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Repdblica Bolivariana de Venezuela CoLoquio DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA y RESOLUCION DE CONFLICTOS Tribunal Supremo de Justicia Universidad del Zulia Facultad de Ciencias Jurfdicas y Politicas Los trabajos publicados en este texto fueron arbitrados por un comité de expettos antes de su publicacién. © Tribunal Supremo de Justicia. 2001 ISBN 980-6487-08-7 Deposito legal: If 51820013401755 Diagramacién y portada: Javier Ortiz Impreso en Ediciones Astro Data, S.A. ‘Telf. 0261 7511905 / Fax. 0261 7831345 Maracaibo, Venezuela Contenido PAESENTACION DEL CoLoauio Democracia, ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y REsOLUCION DE Contictos ® IvAN Rincon URDANETA... se EL DERECHO INDIGENA COMO MECANISMO DE RESOLUCION DE CONFLICTOS EN VENEZUELA * Ricardo CoLmeNanes OLIVAR .. EL ROL DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA PREVENCION Y SOLUCION DE CONFLICTOS INTRAESTATALES * ANTONIO Garcia Garcia .. alt PERSPECTIVAS Y DILEMAS DE LA DEMOCRACIA EN UN CONTEXTO DE CRISIS: VenezueLa * Ana Jutia Bozo pe Carmona .. 21 Circutos, Cirncutros y ReDes be Paz. UNA REFLEXION TeOrica ACERCA DEL ROL DE LA SocieDAD CiiL EN LA RESOLUCION DE CONFLICTOS IntRA-Estataces * CATALINA ROJAS ROMERO .. DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y RESOLUGION DE conetictos * José DeLaano Ocanpo .. Los CONFLICTOS PENALES Y SUS FORMAS ALTERNATIVAS DE RESOLUCION * JonGe RoseLt SENHENN LA RESOLUCION DE CONFLICTOS, LA JUSTICIA Y LA LEY: ALGUNAS REFLEXIONES Y DEFLEXIONES. ® LARS VAN DASSEN .. Los FACTORES RELACIONADOS GON LA INCIDENCIA DEL CONFLICTO VIOLENTO! IMPLIGACIONES PARA EL ROL DE LA SOCIEDAD CIVIL EN LA PREVENCION Y LA RESOLUCION DE CONFLICTOS ® ManGareTA SOLLENBERG . EL DERECHO AL DESARROLLO COMO INSTRUMENTO DE paz. * Luis Mesa DELMONTE ... La COOPERACION Y EL MANEJO DEL CONFLICTO EN LAS SOCIEDADES asivas: EL ROL DE LAS ASOCIACIONES CiVviLes * Macnus OaeR... MeDIOS DE RESOLUCION DE CONFLICTOS EN EL SISTEMA DE ADMINISTRAGION DE JUSTICIA * JUAN RAFAEL PERDOMO ... 121 MecaNisMos DE RESOLUCION DE CoNFLICTOS EN EL SISTEMA DE AbMINISTRACION DE JusTiciA * CARLOS Micuet EscarrA MALAVE .. 145 EL Rot be ta Sociepap Civit EN LA PrReveNcION Y SoLUCION DE Conructos INTRA-ESTATALES * Octavio Sisco... PRESENTACION DEL CoLOQuio «DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA Y RESOLUCION DE CONFLICTOS»> Dr. Ivan Rincén Urdaneta Presidente del Tribunal Supremo de Justicia Han pasado algunos meses ya, desde que el Dr. Ricardo Colmenares y la Dra. Ana Julia Bozo de Carmona se nos acerca- ron para proponernos que, aprovechando la estadia en nuestra querida ciudad de Maracaibo, de importantes profesores e inves- tigadores de la Universidad de Uppsala de Suecia, realizaramos un Coloquio sobre “Democracia, Administracién de Justicia y Resolucién de Conflictos”. Esta propuesta, que desde sus inicios cont6 con el apoyo irrestricto del Magistrado José Manuel Delgado Ocando, fue canali- zada a través del Proyecto de Modernizacién de este Alto Tribunal e impulsada por el entonces Magistrado José Pefia Solfs. A todo esto se unié la respuesta entusiasta por parte de un amplio grupo de Magistrados que manifestaron su interés en pre- sentar sus puntos de vista sobre los temas del referido coloquio. Efectivamente, participaron como ponentes en dicho evento los Magistrados José Delgado Ocando, Juan Rafael Perdomo y An- tonio Garefa Garcfa, asf como los Ex Magistrados Octavio Sisco, Carlos Escarré y Jorge Rosell. Y es que esta respuesta no podia de ser de otra manera, debido a que el Instituto de Filosofia del Derecho “Dr. José Ma- nuel Delgado Ocando” ha yenido consolidando su prestigio como espacio de reflexién académica, de referencia obligatoria en la comunidad jurfdica venezolana, debido a la calidad y oportuni- dad de los temas que propone al debate, asf como a la importan- cia y alto nivel académico de sus profesores ¢ investigadores. De allf que el Tribunal Supremo de Justicia haya otorgado su auspicio a dicho coloquio a través de fondos de nuestro Proyecto de Modernizacién, en ejecucién de una polftica de acercamiento a Cotoauio: DeMOCRACIA, ADMUNISTRACION DE JUSTICIA Aly Risowcion DE Conruicros instituciones académicas que se concreta en la realizacién con- junta de actividades institucionales. En este orden de ideas, debo destacar la importancia de los temas que allf se debatieron, relacionados con la democracia, la administracién de Justicia y la resolucién de conflictos. Al respecto, me permito compartir un conjunto de reflexio- nes sobre uno de los aspectos transversales a dichos temas, como es el Acceso a la Justicia. Establece el articulo 26 de la Constitucién de la Repiblica Bolivariana de Venezuela, el derecho que tienen las personas de ac- ceder a los 6rganos de administracién de justicia para hacer valer sus derechos e intereses. En este sentido, se establece en el texto constitucional que al Estado le corresponde garantizar una justicia gratuita, accesible, im- parcial, idénea, independiente, responsable, equitativa, sin dilacio- nes indebidas, sin formalismos o reposiciones intitiles. No obstante, ante el formal reconocimiento de la existencia de Personas con caracteristicas que las hacen sujeto de garantfas adicio- nales por parte del Estado, se requieren y se han creado programas y proyectos que tienden a contribuir con el acceso a la justicia de los venezolanos, tales como, la defensa ptiblica y los métodos alternos de resolucidn de conflictos, entre otros. Sin embargo, a pesar de estos hechos, se viene afirmando inva- riablemente que la mayoria de la poblacién venezolana no accede a los servicios que ha creado el Estado, para satisfacer las necesidades de justicia de la poblacién de escasos recursos. Esto debido a que a pesar de que formalmente se han creado las condiciones necesarias para asegurarles a los usuarios el derecho de acceso a la justicia, en base a criterios de eficiencia y de equidad, estas condiciones no se han materializado en la practica, toda vez que -entre otras razones— se desconoce de manera exacta, cual cs la demanda del servicio; esto es, se desconocen las exi- gencias de los usuarios sobre el sistema de justicia, de alli que no @s extrafio que la oferta no coincida con sus necesidades. Afirmar que gran parte de la poblacién esté excluida de la Jus- ticia, significa que estos ciudadanos ven obstaculizados su dere- OO cho de acceso a la justicia, de igualdad y de no discriminacién previstos en la Constitucién Bolivariana de la Reptiblica de Ve- nezuela, lo cual a su vez, dificulta las reglas bdsicas y esenciales de todo sistema democratico. Frente a esta situacién, le corresponde a este Alto Tribunal, como maxima autoridad del Sistema de Justicia, formular politi- cas y ejecutar programas que contribuyan a mejorar la situacién de las personas que se encuentran excluidas de este servicio, bajo el presupuesto de que es necesario perseguir la integracién e in- clusién social, a partir del reconocimiento de una poblacién que es diversa y heterogénea. Bajo la concepcién de un Estado de Justicia, no sélo se trata de mantener el orden piblico, sino también de garantizar que los ciudadanos logren hacer efectiva la solucién de sus conflictos: para esto, es necesario cumplir con una serie de condiciones bé- sicas que permitan garantizar el acceso a la justicia de estas per- sonas, tales como, que los ciudadanos estén informados sobre cudles son sus derechos, y sobre todo, que conozcan dénde esta esa informacién y c6mo se llega a ella. Sin lugar a dudas, este tipo de reflexiones y debates se encuen- tran entre los principales puntos de agenda de nuestra instituci6n, ala que corresponde garantizar la efectiva solucién de conflictos a través de la imparticién de la justicia. Es decir, se trata de hacer més demo- cratico el poder judicial. Es por ello que, iniciandose el presente afio 2001, aprobamos el financiamiento de una publicacién contentiva de las ponencias pre- sentadas en el coloquio en referencia, a través de fondos del Proyecto de Modernizaci6n. Desde el referido Proyecto de Modernizacién y desde el Insti- tuto de Filosoffa del Derecho, se convocé a los ponentes para entre- gar por escrito su conferencia. Reconozco y agradezco sinceramente el trabajo adicional que significé para los ponentes la revisién y co- trecciGn de sus conferencias. Mencién especial merece el aporte ofrecido por la Universidad de Uppsala, Suecia, cuyos investigadores en Paz y Resolucién 6 CoLoquio: DeMocaacta, ADMINISTRACION DE JUSTICIA y Resowucion pe Conructos de Conflictos enriquecieron el Coloquio y aportaron valiosisimo material para la edicién de este libro. Finalmente, quisiera expresar mi agradecimiento al Institu- to de Filosofia del Derecho, en especial a la Dra. Ana Julia Bozo de Carmona, por todo el esfuerzo que significé hacer posible la publicacién de este valiosisimo material que estoy seguro serd de mucho provecho para la comunidad jurfdica nacional e interna- cional interesada en el tema. EL DERECHO INDIGENA COMO MECANISMO DE RESOLUCION DE CONFLICTOS EN VENEZUELA Autor: Ricardo Colmenares Olivar Juez de Primera Instancia del Estado Zulia. Instituto de Filosoffa del Derecho “Dr. J. M. Delgado Ocando” Universidad del Zulia I. PLANTEAMIENTO INICIAL Venezuela es un pais multiétnico y multicultural y asi fue reconocida en la nueva Constitucién de la Reptiblica Bolivariana de Venezuela de 1999', De acuerdo al ultimo censo realizado en 1992, existen aproximadamente 316.000 indfgenas en 28 gru- pos culturalmente diferenciados, los cuales constituyen una mi- norta étnica (el 1,8%) en comparaci6n con el resto de la pobla- cién (aproximadamente 22.803.409 habitantes). Este componente social constituye una de las diferencias esenciales con el resto de los paises de América latina. En apariencia, Venezuela se muestra como un pais pacifico que no ha tenido mayores conflictos entre sus grupos étnicos. Sin embar- go, en los tiltimos afios la confrontacién entre el movimiento indige- na venezolano y la sociedad nacional se ha intensificado, sobre la base de la reclamacién de sus derechos colectivos originarios. Asi tenemos, por ejemplo, los emblematicos casos que implicaron inter- venci6n de sus territorios: el Decreto 1850 que promovié la apertura de la Reserva Forestal de Imataca a los capitales extranjeros; la ex- plotacién de carbén en la Sierra de Perija; el proyecto de trasvase del Caura de Paragua y, finalmente, el tendido eléctrico que va desde Venezuela hasta Brasil. Todas estas confrontaciones han estado acompafiadas por movilizaciones nacionales e internacio- nales, incluyendo la utilizaci6n de recursos de amparo por ante el Maximo Tribunal de Justicia (Mansutti, 2000), sin que hasta los momentos se hayan creado mecanismos efectivos para sol- ventarlos. 1 Publicada en Gaceta Oficial No. 36.860, de fecha 30 de Diciembre de 1999. 2 En Bolivia, por ejemplo, los indigenas representan el 56.8% de la poblacién; el 43.8% en Guaternala; el 40.8% en Pert (Véase: World Bank. 1994). 8 Cotoguio: DEMocRAcia, ADMINISTRACION DE JUSTICIA ¥ RESOLUCION DE CONFLICTS Segtin la teorfa de la Resolucién de los Conflictos, las situa- ciones antes sefialadas pudieran clasificarse como “Conflictos Internos”, es decir, aquellos que se suscitan entre las organiza- ciones sociales, oficiales y no gubernamentales, dentro del mis- mo territorio de un pafs determinado. Por tal razén, considera- mos que los mismos pueden ser manejados con las dindémicas y practicas establecidos en estos procesos. Il. EL ESTADO PLURICULTURAL RECONOCIDO EN LA CONSTITUCION DE 1999 La nueva Constitucién que se abrié paso en Venezuela re- conocié formal y de manera expresa a todos los Pueblos y/o Na- ciones Indfgenas como expresién de la diversidad cultural de la sociedad venezolana, valorando sus costumbres, creencias, cosmovisi6n, sentido colectivista de las tierras y todas sus aspira- ciones, pues estas capacidades especfficas constituyen el funda- mento de su identidad cultural. En el Preémbulo se reconocié el sacrificio de los antepasados aborigenes en la construccién de la soberania de nuestra patria. Por estas razones histéricas y socio- Idgicas, el primer elemento que el Poder Constituyente agreg6 en el Predmbulo del nuevo orden constitucional venezolano fue el establecimiento de un Estado Multiétnico y Pluricultural de la Republica, el cual no implica que cada pueblo debe desarrollar su propio Estado, sino de lo que se trata es de cambiar la idea de un Estado cultural y socialmente homogéneo por un nuevo mo- delo politico que acepte su realidad social y reconozca la exis- tencia de sus diversas realidades socioculturales. Los distintos pueblos indigenas constituyen la diversidad o pluralidad cultural junto con los demds grupos étnicos existen- 3 De acuerdo a la doctrina internacional sobre Resolucién de Conflictos y dependiendo de la tipologia, estos casos se les conoce como Conflictos “Intra- estados" (Véase: Miall, Ramsbotham and Woodhouse, 1999: 30-33). Si los reclamos se refieren a la lucha de los distintos grupos étnicos por lograr su soberania 0 autodeterminacién, se les puede considerar como un *Conflicto étnico” (Véase: Sisk, 1996). tes en Venezuela, pues cada uno de ellos posee una identidad, una lengua, una historia, costumbres y valores propios. Por tal motivo, en la nueva constitucién se establecié un Capitulo dedi- cado a los Derechos de los Pueblos Indigenas (articulos 119 al 126), que reconoce sus culturas, tradiciones, el uso de sus pro- pias lenguas, los hdbitats o territorios ancestrales y el control so- bre los recursos naturales, entre otros derechos colectivos. III. EL DERECHO INDIGENA DENTRO DEL NUEVO SISTEMA DE ADMINISTRACION DE JUSTICIA La administracién de justicia est4 concebida en la nueva Cons- titucién como un sistema interdependiente, en el cual sus componen- tes se relacionan entre sf y cuya funcién esencial es mantener el equi- librio, la paz y la justicia dentro de la sociedad. De acuerdo al tiltimo aparte del artfculo 253 de la Carta Magna, los componentes del siste- ma judicial son los siguientes: El Poder Judicial propiamente dicho; el Ministerio Piiblico, la Defensorfa Piiblica, los 6rganos auxiliares de justicia, el sistema penitenciario, la participacién ciudadana, los abogados y abogadas y los medios alternativos de justicia. Ahora bien: {Cudles son estos medios alternos de justicia? Dentro del mis- mo capitulo podemos ubicarlos; ellos son: la Justicia de Paz (artfculo 258) y la justicia 0 Jurisdiccién especial Indigena (articulo 260). Ademés el Estado se compromete a promover el arbitraje, la conci- liacién, la mediacién y “...cualesquiera otros medios alternativos para la solucién de conflictos” (articulo 258, tinico aparte, C.B.V.). 1, Piuratismo Juripico Las normas constitucionales antes citadas son las que posibili- tan hablar propiamente de un pluralismo juridico, es decir, se recono- ce de manera oficial a una sociedad que no es homogénea sino que se permite la existencia de otros sistemas normativos no formales para- lelos que funcionan como control social. Anteriormente, el Esta- do se concebfa como un todopoderoso, como el tinico que crefa tener los mecanismos de control y equilibrio social para preser- CoLoquio: DEMocRACiA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 101 y Resowcion DE Conruictos var su propio sistema y es por esta raz6n que todo agente social que no se incorporara al equilibrio hegeménico, era discrimina- do inmediatamente por la misma ley. Sin embargo, la existencia de los diferentes pueblos indigenas y demas grupos étnicos asen- tados dentro del territorio yenezolano, como organizaciones so- ciales con elementos de autonomfa, han permitido entender que sus normas consuetudinarias, como parte de su cultura, también producen derecho y, en consecuencia, control social dentro de su grupo. 2. La Justicia DE PAZ La primera experiencia alterna se habia puesto de manifiesto con la creacién de la “Ley Orgdnica de la Justicia de Paz” *, la cual reconocié una realidad sociol6gica preexistente en el pais y que constituye un sistema de justicia alterna al establecer una jurisdiccién especial que crea tribunales con caracteres propios y con procedimientos especificos y que pretende resolver los con- flictos interpersonales en forma directa, expedita, efectiva, par- ticndo de una justicia basada en la equidad. En el tinico aparte del articulo 22 se acuerda que el Concejo Municipal deberd esta- blecer condiciones y requisitos especiales en las comunidades indfgenas, considerando los elementos éimicos y culturales de cada grupo, aunque agreg6 “...sin que se vulneren principios constitucionales”. Si bien este mecanismo alterno constituy6 un avance dentro de la justicia venezolana, el mismo s6lo puede ser utilizado para resol- ver problemas inter-subjetivos y locales entre miembros de una mis- ma comunidad indfgena, pues no esté disefiado para dilucidar con- flictos comunes planteados entre las distintas comunidades. 3. La JurispicciONn y EL DERECHO INDIGENAS El articulo 260 reconocié una jurisdiccién especial a las au- toridades legitimas de los pueblos indigenas, como medio alter- 4 Publicada en Gaceta Oficial No. 4.817 Extraordinario de fecha 21-12-1994 nativo de justicia, con la potestad de resolver los conflictos entre sus miembros dentro de sus espacios territoriales (habitats), de acuerdo a sus tradiciones ancestrales. Es decir, se reconocié a los pueblos indfgenas la vigencia de sus sistemas legales, autorida- des y procedimientos. Asi qued6 enunciado: “Las autoridades legttimas de los pueblos indigenas po- drén aplicar en su habitat instancias de justicia con base en sus tradiciones ancestrales y que sélo afecten a sus integran- tes, segun sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios a esta Constitucion, a la ley y al orden piiblico. La ley determinard la forma de coordinacién de esta jurisdiccién especial con el sistema judicial nacional”. Esta norma permite a su vez un doble reconocimiento: en primer lugar, reconoce Ia funcidn jurisdiccional 0 jurisdiccién indtgena especial, ejercida por las autoridades legitimas de los distintos pueblos y comunidades indigenas; en segundo lugar, reconoce el uso del derecho consuetudinario indigena para re- solver conflictos*. Por otra parte, dicha norma se relaciona estre- chamente con los derechos a la propia cultura, usos y costum- bres, cosmovisi6n, valores, reconocidos en el capitulo constitu- cional dedicado a los Pueblos Indigenas, al cual se hizo referen- cia. Por supuesto, la potestad de administrar justicia de las auto- ridades indigenas tendria cabida plena dentro de las unidades politico-territoriales que hemos propuesto, es decir, los Munici- pios Indigenas, sobre todo si el conflicto se plantea entre dos ind{genas (integrados 0 no integrados) del mismo grupo étnico. Asi tenemos pues, que el derecho consuetudinario indige- na, llamado también derecho tradicional 0 costumbre juridica para otros, no es mas que el conjunto de normas de tipo tradicio- nal con valor cultural, no escritas ni codificadas, que estén per- 5 Aste respecto, la sentencia de la Sala Politico Administrativa de la ex Corte ‘Suprema de Justicia, analizando el alcance de normas de la Ley Organica del Poder Judicial, sefialé lo siguiente: “No existe obstaculo ni constitucional ni Jegal ~con base en las solas disposiciones sefialadas— para que la funcién jurisdiccional que realizan los tribunales pueda ser confiada a otros Poderes u otros érganos estatales especialmente creados por mandato del Constituyente” (Gaceta Forense, 1985: 713). 11 Cotoquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 121 ¥ Resowucion De Conructos petuadas en el tiempo y que son transmitidas oralmente por los miembros de una comunidad para luego ser reconocidas y com- partidas por el grupo social, como es el caso de los pueblos indi- genas. Es tan esencial a los mismos que si se destierra se pierde su identidad como pueblo, A diferencia del derecho positivo, el derecho consuetudinario opera sin Estado, mientras que las nor- mas del derecho positivo emanan de una autoridad politica cons- tituida y son ejecutadas por érganos del Estado (Stavenghagen, Rodolfo, 1990). En el Cédigo Organico Procesal Penal® también se introdu- jeron mecanismos alternos a la prosecucién del proceso, a modo de mecanismos de resolucién de conflictos que permiten reducir los costos administrativos de la justicia y de las partes, asi como el retardo procesal. Es decir, el nuevo sistema acusatorio pro- mueve soluciones adecuadas a las necesidades de las partes involucradas en el proceso, aumentando la tasa de cumplimiento voluntario, tales como el principio de oportunidad (articulo 31), los acuerdos reparatorios (articulo 34), la admisidn de los he- chos (articulo 376) y la suspension condicional del proceso (arti- culo 37). Sin embargo, con la reforma que sufriera el cédigo ad- jetivo constituyé un retroceso, pues se prohibié la celebracién de acuerdos reparatorios en los casos de homicidios culposos, con lo cual también se limitard el principio de compensacién utiliza- do por la mayoria de las comunidades indfgenas en la resolucién de sus conflictos. Todo esto significa, y asf lo ha entendido la doctrina, que no s6lo las agencias estatales de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial son fuentes legitimas y legales de produccién de nor- mas, sino también el derecho consuetudinario de los pueblos in- digenas’, capaz ademés de dirimir conflictos reales. 6 Publicado en la Gaceta Oficial No. 5.208, de fecha 23 de enero de 1996 y entré en vigencia el primero de julio 1999, 7 Ramirez, Silvina. “Diversidad cultural y sistema penal: necesidad de un abordaje multidisciplinario”. Revista Pena y Estado “Justicia penal y comunidades indigenas" No. 4, Afio 4. Buenos Aires, Editores del Puerto, S.R.L., 1999: p. 72. IV, EL NUEVO DIALOGO PARA PREVENIR CONFLICTOS La experiencia nos ensefia que con la creacién y promulgacién de nuevas leyes no se resuelven los problemas. Hace falta ademas una buena implementacién de esas normas y, sobre todo, la voluntad politica del gobierno de querer cumplir con los compromisos adquiridos. De tal manera que en el caso de los derechos colectivos reconocidos por la Constitucién de 1999 a favor de los indigenas y que pueden entrar en conflicto con los intereses del resto de la poblacién no indigena, como lo son por ejemplo el derecho a sus habitats y el uso del derecho consuetudinario, se hace necesario el acuerdo entre las partes interesadas, con presencia del gobierno. De lo contrario, se po- dria vislumbrar el nacimiento de potenciales procesos conflicti- vos en el cual se pueden apreciar las partes claramente definidas. Por un lado, los distintos pueblos y comunidades indigenas, a quienes se les ha reconocido un conjunto de derechos colectivos que les garantiza “formalmente” su garantfa real y efectiva; por la otra, el gobierno venezolano y/o grupos sociales no indigenas. Aun cuando el gobierno tiene el compromiso de abrir espacios a los ind{genas, tiene ademés la responsabilidad de garantizar al resto de la poblacién un racional y prudente equilibrio de sus derechos. Los acuerdos podrian tener como objetivo principal la creacién de mecanismos de companibilidad y coordinaci6n del sistema formal de justicia con los demds sistemas alternos, en especial la coordina- ci6n con la jurisdiccién indigena, para garantizar los derechos de los pueblos indigenas en nuestro sistema democratico. Como objetivos especfficos, se podrian trazar los siguientes: 1) Analizar las normas internacionales sobre derechos humanos y las disposiciones constitucionales y legales venezolanas, rela- cionadas con los derechos de los pueblos indigenas 2) Revisar y discutir las propuestas sobre compatibilidad de sis- temas en los distintos pafses de América, en especial los en- sayos de Ecuador, Peri y Bolivia 13 Co1oguio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 141 y Resowucion pe Conrtictos 3) Presentar una propuesta concreta sobre el proceso de com- patibilidad o coordinacién de sistemas (nacional e indigena) al Tribunal Supremo de Justicia, como ente gubernamental encargado de la administracién de justicia. Se requiere entonces, un tercer componente, el mediador, que pudicra estar representado por las comisiones internaciona- les de derechos humanos de Naciones Unidas o bien del s interamericano, que puedan garantizar los compromisos adquiridos durante estos acuerdos. istema CONCLUSIONES A la luz de la Constitucién de 1999, podemos afirmar que la jurisdiccién especial indégena, incluyendo cl uso del derecho con- suetudinario de los distintos pueblos indios, constituye un mecanis- mo informal de resolucién de conflictos valido que fortalecer4 el pro- ceso de democratizacién del aparato judicial venezolano. Para garantizar los derechos de los pueblos indigenas en nues- tro sistema democratico, el gobierno de Venezuela, a través del Poder Judicial, debe crear los mecanismos de compatibilidad y coordina- cién del sistema formal de justicia con los demas sistemas alternos, en especial la coordinacién con la jurisdiccidn indigena. Esto incluye esencialmente la participacién de los Ifderes indfgenas, quienes estan representados en la actualidad por los miembros de la Comisién Per- manente de Pueblos Indfgenas de la Asamblea Nacional, y con la intervencién ademas de expertos nacionales e internacionales, del Grupo de Trabajo de Pueblos Indigenas de Naciones Unidas o del sistema interamericano, a titulo de mediadores, con el propdsito de buscar la manera de evitar procesos étnicos violentos al momento de querer aplicar su derecho consuetudinario, mediante la elaboracién de acuerdos de paz, como los realizados en Guatemala y México, sin necesidad de Ilegar a conflictos reales. Debemos siempre recor- dar que la prevencién es el objetivo central de los mecanismos de resolucién de conflictos. LisTA DE REFERENCIAS Mansutti, Alexander (2000). “Pueblos Indfgenas y Constituyente en Venezuela (1999)”. Articulo arbitrado por la Revista RIDPA. Ciudad Bolivar, Universidad Na- cional Experimental de Guayana. 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Para Gramsci la distincién o diferenciacién entre sociedad politica y sociedad civil constituia un problema fundamentalmente metodolégico y didactico, sin que para él tuviera mayor relevancia el tratar de hacer la diferenciacién pues en su concepcién terminaba identificando cada uno de estos sectores de la sociedad. Gramsci incluso denuncia, mediante el desarrollo de su teoria sobre la estatolatrfa, la intencién del Estado de asfixiar, confiscar y hosti- gar el desarrollo y la participacién de la sociedad civil, y ello era comprensible si tomamos en cuenta que su objetivo, su visién en cuanto a la percepcidn del Estado, tenfa como objetivo el desa- rrollo de un esquema mediante el cual se lograra el autogobierno por parte de la sociedad. En conclusién, para Gramsci el papel de la sociedad civil frente a la sociedad politica iba a depender fundamentalmente del grado de desarrollo que en un momento hist6rico determinado tuvie- ra el Estado y por eso en su esquema, por momentos, identifica a la sociedad civil con la sociedad polftica, por momentos las colo- ca en franco antagonismo y por momentos reduce el Estado a la sumatoria de la sociedad civil con la sociedad politica, porque ello, repito, dependfa fundamentalmente del desarrollo que en un momento determinado tuviera el Estado; este desarrollo tra~ CoLoquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 18] y Resowucion pr Conructos ducido en la posibilidad que el Estado tuviera de ejercer un po- der 0 dominio hegeménico en la sociedad, porque dependiendo del ejercicio de ese poder 0 dominio hegeménico tenia posib' dad la sociedad de lograr su autorrealizacién. Sin embargo en nuestro medio, insisto, encuentro impor- tante establecer esta diferenciacién, porque de ello va a depender el papel que cada una de ellas asuma frente a la perspectiva del conflicto. La sociedad politica en nuestro medio encuentra su justifica~ cion a través de la representacién, la delegacién, el mandato y opera en virtud de la realizacién 0 ejecucién de actos del poder publi- co; su actuacién esté delimitada por todo nuestro ordenamiento juridico, comenzando por su ctispide representada por el vértice de su pirdémide, que es la Carta Magna, nuestra Constitucién Na- cional, mientras que la sociedad civil se expresa a través de la participacion, se expresa a través del protagonismo que es la par- ticipaciGn activa, que debe ser distinta de la participacién repre- sentada en la conformacién de la voluntad del Estado; es decir, debe ir mas alla de lo que significa el simple acto electoral, la simple participacién en el sufragio e igualmente una participa- cién distinta a la que constituye el ejercicio del poder que es el que esta reservado a la sociedad polftica, Esto es importante porque, repito, el que se asuma este rol a plenitud de conciencia es lo que va a determinar el papel que juegue la sociedad civil frente a estos conflictos; en nuestro caso asistimos a la inauguracidn de un nuevo esquema institucional en el que nuevas formas de participacién destinan el advenimiento de un sistema de corresponsabilidad consagrado en la Constitucién Nacional, por lo que es importante el perfilar a conciencia el grado de participacién que a la sociedad civil le corresponde en cada uno de estos estamentos. Los conflictos intraestatales estan regulados en nuestra legisla- cién y pudiéramos clasificarlos de cuatro maneras: a) aquellos conflictos representados por controversias politicas entre entes territoriales; b) un segundo grupo son los conflictos representa- dos por controversias administrativas también entre entes territo- riales; c) un tercer grupo representado por las controversias entre autoridades polfticas 0 administrativas y d) un cuarto grupo repre- sentado por los conflictos entre autoridades municipales. Los dos primeros, es decir las controversias politicas entre entes territoriales y las controversias administrativas entre entes territoriales tienen en nuestro pais rango constitucional, pues se encuentran regulados por el articulo 336 y 266 de la Constitu- cién Nacional. Las controversias entre autoridades polfticas 0 administrati- vas (tercer grupo) se encuentran reguladas por la Ley Orgénica de la Corte Suprema de Justicia y corresponde su conocimiento a la Sala Politico-Administrativa de nuestro Tribunal. Los conflictos entre autoridades municipales (cuarto grupo) se encuentran regulados en el articulo 166 de la Ley Organica del Régimen Municipal. Estos conflictos son los generadores de lo que en doctrina se conoce como vicios de incompetencia, generados por la ex- tralimitacién de funciones, la usurpacién de poder, la usurpacién de competencia, en las que de alguna manera se denota un con- flicto de legitimidad en la que la sociedad civil tiene una partici- pacién fundamental. Ademiés de estos tipos de conflictos, con el desarrollo de las nuevas formas de organizacién se han generado en nuestra so- ciedad otros muy recientes que requieren la participacién activa de la sociedad, mucho mds en un nuevo concepto de democracia participativa y protagénica en la que la expresién de la sociedad civil debe trascender a la simple esfera comicial y debe traducirse en una participaci6n activa en lo que constituye el funcionamiento en cuanto a la formacién, administracién y ejecucién en general de la ges- tién ptiblica, Por eso es perfectamente posible, por ejemplo, que en materia de competencia la participacién de la sociedad civil posibilite la prevencidn de conflictos de esta naturaleza, e inclu- so su solucién a nivel por ejemplo del Ambito municipal. Pode- mos hablar de la participacién de la sociedad civil en el ejercicio de mecanismos de presién que posibilitan o permiten el adveni- miento de municipios metropolitanos, de mancomunidades, etc. Esta participacién es lo que posibilitarfa el advenimiento de 19 20 CoLoquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA y REsoLUCIGN DE ConFLicTos un sistema de corresponsabilidad en la gestién piiblica, que es la que permite que la sociedad civil tenga acceso al control del ejer- cicio del poder por parte de la sociedad politica y a la realizacion y ejecucién de los actos propios de gobierno. Este es un esquema que perfila nuestra Constitucién a través del artfculo 62 en el cual se establece la posibilidad que tiene el pueblo mediante el ejerci- cio de su corresponsabilidad en la gestién para participar en la formaciGn, administracién, ejecucién y control de la gestién pti- blica, a través de los mecanismos de participacién que establece el articulo 70 que consagra las maneras de participar en lo politi- co, en lo social y en lo econémico para concretar la corresponsabilidad que consagra el articulo 326 de nuestra Cons- titucién Nacional, Siendo asi, el rol de la sociedad civil en la prevencién y solu- cién de conflictos se traduce en dos palabras que en mi opinién en- cierran todo el papel que a ella le corresponde jugar, que no es otro que la participacién activa que le permita desarrollar un papel protag6nico en el deber de gestionar la corresponsabilidad que le con- sagra el nuevo esquema constitucional, para ello es necesario que mediante un proceso que permita redimensionar la esencia constituti- va de la educacién, logre esa sociedad civil perfilar el advenimiento de una nueva manera de participar, de una nueva cultura, de un nuevo esquema que haga posible el desarrollo de las previsiones constitu- cionales. PERSPECTIVAS Y DILEMAS DE LA DEMOCRACIA EN UN CONTEXTO DE CRISIS; VENEZUELA Autora: Ana Julia Bozo de Carmona Instituto de Filosofia del Derecho “Dr. José M. Delgado Ocando" Facultad de Ciencias Juridicas y Politicas de la Universidad del Zulia. INTRODUCCION Antes de presentar mis reflexiones sobre el rol de la sociedad il en la prevencién y resoluci6n de los conflictos intraestatales, deseo resaltar que cualquier reflexién sobre la democracia en Vene- zuela actualmente, se tifie del clima de convulsién propio de nuestra coyuntura politica. Las reflexiones serias sobre las fracturas y el cam- bio en el campo de lo politico no son slo juegos del lenguaje, hay en ellas una implicaci6n vital insoslayable que toca la experiencia coti- diana de cada venezolano. Para utilizar una expresin coloquial muy ilustrativa, diremos que “en ello nos va la vida”, al menos del modo que la conocemos las generaciones posteriores a la del 58. Por esa razé6n, las reflexiones que hacemos incluso desde la aca- demia, se entrecruzan con la turbulencia, no pueden darse el lujo de “tomarse su tiempo”. Este trabajo participa de esa sensacién de urgencia que imprime un tono al pensamiento cuando este se dedica a la tarea de desmontar el escenario politico de la demo- cracia venezolana. La urgencia concluye sdlo con algunas sefia- les y -como siempre- mds preguntas. ch TRES CONSIDERACIONES PREVIAS Primero, vivimos un “ambiance” mundial llamado por los alemanes “disgusto y hastfo de la politica” (politikverdrossenheit) (Eckard, 1993) el cual podemos describir desde ahora como un agotamiento de los sentidos, actores y dindmicas politicas tradi- cionales (institucionales). Segundo, ese hastio o desencanto de la politica se traduce en un desmoronamiento de la democracia como utopfa ilustrada. 21 Cotoquto: DEMocRAciA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 221 y Resowcion DE Consticros Tercero, en América Latina aquel agotamiento (de la polfti- ca) y este desmoronamicnto (de la democracia retérica) han re- sultado en el resurgimiento del populismo, el cual se designa ahora como neo-populismo y encarna en lideres personalistas cuyo es- tilo de gobierno se desliza, peligrosamente, hacia el autoritaris- mo. La ANTIPOLITICA EN EXPANSION El ambiance que compartimos quienes presenciamos el inicio del siglo XXI es uno caracterizado por el fin de la politica entendida como apoteosis de la voluntad, como encarnacién de proyectos globales transformadores de la sociedad, como actividad comprome- tida con la idea del futuro como progreso, como ética de lo colectivo, como identificacién ideolégica que movilizaba todos los planes de vida ciudadana. EI fin de la polftica no es un cliché que obedece a una frivola moda intelectual; la experiencia a la que aludimos como “fin de la politica” tiene serias implicaciones en el 4mbito de la reflexién y de la practica politicas. Una de esas implicaciones es el nuevo fenémeno de la antipolftica que, sin ninguna duda, estd a la ofensiva tanto en las de- mocracias establecidas de Europa y Norteamérica como en las demo- cracias de América Latina. Estamos frente a una tendencia sin prece- dentes desde que, a principios de la década de los ochenta, se detecta- ra una “brecha de confianza” entre la ciudadania y sus represen- tantes elegidos (Lipset y Schneider, 1983), que in crescendo se ha convertido en desilusién y desencanto con las estructuras de la democracia representativa y los actores tradicionales de la po- litica -los partidos-, hasta finalmente desembocar en lo que Ila- maremos la antipolitica. A primera vista, el fermento de la antipolitica ha sido este distanciamiento, por un lado, entre la ciudadanfa y los partidos y, por otro lado, entre la ciudadania y el Estado, Pero ese disgusto y hastfo por la politica no se ha traducido de manera uniforme y global en una crisis total del sistema de partidos ni en el rechazo radical a los partidos y a los politicos. Con matices diferenciados ha producido, parad6jicamente, una politica de la antipolitica. Su nticleo es una politica electoral lle- vada a cabo por actores ajenos al sistema partidario -los outsiders- que compiten en el juego electoral con recursos sacados del arse- nal de una critica radical contra los partidos y las élites politicas establecidas. Los outsiders, personajes sin pasado partidista, de- sarrollan su acci6n en el terreno de la ret6rica democratica pero atacando implacablemente a sus protagonistas principales. EI surgimiento de esa paradéjica “politica de la antipolitica” remite a causas que trascienden el desencanto coyuntural con los par- tidos 0 incluso a cierta indiferencia ante la erosién de su legitimidad. De acuerdo con Sartori (1994), hay varias explicaciones plausibles sobre el por qué de la antipolftica. Una de las mejores es, a su criterio, que la corrupcién politica ha alcanzado ya el punto critico de corrom- per la actividad politica misma. Pero, sin subestimar la fuerza corrosiva de la corrupcién politica en términos de la pérdida de ética y legitimidad de los profesionales de la politica, otros intentos explicativos podrfan explorar dimensiones mas complejas: la transformacién del te- rreno axiolégico, definida por Inglehart como “la revoluci6n si- lenciosa”, que saca a la luz valores postmaterialistas como la autorrealizacion del individuo y la participacién (Inglehart, 1990 y 1997); los cambios de la representatividad polftica y el com- portamiento de los electores por los cuales los electores identifi- cados con los partidos son desplazados por electores eventuales que votan para apoyar intereses locales o temas especificos; la emergencia de nuevas prioridades y problemas no considerados por los partidos tradicionales como los temas ecoldgicos, de ho- mosexualidad y de género; o incluso una dimensi6n cultural de la crisis del Estado de Bienestar'. 1 Agapito Maestre (1996:68 y 69) alude a esta dimensién explicativa del fenémeno aqui liamado ‘politica de la antipoiitica’ en los siguientes términos: "Los nuevos desposeidos en ei maltrecho Estado de Bienestar (seguramente convertido ya en Estado de Malestar) necesitan un nuevo referente politico... Es necesario una nueva cultura politica que hable menos de los excluidos pero que se empefie seriamente en resolver sus problemas". 23 Cotoquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 241 y Resowucion pe Conructos La antipolitica se desarrolla como una forma de hacer polf- lica que pretende no solo prescindir de los partidos polfticos, sino también poner en cuestidn las pautas predominantes del queha- cer polftico de los gobiernos- democrdticos. Para Cesar Cansino, las nuevas formas de hacer politica defendidas y practicadas por la antipolitica, la politica de los outsiders y otras modalidades representan “el nuevo clivaje en las democracias modernas”, el cual por su dinaémica se desplaza al terreno de la accién y praxis totalitaria (Cansino, 1997). DESMORONAMIENTO DE LA DEMOCRACIA COMO UTOPIA ILUSTRADA Usualmente trabajamos desde dos dimensiones para aproximar- nos a la categorfa democracia: Enel terreno de la ret6rica politica (pero s6lo aqui) es claro que la democracia es un obligado referente. Muy pocos teéricos, si es que hay alguno, proponen seriamente sistemas no-democraticos de orga- nizaci6n politica e incluso regimenes patéticamente no-democraticos insisten en Ilamarse a si mismos democraticos. Sin embargo, en el terreno de la préctica, la democracia no es el sistema predominante en el mundo. La incontestable victoria retérica nos ofrece la oportunidad de practicar una autocritica que puede des- enmascarar sociedades sdlo pretendidamente democriticas. El pensamiento de frontera que alimenta las ms prometedoras investigaciones contempor4neas en filosoffa politica se dedica a re- examinar la categorfa democracia. Nos preguntamos: Por qué de- mocracia? ; gcudl democracia?; ges acaso operativa la democra- cia representativa?, entre otras muchas cuestiones. Hay varias sefiales que ilustran el desmoronamiento de la de- mocracia segtin el modelo ideolégico de la modernidad occidental. 1. La democracia ilustrada se concebfa como un régimen polf- tico elegido y practicado en funcién de la soberanfa de un Estado. Sin embargo, la soberanfa sobre un territorio y sus habitantes no es una realidad en relacién a los Estados con- tempordneos. La globalizacién econémica y sus efectos des- conocedores de las leyes nacionales y de los gobiernos elec- tos democréticamente en lo tocante a la circulacién del capi- tal y, la erosién del monopolio de la fuerza que hasta hace poco era detentado exclusivamente por el Estado son las muestras que ilustran este acierto. Colombia es un ejemplo lacerante de un Estado cuya soberanfa interna ha cedido ante los Barones de Ia droga, las guerrillas y los paramilitares La igualdad “natural” de todos los individuos y por tanto el disfrute de iguales y plenos derechos politicos han sido los dos pilares sustentadores de la democracia como ret6rica. Actualmente asistimos en los mds apartados rincones del mundo al reclamo sangriento del reconocimiento de la di- versidad por parte de comunidades que se sienten, se viven diferentes y reivindican un tratamiento politico no homogeneizante. La fragmentacién social es un hecho que tiene que digerir la democracia contempordnea. La ciudadanfa entendida como atributo natural de todos los indi- viduos y fuente de la prerrogativa insoslayable de participacién ena toma de decisiones colectivas es una ficcién legal ideol6gi- camente conveniente pero es, ontolégica y antropolégicamente, inexistente. Un gran nimero de individuos, especialmente en América Latina, no acceden a las condiciones fisicas ni a las habilidades polfticas necesarias para ejercer una ciudadanfa acti- va. En nuestro criterio, la ciudadanfa no es una caracteristica constitutiva de la naturaleza humana sino una condicién a ser constituida a partir de variables tales como nutricién, alfabetiza- cién, formacién, informacién, entrenamiento en la sensibilibidad y la critica, etc. La mayorfa numérica como férmula sustentadora de la legi- timidad democratica es un mito. Agapito Maestre expresa: “El pueblo soberano no existe si no es concebido como una instancia puramente simbélica. Y un simbolo puede some- terse a interpretaciones, puede ser una fuerza imaginaria de grupos o individuos, pero nunca serd algo localizable real- mente... La actualizacion de la voluntad del pueblo a trav 25 Cotoquio: DEMOcRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 261 y Resowcion De Conructos del ejercicio del sufragio convierte al ciudadano en niimero o unidad de cdlculo y, por lo tanto, deja de ser y expresar algo concreto” (Maestre, 1994: 139). El consenso basado en la opinién de la “mayoria” 0 en en el bienestar colectivo, es una falacia que apela a una ret6rica cuyos instrumentos son conceptos abstractos (niimeros 0 Ia idea de un pueblo enten- dido como unidad social). La democracia de referendos (o de consultas periédicas) es —a lo sumo- sélo una democracia formal. Hay otras muchas sefiales, pero las expuestas bastan como ejemplo ilustrativo”. ANTIPOLITICA Y NEOPOPULISMO EN AMERICA LATINA En América Latina, el hastio de la politica y el desmorona- miento del discurso democrdtico se han traducido en que la polf- tica tiende a desarrollarse ya no a nivel de instituciones y organi- zaciones, sino a nivel de individuos y personas. La personalizacién del poder y la politica se cumple en un contexto caracterizado por, al menos, cuatro experiencias: 1, Crisis del partido por falta de representatividad ciudadana o pér- dida de su identidad. 2. Desconfianza en el viejo liderazgo que aparece desacreditado por diversas razones. 3. Necesidad en buena parte de la poblacién de un mensaje de esperanza y cambio. 4, Existencia de una persona dispuesta a encarnar el liderazgo sin demasiadas ataduras y que pueda tener una facil comuni- cacién con las masas. En las décadas de los cincuenta y sesenta algunos regime- nes latinoamericanos adoptaron una prdactica y un modelo politi- cos conocidos como populismo. Ejemplos paradigmaticos del populismo fueron el peronismo argentino, el gobierno del MNR 2 Unestudio mas exhaustivo sobre el fenémeno aqui identificado como desmo- ronamiento de la democracia puede leerse en otro trabajo de la autora (Bozo de Carmona, 2000). (Movimiento Nacionalista Revolucionario) en Bolivia y el régi- men del PRI (Partido Revolucionario Institucional) en Méjico. Tres dimensiones constituyen el nticleo significativo que nos per- mite identificar estos regimenes como populistas: Primero, una dimensién politica en cuanto a movimiento social conformado alrededor de Ifderes carismaticos que no se apoyan en estructu- ras intermedias partidistas, sino precisamente en la movilizacién de sectores populares. Segundo, una dimensién ideolégica defi- nida por una orientacidn nacionalista de identificacién del Esta- do con el pueblo. Y tercero, un eje de politica econémica carac- tetizado por la puesta en prdctica de polfticas tanto de control como de redistribucién de ingresos. En la década de los noventa la antipolitica, en América Latina, se confunde con un modelo que podemos definir como neopopulismo. Paso inmediatamente a exponer las razones por las cuales considero valida esta hip6tesis. El neopopulismo es una forma elevada de decisionismo y voluntarismo politico que se ha desarrollado en un marco de debilita- miento institucional y decadencia politica cuya raiz es una profunda crisis de las instituciones democraticas (partidos, ramas del poder ¢je- cutivo, parlamentos, etc). El neopopulismo —una variable del populismo marcada por la prepoderancia del lider carismdtico— exacerba el estilo de polf- tica personalista y antiinstitucional que se deriva de una cultura polftica patrimonialista. Los actores neopopulistas promueven una politica anti status, dirigida contra los partidos y las élites del establishment tradicional. Sin embargo, esta politica antiinstitucional se nutre, paraddjicamente, del marco institucional constituido por el sistema presidencialista de gobierno. De esta manera, la polftica neopopulista tiende a concentrar el poder en manos del presidente y a emplear métodos de gobierno que pres- cinden de las organizaciones partidistas y devalian su rol politico. En cl plano de lo ideolégico, el discurso de los outsiders neopopulistas se revela como ambiguo y ecléctico, Es una mez- cla de elementos que apelan a las masas populares, al pueblo oprimido y a la nacién acosada por enemigos internos y exter- 27 Cotoquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA y RESOLUCION DE CONFLICTS nos, pero traduciendo simulténeamente un compromiso con va- lores neoliberales y estrategias de transformacién econémica ba- sadas en la economia de mercado. El discurso neopopulista man- tiene una continuidad notable con los principios ideolégicos cla- ves del populismo tradicional que configuran su universo dicotémico: pueblo VS explotadores, integracién VS exclusién, etc. Pero no todo es continuidad: el discurso neopopulista rompe con una vertiente sustancial del populismo tradicional abando- nando el antiimperialismo, la politica de estatizacién de la eco- nomia y poniendo de relieve metas como el achicamiento del Estado, la privatizacién y el desarrollo de la economfa orientada hacia la exportacién. Es necesario sefialar que en lo tocante a este punto, el mo- delo venezolano se aleja de la caracterizacién indicada puesto que la antipolitica cumplida por el Presidente venezolano se acerca al populismo original y reivindica el Estado paternalista, protec- tor e interventor y reniega del neoliberalismo salvaje equiparan- dolo con el “demonio”. Lo que no esta claro hasta ahora es si esa arenga discursiva presidencial se compaginaré con la ejecucién de acciones en materia de politica econémica. Lo esencial en el neopopulismo es una dimensién ideolégica de legitimaci6n que no es extrafia al régimen democratico representati- vo, sino més bien se nutre de él para colocar en el centro de la politica al lider “orgdnico” como encarnacién de la voluntad popular y sfmbolo de la unidad sustancial entre el Estado y el pueblo’. A través de la exaltacién del liderazgo carismatico, se expresa ademas una profunda nostalgia comunitaria que —al igual que la ideologfa nacionalista— conjura el déficit cfyico de la democracia. De esta manera el neopopulismo recurre a una doble legitimacién: al mecanismo del voto popular practicado con agotadora insistencia y a la cualidad “hist6rica” superior del lider que excede a la demo- cracia representativa basada en aquel mecanismo. La antipolftica traducida en regfmenes neopopulistas pare- ce estar planteando, en América Latina, una alternativa de pro- 3 Coincido en este aspecto con la conceptualizacién expuesta en el ensayo de Danilo Martucelli y Maristella Svampa (1992:71). | yecciones insospechadas: la propuesta de un tipo distinto de de- mocracia (0 de no democracia); la democracia plebiscitaria en- tretejida con hilos de acero en torno a un outsider que se autoconcibe y se proyecta como lider providencial. Fujimori (Pert), Color de Mello (Brasil) y Hugo Chavez (Ve- nezuela) son paradigmas de esta propuesta. La pregunta crucial que surge en este estadio y que nos permiti- r seguir hilvanando nuestra reflexién es: EI surgimiento de este hibrido politico al que O‘Donnel califica de “democracia delegativa”, ;fortalece o desestabiliza la demo- cracia? Los peligros que provocan la antipolftica y el neopopulismo estén ala vista de todos: el retorno a liderazgos verticales y mesidnicos, la democracia plebiscitaria, la utopia de la identidad entre Estado y pue- blo encarnada en lideres providenciales, el desplazamiento de las ten- dencias hacia la construccién de democracias representativas por de- mocracias presidencialistas altamente dependientes de “lideres org4- nicos”. Todos estos son riesgos que reavivan bajo nuevas circunstan- cias la tradici6n polftica predominate en América Latina de origen més rousseauniano y tomista que representativo y pluralista. VENEZUELA: UNA ENCRUCIJADA Debemos detenernos en algtin punto del camino para en- frentar tales riesgos y reconducir el proceso de transformacién que vivimos en Venezuela hacia una profundizacién de la demo- cracia real y contextual lo cual no implica, necesariamente, asu- mir el modelo de democracia como utopia ilustrada. En este sentido debemos sobre todo tener presente que la poli- tica, es secular, o no es polftica. En politica no cabe el providencialismo; si a la polftica se la reviste de “simbolizaciones sacras” estamos camino del totalitarismo. Todo esfuerzo “providencialista” en un discurso politico, aunque destinado a reco- nocer la necesidad y justicia de la democracia no alcanza a desvir- tuar la sospecha de que la conviccién latente de quien emite tal discurso es que los procesos a los que refiere slo pueden realizarse 29 Co1oquio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 301 ¥ Resowucion pe Conructos fuera del funcionamiento dialégico de la democracia. Y aunque se hable de mas democracia y mas participaci6n del pueblo en los asuntos publicos, lo que se capta de tal discurso es la necesidad de recomponer el sistema sin reeditar el procedimiento de consulta, manejo y respeto del disenso propio del procedimiento dialdégico. Los dogmas y la infalibilidad son privilegio de los dioses; los hombres s6lo podemos aspirar a acuerdos operativos, contextuales y rescindibles que nos permiten, como diria Alain Touraine, "Vivir juntos’”*. No hay absolutos éticos (ni de otra naturaleza). El camino de la reconstrucci6n de la polftica transita sendas de falibilidad y experien- cias de contingencia; su Gnico referente es plural: las verdades (con mindscula) son vélidas slo para un tiempo y un lugar. La politica de este tiempo multicultural, desborda los dogmas para inscribirse en la multiplicidad de concepciones del mundo y de la vida que informan la vida colectiva. Por lo tanto un genuino “pro- grama democratico” de acci6n politica (porque usar el vocablo “re- volucién” puede reconducirnos a asumir otros dogmas) debe asu- mir dos compromisos: primero, que se instala en un terreno de con- tingencias y falibilidades historicas y segundo, en consecuencia, que su principal soporte argumentativo es la consciencia de su “no identidad” (con personas © causas predeterminadas). El discurso democritico oficial tiene que entrenarse en el antidogmatismo, sélo asi podra recuperar la posibilidad dialégica canceladora del maniqueismo excluyente y empobrecedor. La democracia implica y exige el reconocimiento del “otro”, de la fragmentacién social, de la falta de unidad en la esfera de lo piblico, La democracia se caracteriza por ser un concurso dial6gico que genera cierto orden inferido del conflicto entre opuestos a través de rituales de asertividad, discusién, negocia- cién, aceptaci6n, debate, respuesta, argumentaci6n, etc. Sin em- bargo, la democracia no tiende a consumarse en armonia, sinte- sis 0 consenso. 4 Me refiero al titulo del libro escrito por el autor francés Alain Touraine (1998). ePodemos Vivir Juntos? Iguales y Diferentes. La politica democratica es una actividad que se construye a posteriori y como resultado de la confrontacién de opciones (de verdades) libremente defendidas en el espacio de lo piiblico. Esa confrontacién obliga a sus protagonistas a trabajar con posicio- nes diferentes a las propias o a las postuladas por alguien de su entorno familiar 0 ideolégico. La democracia no es sdlo el res- peto a los otros, sino la posibilidad de acuerdo con los radical- mente distintos a nosotros. El didlogo es la impronta de la demo- cracia; la verdad de alguien que s6lo se somete a la impronta de su grupo de pertenencia es totalitarismo. Apreciamos que son muchos los dilemas a los que se en- frenta la democracia venezolana. La gravisima crisis del Estado de Bienestar, pretendidamente reeditado con renovadas fuerzas paternalistas desde la adminis- tracién chavista, esté mostrando una explosiva profundizacién de la pobreza, del desempleo; creando —paradéjicamente— emer- gentes cuotas de insolidaridad y conflictividad y, gestando in- fructuosos e irrisorios mecanismos de distribucién que funcio- nan no ya con rendimientos decrecientes, sino que giran simple y Ilanamente sobre el vacfo. No percibo desde ninguno de los espacios organizados del es- pacio politico venezolano un discurso y/o proyecto socio-politico re- levante capaz de hacerse cargo de la ”nueva cuestién social”. gCuAL ES LA PERSPECTIVA QUE SE PRESENTA ‘A LA DEMOCRACIA VENEZOLANA? Extender 0 profundizar la democracia Lo especifico de las extensiones 0 profundizaciones demo- craticas, sin embargo, es que ellas no implican la confluencia de un determinado momento de cambio en todas las esferas de la sociedad. Se trata de fenémenos que se dan a nivel puramente politico y desde allf influyen en otros Ambitos (social, econémi- co, cultural, internacional, etc.), pero manteniendo su propia au- tonomia (Garreton: 1997:55-72). 31 Cotoquio: DeMocRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 321 v Resowcion DE Contuicros Precisamente en esta caracteristica es donde nosotros ubi- camos la condicién potencialmente conflictiva del proceso de transformacién democratica que vivimos en Venezuela. El ethos democratico heredado de la ilustracién ha estado siempre asociado a la utopia de igualdad y de vida mejor para las grandes masas (lo que se denomin6 en otra época democracia sustantiva) y, asf ha sido presentado el proceso venezolano por parte de sus Ifderes, La profundizacién o extensién de la democracia, en las expec- tativas de la poblacién no se reduce a la practica de mecanismos referendarios 0 plebiscitarios, ni a la simple aunque continua elec- cién de gobernantes. La frustracién de algunos sectores y la visibn desencantada, re- lativamente masiva, porque el proceso no ha cambiado nada y por- que, a pesar de los cambios a nivel formal-normativo, “las cosas siguen igual” en lo tocante a indices de inflacién, de desempleo, de inseguridad ciudadana, de pobreza, o que, incluso las cosas han empeorado, conlleva la irrupcidn del descontento en forma de violencia activa intrasistemdtica (huelgas, abstencién electo- ral, descrédito, denuncias ante organismos internacionales) y podria resultar en procesos de violencia extrasistematica como levantamientos militares 0 civiles, desérdenes, enfrentamientos callejeros, motines, etc, Soluciones concretas a los problemas humanos individuales que atiendan las minimas condiciones de vida son urgentemente requeri- das. Sobre cualquier otra consideracién, el debate politico y la re- construccién democratica en Venezuela deben dirigirse a disefiar unas reglas de juego (distintas a las cacareadas reformas burocrdticas en los nombres y la organizacidn de la estructura de los poderes ptblicos) que pongan el acento en acciones eficaces para el lo- gro de una vida, no digamos digna, sino mfnimamente viable. Una forma de concebir y hacer la democracia parece haber llegado a su fin, pero son posibles otros discursos y otras pro- puestas en la tarea de profundizarla o extenderla. Una alternativa posible se anuncia desde las redes, circuitos y cfrculos sociales que refieren a microespacios contextualizados his- térica y geogrdficamente cuyas dinémicas y prdcticas -heterogéneas e irreductibles- reivindican racionalidades diversas y apuntan hacia la construcci6n de espacios y estrategias de toma de deci- siones colectivas por parte de los actores mismos protagonistas de los conflictos y contradicciones cuya prevencién y/o solucién se presenta como una condicién sine qua non para dotarse aque- llos circuitos, circulos y redes sociales de las condiciones mate- riales que garantizan una genuina participacién democratica. Es importante aclarar, no obstante, que a nuestro juicio, la profundizacién de la democracia via la alternativa anunciada no coincide con la ampliacién de los 4mbitos de injerencia social del Estado ya que dado el cardcter burocratico de la intervencién estatal la creacién de espacios desde el nivel de lo publico sélo conduce a nuevas formas de subordinacién. Los canales de parti- cipacién ciudadana contemplados en la Constitucién Nacional de 1999 han probado hasta ahora ser sélo ficciones tras de las cuales se esconde el poder arrollador del Estado y de sus dirigentes. La participacién de las redes, circuitos y circulos de ciuda- danos implica la constitucién de condiciones materiales en los tejidos sociales compuestos por individuos (carentes de la cuali- dad de ciudadanfa), y de una cultura y un entrenamiento politi- cos que son atin, entre nosotros, tareas pendientes. ConcLUsION La historia politica, nos ensefia que los individuos intuyen y encuentran miles de formas para prescindir de sus “dirigentes”, y al final terminan descubriendo formas imaginativas con las que autogobernarse, en un proceso de autoconformacién de condi- ciones de ciudadanfa. La presencia y actuacién beligerante de organizaciones sur- gidas de la sociedad civil en la més reciente coyuntura polftica y electoral venezolana son los referentes empfricos con sentido que me permiten albergar esperanzas. La multitud de asociaciones emergentes que ejercen un reclamo por otro tipo de democracia nos muestra que la sociedad venezolana, 0 una importante parte Cotoauio: DEMOCRACIA. ADMINISTRACION DE JUSTICIA y Riso1ucion DE Conruicros de ella, aspira un sistema politico en el cual los “representantes del pueblo” (ll4mense presidente, Asamblea Nacional Legis va, 0 CNE) no secuestren la verdadera voluntad plural colectiva. Los venezolanos parece que abandonamos la anomia y em- pezamos a percibir la necesidad de entusiasmarnos con un pro- yecto colectivo de construccién de lo social. Creo que la democracia no es un estadio sino una tendencia que Se construye dfa a dfa. Estimo que vivimos un proceso doloroso, como todo proceso de fractura, que puede generar un cstadio de mayor y mejor democracia. No comparto la estrategia de destruccién sino de horadacion de las instituciones. Sf, era necesario “construir aberturas” en las instituciones juridico-polfticas; pero no para detrumbar el edificio sino para dejar que entrara aire de la calle. El proceso de transformacién politica radical se ha cumpli- do, hasta ahora, por cauces democraticos. Eso, desde luego, es ya un hecho excepcional que debemos valorar. Asistimos a la recomposicién del espacio puiblico y del tejido politico; a un giro de 180 grados en la agenda politica, si bien todavia no en las dindmicas y précticas politicas y comprobamos que nuestra participacién influye significativamente en las gran- des “decisiones”. El yenezolano se ha involucrado en un proceso que decidiré el futuro de la democracia y del pais. Cierro estas reflexiones inconclusas declarando mi optimis- mo porque creo: 1) que el proceso de transformacién generara dindmicas propias posiblemente todavia ocultas 0 inexistentes, y 2) que esas dindmicas nos conducirdn a la profundizacion de la democracia real. BisLioGraFia Bozo de Carmona, Ana Julia (2000). “Una aproximacion Indecorosa a las catego- rias: democracia y ciudadanta”. TELOS, Vol. 2.N° 1. Maracaibo. Cansino, César (1997). “Partidos Poltticos y antipolitica. Un nuevo clivaje en las democracias modernas”. 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Si bien tanto los estudios sobre la sociedad civil como la literatura en resolucién de conflictos se caracterizan por ser cam- pos de reciente interés, la mayor parte de los escritos que explo- ran la conexién entre sociedad civil y resolucién de conflictos no superan en general su cardcter descriptivo. Por tanto, esta confe- rencia pretende contribuir a la reflexién sobre los alcances, limi- tes y roles de la sociedad civil en las negociaciones de los con- flictos intraestatales. Para ello, se revisarén los conceptos de so- ciedad civil y de conflictos intraestatales. Posteriormente se some- terén a discusién unas hipétesis sobre la manera en que la sociedad civil podria contribuir a generar negociaciones ms exitosas y por ende regimenes democraticos mas estables. El objetivo de esta con- ferencia es el de ilustrar que tanto la construccién de la democracia como la superacién de la violencia, dependen en gran medida de la forma como se incorporen a las negociaciones no sélo las deman- das de los actores del conflicto, sino también las iniciativas e intere- ses de aquellos circulos, circuitos y redes sociales de paz que legiti- man la transicién de la guerra hacia la convivencia pacffica. 1 Esta ponencia ha sido exclusivamente escrita para el foro “Democracia, Administracién de Justicia y Resolucién de Conflictos”. Virginia, U.S. Diciembre de 2000. Fue dedicada por la autora al Profesor Jestis Antonio Bejarano, a quien le hubiese gustado seguir esta discusién INTRODUCCION La sociedad civil ha sido un tema de interés dentro de la filosoffa, la ciencia politica, y en general de las ciencias sociales. Mas atin, como parte del contexto de la postguerra fria, las tran- siciones a la democracia tanto en Europa del Este como en Amé- rica Latina incrementaron los debates y las discusiones de la so- ciedad civil como parte de los esfuerzos realizados para definir la democracia de finales del siglo veinte. Asimismo, el llamado “Nuevo Orden Mundial” ha presenciado el desarrollo de una se- rie de conflictos armados intensos que han cobrado la vida y desplazado a millones de civiles en regiones tan diversas como Africa, Europa del Este, Asia Central, Centro y Sur América, y el Sudeste Asiético, lo cual a su vez ha llevado a expandir el campo del andlisis y la resolucién de conflictos. Si bien es evidente el surgimiento de practicas de la socie- dad civil en la resoluci6n pacffica de los conflictos, sorprende la escasez de escritos analfticos generando lo que Jestis Antonio Bejarano denomina como “el vacfo analftico entre el concepto de sociedad civil y la teorfa de la resolucién de conflictos”. Ese vacfo, argumenta Bejarano, no parece expresar mas que un fend- meno exactamente inverso: la discontinuidad en las maneras de pensar la relacién entre civilidad y la guerra (Bejarano, 1999). Més atin, el término sociedad civil ha sido el referente con- ceptual al tratar de caracterizar fendmenos tan distintos desde las democracias liberales de fin de siglo hasta la cafda de los regime- nes totalitarios post comunistas, dando como resultado una elas- ticidad semantica (Bejarano) del concepto. Este es el primer reto al que se ve enfrentado todo el que quiera establecer una revision analitica del rol de la sociedad civil en los procesos de paz. Por tanto, esta conferencia est4 organizada en dos partes. Reconociendo el caracter polisémico de la nocién de sociedad civil, la primera parte de este escrito se concentraré en precisar los términos y definir claramente a qué nos referimos cuando hablamos de sociedad civil. Para ello, se elaborard una breve his- toria de la evoluci6n filosdfica del concepto. La segunda parte explorard el tipo de practicas y Ambitos en los que la sociedad civil contribuye de manera positiva a la reso- Cotoguio: Democracia, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 381 y Resolucion DE Conruictos lucién de conflictos y a la generacién de procesos de paz esta- bles y exitosos. Para ello es necesario definir la nocién de conflictos intraestatales, esto con el objetivo de demarcar las areas y los roles concretos de la sociedad civil en la resolucién de dichos conflictos. Los anteriores elementos dardn paso a la presentacién de unas hipétesis de trabajo que aspiran a definir la conexién analitica entre la sociedad civil y la resolucién de conflictos. La hip6tesis que seré mencionada a continuaci6n busca recoger la discusi6n iniciada por Bejarano (1999) en su intento por elaborar un marco de anilisis sobre el ro] de la sociedad civil en la resolucién de conflictos. La estabilidad y duracién de negociaciones de paz en con- flictos internos se incrementa con la participacién activa de la sociedad civil. No sélo en el ambito de la pedagogia para la paz y la generacién de una cultura de la coexistencia pacifica sino en la capacidad de incidir en el contenido de la agenda de las nego- ciaciones de paz. Esta es la hipdtesis general de este ensayo. Finalmente, este trabajo pretende iniciar la discusi6n de un marco de andlisis que posibilite la investigacién de estudios de caso que midan los efectos y el alcance real de las distintas orga- nizaciones de la sociedad civil en la construccién de procesos de paz y la reconstruccién democratica de las sociedades que se encuentran en medio de un conflicto armado (Colombia, Sierra Leona, Afganist4n), asf como para aquellas que estén en la etapa de post conflicto (Liberia, Bosnia-Herzegovina, El Salvador). DESARROLLO FILOSOFICO DE LA NOCION DE SOCIEDAD CIVIL La mayor preocupacién para los fildsofos sociales desde el si- glo XVIII hasta el siglo XIX era el de hacer explicita una visién unificada del orden social, que a su vez, reconociera la autono- mia moral, legal y econémica de las partes que la componen (Seligman, 1993). La idea de sociedad civil, se origina al comienzo de dicho perfodo como una manera de responder a los cuestionamientos de la época. De acuerdo con Adam Seligman (1993), el proble- ma fundamental del pensamiento social era el de definir las rela- ciones entre el individuo y la sociedad. La idea clasica de socie- dad civil se fundamentaba, segtin Seligman, en una antropologia teolégica y en la nocién de una congruencia entre sentimiento y raz6n. La viabilidad de la sociedad civil como modelo de repre- sentaci6n social desaparece a fines de siglo XIX. Es asf como en los escritos de Hegel se reemplazaré por la nocién de estado uni- versal, mientras que Marx hablaré de la futura reunificaci6n de la sociedad politica y civil. Son el liberalismo politico y la teoria socialista, las depositarias, afirma Seligman, de la idea de socie- dad civil en el siglo XX. Por ejemplo, el liberalismo definiré su premisa fundamental partiendo de la definicién de un individuo moral y econémica- mente aut6énomo, que a su vez es la base de la nocién de socie- dad civil. Empero, la pérdida de importancia en el siglo XVIII de la idea de los sentimientos morales, hizo muy diffcil la conexién entre un individuo con una comunidad, y mas atin, hizo muy dificil la visién de una sociedad més alld de sus miembros indivi- duales. Esta dificultad ha estado presente en la teoria politica li- beral hasta nuestros dias, asevera Seligman. Tanto el pensamiento marxista como el socialista mantuvie- ron la idea original de Marx de superar las contradicciones de la sociedad civil en una nueva entidad politico social. Unidad que en los paises de Europa del Este, dice el autor, no s6lo mostr6 su insostenibilidad moral sino también su fracaso como proyecto politico. La crisis de representaci6n, tanto de los regimenes liberales como de sus variantes socialistas, ha llevado a que los teéricos sociales retornen a la idea de la sociedad civil como la resolucién de los obstéculos que tanto el socialismo como el liberalismo no han podido superar. De manera que la nocién de sociedad civil aparece como la panacea, manifestandose en los escritos politicos de las mas di- versas vertientes, apareciendo en los més variados pafses y como se ha mencionado anteriormente, adjudicandose los més diver- sos significados y definiciones. Seligman identifica dos usos del término en las practicas sociales y politicas contempordneas. El Cotoauio: DEMOCRACIA, ADMINISTRACION DE JUSTICIA 401 y Resowciox DE Consuctos primero es el nivel institucional y organizacional, El segundo uso hace referencia al campo de las creencias y los valores. La pregunta de cémo los intereses individuales pueden pro- longarse en la arena social, y de manera similar, cémo el bien co- muin puede reflejarse en la vida privada ¢ individual; contintia sien- do materia de debate tanto para Europa del Este como para el mun- do Occidental en general. Esta discusién también atafie a los esta- dos post-coloniales y a aquellos pafses en procesos de transicién democratica. Sin embargo, el problema que posee la nocién de so- ciedad civil es que ésta no puede ser el lugar donde se reconcilie la esfera privada con la colectiva, debido a que la sociedad civil se define por ser el espacio de los derechos pero también de la propie- dad; de la civilidad pero también de la explotacién econémica. Por tanto, la nocién descansa tanto “en la idea de un individuo libre, pero también en la nocién de comunidad. A diferencia del estado no es regulada por la ley. Una instancia ptiblica, constituida paraddjica- mente por individuos privados” (Seligman, 1993). Quizé aqui resi- da una posible explicacién del por qué a la nocién de sociedad civil se le han atribuido tantos significados. En sintesis, las tensiones y contradicciones anunciadas por Seligman, reflejan la manera como el debate contempordneo de la sociedad civil se presenta en distintas escuelas filoséficas. Goran Hyden (1998) sintetiza esta discusién en la siguiente figura: Vinculos entre el Estado y la Sociedad Escuela Post-Marxista Escuela del Régimen (Hegel) (Locke) Intereses Econémicos Asociaciones Privados Colectivas Escuela Neo-liberal Escuela de las (Paine) Asociaciones (Tocqueville) Estado/Sociedad Civil Separados Fuente: Hyden, 1998; 22 La definicién de sociedad civil se determina de acuerdo a la escuela filos6fica de la que cual se deriva dicha explicacién. Asf, quienes definen a la sociedad civil como el 4mbito de la vida social organizada pertenecen a la Escuela de las Asociaciones La perspectiva que hace énfasis en la naturaleza del régimen y en la manera de democratizar las leyes, esta inspirada por la Escuela del Régimen. La Escuela Neo-liberal por su parte define a la so- ciedad civil en términos de reformas estructurales que beneficien la acumulaci6n de propiedad privada. Finalmente, la Escuela post- Marxista, de acuerdo a Hyden (1998), con la excepcién de la escuela gramsciana, no ha aportado lo suficiente en la definicién de la sociedad civil, debido al interés inicial en reestructurar el poder estatal. Teniendo una idea general de la manera en que la nocién de sociedad civil se ha transformado y se ha definido desde distintas posturas filoséficas y politicas, es necesario ahora proponer unas definiciones que seran de utilidad m4s adelante cuando se elabo- ren los nexos entre dicho concepto y su rol en la negociacién de conflictos internos armados. DEFINIENDO A LA SOCIEDAD CIVIL Jean Cohen y Andrew Arato (1993), en su exhaustiva obra Sociedad Civil y Teoria Politica definen la sociedad civil como “Ja esfera de interaccidn social entre lo econdémico y lo estatal, compuesto de una esfera intima (familia), la esfera de las asocia- ciones (voluntarias), movimientos sociales, y formas varias de comunicacién ptiblica”. La tensién entre lo individual y lo colectivo/piblico esta presente en esta definicién. Por ejemplo, los autores ilustran a la sociedad civil moderna a través de la creacién de formas auto- constitucién y auto-movilizaciOn. Para los autores, la supervi- vencia a largo plazo de la sociedad civil depende tanto de la ac- cidn individual como de su institucionalizacién. Es pues eviden- te el énfasis en el individuo como niicleo central en la definicién propuesta por Cohen y Areto, 41 42 CoLoquio: DEMOcRACIA, ADMINISTRACION DE JusTICIA y REsOLUCION De ConFLICTos Es necesario pues recurrir a definiciones que posibiliten la accién colectiva y més atin que permitan un rol pro-activo en la resoluci6n negociada de conflictos armados. Justamente, Harold Saunders (1999) en su obra El Proceso de Paz Publico define la sociedad civil como “aquella drea de la vida y el trabajo donde tienen lugar relaciones personales y fami- liares, por un lado, y relaciones con el gobierno, por cl otro. Es la arena donde se forman desde asociaciones ciudadanas hasta or- ganizaciones no gubernamentales”. Saunders define a la sociedad civil contrastandola con las defi- niciones de Gobierno y Estado. En ese sentido, la define de ma- nera negativa; es decir, la sociedad civil es todo aquello que el gobierno no ejecuta o no le compete. Asi mismo establece una diferencia conceptual entre los conceptos de Estado-Naci6n, Naci6n, el ambito de lo Piiblico y Cuerpo Politico. En la misma linea podriamos clasificar la definicién que Er- nesto Gellner le otorga a la sociedad civil, entendida esta “como el conjunto de instituciones no gubernamentales suficientemente fuertes como para contrarrestar al Estado, y aunque no impidan al Estado cumplir con su funcién de mantenedor de la paz y de arbitro de intcreses fundamentales, puede no obstante evitar que domine y atomice el resto de la sociedad” (Bejarano, 1999:41), Hemos observado una gama de definiciones que van desde las nociones mas individualistas (Cohen y Arato), hasta las expli- caciones, como la Gellner, que sugieren la capacidad de la socie- dad civil como una entidad que puede colaborar con el Estado en el mantenimiento de la paz. Pero quizd es Bejarano quien logra operacionalizar una definicién de la sociedad civil funcional con el objetivo de colaborar activamente en el Proceso de negocia- cién. Primero, Bejarano establece claramente que la sociedad ci- vil no puede ofrecer ninguna visién comprensiva capaz de in- cluir todo Io social. Para el autor, la sociedad civil ‘tiene que re- conocer la existencia de consensos parciales sobre Ambitos par- ciales de esa sociedad’. Asf, la sociedad civil “cubre de manera concreta desde las redes sociales, las formas de solidaridad y las relaciones informales de las estructuras de la sociedad civil, has- ta las estructuras estatales mas formalizadas e institucionalizadas” (Bejarano, 1999), Por tanto, el autor recurre a Nancy Rosemblum quien distin- gue tres niveles en los que se desempefia la sociedad civil, a saber: i) la sociedad civil democratica (definida como el espacio de delibe- raci6n ptiblica de los ciudadanos); ii) la sociedad civil mediatica (acciones que orienten a la poblacién hacia metas no politicas pero que reconozcan el pluralismo y la civilidad) y, iii) la sociedad civil electiva (aquella que propende por generar las disposiciones libera- les, reforzando el valor de la vida en comunidad). Esta diferenciacién por niveles de la sociedad civil es lo que le ‘permite a Bejarano argumentar teéricamente que tanto la no- cién como la labor de la sociedad civil, no se agotan en el rol de promocién de valores de coexistencia pacffica, sino que inter- ceptan los ambitos de la realidad politica. En efecto, Bejarano (1999) elabora una descripcién detalla- da acerca de las practicas de la sociedad civil, a saber: mediacién politica; contrabalance de poder respecto del Estado; vehiculo de participacién de los ciudadanos; promocién de la cohesién y la igualdad sociales; contribucién al fortalecimiento del sentido de comunidad, y de pertenencia democratica; 6. promocién de la ensefianza, el aprendizaje y la socializacién de las normas y valores; 7. estimulacion a la pluralidad y la convivencia; 8. promocién de la capacidad de accién de grupos sociales. Upwun= En sintesis, el argumento principal de Bejarano es que todas estas funciones apuntan hacia el fortalecimiento de la democra- cia, raz6n por la cual, es en el dmbito politico en donde se pue- den ubicar las relaciones entre la sociedad civil y la negociacién politica del conflicto armado. Basdndose en la suposicién de que las negociaciones vayan a reformar la naturaleza del contenido politico y las instituciones icas, y, asumiendo que la sociedad civil tiene primordial- 43

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