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La insoportabLe inocencia deL

cuLpabLe

Diego Calvo Merino


Serie
LoS zarpazoS de La adicción
Un proyecto edUcativo

Volumen 1: La insoportable inocencia del culpable.


Volumen 2: Sin volver atrás. Observando el pasado.
Volumen 3: Método.
La insoportabLe
inocencia deL cuLpabLe

LoS zarpazoS de La adicción


Un proyecto edUcativo

Volumen 1

Diego Calvo Merino


F ortaleza e diciones
librosfortaleza@gmail.com

© Diego Calvo Merino, 2018


© Fortaleza Ediciones, 2018

CALVO Merino, Diego.


La insoportable inocencia del culpable / Diego Calvo Merino /
Valencia: Fortaleza Ediciones, 2018. Serie: Los zarpazos de
la adicción. Un proyecto educativo. Volumen 1. 2da. edición.

15.24 x 22.86 cm. 159 páginas

1. DROGAS. 2. DROGADICCIÓN. 3. CAUSAS DE LA


DROGADICCIÓN. 4. TRATAMIENTOS. 5. ADICTOS

Diseño de tapa: Edwin de la Cruz


Corrección del texto: Roberto Badenas Sangüesa
Editor y corrector: Miguel Ángel Núñez
Diseño editorial: Servicios Editoriales FE
Créditos de fotografías: www.freeimages.com

Fortaleza ediciones
Quart de les Valls,
Valencia, España

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o


parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación
informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia
u otros medios, sin permiso previo y por escrito del editor.
c ontenido

AgrAdecimientos ....................................................................... 9
PrefAcio A lA serie ..................................................................... 11
introducción ............................................................................ 13

1. ¿Qué hAgo con mi vidA? ...................................................... 19


2. Yo no controlo ................................................................. 39
3. los gritos del silencio ......................................................... 57
4. Querer no es Poder ............................................................. 67
5. un viAje Al infierno ............................................................. 79
6. comienzA un nuevo diálogo ................................................. 91
7. de lA lunA de miel A lA trAición ...........................................109
8. Abre los ojos ....................................................................121
9. sumAr restA .......................................................................133
10. un nuevo desPertAr ............................................................141

glosArio de términos ...............................................................149


bibliogrAfíA básicA ...................................................................157

7
agradecimientos

R
esulta complicado poder situar en un texto en blanco a
las personas que han vivido cerca mi adicción. En los mo-
mentos más duros y en los momentos de mayor éxito. Por
eso no podría escribir con total seguridad sin olvidarme
de las lágrimas y aplausos de muchos que estuvieron conmigo y otros
que a pesar del miedo comprensible se marcharon dejando su pruden-
te huella sobre mis difíciles momentos.

Agradezco al Dr. Roberto Badenas sus útiles aportaciones redac-


cionales y su apoyo moral en difíciles momentos. Al Dr. Ramón Gela-
bert por sus indicaciones y su manera de enfocar mí agitado corazón y
los fuegos artificiales propios de una pasión que necesita orientación.
A buenos amigos como el periodista Juan Ramón Junqueras que fiel a
su estilo no ha dejado de amarme. A un médico con el que comparti-
mos muchas horas de calidad y ensueño. En especial a aquellos que no
dudaron que la posibilidad de la victoria era real y que lo conseguiría.
A mi madre que siempre soñó con la misma vocación que la mía y
que pudo entenderla antes de su Alzhéimer. A mi hermano que luchó
también con su adicción y a quienes quisieron ser mi familia.

Agradezco a los muchos adictos que han compartido conmigo sus


experiencias siendo consciente del dolor que eso supone. Siempre la
familia, en momentos indescriptibles de dolor y siempre dispuestos en
la ayuda. En especial quiero agradecer al Dr. Miguel Ángel Núñez,
que sin conocerme bien se arriesgó por mí y ese acto hace que me
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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

sienta especialmente agradecido además de sentir un profundo respeto


y admiración por su obra. Le agradezco mucho que con una sabiduría
excelente vio donde otros no veían, apostó donde otros se retiraban y
afianzó clavando mi alma a su gestión emocional sobre mi pasado. Sin
él, este libro no habría ocurrido. Le tengo un cariño especial.

Agradezco a mi esposa Adriana y a nuestras hijas Valeria y Sara


que viven mi recuperación y sufrieron conmigo la escritura de estas
experiencias que al recordarlas pude haberles dañado pero solo lige-
ramente.

Por último te agradezco a ti querido lector porque contigo mi via-


je es más seguro y seguro que me entenderás. Me mueve un deseo
sincero por compartir, aportar, generar sensibilidad contra este dolor
adictivo. Esta acción tuya supone una redención para mí. Gracias.

10
prefacio a La serie

D
esde los últimos avances en la ciencia sobre la adicción
como enfermedad en desarrollo, el asunto moral cada
vez cede su lugar. Del vicioso irresponsable al enfermo
necesitado de ayuda. En estos libros buscamos un pro-
yecto educativo y social con enfoque preventivo en comportamientos
adictivos a procesos o a sustancias.

Deseamos romper estigmas del pasado y centrarnos en un material


práctico y sencillo sobre cómo actuar ante la amenaza de la adicción.
En el terreno de las adicciones no existe de forma organizada un mi-
nisterio en España especializado a la hora de ayudar a las familias
que sufren ante estas amenazas. Los mensajes de culpabilidad sobre
el sujeto adicto ya no tienen validez y los estigmas sobre esta enfer-
medad son innumerables. Sería pertinente la creación de un equipo
multidisciplinar que aborde esta demanda social de integración y re-
cuperación efectiva.

Vivir, comunicar, consolidar y conectar un mensaje de espe-


ranza en el mundo paradójico y cruel de las adicciones ha sido y es uno
de mis grandes sueños. La adicción puede presentarse en cualquiera
y en cualquier parte, a cualquier edad y en cualquier lugar. ¿Han sido
siempre los mensajes dados adecuados para las familias afectadas por
esta enfermedad? ¿Saben cómo abordar un problema adictivo y qué
hacer en cada situación? Creo que en ocasiones no sabemos muy bien
cómo abordar esta problemática, bien por exceso de compasión, in-
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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

necesaria en una enfermedad manipuladora y emocional o bien por


juicios sobre el adicto y su entorno que resultan estériles o fuera de
contexto. ¿Podemos construir un proyecto educativo que sepa abordar
a las familias afectadas? En estos tres libros pretendemos una acción
integral de todo el entorno dañado, no solo del adicto e implicarnos
activamente en una obra social y educativa donde todos debemos par-
ticipar. No es necesario esperar a “tocar fondo”. En los dos primeros
libros compartimos algunas de nuestras experiencias como adictos y
en el tercero proponemos algunas medidas de utilidad.

Quiero acompañarte en este viaje, ya sea que sufres adicción o co-


noces a alguien que la padece o si simplemente quieres estudiar algo
sobre ella. En el fondo, todos estamos implicados porque se trata de
un asunto educativo y social más que moral. Bienvenido a esta serie y
gracias por tu sensibilidad.

12
introducciÓn

C
uando tenía 16 años conocí de una forma personal el
evangelio puro de Jesús de Nazaret y le entregué mi vida.
Prometí fidelidad a su mensaje y decidí responder a su lla-
mado de amor y servicio. Inicié mis estudios de teología
con la ilusión de un niño y lejos de mi estaba presagiar lo que ocurriría
tiempo después. Diez años más tarde claudicaba ante un diagnóstico
severo de adicción terrible a la cocaína y me debatía entre múltiples
psicólogos y diversos tratamientos que, tras nueve largos años, me lle-
varon de golpearme entre paredes acolchadas a un alta maravillosa
firmada por un centro de salud mental con el que, por fin, puse punto
final a una enfermedad para mantener mi abstinencia de forma cons-
tante y poder recuperar mi vida.

Mis sueños, mi vocación, mis promesas, el evangelio puro de un


Jesús maravilloso y enormemente pedagógico, parecían haberse trai-
cionado de la forma más ignominiosa y cruel de todas las posibles.
La insoportable inocencia del culpable y la enorme carga de pecado
invadían a diario mi vida. Escapar de una adicción es complejo y es-
pecialmente tras los avances últimos en la ciencia y en el espíritu, las
posibilidades de recuperación, aunque escasas, son reales. Uno puede
aventarse de las garras de una enfermedad incomprendida durante
mucho tiempo. No solo se puede y se debe, sino que además lograrlo
supone una experiencia de crecimiento y resiliencia inolvidable. Hoy,
mirando hacia el pasado de forma docente, hacia el significado de

13
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

droga, de adicción, de adicto, de consumo y de sustancia vemos que,


la evolución del pensamiento adictivo y del comportamiento neuro-
plástico del cerebro sigue siendo vulnerable y permanece en riesgo.
Pero también supone un diseño otorgado para ser más felices.

Desde la etapa del Lsd, de la heroína y del viaje hacia la cocaína,


vislumbramos las drogas de diseño, el alcohol y el tabaco de siempre,
los medicamentos ansiolíticos, los opiáceos médicos, pero en especial
las nuevas y peligrosas adicciones sin sustancia que amenazan a nues-
tra sociedad y que en parte ella misma ha fomentado. El juego on-
line, el sexo, la comida, el trabajo, las relaciones virtuales, el acoso
tecnosférico, las tecnologías y un largo etc., hacen de estos momentos
una situación adictiva en demasiados frentes. Los adolescentes viven
inmersos en un mundo desconocido para ellos mientras su hipotálamo
se está todavía formando. Las labores de información y prevención
de las escuelas e instituciones distan, en algunos casos aún, del mejor
modelo para todos y las iglesias o religiones todavía se han quedado
atrás en los mensajes de arrepentimiento y culpabilidad que colocan
fuera de lugar. Urge por ello, hacer algo más y algo mejor. Estamos
preparados para ello y creemos que puede ser útil y necesario.

En esta trilogía os agradeceré no solo vuestra lectura e interés por


la temática, sino que, además, os agradeceré de antemano, vuestra
comprensión que tanto nos ayuda a los enfermos por adicción. Sen-
cillamente me convencí de que por algún misterioso motivo yo era
invulnerable, aunque conocía algunos de los riesgos y me “asustara”
el consumo, yo no me engancharía, decía. Pero la adicción no negocia
y poco a poco se fue extendiendo dentro de mí como la niebla.

Una primera parte nos acercará a la adicción a través de mi ex-


periencia bajo el pseudónimo “Logan” en la que trataré de acercar-
me a vosotros con la mejor de las intenciones. En una segunda parte
viajaremos sobre las adicciones desde un punto de vista práctico y
preventivo y en una tercera parte veremos un programa efectivo para
escapar de cualquier adicción ajustándose a la modalidad que se pre-
cise. No olvidemos que, ante esta lacra social y familiar, todos estamos
involucrados, todos debemos sensibilizarnos y no olvidemos que no
solo sufre el adicto sino las personas que conviven con él.

14
introdUcción

Como educadores, profesores, padres, jóvenes, adolescentes o ni-


ños, es hora de percibir este problema desde otro paradigma, desde
otro modelo y desde otra manera de enfocar el problema. La preven-
ción y sobre todo cómo vivir una adicción antes o después de que se
produzca resulta clave para superar o bien curar este mal estar moral.

Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce do-


lor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufri-
miento, decía Viktor Frankl. ¿Qué dice el adicto al ver que ha sumado,
adicionado algo a su vida que no estaba? Sabed sufrir, sabiendo sufrir,
se sufre menos. ¿Y qué decir de todos vosotros que quizá conocéis al-
gún caso y os ha tocado vivir este infierno? Vuestro comportamiento
es muy importante para nosotros porque como adictos ya no sabemos
existir y necesitamos volver a vivir, volver a sentir un placer normal,
volver a perdonarnos una y otra vez y para eso, vosotros sois una pieza
clave. Los mensajes de culpabilidad del pasado no tienen eficacia y son
crueles y desproporcionados, porque el adicto no es el sujeto culpable
de su enfermedad sino objeto de la misma, es responsable sin duda del
consumo y de su recuperación, pero no de su enfermedad. La enfer-
medad se puede producir o no y todos somos vulnerables. Es hora de
ver la otra cara de la adicción y es hora de empezar a soñar con un
nuevo despertar, una nueva generación de jóvenes comprometidos e
ilusionados con una vida sana y pura, porque no podremos evitar los
riesgos ni eliminar las drogas o los comportamientos adictivos de cir-
culación, pero si podemos cambiar el destino de los acontecimientos y
si podemos acoger en brazos este sector de la sociedad y reincorporar-
los a la redención en su defecto.

A partir de este momento hay un vínculo entre tu lectura y mi


experiencia, entre tu sensibilidad y tu ética y los resultados de miles
que sufren en silencio la incomprensión, la soledad, la culpa, la ira, el
dolor y al mismo tiempo, si nos lo proponemos, educar en valores, en
esperanza, es superación y en asertividad. No solo debemos enseñar
a decir no a la vida adictiva, sino que tenemos el derecho de poder
ser felices, tenemos los recursos para hacerlo y como creyentes, si es el
caso, disponemos de un mensaje tan poderoso y tan actual que sigue
funcionando. Jesús, de forma pura como imagen de un Dios amoroso,
no va a preguntarnos nada sin antes sanar nuestra enfermedad. ¿Via-

15
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

jarás conmigo en esta experiencia? ¿Me ayudarás a salir adelante?


Estoy convencido que lo harás, y solo por eso, ha merecido la pena
desnudar algunas de mis intimidades porque si en ellas hemos visto el
infierno, pero también el paraíso de la recuperación en Jesús, en mi
caso, habrá merecido la pena y llena alegría el hecho de compartir
contigo mi pequeño gran drama, a tu lado. A partir de este momento
suplico tu compañía porque en ella encontraré tu cariño, tu enfado, tú
lógica y tu interés. Mañana pueden ser nuestros hijos los que necesiten
nuestra ayuda o puede ser nuestra propia familia o nosotros mismos
los que sin querer nos veamos inmersos en un problema de comporta-
miento adictivo sin que sea una adicción. Por todo esto, te agradezco
tu presencia espiritual en esta pequeña trilogía que no persigue otro
interés que el de redimir, prevenir, sanar y colocar el drama del ser
humano en el lugar que le corresponde.

Diego Calvo Merino


Calahorra, La Rioja, España

16

Para millones de perso-
nas las drogas sirven hoy,
como las religiones y la
alta cultura ayer, para aplacar
las dudas y perplejidades so-
bre la condición humana, la
vida, la muerte, el más allá,
el sentido o sinsentido de la
existencia”.
MARIO VARGAS LLOSA
Premio Nobel de Literatura

17
1

Imagen © Atif Gulzar


¿Qué hago
con mi vida ?
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Rotorhead

20
La oferta del placer, de la magia a la evidencia

“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu


Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de
parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños”
(Pablo de Tarso. 1 Corintios 6:19)

E
l consumo de sustancias peligrosas para la salud está unido
al ser humano desde que éste existe. Ese consumo no se
limita a un grupo de “fracasados e irresponsables” que no
han sabido tomar decisiones en la vida, ni tampoco a un
estrato social determinado o un paradigma cultural concreto. Todos
somos vulnerables. Ya Aristóteles, Platón y Sócrates consumían dro-
gas.

Desde las pinturas rupestres que nos muestran experiencias psi-


codélicas, pasando por todas las culturas del mundo, el consumo de
drogas ha acompañado nuestra historia. Recordemos, por ejemplo, la
guerra del opio, el LSD utilizado por la C.I.A. El consumo de alcohol,
de coca, heroína y morfina como panaceas frente al dolor, demuestra
que el deseo de felicidad y de consumir para conseguirla, es intrínseco
al ser humano.

No siempre se han comprendido las consecuencias de determina-


dos usos y abusos del consumo. Junto a este hecho hemos de consta-
tar que además existe la posibilidad de contraer la enfermedad de
la adicción sin ingerir ninguna sustancia, con lo que el riesgo y la
necesidad de información, formación y prevención se hace evidente.
21
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Especialmente en padres y profesores, como agentes educadores de


los adolescentes, objetivos potencialmente en riesgo que precisan de
orientación.

La comprensión científica de lo que es droga y de lo que es adic-


ción sólo se produjo en la década de los 90. Pero los avances científicos
actuales nos revelan lo que significa el consumo, cual es la sustancia
adictiva y la enfermedad que puede producirse.

¿Qué es droga y Qué es adicción?


La ciencia ha demostrado que la adicción es una enfermedad del
cerebro crónica y progresiva, que se puede tratar. Con anterioridad,
ésta enfermedad, se asociaba y definía con la debilidad del sujeto y
no con el poder adictivo que la sustancia o forma de vida adictiva
puede desencadenar. Hoy no podemos limitarnos a hablar de fuerza
de voluntad para superar una adicción, algo que antes siempre se po-
tenciaba, demostrándose hoy que es un esfuerzo prácticamente inútil.
¿Sorprendido?

Pues escucha mi testimonio, mi querido lector. Yo he tocado fon-


do, y me he sentido fracasado. Ya nada tenía sentido para mí. Yo he
llegado a decirme: “No tengo ganas de vivir ni quiero seguir luchando, lo siento.
He perdido mi oportunidad. He arruinado mi vida, he arruinado la vida de quienes
me vieron crecer y la vida de mis seres queridos. Esto que vivo es un infierno, es
una muerte anticipada, cruel, traicionera, despiadada, progresiva y destructiva, es
una vida infernal. Esta enfermedad llamada “adicción” me lleva a la muerte, al
despropósito, a la desesperación, al olvido, al ostracismo”. ¿Podrás entenderme
tú, amigo lector?

Me he sentido así muchas veces en mi vida. Arrastro un lastre que


pesa demasiado y con el que he de convivir el resto de mis días. Acep-
tar mi enfermedad y vivir con ella, aprendiendo de ella y haciendo
de ella un desafío y una oportunidad, es una obviedad hoy. Aceptar
el fracaso es la primera de las victorias y la coherencia empieza por el
perdón y la comprensión de lo que uno mismo ha hecho, sin saber o
sin querer haber llegado tan lejos. Pero uno ha de aceptar la realidad

22
¿QUé hago con mi vida?

que vive y desde esa realidad, buscar una nueva forma de vida. Una
nueva forma de vivir.

Esa persona nueva soy yo, el autor de estas páginas al que acompa-
ñas con tu lectura. No me siento solo porque sé que vas a escucharme
y te lo agradezco, porque este “viaje” no lo quiero hacer solo, esta vez
no. Ven conmigo y desenmascaremos una de las peores lacras sociales
y familiares de los últimos siglos, la adicción, en cualquiera de sus
múltiples caras, en cualquiera de sus muchas cadenas, las del pasado
de siempre y las nuevas formas en las que la adicción está apareciendo
hoy: las adicciones sin sustancia.

Yo soñaba con ser pastor de iglesia o profesor de religión, vivir ho-


nestamente y ser coherente con mi fe. Soñaba con poder ser un buen
padre de familia, un buen esposo y un buen cristiano, sin embargo, lo
que soy y seré para siempre, es un cocainómano, es decir un “adic-
to”. La vida es aquello que te sucede mientras tú tienes otros planes.
Al fin y al cabo, me lo merezco porque son las consecuencias de mis
decisiones, pues somos los arquitectos de nuestro porvenir. Si he lle-
gado a enfermar es porque me lo he buscado. ¿Es eso cierto? ¿Quiere
alguien ser adicto? Yo conozco la insoportable inocencia del culpable,
pues encuentro cariño en el mensaje de ánimo en mi lucha por salir
adelante, pero al mismo tiempo la culpabilidad abrasa mi alma por
haber desaprovechado tantas oportunidades. Ahora bien, solamente
un 20% de los consumidores llegan a ser adictos. ¿Soy responsable de
consumir o soy responsable de enfermar?

Quizás pienses que no estoy en lo cierto y no sea esta la mejor ma-


nera de presentarme, o quizá piensan que etiquetarse de esta manera
victimista no soluciona nada y que el mensaje debería ser, “Yes, you
can” o “si, tú puedes”, si quieres dejarlo lo conseguirás y si no dejas la
adicción es porque no quieres. Pero lo cierto es que este nuevo cáncer
psicológico y destructivo que es la adicción, cruel y mortal a la vez
que engañosa e inteligente, no funciona de esa manera. No funciona
así. “Querer no es poder” cuando hablamos de adicción: la fuerza de
voluntad tiene otro marco de actuación.

La primera de las victorias es aceptarse uno mismo. Sin engaños,


sin mitos, sin mentiras. No es un fracaso definirse como cocainómano

23
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

y aceptar que mi cerebro y en concreto la zona accumbens y el sistema


límbico continúan sensibilizados para siempre, aunque el consumo
haya desaparecido. Aceptar la enfermedad no es un fracaso porque
este drama tiene poco que ver con la voluntad, con la fuerza de vo-
luntad, algo contrario a lo que siempre se creyó y a lo que siempre
se enseñó y por lo que ha resultado tan difícil obtener resultados
optimistas, tanto en los enfermos como en los familiares. La fuerza
de voluntad ha sido un arma de doble filo y a la que conviene que
situemos en su debido lugar. Quien les escribe, nunca más volverá a
tener un cerebro “no adicto” y aceptar esto emocionalmente, porque
intelectualmente siempre es más sencillo, aceptar esta información de
forma emocional es la primera de las victorias, es más aunque parezca
complicado.

El joven que yo fui es un personaje peculiar, bondadoso, pasional,


de aquellas personas que solemos asociar con un gran corazón. Se
entregaba a las causas, a las personas y a los sueños que lo motivaban
y no escatimó en gastos emocionales hasta cuando comenzó a coque-
tear con las drogas duras, las rayas, las filas. Una espiral peligrosa que
sólo afecta a quienes contraen la enfermedad de la adicción, pero que
ya hace sufrir a los que están en el viaje hacia la adquisición de la
enfermedad. La exposición al dolor se produce aun cuando no haya
adicción. No exponerse a este riesgo es la mejor opción para todos.
Si estás a tiempo, no lo hagas, no te drogues y ten cuidado con las
nuevas formas de adicción. Comparto contigo mi testimonio para que
no pases por lo que he pasado yo, y por donde pasan tantas familias
inocentes en esta locura de vida adictiva.

La Cocaína pudo conmigo y esa fue siempre mi asignatura pen-


diente. Solamente cuando me rendí a la evidencia empezó mi restau-
ración. Es curioso que se puedan vencer ciertas batallas sólo cuando
uno es capaz de aceptar que las ha perdido de antemano. Rendirse es
vencer en ocasiones. Este fue un largo y lento proceso de aprendizaje
que me costó mucho tiempo y que en nada compensó los engaños que
ese maldito viaje, ni siquiera los “mejores” momentos del viaje, aque-
llos en donde todavía no hay adicción, o no se ha manifestado aún,
momentos lúdicos, llenos de aparente diversión y disfrazados de feli-

24
¿QUé hago con mi vida?

cidad. Como dice la Biblia: “Hay caminos que al hombre le parecen


rectos y su final es un final de muerte” (Proverbios 14:12).

Mi corazón luchaba contra mi sistema nervioso central y eso hizo


que tuviera capítulos muy desagradables en mi vida. Parecía poder
vivir cualquier vida que me propusiese. Podía ser un capitalista de
derechas y con gran labia convencer al mismísimo diablo o podía ha-
cerme pasar por un heavy metal sucio y porrero, aunque no supiera
liar un canuto.

Contraje la adicción sí, desgraciadamente. Todavía hoy no sabe-


mos exactamente por qué o cómo adquirimos en concreto la enferme-
dad de la adicción, en qué momento cruzamos el límite para cambiar
nuestra situación de consumidores a adictos. Ignoramos por qué al-
gunos sujetos, enferman y otros no; sólo sabemos variables que inte-
ractúan para que esta enfermedad se produzca. No todos los que con-
sumen drogas contraen la adicción, aunque todos los adictos lo son
porque han consumido en algún momento de sus vidas. Intervienen
múltiples factores para que se manifieste la enfermedad, tales como la
vulnerabilidad del sujeto, la genética, la educación, los factores am-
bientales, emocionales, sociales, personales, etc.,

Siempre han existido drogas y siempre se han consumido. La his-


toria del consumo de productos tóxicos por el hombre se remonta a
épocas perdidas en la nebulosa del pasado. El cannabis, más conocido
como marihuana, era ya considerado una planta sagrada en la India
mil años antes de Cristo, y la utilización del opio, de donde proviene
la heroína, tiene una larguísima tradición entre los asiáticos. En las
Américas, los indios utilizaban ciertos cactus, como el peyote mexica-
no, para conseguir efectos alucinogenos y experimentar visiones mís-
ticas. En América del sur las hojas de coca vegetal que después de ser
sometidas a un proceso de laboratorio se transforma en cocaína, eran
utilizadas hace mucho por los Incas, y por los indígenas que habitaban
el territorio brasileño del Amazonas.

Según la tradición, los egipcios fueron los inventores de la cerveza,


entre otras bebidas fermentadas. En Europa la muestra de “droga”
más antigua, que se tenga constancia es la receta del “filonio”, siglo I

25
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

a.C.1 Conocida esta receta como “La triaca”, prescrita por Galeno,
servía como medicamento para enfermedades, dolores de cabeza, sor-
dera, epilepsia, etc.,

Desde los comienzos de la historia se han utilizado las drogas con


diversos fines: medicinales, experimentales, lúdicos, místicos, religio-
sos, etc. Ya la Biblia nos habla de la embriaguez de Noé y de los pro-
blemas que acarreó su conducta para su familia (Génesis 9:20-22). El
gran Alejandro Magno murió de “Delirium Tremens”, como conse-
cuencia de su alcoholismo.

También la lucha por resolver los problemas derivados del con-


sumo se remonta a la antigüedad misma. El Código de Hammurabi
(1700 a. C.) llegaba a estipular la ejecución de los borrachos, para que
esto sirviera de escarmiento disuasorio a otros, una forma extrema de
atajar el problema, porque desconocían el funcionamiento neuronal
del alcoholismo y por supuesto el de cualquier adicción. Hacían recaer
la culpabilidad sobre el sujeto y no sobre la sustancia. Otra idea para
tratar de combatir la droga fue la de destruir las plantas concernidas,
para así evitar la producción. Asi, en el año 81 d.C. el emperador Do-
miciano de Roma, destruyó unas viñas de uva con el fin de controlar la
elaboración de alcohol, y por ende su consumo entre los ciudadanos.

En Persia, lo que hoy día es Irán, desde tiempos remotos se insti-


tuyeron leyes rigurosísimas en contra del alcohol, leyes que todavia
rigen en su sociedad y en su religión actualmente. No es extraordina-
rio leer en los periódicos de Irán, que consumidores y traficantes de
drogas han sido ejecutados en una plaza pública como escarmiento a
los demás. En Arabia Saudita, otro país de la región islámica, el uso
del alcohol está prohibido bajo pena de cárcel o hasta con la pérdida
de un ojo, o un dedo, etc.

Sin embargo, las drogas y su consumo, no deberían estar asocia-


das a un grupo social determinado ni a una edad en concreto. No las
consumen solo los fracasados, los desestructurados o los enfermos, ni
los problemáticos o egoístas. Se trata de un fenómeno humano que
ha permanecido con nosotros desde los principios de la humanidad.
Todos podemos caer en un comportamiento de riesgo adictivo, aun-
1
El filonio era un electuario romano para el cólico o la disentería. Opio colado.

26
¿QUé hago con mi vida?

que no probemos nunca ningún “manjar de los dioses”, ni el alcohol,


ni ninguna droga química, porque ya abundan en nuestra sociedad
actual, las adicciones sin sustancias. Todos estamos expuestos al riesgo
de aislamiento a través de internet y a la gratificación inmediata por
medio del “ciberchat” por ejemplo, o el juego on line, el sexo disfórico
pornográfico, las relaciones de acoso emocional virtual, etc., moda-
lidades de dependencias a las que se puede tener acceso hoy. Es una
manera muy similar de obtener liberación de dopamina que la que se
obtiene mediante la ingesta química de sustancias y por eso podemos
decir que todos vivimos en riesgo.

Al principio yo valoraba muy poco mis esfuerzos, pero criticaba


mucho mis fracasos, me autoexigía demasiado, con pensamientos que
facilitan el camino sin retorno al infierno. Los pensamientos que nos
“decimos” y que nos “dicen” o “nos llegan” tienen más importancia
de lo que nos imaginamos. ¿Es acaso posible romper totalmente con el
pasado y comenzar una nueva vida? ¿Puedes ser otra persona? ¿Puede
alguien prescindir de su historia? ¿Cómo puede Dios cambiarnos y
al mismo tiempo respetar nuestra libertad? Quisiera que leyeras con-
migo mi historia y pudieras responderme: ¿Somos realmente libres?
¿Estamos condenados a ser libres? Yo elegí drogarme, pero no elegí ser adicto.

Por ponerte un ejemplo gráfico, una pareja mia que fue prostituta
antes de conocerme, sigue consumiendo al día de hoy, digamos “res-
ponsablemente.” Es decir, no ha experimentado de momento, ningu-
na adicción, lo cual no quiere decir que no sufra, pero no ha perdido
ingresos por consumo compulsivo ni ha sido despedida de ningún tra-
bajo por temas relacionados con la sustancia, que ella utiliza de for-
ma aparentemente recreativa. Todo lo contrario, de un adicto como
yo. ¿Soy yo entonces inocente o culpable de mi adicción? ¿Se puede
romper completamente con el pasado, y empezar una nueva vida, y
ser totalmente libre? La iglesia, la religión, ese Dios que observa mi
comportamiento, ¿se cobra las facturas de nuestros errores, o nos da
una nueva bienvenida sin mirar atrás, ayudándonos a superar las con-
secuencias de nuestras decisiones?

El cocainómano descubre que sólo hay un camino de victoria, que


poco tiene que ver con la fuerza de la voluntad, con el enfrentamiento
a la sustancia o con “apretar los dientes.” Necesitamos ayuda. Sa-
27
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

ber no es suficiente. La información es poder, pero no es suficiente si


no se interioriza, si no se metaboliza. Según la OMS (Organización
mundial de la salud) la droga es definida como: “Sustancia química
que, introducida voluntariamente en el organismo de un sujeto, posee
la propiedad de modificar las condiciones físicas o químicas de éste”
Ahora bien, sin ingerir ninguna sustancia el sujeto puede verse ex-
puesto a trastornos y a comportamientos adictivos muy perjudiciales
para su salud. Por ejemplo, en la adicción al sexo, en el juego, en las
compras, en el trabajo, en internet, etc., no hay ninguna sustancia
química que el sujeto ingiera y sin embargo la pérdida de control de
impulsos y el cuadro patológico existe igualmente. La adicción es una
enfermedad del cerebro. ¿Cómo se puede producir un deterioro tan
grande desde el consumo esporádico hasta la pérdida de la identidad
biológica? Veamos una pincelada muy breve sobre algunos datos ob-
jetivos que nos ayuden a entender el mundo en el que decidí vivir por
un tiempo.

Básicamente las drogas se dividen en depresoras del sistema ner-


vioso central, psicoestimulantes y alucinógenas. La separación entre
drogas duras o blandas obedece a un juego de intereses políticos y
económicos. Para nosotros no hay diferencia. Las catalogadas como
legales y blandas, el alcohol y el tabaco, son las que más muertes cau-
san en el mundo. El abuso de estas drogas, de cualquiera de ellas no
puede ser diferenciado por su dureza pues todas perjudican seriamen-
te la salud, aunque presentan estéticas diferentes.

¿cómo podemos clasiFicar mejor las adicciones?

tipoS de adiccioneS ejempLoS

• Cacao, café y té, tabaco.


• Alcohol y drogas, medicamen-
Adicciones provocadas por
tos.
ingestión física (químicas).
• Adicción a cierta comida con
trastornos compulsivos.

28
¿QUé hago con mi vida?

tipoS de adiccioneS ejempLoS


• Sexo-adicción (pornografía).
• Trastornos obsesivos-com-
Adicciones de carácter psico- pulsivos a patrones de belleza
lógico-afectivas (sin sustancia). adictivos.
• Videojuegos, nuevas tecnolo-
gías, internet (tele-adicción).
• Oniomanía (adicción compul-
siva a las compras).
• Ludopatía (adicción al juego y
Adicciones de carácter social. a nuevas patologías similares
on-line).
• Adicción a ciertas relaciones
sociales.

¿cómo podemos clasiFicar mejor a las sustancias?

Sustancias Acción Efecto


Síndrome de abstinencia:
(Puede aparecer incluso
después de una única
• Acción farmacológi-
dosis). Dilatación pupilar,
ca: Depresor del
hipertensión, disnea, dia-
sistema nervioso
rrea, vómitos, reacciones
central
agudas de ansiedad, esca-
Opiáceos (opio, • Dependencia física:
lofríos, temblores, etc.
heroína, morfi- Sí
Sobredosis: Depresión res-
na, metadona) • Dependencia psíqui-
piratoria, colapso respi-
ca: Sí
ratorio, coma y muerte.
• Tolerancia: Se de-
Efectos a largo plazo:
sarrolla rápida-
Anorexia, desnutrición,
mente.
impotencia, aumento
del riesgo de infecciones,
candiasis (hongos), etc.

29
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Sustancias Acción Efecto

Síndrome de abstinencia:
Síntomas leves que
Acción farmacoló-
pueden aparecer después
gica: En algunas
de unas pocas horas y
clasificaciones se
pueden durar 4-5 días:
considera Depre-
ansiedad, irritabilidad,
sor del S.N.C.,
disminución del apetito,
mientras que en
insomnio.
otras figuras como
Cannabis (ha- Sobredosis: Trastornos del
Perturbador del
chís, marihuana, sueño (pesadillas), con-
S.N.C. (debido a la
THC). fusión mental profunda,
posible existencia
alucinaciones, náuseas,
de alucinaciones).
vómitos. Sin riesgo de
Dependencia física:
muerte.
Muy baja o Nula.
Efectos a largo plazo: Favo-
Dependencia psíquica:
rece la aparición de tras-
Sí.
tornos psicóticos (Psicosis
Tolerancia: Sí.
Cannábica) en sujetos
con predisposición.

Síndrome de abstinencia:
Temblores, ansiedad, su-
Acción farmacológi-
doración. En casos extre-
ca: Depresor del
mos “Delirium Tremens”
Sistema nervioso
(cuadro psicótico).
central.
Sobredosis: Pérdida de
Dependencia física:
Alcohol. conciencia, coma y
Sí.
muerte.
Dependencia psíquica:
Efectos a largo plazo:
Sí.
Síndrome de Korsakoff,
Tolerancia: Se desa-
cirrosis, cardiopatías, po-
rrolla rápidamente.
lineuritis, encefalopatías,
psicosis, desnutrición.

30
¿QUé hago con mi vida?

Sustancias Acción Efecto


Síndrome de abstinencia:
Cefaleas (dolores de
cabeza), vómitos, con-
Acción farmacológi- tracciones musculares y
ca: Depresor del calambres.
Sistema nervioso Sobredosis: Respiración
central. suprimida, alucinaciones,
Dependencia física: delirios, shock, coma,
Inhalantes (aero-
No existe consenso muerte.
soles, pegamen-
sobre su desarrollo Efectos a largo plazo:
tos, disolventes,
y severidad. Cuadros convulsivos,
éter).
Dependencia psíquica: síndrome cerebeloso,
Sí. neuropatías periféricas,
Tolerancia: Se desa- afectación renal (riño-
rrolla rápidamente. nes), lesión hepática
(hígado), pulmonar y car-
díaca, progresivo deterio-
ro psicológico y cuadros
de tipo psicótico.

Imagen © Ferny Lara

31
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Sustancias Acción Efecto

Síndrome de abstinencia: De-


presión, enlentecimiento
psicomotor, letargia,
irritabilidad, trastornos
del sueño, problemas de
coordinación, taquicar-
Acción farmacológica:
dia, vértigos.
Estimulante del
Sobredosis: Muerte por
Sistema nervioso
obstrucción respiratoria,
central.
arritmias o hemorragia
Cocaína Dependencia física:
cerebral.
Sí.
Efectos a largo plazo: Al-
Dependencia psíquica:
teraciones endocrinas,
Sí.
atrofia o necrosis del
Tolerancia: Sí.
tabique nasal, problemas
crónicos en las encías, al-
teraciones de la persona-
lidad, trastornos depre-
sivos, déficit de atención,
cuadros psicóticos.

Síndrome de abstinencia: Es-


tado de ánimo depresivo,
Acción farmacológica: fatigabilidad, trastornos
Estimulante del del sueño Sobredosis Cri-
Sistema nervioso sis paranoides, estados
central. de pánico, alucinaciones,
Anfetaminas
Dependencia física: palpitaciones, taquicar-
(speed).
Sí. dia, arritmias, hiperter-
Dependencia psíquica: mia, pérdida de concien-
Sí. cia y muerte.
Tolerancia: Sí. Efectos a largo plazo: Cua-
dros psicóticos, alteracio-
nes endocrinas, anorexia.

32
¿QUé hago con mi vida?

Sustancias Acción Efecto


Síndrome de abstinencia:
Ansiedad, irritabilidad,
tristeza, dificultad de
concentración, cansan-
Acción farmacológica:
cio, insomnio, estreñi-
Estimulante del
miento, dolor de cabeza,
Sistema nervioso
aumento del apetito.
central.
Sobredosis: Es difícil que se
Dependencia física:
Tabaco produzca.
Sí.
Efectos a largo plazo: Pro-
Dependencia psíquica:
blemas cardiovasculares,
Sí.
respiratorios, digestivos,
Tolerancia: Se desa-
del aparato reproducti-
rrolla rápidamente.
vo, dolores de cabeza,
vértigos, disminución de
la resistencia cuando se
practica deporte, cáncer.

Imagen © Paige Foster

33
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Sustancias Acción Efecto

Síndrome de abstinencia: De-


presión, enlentecimiento
psicomotor, irritabilidad,
vértigos, agotamiento,
sueño irresistible durante
el día, insomnio durante
la noche.
Sobredosis: Golpe de calor,
deshidratación grave,
coma, muerte, (especial-
Acción farmacológica:
mente si se mezcla con
Estimulante del
alcohol).
Sistema nervioso
Efectos a largo plazo: Adel-
central y alucinó-
gazamiento, debilidad,
Drogas de geno.
estado de ánimo ines-
síntesis (éxtasis, Dependencia física:
table, comportamientos
MDMA). Discutida.
agresivos, trastornos
Dependencia psíquica:
psicóticos, depresivos,
Sí.
enfermedades degenera-
Tolerancia: Discu-
tivas, angina de corazón
tida.
o infarto, edema pul-
monar, trastorno de la
coagulación de la sangre,
hemorragias cerebrales,
insuficiencia hepática
aguda (necrosis y muerte
celular por hepatotoxici-
dad), fallo renal agudo,
convulsiones y ataques
epilépticos, demencia.

34
¿QUé hago con mi vida?

Sustancias Acción Efecto


Síndrome de abstinencia:
Insomnio, ansiedad, tem-
Acción farmacológi-
blor y sudor.
ca: Depresor del
Sobredosis: Convulsiones,
Sistema nervioso
pérdida de conocimiento,
central .
Drogas de sínte- coma, muerte, (especial-
Dependencia física:
sis (GHB). mente si se mezcla con
Discutida.
alcohol).
Dependencia psíquica:
Efectos a largo plazo:
Sí.
Somnolencia, temblo-
Tolerancia: Sí.
res, vómitos, trastornos
psicóticos.

Síndrome de abstinencia:
Depresión, impulsos
Acción farmacológica: suicidas, violencia.
Depresor del SNC Sobredosis: Vómitos, riesgo
con propiedades de asfixia por enchar-
anestésicas y aluci- camiento pulmonar
nógenas. al aspirar los vómitos,
Drogas de sínte-
Dependencia física: parada respiratoria, fallo
sis (Ketamina o
No. cardiaco, pérdida de co-
especial K).
Dependencia psíquica: nocimiento, muerte.
Sí. Efectos a largo plazo: Ansie-
Tolerancia: Después dad, ataques de pánico,
de 3 semanas de trastornos psicóticos,
uso continuado. trastornos neurológicos
(parálisis temporales),
trastornos digestivos.

35
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Sustancias Acción Efecto

Síndrome de abstinencia:
Acción farmacoló-
No.
gica: Estimulante
Sobredosis: Trastornos psi-
y Perturbador de
cóticos graves (Esquizo-
Alucinógenos la actividad del
frenia), crisis de angustia
(L.S.D., Psiloci- S.N.C.
con ataques de pánico
bina, mescalina, Dependencia física:
agudos que pueden
setas, hongos). No.
conducir a la muerte o al
Dependencia psíquica:
suicidio.
Muy baja o Nula.
Efectos a largo plazo: Esqui-
Tolerancia: Sí.
zofrenia paranoide.

No olvidemos
Medicamentos. que también son
drogas.

Es preciso diferenciar las adicciones que se producen por el consu-


mo de substancias, legales o no, y las que se producen sin el consumo
de sustancias, en incremento hoy en día, de forma alarmante, tales
como el juego, el sexo, las compras compulsivas, el trabajo, las rela-
ciones afectivas, las emociones tóxicas, etc., Los medicamentos para
la gente que sufre depresión clínica pueden ser de una gran utilidad.
Pero estamos sobreutilizando los medicamentos psicoactivos, inclu-
yendo los antidepresivos, para el tratamiento de una reacción emocio-
nal que puede ser normal. Un fármaco se debe utilizar cuando se trata
de un caso depresivo clínico, cuando es una enfermedad y no un esta-
do anímico. Vivimos en una sociedad sobremedicada. No sólo para la
enfermedad, sino para sentirnos mejor. En EE. UU, por ejemplo, hay
100 millones de prescripciones de vicodin (codeína) al año. Y no es
el único opiáceo. La cantidad de medicamentos que se producen y se
prescriben en el mundo occidental es enorme, y ha estado aumentado
durante los últimos treinta o cuarenta años. Lo que podemos pensar es
que si esto no se controla va a seguir creciendo cada vez más.

36
¿QUé hago con mi vida?


“La droga es el producto
ideal...La mercancía defi-
nitiva. No hace falta lite-
ratura para vender. El cliente
se arrastrará por una alcanta-
rilla para suplicar que le ven-
dan... El comerciante de droga
no vende su producto al con-
sumidor, vende el consumidor
a su producto. No mejora ni
simplifica su mercancía. De-
grada y simplifica al cliente”.
WILLIAM S. BURROUGHS
Novelista, ensayista y crítico social estadounidense

37
2

Imagen © S. N.
Yo no
controLo
Imagen © O. B. Monkey
La verdad sobre la adicción

“La libertad consiste en poder hacer lo que se debe desear,


y en no ser forzados a hacer lo que no se debe desear”
(Barón de Montesquieu)

U
Una de las grandes verdades que encuentro en mi parti-
cular infierno adictivo es que se miente mucho. La adic-
ción se alimenta de falsedades y el consumo del deseo
de lo que debería producir ese consumo, está repleto de
espejismos falsos. Desde el propio cerebro adicto que engaña al sujeto
enfermo hasta las frases equivocas y mezcladas con verdades parciales
son enormes disimuladores de la gran realidad que se esconde en y
con el consumo. Existen mitos que todavía deben ser superados. Vea-
mos algunos de ellos, por ejemplo:

• Los adictos son malos, locos o estúpidos.

• La adicción es un mero problema de voluntad.

• Los adictos deben ser castigados para liberarlos.

• Las adicciones no pueden ser tratadas con medicamentos.

• La heroína no es peor que otras drogas.

• La adicción tiene que superarse de una vez.

• Debe haber un programa similar para todo tipo de adicción.

41
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

• No se debe obligar a nadie a buscar tratamiento.

• El alcohol combate el frío.

• Los que recaen en la adicción no se pueden recuperar.

• Las drogas aumentan la capacidad sexual.

• Los que usan drogas se divierten más.

• La adicción es una decisión no una enfermedad.

Todos estos mitos son falsos. La adicción se define como una en-
fermedad crónica y progresiva del cerebro desarrollada a través de re-
caídas y caracterizada por la búsqueda del uso compulsivo de drogas
o alteradores del estado de ánimo que, a pesar de las consecuencias
nocivas que presentan su consumo o su comportamiento, este hábito
se perpetúa, modificando la neuroplasticidad del cerebro. La adicción
se considera una enfermedad del cerebro porque las drogas, o los alte-
radores del estado de ánimo, cambian al cerebro: modifican su estruc-
tura y cómo este funciona. Estos cambios pueden durar largo tiempo
y llevar a comportamientos peligrosos en las personas que abusan de
las drogas. ¿Cómo se pasa de un consumo esporádico a un consumo
compulsivo? ¿En qué momento la droga deja de ser lo que era para
convertirse en un boomerang destructor absolutamente contrario a
lo que había prometido ese consumo en su luna de miel? Veamos mi
experiencia para entender las grandes paradojas que comporta la
vida adictiva.

Me encuentro sudoroso y agobiado, en la oscuridad de un hue-


co en mi extraña habitación, agitado por el miedo, la ansiedad y la
desesperación…. ¿Por qué, ¿Dios Santo, nos has hecho libres? ¿Por
qué…? ¿Por qué me siento culpable? ¿Comí yo del árbol prohibido?
¿Por qué, tras contraer ésta terrible adicción, me siento tan culpable?
Mi pareja está dormida, tras su rayita de coca propia del “consumo
responsable”. ¿Existe un consumo responsable? Las gotas de sudor
resbalan sobre mi cuerpo semidesnudo, en una hipervigilancia atroz y
peligrosa que roza un cuadro paranoide y psicótico. Han sido muchas
filas, muchos gramos. Sólo deseo masturbarme con miles de imágenes
pornográficas, que apenas podré recordar si salgo de ésta, si no se me

42
yo no controLo

para el corazón o si no presento un cuadro isquémico o mortal. “La


cocaína me está matando”. Pero, ¿por qué a mi pareja no? A unos sí
y a otros no. ¿Hasta qué punto somos responsables de nuestras enfer-
medades?

En el centro al que asisto, me dicen que sólo un porcentaje relativa-


mente “pequeño” contraerá la adicción, entre un 10 y un 20%. “Esa
palabra cruel que me esclaviza”. Adicción. He consumido tanto que
mi orina huele a cocaína pura. Casi ya no soy capaz ni de salivar, sin
embargo me siento excitadísimo, mis labios costrados por la ansiedad
no me dejan articular palabra. No puedo moverme y todo me asusta.
Vivo una hipervigilancia peligrosa y un bloqueo patognomónico y,
sin embargo, paradójicamente preparo otra enorme raya. Esta vez, si
puede ser más grande que nunca, mejor, siempre más grande. ¿Por
qué no puedo parar? ¿No entiendo que me puede pasar algo? Mi dis-
cernimiento está bloqueado y el sistema dopaminérgico alterado. Sin
poder tan siquiera encender la luz de un mechero porque me angustia
y con sigilo, para que no se entere la persona con la que intento vivir,
y a la que le gusta la “farlopa” (cocaína) tanto como a mi, y trato de
escapar sin percatarme de que la peor de las cárceles está en mi propio
cerebro y mucho más aún, en mi alma endemoniada. Mi colega code-
pendiente, “es muy responsable”. No comete semejantes locuras, no
es capaz de llegar tan lejos como yo, que no paro de autodestruirme y
que no puedo aceptar ni vivir un consumo esporádico. Este consumo
es mortal para mí pero placentero para mi pareja.

Pasado el tiempo, me cuesta entender las paradojas de la coca, las


traiciones de la droga. Acudo al “camello”, que, si puede dejarme un
par de gramos y no articular palabra, mejor. Porque sólo quiero escon-
derme, y rogar para que no salga el sol, y no tener que verme la cara
reflejada en el espejo, o en algún escaparate, marcada de deseo. Con
la única y solitaria luz del móvil, intento esnifar otra raya más, con el
nerviosismo propio de un delincuente o de alguien que está asesinando
la vida. Sólo quiero meterme más y más, y masturbarme. Pero no me
dejo, no me hallo, no me encuentro. No puedo hacerlo. Experimen-
to una disforia sexual de calibre indeterminado. Mi pareja me dirá,
cuando me recupere (si esa posibilidad existe,), que me acepte, que
acepte que me gusta, que sea coherente conmigo mismo. ¿Coherente?

43
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

¿Quién puede ser coherente con esto? ¿Los del consumo responsable,
son quienes la saben utilizar? ¿Quién controla este consumo?

Los trastornos sexuales, sociales y emocionales son más que evi-


dentes. La serotonina y la dopamina, neurotransmisores relacionados
con la líbido, el hambre, el sueño y el placer, están profundamente
alterados. Al cabo de cinco días ya, ¿podré tener una erección? Qué
extraño y paradójico resulta experimentar una excitación máxima,
pero sin erección. Las prostitutas están cansadas, porque trabajan mu-
cho para nada, aunque curiosamente, no les hago trabajar, ni siquiera
exijo mis derechos por lo pagado. Me vuelvo “bondadosamente bue-
no” con ellas, viviendo un nuevo trastorno, algo inusual pues normal-
mente la agresividad y violencia están más próximas a este estado de
intoxicación que lo que experimento con esta falsa bondad. La coca
me hace ser muy comprensivo con ellas. Estoy desquiciado, y ya no
puedo más. Hubiera sido cualquier cosa que me hubiese propuesto,
menos cocainómano. Eso no sé serlo, porque no sé drogarme y porque
nunca debería haberlo hecho.

¿Drogarse es voluntario? La aceptación, el dominio, el placer, el


champán de los dioses o el símbolo del éxito asociado a las drogas
nada tienen que ver con la realidad que he vivido. Os lo digo a voso-
tros, jóvenes que iniciáis esos viajes de la mano del boomerang de las
drogas de diseño, con la nueva Ketamina, o lo que se presente, os lo
digo a vosotros, padres, desorientados y confusos sobre el cómo ac-
tuar, os lo digo a vosotros, educadores que lidian un camino incierto
entre la escuela y el hogar. Os lo aseguro a todos, que no va a haber
nada igual. Ya no podréis encontrar jamás nada que se le parezca a un
mundo de consumo, tan químico y tan poderoso. No podréis olvidar
esa sensación, y os perseguirá, como un lobo hambriento, el resto de
vuestra vida. Queríamos ser felices y escogimos senderos equivocados.
Ahora bien, no todo está perdido.

Aprendo en mi espiral de dolor algo curioso. Los expertos me di-


cen: “No eres responsable ni culpable de lo que te ha pasado”. ¿Qué?;
Me pregunto muchas veces, no puede ser. “No, pero eres responsable
de tu rehabilitación”. Tardaré en entender esta lección pedagógica,
que tanto me recuerda al evangelio. Tras nueve años de lucha insufri-
ble, me encuentro rehabilitado y he vuelto a mi pequeña iglesia. He
44
yo no controLo

llorado de verdad, los echaba de menos, los quería, los necesitaba.


¿Me ayudarán? Quiero vivir. Quiero poder contar cómo es la otra
cara de la adicción y desmitificar un mundo lleno de falsedades y men-
tiras. El mundo de la paradoja, el mundo de la traición, el mundo de
la adicción. ¿Cómo es?

Fui educado entre el dinero de papá y las faldas de mamá. El pe-


queño de una familia de tres. Mimado y querido por todos, destacaba
en casi todo lo que me proponía realizar, yo era un chico muy nor-
mal, lleno de vitalidad y energía. Mi hermano mayor, al que adoraba,
pronto enfrentó el primer contacto con la epidemia de la heroína en
los 80, cayó sin remisión en ella, provocando un inmenso dolor en la
familia, como en muchas de entonces, y produciendo un gran vacío
en el joven feliz que yo era y que vivía sin aparentes problemas reales
pero que, sin saberlo, quizá ni siquiera mis padres, crecía inmerso en
un evidente déficit emocional, y al que muy pocas cosas se le negaban.

Todos los hombres somos víctimas de la concupiscencia, todos,


incluidos los mejores pastores y obispos, somos igual de carnales y
concupiscentes ante la desnudez de una prostituta que promete hacer
cosas con su sexo y con el tuyo desconocidas, y que son deseadas por
nuestra propia lascivia. No seamos hipócritas. ¿Cuál es la diferencia
entonces? Todos somos concupiscentes, pero no todos tomamos las
decisiones que yo equivocadamente tomé. Muchos se apartan de ese
camino y no lo alimentan ni en el pensamiento. Uno decide otra vida
y tiene consecuencias positivas, así de sencillo, pero yo decidí mal. La
concupiscencia es común a todos nosotros, la decisión de alimentarla
es personal. Nunca imaginé que caería en el infierno en el que mi
hermano había caído, porque desde mi catolicismo ingenuo, oraba
muchas veces suplicando la recuperación de mi hermano que, por
supuesto se produjo, gracias al estudio bíblico y a la incorporación a
las filas de una Iglesia que abogaba por un Dios misericordioso y por
un sistema de salud maravilloso. Ambos nos bautizamos juntos y la
historia de adicción de mi hermano quedaría atrás.

Al principio, nunca compré droga, siempre era invitado, a muy


pequeñas filas, más bien “puntitos” como se llamaban entonces, que
era de hecho muy poca cantidad y con la que se pasaba el tiempo muy
rápidamente. Le tenía especial respeto entonces al “Speed” (anfeta-
45
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

mina) porque me dejaba muy mal, muy arrepentido, aunque es más


económico y menos adictivo, y en cambio no parecía tener miedo a
la coca que era el “champán de las drogas de entonces”, mucho más
adictiva y peligrosa. Las noches curiosamente terminaban en algún
videoclub, alquilando alguna pelicula porno para terminar mi mas-
turbación entre los efectos del alcohol y del policonsumo, dato curioso
para entender las disforias sexuales y sociales que veremos después.
Al principio se consume esporádicamente, en fiestas especiales, na-
vidades, bodas, (como si a la droga le importara si es festivo o no), y
esto forma parte del engaño sibilino de negociar con el diablo y de no
seguir, en especial para los creyentes, los principios bíblicos que con
tanto cuidado y amor Dios ha dejado para nosotros y que además son
enormemente pedagógicos y de rabiosa actualidad.

Pronto comienzo a tomar mis primeras filas de coca, speed o lo


que hubiera. Recuerdo mi primera raya en casa de un compañero y
algunas que se tomaban en el mismo lugar de la residencia de mis pa-
dres, que no sabían nada. Yo experimentaba entonces una inocuidad
impropia de la ignominiosa crueldad que tiene la sustancia, usada de
esa forma. Al principio, no existía ningún tipo de hipervigilancia y
mucho menos timidez, todo lo contrario, locuacidad. Comenzaban las
mentiras entre el mismo entorno de consumo, limitado a momentos
de ocio sin presentar cuadros problemáticos. “Es que me encanta tío,
duermes, comes, cómo está de buena, tengo todo dormido, ¿quieres
un puntito? Qué vicio tienes, ¿cómo te gusta eh?” Nada de eso era
verdad. Gustan algunos de los momentos en los que se consume al
principio, pero nunca después, porque las sustancias psicoactivas in-
hiben el apetito y el sueño. Más la anfetamina, pero incluso el tabaco
no sirve para relajar nada, todo lo contrario. En ese inicio del viaje,
vivía inmerso en la espiral de la coca, muy cotizada y muy deman-
dada, como la droga de los ejecutivos, la droga de los “cultos y ricos”
mi droga. ¿Por qué el camino hacia el infierno fue tan vertiginoso?
Recapitulemos:

Estaba estudiando para ser pastor de iglesia o profesor de teología.


Algo que intenté después de veinte años obteniendo mi licenciatu-
ra finalmente y en la actualidad defendiendo mi doctorado en teo-
logía moral. Mi primera raya vino más tarde. Mi contexto cognitivo

46
yo no controLo

y emocional es deficitario en asertividad. No sé decir no y no quiero


decir no, no percibo los riesgos y vivo una baja autoestima. Estudio el
carácter de un Dios maravilloso al que amo profundamente, porque
viví la fuerza de la teología como nada en ésta vida. Mis notas fueron
ejemplares, especialmente en la asignatura de “Higiene y salud”, con
los principios marcados en mi corazón y siendo muy sincero al princi-
pio. En cambio, tiempo después, en mi vida práctica había sucumbido
ante el mayor de los caos, el cerebral, el límbico. Y entonces empieza
una vida no solo desordenada sino llena de dolores psicobiológicos.
El peso de la culpa inconsciente estaba allí. Me hice adicto a una ve-
locidad de vértigo, tal y como lo diagnosticaron en el centro de salud
mental donde estaría luchando tiempo después. Mi falsa bondad no
desaparecía con la droga, de hecho, no he dejado de ser bondadoso
nunca, excepto conmigo mismo. Pero el recuerdo constante de no ol-
vidar el infierno de haber caído, es algo que me pasará factura para
toda mi vida.

Un día, descubro algo extraño. En mi habitación empiezo a con-


sumir de forma compulsiva durante unas horas comunicándome con
un amigo a través de mensajes móviles, pero estando solo. Algo muy
extraño porque descubro que, misteriosamente, no podía parar de
consumir. Es la compulsividad. Me asusté a las horas siguientes y de-
cidí acudir a un psicólogo de la capital para preguntar mis primeras
dudas. Hace mucho tiempo de esto. Doctor: Consumo coca ¿soy adic-
to? ¿Qué me pasa? ¿Hay algo tan estúpido como consumir a oscuras
y mandar mensajes de “va me la meto, ¿y tú?” con un amigo que
supuestamente estaba haciendo lo mismo?

La adicción a la cocaína es sumamente peligrosa, es muy mentiro-


sa. Comenzaba a tener problemas, pero en mis primeras visitas a los
psicólogos, de los muchos a los que acudí, la conciencia del problema
real, brillaba por su ausencia. En algunos momentos sería incluso ex-
pulsado del tratamiento, puesto que percibían la falta de conciencia
de enfermedad. Sólo después de los consumos, es cuando me asustaba
y me veía inmerso en la otra cara de la “nieve”. Llegué a acudir a
asociaciones para adictos, quizá sin serlo todavía, y en uno de ellos fui
advertido de que no se permitía “jugar a los psicólogos”. Más tarde,
entendería esto. No es ningún juego. No sabía drogarme y no estaba

47
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

viviendo coherente con la verdadera intención de mi vida, pero claro,


tomaba decisiones equivocadas y la droga no entiende de corazones,
sino de hipotálamos, de cuadros sinápticos y de homeostasis. Sólo
Dios sería capaz de arreglar los renglones torcidos que poco a poco
estaban enterrando mi futuro y destruyendo muchos de mis sueños.

Sé por lo que he pasado. Mis deseos eran altruistas, bien intencio-


nados, pero existía un riesgo en cada decisión que tomaba y no sólo
vale el deseo por ayudar a los demás (que es lo que he hecho siempre
que he podido, pero equivocadamente). Hay que quererse y proteger-
se también a uno mismo. Debemos tomarnos muy en serio la labor
formativa y de prevención en el hogar y en la escuela pues nadie vive
exento de un problema de estas dimensiones. También la Iglesia y la
espiritualidad tienen su importancia para el creyente porque pueden
ser de gran ayuda.

La adicción, cualquiera de ella, acaba con la vida de inocentes,


especialmente los codependientes que giran alrededor del adicto y su-
fren verdaderos infiernos y que se encuentran cuestionándose si lo que
les ocurre es realmente lo que merecen. Acudía a diferentes psicólo-
gos, porque el tema del consumo digamos que me “preocupaba” pero
no era consciente de lo que estaba pasando en mi cerebro en realidad.
El camino de la adicción no es siempre el mismo en todas las personas,
difiere en cada una de ellas pero siempre se vuelve crónico, progresivo
y extremadamente peligroso. Aún se desconocen los efectos a largo
plazo de algunas decisiones y surge con fuerza la patología dual, en-
fermedades asociadas a consumos que aparecen a consecuencia de
este, incluso después de largos periodos de abstinencia.

De las relaciones que pudieron influir en mi enfermedad, rescato


alguna de ellas por ser significativas. Estaba muy colocado el día que
conocí a Esmeralda, que disfrutaba de su consumo en una discoteca
llamada “Pinar” con música electrónica y con el diseño propio de la
mezcla de estímulos que potencian el deseo de consumo y de diver-
sión. La que sería sin duda una de mis peores pesadillas, era ex-pros-
tituta, madre de tres hijos (19, 16 y 6 años) de dos padres diferentes,
uno desaparecido y el otro dueño de un club de alterne. Separada,
por maltratos de ambos padres, y disfrutando en Pinar, esa discoteca,
aunque ella tenía ya 40. Esa es la nueva amistad que persigo.
48
yo no controLo

Cegado por textos sacados de contexto (“Dios es amor” y el amor


todo lo puede, etc.,) y seguramente dañada la parte del raciocinio del
sistema límbico por el consumo, empiezo a enamorarme de una mu-
jer, luchadora, y enormemente maltratada por la vida. ¿Por qué elijo
éste tipo de relaciones? ¿Por qué escogemos a las personas que decidi-
mos amar? En aquella noche, que como tantas se volvían en días, yo
hablaba y hablaba con Esmeralda entre las rayas propias del contexto,
con la verborrea y las emociones irreales llenas de dopamina generada
de forma artificial. Esmeralda, que sabía mucho más de la vida que yo,
sabía estar y sabía ver la oportunidad. La llevé a su casa, sin intención
alguna por mi parte, pues yo era muy tímido a pesar de la cocaína (de
hecho, nunca pude con esa forma de utilizar el estimulante). Eso no
me caracteriza como buena persona sino como estúpido. Una vez se
hizo de día, empecé a sentir el típico arrepentimiento del “parar ya”
y del “que estoy haciendo” con lo que quise marcharme. En la casa
estaba su hija, y otras personas. Peligrosa la situación ¿no creéis?

Muy astutamente Esmeralda se había hecho con mi teléfono móvil


y ya sabemos que, en esas circunstancias, las amistades son artificiales,
el contexto y el entorno es producto de la droga. Entre otras cosas,
había visto a un joven incauto, perdido y con dinero en un mundo que
ella conocía muy bien y que sabía llevar por su agitada vida y por sus
circunstancias, distintas a las mías. Como podéis observar, se pueden
cometer graves pecados con las mejores de las intenciones. La relación
con Esmeralda y sus hijos, estando yo cada vez más desgastado, no
llegaría a buen fin, a pesar de oraciones e intenciones bien sinceras
nacidas en mi corazón. Como suele ocurrir, los débiles y bondadosos
son presa fácil del diablo.

Ante la creciente adicción que experimentaba, y el consecuente


dolor, no estaba dispuesto a terminar ni a continuar así. Tras los jue-
guitos con los psicólogos, llegó la hora de la verdad, y el tratamiento
hospitalario e incluso el ingreso se hicieron más que necesarios. No
podía más, no sabía cómo luchar y cada vez estaba más cansado, por-
que no hay nada peor que vivir de forma incoherente. Mi sueño era
de una manera y la realidad que vivía de otra. Debía escapar y debía
luchar por mi vida, por mi fe y por mi Dios, que nunca me había
abandonado, a pesar de lo que hubiera hecho.

49
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Decidí por mi cuenta ingresar en un centro de salud mental con la


estúpida idea de creer que yo podía luchar solo y no querer preocupar
a mi familia. Esa idea es la más irracional de todas las del proceso
adictivo. Solo uno no puede conseguirlo y necesita a la familia. Fueron
unos duros meses, y en una tarde de abstinencia, me encontraba en
casa cuidando del hijo pequeño de Esmeralda cuando ni ella ni nadie
más aparecieron por casa. Pasaron las horas y los días y nada. Me
preocupé. Al cabo de un tiempo regresó Esmeralda completamente
drogada y con gente desconocida, fuera de sí. Cuando apareció, y a
pesar de lo generoso que había sido mi comportamiento llamó a la
policía, y se puso a decir mentiras y a declarar que había sido víctima
de malos tratos por mi parte. “Tranquila amor, es la droga, no pasa
nada déjame ayudarte” repetía yo injustamente tratado, pero ese epi-
sodio de casi esquizofrenia de Esmeralda casi me lleva a la cárcel por
un periodo largo. Apareció la guardia civil y me llevaron preso justo
cuando sólo estaba intentando mantener mi abstinencia. Mi familia se
encargaría de mí desde ese instante y el tratamiento siguió adelante
y hoy me encuentro felizmente rehabilitado y alejado de esa relación
tormentosa.

¿Cómo conseguía la droga y cómo fue mi camino hacia el uso com-


pulsivo? Veamos los momentos anteriores a la adicción para compren-
der mejor mi historia.

Recuerdo muy bien todas mis etapas, desde mi pelo engominado


a lo Grease hasta mi peinado con raya al lado a lo Aznar, un políti-
co conservador. Recuerdo lo cómico que resultaba a veces. Era un
muchacho inmaduro y eso me supuso más de un disgusto, pero sin
embargo luchaba por lo que creía. La primera vez que me enamoré
fue de una chica americana a la que amé muchísimo. Nos conocimos
en Sagunto, un maravilloso entorno cerca de Valencia, mientras estu-
diábamos y fue una relación verdaderamente maravillosa al principio.
En esta relación no hay drogas. Ella era mayor que yo y pertenecía a
la cultura americana. En el colegio religioso en régimen de internado,
yo estudiaba la carrera de teología porque era mi gran pasión. Ella se
llamaba Yvette, y había venido a España a estudiar un curso de lengua
y cultura hispánica. En ese colegio, en régimen de internado Yvette y

50
yo no controLo

yo compartimos juntos esos bellos momentos de la primera juventud


donde se parece actuar con una energía e inocencia muy especial.

Al principio parecíamos una pareja impresionantemente feliz y así


me sentía. Hasta madrugaba para acompañar a Yvette a correr muy
temprano en la mañana casi sin salir el sol viendo el amanecer antes
de las clases para charlar, para hacer footing, actividades llenas de
vida. Recuerdo que alguna mañana me había quedado dormido e
Yvette venía al internado de chicos a despertarme, llamando mi nom-
bre por todas las escaleras con el lógico enfado que eso suponía para
los demás chicos que dormían plácidamente. Un entorno de felicidad
y de salud, un entorno espiritual y de paz. ¿Qué me pasaría entonces
para abandonar esta perspectiva?

Lo que quiero destacar con esto es la capacidad del ser humano


para afrontar los problemas y su deseo interior de alcanzar el éxito
frente a la adicción a la droga, uno de los peores infiernos en los que
un individuo puede verse envuelto. Existen innumerables engaños en
cualquiera de las adicciones a las que nos enfrentemos. El adicto pue-
de creer que por cesar el consumo durante un periodo de tiempo largo
han cesado algunos de los efectos nocivos que le han tenido esclavo
pero eso es cierto. El cerebro queda dañado de por vida, sensibilizado
a la sustancia.

Con el primer amor en acción, decido estudiar teología porque


siento un llamado muy especial y lo considero la vocación de mi vida,
para lo que me siento fuerte y motivado. Es entonces cuando ingreso
en el seminario de teología de Sagunto. Desde mi adolescencia quizá
demasiado ingenua, quería cambiar el mundo, quería contribuir a edi-
ficar la iglesia, y vivir de forma fiel a mi llamado. Quizá en esa época
percibí ya que el seminario pretendía fabricar pastores al estilo tradi-
cional, que todo lo que no se ajustaba a la imagen prefijada de como
tenían que ser futuros pastores no estaba del todo bien visto.

Algunos comportamientos, nada graves y sin ningún tipo de ma-


licia por mi parte, hicieron que el consejo directivo del seminario me
“invitara” a abandonar los estudios. Jamás responsabilizaré al colegio
de mi enfermedad ni a nadie, ni siquiera a mí mismo. Nadie quiere ser
adicto. Entendí perfectamente esa decisión Normalmente suelen ser

51
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

los “débiles” los que caen, quizá los que menos lo merezcan porque la
droga miente, y el que sabe lo que está mal, el que ha estudiado teo-
logía y el amor de Dios está en él, ese si enferma. Siempre agradeceré
a Dios por asistirme a pesar de mi adicción, que nunca debió ocurrir,
pero era inevitable. Incluso pensé que pudiera formar parte de “mi
rescate”. “En tu corazón he guardado tus dichos para no pecar contra
ti” (Salmo 119:11). ¿Qué hubiese ocurrido sin la mano de Dios inmen-
samente bueno e inmensamente justo?

Con la decepción de mi expulsión del seminario y la inmadurez es-


piritual, abandoné la Iglesia, y entonces comienza mi coqueteo con las
drogas. Primero como todos, los fines de semana, con conocidos más
que amigos, que inician su aventura y, experimento mi particular luna
de miel mientras dura el efecto estimulante y orgásmico del principio
de la mentira. Las primeras rayas duermen el paladar, me permiten
una locuacidad imposible de lograr de otra manera, me permiten sen-
tirme poderoso, dueño de mi placer, si bien siempre, absolutamente
siempre, yo experimentaba después un arrepentimiento involuntario
que acompañaba de falsas promesas y propuestas que no cumplía con
la desaparición del estado de alarma al pasar el tiempo. “No lo volveré
a hacer más” me decia. (Esto no es común en todos los consumidores
iniciales). Es un arrepentimiento del propio cerebro producido por la
amígdala, además del Espíritu. Nadie sabía nada, entre otras cosas
porque yo me ocupaba en exceso para que así fuera. No permitiría
hacer daño a nadie de mi entorno más cercano que tanto amaba,
aunque sin saberlo me estaba arruinando.

Volviendo a mi historia con Yvette, la americana, ¿recordáis? Fiel


a mis principios luché por ese amor difícil, con la ingenuidad y la
inocencia de un adolecente y me marché a EE.UU. muy a pesar de
los consejos que me daban desde el propio colegio sobre el riesgo de
esas relaciones que no siempre salen bien. Pero para demostrar que yo
no era un actor pasivo y que haría todo lo posible por vivir ese amor,
a pesar del riesgo que suponía tal acción, especialmente porque ya
me había golpeado alguna vez mi querida Yvette. Así que ante la de-
cepción de ese primer amor de vuelta en España y especialmente por
despecho ante el adiós a mis estudios de teología, comencé a esnifar
mis primeras rayas.

52
yo no controLo

¿Cómo sigue mi historia anterior a la adicción? Tras la decepción


de mi primer amor, conozco a una chica contraria a las drogas, muy
bonita. Se llamaba Nuria y sus padres eran traficantes. Lo descubrí
con el tiempo. De hecho, los padres de Nuria habían vivido en cárce-
les y habían deambulado de un sitio a otro de la geografía española.
Delitos de armas e incluso de sangre serían descubiertos por mí con el
paso del tiempo. Pero ellos decían que me adoraban y yo me dejaba
querer. Un error que demuestra la baja autoestima en la que vivía.
Quise ayudarles y no se me ocurrió otra cosa que vender cocaína a
mis amigos y darles el dinero a los padres de Nuria. No había ninguna
intención de ganancia en el tráfico para mí. Solo quería ser aceptado,
yo no consumía el género que vendía y todo el dinero obtenido lo de-
volvía, quizá así me sentiría querido. No veía aparentemente ningún
riesgo puesto que yo no consumía.

Como veis, al perfil que podéis ir descubriendo en mí, tan peligro-


so, impulsivo, bondadoso, etc., pero equivocado, hay que añadir que
el peligro de tener grandes cantidades de droga en casa para venderla,
aunque fuese sin ánimo de lucro ni de consumo, no era aconsejable.
No pasaba nada, de momento. La relación con Nuria no era muy
buena, pero yo me consideraba sufientemente inteligente, como para
saber que no había razones para el consumo y que no consumiría.
De hecho, el consumo nunca puede estar justificado. La cocaína no
entiende de esas cosas, son excusas que los adictos encuentran para
consumir. En mis primeras visitas a los psicólogos, de los muchos a los
que acudí, la conciencia del problema real, brillaba por su ausencia.
Sólo después de los consumos, me asustaba y veía la otra cara de la
realidad.

Nuria era la tercera de seis hermanos. Los dos más pequeños eran
gemelos. Siempre que acudía a buscarla a su casa encontraba que su
padre estaba en el sofá del salón. Siempre he sido muy observador y
claro eso no era muy normal. Le pregunté a Nuria a qué se dedicaba
su padre y la contestación era “camionero”, algo muy inusual que aca-
baría por descubrirse que no era cierto. Cuidé de los pequeños, ayudé
con mi ejemplar carácter altruista pero desprotegido a que la alegría
reinara en esa casa, pero al mismo tiempo descubría la verdad, y es

53
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

que estaba traficando por y para ellos y el miedo lógico de la violencia


penetraba mi inconsciente.

Mi padre, que estaba muy enfermo, tenía una fábrica de caucho


que era mi sostén económico añorando siempre de reojo mi preciosa
carrera de teología tan frustrante, tan deseada, tan buscada. Rubén,
mi hermano mayor, curado de la heroína se había enfrentado a la fa-
milia y quizá olvidando el “honrarás a tu padre y madre” había mon-
tado un negocio idéntico al familiar y competían ambos, mi hermano
y yo, como crueles empresarios. Esa fábrica sirvió de no muy pocos
favores a la familia de Nuria, con el paso del tiempo, que vivían del
tráfico de cocaína pero que no se notaba.

En Navidades recuerdo como me pasaban a escondidas para mi


diversión, una coca muy buena, cuando la “luna de miel” seguía y
desarrollándose la tolerancia a la sustancia. Me sentía muy valorado
y especialmente querido, sin darme cuenta de que era utilizado. Soy
de esas personas que nunca merecieron la adicción, porque no se co-
rresponde a la verdadera intención en mi vida, pero claro, he toma-
do decisiones equivocadas y la droga no entiende de corazones, sino
de impulsos eléctricos. ¿Cómo puede asi vencer alguien una adicción
mortal a la cocaína?

Poseo droga y trafico sin recibir nada a cambio excepto la posibi-


lidad de hundirme en la adicción en un tiempo relámpago, continúo
mi experiencia tratando de escapar de esa familia violenta que tanto
podría herirme. Sin embargo, me querían tanto, que no sucedió nada
de eso, cuando la relación con Nuria se rompió. Yo entonces lo tenía
todo, vivía en un chalet de nueve mil metros cuadrados y era joven.
Era inteligente, pero poco sabio y apto para el estudio, pero débil en
la vida, en cuanto a la asertividad y al derecho de decir no, algo tan
importante en el desarrollo de la personalidad, especialmente para
enfrentar la adicción.

Sabéis, el pecado no consiste sólo en hacer cosas malas, el peca-


do es una vida separada de Dios y muchas veces, las buenas “obras”
como las que pude haber hecho tratando de ayudar a Nuria y a su
familia, son en sí mismas un gran pecado, porque no consideran la
ley de Dios, ni el sentido común, y porque yo trataba de vivir por mí

54
yo no controLo

mismo y como consecuencia, los peligros a los que me enfrentaría


después me superaron.

En una noche de consumo ocasional y tras las típicas cenas de co-


nocidos del fútbol, porque era muy deportista y practicaba éste depor-
te en los equipos de pueblos próximos a mi ciudad, y de paso se sacaba
algún dinero, pues bien, en una de esas cenas, drogado hasta más no
poder, tendría lugar el inicio de una pesadilla. Es cuando conocí a
Esmeralda, de la que ya hemos hablado e inicié una nueva aventura,
que terminaría con mi percepción de la realidad, de querer ser el
Quijote de éste mundo y el solucionador de causas perdidas. La droga
es como una posesión diabólica tremendamente peligrosa. Viví un in-
fierno, pero Jesus y los estudios (que hoy prosigo como doctorando en
teología moral) me proporcionaron la esperanza y la ilusión para salir
adelante. Jesús es sencillamente maravilloso y su noticia de redención
escribe recto sobre renglones torcidos cuando se acepta la maravillosa
gracia que nos concede para vivir.

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Gabriella Fabbri

56
Los gritos
deL siLencio

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Tom Swillen

58
El infierno del consumo controlado

“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría”


(Salomón. Proverbios 3:13)

M
e parece conveniente que pincelemos muy brevemen-
te lo que es incuestionable del mundo que rodea a la
adicción y al consumo de drogas. Estas no van a des-
aparecer y por ello debemos aprender a vivir con ellas
lo cual no indica su aceptación. Los consumos de drogas siempre en-
trañan riesgos. No todos son iguales. No es lo mismo un consumo ha-
bitual que otro esporádico o experimental. Hay sujetos más vulnera-
bles que otros y los riesgos están también matizados por los contextos
en que se producen esos consumos.

Con sustancias
La verdad sobre el alcohol: El alcoholismo, aunque socialmente acep-
table, es una de las adicciones más endémicas conocidas. El alcohol es
una droga de las que más muertes causan. El etanol que es la sustancia
química activa en el alcohol, produce un efecto depresivo sobre el ce-
rebro y con el tiempo suele desarrollar dependencia

La verdad sobre el tabaco: Mortal. La nicotina es una de las sustancias


más adictivas conocidas. Muchas veces el síndrome de abstinencia que
sufren los adictos a la nicotina cuando dejan de fumar, es tan o más
incómodo que el síndrome de abstinencia de la heroína.

59
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

La verdad sobre la cocaína: La cocaína es una droga estimulante y


poderosamente adictiva. Las personas que la han probado describen
la experiencia como una euforia potente que les da una sensación de
supremacía. Sin embargo, una vez que la persona comienza a usar
cocaína, no se puede predecir ni controlar hasta qué punto continuará
usando la droga.

La verdad sobre la marihuana: Siempre produce efectos negativos, que


dependen de la concentración de la sensibilidad del cerebro para las
reacciones psicóticas. Puede producir un cuadro psicótico o paranoico
en cualquier persona en dosis suficientemente altas.

La verdad sobre el crak: Crack, es el nombre vulgar de un derivado de


la cocaína. El término crack es una onomatopeya que sugiere el ruido
que hacen las piedras de esta droga al calentarse por la evaporación
de la cocaína en base que contienen, al liberarse al mezclarse.

La verdad sobre el cristal y la metanfetamina: El Crystal Meth es una me-


tanfetamina altamente adictiva que estimula el sistema nervioso cen-
tral, provocando euforia y excitación. Le dicen Cristal por su forma
que parecen pequeños pedacitos de cristal blanco, aunque también se
puede presentar como un polvo blanco o amarillo. Es conocida tam-
bién como “Speed”, “met”, “tiza”, “hielo”, o “vidrio”. Asimismo, se la
llama “píldora del miedo” porque causa la suspensión de la concien-
cia y la noción de riesgos, o “Day of Birthday” (día de cumpleaños)
porque provoca un placer intenso que recuerda al día de nacimiento.
En los últimos 15 años, esta droga se hizo muy popular, y se convirtió
en una de las más adictivas ya que su consumo aumenta los niveles de
dopamina en el cuerpo entre 1000% y 7000% (el crack los aumenta
unos 350%).

La verdad sobre la heroína: La heroína es un polvo blanco o marrón o


una sustancia pegajosa negra. Proviene de la morfina, una sustancia
natural contenida en el capullo de la amapola o adormidera asiática.
Se suele mezclar con agua e inyectarse con una aguja, pero también
puede ser fumada o inhalada por la nariz. Todas estas formas de con-
sumir heroína la envían al cerebro muy rápido, lo que la hace muy
adictiva.

60
LoS gritoS deL SiLencio

Sin sustancia
La disforia sexual pornográfica: Se refiere a un conjunto de conductas
repetitivas y de carácter compulsivo dirigidas a mantener relaciones
sexuales, habitualmente con diferentes parejas, con el fin de satisfacer
un intenso y frecuente deseo sexual. Se calcula que un 6% de la pobla-
ción puede sufrir este trastorno.

El juego on-line y la ludopatía: Trastorno en el que la persona se ve


obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar,
de forma persistente y progresiva, afectando de forma negativa a la
vida personal, familiar y vocacional. Aunque en anteriores ediciones
del manual diagnóstico DSM había sido clasificado como un trastorno
del control de los impulsos, ha sido incluido finalmente dentro de la
categoría trastornos adictivos.

El trabajo compulsivo: Para los adictos el valor del trabajo es superior


a las relaciones con compañeros, amigos y familiares. Esta obsesión
por asumir más y más tareas, genera conflictos entre los trabajadores
y en la organización.

El comprador compulsivo y la Oniomanía: Afecta a quienes cuando tie-


nen algo de dinero no pueden evitar gastarlo, incluso en productos
que no necesitan. A veces compran cosas que no enseñan a nadie por-
que se sienten culpables por comprar de manera impulsiva. No existen
cifras de cuántas personas se encuentran en esta situación, pero fechas
como las navidades o las rebajas acentúan el problema.

Las nuevas tecnologías: Se trata de una agresión psicológica, sostenida


y repetida en el tiempo, perpetrada por la necesidad de contactar y
disfrutar contenidos obtenidos por medio de las nuevas tecnologías.

***

¿Cómo y por qué se produce una adicción? ¿Cuáles son


los factores que predisponen la vulnerabilidad a la en-
fermedad? ¿Por qué algunos la contraen y otros no?
Años atrás, el problema adictivo era considerado un problema del
“vicioso” que era un irresponsable. Hoy ya no se considera de esa
61
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

manera. Uno no es responsable de contraer la enfermedad (aunque


haya contribuido a ello) sino sólo de su recuperación. La adicción es,
en cierto sentido, como una pancreatitis o un cáncer.

Existen adicciones como el trabajo, la pornografia on line, etc., que


están mejor disfrazadas y no responden a estereotipos del pasado, ni
al consumo químico de sustancias, pero que actúan sobre el sistema
límbico de forma parecida. La información es útil, pero lo es mucho
más si la información es emocional, mucho más efectiva que si es sola-
mente intelectual. Todos pueden tener conciencia del efecto negativo
que tienen las drogas, pero esto no paraliza el consumo. Las historias
que más llegan a la gente, son las historias vividas. Para los adictos, la
empatía y compasión apartan un gran estímulo para avanzar.

En 1989 descubrí el libro la Historia de la salvación y conocí el poder


restaurador que tiene la gracia en el alma de quien la acepta. Conocí
la mejor manera de vivir que pueda existir, conocí los principios de
salud y bondad que aportaron otra dimensión a todos los aspectos de
mi vida. Descubrí las grandes verdades del evangelio, sus enseñanzas,
su poesía, la misericordia, el amor, el perdón, la redención, las grandes
verdades que nunca cambian. Conocí a Alguien que modificó mi vida
para siempre, que le dio una orientación distinta, alguien maravilloso
que me ha demostrado que tenía razón, que lo que decía él era cierto,
es real su existencia, su muerte, su ministerio, sus promesas, su resu-
rrección. Ese alguien es Jesús, El Mesías, El salvador del mundo, el
Salvador de mi alma. Considero que, entre todas mis experiencias, el
colegio y la teología me marcaron para siempre. Nada ni nadie puede
competir con la droga, pero Jesús es mucho más poderoso que cual-
quiera de los ataques que el enemigo ese ángel caído que “ha hecho
este mal” pueda inventar. La historia de mi vida es la historia de un
rescate.

Después de conocer a éste Jesús tan maravilloso me enamoré del


evangelio, le dediqué mi vida y trabajé para él. Yo quería habitar en su
presencia. Estudié Teología en Sagunto y fui misionero. Han pasado
muchas cosas desde entonces. A veces, el comportamiento humano no
tiene una explicación muy lógica y la vida lejos del Maestro es difícil
de sobrellevar, se vuelve confusa sin él. Desgraciadamente perdí el
rumbo y regresé al mundo de Egipto, al pecado, al mundo escéptico
62
LoS gritoS deL SiLencio

y cruel que abandona a su creador para centrarse meramente en in-


tereses egoístas. Perdí de vista a mi Jesús y sus enseñanzas. Aún hoy
me pregunto cómo pudo pasarme esto a mí, pero creedme que si no
estamos alerta también os puede pasar a vosotros. A partir de entonces
sólo he vivido desgracias y frustraciones, una tras otra. Me perdí en
mi propia imprudencia. Como me arrepiento, y por eso quiero dar mi
testimonio claro, directo, si puedo serviros de ejemplo, no consumáis
drogas o sufriréis, hacedme caso y tened cuidado con la nueva forma
de vida adictiva de hoy.

¿Puedo ser otra persona? ¿Puede alguien prescindir de


su historia?
Nacer de arriba es comenzar a vivir plenamente, los seres humanos
estamos marcados por la finitud y no nacemos totalmente vivos, al na-
cer de arriba alcanzamos la plenitud humana porque recuperamos la
dimensión espiritual que habíamos perdido. Al conectarnos a DIOS,
incluso los límites de nuestra vida pueden ser transcendidos.1 ¿Cómo
puede Dios cambiar al hombre respetando su libertad? El nuevo na-
cimiento no es algo que Dios me pide, es algo que Dios me da, como
repetía uno de mis profesores, el Dr. Roberto Badenas. Amigo lector,
necesitamos la ayuda de Dios para un milagro de tal calibre como su-
pone el de la reestructuración del cerebro. No se trata de un acto hu-
mano sino de una intervención divina. Como diría Reinhold Niebuhr:
“Dios danos serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar, valor
para cambiar lo que tendría que cambiarse y sabiduría para diferen-
ciar lo uno de lo otro”.

Lo he pasado muy mal, creedme, pero, parafraseando a Martín Lu-


tero, no podía impedir que los pájaros de la tristeza sobrevolaran mi
cabeza, aunque si he podido evitar que aniden en mi pelo. Con Dios
todo es posible. He aprendido algo de mi vida de pecado, he apren-
dido que una sola espina de experiencia vale por todo un desierto de
advertencias. Dios me lo había advertido. La Biblia dice que el que
crea estar firme mire no caiga (1 Corintios 10:12). Los únicos límites
de lo que pueda conseguir mañana son las dudas que tenga hoy.

1
Roberto Badenas, Encuentros (Madrid: Editorial Safeliz, 2000).

63
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Se necesita una estrategia y un plan específico para enfrentar una


adicción y volver a vivir. A lo largo del siglo pasado, los científicos que
estudiaban el abuso de drogas trabajaban bajo la sombra de mitos y
conceptos errados sobre la naturaleza de la adicción. De responsabi-
lizar al sujeto consumidor y no a la sustancia causante de la adicción,
posicionábamos al sujeto en un callejón sin salida en donde ni las
respuestas de la familia, ni de la escuela, ni de la religión eran apro-
piadas. Es entonces cuando la ciencia comenzó a estudiar el compor-
tamiento adictivo. Al principio se pensaba que las personas adictas a
las drogas tenían un déficit moral y escasa fuerza de voluntad, que no
querían cambiar estas personas puesto que si lo quisieran no consu-
mirían más. Esto es lo que se creía y enseñaba en niveles emocionales.
El abuso de drogas, tratado más como un fallo moral que como un
problema de salud, puso el énfasis en las acciones punitivas en lugar
de las preventivas y terapéuticas.

Hoy, gracias a la ciencia, nuestros puntos de vista y respuestas al


abuso de drogas han cambiado dramáticamente. Los descubrimientos
innovadores sobre el cerebro han revolucionado nuestro entendimien-
to de la drogadicción, permitiéndonos responder eficazmente al pro-
blema. Al igual que veíamos un corazón por dentro ahora podemos
observar un cerebro adicto. Hay médicos, pastores, abogados, profe-
sores, políticos que viven inmersos en conductas que facilitan el cami-
no hacia la adicción. Hay muchas clases de adicciones e innumerables
tipos de comportamientos adictivos que la sociedad necesita compren-
der. Existe un aumento en las nuevas adicciones del siglo XXI, y todos
podemos ser víctimas y culpables de contraer ésta enfermedad si no
se conoce bien y ante la que hay que responder con alternativas y no
combatirla con la fuerza de voluntad, que es estéril en ese campo.

¿Por qué la gente consume drogas?


La idea es que esas drogas producen una sensación placentera, y es
la razón número uno por la cual la mayor parte de la gente las toma.
Pero hay drogas que no dan un estado placentero. Aquí es donde en-
tran el LSD, el peyote o la mezcalina, que cambian la sensibilidad
sensitiva de tal manera que los estímulos son percibidos de manera
diferente, y eso da una experiencia diferente del mundo. Y hay gente

64
LoS gritoS deL SiLencio

que toma la droga por esa razón. Después, hay drogas como el ciga-
rrillo, que no necesariamente dan un sentimiento de placer de manera
inmediata. Pero lo que sí hace es permitir temporalmente concentrar-
se mejor, y puede pasar que alguien las consuma porque le ayudan
a pensar o a concentrarse mejor. Pero estas drogas, las llamadas de
abuso, con el uso repetido son las que pueden causar adicción. Y eso
incluye drogas legales e ilegales. Tenemos necesidad de clarificar las
cosas entre las que son malas y las no tan malas. Pero eso en drogas y
adicción es muy arbitrario, porque depende de cómo responde cada
persona. Por ejemplo, tomemos una considerada suave: la marihuana.
En los últimos años aumentó el número de gente adicta a la marihua-
na y aumentó significativamente el número que tiene reacciones psi-
cóticas a ella. No es que haya más gente tomando marihuana. Lo que
pasa es que el contenido de tetrahidrocannabinoide, la sustancia psi-
coactiva que genera la sensación, aumentó considerablemente. En los
80 el contenido era del 2%, y ahora tiene entre el 6% y el 8%. Por eso
es relativo el concepto de las drogas duras y blandas. Cada uno puede
tener una mejor o peor reacción frente a la droga. Otro ejemplo, el
alcohol. Es considerada suave y es legal. Pero si se tiene en cuenta los
antecedentes genéticos que lo hacen a uno vulnerable al alcoholismo,
se vuelve una droga peligrosa. Yo no esperaba ser vulnerable y arrui-
nar parte de mi vida.

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Miroslav Kostic

66
Querer no
es poder

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Abcdz2000

68
¿Cómo funcionan las drogas?

“El fruto del justo es árbol de vida”


(Salomón. Proverbios 11:30)

E
n el abuso de las sustancias o de los alteradores del estado de
ánimo prolongados en el tiempo y aumentados en la canti-
dad se desarrolla habituación al consumo o a la situación
repetida, y si a esto sumamos perfiles vulnerables y adicti-
vos que apoyen el desarrollo de la enfermedad entonces se da como
resultado la tolerancia. La adicción es una enfermedad, no es una
acción consciente del individuo, ya que nadie cree que va a ser adicto,
el adicto ha sido engañado, aunque haya sido advertido de los riesgos.
Necesita ayuda y necesita comprensión. No quiero dar la sensación
de eliminar la responsabilidad del sujeto adicto sino de comprender la
enfermedad adictiva. Nuestro cerebro no se desarrolló para consumir
drogas, aunque se diseñó para encontrar placer. Está optimizado para
asegurar la sobrevivencia del individuo y de la especie. La manera en
que se asegura que nosotros actuemos como tenemos que actuar para
sobrevivir es asociar las conductas adecuadas con la sensación de pla-
cer. Y esa sensación de placer crea una memoria que le va a hacer que
quiera volver a repetir esa experiencia, una y otra vez. Produce deseo
y nuestro cerebro está hecho para responder al deseo

69
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

¿Qué es el placer?
Es un concepto relativo, porque lo que es placentero en un momen-
to no lo es en otro. ¿Recordáis como pasé de una situación a otra? El
cerebro tiene la flexibilidad para mandar la señal de placer cuando sea
adecuado y oportuno. Esta señal es la dopamina.

Yo consumía en un principio muy poca cantidad que duraba mu-


cho tiempo. Después de desarrollar tolerancia a la sustancia, aunque
haya abandonado durante muchos años el consumo, consumiría un
gramo en muy pocos minutos. Poco tiempo y mucha cantidad. Necesi-
taba más intensidad para ya ni siquiera recibir los efectos que tenía al
principio de su consumo. Eso equivalía simplemente a autodestruirse
y pervertirse, pues las funciones psicomotrices están dañadas y el dis-
cernimiento perturbado, aunque no se consuma por años, o aunque
no se vuelva a consumir nunca más. Vivir una adicción es una muerte
lenta, nadie quiere semejante dolor, ¿por qué es tan difícil superar y
comprender las adicciones? ¿No debería bastar con eso?

Todos somos conscientes de los valores que rigen en nuestra socie-


dad. Y aquí tenemos que ser claros. Los medios de comunicación nos
van preparando para ese inmediato y placentero “futuro” de felici-
dad que creemos poder conseguir sin esfuerzo y de forma rápida. Nos
van familiarizando con un discurso que trata de imponer valores que
nos resultan ajenos a nuestra verdadera identidad y que no coinciden
con una moralidad sensible y solidaria. Muchas veces nos exponemos
ingenuamente a ese bombardeo sin más barrera que la pequeña dis-
tancia que nos separa de un televisor, de un aparato de radio, o de
una pantalla de computadora a través de la cual nos llega uno de los
medios más poderosos de la actualidad: Internet y su tecnosfera. Los
sentimientos afectivos y las emociones que están provocadas por estí-
mulos visuales, auditivos y olfativos se relacionan con el paciente, con
los objetos que se ven y con los acontecimientos. Es obvia entonces la
importancia de prevenir los riesgos de nuestra sociedad adictiva, espe-
cialmente con nuestros adolescentes, que son más vulnerables.

Es importante conocer la secuencia fisiológica que ocurre en el


cerebro cuando se consume cocaína. El mecanismo es muy similar al
de cualquier adicción. Elijo la adicción a la cocaína por ser una de

70
QUerer no eS poder

las sustancias más adictivas del mundo y una de las más complejas de
superar. Las secuencias de eventos sucedidos en el cerebro son pare-
cidos a los que se producen en el momento de la sensación de tener
hambre en la cual actúan los mismos neurotransmisores enviando la
información pertinente pero que, en el caso de la cocaína, cuando se
ha abusado se provocan cambios en los receptores (los que reciben la
información) a los que se adhieren, generando por repetición y habi-
tuación la adicción y el trastorno consecuente en el comportamiento.
Actúan alterando los niveles de serotonina y dopamina en el circuito
del placer del cerebro, el Acummbes. (Circuito de recompensa cere-
bral). La Cocaína aumenta también la dopamina existente (de forma
natural) y bloquea el mecanismo por el cual el organismo se deshace
del exceso de dopamina. Acumula y con el tiempo altera códigos.

Para entender mejor, yo vivía experiencias de placer cien veces po-


tenciadas de forma química. La idea es atractiva, imagina la situación
de mayor placer de tu vida y ahora multiplícala por cien veces, ¿no es
tentador el uso de esa sustancia si estamos diseñados para encontrar
placer? Desde luego, pero no olvidemos las consecuencias posibles de
esa decisión. Quizá todo me sea lícito, pero no todo me conviene (1
Corintios 10:23).

La compleja red de neuronas que constituye el cerebro humano re-


gula todas las actividades conscientes e inconscientes que sostienen y
motivan nuestra vida. En las neuronas del cerebro podemos distinguir
cuerpos celulares, los axones y las dendritas. Las neuronas pueden es-
tablecer varios tipos de conexiones sinápticas. En la descripción típica
de un impulso nervioso, éste comienza en el cuerpo celular y recorre
el axón hacia las terminaciones nerviosas. La llegada del impulso eléc-
trico provoca que las vesículas sinápticas se fusionen con la membrana
externa de la célula y echen su carga de neurotransmisor dentro de la
hendidura sináptica. Como podéis ver, alterar de esa forma química
todo un sistema de recompensas y refuerzos negativos es por sí mismo
un riesgo, una aventura, una locura. ¿No os parece que la transmisión
de información en el cerebro es un asunto de vital importancia?

Existe una zona especial en el cerebro, dentro del sistema límbico


que resulta clave para las sensaciones sexuales, del apetito, la locua-
cidad, el placer, etc., Es una zona de discernimiento y de juicio y es
71
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

extremadamente sensible a los cambios. Cuando se produce la ingesta


de alguna sustancia nociva, o bien, cuando nuestra vida no es acorde
a una coherencia estructurada sana, nuestros niveles de dopamina y
serotonina se encuentran desequibrados. La calidad de vida no se en-
cuentra en los excesos ni tampoco en la escasez. El equilibrio homeos-
tático es algo necesario. Es tremendamente peligroso, aunque no se
contraiga la enfermedad de la adicción, el probar drogas aunque sean
legales y del mismo modo es potencialmente enfermizo no vivir una
vida coherente con lo que uno cree “La adicción supone un estado
caracterizado por la necesidad física imprescindible de una adecua-
da cantidad de drogas en el organismo para el mantenimiento de la
normalidad del mismo, llegando la dependencia hasta tal punto que
la ausencia de la droga provoca en el mismo una serie de trastornos
mentales o físicos que forman lo que se denomina síndrome de abs-
tinencia”. La sensación de bienestar, euforia, placer, seguridad, etc.,
que la droga causa es artificial y poco duradera. Si sólo tuviese esas
consecuencias, la cocaína no sería tan peligrosa. Pero las cosas no son
tan sencillas.

Quien conozca a una persona que consuma habitualmente cocaína


desde hace tiempo habrá comprobado cómo la misma cantidad de
droga no produce las mismas sensaciones ni efectos en comparación
con las primeras veces que se consumía. Es lo que se conoce como to-
lerancia: cada vez se requiere una mayor cantidad de droga para obte-
ner los mismos efectos. Lo que ocurre es que el cerebro se acostumbra
a cantidades de dopamina anormalmente altas. Entonces, cuando el
usuario deja de consumir, la cantidad de dopamina resulta escasa, por
lo que el individuo se ve obligado a seguir consumiendo. Yo experi-
menté esta evolución.

Recuerdo una noche en un hotel, no por placer sino porque el ais-


lamiento es ya una necesidad en los niveles de adicción en los que me
movía en esta época. Ya la droga no significa socialización, locuaci-
dad, placer, belleza, verborrea, etc., Compré al principio tres gramos
de cocaína, para ver pornografía por internet mientras se consumen
rayas y rayas sin parar. Ese es el destino de tanto dinero y el objeti-
vo del consumo disfórico, es decir, anómalo, cruel, absurdo, estúpido,
pero absolutamente real. A esto me ha llevado la adicción, a esta ma-

72
QUerer no eS poder

nera de autodestrucción, a esta extraña manera hedonista de perder-


me en mi propio vómito.

Los adictos a la coca, tienen (paradójicamente) menos dopamina


de lo normal en la ruta mesocorticolímbica. Sería como un efecto
rebote. Para “funcionar” requieren cada vez más droga. Pero no para
funcionar con normalidad, sino para funcionar dopaminérgicamente.
Es decir, que consumir no les permite hablar, moverse, articular mo-
vimientos sino todo lo contrario, se bloquean y sin embargo parecen
necesitar del consumo porque de lo contrario (al suprimir el consu-
mo), el cerebro no dispone de la suficiente dopamina en las sinapsis,
lo que se traduce en un síndrome de sensaciones opuestas al placer:
depresión, fatiga, desánimo, etc. Esta situación se conoce como síndro-
me de abstinencia.

Las drogas son esas sustancias que tiene mayor posibilidad de des-
ajustar el termostato. Hay personas que pueden consumir cocaína
cada seis meses sin ningún problema. Pero a otras, con cierta vul-
nerabilidad genética, estímulos naturales como la comida pueden
desajustarle el termostato, y se vuelven comedores compulsivos, que
nunca se sacian. Lo mismo ocurre con el sexo. Hay gente que tiene
una compulsividad sexual en la que nunca hay una sensación de sa-
ciedad. En ellos se ha desajustado el termostato. Cuando el consumo
es esporádico (una vez al mes o cada más tiempo), las concentraciones
de neurotransmisores se reajustan en muchos de los casos, sin secuelas
notables, aunque depende del estado mental de la persona en cuestión
y de otros factores (como la adulteración, el consumo añadido de otras
sustancias, etc.). Es como una ruleta rusa, no puedes saber si te pasará
a ti la posibilidad de un infierno adictivo. Sin embargo, con mayor
facilidad de lo que pueda parecer, la agradable sensación de bienestar
es tentadora y suele animar a repetir. No olvidemos que, la cocaína
es de una de las drogas más adictivas de modo que el mero hecho de
probarla incluye un riesgo elevado para nuestro cerebro y, por tanto,
para nuestra salud.

Los estudios genéticos están aportando información crítica sobre


cómo la herencia influye en el riesgo de la adicción a sustancias psi-
coactivas, incluyendo la cocaína. Por eso apelar a la fuerza de volun-
tad del sujeto adicto para solucionar una enfermedad con predisposi-
73
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

ción genética es cuestionable. Los científicos han podido observar los


cambios cerebrales que resultan de la exposición crónica a las drogas
o que ocurren cuando una persona adicta se ve expuesta a “señales”
asociadas a las drogas, que pueden desencadenar un deseo vehemente
por la misma y dar lugar a una recaída. Al realizar un mapeo genético
de las regiones del cerebro encargadas de los efectos diversos de la
cocaína, las nuevas tecnologías están ayudando a identificar nuevas
estrategias en el tratamiento de la adicción a la cocaína. Culpabilizar o
apelar a la voluntad del adicto tiene poco efecto. No quieres dejarlo, y acabas
con las familias enfrentadas, padres e hijos, todos acusándote de no
tienes fuerza de voluntad, ¡eres un vicioso! Sin embargo, descubrimos
que la herencia y la genética predisponen a un sujeto para volverse adicto. Algu-
nas personas tienen una pequeña mutación en su ADN que les predis-
pone a la adicción a la cocaína una vez que la prueban. La fuerza de
voluntad tiene otro campo de actuación.

¿Recordáis por qué yo estaba excitadísimo y quería masturbarme,


pero no podía? La cocaína, el alcohol, las drogas que actúan sobre el
sistema límbico y más en concreto sobre los circuitos de recompensa
del placer bloquean la recepción de diferentes neurotransmisores de
modo que se producen alteraciones que al principio no resultan graves
en cuanto a su recuperación, aunque exista el riesgo de la isquemia
o del infarto, es decir, el riesgo de muerte desde la primera raya. Con
el abuso prolongado, que yo viví, el discernimiento entre el placer y
su consecución está absolutamente desorientado, y por eso pude sen-
tirme muy excitado pero no experimentar ninguna erección o bien,
gastar sumas muy altas de dinero por intentar realizar una actividad
sin poder llevarla a cabo, en definitiva, comportamientos anómalos
que de otra manera no se sucederían y que algunos de ellos pueden
acabar en daños a terceros, o comportamientos cuyas consecuencias
serán para toda una vida. Es lo que se conoce con el nombre de disfo-
ria social, sexual, laboral, personal, etc.,

Si una droga se consume es porque produce efectos placenteros en


quien la toma (por lo menos en un primer momento). Eso es innega-
ble; y también lo es, pese a quien pese, que puede producir adicción.
No siempre se creyó que esto era así, por ejemplo, con la cocaína, cuya
adicción no se supo anticipar, al igual que hoy que tampoco se están

74
QUerer no eS poder

percibiendo las nuevas adicciones del siglo XXI sin sustancia como
peligrosas, en donde la inocuidad aparente contrasta con los cada vez
más casos de pérdida de identidad que van apareciendo. Ya que la
cocaína es una droga extremadamente adictiva, es muy difícil que una
persona que la pruebe pueda predecir o controlar hasta dónde conti-
nuará deseándola o consumiéndola. Así mismo, si la persona se vuelve
adicta, el riesgo de recaídas es alto aún después de periodos largos de
abstinencia.

De acuerdo con algunos estudios recientes, durante periodos de


abstinencia del uso de cocaína, el recuerdo de la euforia asociado con
su uso, o solamente una referencia a la droga, puede disparar un deseo
incontrolable de consumirla y terminar en una recaída. La cocaína se
suele consumir repetidamente y en dosis cada vez mayores (en “bin-
ges”), lo que puede conducir a un estado de irritabilidad, inquietud
y paranoia e incluso puede causar un episodio total de psicosis para-
noica en el que se pierde el sentido de la realidad y se sufre de aluci-
naciones auditivas. Pongamos un ejemplo, relacionado con el amor:
si se enamora de alguien, no se puede separar, y es por pura química.

¿Cuáles son los neurotransmisores más destacados?


Veamos una pincelada muy breve. Los neurotransmisores más des-
tacados son:

ACETILCOLINA. (Descubierto en los años 20). Interviene en las


conexiones entre nervio y músculo. Se desconoce mucho sobre él.

NORADRELINA. (Descubierto en los años 30). Transmisor de los


nervios del sistema nervioso autónomo que intervienen en las situacio-
nes de emergencia. Subida de la tensión arterial, presión sanguínea,
etc.

DOPAMINA. (Descubierto en los 50). Importante en la actividad


motora. La destrucción de las neuronas dopamínicas causa rigidez y
temblor en la enfermedad de Parkinson. En otras zonas del cerebro su
bloqueo explica los tratamientos anti esquizofrénicos.

75
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

SEROTONINA. Un neurotransmisor que regula muchas funcio-


nes, incluyendo el estado de ánimo, apetito, la percepción sensorial.

ENCEFALINAS. Compuestas de dos péptidos, cada uno de los


cuales contienen cinco aminoácidos. Actúan sobre los opiáceos. Imi-
tan sus efectos.

GABA. Se opone a la excitación de las neuronas. Es un inhibidor.


Transmisor predominante del cerebro.

ACIDO GLUTÁMICO. Uno de los principales aminoácidos del


metabolismo general. Aún no se conocen drogas que interactúen con
él.)

HISTAMINA. Regulan conductas emocionales.

***

La adicción a la cocaína es una enfermedad compleja que involucra


cambios biológicos en el cerebro, así como innumerables problemas
sociales, familiares y del entorno del adicto. Intento compartir mis si-
tuaciones cotidianas, pero antiguamente no podía demostrar si lo que
he vivido era cierto o realmente quería engañar para consumir más y
mejor. En la actualidad en cambio, mediante el uso de una tecnología
muy avanzada, los científicos pueden observar los cambios dinámicos
que ocurren en el cerebro en el momento en que el individuo usa la
droga. Ellos pueden ver los diferentes cambios en el cerebro cuando
la persona experimenta diversos momentos anímicos como el “high”
o el “craving” y, finalmente, el deseo por la cocaína. También pueden
identificar las partes del cerebro que responden cuando el adicto a la
cocaína ve u oye los estimulantes ambientales que disparan los deseos
por la cocaína. Eso ha abierto las puertas de la comprensión y de la
esperanza y ha facilitado un camino mejor para ayudar al adicto y
entender las adicciones con y sin sustancias.

¿Qué hizo que me volviera adicto?


¿Cuáles son los factores para que enfermara yo y no Esmeralda,
por ejemplo? Al igual que como cualquier otra enfermedad, la vul-
nerabilidad a la adicción difiere de una persona a otra. En general,

76
QUerer no eS poder

mientras más factores de riesgo se tienen, mayor es la probabilidad de


que el consumo de drogas se convierta en abuso y adicción. En cam-
bio, los factores de “protección” reducen el riesgo de desarrollar una
adicción. Una buena educación asertiva es clave en la infancia.

No hay un solo factor que determine que alguien se vuelva droga-


dicto. El riesgo total de volverse drogadicto es afectado por la constitu-
ción biológica de la persona, pudiendo verse influenciado por el sexo o
la etnia de la persona o por la etapa de desarrollo en que se encuentra
y por su entorno social (por ejemplo, las condiciones en el hogar, en la
escuela y en la comunidad). Los científicos creen que los factores gené-
ticos, incluyendo la influencia del medio ambiente constituyen entre el
40% y el 60% de la vulnerabilidad a la adicción. Los adolescentes y las
personas con trastornos mentales tienen mayor riesgo para el abuso de
drogas y la adicción en comparación con la población en general. Un
buen apoyo del hogar, de la escuela y de la iglesia, para el creyente,
es un buen soporte educativo preventivo. Esto no va a evitar siempre
el fracaso en nuestra lucha contra este drama, pero puede darnos una
buena base de defensa y una excelente orientación en la sociedad.

Por lo general, la decisión inicial de consumir drogas es voluntaria.


Sin embargo, cuando el consumo se convierte en abuso de drogas, la
capacidad individual para ejercer el auto control se vuelve sumamente
deficiente. Los estudios de imágenes del cerebro de los drogadictos
muestran cambios físicos en áreas del cerebro esenciales para el jui-
cio, la toma de decisiones, el aprendizaje, la memoria y el control del
comportamiento. Los científicos creen que estos cambios alteran la
forma cómo funciona el cerebro y pueden explicar los comportamien-
tos compulsivos y destructivos que resultan de la adicción. Tal como
ocurrió en mi caso.

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © J. Boontje

78
un viaje aL
infierno

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Tom Swillen

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Las drogas destruyen la creatividad

“Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las
cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna”
(Pablo. 1 Corintios 10:23)

Q
uerido lector: ¿Cómo saber si tu esposo, tu hijo, tu alum-
no, consume drogas? Algunos de los factores que expo-
nemos a continuación no tienen por qué ser exactos
y además debemos considerar que se pueden originar
también por otros problemas que no tienen que ver con la adicción,
sin embargo, son indicadores que nos pueden ayudar para saber algo
de lo que ocurre en nuestro entorno o incluso lo que pasa con nosotros
mismos.

• Cambios repentinos de la personalidad o excesos de mal humor


sin explicación de causa aparente.

• Notable caída en el rendimiento escolar o abandono de los estu-


dios.

• Alejamiento de la compañía de otras personas.

• Pérdida de interés en las actividades favoritas, tales como depor-


tes y hobbies.

• Aumentos de infracciones de tránsito.

81
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

• Incorporación a un nuevo grupo de compañeros

• Recepción de llamadas telefónicas de personas desconocidas.

• Aumento de conflictos y peleas en el seno de la familia.

• Excesiva hostilidad para con los demás.

• Ojos enrojecidos.

• Presencia de instrumentos necesarios al consumo de drogas: sos-


pechosa aparición de comprimidos, frascos de colirio, jeringui-
llas, jarabes y envases de medicamentos.

• Acentuadas alteraciones en el apetito.

• Falta de motivación, incapacidad para cumplir con las responsa-


bilidades.

• Distracción injustificada, risas excesivas.

• Actividades antisociales tales como mentir, robar, faltar al cole-


gio, etc.

• Cambios negativos en los hábitos de higiene y en la alteración de


la apariencia personal.

• Actitudes furtivas o impulsivas, uso de gafas o anteojos obscuros,


aunque no haya exceso de luz.

• Uso de camisas de mangas largas incluso los días calurosos.

• Reacciones defensivas cuando se mencionan las drogas y el alco-


hol en la conversación.

• Aumento de la fatiga e irritabilidad, sueño interrumpido.

• Desaparición de dinero u objetos de valor.

• Falta de expresión en el rostro, monotonía en la voz.

• Uso de los equipos de sonido a todo volumen y cambio del día


por la noche.

82
Un viaje aL infierno

• Afecciones bronquiales y otros problemas de salud.

• Depresión emocional, frecuente mención del tema del suicidio.

• Aliento alcohólico o de olor extraño.

• Confusión sobre el lugar, hora y día.

• Crisis de miedo o temor exagerado.

• Insomnio.

• Tos crónica.

• Apariencia de borrachera.

• Dificultad para coordinar los movimientos.

• Aspecto somnoliento o atontado.

• Congestión en nariz y garganta.

• Hablar mucho sin parar.

• Temblores.

• Excesiva calma o lentitud.

• Crisis de risas inmotivadas.

• Hablar traposo o en voz alta. Lenguaje incoherente.

• Nauseas.

• Excesivo dolor de cabeza.

• A veces oye, ve o siente cosas que no existen son algunos indica-


dores de alerta.

Para ciertas personas las drogas y el consumo representan placer,


libertad, éxito, poder, dominio. Hay que hacerles ver a los jóvenes que
ese concepto que tienen de la libertad, básicamente, es consumir una
droga que daña el cerebro en las zonas vinculadas con la voluntad. De
tal manera que se va a volver un ser esclavizado y repetitivo. Entonces

83
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

lo que como rebelde se quiere romper, se va conseguir precisamente lo


contrario, y convertirse en un ser predecible.

Romper el funcionamiento natural del cerebro entraña un riesgo


muy elevado de perder el significado de la vida y el verdadero placer
por existir. Porque las drogas aumentan la dopamina de manera más
directa, potente y eficaz que cualquier otro estímulo fisiológico. La
cantidad de dopamina que se aumenta al consumir cocaína es mayor
que al tomar por ejemplo el mejor de los chocolates. Como el cerebro
no se hizo para recibir esas concentraciones de dopamina, esos cam-
bios tan profundos, al generarse una respuesta más allá de la fisiología,
inmediatamente el cerebro inicia cambios para adaptarse. Es lo que
se llama homeóstasis.

Las drogas que generan más muertes son el alcohol y la nicotina.


¿Por qué? Porque son las más accesibles y las más utilizadas. Al ser las
drogas legales, el consumo se dispara. Lo que se sabe es que cada uno
de nosotros trae consigo una carga genética, sobre la que no tenemos
ningún control, que nos da diferentes vulnerabilidades a la adicción
a las drogas. Entonces podemos decidir fumar dos o tres cigarrillos
de marihuana al año pensando que no nos va a pasar nada. En esos
largos años de tratamientos conocí a muchos tipos de adictos a drogas
y nunca encontré a nadie que haya empezado a consumir pensando
que se iba a volver adicto. Empezaron pensando que no les iba a pasar
nada, hasta que terminaron volviéndose compulsivos. Hay personas
no adictas que mueren por una sobredosis, al probarlas incluso por
una sola vez, lo que tiene que ver con la vulnerabilidad de cada uno,
sea a la adicción, o a los efectos de las sustancias.

Es importante la edad a la que se empieza a consumir o a expe-


rimentar problemas adictivos. Esto se ha documentado para la mari-
huana, la nicotina y el alcohol: cuanto más joven se empieza mayor
es la posibilidad de volverse adicto. ¿Podemos hablar de las distintas
fases de dependencia? ¿Las experimenté en mi enfermedad adictiva?

84
Un viaje aL infierno

Fases
ENAMORAMIENTO. Nuestras experiencias primeras con la sus-
tancia. Nos marcan sin saberlo de forma positiva si la experiencia es
muy agradable y si no, nos marcan de forma negativa.

LA LUNA DE MIEL. Nos volcamos hacia la experiencia vivida en


busca de placer, diversión, alivio, paz. Como creemos seguir obtenien-
do efectos positivos y pensamos que será así siempre.

TRAICIÓN. La droga se vuelve en nuestra contra produciéndonos


extrañas y paradójicas consecuencias negativas.

EN LA RUINA. Tras efectos muy negativos, tratamos de recuperar


la luna de miel incrementado dosis y negando una realidad que nos
parecía imposible, inviable y porque a no todo el mundo consumidor
le ocurre.

APRESADOS. Cuanto más luchamos con la fuerza de la voluntad,


más caemos en sus garras. No podemos salir y no lo haremos solos,
nunca. Se precisa una intervención exterior urgente.

***

Adicto
Escribo en una de mis libretas:

“Son tantas las veces, que he prometido no consumir y al final casi


inexplicablemente acabé consumiendo. No lo puedo creer. Dilapidé
mi fortuna, no porque me hiciera falta para comprar droga, sino por-
que me estaban robando en mi casa, las personas que inconsciente-
mente llamé (prostitutas) y porque no tenía voluntad ni juicio, porque
en realidad yo veía desaparecer la droga y el dinero. No tenían que
trabajar ni seducirme, era tan estúpido y estaba tan bloqueado que
perdí mi dinero y mi vida. Cocaína y destrucción. No me lo pude
creer. ¿Era eso justo? Yo me lo busqué, pensaba. Al día siguiente dejé
un testimonio en mi mesa: me despediría con un tiro en la cabeza”.

85
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Muchas veces cogía mi coche y me iba a consumir solo a casa.


Comparado con el de otra gente, mi consumo era mínimo, al princi-
pio: dos gramos una o dos veces por semana. Nunca más que eso. No
me gustaba ninguno de los efectos que me producía, y, para quitárme-
los, bebía alcohol, caía derrotado en la cama y me levantaba al segun-
do, pero no podía dormir ni quedarme quieto, ni tampoco moverme.
El insomnio era lo más normal, pero el insomnio paranoide. Llegó un
momento en el que, parecía que a propósito me estaba haciéndome
daño con esto. No aguantaba más y la única forma que encontré de
seguir y no pensar más era cuando debía enfrentar la decisión de con-
sumir o no, era dejándome arrastrar por la coca y el alcohol. Cuando
me quise dar cuenta, mi viaje era cada vez más doloroso.

Llega un momento en que ya no sabes por qué consumes. Unos


dirán que para divertirse; otros, que, para trabajar mejor, para no
dormir, para tener relaciones sexuales, como reacción a una sociedad
que es un asco, porque los dejó su chica, etc. Un sin fin de aparentes
motivos, pero la única verdad es que, en estos niveles, consumes por-
que eres adicto, no sólo psicológicamente, también biológica y fisioló-
gicamente. Tienes deseos, aunque sepas a lo que te expones, aunque
la vida de tus hijos estuviera en peligro. Dependes de la droga. Tu sín-
drome de abstinencia es cerebral. Te autoengañas y engañas a todos a
tu alrededor para conseguir lo único que crees necesitar: más cocaína.

Mucha gente que hoy consume no tiene ni idea de que, quizá, ya es


adicta y de que una parte de su vida ya está afectada. “Qué me están
contando. Eso será con la heroína; mi cuerpo no me pide cocaína. Yo
consumo porque quiero”. Pues no es cierto. Por eso para mí es impor-
tante que se conozca la verdad sobre la adicción.

Los cocainómanos tenemos dañada una parte del cerebro de por


vida. Ese daño, no se sabe si preexistente o determinado por el consu-
mo, marca una predisposición a la droga mucho mayor que en otras
personas, y es lo que te hace adicto, porque la única zona cerebral
capaz de gobernar la impulsividad del núcleo accumbens es la prefrontal,
cuyas funciones (evaluar consecuencias, medir riesgos, discernir, juz-
gar) son anuladas, adormecidas por el alcohol y el hachís: si bebes o
fumas un porro, tu impulsividad no encuentra frenos y, si alguien te
pone una raya delante, es casi imposible que te contengas, por muy
86
Un viaje aL infierno

mentalizado que estuvieses en no ponerte. Por eso es muy importante


considerar el policonsumo, atajar de raíz toda sustancia o estímulo
adictivo dañino. Es muy extraño que un adicto solo consuma una sus-
tancia o en las adicciones sin consumo no haya varios estímulos direc-
tos e indirectos relacionados.

En mis largos periodos de lucha, pasé momentos de abstinencia y


alguna vez salía con gente del trabajo que no consumía. Una noche
me relajé y me permití una copa. Vi una raya ante mí y no lo dudé.
Es como si fisiológicamente fuera compulsivo. Puedo contar muchos
ejemplos de compulsividad. Recuerdo sacar de un cajero el máximo
de dinero permitido en un día y, a las 11.30 de la noche, cambiar mi
móvil a un gitano de Las Barranquillas por droga (no podía aguantar-
me 30 minutos a que cambiara el día para sacar más dinero.)

La cocaína es tan mala y su poder sobre ti tan fuerte que no estás


tranquilo hasta que la tienes encima. Llevarla en el bolsillo te produce
casi los mismos efectos que el primer tiro, (raya, esnifada). La tienes
y tu ansiedad baja pero la hipervigilancia sube. Es la sustancia más
difícil de dejar, y uno de los mayores engaños que tu cerebro utiliza
para seguir consumiendo es hacerte ver que no tienes un problema,
o que no es tan grave, o que no veas como enlazar la próxima caída,
que consumes porque quieres y te lo pasas bien. ¿De qué modo? Por
ejemplo, en casa, mirando películas porno y tu pareja, acostada. En
vez de desear acostarte con ella, te aíslas a meterte rayas, beber y
masturbarte, si puedes tener una erección. Ése es tu disfrute; ya ves.
Tu vida es una completa esterilidad, y tu cerebro, lejos de ayudarte, te
hunde más. Pero tú quieres creer que te lo pasas bien y que lo haces
porque quieres. Y lo peor es que, ya antes de consumir nada, sabes
que sólo las dos primeras rayas serán agradables; las siguientes, no.
Pero quieres, necesitas esas dos primeras, y ya luego no puedes parar,
incluso durante días.

Recuerdo siempre cuando salía con sus amigos y nos drogábamos


todos entregados a bailar y a reírnos, aunque luego viniera el “arre-
pentimiento”. Eso dura algunos meses. Después, te metes el primer
tiro y dices: “oh no, otra vez. Si estoy nervioso, y ya me lo van a notar
en mi casa. Mejor me bebo un cubata y me quito esto”. Y ya luego te
metes otro tiro, y otro cubata, y ya no eres persona.
87
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

He sufrido y hecho sufrir más de lo que imagino, sólo porque no


sabía ni lo que hacía. Por eso es tan importante conocerte, estudiarte
mucho, aunque duela, y vaya que duele. Si aceptas conocerte, descu-
bres cosas como éstas, que no sabías de ti, pero sobre todo aprendes
cómo te engañas. Adquieres herramientas para enfrentar los días en
los que tu cabeza estará diciéndote lo que sea para que vuelvas a con-
sumir. Tú tienes a tu propio camello dentro. Si no aguantas esa pre-
sión, recaerás. Ahora ya sabes, al menos, cuándo te estás liando. Pero
no todos logramos hacer este proceso. Y es que algunos llevan tanto
tiempo consumiendo que se infantilizan, dejan de madurar. Crees que
tu vida sigue, pero se ha detenido. Si empiezas con 17 años, cuando te
deshabitúas, vuelves a los 17, aunque tengas más de 40

Una de las constantes que podéis observar en mi testimonio consis-


te en la disforia sexual, una consecuencia del abuso y de la adicción.
¿Qué os parece? ¿No es la cocaína un estimulante sexual? Es una idea
falsa que como podéis ver conduce a una destrucción de la propia
sexualidad. La excitación es engañosa, aunque real, pero anestesia e
impide la erección y genera además impotencia. La caída en la prosti-
tución es involuntaria. Las imágenes no se corresponden a la realidad,
y los distintos tipos de pornografía, hacen que la percepción del juicio
moral y la voluntad queden afectadas, pero como el adicto no puede
llevar a cabo sus “concupiscencias” con personajes de verdad por la
disforia social que le ha causado la coca, ahora sólo le queda la por-
nografía para esas “falsas realidades” pero tampoco podrá porque con
el consumo se verá abocado a la frustración y la estupidez. Esa es la
vida sexual del adicto, ni siquiera puede “disfrutar” de la pornografía
a la que le lleva el consumo. Como vemos, la droga tiene caminos muy
traicioneros.

Varios estudios han demostrado que todas las personas, normales o


desajustadas, que ven pornografía desarrollan el deseo de ver material
pornográfico cada vez más perverso, así como los adictos a las drogas
desean drogas cada vez más fuertes. Fantasean acerca de materiales
pornográficos y actos más perversos y aun muchos de ellos los incor-
poran en sus relaciones sexuales. Comienzan a emplear métodos cada
vez más violentos en sus relaciones sexuales. Los daños de la porno-
grafía los podemos resumir de la siguiente manera:

88
Un viaje aL infierno

• Aún la pornografía “leve” hace daño a cualquiera.

• Toda pornografía insensibiliza al que la ve.

• La pornografía causa adicción.

• La pornografía degrada al matrimonio.

• La pornografía aumenta la intención criminal de delincuentes


peligrosos.

• La pornografía impulsa a realizar otros crímenes y los facilita.

La Biblia es inspiradora al comprender el corazón del ser humano:


“Tus ojos mirarán cosas extrañas, Y tu corazón hablará perversidades.
Serás como el que yace en medio del mar, O como el que está en la
punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me
azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a bus-
car” (Proverbios 23:33-35).

Bajo el efecto de las drogas la expansión de la mente es sumamente


irreal y antinatural. Los colores y las escenas realmente provienen de
las sustancias químicas o del abuso en los alteradores de estado de
ánimo. ¿Cómo podemos escapar entonces? ¿Será posible empezar un
nuevo diálogo, una nueva manera de verse uno a sí mismo?

89
6

Imagen © Shirley Serban


comienza
un nuevo
diáLogo

91
Imagen © San Mattox
“El que es bueno, es libre aun cuando sea esclavo;
el que es malo, es esclavo, aunque sea rey” (Agustín de Hipona)

M
e he “desnudado” en algunas de mis intimidades. Para
mostrar que no es fácil escapar de la adicción. Sin em-
bargo, no tiene por qué que ser una sentencia para toda
la vida. Al igual que otras enfermedades crónicas, la
adicción se puede tratar. Se está trabajando en vacunas y existen algunos
medicamentos que ayudan algo al adicto, pero existe un proceso cog-
nitivo muy cercano a una filosofía religiosa de vida, que produce sor-
prendentes resultados. No se conoce realmente un método más eficaz de
momento, que el que presentamos. Por lo menos eso dicen los expertos en
la materia. El tratamiento permite a las personas contrarrestar los efectos
dañinos sobre el cerebro y el comportamiento para que vuelvan a recupe-
rar el control de sus vidas. Esa forma de terapia conductual que está dan-
do resultados positivos en la población de cocainómanos es el manejo de
incentivos para realzar la motivación. Estos pueden ser particularmente
útiles para ayudar a los pacientes a lograr la abstinencia inicial del con-
sumo de cocaína y para posteriormente permanecer en tratamiento. Los
programas usan un sistema basado en bonos o premios.

Hay estudios que muestran que la marihuana es muy dañina aun-


que, a nivel pulmonar, hace un tiempo se publicó un estudio que decía
que era menos dañina que el tabaco, y esto tenía que ver con una
cuestión cuantitativa. ¿Por qué? Porque si uno fuma dos paquetes de
cigarrillos, fuma durante todo el día, pero si se fuma marihuana, se lo
hará como mucho cuatro o cinco veces al día. De lo que no hay dudas
es que las sustancias de la marihuana son dañinas y cancerígenas. Pero
no hay evidencia de que esas sustancias sean más o menos dañinas que
93
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

las del cigarrillo. La diferencia está en el nivel de exposición que se


tiene con la sustancia

La ciencia nos ha enseñado que el estrés, situaciones relacionadas


a la experiencia con drogas (por ejemplo, ciertas personas, lugares, co-
sas, estado de ánimo) y la exposición a las drogas, son los factores más
comunes que producen una recaída. Se están desarrollando medica-
mentos que interfieran con estos factores, para ayudar a los pacientes
a mantener la recuperación. Esta es posible, con la reestructuración
del pensar adictivo teniendo en cuenta a un Dios maravilloso, cosa
que, para el creyente que funciona con toda la fuerza terapéutica de
la psicología más actual.

Cuando los programas de prevención del abuso de drogas que han


sido científicamente validados se implementan adecuadamente en las
escuelas y comunidades, se observa una reducción en el abuso de al-
cohol, tabaco y drogas ilícitas. Estos programas ayudan a los maestros,
padres y profesionales del cuidado de la salud a formar las percepciones
de los jóvenes sobre los riesgos del abuso de drogas. Aunque hay muchos
factores culturales que afectan las tendencias de abuso de drogas, los jó-
venes que perciben que el abuso de drogas es perjudicial, reducen su ni-
vel de abuso, aunque lo que debieran es intentar también anular su uso.

testimonios
Vamos a profundizar en alguna de las experiencias vividas para
descubrir qué es lo que ocurre con la vida adictiva en diversas maneras
de manifestarse, relatadas por compañeros de enfermedad pero que
nos permiten acercarnos de modo práctico a este drama que viven los
adictos y quienes les acompañan: Todas ellas son experiencias reales.

“Un día mi esposa estaba lavando los platos y se cortó la mano con un vaso
roto. Se hizo un tajo profundo y tenía que ir al hospital. Me dio un ataque de an-
siedad diciéndome que necesitaba a las casas de apuestas, en donde no hay ninguna
sustancia de consumo pero que el patrón de actuación adicto es similar. ¡Se atreve a
hacerme esto! Me las ingenié para que un vecino la llevara a la sala de urgencias

94
comienza Un nUevo diáLogo

con el pretexto de que yo no podía lograr arrancar el coche. En cuanto se perdieron


de vista, me fui a las carreras”.

Otro ejemplo relacionado con el comportamiento sexual perverti-


do y desorientado:

“Después de tener relaciones sexuales con prostitutas me decía: Se acabó. Estoy


asqueado. Ya he tenido bastante. Ésta vez es la última. Eso decía hasta la próxima
vez. La voluntad no sirve para nada en éstos casos. No da resultado. Si la voluntad
sirviera de algo, nadie sería sexomaníaco, ni alcohólico, ni ninguna otra cosa así”.

“Tenía un gran anhelo de ser aceptado y no entendía por qué se burlaban de


mí. Me afligía mucho. Y eso hacía reforzar el escape a través de la masturbación.
Había algo en el hecho de mirar mujeres desnudas, una sensación de vínculo que
me hacía sentirme querido. Es difícil de explicar”.

Con el paso del tiempo y una buena ayuda psicológica conductiva


se ayuda al adicto a pensar y a sentir aspectos muy lógicos pero que
suponen todo un desafío para el enfermo. La evolución resultado de
esta ayuda la expresan algunos de esta manera:

“Me cuesta decir cuáles son las cosas más importantes que he obtenido de la
liberación, pero una de ellas es la libertad: estoy libre de temores, de la inseguridad
en mí misma, libre de la necesidad de controlar, libre de la reconcentración, y tengo
la libertad que viene de aceptar que no soy sino un ser humano, que tendré los
mismos problemas que todos los demás y que puedo afrontarlos igual que ellos”.

Querido lector, observa que se puede conseguir la victoria sobre la


enfermedad, pero no a través de la fuerza de voluntad sino del desa-
rrollo cognitivo de la identidad del sujeto, lo que Dios siempre quiso
de cada uno de nosotros:

“Me siento libre. No sabía quién era cuando usaba la droga. Tenía una ima-
gen. Tenía que usar cocaína para mantener esa imagen. Ahora estoy descubriendo
quién soy realmente. Estoy despojándome de la máscara, y eso me da una enorme
sensación de libertad y de descubrimiento. Uno de los cambios principales es que
ahora acepto responsabilidades, mientras que antes me pasaba la vida eludiéndolas.
Ahora es estimulante aceptar responsabilidades”.

95
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

En la larga experiencia en los distintos centros por los que he pasa-


do tratando de entender y superar la enfermedad pude ver casos muy
diversos y situaciones muy contradictorias, otro testimonio:

“No comencé en esto como cualquier otro joven, pillando un gramito entre va-
rios. La primera vez la probé con una pareja de amigos mayores que ya eran cocai-
nómanos, y consumíamos directamente al menos cinco gramos, una cantidad muy
elevada. Hay personas que son adictas durante años y no toman más de un gramo
diario. Aparentemente hacía la vida normal para una chica de esa edad, pero la
nieve (cocaína) ya me había atrapado.

Hay dos maneras de estar enganchado a la cocaína. La puedes tomar con


alcohol, bebes mucho y te pones rulos para contrarrestar la borrachera. Pero a mí
me gustaba justo lo contrario, yo bebía para bajar el subidón de la cocaína. Bebía
porque consumía cocaína, no consumía por beber.

También por esa época empecé a trabajar por la noche en discotecas, en cues-
tión de tres horas me podía acabar una botella de whisky, de ron o lo que fuera.
Luego otra, y otra… En realidad, me convertí en lo que los médicos llaman una
politoxicómana: porros, pastillas, mucho alcohol… Pero tan sólo he desarrollado
dependencia a la cocaína. Cuando reflexiono sobre lo que viví esos días, meses y
años, llego a la conclusión de que estaba anulada de sentimientos. Me di cuenta de
la gravedad de mi situación cuando me quedé embarazada. Creía que controlaba
mi adicción, pero no era así. Me seguía poniendo, en contra de mi voluntad. No era
capaz de parar, ni tan siquiera por mi hijo.

Y eso que mis padres nunca me han regañado, siempre han querido razonar
conmigo, explicarme en qué infierno me estaba metiendo. A ellos les ha costado
muchísimo entender que tienen una hija cocainómana. Que lo que padezco es una
enfermedad, una dependencia.

Te puedes encerrar dos días enteros en tu casa, o en un hotel. Lo decides después


de haber tomado un par de copas y deseas ponerte sólo de perica. Las primeras
veces lo haces en compañía, pero luego te empieza a dar vergüenza y te vuelves muy
egoísta. Te vas aislando de todo. Al final eres tú y la coca. Ya no quieres amigos,
y ya no tienes familia.

Es muy difícil olvidarte de la coca, porque cuando tienes hambre comes, cuando
quieres sexo, si es que quieres, lo buscas con tu pareja. Es agotador luchar contra
ella, es una guerra continua. Aunque dejes de consumir, la droga va a estar siem-

96
comienza Un nUevo diáLogo

pre en ese departamento, durante toda tu vida…muchos creen que está rodeada de
glamour.

En los últimos tiempos, yo acudía a comprarla al poblado de Las Barranqui-


llas, en un suburbio de Madrid, que se ha convertido en el mayor supermercado de
droga de Europa. Allí puedes conseguir una micra, la décima parte de un gramo,
por cinco euros. La cocaína ha bajado de precio, mientras que la heroína ha subido.
El gramo cuesta en la calle 60 euros. En España es barata y muy buena, puede
llegar al 60% de pureza. En las peores rachas, era capaz de gastarme el equiva-
lente a seis mil euros al mes, aunque había quien se gastaba hasta nueve mil en un
solo día. Yo lo he vivido. Esto es habitual entre los que se enganchan.

Hay ejecutivos que se endeudan y terminan arruinándose. El dinero se va muy


fácil. El peor momento llega cuando ya no te hace efecto. El subidón es muy fuerte,
pero también fugaz. Puedes pasarte tres días consumiendo sin comer ni dormir.
La droga te mantiene despierto, pero no sientes nada más que desesperación. Y
no tardan en llegar las alucinaciones. Puedes estar encerrada en tu casa, con las
persianas bajadas, y creer que de pronto quieren irrumpir por las ventanas personas
persiguiéndote con cámaras para ver cómo te drogas.

Últimamente ya no obtenía placer, no te lo pasas bien. Te empiezas a vol-


ver loca. Ves sombras, oyes voces, estás llena de calambres. Experimentas manías
persecutorias, piensas que tus amigos están hablando de ti a tus espaldas, que tu
propia familia va en contra de ti. Vives en tu mundo, encerrado en él… Uno de
mis conocidos llegó a ver a grupos de policías, con el uniforme de los geos, haciendo
rápel por su edificio para sorprenderle… Algo absurdo, pero que nosotros en ese
momento creemos que es completamente real.

Llevo ya tres meses en esta clínica y mañana es mi último día. Necesitaba estar
un tiempo encerrada en un sitio así, sin poder salir a la calle, y pasar el mono.

El periodo de deshabituación de la cocaína se sufre a nivel psicológico, más que


físico. Nadie puede imaginarse con qué fuerza te apetece probarla de nuevo. Una
vez pasados los primeros días, que son durísimos, empiezas a salir los fines de
semana. Vas feliz a reencontrarte con tu familia, en mi caso también con mi hijo.
Y te das cuenta de lo mal que lo han pasado, del tremendo daño que he ocasionado
a mis padres y que antes era absolutamente incapaz de percibir y comprender. No
veía nada más que a mí misma.

97
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Pero lo peor que puedes hacer es pensar que estás curado y, cuando vuelvas a
la calle, pegarte un homenaje, como llamamos a los grandes consumos de perico.

Soy una dependiente, y enseguida puedo volver a caer. Así que cero homenajes,
cero pensar que estoy curada. Debo aprender a estar en la vida sabiendo que soy
una toxicómana. La gente que nos ayuda aquí, en la clínica, nos aconseja que
tengamos proyectos a corto plazo, que no hagamos grandes planes porque si no la
frustración puede ser mayor. Yo creo que me diré a mí misma: “Esta semana no voy
a consumir”. Lo que haga a la semana siguiente ya se verá.

Como comenta uno de mis compañeros de terapia, nuestro carácter no nos per-
mite estar sentados en una terracita tomando una Coca-Cola. Somos demasiado
impulsivos, tenemos que volver a nacer. ¿Sabré aburrirme, sabré estar sola, y enci-
ma con dinero en el bolsillo? Y siempre con esos miedos en la cabeza, torturándote,
sobre todo el de volver a defraudar a la gente que ha apostado por ti Cuando cual-
quier cosa de la vida cotidiana te la recuerde, como una segunda copa, o hasta un
folio blanco un poco doblado que veas al abrir un cajón, algo en ese departamento se
va a encender y tu cabeza te la va a pedir inmediatamente. La verdad es que tengo
mucho miedo a salir de aquí”.

Es un testimonio desgarrador. Aún lloro cuando lo leo y comparto en


mis conferencias. La coca te altera la libido. Si te metes bastante, olvída-
te del tema sexual, incluso con solo medio o un gramo: eres físicamente
incapaz de todo, de moverte, de guardar el equilibrio psicomotriz, etc.

Querido lector, cruzar el umbral del consumo a la adicción y de la


adicción a la locura es una posibilidad real. Debemos formar y preve-
nir a nuestra sociedad ante los riesgos de esta enfermedad.

Llegué a estar hasta cinco días, sin comer ni dormir. Sólo metién-
dome cocaína. El desagradable record, peligroso a niveles de perder
la vida lo tengo en diez gramos. Al quinto día, me quedé dormido con
las fosas nasales totalmente quemadas. Estuve en casa emparanoiado.
Oía un ruido en la escalera y me levantaba a mirar por la mirilla;
un ruido en la calle y miraba si era la policía, cuando no tenía nada
que ocultar. Fumar, esnifar. Siempre solo. Sin compañía. No cruzaba
palabra con nadie. En un momento determinado me convertí en un
consumidor solitario. Y no hacía nada. Era consumir por consumir.
Perder la vida, el tiempo, la moralidad, la mayordomía de mi vida.

98
comienza Un nUevo diáLogo

Quizá pienses amigo lector que podía decirme a mí mismo: Nunca


has podido verte como desde fuera y decir: “Tengo un trabajo, mi
casa, ¿qué diablos hago aquí, entre estas chabolas y esta gente que va
como zombi?”

Tienes razón amigo lector, pero no puedes, estás enfermo y des-


equilibrado, sin voluntad. Piensas: “Voy a ir a casa, se me acabará la
droga y tendré que volver a por más. Pues me quedo aquí”. A veces
llamas y te lo traen.

Me pasaba el día en mi coche, en un descampado, a seiscientos me-


tros de casa: mi familia y mis seres queridos buscándome, y yo enfren-
te, bebiendo, esnifando y mirando por los retrovisores por si se venía
alguien. Así muchas horas, sin comer ni dormir, frente al volante, o
encerrado en hoteles mirando todo el tiempo los espejos, las puertas:
arriba, izquierda, derecha. Acababa con tortícolis.

Sólo intentaba orinar y a vomitar para seguir bebiendo y esnifan-


do. A veces lo hacía en la propia cama para no hacer gestos. Sin ruidos
ni música, es paranoia. Estás tan pendiente de los espejos que, a veces,
te vuelves loco.

Sí, se pasa fatal. Intentas que la gente no advierta tu estado. En-


tonces te habla tu jefe y eres incapaz de mirarle a los ojos; crees que lo
notará. Y, otras veces, si debo llamar a alguien, lo hago a las tres horas,
cuando se me haya pasado el efecto. Si estaba colocado por la maña-
na, yo no iba a trabajar. Lo hice muchas noches, que hay menos gente.

La cocaína está presente en restaurantes, discotecas, en todos la-


dos. En el deporte, en la sociedad. Conozco victimas de la cocaína a
un juez de menores, a un policía municipal, a un cirujano, etc., Tardas
en descubrir lo que está pasando realmente y, cuando lo haces, estás
en el infierno.

Hasta que la cocaína no sea vista como lo que realmente es, esto
irá a más, por lo menos en mi caso. Tienes que cambiar de vida; en mi
caso, radicalmente. Incluso, durante los próximos meses, debía rea-
lizar un trabajo terapéutico que me prohibía coger el coche y llevar
dinero encima. Estaba sujeto a las normas que me han puesto aquí en

99
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

el centro y las acato a rajatabla, me cueste lo que me cueste. Sacrifico


lo que sea. Concienciarse del problema a niveles emocionales es vital.

No me recreo en esta experiencia. Por eso, cuando llegan personas


nuevas, no hablo con ellas hasta que tengan los pies en el suelo: A ve-
ces, sólo me hablan de la cocaína, y recreándose. Es horrible. Las fases
de cada uno son diferentes. Todo es exagerado: hay bromas, jugarre-
tas, discusiones absurdas. Y sabes pronto con quiénes te llevas mejor y
con quiénes, peor. Al principio de mi terapia “Soñaba que consumía”,
y no va a haber problema. Pero hay gente que, en el fondo, sólo espera
que le den una pastilla mágica que le haga dejar la cocaína. Aún no
existe tal poción mágica. Es que la coca es una forma de vida.

En las comunidades por las que pasé, los tratamientos son largos,
de hasta nueve meses. Muchos ingresan a desintoxicarse en octubre,
cuando viene el frío, y al llegar la primavera se van otra vez a sus en-
tornos de consumo a ponerse hasta el próximo invierno. Un infierno.
Yo estuve nueve años en tratamiento.

Hablar con un joven que no percibe el riesgo sería inútil. Expon-


dría a sus padres el problema y les mostraría las posibles soluciones.
La información es escasa y los anuncios de prevención, absurdos. Pre-
sentan la cocaína como algo que consumes porque quieres.

“Di NO a las drogas” Vale. ¿Y ahora qué hago? Qué hago cuando
digo que no y luego, por la noche, acabo consumiendo. Ahora ya digo
sí, pero no quiero ¿por qué?, si yo esta mañana he dicho no. No se
enseña lo fundamental: esto es una adicción y afecta fisiológicamente
al cerebro desde el inicio.

No es que tu hija se meta cocaína sólo porque quiera y sea una


fiestera. “Di NO a las drogas” es una prevención para niños de diez años, no
para quienes ya han probado la coca. Y muchos de los que durante tres
meses la hayan consumido cada fin de semana seguramente ya sean
adictos, aunque no lo sepan ni lo crean. No es que me hayan lavado el
cerebro: tengo mi propia historia de años para contrastar lo que digo.
Es la verdad. Entonces “¿Di NO a las drogas?” ¿Eso es todo? Para
mí anuncios como el de las vías del tren hechas con rayas de cocaína,
sólo con verlas, incitan a esnifarlas. Más que disuadirte, te incentiva.

100
comienza Un nUevo diáLogo

Son campañas validas en la información no en la formación y no en


la prevención.

El problema es que unos padres que nunca se han drogado carecen


de herramientas para percibir estas cosas. Les recomendaría por eso
que estén atentos a los cambios de humor y de carácter de sus hijos.
En muchos casos pueden significar que un chico esté tomando alguna
sustancia. No entiendo cómo los padres cuyos hijos se van un viernes
y regresan un lunes se creen que han dormido simplemente en casa
de alguien.

Tampoco es normal que tu hijo, en sólo días, pase de ser un chico


genial a estar harto de todo, y que de ir contigo a las bodas y no bailar
nunca esté tres días en una discoteca, por ejemplo.

Los educadores, padres y profesores necesitan asesoramiento. Yo


incluso les haría alguna prueba a los hijos cuya actitud nos preocu-
pa: porque si están enganchados, nunca lo confesarán. Saben que en
cuanto les pillen, se acabó la fiesta. Mienten todo el tiempo para se-
guir consumiendo. Y los padres no pueden delegar en sus hijos res-
ponsabilidades que éstos no tienen interés en tomar.

Deben ver síntomas claros que surgen. Otra cosa es que sepan
afrontarlos y ahí es donde remarco el tema de la información mal
dirigida. Nadie explica qué hace la cocaína, qué efectos tiene en cada
fase, cómo detectas a alguien colocado. Y es fácil. Yo entro a un bar y
te digo quién va puesto. Tampoco saben que pasar de una raya a un
gramo es sólo una cuestión de tiempo. Nadie ve cuánta gente como yo
acaba viviendo este tipo de experiencias con el consumo.

¿cuál puede ser la solución?


¿Qué haría yo? Anunciaría a la chica que el primer mes empezaría
bailando en una disco. Que el quinto mes se drogaria sola en casa. Al
octavo mes estaria buscando mejor precio en los lugares de consumo.
A los dos años: metida tres días en una alucinación visual mirando por
los retrovisores. Porque campañas que me digan: “Ésta puede ser la

101
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

última raya”, difícilmente me convenzan si llevo diez años drogándo-


me. Eso ya lo sé yo.

Explícame mejor qué hago con esto que me pasa. Yo, si viera a un
joven metiéndose una raya, diria: “Y ahora te vienes conmigo, a ver
qué haces”, y lo grabaría en vídeo y se lo pasaría después. “Mírate”.
Y lo traería aquí: “Ésta es la realidad; no la que crees, de ponerte me-
dio gramo en la disco y ligar más que nadie. Eso sólo te mantiene el
consumo hasta que estás enganchado”. Hay que mostrar algo real, no
metáforas que no asustan a nadie, menos a quienes ya han probado la
cocaína, se necesita un programa estructurado que tratamos de desa-
rrollar en esta trilogía sobre la adicción.

La adicción tiene un componente de pérdida del control. En el mundo psi-


quiátrico se ha dicho que la persona adicta no tiene voluntad. Y con ese
argumento, simplemente se culpabiliza al adicto. La voluntad es el pro-
ducto del funcionamiento de áreas específicas de nuestro cerebro que el
uso repetido de las drogas daña. De aquí que el concepto de la adicción
para mí es la situación en la que la persona no puede controlar la inges-
ta de drogas a pesar de que conscientemente ya no las quiera tomar y de
que es muy consciente de que tiene consecuencias catastróficas.

No todas las drogas son igualmente adictivas. ¿De qué depende?


Número uno, de la magnitud del cambio de la dopamina que produce
la droga. La metanfetamina es la que produce un mayor cambio en el
cerebro. Por mucho. Desde ese punto de vista, es la droga que genera
una mayor dependencia, una mayor compulsividad.

El alcohol y el cigarrillo producen niveles de dopamina mucho más


bajos que las otras drogas clásicamente ilegales. El porcentaje de gente
que bebe alcohol es altísimo, pero es muy pequeño el porcentaje de
gente que se vuelve problemática al beberlo. El alcohol no es tan adic-
tivo como las otras, pero es mortal como ninguna.

Lo mismo sucede con la nicotina. El problema de la nicotina es que


por su accesibilidad es la única droga que, aunque no produce gran-
des cambios de dopamina, sí permite mezclarla con la vida diaria.
No interfiere con las capacidades cognoscitivas. Cuando se aumenta
la dopamina, uno asocia esa situación con algo placentero. Esto se

102
comienza Un nUevo diáLogo

llama acondicionamiento. Y le va a generar querer fumar el cigarrillo.


Entonces el cigarrillo, al mezclarlo en la vida, genera un acondicio-
namiento a casi todo lo que lo rodea. De aquí que, aunque no sea
tan adictivo se vuelve tan difícil dejar de fumar. La nicotina permite
usarla tan rápido porque entra y sale del cerebro muy rápidamente, lo
cual no sucede con otras sustancias. Todas sus propiedades al permitir
mezclarlo con la vida diaria, producen a la larga algunos efectos más
dañinos que otras sustancias ilícitas, como la heroína o la cocaína.

¿cómo superar una adicción?


Veamos los principales puntos de un tratamiento cognitivo con-
ductual que es el que más se amolda en mi humilde opinión al modo
de pensar cristiano, por la pedagogía encontrada en la acción de Jesús
como verdadero salvador de este drama y el que más resultados posi-
tivos en mi caso ha cosechado:

Querer no es poder.
Pensamiento fundamental en todo el proceso. Nadie quiere ser
adicto, se trata de una enfermedad crónica y progresiva. Si nos en-
frentamos a la sustancia con el mero “querer” a toda costa perde-
remos, nunca podremos vencer de esa manera. Está demostrado, se
hunde mucho más el adicto al encontrar el sentimiento de vergüenza,
de culpa y las atrocidades que se llegan a realizar en nombre de la
sustancia. No es posible enfrentar desde esa perspectiva. Todo adicto
quiere cambiar su situación, se parte de esa premisa. La voluntad de
momento tiene muy poco que hacer.

Tratamiento personal
El tratamiento debe estar adaptado a cada paciente de forma per-
sonalizada. La droga afecta de forma diferente a cada individuo, aun-
que existan patrones comunes. Cada persona es única y debe enfren-
tar su problema de forma individual.

103
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Identificar
Es muy importante identificar y romper la cadena que lleva al con-
sumo y que empieza mucho antes de la primera raya y que son señales
de alarma sumamente importantes en el proceso.

El elemento clave
No importa la cantidad de consumo o la frecuencia del mismo para
determinar el grado de adicción y la manera de enfrentarla sino la obse-
sión (no sólo de consumir, también por la recuperación) y la pérdida de la
voluntad y el juicio. Ese es el elemento clave para tratar la enfermedad.

Motivación
Potenciar la escasa motivación inicial que irá en aumento a medida
que el paciente recobre su propia vida y perciba “la nube rosada” de
la abstinencia.

Entender
El paciente debe entender emocionalmente que su cerebro está afec-
tado y que nunca podrá volver a consumir cocaína sin perder el control
o sin experimentar desagradables consecuencias, aunque lleve un tiem-
po prolongado de abstinencia y crea que ya está todo solucionado.

Creer
La persona adicta debe creer en el tratamiento a corto y largo pla-
zo. Sin ese “creer” no es posible avanzar.

Tratamiento estructurado
El tratamiento debe estar bien estructurado por etapas y fases en el
tiempo. No es algo que se va a lograr de la noche a la mañana.

104
comienza Un nUevo diáLogo

Abstinencia
La abstinencia debe ser total desde el primer día, esto no siempre se
creyó así, pero ahora está demostrado que no se puede graduar el consu-
mo para solucionar el problema ni suministrar sucedaneos de la cocaína.

Es cierto que, en casos de heroína, la metadona cumple su función,


pero es un opiáceo, y no funciona con la cocaína.

Gestión de recaídas
La victoria sobre la adicción a la cocaína se encuentra en la gestión
de las recaídas. La solución surge de la derrota. Entre el consumo y el
adicto está la decisión.

El tiempo de ese proceso puede ser casi automático al inicio en


contra de la voluntad verdadera de no consumir, pero trabajando esa
estructura de pensamiento se consigue prolongar el tiempo entre la
decisión y el consumo con lo que el adicto puede incorporar ciertas
estrategias para evitar el consumo. Eso lo enseña la recaída.

Estilo de vida
Un nuevo estilo de vida, una nueva forma de pensar sin ningún
alterador del estado de ánimo, sean sustancias o no. Evitar la reacción
en cadena, el modo de pensar adictivo. Para esto se necesita entrena-
miento y práctica guiada por profesionales que sepan del tema.

Educación y familia
La educación, el punto de apoyo de la familia es vital. El control
externo y el control interno según sea el grado de necesidad o evolu-
ción del paciente.

Cambios de vida
La reforma pro-salud en el momento oportuno es una gran ayuda,
porque promueve cambios globales en la vida.

105
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Responsabilidad
Entender que sólo uno es responsable de su propia recuperación y
es una tarea muy estimulante que puede proporcionar al adicto una
madurez que no tenía y capacitarlo para nuevas experiencias.

Tratar el entorno
Realizar acciones específicas dentro del entorno y de las posibilida-
des del paciente. (No conducir sólo, acompañarle en todo momento,
etc.). Esto debe ser evaluado junto al paciente y quien lo trata.

Estrategias
Estrategias específicas según la evolución que se presente en el pa-
ciente. Cada individuo es diferente, lo que resulta con uno no necesa-
riamente va a funcionar con otro.

106
comienza Un nUevo diáLogo


“Una de las cosas que
se aprende después de
años de tratar con dro-
gadictos es que puedes dar-
le la espalda a una persona
pero nunca darle la espalda a
la droga, sobre todo si tienen
un cuchillo afilado frente a tus
ojos”.
JOHNNY DEPP
Actor

107
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Álvaro Reyes

108
comienza Un nUevo diáLogo

de La Luna
de mieL a La
traiciÓn

109
Imagen © Mario Alberto Magallanes Trejo
“En resistir a las pasiones se halla la verdadera paz de corazón y
no en seguirlas” (Tomás de Kempis)

E
n general, si se tiene vulnerabilidad para la adicción, se la
tiene para todas las drogas, aunque, dentro de esa generali-
dad, hay, por ejemplo, gente que tiene vulnerabilidad para
la nicotina, pero no para la cocaína. ¿Por qué esa vulnera-
bilidad es tan común?

Uno de los hallazgos más interesantes en el área de las drogas es


que el tipo de genes que están involucrados en la vulnerabilidad tienen
que ver con genes relacionados con el aprendizaje y la memorización,
es decir, en la formación de nuevas sinapsis. Entonces, los genes que
permiten mediante nuevas sinapsis aprender y acondicionarse, son los
mismos que permiten volverse adicto más fácilmente. Entonces, si al-
guien se adapta fácilmente se condiciona a un nuevo ambiente, proba-
blemente también fácilmente se condicione a las drogas.

Hay además un componente afectivo. ¿Por qué tenemos la tenden-


cia de ir repetidamente a los lugares que ya conocemos? Es una reac-
ción emocional que nos hace sentir bien. ¿Por qué le gusta ver a sus
amigos? Es una reacción afectiva. Todas las relaciones afectivas tienen
un componente de acondicionamiento. El acondicionamiento es la
memoria que recuerda es la emoción y no el hecho. Para comprender
el cambio en la manera de tratar con estos comportamientos es im-
portante el legado de la muy valorada Dra. Nora Volkow, actualmente
la mayor experta en el estudio sobre adicciones del mundo. Su legado
incontestable nos lleva hoy a admitir la adicción como una enferme-
dad del cerebro que se puede tratar.

111
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Clínicamente, una persona adicta a la droga que tiene esa com-


pulsividad que no puede frenar se asemeja mucho a los pacientes que
entraban con cuadros de diabetes e hipertensión, y que sin embargo
no pueden dejar de comer. Los circuitos que toman las drogas son los
que creó la naturaleza para la motivación de los efectos placenteros de
la comida y de acondicionamiento y de interacción social.

Para la doctora Volkow, como responsable del instituto que dirige,


es una gran ventaja contar con medicamentos que se pueden usar
para tratar la adicción. Nora Volkow utilizó metilfenidato como susti-
tuto de la cocaína en algunos experimentos: “La utilicé para comparar
la respuesta del cerebro de una persona adicta a la cocaína y la de una
persona no adicta a la cocaína”. En la mayor parte de los adictos a la
cocaína produce un efecto similar. Euforia. En los que no son adictos
las respuestas son muy variadas. A la mitad de la gente les molesta mu-
cho la manera en que los hace sentir, fuera de control. Un porcentaje
de individuos no adictos a las drogas responde al metilfenidato como
algo placentero.

Estaba estudiando cocainómanos a los cuales les estaba dando me-


tilfenidato intravenoso, y excepto por un caso de un paciente que tuvo
una respuesta de mucha angustia, a todos los cocainómanos les ha
gustado muchísimo la sensación, la describen como muy similar a la
cocaína, excepto que los efectos físicos de taquicardia son mucho más
duraderos. Cuando alguien adicto a la heroína está desintoxicándose
puede tener un orgasmo, pero no es placentero. Cuando una persona
está compulsivamente tomando cocaína y le pregunta por qué, dice:
“No sé, ya ni siquiera es placentera, no puedo dejar de hacerlo”. El
placer es lo que seduce, pero sólo en la primera fase de consumo, des-
pués se vuelve compulsivo, entonces el placer es irrelevante.

Hay un riesgo especial en la adicción a las redes sociales, las nuevas


tecnologías y los videojuegos, las compras, el trabajo, el juego on-line,
etc. Es un riesgo por su inocuidad aparente y por su alta facilidad para
producir “virtualmente” emociones y construir fácilmente cambios de
estado de ánimo, con altas dosis de violencia, imágenes y sonidos, es-
pecialmente peligrosos en los chateos y las relaciones sociales median-
te internet. Los veremos en capítulos posteriores de nuestra trilogía,

112
de La LUna de mieL a La traición

pero lo curioso es que su patrón de comportamiento es muy similar al


que exponemos con las sustancias y dentro de ellas, la cocaína.

Un verdadero programa de ayuda eficaz lo constituye la educa-


ción. “La verdadera educación significa más que la prosecución de
un determinado curso de estudio. Significa más que una preparación
para la vida actual. Abarca todo el ser, y todo el periodo de la exis-
tencia del hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas,
mentales y espirituales”.1

Durante años, el lema de “sexo, drogas y rock & roll” estuvo li-
gado de forma irremediable a los mundos de la música y el cine. Sin
embargo, en la actualidad son muchos los famosos que se arrepienten
de aquellos locos días de vino y rosas y han reconocido públicamente
haber tenido un grave problema de adicción a las drogas, hecho que
demuestra la insuficiencia del éxito económico y social a la hora de
luchar con la enfermedad. De la luna de miel poderosa viajan a la
traición personas que supuestamente lo tenían todo en la vida. El pro-
blema se complica aún más cuando el individuo, en este caso con alto
poder adquisitivo no puede “comprar” una solución a su problema
y acaba fracasando también a la hora de ajustar las dosis, tratando
de tomar una droga antagonista para compensar los efectos de una
sustancia, como ocurre con el alcohol y la cocaína, el crak o las ben-
zodiacepinas (ansiolíticos).

Las drogas influyen de muchos modos en el proceso de la transmi-


sión sináptica. El córtex lleva a cabo las funciones superiores como
reflexionar, el cerebelo, funciones como los movimientos voluntarios
y el mesencéfalo y la médula oblonga que rigen nociones vitales bá-
sicas, tales como la respiración y el latido coronario, de ahí el riesgo
de muerte que en ocasiones se producen especialmente en este tipo de
sujetos adictos.

De igual manera que bajamos el volumen cuando el radio está muy


alto, el cerebro se ajusta a las oleadas abrumadoras de dopamina (y
de otros neurotransmisores) produciendo menos dopamina o disminu-
yendo el número de receptores que pueden recibir y transmitir señales.
1
Elena G. de White, La educación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudameri-
cana, 1987), 13.

113
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Como resultado, el impacto de la dopamina sobre el circuito de


gratificación del cerebro de una persona que abusa de drogas se pue-
de volver muy limitado y puede disminuir su habilidad para sentir
cualquier placer. Es por eso que el abusador eventualmente se siente
triste, sin vida y deprimido y no puede disfrutar de las cosas que ante-
riormente le producían placer. Ahora necesita consumir drogas sola-
mente para lograr que la función de la dopamina regrese a lo normal.
Es más, necesita tomar cantidades más grandes de la droga de lo que
antes consumía para crear la euforia de la dopamina.

¿Cuándo nos damos cuenta de haber cruzado la línea entre la adic-


ción y el consumo? Desde la primera raya, los consumidores de co-
caína tardan alrededor de diez años en darse cuenta de su adicción y
someterse a terapia.

la realidad Que supera a la Ficción


Querido lector, permitidme mostrar una cara menos conocida de
la adicción a la cocaína, pero no por eso menos real. No soy amigo de
este tipo de noticias que, por otro lado, se pueden encontrar en mu-
chos medios de comunicación. Me parece oportuno señalarlas, aun-
que sean casos muy extremos. Quienes las vivieron nunca pensaron
que a ellos les tocaría pasar por algo así. Son casos absolutamente
reales:

-Asesina a su mujer y a su bebé y se quita la vida comiendo cocaína


a puñados.

-El acusado de matar a su suegra en Velada (Toledo) reconoce los


hechos y dice que se puso nervioso. En estas declaraciones, el procesa-
do también reconoce que golpeó con el puño a su suegra y que le tapó
la cara con un cojín con el fin de que no se oyeran sus chillidos, para
más tarde agarrarle por el cuello “hasta el momento en el que que-
dó inmóvil”. Durante el interrogatorio, el acusado sí que ha podido
recordar que después de estos hechos cogió los 1.000 euros que sabía
que su suegra guardaba para casos de emergencia y que los gastó esa
misma noche en alcohol y drogas. Sobre su dependencia de estas sus-

114
de La LUna de mieL a La traición

tancias, J.C.G.M. ha reconocido que antes de lo sucedido llevaba unos


15 años consumiendo cocaína, hecho que ha quedado demostrado
también en la lectura de su declaración inicial ante el juez y la Policía
donde afirmó que el día de los hechos había tomado dos gramos de
esa misma sustancia. El acusado también ofreció droga a su psicólo-
ga, a la que visitó el día antes del asesinato para explicarle que no se
encontraba bien, que estaba perdido y que no sabía por dónde tirar.

-Un preso ahorcó a su esposa de 26 años en el interior de su celda


de la cárcel porque ella lo desobedeció y no quiso pasar pasta base de
cocaína en el horario de visitas del jueves último.

-El juzgado de Instrucción número 4 de Fuengirola (Málaga) envió


ayer a prisión a un hombre de mediana edad y nacionalidad española
que confesó haber descuartizado a una mujer con la que mantuvo re-
laciones sexuales a cambio de dinero. La Policía busca los restos de la
víctima, de 36 años y origen ucraniano, en dos vertederos de la Costa
del Sol.

-El acusado, camarero de profesión, aseguró que después de pasar


la noche con ella la encontró muerta en su cama, pero que no recor-
daba como sucedió. Según su testimonio, ambos bebieron y consu-
mieron cocaína y después protagonizaron una sonora discusión cuyos
motivos tampoco precisó.

-Un preso mató a su mujer porque no le llevó cocaína.

-La ONU alerta del “nivel alarmante” del consumo de esta dro-
ga, la cocaína, en Europa occidental y la prevalencia del consumo de
cocaína en España es del 2,2%, frente al 1,1% de media en Europa.

-Los efectos de la cocaína pueden hacerse patentes 8 años después


de su consumo. Esta droga puede provocar daños en la salud mental
incluso años después de su consumo, según los especialistas. Puede
derivar en euforia, depresiones y psicosis, además de infartos y otros
daños isquémicos.

-Advierten de la aparición de lesiones cerebrales por consumo de


drogas. La mayoría de los drogadictos usan la cocaína para aumentar
el placer sexual. La adicción crónica a la cocaína impide que una enzi-

115
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

ma específica realice su trabajo correctamente, dice una investigación


reciente.

-La Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito (ONUDD) ad-


virtió este martes sobre el peligro de percibir los estupefacientes sinté-
ticos como “inofensivos” y aseguró que su consumo supera ya al de la
cocaína y heroína juntas. Se producen quinientas toneladas de drogas
sintéticas y mueven sesenta y cinco mil millones de dólares. Paranoia,
fallos renales y hemorragias internas son algunas de los efectos secun-
darios de unas drogas para una época “competitiva y rápida”. En ese
sentido, el responsable de la ONUDD distinguió entre los usos que se
le da a esta droga en el mundo occidental (entretenimiento en discote-
cas) y en Asia (mayor resistencia para la actividad laboral).

-El estudio de la ONU indica que los países latinoamericanos, que


tradicionalmente han centrado la lucha antidroga en el control de la
cocaína, “no han percibido como una amenaza importante” la pro-
ducción, consumo y tráfico de estos estimulantes.

Como veis, es una cara cruel y extrema del peligro que corremos si
no atajamos el problema desde la formación y prevención. Debemos
abrir los ojos, todos somos vulnerables.

Pongamos un ejemplo claro para saber cómo opera la adicción:


supongamos que alguien que está tomando drogas, pudiera acabar en
la cárcel.

Ahora, esa persona que está siendo monitoreada durante un pe-


ríodo de libertad condicional, sabe que la policía le ha dicho que, si
usa droga, irá derecho a la cárcel. Esta persona sabe que no puede
tomar las drogas, porque acabaría en la cárcel. Y, sin embargo, llega
su amigo y le dice “aquí tengo una cocaína, ¿no te la quieres tomar?”
Él se dice a sí mismo que él sabe, por muy buena que sea esa cocaína,
no vale la pena estar en la cárcel por dos o tres años y sin embargo
la realidad es que, ciertamente sabe que no vale la pena acabar en la
cárcel. Pero no puede inhibir el deseo de tomar la droga, y la toma, y
al día siguiente acaba en la cárcel.

¿Absurdo verdad?, pero ocurre. Eso es la pérdida del control, que


es fundamental para nosotros como seres humanos, para ejercer lo

116
de La LUna de mieL a La traición

que se llama la elección, el libre albedrio. O sea, nosotros, peleamos,


como seres humanos, por la libertad. Pero la libertad implica que no-
sotros podemos controlar y hacer lo que queremos hacer. La pérdida
de esa capacidad, es lo que sucede en las adicciones.

Hasta hace poco, en la lucha contra la adicción, actuábamos en


base a los síntomas. Pero la ventaja que tenemos ahora es que pode-
mos usar la tecnología, y entrar dentro del cerebro humano, y tomar
fotografías de cómo se está funcionando. De hecho, hasta podemos
hacer películas (films) de cómo está funcionando el cerebro humano,
lo cual es maravilloso desde el punto de vista médico. Y lo que pode-
mos ver es que en una persona adicta esta área del cerebro que funcio-
na como los frenos de un coche no está funcionando adecuadamente.
Ese cerebro tiene una gran disminución en el consumo de la glucosa y
la podemos localizar tal como la localizábamos en la cardiología. Éste
tipo de avances, han establecido, por ejemplo, actualmente, lo que
antes no se sabía que la adicción es una enfermedad del cerebro, como
el infarto de miocardio es una enfermedad del corazón. La persona
adicta a las drogas, tiene un desajuste de las partes del cerebro que
normalmente nos permiten ejercer control sobre nuestras acciones.

Vulnerabilidad de los jóVenes


La adolescencia y la juventud temprana, es la etapa de mayor ries-
go para experimentar con drogas. ¿Por qué esta vulnerabilidad en los
jóvenes?

Hay muchos factores, y son factores que tiene que ver con la bio-
logía de nuestro cerebro. Uno de ellos es que el cerebro humano, a la
diferencia de todos los demás órganos, continúa desarrollándose hasta
que cumplimos más o menos los veinte años.

Eso quiere decir que el cerebro humano de un niño sueña diferente


del cerebro adulto, son diferentes y eso tiene importancia biológica.
Hay muchas diferencias entre el cerebro del adolescente y el cerebro
del adulto.

117
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Sabemos que el cerebro funciona como una serie de redes de neu-


ronas, de células de altísima tecnología. Pero el cerebro, las conexio-
nes del cerebro, no se terminan de establecer hasta que el cerebro es
adulto.

El sistema límbico, que es la parte más primitiva de nuestro cere-


bro, que nos permite sentir emociones y deseos es disfuncional en un
adicto. Y estas conexiones que son bidireccionales son extraordina-
riamente importantes. ¿Por qué? Porque una conexión que va de la
corteza frontal, (donde están los frenos de la conducta impulsiva), al
sistema límbico, permite directamente controlar el impulso.

Imaginad que se me antoja muchísimo hacer algo, pero yo sé que


es muy peligroso, digamos, tirarme de un paracaídas, Pero mi corteza
frontal dice “no, no creo que sea una buena idea porque el paracaí-
das se puede romper” Y contra mi corteza frontal están mis amigos
diciendo “No, no, no seas miedoso, tírate”. “Yo quiero hacer lo mismo
que los otros.”

Si yo soy un adolescente ese deseo enorme de participar con lo que


los otros están haciendo es poderosísimo. Es emotivo no es cognitivo, y
digo no, pero no lo debo hacer, el paracaídas está roto, imaginad. Pero
como ésta conexión no está formada totalmente, entonces la corteza
frontal, el juicio “está roto, no lo hagas” no tiene la habilidad de inhi-
bir el sistema de las emociones y salto.

Y eso es un factor que juega un papel muy importante en la inicia-


ción del uso de las drogas en los jóvenes. Estás en una fiesta, están tus
amigos, están fumando marihuana y te llega a ti y dicen “tómate esta
marihuana” y ni se te antoja y dices que no, estoy divertidísima bai-
lando, ¿porque me voy estar arriesgándome con la marihuana? Pero
son tus amigos, Y entonces esa emoción tan intensa, te hace decir
“bueno, lo voy a tomar” aunque cognitivamente sabes que no es una
buena idea, sabes que ni siquiera se te antoja, pero esta conexión no te
permite inhibir adecuadamente las emociones.

Hay otro factor también muy diferente entre el cerebro del ado-
lescente y el cerebro del adulto, y es que el cerebro del adolescente

118
de La LUna de mieL a La traición

aprende mucho más rápido que el cerebro del adulto, ¿por qué? Por-
que es mucho más neuroplástico.

La neuroplasticidad significa la habilidad de nuestro cerebro de


cambiar físicamente, en base a los estímulos a los que estamos some-
tidos.

¿Cuál es la desventaja? La desventaja es que las drogas son un


estímulo para el cerebro, por lo tanto, las drogas lo pueden cambiar,
físicamente, usando procesos similares a los de la memoria. De hecho,
la adicción a las drogas se considera como un fenómeno paralelo a los
procesos del aprendizaje. De tal manera que el adolescente cuando
está sometido al uso de las drogas, va a cambiar su cerebro mucho
más rápido que un adulto, lo cual lo vuelve mucho más vulnerable a
volverse adicto con una exposición mucho más corta a la droga de lo
que sucedería si fuera un adulto.

El adolescente es más vulnerable a la transición del uso controlado


de la droga a la transición de la adicción. La adicción va ser mucha
más severa en el adolescente que en el adulto porque dura mucho más
tiempo como va a durar mucho más tiempo el aprendizaje, pero tam-
bién la posibilidad y energía de cambio es mayor.

¿Vives con dudas? ¿Tienes secretos que te incomodan y te hacen


sentir mal? ¿Comprendes el significado de las adicciones? Si eres cre-
yente ¿Deseas vivir una relación con Cristo más eficiente, pura y pode-
rosa? Son muchas las dificultades a las que tienes que hacer frente en
tu vida, y quiero ayudarte a que valores lo mucho que significas como
ser humano y cómo deberías protegerte de una sociedad que ofrece
propuestas muy peligrosas para tu futuro. Las adicciones siempre pa-
san factura.

119
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Iva Villi

120
abre Los
ojos

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La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Carlo Lazzeri

122
Las adicciones pasan factura

“Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”


(Santiago 2:17)

L
a dopamina es la responsable de la motivación, que es lo
que da el impulso para la vida. La motivación es importante
para la atención, el placer, las relaciones sociales y los pro-
cesos cognoscitivos. Sería buenísimo tener una píldora que
pudiera lograr que cualquier situación aburrida se transformara en
algo divertido. Eso es lo que generan estas sustancias sobre las que es-
tamos hablando: al aumentarse la dopamina, algo que es aburrido pa-
rece mucho más divertido. Hay gente totalmente inmotivada que tiene
niveles de dopamina muy bajos, y tiene altos riesgos de depresión. Si
tiene una vulnerabilidad hacia la depresión, eso aumenta el riesgo del
uso de las drogas. El cerebro está hecho para realizar conductas que
nos hagan sentir mejor. Si está deprimido, los estímulos sociales nor-
males no lo sacan de ese estado de apatía. Pero las drogas, por un rato,
sí. Imagina ver un mundo en blanco y negro que de repente se vuelve
de colores al tomar una droga.

El uso de drogas en la niñez o en la adolescencia debería alertar al


psiquiatra de que existe algún problema subyacente que lo lleva a con-
sumir drogas. Todas las drogas, como toda experiencia nueva, revelan
un aspecto nuevo del individuo. Se ve con el alcohol; hay gente que se
vuelve muy taciturna y otra que se vuelve muy locuaz. Lo mismo con

123
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

los estimulantes, puede haber gente que se ponga totalmente agresiva


y paranoide y otra muy amigable. Se está evaluando el uso del éxtasis
para crear una experiencia vivencial de una gran intensidad. Esta es-
trategia ha sido criticada psiquiátricamente porque hay gente que es
muy vulnerable y estas drogas que se utilizan, con las que se crea un
cambio total de la percepción, pueden causar efectos muy duraderos
dañinos para el individuo.

Me preocupa el consumo del alcohol entre los adolescentes, un


90% tiene acceso directa o indirectamente. El alcohol como posibi-
lidad de adicción o de puente hacia otros consumos en la vida de los
jóvenes es un hecho y un desafío. Hay guías que se presentan en las
escuelas para informar a los chicos y ayudarlos a salir del consumo,
pero parecen no ser suficientes. La sociedad en general es en parte
responsable de estos excesos porque no toma lo suficientemente en
serio el problema. No parece haber respuesta suficiente desde los or-
ganismos públicos ni privados.

¿Cómo se detecta el inicio del problema? El alcohol se empieza


a tomar por motivos placenteros. Lo que delata el punto de posibi-
lidad de adicción en los jóvenes aparece cuando empiezan a tomar
hasta perder el conocimiento. La noche se convierte en un ámbito de
descontrol. Se trata de un fenómeno social que hay que encarar. Los
chicos deben aprender a controlar los impulsos. Las medidas de pre-
vención se deben incluir dentro de las políticas de estado. Propongo
que se creen plataformas on-line de ayuda a cualquier hora, con con-
fidencialidad, asegurado el anonimato y la libertad en la exposición de
los problemas que viven los adolescentes, los padres, los educadores,
y asociaciones en las que la ayuda sea real y efectiva. El objetivo es
trabajar en la prevención de conductas adictivas, ya sea de sustancias
o también de otras relacionadas con las redes sociales o los juegos de
azar. Además, también trabajar en la actuación con los adolescentes,
una vez que se detecta el problema, para que éste no vaya a más y
pueda solucionarse lo antes posible. Mientras que los índices adictivos
aumentan la oferta de profesionales para la atención de los adictos
disminuye.

Las adicciones tienen solución sobre todo si la persona descubre lo que es y


lo que puede llegar a ser. En el caso de las adicciones sin sustancia que
124
abre LoS ojoS

desarrollaremos más adelante es importante establecer un Taller de Pre-


vención de Adicciones a las Tecnologías de la Información y la Comunicación.
El curso tiene como objetivo dar a conocer las claves para detectar si
existe una adicción a las TIC y cómo hacerle frente. Además, también
se enseñan pautas para prevenir una posible adicción y se analizan las
personalidades más propensas a desarrollarlas. En mi opinión se trata
de informar, formar y prevenir y en determinados casos intervenir y
tratar.

En mi historia, la “contención afectiva” ha sido uno de los pilares


en su recuperación y creo que sería útil para la atención de los usua-
rios con consumo problemático de drogas. También, la espiritualidad
puede ser un factor de protección ante el inicio del consumo y si este
ya se ha producido para las oportunidades de recuperación.

cómo responder: 100 propuestas


¿Cómo responder a nuestros hijos sobre el riesgo de enfrentarse al
alcohol por ejemplo? Veamos algunos consejos a sus preguntas que
nos pueden orientar ante cualquier factor de riesgo relacionado con
sustancias o conductas adictivas:

“Los demás lo hacen ¿por qué yo no?”

1. Porque todo lo que algunos hacen no vale para ser aceptado por
ti.

2. Porque eres menor y tienes que aprender a relacionarte sin con-


sumir alcohol.

3. Porque pertenecer a un grupo no es convertirte en un borrego.

5. Porque para ligar no hace falta el alcohol.

6. Porque dentro del grupo hay que saber marcar la diferencia entre
lo inteligente y lo estúpido.

125
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

7. Porque hay que saber hacer amigos y no contentarse con sólo


cómplices

9. Porque un amigo verdadero no te pide nada que te ponga en


peligro.

10. Porque aceptar la crítica forma parte de las relaciones humanas


y ayuda a madurar.

11. Porque ser distinto (en el sentido de ser más sensato) no es malo.

“¿Por qué no, si es superdivertido?”


12. Porque hay muchas maneras mejores de disfrutar en el tiempo
libre.

14. Porque tienes que preferir el aburrimiento al aborregamiento.

15. Porque no debes confundir placer con felicidad.

16. Porque el botellón no es la única forma de disfrutar con tus ami-


gos.

17. Porque también te puedes divertir en familia cuando haces bue-


nos planes de ocio.

19. Porque te he mostrado otras formas de divertirte.

20. Porque no deberia ser tu grupo de referencia uno que tenga como
único interés el consumo de alcohol.

21. Porque beber cuando eres menor es muy malo para tu salud y
puede meterte en problemas legales.

22. Porque tienes que saber que las expectativas hacia el alcohol son
engañosas.

23. Porque el tiempo es oro y no hay que desaprovecharlo

“¿Por qué no puedo olvidarme de todo y sentirme bien


un rato?”

126
abre LoS ojoS

24. Porque sentir emociones negativas te hace más inteligente.

25. Porque puedo enseñarte a subir la adrenalina con muchos menos


peligros.

26. Porque no puedes hacer sólo lo que le apetece.

27. Porque tienes que aprender a soportar tus emociones y no a esca-


par de ellas.

28. Porque el miedo solo se combate enfrentándolo.

29. Porque la ira se calma si uno quiere, no si uno la evade.

30. Porque tienes que aprender a medir los riesgos que quieres asumir.

31. Porque te puedo desmontar lo equivocadas que están las opinio-


nes e ideas que escuchas sobre el alcohol y su consumo.

32. Porque el consumo afecta de modo muy negativo a tu organismo,


que está aún por madurar.

33. Porque consumir alcohol siendo menor puede afectar a tu desa-


rrollo.

34. Porque necesitas desarrollar la atención, la memoria y la capaci-


dad de concentración.

35. Porque consumir alcohol si eres menor, disminuye tu rendimiento


escolar.

36. Porque tienes que saber diferenciar cuando lo que escuchas es


verdad y cuando te mienten.

37. Porque lo que haces ahora te pasará factura en el futuro.

38. Porque el poder reside en tu esfuerzo en la dirección correcta.

39. Porque el alcohol puede llegar a ser adictivo si te inicias en su


consumo.

40. Porque no todos los que beben son alcohólicos, pero todos los
alcohólicos empiezan bebiendo.

127
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

“Soy más yo ¿por qué no voy a mostrárselo a los de-


más?”
41. Porque eres guay todos los días.

42. Porque vales por lo que eres y no por lo que haces.

43. Porque decir NO es una habilidad fundamental y más cuando se


dice en grupo.

44. Porque para ser tú mismo no necesitas más.

45. Porque quiero que te plantees qué te aporta beber.

46. Porque es la mejor forma de aprender a quererse.

47. Porque el mundo no siempre es de color de rosa.

48. Porque lo que te da el alcohol es efímero, pero lo que consigues


por ti mismo es para toda la vida.

49. Porque, aunque no lo creas, el que bebe y abusa “no controla”.

50. Porque hay otras formas de premiarse.

52. Porque hasta la mayoría de edad tienes la obligación legal de no


beber. Después serás tú quién decida.

“¿Porque tú lo digas?”
53. Porque entiendo que eres rebelde por definición.

54. Porque no eres de mi propiedad, pero necesitas a tus padres.

56. Porque eres menor y yo tu figura de autoridad referente soy res-


ponsable de tu cuidado y deucacion.

57. Porque los padres sí “controlamos”.

58. Porque no quiero estar permanentemente discutiendo contigo.

59. Porque necesitas desarrollar tu autocontrol a través del control


que te planteo.

128
abre LoS ojoS

60. Porque caerte mal forma parte de mi función como padre.

61. Porque me fio de ti, aunque no esté contigo.

62. Porque confías en mí y te sirvo de modelo.

64. Porque nunca he necesitado tener una copa delante para nada

65. Porque lo que ves en casa, es lo que espero que hagas fuera.

66. Porque quiero que aprendas a ser responsable.

67. Porque un padre vigila y un colega te entretiene.

68. Porque deseo que desarrolles formas alternativas de resolver con-


flictos.

69. Porque tienes que hacerte responsable de tus comportamientos.

“¿Por qué no me tratas de tú a tú?”


70. Porque tenemos que aprender a consensuar en familia.

71. Porque tienes que comenzar a negociar.

72. Porque tenemos que ceder los dos.

74. Porque tengo que explicarte y tú entenderme.

76. Porque tengo que empezar a verte como un adulto.

77. Porque te rebelas contra las imposiciones y las prohibiciones.

“¿Por qué tienes que estar encima de mí todo el santo


día?”
78. Porque si me preocupo por ti, es porque te quiero

80. Porque tengo que seguir educándote.

81. Porque ha llegado el momento de dejar que decidas, aunque te


equivoques.

82. Porque me fio de lo que te he enseñado hasta ahora.


129
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

83. Porque no quiero convertirme en tu guardaespaldas.

84. Porque no quieres un policía en vez de un padre.

85. Porque tenerte como hijo no es una fuente de problemas, sino de


satisfacciones.

86. Porque escucho tus motivos, pero eso no te da la razón.

87. Porque no quiero asustarte, quiero enseñarte.

88. Porque me recuerdas a mí cuando tenía tu edad.

“¿Por qué nadie me comprende y todo me sale mal?”


89. Porque ni tú ni yo somos perfectos.

90. Porque cuesta decir “lo siento”.

91. Porque a veces decimos cosas de las que nos arrepentimos.

92. Porque te estás definiendo como adulto y quiero apoyarte.

93. Porque tienes que aprender a tomar tus propias decisiones.

94. Porque sigo siendo el adulto que te sostiene cuando te equivocas.

95. Porque intento entenderte y acompañarte.

96. Porque no quiero aleccionarte, quiero que madures.

97. Porque haces cosas mal, pero no eres malo.

98. Porque rectificar es de sabios.

99. Porque tienes muchas cosas que contar y yo muchas ganas de


escucharte.

100. Porque encuentro miles de razones por las que me siento orgu-
lloso de ti.

130

Las drogas son algo muy
egoísta. Va contra todos
los asuntos centrales de
las cosas en que creo: el sue-
ño arcádico de la liberación
de los sentidos, de no oprimir
a nadie ni ser oprimido”.

PETE DOHERTY
Poeta, músico, compositor, pintor,
actor, escritor y modelo británico

131
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Josh Mitchinson

132
sumar resta

133
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Gerhard Taatgen Jr.

134
Pensando en nuestro futuro

“Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz. Que donde haya odio,


ponga yo amor; donde haya ofensa perdón; donde haya discordia,
ponga unión; donde haya error, ponga verdad; donde haya duda, ponga
confianza; donde haya desesperación, ponga esperanza; donde haya
tinieblas, ponga luz. y donde haya tristeza, ponga yo alegría. Haz, en
fin, Señor, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar;
en ser comprendido, como en comprender; en ser amado, como en
amar. Porque dando es como se recibe, olvidando es como se encuentra,
perdonando se es perdonado y muriendo se resucita a la vida que no
conoce fin” (San Francisco de Asís)

U
no de los aspectos más importantes para comprender ésta
terrible enfermedad consiste en entender el proceso de
las recaídas. Es precisamente en ellas donde se encuen-
tran las herramientas para la victoria. Se deben analizar
a fondo para extender el tiempo entre la decisión del consumo y el
consumo. En ese proceso, existen claras llamadas de emergencia, avi-
sos, que el adicto sólo descubre tras la derrota. Mucho antes de que
el consumidor acceda a la sustancia se pueden descubrir los recursos
para evitarlo. Realmente se vence construyendo una nueva forma de
vivir y de pensar.

Particularmente importante es reconocer esto en los adolescentes,


donde hacer un diagnóstico de depresión es más difícil que en un adul-
to. Un mensaje para la psiquiatría, es que están perdiendo la oportu-

135
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

nidad de realizar una intervención que les permita evitar un problema


de enfermedad mental. Dar cocaína a alguien lo puede energizar, pero
también le puede ocasionar un accidente cerebrovascular. Me gustaría
rebatir el concepto de que si alguien prueba la droga no está dañado,
porque un gran porcentaje de los jóvenes son expuestos a drogas que
aparecen inocuas. Y sobre todo, a lo que no son drogas, pero que
también generan adicción. La drogadicción no discrimina y cualquier persona
puede ser vulnerable.

Ciertas drogas producen cambios similares a los del envejecimien-


to. El mensaje educativo a los jóvenes no es que en quince años les va
a dar cardiopatias, sino que los sistemas que envejecen con las drogas
son precisamente los de la motivación del placer. Los cambios que
se ven en una persona de 25 adicta son equivalentes a la manera de
cómo se vería el cerebro de una persona de 65 años.

Llamamos adicción cuando una persona al tomar las drogas, pierde el control
sobre el consumo. A pesar de que no las quiere tomar ya más, no pueden
dejar de tomarlas. Esa pérdida del control es fundamental para noso-
tros como seres humanos, para ejercer lo que se llama la elección, el
libre albedrio.

O sea, nosotros, peleamos, como seres humanos, por la libertad.


Pero la libertad implica que nosotros podemos controlar y hacer lo
que queremos hacer. La pérdida de esa capacidad, es lo que sucede en
las adicciones.

Las consecuencias del abuso de drogas son graves, amplias, varia-


das y afectan a personas de todas las edades. En estos momentos, la
mayoría de esos consumos presentan un perfil de riesgo muy diverso
que no se está en condiciones de cuantificar. Dicho de otra manera, no
se sabe cuántos ni cuáles de los consumidores tendrán problemas sig-
nificativos, ni hasta qué punto los consumos serán un problema grave
para la colectividad.

La crisis educativa no es tanto estructural como de delegación y


evasión de responsabilidades. O todos nos comprometemos en el pro-
yecto de apoyar el desarrollo de niños y adolescentes, o nadie podrá
hacerlo en soledad. Busquemos las formas de participar, exijamos que

136
SUmar reSta

se prioricen ciertas intervenciones, discutamos el modelo educativo.


Todo está abierto, excepto la necesidad de compromiso crítico y ope-
rativo en la tarea.

Es evidente la existencia de un debate, siempre actual, sobre el ma-


nejo legal de los comportamientos de consumo. Pero creemos que no
se puede reducir a una caricatura simplista, que debe ser contemplado
en todas sus dimensiones, y que, en cualquier caso, no debe ocultar ni
sustituir al verdadero debate: si aceptamos a las drogas como “peaje”
de nuestros proyectos, individuales o colectivos, o si planteamos unas
formas más críticas y maduras de valorar la presencia de aquéllas. Es
importante superar la adicción y descartar los malos hábitos. Ponte en
marcha y marca la diferencia, se puede, claro que sí.

La drogadicción tiene un componente social que condiciona tanto


que pensar que un medicamento va a ser suficiente resulta es muy
simplista. Los medicamentos aumentan la probabilidad de que la gen-
te deje de tomar drogas. Es como el tratamiento de la depresión; se
pueden dar medicamentos antidepresivos, pero la intervención psico-
terapéutica aumenta enormemente las opciones de éxito.

Uno de los aspectos más comprometidos, es el deseo casi irresistible


de consumir cocaína. Se dijo erróneamente, que no creaba dependen-
cia física sino psicológica, pero está demostrado que no es cierto.

Un adicto es capaz de consumir a pesar de saber que va a sufrir


después, que van a presentarse consecuencias desagradables, e im-
previsibles. No se da cuenta de que las drogas pueden acabar con su
matrimonio, y su vida. Sin embargo, quiere dejarlo, no quiere consu-
mir, no quiere esa vida, necesita ayuda y misericordia. En esa espiral,
resulta obvio que querer no es poder frente a la adicción que es una
realidad en su vida. Quiere liberarse, pero evidentemente no puede, y
su deseo de consumir es inevitable.

construir una personalidad resistente


Veamos cuales podrían ser los pasos más importantes para cons-
truir una personalidad resistente ante el peligro de las adicciones:
137
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

• Sé el mejor tú mismo. No te dejes manipular.

• Ten un proyecto de vida constructivo y coherente.

• Cuida tu estabilidad psicológica entre corazón y cabeza.

• Vive el presente asumiendo el pasado y con las ilusiones del fu-


turo.

• Sé dueño de ti mismo. Dile NO a la enfermedad.

• Obtén una buena educación sanitaria, sexual y afectiva.

Los tipos de pensamiento que se tengan son fundamentales. La


dependencia y más aún la drogodependencia atenta contra uno de
los principios básicos de la naturaleza humana, creada por Dios: la
libertad.

Observen los maniaco-depresivos y la desconexión con el mundo


real. Tras muchos años de políticas más o menos eficaces, los proble-
mas ligados a las drogas han evolucionado hacia una comprensión
mas realista. Ya no pueden localizarse en un grupo, en una clase, en
una franja etaria, en un contexto social o económico concreto.

Las adicciones son un fenómeno cultural. Podemos verlos como


algo inevitable, que hay que asumir de entrada. O podemos tratar de
minimizarlos, sea por intervenciones de prevención individualizada,
sea por acciones dirigidas a modificar algunos elementos contextuales
que los propician. Lo único que no deberíamos hacer es mantenernos
en la inoperancia ingenua, creyendo que son algo que depende de
otros, exigiendo que se resuelvan más o menos mágicamente, y con-
solándonos con la protesta escandalizada o con la angustia que nos
justifica.

El tiempo de reflexión colectiva no puede obviar la atención inme-


diata de los riesgos en los grupos más vulnerables, concretamente de
niños y adolescentes. En el panorama descrito, no caben soluciones
excluyentes de tipo controlador o represivo; sin que esas soluciones se
descarten de entrada, parecería más bien que las estrategias a utilizar
deberán estar enmarcadas en el amplio espectro de lo educativo.

138
SUmar reSta

Educación desde las primeras etapas para apoyar el desarrollo, en


niños y niñas, de unos criterios, unas habilidades y unas capacidades
de autonomía que les hagan más capaces de decidir y defenderse.

Educación a través de fórmulas eficaces, que permitan establecer


un diálogo bidireccional con los adolescentes, sobre los temas que les
afectan, buscando apoyar su potencialidad crítica frente al contexto
peligroso en el que les toca vivir.

Educación que, trascendiendo las necesidades individuales, se ocu-


pe también de la dimensión colectiva.

139
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

10

Imagen © David Schauer

140
SUmar reSta

un nuevo
despertar

141
Imagen © Damian Stevens
conclusión
“Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento
para aprender tus mandamientos” (Salmo 119:73)

P
ara salir de la adicción lo más importante es cambiar de há-
bitos. Veamos un ejemplo en la droga ilegal más consumida
de momento por nuestros jóvenes, la marihuana. Al siste-
ma de la memoria principalmente lo afectan el alcohol y la
marihuana. La gente intoxicada con marihuana no puede aprender
porque el hipocampo está completamente extorsionado por su uso.

El hipocampo también tiene una gran concentración de sistemas


inhibitorios, y el alcohol los activa.

El consumo de marihuana genera problemas severos de memoria


que pueden durar varias semanas, pero si se abandona el consumo
de drogas, eventualmente, se puede recuperar, aunque no totalmente,
sobre todo en quienes han tomado alcohol por años.

Existen ya ideas sobre el tipo de genes y proteínas que están pro-


duciendo esa vulnerabilidad, pero aún no se sabe cuáles son los genes
de la predisposición. Depende mucho del medio en el que se mueve,
es decir si acepta socialmente el consumo o no. Esto determina una
mayor probabilidad de tomar drogas.

En los medios artísticos, por ejemplo, es mucho más aceptado que


en el medio de los abogados o de religiosos. Hay médicos con mu-
chísimo riesgo de tomar drogas, no por su personalidad, sino por el
ambiente en el que se mueven. Un ejemplo son los adictos al tra-
143
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

madol, (un opiáceo), que son a menudo anestesiólogos, o médicos de


urgencia, donde el acceso a los medicamentos es muy fácil. Cualquier
persona puede ser vulnerable a la adicción. La idea de que, porque
una persona es, religiosa y no le gustan los riesgos está fuera de peligro
no es real.

Pero ¿qué ocurre con el consumo precoz?


Cuando se es niño o adolescente esa área el cerebro que permite
controlar está mucho menos desarrollada y se tiene mucha mayor sen-
sibilidad a todos los estímulos ambientales. En los escritos de alguien
que ha tenido problemas de drogas, se ve que muchos se quedan en la
etapa de cuando han comenzado a consumir las drogas, porque toda
su vida se ve concentrada en los rituales de conseguirla. En la mayor
parte de los casos la iniciación viene de la interacción de grupo, los jó-
venes expuestos por otros jóvenes. Por eso debemos trabajar, curiosa-
mente donde no está el consumo, sino el riesgo de consumo. Aprendí
que a pesar de que como seres humanos queremos sentir que estamos
tomando decisiones con nuestras partes cognitivas del cerebro y del
raciocinio, nuestras acciones resultan mas bien de nuestro inconscien-
te con asociaciones mucho más afectivas que cognitivas.

La libertad tiene sentido cuando se tiene posibilidad de elección.


He aprendido sin embargo que el libre albedrío no es algo fijo, y que
en ciertos momentos de la vida el control sobre esta facultad se debili-
ta. Creo que si todos somos honestos podemos evaluarnos en momen-
tos en que hemos perdido el control en cierto nivel evitando el juicio
moral de la persona sobre la conducta. Lo que hago no es lo que soy,
ni siquiera en una adicción.

Que la adicción es una enfermedad del cerebro y que desgraciada-


mente las áreas del cerebro que están afectadas son áreas que influyen
en nuestra capacidad de libre albedrío es un hecho. De ahí que a veces
las personas que consumen drogas tengan conductas que parecen tan
estúpidas y con consecuencias tan graves que no tienen ningún senti-
do, porque la manera en que ellos están tomando decisiones es muy
distinta a cómo sería si esas áreas estuvieran funcionando apropiada-
mente. La adicción a las drogas no se cura, pero se puede tratar y el pronósti-

144
Un nUevo deSpertar

co permite a la persona recuperarse básicamente con un tratamiento


adecuado.

Existen datos de que el cerebro es mucho más plástico de lo que


se pensaba antiguamente; aun en la vida adulta, se pueden reforzar
áreas que estén debilitadas, y ciertos medicamentos pueden acelerar
este proceso de reforzamiento. Entonces esto, ayudaría a una persona
adicta, como ayudaría a una persona anciana. Depende de la droga,
de la edad y de la historia del paciente.

Es muy difícil encontrar a alguien que tenga una adicción severa,


que se lo ingrese en un tratamiento y que no recaiga. El nivel de re-
caída en la adicción es de 70%. En la heroína tenemos medicamen-
tos muy poderosos, el que más se conoce es la metadona, pero hay
un medicamento que tiene mejores propiedades, más caro, que es la
bupremorfina. No todos responden, pero la probabilidad de recupera-
ción es muy alta. El tratamiento debe considerarse crónico, no es una
rehabilitación de dos o tres meses y ya está curado. Es tratamiento, no
curación. Es entonces, cuando debemos intervenir. La victoria empieza
mucho antes de que aparezca el deseo de consumir.

Querido lector, me has acompañado con tu lectura. Has consegui-


do que mi vida cobre sentido. Destruí parte de mi juventud y madurez
y como consecuencia he de vivir una vida diferente. Soy consciente
que lo que he mermado mi vida, lo que tiene de adicción, lo que he
sumado resta realmente las capacidades que pude tener y desarrollar
si no hubiera decidido de la forma que lo hice.

Pero al mismo tiempo, soy consciente que sobre lo recorrido se


puede aprender, se puede resurgir de las cenizas y resucitar a una
nueva vida, diferente y única. Me arrepentiré toda mi vida de haber
tomado decisiones equivocadas de las que yo soy responsable porque
en mi libertad me equivoqué. No quiero que le pase a nadie, no deseo
que ningún adolescente pase por lo que he pasado yo.

Desde el colegio donde he servido como monitor he visto que mu-


chos fines de semana los jóvenes salen y se divierten consumiendo
alcohol. A la mayoría no les pasará nada seguramente y mientras voy
a recogerlos con mi servicio de taxi para sacarme algún dinero, lo que

145
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

ellos no perciben es el inmenso dolor psicológico que siento simple-


mente oyendo los sonidos de la noche o viendo los estímulos que se
clavan como verdaderos aguijones sobre mi conciencia. Ya nunca seré
el mismo pero este drama puede ser revertido.

En mi caso, la acción de un Jesús que me ofrece su perdón y su


ayuda a través de lo que siempre deseé que es su presencia, que es su
vida, en definitiva, supone un paradigma nuevo que contiene todos los
ingredientes para volver a vivir, volver a sentir, volver a soñar.

Escribir esta trilogía es doloroso para mi, pero enormemente sano.


Saber que muchos pueden aprender de mi historia, que podemos en-
tre todos ayudar a familias inocentes que sufren por esta enfermedad
a hacer algo con las nuevas caras con las que se presenta esta oferta de
pecado es algo que me llena de satisfacción. Probablemente hayas leí-
do algunas afirmaciones que te han parecido exageradas, a lo mejor
algunas de las experiencias que os he relatado te parecen muy lejanos
en tu situación particular.

Deseo que así sea, pero sin duda que sensibilizar a nuestra so-
ciedad, a nuestros colegios e instituciones, a nuestros educadores, a
nuestros adolescentes, a nuestras iglesias, es algo que tú puedes hacer
porque tú eres muy importante en la recuperación de adictos de tu
entorno que han perdido su estima propia, que se siente necesitados
de tu comprensión y ayuda porque sin vosotros, sin la familia, sin un
plan nuevo, sin el perdón, nadie sale adelante. El suicidio o la vida
esclavizada por la adiccion es un despropósito.

No solo te doy las gracias, sino que te invito a continuar conmigo


en la trilogía para que sepas que puedes cambiar vidas y a la vez ayu-
darme a crecer y a quererme.

Nuestros hijos están en riesgo, no solo con la cocaína, sino con una
sociedad adictiva y una vida llena de peligros mucho más escondidos
de lo que parece.

Mi dopamina natural, endógena, se ve equilibrada cuando sepa


que has llegado a comprenderme.

146
Un nUevo deSpertar

Si a los que hemos caído se nos da una segunda oportunidad, si nos


permiten un nuevo despertar, esta vez hemos aprendido la lección y
no queremos volver a fallar.

Ahora he de aprender cómo vivir esta vida con muletas, con cica-
trices y heridas, con duelos por las desproporciones de lo que llegué a
hacer bajo los efectos de una adicción pero seguro de querer vivir una
vida nueva que encuentra en el evangelio, la buena noticia de Jesús,
un bálsamo de paz y un horizonte de esperanza.

Vivo felizmente casado con una mujer que no merezco y con dos
preciosas hijas que dicen sentirse orgullosas de su papá.

He aprendido a reconocer que no se puede mirar atrás, ir de victi-


ma ni seguir llorando, que las personas me quieren y que hay todo un
mundo por descubrir y una misión que cumplir.

La adicción se puede superar y se supera. Amigo lector, lo que de-


seo es poder abrazarte para transmitirte mi alegría y agradecimiento
por estar a mi lado en este recorrido que me ha llevado de la enferme-
dad a la victoria en Jesús.

Nos encontramos en el segundo tomo de esta trilogía.

147
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Imagen © Rotorhead

148
gLosario de términos

Abuso. El uso de drogas ilegales o el uso inapropiado de drogas le-


gales. El uso repetido de una droga que produce placer, alivia
estrés, y/o altera la percepción de la realidad.

Adicción. Enfermedad crónica con recaídas caracterizada por la


búsqueda y el abuso compulsivos de la droga y por cambios quí-
micos de larga duración en el celebro.

Adolescencia. Edad que sucede la niñez: transcurre desde que apa-


recen los primeros indicios de la pubertad hasta el desarrollo
completo del cuerpo (14-20 años).

Alcohol etílico. El etanol es un ingrediente intoxicante que se en-


cuentra en la cerveza, el vino y el licor. El alcohol se produce a
través de la fermentación de la levadura, las azúcares y los almi-
dones. Es un depresor del sistema nervioso central que se absor-
be rápidamente del estómago y el intestino delgado al torrente
sanguíneo.

Ambiente. Conjunto de factores físicos, químicos, biológicos y socio-


culturales que influyen el estado de salud (corporal y mental) y
que contribuyen a los procesos patológicos que desencadenan
una enfermedad.

Anfetamina. Droga estimulante con efectos similares a la cocaína.

149
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Ansiedad. Estado emocional en el que se experimenta una sensación


de angustia y desesperación permanentes, por causas no cono-
cidas a nivel consciente. Puede afectar a personas de todas las
edades sobre todo a aquellas que están sometidas a una tensión
familiar laboral constante, y en aquellas que han arraigado en sus
patrones conductuales un sentido de perfeccionismo hacia todo
lo que hacen y dicen.

Área ventral del tegmento. Parte del cerebro medio compuesto


por las neuronas que producen los neurotransmisores dopamina,
Glutamato y GABA.

Biología. Ciencia que estudia a los seres vivos.

Circuitos de recompensa. Sistema funcional fundamental de ma-


míferos, situado en el cerebro. Este sistema de recompensas
es indispensable para la supervivencia, ya que proporciona la
motivación necesaria para la realización de acciones de compor-
tamientos con valor intrínseco de adaptación evolutiva, permi-
tiendo preservar al individuo y a la especie.

Cocaína. Estimulante extremadamente adictivo que afecta directa-


mente al cerebro gracias a su capacidad de elevar exageradamen-
te los niveles de dopamina en el estriado ventral.

Cocainómanos. Individuos que abusan de la cocaína o que se han


vuelto adictos a ella

Corteza frontal. La parte delantera de la corteza cerebral, prosen-


céfalo o cerebro anterior; es el centro del pensamiento del cere-
bro. Nos permite por ejemplo pensar, planificar, resolver proble-
mas y tomar decisiones.

Corteza Prefrontal. La parte del cerebro que nos permite evaluar


las situaciones, tomar decisiones juiciosas y mantener nuestras
emociones y deseos bajo control.

Crack. Término argot para un tipo de cocaína que se fuma.

Desintoxicación. Proceso, basado en la abstinencia, mediante el


cual el cuerpo se libera de las drogas.

150
gLoSario de términoS

Diagnósticos de dependencia. Concepto usado en psiquiatría


para describir el continuo de síntomas que ponen en evidencia los
cambios inducidos en el cuerpo y el cerebro por el abuso crónico
de una droga. Típicamente la drogodependencia (física) implica
la necesidad de tomar dosis más altas de la droga para obtener
los mismos resultados (tolerancia) y la aparición de u síndrome
de abstinencia con síntomas físicos negativos cuando el individuo
intenta descontinuar o reducir el uso en forma abrupta.

Dopamina. Sustancia química, clasificada como un neurotransmi-


sor, presente en las regiones del cerebro que regulan el movi-
miento, las emociones, la motivación el placer.

Drogas. Compuesto químico o sustancia que puede alterar la estruc-


tura y función del cuerpo. Las sustancias psicoactivas afectan la
función del cerebro.

Espacio sináptico. Espacio entre las neuronas por unos milisegun-


dos es lo que tarda el reciclaje.

Estimulo placentero. Todo estimulo natural (sexo, comida) o artifi-


cial (drogas adictivas) que activa los centros cerebrales de placer
(área ventral del tegmento núcleo estriado ventral) través de la
liberación súbita de dopamina.

Filogenia (o filogenética). Parte de la biología que estudia la evo-


lución de las especies en contraste a la ontogenia que estudia la
evolución del individuo.

Gen. Segmento de ADN, que contiene toda la información necesaria


para que el cuerpo pueda producir una proteína específica. Hay
aproximadamente 30,000 genes en cada célula del cuerpo hu-
mano y la combinación de todos los genes constituye el material
hereditario que codifica las estructuras y funciones del cuerpo
humano.

Glucosa. Azúcar utilizado por los tejidos como forma de energía al


combinarlo con el oxígeno de la respiración. Cuando comemos,
el azúcar en la sangre (glucemia) se eleva, lo que se consume
desaparece de la sangre, para ello hay una hormona reguladora

151
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

que es la insulina producida por el páncreas (en los islotes pan-


creáticos). Esta hormona hace que la glucosa de la sangre entre
en los tejidos y sea utilizada en forma de glucógeno, aminoáci-
dos, y ácidos grasos. Cuando la glucosa en sangre está muy baja,
en condiciones normales por el ayuno, se secreta otra hormona
llamada glucagón que hace lo contrario y mantiene los niveles
de glucosa en sangre. El tejido más sensible cerebro, en concen-
traciones muy bajas o muy altas aparecen síntomas de confusión
mental e inconsciencia.

Heroína. Opioide sintético relacionado con la morfina (morfina dia-


cetilo). Es más potente que la morfina y es altamente adictiva.

Homeostasis. La tendencia de un organismo o célula de regular sus


condiciones internas, por lo general por un sistema de control
de retroalimentación, así como para estabilizar la salud y el fun-
cionamiento, independientemente de las condiciones externas
cambiantes.

Imagenología. Conjunto de las técnicas y de los procedimientos que


permiten obtener imágenes del cuerpo humano con fines clínicos
científicos.

Infarto de miocardio. Es un trastorno del músculo cardíaco, pro-


ducido como consecuencia de una disminución de la corriente
sanguínea, generalmente por una obstrucción de las arterias en-
cargadas del transporte de sangre al corazón (artereosclerosis).

Inhalantes. Sustancias volátiles que producen vapores químicos que


se suelen abusar a través de la inhalación para provocar efectos
psicoactivos de alteración mental.

Intoxicación alcohólica. El trastorno orgánico más común induci-


do por alcohol por el que se producen efectos reforzadores posi-
tives y negativos. Se potencian los efectos sedativos favoreciendo
la neurotransmisión inhibitoria más que la excitatoria, sobre todo
por activación de receptores GABA.

Marihuana. Mezcla gris verdosa de hojas, tallos, semillas y flores


secas y picadas de la planta de cáñamo, Cannabis sativa.

152
gLoSario de términoS

Metanfetamina. Droga con alto potencial de abuso muy adictiva,


potente estimulante que pertenece a la clase de las anfetaminas.

Neuroplasticidad. La habilidad de nuestro cerebro de cambiar físi-


camente en respuesta los estímulos experiencias los que estamos
sometidos. Puede constituir tanto una adaptación positiva como
negativa.

Nicotina. Alcaloide derivado de la planta del tabaco, que es respon-


sable de los efectos psicoactivos y adictivos del tabaquismo.

Núcleo Accumbens. Región del cerebro involucrada en la motiva-


ción y la gratificación. Casi todas las drogas de abuso aumentan
directa o indirectamente la dopamina en el núcleo accumbens,
contribuyendo así a sus propiedades adictivas.

Núcleo Estriado. Estructura compleja localizada en el interior


de los hemisferios cerebrales, en la base de cada hemisferio;
sus varias funciones incluyen el control del movimiento cor-
poral, el procesamiento del placer, la motivación, los hábitos el
condicionamiento conductual.

Psiquiatra. Persona que se interesa por el estudio de la mente huma-


na, así como también por la evaluación, diagnóstico rehabilita-
ción de enfermedades o alteraciones relacionadas con ella.

Receptores D2. Proteínas en la superficie de algunas neuronas que


transmiten los efectos farmacológicos y conductuales de la dopa-
mina, cuando esta se libera de una neurona contigua.

Redes de Neuronas. Transmiten los mensajes de ida y vuelta a las


diferentes estructuras dentro del cerebro, la médula espinal el
sistema nervioso periférico. Estas redes de nervios coordinan re-
gulan todo lo que sentimos, pensamos y hacemos.

Reforzadores Naturales. Todo tipo de estímulo natural (como


sexo o comida) capaz de elevar los niveles de dopamina en el
estriado ventral (Núcleo accumbens) dentro de los niveles
fisiológicos.

153
La inSoportabLe inocencia deL cULpabLe

Rehabilitación. Proceso cuya finalidad es que el paciente recupere


una función una actividad que ha perdido por una enfermedad
por un traumatismo. Se trata de la atención sanitaria orientada
a las secuelas de un trastorno que genera discapacidad o disfun-
ción.

Serotonina. Neurotransmisor que regula muchas funciones, inclu-


yendo el estado de ánimo, apetito, la percepción sensorial.

Sistema Dopaminérgico. Conjunto de neuronas en el cerebro que


producen y/o reaccionan a la dopamina.

Sistema Límbico. Sistema formado por varias estructuras cere-


brales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emo-
cionales. Está relacionado con la memoria, atención, instintos
sexuales, emociones (por ejemplo, placer, miedo, agresividad),
personalidad y la conducta. Está formado por partes del tála-
mo, cuerpo estriado (dorsal y ventral), hipotálamo, hipocampo,
amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo mesencéfalo. El sistema
límbico interacciona muy velozmente con el sistema endócrino el
sistema nervioso autónomo.

Sistema Serotoninergico. El sistema serotoninergico comienza


una concentración de neuronas productoras de serotonina ubi-
cado en el tallo cerebral. Algunas de sus proyecciones inervan
neuronas motoras y sensoriales, otras inervan a la corteza cere-
bral, estructuras del sistema límbico, el hipocampo. El sistema
serotoninergico modula muchas funciones en el cerebro (y en el
resto del cuerpo) como, las emociones, la temperatura corporal,
el humor, el sueño, el vómito, la sexualidad, y el apetito. Como
los síntomas de depresión están relacionados con la inhibición de
este sistema los antidepresivos funcionan estimulando los niveles
de serotonina en el individuo. esta organizado a partir del núcleo
rafe.

Toxicómano. Persona adicta al uso crónico de drogas u otras sus-


tancias.

Tratamientos conductuales. Una serie de tratamientos que se


concentran en la modificación del pensamiento, de la motiva-

154
gLoSario de términoS

ción, de los mecanismos de adaptación, del sistema de autocon-


trol, y de la toma de decisiones.

Vasoconstricción. El estrechamiento (constricción) de vasos sanguí-


neos por parte de pequeños músculos en sus paredes. Cuando
los vasos sanguíneos se constriñen, la circulación de sangre se
restringe o se torna lenta.

155
Imagen © Rotorhead
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