Está en la página 1de 3

THOMAS CARLYLE: HISTORIA Y TIEMPO EN EL CULTO DE

LOS HÉROES

Ma. Fernanda Guzmán Favela

El historicismo de Carlyle no se propone explicar en sí los acontecimientos


tanto como el individualismo de los héroes, además que se caracteriza por rehusarse
a la negación, postura que se opone a la dialéctica de la filosofía de la historia de
Hegel. El pensamiento de Carlyle se aproxima a la filosofía vitalista de Nietzsche;
vitalismo que se formula en su teoría del Gran Hombre y que gira alrededor de
grandes figuras que sin su liderazgo la historia pudo haber sido otra, como él mismo lo
afirma: “La historia del mundo no es otra que la biografía de los grandes hombres”.
Para Carlyle el Gran Hombre, el Héroe de culto representa un fenómeno histórico que
dispone de una vitalidad de todas las fuerzas creadoras como escribe en De los
héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia: “Todo lo que vemos en la
tierra es resultado material, realización práctica, encarnación de Pensamientos
surgidos en los Grandes Hombres. El alma universal puede ser considerada su
historia del hombre”. (1982:8). De acuerdo con Carlyle, hay dos criterios que posibilitan
la distinción entre el héroe verdadero y el falso, radican en su penetración y su
sinceridad. Cuando un hombre empieza a mentir deja inmediatamente de ser héroe:
“Afirmo que la sinceridad, la profunda, grande, genuina sinceridad, es la principal
característica de todos los héroes” (1982:43). El Culto del Héroe es un culto de la
fuerza moral, donde: “No hay mal en gozar de lo placentero; el mal está en reducir
nuestro ser moral esclavizándonos a ello” (1982:69).

Carlyle identifica el Culto del Héroe como el gran elemento modificador en el


antiguo sistema del pensamiento y lo clasifica en seis categorías, a decir el héroe
como: Divinidad, Profeta, Poeta, Sacerdote, Literato y Rey. El Culto al Héroe varía
continuamente con cada época, y cada una necesita un Profeta o Poeta que le aclare
ciertos conceptos, pero el hecho culminante de los héroes es su religión, lo que el
hombre realmente cree, lo que sabe de cierto referente a sus relaciones vitales con el
Universo, su deber y su destino es siempre lo principal porque el Gran Hombre “Es un
mensajero enviado desde el Infinito Desconocido; le llamamos Poeta, Profeta, Dios y
sus palabras suenan en nuestros oídos de modo distinto a las de todos los demás”
(1982:44). El Gran Hombre no sólo es una persona carismática que irradia
magnetismo es un rayo celeste, de allí que los caudillos poseen más que un mero
carisma los rodea un halo religioso, la historia de los héroes está rodeado de
admiración que trasciende al misterio del tiempo. “El gran misterio del Tiempo, de no
haber otro, esa cosa ilimitada, silenciosa, inestable, llamada Tiempo, que transcurre
veloz, especie de marea oceánica que lo abarca todo, en el que estamos sumergidos
los seres y el completo universo” (1982: 9). Cada momento de la historia tributa culto a
sus héroes, así por ejemplo para el paganismo escandinavo Odín representa el héroe
como divinidad, en tanto que para el pueblo árabe Mahoma representa el Tiempo y la
Eternidad, es decir al héroe como Profeta. La Divinidad y la Profecía fueron
cualidades de grandes figuras de una época remota, que dio paso al Héroe-Poeta,
Dante y Shakespeare son presentados por Carlyle como Santos de la Poesía,
canonizados indiscutiblemente, la historia de estos héroes no se centra en datos
biográficos como por sus obras. La Divina Comedia y Hamlet, son aerolitos que dicen
más del espíritu del Héroe-Poeta que todo un contexto histórico, sin duda el
historicismo de Carlyle se aproxima más a un misticismo que pretende menos que una
narración objetiva, la presentación de las sublimes potencias y sentidos del héroe.
Entre los Grandes Hombres, Lutero y Knox representan al Héroe-Sacerdote, que como
reformadores de la historia religiosa introdujeron el Protestantismo y el Puritanismo,
así como el libre examen nutriendo la historia Europea, porque como afirma Carlyle,
que lo espiritual se introduce en la historia temporal, en otros términos, lo espiritual es
el comienzo de lo temporal. Otra forma del heroísmo aparece en el Héroe como
Literato, representadas en las almas heroicas de Samuel Johnson, Rousseau y Burns.
Según Carlyle, Fichte llama al Literato como un Profeta y Sacerdote que revelan lo
divino y enseñan a los hombres generación tras generación y que toda “Apariencia
observada en el mundo, no pasa de ropaje que viste la Idea Divina del Mundo,
residente en el fondo de la apariencia” (1982:145). Carlyle aclara que esto mismo fue
lo que enseño Mahoma, por ello los Literatos son Sacerdotes que enseñan al hombre.

La última clase del heroísmo denominada realeza es la figura del Héroe-Rey.


El término inglés King (Köning) tiene por sentido Can- ning, que significa Hombre
Capaz. Para Carlyle el verdadero Rey es un guía espiritual práctico que tiene algo de
Pontífice. Cromwell y Napoleón, son héroes del revolucionismo moderno, Grandes
Hombres con altos ideales a lo que Carlyle recupera la sentencia de Schiller sobre que
el hombre no debe medir con la escala de la perfección el mediocre producto de la
realidad, toda vez que los ideales no pueden traducirse tal cuales en la realidad, tan
sólo queda contentarse con una aproximación. El Culto a los Héroes en sus seis
facetas penetra el secreto del comportamiento humano, aun cuando los Grandes
Hombres mueren su memoria persiste en el tiempo y duplican su grandeza, porque su
tiempo no es cuantitativo sino cualitativo. El arquetipo del héroe en la interpretación de
Carlyle siempre es un Santo, un hombre religioso, porque representan la encarnación
de lo divino, lo sacro, lo poético, lo profético y lo majestuoso. El Héroe realiza tanto
hazañas físicas como metafísicas, circunscrito en un ritual de iniciación, separación y
retorno, así es llamado a una odisea de ida y vuelta, su regreso es una transfiguración
destinada a la enseñanza de los hombres, el Gran Hombre es hijo de una época que
lleva a cabo rituales, recibe un llamado a cumplir con su destino, se consagra, lucha
ante fuerzas colosales, resucita, es decir cumple con un rito que se repite en el tiempo,
cada época reconoce a su héroe, el tiempo del héroe es cíclico rodeado de símbolos
religiosos, el valor ontológico radica en la recreación de los tiempos. En el recorrido del
héroe los símbolos se transmiten en el transcurso de la historia, por ejemplo Carlyle
presenta tanto a Mahoma como a Napoleón bajo la égida de instaurar un nuevo
imperio, uno por la palabra y otro por la espada. La historia de los héroes se repite de
acuerdo con el Zeitgeist (Espíritu de la época). En las diferentes nociones del tiempo a
través de la historia la visión del tiempo circular proclama el eterno retorno, en tanto
que la visión del tiempo lineal una escatología que lleva al fin de la historia, para el
héroe ambas nociones estructuran su arquetipo, en principio tienen una misión por
cumplir, siguiendo una línea trazada por recorrer hasta el final. No obstante al final de
cada tarea heroica, el tiempo renueva sus Grandes Hombres, y rinde su Culto
conforme al gnomon celeste.

Referencias

Carlyle, T. (1982). De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia.


México, Ed. Cumbre.

También podría gustarte