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El documento analiza la teoría del héroe de Thomas Carlyle. Carlyle creía que los grandes hombres o héroes son figuras carismáticas que impulsan el curso de la historia a través de su liderazgo e ideas. Identificó seis categorías de héroes: divinidad, profeta, poeta, sacerdote, literato y rey. Según Carlyle, cada época rinde culto a sus propios héroes, quienes encarnan lo divino, lo sagrado y otros ideales a través de sus obras y acciones.
El documento analiza la teoría del héroe de Thomas Carlyle. Carlyle creía que los grandes hombres o héroes son figuras carismáticas que impulsan el curso de la historia a través de su liderazgo e ideas. Identificó seis categorías de héroes: divinidad, profeta, poeta, sacerdote, literato y rey. Según Carlyle, cada época rinde culto a sus propios héroes, quienes encarnan lo divino, lo sagrado y otros ideales a través de sus obras y acciones.
El documento analiza la teoría del héroe de Thomas Carlyle. Carlyle creía que los grandes hombres o héroes son figuras carismáticas que impulsan el curso de la historia a través de su liderazgo e ideas. Identificó seis categorías de héroes: divinidad, profeta, poeta, sacerdote, literato y rey. Según Carlyle, cada época rinde culto a sus propios héroes, quienes encarnan lo divino, lo sagrado y otros ideales a través de sus obras y acciones.
El historicismo de Carlyle no se propone explicar en sí los acontecimientos
tanto como el individualismo de los héroes, además que se caracteriza por rehusarse a la negación, postura que se opone a la dialéctica de la filosofía de la historia de Hegel. El pensamiento de Carlyle se aproxima a la filosofía vitalista de Nietzsche; vitalismo que se formula en su teoría del Gran Hombre y que gira alrededor de grandes figuras que sin su liderazgo la historia pudo haber sido otra, como él mismo lo afirma: “La historia del mundo no es otra que la biografía de los grandes hombres”. Para Carlyle el Gran Hombre, el Héroe de culto representa un fenómeno histórico que dispone de una vitalidad de todas las fuerzas creadoras como escribe en De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia: “Todo lo que vemos en la tierra es resultado material, realización práctica, encarnación de Pensamientos surgidos en los Grandes Hombres. El alma universal puede ser considerada su historia del hombre”. (1982:8). De acuerdo con Carlyle, hay dos criterios que posibilitan la distinción entre el héroe verdadero y el falso, radican en su penetración y su sinceridad. Cuando un hombre empieza a mentir deja inmediatamente de ser héroe: “Afirmo que la sinceridad, la profunda, grande, genuina sinceridad, es la principal característica de todos los héroes” (1982:43). El Culto del Héroe es un culto de la fuerza moral, donde: “No hay mal en gozar de lo placentero; el mal está en reducir nuestro ser moral esclavizándonos a ello” (1982:69).
Carlyle identifica el Culto del Héroe como el gran elemento modificador en el
antiguo sistema del pensamiento y lo clasifica en seis categorías, a decir el héroe como: Divinidad, Profeta, Poeta, Sacerdote, Literato y Rey. El Culto al Héroe varía continuamente con cada época, y cada una necesita un Profeta o Poeta que le aclare ciertos conceptos, pero el hecho culminante de los héroes es su religión, lo que el hombre realmente cree, lo que sabe de cierto referente a sus relaciones vitales con el Universo, su deber y su destino es siempre lo principal porque el Gran Hombre “Es un mensajero enviado desde el Infinito Desconocido; le llamamos Poeta, Profeta, Dios y sus palabras suenan en nuestros oídos de modo distinto a las de todos los demás” (1982:44). El Gran Hombre no sólo es una persona carismática que irradia magnetismo es un rayo celeste, de allí que los caudillos poseen más que un mero carisma los rodea un halo religioso, la historia de los héroes está rodeado de admiración que trasciende al misterio del tiempo. “El gran misterio del Tiempo, de no haber otro, esa cosa ilimitada, silenciosa, inestable, llamada Tiempo, que transcurre veloz, especie de marea oceánica que lo abarca todo, en el que estamos sumergidos los seres y el completo universo” (1982: 9). Cada momento de la historia tributa culto a sus héroes, así por ejemplo para el paganismo escandinavo Odín representa el héroe como divinidad, en tanto que para el pueblo árabe Mahoma representa el Tiempo y la Eternidad, es decir al héroe como Profeta. La Divinidad y la Profecía fueron cualidades de grandes figuras de una época remota, que dio paso al Héroe-Poeta, Dante y Shakespeare son presentados por Carlyle como Santos de la Poesía, canonizados indiscutiblemente, la historia de estos héroes no se centra en datos biográficos como por sus obras. La Divina Comedia y Hamlet, son aerolitos que dicen más del espíritu del Héroe-Poeta que todo un contexto histórico, sin duda el historicismo de Carlyle se aproxima más a un misticismo que pretende menos que una narración objetiva, la presentación de las sublimes potencias y sentidos del héroe. Entre los Grandes Hombres, Lutero y Knox representan al Héroe-Sacerdote, que como reformadores de la historia religiosa introdujeron el Protestantismo y el Puritanismo, así como el libre examen nutriendo la historia Europea, porque como afirma Carlyle, que lo espiritual se introduce en la historia temporal, en otros términos, lo espiritual es el comienzo de lo temporal. Otra forma del heroísmo aparece en el Héroe como Literato, representadas en las almas heroicas de Samuel Johnson, Rousseau y Burns. Según Carlyle, Fichte llama al Literato como un Profeta y Sacerdote que revelan lo divino y enseñan a los hombres generación tras generación y que toda “Apariencia observada en el mundo, no pasa de ropaje que viste la Idea Divina del Mundo, residente en el fondo de la apariencia” (1982:145). Carlyle aclara que esto mismo fue lo que enseño Mahoma, por ello los Literatos son Sacerdotes que enseñan al hombre.
La última clase del heroísmo denominada realeza es la figura del Héroe-Rey.
El término inglés King (Köning) tiene por sentido Can- ning, que significa Hombre Capaz. Para Carlyle el verdadero Rey es un guía espiritual práctico que tiene algo de Pontífice. Cromwell y Napoleón, son héroes del revolucionismo moderno, Grandes Hombres con altos ideales a lo que Carlyle recupera la sentencia de Schiller sobre que el hombre no debe medir con la escala de la perfección el mediocre producto de la realidad, toda vez que los ideales no pueden traducirse tal cuales en la realidad, tan sólo queda contentarse con una aproximación. El Culto a los Héroes en sus seis facetas penetra el secreto del comportamiento humano, aun cuando los Grandes Hombres mueren su memoria persiste en el tiempo y duplican su grandeza, porque su tiempo no es cuantitativo sino cualitativo. El arquetipo del héroe en la interpretación de Carlyle siempre es un Santo, un hombre religioso, porque representan la encarnación de lo divino, lo sacro, lo poético, lo profético y lo majestuoso. El Héroe realiza tanto hazañas físicas como metafísicas, circunscrito en un ritual de iniciación, separación y retorno, así es llamado a una odisea de ida y vuelta, su regreso es una transfiguración destinada a la enseñanza de los hombres, el Gran Hombre es hijo de una época que lleva a cabo rituales, recibe un llamado a cumplir con su destino, se consagra, lucha ante fuerzas colosales, resucita, es decir cumple con un rito que se repite en el tiempo, cada época reconoce a su héroe, el tiempo del héroe es cíclico rodeado de símbolos religiosos, el valor ontológico radica en la recreación de los tiempos. En el recorrido del héroe los símbolos se transmiten en el transcurso de la historia, por ejemplo Carlyle presenta tanto a Mahoma como a Napoleón bajo la égida de instaurar un nuevo imperio, uno por la palabra y otro por la espada. La historia de los héroes se repite de acuerdo con el Zeitgeist (Espíritu de la época). En las diferentes nociones del tiempo a través de la historia la visión del tiempo circular proclama el eterno retorno, en tanto que la visión del tiempo lineal una escatología que lleva al fin de la historia, para el héroe ambas nociones estructuran su arquetipo, en principio tienen una misión por cumplir, siguiendo una línea trazada por recorrer hasta el final. No obstante al final de cada tarea heroica, el tiempo renueva sus Grandes Hombres, y rinde su Culto conforme al gnomon celeste.
Referencias
Carlyle, T. (1982). De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia.