o ‘poderosos’] sabiendo el bien y el mal”.
La mujer fue engañada por el razonamiento de la serpiente (Génesis 3:13).
Ella empezó a dudar de que Dios hubiera dicho la verdad. Poniendo de su mente
el mandamiento de Dios a un lado, ahora miraba al árbol y su fruto en una forma
diferente.

28
1. Ella vio que “era bueno para comer”. Nunca antes lo había visto de esta
manera, pues Dios había dicho que podían comer de todos los otros
árboles que estaban en el huerto, y con esto ella había estado satisfecha.
2. “Y que era agradable a los ojos”. El fruto nunca se había visto tan
atractivo como ahora. ¡Cuán cierto es que el fruto prohibido siempre se ve
mucho más dulce!
3. “Y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría”. Vio la oportunidad de
ser igual a los ángeles, sabiendo el bien y el mal. Su orgullo se
entusiasmaba ante este prospecto.

Estas ideas, que entraron en su mente como resultado de escuchar el


razonamiento de la serpiente, despertó en ella los tres “deseos” que menciona
Juan en 1 Juan 2:15–17.
Estos tres “deseos” son:
1. “los deseos de la carne”
2. “los deseos de los ojos”
3. “la vanagloria de la vida”

Juan señala que estos deseos “no proviene del Padre, sino del mundo”.
Debemos entender que la palabra “deseo” se usa en la Biblia para describir
aquellos fuertes anhelos que nos tientan a pecar. Todos tenemos deseos de
satisfacer las necesidades naturales de nuestro cuerpo. Por ejemplo, todos
llegamos a tener hambre y deseamos la comida. Dios hizo al hombre y a la mujer
con un deseo de tener una pareja. Estos deseos naturales, cuando se cumplen
en harmonía con las leyes morales de Dios, no resultan en pecado. Sin embargo,
cuando los deseos buscan su gratificación fuera de las leyes morales de Dios,
esto conduce al pecado. El Apóstol Pablo llama estos deseos “las pasiones
pecaminosas” las cuales, si se siguen, llevan “fruto para muerte” (Romanos
7:5). Tales deseos pecaminosos son llamados “deseos engañosos” (Efesios
4:22), ya que pueden engañar a una persona a transgredir la ley de Dios. Por eso
dice Santiago:
“cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído
y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido,
da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte.” (Santiago 1:14–15)

Debido a que la mujer fue engañada por el razonamiento de la serpiente, ella


introdujo el pecado en el mundo. Después de haber comido del fruto, luego
sedujo a su marido para que comiera. En lugar de sostener la palabra de Dios,
Adán le escuchó a Eva y deliberadamente ignoró el mandamiento. El efecto fue
29
inmediato. Sus ojos fueron abiertos, sus consciencias despertaron, y supieron
que habían pecado. Los efectos inmediatos del pecado fueron miedo y
vergüenza. Esto era una nueva experiencia para Adán, quien dijo:

“Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me


escondí.” (Génesis 3:10)
La desnudez a través de la Biblia llegó a representar la vergüenza como
resultado del pecado (Apocalipsis 16:15–16).
Luego siguió la interrogación que Dios le hace a Adán. Al principio Adán trató
de culpar a Dios por haberle dado la mujer, y luego a Eva, quien le dio de comer
el fruto. Después se le interrogó a Eva y ella culpó a la serpiente:

“La serpiente me engañó, y comí.” (Génesis 3:13)


Pablo se refiere a este incidente en dos ocasiones en sus epístolas (2
Corintios 11:2–3, 1 Timoteo 2:14). Siempre es útil cuando otros escritores
inspirados en la Biblia explican los pasajes de la Biblia.

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer” (Génesis 3:14–15)


Ahora Dios se dirige a la serpiente. No hay duda por el lenguaje que se utiliza
en el versículo 14 que Dios le estaba hablando a uno de los animales que había
creado.
“Y pondré enemistad” Dios instituyó esta enemistad entre sus caminos y los
caminos del pecado (Romanos 8:7; Santiago 4:4).
“entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya” La serpiente era
el padre de esa manera pecaminosa de pensar que domina a los que permiten
que sus sentimientos naturales se desarrollen en uno o más de los tres “deseos”
o pasiones pecaminosas. De esta manera, tanto Juan el Bautista como Jesús se
referían los líderes religiosos de su día como “una generación de víboras”,
porque andaban en los caminos del pecado y la maldad (Mateo 3:7, Mateo
12:34, Mateo 23:33, Juan 8:44).
“la simiente suya”, es decir, la semiente de la mujer, que señala al Señor
Jesucristo, quien, aunque nacido de una mujer, era el Hijo de Dios (Lucas 1:33–
35). Él siempre hizo la voluntad de su Padre, nunca cediendo a la voluntad de la
carne: “No se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22:42; Juan 5:30). En su
muerte él finalmente, “condenó el pecado en la carne” (Romanos 8:3),
destruyendo esa naturaleza mortal que había heredado de Adán – la naturaleza
que conduce al pecado en nosotros, pero que él nunca condujo al pecado.
“ésta te herirá en la cabeza” Otras traducciones usan “él”, apuntando así
hacia adelante al Señor Jesucristo. El Señor le dio un golpe fatal al pensamiento

30
pecaminoso cuando en la muerte destruye “al que tenía el imperio de la
muerte” en su propia naturaleza (Hebreos 2:14).
“tú le herirás en el calcañar” En el combate mortal que se peleaba contra el
“pecado” por nuestro Señor Jesucristo, él obtuvo la victoria y destruyó el poder
del pecado, pero al hacerlo él fue herido en el calcañar en el sentido de que murió.
La herida, no obstante, fue solamente de naturaleza temporal pues Dios lo
resucitó de la muerte, para no morir jamás (Hechos 2:24, Romanos 6:9).

Jesucristo explica este incidente


Jesús afirma que por medio de su mentira la serpiente se convirtió en el padre
de la mentira y en homicida (Juan 8:44). La palabra “diablo” (griego diabolos)
también se traduce como “calumniadoras” (1 Timoteo 3:11, Tito 2:3), y
“calumniadores” (2 Timoteo 3:3). La palabra diabolos se utiliza para personificar
la tendencia natural de pecar la cual puede tergiversar y oponerse a los caminos
de Dios.
Un simple ejemplo de esto se ve en la siguiente cita que habla acerca de la
labor que el Señor Jesucristo hizo para vencer el pecado.
“Él [Cristo] también participó de lo mismo [la naturaleza de ‘carne y sangre’
que es común a toda la humanidad], para destruir por medio de la muerte al
que tenía el imperio de la muerte esto es, al diablo [diabolos griego]”
(Hebreos 2:14).

El pecado tiene este poder, Romanos 6: 23; Romanos 5:12. Así también,
Jesús, que compartía la misma naturaleza propensa al pecado como todo
hombre, fue tentado en todo como nosotros (Hebreos 4:15), pero venció esas
tentaciones en su vida, destruyéndolas finalmente en su muerte de cruz. La
palabra “diablo” se utiliza para describir el poder del pecado visto en la oposición
individual, religiosa y política a los caminos de Dios.

“Polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19)


Como sabemos, el hombre fue hecho del polvo de la tierra (Génesis 2:7), y
ahora Dios le condenó a volver al polvo. Por causa del pecado el hombre fue
condenado a la mortalidad o a un estado de decadencia. Toda la humanidad ha
heredado esta mortalidad que vino por el pecado (Romanos 5:12, 1 Corintios
15:21). Dios fue justo al condenar a muerte al hombre pecaminoso, sin embargo
en su misericordia Él entonces establece un plan de redención para el hombre
que ahora es afligido por el pecado. Las pieles que se usaron para cubrir la
desnudez de Adán y Eva eran un tipo, o una manera de prefigurar la cobertura
que Dios requiere por el pecado. Esto involucraba la muerte de un animal y el
derramamiento de sangre.

31
El efecto del pecado de Adán sobre sí mismo y toda la humanidad
El apóstol Pablo expone muy claramente los efectos del pecado de Adán
cuando dice:
“el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.” (Romanos 5:12)

Adán, por medio de su pecado, no solamente trajo la pena de muerte o la


mortalidad sobre sí mismo, sino que también esa mortalidad ha pasado a todos
sus descendientes. Además de esto, su corazón se endureció por el engaño del
pecado (Hebreos 3:13), y esta inclinación hacia el pecado se ha pasado a todos
sus descendientes. Estos “deseos engañosos” (Efesios 4:22), los cuales no
son de Dios (1 Juan 2:15–16), han conducido inevitablemente a todos sus
descendientes – con la excepción del Señor Jesucristo – a pecar contra Dios.
Esta tendencia o inclinación natural al pecado que se ha heredado de Adán,
la cual es tan fuerte dentro de cada uno de nosotros, ha sido descrita de la
siguiente manera.
• “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído
y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido,
da a luz el pecado.” (Santiago 1:14–15)
• Jesús dice: “lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque
de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos...”. Luego da una lista de algunos de los caminos
pecaminosos que los hombres siguen, concluyendo con estas palabras:
“Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
(Marcos 7:20–23)
• Pablo declara: “yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien;
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” (Romanos
7:15–20)

Este fuerte deseo de satisfacer nuestras pasiones pecaminosas es parte de


nuestra naturaleza, y tuvo sus raíces en el primer pecado de Adán. Se ha pasado
a todos sus descendientes y ha conducido a todos a pecar, lo cual justifica la
sentencia de muerte que Dios puso sobre la humanidad. Esta influencia
pecaminosa en nuestra naturaleza justamente puede ser llamada un ‘poder
diabólico’ pues en el Nuevo Testamento la palabra griega diabolos, muchas
veces rendida como “diablo”, ha sido utilizada para personificar o indicar estas
“deseos engañosos” que se pueden desarrollar dentro de nosotros.
En su misericordia Dios dio a su Hijo quien, aunque llevaba la misma
naturaleza propensa al pecado en común con todos nosotros, venció estas
32
tentaciones y siempre hizo la voluntad de Dios. A través de su perfecta
obediencia, que culminó en su muerte en la cruz, Jesús venció y destruyó esa
naturaleza propensa al pecado en sí mismo, proveyendo así un vía de escape
del pecado para todos aquellos quienes creen y le obedecen (Hebreos 2:14;
4:15, Hechos 2:24, Romanos 6:8–11).

La definición bíblica de la muerte


La Biblia es muy específica en definir el estado de los muertos. Lo siguiente
son algunas de las declaraciones sobre la muerte:
• En la muerte no hay memoria de Dios, ni alabanzas a Dios (Salmo 6:5)
• Los muertos no alaban a Dios (Salmo 115:17)
• Los muertos no saben nada (Eclesiastés 9:5–6)
• En el día de la muerte sus pensamientos perecen (Salmo 146:3–4)
• La muerte es comparada con el estado inconsciente del sueño (1
Corintios 15:20, 51–54)
• El sueño de la muerte para algunos será interrumpido por el regreso de
Cristo y la resurrección a la vida (Daniel 12:2, 1 Tesalonicenses 4:13–
17).

“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”


(Génesis 3:21)
Adán y Eva se habían hecho coberturas de hojas de higuera para esconder
su desnudez. Sin embargo, la inventiva humana no puede cubrir el pecado contra
Dios. Dios mismo debe proveer una cobertura para el pecado. Es un principio
fundamental que el hombre debe primero reconocer la justicia de Dios en
condenar a los pecadores a muerte antes de recibir su misericordia para el
perdón de pecados. Dios decidió que el “derramamiento de sangre” sería la
base sobre la cual se ofrecería el perdón de los pecados para el hombre
(Hebreos 9:22). La muerte de un animal y el derramamiento de su sangre eran
para asegurar que el hombre entendía las consecuencias mortales de sus
pecados y la necesidad de alejarse de ellos.
Por lo tanto un animal fue inmolado y Dios vistió a Adán y a Eva con pieles
como una señal de que Él había de proveer una cobertura para sus pecados.
Este animal señalaba hacia adelante a la muerte sacrificial del Señor Jesucristo.
Él era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29,
Apocalipsis 13:8). Por medio del bautismo en Cristo una persona se identifica
con la muerte de Cristo (Romanos 6:3–9), y “se viste de Cristo”. Con esto la
persona reconoce que la muerte es justamente la consecuencia del pecado.
Debido a que simbólicamente “muere con Cristo” en las aguas bautismales, la
persona puede ahora esperar a compartir en la victoria de Cristo sobre el pecado

33
y la muerte. La persona tiene sus pecados cubiertos o perdonados por medio de
él (Gálatas 3:27, Colosenses 3:9–10).

“Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida,
y coma, y viva para siempre” (Génesis 3:22)
Adán había sido condenado a muerte. Ahora era una creatura mortal. Toda la
humanidad ha heredado esta mortalidad, que entró por el pecado (Romanos
5:12). El árbol de la vida estaba allí en el jardín y Adán podría haber tenido la
tentación de aferrarse a la inmortalidad comiendo su fruto. Viendo de antemano
esta posibilidad, Dios los expulsó del Jardín del Edén, y puso querubines allí
“para guardar el camino del árbol de la vida.” (Génesis 3:24)
Este “camino del árbol de la vida” ha sido guardado o conservado desde
entonces. Aquellos que son obedientes a los mandamientos de Dios se les
concederá la inmortalidad en el retorno de Cristo; ellos tendrán “derecho al árbol
de la vida” (Apocalipsis 2:7, Apocalipsis 22:14). La inmortalidad es un don de
Dios que sólo se les concederá a aquellos que reconocen sus pecados y piden
perdón por ellos mediante el bautismo en el Señor Jesucristo. Los que fielmente
hacen esto y continúan a siguiendo el ejemplo de Cristo, serán recompensados
con la inmortalidad en su retorno a la tierra (1 Corintios 15:22–23, 50–55).

Puntos de Resumen
• Dios puso a Adán bajo una ley la cual, si desobedecía, traería la muerte
(Génesis 2:16–17). Adán quebrantó esa ley y fue condenado a muerte,
y volver al polvo de la tierra (Génesis 3:19).
• El pecado trajo la muerte: “El pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte” (Romanos 5:12)
• El estado de los muertos es descrito como un estado de inconsciencia
a todo, el hombre no puede alabar a Dios, ni recordarlo (Salmo 115:17;
6:5; Isaías 38:18–19; Eclesiastés 9:5–6)
• El hombre es mortal y la única esperanza para él es la resurrección de
los muertos en el regreso de Jesucristo: “en Adán todos mueren... en
Cristo todos serán vivificados... en su venida [de Cristo]” (1
Corintios 15:22–23). Para aquellos que han creído y obedecido a Dios,
se habla de la muerte en términos de “dormir” (1 Corintios 15:20, 1
Tesalonicenses 4:13–14).

34
• Nuestra mortalidad se debe cambiar a la inmortalidad si hemos de vivir
con Cristo en el futuro: “cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la
muerte en victoria” (1 Corintios 15:54)
• El pecado es la transgresión de la ley de Dios, o la desobediencia (1
Juan 3:4). Nosotros pecamos a través de la influencia de esos deseos
que están dentro de nosotros los cuales nos tientan a hacer nuestra
propia voluntad, en lugar de la voluntad de Dios (Santiago 1:14–15, 1
Juan 2:15–17, Efesios 4:22; Marcos 7:20–23, Romanos 7:15–20).
La raíz de nuestros pecados es aquella fuerte inclinación en nuestra
propia naturaleza, que nos conduce a pecar. Por lo tanto, como la paga
del pecado es muerte (Romanos 6:23), nosotros merecemos morir
(Romanos 5:12).
• Jesucristo es la “simiente”, que se le prometió a la mujer (Génesis
3:15). Por medio de ella él llego a ser partícipe de esa naturaleza mortal
con todas sus debilidades, pero sin pecar. (Hebreos 2:14; Hebreos
4:15). También fue el Hijo de Dios, engendrado por medio del poder
del Espíritu Santo (Lucas 1:35, Gálatas 4:4). Nosotros podemos
participar en su victoria sobre el pecado y la muerte por medio del
bautismo en él (Romanos 6:3–8).

Lección 4 – Preguntas
1. ¿Cuál era la ley que Dios le impuso a Adán en el Huerto del Edén?
2. ¿Cuál era la penalidad por desobedecer esa ley?
3. ¿Qué es el pecado?
4. ¿Cuál es la mentira que la serpiente le dijo a Eva?
5. ¿Cuáles son los tres deseos ilícitos que Juan menciona en 1 Juan 2:15–
17?
6. ¿Quién es la “simiente” de la mujer en Génesis 3:15?
7. ¿Qué es lo que se personifica cuando se usa la palabra “diabolos” en la
Biblia?
8. ¿Por qué era necesario para Jesús tener la misma naturaleza que todos
los hombres para poder derrotar al diablo o “diabolos” en su muerte?
(Hebreos 2:14)
9. ¿Cuál es la paga del pecado? (Romanos 6:23)
10. Liste algunas citas que nos dicen que tenemos una naturaleza que nos
tienta a pecar.

35
11. La Biblia define el estado de la muerte: (a) ¿Los muertos alaban a Dios?
(B) ¿Saben algo los muertos?
12. ¿Hacia qué señala las túnicas de pieles que Dios les dio a Adán y a Eva?
13. ¿Cómo se “viste” de Cristo una persona?
14. Lea 1 Corintios 15:22–23. Aquí se nos dice que todos los hombres son
mortales y morirán. ¿Cuál es la única esperanza de ser libres de la
muerte?

UNA LECCION SOBRE EL CULTO ACCEPTABLE

Lección 5 Lectura: Génesis 4


Después que Adán y Eva fueron expulsados del huerto del Edén, Eva dio a
luz dos hijos, primero Caín y después Abel. Se nos dan detalles específicos sobre
las ocupaciones que estos hombres procuraban. Abel era un pastor, mientras
que Caín se ocupaba de cultivar la tierra (Génesis 4:1–2).

Versículo 3
“aconteció andando en el tiempo” La expresión hebrea significa “en el
término de los días”. Esto nos dice que ellos tenían un tiempo determinado para
presentar una ofrenda a Dios en rendimiento de culto.
“Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová” Sin dudas Caín
escogió lo mejor de su cosecha para su ofrenda. Él estaba seguro que a Dios le
agradaría lo que él quería ofrecerle.

Versículo 4
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo mas
gordo de ellas” Estos detalles indican no solamente que Abel comprendió que
él debía ofrecer un animal, pero que también sabía que Dios había hecho saber
la manera de rendir culto aceptablemente. El comprendió que la grosura debe ser
ofrecida, lo cual después vino a ser una característica especial de los sacrificios
bajo la Ley de Moisés (Levítico 3:16–17). Ofrecer el primogénito del rebaño
también era otra característica de esa Ley (Éxodos 13:2,12–15). Evidentemente
a Caín y Abel ya se les había explicado estos detalles. Así que Abel hizo su
ofrenda no solamente porque el comprendió el requisito de Dios, pero igualmente
deseaba agradarle.
“Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” Nótese el orden que se
establece aquí. El Señor “miró con agrado a” Abel, en otras palabras, Él estuvo
complacido con el espíritu que motivo a Abel a rendir culto; después miro con
agrado a la ofrenda porque esta representaba el entendimiento y obediencia de

36
Abel a su Dios. Dios no demandaba el sacrificio de animales como fin en si solo
(Salmos 50:8–14). Lo que Dios demandaba era un corazón que comprendiera el
significado del sacrificio.

Versículo 5
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” Nuevamente
notamos que Dios “no miro con agrado” a Caín primeramente, por el estado de
mente con cual presento su ofrenda, y después a la ofrenda misma ya que esta
no fue lo que Dios requería.

¿Cuáles son las lecciones para nosotros?


Ya hemos visto estos principios establecidos en Génesis 3. Después que
Adán y Eva pecaron ellos se inventaron sus propias coberturas para su
desnudez. (Aquí nos dimos cuenta que la desnudez tipifica el pecado.) Dios
mostró que los delantales hechos de hojas para cubrir el pecado no eran
aceptable para El y por eso les hizo túnicas de pieles. Desobedecieron a Dios y
solamente Él podía establecer la base para el perdón de pecados.
La palabra “religión” significa “unir nuevamente”, esto es por lo tanto, restaurar
una persona a la comunión con Dios. Ya que fue el hombre que desobedeció a
Dios, el hombre no tiene potestad de diseñar su propia religión. Lo que el hombre
debe de hacer es averiguar lo que Dios requiere. Las muchas formas de religión
en el mundo hoy en día revelan todos los intentos que el hombre ha hecho para
formular su propio camino de regreso a Dios. Estos intentos no son mejores que
los delantales de hojas que Adán y Eva se hicieron para cubrir su desnudez.
Cuando Dios hizo “túnica de pieles” para Adán y Eva, El estaba indicando
que “el derramamiento de sangre” era la base para el perdón de pecados
(Hebreos 9:22). El cordero que fue muerto para proporcionar sus túnicas de
pieles figuraba a Jesucristo, el redentor prometido el cual Dios enviaría “para
quitar el pecado del mundo” (Juan 1:29; 1Pedro 1:19–20; Apocalipsis 13:8).
Cuando Caín y Abel se acercaron a Dios en rendimiento de culto, ellos
necesitaban reconocer que eran pecadores y que necesitaban la cobertura que
Dios proveería.
Abel ofreció con fe y su fe fue aceptable ante los ojos de Dios:
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín”
(Hebreos 11:4; Mateo 23:35)

Pablo nos indica que “sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).
Parece que Caín ofreció lo que él pensaba justo para Dios. Posiblemente era lo
mejor de su cosecha, pero no era lo que Dios requería. Sin duda se sintió muy
orgulloso de lo que tenía que ofrecer, pero no reflejaba la fe y la obediencia a los

37
requisitos de Dios. Por tanto su ofrenda no fue de agrado, pero la ofrenda de Abel
fue favorable porque era lo que Dios pedía.
Aquí tenemos el primer ejemplo de una fiel obediencia a Dios. Un hombre no
pude honrar a Dios sino cree en sus promesas y sigue sus mandamientos. La
ofrenda de Abel enseño su fe en la promesa de Dios acerca del Redentor y sus
acciones demostraron su fe.

Versículo 7
“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” Es un hecho que Dios es justo,
pero también misericordioso. Un arrepentimiento de parte de Caín y una ofrenda
aceptable pueden restaurarlo con Dios. Pero Caín ya está lleno de odio por su
hermano y lo asesina (Génesis 4:8).
“¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su
hermano justas.” (1Juan 3:10–12; Judas 11).

Esto claramente enseña que la obra de la enemistad vino como un resultado


directo de la entrada del pecado al mundo (Génesis 3:15).

El contraste de la familia de Caín con la de Set (Génesis 4 y 5)


Después de la trágica muerte de Abel, Adán y Eva tuvieron otro hijo llamado
Set (Génesis 4:25–26). Las genealogías de estos dos hijos se registran
detalladamente para nosotros. La genealogía de Caín se registra en Génesis
4:17–23 y la de Set se encuentra en Génesis 5.
Hay un punto en particular que vale la pena notar. El séptimo de Adán en el
linaje de Caín era Lamec. De este se registra que fue el primer poligamita (alguien
que tiene mas de una esposa) en la biblia (Génesis 4:19). También era un
hombre muy vengativo, amenazando a castigar físicamente a cualquiera que se
le entre pusiera. No obstante, en el linaje de Set el séptimo de Adán era Enoc
(Génesis 5:21–24). De este se registra que “caminó con Dios”. También se
nos dice que era un profeta de Dios que hablaba en contra de la impiedad que
se había extendido por toda la tierra (Judas 14–15). En contraste a la existente
maldad en el linaje de Caín, habían esos quien como Enoc, se esforzaban por
caminar con Dios (Hebreos 11:5).

La simiente de la serpiente y la simiente de la mujer desarrollan


Lo principal de Génesis 3:15, de las dos simientes que se levantarían en el
mundo, ahora están bien desarrollados. Estaban aquellos quienes se satisfacían
con cualquier indulgencia que el corazón deseaba (la “simiente” de la serpiente),
y aquellos como Enoc quienes luchaban por seguir los caminos de Dios (la
“simiente” de la mujer). Entre estas dos clases estaba la enemistad que Dios

38
había predicho. Esa enemistad siempre existirá entre aquellos que siguen el
camino del pecado, y aquellos que procuran obedecer a Dios y mantenerse en
su camino.

Puntos de Resumen
• El único culto aceptable es aquel que esta exactamente de acuerdo con
la revelada voluntad de Dios, motivado por nuestra fe en Dios (Hebreos
11:4,6).
• Hemos visto el desarrollo de “la simiente de la serpiente” en Caín
(1Juan 3:10–12; Judas 11), y “la simiente de la mujer” en Abel,
quien era motivado por la fe (Hebreos 11:4; Mateo 23:35).

Lección 5 – Preguntas
1. ¿Qué significa la palabra “religión”?
2. ¿Qué era lo que Dios había determinado como la base para el perdón de
pecados?
3. ¿Qué debemos tener para agradar a Dios?
4. ¿Cómo es que la fe hizo un papel importante en la ofrenda de Abel?
5. Caín y Abel ambos hicieron ofrendas. ¿Porque fue la de Abel favorecida y
la de Caín rechazada?
6. ¿Era Caín de la “simiente de la mujer” o la “simiente de la serpiente”?

39
EL DILUVIO EN LOS DÍAS DE NOE

Lección 6 Lectura: Génesis 5–8


Los dos linajes de la descendencia de Adán que se registran en el libro de
Génesis son los de Caín (Génesis 4) y de Set, quien reemplazó a Abel (Génesis
5).
Adán y Eva

Caín Set
Enoch Enós
Irad Cainán
Mehujael Mahalaleel
Metusael Jared
Lamec (tuvo dos mujeres: Ada y Zila) Enoch
Matusalén
Lamec
Noé ––> Diluvia
Habiendo ignorado la misericordia que Dios le ofrecía, Caín se retiró de la
presencia del Señor, y se fue hacia el este a la “tierra de Nod”, que significa
“exilio” (Génesis 4:16). Él se exilió de la instrucción y su influencia en los caminos
de Dios. Sus descendientes por lo tanto eran obstinados en sus propios caminos,
y pronto se depravaron por la iniquidad de maldad y pecado. Cuando nosotros
leemos acerca de los tiempos de Noé encontramos que este linaje predominaba
en la tierra, produciendo la incontrolable iniquidad que trajo juicio divino en el
diluvio.
Después del asesinato de Abel por parte de su hermano Caín, Adán y Eva
tuvieron otro hijo a quien nombraron Set, que significa “designado”. La razón por
la cual este nombre fue escogido se hace evidente:
“Dios me ha dado otro hijo en lugar de Abel” (Génesis 4:25).

Set y sus descendientes se identificaban con los caminos de Dios:


“Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”
(Génesis 4:26).

Un excelente ejemplo de este linaje era Enoch quien “caminó con Dios”
(Génesis 5:22). El advirtió a su generación del inminente juicio de Dios sobre
toda la iniquidad que cubría la tierra (Judas 14–15). Así que para entonces, ya
40
había una clara marca de distinción entre las dos “simientes”. Los que seguían
los caminos de Dios se llamaban “hijos de Dios”. Aun así en los días de Noé
estos “hijos de Dios” también se apartaron de los caminos de Dios.

“Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra” (Génesis
6:1–8)
La época de la creación de Adán hasta el diluvio fueron 1656 años. Este fue
un largo lapso de tiempo donde la maldad se había multiplicado y desarrollado a
un grado alarmante.
Recordemos que cuando Dios inicio el matrimonio entre Adán y Eva (Génesis
2:23–24), El estableció los principios en los cuales el verdadero matrimonio se
era basado. Su propósito era que una pareja, en su temor a Dios, llegaran a
unirse en sus deseos de honrarle a Él y así producir una familia en la que pudieran
instruir en sus caminos (Malaquías 2:14–16; Efesios 5:25–28; 1Pedro 3:7,
Efesios 6:4). Lamentablemente, en los días de Noé, los principios matrimoniales
como Dios inicialmente lo había intencionado eran completamente rechazados y
de esta manera el matrimonio llego a ser un ritual sin sentido.

Versículo 2
“Los hijos de Dios” Este es un término que se utiliza en la Biblia para
describir a quienes habían sido instruidos en los caminos de Dios (1Juan 3:1).
Hemos visto que el linaje de Set había producido a varias personas que le creían
a Dios y confiaban en El, es decir Enoc (Génesis 5:24), Lamec (Génesis 5:28–
29) y Noé (Génesis 6:9). La extensa mayoría para este entonces había
abandonado la verdad de Dios que una vez conocieron. Muchos que habían sido
instruidos en los caminos de Dios se apartaron de estos para encontrar placer en
la compañía de aquellos que ya habían abandonado a Dios o de los que nunca
lo conocieron.
“La hijas de hombres” La distinción que se hace es que estas mujeres no
eran “de Dios”. Después, Dios le prohibió a Israel casarse con los miembros de
las naciones de Canaán quienes eran paganos, ya que esto pronto les haría
desviarse del servicio a Dios (Deuteronomio 7:3–4). “Viendo...que eran
hermosas” Ellos eran atraídos hacia ellas en un nivel puramente sensual. Se
había hecho claro desde el principio cuando Eva fue creada, que la compañía
que ella aportaría debiera ayudar a el hombre reflexionar en los caminos de Dios.
Los “hijos de Dios” habían perdido la vista de ese propósito divino.

Versículo 3
“porque ciertamente él es carne” El hombre era obstinado, determinado en
seguir sus propios caminos. Tal comportamiento es típico del hombre mortal

41
(“carne”) cuando este se aparta de los caminos de Dios. Dios no continuaría su
contienda con tanta maldad.
“mas serán sus días ciento y veinte años” Aquí tenemos un buen ejemplo
que muestra que Dios es lento para la ira. El decidió permitir 120 años para que
la humanidad se arrepintiera mientras Noé daba la advertencia a la gente y el
Arca se construía (1 Pedro 3:20).

Versículo 4
“gigantes” En hebreo nefilim, derivación de nafal que significa “caer”. Estos
eran tiranos. La misma palabra se usa de los gigantes guerreros que después
vivieron en la tierra de Canaán (Números 13:33). Así que cuando los “hijos de
Dios” (esos que inicialmente pertenecían a las familias que temían a Dios) se
casaron con las flagrantes y depravadas “hijas de los hombres”, tuvieron hijos
que llegaron a ser conocidos como “los valientes... hombres de nombre”.
“los valientes” En hebreo ha guibborim que significa “campeones
poderosos” en la Guerra. Esta palabra se le aplica a Nimrod (Génesis 10:8) y a
Goliat (1 Samuel 17:51).
“hombres de nombre” En hebreo “shem” y quiere decir “nombre”. Estos
grandes hombres ‘se hicieron un nombre para ellos mismos’ así como muchos
otros hombres lo han hecho a través del tiempo, así como Hitler, Mussolini, Stalin
y otros tales tiranos, y de igual manera los muchos que hoy en día procuran el
poder. Sus nombres son reconocidos por su infamia en lugar de sus buenas
obras. Las consecuencias de tal maldad en los días de Noé fue que la tierra se
llenó con corrupción y violencia.

La evaluación de Dios sobre la maldad del hombre (Génesis 6:5–13)


Versículo 5
“Y vio Jehová” Que tontería es pensar que Dios no se da cuenta del estado
de pecado en su tierra..
“la maldad de los hombres era mucha” Nótese como esta época se
describe en el Nuevo Testamento (1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5; Lucas 17:26–27;
Mateo 24: 37–39).
“todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal” Dios específicamente atribuye el estado pecaminoso de la
tierra al hombre mismo. La maldad nace en “el corazón del hombre” (Marcos
7:20–23; Jeremías 17:9). La idea transmitida por la palabra hebrea yetzer,
traducida como “designio”, es cualquier cosa que se formula en la mente, las
intenciones del corazón del hombre. El corazón o mente es el asiento de la
maldad, pues ahí es donde todo deseo tiene su principio. Lo que Dios vio era que
todo hombre deseaba lo que era malo. (Santiago 1:13–15)

42
Versículo 7
“Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado” Dios
podía ver que tan severa medida era necesaria para resolver el problema de
comportamiento obstinado y depravado del hombre.

Versículo 8
“Pero Noé hallo gracia” En contraste al versículo 7 que habla de la severidad
de Dios, este versículo habla de su bondad. Su “gracia” o “favor” es la base para
la salvación del hombre (Efesios 2:7–10; Éxodo 34:6; Éxodo 33:19). El carácter
de Noé es descrito en el versículo 9. El también, como Enoc (Génesis 5:22),
“caminó con Dios”. Por esta razón Noé y su familia se salvaron.

Versículo 11
“Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de
violencia” Cuando el hombre ignora a Dios y abandona sus caminos y se dirige
determinadamente por sus propios deseos, inevitablemente el resultado es la
corrupción y violencia donde toda la sociedad sufre. Este completo colapso moral
y social comenzó cuando aquellos que conocían los caminos de Dios se
apartaron de ellos y se casaron con los que voluntariamente ignoraban los
caminos de Dios (Génesis 11:1–2).

El Arca de Noé (Génesis 6:14–22)


Se dan detalles específicos de la medida del Arca que Noé construyo. Su
longitud era de 300 codos (150 metros), 50 codos de anchura (25 metros), y 30
codos de altura (15 metros). Tenía tres niveles, y el piso cubría un espacio de
11,250 metros cuadrados. Era una nave grande con la capacidad de llevar cargas
muy grandes.

El Diluvio (Génesis 7 y 8)
Los detalles del diluvio revelan que mientras la lluvia cayó por solamente
cuarenta días y noches, Noé estuvo en el Arca por un año y diez días. La lluvia
comenzó a caer a los diecisiete días del segundo mes cuando Noé tenia
seiscientos años (Génesis 7:11). El salió del Arca en el día veintisiete del mes
segundo cuando tenía seiscientos uno (Génesis 8:14). Las consecuencias del
diluvio trajo la muerte de “toda carne” que se movía sobre la tierra-de aves, y
ganado, y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo
hombre, “todo lo que tenía aliento de vida en sus narices, todo lo que había
en la tierra murió” (Génesis 7:21–22; Génesis 2:7).

43
“No volveré mas a maldecir la tierra” (Génesis 8:20–22)
Una vez salido del Arca, Noé edifico un altar y ofreció un holocausto a Dios
para darle la gracia por su rescate, y dedicarle su vida en servicio a Él. Dios
prometió que nunca más destruirá la tierra con un diluvio.
Es interesante notar que aunque el diluvio destruyó a los pecadores malvados
de la tierra, Dios reconoce que la raíz del problema permanecía, “porque el
intento del corazón del hombre es malo desde su juventud” (Génesis 8:21).
Dios sabía que el pecado y la maldad tienen su raíz en la naturaleza pecaminosa
del hombre (Marcos 7:20–23; Romanos 7:18–21). Es de fijarse que la
destrucción de la sociedad entera no pudo haberse atribuido al “diablo” o
“Satanás” como se enseña en la teología popular. Era el hombre mismo que
decidió ignorar los caminos de Dios, y la raíz de ese pecado era su mal intento o
“deseos engañosos” (Efesios 4:22; Santiago 1:14–15).

La advertencia de Jesús para nosotros hoy en día (Lucas 17:26–27; Mateo


24:37–38)
Jesús veía un paralelo en la maldad de los días de Noé con la inmoralidad,
violencia y corrupción que se desarrollará en el mundo justo antes de su regreso.
Él dijo, “Mas como los días de Noé, así será la venida del hijo del hombre”
(Mateo 24:37). Así como Dios juzgó la maldad del hombre y los destruyó en el
diluvio, Así también juzgara al mundo por medio de su Hijo (Hechos 17:31). Esta
sociedad malvada e inmoral que nos rodea hoy en día, advierte a la gente
temerosa de Dios que el regreso de nuestro Señor Jesucristo es inminente.

El diluvio de Noé-una garantía del juicio venidero


El apóstol Pedro estaba muy consciente que muchos se burlarían sobre la
idea que Dios juzgara este mundo por su maldad. Pero él les recordó a sus
lectores que el diluvio era una señal segura que Dios juzgaría la tierra y limpiarla
de toda maldad (2 Pedro 3:4–7). El también vio en el rescate de Noé la esperanza
de salvación para todos aquellos quienes están preparados, como Noé, para ser
justos y derechos y volverse a Dios mediante el bautismo (1 Pedro 3:20–22).

Noé hizo mas que construir un arca


Noé no solamente construyó el Arca, pero también constantemente advirtió
su generación de los juicios venideros. Ellos se burlaban mas y mas no tomaron
cuidado de las señales-hasta que vino el diluvio (2 Pedro 2:5). Ya era demasiado
tarde para que ellos se arrepintieran y ser salvos.

44
La fe – el poder motivador de Noé
Noé creyó en Dios y esa fe le causo obedecer a Dios para construir el Arca
en la cual él y su familia fueron salvos (Hebreos 11:7). Dios nos ha dado una
manera de escapar los juicios venideros sobre esta generación malvada. ¿Le
creemos a Dios? ¿Tenemos la fe necesaria para actuar como Noé, para que
seamos salvos juntos con nuestra familias? (Marcos 16:15–16).

Puntos de Resumen
• En los días de Noé la tierra se “corrompió y se llenó de violencia”. La
razón por esto es que “todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos [del hombre] era de continuo solamente el mal”
(Génesis 6:5). Una vez mas vemos que la raíz del pecado son los
pensamientos que nacen en el corazón del hombre cuando no son
controlados por la palabra de Dios.
• El diluvio en los días de Noé es una advertencia hacia esta generación
malvada (Mateo 24: 37–39; Lucas 17:26–27).
• La salvación de Noé es comparada con el bautismo (1 Pedro 3:21).

Lección 6 – Preguntas
1. En los días de Noé “la maldad de los hombres era mucha”. ¿Cuál era la
raíz de esta maldad? (Génesis 6:5)
2. ¿Cuáles son las dos palabras que se usan para describir el estado del
mundo que trajo juicio mediante el diluvio en los días de Noé? (Génesis
6:11)
3. ¿Cómo describe Dios la raíz del pecado en Génesis 8:21?
4. ¿En qué lugar de la Biblia se compara la salvación de Noé al bautismo?
5. ¿Cuál fue el poder en la vida de Noé que lo motivó a construir el Arca

DE NOÉ A ABRAHAM

Lección 7 Lectura: Génesis 9–11

El arco iris y su significado (Génesis 9:8–17)


Después del diluvio Dios habló nuevamente con Noé y sus hijos, esta vez
diciéndoles que nunca mas destruirá toda creatura viviente con un diluvio. El arco
iris seria la señal de este pacto que Él había hecho (Génesis 9:8–10). Dios dijo:
45
“Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre
mí y la tierra.” (Génesis 9:13)

Un pacto es “un acuerdo o promesa vinculante”, y como este pacto es hecho


por Dios mismo, no cabe la menor duda que Serra cumplida. El arco iris es
entonces una muestra, señal o recordatorio de este pacto que Dios ha hecho. La
maravilla del arco iris es que cuando nosotros lo vemos en el cielo durante los
tiempos de lluvia Dios mismo lo ve también, pues Él ha dicho:
“y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser
viviente, con toda carne que hay sobre la tierra.” (Génesis 9:16)

El arco iris también debería causarnos a realizar que Dios no va a tolerar


continuamente la maldad y la iniquidad sobre la tierra. Debe recordarnos que
Dios ha juzgado el mundo en el pasado y que lo hará nuevamente, como lo ha
predicho (Hechos 17:31; 2 Pedro 3:3–7; Mateo 24:37–39). Cuando Cristo
regrese el juicio no será por medio de un diluvio, sino con una exhibición de poder
divino que llevara a cabo una destrucción catastrófica mediante un terremoto
(Ezequiel 38:18–23; Joel 3:12–16; Zacarías 14:1–5). Toda la gente con corazón
prudente apreciará que Dios ha dado una manera de escapar este juicio venidero
y buscaran beneficiarse de esto (1 Pedro 3:20–21; Marcos 16:15–16).

El periodo desde el diluvio hasta Abraham (Génesis 9–11)


El periodo desde el diluvio hasta el tiempo cuando Abram (como se llamaba
inicialmente) salió de Harán (Génesis 12:4) era de 427 años. Durante este
tiempo los hombres rápidamente se habían olvidado de la catástrofe que trajo el
diluvio y una vez mas se apartaron de Dios para adorar ídolos.
Noé tuvo tres hijos, Sem, Cam, y Jafet. Los descendientes de estos tres hijos
se registran en Génesis 10. Cuando leemos a través de sus genealogías una
persona sobresale en particular en el linaje de Cam. Cam engendró a Cus y Cus
engendró a Nimrod (Génesis 10:6–8).
Este Nimrod era “poderoso en la tierra” (Génesis 10:8). Su nombre significa
“rebelión” y muestra su determinación en aliarse con hombres para reunirse en
desafío hacia Dios. Con su poder militar el estableció un reino y tomando poder
y autoridad sobre sus compañeros se hizo rey. Este es el primer reino que se
menciona en la Biblia y tenía su capital en Babel en la tierra de Sinar (Génesis
10:10). En la versión Griega de la Biblia (la Septuaginta) el nombre es Babilonia.
Este reino llego a ser el trono del culto apostata que todavía persistía en los días
del profeta Daniel (Daniel 1:1–2). Apostata significa “desertor”. Cualquier sistema
religioso que ha desertado la verdad de Dios se puede clasificar como apostata
(2 Tesalonicenses 2:3).

46
En el libro de Apocalipsis, el último libro de la Biblia, “Babilonia” se utiliza
para identificar un falso sistema religioso cristiano el cual será destruido cuando
Cristo regrese (Apocalipsis 14:8; 17:5; 18:2, 10, 21).

La torre de Babel (Génesis 11:1–9)


En los días después del diluvio “era entonces toda la tierra de una lengua
y unas mismas palabras” (Génesis 11:1). El hombre se había establecido en
las llanuras fértiles del Río Éufrates en el área de la antigua Babilonia. Entre ellos
se encontraban aquellos que deseaban hacerse un nombre (Génesis 11:4) y
afirmar su domino en la tierra. Ellos se propusieron a construir “una ciudad y
una torre, cuya cúspide llegue al cielo” (Génesis 11:4). La torre o zigurat, era
su templo donde le rendían culto al sol, la luna y las estrellas. En todo esto vemos
que el hombre continuamente contendía con su Creador, escogiendo su propio
culto en desafío hacia Él.
¿Cuál era la causa principal de estas imaginaciones humanas que produjo
esta póliza para la unificación y culto? Esto brota de la voluntad propia del
hombre. Así como en el principio, aquí estaban estos hombres que deseaban
divisar su propia forma de religión. Dios claramente había mostrado la manera
propia de rendirle culto. Si seguían la manera indicada, ellos se unirían, con
seguridad y felicidad con el conocimiento que Dios seria su Rey. No necesitaban
un reino establecido por el hombre como el de Nimrod.

Versículo 4
“cuya cúspide llegue al cielo” Las palabra “llegue” No está en el hebreo. Se
cree que la cúspide de la torre estaba decorada con signos similares a los del
zodiaco los cuales fueron derivados de los cuerpos celestiales (los astros). Los
arqueólogos han encontrado varios Zigurats en la región de Babilonia, los cuales
eran mas de cien metros de altura que, se sentía, llevaba a sus adoradores mas
cerca a los cielos mientras adoraban los astros.
“Y hagámonos un nombre” El hombre con su tonto orgullo quería hacerse
un nombre para perpetuar su memoria en la tierra (Salmos 49:11–13).

Versículo 6
“lo que han pensado hacer” Aquí estaba la raíz del problema definido
nuevamente. Era “el designio de los pensamientos del corazón” que produjo
la maldad que trajo el juicio del diluvio (Génesis 6:5). Dios había identificado este
problema anteriormente en Génesis 8:21:
“porque el intento del corazón del hombre es malo desde su
juventud”.

47
Ahora, sus corazones habían “pensado” la maldad de establecer un culto
religioso que uniría al hombre políticamente y religiosamente. Dios se dio cuenta
que si no detenía esto, no habría restricción de su maldad una vez mas.
Por lo tanto Dios actúo confundiendo su lenguaje lo cual les causo ser
esparcidos sobre la faz de toda la tierra en grupos que hablaban un mismo
lenguaje. Esto, por supuesto, trajo el fin a su proyecto de construcción, y resultó
en la división de las naciones como lo vemos hoy en día.

Versículo 9
“por esto fue llamado el nombre de ella Babel” La palabra Babel quiere
decir “confusión”. Ocurre que en Génesis 10:10 el texto Griego (Septuaginta)
utiliza la palabra “Babilonia”. En el español tenemos la palabra “balbucir” que
significa hablar con sonidos ininteligibles. Como ya hemos mencionado, esta
palabra (babel) se hizo la fundación titular del primer Reino de los hombres que
se estableció en la tierra.
Inevitablemente todo los esfuerzos del hombre para establecer su propia
forma de gobierno o principado fracasa. Siempre probaran ser en vano porque
“el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar
sus pasos” (Jeremías 10:23). Es por esto que Dios ha resuelto a enviar su Hijo
para establecer el Reino de Dios en esta tierra (Daniel 2:44; Mateo 6:9–10).

El plan de Dios para Unificar la humanidad


Aunque Dios dividió y esparció al hombre mediante la confusión de su
lenguaje, su mayor propósito es de unir toda nación, lengua y pueblos a través
del Evangelio (Apocalipsis 5:9–10). Jesús dio estas instrucciones a sus
discípulos:
“Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo.” (Marcos 16:15–15)

Este extenso trabajo de divulgar el Evangelio a todas las lenguas y pueblos


comenzó en el Día de Pentecostés, cuando Pedro y los apóstoles recibieron la
capacidad por medio del Espíritu Santo de hablar en las diversas lenguas de
todas las gentes que estaban reunidas en Jerusalén por la fiesta. (Hechos 2:1–
11).
Esos que respondieron al mensaje de Pedro y de los otros apóstoles fueron
bautizados (Hechos 2:41). De esta manera se comenzó a divulgar el evangelio
que une a los hombres y a las mujeres de toda nacionalidad a la única familia de
Dios por medio de Jesucristo (Romanos 1:16). Mas tarde, el apóstol Pablo fue
escogido específicamente para llevar el Evangelio que fue predicado primero a

48
los Judíos a los gentiles (los que no son Judíos) también (Hechos 9:15;
Romanos 15:15–16).

Puntos de Resumen
• El periodo del Diluvio hasta Abraham vio el desarrollo del primer Reino
que se inició por el hombre en desafío al reinado de Dios (Génesis
10:10).
• Nimrod estableció el Reino de Babilonia, cuyas raíces no serán
erradicadas de la tierra hasta que el Reino de Dios haya reemplazado
toda forma de gobierno de los hombres en la tierra (Apocalipsis 14:8;
17:5; 18:2, 10, 21).
• El mensaje del Evangelio está diseñado a reunir personas de todas las
naciones en una familia de Dios (Marcos 16:15–16; Romanos 1:16).

Lección 7 – Preguntas
1. ¿Qué aprendemos del arco iris?
2. ¿Cuáles eran los nombres de los tres hijos de Noé?
3. ¿Cuál es el nombre de la ciudad que el hombre comenzó a construir
después del Diluvio y que significa?
4. ¿Qué fue lo que motivó al hombre a construir esta ciudad y su torre?
5. ¿Qué métodos utiliza Dios para detener el proyecto de construcción y
esparcir a los hombres?
6. ¿Cuál es el nombre que se le da en la Biblia al mensaje que se predica a
todos los pueblos para unirlos y volverlos a Dios?

49
50
ABRAHAM – EL AMIGO DE DIOS

Lección 8 Lectura: Génesis 12–13


Abraham es una de las figuras mas significantes en la Biblia. El registro de su
vida se encuentra en Génesis 11:26 a Génesis 25:10. La importancia de su vida
surge cuando leemos a través de estos capítulos y notamos no solamente la
excelencia de fe de este hombre admirable, pero así también las promesas que
Dios le hace. Aunque estas promesas se hicieron específicamente para
Abraham, Dios mediante su gracia está dispuesto a extender las mismas
bendiciones a todos aquellos que entienden y creen como él lo hizo. Veremos la
importancia de estas cosas cuando leamos acerca de su vida y tomemos en
consideración estas promesas.
Por la fe de Abraham encontramos que se le llama “el amigo de Dios”
(Santiago 2:23). Aparte de los detalles que se registran de su vida y otras
referencias acerca de el en el Antiguo Testamento, se encuentran mas de 70
ocasiones en el Nuevo Testamento donde este personaje se menciona. No se
puede llegar a un entendimiento del Evangelio Nuevo Testamentario sin tener un
conocimiento de las promesas que Dios le hizo a Abraham:
“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por fe a los
gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti
serán benditas todas las naciones” (Gálatas 3:8)

La palabra “justificar” significa “perdonar pecados”.

El Llamado de Abraham (Génesis 11:27–32)


Notamos primeramente que el nombre original de Abraham era Abram
(Génesis 11:27). Dios le cambió su nombre por una razón específica, de la cual
nos daremos cuenta cuando lleguemos a Génesis 17:5. Él vivía en Ur, una
ciudad importante de Caldea en el Río Éufrates, cerca del desbocamiento. Los
arqueólogos que han investigado el área nos dicen que Ur era una ciudad
bastante desarrollada durante los días de Abraham facilitando todo lo que se
consideraba moderno y necesario para vivir bien confortablemente.

Versículo 30
“Mas Saraí era estéril, y no tenía hijo” Abram se había casado con Saraí
su media hermana (Génesis 20:12). El hecho que ella no podía tener hijos se
imprime en nuestras mentes tempranamente en el recuento de sus vidas. Esto
llega a ser un punto muy importante en la relación de Dios con ellos.
Descubriremos que el nombre de Saraí es cambiado a Sara durante el mismo

51
tiempo que Abram recibe su cambio de nombre llamándose Abraham (Génesis
17:15).

Versículo 31
“y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán” El
motivo de este viaje era que Dios le había hablado a Abraham mandándole que
saliera de Ur (Hechos 7:2–4). Ellos llegaron hasta Harán donde se quedaron
hasta que su padre Taré murió, y después de esto Abram continuó su viaje hacia
Canaán.

Dios promete bendecir a Abram (Génesis 12:1–13)


Versículo 1
“Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra
que te mostraré” En Ur Taré había servido a “dioses extraños”. Dios estaba
llamando a Abram con la intención de sacarlo de este ambiente, donde la idolatría
se practicaba no solamente por todos los que le rodeaban, pero también de los
que estaban dentro su propio hogar (Joshua 24:2–3).
Cualquier persona que toma la decisión de obedecer a Dios y seguir a Cristo
debe separarse de todo lo que pueda impedir su dedicación total (Mateo 19:27–
30; 2 Corintios 6:17–18). Por fe, convencido que el Dios viviente le había
hablado, Abram salió obedeciendo el mandamiento de Dios (Hebreos 11:8).

Versículo 2
“Y haré de ti una nación grande” La nación de la cual Dios habla es la
nación de Israel, cuyo padre es Abraham. Esta nación llego a ser muy grande en
los días de sus reyes mas ilustres, David y Salomón pero, por su desobediencia,
el Reino a la larga fue destruido y los Judíos fueron echados de su tierra por los
Romanos en año 70 DC. Después de estar dispersos por muchos siglos, ellos
comenzaron a regresar poco a poco a su tierra. La declaración de Israel como
una nación en 1948 ha llegado a ser uno de los milagros modernos de hoy en
día. Desde entonces los judíos continúan regresando a su tierra de diferentes
partes del mundo.
El pueblo de Israel será completamente reunido solamente después que el
Señor Jesucristo haya regresado a la tierra (Ezequiel 37:21–23). Ellos serán
instruidos con la verdad de las promesas que Dios le hizo a Abraham y verán su
cumplimiento en el Señor Jesucristo. Luego que ellos hayan reconocido a el
Señor Jesucristo como su Mesías, tendrán que cambiar enteramente sus
caminos (Zacarías 12:10; Ezequiel 36:24–26). Solamente hasta este entonces
podrán heredar la tierra prometida de Abraham y vivir bajo el dominio de Cristo,

52
como también lo harán todas las otras naciones (Jeremías 30:10–11; 31:31–34;
33:15–21; Ezequiel 37:21–28; Romanos 11:1, 14–28).
“y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre” Aunque Dios bendijo a
Abraham durante su vida, esta promesa todavía tiene que cumplirse por completo
cuando Jesucristo regrese (Mateo 8:11).

Versículo 3
“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”
Esto está comprobado históricamente, tanto en la vida de Abraham en si, como
en sus descendientes, el pueblo de Israel. Babilonia y Edom son dos naciones
antiguas que Dios castigó por la persecución de los judíos. En los tiempos
modernos, el intento de Hitler para exterminar a los judíos termino en fracaso y
en la derrota de Alemania en 1945.
“y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” Este es el punto mas
importante de estas promesas. Por medio de Abraham “todas las familias de la
tierra” serán bendecidas por Dios. El Apóstol Pablo declara que esto es la
esencia del Evangelio:
“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los
gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti
serán benditas todas las naciones” (Gálatas 3:8)

Esta bendición se ofrece tanto al judío como al Gentil. ¿Pero cómo es posible
esto? A medida que vayamos siguiendo la relación de Dios con Abraham
veremos que bendición es esta, y como Dios la ha hecho disponible para toda la
humanidad mediante la fe en Cristo Jesús.

Abram viaja a Canaán (Génesis 12 a Génesis 13:4)


En obediencia a Dios, Abram deja Harán y comienza su viaje hacia la tierra
que Dios prometió mostrarle. Con él iba Saraí su esposa y Lot su sobrino, juntos
con sus siervos y sus posesiones. Abram era ya de 75 años.
Él llegó hasta Siquem, en el corazón de la tierra de Canaán, y ahí Dios le
habló diciéndole, “A tu simiente daré esta tierra” (Génesis 12:7). Abram ahora
estaba consciente que la tierra que se le había prometido era la de Canaán, o
Israel, como la conocemos ahora.
Notemos que Dios le promete la tierra a su simiente. Esto presentaría una
interrogativa en la mente de Abraham pues debemos recordar que Saraí era
estéril (Génesis 11:30), y que el aun no tenía simiente. Abram responde con la
edificación de un altar y le rindió culto ahí (Génesis 12:7).

53
De Siquem Abram sigue hacia el sur a Betel y luego, por el hambre que hubo
en la tierra, viajo mas hacia el sur a Egipto. Mas tarde el regresa y pone su tienda
entre Bet-el y Hai, o Ai (Génesis 13:3–4).

Separación de Abram y Lot (Génesis 13:5–13)


Dios bendijo a Abram tal como lo había prometido. Ahora él era muy rico “era
riquísimo en ganado, en plata y oro” y Lot también fue bendecido mientras él
estuvo con Abram (Génesis 13:2, 5–6). Sin embargo este mismo incremento en
ganado causo contienda entre los pastores de ambos, la cual Abram resolvió con
la sugerencia de una separación.
Abram dejo que Lot escogiera primero la tierra de su antojo, quien escogió la
llanura del Río Jordán cerca de las ciudades de Sodoma y Gomorra. A medida
que vayamos progresando a través de la vida de Abram, veremos como el
haberse situado en Sodoma trajo consecuencias desastrosas a la familia de Lot.
Se nos dice que “los hombres de Sodoma eran malos y pecadores en gran
manera” (Génesis 13:13).

Abram – heredero del mundo (Génesis 13:14–17)


Después de la partida de Lot, Dios le habló una vez mas a Abram. Esta vez
notamos una de las promesas mas significantes en la Biblia. Dios le dijo a Abram
que subiera a las alturas de la región montañosa cerca de Bet-el y que mire hacia
el norte, sur, al este y al oeste, hasta donde sus ojos alcanzaban ver. Desde esta
posición ventajosa, el tenía la capacidad de apreciar un panorama
considerablemente extenso.

Versículo 15
“Porque toda la tierra que ves” Aunque lo que alcanzaba ver pudo haber
sido extenso, la promesa no estaba limitada a esta región en particular. El apóstol
Pablo mas adelante nos dice que en realidad le fue prometido “el mundo”
(Romanos 4:13).
“la daré a ti” Dios le prometió a Abram que el mismo heredara la tierra.
“y a tu simiente” Dios ya le había prometido la tierra a su simiente (Génesis
12:7). Ahora nos damos cuenta que ambos, Abram y su simiente, heredaran la
tierra.
“para siempre” Aquí está la clave para poder entender esta promesa. ¿Cómo
puede un hombre mortal heredar la tierra para siempre? La única respuesta
posible es que el será resucitado de entre los muertos con inmortalidad.

54
El significado de esta maravillosa promesa se revela en el Nuevo
Testamento
En lugar de especular sobre el significado de esta promesa, vamos a
considerar la manera en la que se explica en el Nuevo Testamento. Pablo por
cierto dedica un capítulo entero para explicar la importancia de esta promesa en
su epístola a los Gálatas

Gálatas 3:16
Aquí Pablo dirige a sus lectores a la misma promesa que se encuentra en
Génesis 13:15: “A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente”.
El luego hace este punto: “No dice: Y a las simientes, como de muchos”; en
otras palabras, Dios no dice que él hizo estas promesas a muchas “simientes”,
o descendientes de Abraham, “sino como de uno”, esto es a una simiente en
particular. Pablo nos está mostrando que si leemos la Biblia cuidadosamente,
esta nos revelara que Dios le ha prometido la tierra a Abraham y a una simiente
(o descendiente) en particular. Él ahora nos explica quien es esta simiente: “Y a
tu simiente [singular], la cual es Cristo”.
Ahora comprendemos que Dios prometió dar la tierra a Jesucristo y a
Abraham para siempre. ¿Cómo es posible que Abraham pueda heredar la tierra
si está muerto? Para que esta promesa se cumpla es necesario que él sea
levantado de entre los muertos revestido con la inmortalidad. Esta es
exactamente la manera en la que Pablo interpreta estas promesas:
“Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros
padres soy llamado a juicio... ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa
increíble que Dios resucite a los muertos?” (Hechos 26:6–8; ver Lucas
13:28–29).

Pablo explica la promesa con mas profundidad en Gálatas 3:26–29


Pablo ahora muestra como nosotros podemos llegar a compartir la esperanza
de la promesa que Dios le hizo a Abraham.
Versículo 26 Nosotros igualmente podemos llegar a ser hijos de Dios
mediante la fe en Cristo Jesús.
Versículo 27 Nuestra fe nos motiva obedecer los mandamientos de Dios. El
primer paso que debemos tomar en este entonces es el bautismo. El bautismo
es la manera por la cual nos identificamos con Cristo (Marcos 16:15–16).
Perdemos nuestra “vieja” identidad y “nos ponemos la de Cristo”.
Dios entonces nos considera como “en Cristo” (Romanos 6:3–8; Gálatas
2:20).

55
Versículo 28 Pablo nos enseña que no importa la raza, rango, o sexo de una
persona, todos somos iguales en Cristo mediante el bautismo. De esta manera
Dios ha hecho esta provisión para que toda una multitud, colectivamente, lleguen
a ser “UNO en Cristo Jesús”
Versículo 29 “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de
Abraham sois” Por medio del bautismo en Cristo, nosotros nos incorporamos
dentro de esa simiente en Génesis 13:15. A pesar de que no somos
descendientes naturales de Abraham, llegamos a ser su “simiente” mediante la
fe y el bautismo.
“y herederos según la promesa” Ahora podemos ver como esta gran
promesa nos incluye a nosotros. Por medio de Senior Jesucristo nosotros somos
hechos herederos de las promesas que el mismo heredara.

Referencias adicionales de esta promesa


• Cristo dijo que Abraham estaría en el Reino de Dios en la tierra cuando el
regrese para establecerlo (Lucas 13:28–29).
• Cristo muestra que Abraham ciertamente Serra resucitado de entre los
muertos (Lucas 20:37–38).
• Esteban declara que Abraham todavía no ha recibido su herencia
prometida de la tierra (Hechos7:5). Podemos deducir entonces que su
cumplimiento es para un tiempo futuro.

Puntos de Resumen
• Abraham se nos introduce cuando Dios lo llama para que salga de la
ciudad de Ur, su tierra natal, e ir a la tierra que Dios le había de mostrar
(Génesis 12:1–3).
• Dios llama a Abraham porque tenía un propósito especial con el: “y
serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Esta es la base
del Evangelio (Gálatas 3:8).
• Mas tarde Dios le promete lo siguiente a Abraham: “Porque toda la
tierra que ves, la daré a ti y a tu simiente para siempre” (Génesis
13:14–17). Dios estaba prometiendo a Abraham y a su simiente la vida
eterna en la tierra (Lucas 13:28–29).
• La simiente que se le prometió a Abraham es el Senior Jesucristo
(Gálatas 3:16).
• Por medio del bautismo en Jesucristo, nosotros también podemos ser
hechos herederos de la promesa de vida eterna en la tierra (Gálatas
3:26–29).

56
• Abraham resucitara de entre los muertos para recibir estas promesas
(Hechos 26:6–8).

Lección 8 – Preguntas
1. ¿En qué lugar del Nuevo Testamento encontramos que el Evangelio se le
predicó a Abraham?
2. ¿Cuál era la tierra que Abraham dejo para viajar a Canaán?
3. ¿Qué fue lo que Dios le mandó a Abraham mientras vivía en la ciudad de
Ur?
4. ¿Cuándo Dios le dijo a Abraham “Y haré de ti una nación grande”, a que
nación se estaba refiriendo?
5. ¿Cuál era la promesa que Dios le dio a Abraham en Bet-el después que
Lot se separó de él?
6. La tierra que Abraham miró fue prometida a él y a su simiente. ¿Quién es
esa simiente?
7. ¿Se ha cumplido esta promesa de Abraham?
8. ¿Cuándo podrá Abraham recibir la tierra que se le prometió?
9. ¿Cómo podemos compartir esa gran promesa hecha para Abraham?

57
ABRAHAM – JUSTIFICADO POR LA FE

Lección 9 Lectura: Génesis 14-15


Hemos visto desde la promesa que Dios le hiso a Abraham (Génesis 13:14-
17), que ha mantenido una gloriosa esperanza, no solo para el sino para todos
aquellos que por medio del bautismo en nuestro Señor Jesucristo, comparten esa
esperanza con él (Gálatas 3:16, 26-29).
Después de recibir esta promesa Abram se mudó a Hebron en el sur en la
tierra de Canaán.

Abram libera a Lot del cautiverio (Génesis 14:1-16)


Los eventos de este capítulo conducen a uno de los encuentros más
interesantes entre Abram y Melquisedec. Una confederación de poderes norteña,
habían puesto a Sodoma y otras ciudades del lejano sur bajo tributo. Después de
trece años se revelaron y los reyes del norte bajo la dirección de Quedorlaomer,
bajaron para controlar la revuelta.
La batalla tuvo lugar “en el valle de Sidin, la cual es el mar salado”
(Génesis 14:3). Esta era un valle muy fértil en esos días (Génesis 13:10) pero
también estamos informados que es llamado “el mar salado” a causa de la
catástrofe que ocurrió allí luego de la destrucción de Sodoma (Génesis 19:24-
25). Los reyes del norte eran victoriosos en la batalla y el cautiverio, incluyendo
a Lot, el sobrino de Abram, el cual vivía en Sodoma durante ese tiempo (Génesis
14:12).
Uno de los que escaparon, vino y le anunció a “Abram el Hebreo” lo que le
había ocurrido a Lot (Génesis 14:13). Esta era la primera vez que la palabra
“Hebreo” ocurrió en la Biblia. Eso significa “alguien que cruzó, al otro lado”.
Era un título dado a Abram porque él se había cruzado hacia Éufrates, dejando
su tierra y su parentela, en obediencia a Dios (Génesis 12:1-3). Abram
acompañado, con un pequeño grupo de sus criados, persuadieron y atacaron de
noche derrotando a la gran armada del norte (Génesis 14:15). Regreso con su
sobrino Lot y demás gentes, habiendo recuperado todos sus bienes, fue recibido
por dos reyes.
El Rey de Sodoma salió a recibir a Abram “en el valle Save, el cual es el
valle del rey” (Génesis 14:17). Ahora sabemos que los hombres de Sodoma
eran sumamente malos (Génesis 13:13), y he aquí este rey conocido por su
inmoralidad sale a recibir a Abram, un fiel servidor de Dios.

Abram se encuentra con Melquisedec (Génesis 14:17-24)


Precisamente en el mismo lugar, Melquisedec el rey de Salem también salió
a recibir a Abram. Este rey era totalmente contrario al rey de Sodoma, y todo lo

58
que él representa. Melquisedec no solo era rey si no también “sacerdote del
Dios Altísimo” (Génesis 14:18). Abram reconoció a Melquisedec, quien vino a
recibirlo con pan y vino, bendiciendo a Dios por haber salvado a Abram de sus
enemigos. Como sacerdote, él mediará por Abram a medida que le rinde culto a
Dios (Génesis 14:18-20).
El escritor de las carta a los Hebreos traza lecciones importantes acerca el
trabajo de Nuestro Señor Jesucristo desde este incidente. Aquí vemos como El
Sumo Sacerdote Melquisedec, anuncia la función de Cristo come Rey y Sumo
Sacerdote de Dios. En Hebreos capítulos 5 a 7 él cuenta lo siguiente:
Dios pronosticó que uno vendrá que será “sacerdote para siempre, según
el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4). El escritor muestra que esta profecía
hablaba sobre Nuestro Señor Jesucristo (Hebreos 5:5-6; 6:20; 7:17, 21).
1. Él nos muestra que el nombre Melquisedec es muy significativo. La misma
está compuesta de dos palabras Hebreas, melqui significa “Rey” y sedec
significa “justicia” (Hebreos 7:1-2).
2. También nos muestra que la palabra Salem, que significa “paz”, es muy
significativo. Uniendo estos dos títulos aprendimos que este hombre no
era solo “Rey de Justicia” si no también “Rey de Paz” (Hebreos 7:1-2).
El anunció a Nuestro Señor Jesucristo cuyo Reino será renombrado por
justicia y paz (Salmo 72:7).
3. El Señor Jesucristo ahora está a la mano derecha de Dios en los cielos,
como mediador y Sumo Sacerdote para todos aquellos que se acercan a
Dios por medio de él (Hebreos 7:3; 10:21-22).
4. Este sacerdocio de Cristo, la cual es según la orden de Melquisedec, es
superior al sacerdocio que le fue dado a Israel bajo la Ley de Moisés
(Hebreos 7:7-10). El sacerdocio de la orden Aarón llego a su final. El
sacerdocio de Jesucristo nunca finalizará, porque Cristo es inmortal.
En ese incidente en la vida a Abram vemos que por su gran fe, es reconocido
por un Sumo Sacerdote. Por medio del Sumo Sacerdote, Jesucristo, aquellos que
desarrollan una fe como Abram y son bautizados en Cristo, tienen acceso a Dios
en los cielos.

Abram rechaza los bienes del rey de Sodoma


Después que Abram concluyo su veneración con Melquisedec, el rey de
Sodoma se le acercó con su proposición:
“Entrégame a las personas, y toma para ti los bienes” (Génesis 14:21).

La simple respuesta de Abram mostró su gran fe en Dios:


“He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y
de la tierra, que ni un hilo ni si quiera una correa de calzado, nada

59
tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a
Abram” (v22-23).

Abram no quería en su hogar nada procedente de ese grupo social más


pecaminosa que el mundo allá conocidos. Tal fue su aborrecimiento sobre esa
forma de vida, que el juró no tomar ni una recompensa de ese hombre. Su Dios
le había dado la victoria y él estaba satisfecho en su confianza en Él. Ya que Dios
es “el poseedor del cielo y tierra”, por lo tanto Abram reconoce que el Rey de
Sodoma no le podía ofrecer nada que no era yá de Dios.
A pesar de que Lot presenció todo esto, y escuchó las discusiones, regresó a
su casa en Sodoma. Él debió darse cuenta que quedándose con Abram le daría
a él y a su familia paz y seguridad, manteniéndolos en el camino de Dios.

Abram es prometido un hijo (Génesis 15:1-6)


Seguido de este incidente, en la cual Abram muestra fe en Dios
ensombreciendo cuidado y protección, Dios se le apareció nuevamente diciendo:
“No temas, Abram: Yó soy tu escudo y tu gran galardón” (Génesis 15:1).
Abram había declarado al Rey de Sodoma su completa dependencia en Dios,
y Dios se le aparece y le confirma que Él lo protegerá (será su “escudo”), y
proveerá por él (será su “gran galardón”).
Sin embargo Abram tenía una pregunta que lo perpleja. Dios le había
prometido la tierra de Canaán a él y su descendencia. Abram dijo: “Mira que no
me has dado prole (hijo)” (Génesis 15:3).
En respuesta, Dios le re-afirma su promesa de un hijo: “ese que saldrá de tu
propia entrañas será tu heredero” (Génesis 15:4).
Lo llevó fuera, y le dijo Mira hacia los cielos y cuente las estrellas, si las puedes
contar. “Así será tu descendencia”, (Génesis 15:5).
No solo le prometió un hijo pero le prometió que su descendencia seria
innumerable, como las estrellas.
Esta próxima declaración está entre lo más maravillo de la Biblia. Esta fija la
base sobre cual Dios perdonará los pecados. Fijémonos cuidadosamente lo que
dice.

Versículo 6
“el creyó en el Señor” A pesar de que Abram no sabía como sucedería, el
nunca dudó que cumplirá su palabra. Humanamente hablando, era imposible
para Abram y Saraí tener hijos (Génesis 11:30; Romanos 4:16-22), Aun así
Abram creyó las palabras de Dios.
“creer” Tenemos que entender que la palabra “fe” y “creencia” en nuestra
Biblia es intercambiable. Un ejemplo de esto es visto en Romanos 3:22:

60
“la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los
que creen en él”.

Aquí las palabras “fe” y “creencia”, son derivados de la misma palabra Griega
en el texto original y usado intercambiablemente por los traductores. Eso ayudará
nuestro entendimiento si lo mantenemos en mente mientras consideramos el
tema más adelante.
“Y él [Dios] lo contó a él [Abram] por justo” Dios contó la fe de Abram por
justo. El apóstol Pablo, reconociendo lo importante de esto, devotó un capítulo
en su carta a los Romanos para explicar lo significativo de esta declaración
(Romanos 4).
No tiene ningún valor aquí tampoco, que la palabra, “justo” y “justicia” significa
lo mismo como “hacerse justo”.

La bendición de rectitud (Romanos 4:1-8)


¿Cuál es la importancia de ser declarado “justo” por Dios? Significa que Dios
ha perdonado nuestros pecados. En Romanos 3:10 Pablo mostró que “no hay
uno que sea justo, ni uno”. Porque “todos han pecado y quedados corto de
la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Sin embargo, en Su misericordia, Dios está
dispuesto a contar a un hombre de fe “justo” y perdonarle sus pecados.
Romanos 4:1-8 está muy claro.
Los judíos viven bajo la ley de Moisés y hacen todo por mantener esa Ley
perfectamente. Sin embargo, están tan enfocado en el mínimo de los detalles,
que en si, han perdido el punto de la enseñanza que Dios les enseñaba. Además,
no estaban concentrados en obedecer a Dios, sino en aparentar ser “justos”.
Pablo dice que ellos verdaderamente estaban tratando “establecer su propia
justicia”.
Pero sus esfuerzos fueron inútil, porque no han podido mantener la Ley, que
solo les sirvió para destacar sus fallas y sus pecados. Esto mostro que no eran
capaces de mantener los ritos de la Ley. Así que Pablo escribió:
“por las obras de la ley ningún ser humano será justificado [eso es,
declararse justos] delante de él [Dios], por medio de la ley es el
conocimiento del pecado.” (Romanos 3:20).

Por lo tanto por causa del pecado, no había esperanza para que el hombre
fuera justo delante de Dios obedeciendo leyes.
Pablo siguió mostrando que Dios en Su gracia juzga al hombre en bases
diferentes. Él los juzga en base de su fe. Dios atribuye “justicia” al hombre en
base a su “fe”, porque la fé del hombre honra a Dios. Él toma la expresión de
Génesis 15:6, y lo cita en Romanos 4:3. “Abraham creyó a Dios y le fue

61
contado por justicia”. En Abram le fue puesto justicia por gracia de Dios a causa
de su fe.
Pablo luego explicó los maravillosos beneficios que se reciben por ser contado
por justo-La bendición del perdón de los pecados. Él cita textualmente el ejemplo
de David, escrito en los Salmos 32:1-2:
“David describe las bendiciones del hombre, al cual Dios le impuso
justicia sin haber trabajado, diciendo, Bienaventurado aquel cuya
transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Dios no culpa de iniquidad, Y en
cuyo espíritu no hay engaño” (Romanos 4:6-8)

Dios en su gran misericordia estaba dispuesto a perdonar a David, porque


David era un hombre con una fe sobresaliente quien confesó y se arrepintió de
su pecado.
Así por lo tanto tenemos las bases para el perdón de los pecados claramente
establecido. Es por medio de fe que el hombre es “justificado”, que es contado
justo (Romanos 5:1). Si somos justificados o declarados justos ante los ojos de
Dios, eso significa que por Su gracia Él ha perdonado nuestros pecados. Esto en
torno significa que hemos sido reconciliados con Dios. Nosotros que siendo aún
pecadores fuimos reconciliados con Dios.
Pablo concluye esta sección con palabras alentadores:
“Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino
también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es
a los que creemos [tener fe] en el que levantó de los muertos a Jesús,
Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y
resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:23-25).

Abram recibe un pacto sobre la tierra que ha de heredar (Génesis 15:7-21)


Habiendo recibido la respuesta a la pregunta sobre su prole (hijo) (Génesis
15:3), Abram pregunta sobre la tierra prometida. Él dijo, “¿En qué conoceré que
la he de heredar?” (Génesis 15:8). Respondiendo Dios, hizo un pacto Abram.
Durante días bíblicos, los pactos se hacían sacrificando un animal dividiéndolo
en varios partes, y todos los envueltos en el pacto pasaban entre las piezas.
(Jeremías 34:18-19). Abram, en obediencia a Dios, tomo los animales
requeridos, cortando las partes, los colocó en orden. Durante todo el día los
protegía de las aves. Al caer la noche Abram cayó en un sueño profundo,
simbólicamente representando la muerte.
Entonces Dios le habló a Abram en detalles, diciéndole del pacto. Después
de su muerte, su descendencia morará en Egipto, y será esclava allí, y será
oprimida por cuatrocientos años. Después de los cuatrocientos años, ellos

62
regresarán a la tierra que Dios les prometió (Génesis 15:3-14). Dios le estaba
demostrando, sobre todas las cosas, el pacto no se cumpliría durante su vida.
Dios confirma con Abram, su promesa de tierra a su descendiente. Su
presencia, simbolizada en una antorcha de fuego, pasando por entre las piezas
de los animales sacrificados, demostrando que Él y solo Él está dispuesto a
cumplir el pacto y promesa. “Aquel mismo día El Señor hizo un pacto con
Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra” (Génesis 15:18). Dios
le describe a Abram los límites de la tierra prometida del pacto, “desde el río de
Egipto hasta el río grande, el río Eufrates”.
En este capítulo hemos visto dos principios importantes
• Abram fue justificado, eso es, contado como justo por su fé
• Dios por medio de un pacto, confirma Su promesa con Abram y su
descendencia heredar la tierra.

Puntos de Resumen
• En Génesis 15:6 leemos que Abraham creyó a Dios y su fe le fue
contado por justicia.
• Cuando Dios le impuso justicia a Abraham por su fe, eso significó que
Dios le perdonó sus pecados (Romanos 4:6-8).
• Pablo dice que esto fue escrito con respecto a nosotros. Si tenemos fe
que Él levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor, entonces nosotros
también podemos ser contados por justicia ante Dios (Romanos4:23-
25). Demostramos fe que complace a Dios siendo bautizados y
comprometiéndonos a servirle.
• Esta buena noticia por la cual podemos ser justificados (o contados por
justicia por Dios y tener nuestros pecados perdonados) por fe es
llamado “buena nueva” Gálatas 3:8.

Lección 9 – Preguntas
1. ¿Quién era Melquisedec?
2. ¿Quién es actualmente “un sacerdote por siempre después de la orden
de Melquisedec”?
3. ¿Qué le fue contado la fe Abraham?
4. ¿Cuál es la bendición de ser contado “justo” por Dios?
5. ¿Qué debemos mostrar hacia Dios si hemos de ser “justificados” o tener
justicia impuesto hacia nosotros?
6. ¿Cuál es el pacto de Dios para con Abraham en este momento?

63
Lista de Referencias sobre Abraham en el Nuevo Testamento
Mateo 1:1, 2, 17 Juan 8:52, 53, 56, 57,58 2 Corintios 11:22
Mateo 3:9 Hechos 3:13, 25 Gálatas 3:6, 7, 8, 9, 14, 16, 18
Mateo 8:11 Hechos 7:2, 8, 16, 17, Gálatas 4:22, 32
Mateo 22:32 Hechos 13:26 Hebreos 2:16
Marcos 12:26 Romanos 4:1, 2, 3, 9, Hebreos 6:13, 12
Lucas 1:55, 73 Romanos 4: 13, 16 Hebreos 7:1, 2, 4, 5, 6, 9
Lucas 3:8,34 Romanos 9:7 Hebreos 11:8, 17
Lucas 13:16, 28 Romanos 11:1 Santiago 2:21, 23
Lucas 16:23, 24, 25, 1 Pedro 3:6, 29, 30
Lucas 19:9
Lucas 20:37
Juan 8:39, 40

ABRAHAM – EL PADRE DE MULTITUD DE NACIONES

Lección 10 Lectura: Génesis 16–19


Abram tiene hijo, Ismael (Génesis 16)
Dios había dicho a Abram que “un hijo tuyo será el que te heredará”
(Génesis 15:4). Como hemos visto, Abram creyó en esto implícitamente, y esta
fe le fue contado por justicia (Génesis 15:6). Sin embargo Saraí era estéril y se
daba cuenta de que, del punto de vista humano, dar hijo a Abram era ahora
imposible para ella. No obstante, Dios había prometido la tierra a la simiente de
Abram.
El dolor y la desilusión de ser estéril la causó finalmente buscar una solución
al problema. Ella decidió dar su sierva egipcia Agar a Abram para tener hijos por
ella. Pensaba que esto le sería una consolación mientras también proveyendo
una simiente – “un hijo tuyo” – para Abram. Sin embargo, en vez de llevar gozo
a Saraí, esta confabulación le llevó amargura y dolor, porque cuando Agar vio
que había concebido, ella menospreció a Saraí (Génesis 16:5–6). Saraí trató
severamente con Agar, y así ella huyó al desierto (Génesis 16:7).
En su estado afligido el ángel de Jehová le apareció, y le dijo que tuvo que
volver su señora y someterse a ella (Génesis 16:9). El ángel le consoló por
revelar que Jehová multiplicaría tanto su descendencia (Génesis 16:10). Ella
daría a luz un hijo llamado “Ismael”, significando “Dios oirá”, “porque”, dijo el
ángel, “Jehová ha oído tu aflicción” (Génesis 16:11). Obedeciendo el ángel,
Agar volvió a Abram y Sara y con tiempo, dio a luz un hijo, quien Abram llamó
Ismael.
Jehová prometió a Abram que bendeciría a Ismael le haría multiplicar mucho
en gran manera (Génesis 17:20) pero la simiente de la cual las promesas habían
64
hablado sería hijo de ambos Abram y Saraí (Génesis 17:21). Ismael llegó a ser
el padre de los árabes. Sus doce hijos, quienes llegaron a ser los jefes de las
tribus árabes, (Isaías 60:6–7), son mencionados en Génesis 25:12–16. Al final,
las gentes árabes serán benditas también, bajo el reinado de Cristo en el Reino
de Dios.

“Será tu nombre Abraham” (Génesis 17:1–8)


Trece años más pasaron y Abram tenía ahora 99 años cuando el Señor le
apareció otra vez. Esta vez Dios le habló más acerca del pacto que Él había
hecho con él (Génesis 15:18). Hablando de los aspectos de este pacto de gran
alcance, Jehová dijo, “te multiplicaré en gran manera” (Génesis 17:2) y así
“te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Génesis 17:4). Debido
al hecho que el cumplimiento de este pacto incorporaría una multitud, Dios dijo:
“no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre
Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”
(Génesis 17:5)

El nombre Abram significa “padre enaltecido” mientras que Abraham significa


“padre de una multitud” de naciones.
El significado del cambio de su nombre tiene una relación directa a la promesa
y el pacto que Jehová hizo con Abraham. Vemos esto explicado en las páginas
siguientes del Nuevo Testamento.

Gálatas 3:7–8
Versículo 7
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”
Cualquier persona (judío o gentil) que muestra una fe como la fe de Abraham
está considerado por Dios como alguien que pertenece a la familia de Abraham.
La familia de Abraham está basada en fe y no en descendencia natural, porque
es una familia espiritual.

Versículo 8
“La Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los
gentiles”

La bendición de ser “contado por justo” o “justificado” como fue Abraham


(Génesis 15:6 – vea Lección 9) está disponible para todos los que muestran la
misma fe en Dios como hizo Abraham. Los gentiles y los judíos pueden compartir
esta misma bendición en la misma manera (Gálatas 3:27–29).

65
“…dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán
benditas todas las naciones.”

Esta frase incluye una citación de Génesis 12:3. Las palabras “buenas
nuevas” significan “evangelio”. El evangelio es “buenas nuevas” para todos,
judíos y gentiles. Jesucristo ha puesto la bendición a disposición para todo el
mundo. Así “todas naciones” pueden compartir esta esperanza de justicia por
la fe y ser reconciliadas a Dios por el bautismo en el Señor Jesucristo. Recuerde
que esto nos hace también herederos de las promesas hechas a Abraham y a su
simiente (Gálatas 3:16, 27–29).

Romanos 4:16–17
En este capítulo, que consideramos cuando miramos Génesis 15:6,
encontramos que Génesis 17:5 está citado por Pablo:

Versículo 16
“Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa
ser firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de
la ley [judíos], sino también para la que es de la fe de Abraham [judío y
gentil], el cual es padre de todos nosotros [judío y gentil]”

La promesa a Abraham no era exclusivamente a los judíos, sino inclusivo a


todas personas en el principio de la fe. La promesa de Dios a Abraham se hizo
430 años antes de que la Le fue dada a Israel por medio de Moisés (Gálatas
3:17–18). La Ley, que aplicó solamente a los judíos, no anuló la promesa, porque
la Ley se acabó a la muerte de Cristo, pero todavía hay que cumplir la promesa
de Dios.

Versículo 17 “(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas


gentes)”
Por citar Génesis 17:5 está enfatizando la universalidad de la promesa. Por
este cambio de nombre de Abram a Abraham, ningún judío puede alardearse de
su genealogía de Abraham. El cambio de nombre muestra claramente que
personas de todas razas pueden compartir en la bendición de la promesa en el
Evangelio.

Romanos 9:6–9
Aquí de nuevo Pablo muestra que ser del linaje de Abraham no recomienda
alguien para con Dios en sí-mismo.

66
Versículo 6 “porque no todos los que descienden de Israel son israelitas”
Simplemente tener su nombre en el árbol de familia de Abraham no es
suficiente para ser simiente de Abraham. Una persona debe tener una relación
diferente que solo por pura carne.

Versículo 7 “En Isaac te será llamada descendencia”


Abraham tuvo varios hijos, incluso Ismael y aquellos que son enumerados
más tarde en Génesis 25:1–6. Sin embargo, cuando Jehová hizo Su promesa a
Abraham Él dijo específicamente: “En Isaac te será llamada descendencia”
(Génesis 21:12). Dios estaba haciendo una selección.

Versículo 8
“No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los
que son hijos según la promesa son contados como descendientes.”

Por ser considerados como “hijos de Dios” debemos llegar a ser


relacionados a la promesa de Dios. Nos identificamos como tanto por medio de
la fe, demostrado por el bautismo en Cristo (Gálatas 3:26–29).
Una vez que entendemos la razón por el cambio en el nombre de Abram a
Abraham podemos ver cómo las promesas pueden ser compartidas con
“muchedumbre de gentes.” Volviendo a Génesis 17:7–8 encontramos que Dios
reafirmó que Su pacto es un “pacto perpetuo”. Cuando el Dios eternal declara
que Su pacto es un “pacto perpetuo” podemos estar seguros que será
cumplido.

Circuncisión – la señal del pacto (Génesis 17:9–14)


Dios, queriendo hacer un recordatorio perpetuo a la simiente de Abraham que
este pacto había sido hecho con Abraham, introdujo una “señal” para recordarles
de este pacto glorioso de esperanza. La circuncisión iba a ser: “por señal del
pacto entre mí y vosotros” (Génesis 17:11).
“…todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en
casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero…” tenía que ser
circuncidado (Génesis 17:12). La circuncisión era señal al pacto a los
descendientes literales, y también a los extranjeros que se juntaban a la familia.
Era un recordatorio vívido que la promesa de Dios no iba a ser cumplida por el
poder del hombre “de la carne”, sino del poder del Dios Todopoderoso.

Circuncisión – la señal de bautismo


Pablo muestra que la circuncisión señalaba en anticipación el bautismo en
Jesucristo (Colosenses 2:11–13). Recordamos que por medio de bautismo en

67
Cristo una persona llega a ser heredera de las promesas hechas a Abraham
(Gálatas 3:27–29). El bautismo ahora reemplaza el rito de circuncisión. Como
hemos indicado, la circuncisión era un recordatorio que los deseos y poderes
carnales del hombre deben ser abandonados. En el bautismo también,
demostramos que estamos quitando las cosas asociadas con la carne
(Colosenses 2:11–13; Gálatas 5:16–25).

El nombre de Saraí está cambiado a Sara (Génesis 17:15–16)


No solo era el nombre de Abram cambiado a Abraham, para incorporar la idea
de las grandes promesas que Dios le había hecho, sino que el nombre de Sarai
era también cambiado a Sara, significando “princesa”, elevando así su papel,
porque ella iba a ser la madre de las naciones de las cuales Abraham iba a ser el
padre.

Ángeles visitan a Abraham y Sara (Génesis 18)


Este capítulo relata la visita de tres mensajeros de Dios. Nota que, mientras
que tres “varones” (Génesis 18:2) vinieron a Abraham, es pronto obvio que eran
ángeles (Génesis 19:1; Génesis 18:17). Podemos imaginar la escena doméstica
feliz mientras Abraham y Sara muestran hospitalidad a sus visitantes. Hay una
lección aquí para todos los que quisieran seguir su ejemplo (Hebreos 13:2).
Los ángeles repitieron a Abraham el mensaje que él y Sara tuvieron un hijo:
“Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido
tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Génesis 18:12)

Le pareció imposible a ella, y hablando del punto de vista humano, era


imposible (Génesis 18:11).
Pedro, en refiriéndose a este incidente, subraye el hecho que Sara llamó a
Abraham su “señor”, y hace el punto que todas verdaderas “hijas” de Sara
reconocerían asimismo a sus esposos fieles como sus “señores”, estando sujetas
a ellos (1 Pedro 3:5–7). La sociedad de hoy día se burla de esta instrucción dada
por Dios. Es en parte porque la “señoría” que los maridos están llamados a exhibir
no está entendida. No es la dominación masculina, sino una protección y servicio
cariñoso y bondadoso para su mujer, según demuestra el ejemplo del Señor
Jesucristo por sus seguidores (Marcos 10:42–45; Juan 13:13–15; Efesios
5:22–29).
Aunque por el momento Sara dudó, el ángel le respondió diciendo, “¿Hay
para Dios alguna cosa difícil?” (Génesis 18:14). A su debido tiempo, según la
palabra de Dios, un hijo nació a Abraham y Sara quien Abraham llamó Isaac
(Génesis 21:1–7). Pablo comenta que:

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“por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir, y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad…” (Hebreos
11:11)

La destrucción de Sodoma (Génesis 19)


Después de haber pronunciado su mensaje feliz a Abraham y Sara, dos de
los mensajeros angélicos reanudaron su camino hacia Sodoma (Génesis 18:22;
Génesis 19:1). Uno se quedó para advertir a Abraham del juicio próximo de Dios
en Sodoma y Gomorra. Abraham estaba angustiado a causa de Lot y su familia
y le suplicó a Dios que protegiera la vida de los justos. “¿Destruirás también al
justo con el impío? (Génesis 19:23). El ángel se puso de acuerdo que si hubiera
diez justos en la ciudad, no la destruiría (Génesis 19:23–33).
Cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma, Lot les persuadió abrigarse y
descansarse en su casa. Cuando leemos el relato de las actividades de la noche
nos damos cuenta de la impiedad completa de aquella ciudad (Génesis 19:4–
11) y comprendemos porqué los juicios de Dios iban a volcarse sobre sus
habitantes. Los ángeles advirtieron a Lot que quitara la ciudad con su familia
inmediatamente. Lot rogó a su familia, pero ellos no le escuchaban (Génesis
19:12–14).
Al amanecer, los ángeles instaron a Lot, su mujer y sus hijas que huyeran la
ciudad, y les dijeron que no miraran atrás:
“Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y
fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Génesis 19:24)

La mujer de Lot miró atrás, porque su corazón estaba todavía con la gente de
aquella ciudad impía. Entonces estaba enganchado en su destino y llegó a ser
una estatua de sal (Génesis 19:26). La destrucción de aquellas ciudades era
absoluta. Se cree que la destrucción geofísica causó la depresión del Mar Muerte
y sus bordes estériles, y que Sodoma y Gomorra son ahora bajo el punto sur del
Mar Muerte.

Las lecciones de la destrucción de Sodoma


Se refiere a las lecciones de la destrucción de esta generación impía a través
de la Biblia.
• Jesucristo dijo que inmoralidad abyecta extendida, similar a la de
Sodoma, sería una de las señales indicando la proximidad de su regreso
(Lucas 17:28–32). Cuán preciso es el cumplimiento de estas palabras hoy
día, con muchos gobiernos legalizando tal comportamiento depravado. Él
nos advirtió que recordemos la mujer de Lot y no tener nuestros corazones
enganchados en las actividades de este mundo malvado.

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• El apóstol Pedro usó el ejemplo del juicio de Dios en Sodoma como
garantía que tal impiedad no quedará impune (2 Pedro 2:6–9; Judas 7).
• El profeta Ezequiel reprendiendo su gente, estableció un paralelo entre
el estado impío que había desarrollado en Israel y el conducto vil de
Sodoma. El hace una lista de los pecados de Sodoma (Ezequiel 16:49–
50).

Puntos de Resumen
• El nombre de Abram fue cambiado a Abraham (Génesis 17:1–8).
Haciendo así, Dios le dijo “serás padre de muchedumbre de gentes”.
• La circuncisión fue dada como señal del pacto que Dios había hecho con
Abraham (Génesis 17:9–14). Pablo muestra que la circuncisión era una
anticipación del bautismo (Colosenses 2:11–13), por lo cual llegamos a
ser parte de la simiente de Abraham (Gálatas 3:26–29).
• Isaac fue nacido a Abraham y Sara. Era él por lo cual la simiente iba a
venir (Génesis 21:12).
• El relato de la destrucción de Sodoma y Gomorra en Génesis 18–19 lleva
la advertencia sobria de juicio inminente sobre esta generación malvada
de hoy (Lucas 17:28–32).

Lección 10 – Preguntas
1. ¿Cómo se llamaba el nombre del hijo que tuvo Abraham con Agar?
2. ¿Por qué cambió Dios el nombre de Abram a Abraham?
3. El Evangelio fue predicado a Abraham en estas palabras: “En ti serán
benditas todas las naciones.” ¿Qué aprendemos de esto?
4. ¿Cómo podemos ser parte de la “simiente” de Abraham?
5. La circuncisión era “señal” del pacto que Dios hizo con Abraham. ¿Qué
anticipaba la circuncisión para los creyentes de hoy?
6. La impiedad de Sodoma llevó destrucción total en aquella ciudad. ¿Cuál
era la lección que enseñó Jesús de este evento?

ABRAHAM OFRECE A ISAAC

Lección 11 Lectura: Génesis 22


“En Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21)
Fortalecida por Dios (Hebreos 11:11) Sara concibió y dio a luz a Isaac, la
simiente prometida, cuyo nombre significa “risa”. La alegría de esta ocasión es
inmortalizada en las palabras de Sara;

70
“Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo”
(Génesis 21:6)
Mientras Isaac crecía, hubo un desarrollo de tensión cuando Sara vio que
Ismael se burlaba de su hijo y pidió que Abraham echara a Ismael y a Agar,
“porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo”, dijo ella
(Génesis 21:10). Abraham se angustio por el asunto, pero Dios le confirmó que
Sara tenía razón, diciéndole “en Isaac te será llamada descendencia” (Génesis
21:12)
Esta declaración le confirmó claramente a Abraham que la gran promesa de
la simiente venidera (el Señor Jesucristo) llegaría por medio de Isaac (Gálatas
3:16, 26–29). Fue sobre la base de esta declaración que la fe de Abraham fue
fortalecida para ayudarle a tener éxito en la prueba más grande de su vida,
cuando Dios le pide que ofrezca a Isaac como sacrificio (Génesis 22).

“Toma ahora tu hijo, tu único hijo, Isaac, a quien amas” (Génesis 22:1–14)
En este capítulo presenciamos la prueba más grande de fe que Abraham
enfrentaba. “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham”
(Génesis 21:1). La palabra “probó” no lleva el sentido de “tentar” (Hebreos
11:17). Dios no tienta al hombre a pecar, en el sentido de seducir, sino que Dios
pone a prueba la fe del hombre para ver si perdura (Santiago 1:13–15).

Abraham ofrece a su hijo Isaac


La voluntad de Abraham en obedecer a Dios, cuando se le pidió que ofreciera
a su hijo Isaac, es un excelente ejemplo de amorosa obediencia y de fe. Esta
prueba suprema de la fe de Abraham apunta hacia adelante cuando Dios ofrece
a su “único Hijo amado”, Jesucristo, como sacrificio por los pecados del mundo.
Abraham e Isaac, como padre e hijo, fueron juntos a hacer la ofrenda que
Dios le pidió a Abraham. Isaac voluntariamente cooperó porque entendía lo
significativo de las promesas de Dios y compartía la fe de su padre. Él se había
dado cuenta de que ultimadamente, la verdadera simiente había de venir quien,
por medio del derramamiento de su sangre, proveería el camino para el perdón
de los pecados. Sin el sacrificio de ese “cordero”, la promesa de bendición para
todas las naciones que Dios le había hecho a Abraham no se podía cumplir.
La vida de Isaac fue librada cuando Dios llamó a Abraham diciéndole:
“No extiendas tu mano sobre el muchacho… porque ya conozco que
temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis
22:11–12)

71
Dios le dijo que ofreciera en su lugar un carnero que estaba trabado en un
zarzal cercano.
Hay muchos paralelos aquí con el sacrificio de Jesús Cristo en como colaboró
con su padre y dio su vida. Algunos de estos se exponen en la tabla siguiente.

Abraham e Isaac Dios y Jesús


“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, Dios dijo acerca de Jesús, “Este es mi
a quien amas” (Génesis 22:2) Hijo amado, en quien tengo
complacencia” (Mateo 3:17)
“Vete a tierra de Moriah” (versículo Jesús fue crucificado en Jerusalén
2). Aquí es donde se construyó el
templo en Jerusalén (2 Crónicas 3:1)

“Ofrécelo allí en holocausto” “Cristo nos amó, y se entregó sí mismo


(versículo 2) por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios
en olor fragante”
(Efesios 5:2, Hebreos 10:5– 10, Isaías
53:5–7)
“Y tomó Abraham la leña del “Y él, cargando su cruz, salió al lugar
holocausto, y la puso sobre Isaac su llamado de la Calavera…y allí le
hijo” (versículo 6) crucificaron” (Juan 19:17–18)
“Dios se proveerá de cordero para el “He aquí el Cordero de Dios, que quita
holocausto, hijo mío” (versículo 8) el pecado del mundo”(Juan 1:29)

Dios ofrece a su Hijo Jesús


Cuando le llegó la hora a Jesús de enfrentar la terrible experiencia de su
sacrificio, se acercó a su Padre en oración:
“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya” (Lucas 22:42)

Era la voluntad de su Padre que él diera su vida como el “cordero de Dios”


para quitar el pecado del mundo (Juan 1:29). El Padre y el Hijo trabajaron juntos
mediante ese terrible sufrimiento, sabiendo que no había otra manera de redimir
a la humanidad del pecado y la muerte. Jesús voluntariamente cooperó en el
propósito de su Padre, reconociendo que antes de que la inmortalidad y el Reino
de Dios fueran una realidad, debían de tratar con el pecado (Isaías 53:5–7,
Hebreos 10:5–10).
72
Jesús sabía de la alegría que finalmente llegaría a ser suya si era fiel a la
voluntad de su Padre:
“por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2)

El salmista había escrito:


“Porque no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea
corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay
plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:10–11)

Hay dos pasajes en particular en el Nuevo Testamento donde el incidente de


Abraham ofreciendo a su hijo Isaac se explica.
1. “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac” (Hebreos
11:17–19)
2. Pablo es muy claro cuando explica que Abraham, en la plena confianza de
fe, hizo todas las preparaciones necesarias para el sacrificio de Isaac.
Puesto que Dios había dicho: “En Isaac te será llamada descendencia”
(Génesis 21:18), no había duda en la mente de Abraham, que Dios lo
levantaría de los muertos. Estaba seguro de que Dios, quien había dado
vida a la matriz muerta de Sara para que ella fuera capaz de dar a luz a
Isaac, también traería a Isaac a la vida otra vez para que las promesas
pudieran ser cumplidas en él. De hecho, cuando Dios proporcionó un
carnero en lugar de Isaac, era como si Abraham hubiera recibido a su hijo
de entre los muertos. Pablo dice que “en sentido figurado” él recibió a
Isaac como si hubiera resucitado de entre los muertos.
Nuestra fe en la resurrección debe ser tan firme como la de Abraham.
Nosotros creemos que la “simiente”, el Señor Jesucristo, el Hijo unigénito
de Dios, ha sido levantado a la vida y que a través de él las promesas de
Dios se cumplirán (Romanos 4:24–25).
3. “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre?”
(Santiago 2:20–24)
4. Cuando Dios le mostró a Abraham las estrellas del cielo diciéndole: “Así
será tu descendencia”, él creyó a Dios y de esta manera fue justificado
(declarado “justo”) por Dios a causa de su fe (ver notas sobre Génesis 15,
Lección 9). De la misma manera, cuando creemos en la palabra de Dios y
somos bautizados en Cristo, nuestros pecados son perdonados y somos
justificados (o “justos”) delante de Dios. Así como Dios puso la fe de
Abraham a prueba de una manera muy práctica, así también nos pondrá
a prueba para ver si nuestras acciones son igualmente motivadas por la
fe. En el caso de Abraham su prueba estaba centrada en Isaac, su único

73
y amado hijo. Con firmeza de fe obedeció el mandamiento de Dios para
ofrecer a su hijo y su fe se vio en acción. Santiago dice:
“¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se
perfeccionó por las obras?” (Santiago 2:22).

“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (Génesis


22:15–19)
Llegamos ahora a las últimas palabras registradas que Dios habló a Abraham.
Hemos seguido la vida de Abraham por un período de 45 años desde que tenía
75 años de edad cuando dejó Harán en obediencia a Dios (Génesis 12:1–3),
hasta los incidentes de Génesis 22, cuando se calcula que tenía alrededor de
120 años de edad. Durante este período, la inamovible fe de Abraham se ha visto,
y fue confirmada en esta gran prueba final donde ofrenda a su hijo.
Dios atestigua su aceptación de la fidelidad de Abraham con las siguientes
palabras.

Versículo 16
“Por mí mismo he jurado, dice Jehová…” Pablo se refiere a estas palabras,
indicando la certeza de su cumplimiento debido a este juramento que el Dios del
cielo y la tierra ha tomado sobre sí mismo. (Hebreos 6:13–17).
La promesa a Abraham se cumplirá. “Que por cuanto has hecho esto...”
Como dijo Santiago, la fe de Abraham fue demostrada por sus acciones de
obediencia (Santiago 2:21–23).

Versículo 17
“Tu simiente poseerá la puerta de sus enemigos” Una vez más, tenga en
cuenta que la “simiente” prometida es singular. “Sus” es un pronombre personal
en 3 ª persona singular y se refiere a Cristo (Gálatas 3:16, 26–29).

Versículo 18
“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”
Recordemos que cuando Abraham fue llamado de Ur se le dijo, “serán benditas
en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). Ahora se le demuestra que
esta bendición ha de extenderse a todas las personas a través de su simiente.
Esta bendición nos llega a nosotros a través del Señor Jesucristo por medio del
bautismo en él (Gálatas 3:26–29). Esta bendición implica el perdón de nuestros
pecados y, como resultado de ello, el favor con Dios (Hechos 3:25–26).

74
Abraham entierra a su esposa Sara (Génesis 23)
Los tristes acontecimientos de este capítulo nos hablan de la muerte de Sara
a la edad de 127 años. Isaac era ahora un hombre de 37 años. Mientras leemos
este capítulo somos impresionados con el hecho de que Abraham sigue siendo
“un extranjero y forastero” en la tierra de Canaán (Génesis 23:4). Era necesario
entonces para él comprar una porción de tierra que él y sus hijos podrían utilizar
como lugar para enterrar a sus muertos.
Abraham negoció por una porción de tierra cerca de Hebrón, llamada la
“cueva de Macpela” (Génesis 23:9). Esta tierra llegó a ser el lugar de sepultura
de Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea (Génesis 49:29–33). Es
importante señalar que Abraham nunca tuvo posesión de la tierra que Dios le
había prometido. Esta promesa aún se debe cumplir cuando Cristo regrese, y
resucite a los muertos. Es hasta entonces que Abraham y su simiente heredarán
la tierra para siempre (Hechos 7:5; Hebreos 11:13–16).

Una esposa para Isaac (Génesis 24)


En este capítulo se ve la preocupación que Abraham mostró en seleccionar
una esposa para Isaac, su hijo. Él encomendó el resultado de este asunto a Dios
(Génesis 24:7). También notamos de que su criado el cual fue enviado en esta
misión también continuamente buscó la ayuda de Dios en la oración (Génesis
24:12–14, 26–27, 52). El resultado fue que Rebeca regresó con el criado de
Abraham para ser la esposa de Isaac.
Aquí tenemos la confortante seguranza de que Dios hace sombra y dirige las
vidas de aquellos que encomiendan sus caminos a Él y manda a sus ángeles a
supervisar sus vidas (Hebreos 1:14; Salmos 34:7).

Esaú y Jacob – los hijos de Isaac y Rebeca (Génesis 25–36)


Isaac y Rebeca tuvieron dos hijos gemelos, Esaú el primogénito y Jacob.
Estos dos hijos se convirtieron en los padres de dos naciones. Esaú se convirtió
en el padre de Edom, y Jacob, cuyo nombre fue cambiado posteriormente a Israel
(Génesis 32:28, Génesis 35:10), se convirtió en el padre de la nación de Israel.
Cuando leemos la historia de la vida de Isaac y Jacob, notamos que la promesa
que Dios le hizo a Abraham, acerca de la tierra y su simiente mediante la cual
todas las naciones iban a ser bendecidas, fue reiterada a estos dos patriarcas.

Dios le repite la promesa a Isaac (Génesis 26:3–5)


“Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré;
porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré
el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu
descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia
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todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en
tu simiente”

Dios repite nuevamente esta promesa a Jacob (Génesis 28:13,14)


“Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la
tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será
tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al
occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra
serán benditas en ti y en tu simiente”

La “simiente” que se le prometió a Abraham no halló su cumplimiento en Isaac


o Jacob, sino que se refería al Señor Jesucristo como hemos visto en el Nuevo
Testamento. A través de él todas las naciones pueden compartir las bendiciones
prometidas a Abraham, Isaac y Jacob.

Jacob, el padre de las doce tribus de Israel (Génesis 28–30)


Jacob fue enviado de vuelta a la familia de Rebeca en Padan-aram, a buscar
una esposa de la familia de su madre. Ahí tomó dos esposas, Lea y Raquel, y de
ellas y de sus criadas vinieron sus 12 hijos, quienes fueron los padres de las 12
tribus de Israel. Un resumen del árbol genealógico de Abraham a Jacob y sus
hijos se demuestra al lado contrario.

Puntos de Resumen
• El ofrecimiento de su hijo Isaac de parte de Abraham fue la exhibición
más grande de su fe en Dios, por lo cual fue bendecido (Santiago 2:21–
24, Hebreos 11:17–19).
• La promesa de que todas las naciones serán benditas en la simiente de
Abraham (Génesis 22:16–18) también fue reiterada a Isaac (Génesis
26:3–5) y a Jacob (Génesis 28:13–14).

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Notaremos a través de la historia subsiguiente que los dos hijos de José,
Efraín y Manasés, fueron contados como hijos de Jacob, esto es, Israel (Génesis
48:5–6), y que Leví fue escogido para ser la tribu que oficiaba como tribu de
sacerdocio, sirviendo en los asuntos de rendir culto hacia Dios (Números 18:1–
6).
Lección 11 – Preguntas
1. Cuándo Abraham tomo a Isaac para ofrecerlo como sacrificio hacia Dios,
esto apuntaba hacia adelante a un mayor sacrificio. ¿Qué sacrificio fue
ese?
2. ¿Qué fue lo que motivó a Abraham a obedecerle a Dios y ofrecer a Isaac
como sacrificio?
3. ¿Cuál fue el juramente que Dios le hizo a Abraham?
4. ¿Quién es la “simiente” por la cual todas las naciones de la tierra serán
bendecidas?
5. ¿Cuál es la bendición que recibirán aquellos que se bautizan en
Jesucristo?
6. Dios repitió la promesa que le hizo a Abraham a otros dos hombres.
¿Quiénes eran?
7. Los hijos de Jacob llegaron a ser las cabezas de las doce tribus de Israel.
¿Cuántos hijos eran?

77
ISRAEL EN EGIPTO

Lección 12 Lectura: Éxodo 3 y 12


El nombre de Jacob es cambiado a Israel (Génesis 32)
El nombre de la nación de Israel se deriva del nombre que Dios le dio a Jacob.
Jacob estaba regresando a la tierra de Canaán de Padan – aram donde se casó
con sus dos esposas, Lea y Raquel. Tenía ahora once hijos y grandes rebaños y
ganado. En su camino se encontró con un ángel de Dios. El ángel le dijo a Jacob:
“No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con
Dios y con los hombres, y has vencido” (Génesis 32:28)

Esto se repitió un poco después cuando llegó a Betel (Génesis 35: 9–12). El
nombre Israel quiere decir “Príncipe con Dios”.
Jacob entonces regresó y se estableció una vez más en la tierra de Canaán.
El recuento de los incidentes asociados con la vida de Jacob se encuentra en
Génesis 25–49. Cuando leemos a través de estos capítulos vemos el desarrollo
de su confianza y fe en Dios. En sus años anteriores él frecuentemente había
78
tramado y planeado en conseguir el propósito que deseaba, pero finalmente se
dio cuenta que solo la completa confianza en Dios era la respuesta a todas las
pruebas de la vida. Por esta razón encontramos su nombre en la lista de los fieles
en Hebreos 11:21.

“Tu descendencia morará en tierra ajena”


Recordamos estas palabras proféticas impresionantes que Dios le habló a
Abraham (Génesis 15:13–16). Dios había predicho que la simiente de Abraham
iría a Egipto, pero que en la cuarta generación volverían a Canaán. Cuando
leemos a través de la vida de Jacob y de José vemos cómo estas palabras se
cumplen con tanta exactitud.

José – el salvador de Israel (Génesis 37–50)


La narración de la vida de José, y la manera impresionante en que Dios lo usó
para lograr la salvación de su familia (Génesis 45:4–11) es una historia muy
conmovedora que disfrutará leer. Además de esto, somos impresionados con la
fe y vida piadosa de José cuando es enfrentado con la prueba y la tentación.
La fe de José, la cual había sido perfeccionada a través de las pruebas en su
vida, se nota claramente cuando estaba a punto de morir en Egipto.
Hizo que los hijos de Israel juraran que cuando Dios visitara a su pueblo para
librarlos como había prometido, tomarían los huesos él con ellos para enterrarlos
en la tierra prometida (Génesis 50:24–26; Hebreos 11:22). Él implícitamente
creía lo que Dios le había dicho a Abraham que sus descendientes serían
extranjeros en una tierra que no era suya (Egipto), pero que después de muchos
años de esclavitud Dios los iba a liberar y llevarlos nuevamente a la tierra que les
había prometido (Génesis 15:13–16).
¿Tenemos esta misma fe en las promesas que Dios le hizo a Abraham?
¿Creemos que las promesas hechas a Abraham se cumplirán con el regreso de
Jesucristo? Si creemos, tenemos que demostrar nuestra fe mediante el bautismo
(Gálatas 3:26–29), y luego tratar de vivir una vida santa en este presente siglo
de maldad.

La liberación de Israel de Egipto (Éxodo 1–14)


El recuento de la dura servidumbre que Israel sufrió en Egipto se encuentra
en Éxodo 1 y 2. Sin embargo, mezclado en este recuento está el ejemplo de la
fe de los padres de Moisés. Dios bendijo la fe de ellos y Moisés fue salvado de la
muerte para que pudiera ser el liberador de Israel de Egipto (Hebreos 11:23–28,
Hechos 7:17–36). La instrucción de sus padres acerca de Dios y su propósito en
sus primeros años se convirtió en la base de la fe de Moisés. Él, como José, creía

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que Dios libraría a Israel de Egipto, de acuerdo a la palabra que Dios le dio a
Abraham (Génesis 15:13–16).
En Éxodo 2 leemos del nacimiento de Moisés y de los incidentes que lo
condujeron a huir por su vida de Faraón en Egipto al desierto de Madián, cerca
del Monte Sinaí y el Monte Horeb.

Dios revela su nombre y propósito a Moisés (Éxodo 3)


Este capítulo comienza con el milagro impresionante que causo a Moisés
acercarse para mirar la llama ardiente en medio de un arbusto, que
sorprendentemente no se consumía (Éxodo 3:1–6). Fue “el ángel de Jehová”
(Éxodo 3:2), que habló con Moisés, sin embargo, se habla de este ángel como
si fuera “Jehová” (Éxodo 3:4), y él declara además: “Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob” (Éxodo 3:6). De aquí podemos
notar que en toda la Biblia los ángeles, que son los mensajeros de Dios, hablan
como si fueran el mismo Dios, ya que lo representan, hablando con su autoridad
y ejecutando milagros con el poder que Dios les ha dado. (Salmo 103:20–21;
104:4, Hebreos 1:14).
Así pues, aunque se lee que “el Señor”, o Dios, debía ir con Moisés para
liberar a Israel, ahora nos damos cuenta de que era un ángel enviado por Dios
para hacer este trabajo (Hechos 7:30–35, Éxodo 3:7–10). Los ángeles son sus
siervos que hacen la voluntad de Dios (Salmo 103:20–21). Dado que “ninguno
de los hombres ha visto ni puede ver” a Dios (1 Timoteo 6:16) los ángeles lo
representan o lo manifiestan al hombre.
Este mismo principio lo vemos en la vida y obra del Señor Jesucristo, pues él
vino a revelar el carácter y la obra de Dios al hombre. De hecho, se le dio el título
de “Emmanuel” que significa “Dios con nosotros” (Mateo 1:23). Aunque era Hijo
de Dios, él negó que era Dios, demostrando más bien que él estaba haciendo la
voluntad y la obra de Dios (Juan 5:19, 30, 43). Cuando Felipe le pidió a Jesús:
“Muéstranos al Padre”, Jesús le respondió: “¿Tanto tiempo he estado con
vosotros, y todavía no me conoces, Felipe?” (Juan 14:8–9). Jesús le dijo a
Felipe que mientras él hacia las obras de Dios y hablaba las palabras de Dios, él
les estaba manifestando a Dios.
Así como los ángeles se revelaban ante ciertas para manifestar a Dios, así
también Jesús hizo lo mismo. Jesús pudo decir:
“He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste”
(Juan 17:6)

También pudo decir: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30), porque eran
uno en carácter y propósito, aunque separados como seres individuales.

80
Yahweh – el nombre de Dios
Moisés escuchaba mientras el ángel explicaba que la intención de Dios para
librar a Israel de la esclavitud en Egipto. Dios había escogido a Moisés para llevar
a cabo esta obra como su representante con la ayuda de los ángeles (Éxodo
3:7–12). Moisés era un hombre muy humilde (Números 12:3) y se sentía
inadecuado para esta gran tarea. Se dio cuenta de que los israelitas preguntarían
acerca de Dios: “¿Cuál es su nombre?” (Éxodo 3:13). Israel se había
acostumbrado a los nombres de los muchos dioses de Egipto cuyos nombres
estaban asociados con el trabajo que dichos dioses debían hacer y su posición.
Moisés sabía que preguntarían entonces por el nombre del Dios que iba a
librarlos.
La respuesta que se les dio fue muy instructiva – una respuesta que resume
en una palabra el propósito de Dios con la humanidad. Esa palabra es el nombre
del Dios viviente.

Versículo 14
“Yo soy el que soy” En hebreo es Ehyeh Asher Ehyeh. Aunque estas
palabras se han traducido “Yo soy el que soy “, el verbo ehyeh es en realidad
en el tiempo futuro y por lo tanto debe ser traducida como “Yo seré”, así como
se rinde en Éxodo 6:7. Así que la frase dice: “Yo seré quien Yo seré”, y en
realidad expresa el propósito de Dios de una manera muy simple: “Yo [Dios] seré
[o, llegaré a ser] quien Yo seré [o, llegaré a ser]”. Dios planea manifestarse no
sólo en los ángeles, sino en los hombres y en las mujeres.
Dios es el Padre de una familia “en los cielos y la tierra” que llevan su
nombre (Efesios 3:14–15). Hemos visto que Dios se revela en los ángeles,
quienes hablan y actúan en su nombre.
Él también se ha revelado en su Hijo, Jesucristo, quien reflejó perfectamente
el carácter (o la gloria moral) de Dios para que todos los hombres lo pudieran ver
(Juan 1:14). Él hizo todo lo que su Padre le pidió que hiciera, aun obedeciendo
la voluntad de Dios en la forma en que murió, proveyendo así el medio por el cual
los pecados de los hombres podían ser perdonados y para ser reconciliados con
Dios.
Esta obra de reunir en uno a todo el que cree en Él por medio de su Hijo se
expresa claramente en las siguientes palabras de Jesús:
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú,
oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros;
para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo
les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en
ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el

81
mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado.” (Juan 17:20–23)

El propósito de Dios es unir “en uno” con Él mismo a todos aquellos que se
esfuerzan por desarrollar su carácter glorioso, aprendiendo en primer lugar a
pensar como Él y luego mediante una manera de vivir que es consistente con los
caminos de Dios. Por lo tanto, expresiones tales como en Hechos 15:14:
“Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo
para su nombre”

Habla del propósito de Dios de reunir a la gente a sí mismo para que puedan
no solamente reflejar su carácter en sus vidas ahora, sino que también puedan
ultimadamente compartir su gloriosa naturaleza inmortal en el futuro (2 Pedro
1:4).
El propósito de Dios: “pero ciertamente, vivo yo, que toda la tierra será
llena de la gloria del SEÑOR” (Números 14:21), se cumplirá entonces cuando
la tierra sea poblada solamente con los fieles seguidores inmortales de Dios y
Jesucristo.

Yahweh – “El Que Será”


Dios dijo de sí mismo: “Yo seré quien Yo seré”, que en hebreo es Ehyeh
Asher Ehyeh (Éxodo 3:14). Sin embargo, cuando Moisés le habló al pueblo de
Dios, dijo, “Él será”, que en el hebreo es Yahweh. Yahweh es entonces el
nombre que Dios ha elegido para sí mismo para conmemorar su propósito
(Oseas 12:5). Esta palabra hebrea Yahweh se imprime en la mayoría de las
Biblias de la siguiente manera – Jehová, SEÑOR, o DIOS. Los traductores de
esta manera se han esforzado para indicar cuándo esta palabra hebrea ocurre.
Dios se complace en quienes estiman su nombre y el propósito glorioso que
lo encubre, y promete recompensarles en el día cuando su gloria sea vista en la
tierra (Malaquías 3:16–17).

Yahweh libera a Israel de Egipto (Éxodo 4–13)


Yahweh envió a Moisés a Faraón con este mensaje:
“Jehová [hebreo Yahweh] ha dicho así: Israel es mi hijo, mi
primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva,
mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu
primogénito” (Éxodo 4:22–23)

82
Faraón se negó a ser conmovido por las demandas de Moisés, y desafió a
Yahweh. Por lo tanto, por mano de Moisés, Dios trajo diez terribles plagas sobre
Egipto. Estas diez plagas fueron las siguientes:
1 El agua se convirtió en sangre
2 Ranas
3 Piojos
4 Moscas
5 Plaga del ganado
6 Ulceras
7 Granizo
8 Langostas
9 Tinieblas
10 La muerte de los primogénitos

La Pascua (Éxodo 12)


La última y más memorable de las plagas se llama “la Pascua del Señor”
(Éxodo 12:11). Esta final y dramática exhibición de destrucción sobre Egipto trajo
la liberación de Israel de la esclavitud a la cual estaban sometidos, en
cumplimiento a las palabras que Dios le dijo a Abraham sobre su descendencia
(Génesis 15:13–16).
Los detalles de la Pascua se registran en Éxodo 12. Cada familia o grupo de
familias debían escoger un cordero sin mancha, y en el tiempo señalado matarlo
(Éxodo 12:5–6). Luego tenían que regar su sangre en los postes y el dintel de
su casa (Éxodo 12:7). Durante la noche tenían que permanecer dentro su casa
y comer el cordero asado (Éxodo 12:8–10). Todo debía estar listo para una salida
inmediata (Éxodo 12:11).
Mientras Israel hacia esto el ángel del Señor pasaba por la tierra de Egipto.
La sangre en la puerta era una “señal” o muestra de que la familia que estaba
adentro había sacrificado su cordero (Éxodo 12:12–13). El ángel que había sido
enviado a destruir a los primogénitos, al ver la sangre pasaba de esa casa. Las
casas de Egipto que no tenían la sangre en sus puertas sufrieron el terrible
castigo de la muerte del primogénito.
De esta manera fueron librados los israelitas por medio de la sangre del
cordero. Esto sería un memorial para ellos desde ese momento en adelante
(Éxodo 12:14).

Cristo, nuestra Pascua (1 Corintios 5:7–8)


Las lecciones de la Pascua apuntan hacia la obra redentora del Señor
Jesucristo, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29,

83
36). Es a través de su sangre derramada que somos redimidos (1 Pedro 1:18–
19).
El apóstol Pablo habla de que “nuestra pascua, que es Cristo, ya fue
sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:6–8), pues por su sangre derramada
somos librados de la esclavitud del pecado y la muerte así como Israel fue librado
de la esclavitud de Egipto (Hebreos 2:15).
Así como el pueblo de Israel hizo memoria de esa terrible noche que trajo su
liberación de Egipto manteniendo la fiesta de la Pascua cada año, así también
Jesús ha pedido a todos los que han sido librados de la esclavitud del pecado
mediante su sangre a hacer memoria de él. En la última cena con sus discípulos,
él les dio pan y vino pidiéndoles que compartieran el pan y el vino con regularidad
en memoria de su sacrificio (Lucas 22:19–20, 1 Corintios 11:23–26).

Cruzando el Mar Rojo (Éxodo 14–15)


La tragedia dramática de la muerte de los primogénitos de Egipto le dio a
Israel la oportunidad de salir de Egipto. Una gran muchedumbre, la cual se cree
que era un total que aproximaba los dos millones, salieron de Egipto (Éxodo
12:37–38). Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Faraón decidiera
perseguir a Israel para capturarlos nuevamente (Éxodo 14). La única vía de
escape para Israel fue facilitada por Dios en el milagro asombroso que dividió el
Mar Rojo para que pudieran cruzar a salvo. Las palabras dramáticas de Moisés
en esa ocasión fueron:
“No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con
vosotros.” (Éxodo 14:13)

Dios abrió el mar e Israel cruzó a lugar seguro, pero cuando los egipcios
trataron de seguirlos las aguas se volvieron sobre ellos y los destruyó a todos
(Éxodo 14:30–31).

Símbolo del bautismo


El apóstol Pablo vio en la liberación de Israel, cuando caminaban entre las
paredes de las aguas del Mar Rojo para llegar a salvos al otro lado, el símbolo
del bautismo (1 Corintios 10:1–2). Cuan apropiada es esta figura. Cuando
somos bautizados nosotros abandonamos la vieja forma vivir (“Egipto”) atrás y
resucitamos a una vida nueva (en camino a la “Tierra Prometida”), siguiendo el
ejemplo de Jesucristo (Romanos 6:3–7).

84
Pruebas en el desierto – el viaje al Monte Sinaí (Éxodo 16–19)
Dios había dramáticamente liberado a Israel de Egipto. Ahora iba a poner a
prueba la fe de ellos para ver si en realidad creerían su promesa de que los traería
de regreso a la tierra de sus padres (Génesis 15:13–16).
Carecieron de alimentos y murmuraron contra Moisés. Dios proveía un
abastecimiento diario de “maná” para sustentarles (Éxodo 16). Ese maná era
típico del Señor Jesucristo, “el pan de vida” (Juan 6:27–63). Carecieron de agua
y una vez más, murmuraron. De nuevo, Dios respondió con un amplio
abastecimiento de agua de una roca (Éxodo 17). Esa roca simboliza a Cristo (1
Corintios 10:3–4), cuyas palabras dan vida (Juan 4:10–14; Juan 6:63). Dios los
estaba poniendo a prueba, de modo que ellos aprendieran a confiar en él. Por la
mayor parte Israel falló en mostrar la fe que agrada a Dios (Deuteronomio 8:1–
6; Hebreos 11:6).
Hay muchas lecciones y advertencias para nosotros en las vagancias de
Israel por el desierto (1 Corintios 10:1–13). ¿Confiamos nosotros en Dios y
creemos que Él nos dará lo que es necesario para sostenernos en nuestra
peregrinación a su Reino? (Mateo 6:25–34).

Puntos de Resumen
• Dios cambió el nombre de Jacob por “Israel” (Génesis 32:28)

• José fue el que eligió Dios para proteger y librar a sus hermanos cuando
fueron a Egipto. Al final de su vida, él creía firmemente que Dios iba a
librar a Israel de Egipto y por eso les hizo prometer que llevaran sus
huesos cuando salieran de ahí (Génesis 50:24–26).
• Moisés fue levantado para librar a Israel de Egipto (Éxodo 1–2).

• Dios, a través de un ángel se le apareció a Moisés en la zarza ardiente


en el Monte Sinaí. Allí Dios le reveló su nombre conmemorativo a
Moisés – “Yo seré quien Yo seré”, o “Yahweh” (Éxodo 3:12–15). Este
nombre expresa el propósito de Dios a través de Su Hijo para reunir en
uno a todos aquellos que se esfuerzan por manifestar su nombre
mediante una vida de obediencia y amor hacia Él (Juan 17:20–23).
Dios todavía sigue tomando de las naciones un “pueblo para su
nombre” (Hechos 15:14).

85
• El cordero de la Pascua, que fue sacrificado para dar la liberación a
Israel de Egipto, apunta hacia la liberación del pecado y la muerte que
está disponible por medio de la sangre de Jesucristo (1 Pedro 1:18–
19, 1 Corintios 5:7–8).
• El cruce del Mar Rojo, tiene un significado típico que apunta hacia el
bautismo (1 Corintios 10:1–2).

Lección 12 – Preguntas
1. Dios le cambió el nombre a Jacob. ¿Por cuál se lo cambió, y que significa?
2. José hizo al pueblo de Israel jurar que harían algo. ¿Qué fue lo que
juraron?
3. ¿Quién era el hombre que Dios escogió para librar a Israel de Egipto?
4. Moisés le preguntó a Dios por su nombre. ¿Cuál fue el nombre que Dios
le reveló a Moisés?
5. ¿Qué significa Yahweh?
6. El propósito de Dios es reunir a todos los creyentes en “uno” por medio del
Señor Jesucristo. Jesucristo mencionó esto en una oración. ¿Qué fue lo
que dijo en esa oración?
7. ¿Cuántas plagas mandó Dios a Egipto para humillarles y así librar a Israel
de Egipto?
8. El cordero sin mancha tenía que ser sin mancha. ¿Hacia quien apuntaba
este cordero?
9. ¿Cómo es que el cruce del Mar Rojo llega a ser símbolo del bautismo en
Cristo?

DEL MONTE DE SINAI HASTA LA TIERRA PROMETIDA

Lección 13 Lectura: Éxodo 20 y Josué 1


Israel en el Monte de Sinaí
Los hijos de Israel llegaron al Monte de Sinaí en el tercer mes después de la
salida de Egipto (Éxodo 19:1). Aquí el pueblo se organizó como una nación. Ellos
serían “un reino de sacerdotes, y gente santa”, reconociendo a Yahweh como
su Dios y Gobernador (Éxodo 19:4–6). Mientras ellos estaban reunidos ahí
delante del Monte, Dios le pronunció los diez mandamientos a esta nación. Estos
diez mandamientos se convirtieron en la base del pacto que Dios hizo con el
pueblo de Israel (Éxodo 20:1–17; 24:1–8).

86
El tabernáculo y el servicio
Moisés subió al monte donde Dios lo había llamado para darle el “diseño” o
planes del Tabernáculo, el lugar donde Dios habitaría en medio de su pueblo
(Éxodo 25:8). Estos complejos detalles se registran en Éxodo 25–31.
El Tabernáculo era un lugar temporal de culto puesto en medio del
campamento de los hijos de Israel durante su viaje en el desierto. Cuando leemos
a través de Éxodo y Deuteronomio encontramos muchos detalles acerca de la
manera en la que Israel debía rendir servicios para acercarse a Dios. Todos los
materiales que se utilizaban incluyendo los utensilios, como también los
sacrificios y las ofrendas indicaban para un tiempo futuro el método de un culto
aceptable para acercarse a Dios mediante el Señor Jesucristo (Colosenses
2:17; Hebreos 10:1–7).

El viaje desde el Monte Sinaí hasta la tierra prometida


Después de acampar delante del Monte Sinaí por casi un año, los hijos de
Israel salieron hacia la Tierra Prometida (Números 10:11). Dentro de pocos
meses ellos llegaron a Cades-Barnea a la frontera en el sur de la tierra. De aquí,
doce espías fueron enviados a reconocer la tierra y reportar la información a
Moisés. Todos ellos reportaron que la tierra ciertamente era buena, y que “fluye
leche y miel”, pero que era imposible de conquistar porque la gente que vieron
eran gigantes y las ciudades eran muy grandes y fortificadas (Números 13:27–
33).
Aunque dos de los espías, Josué y Caleb, animaron al pueblo para que
tuvieran fe y siguieran adelante confiando que Dios los ayudaría, el mal reporte
de los otros diez espías debilitó la fe y resolución del pueblo.
Por la falta de fe en la capacidad que Dios tiene para derrotar a sus enemigos
Israel fue condenado a pasar cuarenta años en el desierto, hasta que toda la
generación mayor quienes vieron las grandes maravillas de Dios (la apertura del
Mar Rojo, la milagrosa provisión de comida y agua) pero que desconfió en El,
muriera en el desierto. Sin embargo a Josué y Caleb, los únicos dos espías fieles,
les fue dicho que ellos dos si entrarían a la tierra prometida por su fe (Números
13–14).

Lecciones del viaje en el desierto


En el Nuevo Testamento se nos enseñan muchas lecciones acerca de los
cuarenta años que Israel anduvo por el desierto para llegar a la Tierra Prometida.
Pablo utiliza los incidentes de esta etapa para advertir a los discípulos que no
tropiecen en la falta de fe como lo hizo Israel en muchas ocasiones. El concluye
con esto:

87
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para
amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos” (Corintios 10:1–11)

Israel cruzó el Mar Rojo, dejando la esclavitud de Egipto atrás de ellos, y


comenzaron su viaje rumbo a la tierra prometida. De igual forma cuando una
persona se bautiza se libera de la esclavitud del pecado y empieza su viaje hacia
el Reino de Dios (Romanos 6:16–18, 22).
Entraremos en el Reino solamente si nos mantenemos fieles cuando Cristo
regrese. Debemos tener cuidado con las distracciones del mundo que nos rodea
y los muchos quehaceres de la vida, porque por la misma causa muchos en Israel
no pudieron obtener la meta que estaba a poca distancia de ellos y perecieron en
el desierto. Se nos dice que ellos “no pudieron entrar a causa de incredulidad”
(Hebreos 3:7–19). Debemos tener fe y confiar que Dios nos cuida y seguir sus
caminos, aunque a veces se nos puedan presentar pruebas difíciles.

88
Israel finalmente entra en la tierra bajo el mando de Josué
El recuento de esos cuarenta años, y los sucesos del año anterior en
particular, se registran en Números 15 hasta el final de Deuteronomio. El libro
de Deuteronomio registra las últimas palabras que Moisés le dijo a Israel, dichas
justo en la frontera de la Tierra de Canaán mientras el pueblo esperaba cruzar.
Dios no dejo que Aarón y Moisés entraran en la tierra porque se dejaron provocar
por las constantes quejas del pueblo y pecaron contra Dios (Números 20:1–13).
Aunque a Moisés no se le permitió entrar, Dios milagrosamente le mostró toda la
tierra desde las alturas del Monte Nebo antes de morir (Deuteronomio 34).
La nación lloró la muerte de Moisés por un mes entero, justo después de esto
cruzó el Río Jordán y entraron en la tierra de Canaán bajo su nuevo líder, Josué.

Josué – El siguiente líder de Israel


El hombre que Dios designó para guiar a Israel a la Tierra Prometida fue Josué
(Números 27:15–23). Él había sido un fiel compañero de Moisés durante los
cuarenta años en el desierto, y después de la muerte de Moisés fue nombrado
líder de Israel.
Josué había demostrado su fidelidad y valor durante los cuarenta años que
anduvieron errantes por el desierto. El condujo a Israel a la victoria contra los
Amalecitas (Éxodo 17: 8–16), y era uno de los dos espías fieles quienes pusieron
su confianza total en la capacidad que Dios tiene para vencer a todos sus
enemigos (Números 14:6–10).
Ahora con el ánimo que Dios le dio diciéndole “esfuérzate y sé valiente”
(Josué 1:5–9) Josué llevó a Israel a través del Río Jordán a la Tierra Prometida.
El río estaba desbordado pero Dios milagrosamente detuvo la corriente natural
que descendía al Mar Muerto, causando que se amontonara a una distancia hacia
arriba del río, para que el pueblo cruzara en tierra seca (Josué 3:14–17).
Fueron exactamente cuarenta años desde el día en que Israel salió de Egipto
en el tiempo de la Pascua hasta el día que entraron en la tierra de Canaán (Josué
5:10). Una vez que Israel hubo entrado en la tierra, Josué siendo guiado aun por
Dios, los llevó a la batalla para derrocar los habitantes de Canaán, para que así
Israel pudiera heredar la tierra que Dios había escogido para Abraham y su
simiente. Estas campañas se llevan a cabo en los primeros doce capítulos del
libro de Josué, mientras que la parte restante del libro describe los diversos
territorios asignados a cada una de las doce tribus como herencia para que
habiten en ellas.

89
Puntos de Resumen
• Israel recibió la Ley en el Monte Sinaí, incluyendo los diez
mandamientos (Éxodo 20:1–17), lo cual llego a ser la base del pacto
que Dios hizo con Israel (Éxodo 24).
• El Tabernáculo en el desierto y su servicio asociado reveló mediante
sus ritos la manera aceptable para acercarse a Dios. En todas estas
figuras, o tipos, se debía mostrar el gran anti-tipo del Señor Jesucristo.
El Sacerdocio de Aarón prefiguró a Cristo como nuestro Sumo
Sacerdote ahora en el cielo, por medio de quien podemos acercarnos
hacia Dios en oración.
• La liberación de Israel por su esclavitud en Egipto para comenzar su
viaje hacia la Tierra Prometida prefigura la liberación del discípulo de la
esclavitud al pecado mediante el bautismo y el comienzo de una nueva
vida en Cristo, caminando hacia el Reino de Dios (Romanos 6:17–18,
22).
• Después de cuarenta años en el desierto y luego de la muerte de
Moisés, Josué fue elegido por Dios como líder de hijos de Israel para
entrar en la tierra Prometida.

90
Lección 13 – Preguntas
1. En el Monte Sinaí Dios organizó al pueblo de Israel como una nación.
¿Qué tipo de nación debían de ser?
2. ¿Cuántos mandamientos le dio Dios al pueblo de Israel en el Monte
Sinaí?
3. ¿Cuántos espías mando Moisés para conocer la tierra de Canaán?
4. ¿Quiénes fueron los dos espías fieles?
5. ¿Cuánto tiempo anduvieron errantes en el desierto los hijos de Israel y
porque?
6. ¿Qué lecciones puede aprender el discípulo de hoy del viaje de Israel
en el desierto?
7. ¿Quién fue líder de Israel después de la muerte de Moisés?

91
Lista de Referencias de David en el Nuevo Testamento
Mateo 1:1 Mateo 22:42 Lucas 1:32 Hechos 1:16
Romanos 4:6 Mateo 1:6 Mateo 22:43 Lucas 1:69
Hechos 2:25 Romanos 11:9 Mateo 1:17 Mateo 22:45
Lucas 2:4 Hechos 2:29 2 Timoteo 2:8 Mateo 1:20
Marcos 2:25 Lucas 2:11 Hechos 2:34 Hebreos 4:7
Mateo 9:27 Marcos 10:47 Lucas 3:31 Hechos 4:25
Hebreos 11:32 Mateo 12:3 Marcos 10:48 Lucas 6:3
Hechos 7:45 Apocalipsis 3:7 Mateo 12:23 Marcos 11:10
Lucas 18:38 Hechos 13:22 Apocalipsis 5:5 Mateo 15:22
Marcos 12:35 Lucas 18:39 Hechos 13:34 Apocalipsis 22:16
Mateo 20:30 Marcos 12:36 Lucas 20:42 Hechos 13:36
Mateo 21:9 Marcos 12:37 Lucas 20:44 Hechos 15:16
Mateo 21:15 Lucas 1:27 Juan 7:42 Romanos 1:3

LOS TIEMPOS DE LOS JUECES Y REYES

Lección 14 Lectura: 2 Samuel 7


Los Jueces de Israel
Después de la muerte de Josué y los ancianos que le seguían, Israel
rápidamente se aparta del servicio hacia su Dios Yahweh para seguir las
prácticas de idolatría de las demás naciones en la tierra (Jueces 2:6–13). Por la
maldad de Israel, Dios permitió que sus enemigos los vencieran para hacerlos
volver hacia Él con suplica de ayuda y seguridad.
Durante los siguientes 400 años Dios levantó una serie de hombres fieles,
llamados Jueces, para rescatar a Israel de las manos de aquellos que los afligían
y motivar al pueblo a regresar al servicio su Dios (Jueces 2:16–19). Tristemente,
cuando cada juez moría, muchos del pueblo rápidamente volvían a la idolatría y
Dios nuevamente permitió que las naciones vecinas los afligieran. Cansados de
la opresión, el pueblo clama hacia Dios una vez mas, y El levanta otro juez.
Algunos de los jueces que gobernaban durante este periodo fueron hombres
como Gedeón, Sansón, y Jefté. El último juez que gobernó sobre Israel fue
Samuel.
El tiempo de los Jueces ha sido descrito con estas palabras:
“En estos días no había rey en Israel: cada uno hacía lo que bien le
parecía” (Jueces 21:25)

92
Rut la Moabita
Este pequeño libro hace cuenta de un incidente que tomó lugar “en los días
que gobernaban los jueces” (Rut 1:1). Aunque el libro de Jueces hace cuenta
de la muy difundida maldad en la tierra, aquí tenemos una historia conmovedora
acerca de la fe de Rut la Moabita, quien le confiesa a su suegra Noemí, “Tu
pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1:16). Ella le dio las espaldas
a los ídolos de Moab y se fue con Noemí a Belén donde conoció a un hombre
temeroso de Dios llamado Booz quien la tomo como su mujer. La descendencia
de estos dos incluye al Rey David (Rut 4:22), de quien desciende el Señor
Jesucristo (Mateo 1:5, 16).

Samuel – el último Juez


Los dos libros de Samuel cubren la historia de Israel desde el final del periodo
de los Jueces hasta el designio de Saúl y luego el de David como reyes de Israel.
Fue Samuel quien, como juez y profeta (Hechos 3:24), estableció la estructura
del “Reino de Israel”.

El pueblo pide un rey


Aunque Samuel fielmente ejecutaba su oficio como Juez, el pueblo
constantemente fijaba su mirada en las demás naciones y finalmente se
acercaron a Samuel para pedirle un rey:
“constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes”
(1 Samuel 8:4–5)

Samuel no estaba complacido y consultó a Dios en oración. La respuesta de


Dios es muy iluminante:
“Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te
digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado,
para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7)

Dios era su Rey, pero ellos no habían reconocido ni habían apreciado este
hecho.
Dios les concedió la petición y escogió a Saúl como el primer Rey, un hombre
cuyo físico impresionó al pueblo. Saúl, sin embargo, falló en obedecer los
mandamientos específicos de Dios y por eso él fue destituido del Reino (1
Samuel 15:22–28).

93
David es elegido como Rey
Por el fracaso de Saúl en seguir las instrucciones que Samuel le había dado,
Dios le dijo a Samuel que El encontraría a alguien mas adecuado para que reine
sobre Israel. Samuel le dijo a Saúl:
“Jehová se ha buscado varón según su corazón, al cual Jehová ha
mandado que sea capitán sobre su pueblo” (1 Samuel 13:13–14)

David el hijo de Isaí, un joven pastor de Belén, fue el que Dios eligió. Pablo
se refiere a David de esta manera:
“He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien
hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22)

Algunos hechos de David


• Cuando finalmente llegó al trono, David reinó por siete años y medio sobre
la tribu de Judá en Hebrón, y luego por 33 años sobre todo Israel desde
Jerusalén (2 Samuel 5:4–5).
• El escribió muchos de los Salmos los cuales nos dan una perspectiva
intima de su amor por su Dios. Los siguientes ejemplos ilustran esto:
“Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, Y lo guardaré
hasta el fin” (Salmo 119:33).
“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”
(Salmo 119:97)
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”
(Salmo 119:105)
• Él había sido un pastor diligente en su juventud, y por eso podía escribir
con tanta riqueza sentimental y entendimiento: “Jehová es mi pastor,
nada me faltará” (Salmos 23:1).
• El Señor Jesucristo es identificado específicamente como “el hijo de
David” (Mateo 22:41–46; 1:1; Romanos 1:1–3).
• Dios hace una promesa extraordinaria a David, la cual se registra en 2
Samuel 7. Esta promesa predice la venida de Jesús, quien sería tanto hijo
de David como hijo de Dios.

Hay muchos mas hechos importantes y interesantes que se hacen notorios


cuando se lee a través de la vida de David.

La promesa hecha a David (2 Samuel 7:12–16)


Esta promesa es una de las mas importantes en la Biblia en relación a la obra
del Señor Jesucristo. Cuando leemos en 2 Samuel 7 vemos que David deseaba

94
construir una casa para Dios. Aunque Dios se complacía con la intención de
David, El tenía en mente otros planes. Sería Dios quien había de construir una
casa para David, no una casa hecha con madera y piedras, sino una familia cuya
fundación había de ser el Señor Jesucristo, quien sería ambos el hijo de David y
el Hijo de Dios. Miremos 2 Samuel 7:12–16.

Versículo 12
“Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres”. Esta
promesa se debía cumplir después de la muerte y sepultura de David.
“yo estableceré tu simiente después de ti” Dios había de supervisar el
cumplimiento exacto de esta promesa.
“la cual procederá de tus entrañas” En esta promesa se habla de una
persona quien había de descender directamente del linaje de David. Esa persona
es Jesucristo. Considérese Lucas 1:30–33 y las palabras que el ángel Gabriel le
habló a María:
• María tendría un hijo quien se había de llamar Jesús (v31)
• Este hijo también seria “el Hijo de Altísimo”, o sea, de Dios (v32)
• Él se sentara en el trono de David su padre (v32)
• El reinara sobre la casa de Jacob (esto es Israel) para siempre (v33).

Esta promesa aun debe cumplirse. En su primera venida los Judíos


rechazaron a Jesús de Nazaret como su Rey y lo crucificaron (Juan 19:13– 16).
Pero Dios nos ha dicho que el regresara a la tierra (Hechos 1:11) para establecer
el Reino de Dios, el cual permanecerá para siempre (Daniel 2:44; Salmos
72:17).
El profeta Isaías también identifico a Jesús como aquel que reinará sobre el
trono de David finalmente (Isaías 9:6–7; Lucas 2:11).
Jesús mismo declara que era el prometido Hijo de David (Apocalipsis 22:16),
y el apóstol Pedro se lo confirma a los Judíos después de su resurrección
(Hechos 2:34–36).

Versículo 13
“El edificará casa a mi nombre” Esto tiene una aplicación espiritual tanto
como la literal. Jesús supervisara la construcción de una casa donde se podrá
rendir culto durante la Era Futura del Reino-una “casa de oración” para todas
las naciones (Isaías 56:7; Zacarías 6:12). El mismo es también la piedra
fundamental de la casa espiritual de Dios, hecha de hombres y mujeres de fe
(Efesios 2:20–22; Hebreos 3:6).

95
“y yo afirmaré para siempre el trono de su reino” Dios establecerá su
Reino y pondrá sobre el al Señor Jesucristo como Rey, como lo fue David antes
de él (Jeremías 23:5–8; 33:15–16; Amos 9:11; Isaías 9:6–7; Salmos 132:11;
Hechos 2:30). La capital de este Reino mundial será Jerusalén (Jeremías 3:17),
como lo fue en los días de David.

Versículo 14
“Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo” El hijo de David (su
descendiente) también será el Hijo de Dios. Esto definitivamente se refiere a
Jesucristo, como lo aclara el Nuevo Testamento (Hebreos 1:5).
Esta profecía extraordinaria predice que Jesucristo reinara en la tierra sobre
el restablecido Reino de Dios. Podemos comprender lo emocionada que estaba
María cuando Gabriel le dijo que ella era la elegida del linaje de David para dar a
luz al niño que sería tanto el “Hijo de David” como el “Hijo de Dios” (Lucas
1:35).
David hablo también de la muerte y resurrección de Jesucristo en los Salmos.
Pedro cita los Salmos de David que predicen estas cosas (Hechos 2:22–36;
Salmo 16:8–11; 132:11; 110:1). El predijo que Cristo iba subir al cielo pero que
con toda seguridad regresaría a la tierra nuevamente (Salmos 110:1; Hechos
2:34). Ya que ahora es inmortal (Romanos 6:9), Jesucristo será Rey sobre un
reino eterno. Asistiéndole estarán los fieles de todos los siglos quienes
compartirán su gloriosa naturaleza inmortal para vivir y reinar con el (Apocalipsis
5:10).
Isaías nos dice acerca de los cambios notables que tomaran lugar en el
gobierno mundial durante este periodo. El Reino se fundara sobre principios de
verdad y justicia para que así se lleve a cabo un estado de paz a través del mundo
entero (Isaías 2:2–4; Isaías 32:17). En Salmo 72 David demuestra una bella
imagen de este Reino y los cambios sociales que el Señor Jesucristo efectuara
porque él es justo y misericordioso en gran manera.
Ahora podemos comprender porque Jesús enseño a sus discípulos a orar de
esta manera: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra” (Mateo 6:10).

Puntos de Resumen
• El pueblo vino a Samuel, el último juez de Israel, y pidieron que un rey
reinara sobre ellos como las demás naciones alrededor de ellos. Al
hacer esto ellos rechazaron a Dios, su verdadero Rey (1 Samuel 8:5–
7).

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• El primer rey de Israel fue Saúl, pero por haber tomado la palabra de
Dios con poca seriedad Dios lo destituyó de su posición como rey (1
Samuel 15:22–23).
• Dios eligió a David para remplazar a Saúl porque era “un varón
conforme al corazón de Dios” (1 Samuel 13:14; Hechos 13:22).
• Dios estaba complacido con David y le prometió que él tendría un hijo
que se había de sentar en su trono “para siempre” (2 Samuel 7:12–
16). Esta simiente sería tanto Hijo de David como también Hijo de Dios.
• Esta promesa tiene referencia a Jesús quien nació del linaje de David,
pero que mediante el poder del Espíritu Santo que le hizo sombra a
María, era también el Hijo de Dios (Lucas 1:30–33; Hebreos 1:5).
Jesucristo regresara a restablecer el Reino de Dios en la tierra,
reinando desde Jerusalén en el restaurado trono de David (Jeremías
3:5–8).

Lección 14 – Preguntas
1. Dios levanto a ciertos hombres para gobernar a Israel después de la
muerte de Josué. ¿Como se llamaban?
2. ¿Cómo describe la Biblia los días de los Jueces?
3. ¿Cuál fue la gran confesión que Rut hizo cuando salió de Moab y vino a
Israel con Noemí?
4. ¿A quién rechazo el pueblo de Israel cuando pidieron un rey a Samuel
para que reinara sobre ellos?
5. ¿Quién fue el primer Rey de Israel?
6. ¿Porque eligió Dios a David como Rey?
7. ¿Cuál fue la gran promesa que Dios le hizo a David?
8. ¿Quién es la “simiente” prometida de David?
9. El padre de esta simiente no solamente sería David. ¿Quién mas sería
su Padre también?
10. ¿Qué nos dice Lucas 1:30–33 acerca de esta promesa?
11. ¿Dónde será establecido este Reino prometido?
12. ¿Cuándo será establecido?
13. ¿En qué manera será el Reino de Dios diferente al mundo en el que
vivimos?

97
98
DE DAVID HASTA JUAN EL BAUTISTA – EL REINO DIVIDIDO

Lección 15 Lectura: 1 Reyes 11 y 12


Salomón Construye el Templo en Jerusalén
El Rey David reinó por cuarenta años. Su capital era Jerusalén, pero el
Tabernáculo aun estaba en Gabaón donde el sacerdocio se oficiaba y ofrecían
sacrificios para conducir al pueblo de Israel hacia el servicio de Dios.
Ya hemos visto en el último estudio como David deseaba construirle a Dios
una Casa para que El pudiera morar entre medio de Israel. Sin embargo Dios le
había negado esta petición diciéndole que El habría de construirle una casa a
David en vez (2 Samuel 7:11–16). Dios le prometió darle un hijo quien finalmente
reinará en el trono de David para siempre. Este hijo será el que ha de construir
una Casa de Adoración para todas las naciones del mundo. Esta profecía apunta
a la futura obra del Señor Jesucristo.
No obstante, Dios igualmente le dijo a David que Salomón, su hijo quien
reinaría después de él, había de construir un Templo, o Casa, en Jerusalén donde
Israel llegaría a rendirle culto a Dios. Este sitio sigue siendo un hito muy conocido
para aquellos que han visto fotos de Jerusalén. Es aquella área aplanada y
elevada al lado oriental de Jerusalén frente al Monte de Olivos.
Hoy en día “La Cúpula de la Roca”, un sitio sagrado para los musulmanes, se
encuentra en este lugar y es el tercer sitio mas sagrado en la fe Islámica. Los
musulmanes creen que su profeta Mahoma visitó este sitio. También es el sitio
sagrado del antiguo Templo de los Judíos, y por esto podemos apreciar la razón
por la cual hay mucha contención y amargura sobre esta pequeña sección de
tierra entre los árabes y los judíos. Además de esto, los grupos mas grandes de
la fe Cristiana creen que ellos tienen dominio parcial de la ciudad por los “sitios
sagrados” asociados con la vida de Jesús. Con tantas convicciones religiosas
incompatibles declarando el derecho de Jerusalén, podemos entender con mas
facilidad la razón por la cual se ha hecho un tema político contencioso. Esto es
exactamente lo que Dios había dicho de antemano que iba a suceder: Jerusalén
sería una “piedra pesada a todos los pueblos” (Zacarías 12:1–3).
Dios le dijo a David que Salomón había de construir el Templo en Jerusalén.
Así que en los últimos años de su vida David le dio a Salomón un cargo solemne:
“Jehová te ha elegido para que edifiques casa para el santuario; esfuérzate,
y hazla” (1 Crónicas 28 y 29). Después de la muerte de David, Salomón
comenzó una tarea monumental y gloriosa. El Templo era magnifico aunque no
muy grande. Los detalles se encuentran en 2 Crónicas 2–7. El Templo en
Jerusalén junto con el sacerdocio que lo atendía, se convirtió en el centro de culto
e instrucción para la nación en su servicio hacia Dios.

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El reino se divide (1 Reyes 11–12)
En Los últimos años de su vida, Salomón se desvió de los caminos de Dios.
Él se casó con mujeres extranjeras y les acomodó sus costumbres paganas
construyéndoles templos paganos en Israel. La triste historia de su decadencia
se detalla en 1 Reyes 11. Por su pecado, Dios envió un profeta para decirle que
el reino había de ser divido. Dos tribus se mantendrían fieles a la casa de David,
mientras que las otras diez establecerían su propio reino.
Después de la muerte de Salomón su hijo Roboam llegó al trono. Este llego
con la amenaza de incrementar los impuestos agraviosos que ya estaban
implementados en la nación y esta torpe acción causó la rebelión de las 10 tribus
norteñas bajo el liderazgo de Jeroboam (1 Reyes 12).

100
Desde este tiempo en adelante, la nación se dividió en dos reinos.
• El Reino de Judá Este consistía de las dos tribus de Judá y Benjamín, y
tenía su capital en Jerusalén. Los reyes que reinaron sobre Judá eran del
linaje continuo de David. El culto hacia Dios continuaba en el Templo
situado en Jerusalén y se oficiaba mediante los Sacerdotes y Levitas de la
manera que Dios lo había designado.
• El Reino de Israel Las otras diez tribus se unieron por primera vez bajo el
liderazgo de Jeroboam. Su ciudad principal era Samaria. No había ninguna
dinastía de reyes que reinara sobre la región del norte y por esto habían
luchas frecuentes por el poder y asesinatos, ya que cada contundente
aseguraba tener derecho al trono. Ninguno de estos reyes fue fiel.

La historia de ambos reinos está registrada en los libros de los Reyes y 2


Crónicas también cubren las hazañas de los reyes de Judá.

El fin del Reino de Israel


El reino de Israel en el norte fue edificado sobre una religión apostata (o sea,
una religión que se ha apartado de la verdad, o una perversión) la cual se
centraba en Betel y Dan (1 Reyes 12:26–33). Esto, junto con la avaricia del poder
político, fue la causa de los sufrimientos y privación del pueblo.
Dios, por lo tanto, no los abandonó, aun cuando ellos habían dado las
espaldas a sus mandamientos. En su misericordia Dios les mandó profetas como
Elías y Eliseo, quienes le suplicaban al pueblo que regresaran a los caminos de
Dios pero muy pocos hicieron caso. Algunos libros de los profetas,
particularmente el de Oseas y Amos, son un recuento del mensaje de Dios
dirigido hacia el Reino del norte.
Finalmente, Dios trajo el fuerte poder de Asiria en contra de ellos. En el año
720 AC fueron derrocados y esparcidos por todo el Imperio Asirio (2 Reyes 17).
Luego los asirios trajeron gente de otros países que habían conquistado para
establecerlos en Israel. Estas personas trajeron junto con ellos sus prácticas
paganas y las mezclaron con el verdadero servicio del Dios de Israel:
“Temían a Jehová, y honraban a sus dioses, según la costumbre de
las naciones de donde habían sido trasladados” (2 Reyes 17:33)

Este confuso y falso servicio siguió en continuación hasta los días de Jesús.
Estas personas llegaron a ser conocidas como los Samaritanos (Juan 4).

El Reino de Judá
Aunque las dos tribus del sur mantenían el servicio del Templo en Jerusalén,
y aunque sus reyes eran descendientes de David, ellos también finalmente

101
pervirtieron el verdadero culto hacia Dios y se volvieron a la idolatría. Muchos de
los reyes que reinaban no eran hombres temerosos de Dios y solamente unos
cuantos tuvieron la fe de David su progenitor. Algunas veces el mismo sacerdote
se negaba a conformase al servicio prescrito por Dios.
Dios mandó profetas para avisarles que le enviaría al pueblo de Babilonia
para destruir el Templo y la ciudad y llevarlos lejos en cautividad a menos que
hagan caso a sus palabras. Sus avisos fueron ignorados por la mayor parte y el
reino fue derrocado por Babilonia, esto sucedió solamente 130 años después que
el reino de Israel en el norte había sido derrocado por los asirios.

La impresionante profecía de Jeremías acerca de los 70 años


El profeta Jeremías vivía en Jerusalén durante los últimos años del reino de
Judá y constantemente le suplicaba al pueblo que se arrepintiera de su pecado y
que volviera a los caminos de Dios. La falta de no tomar este mensaje con
seriedad provocaría a Dios mandar a Nabucodonosor, rey de Babilonia, en contra
de ellos. Este rey destruiría el reino de Judá y los había de llevar cautivos a
Babilonia por 70 años, y después que este tiempo se cumpliera debían regresar
nuevamente a su ciudad (Jeremías 25:8–12; Jeremías 29:10–14).
La primera invasión de Nabucodonosor en Judá y la transportación de los
cautivos a Babilonia tomo lugar en el año 606 AC. En el año 536 AC, exactamente
70 años después, Ciro, el rey del imperio Medo-Persa el cual sucedía al imperio
de Babilonia, hizo un decreto que permitía a los Judíos regresar a Jerusalén (2
Crónicas 36:19–23).
En el año 586 AC Nabucodonosor hizo su asalto final en Jerusalén y destruyó
el Templo, derribó los muros de la ciudad, y tomo muchos cautivos mas a
Babilonia. En el año 516 AC, 70 años después, los Judíos reconstruyeron el
templo nuevamente en Jerusalén (Ezra 6:15).
Así se cumplió notablemente esta profecía tal como la historia lo ha
comprobado.

La profecía de Dios para el último rey de Judá (Ezequiel 21:25–27)


El último rey que se sentó en el trono de David en Jerusalén fue Sedequías.
Este era un rey malvado al cual Ezequiel llamó “profano e impío príncipe”
(Ezequiel 21:25). El tercamente se negó a escuchar las advertencias de los
profetas, y fue llevado cautivo en el año 586 AC cuando Nabucodonosor destruyó
a Jerusalén.

Versículo 26
“Depón la tiara, quita la corona” Dramáticamente se le dice a Sedequías
que su reino tendrá un final completo y repentino.

102
Versículo 27
“A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré” El profeta enfatiza la ruina total del
reino con esta repetición triple de la “ruina”.
“hasta que venga aquel cuyo es el derecho” No habrá mas ningún rey en
el trono de David hasta que Jesucristo venga a tomar legítimamente esa posición
que Dios le ha prometido (2 Samuel 7:12–16; Lucas 1:31–33).
“y yo se lo entregaré” Aquí Dios garantiza que llevará acabo lo que ha dicho
(Isaías 9:6–7; Lucas 1:32; Hechos 3:20).

El reino restaurado bajo el dominio de Jesús


Jeremías, quien vivía durante el reinado de Sedequías, también habló acerca
de la venida de Jesucristo y su reinado desde el trono de David sobre el Reino
Restaurado de Israel (Jeremías 23:5–8, 33:15–16).
Para que estas promesas se cumplan es necesario que el pueblo de Israel
sea nuevamente reunido y a la vez instruido en la verdad acerca del oficio del
Señor Jesucristo como su Mesías y Rey (Jeremías 30:10–11; Jeremías 46:27–
28; Ezequiel 11:–20; 37:21–28).

Profecías acerca de la reunificación de Israel


Para el estudiante de la Biblia las profecías de Dios tocante al pueblo de Israel
son una garantía asombrosa que nos da confianza en la veracidad de la Biblia.
Dios mismo ha dicho que Israel es su testigo en la tierra.
“Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”
(Isaías 43:1, 10–13)

Consideremos brevemente algunas de estas profecías.


• Antes de que ellos entraran en la tierra de Israel, mientras aun estaban en
el desierto, Moisés predijo la dispersión de ellos entre las naciones por su
desobediencia (Deuteronomio 28:63–68). La manera en la que esta
profecía se ha cumplido con precisión se expone claramente en la historia
de los judíos desde el año 70 DC hasta el tiempo presente.
• Moisés también predijo su reunificación final de entre las naciones
(Deuteronomio 30:1–5).
• El profeta Jeremías claramente describe la dispersión y la reunificación
(Jeremías 30:10–11; Jeremías 31:10).
• Jesús de Igual manera predijo la dispersión de los judíos como
consecuencia de los sucesos espantosos del 70 AC. Desde entonces
Jerusalén ha permanecido bajo el dominio Gentil y los Judíos esparcidos
por todos los países del mundo. No fue sino hasta los últimos cien años
aproximadamente que los judíos han comenzado a tornar a la tierra de sus

103
padres. La misma ciudad de Jerusalén finalmente llegó a estar bajo el
control de los judíos en 1967 después de casi 2000 años de dispersión.
• El profeta Zacarías predijo que los Judíos regresarían a su tierra y tomar
control de Jerusalén antes que Jesucristo regrese (Zacarías 12:1–11).
• El predijo que Jerusalén había de estar en las manos de los Judíos, pero
que esto sería una fuente de tensión internacional y que todas las naciones
se habían de convergir en el Medio Oriente para la guerra, antes que Jesús
mismo se revele ante los Judíos (Zacarías 12:2–3, 9–10; 14:1–4).
• El profeta Ezequiel predijo esta asombrosa guerra que tomara lugar en el
Medio Oriente durante “los últimos días”, cuando los Judíos sean
establecidos nuevamente en la tierra de Israel (Ezequiel 38:8,12). Hemos
atestiguado el restablecimiento de la nación de Israel en su tierra en 1948.
• Israel retornará a su tierra con la incredulidad en Jesucristo como el
Mesías. Este hecho la aceptarán solamente cuando él se revele ante ellos
y vean las marcas en sus manos (Zacarías 12:10, 13:6).
• El apóstol Pablo habló acerca del tiempo cuando al pueblo Judío se le
había de quitar la ceguera y así reconocer que Jesús fue verdaderamente
su Mesías (Romanos 11:25–27; Isaías 59:20–21).

Puntos de Resumen
• Porque Salomón abandonó los caminos de Dios, el Reino fue dividido
después de su muerte (1 Reyes 11:–13). Su hijo Roboam reinó sobre
las dos tribus desde Jerusalén, y Jeroboam reinó sobre las diez tribus
restantes en el norte.
• Las dos tribus en el sur eran conocidas como el Reino de Judá y las diez
tribus al norte como el Reino de Israel.
• La división ocurrió aproximadamente en el año 970 AC y el Reino del
Norte continuó hasta el año 720 AC cuando fue tomado cautivo por
Asiria y esparcidos (2 Reyes 17:6, 18, 23).
• El Reino del Sur continuó hasta el año 586 AC cuando Jerusalén y el
templo fueron destruidos finalmente y Judá fue tomado cautivo hacia
Babilonia (2 Crónicas 36:17–20).
• Ellos permanecieron en Babilonia 70 años de acuerdo a la palabra de
Jeremías, y luego regresaron para construir nuevamente el Templo y
Jerusalén (2 Crónicas 36:21–23).
• Dios le dijo a Sedequías, el último Rey, que no habría mas ningún rey en
el trono de David hasta que Jesucristo regrese a restablecer el Reino y
sentarse en ese mismo trono (Ezequiel 21:25–27).
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Lección 15 – Preguntas
1. ¿Cuál hijo de David reinó sobre Israel después de su muerte?
2. ¿Qué fue lo que el construyó como centro de culto para Israel?
3. El Reino fue dividido después de Salomón. ¿Cuáles eran los nombres
de cada división y cuantas tribus tenía cada una?
4. ¿Cuándo fue derrocado completamente el reino del norte y por quién?
5. ¿Qué potencia derrocó a Judá y los tomó cautivos?
6. ¿Cuál fue el mensaje que Dios le dio al último rey de Judá, y quien es
el único que tiene derecho de sentarse en el trono de David?
7. Jeremías predijo el tiempo que Judá había de permanecer en cautividad
en Babilonia. ¿Cuánto tiempo era?
8. Dios dio algunas profecías asombrosas por medio de sus profetas
tocante a la reunificación de Israel. Dé tres ejemplos de estas profecías,
explicando como se han cumplido hasta el momento.

LAS PROFECÍAS DE DANIEL


“EL DIOS DEL CIELO LEVANTARÁ UN REINO”
Lección 16 Lectura: Daniel 2
El profeta Daniel
En el tiempo cuando Jeremías advertía a su pueblo en Jerusalén que
Nabucodonosor, el poderoso rey de Babilonia, volvería para destruir a Jerusalén
por su maldad, Daniel ya era un judío cautivo en Babilonia. Él había sido exiliado
previamente durante una campaña en el año 606 AC, y fue puesto entre un grupo
élite de Judíos cautivos que Nabucodonosor había escogido para que fueran
educados en la sabiduría y cultura de Babilonia (Daniel 1). Daniel permaneció
allí durante los 70 años de cautiverio que Jeremías había predicho, elevándose
a sostener una posición de preeminencia en el tribunal a causa de su sabiduría
e integridad (Daniel 6:28; Jeremías 25:8–12).

El sueño de Nabucodonosor (Daniel 2)


En el segundo capítulo de Daniel leemos de un notable incidente.
Nabucodonosor tuvo un sueño que le impresionó mucho y le perturbaba. Vio una
gran imagen de un hombre cuya cabeza era de oro, su pecho y brazos de plata,
su vientre y los muslos de bronce, sus piernas de hierro y los pies parte de hierro
y parte de barro. Luego vio que una piedra hiere a la imagen en sus pies con tal
fuerza que se cayó y se rompió en pedazos. La piedra creció y se convirtió en
una gran montaña y llenó toda la tierra. El sueño era tan vivo, y la figura tan
brillante y terrible que Nabucodonosor se sintió obligado a descubrir lo que
significaba todo esto.

105
Llamó a sus magos y astrólogos para que le revelaran el sueño y su
interpretación. Pero por supuesto no podían. Cuando las noticias de esto llegó a
Daniel, él hace un llamado a su Dios, quien le reveló que El efectivamente había
dado a conocer en ese sueño lo que iba a suceder “en los postreros días”
(Daniel 2:28).
Esto solamente es una de varias profecías en la Biblia que hablan de “los
postreros días”.

El sueño de la imagen (Daniel 2:28–45)


Daniel procedió a describir de manera precisa el sueño y la interpretación
como Dios le había revelado a él. Una representación artística se muestra en la
página siguiente, junto con la interpretación de Daniel y la manera en que la
historia ha verificado los detalles.

El Dios del cielo levantará un reino (Daniel 2:44)


El poder y labor de la piedra se interpreta claramente en el versículo 44 de
Daniel cuando dice:
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que
no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá
para siempre”

Tenga en cuenta estos puntos de interés en el versículo 44


1. En un tiempo determinado Dios establecerá un Reino.
2. Este Reino no será jamás destruido (como Babilonia, Medo-Persa etc.).
3. La potestad de este Reino no se deja en manos de los hombres.
Jesucristo, con aquellos fieles seguidores que serán hechos inmortales en
su regreso, reinaran sobre el (Mateo 25:34 y Lucas 19:17).
4. El Reino de Dios, con Jesucristo como Rey, destruirá todos los otros
sistemas políticos.
5. El Reino de Dios estará en pie para siempre (2 Samuel 7:12–16; Lucas
1:31–33).

Así que en este fascinante sueño y su interpretación tenemos la historia del


mundo desde los días de Nabucodonosor hasta el momento en que Dios enviará
de nuevo a Jesucristo para establecer el Reino de Dios en la tierra.
Este es el Reino por el cual Jesús enseñó a sus discípulos a orar cuando dijo:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra” (Mateo 6:10)

106
También leemos del tiempo cuando Jesús gobernará el mundo:
“Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su
Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15)

El mismo profeta Daniel recibió varias visiones que también revelan la historia
del mundo a partir del año 606 AC hasta el establecimiento del Reino de Dios en
la tierra.

Dios gobierna sobre el reino de los hombres


Una de las lecciones muy importantes y fundamentales que debemos
aprender de las profecías de Daniel es que Dios está en control de los
acontecimientos mundiales, y las está haciendo progresar según la revelación de
su plan.
Daniel impresionó esta lección en la mente de Nabucodonosor de tal manera
que este poderoso rey, gobernante del mundo en ese tiempo, se vio obligado a
reconocer la autoridad del Dios de Daniel.
“Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi
razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que
vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas
las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como
nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los
habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga:
¿Qué haces?” (Daniel 4:34–35)

Daniel le había dicho que:


“el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere
lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres” (Daniel 4:17)

Nabucodonosor ahora reconoce que esto es así.

107
108
El sueño de Daniel – las naciones representadas como animales (Daniel
7)
Daniel mismo recibió un sueño impresionante que también predecía la
sucesión de los imperios mundiales de su tiempo hasta el establecimiento del
Reino de Dios en la tierra. El sueño y su interpretación se exponen en Daniel 7.
En este sueño los cuatro imperios mundiales sucesivos fueron ilustrados como
diferentes animales. La duda acerca de la representación de los animales
desaparece cuando Daniel pregunta y recibe la respuesta.
“Estas grandes bestias, las cuales son cuatro, cuatro reyes son, que
se levantarán en la tierra. Después tomarán el reino los santos del
Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los
siglos” (Daniel 7:17–18)

Esta amplia interpretación habla una vez más de los cuatro imperios
mundiales los cuales serán finalmente sustituidos por el Reino de Dios. Los
santos son los fieles siervos de Dios que están vivos en la venida de Jesucristo,
o han resucitado y hechos inmortales por él. La función de estos será la de reinar
con él en el Reino de Dios.
Los cuatro animales que fueron mencionados son:
• El León – que representa el Imperio Babilónico
• El Oso – que representa el Imperio Medo-Persa
• El Leopardo – que representa el Imperio de Macedonia (Grecia)
• La espantosa y terrible Cuarta Bestia – que representa el Imperio
Romano

Cada animal tiene distintos aspectos que por más de 1500 años han permitido
a los estudiantes de la Biblia identificarlos con estos cuatro imperios mundiales .
Un ejemplo de esto se puede ver con el Leopardo, que tenía cuatro cabezas y
cuatro alas. La historia registra que después de la muerte de Alejandro Magno el
Imperio de Macedonia se dividió en cuatro, cada división fue entregada a uno de
sus generales. Esto corresponde a las cuatro cabezas y cuatro alas. Bajo la
inspiración de Dios, Daniel predijo esto unos 300 años antes que esto ocurriera.

La cuarta bestia
Una pregunta lógica que puede venir a la mente es: “¿Si el Imperio Romano
fue quebrantado alrededor del año 400 DC, donde podemos encontrar detalles
de los acontecimientos desde entonces hasta ahora?” Dios, de hecho, los ha
revelado muy claramente.
Usted se dará cuenta de que la Bestia tenía diez cuernos. Daniel preguntó
qué significaba esto y le fue dicho, “los diez cuernos significan que de aquel

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reino se levantarán diez reyes” (Daniel 7:24). Aquí se nos presenta
nuevamente la desintegración del Imperio Romano en distintos reinos, y esto es
exactamente lo que la historia secular registra que sucedió en Europa. Esto lo
vimos en los detalles de Daniel 2.
Entonces Daniel vio
“otro cuerno pequeño” salir de entre los diez cuernos con
preeminencia. Este cuerno tenía “ojos como de hombre, y una boca
que habla grandes cosas” (Daniel 2:8)

Una vez más se nos dan pistas para identificar este cuerno que se desarrolló
a partir de la Bestia Romana. Se trata de un poder que “hacía guerra contra los
santos [los fieles seguidores del verdadero Evangelio de Jesucristo], y los
vencía” (Daniel 7:21), que perseguía a cualquiera que se negara a aceptar su
autoridad y su enseñanza. Este cuerno representa un sistema religioso que
reclama autoridad para hacer decretos religiosos. Sin embargo sus decretos se
oponen a la verdad de la palabra de Dios. Leemos:
“Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo
quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25)

Registros históricos documentan claramente el desarrollo de esta religión


cristiana apóstata, que ha ejercido un enorme poder político y religioso,
particularmente en el territorio del antiguo Imperio Romano. Mayor detalle del
desarrollo de esta falsa religión cristiana se encuentra en las profecías
posteriores de 2 Tesalonicenses 2 y Apocalipsis 13 a 19.
Así que Dios reveló a Daniel un amplio panorama de los principales
acontecimientos políticos y religiosos a lo largo de los años hasta el momento
actual en que vivimos. Una vez más, la historia confirma esta asombrosa
profecía.

“Venga tu reino” – el reino vendrá


Daniel concluye esta profecía también con la promesa de que Dios
intervendrá en los asuntos del mundo y establecerá su Reino aquí en la tierra.
Leemos:
• “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el
reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Daniel 7:18)
• “vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo;
y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (Daniel 7:22)
• “el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el
cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es

110
reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel
7:27)

Así, por medio de estas dos profecías (Daniel 2 y 7) Daniel ha anunciado


claramente que todo sistema político y todo sistema religioso falso será barrido
cuando Jesucristo venga a establecer el Reino de Dios en la tierra. Al considerar
los últimos 6000 años de sufrimiento y triste angustia bajo el gobierno del hombre,
¿Cuan agradecidos estamos de que Dios está en control y que pronto enviará a
Jesucristo a gobernar este mundo con justicia? (Hechos 17:31).

Daniel predice los eventos en “el tiempo del fin” (Daniel 11:40–12:3)
Daniel no sólo dio un amplio panorama de la historia del mundo hasta que el
del Reino de Dios sea establecido en la tierra, sino que también habló de los
acontecimientos que conducen a la creación de ese Reino. El reveló que en “el
tiempo del fin” (Daniel 11:40), una potencia militar designado como “el rey del
norte” pasara rasando por el Medio Oriente a través de Israel hasta Egipto. Este
poder norteño es identificado por muchos eruditos como una confederación de
naciones encabezada por Rusia. Notemos los puntos principales:
• los acontecimientos tienen lugar “al cabo del tiempo” (Daniel 11:40)
• una potencia del norte hace un rápido avance militar en el Medio Oriente,
con la intención de tomar control de Israel y Egipto (Daniel 11:40:43)
• este poder militar norteño es destruido en Israel (Daniel 11:44–45)
• Jesucristo regresa y los muertos son resucitados (Daniel 12:1–2)
• los justos reciben la inmortalidad para reinar con Cristo eternamente
(Daniel 12:3).

Daniel 12:1–3 muestra que al mismo tiempo que esta invasión de Israel del
norte se lleva a cabo (es decir, en “el tiempo del fin”), la resurrección de los
muertos también se lleva a cabo.
• “será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente
hasta entonces”
• “en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren
escritos en el libro.”
• “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán
despertados”
• “unos para vida eterna”
• “y otros para vergüenza y confusión perpetua”
• “los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento”
• “y los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas á
perpetua eternidad”
111
Con el Oriente Medio ahora continuamente en un estado de tensión y muchas
naciones del mundo en caos, no hay duda de que estamos viviendo en esos
últimos días que declaran muy claramente que Jesucristo pronto hará su retorno
a la tierra para establecer el Reino de Dios.

Apéndice “Los últimos días”


Las profecías de “los últimos días” en la Biblia son de gran interés para los
estudiantes de la Biblia. Por lo tanto, hacemos unos breves comentarios sobre
una de estas profecías que se encuentra en Ezequiel 38:8,16. Hablan de estos
mismos acontecimientos que toman lugar en “los últimos años” y en “los
últimos días”. Esta profecía está cercanamente relacionada con la profecía
acerca “del tiempo del fin” de Daniel 11:40–12:3. Ezequiel 38 habla de una
confederación de potencias militares, principalmente desde el norte, que vendrá
para invadir a Israel “en los postreros días”. Estos movimientos serán
desafiados por otra confederación de poderes, pero finalmente Dios va a
intervenir, con el resultado de que Él será reconocido y reverenciado por todos
los pueblos de la tierra.

Un resumen de Ezequiel 38
Los acontecimientos de los que habla se producirá en “los últimos años” o
“días” (Ezequiel 38:8, 16)
• El centro de este predicho conflicto será la tierra de Israel (Ezequiel 38:8,
18)
• Los judíos estarán parcialmente reunidos y establecidos en su tierra
(Ezequiel 38:8, 12). Esto sólo ha sido posible desde 1948, cuando Israel
se convirtió en una nación en su propia tierra, después de casi 1900 años
de dispersión por todas las naciones del mundo.
• El ejército del norte o “hueste” (Ezequiel 38:15) será dirigido por “Gog,
de la tierra de Magog”, que es príncipe de Ros, Mesech, y Tubal
(Ezequiel 38:3). “Ros” durante mucho tiempo ha sido identificado por
muchos eruditos con Rusia (ver nota siguiente).
• Este poder militar agresivo llegará a Israel de “los lados del norte” y “las
regiones del norte” (Ezequiel 38:6, 15). Esta expresión hebrea ha sido
diversamente traducido, “los confines del norte”, “las partes remotas del
norte” y “los recesos del norte”, de nuevo causando que muchos
identifiquen este agresor norteño con Rusia.
• En confederación con este poder militar norteño estará Europa (Magog,
Gomer), y Asia Occidental (Persia o Irán, y Togarmá o Armenia), Libia y
Etiopía (Ezequiel 38:5, 6). (Ver mapa para la identificación de esos
poderes)

112
• Esta invasión norteña será confrontada por “Tarsis”, y “sus leoncillos”
(Ezequiel 38:13). Muchos eruditos identifican a Tarsis con Gran Bretaña
y su Comunidad de Estados Independientes, y sus socios comerciantes
aliados como EE.UU..
• Aliados también con Tarsis estará “Seba” y “Dedán” (es decir, Arabia
Saudita y los estados Arabes de la península).
• En el apogeo de este conflicto en el Oriente Medio, Dios revelará Su gran
poder (Ezequiel 38:18–19), cuando Jesucristo se revela a sí mismo al
mundo (Zacarías 14:1–5; Zacarías 12:9–11).
• El resultado será que el poderío militar de esta confederación norteña será
destruida (Ezequiel 39:3–5).
• Todas las naciones sabrán que el Dios de Israel habrá conseguido esta
gran victoria (Ezequiel 38:23; Ezequiel 39:7).
• Israel luego se dará cuenta de la ceguera de sus años pasados y
aceptarán los caminos de Dios en verdad, reconociendo a Jesucristo como
el Hijo de Dios y como su Mesías y Rey (Ezequiel 39:7, 27–29; Romanos
11:25–26).

Nota: Los eruditos durante muchos siglos han rendido la palabra “soberano”
que se produce en el versículo 2 de la versión Reina Valera como nombre propio,
de modo que la frase se convierte en “el príncipe de Ros” (cp Rotherham, y La
113
Biblia de las Americas). Ros es identificado como el nombre antiguo de Rusia, y
los nombres Mesech y Tubal con zonas de Rusia. Historiadores de renombre,
como Bochart y Rollin apoyan este punto de vista, mientras que Gesenius, un
lexicógrafo de la lengua Hebrea, señala lo siguiente en su léxico publicado en
1847 bajo el término “Ros” – “Una nación del norte que se menciona con Tubal y
Mesech: sin duda, estos son los Rusos que fueron mencionados por los
Escritores Bizantinos del siglo 10 bajo el nombre de ' El Ros' “. Por
estas razones, muchos creen que el poder norteño que se menciona aquí es
Rusia.

Puntos de Resumen
• Daniel interpretó un sueño impresionante que Dios le dio a
Nabucodonosor. En ese sueño vio un panorama de la historia del
mundo, hasta el momento en que el Dios del cielo establecerá un Reino
que nunca será destruido (Daniel 2:44)
• Daniel señaló a Nabucodonosor que “el Altísimo gobierna el reino
de los hombres, y que a quien él quiere lo da” (Daniel 4:17). Esto
nos asegura que Dios está en control de los asuntos internacionales de
hoy y que cumplirá con su plan.
• Nuevamente se le dijo a Daniel que “los santos del Altísimo poseerán
el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Daniel 7:18)
• La historia ha reivindicado por completo las profecías de Daniel como
la palabra inspirada de Dios. El apóstol Pedro escribió: “entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la escritura es de
interpretación privada. Porque nunca la profecía fue traída por
voluntad humana: sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo “ (2 Pedro 1:20–21)
• En “el tiempo del fin” una potencia militar norteña entrará en Israel y
ahí en esa misma tierra será destruida con la intervención de Jesucristo
(Daniel 11:40–45)
• Al mismo tiempo “será tiempo de angustia” en la tierra, “cual nunca
fue desde que hubo gente hasta entonces”. También será el
momento de la resurrección de los muertos. Algunos recibirán la vida
eterna y otros serán rechazados (Daniel 12:1–3)

Lección 16 – Preguntas
1. ¿Cuál fue el sueño que Daniel le interpretó a Nabucodonosor?
2. ¿Qué reinos representan los cuatro tipos de metales?
114
3. ¿Qué es lo que se anuncia en Daniel 2:44?
4. ¿Qué aprendemos en Daniel 4:17?
5. Daniel dijo que “los santos del Altísimo” recibirán el reino para poseerlo
para siempre (Daniel 7:18). ¿Quiénes son estos?
6. Daniel revela los acontecimientos en “el tiempo del fin” ¿Cuáles son?
7. ¿En qué manera es la profecía de Ezequiel 38 similar con la profecía en
Daniel 11:40–12:4?

EL REGRESO DE LOS EXILIADOS HASTA EL TIEMPO DE JESUCRISTO

Lección 17 Lectura: Esdras 1


Como hemos visto, Dios predijo que los judíos estarían cautivos en Babilonia
por un periodo de 70 años y que al final de este tiempo ellos regresarían a
Jerusalén y a Judá. Usted podrá encontrar los detalles de esto en las notas – “La
impresionante profecía de Jeremías acerca de los 70 años”, Lección 15.
Daniel, quien había estado cautivo en Babilonia durante todo este tiempo, se
dio cuenta que el periodo de los 70 años predicho por Jeremías había llegado a
su cierre y le ofreció a Dios una oración apasionada pidiéndole que permita a los
judíos regresar a Jerusalén y a su tierra. Esta oración está registrada en Daniel
9. Note en particular sus peticiones (Daniel 9:1–14, 16–19).
Dios fue fiel a su palabra y por lo tanto El hizo sombra en los asuntos
internacionales para que su profecía fuese cumplida. Hoy en día Dios todavía
está supervisando los asuntos internacionales para que su revelada voluntad en
cuanto al regreso del Señor Jesucristo sea cumplida exactamente como lo ha
previsto (Daniel 4:7).

El decreto de Ciro
Ciro, un excelente rey y líder militar del Imperio Medo-Persa, derrocó el reino
de Babilonia en el año 538 A.C. No mucho después de haber tomado el poder el
hizo el notable decreto registrado en Esdras 1:1–4). A medida que vayamos
leyendo a través de este decreto notamos unos hechos muy interesantes.

Versículo 1
“...para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías”
Esto se refiere específicamente a la profecía de Jeremías con respecto a los 70
años de cautividad (Jeremías 25:8–12; 29:10–14).
“despertó Jehová el espíritu de Ciro” La motivación para este decreto fue
iniciada por Dios mismo, quien provocó que Ciro cumpliera una profecía de Isaías
la cual había sido registrada 200 años antes del acontecimiento. En Isaías el

115
nombre de Ciro es previsto, como lo es también la proclamación que él haría
referente a la reconstrucción del templo y Jerusalén (Isaías 44:28; 45:1–4).

Versículo 2
“y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén” El Templo había
sido quemado hasta el suelo por Nabucodonosor en el año 586 A.C. en el asedio
y derroque final de Jerusalén (2 Reyes 25:8–12). Ciro ahora hace un decreto
para permitir que los judíos dispersados vuelvan y reconstruyan el Templo.

Los libros de Esdras, Hageo y Zacarías


Muchos judíos respondieron al decreto de Ciro e hicieron nuevamente el largo
viaje de Babilonia a Jerusalén con el propósito expreso de reconstruir el templo.
El libro de Ezra registra que volvieron bajo la dirección de Josué y de Zorobabel
con gran entusiasmo para reconstruir, pero sufrieron la considerable oposición
de la gente vecina.
El espíritu de Dios entonces vino sobre dos de los exiliados que habían vuelto,
los profetas Hageo y Zacarías, y leímos de su influencia sobre el pueblo en
Esdras 5:1–2.
“Entonces se levantaron Zorobabel... y Josué... y comenzaron a
reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los
profetas de Dios que les ayudaban”

Estos dos profetas fieles no solamente dieron aliento a través de su mensaje


pero también se involucraron en el trabajo. El resto del libro de Esdras habla de
la terminación del Templo y de los esfuerzos de Esdras, como sacerdote, para
restablecer la adoración verdadera de Dios entre el pueblo.

Nehemías y Malaquías
Una vez que el templo fue terminado, los judíos hicieron frente al trabajo de
reconstruir las paredes de Jerusalén. Esto era una tarea enorme y fue Nehemías,
un Judío y criado de confianza del rey Artajerjes de Persia, quien buscó el
permiso del rey para volver a Jerusalén y para supervisar la reconstrucción de
las paredes de la ciudad (Nehemías 2:1–6).
Su petición fue concedida y, volviendo a Jerusalén, él organizó este gran
trabajo. Los detalles de las dificultades que él enfrentó y cómo el trabajo
finalmente se realizó a través de la mano asombrosa de Dios se revela en el libro
de Nehemías.
Durante el período descrito en el libro de Nehemías encontramos que había
una declinación en la fidelidad de los judíos. Permitieron que la adoración de Dios
se convirtiera en un ritual formal sin sentido. Dios envió a su mensajero, el profeta

116
Malaquías, para llamar a la gente de nuevo a la fidelidad en su adoración
(Malaquías 1:6–8). Su severo pero alentador mensaje, aunque breve, esta
descrito en la profecía de Malaquías.

Del Regreso de los exiliados hasta Jesucristo


Los acontecimientos históricos pasados registrados en el Antiguo Testamento
relacionan con el regreso de los exiliados a Jerusalén, el restablecimiento de la
adoración del Templo y la reconstrucción de las paredes de la ciudad.
Estos acontecimientos fueron concluidos alrededor de A.C. 450. Para los
detalles del período de 450 años a partir de los días de Nehemías y de Malaquías
hasta el nacimiento de Jesucristo necesitamos mirar a través de la historia
secular de este periodo.
Daniel dio varias profecías que se relacionan particularmente con este
período. Estas profecías se encuentran en Daniel 8, 9 y 11. El capítulo 11
particularmente se ocupa proféticamente con los acontecimientos que siguieron
después del derrocamiento del Imperio Persa por medio de los Griegos en A.C.
333 hasta el surgimiento de la potencia Romana.
Alejandro Magno, después de destruir el Imperio Medo-Persa, murió en
Babilonia en A.C. 323. Su imperio finalmente fue dividido en cuatro secciones y
controlado por sus cuatro generales (Daniel 7:6; Daniel 8:22; Daniel 11:4). La
sección al norte de Israel fue llamado el Reino Seléucida, mientras que aquel al
sur de Israel en Egipto fue gobernado por los Ptolomeos. Estos dos reinos
contendían continuamente sobre la propiedad de Israel. En Daniel 11 se habla
de ellos como “el rey del norte” y “el rey del sur” (Daniel 11:5–35), pues esta
era su relación geográfica con Israel.
Finalmente una fuerza de resistencia fue levantada en Israel por la familia
sacerdotal nombrada Asmón. Eran los “Asmoneos” y también eran conocidos
como los “Macabeos” después de la forma griega del nombre de su líder, Judas
Ben Matatías. El rey Seléucido Antíoco IV Epífanes había profanado el templo en
Jerusalén y prohibió a los judíos adorar conforme a su ley. Esto motivó la rebelión
que estalló en la aldea de Modi’ín, que después condujo al dominio de Judas
sobre la fuerza militar del ejército de Seléucido. La familia Asmonea fue
establecida posteriormente como el sumo sacerdote y familia gobernante en A.C.
163. Este linaje continuó hasta A.C. 37 cuando mataron al último sumo
sacerdote/rey Asmoneo y Herodes el Grande, un Idumeo (Edomita) simpatizante
de los romanos, fue hecho procurador de Judea por Roma.
El reino norteño Seléucida fue derrocado por Roma en A.C. 67 y el imperio
Ptolemaico Egipcio llegó a su fin con la muerte de Cleopatra en A.C. 30. Judea
fue derrocada por Roma y se convirtió en parte de su Imperio en A.C. 63.

117
Así cuando Jesús nació Israel y sus países vecinos eran parte del Imperio
Romano, con Herodes el Grande gobernando como Rey sobre Judea y César
Augusto como Emperador del Imperio Romano.

Puntos de Resumen
• Dios había previsto a través del profeta Jeremías que los Judíos
permanecerían en Babilonia por 70 años (Jeremías 25:8–12;
Jeremías 29:10– 14).
• En el cumplimiento de esta profecía Dios levanto a Ciro Rey de Persia
quien hizo el decreto que permitió a los judíos regresar para construir
el Templo que había sido destruido (Esdras 1:1–4).
• Los judíos regresaron y reconstruyeron el Templo, animados por las
profecías de Hageo y Zacarías, y luego alentados por Nehemías las
paredes del templo fueron reconstruidas.
• A lo largo del periodo desde el año 536 A.C. hasta el nacimiento de
Jesús, Los judíos que estaban en su Tierra eran gobernados por los
medo–persas, luego por los griegos, seguidos por el Reino Seléucida
y el Reino Ptolomeo al norte y al sur de Israel.
• Después de la rebelión de los Macabeos y la gobernación de esta
familia de judíos, el país fue derrocado por los romanos quienes
dominaban cuando Cristo nació.

Lección 17 – Preguntas
1. ¿Cuánto tiempo estuvieron en cautividad los judíos en Babilonia?
2. ¿Quién era el rey Persa que hizo un decreto que cumplió la profecía de
Jeremías y Isaías?
3. ¿Qué fue lo que profetizó Isaías respecto a este rey?
4. ¿Quiénes eran los dos profetas que animaron a los judíos a reconstruir el
Templo en Jerusalén?
5. ¿Qué potencia mundial gobernaba a Judá en el tiempo que Jesucristo
nació?

EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO
Lección 18 Lectura: Lucas 1 y 2
Los acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesucristo se
registran en dos de los Evangelios. Se encuentran en Mateo 1 y 2, y Lucas 1 y
2. Lucas nos dice que estos acontecimientos tuvieron lugar en el reinado de

118
César Augusto (Lucas 2:1–2), lo cual nos permite establecer con bastante
precisión que Jesús nació alrededor del año 4 A.C. El evangelio de Lucas también
registra el nacimiento de Juan el Bautista y su aparición ante la nación,
poniéndolo a la vez en su marco histórico (Lucas 3:1).
Al considerar estos sucesos somos impresionados con los detalles exactos
que se extraen de los profetas que anuncian el propósito de Dios en levantar a
Jesús y el trabajo que desempeñaría.

Las profecías de Isaías acerca del nacimiento de Jesús


Fue Isaías, quien había entregado un mensaje específico a la casa real de
David, diciendo:
“He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por
nombre Emanuel [que significa ‘Dios con nosotros’]” (Isaías 7: 14)

Esto se cumplió cuando María, cuyo linaje provenía del rey David, dio a luz a
su hijo primogénito Jesús, como se predijo en Mateo 1:21–23.
Isaías también predijo la futura obra de aquel que había de nacer diciendo:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado
sobre su hombro...lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite,
sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y
confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre”
(Isaías 9:6–7)

Por estas profecías no podemos dejar de ser impresionados con el hecho de


que Jesús nació para reinar sobre el reino de David en un momento en el cual
ese reino se establecerá en la tierra para siempre.

El mensaje del ángel Gabriel a María


Cuando el ángel Gabriel le apareció a María, le dijo del trabajo especial que
Jesús había de hacer. Sus palabras identifican a Jesús como la simiente
prometida de David predicho en 2 Samuel 7:12–16:
“Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su
nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y
el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:31–33)

Veamos el significado del mensaje de Gabriel a María.


“y llamarás su nombre Jesús” ‘Jesús’ es la forma griega del nombre ‘Josué’
del Antiguo Testamento que significa “Yah (Dios) salvará”. A través de Jesús,

119
Dios estaba proporcionando la salvación del pecado y la muerte para toda la
humanidad (Mateo 1:21).
“Será llamado Hijo del Altísimo” Él iba a ser el “Hijo de Dios”, el que le fue
prometido a David en 2 Samuel 7:14 (Hebreos 1:5; Salmo 2:7).
“el Señor Dios le dará el trono de David su padre” Jesús es “la simiente”
o descendiente prometido a David quien restablecerá el trono y el reino de David
en la tierra (2 Samuel 7:12–16; Isaías 9:6–7).
“y su reino no tendrá fin” El reino no tendrá fin, porque Jesucristo, el futuro
rey, ahora es inmortal (2 Samuel 7:16; Daniel 2:44, Apocalipsis 11:15).
En el breve anuncio de Gabriel tenemos una muy clara definición de la labor
que se debe realizar en este niño que estaba a punto de nacer.
• El salvaría a la humanidad del pecado y la muerte
• Él sería el Hijo de Dios
• Él sería el Hijo de David y, por lo tanto:
• Se sentaría sobre el trono de David en Jerusalén
• Gobernaría sobre el reunido pueblo de Israel
• Establecería el eterno Reino de Dios en la tierra.

La respuesta de María al mensaje de Gabriel es una de humilde sumisión a


la voluntad de Dios. Ella preguntó:
“¿Cómo será esto? pues no conozco varón” La respuesta de Gabriel
fue: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo ser que nacerá,
será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:34–34)

Este niño había de nacer por el poder del Espíritu Santo de Dios y sería
llamado “el Hijo de Dios”, en cumplimiento de las profecías del Antiguo
Testamento (2 Samuel 7:14; Salmo 2:7, véase Hechos 13:32–33; Génesis
3:15).

Su nacimiento en Belén
El hecho de que Jesús llegaría a nacer en Belén había sido anunciada por el
profeta Miqueas (Miqueas 5:1–2), pero José y María vivían en Nazaret, más de
110 kilómetros al norte de Belén. María ahora estaba cerca de dar a luz y,
humanamente hablando, pareciera que él nacerá en Nazaret. Vemos sin
embargo, la mano de Dios obrando en los asuntos de los hombres para lograr su
propósito (Daniel 4:17), pues en este momento César Augusto promulgó un
decreto que todo el mundo debe pagar impuestos (es decir, matriculados o
registrado). Esto obligó a José y María a tomar un largo viaje a su ancestral
ciudad de Belén para este fin (Lucas 2:1–6). Lo que entonces parecía ser una

120
decisión de un lejano emperador pagano es, de hecho, la influencia de la mano
de Dios en los asuntos humanos, pues Jesús debía nacer en Belén (Lucas 2:4–
7; Mateo 2:4–6). Miqueas predijo también la labor futura de Jesús diciendo que
él sería “gobernante en Israel”. Esto no será cumplido hasta que se vuelva a
establecer el Reino de Dios en la tierra.

La alegre noticia de su nacimiento


Este evento, previsto desde hace tanto tiempo por generaciones de hombres
y mujeres temerosos de Dios, fue proclamado por el ángel a los pastores en las
laderas de Belén:
“Mas el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí, os traigo buenas
nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el
Señor” (Lucas 2:10–11)

Versículo 10
“buenas nuevas” Esto es una traducción de la misma palabra Griega rendida
en otros lugares como “evangelio”.
“para todo el pueblo” La buena noticia asociada con el Señor Jesucristo no
es solamente para los judíos, sino para todas las personas, judíos y gentiles por
igual. Esta buena noticia es el mensaje de salvación que Dios ha ofrecido a través
de Jesús (Marcos 16:15–16; Gálatas 3:26–27).

Versículo 11
“en la ciudad de David” Eso es, Belén, la ciudad donde había nacido David
(1 Samuel 16:1). Era en esta ciudad que Israel buscaba su gobernante venidero
(Miqueas 5:1–2).
“un Salvador” El hombre es mortal y pecador y necesita ser rescatado de la
muerte. Por medio de Jesucristo Dios ha ofrecido el perdón de pecados y la
esperanza de compartir la inmortalidad con Cristo en su regreso a la tierra (2
Timoteo 1:10; 1Corintios 15:21–23, 51–54). Por lo tanto, Jesús es “la
salvación de Dios” para el hombre.

Los magos del oriente


Entre los que habían leído a los profetas, y previsto el nacimiento de
Cristo durante este tiempo se encontraba “los magos del oriente”. Tan
pronto como llegaron a Jerusalén empezaron a preguntar, “¿Dónde está el Rey
de los judíos que ha nacido?” (Mateo 2:2). Ellos entendieron de los profetas
que el destino de este niño recién nacido era el de ser rey de los judíos
sentándose en el trono de David (2 Samuel 7:12–14; Isaías 9:6–7).

121
Al oír la pregunta de los magos, Herodes se turbó y convocó a los principales
sacerdotes y los escribas e “indagó de ellos dónde había de nacer el Cristo”
(Mateo 2:4). Ellos sabían la respuesta por medio del profeta Miqueas y enseguida
respondieron: “En Belén de Judea” (Miqueas 5:2; Mateo 2:5–6).
Esto nos indica que los judíos entendían que
• Cristo había de nacer
• en Belén
• y él había de “apacentar (o gobernar) a mi pueblo Israel”.

Jesús – “Hijo de Dios” y “Hijo del hombre” a la vez


Estos dos títulos – “Hijo de Dios” y el “Hijo del hombre” – se utilizan en
todos los registros del evangelio. Ellos revelan muy claramente que Dios era su
Padre y, sin embargo, al mismo tiempo, siendo un descendiente de Adán, fue
asociado con la humanidad, la cual vino a salvar. Podemos ver esta doble filiación
en las palabras que Gabriel le declara a María. Él iba a ser “el Hijo del Altísimo”,
es decir, de Dios, y él se sentaría en “el trono de su padre David” (Lucas 1:32,
2 Samuel 7:12–14; Hechos 2:30)
Pablo dice:
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4)

De su Hijo, Dios pudo decir:


“Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy” (Salmos 2:7; Hebreos 1:5, 5:5)

Aunque el nacimiento de Jesús fue previsto desde hace mucho tiempo por los
profetas, su existencia sólo comenzó cuando Dios, mediante el poder de su Santo
Espíritu, causo que María concibiera hace 2000 años (Lucas 1:35).
El profeta Isaías expresa el nacimiento del Señor Jesucristo en estos
términos:
“Y vio [Dios] que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien
se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia”
(Isaías 59:16)

Dios, viendo el estado pecaminoso de la humanidad y dándose cuenta de que


no había uno que podía rendir la obediencia perfectamente o rescatar a la
humanidad de la esclavitud del pecado y la muerte, hizo provisión de uno
mediante el cual llegaría la salvación. Él fortaleció a uno nacido de la raza
humana para que este pudiera superar al pecado y la muerte, asi abriendo el
camino a la salvación y la vida para sí mismo y para todos los que se acercan a

122
Dios a través de él. La obra de “el Hijo del hombre” se describe en Hebreos
2:6–18.
La involucración necesaria de Dios en la liberación del hombre del pecado fue
prevista desde el principio, cuando Él dijo que “la simiente de la mujer” había
de herir la cabeza de “la serpiente”, indicando que Dios haría sombra sobre la
mujer para que esta diera a luz a un hijo que iba a destruir el ‘poder serpentino’
del pecado (Génesis 3:15; Hebreos 2:14; Gálatas 4:4).

La relación de Jesús con su Padre


Jesús cuidadosamente definió su relación con su Padre, siempre
reconociendo su subordinación a Él en todo. Jesús dijo:
“Mi Padre es mayor que yo” (Juan 14:28; Juan 5:19, 30)

Esta relación de Padre con Hijo manifestó una “unidad” o unión de propósito
entre el Padre y su Hijo (Juan 10:30). El vino a hacer la voluntad de su Padre
(Juan 5:30; Hebreos 10:7), y maravillosamente manifestó el carácter de su
Padre (Juan 14:9).
Esta notable relación era claramente entendida y declarada por Jesús en su
primer registro de palabras a la edad de doce:
“¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario
estar?” (Lucas 2:49)

Él se dio cuenta de que su Padre le había planteado un trabajo específico y


él estaba decidido a hacerlo. Su vida fue una de dedicación y obediencia a la
voluntad de su Padre, que finalizó en el sufrimiento y la muerte sobre la cruz,
donde el hombre podría ser liberado del pecado y la muerte.
A lo largo de su vida, él pudo decir:
“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra” (Juan 4:34)

Así, en las últimas agonizantes horas previas a su crucifixión, él oró por


fortalecimiento en el Jardín de Getsemaní con estas palabras:
“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo
quiero, sino como tú” (Mateo 26:39)

La voluntad del Padre era primordial y se debía hacer. Mientras la terrible


odisea llegaba a su final en la cruz, él gritó con satisfacción y alivio, “Consumado
es” e inclino la cabeza y murió, sabiendo que su trabajo ya se había realizado
(Juan 19:30). Él pudo decir: “he acabado la obra que me diste que hiciese”
(Juan 17:4).

123
Al considerar el maravilloso amor y la obediencia que el Hijo le rindió a su
Padre en todo momento, podemos apreciar por qué Dios proclamó en dos
ocasiones, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo
3:17; 17:5).
En reverencia apreciemos que Jesús, aunque un hombre nacido de nuestra
naturaleza humana, es también el Hijo de Dios, quien con su victoria sobre el
pecado y la muerte fue levantado de entre los muertos y elevado a la diestra de
su Padre en el cielo.
Es importante que comprendamos claramente la relación del Padre con su
Hijo para apreciar correctamente la labor del Señor Jesucristo. El mal
entendimiento ha sido el resultado del falso concepto de la Trinidad – de que
Jesús era Dios, co-igual y co-eterno con el Padre. Esta enseñanza no se
encuentra en la Biblia. Hay amplia evidencia para demostrar que esta doctrina,
que ha llegado a ser tan fundamental en el credo ‘cristiano’ de hoy, no fue
formulada sino hasta 300 años después de Cristo. Expresiones que son de uso
común por parte de quienes adhieren a la doctrina de la Trinidad, como la de
“Dios Hijo”, “co-iguales” y “co-eterno”, e incluso la “Trinidad”, en ningún lugar se
pueden encontrar en la Biblia. Aun los eminentes eclesiásticos reconocen que la
enseñanza no se encuentra en la Biblia. Ha sido desarrollada como dogma por
los hombres que fueron influenciados por la filosofía griega pagana, e impuesta
en la simple enseñanza de la Biblia. Debido a que fácilmente se acepta como
algo incomprensible, que se ha denominado un “misterio”, y esto ha desalentado
a muchos en la búsqueda de la verdad acerca de este asunto. Jesús mismo, por
otra parte, dijo que conocer a Dios es una cuestión de vida eterna:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)

El apóstol Pablo pone el asunto con toda claridad:


“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5)

Jesús – la palabra hecha carne


Dios le declaró a Moisés y a los hijos de Israel:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y
pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le
mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare
en mi nombre, yo le pediré cuenta” (Deuteronomio 18:18–19)

Dios predice aquí cómo Él iba a intervenir en los asuntos mundiales y levantar
un Hijo quien se encargaría de hablar sus palabras a la nación. Como estos

124
versículos hablan de un tiempo futuro, Jesús, aunque era parte del plan y
propósito de Dios, aun no existía en ese momento.
Por cuanto Dios dio instrucciones a su Hijo y coloco Sus palabras en su boca,
Jesús es también llamado “el Verbo hecho carne”. Leemos:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad” (Juan 1:14)

La palabra de Dios no era solamente un hecho académico para él, también


tuvo una influencia moral sobre él para que él reflejara el carácter completo de
su Padre, estando lleno de gracia y de verdad. Así, Jesús pudo decirle a Felipe,
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú:
Muéstranos el Padre?” (Juan 14:9)

Jesús, sin lugar a dudas, no está diciendo que él es el Padre. Lo que él está
diciendo es: “Estoy haciendo exactamente lo que Dios me ha pedido que haga, y
estoy hablando exactamente de lo que Dios me ha pedido que hable. Si me han
visto ustedes habrán visto que les he puesto por manifiesto el carácter del Padre
a ustedes, pues soy su Hijo y hago siempre su voluntad “. Justo antes de que
fuera crucificado oró al Padre diciendo:
“He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste” (Juan
17:6)

Jesús siempre reconoció que las palabras que hablaba no eran suyas, sino
aquellas que Dios le había enseñado:
“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me
envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de
hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo
hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho” (Juan 12:49–50; Juan
7:17, Juan 8:28)

Jesús siempre fue enfático en que él era el Hijo de Dios y subordinado a su


Padre. Así pues insistió, “porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14:28).

Cuando los Judíos dijeron que Jesús se estaba “haciéndose igual a Dios”
Jesús le dijo, “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo”, y de nuevo “No
puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:18–19, 30)

Esta maravillosa relación entre Dios y su Hijo es un fundamento que se debe


entender si hemos de creer la verdad. Jesús dijo,
125
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)

Las primeras etapas de la vida de Jesús


Los evangelios registran muy poco de la vida de Jesús en el período
comprendido desde su nacimiento hasta que tenía unos 30 años de edad, cuando
se introdujo a la nación en su bautismo por Juan el Bautista (Lucas 3:23). El
único incidente registrado fue cuando acompañó a José y María a Jerusalén para
la fiesta de la Pascua cuando tenía doce años. Aquí leemos:
“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios
y los hombres” (Lucas 2:41–52)

Puntos de Resumen
• El nacimiento de Cristo había sido anunciado por el profeta Isaías
(Isaías 7:14; 9:6–7).
• La palabra “Jesús” significa “Dios (Yah) salvará”. Dios es quien ha
proporcionado a su Hijo para la salvación de la humanidad del pecado
y la muerte (Mateo 1:21; Isaías 45:21–22).
• El ángel Gabriel le apareció a María, diciéndole que ella tendría el Hijo
de Dios, quien también sería el hijo de David (Lucas 1:31–33, 2 Samuel
7:12–14).
• Jesús nació como aquel de quien fue hecha la promesa para sentarse
en el trono de David en Jerusalén cuando sea restaurado, y reinará
para siempre (Lucas 1:31–33; 2 Samuel 7:12–16).
• Belén fue la ciudad donde Cristo fue a nacer (Miqueas 5:2; Mateo 2:4–
6; Lucas 2:4–11).
• El carácter de Dios fue manifiesto o revelado en la vida de su Hijo
(Juan 14:9; Juan 17:6). Por cuanto él siempre habló las palabras de
Dios fue llamado “el Verbo hecho carne” (Juan 1:14; Deuteronomio
18:18–19; Juan 12:49–50; Juan 7:17, Juan 8:28).
• Se habla de Jesús como el “Hijo de Dios”. En ningún lugar de la Biblia
se le llama “Dios el hijo”, ni que pretende ser “co-igual” o “co-eterno”
con Dios, como la enseñanza trinitaria lo declara. Él siempre reconoció
que su Padre era mayor que él (Juan 14:28; Juan 5:18–19, 30).

126
Lección 18 – Preguntas
1. ¿Qué significa el nombre “Jesús”?
2. ¿Qué predecían las palabras que el ángel Gabriel le dijo a María acerca
de la obra de Jesucristo?
3. ¿Cuándo se cumplirán estas palabras completamente?
4. ¿En qué ciudad de Israel nació Jesús?
5. ¿Por qué Jesús es llamado “el Hijo del Hombre”?
6. Dios dice de Jesús: “Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2
Samuel 7:12–14 y Hebreos 1:5). ¿Existió Jesús antes que María lo diera
a luz en Belén?
7. Jesús nunca afirma la igualdad con Dios, su Padre. De una cita en la que
Jesús dice que su Padre es mayor que él.
8. La doctrina de la Trinidad no se encuentra en la Biblia. ¿Cuánto tiempo
pasó después de la muerte de Cristo para que algunos “Padres de la
Iglesia” iniciaran la enseñanza de esta falsa idea?

LA OBRA DE JUAN EL BAUTISTA

Lección 19 Lectura: Mateo 3


Juan el Bautista fue enviado a “preparar el camino” para el Señor Jesucristo
(Lucas 1:16–17). Su trabajo había sido anunciado proféticamente por dos de los
profetas del Antiguo Testamento, (Isaías 40:1–8), y (Malaquías 3:1), como se
muestra en Marcos 1:1–5 y Mateo 3:1–7. Cuando le preguntaron a Juan porque
bautizaba, él contestó que él era aquel de quien se habla en Isaías 40:3 (Juan
1:22–23). Dios le había enviado a bautizar (Juan 1:33).

El mensaje de Juan predicho por Isaías (Isaías 40)


Isaías anunció el mensaje que Juan fue a predicar. Se habla de Juan como la
“voz que clama en el desierto” (Isaías 40:3), y se nos da el mensaje de lo que
esta “voz” iba a proclamar en Isaías 40:6–8:
• toda carne es hierba – se seca y muere. Con estas palabras él ha
proclamado la mortalidad del hombre.
• la palabra de Dios permanece para siempre. Este principio se explica en
1 Pedro 1:23–25.

Juan predica el bautismo (Mateo 3:1–6)


Juan enseñaba que el hombre debe reconocer que él es un pecador y, por
tanto, digno de la muerte (Romanos 5:12, Romanos 21; 6.23). Sin embargo,
también enseñaba que aquellos que reconocían que los caminos de Dios eran

127
justos y hacían un esfuerzo en conformar sus vidas a la enseñanza de la palabra
de Dios vivirían para siempre (1 Juan 2:15–17, 1 Pedro 1:22–25).
Así, cuando la gente venía a escuchar el mensaje de Juan y lo entendía se
nos dice que:
• confesaron sus pecados – Reconocieron que eran pecadores y que los
caminos de Dios eran justos.
• ellos se arrepintieron – Tuvieron un cambio de corazón y estaban
dispuestos a cambiar sus propios caminos. Ellos dejaron de hacer su
propia voluntad y se esforzaron por hacer la voluntad de Dios.
• ellos fueron bautizados – Ellos se sometieron al sumergimiento en el
agua por Juan, declarando públicamente su deseo de cambiar. Al hacerlo,
ellos reconocían que como pecadores eran dignos de la muerte. En figura
ellos morían a su antigua forma de vida, lo cual era contrario a los caminos
de Dios, y ahora comprometían sus vidas al servicio de Dios.

Los Fariseos vienen a Juan (Mateo 3:8–12)


Los Fariseos eran los líderes religiosos de la época, y muchos de ellos eran
notablemente justos en su propia opinión. La palabra “Farisaico” ha entrado en el
idioma Español, que significa “justo en su propia opinión”. Cuando vinieron a Juan
para examinar lo que estaba haciendo, Juan fue muy franco con ellos. El los llamó
una “generación de víboras”, dándoles a entender que eran contados entre la
“simiente de la serpiente” de Génesis 3:15. Mientras ellos continuaban siendo
motivados por su propio interés, no estaban honrando a Dios. Tenían una gran
necesidad de arrepentirse.
Es interesante notar que tres años más tarde, Jesús también llamó a las
mismas personas “serpientes” y “una generación de víboras” (Mateo 23:33).
Juan les dijo a estas personas de que era necesario para ellos hacer “frutos
dignos de arrepentimiento” para poder hallar favor ante Dios (Mateo 3:8).
Igualmente, esto es así el día de hoy. Cuando una persona es bautizada, él o ella
debe reconocer primeramente su previa rebeldía mediante el arrepentimiento, y
luego tratar de caminar en los caminos de Dios (Romanos 6:3–8).

Jesús viene a Juan para ser bautizado (Mateo 3:13–17)


Cuando la gente venía a Juan para ser bautizados se le pedía que confesaran
sus pecados y que se arrepintieran. Era después de esta confesión que Juan
entonces los bautizaba. Sin embargo, cuando Jesús vino a Juan no tenía ningún
pecado que confesar o de que arrepentirse. Debido a esto Juan se sentía indigno
de pedirle que se sometiera al bautismo y dijo: “Yo necesito ser bautizado por
ti, ¿y tú vienes a mí?” Jesús respondió: “Deja ahora, porque así conviene que
cumplamos toda justicia” entonces Juan lo bautizó.

128
¿Por qué Juan estuvo de acuerdo en bautizar a Jesús? Esto fue porque Jesús
reconoció que la enseñanza de Juan era la verdad. Estaba convencido de que
“toda carne es hierba” – es decir, todas las personas tienen un breve tiempo
pasajero de gloria, como la flor del campo que se desvanece y muere. “La carne
para nada aprovecha”, dijo Jesús más tarde (Juan 6:63). La naturaleza humana
se inclina a satisfacer sus propios impulsos, y todo pensamiento o deseo que no
honra a Dios es pecado. Los pensamientos e inclinaciones pecaminosos deben
ser aplastados – “puestos a la muerte”. Esto se alcanza simbólicamente en el
bautismo. Pero esto no tiene de valor ninguno a menos que permitamos que la
palabra de Dios cambie nuestros pensamientos para llevar cada uno de nuestros
deseos en armonía con Su voluntad. La confianza en la palabra viva de Dios nos
fortalecerá para obedecerle y conducirá a la vida eterna. El bautismo es un
testimonio público de esta creencia.
Jesús, quien tenían la misma naturaleza que toda la humanidad con su
inherente debilidad al pecado y la mortalidad, tuvo una lucha diaria para resistir
a la tentación (Hebreos 4:15, Hebreos 2:18). Jesús es llamado “el Verbo hecho
carne” porque era la personificación de todo lo que Dios ha escrito en su palabra.
Sus pensamientos y acciones fueron en total acuerdo con los de su Padre (Juan
1:14). Él siempre hizo la voluntad de su Padre, sosteniendo en alto la palabra de
Dios en su vida y por la cual venció las tendencias naturales que son tan fuertes
en todos los hijos de Adán. Esto fue lo que indicó Jesús en su bautismo, lo cual
es una prefiguración de lo que había de lograr durante su vida y por último, en su
crucifixión. Fue una condenación al pecado mediante la perfecta obediencia a
Dios, aun hasta la muerte (Romanos 8:3, 1 Pedro 1:21–25).
Fue tras la confesión pública de Jesús y su bautismo, cuando reconoció que
los caminos de Dios eran justos, que Dios declaró: “Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia”.

Juan, encarcelado y asesinado


No mucho después del bautismo de Jesús, Juan fue arrojado en la cárcel por
Herodes, porque Juan lo condenaba por haber tomado a Herodías, la esposa de
su hermano Felipe. Cuando Herodías vio una oportunidad para asesinar a Juan,
ella la tomó, y Juan fue ejecutado aproximadamente un año antes de la crucifixión
de Jesús (Marcos 6:17–29).

129
Puntos de Resumen
• La obra de Juan, como precursor de Jesús, fue anunciada en las
palabras de Isaías 40:3–8. Su mensaje se resume con estas palabras:
• “toda carne es hierba” – se seca e inevitablemente muere.
• “la palabra Dios permanece para siempre”.

• Juan pedía a los que creían en su mensaje que fueran bautizados. El


bautismo era una declaración pública, de los que confesaban y se
arrepentían de sus pecados, reconociendo que los caminos de Dios
son justos (Mateo 3:6).
• Jesús, en su bautismo mantuvo este principio: de que “toda carne” es
digna de la muerte, y que los hombres deben abandonar ese camino y
caminar en el camino de Dios como lo indica su palabra (Mateo 3:15).

• A causa de su declaración pública de que la comisión de su vida era


servirle a Dios, Dios lo reconoce como Su Hijo amado (Mateo 3:17).

130
Lección 19 – Preguntas
1. Isaías predijo la enseñanza de Juan el Bautista con estas palabras: “Toda
carne es hierba” y “la palabra del Dios nuestro permanece para
siempre”. ¿Qué significa esto?
2. Cuando las personas creían en la enseñanza de Juan, tomaban tres pasos
para demostrar que estaban dispuestos a obedecer a Dios. ¿Cuáles son?
3. ¿A qué cita de la Biblia se estaba refiriendo Juan cuando él llama a los
fariseos “una generación de víboras”?
4. ¿Por qué Jesús fue bautizado por Juan?
5. ¿De qué forma declaró Dios su complacencia con la obediencia de Jesús
hacia el bautismo?

LA VIDA Y OBRA DEL SEÑOR JESUCRISTO

Lección 20 Lectura: Evangelio de Marcos


Las siguientes notas son un breve resumen de la vida y la obra del Señor
Jesucristo. El ministerio de Jesús abarcó aproximadamente un período de tres
años y medio y se resume de la siguiente manera.

Para obtener una visión general de su vida, es necesario leer los registros del
Evangelio de acuerdo a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En este resumen se ha
utilizado el registro de Mateo para establecer el orden de los acontecimientos que
tuvieron lugar. El Evangelio de Juan es un estudio más temático, centrándose en
eventos seleccionados en lugar de seguir la vida de Jesús en detalle.

131
Algunas de las principales características de la vida de Jesús son las
siguientes.

El bautismo de Jesús
Tenemos pocos detalles acerca del período de la vida de Jesús desde su
nacimiento hasta su bautismo a los 30 años de edad. Su bautismo nos introduce
también a la obra de Juan el Bautista (véase la Lección 19, Mateo 3).

La tentación de Jesús
Después de su bautismo Jesús fue llevado por “el espíritu” al desierto
(Mateo 4:1). Tenga en cuenta que no es “satanás” que le llevó al desierto, sino
“el espíritu”.
El tema de satanás y el diablo será desarrollado por completo en la Lección
24, donde las palabras diablo y satanás se explican. Sin embargo, lo siguiente
nos ayudará en la comprensión de los hechos que tenemos ante nosotros.
La palabra satán significa “adversario”. Se puede utilizar de personas que se
oponen a los caminos de Dios. De esta manera la utilizó Jesús acerca del apóstol
Pedro cuando le dijo:
“¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no
pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”
(Mateo 16:23)

La palabra también se puede utilizar de los mismos pensamientos que se


oponen o son adversos al camino de Dios, y es de esta manera que el apóstol
Pedro la utiliza cuando Ananías y Safira decidieron robar el dinero para sí
mismos. Aquí leemos que Pedro dijo a Ananías, “¿por qué llenó satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo?”; lo cual él explica en el
siguiente versículo: “¿Por qué pusiste esto en tu corazón?” (Hechos 5:3–4).
Así podemos ver que la palabra satán se utiliza ya sea de una persona o grupo
de personas que expresan ideas en contra de los mandamientos de Dios, o de
los engañosos pensamientos de nuestros propios corazones que nos conducen
hacia atrás lejos de su camino.
En la manera que la tentación de Jesús es descrita en Mateo, Marcos y Lucas
no podemos extraer ninguna prueba concluyente en cuanto a la identidad del
“satanás”. Sin embargo, podemos ser categóricos acerca de lo que no era. El
concepto popular de un “ángel maligno” sobrenatural e inmortal, con el poder
para desbaratar la voluntad de Dios no tiene apoyo en cualquier lugar de la Biblia.
Con lo que hemos aprendido hasta la fecha acerca de la naturaleza y el carácter
del Dios vivo, se hace inconcebible que esa criatura podría existir o ser tolerada
por Dios (Isaías 45:5, 7).

132
El satanás que vino a Jesús pudo haber sido una verdadera persona o grupo
de personas que buscaban a Jesús en el desierto después de su bautismo. Ellos
habían oído hablar de la voz del cielo y querían poner a prueba la idea de que él
era el “Hijo de Dios”, exigiendo una señal. Esto permaneció un tema candente
durante todo su ministerio. El mismo Sumo Sacerdote, en el infame juicio de
Jesús, le exigió con una conjura que confesara “si eres tú el Cristo, el Hijo de
Dios” (Mateo 26:63). Ciertamente, desde el momento de su bautismo hasta su
muerte, muchos en Israel se opusieron a Jesús – eran un adversario o satanás.
Estas personas nunca pudieron aceptar que Jesús era el Hijo de Dios (Mateo
26:63–66). En particular, los líderes religiosos mostraron que eran “satanás”
(Salmo 109:6; Lucas 22:3–5), o los hijos de “diablo” (Juan 8:43–44), no
solamente oponiéndose al Hijo de Dios, pues finalmente lo pusieron a muerte.
No obstante, el hecho sigue siendo que Jesús tuvo que luchar con la tentación
en su propia mente, resuelto a responder con las palabras de Dios. El apóstol
Santiago dice que:
“cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia [o malos
deseos] es atraído y seducido.” (Santiago 1:14)

Jesús era un hombre y él participó de la misma naturaleza que nosotros


mismos con el fin de vencer el poder del pecado (Hebreos 2:14). Después de
haber recibido el Espíritu Santo sin medida en su bautismo, Jesús tiene ahora
que luchar con la suma tentación de no abusar de él. Él ahora tenía el poder que
podría haber sido utilizados para satisfacer su hambre, o realizar algún tipo de
acto espectacular como se hace hoy por los que desean llamar la atención sobre
sí mismos y su mensaje, o tomar el control del reino de los hombres allí en ese
entonces, en lugar de aceptar el camino de la cruz. Todas estas tentaciones lo
presionaban a tomar una acción egoísta, lo cual tuvo que resistir.
Como hemos notado, Jesús tuvo la misma naturaleza humana, así como toda
la humanidad. Debido a esto él podía identificarse con la debilidad, los juicios y
sentimientos que son comunes para todos nosotros (Hebreos 2:14–18; Hebreos
4:15; Hebreos 5:8). Sin embargo, la lección positiva que aprendemos acerca de
su tentación es que él venció toda sugerencia de pecado acudiendo a la palabra
de Dios. El prefacio de cada una de sus respuestas eran estas palabras, “Está
escrito” (Mateo 4:4, 7, 10). Fue la palabra de Dios fija en su corazón que le dio
la clave para superar cada sugerencia. Así que el apóstol pudo decir de Jesús
que él fue:
“tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”
(Hebreos 4:15)

133
Al referirse constantemente a la palabra de Dios, confirmó la gran enseñanza
de Juan el Bautista acerca de Isaías 40:6–8.
Nosotros aprendemos esta importante lección de la tentación de Jesús. Su
victoria sobre la tentación se logró en su mente. Lo mismo puede decirse de cada
uno de nosotros-la batalla contra la tentación se lucha y se gana o se pierde en
nuestra mente. Debemos esforzarnos a llevar “todo pensamiento” en
obediencia a la voluntad de Dios (2 Corintios 10:5).

La predicación de Jesús comienza


La predicación abierta y pública de Jesús comenzó plenamente después que
Juan fue encarcelado (Mateo 4:12). Esto fue muchos meses después del
bautismo Jesús.
El tema principal de su predicación se resume en su sermón del Monte
(Mateo 5–8). Al leer a través de estos capítulos podemos ver la maravilla de su
enseñanza cuando él muestra a sus discípulos cómo vivir una vida piadosa. Dios
es el modelo y Cristo mismo el ejemplo. Es en este discurso que Jesús introduce
el aspecto de Dios como “Padre” a sus discípulos (Mateo 5:43–48; Mateo 5:8–
9; Mateo 6:31–33; Mateo 7:7–11).
Jesús también da la oración “Padre Nuestro” en este discurso como un
modelo para enseñar a sus discípulos cómo orar (Mateo 6:9–13).
En su enseñanza él presenta un significado espiritual más profundo de la Ley
de Moisés. Él no está contradiciendo la Ley dada por Dios a Moisés, como
algunos piensan, sino que estaba identificando los principios relacionados con
cada mandamiento o prohibición. La Ley había dicho, “No matarás” (Éxodo
20:13), pero Jesús muestra que la ira en sí es maldad. Si amamos a nuestro
prójimo no vamos a estar enojados con él (Mateo 5:21–22). Del mismo modo, la
Ley había dicho, “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14), pero Jesús enseña
que la misma contemplación de pensamientos lujuriosos es inaceptable para
Dios, al ser contrario al espíritu de esa ley (Mateo 5:27–28). Él resume el espíritu
de la Ley y los Profetas en estas palabras:
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12)

El Evangelio que Jesús predicó (Marcos 1:14–15)


El tema principal del mensaje de Jesús es denominado como “el Evangelio”.
La palabra significa “buenas noticias” o “buenas nuevas”. Hay dos elementos
principales en este mensaje evangélico, tal como se resume en Hechos 8:12:
1. El Reino de Dios – Jesús habló del Reino que Dios había prometido
(Lucas 8:1; Daniel 2:44, Apocalipsis 11:15). Él le dijo a sus discípulos
que oraran por este Reino, ya que esto iniciaría su reinado de justicia y

134
paz (Mateo 6:10). También hizo un esquema de las características
esenciales de este Reino en muchas de sus parábolas (Lucas 19:11–27;
Mateo 25:31–34).
2. La salvación del Pecado y la Muerte mediante el Nombre de
Jesucristo – Este es el segundo elemento del Evangelio con igual
importancia. Afecta al individuo muy personalmente, pues se relaciona con
la manera en la cual podemos ser salvos a través de Jesucristo.

La creencia en estos dos aspectos del Evangelio conduce al primer acto de


obediencia, que es el bautismo (Marcos 16:15–16; Romanos 5:21, Romanos
6:23).

Los discípulos y los apóstoles


La palabra “discípulo” viene de una palabra Griega que indica “uno que
aprende de un maestro”. Jesús tuvo muchos discípulos. Nosotros también
podemos ser sus discípulos el día de hoy, leyendo detenidamente y absorbiendo
la historia de su vida y tratando de poner en práctica su enseñanza y ejemplo.
La palabra “apóstol” significa “uno que es enviado” con un mensaje. Jesús
seleccionó entre sus discípulos a doce hombres a quienes llamó apóstoles pues
los envió para llevar a cabo el trabajo específico de predicar el evangelio. Sus
nombres y la forma en que fueron escogidos se registran en Lucas 6:13–16 y
Mateo 10:1–7. La palabra griega apostello se usa cuando Jesús “envió” a los
doce (Mateo 10:5).

“El reino de Dios” y “el reino de los cielos”


En los registros del Evangelio ocurren estos dos términos. Sin embargo, si
comparamos los registros podemos notar que ambas expresiones se refieren al
Reino que se establecerá en la tierra cuando Cristo regrese.
Por ejemplo, compare Mateo 8:11 con Lucas 13:28–29. En Lucas leemos
que Abraham, Isaac y Jacob estarán en “el reino de Dios” y en Mateo, en “el
reino de los cielos”. Es el mismo Reino que se menciona en la oración del Padre
Nuestro, donde Jesús oró,
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra” (Mateo 6:10)

El Reino que se establecerá en la tierra es un reino celestial, puesto que es el


Reino de Dios. Cuando “los mansos reciban la tierra por heredad” (Mateo
5:5) lo harán en compañía de tales personas como Abraham, Isaac y Jacob
(Génesis 13:14–17; véase las notas en las promesas de Abraham, Lección 8).

135
Jesucristo pronto regresará a establecer este Reino (Apocalipsis 11:15; Daniel
2:44), y reinará desde Jerusalén como Rey (Mateo 5:35; Jeremías 3:17).

Los milagros de sanidad que Jesús realizó


Estos milagros de sanidad de las enfermedades e incluso levantar a los
muertos tenía una doble lección. Estas eran:
• una señal de que Dios estaba obrando a través de él – Los
impresionantes milagros que realizó declararon que Dios lo había enviado y
eran un testimonio de que él era el Mesías (es decir, “Cristo”) como lo habían
anunciado los profetas – la palabra Hebrea Mesías y la palabra Griega Cristo
significa “ungido”. Jesús fue ungido en su bautismo por el Espíritu Santo para
que él pudiera realizar estos milagros, mientras predicaba el Evangelio
(Isaías 61:1; Mateo 11:4–6; Lucas 4:16–21; Isaías 42:1–3, 7; Mateo
12:17–21). Estas obras fueron una señal de que fue enviado por Dios (Juan
5:36; Juan 10:25; Hechos 2:22).
• una señal de que el pecado y la muerte pueden ser eliminados a
través de él –Enfermedades, dolencias y la muerte han llegado sobre la
humanidad a causa del pecado de Adán y Eva. Todos los hombres mueren
eventualmente y vuelven al polvo. La lección de los milagros de Jesús se
resume hermosamente en Mateo 8:16–17, donde se cita a Isaías 53:4.
Jesús tuvo compasión por quienes sufrían, porque él también tuvo que
“compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 4:15). Su curación
de la enfermedad y la muerte por medio del poder de Dios fue una señal
de que fue enviado a redimir al hombre de la raíz que causa su problema,
esto es el pecado. Considere el milagro de la sanidad del paralítico (Mateo
9:1–8; Salmo 103:3)

A causa de su vida sin pecado y perfecta obediencia a Dios, incluso hasta la


muerte (1 Pedro 2:22–24, Filipenses 2:8), Dios levantó a Jesús nuevamente a
la vida para ser el Salvador de toda la humanidad (2 Timoteo 1:9–10; Romanos
5:10). A través de él nosotros también tenemos la esperanza de resucitar de la
tumba y podemos ser rescatados de la mortalidad y la corrupción (1 Corintios
15:20–23, 50–58). Los milagros de sanidad enseñaron esta maravillosa lección.

Las parábolas de Jesús


Muchas veces Jesús hablaba en parábolas. ¿Por qué hizo esto? La razón se
da en su explicación de la parábola del sembrador (Mateo 13:10–16).
Una parábola es una historia, generalmente de las cosas cotidianas, pero con
un profundo sentido espiritual que se debe extraer de los simples detalles. Jesús
hablaba en parábolas para separar entre los discípulos sinceros y los que eran

136
atraídos a él simplemente por los milagros que hacía. De hecho, los profetas
habían dicho de antemano que Jesús iba a utilizar este método de enseñanza
(Isaías 6:9–10; Mateo 13:10–17; Salmo 78:2; Mateo 13:34–35).

La parábola del sembrador (Mateo 13:1–23)


La historia es sencilla y clara, pero la lección espiritual es muy importante.
La semilla que se siembra era la “palabra de Dios” (Mateo 13:19).
Las personas se dividen en cuatro categorías:
1. el camino
2. el terreno pedregoso
3. el terreno espinoso
4. la buena tierra.

Estos cuatro tipos de terreno representan los cuatro diferentes tipos de


reacciones de personas que escuchan el Evangelio. La lección de esta parábola
es poderosa y directa. Cuan cierto es que así como las espinas y los abrojos
ahogan la semilla creciente, así también las riquezas y las preocupaciones de la
vida pueden ahogar cualquier interés que uno podría tener en la palabra de Dios.
Sólo la buena tierra responde y produce fruto. Tenemos que enfocarnos
seriamente en la lectura de la Palabra de Dios (la “semilla” de la parábola) y
dejarla crecer en la buena tierra de nuestras mentes, para que nuestras vidas
puedan ser enriquecidas y podamos traer fruto para la gloria de Dios.

El hombre noble que se fue a un país lejano (Lucas 19:11–27)


Una vez más la historia es simple en la superficie, pero la lección es muy
importante. Jesús dijo esta parábola, porque los discípulos esperaban que el
Reino se estableciera en ese mismo instante. No entendían que Jesús debía ser
crucificado y luego levantado para ir a su Padre en el cielo por un largo período
antes de volver a establecer el Reino en la tierra. Esta parábola se dio con el fin
de que sus discípulos pudieran llegar a apreciar esto.
La lección para nosotros de esta parábola es que el Señor Jesucristo pronto
regresará a la tierra, pero mientras él está ausente es necesario que trabajemos
diligentemente en su servicio al igual que los fieles servidores. Si seguimos este
ejemplo, entonces nosotros también recibiremos sus palabras de aprobación:
“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás
autoridad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17)

Al leer las parábolas de Jesús tenemos que buscar sus enseñanzas


espirituales, y prestar atención especial a lo que él está enseñando a fin de que
podamos ser contados entre sus verdaderos discípulos.

137
Puntos de Resumen
• El ministerio público de Jesús abarca un período de tres años y medio
desde su bautismo por Juan hasta su crucifixión.
• La tentación de Jesús revela que él fue tentado igual que todos los
demás hombres, con esta notable diferencia, que no pecó (Hebreos
4:15, 1 Pedro 2:22). Él venció todas las tentaciones con un “escrito
está” (Mateo 4:4, 7,10), mostrándonos con su ejemplo que la manera
de vencer cuando somos tentados es seguir los preceptos de la palabra
de Dios.
• El mensaje que Jesús enseñó se denomina “el Evangelio”, un término
que significa “buenas noticias” o “buenas nuevas”. Esta buena noticia
se compone de dos elementos principales, tal como se expresa en
Hechos 8:12 ––
1. las cosas acerca del Reino de Dios – que se establecerá
cuando Jesucristo regrese a la tierra.
2. las cosas acerca del Nombre de Jesucristo – que revelan que
Dios ha dado la salvación de la muerte y el perdón de pecado
mediante el nombre de Jesucristo.
• Los milagros que Jesús realizó fueron una señal de que fue enviado de
Dios (Juan 5:36; 10:25).
• Las parábolas que Jesús usó en su enseñanza fueron diseñadas para
hacer que las personas reflexionen profundamente sobre su mensaje y
aplicar las lecciones en sus propias vidas (Mateo 13:10–17). Muchas
de las parábolas estaban relacionadas con el futuro Reino de Dios: por
ejemplo, la parábola del hombre noble que se fue a un país lejano
(Lucas 19:11–27).

Lección 20 – Preguntas
1. ¿Cómo pudo Jesús identificarse con las tentaciones y padecimientos
comunes de todos nosotros?
2. ¿Qué significa la palabra “Evangelio”?
3. ¿Cuáles son los dos elementos principales del Evangelio?
4. ¿Qué significa la palabra “discípulo”?
5. ¿Con que fue ungido Jesús y por qué?
6. ¿Qué aprendemos del hecho que Jesús tenía el poder de sanar las
enfermedades y levantar los muertos?
7. ¿Qué lecciones aprendemos de la Parábola del Hombre Noble que se fue
a un país lejano?

138
LA CRUCIFICIÓN Y RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO

Lección 21 Lectura: Mateo 21–28


Todos los registros del Evangelio dan un recuento detallado de la última
semana de la vida de Jesús, antes de su crucifixión. Cada escritor se concentra
en ciertos incidentes, tomando diferentes aspectos de los acontecimientos de esa
última semana. Juan registra gran parte de la discusión que tuvo lugar la noche
antes de la crucifixión de Jesús en Juan 12 a 17 de su evangelio.
Vamos a seleccionar sólo algunos de los incidentes de los cuales se hará
comentario. Se recomienda que se tome tiempo para leer detenidamente a través
de cada uno de los recuentos del Evangelio acerca de estos notables incidentes
(Mateo 21–28; Marcos 11–16; Lucas 19–24; Juan 12–21).

139
Jesús viaja de Jericó a Jerusalén
Seis días antes de la Pascua, el día de su crucifixión, Jesús viajó desde Jericó
a Betania, que estaba en el Monte de los Olivos en el lado este de Jerusalén, y
pasó la noche en la casa de sus amigos María, Marta y Lázaro (Juan 12:1–11).
Esta casa se convirtió en su base para los próximos días mientras caminaba unos
dos kilómetros de Betania a Jerusalén, regresando allí por las noches (Mateo
21:17). Varios meses antes, Lázaro había muerto y Jesús lo había levantado a la
vida una vez más (Juan 11).

Jesús entra en Jerusalén sentado sobre un pollino (Mateo 21:1–9)


El conocido caso de Jesús entrando en Jerusalén sobre un pollino, hijo de
animal de carga, tuvo lugar el día siguiente. Este incidente se había predicho en
Zacarías 9:9:
“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén;
he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando
sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.”

Cuando Jesús entraba en la ciudad, las multitudes que venían por el camino
para celebrar la pascua tendían sus mantos de vestir y ramas de árboles ante él,
gritando,

140
“¡Hosanna! [‘salve ahora’] ¡Bendito el que viene en el nombre del
Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! !Hosanna
en las alturas!” (Marcos 11:9–10)

Lucas añade que dijeron,


“¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!” (Lucas 19:38)

La gran multitud, que acompañó a Jesús cuando él entró en la ciudad, alabó


a Dios utilizando las mismas palabras del Salmo 118:25–26, lo cual enfureció a
los principales sacerdotes, escribas y fariseos. El pueblo, sin embargo, vio a
Jesús como
• el que vino en el nombre de Dios
• el futuro Rey
• el que reinará sobre el Reino de David.

Aunque el tiempo no era el indicado, ellos entendieron que Dios había


predicho que el hijo de David volvería a establecer el Reino de Dios en la tierra
desde Jerusalén.

Jesús limpia el Templo


En uno de esos días cuando Jesús entró en Jerusalén, se fue al Templo y
encontró allí a los comerciantes de compra y venta de animales para sacrificio, y
también los cambistas de dinero. Puesto que una gran multitud se había
congregado para la Pascua, el momento era lucrativo para los comerciantes de
animales y aves de ofrendas de sacrificio, pero Jesús reconoció inmediatamente
que toda esta actividad ignoraba la verdadera razón de juntarse en Jerusalén, lo
cual propiamente era adorar a Dios y recordar la liberación de la Pascua. En uno
de sus pocos estallidos de ira, Jesús
“comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo;
y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían
palomas”,

… diciendo:
“¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas
las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”
(Marcos 11:15–17; Isaías 56:7)

La cita de Isaías anticipa el tiempo de la era que está por venir, cuando una
gran casa de oración y de adoración se construirá en Jerusalén para todas las
gentes (Isaías 2:2–4; Zacarías 14:16–19).

141
¿Con qué autoridad haces estas cosas?
Los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se enfurecieron por las
acciones de Jesús. A través de sus tradiciones habían formalizado la religión y la
convirtieron en un negocio rentable que apoyaba su estilo de vida. Pedro más
tarde advirtió el resultado de esto.
“Habrá entre vosotros falsos maestros… Y muchos seguirán sus
disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, y por avaricia harán mercadería [Griego empórion, ‘un
lugar de comercio’] de vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:1–3)

El comportamiento de los fariseos se ha repetido incluso entre los cristianos


a través de las edades, tal como Pedro lo predijo, y muchos líderes religiosos han
sido reconocidos por la forma en que han explotado al pueblo negándoles acceso
a la verdad. Ver las palabras de Jesús en Mateo 23:13.
Este incidente aumentó el odio de los líderes religiosos contra Jesús. Pusieron
sus corazones en tramar como matarlo, pero sus esfuerzos fracasaron hasta que
finalmente hallaron en Judas Iscariote una debilidad por el dinero, pues él era un
ladrón (Juan 12:6). Ellos le ofrecieron treinta piezas de plata para traicionar a
Jesús, lo cual consintió hacer. Los detalles de estos últimos días y los
acontecimientos que tuvieron lugar se encuentran en Mateo 21 a 25.

Profecía en el Monte de los Olivos (Lucas 21, Mateo 24)


Al salir del templo por última vez los discípulos comentaron sobre la belleza
de los edificios del Templo. Jesús les dijo que llegaría el tiempo cuando ni una
sola piedra del templo quedaría sobre otra, ya que sería completamente
destruida. Asombrados, le preguntaron cuando había de ocurrir esto y cómo se
llevaría a cabo.
Jesús entonces detalló los acontecimientos que llevarían a la destrucción de
la ciudad en año 70 DC por medio del ejército Romano, seguida por la dispersión
de los Judíos por todas las naciones (Lucas 21:20–24). Sin embargo él procedió
diciendo a sus discípulos que él sin duda regresaría a establecer el Reino, pero
aunque él les había dicho muchas veces que primero debía sufrir y morir, no
podían comprender lo que esto significaba. Él no quería que entraran en
desesperación, sino que estuvieran seguros de que iba a venir de nuevo. Así que
él les dio claras señales que anunciarían su regreso para establecer el Reino de
Dios (Lucas 21:25–36).
Entre esta serie de señales él predijo el colapso moral de la sociedad, con
tanta maldad que paralelamente se compara con la maldad en los días de Noé
(Mateo 24:36–39). También habló de la tensión internacional que había de traer
angustia y perplejidad, tiempos que llenarían a la humanidad con un sentido de

142
desesperación, por parecer que no hay ninguna forma de salir (Lucas 21:25). El
concluyó su advertencia con estas palabras:
“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de
escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre” (Lucas 21:36)

Todo el que desea que lo encuentren preparado y esperando el regreso del


Señor Jesucristo debe leer y estudiar estas profecías.

La Última Cena en el Aposento Alto (Mateo 26:17–30)


En la noche antes de ser crucificado, Jesús se reunió con sus discípulos en
un aposento alto en Jerusalén. Hubieron muchas cosas importantes que dijo e
hizo en esta ocasión, pero un acontecimiento es importante en particular. Esto
fue su institución de la forma por la cual sus discípulos a partir de ese momento
en adelante harían memoria de él y todo lo que había hecho para ellos. Él sabía
que sería vital para ellos recordar regularmente su sacrificio de amor y por esta
razón les dio como conmemoración los emblemas del pan y del vino.
• El pan de Jesús “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio,
diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en
memoria de mí” (Lucas 22:19). El pan es el símbolo de su cuerpo, un
cuerpo que lo rindió siempre a la voluntad de su Padre (Hebreos 10:5–10;
Filipenses 2:8). Poco mas tarde, en el jardín de Getsemaní, después de una
enorme lucha mental y emocional, él se rendiría a esa última agonía de
muerte sobre la cruz. “No se haga mi voluntad, sino la tuya” fue como
siempre, su respuesta. Su cuerpo fue el ‘antitipo’ (el cumplimiento del ‘tipo’)
del cuerpo del cordero Pascual el cual era “sin mancha” (1 Pedro 1:18–19,
1 Corintios 5:7).
• El vino mientras Jesús repartía el vino dijo: “esto es mi sangre del nuevo
pacto [o testamento] que por muchos es derramada para remisión de
los pecados” (Mateo 26:27–28). El vino representa su sangre. Su sangre
fue el ‘antitipo’ (el cumplimiento del ‘tipo’) de la sangre del cordero Pascual,
que fue derramada para la redención de Israel. Por lo tanto, “la sangre
preciosa de Cristo” se ha derramado una sola vez, para la redención de
toda la humanidad (1 Pedro 1:18–19). Mediante una vida de obediencia
perfecta, que culminó con su crucifixión en obediencia a la voluntad de
Dios, él ha hecho posible el perdón de pecados para todos los que vienen
a Dios por medio de él.

El hecho simple de compartir estos emblemas conmemorativos se observa


por todos aquellos que quieren obedecer los mandamientos de su Señor (1

143
Corintios 11:23–29). Esto los une en comunión con él, mientras se esfuerzan
para apreciar su maravilloso ejemplo de vida y el gran precio que ha pagado por
la salvación del hombre (1 Corintios 10:16–17). Al participar del pan y el vino el
creyente mentalmente asimila en su vida la vida del Señor Jesucristo, para que
sea considerado, por así decirlo, como viviendo en Cristo (Juan 6:51–57;
Gálatas 2:20).

El significado de la muerte de Jesucristo


Recordamos que cuando Juan el Bautista vio a Jesús cerca del Jordán él
declaró:
“He aquí el Cordero de Dios, que quita [lleva] el pecado del mundo”
(Juan 1:29)

Juan alude a las palabras del profeta Isaías, quien de manera dramática
anunció la obra redentora de Jesucristo en Isaías 53. En esta impresionante
profecía, se habla de la gente como si fueran ovejas descarriadas, habiéndose
apartado “cada cual por su camino” (Isaías 53:6). Cuan descriptivo es este
lenguaje – por cuanto todos se desviaron del camino de Dios y pecaron
(Romanos 3:12, 23).
Sin embargo, un hombre se destaca en la comparación, uno que fue:
“despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto” (Isaías 53:3)

Este hombre es descrito como “un cordero” sobre el cual fue puesta la carga
del “pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6–7). Pedro cita el mismo pasaje
cuando él reconoce la gran deuda de gratitud que le debemos a Jesucristo, el
Hijo de Dios (1 Pedro 2:22–25).
En los días de los Apóstoles, un viajero etíope se desconcertaba sobre estas
mismas palabras y se preguntaba,
“¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?”
(Hechos 8:34)

Felipe, enviado por Dios, se lo aclaró, y “comenzando desde esta escritura,


le anunció el evangelio de Jesús”. Isaías claramente está refiriéndose al Señor
Jesucristo y su obra redentora de la humanidad del pecado y la muerte.
Isaías habla de aquel que había de “llevar el pecado de muchos” (Isaías
53:2), habiendo puesto “su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:10), y
de nuevo derramando “su vida hasta la muerte” (Isaías 53:12). Por tanto,
Jesucristo proporcionó el camino hacia el perdón de los pecados para toda la

144
humanidad mediante el rendimiento de su vida en perfecta obediencia a Dios
hasta su muerte sacrificial sobre la cruz, a fin de reconciliar al hombre con Dios.

¿Cómo fue esto?


• Jesús, quien compartió la misma naturaleza mortal y propensidad al
pecado con toda la humanidad, venció la tentación de pecar mediante la
acción positiva de hacer siempre la voluntad de Dios. El salmista predijo
esto, diciendo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu
ley está en medio de mi corazón” (Salmo 40:7–8; Hebreos 10:7). A
pesar de que fue tentado en todos los puntos como nosotros, nunca pecó
(Hebreos 4:15).
• Fue a través de su muerte que él condenó y destruyó públicamente la
tendencia pecaminosa que todos nosotros hemos heredado de Adán de
una vez por todas: “por cuanto los hijos participaron de carne y
sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de
la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”
(Hebreos 2:14).
• En su muerte él ha “crucificado la carne con sus pasiones y deseos”
(Gálatas 5:24). A pesar de que fue crucificado, fue él quien tuvo la victoria!
El pecado nunca triunfó sobre él, porque él siempre hizo la voluntad de
Dios. “no se haga mi voluntad, sino la tuya” es su maravillosa
respuesta, ni siquiera en su mayor hora de prueba (Lucas 22:42).
• Pablo describe lo que se logró en la muerte de Cristo, cuando puso “su
vida en expiación por el pecado” y “derramó su vida hasta la muerte”
(Isaías 53:10–12) con estas palabras: “Porque lo que era imposible
para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo
en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne” (Romanos 8:3). Sólo él puede salvarnos, porque él
es como nosotros, pero sin pecado.
• Cristo compartió esa misma mortalidad que es común en todos los
descendientes de Adán. Sin embargo, a pesar de que fue puesto a muerte
por hombres malvados, no era justo que él permaneciera muerto. “La
paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), y aquí estaba uno que
nunca había pecado y por lo tanto nunca se mereció esa “paga”. Por eso
la resurrección de este hombre era inevitable. “al cual Dios levantó,
sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese
retenido por ella” (Hechos 2:24; Filipenses 2:8–9). Dios, quien es justo,
con mucho gusto levantó a Su Hijo amado después de sólo tres días en la
tumba, tal como lo había predicho (Salmo 16:10; citado en Hechos 2:27).

145
Por lo tanto Jesús “vino a ser autor de eterna salvación para todos los
que le obedecen” (Hebreos 5:9).

El Bautismo – la identificación con la crucifixión de Cristo (Romanos 6:3–6)


Ahora podemos comenzar a apreciar mas a fondo el significado del bautismo,
por el cual somos reconciliados con Dios. En el bautismo nosotros nos
identificamos con lo que el Señor Jesucristo hizo en su muerte, su victoria final
sobre el poder del pecado (Hebreos 2:14) Pablo Ilustra el paralelo entre la muerte
de Jesús y nuestro bautismo con esta declaración:
“nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el
cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al
pecado” (Romanos 6:6)

Nuestro “viejo hombre” es la persona que éramos antes de reconciliarnos


con Dios. En el bautismo nuestro “viejo hombre” muere. Repudiamos “el
cuerpo del pecado”, nuestra vieja forma pecaminosa de andar la cual deshonra
a Dios.
Reconocemos que Dios es justo al condenar así el pecado. Pero por
supuesto, hay otra dimensión del bautismo. Tal como Cristo se levantó de entre
los muertos para nunca mas morir, así también nosotros nos levantamos del agua
como “un nuevo hombre” (o persona) en Cristo (Efesios 4:20–24). Todos
nuestros pecados anteriores han sido perdonados y comenzamos una nueva
forma de vida siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 6:16–
18; 1 Pedro 2:21–25).
Hay unos pasajes útiles en las escrituras que revelan estas dos dimensiones–
Romanos 6, Colosenses 3:1–15 y Efesios 4:17–32.
Considere algunas de las otras lecciones que Pablo extrae de la identificación
del bautismo con la crucifixión de Cristo.
• Pablo se consideraba a si mismo como muerto y la vida que ahora vivía
revelaba la vida de Cristo en el (Gálatas 2:20).
• Aquellos quienes son de Cristo por medio del bautismo han crucificado la
carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:24).
• Mediante su identificación con la muerte de Cristo el mundo estaba
“crucificado” para él y él para los caminos del mundo – la vida en Cristo
era todo (Gálatas 6:14).

La crucifixión era una terrible experiencia de insoportable dolor. Dejar los


malos hábitos, darle la espalda a una antigua manera de vivir, puede ser
verdaderamente doloroso y difícil. Pero a lo largo que vayamos comprometiendo
nuestra forma de vida al servicio de Dios haciendo su voluntad, la alegría de tal

146
servicio nos da fuerzas y nos motiva a continuar por la gracia de Dios. Se dice
acerca de Jesús, que
“por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2)

Así que aquellos que siguen su ejemplo de vida pueden ser motivados
diariamente a percibir sus vidas como una preparación para aquel tiempo cuando
ellos lleguen a ser uno con él y su Padre “en su trono” (Apocalipsis 3:21).

La resurrección de Jesús (Mateo 28 & Lucas 24)


El mensaje entero del Evangelio (las buenas nuevas) depende de la
resurrección. La resurrección de Jesucristo se registra en todos los cuatro
Evangelios. Mientras la realidad de este hecho trascendental amanecía sobre los
apóstoles y los seguidores de Jesús, la tristeza y la desesperación dieron lugar a
la abundancia de alegría. Su resurrección llegó a ser la garantía de que todo lo
que Dios había prometido se llevaría a cabo. De hecho, el apóstol Pablo muy
confiadamente declara:
“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana
es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14)

En este capítulo él comprueba el hecho histórico de que Cristo es resucitado


al nombrar aquellos quienes efectivamente lo habían visto vivo después que se
levantó de entre los muertos (1 Corintios 15:4–8).
La maravillosa resurrección de Cristo de entre los muertos es a la vez un
hecho histórico innegable y la fundación sobre la cual se basa firmemente nuestra
fe en el Dios viviente.
Por medio de la resurrección de Cristo el camino hacia la victoria sobre el
pecado y la muerte se ha abierto para todos los que vienen a Dios a través de la
fe en él.
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un
hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán
todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada
uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de
Cristo, en su venida” (1Corintios 15:21–23)

Cuando Cristo regrese, su primera labor será la de levantar a los que han
conocido el Evangelio, que por lo tanto son responsables. Esto incluye a los que
durante sus vidas creyeron en el Evangelio y fueron bautizados en Cristo. Debido
a que murieron con la esperanza de la resurrección, aunque ciertamente están
muertos, se dice que “durmieron en Jesús” (1 Tesalonicenses 4:14). En el

147
juicio a los que son considerados dignos de la vida por Jesucristo, el justo Juez,
se les dará la inmortalidad (Juan 5:27–29, 2 Corintios 5:10). Pablo lo explica en
1 Corintios 15, diciendo:
“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente resucitaremos, mas
no todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo,
a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos
serán levantados sin corrupción; mas nosotros seremos
transformados. Porque es necesario que esto corruptible sea vestido
de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. “(1
Corintios 15:51–53)

La resurrección de Jesucristo es, por tanto, el fundamento de “la esperanza”


del Evangelio. Esta naturaleza “mortal”, afligida por la muerte será revestida con
“la inmortalidad”, a fin de que podamos compartir en el Reino eterno con Cristo.

La obra de Cristo ahora en el Cielo – Sumo Sacerdote de la Casa de Dios


Sabemos que Jesucristo ha ido al cielo (Hechos 1:9–11) y que ahora se
sienta a la diestra de Dios esperando el momento en que Dios lo enviará de vuelta
(Salmo 110:1; Marcos 16:19; Hechos 3:19–21). Hay muchas referencias de él
estando a la diestra de Dios ahora (Hechos 2:33–34; Romanos 8:34;
Colosenses 3:1–2; Hebreos 1:3; 10:12, 12:2, 1 Pedro 3:22).
Su gran labor en el cielo es la de “sumo sacerdote sobre la casa de Dios”
(Hebreos 10:21). Este papel actual del Señor fue también anunciado en el Salmo
110:4. El trabajo que ahora realiza es de vital importancia para todos los que
desean servir a Dios aceptablemente. Lo hemos visto en estudios anteriores que
por el bautismo nuestros pecados pasados son perdonados. Sin embargo,
después del bautismo, aunque intentamos aún más fuerte para agradar a Dios,
todos nosotros terminamos cediendo al pecado. Es entonces cuando apreciamos
la maravilla de nuestro gran Sumo Sacerdote en el cielo, a través del cual
podemos comunicarnos con el Padre mediante la oración y buscar el perdón, la
ayuda y el consejo de la vida (Hebreos 4:16). Él es el único “mediador entre
Dios y los hombres” (1 Timoteo 2:5).
Hay muchas referencias que hablan de esta obra del Señor Jesucristo que
nos muestra lo capacitado que esta para desempeñar esta función por nosotros.
Él puede “compadecerse de nuestras debilidades” porque fue “tentado en
todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15–16). Él es
un “misericordioso y fiel Sumo sacerdote” quien por haber sufrido la tentación,
“es poderoso para socorrer también a los que son tentados” (Hebreos 2:17–
18). Por otra parte, el acceso a Dios está siempre disponible a través de él, pues
vive “siempre para interceder” por aquellos que se acercan a Dios en su

148
nombre (Hebreos 7:24–25). Él es nuestro “abogado para con el Padre” (1
Juan 2:1–2).
Los que se han hecho miembros de “la casa de Dios” por medio de la fe y el
bautismo en Cristo tienen el glorioso privilegio de orar a Dios a través de él y pedir
el perdón de sus pecados. No obstante, Dios toma en cuenta las oraciones de
todos aquellos que verdaderamente desean saber de él y están dispuestos a
aprender de sus caminos. Dios no nos impide esto si tenemos ese deseo. Tal
como lo declaró Jesús mismo,
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)

Tenemos el ejemplo de Cornelio, que oró a Dios (Hechos 10:1–2) y Dios oyó
su oración y le reveló la Verdad en Cristo Jesús, y cuando él creyó, fue entonces
bautizado (Hechos 10:47–48).

La oración – una parte esencial de la vida del creyente


Jesús dijo que “es necesario orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1),
indicando la importancia de la oración como una fuente de consuelo y fortaleza
en la vida de sus discípulos. Él mismo ha dado un ejemplo respecto a esto, pues
a menudo leemos de él orándole a Dios. También dio el modelo para la oración
en Mateo 6:9–13 y Lucas 11:1–4. Los Salmos son escritos de oraciones que
pueden ser una fuente de ayuda para guiarnos en nuestras propias oraciones
hacia Dios.
El apóstol Pablo escribió:
“Por nada estéis afanosos [literalmente ‘no se preocupen por cualquier
cosa’] sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6–7)

Una de las últimas cosas que Jesús le encargó a sus discípulos fue “Velad
pues, orando en todo tiempo” (Lucas 21:36).
¡Qué gran privilegio tienen los que son de la “casa de Dios” por medio de
Jesucristo! Tienen el privilegio de acceder a Dios a través de Cristo en la oración
y obtener el perdón de los pecados.

149
Puntos de Resumen
• La última semana del ministerio Jesús abarca el período desde su
llegada a Betania seis días antes de su muerte hasta su crucifixión
(Mateo 21–27).
• La profecía en el Monte de los Olivos anunció tanto la destrucción
venidera de Jerusalén en el año 70 DC por medio de los Romanos y
la consecuente dispersión de los judíos, como también los detalles de
las señales que anuncian el regreso de Jesucristo a la tierra para
establecer el Reino de Dios (Lucas 21:20–36).
• En el recuento de la Última Cena en el aposento alto (Mateo 26:17–
30) se nos da detalles acerca de Jesús y su institución del pan y el
vino como emblemas conmemorativos de su cuerpo y su sangre, los
cuales fueron brindados en obediencia a la voluntad de su Padre
(Mateo 26:26–29). Mediante su sacrificio él nos ha dado la base del
perdón de los pecados para todos los que creen y son bautizados.
• Pablo les recuerda a los creyentes de la sobriedad y la importancia de
conmemorar al Señor Jesucristo de esta manera al reunirse en
adoración (1 Corintios 11:23–29).
• La crucifixión de Jesús fue el último gran acto de completa obediencia
voluntaria hacia Dios por la cual obtuvo la resurrección y la
inmortalidad (Filipenses 2:8–9; Hechos 2:24; Romanos 5:17–
18,21; Romanos 6:9–10).
• Por medio del bautismo en Cristo Jesús, nosotros nos identificamos
con los principios asociados con su muerte y resurrección (Romanos
6:3–8).
• La resurrección de Jesús abrió el camino a la inmortalidad para todos
aquellos que creen y son bautizados en él (1 Corintios 15:21–23;
Romanos 5:21; Romanos 6:9, 23)
• Jesús ahora está en los cielos a la diestra de Dios (Salmo 110:1),
donde se oficia como Sumo Sacerdote sobre “la casa de Dios”
(Hebreos 10:21). Él ha tomado el papel de mediador para todos
aquellos que están “en él”, haciendo intercesión a Dios por ellos
(Hebreos 7:24–25). Por lo tanto, nos acercamos a Dios en la oración
a través de él (Romanos 8:34, 1 Juan 2:1–2).

150
• La oración a Dios en el nombre de Jesucristo es una parte esencial en
la vida de un discípulo. Esto es un gran privilegio de todos los que
están “en Cristo”. (Filipenses 4:6–7; Lucas 21:36; Mateo 6:9–13).

Lección 21 – Preguntas
1. En la Profecía del Monte de los Olivos, ¿qué les dice Jesús a sus
discípulos que tienen que hacer para estar listos en su regreso a la tierra?
2. En el aposento alto, ¿qué les pide Jesús a sus discípulos que hagan con
regularidad en memoria de él?
3. ¿Qué es lo que representa el pan?
4. ¿Qué dijo Jesús cuando él pasa el vino a sus discípulos?
5. Liste algunas lecciones que aprendemos de la muerte de Jesucristo.
6. ¿De qué manera es el bautismo una identificación con la muerte de Cristo?
7. ¿Por qué es la resurrección de Jesucristo la gran esperanza del
evangelio? (Véase 1 Corintios 15:21–23)
8. ¿Qué oficio está realizando Jesucristo por parte de los creyentes en el
cielo ahora?
9. ¿Cuál es el gran privilegio que tienen ahora los de “la casa de Dios” a
través de Jesucristo?

LOS APOSTOLES PREDICAN EL EVANGELIO

Lección 22 Lectura: Hechos 1 y 2


Marcos registra el último mandamiento que Jesús le dio a sus discípulos antes
de que él ascendiera al cielo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado” (Marcos 16:15–16)

El mensaje es simple de entender pero poderoso en su alcance e importancia.


“Id por todo el mundo” El Evangelio –las buenas nuevas – de salvación
debía predicarse ahora por todo el mundo. Los detalles de cómo los apóstoles
hicieron esto se registran en Los Hechos de los Apóstoles (Hechos 1:8).
“predicad el evangelio” Los discípulos estaban encargados de enseñar el
mismo mensaje que Jesús había enseñado – las buenas nuevas del Reino de
Dios. Ahora que Jesús había sido levantado de entre los muertos, ellos le añaden
a este mensaje ese elemento esencial – la salvación por medio del Nombre de
Jesucristo (Hechos 4:12; Hechos 8:12; Marcos 1:14).
“El que creyere” Aquí está el primer requisito para la salvación. El creer es
tener la convicción de que el Evangelio es el único camino hacia la salvación.
151
Esta creencia (o, “fe”) se convierte en la fuerza motivadora en la vida de cualquier
persona que quiere agradar a Dios (Romanos 10:17; Hebreos 11:1–2, 6).
“y fuere bautizado” El bautismo es la manera que Dios ha designado para
que una persona demuestre que él reconoce que es un pecador, digno de muerte
y desea arrepentirse y obedecer a Dios. A través del bautismo los pecados
pasados son borrados y un nuevo modo de vida se inicia, siguiendo los pasos de
Jesucristo (Hechos 2:38; Romanos 6:3–8).
“será salvo” Todos los hombres pecan, y la paga del pecado es la muerte.
Sin embargo, Dios generosamente ha proporcionado un camino de salvación. A
través del Señor Jesucristo, Dios ofrece el perdón de los pecados, y con esto, la
salvación de las consecuencias que trae el pecado y la muerte (Romanos 5:12,
21; Romanos 6:23).

La ascensión de Jesús al Cielo


Jesús permaneció con sus discípulos por un período de cuarenta días
después de su resurrección, tiempo durante el cual les habló particularmente
sobre el “reino de Dios” (Hechos 1:3). Después de esto, cuando él ascendió al
cielo ante sus propios ojos, los ángeles pronunciaron estas palabras
reconfortantes para los asombrados discípulos:
“Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le
habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11)

Con un conocimiento seguro de que su Señor ciertamente regresaría, los


discípulos se dedicaron a la labor que él les había encomendado – predicar el
Evangelio del Reino.

Los Hechos de los Apóstoles


El libro de los Hechos registra cómo se difundió el Evangelio desde Jerusalén,
divulgándose por todo el mundo Romano. La clave de Los Hechos se encuentra
en el capítulo 1:8, el cual registra la última instrucción que Jesús les da a los once
discípulos: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra”. A lo largo de Los Hechos tenemos la evidencia de
esta propagación sistemática del Evangelio con su mensaje de salvación.

La predicación en Jerusalén (Hechos 2–7)


La predicación comenzó en el Día de Pentecostés, la gran fiesta judía que se
celebra 50 días después de la Pascua – en este caso 50 días después de la
crucifixión del Señor y sólo unos pocos días después de su ascensión al cielo.
Judíos de todas partes del mundo romano se reunieron en Jerusalén para esta

152
fiesta, como vemos en Hechos 2:5–11. Fue en esta ocasión que el Espíritu Santo
fue dado a los apóstoles, lo cual les dio la habilidad de hablar en las diferentes
lenguas de todas las personas que asistían a la fiesta. Esto, por supuesto, fue
una obra de Dios, pues que maravillosa oportunidad era esta para proclamar el
evangelio a los Judíos que acababan de presenciar la crucifixión de Jesús de
Nazaret. El objetivo principal del mensaje de los discípulos era que este mismo
Jesús era de hecho el Cristo, el Mesías prometido que todos sabían según las
Escrituras que había de venir. La gran prueba recae sobre el hecho de que él
había sido levantado de entre los muertos y estaba ahora sentado a la diestra de
Dios en los cielos (Hechos 2:22–36). Pedro, quien era el hablante principal,
utiliza las palabras de los profetas copiosamente para probar su punto.
Muchos de los que estaban presentes fueron convencidos de la veracidad en
el argumento de Pedro. Consternados por el terrible error que habían hecho,
preguntaron: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” La respuesta de Pedro fue
clara:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:37–38)

Debemos tratar de comprender el impacto de lo que había ocurrido. Hubo


cerca de 3000 personas “que recibieron su palabra y fueron bautizados”
(Hechos 2:41). En un día se predicó el Evangelio en Jerusalén y muchos
creyeron. Así se inició la difusión del Evangelio en el mundo Romano, pues todos
aquellos que habían viajado desde lugares distantes regresaron a sus hogares
después de la fiesta, llevando con ellos su nueva fe en Jesucristo.
Después de este incidente, Pedro y Santiago sanaron a un paralítico, una
figura familiar en el Templo (Hechos 3). El efecto de este milagro fue inmediato
y muchas personas más creyeron, esta vez cerca de 5000 (Hechos 4:4). Los
números siguieron creciendo a través de su predicación y el testimonio de los
milagros realizados por los apóstoles, a fin de que
“los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de
hombres como de mujeres” (Hechos 5:14–16)

Sin embargo, el éxito de la propagación del evangelio no se dio sin


dificultades. Los principales sacerdotes y los gobernantes permanecieron
antagónicos y persiguieron a los creyentes. Como resultado, se dispersaron,
llevando con ellos el Evangelio.

El Evangelio es predicado en Samaria (Hechos 8:1–12)


En este capítulo tenemos el recuento de Felipe quien se dirigía hacia Samaria,
una zona situada al norte de Jerusalén, y

153
“que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de
Jesucristo” (Hechos 8:12)

El resultado fue que aquellos que escuchaban creían y


“se bautizaban hombres y mujeres” (Hechos 8:12)

El eunuco Etíope es bautizado (Hechos 8:26–40)


Aquí leemos de un Etíope eunuco, quien había estado en Jerusalén y que
ahora regresaba a su casa. En el transcurso de su viaje, él se concentraba en
una parte de lectura de uno de los profetas, pero estaba teniendo dificultad en
entender de quien se trataba. Felipe fue enviado por Dios para revelar el
verdadero significado del texto que este hombre estaba considerando. Era el
mismo pasaje que habla del sacrificio del Mesías. Así que Felipe le explicó las
cosas respecto a Jesucristo, por lo cual el eunuco pidió ser bautizado. Felipe le
dijo, “Si crees de todo corazón, bien puedes” (Hechos 8:36–39) El eunuco
respondió: “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”, por lo que Felipe le
bautizó. ¡El mensaje del Evangelio estaba ahora en camino a Etiopía!

Pablo se convierte (Hechos 9)


En ese capítulo tenemos el asombroso recuento de la conversión de Saúl
(que más tarde fue llamado ‘Pablo’ en Hechos 13:9). Se había opuesto
amargamente a la nueva enseñanza de Jesús de Nazaret y con mucho vigor
había perseguido a los que creían en ella. Fue en este mismo acto de perseguir
los discípulos de Jesús que él se convirtió, cuando iba rumbo a Damasco, donde
Jesucristo mismo se le apareció en el camino. Sorprendido por esta revelación,
Saúl se convirtió en un hombre totalmente diferente y ahora que creía, fue
bautizado (Hechos 9:18). La obra que Dios había reservado para él se resume
en las palabras de Cristo:
“instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos
9:15)

Los capítulos posteriores de Los Hechos tratan con la increíble labor de Pablo
el apóstol y como él logra difundir el evangelio por todo el Imperio Romano
(Hechos 13–28).

Cornelio, el centurión Romano, cree en el Evangelio (Hechos 10)


El apóstol Pedro fue encargado con llevar el mensaje de salvación a Cornelio,
un centurión Romano estacionado en Cesárea. Era tradicionalmente ilícito para
los judíos relacionarse con los gentiles (Hechos 10:28), pues ellos creían que se

154
contaminaban ceremonialmente por tal contacto. En este incidente esta falsa
percepción fue descartada por el Señor, y Pedro mismo fue el primero en
aprender que “Dios no hace acepción de personas”, pero que ofrece la
salvación a todos los hombres bajo las mismas condiciones. Así fue Pedro
encargado de llevar el Evangelio a este Gentil y toda su casa. El resultado fue
que ambos Cornelio y los de su casa creyeron y fueron bautizados (Hechos
10:47–48)

“El que creyere y fuere bautizado”


Aparte del hecho que hemos visto sobre la difusión gradual del Evangelio en
los capítulos que hemos considerado, también observamos que los apóstoles
bautizaban a todos los que creían. Es evidente que estaban siguiendo con detalle
exacto la comisión que Jesús les dio cuando les mandó que fueran por todo el
mundo a predicar el evangelio. Sólo aquellos que creían y eran bautizados podían
salvarse (Marcos 16:15).

¿Es Bíblico el bautismo de infantes?


En todos los incidentes registrados en el libro de Hechos hemos visto que la
creencia es esencial para la salvación. Después de una cuidadosa instrucción en
el evangelio, la fuerza motivadora que ha causado a las personas a buscar el
bautismo fue su convicción de que las cosas que habían escuchado eran ciertas.
En todo caso los que se bautizaban eran aquellas personas que eran lo
suficientemente maduras como para entender lo que estaban haciendo.
¿Qué pasa con el ’bautismo de infantes’ entonces? El bautismo de los bebés
o los niños no se enseña en la Biblia. Es otra de las falsas enseñanzas que se ha
hecho popular en las iglesias cristianas, pero que es contraria a la enseñanza de
la Biblia. El bautismo de infantes se comenzó a practicar en la Iglesia Cristiana
alrededor de 1000 años después de Cristo.
Incluso la inmersión en el agua no es un verdadero bautismo a menos que
sea precedida por la creencia en los dos elementos del Evangelio, tal como se
define en Hechos 8:12, y una confesión de pecados. Es absolutamente esencial
que una persona que desea ser bautizado entienda que él o ella están entrando
en una nueva relación con Dios.

Bautismo – inmersión completa en agua


Al transcurrir a través de la enseñanza del bautismo desde los días de Juan
el bautista hasta Los Hechos de los Apóstoles, hemos observado que las
personas que fueron bautizadas “descendieron al agua” y “subieron del
agua” (Hechos 8:38–39). Esta es la razón por la cual Juan bautizaba “en el
Jordán” (Mateo 3:6) y en Enón, “porque había allí muchas aguas” (Juan

155
3:23). Leemos que Jesús “subía del agua” después de haber sido bautizado
(Marcos 1:10).
El bautismo es una inmersión completa en agua, porque, como ya hemos
visto, simboliza el entierro. Es el medio que Dios ha elegido para que podamos
identificarnos en primer lugar con la muerte y luego con la resurrección de
Jesucristo. Por lo tanto, Pablo escribe: “somos sepultados juntamente con él
[Cristo] para muerte por el bautismo”. En el acto del bautismo nosotros le
demostramos a Dios que nuestro “viejo hombre” – una figura de nuestra antigua
forma de vivir – ha muerto y subimos del agua para caminar en una nueva vida
en Cristo (Romanos 6:3–6).

Puntos de Resumen
• Después de su resurrección Jesús le dio a sus discípulos este
mandamiento –
• “Id por todo el mundo y predicad el evangelio... el que creyere y
fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:15–16). Fue en obediencia
a este mandamiento que los discípulos fueron por todo el mundo
Romano, predicando el mensaje evangélico y bautizando a los que
creían.
• Cuando Jesús ascendió al cielo, los ángeles aseguraron a los discípulos
que con toda certeza él regresaría (Hechos 1:9–11).
• Los Hechos de los Apóstoles habla de la propagación del Evangelio en
todo el mundo Romano. Continuamente enfatiza que aquellos que
creían eran bautizados –
• Después del discurso de Pedro en Pentecostés en Jerusalén,
tres mil fueron bautizados (Hechos 2:37–38, 41)
• En respuesta a la predicación de Felipe en Samaria muchos
fueron bautizados (Hechos 8:12)
• El eunuco Etíope fue bautizado (Hechos 8:26–40) – Pablo fue
bautizado después de su conversión (Hechos 9:18; Hechos
22:12–16)
• Cornelio y los de su casa fueron bautizados (Hechos 10:47–48).

• El bautismo es la inmersión completa en agua (Hechos 8:38–39).

156
• El bautismo de infantes no es un verdadero bautismo y no tiene ningún
fundamento bíblico. Se comenzó practicar en la Iglesia Cristiana por
primera vez cerca de 1000 años después de Cristo.

Lección 22 – Preguntas
1. ¿Cuál fue el mandamiento que Jesús les dio a sus discípulos antes de
ascender al cielo?
2. ¿Puede una persona ser salva sin fe y sin el bautismo?
3. ¿Qué les dijeron los ángeles a los discípulos mientras Jesús ascendía al
cielo?
4. ¿En Pentecostés, cuando la gente preguntaba que debían hacer, cual fue
la respuesta de Pedro?
5. ¿Qué hicieron aquellos que “recibieron su palabra”?
6. ¿Qué predicó Felipe en Samaria?
7. ¿Qué hicieron las personas que creyeron?
8. ¿Qué es el bautismo?
9. ¿Es el bautismo de infantes una enseñanza basada en la Biblia?

EL APOSTOL PABLO PREDICA EL EVANGELIO

Lección 23 Lectura: Hechos 13–28


En Hechos 9 hemos considerado la conversión de Saulo, quien más tarde fue
llamado Pablo. Ahí notamos que el Señor dijo de él:
“instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel” (Hechos
9:15)

Ahora vamos a considerar cómo esta gran obra se llevó a cabo.

Los viajes misioneros de Pablo


Tres viajes misioneros de Pablo se registran en los Hechos de los Apóstoles.
Mientras leemos los registros de estos viajes llegamos a apreciar la forma en la
cual el Evangelio se propagó por todo el Imperio Romano. Con el desarrollo de
varias comunidades de creyentes en diferentes ciudades del Imperio podemos
comprender por qué era necesario que Pablo les escribiera estas epístolas. Estas
fueron escritas para alentar su fe, para responder a sus preguntas y para corregir
los problemas que habían surgido entre ellos. Muchas de estas epístolas han
sido preservadas por la asombrosa providencia de Dios, de modo que tenemos
el beneficio de la inspirada enseñanza de Pablo que nos guía hasta el día de hoy.

157
La palabra griega para cada comunidad de creyentes es ekklesia, que se
traduce “iglesia” en la mayoría de las Biblias. La palabra es un compuesto de
klesis, que viene de kaleo “llamar” y el prefijo ek, que significa “fuera de”. Esto
describe una asamblea de personas llamadas para un propósito específico. Esta
palabra muestra con precisión que los creyentes son una comunidad “llamada”
por Dios por medio de la predicación del Evangelio de Cristo, para apartarnos
“fuera de” las costumbres del mundo y seguirle a él (1 Pedro 2:9; Hechos 15:14;
Efesios 1:18; Efesios 4:4).

El primer viaje (Hechos 13–14)


Cuando leemos a través de estos capítulos podemos seguir el viaje de Pablo
y Bernabé, cuando llevan el Evangelio primero a Chipre y luego Galacia, el
antiguo nombre para el centro de Turquía el día de hoy. La mayoría de las Biblias
con mapas en la parte de atrás tienen estos viajes marcados. Más tarde, Pablo
escribió su epístola a los Gálatas, a los creyentes de esa área.

El segundo viaje (Hechos 16–18)


En este viaje, Pablo y Silas volvieron a visitar las iglesias en Galacia viajando
a Troas, a través de Filipos, y luego a Atenas y a Corinto. El viaje de regreso a
Jerusalén los llevó a través de Éfeso y luego por barco de regreso a Judea.
Más tarde, Pablo escribió epístolas a aquellos a quienes había conocido
durante este viaje. Estas son las epístolas escritas a los Filipenses,
Tesalonicenses, y Corintios.

158
El tercer viaje (Hechos 18–21)
Pablo viajó nuevamente a través de Galacia y luego a Éfeso, donde
permaneció durante tres años. Desde este punto central se difundió el Evangelio,
de manera que “todos los que habitaban en Asia oyeron la palabra del Señor
Jesús”. Luego viajó nuevamente a Grecia antes de regresar a Jerusalén.
Más tarde Pablo escribió epístolas a los Efesios y Colosenses (inclusive una
carta personal a Filemón).

159
Encarcelamiento de Pablo en Jerusalén y su viaje a Roma (Hechos 21–
28)
Cuando Pablo llegó a Jerusalén después de su tercer viaje fue detenido en el
Templo por los líderes religiosos Judíos, y más tarde fue puesto en custodia por
los Romanos. Fue encarcelado primero en Jerusalén y luego en Cesarea y más
tarde, después de hacer una apelación al tribunal del César, fue enviado a Roma.
Su viaje fue muy peligroso, pero finalmente llegó a Roma a salvo donde pasó dos
años en la cárcel. Aunque se encontraba encadenado, fue capaz de escribir o
dictar epístolas que fueron de gran beneficio para las primeras comunidades de
creyentes, así como a nosotros el día de hoy.

El poder que motivó a Pablo


Al considerar los lugares que Pablo visitó mientras viajaba por todo el Imperio
en su último viaje a Roma, vemos que, sobre todos los demás apóstoles, fue el
responsable de propagar el Evangelio a los gentiles.
En algunos de sus escritos podemos capturar una vislumbre de ese poder que
lo motivó a comprometerse a una misión tan ardua. El dijo en su epístola a los
Romanos:
“Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio
también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo
del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Romanos 1:15–
16)

Otra vez escribió:


“Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito:
Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también
hablamos” (2 Corintios 4:13)

Pablo estaba convencido que el mensaje del Evangelio era la única esperanza
para la humanidad. Él creía esto tan intensamente que se vio obligado a “hablar”
del Evangelio a todo aquel con quien se encontraba.
Sin duda nos ha dejado un ejemplo digno de seguir. Si realmente creemos en
el Evangelio, entonces no solamente lo obedeceremos en el bautismo y caminar
fielmente ante Dios, pero también nos sentiremos obligados a hablar de él a los
demás para que ellos también puedan compartir la gran esperanza de salvación.

Las otras epístolas del Nuevo Testamento


Como hemos mencionado, muchas de las epístolas que se encuentran en el
Nuevo Testamento fueron escritas por Pablo a las iglesias de creyentes. Pablo
160
también escribió epístolas personales a algunos de los que habían trabajado con
él en la obra, como Timoteo, Tito y Filemón. Aunque no específica el nombre
del escritor, la epístola a los Hebreos también es atribuida por muchos eruditos
a Pablo.
Otros discípulos también escribieron epístolas que se han incluido en el
Nuevo Testamento. Estas son las epístolas de Santiago, Pedro, Juan y Judas.
Estas epístolas no sólo nos ayudan a comprender lo necesario para nuestra
salvación, sino también sirven de guías para los discípulos para que puedan
glorificar a Dios en sus vidas cotidianas.

El Espíritu Santo en el primer siglo


Como ya hemos visto, el Señor Jesucristo recibió el poder del Espíritu Santo
para hacer milagros, para que no hubiera duda de que fue enviado por Dios (Juan
3:2; Hechos 2:22; ver Lección 20) .
Después de su resurrección, Jesús les dijo a sus discípulos que después que
él se haya ido al cielo, ellos también recibirían el poder del Espíritu Santo.
También explicó porque esto sería así. Les fue dado por dos razones.
1. Esto les daría la capacidad de entender con claridad los caminos de Dios
y les ayudaría a recordar todo lo que Jesús les había enseñado (Juan
14:26).
2. Obtendrían el poder para hacer milagros en el nombre de Jesús como
señal irrefutable de que él había sido levantado de entre los muertos y que
Dios estaba reivindicando el mensaje del Evangelio que proclamaban.
Dios no respaldaba con milagros el mensaje de los maestros si no
hablaban la verdad (Juan 9:30–33).

Es a través del poder del Espíritu Santo que los discípulos fueron capaz de
registrar las enseñanzas de Jesús de manera precisa. Antes de la muerte de
Jesús los discípulos frecuentemente malinterpretaban su enseñanza, pero ahora
el Espíritu Santo los había capacitado para registrar con exactitud lo que habían
visto y oído.

Los milagros
Hay aquellos hoy en día que aseguran tener el poder del Espíritu Santo y que
pueden hacer milagros igual que los apóstoles en el primer siglo. Esto es un
engaño. Cuando leemos acerca de la vida de Jesús y de los apóstoles,
rápidamente nos podemos dar cuenta de que el efecto de los milagros fue
instantáneo y completo. Siempre habían testigos oculares que hablaban de la
maravilla de los milagros que habían visto, a fin de que multitudes venían de
cientos de kilómetros de distancia para ser sanados (Mateo 4:23–25). De la

161
misma manera, los milagros que los apóstoles hicieron en el nombre de Jesús se
proclamaban a lo largo y ancho (Hechos 4:16; Hechos 5:14–16). El testimonio
no se limitaba a los creyentes de alguna pequeña secta.
Hoy en día, los seguidores de una variedad de creencias religiosas afirman
hacer milagros por medio del Espíritu Santo. El hecho mismo de que sostienen
diferentes creencias entre ellos mismos anula sus afirmaciones de obrar en el
nombre de Dios, ya que Dios mismo se proclama el Dios de la Verdad. Los
milagros deben honrar a Dios y, por lo tanto, como en el primer siglo, deben
respaldar la verdad del Evangelio.
Nosotros debemos primeramente examinar las doctrinas de aquellos que
afirman tener tal poder para verificar si realmente están en harmonía con la Biblia
(1 Juan 4:1).

El Espíritu Santo fue dado para un propósito


El Espíritu Santo fue dado en el primer siglo a fin de que Jesús y luego los
apóstoles, tuvieran un testimonio divino de la veracidad de su mensaje. Una vez
que el Nuevo Testamento fue escrito y la gente podía leer acerca de la maravilla
de Jesucristo y la enseñanza de los apóstoles, esto ya no era necesario. Dios
dejó de hacer su poder disponible después que los apóstoles y sus discípulos
inmediatos murieron. Para este tiempo el mensaje del Evangelio se había
extendido en toda Asia, Europa y Norte de África y copias de esas enseñanzas
habían sido compiladas en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo, dándose
cuenta de que esto había de ocurrir, habló del tiempo en que la capacidad de
profetizar, hablar en idiomas extranjeros (o lenguas), cesaría, porque la voluntad
manifiesta de Dios sería completamente registrada en su Palabra, la Biblia (1
Corintios 13:8–10).

Hablando en lenguas
En Hechos 2 se registra que los apóstoles “comenzaron a hablar en otras
lenguas”. Cuando leemos a través de este incidente notamos de que habían
Judíos reunidos de todo el Medio Oriente, pero cuando los apóstoles hablaron
“cada uno les oía hablar en su propia lengua” (Hechos 2:6). Este milagro
causó que la gente se maravillara diciendo:
“Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les
oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido? “ (Hechos 2:7–8)

El milagro de hablar en otras lenguas permitió que el Evangelio se difundiera


más rápidamente por todo el Imperio. Los apóstoles, quienes eran galileos, ahora
podían hablar en lenguas extranjeras. El hablar en lenguas les dio la capacidad

162
para predicar el Evangelio por todo el mundo en la lengua o idioma de los
oyentes. Una vez que el Evangelio fue creído y establecido en aquellos países
no quedaba ninguna necesidad para que este milagro continuara.

El último libro de la Biblia – El Apocalipsis


Este último libro de la Biblia ha fascinado a la mayoría de las personas que
desean comprender la Biblia. El Apocalipsis (Revelación) fue dado al Apóstol
Juan, mientras él era un prisionero en la isla de Patmos aproximadamente en el
año 96 DC. Muchos quieren entender este libro antes de que hayan llegado a
apreciar todo lo que esta antes. Hay un punto fundamental que se ignora
frecuentemente. El Apocalipsis fue entregado por Jesucristo “para manifestar a
sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Por lo tanto, es un libro
profético, revelando las cosas que habían de afectar a los siervos de Cristo desde
el momento en que fue declarado hasta el tiempo cuando el Reino será
establecido en su regreso, y aun más allá de esto. Por lo tanto, esto ha sido muy
reconfortante para sus siervos en cada generación desde la época de Juan hasta
el día de hoy.
Es un libro impresionante por la exactitud infalible de sus predicciones, no
obstante, sólo puede entenderse a la luz de un conocimiento de las doctrinas de
la Biblia y el mensaje profético, particularmente el de Daniel, que se encuentra
antes. Procurar de interpretarlo sin tal fundamento sólo da lugar a la confusión y
error. Fue dado específicamente a los siervos de Cristo, que han llegado a
conocer y entender la voluntad y propósito de Dios con la tierra. La paciente y
cuidadosa exanimación de estas visiones y su mensaje es una fuente de aliento
para todos aquellos que dedican tiempo y esfuerzo en estudiarlo.
El mensaje del Apocalipsis es claramente consistente con el resto de la Biblia
– proclama la enseñanza del futuro Reino de Dios en la tierra.
• “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su
Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15)
• “nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra” (Apocalipsis 5:10)
• “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar
a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12)

Juan concluye el libro con una oración ferviente. Es la oración de todos


aquellos que fielmente buscan la venida del Señor Jesucristo. Tenemos todas las
razones para creer que pronto regresará a galardonar a los que se han esforzado
en servirle y que han orado fervientemente diciendo,
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra” (Mateo 6:10)

163
Preparémonos todos para ese día en la forma en que ha designado a fin de
que nosotros, juntamente con Juan, genuinamente podamos orar,
“Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20)

Puntos de Resumen
• El Libro de los Hechos da los detalles de los viajes del Apóstol Pablo
por todo el Imperio Romano predicando el Evangelio.
• El Libro del Apocalipsis fue específicamente dado por Jesucristo desde
el cielo al apóstol Juan para beneficio de todos los siervos de Cristo
desde los días de Juan hasta el día presente (Apocalipsis 1:1–3). Es
predominantemente un libro de profecía y establece, entre otras cosas,
la secuencia de los acontecimientos en Europa y el Medio Oriente
desde el año 96 AD hasta el establecimiento del Reino de Dios en la
tierra bajo el gobierno de Jesucristo (Apocalipsis 11:15 –18). Da por
lo tanto, una clara visión general profética de los acontecimientos del
mundo de hoy que conducen al regreso de Cristo, y nos advierte en
que manera debemos prepararnos para ese gran evento (Apocalipsis
16:15).
• “sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20) es la ferviente oración de
todos aquellos quienes, habiendo llegado a apreciar el glorioso plan
que Dios ha revelado en el Evangelio, lo han creído, han sido
bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo y se esfuerzan para
glorificar a Dios en sus vidas (Marcos 15:15–16).

Lección 23 – Preguntas
1. ¿A quién en particular fue enviado Pablo con el Evangelio?
2. En el Griego del Nuevo Testamento la palabra ekklesia se usa para
referirse a las comunidades de creyentes. ¿Porque se escogió esta
palabra para describir a los creyentes?
3. ¿Cuantos viajes se registran en la obra misionera de Pablo?
4. ¿Qué poder motivó a Pablo a predicar el Evangelio, aun sabiendo que su
vida peligraba?
5. ¿Porque se les dio el Espíritu Santo a los Apóstoles?
6. ¿Porque recibieron los apóstoles la capacidad de hablar públicamente en
diferentes lenguas?
7. ¿Porque dio Jesús el Apocalipsis a Juan?

164
8. ¿Dónde reinaran aquellos que serán hechos “Reyes y Sacerdotes” en el
futuro reino de Cristo?
9. ¿Cuál es la última oración de Juan al final del Apocalipsis?

165
REALIDADES BIBLICAS DE LAS PALABRAS DIABLO Y SATANAS

Lección 24
Nuestro objetivo en estas notas es considerar este tema, usando la Biblia para
definir el significado de las palabras diablo y satanás. Tomaremos el punto de
vista de alguien que está mirando el asunto sin ninguna idea preconcebida o
predispuesta a lo que se refieren estas palabras. Para hacer esto primero
miraremos cada uso de la palabra diablo y satanás en el Viejo Testamento. De
esta manera vamos a poder obtener el entendimiento que pudieron haber
sostenido aquellos que creyeron y estudiaron la palabra de Dios en los días de
Jesucristo; pues lo que conocemos ahora como el Viejo Testamento, eran las
escrituras de ellos en aquel entonces.

El diablo en el Antiguo Testamento


La palabra “diablo” no ocurre en todo el Viejo Testamento. En ninguna parte
de la Biblia de Génesis a Malaquías, un período de 4000 años, se encuentra la
palabra “diablo”. Esta Realidad Bíblica puede llegar como una sorpresa para
muchos que han sido enseñados que hay un diablo sobrenatural que tienta a
hombres y a mujeres a pecar. No hay lugar donde tan siquiera se pudiera deducir
que el hombre es tentado por un poder sobrenatural el cual es el enemigo de
Dios.
La palabra “demonios” ocurre cuatro veces en el Antiguo Testamento se
relacionan con los dioses paganos. Estas referencias se consideran en el final de
esta lección bajo el título “diablos y demonios”.

La enseñanza del Antiguo Testamento origen de la tentación y del pecado


Así como se ha documentado bien en las lecciones anteriores, la raíz de la
tentación de pecar viene de la mente o del corazón del hombre mismo. Las
referencias siguientes demuestran claramente la enseñanza de Dios acerca de
este punto en el Viejo Testamento.
Demuestran que la raíz de la causa del pecado se encuentra en el hombre
mismo.
Considere lo siguiente:
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal” (Génesis 6:5)

“El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”


(Génesis 8:21)

166
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién
lo conocerá?” (Jeremías 17:9)

Podemos ver en estas citas que el “corazón del hombre” representa el


proceso mental del pensamiento del hombre. Dios demuestra que es la propia
imaginación del hombre que produce las tentaciones que conducen al pecado.
En ninguna parte en el Antiguo Testamento enseña que estos deseos
pecaminosos deben ser atribuidos a un diablo malvado sobrehumano, según lo
sugerido por algunas religiones. Por 4000 años desde la creación hasta la época
de Jesús, ni una sola persona que ha sido iluminada por la palabra de Dios,
atribuyó la tentación a tal diablo. Dios trata al hombre como un ser racional quién
es responsable por sus propios pensamientos y acciones.

Satanás en el Antiguo Testamento


Lo que sigue es la lista de todos los lugares en donde ocurre la palabra hebrea
satán (o satanás) en el Viejo Testamento. Esta lista se toma de la Concordancia
Exhaustiva de la Biblia Strong. Se presenta la palabra hebrea, seguida por la
traducción en español de la versión Reina Valera de 1960.

H7853 ‫ ן ַ ט ש‬satán
Zacarías 3:1 Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba
delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para
acusarle.

Salmos 38:20 Los que pagan mal por bien me son contrarios, por
seguir yo lo bueno.

Salmos 71:13 Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi


alma; sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal
buscan.

Salmos 109:4 En pago de mi amor me han sido adversarios; mas yo


oraba.

Salmos 109:20 Sea este el pago de parte de Jehová a los que me


calumnian, y a los que hablan mal contra mi alma.

Salmos 109:29 Sean vestidos de ignominia los que me calumnian;


sean cubiertos de confusión como con manto.

167
H7854 ‫ ן ָ ט ש‬satán
Números 22:22 Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel
de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él
montado sobre su asna, y con él dos criados suyos.

Números 22:32 Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu


asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu
camino es perverso delante de mí.

1 Samuel 29:4 Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron


contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al
lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea
que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa
volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos
hombres?

1 Samuel 19:22 David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros,


hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy
alguno en Israel? ¿Pues no sé yo que hoy soy rey sobre Israel?

1 Reyes 5:4 Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes;
pues ni hay adversarios, ni mal que temer.

1 Reyes 11:14 Y Jehová suscitó un adversario a Salomón: Hadad


edomita, de sangre real, el cual estaba en Edom.

1 Reyes 11:23 Dios también levantó por adversario contra Salomón a


Rezón hijo de Eliada, el cual había huido de su amo Hadad-ezer, rey
de Soba.

1 Reyes 11:25 Y fue adversario de Israel todos los días de Salomón; y


fue otro mal con el de Hadad, porque aborreció a Israel, y reinó sobre
Siria.

1 Crónicas 21:1 Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David


a que hiciese censo de Israel.

Job 1:6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de


Dios, entre los cuales vino también Satanás.

168
Job 1:7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo
Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.

Job 1:8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo


Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal?

Job 1:12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu
mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de
delante de Jehová.

Job 2:1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para
presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos
presentándose delante de Jehová.

Job 2:2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió


Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

Job 2:3 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo


Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su
integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara
sin causa?

Job 2:4 Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo
que el hombre tiene dará por su vida.

Job 2:6 Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas


guarda su vida.

Job 2:7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a


Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla
de la cabeza.

Salmos 109:6 Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra.

Zacarías 3:1 Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba


delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para
acusarle.

169
Zacarías 3:2 Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás;
Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón
arrebatado del incendio?

H7855 ‫ ה ָ ָנ ְ ְט ִ ִש‬sitná
Esdras 4:6 Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado,
escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.

De la lista anterior varios puntos llegan a ser muy obvios.


• La palabra hebrea no se utiliza con mucha frecuencia en todo el Antiguo
Testamento. Si se toma en cuenta todos los ejemplos de comportamiento
pecaminoso que se registran en la Biblia, es impresionante notar que
satanás no entra en la escena con más frecuencia, si en realidad la
popular enseñanza sobre satanás es cierto.
• En más de la mitad de las ocasiones donde la palabra ocurre en la
Revisión de 1960 los traductores la han traducido como “un adversario”,
“resistir”, y “acusaciones”.
• En cuatro pasajes de la Escritura, se ha dejado la palabra hebrea satanás
sin traducir (Job 1 y 2; 1 Crónicas 21:1; Salmo 109:6; Zacarías 3:1,2).

Vemos, entonces, que satanás significa un adversario o un oponente, uno que


resiste a otro.
Veamos unos cuantos de estos pasajes donde la palabra hebrea satanás
ocurre.
La primera vez que la palabra se utiliza en la Biblia es en Números 22:22, 32.
Mientras leemos a través de esta sección nos damos cuenta de que el
“adversario” que “resistió” o se opuso a Balaam, el profeta malo, era un ángel
de Dios. Así pues, la palabra simplemente significa “uno que está en oposición a
otro”. Sin embargo, la palabra hebrea en estos versículos es satanás. Por lo tanto,
el ángel que está haciendo la voluntad de Dios se le llama “satanás” porque se
“opone” o es “un adversario” en contra de un hombre malvado.
La siguiente ocurrencia está en 1 Samuel 29:4 la cual se refiere a David,
quien los filisteos temían que actuaría en contra de ellos en el campo de batalla
convirtiéndose así en su oponente o “adversario”. Así, David sería un “satanás”
para los filisteos.
En 2 Samuel 19:22 David dice que dos de sus soldados que le causaron
problemas eran “adversarios” o “satan” para él.
Siguiendo a través con el mismo procedimiento tomamos nota de que las
referencias en el libro de Reyes se refieren a todas las naciones alrededor de
Israel como sus “adversarios”. Leemos:

170
“Y Jehová suscitó un adversario [satán en hebreo] a Salomón: Hadad
edomita, de sangre real, el cual estaba en Edom” (1 Reyes 11:14)

Una vez más:


“Dios también levantó por adversario [satán en hebreo] contra Salomón
a Rezón hijo de Eliada, el cual había huido de su amo Hadad-ezer, rey
de Soba” (1 Reyes 11:23).

Aquí vemos que es Dios mismo quien suscita a estas personas para afligir a
Israel por haberle abandonado. El “satanás” se nombra en cada uno de los casos
– se trata de un hombre militar mortal que encabeza la oposición en de contra
Israel. Estos adversarios de Israel no fueron enviados a Israel para hacerlos
pecar. Fueron enviados por Dios como método de castigo por haber pecado.

Los cuatro lugares donde “Satanás” se deja sin traducir


Como ya se ha mencionado, sólo hay cuatro lugares en el texto del Antiguo
Testamento de la Reina Valera Revisión 1960 donde la palabra se ha dejado sin
traducir y aparece como “Satanás”. Esto en sí debería hacer que el estudiante
racional de la Biblia examine el asunto con mucho cuidado para ver por qué esto
es así. Hay que recordar que hasta a este punto en todos los casos que hemos
visto la palabra “satanás” se ha referido a:
• un ángel que actúa en nombre de Dios para oponerse a alguien
• hombres que se oponen a otros.

El satanás no es necesariamente malo moralmente – simplemente se opone


a otro. En ninguno de los casos mencionados se podría sugerir que se refiere a
un ser sobrenatural maligno.
Ahora vamos a considerar los lugares donde esta palabra se queda sin
traducir y se deja como “Satanás”.

El primero lugar
Esta primera referencia es muy interesante:
“Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese
censo de Israel.” (1 Crónicas 21:1)

Ahora bien, este mismo incidente se registra en 2 Samuel 24:1, leemos:


“Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David
contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá “.

171
Comparando aquí estos dos pasajes descubrimos que el “adversario” o
“satanás” de Israel en esta ocasión era Dios mismo. Dios está actuando aquí
como un “adversario” (satán en hebreo) hacia la nación de Israel porque habían
puesto su confianza en sí mismos y se habían apartado de Dios.

El segundo lugar
El segundo lugar donde esta palabra se ha dejado sin traducir es en el libro
de Job. Los traductores de la Reina Valera 1960 han hecho la nota marginal
aclarando que la palabra significa “adversario” (Job 1:6).

¿Quién es, entonces, este adversario de Job? Se nos dice que


“Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios,
entre los cuales vino también Satanás [adversario en hebreo]” (Job 1:6)

Hasta este punto en la Biblia no hemos visto una sola referencia de un


“satanás” sobrenatural e independiente que conduce a los hombres hacia el mal,
así que tenemos que evaluar lo que se dice aquí. ¿Esta Dios realmente, por
primera vez en su palabra, presentándonos a un sujeto como este? Al considerar
cómo Dios ha hablado de los ángeles en su presencia, es imposible imaginar o
aceptar que una discusión como esta tuvo lugar en el cielo. Este escrito que:
“Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre
todos. Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en
fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su
precepto. Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros
suyos, que hacéis su voluntad” (Salmo 103:19–21)

Por lo tanto, en el cielo en el tribunal de Dios están los ángeles que le


obedecen y hacen su voluntad. Además, en el Nuevo Testamento encontramos
nuevamente que se dice esto acerca de los ángeles y su obra:
“¿No son todos [los ángeles] espíritus ministradores, enviados para
servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”
(Hebreos 1:14)

La Biblia es clara – los ángeles son ministros de aquellos que son herederos
de la salvación. El satanás o adversario de Job quería que Dios le quitara todo lo
que él tenía, para ver “si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (Job
1:11). Este satanás quería ponerle una prueba a Job para asegurar que Job
perdiera su salvación.
A pesar de que no se nos dice específicamente quien es el adversario de Job
aquí, la única conclusión lógica escrituralmente es que “los hijos de Dios” que

172
se reúnen aquí eran los creyentes que vivían cerca de Job y habían venido para
adorar a Dios, pero entre ellos había un hombre que tenía celos de Job y las
cosas materiales que poseía (Job 1:9–11). Mientras leemos a través del libro de
Job, nos damos cuenta de que Job entendía, como también sus conocidos (Job
42:11), que era Dios quien trajo las pruebas sobre él (Job 19:21). Las palabras
de Job muestran sin duda que él comprendía esto cuando dijo:
“Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job
1:21)

y nuevamente dice,
“¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10)

Fue mediante estas pruebas que Job mostró la calidad de su fe y paciencia


(Santiago 5:11).
La envidia es uno de los males de los cuales los seguidores de Dios deben
siempre estar en guardia en sus pensamientos. Se encuentra listada entre “las
obras de la carne” (Gálatas 5:19–21). Santiago dice:
“Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os
jactéis, ni mintáis contra la verdad... Porque donde hay celos y
contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago
3:14–17)

En los días de Cristo, fue la envidia que causó a los líderes Judíos demandar
la crucifixión del Señor Jesucristo.
“Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los
judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los
principales sacerdotes “(Marcos 15:9–10).

El tercer lugar
El tercer lugar es en Salmo 109:6. En este salmo es difícil entender por qué
los traductores han dejado sin traducir tan sólo uno de los cuatro lugares donde
la palabra satanás ocurre. Tomamos nota de que Salmos 109 4, 20 y 29 se
traducen “adversario”, mientras que el Salmos 109:6 se deja como “satanás”.
Sin embargo, existe la nota marginal que lo clarifica como “adversario” para
guiarnos en nuestro entendimiento. Cuando leemos a través de este salmo nos
damos cuenta que este salmo está proféticamente hablando de Judas Iscariote
quien traicionó a Jesús. Judas fue motivado por los principales sacerdotes y
gobernantes a traicionar a Jesús, pues ellos eran un “adversario” o “satanás” de
Jesús. Ellos estuvieron a la mano derecha de Judas’, como lo dice Salmos 109:6.

173
Pedro cita Salmos 109:8 del salmo en Hechos 1:20, donde se menciona que
Judas “fue guía de los que prendieron a Jesús” (Hechos 1:16), lo cual
confirma que este salmo habla de Judas.

El cuarto lugar
El último lugar donde satanás se deja sin traducir es en Zacarías 3:1–3. En
este caso, como la historia de los tiempos pone de manifiesto, quienes se
oponían a la reconstrucción del Templo en Jerusalén bajo Zorobabel y Josué
fueron los samaritanos. El recuento de esta oposición se registra en Esdras 4:1–
6. En el versículo 6 los oponentes de Israel escribieron “acusaciones”, una
palabra derivada de satán que significa “una carta de adversidad” (una carta
expresando la oposición), en la cual hicieron acusaciones falsas contra los
Judíos. Por lo tanto, el “satanás” aquí en Zacarías es claramente identificado
como la oposición samaritana hacia la labor de los judíos.
Con este análisis detallado acerca de todas las referencias de “satanás” en
el Antiguo Testamento podemos ver que esta palabra no significa nada más que
“un adversario, un opositor”. No hay prueba alguna en estas referencias cuando
se lee en su contexto, de un ser sobrenatural que desafía a Dios y conduce a la
gente al pecado. Si nos fijamos en todos los hechos de cada referencia en el
Antiguo Testamento no hay ningún lugar donde satanás tienta a una sola persona
a pecar.

Las conclusiones deducidas del Antiguo Testamento sobre el “diablo” y


“satanás”
Como puede verse claramente, no hay ninguna base o fundamento en el
Antiguo Testamento para apoyar la opinión de que hay un poder sobrenatural del
mal que tienta a hombre a pecar. Hemos demostrado el sentido en que la palabra
“satanás” se ha empleado, y hemos señalado el hecho de que la palabra “diablo”
no se menciona ni una sola vez en el Antiguo Testamento. Más que eso – es
claramente obvio que el Antiguo Testamento enseña que la tentación de pecar
viene del corazón del hombre mismo.

“Satanás” en el Nuevo Testamento


Cuando llegamos a ver la palabra “satanás” en el Nuevo Testamento nos
damos cuenta de que la palabra se ha traído del Antiguo Testamento al Nuevo.
Sabemos que en el Antiguo Testamento satanás significa “un adversario”. Es
evidente que lleva este mismo significado en el Nuevo Testamento.

174
Se puede usar de las personas que se oponen a los caminos de Dios
Se puede usar de las personas que se oponen a los caminos de Dios, tal
como Jesús la utilizó del apóstol Pedro cuando él le dijo:
“¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (Mateo 16:23)

Jesús después explica por qué le habló así a Pedro –


“porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres.”

Aunque con buenas intenciones, los pensamientos de Pedro eran contrarios


a la voluntad de Dios y por haber tratado de influir a Jesús con sus pensamientos,
le fue un adversario a él.

Se puede utilizar de los pensamientos que se oponen a los caminos de Dios


La palabra también se puede utilizar de los pensamientos que se oponen o
son adversos a los caminos de Dios, y el apóstol Pedro la utiliza de esta manera
cuando Ananías y Safira decidieron robar dinero para ellos mismos. Aquí leemos
que Pedro dijo a Ananías:
“¿Por qué llenó satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu
Santo?”

Lo cual él explica en el siguiente versículo:


“¿Por qué pusiste esto en tu corazón?” (Hechos 5:3–4)

Como ya hemos visto en el Antiguo Testamento, es el designio de los


pensamientos del corazón del hombre que produce la tentación y el pecado como
lo hemos visto anteriormente (Génesis 6:5; Jeremías 17:9). Ananías permitió
que los malos pensamientos que son adversos a los caminos de Dios lo
engañaran en pensar que él podía mentir y robar. Por eso Pedro, lógicamente se
refiere a esas pasiones engañosas como “satanás”, ya que se oponen a los
caminos de Dios.
Vemos entonces que la palabra satanás en el Nuevo Testamento
simplemente significa un adversario, y que se le puede aplicar tanto a una
persona como también a todos aquellos que se oponen a otro en hacer la
voluntad de Dios, así como en el Antiguo Testamento. También puede ser
aplicado a los deseos engañosos de nuestra naturaleza que nos tientan a
oponernos a la voluntad de Dios.
Las siguientes citas muestran cómo la palabra satanás se utiliza tanto de los
poderes políticos como también de los poderes religiosos que se oponen a
aquellos que están caminando en los caminos de Dios.

175
Se utiliza de la oposición política y religiosa
Se utiliza de la oposición política que los creyentes en Pérgamo enfrentaban.
Jesús estaba plenamente consciente de esta oposición y dijo:
“Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de
Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en
los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros,
donde mora Satanás” (Apocalipsis 2:13)

Pérgamo fue la capital de la provincia de Lydia en Asia (actualmente Turquía)


y la “silla” del gobierno de Roma la Pagana estaba allí. Los creyentes están
sufriendo por su fe y un cierto hombre, Antipas, había sido asesinado. El
“satanás” o “adversario” del que habla Jesús es una forma de describir a los
líderes políticos que perseguían a los creyentes – ciertamente no se estaba
refiriendo a un ser sobrenatural que vivía en Pérgamo y los perseguía.
Se utiliza de los falsos creyentes en Esmirna. Jesús dice:
“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres
rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino
sinagoga de Satanás”. (Apocalipsis 2:9)

Aquí se habla de la oposición religiosa hacia los creyentes, y Jesús les llama
a tales adversarios “sinagoga de Satanás”.

Pablo utiliza la palabra “satanás” cuando habla de aquellos que se oponían a


su predicación en Tesalónica. Los judíos le habían prohibido hablar e incitaron a
las autoridades civiles para prohibirle que no predicara mas allí, causando su
huida de la ciudad (Hechos 17:5–10). Él llama a los que estorbaron su regreso
“satanás” o el adversario:
“por lo cual quisimos ir a vosotros, yo Pablo ciertamente una y otra
vez; pero Satanás nos estorbó” (1 Tesalonicenses 2:18)

La palabra satanás que significa adversario a veces se utiliza de manera


intercambiable con la palabra diablo en el Nuevo Testamento. Esto se puede ver
en la parábola del sembrador. La semilla que cayó junto al camino quitada por
“Satanás” en Marcos 4:15, pero en Lucas 8:12 se nos dice que fue quitada por
“el diablo”. Así pues, nos encontramos con una correlación cercana entre estas
dos palabras. La palabra diablo se explica un poco más adelante en esta lección,
al igual que la conexión entre el uso de las palabras “diablo” y “satanas”.

176
La raíz de la tentación y el pecado definidos en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento Jesús y los apóstoles describen claramente como
nosotros somos tentados a pecar.
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los
hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia,
la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de
dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21–23)

El Señor Jesucristo describe de dónde proviene el pecado – “del corazón de


los hombres”.
“Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído
y seducido” (Santiago 1:13–15)

La inclinación natural de cada uno de nosotros es satisfacer a uno mismo.


Este impulso es fuerte y conduce al pecado. Santiago luego indica que el pecado
trae consigo la muerte.
En Gálatas 5:16–21, Pablo lista “las obras de la carne”, que son
“adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a
estas”, afirmando que “los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios”

Aquellos que están asociados con Cristo se esfuerzan por pensar y actuar
diferente. Ellos
“han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:24)

Pablo, como Jesucristo, está enseñando que el impulso de pecar a viene de


adentro – de “los deseos de la carne”. En otro lugar Pablo le llama a la fuente
de tales impulsos “los designios de la carne” (Romanos 8:7), o la mente
“carnal”. No necesitamos un tentador sobrenatural para hacernos pecar. Como
descendientes de Adán, todos estamos propensos a pecar.
Hablando de corazón, Pablo nos habla de su constante lucha personal para
superar el pecado. “Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien”.
Nos indica que los deseos que lo impulsan a pecar residen en su propia carne
(Romanos 7:15–25).
La forma de superar la tentación es desarrollar una mente que pone la
voluntad de Dios primero. Jesucristo es el ejemplo supremo para nosotros en
este sentido. Como él, tenemos que rechazar la tentación del pecado. Como dice
177
Pablo, tenemos que “crucificar la carne”, o poner a muerte “la mente o los
pensamientos de la carne”, con sus impulsos de pecar (Romanos 8:13, 6:6;
Colosenses 3:5).
Al examinar estos pocos versículos en su contexto, vemos que el Nuevo
Testamento está completamente de acuerdo con el Antiguo Testamento con
relación a la causa principal de la tentación y el pecado. No sólo esto, pues si
somos honestos con nosotros mismos nos daremos cuenta de que esto es cierto
de nuestras propias experiencias en la vida.

La capacidad de pecar del hombre se personifica como “el diablo” en el


Nuevo Testamento
La propensa naturaleza del hombre al pecado, la causa principal del pecado,
es común a toda la humanidad como descendientes de Adán que somos,
incluyendo a Jesucristo. Esos deseos de nuestra naturaleza que nos conducen a
pecar se describen en el Nuevo Testamento con la palabra griega “diabolos”, la
cual en muchos lugares se ha rendido “diablo” en nuestra Biblia. Veamos primero
la palabra griega y su significado. Vine en su Diccionario de Palabras del Nuevo
Testamento dice: “diabolos significa acusador, calumniador (de diaballo, acusar,
calumniar)”. Esto es, de hecho, la forma en que la palabra se rinde por los
traductores en los siguientes pasajes:
“Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino
sobrias, fieles en todo” (1 Timoteo 3:11)

“Porque habrá hombres... sin afecto natural, implacables,


calumniadores” (2 Timoteo 3:3)

“Las ancianas asimismo sean… no calumniadoras” (Tito 2:3)

De la forma en que esta palabra se ha traducido podemos comprender su


significado. Expresa la idea de “hacer una declaración falsa sobre alguien”, ya
sea de un hombre o de Dios. El primer ejemplo de una “acusación falsa” o
“calumnia” en la Biblia fue cuando la serpiente le mintió a Eva diciendo:
“No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”
(Génesis 3:4–5)

Este es un descarado ejemplo de “falsa acusación” en contra de Dios. Dios


había dicho: “el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).

178
Eva escuchó la “calumnia” de la serpiente o “falsa acusación” contra Dios y
su palabra, y pecó al desobedecer a Dios y comer del fruto. Si tuviéramos que
utilizar la palabra griega para describir lo que se llevó a cabo, se podría decir que
la serpiente era un diabolos o “falso acusador” de Dios.

El “diabolos” o “falso acusador”


Veamos algunos de los lugares donde la palabra diabolos ocurre, pero que
se traduce como “diablo”.

“¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es


diablo?” (Juan 6:70)
Aquí Jesús habla de Judas Iscariote y utiliza la palabra diabolos para
describirlo. Si la palabra se hubiera traducido correctamente lo hubiéramos leído
asi: “y uno de vosotros es un falso acusador”. Como sabemos, Judas Iscariote es
el que traicionó a su Señor a través de su falsa acusación contra él. Judas
confesó:
“Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:3–6)

“Vosotros sois de vuestro padre el diablo [diabolos griego]” (Juan 8:41–44)


Cuando leemos el contexto, podemos ver que había una intensa discusión
tomando lugar entre Jesús y los judíos en el Templo en Jerusalén. Este debate
estaba centrado en tema de la Paternidad. Los judíos protestaron que Dios era
su Padre, mientras Jesús afirmaba que él era el Hijo de Dios. Es en este contexto
que Jesús muestra el contraste entre él y ellos. Mientras él hacia la voluntad de
Dios, ellos por otra parte eran mediante sus palabras y obras claramente “la
simiente de la serpiente” que se había anunciado en Génesis 3:15. Esta
simiente había de seguir sus propios deseos pecando en contra de Dios. Así
pues, en personificación de la palabra diabolos, Jesús les dice que ellos eran los
hijos del diabolos. Jesús, y todos los que hacen la voluntad de Dios son los hijos
de Dios. Así, Jesús señala que sólo hay dos clases de personas, quienes hacen
la voluntad de Dios o aquellos que siguen los deseos de la carne que conducen
al pecado quienes son la simiente del diabolos, o “diablo”.
En Hechos 13:10 Pablo describe a Elimas el mago con los siguientes
términos:
“¡Oh, lleno de todo engaño [como la serpiente en Edén – Génesis 3:1] y de
toda maldad, hijo del diablo [diabolos], enemigo de toda justicia! ¿No
cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?”

Elimas estaba actuando exactamente de la misma manera que la serpiente


en el Edén. Él “pervirtió” los caminos rectos de Dios. Usando la personificación

179
de los deseos pecaminosos que lo motivaron, Pablo lo describe como un “hijo
del diablo”.

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo [diabolos], y huirá de vosotros”


(Santiago 4:7)
Santiago ya ha señalado previamente que toda tentación viene de adentro del
hombre (Santiago 1:13–15), pero si nos comprometemos en caminar con Dios y
resistimos las tentaciones pecaminosas, entonces vamos a poder vencerlas.
Podemos ver ahora que esta palabra se utiliza en el Nuevo Testamento para
resumir esa propensión pecaminosa que forma parte de toda la naturaleza
humana. A raíz de la transgresión de Adán y Eva, esto trascendió por toda la
humanidad (Romanos 5:12). Esta es aquella tendencia pecaminosa de la que
Pablo habló diciendo:
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Romanos
7:18)

El “diabolos” como poder política y religiosa


Debido a que la palabra diabolos se utiliza para representar a ese poder que
conduce al pecado, también se usa para representar a aquellos quienes son
motivados por ambiciones y deseos carnales. Estos pueden ser individuos o un
grupo de personas.
Los siguientes son algunos ejemplos –

“No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos
de vosotros en la cárcel, para que seáis probados” (Apocalipsis 2:10)
Aquí Juan habla de la persecución que los creyentes en Esmirna sufrían bajo
la gobernación del poder Romano.

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra
las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11–12)
Aquí Pablo advierte a los creyentes en Éfeso de la persecución que
enfrentaban por medio de la oposición política y religiosa que los acusarían y
calumniarían falsamente.

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león


rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8–9)
Aquí Pedro advierte a los creyentes de la persecución que estaban
enfrentando por medio de las autoridades. Este poder político pagano falsamente
les acusó, trayéndoles terribles aflicciones sobre ellos.

180
La muerte – la inevitable consecuencia del pecado
La enseñanza consistente de la Biblia es que la muerte ha llegado por el
pecado. En el principio Adán pecó y fue condenado a morir (Génesis 2:16–17;
3:17–19), y todos hemos heredado esa mortalidad que ha venido por el pecado.
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte” (Romanos 5:12)

Dios, sin embargo, ha proporcionado los medios por los cuales el pecado
puede ser perdonado a través del sacrificio perfecto de su Hijo el Señor
Jesucristo, así dando liberación de ese ciclo sombrío que termina en la muerte.
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
serán vivificados” (1 Corintios 15:21–22)

“Para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia
reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor
nuestro” (Romanos 5:21)

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida


eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)

Cristo y su crucifixión – victoria sobre el pecado y la muerte


De las citas anteriores podemos ver que Jesucristo es el que Dios ha
proporcionado para darnos la maravillosa esperanza de vida eterna, en lugar de
la consecuencia inevitable de la muerte a causa del pecado. La victoria final sobre
el pecado y la muerte se logró mediante la muerte de Jesucristo en la cruz.
“Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1
Corintios 15:3)

“Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados”
(Isaías 53:5)

“Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1


Pedro 2:24)

“se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para
quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26)

181
¿Cómo pudo la crucifixión de Cristo liberarnos del pecado y la muerte?
Jesucristo compartió de la misma naturaleza con aquellos que vino a salvar
(Hebreos 2:14), y por esto pudo identificarse con la humanidad en la lucha contra
el pecado.
“Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”
(Hebreos 4:15)

“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para


socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18)

“Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa


del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3)

A diferencia de todos los demás descendientes de Adán, Jesús venció toda


tentación de pecar a lo largo de su vida y obedeció a Dios perfectamente. En su
muerte sobre la cruz él rindió el acto final que perfeccionó su obediencia:
“Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz” (Filipenses 2:8)

Así venció al pecado, destruyendo este poder en su propio ser, y en su


resurrección y su cambio a la inmortalidad, la muerte misma fue derrotada. Dios
lo dio como el Redentor prometido que había de salvar a todos los que creen en
él (Juan 3:16). El generoso regalo de la vida eterna que proviene de Dios se
extiende para todos aquellos que demuestran fe en lo que Él ha hecho por medio
de Cristo y son bautizados en su nombre (Romanos 6:3–5, 23).

Cristo destruyó al “diabolos” o “diablo”


Hemos visto la forma en que la palabra diabolos se utiliza para personificar la
propensión hacia el pecado la cual toda la humanidad comparte a través de su
naturaleza de carne y hueso. Esta es la misma naturaleza que Jesucristo
compartió con los que vino a salvar. Considere cómo su obra de vencer al pecado
por medio de la perfecta obediencia hasta la muerte se describe en los siguientes
pasajes.
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él
también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte
al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo [diabolos]”
(Hebreos 2: 14)

182
A lo largo de su vida Jesús siempre hizo la voluntad de su Padre. En la muerte
él obedientemente se sometió a una crucifixión pública, y finalmente destruyó
aquello que había tenido dominio sobre los hombres desde el tiempo de la
primera transgresión de Adam. En todos los demás hombres este poder condujo
al pecado, pero Jesucristo obtuvo la victoria sobre el pecado y la muerte. Él ahora
ha sido levantado a la inmortalidad. El pecado y la muerte ya no son una amenaza
para él – “la muerte no se enseñorea más de él” (Romanos 6:9). Al hacer esto
en sí mismo, lo ha hecho también para todos aquellos que se acercan a Dios por
medio de él. A través de él hay perdón de los pecados y la esperanza de una vida
eterna. Es parte del maravilloso propósito de Dios que la muerte ultimadamente
sea quitada de la tierra para siempre (1 Corintios 15:25–26, Apocalipsis 21:4).
Cabe señalar que el diablo del cual se habla en este versículo no puede ser el
diablo sobrenatural de la enseñanza popular de las Iglesias. Es evidente que, sea
lo que sea el diabolos, esto ya fue destruido en la muerte de Cristo.
En 1 Juan 3 tenemos nuevamente la declaración de que Cristo vino a
deshacer “las obras del diablo” o diabolos. Considere cómo Juan afirma esto:
“Y sabéis que él [Jesús] apareció para quitar nuestros pecados” (1
Juan 3:5)

Que es lo mismo que decir:


“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo
[diabolos]” (1 Juan 3:8)

Así pues, Juan está diciendo que la frase “las obras del diablo” que Jesús
destruyó equivale a decir que Jesús vino “para quitar nuestros pecados”.
Nuestros pecados son las obras que resultan de las pasiones de nuestra
naturaleza cuando no son contenidas. A través de Jesús podemos tener el
perdón de estos pecados (1 Corintios 15:3, 1 Pedro 2:24, 1 Timoteo 1:15).

“La serpiente antigua, que es el diablo [diabolos], y Satanás”


Esta expresión se encuentra en Apocalipsis 20:2 y ahora podemos
comprender lo que se quiere dar a entender con la combinación de estos tres
títulos juntos. El pecado entró al mundo mediante la mentira de la serpiente. Esta
era el “adversario” de Dios y de su enseñanza y también de Eva, quien aceptó su
mentira. También fue el “falso acusador” de Dios y de su verdad. A través de su
pecado, Adán y Eva trajeran la muerte al mundo. Toda la humanidad ha heredado
esa naturaleza propensa al pecado que llegó a través de ellos, y la muerte que
viene por el pecado. Así pues, por todo el Nuevo Testamento se han usado estas
expresiones, satan y diabolos o diablo, para describir este poder pecaminoso de
nuestra naturaleza. En muchas ocasiones estas expresiones son personificadas.

183
Cuando Cristo regrese, todos aquellos “en Cristo” vivirán. Para ellos el poder
del pecado y la muerte habrá sido destruido. Cristo entonces reinará por mil años
y durante ese tiempo el pecado será restringido para la población mortal de la
tierra. Por lo cual no habrá más opresión de gobernantes nefastos o injusticia de
los sistemas corruptos. Hacia el final del “milenio” algunos hombres se opondrán
y se rebelaran al reinado de Cristo – por un corto tiempo el pecado no será
restringido. Pero, finalmente, Cristo y los santos inmortales triunfarán. Todo lo
que se asocia con el pecado, incluso la muerte, serán finalmente destruidos
(Apocalipsis 21:8, 3–4). Este período también se describe en 1 Corintios
15:21–28, 52–57. En la consecución de este glorioso propósito tenemos
simbólicamente la destrucción grafica de ese poder pecaminoso (Apocalipsis
20:10) donde el “diabolos” es destruido. Sólo hasta ese entonces el pecado y la
muerte cesaran de plagar la vida de los hombres – para siempre.

Puntos de Resumen
Satán y el diablo en el Antiguo Testamento
• La palabra diablo no aparece en ningún lugar del Viejo Testamento. La
palabra “demonios” aparece cuatro veces y se refiere a dioses paganos.

• La palabra hebrea “satán” o “satanás” significa adversario. Esta palabra


ocurre 33 veces en Viejo Testamento. Se traduce como “adversario” 12
veces, “resistir” 1 vez, acusar 1 vez, y se ha dejado sin traducir 19 veces
que aparecen solamente en cuatro lugares contextuales. Sobre esta base
es obvio que Satanás no es el enemigo sobrenatural de Dios como se ha
enseñado extensamente por la Cristiandad.
• Ninguna de estas referencias dan la indicación de un ser poderoso,
sobrenatural, malvado, que conduce al hombre a pecar. Las enseñanzas
populares de muchas iglesias acerca del diablo y Satanás no pueden ser
establecidas con estas referencias.

184
• En el Antiguo Testamento Dios declara que todo pecado proviene del
designio malvado y las pasiones que salen del corazón del hombre
(Génesis 6:5; Génesis 8:21; Jeremías 17:9).

La Raíz del Pecado definida en el Nuevo Testamento


• Jesús declara que las obras malvadas del hombre provienen de los
malos pensamientos que salen de su corazón (Marcos 7:21–23).
Santiago dice que el hombre es tentado por sus propias concupiscencia
(Santiago 1:13–15), y Pablo igualmente dijo que el pecado que él había
cometido vino de su propia naturaleza pecaminosa (Romanos 7:15–25).

• Satanás se utiliza en el Nuevo Testamento para representar a aquellos


que son adversarios o que se oponen a los caminos de Dios. Jesús llamó
a Pedro “Satanás” cuando este se oponía al deseo de Jesús en querer
hacer la voluntad de Dios (Mateo 16:23).
• La palabra diablo (diabolos) se usa para personificar los deseos
pecaminosos que forman parte de la naturaleza humana y que tienta al
hombre a pecar. (2 Timoteo 3:3, Tito 2:3; Timoteo 3:11)
• Diabolos también se usa para representar aquella gente, autoridades
políticas y religiosas, que falsamente acusan a Dios y sus caminos
(Apocalipsis 2:10; 1 Pedro 5:8–9).
• Jesucristo deshizo “las obras del diablo” venciendo la tentación de pecar
(1 Juan 3:8). Él completamente destruyó al “diablo” en su muerte
(Hebreos 2:14).

Apéndice – Diablos o demonios Los diablos o demonios en los tiempos del


Antiguo Testamento
La palabra “diablos” aparece una vez en el Antiguo Testamento en la Versión
RV 1909:
“Sacrificaron a los diablos, no a Dios; A dioses que no habían
conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no habían temido
vuestros padres” (Deuteronomio 32:17)

En muchas de las traducciones modernas la palabra “demonios” remplaza


la palabra “diablos” la cual ciertamente no comunica el significado hebreo. Esta
referencia se relaciona a la adoración pagana de las naciones paganas que
rodeaban a Israel. Las tres primeras citas siguientes se toman de la Versión
RV 1960 la cual usa la palabra “demonios” en lugar de “diablos”.

185
“Sacrificaron a los demonios, y no a Dios; a dioses que no habían
conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido
vuestros padres” (Deuteronomio 32:17)

Moisés describe como Israel se apartó de la adoración verdadera de Dios


sacrificando a los ídolos de los dioses paganos, llamados aquí “demonios”, los
cuales no eran más que pedazos de metales, madera y piedra. Véase como estos
son descritos en Salmo 115:3–5 e Isaías 44:9–20.
Y sirvieron a sus ídolos, los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus
hijos y sus hijas a los demonios (Salmo 106:36–37). Los paganos que adoraban
ídolos, creían en estos dioses “demonios”. Israel provocó a Dios imitando estas
viles prácticas.
Pablo toma este punto para mostrar que tales “demonios” o “diablos” de los
cuales se habla en el Antiguo Testamento eran dioses paganos:
“Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican,
y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los
demonios.” (1 Corintios 10:20)

Aquí Pablo usa la palabra griega daimonion que se traduce como “demonios”.
Obviamente Pablo está hablando de los dioses paganos que formaban parte de
la mitología griega.
Por esto Pablo dice:
“Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos
que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios. Pues
aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la
tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros,
sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre” (1 Corintios 8:4–6)

Pablo es enfático – estos demonios o diablos de los gentiles no existen en lo


absoluto. Pablo dice que solo hay un Dios – El Padre. Creer que hay algún otro
poder sobrenatural aparte de Dios es sería contrario a lo que la Biblia enseña.
Debe notarse que la palabra griega daimonion rendida como “diablos” o
“demonios” es una palabra completamente diferente a la palabra griega diabolos,
la cual se rinde “diablo” o “falso acusador” en el Nuevo Testamento. Una persona
que lee en lenguaje griego no haría absolutamente ninguna conexión entre estas
palabras. Han sido los traductores del Español que los que han hecho una
conexión entre estas dos palabras en la Biblia.
Por ningún lugar en el Antiguo Testamento cuando una persona fue sanada
de alguna enfermedad se dice que un demonio fue expulsado. Esto significa que

186
durante los tiempos del Antiguo Testamento la gente que leía la Biblia y creía en
Dios no creía en tales cosas.
Platón, el bien conocido filósofo griego pagano quien vivió aproximadamente
400 años antes de Jesucristo, explicó lo que la religión pagana enseñaba en
cuanto a los demonios o diablos. El escribió lo siguiente: “Todo demonio es un
ser intermedio entre Dios y el hombre mortal”. Platón sigue explicando que: “Todo
aquellos que mueren valientemente en la guerra…son hechos demonios, y que
debemos para siempre servir y adorar sus sepulcros como los sepulcros de
demonios”. Estos pues eran “buenos demonios”. Sin embargo habían también
“demonios malos” en el culto pagano. Ellos eran los que, de acuerdo a otro
escritor llamado Plutarco, habían vivido sus vidas en la maldad y después de
morir se convertían en “demonios malvados y malignos que envidian al hombre
bueno, y se esfuerzan en interrumpir y estorbar su búsqueda de la virtud, no sea
que al permanecer firme en su bondad, e incorrupto, él deba después de morir,
obtener una mejor porción que la que ellos ahora disfrutan”.
Esta enseñanza pagana acerca de los demonios es considerada ser
fundamentalmente defectuosa cuando escudriñamos la Biblia. Hemos visto
claramente que el hombre es mortal y que al morir pasa al sepulcro – la única
esperanza de vida después de la muerte es la resurrección de entre los muertos
en la venida del Señor Jesucristo. La idea que la gente sigue viviendo después
de la muerte, como creían los paganos, (y como se enseña ahora por muchas
religiones cristianas), es una contradicción hacia la palabra de Dios. El pecado
trae la muerte (Romanos 6:23). La salvación del pecado y la muerte solo se
encuentra por medio del bautismo en Jesucristo.

Los demonios en el Nuevo Testamento


La idea de que hubo tales seres vivientes como estos “demonios” o “dioses”
era extensamente creída durante el primer siglo por los paganos a quienes Pablo
les llevo el evangelio. Un ejemplo de esto es visto cuando Pablo estaba de visita
en Atenas. Ahí le pidieron que hablara a la gente cerca del Partenón – un templo
muy grande que fue construido para los dioses en la colina de Ares o Areópago
(Hechos 17:19). Pablo había hablado acerca de la resurrección de Jesucristo.
Para ellos esto se parecía a la enseñanza de ellos, donde los hombres se vuelven
“demonios” o “dioses”. Ellos estaban perplejos diciendo:
“Parece que es predicador de nuevos dioses [o demonios, griego
daimonion]; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la
resurrección” (Hechos 17:18)

Si una persona vivía después de estar muerto, ellos creían que esa persona
era un demonio o dios.
187
Esta idea griega de demonios o dioses buenos y malos fue introducida a los
judíos antes del tiempo de Cristo en un periodo cuando los griegos reinaban
sobre la tierra de Israel, 333–167 AC. Los judíos adoptaron esta manera de
pensar, atribuyendo así las enfermedades y trastornos tales como las
enfermedades mentales, epilepsia, sordez y mudez a estos demonios o espíritus
inmundos. No tenían el conocimiento medico científico que ahora tenemos por
medio del cual muchos de estos problemas pueden ser identificados.
No obstante nosotros debemos entender que la raíz fundamental de toda
enfermedad y degeneración de nuestros cuerpos reside en el hecho de que todos
somos descendientes de Adán quien, por causa del pecado, fue condenado a
regresar al polvo de la tierra – a morir. Todos nosotros hemos heredado la
mortalidad que vino por medio del pecado. La ciencia médica puede tener la
capacidad de identificar los problemas – aun aliviarlos – pero no tiene la cura
para la muerte misma. Eso solamente está disponible en Dios.

Veamos algunas referencias acerca de los “demonios” en la vida de Jesús.

En varias ocasiones los líderes de los judíos afirmaban que Jesús tenía un
demonio y que por esto estaba loco:
“Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué
le oís?” (Juan 10:20)

Y otra vez:
“Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien
nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Respondió
Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me
deshonráis” (Juan 8:48–49)

Porque no le entendían a Jesús, los líderes dijeron que estaba mentalmente


trastornado y creían que algún demonio o dios se había apoderado de su mente.
Nuevamente vemos que los judíos habían sido afectados con la idea de que
dioses paganos o demonios causaban las enfermedades. Leemos:
“Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó,
de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba” (Mateo 12:22)

Esta persona era ciega y muda y Jesús le sanó mediante el poder de Dios.
“Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios
sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mateo 12:24)

188
Los fariseos no querían aceptar que Jesús había recibido de Dios este poder
de sanar, pues al hacerlo comprobaría que él fue enviado por Dios. Esto ellos no
podían aceptarlo así que le atribuyeron la sanación a Beelzebú, el dios pagano
de los filisteos.
Es interesante notar que hay un recuento de un rey de Israel quien rechazo a
Dios y mandó su siervo a Beelzebú, para ver si él sanaría de su enfermedad: “Y
Ocozías…estando enfermo, envió mensajeros, y les dijo: Id y consultad a Baal-
zebub dios de Ecrón, si he de sanar de esta mi enfermedad. Entonces el ángel
de Jehová habló a Elías tisbita, diciendo: Levántate, y sube a encontrarte con los
mensajeros del rey de Samaria, y diles: ¿No hay Dios en Israel, que vais a
consultar a Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, así ha dicho Jehová: Del lecho
en que estás no te levantarás, sino que ciertamente morirás.” (2 Reyes 1:2–4).
Aquí el rey, quien había rechazado al Dios de Israel, se volvió a Beelzebú para
encontrar ayuda. Dios mandó al profeta Elías para decirle que él iba a morir. No
hay ninguna mención de demonios o espíritus malignos aquí. Que ignorantes
eran los fariseos en afirmar que estos demonios en realidad existían y que
Beelzebú era su príncipe – pues Beelzebú era dios pagano sin vida.
Que el echar fuera los demonios es sinónimo con sanar a los enfermos. Esto
se hace evidente en las siguientes citas donde Jesús manda a sus discípulos a
toda ciudad en Galilea diciendo,
“sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a
vosotros el reino de Dios…Volvieron los setenta con gozo, diciendo:
Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre” (Lucas 10:9,
17)

… dando a entender que ellos habían sanado a los enfermos.


La sanación del hombre que estaba mentalmente trastornado concluye con
estas palabras:
“Y salieron a ver lo que había sucedido; y vinieron a Jesús, y hallaron
al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de
Jesús, vestido, y en su cabal juicio; y tuvieron miedo. Y los que lo
habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado”
(Lucas 8:35–36)

El hombre quien había estado fuera de sí, ahora está en su juicio cabal – él
fue sanado. En el idioma de aquellos días se decía que los demonios habían
salido de él – Sea lo que sea que haiga causado la enfermedad de este hombre
ahora estaba curado mediante el poder de Dios.
Podemos ver entonces que ciertas enfermedades, particularmente las
enfermedades mentales, se atribuían a un poder extraño que entraba en la

189
persona, del cual la mitología griega había dicho que provenía de los demonios
o dioses malignos. Sin embargo aquellos que entienden la Biblia saben que esto
no es cierto.
En Mateo leemos acerca de las maravillosas sanaciones que hizo Jesús:
“Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con
la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El
mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias”
(Mateo 8:16–17)

Jesús sanaba esas dolencias y enfermedades que la gente sufría por su débil
naturaleza mortal, comprobando así que él era el enviado de Dios quien había de
sanar finalmente mortalidad del hombre y traer consigo la vida eterna.
Jesús enseñó este principio cuando sanó a un hombre con parálisis. Él le dijo
al hombre, “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. Pero cuando
le preguntaron acerca de perdonar los pecados del hombre Jesús les dijo,
“¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir:
Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al
paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se
levantó y se fue a su casa” (Mateo 9:2, 5–7)

Aquí está la maravilla del poder curativo que Dios le dio a Jesús. Esto le
enseñó a todo aquel que estaba atento de que Dios lo había enviado para sanar
la mas grande enfermedad de todas, aquello que trae la muerte permanente – el
pecado. Por medio de Jesucristo nosotros podemos obtener el perdón de
pecados y esperar aquel gran día cuando
“cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto
mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la
palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios
15:54)

Los demonios y los santos patrones


La creencia de que hay ‘santos’ que viven en el cielo a quienes la gente les
puede orar por ayuda es aun otra superstición pagana que fue adoptada por los
cristianos primitivos que ignoraban la enseñanza de la Biblia. Se recordará de las
palabras de Platón que citamos anteriormente: “Todo demonio es un ser
intermedio entre Dios y el hombre mortal”. La teoría de Platón fue aceptada
con modificación por la Iglesia mientras se desviaba de la verdad Bíblica. En lugar
de mantener la enseñanza de la Biblia de que el hombre es mortal y que en la

190
muerte vuelve al polvo, La Iglesia primitiva enseñaba que el hombre tiene un alma
inmortal que sigue viviendo después de la muerte. Los supuestos fieles iban al
cielo donde algunos de ellos eran elevados a la ‘Santidad’ – estos tenían acceso
de hacer peticiones a Dios de parte de los mortales en la tierra. Muchas iglesias
y escuelas han sido nombradas después de estos supuestos ‘santos’ (Tales
como ‘Santa María’, ‘San Antonio’, ‘Santa Úrsula’). Tal enseñanza no se
encuentra en la Biblia.
• El hombre es mortal – el muere y en ese mismo día sus pensamientos
perecen (Salmo 146:3–4)
• Los muertos no saben nada (Eclesiastés 9:5–6)
• En la muerte no hay memoria de Dios ni alabanzas a Él (Salmo 6:5)
• Los muertos no alaban a Dios (Salmo 115:17)

La Biblia enseña que la única esperanza para el hombre es la resurrección de


entre los muertos cuando Jesucristo regrese (Daniel 12:2; 1 Tesalonicenses
4:13–17). Creer que hay santos a quienes les podemos orar, o que nuestros
familiares que han muerto están ahora viviendo en el cielo y que pueden afectar
nuestras vidas y mantenernos protegidos no es la enseñanza de la Biblia.
Jesucristo es nuestro mediador en el cielo por medio de quien podemos
acercarnos a Dios en oración:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5–6)

De esta forma la falacia que enseña la Iglesia Católica Romana de que uno
puede orarle a María, la madre de Jesucristo, como lo hacen los católicos en el
‘Ave María’, o a otros santos patrones está basada sobre esta errónea
enseñanza. María y todos los fieles están muertos – dormidos en Cristo –
esperando la resurrección en su regreso a la tierra. No hay ningún lugar en el
Nuevo Testamento donde se ofrece una oración a María o a cualquier supuesto
‘santo’.

Lección 24 – Preguntas
1. ¿Qué significa la palabra “Satanás”?
2. En el Viejo Testamento, ¿de dónde dice Dios que proviene el pecado?
3. ¿Cómo describe Pablo la manera en la cual el pecado y la muerte vinieron
al mundo? (Romanos 5:12)
4. ¿Aparece la palabra “diablo” en el Antiguo estamenode la Biblia?
5. ¿Qué es lo que definen los escritores del Nuevo Testamento como la raíz
de la tentación?
6. ¿Quién tiene el poder de la muerte? (Romanos 5:21; Romanos 6:23)

191
7. ¿Cómo destruyó Jesús “al que tenía el imperio de la muerte, esto es,
al diablo”? (Hebreos 2:14)
8. ¿Qué es lo que la palabra “diablo” personifica en la Biblia?
9. ¿Por qué le dijo Jesús a Pedro: “Quítate de delante de mi, Satanás?
(Mateo 16:23)

EL FUTURO REINO DE DIOS

Lección 25
A través de las lecciones anteriores se ha demostrado que Dios establecerá
un Reino aquí en esta tierra y que Jesucristo volverá del cielo para reinar como
rey sobre ella.
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que
no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá
para siempre.” (Daniel 2:44)

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo,


que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor
y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis
11:15)

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió


una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto
a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les
dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este
mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá
como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:9–11)

Jesús también dijo la parábola de un hombre noble que se fue a un país


lejano, para recibir un reino y volver (Lucas 19:11–27). En esta parábola Jesús
describe como él había de ir a su Padre en el cielo, asegurando a la vez que iba
a regresar nuevamente para establecer el Reino de Dios en la tierra.

Acontecimientos del tiempo presente hasta el regreso de Jesucristo


Tomando estos hechos extensivos sigamos entonces con los impresionantes
detalles que nos da la Biblia, mostrando la secuencia de acontecimientos que
tomaran lugar desde ahora hasta el establecimiento de este Reino. Mientras
reunimos estas referencias juntamente, somos impresionados por la manera
192
lógica con la cual Dios transformará este mundo cuando Jesucristo regrese a la
tierra, y los beneficios que resultaran para la humanidad.

El decaimiento moral continuara


El mundo continuará su alarmante decaimiento moral, el cual inevitablemente
produce corrupción y violencia. Los efectos que se producen son similares a los
que se registran de los tiempos de Noé y Lot, cuando “se corrompió la tierra
delante de Dios y estaba…llena de violencia” (Génesis 6:11–13) como
resultado directo del hombre por haber abandonado los caminos de Dios. El
resultado fue la crisis matrimonial y la desintegración de la vida familiar. Hombres
y mujeres se llenaron con un deseo consumidor de satisfacer todo tipo de vileza
y comportamiento malvado (Génesis 6:1–2, 5). Jesucristo mismo dijo que el
mundo caería nuevamente en este estado antes de su regreso (Lucas 17:26–
27; Mateo 24:36–39). La inmoralidad depravada que trajo la destrucción de
Sodoma y Gomorra habrá crecido desenfrenadamente en el mundo cuando
regrese (Lucas 17:28–33).
El amante de los caminos de Dios ciertamente debe estar angustiado por la
prevalencia y aceptación de la homosexualidad, la pornografía y las pancartas de
inmoralidad y violencia en la sociedad hoy en día.

Un tiempo de temor y terror


Otro problema que el mundo enfrentará antes del regreso de Jesucristo será
la extensa difusión del temor e incertidumbre del futuro. Cuando los discípulos le
preguntaron a Jesucristo acerca de las señales que acontecerían antes de su
regreso, él dijo que se estarán “desfalleciendo los hombres por el temor y la
expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:26)

La violencia y la amenaza del terrorismo que ha traído el temor, muerte,


sufrimiento y destrucción de muchos fueron previstas por Jesús. Aún así Jesús
siguió diciendo:
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con
poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está
cerca” (Lucas 21:27–28)

El terror y temor que se difunde extensamente hoy en día es todavía otra señal
de que Jesús muy pronto regresará.

193
La invasión de Israel en los “últimos días”
Tanto el profeta Ezequiel como Daniel predicen el surgimiento de una
confederación militar norteña que se extenderá hasta Israel y el Medio Oriente
justo cuando la sociedad se encuentra en este estado moral degenerativo.
Ezequiel 38 y Daniel 11:40–45 resumen este conflicto de los últimos días en
Israel y el Medio Oriente. (Muchos eruditos sugieren que este poder norteño será
encabezado por Rusia – ver lección 16 y el mapa para más detalles de estos
acontecimientos.)
Zacarías 12 y 14, añade también más detalles acerca de esta invasión.
Cuando esta confederación de naciones empuje con su unión militar hacia el
Medio Oriente, lo cual hará que todas “las naciones” entren en este conflicto,
Israel está establecido ahí como nación y Jerusalén está bajo el control judío
(Ezequiel 38:8, 12, 16; Zacarías 12:3–5). Este mismo hecho, el cual al principio
posiblemente no sea alarmante, identifica los acontecimientos que no pudieron
tomar lugar en 1948, pues era hasta ese entonces que la nación de Israel se
establecía por primera vez después de casi 2000 años.
Cuando leemos a través de Zacarías 12 y 14 notamos los siguientes detalles:
• Dios hará que Jerusalén sea el centro de la controversia internacional
(Zacarías 12:1–3).
• Todas las naciones se juntaran para pelear sobre Jerusalén y el Medio
Oriente (Zacarías 14:2–8; Ezequiel 38; Daniel 11:40–45).
• En este conflicto la populación judía de Israel sufrirán grandemente
(Zacarías 12:2), y mataran a muchos (Zacarías 13:8, 9–14:3).
• Para este tiempo Jesucristo habrá regresado y se revelará personalmente
al pueblo de Israel – “y mirarán a mí, a quien traspasaron” (Zacarías
12:9–11); Juan 19:37).
• Los judíos le preguntarán: “¿Qué heridas son estas en tus manos?” y
él responderá “Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zacarías
13:6). Ellos finalmente se convencerán mediante esta evidencia
estremecedora de que él realmente es su mesías.
• Dios causará un tremendo terremoto que partirá el Monte de los Olivos.
Esto hará que la concentración de fuerzas armadas de las naciones se
llene de terror causando así su derrocamiento (Zacarías 14:4–8; Ezequiel
38:18–22).
• La confederación norteña será destruida “sobre los montes de Israel”
(Ezequiel 39:1–6).
• Dios, por medio de Jesucristo, será proclamado Rey – “Y Jehová será
rey sobre toda la tierra” (Zacarías 14:9).

194
• Jerusalén se convertirá en el centro de adoración universal y gobierno de
justicia, al cual todos los que sobreviven de entre las naciones irán para
aprender de los caminos de Dios y adorarle (Zacarías 14:16; Jeremías
3:17; Isaías 2:2–4; Miqueas 4:1–2).

Armagedón – La ira de Dios sobre las naciones


El mensaje de los profetas del Antiguo Testamento, el cual habla de las
naciones reuniéndose en Jerusalén llevando a cabo una invasión militar masiva
de Israel mientras se esfuerzan en lograr la dominación mundial, también se
describe para nosotros en el libro de Apocalipsis. Ahí el conflicto se llama
“Armagedón” y se registra en Apocalipsis 16:14–16. El apóstol Juan fue
mostrado los eventos que van a culminar en la destrucción de esta fuerza política
y militar que vienen en contra de Israel en la venida del Señor Jesucristo. En
Apocalipsis 16:14 Juan vio un espíritu de “locura” (demonios) que salió para
reunir a los reyes de la tierra “a la batalla de aquel gran día del Dios
Todopoderoso”. El lugar donde Dios reúne a estas naciones “en hebreo se
llama Armagedón” (Apocalipsis 16:16). Aquí Juan nos da una pista
extraordinaria en cuanto al significado de la palabra “Armagedón”. El Nuevo
Testamento fue escrito en griego, pero Juan dice que esta palabra es de origen
“hebreo”. Esta palabra literalmente significa “manojos en el valle de la trilla, o
juicio”. La intención de Dios es reunir a las naciones como cuando un hombre
recoge la siega, para trillar o juzgar a estas naciones, y revelar su gran poder y
autoridad a esta edad despiadada.
El profeta Joel utilizó un lenguaje similar cuando predijo que Dios juntaría a
las “naciones” (las naciones gentiles despiadadas) para segarlas y trillarlas, o
sea, para juzgarlas (Joel 3:9–17). Notemos la secuencia. Joel habla de que todas
las naciones se fortalecerán amontonando armas de guerra. Luego se reúnen
para la batalla en el “valle de Josafat” (que significa ‘El Juicio de Dios’), el cual
se identifica como el Valle del Cedrón al este de Jerusalén, entre Jerusalén y el
Monte de los Olivos. Ahí estas naciones son ‘segadas’ en “el valle de la
decisión” (o “de la trilla” Apocalipsis 16:14). El resultado final es que el SEÑOR
DIOS de Israel dará su voz y “temblarán los cielos y la tierra” (Apocalipsis
16:16). Él se convierte en la esperanza de su pueblo Israel, y mora en Jerusalén
por medio de su Hijo, el Señor Jesucristo (Apocalipsis 16:17) como “Señor de
Señores, y Rey de Reyes” (Apocalipsis 17:14).

El regreso de Jesucristo – “He aquí, yo vengo como ladrón”


Tanto en Zacarías como en el Apocalipsis se nos dice específicamente que
es en la cúspide de este conflicto en Israel entre la confederación norteña de
naciones, Israel, y todas las demás naciones, que Jesucristo se revelará a sí

195
mismo en poder en contra de las naciones (Zacarías 12:10–11; Zacarías 13:6).
En el recuento de Apocalipsis acerca de esta “batalla de aquel gran día del
Dios Todopoderoso” notamos que aquí se da un aviso:
“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda
sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza”
(Apocalipsis 16:14–16)

Así que mientras progresa esta reunión de las naciones para la guerra en el
Medio Oriente, se les dice a los siervos fieles de Jesucristo que este es el tiempo
de esperar la venida de su Señor. Se les da un aviso en cuanto a la preparación
personal para este grandioso acontecimiento, diciéndoles, “Bienaventurado el
que vela”. Hay una necesidad de que siempre estemos velando por su venida,
preparados para recibirle. La parábola de las vírgenes prudentes e insensatas
gráficamente enseña que algunas de ellas sabiendo que su Señor había de volver
no estaban preparadas cuando se oyó el clamor,
“¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” (Mateo 25:1–13)

La moraleja que Jesús enseñó en esta parábola fue:


“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del
Hombre ha de venir” (Mateo 25:13)

Jesucristo nos ha advertido que velemos por su venida, y que estemos


vestidos con ropas de justicia y buenas obras, no sea que cuando él se manifieste
nuestra falta de fidelidad sea revelada para nuestra vergüenza (Apocalipsis
16:15). El primer paso en prepararnos para recibirle es creer el Evangelio y ser
bautizados en su nombre (Marcos 16:15–16; Hechos 8:12).
Todas las grandes promesas del Antiguo Testamento dependen, para su
cumplimiento, en la resurrección de los fieles para que reciban su recompensa.
Habrá por lo tanto una reunión, tanto de los vivos como de los que han muerto y
han sido resucitados con vida nuevamente para comparecer ante Jesucristo y ser
juzgados en su regreso a la tierra. La Biblia hace mucha referencia de esto en
muchos lugares. La siguiente cita habla de esta resurrección y este juicio:
“Te encarezco [refiriéndose a Timoteo] delante de Dios y del Señor
Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su
manifestación y en su reino.” (2 Timoteo 4:1)

“y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos
los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen
en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y

196
otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que
enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua
eternidad.” (Daniel 12:1–3)

Daniel predijo el tiempo de la resurrección y la reunión para el juicio. Él declaró


que la resurrección será “en aquel tiempo” (Daniel 12:1), refiriéndose al
“tiempo del fin” cuando “el rey del norte” y su confederación de potencias
bajan apresuradamente dentro de Israel (Daniel 11:40). En medio de este terrible
“tiempo de angustia” para las naciones del mundo, la resurrección y el juicio
tomaran lugar.
Durante el tiempo del juicio se darán recompensas; algunos recibirán
inmortalidad, y entraran al Reino para ayudar a Jesucristo en establecer los
caminos de Dios sobre la tierra. Sin embargo los infieles serán despedidos de su
presencia, avergonzados, para morir nuevamente y para siempre.
Esta comparación ante el tribunal de Cristo se menciona en las siguientes
citas.
“Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo…cada uno
de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Romanos 14:10–12)

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el


tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10)

“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno,
saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación” (John 5:28–29)

“Muchos de los que duermen serán despertados” – ¿quiénes son los


“muchos”?
Esta pregunta se ha hecho con mucha frecuencia: “¿Resucitará cada persona
que ha vivido desde Adán y Eva para ser juzgado?” La simple respuesta es, “No”.
Solamente aquellos que son responsables para con Dios entre los muertos y los
vivos serán tomados para que den cuenta ante Jesucristo cuando regrese.
Cuando Jesucristo mandó a sus discípulos a predicar el evangelio, él les dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado” (Marcos 16:15–16)

197
Aquí tenemos a dos clases de gente. Están aquellos quienes creyeron y han
sido bautizados. Ellos comparecerán ante Cristo para dar cuenta de su servicio y
si ellos han permanecido fieles ellos recibirán la inmortalidad. Jesús puso esto
muy claro en algunas de sus parábolas; ej. Las cinco vírgenes prudentes y las
cinco insensatas (Mateo 25:1–13); el siervo fiel y el malo (Mateo 25:14–30;
Lucas 19:11:27). Aquí vemos que habrá una división en el tribunal entre los
siervos fieles y aquellos quienes resultaron ser infieles en su servicio hacia Dios.
Sin embargo hay otra clase de personas quienes son responsables hacia Dios
pues ellos oyeron y entendieron el mensaje del Evangelio, pero rechazaron la
oferta de salvación de Dios. Ellos serán resucitados y condenados en el tribunal
de Cristo por rehusarse a obedecer. Ellos oyeron el mensaje pero no creyeron.
Un ejemplo de esta clase de gente lo vemos en Ananías y en Caifás quienes
oyeron y hablaron con Jesús, pero lo rechazaron y no creyeron. Ellos serán
levantados para que den cuenta de su incredulidad y maldad cuando Jesucristo
regrese (Mateo 26:24).
Hay todavía otra clase de gente – aquellos quienes nunca oyeron la Verdad
de la Palabra de Dios. Esto abarca la mayoría de la gente. Estas personas han
vivido sus vidas en ignorancia de Dios y su Hijo. Ellos no serán resucitados para
ser juzgados, pues Dios no levantará a las personas para castigarlas por su
ignorancia acerca de Él. De esta clase de personas se nos dice:
“Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán” (Isaías 26:14)

y otra vez:
El hombre que está en honra y no entiende, semejante es a las bestias
que perecen” (Salmos 49:20)

Para comprender la simple enseñanza de la Biblia en cuanto a quien


comparecerá en el tribunal, pongámoslo de la siguiente manera.

198
La inmortalidad y la recompensa de los fieles
Aunque muchos creen que tienen una ‘alma inmortal’, hemos visto que la
Biblia claramente enseña que el hombre es mortal; muere y vuelve al polvo. Entre
el extenso número de los muertos se encuentran aquellos de quienes se dice que
“duermen”, porque aunque muertos, ellos serán despertados por el llamado de
Jesucristo en su venida. En 1 Corintios 15 Pablo hace un contraste de la
mortalidad que todos tenemos en común como descendientes de Adán con la
maravillosa esperanza de todos aquellos que están “revestidos de Cristo” por
medio del bautismo, diciendo,
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
serán vivificados…en su venida” (1 Corintios 15:22–23)

Pablo describe el cambio de naturaleza que aquellos que son juzgados fieles
recibirán:
“esto mortal se haya vestido de inmortalidad… Sorbida es la muerte
en victoria” (1 Corintios 15:51–56)

Por tanto, aquellos “que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y


honra e inmortalidad” recibirán “vida eterna” (Romanos 2:7).

Reinando con Cristo


Los siervos fieles de Jesucristo se regocijarán de estar involucrados en la
gloriosa obra de establecer el Reino de Dios bajo su dirección. Reinarán como
reyes y sacerdotes en la tierra (Apocalipsis 5:10). El trabajo de ellos consistirá
en dos partes. La función de un rey es gobernar, en este caso con autoridad
divina. El sacerdote intercede entre Dios y el hombre, educando a la gente sobre
las leyes de Dios y enseñándoles como se debe terminar con el pecado. De esta
manera los santos reinarán como reyes para establecer la ley y el orden del
Reino, y oficiar como sacerdotes para instruir a la populación mortal de la tierra
en los caminos de Dios.
Una de los primeros trabajos que llevarán a cabo los santos fieles, que para
este entonces son inmortales y “son iguales a los ángeles” (Lucas 20:36), será
el de salir juntamente con el Señor Jesucristo para tomar control de las naciones,
a las cuales se les invitará a someterse voluntariamente a Cristo o ser
conquistadas a la fuerza (Salmo 2; Salmo 149:5–9; Apocalipsis 2:26–27;
Apocalipsis 17:14).

Israel será reunido nuevamente


Así como se ha visto en Zacarías 12 y 13, habrá una terrible matanza de
judíos que viven en la tierra, y solamente con la intervención de

199
Jesucristo se salvarán algunos (Zacarías 13:8–9; Zacarías 14:1–3). Esta
asombrosa salvación y la evidencia de “sus llagas” en las manos de su Salvador
(Zacarías 13:6) serán suficiente para que se humillen por completo (Zacarías
12:10–14). Entonces ellos gozosamente reconocerán como su Mesías, aquel a
quien sus Padres rechazaron y crucificaron.
El llamado después saldrá al resto de los judíos, que aún están esparcidos
por todo el mundo, para que vengan y reconozcan a Jesucristo como su Rey
(Jeremías 30:10–11; Ezequiel 20:30–38). Esta reunión de los judíos es
comparada por Dios al éxodo del pueblo de Israel en Egipto por medio de Moisés
(Jeremías 16:14–15).
Estos judíos también tendrán que reconocer a Yahweh como Dios de Israel y
a su hijo Jesucristo como su Mesías. Por fin ellos serán iluminados acerca del
propósito de Dios en mandar a Jesucristo y aprenderán que él murió para que
sus pecados sean perdonados (1 Pedro 2:24; Isaías 53:4). Ellos como requisito
tendrán que aceptar que este “nuevo Pacto” fue confirmado con su sangre
(Mateo 26:28; Jeremías 31:31:34; Hebreos 8:8–12). Aquellos que no se
sometan serán contados como rebeldes y serán expulsados ya que “a la tierra
de Israel no entrarán” (Ezequiel 20:38).
Aquellos que responden serán unidos con los judíos que ya están en la tierra
de Israel y llegarán a ser una nación nuevamente con ellos. Ezequiel describe a
este Israel unificado bajo el dominio de Cristo con estas palabras:
“y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos
de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de
todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra,
en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca
más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.
y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey
será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca
más serán divididos en dos reinos” (Ezequiel 37:21–22; cp Jeremías
23:3–8).

Un llamado a volver del error y aceptar la verdad de Dios


Uno de los retos y cambios más dramáticos que la mayoría de la gente a nivel
mundial tendrán que enfrentar es que su religión ha sido completamente falsa.
Llegarán a la impactante realización de que sus líderes religiosos han estado
equivocados en sus enseñanzas, y que han estado siguiendo supersticiones de
hombres.
Así como se le hará ver al pueblo judío de que su entendimiento acerca de lo
que la Biblia enseñaba era equivocado, así también millones de gentes se darán
cuenta de que han estado siguiendo mentiras y vanas supersticiones. No

200
solamente a las religiones no cristianas serán percatadas del error de sus
creencias, ya que la mayoría de las religiones ‘cristianas’ también se darán
cuenta de que han estado siguiendo mentiras y fabulas que se han enseñado en
el nombre de Cristo.
Tanto Pedro como Pablo anunciaron de antemano que se había de enseñar
fabulas y error en el nombre de Cristo y que muchos seguirían a estos maestros.
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3–4)

“habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán


encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que
los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y
muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino
de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de
vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:1–3)

La historia ha probado que estas predicciones son correctas y la multitud de


las iglesias cristianas confirma la exactitud de estas profecías. La verdadera fe,
como la enseñaron Jesucristo y los apóstoles, fue pervertida mientras los
hombres intentaban atraer seguidores de ellos mismos. Nuevas doctrinas fueron
introducidas y la gente, incapaz de leer la Biblia por ellos mismos, no pudo ver
los errores que se estaban introduciendo. Un sistema eclesiástico fue establecido
con obispos y arzobispos, y finalmente el papa. Los protestantes, a pesar de
oponerse a algunos de los excesos de la Iglesia Católica Romana y así
separándose de ella, llevaron consigo mismos las doctrinas falsas principales que
la iglesia había adoptado.
Sin embargo el apóstol Juan vio el día cuando Jesucristo está de nuevo aquí
en la tierra y saldrá la proclamación:
“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado;
y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de
las aguas” (Apocalipsis 14:6–7)

Se le dará entonces a la gente la oportunidad de volverse de las


supersticiones y mentiras que se les había enseñado, y de reconocer que Dios
ha mandado a Jesucristo a la tierra nuevamente para establecer su Reino. Se
nos dice, sin embargo, que el cristianismo no aceptará tan fácilmente a Jesucristo
como su Rey. Juan vio de antemano que la Iglesia Católica Romana, juntas con

201
otras iglesia cristianas, montaran en desafío contra la autoridad de Cristo pero
sus ambiciones probaran ser en vano, pues
“el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de
reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”
(Apocalipsis 17:14)

Todo el sistema Católico Romano, incluyendo muchas iglesias que no están


del todo removidas de sus doctrinas, aptamente descrita en la Biblia como
“Babilonia La Grande, La Madre De Las Rameras Y De Las Abominaciones
De La Tierra” será completamente destruida (Apocalipsis 17:5). En ese día se
dirá de este sistema apostata lo mismo que fue dicho del antiguo imperio que
llevaba el mismo nombre, “Ha caído, ha caído la gran Babilonia” y “y nunca
más será hallada” (Apocalipsis 18:2–3, 21). La gente entonces se dará cuenta
que este sistema de religión que ha dominado las vidas de millones por casi 2000
años era nada más que una religión hecha por el hombre y que no pudo ofrecer
a sus seguidores la salvación. No siguió los caminos de Cristo en lo absoluto y
era en realidad el sujeto de muchas profecías en las cuales Dios le había avisado
a la gente a tener cuidado de estos caminos apostatas. El aviso de Cristo es claro
“Salid de ella [ej. Babilonia, o la Iglesia Católica Romana], pueblo mío,
para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus
plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus maldades” (Apocalipsis 18:4–5)

Con religiones falsas – judías, cristianas, y otras mas – todas estas expuestas
como erróneas, el camino ahora estará abierto para educar al mundo en los
verdaderos caminos de Dios. Habiendo derrocado toda oposición – política,
religiosa y militar – Cristo y sus Santos inmortales entonces comenzarán el
grandioso trabajo de establecer el Reino de Dios aquí en la tierra.

El Señor será rey sobre toda la tierra


Jerusalén será la capital del Reino, y será reconocida como tal por todas las
naciones (Jeremías 3:17–18). Esta será el centro de un gobierno de justicia y de
la educación en “la palabra de Dios”. De hecho, personas de todas las naciones
irán a Jerusalén año tras año para adorar al rey, Jesús el Cristo, y para aprender
de los caminos de Dios:
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el
monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será
exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y
vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de
Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y

202
caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de
Jerusalén la palabra de Jehová” (Isaías 2:2–4)

“Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra


Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los
ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14:16)

Todas las naciones estarán sujetas bajo el dominio de Cristo (Apocalipsis


11:15), con Israel siendo gobernada por los doce apóstoles (Mateo 19:28).
Habrá un Templo, una “casa de oración para todos los pueblos”,
construido en Jerusalén, al cual todas las naciones vendrán para aprender de los
caminos de Dios y adorarle (Isaías 56:7). Muchas de las naciones vendrán
gozosamente, pero aquellas que rehúsan venir sufrirán por su rebelión (Zacarías
14:16–17). Los detalles de este templo se encuentran en los últimos capítulos de
la profecía de Ezequiel 40–48. Con estos detalles podemos obtener una imagen
mental de este magnífico edificio en el cual el Señor Jesucristo oficiará.
Las palabras que forman una imagen fotográfica acerca de este Reino con los
beneficios concedidos por el Rey para toda la humanidad se describen en las
palabras del Salmo 72 y Miqueas 4:1–5. Todos van a sentir inmediatamente la
influencia beneficiosa del gobierno de Cristo, pues
“el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y
seguridad para siempre” (Isaías 32:1, 17).

El reinado de 1000 años de Cristo


El apóstol Pablo declara que Cristo tiene que reinar en la tierra “hasta que
haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte”. Cuando “todas las cosas” estén sujetas a
Cristo entonces él entregará el Reino a Dios, “para que Dios sea todo en todos”
(1 Corintios 15:24–28). Es entonces que ciertamente su “gloria llena toda la
tierra” (Números 14:21).
El periodo de la duración del Reino se nos da en el libro del Apocalipsis. Ahí
nosotros aprendemos que Cristo y sus santos inmortales van a reinar por 1000
años (Apocalipsis 20:4–6). Después de seis mil años de haber preparado un
pueblo que le da honra y honor a su nombre, otros mil años más se apartan en
el plan Divino para que el Rey y sus santos inmortales llenen la tierra de la gloria
de Dios. A lo largo de este milenio la populación mortal de la tierra tendrá la
oportunidad de dar un servicio fiel y obediente hacia Dios y a Cristo como Rey.
Una descripción de algunos de los cambios que tomarán lugar, junto con las
bendiciones que experimentará la populación mortal cuando exista la harmonía

203
entre el hombre y su medio ambiente, se da en varios lugares de la Escritura
(Isaías 11:4–9; 65:17–25; Amos 9:11–15).
El periodo del reinado de 1000 años de Cristo concluirá con una segunda y
final resurrección y reunión para juicio de aquellos que han vivido durante el
periodo del Reino. Este evento se describe en Apocalipsis 20:12–15. Notamos
que al final de este juicio “la muerte y el Hades [el sepulcro] fueron lanzados
al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14), significando que finalmente serán
exterminados de la tierra para siempre. Entonces “ya no habrá muerte”
(Apocalipsis 21:4), porque la mortalidad será quitada de la tierra para siempre
(1 Corintios 15:25–26). En Apocalipsis 21:3–4 nosotros leemos acerca de este
maravilloso tiempo:
“He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con
ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su
Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá
muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras
cosas pasaron”

Durante este tiempo, así como Pablo predijo,


“Dios será todo en todos” (1 Corintios 15:28)

Así entonces el Reino de Dios en la tierra es el paso final hacia el


cumplimiento de ese glorioso propósito que Dios ha tenido desde el principio –
de llenar la tierra con su gloria (Números 14:21). Aquellos quiénes son sus hijos
e hijas, habiendo desarrollado por medio de las pruebas de la vida un carácter
como el suyo, estarán ahí con Él. Esta comunidad glorificada se reunirá entonces
con el Padre y su Hijo, de la manera que Jesús mismo oró justo antes de la
crucifixión (Juan 17:20–23).

“Venga tu Reino”
Con fe en la palabra segura de Dios y la esperanza que esta ofrece, podemos
ahora entrar por completo en el espíritu de la oración que Jesús les enseñó a sus
discípulos:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra” (Mateo 6:9–10)

Mientras esperamos ahora este día que Dios ha prometido, es nuestro


privilegio y responsabilidad de responderle en fe y obediencia. El apóstol Pedro
instó a los discípulos de su día, e igualmente a nosotros hoy en día, cuando dijo:
“tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque
haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os

204
será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:10–11)

Puntos de Resumen
• Jesucristo regresará a la tierra (Hechos 1:9–11) para establecer el
Reino de Dios en la tierra (Daniel 2:44, Apocalipsis 11:15). En la
parábola de Lucas 19:11–27 Jesucristo predijo que iba a ascender al
cielo a la mano derecha de su Padre para luego volver, tiempo durante
el cual sus siervos serán juzgados y recompensados.
• Antes del regreso de Jesucristo, el mundo seguirá descendiendo a las
profundidades de la inmoralidad, similar a la corrupción y la violencia
que trajo la ira de Dios sobre el mundo en el diluvio durante los días de
Noé (Génesis 6:1–13; Mateo 24:36–39; Lucas 17:26–27), y la
destrucción de Sodoma (Génesis 19; Lucas 17:28–33).

• Los profetas dan recuentos detallados de la invasión de Israel y de


Jerusalén mediante una confederación norteña. Esta invasión se
llevará a cabo cuando los judíos estén de vuelta en la tierra de Israel y
Jerusalén este bajo su control (Ezequiel 38; Zacarías 12–13–14).
• En la cúspide de este conflicto internacional Jesucristo se revelará a sí
mismo con el poder y la autoridad de Dios, para que todos los pueblos
de la tierra reconozcan a Dios y lo acepten a él como Mesías y Señor
(Zacarías 12:9–11, 13:6; 14:4–9).
• Armagedón es una palabra hebrea descriptiva de los grandes juicios
de Dios que se han de derramar sobre todas las naciones durante el
retorno de Jesucristo (Apocalipsis 16:14–16; Joel 3:9–17).
• El regreso de Jesucristo será completamente inesperado, salvo para
aquellos que han estado fielmente velando y preparándose para ese
gran día (Apocalipsis 16:15; Mateo 25:1–13).
• El primer paso en la preparación para recibir al Señor Jesucristo es
creer el mensaje del Evangelio y ser bautizado (Marcos 16:15–16).
• Cuando Jesucristo regresa a la tierra va a resucitar de entre los
muertos a los que deben ser juzgados, y reunir juntamente con ellos a
los que están vivos y son responsables de juicio (2 Timoteo 4:1;
Daniel 12:1–3; Juan 5:28 –29).

205
• Aquellos que se reúnen para el juicio deben dar cuenta de su servicio
hacia Dios (Romanos 14:12, 2 Corintios 5:10). Muchas parábolas
describen el tribunal de Cristo cuando regrese (Mateo 25:14–30,
Lucas 19:11–27).
• Aquellos que han sido ignorantes de Dios y su palabra no serán
sometidos a juicio. Si ellos han muerto no serán resucitados (Isaías
26:14).
• La inmortalidad será la recompensa para quienes han tratado de servir
fielmente a Dios y a Jesucristo, a lo largo de sus vida (Romanos 2:7,
1 Corintios 15:51–57).
• Los fieles siervos de Jesucristo le ayudaran a establecer el Reino de
Dios en la tierra (Apocalipsis 5:10, Apocalipsis 20:6).
• Jesucristo se revelará a sí mismo a los judíos sobrevivientes en la
tierra de Israel cuando regrese (Zacarías 12:9–11, Zacarías 13:6).
Los judíos que todavía están dispersos por todo el mundo serán
reunidos en Israel, para que reconocer ahí que este mismo Jesús, a
quien sus padres crucificaron es el Mesías (Ezequiel 37:21–22;
Jeremías 23:3–8).
• Todas las naciones serán llamadas a honrar a Jesucristo como Rey
(Salmo 2:10–12), y para que respondan al llamado de rendir culto y
servir a Dios (Apocalipsis 14:6–7).
• Los sistemas de la cristiandad apóstata encabezada por el catolicismo
romano, junto con las religiones no cristianas, que han engañado a las
naciones con sus falsas enseñanzas, serán expuestos y destruidos
(Apocalipsis 18:2–3, 21; Apocalipsis 17:5).
• Jesucristo reinará como Rey desde la ciudad de Jerusalén, la capital
del Reino de Dios en la tierra (Jeremías 3:17; Isaías 2:2–4; Zacarías
14:9, 16).
• Un templo se construirá en Jerusalén al cual todas las naciones
vendrán para rendir culto a Dios. Será llamada “casa de oración para
todos los pueblos” (Isaías 56:7; Zacarías 14:16–17).
• El Reino será reconocido por la justicia y la paz (Salmo 72; Isaías
32:1,17).

206
• El reinado de Jesucristo en la tierra continuará por 1000 años – un
milenio (Apocalipsis 20:2–5; 1 Corintios 15:22–28), después del
cual habrá una resurrección de todos los que han vivido y muerto
durante ese período.
• Al final del milenio no habrá más muerte, ya que no habrá mortales que
queden en la tierra (Apocalipsis 21:3–4).
• El propósito de Dios de llenar la tierra con su gloria será cumplido
(Números 14:21). Dios será “todo en todos” (1 Corintios 15:28).

Lección 25 – Preguntas
1. Liste dos citas que enseñan que el Reino de Dios será establecido en la
tierra.
2. De una cita bíblica que declara que Jesucristo regresará a la tierra.
3. ¿En qué parte de la tierra se reunirán las naciones para el “Armagedón”?
4. ¿Cuándo tomará lugar la resurrección de los muertos?
5. ¿Qué pasara en el Tribunal de Cristo?
6. ¿Quiénes serán resucitados y reunidos para ser juzgados?
7. ¿Cuál es la recompensa que recibirán los fieles?
8. ¿Cuándo Cristo regrese a establecer el Reino, que pasará con los judíos
que están esparcidos por la tierra?
9. ¿Qué ciudad será la capital de este Reino?
10. ¿Cómo aprenderán las naciones de la tierra los caminos de Dios?
11. ¿Cuánto tiempo durará el reino de Cristo?
12. ¿Qué sucederá al final de los mil años?

EL DISCIPULADO EN CRISTO HOY EN DÍA

Lección 26
Hemos visto que el mensaje del Evangelio proclamado por los apóstoles se
componía de dos temas o partes (Hechos 8:12). Hemos considerado “las cosas
acerca del reino de Dios” en la última lección, y ahora nos concentraremos en
las cosas asociadas con “el nombre de Jesucristo” y su prestancia en nuestras
vidas en Cristo.
La expresión “el nombre de Jesucristo” incorpora la obra de Dios a través
de Su Hijo en proveer el perdón de los pecados para el hombre mortal, y la
recompensa de la inmortalidad cuando Jesucristo regrese a la tierra. Dios, a
través del profeta Isaías, dice que él es un “Dios justo y Salvador”. Él continúa
diciendo:

207
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo
soy Dios, y no hay mas” (Isaías 45:21–22)

Jesús mismo dijo:


“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna... para que el mundo sea salvo por él “(Juan 3:16–17)

Pedro dijo a los gobernantes de Israel:


“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)

Es sólo mediante la fe seguida por el bautismo en el nombre del Señor Jesús


Cristo que nosotros podemos ser salvos.
En la Fiesta de Pentecostés, cuando los que habían estado escuchando con
atención al discurso de Pedro se preguntaron “¿Qué hacemos?” (Pues les
impactó el horror de lo que habían hecho al crucificar al Hijo de Dios), Pedro les
respondió:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:37–38)

Más tarde, Pedro, mientras le predicaba el mensaje de salvación al centurión


romano Cornelio, señaló que todos los profetas de Israel habían testificado de
“que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su
nombre”. Cornelio respondió con fe, y por lo tanto, fue bautizado “en el nombre
del Señor” (Hechos 10:43,48).

El bautismo en Cristo
Cuando una persona se bautiza, él o ella se identifica con la muerte, sepultura
y resurrección del Señor Jesucristo (Romanos 6:3–5). Hemos notado que debe
existir una confesión de los pecados pasados y un arrepentimiento que
demuestra el compromiso de renunciar a su antigua forma de vida, antes de que
una persona esté lista para bautizarse. En Romanos 6 Pablo explica en términos
sencillos y claros la importancia del bautismo y el efecto que debería tener en la
vida del discípulo de Cristo.
Jesús fue en todo momento completamente obediente a la voluntad de su
Padre. Esta obediencia finalmente lo llevó a la cruz donde fue crucificado
cruelmente por hombres impíos. A pesar de que fue “tentado en todo según
nuestra semejanza”, nunca sucumbió al pecado (Hebreos 4:15–16). En su
muerte obtuvo su victoria final sobre las tendencias pecaminosas que son

208
heredadas por todos los descendientes de Adán y que han causado que todos
pequen, excepto él. Se nos dice enfáticamente que él compartía la misma
naturaleza de “carne y sangre” que tenemos –
“él también participó de lo mismo”. Esto era esencial, para “destruir
por medio de la muerte al que [en griego, ‘aquello que’] tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo” (el diabolos, un término
sinónimo de la capacidad de pecar que todos poseemos – Hebreos 2:14;
cp Romanos 7:15–21; véase la Lección 24).

Debido a su vida sin pecado y de perfecta obediencia hasta la muerte en la


cruz, no era justo que el sepulcro lo retuviera (Hechos 2:23–24, Romanos 6:9).
Dios en su justicia lo levantó a la vida de nuevo y le concedió la inmortalidad en
su presencia (Hechos 2:32–36, Filipenses 2:8–10). Ahora se sienta a la diestra
de Dios en el cielo, para interceder como Sumo Sacerdote para aquellos que se
acercan a Dios a través de él (Hebreos 7:25; Hebreos 2:17–18).
Hemos visto en Romanos 6 que en el bautismo nos identificamos con
Jesucristo en su muerte y resurrección. Consideremos primero cómo nos
identificamos con su muerte.
Pablo dice:
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente
con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6–7)

Por lo tanto, en el bautismo nosotros demostramos nuestro deseo de


identificarnos con la muerte del Señor, una muerte en la que destruyó, de una
vez por todas por sí mismo, al diabolos, esa naturaleza propensa al pecado que
él tenía en común con todos nosotros. Pablo lo llama el “viejo hombre”. En el
bautismo “nuestro viejo hombre es crucificado juntamente con él” por así
decirlo, y repudiamos los caminos del pecado que han regido nuestra vida,
confesando que somos pecadores con necesidad de perdón. Reconocemos que
somos dignos de muerte a causa de nuestros pecados, porque hemos aprendido
que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
Mientras nos levantamos de las aguas del bautismo, Pablo identifica otro
paralelo – con la resurrección de Jesús. Nosotros salimos a una nueva forma de
vida, sirviendo a Dios como nuestro nuevo Amo. Pablo lo describe de esta
manera:
“somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:4)

209
Es en esta “vida nueva” que el discípulo ahora se esfuerza por seguir a
Cristo. Es una forma de vida en la que Cristo se considera que vive en nosotros
mientras nos esforzamos en seguir su ejemplo (1 Pedro 2:21–25). Con
considerable sentimiento Pablo describe el cambio que tuvo lugar en su propia
vida:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado [esto es, el ‘viejo Pablo’
ahora estaba muerto], y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)

Fue el amor de Cristo, revelado en su voluntad de dar su vida por los pecados
del mundo, que obligó a Pablo a responder con la comisión de su propia vida al
servicio de su Señor (2 Corintios 5:14,15; 1 Juan 3:16). Jesús había dicho:
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus
amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”
(Juan 15:13–14)

Aquellos que, como Pablo, tienen una verdadera comprensión de la forma en


que Cristo los ha redimido del pecado y la muerte, desearan crucificar “el viejo
hombre” y salir a “vida nueva” en Cristo, siguiendo sus mandamientos. Es
cuando caminamos de acuerdo a estos mandamientos que Cristo es visto en
nosotros. Es a través de su enseñanza de que nuestro nuevo carácter se
desarrolla (Colosenses 3:1–14, Gálatas 5:19–26, Efesios 4:17–32, 5:1–21).
Nota: un breve resumen de los Mandamientos de Cristo se expone en la
conclusión de esta lección.

Andando en “vida nueva”


Pablo dice que en nuestro nuevo estado tenemos un cambio de amo y de
servicio. Mientras que antes el creyente había servido al “pecado” satisfaciendo
sus propios deseos, ahora, por medio del bautismo, ha sido liberado de la
esclavitud del pecado y sirve la “justicia” (Romanos 6:17–18). Pablo describe
este nuevo servicio como algo que produce “fruto de santificación” y al final, la
vida eterna:
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de
Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:22–23)

Una vez más, se habla de este cambio dramático en términos de despojarnos


“del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos

210
“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y
santidad de la verdad” (Efesios 4: 22–24)

El “nuevo hombre” es visto en nuestra nueva forma de pensar y actuar, la


cual refleja las excelentes virtudes del Señor Jesucristo.
La vida del discípulo se centrará en un amoroso servicio a Dios en
agradecimiento por su gracia al proveer a Jesucristo para perdón de los pecados
(Tito 2:11–14). Su aspiración será la de manifestar en su vida el glorioso carácter
de Dios de la manera que está revelado en la Biblia (Éxodo 34:6, 7). Él se dará
cuenta también, que ahora tiene un aborrecimiento de los perversos y malos
caminos del mundo. Al igual que Jesucristo, el amará a la justicia y aborrecerá la
maldad (Salmo 45:7; Hebreos 1:9). Así concluye Pablo:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)

El “nuevo hombre” engendrado por la palabra de Dios


Este “nuevo” hombre, dice Pablo, “conforme a la imagen del que lo creó
se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:10).

El nuevo hombre ha llegado a la existencia a causa de un nuevo conocimiento


de la verdad del Evangelio. El cambio que ha tomado lugar se ha producido a
través de un cuidadoso estudio y meditación sobre la palabra de Dios. Santiago
dice que Dios ha engendrado a sus hijos a través de “la palabra de verdad”
(Santiago 1:18). Pedro dice que aquellos que responden con fe y obediencia al
Evangelio son
“renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: toda
carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la
hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor
permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os
ha sido anunciada” (1 Pedro 1:23–25; cp Isaías 40:6–8 del cual Pedro
cita)

La naturaleza del hombre es tal que inevitablemente perecerá. Sin embargo,


si un hombre (o mujer) permite que la palabra viva de Dios crezca en su corazón
y transforme su vida, Dios le dará la vida eterna. Jesús también había señalado
el contraste entre los dos caminos, uno que conduce a la vida y el otro a la muerte,
cuando dijo:
“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63)

211
Lectura diaria de la Biblia
El Señor Jesucristo dirige nuestra atención a esta lección muy importante
cuando cita Deuteronomio 8:3:
“No sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca
de Jehová vivirá el hombre”

La lectura diaria de la Biblia es tan esencial para el discípulo de Cristo como


lo es su pan de cada día. Debido a que el discípulo ha sido “engendrado” por la
palabra de Dios, entonces es sabiduría suya el extraer alimento espiritual de la
palabra de Dios todos los días para garantizar un crecimiento sano y seguro. Así
es como Cristo ha de considerarse que vive en él. David describe la
bienaventuranza del hombre quien, volviéndose de la compañía de los impíos,
se deleita “en la ley de Jehová… y en su ley medita de día y de noche”
(Salmo 1)
Es a través de la lectura personal y el estudio de la Biblia que el discípulo será
fortalecido en ese “hombre interior” (Romanos 7:22). Él sentirá la necesidad
también, de reunirse con otras personas que también creen el mismo Evangelio
verdadero y de ser alentado por la mutua alegría que viene de compartir la misma
esperanza en Cristo. Dios se complace en ver a sus hijos deleitarse en hablarse
el uno al otro acerca de su palabra y sus caminos, como el profeta Malaquías nos
dice:
“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su
compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria
delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en
su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los
ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre
que perdona a su hijo que le sirve” (Malaquías 3:16–17)

Perseverando en la oración
Uno de los grandes privilegios que el discípulo recién bautizado tiene ahora
es el acceso a Dios en la oración a través del Señor Jesucristo quien, estando a
la diestra de Dios como Sumo Sacerdote, intercede de parte del discípulo para el
perdón de sus pecados (Romanos 8:34; Hebreos 7:25).
Sin embargo, aunque sin el bautismo en Cristo no hay perdón de los pecados,
es importante recordar que Dios si oye las oraciones de aquellos que están
tratando de conocer y entender sus caminos y servirle. Tenemos el ejemplo de
Cornelio que regularmente oraba a Dios por lo cual Pedro fue enviado para
mostrarle el camino de la salvación por medio de Jesucristo (Hechos 10:1–6).
También leemos de Lidia y su familia quienes eran personas de oración y Dios
trajo a Pablo a Filipos para que ellos pudieran escuchar la verdad del Evangelio

212
(Hechos 16:13). Ambos Cornelio y Lydia y sus hogares fueron bautizados
después de oír el Evangelio (Hechos 10:48; Hechos 16:14–15).
El discípulo puede aprender a desarrollarse en la oración meditando sobre
algunas de las oraciones que se registran en la Biblia. Las oraciones de hombres
y mujeres fieles son ilustrativas y muy a menudo podemos ver nuestras propias
necesidades reflejadas en sus oraciones. Muchos de ellos han recibido fortaleza
y consuelo en oraciones como la del Salmo 23. El apóstol Pablo oraba
continuamente por los grupos de creyentes que conocía. Un ejemplo de esto se
registra en Colosenses 1:9–14, el cual es digno de consideración pues nos
ayuda a ver cómo podemos orar por los demás.
Los discípulos de Jesús le pidieron en una ocasión a que les ensañara a orar.
El resultado fue la maravillosa oración que ha sido comúnmente conocida como
“El Padre nuestro” la cual establece un modelo para que nosotros lo sigamos en
nuestras propias oraciones (Lucas 11:1–4; cp con mas detalles en Mateo 6:7–
15) . Sin embargo, Jesús advirtió contra las repeticiones al recitar oraciones
cuando la mente y el corazón no están involucrados. Él dijo:
“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que
piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues,
semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:7)

El discípulo de Cristo no solamente se acercará a Dios para alabarle y buscar


diariamente su consejo y cuidado, sino también agradecerá a Dios por las
muchas bendiciones que recibe. Jesús nos da un ejemplo de dar gracias por los
alimentos antes de comer cuando alimentó a la multitud:
“Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a
sus discípulos, y los discípulos a la multitud” (Mateo 15:36, véase
también Juan 6:11, Hechos 27:35, 1 Timoteo 4:3–4)

También hay momentos en los que el discípulo ofrecerá peticiones de ayuda


específicas para sí mismo o para otros en circunstancias difíciles, pero debe
reconocer que él sólo puede orar según la voluntad de Dios. Dios sabe lo que es
mejor para nosotros más que nosotros mismos y no siempre concederá nuestras
peticiones. Es en esta confianza que el discípulo seguirá las instrucciones de
Pablo –
“sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración
y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6)

Viendo la necesidad y el privilegio de la oración el discípulo va a “perseverar


en la oración” (Colosenses 4:2)

213
Buscando el perdón de los pecados
El discípulo, después de haber sido bautizado y manifestado un celo de servir
a Dios y abandonar su antiguo modo de pensar y comportamiento, pronto se da
cuenta de que su deseo de servir a Dios es una vez más empañado por el
pecado. La triste realidad de que él todavía tiene la misma naturaleza de carne y
hueso, con todas sus debilidades e impulsos pecaminosos llega forzosamente
sobre él. Sus pecados pasados fueron perdonados en el bautismo, pero ¡ay de
él!, pues ha pecado de nuevo. El apóstol Pablo, al igual que todos los discípulos
del Señor, se sentí frustrado por esta realidad. Él se dio cuenta que, aunque su
deseo era servir a su Señor en plenitud, el pecado lo engañaba y caía (Romanos
7:18–24). Sin embargo, Pablo sabía que no estaba todo perdido y se regocijaba
en Dios y su provisión maravillosa de un Salvador y Mediador:
“Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:25)

Qué consuelo hay en saber que


“abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan
2:1–2),

y “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar


nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)

Así el discípulo estará muy consciente de su constante necesidad del perdón


para que pueda encontrar el favor de Dios. Esto fue parte de esa oración modelo
que el Señor enseñó a sus discípulos (Mateo 6:12). Como el Rey David, él orará
que Dios lo guíe “por sendas de justicia por amor a su nombre” (Salmo 23:3;
Mateo 6:13)

Reuniéndonos juntos para recordar a Cristo


La costumbre de los primeros discípulos fue la de reunirse el primer día de la
semana para recordar al Señor Jesucristo de la manera que lo había asignado
(Hechos 20:7). Aunque el primer día de la semana sigue siendo para muchos
hoy en día un tiempo conveniente para reunirse, el día preciso, hora o lugar no
es importante.
Jesús había mandado a sus discípulos a que lo recordaran con regularidad
en una sencilla ceremonia que él había instituido – en comer pan y beber vino. El
pan había de representar su cuerpo y el vino había de recordarles de su sangre
derramada (Mateo 26:26–29, Lucas 22:19–20). El apóstol Pablo habló de esta
conmemoración del Señor en su carta a los discípulos en Corinto, enfatizando la
necesidad de colocar la mayor importancia sobre lo que estaban haciendo (1
Corintios 11:23–29; 1 Corintios 10:16–17). También les recordó que cuando se

214
reunieran, las mujeres deben tener la cabeza cubierta (1 Corintios 11:4–5,13) y
que la función de hablar y enseñar en las reuniones era la responsabilidad de los
hombres (1 Corintios 14:34; 1 Timoteo 2:12). Los discípulos de hoy siguen este
mandamiento de su Señor y se reúnen cada semana para adorar a Dios y
recordar a su Hijo en este modo de designación.
Sin embargo, si un creyente se encuentra en una zona aislada, separada de
otras personas que tienen la misma fe y esperanza, él o ella todavía debe
recordar al Señor con regularidad de la manera que lo ha asignado. Es necesario
reservar un tiempo de silencio para orar, leer la palabra de Dios y participar del
pan y del vino, recordando la maravilla del sacrificio del Señor por lo cual sus
pecados han sido perdonados. Aunque solo, es parte de la familia de Dios que
se encuentra por todo el mundo, y puede tener consolación en el hecho de que
muchos en todo el mundo estarán haciendo lo mismo mientras adoran a Dios y
recuerdan a su Hijo.
Es importante darse cuenta de que los que parten el pan de esta manera, lo
hacen sobre la base de un entendimiento común de la Verdad de la Biblia.
Después de que fueron bautizados, los discípulos
“perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42)

La comunión, en el sentido de estar unidos junto con Dios en Cristo, sólo es


posible para aquellos que creen en las cosas reveladas en la palabra de Dios.
Los apóstoles instruyeron que aquellos cuyo estilo de vida no estaba en
consonancia con el Evangelio, o que enseñaban cosas que no eran la verdadera
doctrina, no deben ser aceptados en comunión (1 Corintios 5:4–5, 1 Timoteo
1:16–19; Tito 3:10, 2 Juan v10–11). Nosotros no estamos por lo tanto, como
creyentes bautizados en “la verdad como lo está en Jesús”, libres de partir el
pan con los que pertenecen a otras iglesias o que sostengan doctrinas erróneas.
Los discípulos en el primer siglo se reunían también para orar y hablar sobre
la palabra de Dios. Inicialmente, el Antiguo Testamento era la base del estudio y
la discusión, pero mientras los registros del Evangelio y las epístolas escritas por
los apóstoles se hacían disponibles, estos también se leían (Colosenses 4:16).
Había un profundo deseo de estudiar y pensar en la palabra de Dios para poder
llegar a tener una mayor comprensión de sus caminos y acercarse a él. Los que
no seguían desarrollando en la comprensión de la palabra de Dios eran
reprobados (Hebreos 5:12–14, 1 Pedro 2:1–2).
Los apóstoles se dieron cuenta de que la fe sólo puede ser fortalecida
mediante la lectura continua de la palabra de Dios (Romanos 10:17). La piedad,
también, sólo puede crecer al considerar el carácter de Dios mientras Él se revela

215
en su relación con los hombres y las mujeres en el pasado, y al ver ese carácter
revelado perfectamente en la vida del Señor Jesucristo.
Los discípulos del Señor hoy en día todavía se deleitan en reunirse para
hablar de la Biblia y para darse animo el uno al otro en seguir los pasos del Señor
Jesucristo (1 Pedro 2:21–24; 2 Timoteo 3:16–17; 2 Pedro 1:19–21; Hebreos
10:24–25).

Cristo – la cabeza del cuerpo


El diseño de la vida individual en Cristo y la vida comunal entre los discípulos
se establece para nosotros en el consejo apostólico que se encuentra en el
Nuevo Testamento. Mientras las comunidades de creyentes se establecían en
todo el mundo Romano los apóstoles continuamente les recordaban que todos
ellos eran parte de “un cuerpo” del cual Jesucristo era “la cabeza” (Efesios
1:22–23; Colosenses 1:18; 2:19). Las diferentes comunidades se llamaban
“iglesias”, que significa “los que son llamados a salir”, y hemos explicado el
significado de esta palabra en la Lección 23. Los miembros de las iglesias nunca
deben perder de vista del hecho de que son un pueblo separado, “llamados a
salir” para glorificar a Dios en sus vidas. Aunque todas las comunidades de
creyentes se unieron en “una fe” y “una esperanza” en Cristo, cada una
administraba sus propios asuntos internos. Las calificaciones de quienes habían
de ser seleccionados para el cuidado y la orientación de estas iglesias se dan en
detalle en 1Timoteo 3:1–7, Tito 1:5–9.
Dado que Jesucristo era la reconocida “cabeza” de este “cuerpo” de
creyentes (Efesios 1:22–23; Efesios 4:15–16), se entendía que cada comunidad
individual era responsable ante él. No había jerarquía de niveles establecidos por
los apóstoles para responder a un cuerpo central, papa, patriarca, arzobispo o
profeta. Los que se apartaban de la verdadera doctrina de los apóstoles eran los
que explotaban a sus seguidores a través de la avaricia, como lo había advertido
de antemano el apóstol Pedro a las primeras iglesias a las cuales les escribió (2
Pedro 2:1–3). Ha sido notable durante muchos cientos de años que la “codicia”
o la avaricia de los líderes de las iglesias ha convertido la religión en un sistema
de negocio para hacer dinero. Quienes conocen la profecía de Pedro
comprenden con que exactitud los sistemas de la iglesia apóstata cumplen con
su predicción. Pedro advirtió que falsos maestros se levantarían y que “harán
mercadería de vosotros” (2 Pedro 2:3).

Unidad de fe y de amor
Aunque cada Iglesia, o grupo de creyentes, administraba sus propios asuntos,
existía un vínculo de unidad que dominaba en toda la comunidad por todo el
mundo. Ellos estaban unidos porque compartían una fe, la misma esperanza y

216
un mutuo amor de Dios, de Jesucristo su Hijo, y del uno al otro. Pablo animaba a
todos los miembros individuales a que fueran dignos de Aquél que los había
llamado, “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”,
ya que les recordaba que había “un cuerpo... una misma esperanza… una fe”
(Efesios 4:1–7).
Es maravilloso leer acerca de este vínculo que unía a los hermanos del Señor
en las epístolas del Nuevo Testamento. Había un cariño que existía entre cada
iglesia, incluso hacia aquellos a quienes tal vez nunca habían conocido cara a
cara, y la calidez de la hospitalidad se extendía a los que viajaban. Cada miembro
era aceptado y atendido con un amor concerniente de su bienestar (Juan 13:34–
35, Efesios 4:16, Colosenses 3:12–17). Ellos estaban muy conscientes de que
todos eran los hijos de un Padre Celestial, engendrados por su gracia, y era esto
que los forzaba a extender ese amor fraternal que debe existir en la familia de
Dios. De hecho, cada uno se llamaba “hermano” y “hermana” como un
recordatorio del estado del cual cada uno de ellos gozaban en Cristo (2 Pedro
3:15, Romanos 16:1, Colosenses 1:2).
Este amor que reinaba en las iglesias entonces, y se ve hoy en día entre los
discípulos, esta descrito muy bien por el apóstol Juan:
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado
así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” (1 Juan 4:10–
11)

La posición del discípulo en la sociedad


Una de las características notables de los discípulos del Señor en el primer
siglo fue su completa separación de la estructura política y social de la sociedad
en la que vivían. Aunque Pablo es descrito como haber “trastornado” el mundo
romano pagano (Hechos 17:6), lo hizo a través de la predicación del Evangelio.
Los discípulos se consideraban a sí mismos como Abraham, “extranjeros y
peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11:13) y se mantenían separados de la
actividad política. El poder de su trabajo radica en el mensaje que proclamaban
y la vida que vivieron.
Ese mensaje reveló el plan divino para la tierra. Puso de manifiesto la
completa inutilidad del esfuerzo humano para resolver los problemas del mundo,
y expuso la maldad de la perversa y permisiva sociedad en la que vivían. No
tomaron parte en la política o en la actividad militar, conscientemente creyendo
que estaba mal para los siervos de Dios hacerlo.
Los mandamientos de Cristo son muy claros. Aquellos que siguen a Cristo no
deben cometer actos de violencia o herir a otros. Jesús enseñó:

217
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os
digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en
la mejilla derecha, vuélvele también la otra… Pero yo os digo: Amad
a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”
(Mateo 5:38–44)

Además, cuando la multitud llegó a capturar a Jesús y Pedro sacó su espada


para proteger a su Señor, Jesús dijo,
“Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a
espada perecerán” (Mateo 26:52)

Los discípulos se dieron cuenta de que la única esperanza para el mundo era
el regreso de Jesucristo y el Reino de Dios que él establecería (Mateo 5:39–44,
26:52, Daniel 4:17). Por esto siguieron las instrucciones de Pablo y no se
involucraron en los caminos del mundo. Ellos atendieron con cuidado la
instrucción de Pablo, “Salid de en medio de ellos, y apartaos”, para
mantenerse libres de las contaminaciones de un mundo inmoral, a fin de ir
“perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 6:17–7: 1)
Aunque Pablo y los otros apóstoles les dieron instrucciones a los discípulos
de no tomar parte en la estructura política de la sociedad, no obstante debían de
someterse voluntariamente a los gobernantes y obedecer las leyes de la tierra
con tal de que no entraran en conflicto con su conciencia ante Dios. Les animaban
a orar pare que el asombroso consejo de Dios cayera sobre las autoridades para
que pudieran hacer leyes que les permitiría la libertad de rendir culto (1 Timoteo
2:1–6; Romanos 13:1–10, 1 Pedro 2:11–25).
El discípulo de hoy seguirá el mismo ejemplo separándose de la participación
en actividades políticas de este mundo, esperando el regreso de Jesucristo y el
establecimiento del Reino de Dios. Él, al igual que Pablo, se dará cuenta de que
su ciudadanía pertenece al Reino venidero:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20)

Predicando las “buenas nuevas”


Usted recordará que la palabra “Evangelio” significa “buenas nuevas” o
“proclamar las buenas noticias”. El mensaje de salvación del pecado y la muerte
y el futuro Reino que se establecerá en la tierra, es en efecto, “buenas noticias”.
Jesús les dijo a los discípulos:

218
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio [o buenas noticias] a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:15–
16)
Una vez que alguien escuchaba y entendía esta “buena noticia” y creía y la
obedecía bautizándose, esta persona se regocijaba en la nueva relación que
ahora tenía con Dios y Cristo. Había luego un fuerte deseo de compartir esta
“buena noticia” con otros para que ellos también pudieran compartir la esperanza
del Evangelio.
Así es como el cristianismo se propagó tan rápidamente por todo el Imperio
Romano-en lo que los creyentes se multiplicaban, estos hablaban de las “buenas
noticias” o evangelio a otros. Pablo, por ejemplo, cuenta cómo los creyentes en
Tesalónica transmitieron la palabra de Dios en las áreas alrededor de ellos:
“Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor,
no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra
fe en Dios se ha extendido” (1 Tesalonicenses 1:8)

Este mismo espíritu se verá en los discípulos de hoy que han llegado a creer
y obedecer el Evangelio. Ellos les dirán a otros acerca de la maravillosa
esperanza que Dios ha ofrecido a través de Jesucristo, y les ayudará a
comprender el mensaje de la Biblia.

Ser un fiel discípulo hoy en día


El discipulado del Señor Jesucristo hoy se basa en los mismos principios
como lo era en la época de Jesús. La palabra “discípulo” significa
principalmente uno que aprende y lleva la idea de seguir al que enseña. Esto
incorpora no sólo la idea de recibir instrucción, sino de aprender a hacer por uno
mismo lo que el maestro ha enseñado. Se requiere seguir el ejemplo que
establece el maestro, y el Señor es el más grande maestro que el mundo ha visto.
Él no esperaba nada menos que un compromiso total de aquellos que querían
ser sus discípulos (Lucas 14:25–33), pues el discipulado requiere transformación
en nuestras vidas. Vemos en la vida de hombres como Pedro y Pablo que ellos
lo siguieron con alegría, y en esto son grandes ejemplos para nosotros.
Discipulado de hoy requiere una dedicación diaria de seguir la enseñanza y
el ejemplo de nuestro Señor en todos nuestros caminos. Los discípulos tienen el
consuelo de compartir su caminar con otros de la misma fe reuniéndose con ellos
para adorar a Dios y hablar de la Biblia juntos. De este modo pueden ayudarse
unos a otros a prepararse para ese glorioso día cuando el Señor regresará del
cielo para recompensar a sus fieles servidores. Para aquellos que en su ausencia
le han servido fielmente y con paciencia les dirá:

219
“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34)

Nota: Una Guía Práctica para el Lector de la Biblia está disponible


gratuitamente, en la cual se encuentra un conjunto de tablas de lectura diaria
para ayudar con la lectura sistemática de la Biblia. Estas tablas le llevaran a
través del Antiguo Testamento una vez y el Nuevo Testamento dos veces al año.
Hay muchos miles en todo el mundo que siguen diariamente este gráfico en
particular y les resulta muy útil. Por favor, escriba y pregunte si usted desea una
copia.

Puntos de Resumen
• Los dos temas fundamentales del Evangelio son:

• Las cosas acerca del Reino de Dios, y

• Las cosas acerca del nombre de Jesucristo (Hechos 8:12).

• Para creer y obedecer el Evangelio uno debe tener un entendimiento de


estas verdades bíblicas (Marcos 16:15–16).
• Los apóstoles solamente aceptaban dentro de la comunidad de
creyentes a aquellos que creían y obedecían el Evangelio bautizándose
en el nombre de Jesucristo (Hechos 2:37–38; 8:12; 10:43–48).

• El bautismo es una identificación publica con la muerte y resurrección de


Jesucristo, y de lo que Dios realizó en él (Romanos 6:1–7).

• Al pedir ser bautizado un creyente confiesa que él es un pecador, y


reconoce que él es digno de muerte. Al salir de las aguas bautismales él
comienza una nueva forma de vida en Cristo (Romanos 6:4–6, Gálatas
2:20, Efesios 4:22–24).
• La nueva vida que el discípulo ahora se esfuerza por vivir es descrita por
Pablo en Colosenses 3:1–17.
• La lectura diaria y meditación de la Palabra de Dios es una disciplina
esencial en la vida del discípulo de Cristo (Juan 6:63, Salmo 1; Salmo
119:97,105; 1 Pedro 1:23–25).

220
• El discípulo se deleita en hablar con otros acerca de las maravillas de Dios
de la manera que están reveladas en la Biblia (Malaquías 3:16–17).

• La oración y acción de gracias forman parte de la vida diaria del discípulo


(Filipenses 4:6, Colosenses 4:2). Aprecia que Cristo está a la diestra
de Dios, para interceder por él (Hebreos 7:25, Romanos 8:34, 1 Juan
2:1–2; 1 Juan 1:9).
• El discípulo es un “hermano” o “hermana” del Señor Jesucristo y es parte
de la familia del Dios vivo, y reconoce a Dios como su “Padre” (Mateo
6:9).
• Todos los verdaderos discípulos son miembros del “cuerpo de Cristo” que
se encuentra a nivel mundial y reconocen a Cristo como su “cabeza”
(Efesios 1:22–23). Este cuerpo está concertado y unido en amor
(Efesios 4:16, Colosenses 3:12–17). Hay un profundo vínculo de
comunión y cariño entre el uno para con el otro que existe por todo el
mundo en el cuerpo de Cristo, el cual es la Iglesia (Juan 13:34–35).

• El discípulo de Cristo está comprometido en guardar sus mandamientos y


seguir su ejemplo en todas las cosas (Juan 14:21).
• El discípulo de Cristo se mantendrá separado de las impías formas de
este mundo, no buscando sus placeres, sino más bien tratando de ser
santo en el pensamiento y la acción (2 Corintios 6:14–7:1; 1 Pedro
1:15,16).
• El discípulo de Cristo, se mantendrá separado de las actividades políticas
y militares de este mundo (Mateo 5:39–44, 26:52, Daniel 4:17).

• Creyendo en el Evangelio del futuro Reino de Dios y en el camino de la


salvación del pecado, el discípulo de Cristo gozosamente hablará a los
demás de esta gran esperanza que esta revelada en la Biblia (2 Timoteo
4:1–2).
• Siguiendo el mandamiento de su Señor, el discípulo se reunirá cada
semana para recordarlo participando del pan y del vino (Mateo 26:26–
29; 1 Corintios 11:23–29).

Lección 26 Preguntas
1. ¿Cuáles son los dos temas fundamentales del Evangelio?
2. Cuándo una persona cree el Evangelio ¿qué necesita hacer después?
221
3. En Romanos 6:2–7 Pablo dice que por medio del bautismo nuestro
“viejo hombre” ha sido crucificado y que nosotros debemos andar “en
vida nueva”. ¿Qué quiere decir esto?
4. ¿Porque le es vital al discípulo leer la Biblia diariamente?
5. ¿Por qué debe la oración ser una parte muy importante de nuestra vida
en Cristo?
6. Si Cristo es la “Cabeza”, ¿a qué se compara la comunidad de creyentes
en todo el mundo?
7. ¿Por qué los discípulos tratan de mantenerse separados del mundo y
sus caminos?
8. Puesto que los discípulos son ahora miembros de la familia de Dios a
través de Cristo, ¿Cómo se dirige el uno al otro?
9. ¿Por qué los discípulos de Cristo no toman parte en actividades políticas
y militares de este mundo?
10. ¿Qué le pidió Jesús a sus discípulos que hagan regularmente para que
lo recuerden?

LA APLICACIÓN PRÁCTICA DEL DISCIPULDO

Después de haber completado el curso, usted pudo haber deseado que más
tiempo se dedicara a la manifestaciones prácticas de la “nueva vida en Cristo”
en este siglo 21. Uno podría preguntar– “¿Cómo es que un seguidor auténtico de
Jesucristo puede convertir las lecciones de la Biblia que fueron escritas hace
mucho tiempo en la vida cotidiana de hoy?” Eso sin duda es una pregunta muy
lógica y sensata. Todos tenemos que pensar seriamente en esto si hemos de ser
discípulos de Jesucristo.
Empezaremos con una simple referencia – “No os conforméis a este siglo”
Cuando el apóstol Pablo escribió a los creyentes de Roma, la capital del gran
Imperio Romano y el centro de todo lo que estaba de moda y corrupto, él les dijo:
“Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, para que
vosotros presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os conforméis a
este mundo, sino transformaos por la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena, agradable y
perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:1–3)

¿Qué quiso decir Pablo con esto?


• Ellos debían presentar sus cuerpos como sacrificio vivo a Dios
• Todo su ser debía ser dada a Dios en santidad para que fuera aceptable
para Él.

222
• No debían “conformar a este mundo”, es decir, su forma de vida /
comportamiento iba a ser totalmente diferente de la forma en que el mundo
que les rodea vivió.
• Debían ser “transformados mediante la renovación de su mente”. La
Biblia se había abierto una nueva manera de pensar, que cambió toda su
perspectiva de la vida. Al tener sus mentes iluminadas por la voluntad de
Dios y al tener un gran deseo de seguir Su camino, ellos se esforzarían por
ser como Jesús y “seguir sus pasos” (1 Pedro 2:21).

El concepto de vivir una vida que es diferente de los caminos del mundo está
resumido por el mismo Jesús en aquella maravillosa oración que dio justo antes
de su muerte. Él dijo:
“Yo les he dado [a los discípulos] tu palabra; y el mundo los aborreció,
porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego
que los saques del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son
del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu
verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:14–17)

Jesús vio una gran brecha entre las formas en que Dios quería que sus hijos
caminaran y los caminos del mundo. Al igual que Pablo, él sabía que era sólo por
la lectura y meditación de la Palabra de Dios que sus discípulos serían
cambiados. Por lo tanto, dijo, “Yo les he dado tu palabra”, y otra vez,
“Santifícalos [o hacerlos santos] en tu verdad”.
Entendido y creído la palabra de Dios fortalecerá nuestra fe para superar los
caminos del mundo. Este es el poder que la palabra de Dios tiene.
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la
victoria que vence al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4)

El mayor ejemplo de esta superación es el Señor mismo quien dijo poco antes
de morir:
“¡Tened ánimo; Yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33)

Y se nos llama a seguirlo. Hacerse amigo del mundo y sus formas tiene una
consecuencia muy seria:
“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios” (Santiago 4:4)

223
¿Qué es este “mundo” que no debemos conformarnos como discípulos de
Jesucristo?
La respuesta se dio claramente por Juan:
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay
en el mundo, la pasión de la carne, y la pasión de los ojos, y la
arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre” (1 Juan 2:15–17)

“El mundo”, en términos bíblicos, cubre todas esas cosas malas que vienen
de las pasiones o deseos de corazones– de los hombres “la pasión de la carne,
la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida”. Esto se resumió en estas
palabras justo antes del juicio del diluvio en los días de Noé:
“Y Dios vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y
que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer
siempre el mal” (Génesis 6:5)

Así que Juan puso el asunto sin rodeos cuando en efecto dijo que si amamos
a “el mundo” entonces no amamos a Dios. No es de extrañar que Pablo exhortó
a los creyentes romanos:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos mediante la
renovación de vuestra mente”

A este fin se les dijo


“presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios” (Romanos 12:1–2)

¿Cómo puede el discípulo de Cristo hoy día presentar su cuerpo como “un
sacrificio vivo, sagrado y aceptable ante Dios”?
Al igual que en los días de los apóstoles, nuestro tiempo se divide en dos
áreas fundamentales.
Una parte que podemos llamar “nuestro tiempo de trabajo”, que se gasta para
proporcionar esas cosas necesarias para nosotros y nuestras familias para ser
alimentados y vestidos. La otra parte de nuestro tiempo llamaremos “nuestro
tiempo libre”. Con esto queremos decir que parte del tiempo que pasamos en
actividades que elegimos para nosotros mismos.
Vamos a examinar “nuestro tiempo de trabajo” como seguidores de Cristo.

224
Nuestro Empleo Diario
El discípulo de Cristo debe de trabajar para mantenerse por sí mismo y, si
tiene una familia, por los miembros de esa familia. Había un problema que surgió
en Tesalónica, donde algunos creyentes pensaban que no necesitaban trabajar.
Las instrucciones de Pablo son claras:
“Cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno
no quiere trabajar, tampoco debe de comer. Porque oímos que hay
algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando
en nada, sino ocupados en curiosear. A tales personas ordenamos y
exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando
sosegadamente, coman su propio pan” (2 Tesalonicenses 3:10–12)

Obviamente Pablo esperaba que los hermanos y hermanas a estar


comprometidos con su trabajo diario. Siendo miembros de la familia de Dios no
les dio derecho a comidas gratis o apoyo monetario.
Pablo le recordó a los creyentes de su propio ejemplo en esto, diciendo:
“Ni la plata, ni el oro, ni la ropa de nadie he codiciado. Vosotros
sabéis que estas manos me sirvieron para mis propias necesidades y
las de los que estaban conmigo. En todo os mostré que así,
trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del
Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”
(Hechos 20:33–35)

Pablo era un fabricante de tiendas por el comercio (Hechos 18:3), y estaba


dispuesto a trabajar con sus manos para proporcionar no sólo para él sino
también para otras personas que no pudieron conseguir trabajo. Este es la actitud
que cada uno de nosotros debe seguir. Él dijo que el no codicio el oro o la plata
de otros – él no quería su dinero.
Una vez más Pablo presenta el asunto muy claramente:
“Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su
propia casa, ha negado la fe, y es peor que un infiel [o no creyente]” (1
Timoteo 5:8)

Habiendo visto que hemos de ser responsables de proporcionar esas


necesidades diarias necesarias de la vida, también se nos dice que debemos
hacerlo con cuidado, como si estamos sirviendo al Señor Jesucristo. Una vez
más en tenga en cuenta las instrucciones que Pablo dio a los creyentes en el
primer siglo.
“Obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor, con la
sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; no para ser vistos,

225
como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de
Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios. Servid de buena
voluntad, como al Señor y no a los hombres” (Efesios 6:5–7; véase
también Colosenses 3:22–25; Tito 2:9–10)

Debemos dar nuestro mejor en nuestro trabajo diario como si estamos


sirviendo a Cristo.
En el lugar de trabajo hoy en día hay a menudo disturbios que conduce a la
huelga, pero el siervo del Señor no debe participar en este tipo de actividades en
las que los hombres están demandando más privilegios para sí mismos. Estamos
llamados a hacer nuestro trabajo fielmente, confiando en que Dios haga sombra
sobre nuestras vidas. El discípulo atento puede vivir por estas normas a medida
que avanza en su trabajo diario, y tiene en mente que sus tareas diarias son como
servicio a Cristo.
Sin embargo, hay momentos en que uno puede ser incapaz de obtener un
empleo o por enfermedad no puede trabajar. ¿Cuál es la responsabilidad de los
hermanos los unos hacia los otros en esta situación? Pablo insta que el hermano
que está empleado debe
“trabajar y hacer con sus manos lo que es bueno, para que tenga de
qué dar al que padece necesidad” (Efesios 4:28)

Tenemos que estar atentos y tratar de ayudar a las personas de tal necesidad.
Y aquellos que están en necesidad genuina deben de pedir ayuda.

Empleo imprudente para el discípulo de Cristo


En la búsqueda de empleo, el discípulo de Cristo no debe colocarse en
cualquier posición que esté en conflicto con los caminos de Cristo. Debe de
recordar en todo momento que él sirve al Maestro que está en el cielo– “Es a
Cristo el Señor a quien servís.” (Colosenses 3:24). Hay algunos empleos, por
tanto, que debe de evitar. Sería un error, por ejemplo, unirse al ejército, fuerza
aérea o la marina por la obvia razón de que él podría ser llamado a matar a la
gente si hay disturbios o guerra. Jesús ha dado la respuesta sobre este asunto:
“Todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mateo
26:52; Juan 18:36)

Algunas posiciones son claramente inaceptables, tales como las fuerzas


armadas, como se mencionó anteriormente, pero también hay otros que caen en
la misma categoría donde podría surgir un conflicto. Estos incluyen ser un oficial
de policía, guardia de seguridad, funcionario de prisiones, gorila o cualquier

226
ocupación que requiere la restricción física sobre las personas. Cristo dijo a sus
discípulos:
“Nunca paguéis a nadie mal por mal. Procurad lo bueno delante de
todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis
vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está:
Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo
esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza. No seas
vencido de lo malo, sino vence el mal con el bien” (Romanos 12:17–
21)

Hay otras áreas que no son adecuados para trabajar debido al ambiente
impío. Estos incluyen lugares como bares o discotecas–ningún discípulo que está
tratando de llevar una forma de vida de santo frecuenta esos lugares. Tampoco
sería decoroso para el discípulo de Cristo el ser empleado en la industria del
entretenimiento, como en las películas o lugares de juegos de azar y similares.
En fin, cualquier empresa que no sea honesta o evita las responsabilidades
legales del país no es lugar para el discípulo de Cristo como un lugar de empleo.
Relacionado con esto es la cuestión de estar asociado con un incrédulo porque,
por desgracia, un conflicto de intereses surgirá debido a la diferencia de
perspectiva que el discípulo tiene con respecto a la vida. Pablo lo dice de esta
manera:
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la
luz con las tinieblas?” (2 Corintios 6:14)

El discípulo que llega al conocimiento de la verdad de Dios mientras esta


empleado en una posición inadecuada buscará los medios para liberarse de esa
posición si es posible.

Responsabilidades con las leyes de la tierra


Aunque el discípulo vive como “un extraño y peregrino” en su país
(Hebreos 11:3–14), en busca del día en que se establecerá el Reino, él tiene el
deber de respetar las leyes de la tierra con una buena voluntad. De hecho, esta
es la dirección exacta dada en las Escrituras.
Pablo le dio a Tito el siguiente consejo para los creyentes en Creta:
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes, a las autoridades, que
obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra” (Tito 3:1)

227
El consejo de Pedro es:
“someteos a toda institución humana, por el amor de Dios: ya sea al
rey, como superior, o a los gobernadores, como a los que por él son
enviados para castigar a los malhechores y ser alabados por los que
hacen el bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo el
bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro
2:13–15)

No sólo hemos de obedecer las leyes de la tierra, pero debemos estar


agradecidos por la libertad que tenemos que adorar a Dios libremente, si hemos
sido bendecidos con este-nos damos cuenta de que esto no es así en todos los
países. Pablo le pidió a Timoteo para animar a los creyentes en Efeso con estas
palabras:
“Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes
y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una
vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad” (1 Timoteo 2:1–
2)

De estas citas vemos que nuestra responsabilidad es vivir honestamente y


diligentemente bajo las leyes de la tierra con un espíritu dispuesto, como servir a
Dios en el cielo. Por esta razón tenemos que pagar nuestros impuestos y
cumplimos con todas las leyes de la tierra, y esto, por supuesto, incluye
reglamentos y leyes de tránsito que han sido impuestas para regular nuestra vida.
Cuando a Jesús le preguntaron sobre el pago de ciertos impuestos, respondió:
“Dad al César lo que es del César; ya Dios lo que es de Dios” (Mateo
22:17–21)

Pablo repite este mandato en Romanos 13:1–7, concluyendo con estas


palabras:
“Pagad a todos lo que debáis: al que impuesto, impuesto; al que
tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor”

Habiendo declarado nuestras responsabilidades para obedecer las leyes de


la tierra, añadimos que si esas leyes entran en conflicto con nuestro deber para
con Dios, entonces el discípulo tiene que darle más prioridad a la obediencia a
Dios que a las leyes del hombre. Encontramos un ejemplo de esto en el Nuevo
Testamento, cuando los gobernantes de la nación judía prohibieron a los
apóstoles predicar acerca de Jesús y el evangelio. La respuesta de Pedro y de
Juan fue:

228
“Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a
Dios, juzgad vosotros. Porque no podemos dejar de decir lo que
hemos visto y oído” (Hechos 4:18–20)

En otra ocasión, cuando nuevamente Pedro y los otros apóstoles estaban


ante el tribunal acusados de predicar, ellos respondieron:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29)

Una de las áreas importantes donde el discípulo debe estar de pie por su fe
en contra de la ley de la tierra es donde existe el servicio militar obligatorio. Se
dará aviso a las autoridades que su conciencia ante Dios no le permitirá participar
en cualquier tipo de servicio militar.

“Déjale también la capa”


¿Qué hace el discípulo si se le debe dinero por una persona que no cumple
con sus obligaciones? Esto puede ser un problema real que el discípulo podría
enfrentar o puede ser que se le demandó para cumplir con alguna supuesta
obligación. Tenemos que seguir la dirección de nuestro Señor en esto también.
Él escribió:
“Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la
capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos.” (Mateo
5:40–41)

El discípulo siempre debe estar preparado para cumplir con su obligación y


no esperar hasta que se le presione para pagar lo que debe. Si el dinero se le
debe a él, y él la ha pedido y ha sido denegado, el discípulo no tomará acciones
legales contra la persona, sino que con paciencia debe sufrir el mal, confiando en
Dios para supervisar su vida. Pablo reprendió a los discípulos por hacer esto,
diciendo:
“Así que, en efecto, es ya un fallo entre vosotros el hecho de que
tengáis litigios entre vosotros. ¿Por qué no sufrís mejor la injusticia?
¿Por qué no ser mejor defraudados?” (1 Corintios 6:7)

El ejemplo supremo de quien sufrió el mal contra sí mismo, pero no tomó


ninguna acción en contra de sus adversarios es nuestro Señor. Él nos ha dejado
el ejemplo a seguir.
“Pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos[p] ejemplo para
que sigáis sus pisadas, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno
se halló en su boca; y quien cuando le ultrajaban, no respondía

229
ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que se
encomendaba a aquel que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21–23)

Amistades
Vamos a tener contacto con mucha gente durante todo el día, sobre todo si
vivimos en un entorno urbano. En primer lugar están nuestros vecinos, y luego
están los que encontramos a medida que avanzamos en nuestra rutina diaria, en
el trabajo, la escuela, la universidad o las tareas domésticas. Con algunos de
estos vamos a llegar a familiarizarnos frecuentemente debido a la asociación
habitual que tenemos con ellos. Nuestro contacto con ellos nos da la oportunidad
de demostrar nuestro discipulado y decirles de la gran esperanza de la salvación
que tenemos en Cristo.
Sin embargo, también habrá desafíos presentados ante nosotros. Estas
personas pueden invitarnos a actividades que disfrutan. Ellos nos pueden pedir
para ir a las películas, eventos deportivos, de entretenimiento y fiestas-lugares
donde sabemos que los caminos de Dios no se confirman. Aquí es donde el
discípulo debe estar dispuesto a hacerse a un lado. Sin embargo, también habrá
desafíos presentados ante nosotros. Estas personas pueden invitarnos a
actividades que disfrutan. Ellos nos pueden pedir para ir a las películas, eventos
deportivos, de entretenimiento y fiestas-lugares donde sabemos que los caminos
de Dios no se confirman. Aquí es donde el discípulo debe estar dispuesto a
hacerse a un lado. La advertencia del apóstol Santiago debe estar siempre en su
mente:
“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios” (Santiago 4:4)

Pablo advirtió a los Corintios:


“¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué
comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre
el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del
Dios vivo; como Dios dijo, voy a habitar en ellos, y caminar en ellos;
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en
medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y
yo os recibiré” (2 Corintios 6:14–17)

Pablo enseña que no hay manera de que el discípulo se puede volver más
estrechamente asociado en la amistad con aquellos que son ignorantes de los
caminos de Dios. Él, por supuesto, será cortés, mostrando la bondad, y ofrecerá

230
su ayuda a los que están asociado con él, pero no va a participar con ellos en su
vida social.
Los amigos cercanos del discípulo de Cristo serán condiscípulos. Él buscará
su compañía, sabiendo que tienen un amor similar para las cosas de Dios y un
profundo deseo de agradarle. Tales amistades que se desarrollan entre los
discípulos continuarán durante toda su vida y será una fuente constante de placer
y comodidad. Del mismo modo el discípulo que busca casarse elegirá para su
compañero de vida un condiscípulo, sabiendo que van a ser unidos en su deseo
de servir a Dios.
Para aquellos que son solteros la enseñanza de Dios es clara, si se van a
casar entonces debe ser con alguien que posee la misma creencia y el deseo de
servir a Dios. Las palabras de Pablo son para casarse “en el Señor” (1 Corintios
7:39). Qué desastre es cuando un discípulo abandona este principio y se hace
amigo de una persona que es ignorante de la verdad del Evangelio o no ha
obedecido. A menos que una persona ha aceptado y obedecido el evangelio en
el bautismo, entonces una amistad cercana que lleva al casamiento no puede
agradar a Dios. Los padres inteligentes deben de guiar a sus hijos para afianzar
este principio y asegurarse de que no hagan amistades cercanas en el mundo.

El matrimonio en el Señor
Como usted ha pasado por el curso Exploración de la Biblia usted recordará
que el fundamento del matrimonio se estableció en el principio, cuando Dios trajo
a Eva a Adán. Dios dijo:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24)

Esto se actualizó por Jesús cuando le preguntaron si un hombre podía


apartarse de su esposa (es decir, divorciarse de ella) por cualquier razón. Jesús
dijo:
“¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo
varón y hembra, y añadió: “Por esta razón el hombre dejara a su padre
y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”?
Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo
que Dios ha unido, ningún hombre lo separe” (Mateo 19: 4–6)

Cuando los discípulos se casan lo hacen entendiendo que se casan para toda
la vida.
Cuando los discípulos de Cristo se preparan para casarse, planifican
cuidadosamente su vida en común como “coherederos de la gracia de la vida”
(1 Pedro 3:7). Deben darse cuenta desde el principio que su felicidad se basa en

231
un amor mutuo de la Palabra de Dios y ver la necesidad de leer la Biblia juntos
todos los días. Ellos orarán juntos también, aprender a valorar a diario que Dios
está trabajando en su matrimonio. Si bendecido con hijos, van a planear para
criarlos en los caminos de Dios y trabajar juntos para ese fin. En total, su casa
será un lugar de refugio del mundo, donde se honra a Dios. Abrirán su casa,
cuando sea posible, para condiscípulos a venir y discutir la palabra de Dios y ser
renovado. Habrá muchas formas prácticas en el que pueden demostrar el amor
de Cristo a sus hermanos. Los apóstoles dan consejos sobre cómo debemos
extendernos a otros (Romanos 12:9–21, Santiago 1: 22–27, 2: 14–17).
Pablo en Efesios 5:22–29 establece el mejor ejemplo de matrimonio cuando
lo compara con el amor que Cristo ha demostrado para nosotros y la respuesta
que su amor debe engendrar en nosotros.
La orientación de Pablo para las esposas que son discípulos de Cristo es:
“Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor.
Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia
está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en
todo”

El principio motivador del matrimonio nos ensena a todos nosotros, tanto


hombres como mujeres, que Cristo es nuestra cabeza y nosotros debemos estar
sujetos a él en todas las cosas.
La orientación de Pablo para los esposos es:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y
se entregó a sí mismo por ella; Para santificarla, habiéndola purificado en
el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante; sino
que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus
mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí
mismo”

Cuando el marido muestra este amor desinteresado por su esposa, a ejemplo


de Cristo por nosotros, y ella responde en el amor hacia él, habrá un matrimonio
verdaderamente armonioso y feliz. Sin embargo, cuando no se aplican estos
principios en el matrimonio, la ira, la violencia doméstica y la tensión se
encuentran a menudo en el hogar, de pronto se destruyen el matrimonio y trae
tristeza para ambas partes, la angustia y el daño a los hijos involucrados.
Otras orientaciones para el matrimonio se encuentra en Colosenses 3:18–21
y 1 Pedro 3: 1–7.

232
Sin embargo algunos pueden llegar al conocimiento del evangelio después de
que se han casado. ¿Qué van a hacer? Esto también sucedió en los días de los
apóstoles y su orientación era que estos discípulos deberían de permanecer
fieles a sus parejas y que se esforzaran para mostrarles, tanto por su ejemplo y
la palabra, la maravillosa esperanza del evangelio. Pablo da orientación sobre
esto en 1 Corintios 7:12–16, donde en conclusión dijo:
“Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido?
¿O qué sabes tú, oh marido, si salvarás a tu mujer?”

Qué gran alegría habrá si la pareja también llega a aceptar el evangelio a


través del ejemplo discreto del discípulo de Cristo.

La inmoralidad y el discípulo de Cristo


Vivimos en una edad muy inmoral. No debemos sorprendernos de que esto
es así, ya que el mismo Señor nos ha dicho que los días justo antes de su regreso
serán como los días de Noé y Lot (Lucas 17:26–33). En los dos días de Noé y
de Lot el mundo era moralmente corrupto y totalmente perverso y la tragedia fue
que la mayoría de la gente no creía que era malo, pero estaban disfrutando de
él. Por ejemplo, Lot fue a su familia con el mensaje:
“Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta
ciudad. Pero a sus yernos les pareció que bromeaba” (Génesis 19:14)

Ellos no creían que Dios iba a hacer una cosa así y así perecieron en el fuego.
Dios destruyó a los malvados en los días de Noé y Lot, y ha dicho que va a hacer
esto otra vez. Lamentablemente uno de los problemas de hoy es que podemos
llegar a ser tan acostumbrados a los caminos de la maldad que ahora son
aceptados en este siglo malvado que no podemos ver la gravedad de la
advertencia del juicio venidero de Dios.
Hagamos una lista de algunas de las cosas que deben formar ninguna parte
de la vida del discípulo, pero que tan a menudo se aceptan en el mundo que nos
rodea. Al hacer esto, vamos a dejar que Pablo de la lista de 1 Corintios 6:9–11.
Vamos a tabular y hacer comentarios, pero tenga en cuenta que Pablo dice que
los que hacen estas cosas no heredarán el Reino de Dios. Es un asunto serio.

“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os


engañéis:”
No se permite ni los fornicarios – Indulgencia en una relación sexual fuera
del matrimonio o antes del matrimonio no es permitido para el discípulo de Cristo.
El mundo de hoy tolera este comportamiento inmoral pero es un error – es
pecado.

233
Ni los idólatras – La idolatría puede tomar muchas formas distintas de la
adoración pagana de los ídolos. El discípulo de Cristo sabe que hay un Dios al
que quiere amar con todo su corazón. Cualquier otra cosa que toma el lugar de
Dios como una prioridad en su vida es un ídolo, ya sea una posesión, trabajo,
deporte o pasatiempo. La codicia es una forma de idolatría (Colosenses 3:5).
Ni los adúlteros – al tener relaciones sexuales con la esposa o el marido de
otra persona es un pecado grave. Cristo dijo que el discípulo ni siquiera debería
mirar a otra mujer para codiciarla (Mateo 5:28).
Ni los afeminados, ni los que se echan con varones – Esto se refiere a la
conducta inmoral, incluidos los actos homosexuales. Tal comportamiento ha sido
ampliamente aceptado en el mundo de hoy, pero el discípulo no tendrá nada que
ver con esa práctica del mal (Romanos 1:26–32).
Ni los ladrones, ni los avaros – robar es un mal acto, y el deseo o la codicia
de otras posesiones ajenas también es un pecado. Pablo da buenos consejos a
los que han tenido un problema con el robo:
“El que hurtaba, que no hurte más, sino más bien que trabaje,
haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar
al que padece necesidad” (Efesios 4:28)

Ni los borrachos – Ver nota en beber, fumar y las drogas


Ni los maldicientes, ni los estafadores–Esto incluye a personas que hablan
mal de los demás y los que toman de los demás generalmente por la fuerza.
Heredarán el reino de Dios – Aquí está el poder en el comentario de Pablo
–si hacemos estas cosas que él ha enumerado no vamos a heredar el Reino de
Dios. Dios no quiere que la gente que se entregan a esas prácticas comparta en
la bendición y la alegría de su Reino.
Y esto erais algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, pero fuisteis
santificados, pero fuisteis justificados en el nombre del Señor
Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.”

Tenga en cuenta lo que Pablo está diciendo en este último comentario.


Algunos de los discípulos de Corinto habían estado involucrados en estas cosas
antes de que creyeran y obedecieran al Evangelio. Lo mismo es cierto hoy en
día. Cuando una persona llega a escuchar el Evangelio, aquella persona pudo
haber estado involucrada en algunos de estos comportamientos. Sin embargo,
cuando esa persona cree, se arrepiente de esta forma de vida y es bautizada en
Cristo sus pecados pasados son lavados-esta persona está completamente
perdonada. ¡Qué alivio para darse cuenta de que podemos ser liberados de
nuestros malos caminos pasados por medio de Cristo. Pero Pablo advierte que
no debemos volver a los malos caminos otra vez.

234
La moda en el vestir
El discípulo de Cristo debe ser consciente de la influencia del mundo en esta
área. Los diseñadores de moda no tienen interés en el camino de Dios; se centran
en apelar a esos tres deseos básicos inherentes a cada uno de nosotros.
“la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la
soberbia de la vida” (1 Juan 2:16)

Y su publicidad está específicamente basado en este principio. Las Escrituras


indican claramente que cualquier cosa que sea inmodesto o provocativo no es
ropa apta para el discípulo de Cristo. Esto se aplica particularmente a la ropa de
las mujeres. Pablo da orientación sobre esto:
“Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor
y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o
vestidos costosos sino con buenas obras, como corresponde a las
mujeres que profesan la piedad” (1 Timoteo 2: 9–10)

Bebiendo, fumando y las drogas que alteran la mente


La mayor facultad que tenemos que servir a Dios es nuestra mente. Cualquier
sustancia que embota los sentidos deliberadamente de alguna manera limita la
capacidad del discípulo para seguir a Cristo. Necesitamos tener una mente clara
en todo momento para dedicarnos a la meditación de su Palabra, la oración y a
la alabanza a Él. Necesitamos nuestras facultades mentales completas para
evitar la tentación. Es un hecho bien establecido que el consumo de alcohol o el
tomar drogas pueden alterar nuestros juicios mentales muy fácilmente. En los
países que tienen “leyes de alcoholemia” las sanciones son muy severas si una
persona conduce bajo la influencia del alcohol. La razón es que su juicio no está
agudo. Entonces son un peligro para la vida de los demás, así como a sí mismos.
El discípulo de Cristo siempre querrá mantener su mente aguda y clara. Pedro lo
expresa así:
“Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; poned vuestra
esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la
revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os conforméis a
los deseos que antes sed sobrios en espíritu, teníais en vuestra
ignorancia, sino que así como aquel que os llamó es santo, así
también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: sed santos, porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:13–16)

Pedro dice que tenemos que tener la mente bajo un control completo porque
debemos esforzarnos para ser santos como Dios es santo. Participando en el uso
de drogas o el fumar ciertamente no ayuda al discípulo para presentar su cuerpo

235
como “un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Del mismo modo, el
discípulo no permitirá que el alcohol sea su amo, y debe estar atento al hecho de
que si bebe puede causar el tropiezo a otro discípulo en su camino en Cristo.
Muchos serán conscientes de los problemas médicos asociados a estas
sustancias diferentes. La mayoría de los países occidentales ahora tienen
advertencias claras que indican los efectos peligrosos que el fumar puede tener
en la vida de los que fuman, por ejemplo, una de esas declaraciones es “Fumar
mata”. Como discípulos de Cristo tenemos que examinar muy cuidadosamente y
en oración por qué fumar si esto nos puede cortar la vida que Dios nos ha dado
para servirle. Decir que nos gusta la sensación que obtenemos ciertamente no
es una respuesta válida, ya que no hay consideración de servicio o auto-sacrificio
en eso.
Discípulos fieles y sabios abordarán estos problemas si han participado en
ellos antes de venir al conocimiento de caminos de la santidad de Dios. (No nos
estamos refiriendo a la utilización de drogas por razones médicas, sino al uso
recreativo que es para el placer.)

Entretenimiento y el tiempo libre


¿Cómo se relaja el discípulo y pasa el tiempo libre? Esto debe ser
considerado seriamente porque el mundo ha preparado un sinfín de maneras de
entretener a la gente. El discípulo tiene que tomar el control de la forma en que
utiliza el tiempo que le ha sido dado por Dios. Que use ese tiempo con sabiduría
y no de una manera que será perjudicial para su servicio a Cristo. La advertencia
es:
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios, sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”
(Efesios 5:15–16)

Hay muchas maneras positivas de pasar el tiempo de manera rentable, que


todavía permite la relajación que todos necesitamos en esta vida ocupada ya
menudo estresante. Si es posible, es bueno visitar a otros que comparten la
misma esperanza del Evangelio y disfrutar el tiempo. Los necesitados y enfermos
también necesitan ser visitados y ser enviados cartas escritas para animar y
consolarlos. Las actividades físicas pueden incluir caminatas, jardinería, deportes
o pasatiempos con los demás de la misma mentalidad, y luego está la lectura de
libros edificantes. Tiempos que pasamos con nuestra familia, jugando con
nuestros hijos o ayudar a los necesitados son muy agradable y rentable. De
hecho, hay muchas actividades que le dan una buena estimulación a la mente y
al cuerpo en el que el discípulo puede estar involucrado en su tiempo libre.

236
Sin embargo, como ya hemos dicho, el mundo está tratando de llenar nuestro
tiempo libre. Pero la idea del mundo de lo que es un “buen momento” no es lo
que el discípulo de Cristo tiene en mente. El mundo va a llenar nuestras mentes
de los pensamientos más impíos que hay. Ofrecerá las actividades más vulgares.
Invitaciones a discotecas y bailes o lugares de juego que deben ser rechazadas.
Estos lugares no son un ambiente sano para el discípulo de Cristo.
¿Escogeríamos estar allí si Jesús estuviera con nosotros?
Luego está el entretenimiento que se ofrece en el cine y el vídeo. Los
productores de películas son muy conscientes de cómo captar nuestro interés, y
despiertan esos mismos “deseos” que el apóstol Juan dice que “no proviene
del Padre, sino del mundo”. Gran parte de lo que ofrecen se basa en aquellas
actividades que Pablo advirtió que impediría que el discípulo de Cristo de herede
el Reino de Dios. El discípulo entonces sería absurdo en ver una película que
pancarta esos males ante sus ojos, dejando una impresión duradera en su mente.
En cambio, él debe de “ceñir los lomos de su mente” para que él sea santo. El
entretenimiento de esta época es “del mundo” y “no proviene del Padre”, es
“enemistad contra Dios”. Si extendemos esto un poco más lejos, el discípulo
de Cristo tendría que sopesar seriamente su uso de la televisión sabiendo que
puede aportar este tipo de cosas malas en el mismo corazón de su hogar.
Mientras que estemos sobre este tema advertimos sobre el uso del Internet.
La computadora es una herramienta electrónica que puede ser muy útil en
muchas áreas. Pero también puede ser muy fácilmente el medio para permitir
que el discípulo vea cosas que no debe permitir que su mente more. –cosas
vergonzosa que son contrarias a la santidad que él se esfuerza por mantener en
el pensamiento y la acción. Si hay alguna posibilidad de esto, el discípulo debe
tomar medidas drásticas para eliminar esa tentación. Cristo advierte:
“Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino
de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno”
(Marcos 9:47)

Tenga en cuenta el tono inflexible-se nos aconseja ser severos con nosotros
mismos, tomar medidas severas para eliminar cualquier cosa que pueda
obstaculizar nuestro servicio sincero y puro a Él.

Haciendo frente a las pruebas y adversidades


Como hemos leído a través de la Biblia, hemos visto que todos los siervos de
Dios han tenido pruebas y adversidades que vinieron sobre ellos de diferentes
maneras a lo largo de sus vidas. Dios usa las circunstancias de nuestra vida para
poner a prueba nuestra fe y amor por Él. Nuestras pruebas pueden no ser tan
dramáticas como las que se encontró José, cuando fue vendido a Egipto, o David

237
mientras era perseguido por Saúl, o Daniel que fue arrojado a los leones, o sus
tres amigos que fueron echados en el horno de fuego, pero todos los siervos de
Dios tendrán pruebas de distintos tipos. ¿Nos creemos con confianza de que Dios
siempre vela por nosotros para ayudarnos, o vamos a abandonar a Dios cuando
nos sentimos bajo presión y tomamos alguna opción fácil? Pablo quien sufrió
mucha persecución cuando fue a predicar el Evangelio, se dirigió a los creyentes
“exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y que por muchas
adversidades entraremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22)

Nuestra fe puede ser puesta a prueba a través de tener que hacer algo en
contra de leyes que parecen obligarnos a abandonar los caminos de Dios. Puede
ser que tengamos problemas personales que nos parecen abrumar, o una
enfermedad grave que nos debilita, o tal vez los miembros de nuestra familia
tienen problemas que pesan sobre nosotros. Los juicios pueden venir en el
trabajo a causa de nuestra fe o en la casa de los que no creen como nosotros.
Puede que sea que estamos siendo aislados de otros creyentes y nos sentimos
solos en el mundo. Hay muchas formas en que nuestra fe y el amor de Dios este
a prueban seriamente. Sin embargo, en cada situación, debemos recordar
siempre que Dios mismo conoce nuestros problemas y oirá nuestras oraciones
en nuestra lucha para hacer frente y actuar de una manera semejante a Cristo.
Los juicios son una oportunidad para demostrar nuestra fe en Dios. Santiago
escribió:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas
pruebas; sabiendo esto, que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. Y que la paciencia tenga su obra completa, para que seáis
perfectos y completos, sin faltar nada “ (Santiago 1:2–4)

Pedro vio la prueba de la fe como la purificación de oro y demostró que


nuestros personajes se están perfeccionando por lo que nos mantenemos firmes:
“Para que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece,
aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria
y honor en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:7)

He aquí algunas citas alentadoras que pueden ayudar cuando nos sentimos
agobiados o atribulados:
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de
vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os
estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís
los padecimientos de Cristo, regocijaos, para que también en la

238
revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría.” (1 Pedro 4:12–
13)

Pedro escribió estas palabras porque los discípulos estaban sufriendo


persecución extrema e incluso la muerte a manos de los gobernantes romanos
paganos, a causa de su fe en Jesucristo. Y añade:
“Pero si alguno padece como cristiano, que no se avergüence, sino
que glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:16)

“Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis,


porque El mismo ha dicho: Nunca te dejare ni te desamparare, de
manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no
temeré. ¿Que podrá hacerme el hombre?” (Hebreos 13:5–6)

Qué consuelo es saber que Dios nunca nos dejará, no importa lo que sea el
juicio, mientras que confiamos en Él.
Hay momentos en que es posible que nos sentimos incapaces de hacer frente
a lo que tenemos que soportar, pero tenemos esta seguridad de Pablo:
“Fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá
de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también
la vía de escape, a fin de que podáis resistirla” (1 Corintios 10:13)

Estas son algunas de las palabras de los Salmos que pueden ayudar en esos
momentos:
“En el día que temo, yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra: En
Dios he puesto mi confianza” (Salmo 56:3–4)

“En paz me acostaré y así también dormiré; porque sólo tú, Señor, me
haces habitar seguro” (Salmo 4:8)

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las


tribulaciones. Por lo tanto, no temeremos, aunque la tierra sea
removida, y aunque se traspasen los montes al corazón del mar”
(Salmo 46:1–2)

“Y Jehová será refugio para los oprimidos, un refugio en tiempos de


problemas. Y los que conocen tu nombre confiarán en ti, porque tú,
oh Jehová, no abandonas a los que te buscan” (Salmo 9:9–10)

239
Estos salmos son oraciones mostrándonos cómo los fieles en tiempos
pasados buscaron a Dios, ya que se enfrentaban a problemas a veces
abrumadoras. Cuando estamos sufriendo pruebas tenemos que tomar
constantemente nuestras preocupaciones a Dios en oración. Debemos seguir el
consejo de Pedro, cuando dijo:
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros” (1 Pedro 5:7)

Lo que sufrimos por nuestra fe si es la persecución, la angustia, la soledad o


problemas de cualquier tipo, pronto nos encontramos con que otros han sufrido
también. Empezamos a entender sus necesidades y a encontrar que somos
capaces de ofrecerles ayuda y estímulo también. En una de las parábolas que
Jesús dio, mostró que aquellos que fueron recompensados con un lugar en el
reino fueron los que visitaron y asistieron a sus hermanos que estaban sufriendo:
“Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, y te dimos de comer? ¿O sediento, y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te recogimos? ¿O desnudo, y
te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y vinimos a
ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo
hicisteis a uno de estos mis hermanos, aun a los más pequeños, a mí
lo hicisteis” (Mateo 25:37–40)

Ya que es parte de muchos de los discípulos a sufrir penurias o dificultades


de un tipo u otro, seamos fortalecidos por las palabras de Pablo:
“Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son
dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada”,
sabiendo “que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan
para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su
propósito”, pues no hay nada que “nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:18, 28, 38–39).

Tenemos la seguridad de que si nos mantenemos fieles, entonces Dios estará


con nosotros y nunca nos abandonará, sin importar las dificultades que pueden
surgir.

Conclusión
Esperamos que los comentarios anteriores hayan proporcionado algunas
orientaciones prácticas y ánimo a medida que seguimos el ejemplo que nuestro
Señor estableció para nosotros. En resumen, cuando surge la tentación o nos
enfrentamos a tomar una decisión, si realmente estamos tratando de seguir a

240
Jesucristo, una de las preguntas simples que podemos hacernos es: “¿Si
Jesucristo estuviera conmigo ahora, haría esto? ¿O bien, voy a ir donde me han
pedido que vaya? ¿Iría Jesús a un lugar como este? ¿Estaría encantado de
sentarme y ver esta película o leer este libro, si Jesús estuviera conmigo?” El
discipulado tiene que ser tan práctico como eso.
Pablo lo dice de esta manera:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1–2)

El discípulo ha muerto a los viejos caminos de la carne en el bautismo, y ahora


ha resucitado con Cristo. Nuestra mente, Pablo dice, debería estar en ese
ambiente santísimo donde Jesús está a la diestra de Dios. Como dijimos al
principio, Pablo dice:
• “Presentéis vuestros cuerpos
• Un sacrificio vivo
• Santo, agradable a Dios
• No os conforméis a este mundo,
• Pero transformado
• Por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos
12:1–2).

Necesitamos tener nuestra mente centrada en cosas sanas y rentables que


son agradables a Dios
En conclusión tomemos el consejo de Pablo:
“Deje que su paciencia sea conocida de todos los hombres. El Señor
está cerca. En nada estéis afanosos; pero en toda oración y ruego,
con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones
delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto
meditad “ (Filipenses 4:5–8 ASV)

Que Dios lo bendiga en su estudio de Su palabra y puede ser que usted podrá
apreciar la maravilla de la salvación que Dios ha ofrecido a usted por medio del
bautismo en Cristo Jesús, y el poder responder con gusto en obediencia a Él.

241
¿QUÉ DEBO HACER?

Ahora hemos llegado al final de nuestro trayecto explorando la Biblia, usando


estas notas como nuestro guía. Nuestro curso nos ha llevado desde la creación
hasta los días del Señor Jesucristo y los apóstoles. Hemos visto cómo entró el
pecado en el mundo, trayendo consigo la muerte de Adán y todos sus
descendientes. Sin embargo, también estamos asombrados por la forma en que
Dios, en su sabiduría y misericordia, ha ofrecido la base para el perdón del
pecado y ofreció la esperanza de la vida eterna por medio de la obra redentora
del Señor Jesucristo.
No sólo hemos seguido la historia de la Biblia, pero también hemos visto cómo
es que Dios, a través de Sus profetas, ha revelado su glorioso propósito de
establecer su Reino en esta tierra bajo el gobierno del Señor Jesucristo y sus
fieles servidores. Estamos impresionados con el detalle de las profecías que se
relacionan con nuestros días, y la precisión con la que se están cumpliendo.
Estas profecías, junto con las ya profecías cumplidas en la historia, confirman la
inspiración de la Biblia y nos dan la confianza de que lo que Dios ha predicho Él
lo cumplirá. De estas profecías nos enteramos de que muy pronto el Señor
Jesucristo regresará para eliminar los malos caminos del hombre y establecer
formas justas de Dios sobre la tierra, trayendo la felicidad y la paz a la humanidad.
Si cualquiera de estos temas que hemos considerado se han convertido en
un poco oscuro en sus mentes, puede hacer referencia de nuevo a las lecciones
y revisar lo que hemos aprendido de la Biblia. Un resumen de las principales
enseñanzas de la Biblia se encuentra al final del libro. Pero ahora surge la
pregunta:

¿Qué debemos hacer?


Esta pregunta no es nueva. Usted recordará que en el día de Pentecostés,
Pedro se dirigió a los judíos que habían participado en la crucifixión de Jesús de
Nazaret, demostrándoles que Dios lo había resucitado de entre los muertos y que
ahora estaba en el cielo a su diestra como su Mesías y Señor. Al terminar su
discurso a los reunidos, ellos le preguntaron a Pedro:
“Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37)

La respuesta de Pedro fue directa e inconfundible:


“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para el perdón de los pecados” (Hechos 2:38)

Aquí está la respuesta clara a la pregunta que se enfrenta cada buscador


genuino de la Verdad que desea servir a Dios fielmente. Había cerca de 3.000

242
personas cuya comprensión del Evangelio y gran deseo de servir a Dios los
motivó a responder – y por lo tanto
“los que recibieron su palabra fueron bautizados” (Hechos 2:41).

A Pablo se le hizo la misma pregunta por el carcelero de Filipos después de


que el terremoto había liberado a Pablo y Silas de sus cadenas. El carcelero
pregunto:
“¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30).

Esta pregunta pertinente y vital se enfrenta a todo el que llega a entender que
el hombre es mortal y todos somos pecadores ante Dios. Una vez más la
respuesta de Pablo fue directa y al grano:
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos
16:31)

Esa creencia se manifestó, como siempre lo será, en un deseo de ser


bautizado en Cristo. Así leemos que
“fue bautizado, él y todos los suyos” (Hechos 16:33).

El carcelero, como los 3000 en Pentecostés, no tardó en responder a la gracia


que Dios le había ofrecido a través del Evangelio. Él “en seguida” actuó.

Jesús dio este mandamiento simple pero vital a sus discípulos:


“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
cree y es bautizado, será salvo; pero el que no cree, será condenado”
(Marcos 16: 15–16)

Las cuestiones expuestas antes son de suma importancia para usted, su


familia y amigos, porque son asuntos de la vida eterna o la muerte. Al sopesar
estos temas, por favor recuerde que estamos muy dispuestos a seguir ayudando
de cualquier manera que podamos. Si usted tiene alguna pregunta o le gustaría
saber más sobre cualquier tema bíblico, por favor escriba o envíenos un correo
electrónico, utilizando las direcciones en la parte delantera de este libro. Nuestro
único deseo en ofrecer esta asistencia gratuita es para ayudar a entender la
verdad de la palabra de Dios para que puedan actuar en consecuencia y estar
preparado para recibir al Señor Jesucristo, en su regreso.

243
UN BREVE REPASO DEL MENSAJE DE LA BIBBLIA

Ahora que hemos completado nuestro trayecto de la Biblia es prudente que


revisemos las enseñanzas principales que Dios ha establecido en su palabra. El
siguiente es un breve resumen de estas enseñanzas y de esto podemos ver el
gran cuadro de la oferta de salvación de Dios – la esperanza y la alegría de
compartir la inmortalidad con Jesucristo en el reino que él establecerá cuando
regrese.
En enumerando estas enseñanzas, hemos dado las referencias de la Biblia
sobre las que se basan.
1. La Biblia es la palabra inspirada de Dios, que Dios hizo a los hombres a
escribir a través de Su poder del Espíritu Santo (2 Pedro 1:19–21; 2
Timoteo 3:16–17; Hebreos 1:1–2)
2. El cumplimiento exacto de la profecía bíblica es prueba segura de que
la Biblia es la palabra inspirada de Dios (Isaías 46:9–10; Lucas 24:25–
27; Amós 3:7; Daniel 2:28)
3. Hay un Dios verdadero: el Padre, y al lado de Él no hay otro Dios
(Efesios 4:6; 1 Corintios 8:4–6; Isaías 45:5–6; Juan 17:3; Deuteronomio
6:4; Marcos 12:29–32)
4. Dios es eterno y es la fuente de la inmortalidad (Salmo 90:1–2; 1
Timoteo 6:14–16; 1:17)
5. Dios es un Dios de amor, la misericordia, la verdad, la justicia y la
santidad (Éxodo 34: 6–7; Salmo 103; 1 Juan 4:8–10; 1 Pedro 1:14–16)
6. Dios creó el cielo y la tierra, y todas las criaturas y al hombre sobre ella
(Génesis 1:1–2, 2:7; Isaías 45:18; Hechos 17:24; Marcos 10:6)
7. El propósito de Dios en la creación es llenar en última instancia la tierra
con su gloria (Números 14:21; Habacuc 2:14; Isaías 45:18; 1 Corintios
15:28)
8. El poder de Dios por el cual Él realiza Su voluntad se llama Su Espíritu
o el Espíritu Santo (Salmo 104:30; Génesis 1:2; Job 26:13; 33:4; Salmo
139:7–12)
9. Fue por este poder del Espíritu Santo que Dios hizo que la Biblia fuera
escrita y para que Jesús naciera (2 Pedro 1:20–21; Lucas 01:35)
10. El hombre fue hecho del polvo de la tierra por el poder de Dios (Génesis
2:7; Job 34:14–15; Salmo 103:14)
11. La primera mujer, Eva, fue tomada del hombre por Dios como una
compañera para él (Génesis 2:18–23; Mateo 19:4–5)
12. En la unión de Adán y Eva Dios estableció los principios fundamentales
para el matrimonio (Génesis 2:24; Mateo 19:3–9; Efesios 5:22–33)

244
13. Dios puso a Adán bajo una ley-desobediencia a esa ley sería castigo
con la muerte (Génesis 2:16–17; Romanos 6:23)
14. Adán pecó al desobedecer a Dios y Dios lo condenó a morir – para
volver a la tierra del que fue hecho. Así, el hombre se convirtió en una
criatura moribunda mortal (Génesis 3:19; Romanos 5:12; 1 Corintios
15:21–22)
15. La muerte es el cese completo de la existencia – no hay conciencia en
la muerte. Los muertos no pueden pensar, darle alabanzas a Dios, ni
recordarlo (Salmo 115:17; 6:5; 146:3–4; Eclesiastés 9:5–6; Isaías
38:18–19)
16. El pecado es la transgresión de la ley de Dios (1 Juan 3:4; Salmo 51:4)
17. Todos los hombres han pecado (Romanos 3:23; 1 Juan 1:9–10)
18. El hombre está tentado a pecar por las pasiones o deseos malignos que
se originan en su corazón (Santiago 1:14–15; 1 Juan 2:15–17; Marcos
7:20–23; Efesios 4:22; Romanos 7:15 –20; Génesis 6:5; Jeremías 17:9–
10)

El plan de salvación de Dios para el hombre mortal pecador


Dios, en su sabiduría, estableció un plan por el cual los pecados del hombre
pueden ser perdonados, y así poder tener la esperanza de la vida eterna. Este
plan implicó el levantamiento de Jesucristo, que era a la vez “Hijo de Dios” e “hijo
del hombre”.
19. Cuando Adán y Eva pecaron, Dios prometió que levantaría la “semilla
de la mujer” que sería vencer el pecado y proporcionar un camino de
salvación. Esa simiente prometida es Jesucristo (Génesis 3:15; Lucas
1:35; Gálatas 4:4; Mateo 1:21)
20. Dios prometió a Abraham que su semilla o descendiente heredarían la
tierra para siempre y por medio de él todas las naciones serían
bendecidas. Esa semilla es Jesucristo (Génesis 12: 1–3; 13: 14–17;
22:18; Gálatas 3: 7–8, 16, 26–29; Lucas 13:28)
21. Dios prometió a David que él tendría una semilla o descendiente que
también sería el Hijo de Dios. Esta semilla prometida es Jesucristo quien
regresará a la tierra para sentarse en el trono de David y gobernara
sobre el Reino de Dios para siempre (2 Samuel 7:12–16; Lucas 1:31–
33; Hechos 13:22–23; Apocalipsis 5:5; 22:16; Jeremías 23:5–6)
22. La promesa del nacimiento y la obra de Jesucristo fue predicho en otros
lugares de la Biblia, por ejemplo a Moisés (Deuteronomio 18:18–19;
véase Hechos 3:22–26); y a Isaías (Isaías 7:14; Mateo 1:21–23)
23. De acuerdo con estas promesas en el tiempo señalado, Dios envió a su
ángel Gabriel a decirle a María que concebiría un hijo por el poder del

245
Espíritu Santo de Dios que sería llamado Jesús. También sería el Hijo
de Dios (Lucas 1:30–35)
24. Aunque Jesucristo fue engendrado por el poder del Espíritu Santo de
Dios, él era un hombre mortal con la misma naturaleza de carne y
sangre como su madre María (1 Timoteo 2:5; Hechos 2:22; Hebreos
2:14; 1 Corintios 15:21)
25. Como Hijo de Dios, se fortaleció en la comprensión de los caminos de
Dios y en su vida de perfecta obediencia reveló el carácter de su Padre
para todos los hombres sigan (Isaías 11: 1–4; 50:4; Juan 12:49–50; Juan
17:6; 14:9)
26. Debido a que era de nuestra naturaleza él fue tentado en todo como los
demás hombres – sin embargo nunca pecó, pero siempre hizo la
voluntad de Dios (Hebreos 4:15; 2:18; Santiago 1:14; 1 Pedro 2:22– 23;
Mateo 26:39; Mateo 16:22–23)
27. En su crucifixión, la naturaleza que es común a todos los hombres fue
destruida (Hebreos 2:14; Filipenses 2:8–9; Romanos 8:3)
28. Debido a su vida de perfecta obediencia no era justo que se quedara
muerto. Por lo tanto, Dios lo resucitó de entre los muertos y le dio la
inmortalidad (Hechos 2:24; Romanos 5:15,19; Romanos 6:9)
29. A través de Adán vino el pecado y su consecuencia – la muerte. A través
de la obediencia perfecta de Jesucristo, hasta su muerte, vino la
resurrección de los muertos (1 Corintios 15:21–22)
30. Después de su resurrección Jesús ascendió al cielo y está ahora a la
diestra de su Padre (Hechos 1:10–11; Salmo 110:1; Hechos 2:32–35)
31. Jesucristo regresará a la tierra para establecer el Reino de Dios (Hechos
1:10–11; Apocalipsis 11:15)
32. El hombre es mortal – él no tiene un alma inmortal. La única esperanza
para el hombre es la resurrección de los muertos en el regreso de
Jesucristo (1 Corintios 15:21–23; Juan 5:28–29; Juan 11:24; 2 Timoteo
4:1; 1 Tesalonicenses 4:14–18)
33. La salvación del pecado y de la muerte sólo se ofrece a aquellos que
entienden el Evangelio, lo creen, se arrepienten y son bautizados en
Cristo Jesús (Marcos 16:15–16)
34. El bautizo es para la remisión o perdón de nuestros pecados (Hechos
2:38; 22:16)
35. El bautizo se realiza por inmersión completa en agua (Hechos 8:38–39;
10:47; Juan 3:23)
36. El bautizo es un símbolo por el cual nos identificamos con la muerte y
resurrección de Jesucristo (Romanos 6:3–6)

246
37. Después del bautizo, el discípulo camina en una nueva forma de vida,
siguiendo el ejemplo de Cristo (Romanos 6:4–6; Efesios 4:22–24)
38. Después del bautizo, el discípulo tiene acceso a Dios en oración a través
de Jesucristo para el perdón de los pecados que puede cometer (1 Juan
2:1; Romanos 8:34; Hebreos 4:14–16)

El Evangelio – las buenas nuevas de la venida del Reino de Dios y la


salvación por medio de Jesucristo
39. La palabra evangelio significa “buenas noticias”, y habla de la esperanza
de la salvación del pecado y la muerte por medio de Jesucristo y de la
venida del Reino de Dios que se establecerá en la tierra (Hechos 08:12;
Marcos 16:15–16)
40. El Reino de Dios se lo llevaron de la casa de Israel a causa de su falta
de fe. Sin embargo, se han mantenido los testigos de Dios y tendrán un
papel en el futuro Reino de Dios (Ezequiel 21:27; Mateo 21:43; Isaías
43:12; Jeremías 33:25–26; Hechos 1:6–7; Hechos 3:21; Ezequiel
36:22–29; Mateo 19:28)
41. Jesucristo personalmente y visiblemente volver a la tierra para
establecer este reino (Hechos 1:10–11; 1 Tesalonicenses 1:10; 1
Tesalonicenses 2:19; Apocalipsis 22:12)
42. Cuando Jesucristo regrese, él primero resucitará de entre los muertos
los que han conocido los caminos de Dios. Ellos se reunirán para el
juicio, junto con los vivos que han conocido el Evangelio (1 Corintios
15:21–23; Daniel 12:1–3; Juan 5:28–29; Juan 11:24; 2 Timoteo 4:1;
Romanos 14:10–12; 2 Corintios 5:10)
43. Los fieles serán recompensados con la inmortalidad y los rebeldes serán
rechazados (1 Corintios 15:52–54; Daniel 12:2–3; Lucas 20:35–36;
Mateo 25:21,30)
44. Los fieles heredarán un lugar en el Reino de Dios y ayudaran en su
organización bajo Jesucristo como Rey (Mateo 25:34; Lucas 19:17;
Apocalipsis 5:10)
45. El Reino se creará en la tierra, en sustitución de todos los reinos y las
formas de gobernación existentes (Daniel 2:44; Mateo 06:10;
Apocalipsis 11:15)
46. La capital del Reino será Jerusalén, donde Jesucristo reinará como Rey
(Jeremías 3:17; Isaías 2:2–4; Zacarías 14:16–17; Mateo 05:35; Zacarías
14:9)
47. Cuando Jesucristo regrese a Jerusalén los Judíos ahora en ese territorio
lo reconocerán como su Mesías y Rey (Zacarías 12:10; 13:6; Mateo
23:39)

247
48. El resto de los Judíos dispersos serán reunidos en ese territorio que Dios
prometió a Abraham y ellos también reconocerán a Jesús como su
Mesías (Jeremías 30:10–11; 31:10; 31: 31–34; Zacarías 8:7–8;
Romanos 11:25–27)
49. El Reino de Dios tendrá una duración de 1000 años, traerá la paz,
seguridad y felicidad de todas las personas a través del gobierno justo
de Jesucristo y sus fieles seguidores (Isaías 32:1,17; 35:10; Salmo 72;
Apocalipsis 20:4–6)
50. Por último, al final del milenio, el pecado y la muerte serán
completamente eliminados y la tierra será llena de la gloria de Dios
(Habacuc 2:14; Apocalipsis 21:1–5)

LOS MANDAMIENTOS DE CRISTO

1. Ama a tus enemigos; haced bien a los que os aborrecen (Mateo 5:44)
2. No resistáis al mal: si un hombre te hiere en una mejilla, vuélvele
también la otra (Mateo 5: 39,40)
3. Vengar no os; dejad lugar a la ira; y sufrir el ser defraudados (Romanos
12:18–19; 1 Corintios 6:7)
4. Si un hombre toma lo que es tuyo, no lo vuelvas á pedir (Lucas 6: 29–
30)
5. Reconcíliate con tu adversario pronto, incluso sometiéndote al mal por
el bien de la paz (Mateo 5:25; 1 Corintios 6:7)
6. Trabaja para no ser rico; estén dispuestos a toda buena obra, dar a los
que piden; aliviar a los afligidos (1 Timoteo 6:8; Romanos 12:13;
Hebreos 13:16; Santiago 1:27)
7. No hagáis vuestra justicia delante de los hombres: que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu mano derecha (Mateo 6:1–4 )
8. Devolvéis a nadie mal por mal: vence el mal con el bien (Romanos
12:17)
9. Bendecid a los que os maldicen: que ninguna maldición sea de su boca
(Mateo 5:44; Romanos 12:14)
10. No devuelva mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el
contrario, la bendición (1 Pedro 3:9)
11. Oráis por los que os ultrajan y os atormentan (Mateo 5:44)
12. No al rencor; no juzgar; no se quejen; no condenar (Santiago 5:9;
Mateo 7:1)
13. Haced de lado la ira, la amargura, y todas las detracciones (Efesios
4:31; 1 Pedro 2: 1)

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14. Confesaos vuestras ofensas unos a otros (Santiago 5:16)
15. No os conforméis a este mundo, no amar al mundo (Romanos 12: 2; 1
Juan 2:15)
16. Denegar impiedad y los deseos mundanos (Tito 2:12; Mateo 5:30)
17. Siervos, ser fiel, incluso a los malos maestros (Efesios 6:5–8)
18. No seáis altivos en vuestro pensar, pero condescender con los humildes
(Romanos 12:16)
19. No debáis a nadie nada (Romanos 13: 7–8)
20. En caso de pecado (conocido u oído), no hablar de eso a otros, pero
decirle al hermano ofensor de la materia entre ti y él solo, con miras a la
recuperación (Mateo 18:15; Gálatas 6: 1)
21. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón (Mateo 22:37)
22. Orar siempre; orar con brevedad y sencillez; orar en secreto (Lucas
18:1; Mateo 6:7)
23. Dar gracias a Dios en todo y reconocerlo en todas tus maneras (Efesios
5:20; Proverbios 3:6).
24. A medida que queráis que los hombres hagan con vosotros, hacedlo
vosotros aun así a ellos (Mateo 7:12)
25. Tomar a Cristo como ejemplo y seguir sus pasos (1 Pedro 2:21)
26. Que Cristo habite en sus corazones por la fe (Efesios 3:17)
27. Estima a Cristo como más importante que todas las cosas terrenales: sí,
más que tu propia vida (Lucas 14:26)
28. Confesar a Cristo delante de los hombres libremente (Lucas 12: 8)
29. Cuidado, no sea el cuidado de la vida o las seducciones del placer
debilitan su agarre en su corazón 21: 34–36; Mateo 24:44)
30. Ama a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:39)
31. No seáis señor de nadie (Mateo 23:10–12)
32. No busques tu propio bienestar, ni guardarás sus propias cargas
simplemente, sino tener en cuenta las de los demás ( Filipenses 2: 4;
Gálatas 6: 2)
33. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres: mantenga la palabra
de vida. Haz el bien a todos los hombres que tenéis oportunidad (Mateo
5:16; Filipenses 2:16; Gálatas 6:10)
34. Seáis irreprensibles y sencillos, como los hijos de Dios en medio de una
generación maligna y perversa (Filipenses 2:15)
35. Seáis amable, humilde, bondadoso, compasivo, misericordioso, que
perdona (2 Timoteo 2:24; Tito 2: 2; Efesios 4:32)
36. Seáis sobrios, serios, sinceros, prudentes (Filipenses 4: 5; 1 Pedro
1:13 ; 5: 8)

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37. Hablar la verdad cada uno con su prójimo: guardar toda mentira
(Efesios 4:25)
38. Todo lo que hacéis, hacedlo de corazón como para el Señor y no para
los hombres (Colosenses 3:23)
39. Seáis atentos, vigilantes, valientes, alegres, corteses, y varoniles (1
Corintios 16:13; Filipenses 4: 4; 1 Tesalonicenses 5:6–10)
40. Revistase de humildad: seáis pacientes con todos (Colosenses 3:12;
Romanos 12:12)
41. Sigue la paz con todos los hombres (Hebreos 12:14)
42. Simpatice en las alegrías y las penas de los demás (Romanos 12:15)
43. Sigue todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen
nombre, virtuoso y digno de alabanza (Filipenses 4:8)
44. Abstenerse absolutamente de adulterio, fornicación, inmundicia, la
embriaguez, la codicia, la ira, la lucha, la sedición, el odio, la emulación,
jactancia, vanagloria, envidia, bromeando, y necedades (Efesios 5:3–
4)
45. Haga lo que haga, tenga en cuenta el efecto de su acción en el honor
del nombre de Dios entre los hombres. Hacedlo todo para la gloria de
Dios (1 Corintios 10:31; 3:17)
46. Contar que estáis muertos para toda clase de pecado. De ahora en
adelante no viven para sí mismos, sino para aquel que murió por ti y
resucitó (Romanos 6:11; 2 Corintios 5:15)
47. Seáis celoso de buenas obras, abundando siempre en la obra del Señor,
no cansar de hacer el bien (Tito 2:14; Gálatas 6:9)
48. Hablar mal de nadie (Tito 3:2)
49. Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vos (Colosenses
3:16)
50. Que vuestra palabra sea siempre con gracia, sazonada con sal
(Colosenses 3:8; 4: 6)
51. Obedecer a los gobernantes; someter a toda institución humana por la
causa del Señor (Tito 3:1)
52. Seáis santos en toda vuestra manera de vivir (1 Pedro 1: 5–16)
53. Darle ninguna ocasión al adversario para maldecir (1 Timoteo 5:14)

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