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LA AMISTAD ENTRE GABRIELA MISTRAL Y

VICTORIA OCAMPO •

Quiso el azar que el mismo día -7 de abril- y con


penas un año de diferencia. nacieran en el sur de nues-
'a América dos de las mujeres que más se destacaron
n el ámb'ito de su literatura: en Chile y en 1889, Ga-
riela Mistral; en la Argentina y en 1890, Victoria
tcampo. No fue el azar solo. sin embargo, el que las
eunió. mucho después y en otro continente; a menudo
)S escritores se admiran y se buscan entre ellos. Lo

lotable fue la honda amistad que surgió entre ambas y


[uro hasta la muerte de Gabriela en 1957; amistad lar-
:a en el tiempo aunque no asidua en el trato, ya que
il chilena fue ronsul de su país durante gran parte de
u vida, en Europa y en los Estados Un'idos, pero que
e mantuvo siempre viva a través de la correspondencia
, del recuerdo de la impresión indeleble que cada una
labía producido en la otra.
Imposible imaginar a dos mujeres más diferentes por

• ('.omunicadón leida en la _i¡1D 892' del 10 de agosto d.. 1989.


524 AI.ICIA Jl;RADO MAL. L1V.. 1!J8'1

su cuna. su formación y sus inclinaciones. Gabriela. ua-


cida en la pobreza en un valle andino, poseída por una
pasión indigenista que en parte se debía a su sangre y
en otra mayor. creo. a una suerte de romanticismo a
I)ropósito de los primitivos, a l~ manera de Jean Jac-
ques Rousseau. Victoria. hija de una gran familia de
Buenos Aires. con linaje y fortuna, educada por gober-
nantas europeas y dom'inada enteramente por la cultu-
ra de Francia. que era la influencia más importante en
la generación de sus padres y en la suya propia. No
obstante. ambas tenían en común algunos rasgos fun-
tlamentales: el amor a las letras, desde luego, pero tam-
hién la rebeldía. Si Gabriela tuvo que vencer las difi-
t:ultades inherentes a su humilde condición, no fue me-
nor la lucha de Victoria: era descomunal el grado de
coraje que necesitaba una mujer.en la pr'imera mitad de
este siglo, en Buenos Aires, para romper con las t".OIl-
venciones y conquistar su libertad en el trabajo. en la
t:reación y en la vida: implicaba enfrentarse a una so-
dedad cerradísima, donde se oprimía a las mujeres con
normas de conducta que ninguna podía transgredir ba-
jo pena de ostracismo. Desafiar a esa sociedad, sobre lo-
tlo en sus capas superiores donde todas las familias se
t:onocían (de la que puedo dar testimonio porque me
tocó asistir a su última etapa en mi juventud y tengo
fresco el recuerdo de las descripciones de mi madre. coe-
tiÍnea de Victoria) requería una determinación a lodí!
prueba. Ante el escándalo unánime, Victoria, joven ca-
sada, se separo de su marido, viVió y viajó sola, manejó
511 automóvil, eligió libremente a sus amigos y a sus
amores, escribió y fundó una revista literaria que duró
medio siglo y la editorial de más calidad que tuvo la
Argentina; Sur se llamaron ambas, editorial y revista.
y ese nombre es para América símbolo de excelencia.
por la rigurosa selección de los títulos en la primera y
de los colaboradores en la segunda.
BAAL. LIV .. 1!I89 'c;. MISTR,'I, V V. OCAMPO 52';

El encuentro de estas dos mujeres excepcionales tiene


lugar en 1930, en Madrid; las presenta una amiga co-
mún: María de Maeztu. Hacía mucho que sabían una
de la otra y deseaban conocerse: una entrevista se frus-
tró en Buenos Aires en 1925 y otra en París en 1929.
Victoria ha escrito sobre esta ocasión: "Encontrarse ca-
ra a cara con un ser tan peculiar como Gabriela, con
una personalidad tan cautivadora, es un acontecimiento
que sigue siempre gravitando en nuestra vida. Recuerdo
muy especialmente los primeros minutos de esa entre-
vista. Sentada a su lado, examinada por esos extraños
ojos verdes tan inesperados en ese bello rostro severo e
inmóvil. comencé en seguida a sentirme como una co-
legiala a quien sorprenden en falta. ¿ Qué falta? No
había abierto Gabriela la boca, y ya sabía yo que se
me acusaba de un delito cuya naturaleza desconocida
me intrigaba. Gabriela no demoró su revelación (por-
que lo era): 1') ¿Por qué nací yo en la ciudad más
cosmopolita del Sur? 2') ¿Por qué era tan afrancesada?
3') ¿Por qué había descuidado a X (una escritora con
quien sólo tuve ocasión de conversar una vez, por ca-
sualidad)? Desconcertada por esos reproches lanzados a
quemarropa. no sabía a qué santo encomendarme. ¿ Có-
mo defenderme de no haber elegido yo misma el lugar
cle mi nacimiento? En cuanto a mi afrancesamiento,
provenía de fuentes no menos involuntarias: mis padres
vivieron en París durante mi infancia y mi educación
fue confiada a una institutriz francesa. En lo que atañe
iI X. nunca se me ocurrió pensar que fuera indispcnsn-
ble uml amistad entre nosotras" l.

1. En otro ensayo Victoria da el nombre del penonaje: Alfonsina


Slorni. No es extraño que Victoria, entusiasmada con poetas como
Valéry o Claudel, no se haya interesado por la obra de Alfonsina
que, sin carecer d.· cierto vuelo lírico. abunda desl(raciadamente
('.. cursilería.
:;~ ALICIA JURADO BAAL. LlV.. 1919

Este comienzo poco promisorio no modificó la reci-


proca admiración ni el deseo de conocerse mejor.
Victoria coleccionaba retratos de escritores y otros
artistas, conocidos suyos, que llegaron a cubrir una mesa
redonda puesta en el boUJ·window de su salita predilecta,
en la casa de San Isidro; le pidió uno a Gabriela y en una
carta en que ésta le dice: "Fue el retrato. Venga el su-
yo", hay también su buena dosis de proselitismo en fa-
vor del culto americano:
"Le repito, porque no sobra, lo dicho a Ud. con fuen:a
y cariño o con una fuerza cariñosa: algunas gentes a
quienes preocupa el hecho americano como unidad, la
necesitamos y solemos sentir que Ud. nos falta. ¿ Que
cómo nos falta y en qué? Es un poco ingenuo detalla¡'
y concretar: comienza faltándonos en la lengua, conti-
núa faltándonos en una especie de europeísmo mayor
que ... el europeo. acaba faltándonos en la preferencia
de los temas exóticos cuando escribe."
En esa época, Victoria conocía malla literatura espa-
ñola; su lengua literaria era el frimcés y tan inmersa
estaba en la cultura de Francia que prefería escribir en
ese idioma a hacerlo en el suyo propio. Sus modelos
literarios eran franceses y por escrito se expresaba con
más soltura en el idioma de Racine, llegando al extremo
de hacer traducir al castellano sus trabajos concebidos
en francés. Es natural que a Gabriela esto le pareciese,
no una explicable excentricidad, sino una abominación.
Sin embargo, después de conocer personalmente a Vic-
toria le dice:
"Ha sido descomunal mi sorpresa de hallarla a Ud.
criolla, tan criolla como yo, aunque más fina. Ha sido.
además,' una alegría muy viva. Está demás decirle que
UDa esperanza. De los 20 a los 40 llevamos los afeites:
a los 40 se cae todo lo que en nosotros no es tuétano y
huellO. Le espero, pues, los años; con paciencia y certi-
dumbre se l~s espero. Cuando Ud. viva mn todo ,,1 ,'0-
B.''''•. J.lV.. I!II'I c;. MI~TR.\I. V v. 0(:'\"'1'0 ',2;

turnen de su sangre y no con una porción, Ud. volverá


-o irá- solita hacia el español. Antes de eso puede
permitir que algunas personas acuciosas le mandemos
libros viejos y nuevos escritos en una lengua que Ud.
no podrá menos que amar y que le dará todo gusto."
[ ... ] "A mí no me importaría mucho su caso si tuviese
la deshonestidad de los y las literatoides que le niegan a
Ud. categoría de escritor. Pero desde que leí su primer
libro ('De F. a B.') 2 yo supe que Ud. entraba en la
escritura literaria con cuerpo entero. Si yo creyese con
los mismos envidiositos, que su radio de influencia no
es sino un grupo de señores mobs, no perdería mi tiem-
po escribiéndole. La casta de los snobs me importa me-
nos que el gremio de los filatélicos. Pero yo sé que, él
h'avés de Sur principalmente, Ud. llega y obra sobre
nuestros mozos sudamericanos. La revista no puede virar
sin que vire Ud. misma desde las entrañas.
Vagamente comprendo que Ud. teme caer - y hace l'
resbalar a Sur- hacia ese criollismo de pellones y es-
Jluelas anchas y mate o tango, en el que cayeron y se
encenagaron otros. Háganos Ud.• que tiene en su men tl~
y en st: ,alma las posibilidades. un criollismo superior.
una americanidad a la vez llana y fina, como .a de su
bello trato personal ; perfile y encarte todo lo que quiera
nuestra modalidad; cuide del más celado cuido su espa-
ñol y el de los que la siguen o la rodean. Tal vez sea
ese su encargo en este mundo: trasponer la argentinidad
él unas líneas más cualitativas. La americanidad no se
resuelve en un repertorio de bailes y de telas de color
ni en unos desplantes tontos e insolentes contra Europa.
E...te lote de americanidad sale de las manos zurdas de
los chacoteros y los tontos. Hay mil direcciones y vere-

2. De Fr~ tI·Bear,ice. un rnMyo oobr., 1" ni"i"" r""""1i,,.


',:!II ALICIA JURADO 8""1 .. I.IV •• 1'1119

das posible dentro de ella y Ud. puede escoger, con su


tino sutil, las más insospechadas.
No le pedimos sino una presencia lo más cabal posi-
ble dentro del movimiento americano. Me temo mucho
como se 10 dije, que esa presencia no sea posible qu....
dándose Ud. afincada en lengua francesa, y me temo
que Ud. se engañe a si misma creyendo que con lIÓlo
tratar temas americanos Ud. cumple con no!lOtros.
. Perdone Ud. mi exigencia impertinente.
Algunos de su raza, que Ud. debe querer, Saniliento.
por ejemplo, le diría a Ud_ más o menos 10 que le t!$t.á
diciendo esta maestra de escuela.
Seguiré en otra carta. Victoria. El tema es grandote ~.
me importa todo 10 que Ud_ sabe_
Crea Ud. en mi admiración, vieja y cariñosa, mánde-
me Ud. y acepte mi saludo español porque conocerla hu
sido parp mí un don gozoso."
Hecho el intercambio de retratos, Gabriela le escrihe
a Victoria ag¡;adeciéndole el suyo, que halla "inferior il
su molde físico, por luz y máquina que son infieles, casi ..
('IIIIJO rl'l·~onas. a lo muy rahal. Así .,. 111<111, illn,,1 y flan"

me ha acompañado y me acompaña en Ciudad Lineal.


donde vivo ahora, en un cuarto desnudo en el que t.m-
bajo con cierto desahogo. precisamente por esta SeqUl!-
dad de muro y espacio."
Es significativo que. en su cuarto despojado, elige IMII'
compañía el retrato de Victoria a quien conoce poro aÚII.
La carta prosigue: .
"Afirma y mantiene Ud. con ... la americanidad II"Il
le negué tantas veces, una americanidad más física IIUl'
literaria. Pero como existe terriblemente el cuerpo, Vic-
toria. las otras americanidades vendrán, acarreadas. sil-
badas o hincadas por él tarde o temprano. y yo I:rell
que ya está Ud. ,removida como agua en la presa, Ile
deudas, de ansiedades. de no sé qué fiera lealtad, des-
pertadas ..n los últimos añm (¿ 3.5?) pn su ma~-or hOIl-
BAAL. LIV •. 1!I8!I n. MISTK.\I. Y V. oc..\~II,() :.!~.

dura, es decir, en su entraña. Esa foto que por desgracia


no mira irá conmigo y obrará en mí sordamente, 'lUE'
es como obran las cosas en mi ser sin parar, desde aden-
tro, sísmicamente. a lo geología chilena (esto se ha clicho
muy mal. pero así queda)."
La misma carta comenta:
"Dejó Ud. en la casa, en cuantos la vieron, una rá-
faga de hechizo. Ráfaga y todo, ella dura, Victoria. He
entendido yo por Ud. esa .lJJisión de las Deatrices y se
me han vuelto a presti..(i..r las) Musas, que dejé caer m-
mo mitos grandes hace añ~ Tiene Ud. misión (la pa-
labra es cursi, ponga la que conviene), encargo, ejer-
cicio claro y velado, el o los que Ud. sabe, pero además
otros. Cuídese la limpidez (la claridad) del recado que
trae para repartir y repetir con debida insistencia. Cuí-
dese el instrumento (¿sismógrafo, llaman eso?) sin tre-
pidación. para que no se corte ni se altere la operación.
y cuídese de los cuidados ...
Esta carta le dará quehacer con la letra sin decoro. Si
no la termina tampoco me daré por lastimada. Es Ud.
de las raras personas (los grandes naturales) que curan
la vanidad de los otros con su mirada recta y ancha, y
los deja en condiciones honradas para que hablen con
Ud. en ese estado de decencia. Gran bien, entre otros
de los que Ud. hace y que no sabe que hace, segura-
mente."
Se advierte aquí la perspicacia de Gabriela al calar
tan hondo en la personalidad de Victoria, intuyendo su
rasgo más característico. llámese veracidad u honestidad
intelectual. Se despide afectuosamente:
"Dios la guarde. Victoria la americana, y que yo la
vuelva a encontrar en cualquier parte, pero con más
sosiego suyo y mío."
Una carta de otra época, escrita desde el Brasil un 7
de abril, vuelve sobre el tema:
"Fl valor que tú das sin ~Rhprln ,.~ ('11 prirn('r IUIlHr
530 ALICIA JURADO IIAAL, LlV, 1!J119

tu veracidad. Se te cree sin palabras, con verte. Respi-


ras eso. Luego es el mirarte vivir con coraje. Luego el
saber que tú quieres algunas de las cosas que a otros
nos importan. Luego el que seas equilibrada, que no
lleves las marcas de la demencia que lleva el gremio
casi entero."
Leyendo los escritos de Victoria, por un lado, y las
cartas de Gabriela, por otro -aunque las respuestas no
me son conocidas y ni siquiera sé si hoy existen- pue-
do reconstruir en parte la historia de esta larga amistad.
Una cronología rigurosa resulta imposible. salvo cuando
está conservado el sobre con el sello del correo, pues
Gabriela tenía la mala costumbre de no fechar sus car-
tas ni indicar su procedencia, de tal modo que época
y país sólo pueden deducirse del texto cuando hay refe-
rencias a hechos históricos o a lugares concretos. La
misma Victoria no supo ordenarlas y apenas podrían
clasificarse en dos períodos: el primero, en que se tratan
(le usted y el segundo en el que se tutean. Si a eso
añadimos otro hábito de Gabriela, ~l de escribir con ló-
piz. y los escollos que presenta su letra, pareja y prolija,
pero de tanto en tanto indescifrable, se verá que no es
fócil transcribir los textos por entero. Para 10 que me
propongo, tampoco es necesario: basta que se lea en
ellos un cariño invariable a lo largo de veintitant05
ailOS. Victoria dirá:
"Las de Gabriela no eran cartas compuestas, literaria·
mente hablando, ni cuidadas. Se parecían, o más bien
dicho se parecen a su letra. No sé lo que diagnosticaría
un grafólogo. Es una letra muy acostada, como alfalfa
bajo un vendaval. Muy lisa, muy toda del mismo ta-
maño. A veces difícil de descifrar, sobre todo porque
habitualmente escribía con lápiz. Esto de escribir con
lápiz es una prueba más de que al escribir cartas Ga-
briela no se preocupaba de la posteridad, ni cosi de su
corresponsal. Nadie que piensp en la po!IteridiuJ "~iI
BAAL, L1V., 1!189 (;. MISTR,\1. y V. OCAMI'O ,i:II

lápiz. Lawrence de Arabia. gran escritor de cartas, usa-


ba tinta indeleble,
Yo me quejaba del lápiz, que formaba, con la letra,
un conjunto verdaderamente desesperante. Gabriela pro-
metía enmendane. Yo le decía: 'Por lo menos tinta.
mujer' ... "
A veces, Gabriela se apiadaba del corresponsal en-
viando la carta escrita a máquina, aunque el alivio que
esto produce no compensa al lector ese placer inasible
que da la letra manuscrita, personal e inconfundible
como una voz.
Para mí, el mayor encanto de este 'epistolario es el
lenguaje de Gabriela. seguramente el de su hablar natu-
ral. lleno de términos peculiares y de giros donosos que
recuerdan el idioma de mis provincias norteñas; casti-
zo. salpicado de arcaísmos o de voces empleadas con
acepciones hoy en desuso: una lengua llena de gracia
y de sabor criollo, de la que se verán en seguida nume-
rosos ejemplos.
La primera carta de la colección tiene fecha -enero
de 1925- y agradece un ramo de flores que Victoria
le mandó, sin conocerla. en Buenos Aires; al día si-
guiente partía Gabriela a Europa y lamenta no haber
tenido la alegría de que se vieran:
"Saludo en Ud. una sensibilidad extraordinaria den-
tro de nuestra raza y me digo !ou serv,"
Pero tras esa iniciación formal y cortés. en cuanto la
I:onoce mejor, se dirigirá a Victoria llamándola Vic .•
Vict., y sobre todo Votoya, el nombre que le daba en
Mar del Plata un niilO que no sabía pronunciarlo bien
y que a Gahriela le habia caído en gracia. "Votoya muy
pensada", "Tan querida Vic.", "Muy querida Vict....
"Queridísima Votoya", "Muy querida Vic .• más que-
rida de lo que sabes". son el tipo de encabezamientos
que utíliza.
La segunda carta es dI' París, donde Gahriela traba-
'~I~ ALlC.IA Jt:RADO BAAL. LIV., 1'1119

jaba en el Instituto de Cooperación Intelectual; es del


año 1929 y Victoria se enrontraba allí de paso.
"Ayer supe que usted estaba aquí. Y me es muy pe-
noso irme sin verla. Me voy el lunes. ¿ Podría Ud. hacer-
nos la gracia de una visita a este Instituto? Yo estoy
llena de papeleo y no tengo un rato libre. La admiro
y la quiero a Ud. desde hace años. Reciba estas palabras
sin sonrisa. Siempre el afecto es una bella cosa venga
de quien venga."
A Victoria le pesó después no haber acudido, solicita-
da por algo sin duda menos importante. pero tampoco
se pudieron conocer en esa oportunidad.
t 938 marca la etapa en que Gabriela viaja a la Ar-
gentina y se afianza aquella amistad. Victoria la invitó
a pasar unos días en su casa en Mar del Plata y con-
serv6 una carta que nunca mand6, dirigida a un amigo.
donde le describía a éste la llegada de Gabriela. que
apareci6 sin aviso previo en la estaci6n del ferrocarril,
llamando por teléfono para que alguien la fuese a bus-
car allí. Llovía torrencialmente y Victoria estaba en la
cama resfriada; la hizo buscar y comenta:
"A eso de las ocho de la noche. entró a mi cuarto.
como una estatua. Su cabeza tiene una belleza y un
misterio que yo no recordaba. Hay algo particularmen-
te armonioso en su frente. ¿ Será el modelado. la pro-
porción? ¿ La forma en que nace el pelo? Mira con
ojos verdosos y hasta cuando camina está inmóvil. Se
sienta al lado de mi cama, como una estatua, suponien-
do que las estatuas pudieran pasar de una postura a
otra sin dejar de ser estatuas. Habla durante dos horas,
y más. de la revolución española (que ha presenciado.
dice. desde Lisboa), y del catolicismo de Jacques \1a-
ritain, en quien piensa todos los días, me asebrura. desde
que lo conoci6."
La conversación se desliza a\ tema de las r(>ligionp~~;
Gabricla estaba intl'TCsada en el lmdisUlIJ:
DAAL. LlV .. I~"~

..... habla sin levantar la' voz, sin hacer gestos, sin
que nada se mueva en su cara, fuera de su boca melan-
cólica. Yo la escucho como'si fuera una ni¡la que todo
lo tiene que aprender. Así me siento ante ella y así
me siento ante los q\1e contándome su propia vida me
revelan los secretos del universo.
He nacido de nuevo para "escucharla de nuevo esta
mañana. Curiosa sensación esta de sentirse nueva ante
un ser nuevo que entrasúbitimiente en nuestra vida."
Observa luego: .•'.
"Gabriela no
sabe' reír. O se ha olvidado. Ríe de golpe,
sin motivo. cuando el momento de reir ya pasó. Ríe
con una risa acumulada. retrasada y que no ha salido
en el momento oportuno. Una risa que parece reírse
de la risa misma. Tampoco la vi nunca llorar:'
El hechizo ha sido mutuo. Mucho después. Victoria
resumirá en una conferencia su juicio sobre su amiga:
"Gabriela Mistral es la más' representativa, la más
importante de las' mujeres de Hispanoamérica, en nues-
tra época. No creo que nadie lo' dis'cuta con fundamento.
Es representativa" en cuanto personalidad; importante
en cuanto poeta. No veo a nadie que reúna las dotes
de ella y esté al mismo nivel."
Y, cuando en 1945, Gabriela recibe el Premio Nobel,
escribe Victoria:
"Los premios suelen tener poco olfato y se equivo-
can de destinatarios. Esta vez la elección ha sido feliz.
y aunque podamos. con justo derecho. sentirnos no me-
nos orgullosos de algunos otros escritores americanos
de lengua española cuyos valores son conocidos en el
mundo entero. no veo ninguno más digno. por el con-
junto de las circunstancias. de merecer tal distinción."
Por su parte Gabriela. durante esas semanas de inti-
midad en Mar del Plata en que. estando sus dormitorios
en pisos diferente!:. ha~tn se mandaban mensajes escri-
tos· de cuarto a cuarto. hacE" un descuhrimir.nto quC' á la
.13t ALICIA Jl' RAIJU 8AAI .. I.LV.. 1'189

chilena le parece notable, aunque, dicho sea de paso, cuaL


quiera de los que frecuentamos a Victoria lo supimos des.
de el primer momento: que. no obstante su cultura euro·
pea y su predilecci6n por Francia. Victoria era de aquello
más criollo que darse pueda. por su origen y la tradi-
ci6n de su familia. por su manera de hablar y los tér-
minos que usaba y por cierta manera de ver las cosas
que era típicamente argentina. Su dualidad de persona
capaz de apreciar la Divina Comedia y las obras de
Shakespeare y de Racine. y a la vez de mujer pah'il'ia
apegada a su tierra. a sus árboles y a su río, es la mis
ma de aquellos señores argentinos típicos de su dase
y de su época. que pialaban y enlazaban en sus I!Slall-
das a la par de los peones y, en cuanto llegaban a UIII!'
nos Aires. iban de frac al Teatro Colón y a los haile~
del Club del Progreso. donde les murmuraban a sus
cortejadas -por supuesto .quP en francés-- los versus
de Hugo o de Lamartine. Estoy segura de que en Chill'
habría gran cantidad de hombres similares, aunquc cn
un medio que acaso Gabriela no conocía bien.
A Gabriela el hallazgo la llena de sorpresa y de felici-
dad. Pasan juntas el común cumpleailos en Villa Vidoria.
en Mar del Plata y Gabriela le escribe a su buésJlCll 1111
poema titulado "Recado a Victoria Ocampo en la Ar-
gentina". donde. después de agradecerle el descanso. el
mar, la alhucema, el verde y los pájaros. le dice:

Te quiero porque eres vasca


y eres terca y apuntas lejos.
a lo que viene y arrn no llega;
y porque te pareces a bultos naturales:
a méliz que rebosa la América,
-rebosa mano, rebusa boca-o
y a la Pampa que es de su viento
y al alma que es del Dios tremendo ...
Te digo adiós y aquí te dejo.
BML. LlV .. I!II!I (;. MISTRAl. Y V. OCAMPO D!I

como te hallé. sentada en dunas.


Te encargo tierras de la América,
j a ti tan ceiba y tan flamenco
y tan andina y tan fluvial
y tan cascada cegadora
y relámpago de la Pampa!
El tuteo del poema parece ser una licencia poética,
porque durante un tiempo se siguen tratando de usted.
En 1938 Victoria publica el libro de Gabriela, Tala, en
la editorial Sur. y Gabriela dona el producto de la venta
para los niños españoles que la guerra civil ha dejado
sin hogar.
No intentare siquiera ordenar por fechas unas cartas
que en su mayoría no las tienen. En la etapa del usted
y presumiblemente después de la temporada en Mar del
Plata (apenas indica Sábado de Gloria y está en Buenos
Aires, a punto de dar una conferencia en la Sociedad
Hebraica). habla Gabriela de sentir "saudades anchas y
conmovidas" y exhorta a su amiga a no cesar de escri-
bir, "una hora diaria a lo menos, de mañana. si eso se
acuerda '>mejor con Ud. Pero no deje pasar días sin
echar vistas sobre nuestra Emily Bronre y avanzar en
la biografía. Diga de esto cuando escriba, Victo querida
a quien duele tanto dejar de ver y de oír."
Concluye diciendo: "Cuesta perderla. Vict.. aunque
se la tenga sólo a tercias ganada."
En otra carta, se ve que ya se había establecido una
gran confianza entre ellas, porque Gabriela ha visto a
dos niños de un asilo de huérfanos, ha pensado en el
sobrino que criaba y a quien llamaba Yin Yin. y le
hace a Victoria este insólito pedido:
"Ay, Vict., yo soy género Mallea, suelo pensar cosas
en betún: si me muero yo y luego Palma 3 y Margot

3. Palma Guillé-n.
:i1II ALICIA JURADO B.\AL, LI" '. I!III!I

Arce se ha casado, y si Yin Yin no tiene aún t 4 años


-la edad de trabajar- líbremelo Ud. de que caiga en
la pesadilla blanca y aseada de los orfanatorios religiosos
y laicos. Tómelo Ud. de cerca o casi. Se me van los sen-
tidos cuando lo pienso. Yo me abandono, en bestia can-
sada. Yo me cansé hace rato y me suicidé hace rato. Mi
risa no se lo deja ver a Ud." La carta concluye con la
frase: "Yo la he extrañado mucho, Vict., cada día y
también cada hora."
En algún momento de t 938 parece estar en Lima y
acaba de leer la conferencia de Victoria sobre Emih'
Bronte, que despierta su entusiasmo: .
"Votoya. la conf. ha sido una sorpresa entera para
nosotras. El estilo está suelto, fluvial. votoyesco, Hay
una sabiduría de los seres, de la vida, de las situaciones
humanas, de que no le sabíamos tan dueña. tanto. Hn,Y
una amenidad (no desprecie esa virtud) por la cual el
largo relato no se siente. La naturalidad parece de C\;'I-
sico, Y se le palpa a Ud. el amor de Emily más t'I amor
de la vida. de los secretos de la vida. Y es lindo ('sIl'
palparla a Ud. en criaturas que ama con fuerza y ell'-
fiende -sin alegato desnudo- a su objeto. Ha desapa-
recido cierta tiesura de antes, aquello de pergamino no
bien resobado o no sobado de algunas cosas suyas. Y
corre, por dentro. algo de lo orgánico literario. de las
ligaduras corporales de la prosa. de las coyunturas del
período que funciona admirablemente. En tooo caso, 10
más visible PS aquello de su sabiduría de los seres y do
la articulación naturalísima del periodo:' Agregará des-
pués: "Da gusto de más en más quererla a Ud."
Es posible que sea del mismo año una desgarradora
carta de Chile: se ha encontrado con su hermana en-
ferma. "hecha un trapo". destruida:
"También am me dieron ganas de llorar a gritos. Don-
de lloraré así será en la sepultura de mi mamá. Tengo
un dt'Soo. Voto:vn. d(' partirmp I'n aglla d(' llanto rste
BAAL, LlV.. 1!J89 1:. l\IISTK.\.I. V V. OCAl\t1'O .',17

nudo que ando trayendo a medio pecho, de soltármelo,


de echar afuera un espantcso dolor animal que ando
trayendo hace años, de aullar como un perro a la muer-
te una noche entera, en el campo o en los cerros, en la
soledad. hasta perder los sentidos."
En 1938 Gabriela va a Europa como cónsul de su país
en Niza; hay otro encuentro con Victoria en Cannes y
le agradece a su amiga que fuera a la costa de Francia
a recibirla, diciéndole:
"Dios la guarde. Fue muy dulce bajar como quien dice
de su mano a la Europa endemoniada. Yo quisiera que
ese hecho me valiera de mascota. para que pueda resis-
tir a la magia negra del dúo de energúmenos sanguina-
rios" (Entiéndase, Hitler y Mussolini). La carta se ini-
cia con una disculpa:
"Linda Votoya, no le he escrito por hacerla descansar
de mi 'Ienguarabía' de Cannes. Yo tengo siempre ver-
güenza de estas orgías de conversación; pero después.
y de estos arrepentidos pasa a ser el reino del silencio.
Cuando estoy con 1¡d. y con unas dos personas más
-que no nombro- me ocurre algo grotesco y frenéti-
co: quiero decirlo todo como si me fuese a morir ensegui-
dita. Como quien t('sla de prisa o se despide con un tur-
bión de palabras."
No por eso la misiva es breve. Ambas están en Euro-
pa. pero en lugares diferentE's y Gabriela comenta:
"Parece que desde abril Sp que es cierta la primavera.
Ya la tiene entera sobre Ud .. en sienes. hombros y to-
billos. A mi me falta verla asi con la primavera enci-
ma. No sé si ella la ponga más feroz o si la funda a
medias --que entE'ra. ni la fragua de Vulcano-. Cu-
riosa mujer hE'lada que> 1(' dél a una dE' pronto cir-rlas
sorpresas dE' la cordillera: lal'garlE' un rodado de nieve
que. dE' impetuoso. paren' dt' fue>go ... " l ... I "Yo la
vivo siempre. desde hace tiempo. Votoya. Le escriba o
11 ... la siMO \'iVWlldll. ¡unl .. /110 ('OS 1i 11'1'11 hll'/I ) mil 1/1" (11;'
.\38 ALICIA JURADO BAAL, L1V., 198'

dras, los pastos y los animalitos de nuestra América.


Podría Ud. no ser noble ni superior; lo mismo la viviría,
porque también tengo la ternura de las hierbas malas
nuestras. ¿ Se acuerda Ud. de aquel arbusto tremendo
---goebbelian~ que había en aquella estancia a donde
me llevó y del que Ud. hizo cortar unos gajos? Veo esa
geometría en espinas. ese 'mírame y no me toques'. esa
ametralladora de silencio y púas. Así pudiese ser Ud.,
que yo me la pensaría lo mismo. Porque esa planta
'ahurissante' también es verídica y lo que más ata a
Ud. es su veracidad" [ ... ] "Su cultura y su talento me
lo pueden tal vez dar otras en Europa; su verdad y su
violencia vital no me la da nadie. Es el estilo americc1no
más de intemperie que sea dable. Lástima. Votoya. el
ser Ud. mujer rica. No tengo ni la envidia ni el odio
de la riqueza que asiste a las comunistoides, pero mejor
andaría yo con una Votoya pobre. Mejor y más: le re-
galaría años de los tan pocos que me quedan y le pediría
unos cuantos de los muchos que le quedan a Ud. Ud. pen_
sará en esa perspectiva con horror del mareo que le
dejaría mi locuacidad. Pas peur. Creo que deben pstar
mucho tiempo juntos los que deben r('(!ncarnar cerca
en alguna estrella: para prenda de esa seguridad, para
forzar un poco el hecho. para que no falh· ... I ... I "Sepa
ser el campo en silencio y hagamos mucho camino lado
a lado y se cree entre nos la confianza lI(!cesaria para
que Ud. me grite a su real antojo como a Fani o me
díga los brulotes que le dice a Connie~. Tal vez está
Ud. menos segura de mi cariño que del de estas dos, y
por eso me ablanda la voz a ratos. Yo la prefiero siem-
pre suelta, palabruda, abrupta, como la planta aquella
de la aureola de rayos. .. Bueno es que 10 sepa. Un()§

4. Fani era UDS antigua criada de Victoria; Connieo. una nort"l·


II",rÍ<"rmn qul" acompllñaha a Gahriela.
AAL. L1V .. 1989 e;. MISTK.\.I. Y V. OCAMPO '>:19

! años más de vida me querría para verla un poco vieja,


lsomada ya a la vejez. Eso da curiosas cosas, que yo ya
engo, que a Ud. se le van a retardar bastante. Entre
llas un poco de bobería. Ud. no cree. Yo quisiera sabel'
i Ud. no va a creer nunca. El día 7 le pondré unas
Illlabras de Niza (si no me quedo en el camino ... ). Pe-
o además esa mañana voy a rezar por Ud. Por esto:
le tarde en tarde se le viene a Ud. a la boca una risa ni-
la, risa cuatro añitos, su risa de leche o de harina. No
s boba esa risa, es otra cosa, muy linda. La creencia
ería en su adentro lo mismo que es esa risa en su cara.
'erdone la lata salvacionista." [ ... ] "Estuvimos, Vo-
()ya, a punto de no encontramos en este mundo. Ud.
10 habría perdido nada con ello, excepto una masca-
la más de maíz americano. Pero Ud. me ha hecho
I mí mucho bien: yo necesitaba saber, que el blanco

ompleto pueJe ser americano genuino. Luego, yo pre-


isaba saber también que la literatura no destruye o
area (de cariar) a la mujer; que no la daña en su
~sencia; que no le arrebata cierto tuétano sacro tro-
ándoselo por las baratijas de las frases más o menos
lermosas. Los dos bienes que le anoto ya eran muchó.
'ero quedan más, que iré diciéndole poco a poco. Tal'vez
o que en Ud. me falta no sea mno un lote de expe-
iencias comunes. Las de la pobreza, la de la pelea, en
iangre y barro, con la vida. Ya eso no tiene remedio
!n esta jornada. Durezas, fanatismos, fealdades, hay en
ní de que Ud. no podrá hacerse cargo, ignorando como
Ignora 10 que son 30 años de mascar piedra bruta con
mcías de mujer, dentro de una raza dura."
Ese .año, quizá, o acaso el siguiente, Victoria está en
[talia y debe de haberle hecho a Gabriela alguna con-
Fesión a que ésta replica bastante fastidiada, repren-
iiéndola sin miramientos:
"Carissima Votoya, me parece bien comenzar con
palabra italiana, ya que tan en boga están esos con
>411 AI.I(:I.\ JIIK,ulll 8A"I •• LlV.. 19II'J

Ud. gracias al pretendiente inefable. Lo único que nos


faltaba ahora es que Ud. se nos alborotase con un hijo
de la bella y sinvergüenza Italia. (Esta carta irá entera
en lengua del Valle de Elqui, palabruda, concreta y ca-
liente). Lo único que nos faltaba, al lado de tantas be-
llezas que se ven caminando la América. Pero, cansada
y todo, cayéndome y todo, yo llegaría a donde estuviese
Ud. a echarle un balde de lejía hirviendo que la sacase
de Italia, así sea de Florencia, a gran prisa, como en una
movilización. Le he oído los descargos. las declaraciones
de frío y nieve. el casi Nirvana de desasimiento en que
está su alma, etc. Pero lo que no dice es que ha coque-
teado a su gusto regalado. Lo mejor que queda en 1M
italianos, después del encostramiento que ha hecho en
su piel el Duce, lo mejor, que es un poco de buen paté-
tico, una vez expurgado el falso, que hace en enos ho-
rizonte, está en cierta persona de su Argentina a quien
Ud. sigue matando desde lejos, a puñalada italiana ...
Ud. no va a recoger allá en la Madre Roma, lo que ha
desperdiciado locamente y pícaramente en el Plata. Le
gusta a Ud. que se le vuelvan locos, le gusta el espec-
táculo, aun cuando después de unas semanas se le vuel-
va fastidioso. Da la vuelta entonces y se va con eso que
llaman sus franceses un montón de imágenes, especie
de calcomanías de coqueta, que se Beva para repasar en
las dunas de Mar del Plata, riéndose sola, limpiándose
la sal en las comisuras, la del mar y la otra." [ ... ]
"Gracias a Dios que Ud. se decidió a escribir. Tuvo que
preguntarme sobre aqueBo de los niños españoles y
cogió la pluma, que le sobra para la extranjería y le
falta para los suyos. Niña fea. criollota regalona, FUN-
DIDA, engreída, china alzada. (No hay aún diccionario
del Valle de Elqui, y estas palabras tienen allá un azúcar
que las endulza y las hace sabrosas, de una miel que
Ud. no podrá coger en esta carta). Tengo que aceptar
algo de lo que SE' dice sobre su !lDorumm. Ud. tira lo
~AL. !.IV .. 19119 G. MI!'ITM..\I. V V. ()CAMPO 341

ue conoce. y sobre todo lo que TIENE. lo cierto. lo de


ulto. lo de ver y tocar: y se va -y aquí hay una
izca de romanticonería-, con lo vago y ajeno. con los
illanes de niebla y los amigos de carbón de saUCl:. que
. le quiebran en la mano.. •. Y. tras quejarse de que hace
n año que no tiene noticias de ella. añade: "Quédese
1 Europa hasta que le dé hipo. hasta que se atosigue
no pueda más. De este modo. en el próximo viaje. ya
o tendrá que ver de nuevo el Arco de Triunfo y el
Uente Viejo y las calles de Londres. y su facinerosa
lano cogerá una tarjeta para escribir. No le pido cartus
e leguas. que yo mi~ma no puedo ya escribir. le pido
ue. de tarde en tarde. Ud. mande una tarjeta por Ja
ual se sepa que se halla bien. se le sienta algo el ánimo
se sepa dónde está. ubicarla. para pensarla. Votoya. y
o echar el pensamiento a husmearla. como lo hacen los
erros. para dar con Ud.. gran bribona. canilluda. ñandú
e la Patagonia."
Más adelante se aplaca. para quejarse de su vida
rrabunda:
"Le pido perdón por este abandono de nuestras cosas.
rotoya: cuando yo camino. no hago sino eso. andar.
obear. oír a la gente y hablar como fonógrafo. Para
so me tienen. de charlatana ambulante. mis chilenos.
le abandonado como esto mis demás asuntos. todos
xcepto los versos. que cuando sosiego sigo haciéndolos."
Anterior. aparentemente. es una carta de diecinueve
láginas respondiendo a otra de Victoria. quien le hll
onfléldo por vez primera problemas íntimos. Gabriela
e agradece esa confianza: el tono no es ya tierno y re-
rañón. sino serio. con atinadas observaciones muchas
reces y algunas con inesperada vehemencia:
"Me había Ud. dado mucha confianza y ninguna.
vict .. hasta familiaridad y ésta sin intimidad" [ ... ]
'Yo iba a irme dejándola detrás de mí casi como esa ho-
~ribtt' rosa qut' se llama 'una n'ladón litt'raria impor-
BAAI.. "IV. 1'.'"

tante'." [ ... ] "Yo me he interesado aparte de su obl'a


en su alma, pero el centro de su problema no me hacía
señas de llegar ni de tocar ni con una plumita. . . Ahora
ya puedo, y aprovecho en demasía, tal vez con grosería
(en el sentido de abundancia) porque me voy y es hien
probable que no vuelva a verla en este mundo."
Victoria le ha mandado una carta muy extensa, que-
jándose de su difícil relación sentimental con otro escri-
tor; Gabriela la contesta párrafo por párrafo, hasta nu-
merándolos, aconsejalJdo con inteligencia y ternura pe-
ro reprendiendo también, como una madre:
"Los separa a Uds. -dice--, lo que hay en Ud. de
áspero. de rudo, y en él de oscuro, de porfiado, de
subterráneo.
Cuando Ud. y todos compran un terreno, también.
sin pensarlo, compran el subsuelo. Los labradores nunca
piensan en él, pero lo tienen, allí está. Y no hay tierras
sin subsuelo e incluso sin abismo. Ud. también los tiene,
a pesar de su preciosa franqueza que yo adoro y de esa
naturaleza suya de aire, sol, de bocanada marina y de
despejo enorme. Los tiene, subterráneos y abismos. Sólo
que no vive allí y que tal vez como se hace c3minando
por la cordillera. da vuelta la cara cuando de pronto se
le atraviesan.
Yo hablo casi de un desconocido -aún no acabo su
libr~ y es un poco grotesco el que me embarque en
esta aventura de defendérselo.
Se nace así, con medio cuerpo metido en gruta, Victo
mía, se llega así y parece que así se muere. Mire Ud.
que yo parezco tan franca, visible de cuerpo entero y
abierta como Ud. Y soy X s yo tambíén~ diez subsue-
los y unos fondos de mar amoratados." [ ... ] "En

5. Aquí figura el uombre del personaje, que omito porque creo


que Victoria lo hubiese preferido así
BA,\L. L1V., 1!18!1 lO. !\IISTK.\I. V V. nC.\MI'n :;n

estos asuntos. se lo digo brutalmente pOl'qm' es me·


jor, la única solución es dejar de querer: pero como
no es el caso. como Ud. no ha dejado de quererlo ni
una pizca. como tal vez lo quiere más que antes. el
único remedio (j y cómo le caerá la palabra!) es acep-
tar la realidad y esta es el sacrificio total -asústese o
riase- el mismo de las indias y de las pobrecitas mu-
jeres orientales.
Si X es ese hombre dificilísimo. esa álgebra de otro
planeta. esa teología más alejandrina que romana, ese
erizo y ese nácar de visos movibles y ese caracol escón-
dete o guárdate de todo y esa doctrina secreta, entonces
no hay sino ... dedicarle la vida sin ahorro de gota
hasta vencerlo del vencimiento inefable que sería el
d(' que se diese. se abandonase al fin -para descanso
de él mism~; se fiase al fin y no recelase más de nada;
el de que se parase en una manera estable del ser y no
agitase más su vida con las mudanzas: el de que so
sepa querido si todavía no ha llegado a eso - j loco (le
hombre!- y con esto último le viniese el ser feliz, de
nuca a pies. feliz con todas sus potencias. feliz sin miedo,
feliz sin barómetro en mano y sin calendario. Todo lo
demás vendría por añadidura. Se me ocurre que todo
esté en eso; el que no es feliz y el que no lo sea parte
por él pero también -no lo niegue Ud.- por soberbia
suya. Porque ha de pasarle a Ud. en esto del carillO
cosa parecida a lo de su obra: Ud. es una mujer de pa-
sión que no quiere soltarla en el papel. porque se le
ocurre que eso, la pasión. no debe llevarse al papel o es
que prefiere las famosas ideas a las pasiones. Puede ser
que X conozca de Ud. la trampa que conocen sus lec-
tores: la de que Ud. les hurta 10 mejor de Ud. misma.
¿ Para qué? Yo 10 ignoro. Mezquindad no ha de ser:
Ud. tiene una generosidad desatada de Río Amazonas.
¿ Es miedo? ¿ Y para qué cree Ud. que el Repartidor le
dio precisamentt> la pamón? .: Para ponerla rm lata~ dA
'.H ,\1.1(:1,\ JI'K,\I)() 11.\.\". 1.1' '. 1''''''

l'UIlSC'rnl:" I ... I "y Ld. \'a a ell\'ejecc'r. si esle el> el ca·


so, y como la pasión no se seca en nosotras antes de que se
seque el tuétano dentro del hueso. Ud .. en años más,
con la hornaza en la mano, va a diÍrsela a una guaca-
maya que le traerán de Ceylpn o a un moni'to micros-
cópico de Brasil o a ... la teoría n' 2.000 de una sufra-
gista inglesa sobre la felicidad humana.
Yo 'Moi, pUl' sang'. Y yo me lo sé desde que la vi en
Madrid y ahora por cada vez que la he oído o mirado.
Es tan ejemplar tipo y remate de casta y persona ceni-
tal, que por eso mismo da cólera su suicidio próspero
(mucha salud y la desesperación sentada sobre ella mis-
ma). da rabia su desperdicio de sí misma, la quemazón
de su aceite más noble solo por servir a aquello que.
en la mesa, no quiso llamar soberbia y dejó que se
llamase dignidad. Aquí le repito que el vocabulario ese,
imbécil, que si dignidad, que si amor propio, que si
escrúpulo. es una lengua para hablar con los extrailos.
con todos los que comienzan en su puerta. pero que na-
die que tenga ciencia de vida usa con los propios, con los
suyos. como quien dice con su mismo uliento y con los
pulsos de sus muilecas. Ud. usa respecto de X ese len·
guaje. j Aún! Y si él se lo ha oído razón tiene de ha-
bérsele roto en pedacitos que Ud. ahora tiene que jun-
tar. como las astillas de metal del relojito suizo, hasta
que vuelva a andar."
Ha ido contestando uno a uno los párrafos de Victo-
ria. y prosigue:
"8. Y dice Ud. por allí que si no fuese Ud. mlsrruJ
habría tenido la paciencia siempre y la dulzura siempre.
¿ Y por qué no las tiene? ¿ Y qué le importa eso de dejar
de ser Ud. misma? ¿ O es que no puede dejar de serlo?
Vict. mía. todas las mujeres pudieron hacer esa mons-
truosa volcadura, ese trueque de las entrañas medio
mortal -tal vez sea mortal entero-- alguna vez. cuan-
do quisieron. Pero como locos. Así se quiere a Dios. a
BAAL. \.IV .. I!III!I G. MISTK.\I. y V. O(:,\MI'O ~4!i

un hombre, a un niño, a un vicio -así- y no debe que-


rerse de otro modo. Todo lo demás no cuenta. Lo demás,
lo que no alcanza a esta escaldadura, puede ir al basurero
o puede servir de estropajo para lavar tiestos." [ ... ]
"9. Le aburren o le cargan, dice. 'los buenos'. Yo no
lo soy y no sé a qué se refiere Ud. No por ser bueno
se hace lo que arriba se ha dicho; no hay en el que-
rerse, Ud. lo sabe muy bien. no hay ningún mérito,
qué va a haberlo i Dios santo! no hay virtud, ni plan;
no se hace esto como no se hace el verano o el frío. Eso
viene con solo no atajarse con presas de cal y canto y
mecánicas y voluntad perversa· y ooucación y no sé
qlUé otras burradas más la alta marea de la vida. el que-
rer en grande, la subida de las potencias a su destino,
como a su mediodía. No se necesita más que no estor-
barse, no estropearse esta sazón del alma que se debe
cumplir y de la cual, en hebra de consecuencias. saldrá
el resto. Me temo mucho. Vict .. que a. pesar de ser Ud.
el patrón de lo natural que yo he imaginado respecto de
todas las mujeres. y de ser )0 tigre que le dice un sabio
y 10 ceiba que le ha dicho una boba, con todo eso a cues-
tas, Ud., por veneno. ponzoñita, droga intelectual, sea
la que achica su tesoro o cierra sus presas internas. o
no es ya capaz de tirar como la culebra la piel vieja.
la carroña esa de la educación de clase que le han dado
(De la educación siempre creí que hasta la buena era
pésima).
10. Lindo que confiese Ud. no tener la conciencia
tranquila. ¡Y pour cause! Y no procure tenerla tampo-
co hasta que salve el alma que de Ud. pende y depende.
Incluso si sólo se trata de salvarle de sí mismo, o con
más razón si él no tiene enemigos sino dentro de sí.
¿ Para qué había Ud. de desear otra cosa que hacer feliz
a un hombre a quien Ud. dio la felicidad y se la enseñó
a recibirla de su numo? En él madurarán para Ud. las
demás cosas, A causa de él, con él y por él. Mire que
,>fIi "ue." JURMX)

yo creo que esta pausa de 10 o 12 meses ha sido para


Ud. de esterilidad incluso en escritura, en conversación,
en todo."' [ ... ] "Salve Ud. a hombre de ese valer y de
esa categoría. que se lo deba todo, mi Victo Continúe lo
que Ud. comenzó. Dios mio. Ud. tiene para dar de co-
mer al alma de pueblos. Ud. es tremendamente rica; Ud.
puede hacer lo que quiera del lugar -físico o moral-
en el que hinque, al que arribe. Pero hinque, quede, no
viaje, no veleidee. no se canse. no se niegue, no renuncie.
Perdone a su Gabr. que le ha traído aspereza yagriu-
ra. No se la dan los otros. Yo tengo que dársela. Es mi
triste encargo. G."
Para bien o para mal, me parece que Victoria no si-
guió los consejos recibidos, porque al parecer se fue 11
Europa, donde halló· otros motivos de distracción en
Italia, y en todo caso la relación con X no perduró.
Entre estas cartas con tratamiento de usted hay una,
escrita en Brasil en 1940 o 1941, en que habla de las
calumnias de que Victoria era objeto en materia po-
litica:
"Victoria noble y buena: es verdad que corren sobre
Ud. novelones. Oí a Mme. Duhamel una Victoria 1:8si
comunista. hermana de la Pasionaria. que es vasca.
no 10 olvide ... y aquí. en una mesa del PEN Club. oí
él una V.O. soberbia de su poder y desdeñadora de lO!>
brasileros. Y ~n Paris. me oí a una fascista de tomo y
lomo. Ud. no me creerá lo bastante insensata para reco·
ger ningrmo de los tres engendros. Procuro entenderla
y la entiendo en los dos tercios. Me falta uno, Vict., y
ése Ud. me 10 debe en explicación paciente y lenta."
Teme que le ordenen ir a Chile, en cuyo caso quisierll
pasar antes por la Argentina para ver a Victoria, 11
quien le dice:
"Yo estoy harto herida de mi gente, pero he perdona-
do a los españoles que me insultaron, no como n Ud ..
muchísimo más, y no 5erá difícil que ,,,. tlia I'crdoJlt·
RAAI •• I.IV .. 1!I8!I G. MISTR:\,I. '" V. ()(:AMI'() 'i41

yo a mis chilenos. Hasta hoy ('!lO no ocurre, Victoria:


ro soy india rencorosa y vasca testaruda, la!l dos cosas,
Dios mio. juntas."
Otra carta procede de Lisboa y la referencia al con-
greso del P.E.N. Club en Buenos Aires indicaría el año
1936. Comienza diciendo:
"Aquí me la qui!liera y conversaríamos sin pasaportes
r sin cóleras castellanas. sobre los temas que con Ud.
tientan y que son los nuestrisimos americanos. Victoria
nuestra, al fin clara en mí, definida y recortada como
piña o manzana nuestra. después de tanto voltearla,
ílveriguarla y retarla (reprenderla) también."
Vuelve a hablar de Chile:
..... y mi tierra está en un hervidero de odios en el
que no deseo caer. Yo diría imprudencias -porque ca-
da día sé menos callarme- y ellos me darían una co'
rrida de baqueta entera. Guárdeme Ud. reserva sobre
esta razón de mi ausencia."
Al final exhorta a Victoria a escribir más:
"Que le den --que se dé Ud.- unos grandes sosiegos
para escribir. Ninguna mujer y poquitos hombres es·
criben hoy en América como Ud. No se deje infestar
la vida por eso que llaman lo social --como 'si lo social
fueran esas señoras que dan té con pastelillos-. Guarde
su alma preciosa para su escritura y' para el deleite de
los que somos suyos. Defiéndase con fuerza brava. El
libro de las infancias ¿ cuándo sale? ¿ O ha salido? Por-
tugal separa mucho de España y yo no sé nada. Me dijo
Maria que Ud. tiene que completar las páginas que se
dignó leemos. Complételas y no tarde mucho, que eso,
un libro. como un ángel. se va de las manos si no se le
atrapa. Y luego pase de las Infancias a las Mocedades.
Los que nunca la tuvimos cerca sentimos un apetito
furioso. que no es curiosidad boba, de su alma y de sus
años. estancias donde nunca vivimos. No hay otra ma·
',-18 .\I.ICIA Jl·R.\1lO II.\AL. I.IV.. l'tU"

nera de tenerla y de que la vida que nos dejó sin Ud.


enmiende de alguna manera su mal y su rapiñería.
De tarde en tarde le irán unas palabras mías -no
tan largas como estas -recordándole el que escriba y
el que se defienda del enemigo que la Teología nom-
bró el primero entre los del alma: el Mundo. el Mundo.
mi Victoria grande y querida de los suyos, el espeso y
seco Mundo.
Hoy. que es día de cumplir años. me he puesto a ha-
blar con Ud. y con Palma Guillén y con una colega de
Puerto Rico. Son tal vez las almas que más me impor-
tan de ese y de este lado del agua grande. Para decirles
que las pienso tiernamente. que estoy mejor y que Dios
me las guarde."
Una de las cartas, escrita en Chile en viaje para Li-
ma. de t 938, comienza así:
"Linda Votoya. me duele no recibir de Ud. el tú o el
vos. Eso me desata a mi Jlor entero la confianza." Se
podría suponer que a partir de ese momento. se hayan
puesto de acuerdo con Victoria para tutearse. porque
hay una cantidad considerable de cartas en que Ga-
hriela usa el tratamiento de tú y pueden atribuirse a un
período posterior a t 938. En esa misiva le dice:
"La quiero más que nunca. Me importa mucho qUf'
Ud. use de su alma en bien de nosotros: que escriba.
Dios santo. cada día un poco: que no se adormezca ni
se encallezca. Y que no tome la lití'ratura como ejer-
cicio. Dios mio. para equilibrarse ~ino que suelte la pre-
!ia de agua. entera y verticalmente."
El tono de este segundo lote de correspondencia l'S
idéntico al del primero: profundamente afectuoso y has-
ta efusivo. Del consulado de Chile en Niteroi. en Bra-
sil, presumiblemente en t 940. comienza una carta:
"Votoya muy pensada. tú dirás que sólo te escribo a
prop6sito de alguien. Tal vez así sea. pero te estamos
pensando siempre. sin sUpt'rlath-o cada día Tu manu~-
:AAL. L1V .. 19119 (~. MISTK.\1. \. V (l(:.\Ml'fl WI

:rito -lo que estás escribiendo- no ha venido. Ponte


¡ trabajar. que sólo eso puede salvar en este momento
le la desesperación. de llorar a gritos. El Espíritu San-
o. cuya fiesta fue ayer. no te perdonará la desidia. el
¡bandono de tus dotes. la pereza criolla." En cuanto a
na misma: "No te he enviado versos. aunque hay bas-
antes. porque nada he corregido. excepto un poema pa-
'a Finlandia que repartí entre todos nuestros países. No
e 10 mandé. porque me importaba que llegase a la ma-
a. para que los comunistas tengan lo que se merecen."
.... ] "Escribe lo tuyo; suéltate. no pulas demasiado
)ara mí. atrévete a ser criolla. Acuérdate de Sarmiento,
le GÜiraldes. de los o'ros. Olvida tu cultura. ra es uno
nala palabra. Tírala y escribe con olvido de lo que
:abes y que es extraño a tu sangre. con olvido total de
~uanto no esté en tu sangre sino en tus sesos ... ,.
Del mismo lugar del Brasil hay otra carta donde in-
:iste sobre el tema:
"Me alegra. no sé decirte cuánto. que estés hecha la
nadrina de la libertad nuestra; pero necesito saber que
ldemás de eso escribes cosas de aliento como lo de
~.B. 6. que es la única escritura tuya donde descubres
llgunas de tus enormes raíces. tan tapadas por la ex-
tranjería que las sepulta en buen trecho" r ... 1 "Te
mando un abrazo fuerte y mi deseo de hablar contigo
·-diez días y diez noches-o cuando a ti se te ocurra
allegarte."
Una de las mayores aflicciones de Gabriela con res-
pecto a su amiga. fue aquello de que ésta escribiera en
francés. además de cierta indiferencia suya por la lite-
ratura española. En otra carta del Brasil. le hace una
defensa de nuestra lengua tan apasionada como convin-
cente:

6 Emil)' Brc.on".
8A.,.I.. 1.1 \1, I'~I'I

"Óyeme ahora esto: lo que en ti más me place y lo


que a ti más me ha unido, sépaslo o no, es un sentido
de la tierra milagroso que no he visto en nadie de nues-
tra raza. Y no es que digas mucho de esta planta o este
animal: es que se te ve en cara y actitud· que estás
sintiendo una cosa de la tierra de manera entrañable y
absoluta que topa el foado de la cosa misma. Bueno,
no puedo entender que siendo la terrestre que eres no
sepas, por oído y tacto del oído, que el español es la
lengua más plástica que ha hecho el hombre precisa-
mente para expresar la tierra. sacrificando a esta capll-
cidad de lo terrestre la capacidad para decir lo angéliclI.
Porque esto último es la falla del español, pero corres-
ponde a un exceso puesto por ella en su corporeidad y
su capacidad para dar lo físico. No sé si tú desprecias
también la pintura española" [ ... ] "Velázquez es al-
guien al que hay que entender en este planeta antes de
irse de él. Te hablo de él para decirte que la lengua
española como instrumento para entregar el mundo es
como Velázquez y Goya juntos. Por lo tanto, si no te
hubiesen estragado el paladar del alma a los tres ailos,
si te hubiesen dejado el instinto limpio. desnudo, entero,
tú habrías ido derechito hacia la expresión espaliola.
por ser. aunque hoy te repugne la idea, tu lengua no-
tural, el idioma de la más terrestre criatura de este Con-
tinente de sensuales superiores e inferiores. Es verdad
que el español clásico apenas se ocupó de contar paisaje
y plantas y animales. Digo el clásico, porque en la época
española que yo más quiero --o la única que quiero--
es decir. en el final del medio-evo y cuando lo rena-
centista sólo despuntaba. en el momento de Santa Te-
resa y de San Juan de la Cruz y los dos Luises, la len-
gua nuestra -sí. nuestra- se dio una paseada por la
tierra. como para probarla. Y te mando en prueba esos
trozos de Granada sobre menudencias terrestres, selec-
cionado por Salinas. Pero anll" IIp.1 montt'ntn que digo.
BAA!., L1V., 1989 ro. MISTRA.l. y V. OCAMPO 551

inmediatamente antes, pasó por España un cierto clima


maravilloso de la latinidad medieval, que cruzó todo el
Mediterráneo. Apenos conocen los sudamericanos a la
gente que escribió dentro de esa lengua de inocencia.
que se parece a una rama florida de durazno antes de
que amanezca, cuando -ella tiene tanto peso de rocío
como de flor. Se entiende que tú no te conozcas a los
que escribieron en el cuarto de siglo anterior al Rena-
cimiento oficial; pero no se te puede perdonar el que
no hayas leído nunca el material que te mando. A lo
mejor no has leído jamás a San Juan de la Cruz. ¡Qué
barbaridad!" [ ... ] "La lengua de Gracián y la línea
del entendimiento de Gracián estaban destinadas 11 ti.
eran tu herencia. Tú ni la has mirado."
Gabriela es cónsul en Petrópolis en 1941; de aUi es-
cribe con gran cariño, machacando sobre lo mismo:
"Esas culturas extrañas son una de tus llaves, pero 1lf)
son todo, yo lo sé. Sigo creyendo que Racine y Cía. te-
nían que alejarte fabulosamente de la expresión que te
dictaba tu cuerpo y tu temperamento, que les entregaste
los jugos más fuertes de tu ser, que les hiciste una espe-
cie de holocausto de sangre, parecido a los judíos, (1 Uf!
les hiciste una especie de juramento de echar atrás nI
escribir tu lengua, la tuya personal, que es mejor que In
mía en freacura y calor, y en plasticidad y movimiento."
En seguida se queja de que Victoria la inhibe con 'ill
afán de perfección:
"Por otra parte, tu exigencia literaria, que se paren!
a la de una máquina moledora de estopas, me hace a mí
vigilar di más lo que digo respecto de ti, lo que escriho.
Dicho en bruto: me das miedo, me quitas la soltura r
la campechanería con que yo escribo sobre otros. Me
sujetas a cada rato, me haces corregir de más. Y con
todo eso me secas y me das un malestar curioso hecho
de descontento de lo dicho. Pero aquí están los dos cua-
dernos, hasta que Dios quiera. Yo no te he visto en va-
55~ ALICIA JURADO BAAL. UV., 1!18!1

no, te habré l,isto para decir a lo menos un lado r medio


de ti. Tenme paciencia."
t 943 es un año dramático en la vida de Gabriela: su
sobrino adolescente. Yin Yin. a quien ella quería como
a un hijo. se suicida al parecer por un amor frustrado.
Victoria recibe una do]orosísima carta. dirigida a ella y
a tres personas más 7 dándole en detalle su versión per-
sonal de la tragedia. La omitiré aquí, por haber sido pu·
blicada ya.
Algunas veces aparecen, en la correspondencia. co·
mentarios sobre la política, tanto chilena como argenti.
na. Ga·brie]a. según cuenta, tuvo dificultades COII f!1
presidente lbáñez, que la dejó cesante durante UII go-
bierno suyo y tiempo después volvió a la presidencia eOIl
gran aflicción de ella. "Esa cesantía ha sido lo peol de
mi vidti', afirma desde Nueva York, en diciemlm' tll!
1953. "Según Alone", dice con amargura, "lo que JlJI'
está salvando ahora es aquello del Premio sueco. Yf) 110
existo para mi patria como chilena." Se queja clt' ';11
tarea de cónsul. donde recibe órdenes casi miJitnn>s:
quisiera volver a su tierra, pero confiesa en 1955: "Yo
vivo ausente de mi país hace 15 o más ailOS :v eslo 1m'
crea una' soledad muy grande y, según dijo una 'hruja'
que llegó a esta casa, allá dentro me odian todo.~ 1'",.
ausentista." [ ... ] :'La gente de hoy -la chilena-- a
causa de mi ausencia son tan extranjeros como los ~'¡HI­
quis con quienes convivo." También tuvo. años atrás. rli·
ficultades con la masoneria que. según ella. gobernaba a
Chile desde hacía setenta años y la obligó a renuJlciar
a la enseñanza oficial. Hay momentos en que par!'!"!'
tener un poco de manía de persecución: cuando VII a
Santiago se siente rodeada de espías y de "colegas siem·
pre a la espera de mi vacante": recibe anónimos ~. es

7. Ema Cossio Villegas, Margot Arce y pI Dr. P"dro dl' Albd.


BAAL, L1V .. 1!I8!I lO. MISTlt.\1. Y V. OCAMPO 553

Objeto de múltipies ·envidias. Por otra parte, bien pudo


ser verdad.
Victoria, que nunca se ocupó de política. tuvo su pro-
pio calvario durante la primera época de peron. Sin
duda, la directora de una revista liberal y enemiga de
las dictaduras no podía gustarle a ningún dictador, pero
creo que Victoria representaba algo más: era un sím-
bolo de clase, de cultura, de refinamiento, para un go-
bernante que se apoyaba en el populacho y cuyos co-
laboradores y prosélitos se destacaban. casi sin excep-
ción. por su ignorancia, vulgaridad y grosería. Victoria
fue encarcelada en el Buen Pastor. en Buenos Aires, sin
que pudiese averiguar qué cargo había en su contra. ni
cuando la llevaron ni cuando la soltaron un mes des-
pués. Este atropello inaudito fue seguido de otras perse-
cuciones: no le otorgaban el pasaporte que le permitiese
viajar fuera del país. En uno de sus Testimonios. escribe
Victoria:
"Gabriela. durante mi encarcelamiento y los años
')U(" viví sin pasaporte, por consiguiente sin poder salir
del país sino escapada -y yo nunca creí que debía
hacerlo- le escribe o telegrafía al ex presidente Perón,
que según me cuenta no le contesta. Gabriela era el
tercer Premio Nobel de América latina. Pero por lo vis-
lo este título no era suficiente carta de recomendación
para merecer una respuesta." (¡Qué iba a serlo! Cuan-
do el Dr. Bernardo Houssay obtuvo el Premio Nobel
de Medicina. el presidente Peron no le mandó tan si-
quiera un telegrama felicitándolo, mientras que cada
vez que un boxeador o un futbolista ganaban algún cam-
peonato los recibía y les hacia fiestas). Cuenta Vic-
toria:
"Pero Gabriela se afligía por mi como si hubiera si-
do mi madre o mi hermana. Paso a paso seguía los acon-
tecimientos y me suplicaba que fuera a vivir con ella, a
trabajar con ella." Cuando supo quP unn norhl'. al volver
~:i4 ALICIA JURADO .AAL. Lav.. J!J8'

a su casa. Victoria vio su puerta marcada con cruces.


Gabriela le escribió:
"Aquello de las puertas marcadas ~piado de la
milenaria persecuci6n de los judíos- me dio un largo
calofrío en el lomo. Eso se publicó en Europ¡t, a pesar
de los dineros argentinos que circulaban entre los pe-
riodistas. Ha habido burlas y hasta befas en la prensa,
sobre la pareja real. .. " 8.
En ese momento, Gabriela está en Nápoles y es el año
1951. "Hambre tengo de verte y de oírte" le dice a Vic-
toria. Y concluye: "Dios te tenga de su mano, V. O..
alma querida. Tú eres fuerte; yo lo era, ya no lo soy.
Tuya. Gabriela."
En otra carta de Nápoles vuelve sobre el tema; se le
han extraviado en la mudanza unos recortes de diarios
italianos que le quería mandar a Victoria sobre "la ac-
tualidad Eva-Domingo" y comenta: "Repito que la pren-
sa italiana es muy decente y que azota a la pareja con
el ridículo." Más adelante, dirá:
"No sufras, Victo Tu país había sido el más sensato
de los 21 pueblos nuestros. La hora de volverse loco
tenía que venir (Guarda tu fuerza. Vict.: necesitamos
todos de ella). [ ... ] Yo deseo saberte un poco feliz. No
soy de las que creen en la ayuda del dolor: teoría esta
absolutamente española, es decir, morbosa, del tipo in·
quisitorial. Defiende tu alegría."
Cuando Victoria salió de la cárcel, l'j!Cibi6 un cable
de Gabriela con las palabras: "¡ Respiro al fjn!" L1l'gó
después una carta de Nueva York. que muestra el mis-
mo alivio:
"Creo que ahora ya hay paz en tu casa. ¡ Alabado sea
Dios! Te pienso y casi te veo en tu casa volviendo n

8. Peron y Eva Duarte.


BMI.. LIV .• 1!189 G. MISTR;\!, y V. OCAMPO :;:;5

leer. a oír música y a charlar con tus amigos. ¡Alabado


sea Dios!"
Corre el año 1953 y Gabriela está viviendo en Nueva
York en la casa de su amiga norteamericana Doris Da-
na. Ignora si Victoria puede salir de la Argentina e ir
a los Estados Unidos y le escribe:
"Si puedes poner un cable, mándalo. Estaremos así
sabiendo lo demás y aliviadas de nuestra ansiedad de
hoy por tu. salud y por los días que vienen. Cuida de]
texto para que pueda llegamos. Ponlo a Doris. Y pronto.
Piénsalo muy bien y contesta con mucha sobriedad
(Doris y yo te pensamos día por día).
No más por hoy,
Lucila"

Es la única carta firmada con su verdadero nombre


que, en este caso, usa como disfraz por si le censuran
las cartas a Victoria.
En 1955 concluye la dictadura de Peron. No sé si e]
noble gesto de Gabriela influyó sobre el tirano para
liberar a Victoria, pero importa destacarlo como ejemplo
de amistad y solidaridad humana.
Los temas que aparecen en el epistolario son muy di-
versos. Como sucede entre escritores, se habla de cole-
gas conocidos o amigos comunes -Ramiro y María de
Maeztu. Unamuno. Roger Caillois.· Jacques Maritain,
Drieu La Rochelle, Victoria Kent, Stephan Zweig-. Se
habla de libros, de poemas: hay un interesante comen-
tario, por ejemplo, sobre la poesía de Leopoldo Lugo-
nes. Se mencionan trabajos literarios de ambas mujeres,
se comentan los números de Sur que van apareciendo;
hasta se ocupa Gabriela, en Chile, de hacer averiguacio-
nes sobre ciertas ediciones piratas que aparecieron pOI
allí. de libros publicados por la editorial de Victoria.
También habla Gabriela con frecuencia de su salud de-
clinante, a partir de la época en que rpside en los F.sta-,
.;'ifi AJ.JCIA JURADO BAM•. LlV" 198"

dos Unidos. la última de su "ida. En febrero de t 955.


escribe:
"Nunca yo te vi ociosa ni desesperada. Yo padezco
sólo en invierno. Votoya. porque no puedo vivir a la
intemperie y esto es para mí gran fastidio. He 'querido
bajar al sol. a la costa. pero me dicen que no hallaré
sino un poquito de tibieza. Pero qué largo es el invierno
aquí. Y sin sol. querida. yo sólo leo, no escribo."
Comenta luego que quiere redactar algo sobre las plan-
t.as y los animales de su tierra y le pide ayuda a Vic-
toria. en la ingenua suposición de que. por amar la na-
turaleza. su amiga domina la botánica y la zoología de
Chile. De pronto. hay un ofrecimiento enternecedor: "Si
alguna vez te enfermas llámame. yo iré, o irá Doris."
En junio del mismo año. escribe:
"Mis necesidades físicas son claras: yo debo sosegar
mi corazón y mis nervios ahora no mañana. Ay. que
.Dios me dé fuerzas para vivir alguna vez una vida mia.
In que me dicta ahora la vejez más el puerco mundillo
aconsejador. Al cabo yo no tengo ya a nadie y los 64
años ya me hablan y casi a gritos. Haz lo que quieras tú
y nadie más. Dios me ayude. Reza por mí. yo 10 hago
por ti con frecuencia."
Tiempo atrás. siendo cónsul en Nápoles (fue nombra-
da en 1950). escribía:
"Tal vez te he dicho que mi salud es muy melindro-
sa. El calor de ahora me aflige el corazón; pero Nápo-
les..es el único lugar posible porque en el invierno mi
circuiación es pésima en los lugares fríos." Es una car-
ta que comienza: "Muy querida Vict.: Me estás dando
por muerta pero yo no me muero todavía. Y te recuer-
do como si recordarte fuese una tradición sacra más
un hábito dulce." Continúa con una de sus frecuentes
exhortaciones: "Yo espero que tú sigas escribiendo. Aun-
que no necesitas oírlo. ya te dije y te digo que debes
aprovechar rst(' tu me;or momento. Hazlo. sé Jirl {/ 1/
f;. MISTRAl. \" V. fl(~.'\MrO ..,.;¡
DA.'\L. L1V .. I!III!I

mismo. Réstate a la gente, vete al campo y escribe. E~


esta tu hora."
Ya en los tiempos de su consulado en Brasil. que co-
mienza en 1940, era "melindrosa" su salud. Escribe (!n-
tonces:
"Ando con un cuerpo de vidrio y además con unas
jaquecas grandes que me trae la mala vista y el mucho
leer de estos meses. Pero me importa dejarte en claro
algunas cosas y te escribiré corto y seguido. sin mira a
que contestes. Me acuerdo de que cuando estuve con-
tigo te entendía y me entendías a veces más con el gesto
y con los ojos que con las palabras. Es el único buen
enteruler de los seres; yo creo de menos en menos en
las cartas."
Estando en California. en enero de 1947. ha tenido
una crisis de diabetes y se encuentra en el hospital,
desde donde dicta a otra persona:
"Es curioso que en los días en que has estado en ca-
ma yo he tenido en el hospital una curiosa entrada en
tu casa de Mar del Plata. De los cuartos poco me acuer-
do. pero sí de la lavanda sentida en cada uno de ellos."
Dice mandarle unos versos (seguramente para Sur. pues
no están en la carta) y concluye: "Te pido mandanne.
en retorno de los versos. unas semillas de lavanda tuya."
En abril de ese mismo año 1947. otra tristeza se abate
sobre Gabriela:
"Cara Votoya. siempre pensada. Yo olvidé, por pri-
mera vez en años, que tu 7 era mi 7. que tu día f'ff1
el mío.
Yo acabo de perder a mi hermana. Votoya. Era lo
único que me quedaba y aquí no hay hipérbole. Quedé
un poco embrutecida. El rezar por el último que se me
va, me separa mucho tiempo de las demás realidades:
estoy con ellos. literalmente ron ellos. Tú me perdonas;
tú no ~abías esto."
5511 ALICIA Jl1R.o\DO BAAI .. I.IV.. 1....

Peor había sido el suicidio de Yin Yin. Ya en Nápo-


les. en 1951. atribuye a ese dolor el agravamiento de
!IIU enfermedad:
"Hoy. sin razón alguna, me cayó una especie de des-
fallecimiento cardíaco. La pérdida de Yin Yin, Vic .. no
sólo me dejó paupérrima; ella también fue una morde-
dura de bestia amawnica sobre mi carne vieja."
En la época de Nueva York escribe estas palabras des-
esperanzadas:
"Es duro envejecer y duro morir, Victo Y a pesar de
toda la literatura religiosa, nada sabemos del otro mun-
do. Yo he leído mucho de religión: tal vez he leido
de más; así y todo mi fe no me ayuda mucho."
En Nueva York, admite ser una pesimista:
"Se me afirma de más en más la idea de que Vilmos
rodando como las piedras de la cordillera hacia un final.
un lugar que existe y que no conocemos y ni cual VéI-
mos todos a parar, así, sin saber el dónde y el cuilJldo."
Desde Nueva York, en julio de 1954, escribe:
"Pero, aunque el único trabajo que debo hacer aquí
es este de conferencias, las hare muy distanciadas: el
cuerpo ya no quiere obedecerme, Vict."
En los últimos años de su vida Gabriela reclama COIl-
tinuamente la visita de Victoria. le pide que le escriba
con más frecuencia, le ofrece su casa en Nueva York
para hospedarla. Por diversos motivos, Victoria no pue-
de complacerla en seguida y, cuando se acerca al fin.
nos cuenta en uno.de sus volúmenes de Testimonios:
"Gabriela ya está ausente de sí misma. El dique del
tiempo se ha roto en ella y el pasado se mezcla con el
presente. Está como en otro país. Su presencia físicu
sólo sirve para subrayar su ausencia. Ya nunCil nos vol·
veremos a ver de veras en esta tierra burguesa, como
ella decía, a pesar de que su mano, ya sin fuerzas, esl.á
entre las mías."
El tema dt'1 amt'rirallismo, qlll' abunda l'n la Iírit:a
B.\AL. LlV .. 198!I G. M'ISTItAL y V. <>CAMPO .-•.-."

de Gabriela y también en su prédica epistolar a Victoria


parece pertenecer sin embargo más al reino de la fan-
tasía poética que al duro enfrentamiento con la realidad.
De esa concreta realidad hispanoamericana no observo
que diga nunca cosa buena. En Nápoles. por ejemplo, en
setiembre de 1951, después de hablar largamente sobre
política chilena, le dirá a Victoria:
"Muchas veces se ha hablado de una entrevista andi-
na entre el esperpento tuyo y el mío. Pero no se cum-
ple aún. O se ha cumplido y no lo sabemos, Vic .....
El esperpento argentino es, naturalmente. Perón. Ga-
briela aconseja:
"Ten paciencia, grande y querida Votoya. tenIa: es
virtud parda, vulgar y pedestre, pero ayuda a vivir más
que las Virtudes con mayúscula.
Unos demonillos vulgares y sucios como los perros
sin dueño corren de Norte a Sur y de Sur a Norte por
nuestros pueblos. los grandes. los medianos :y los chi-
quititos. No le veremos la cura, chiquita mÍD. A veces
les asoma una convalecencia alegre, unos colores de
salud. Vuelven a recaer."
Estando en Rapallo. el mismo año, le dice a VictOl'ia
que se quiere quedar en Europa:
"Me costó mucho ver en claro que nuestras t.¡erras
son muy dichosas de vivir (de ser vividas) por los alli-
malitos' del Señor y muy ácidas de mascar para los
adamitas. .. Al fin. ya estoy aquí. Me recitan casi ('11
la oreja "la barbaridad que viene" pero no me nnwve
ni conmueve. Loca. insensata, ciega y todo. Europa ('S
todavía un gran ente humano. una criatura a quien oÍ!'
hablar de lo que hizo antes, y esto por años."
Se fastidia porque. según dice, hay quienes le "t.l!jie·
ron chismes" tratándola de bolche. y añade:
"Algún día me llevarán a tirones hacia Chile. Pero
yo confío en el pobre pedazo de memoria que tellgo
para acordarme que nuestros países tropicales son xeno-
.¡bll .\I.ICIA Jt:RADO II.\AI.. 1.1,,'.. \'11\"

fobia pura y... una urticaria rabiaba hef:ha de PIl-


vidia."
De Nueva York le escribe contándole que el Prpmio
Nobel alejó de ella a muchas personas: .
"Todo lo dicho es para añadirte la envidia como en-
fermedad racial r sin remedio, Victo Yo siempre ho
creído esto. Ahora ya lo sP."
Y en 1954, tambipn desde Nueva York:
"De más en más, Vict .. yo tengo un horrOl' ,If' la
miseria tropical y no tropical de nuestros países. a 111
menos de 19 de ellos, Yeso es en mí yll una especie de
"bsesión. Y siento que casi todos los criollos estamos
condenados ya y de todo tiempo a causa de eso: de lo
'1ue vemos día a día y dejamos correr y correr cllmo (·1
agua de nuestros ríos, pero un agua que fuese inmunda."
Durante muchos aflos, según se deduce de las carlas,
esl.lls dos mujeres se recordaron una a la otra el 7 dI'
abril. díll del cumpleaños común. Después de mori,.
Gabriela, Victoria la sobrevivió veinte años sin olvidarla
nunca. pero su recuerdo más vívido es E'l de aquellos
,lías pasados en la casa de Mar del Platll, cuando de 1111
piso a otro se enviaban por escrito menslljes inITas"f'II-
dentes, referidos a esos menudos hechos cotidianos que
sólo con la muerte parecen cobrar significado. "Dormí
110 del sueño en bloque, pero dormí" -escribe Gabrie-
111- "y desperté sin saber ni dónde estaba. haslo qur.
me vino su carta Victoria y llegaron sus duraznos y sus
higos." Victoria comenta en un artículo de 1957: "¡ Los
,Iuraznos y los higos de aquel año! Los veo, elegidos es·
pecialmente para ella y puestos en un canastito, entre
hojas de hortensias, cada mañana. Esas maiIanas de la
tierra, esas mañanas del mar que jamás volveré a como
partir con Gabriela."
El 7 de abril de 1945, al parecer de Brasil, hay Ulló'
l:arta que sintetiza y alaba la obra de Victoria:
"Cuídate j' vivE'. Has hrcho cnsll~ r.orllillda~ " fplires.
BAAL. LIV.. 1!lB!! (;. MISTRAl. \" V. ()(:.\MI'O jbl

y de categoría. Has defendido en Sur. casi todo lo que


había que defender. Has escrito a lo menos dos cosas de
esas que tus yanquis llaman 'inspiradoras': la Emily y
el Lawrence. Has mudado de dirección la lectura de
unos 3 países y con ella has sazonado con ingredien tes
inefables, nuestra cultura, colonial todavía. Y, lo único
que tal vez faltaba, has vuelto la cara y el oído hacia lo
invisible, a buen tiempo. dejándote espacio y plazo para
saber lo bastante antes de irte de esta cosa tan rara que
es el planeta Tierra. Siéntete alegre, pues, y agradece to-
do eso al Señor. en este día. mientras yo pregunto a
m para quP vine." l ... I "Te he celebrad" mucho el
filo --() el colador- que tienes para escoger a tu gente:
el rigor y el primor (sólo me falta en el comento do
libros J. L. Borges, que se quedó -comodón- con el
Cine),"
La guerra está concluyendo y llegarán luego. según
Gabríela. "las heces de la guerra." La carta termina así:
"Guarda para eso --en escalera- tu brazo. tu voz
fuerte. tu instinto de limpieza subida, tu seso. tu alma )'
tu espíritu además. Te abrazo. Dios te guarde."
Conocidas son las amistades entre algunos grandes
hombres de Chile y de la Argentina: la de San Martín
y O'Higgins. la de Sarmiento y Manuel Montt. Menos
divulgada pero profunda y entrañable como ninguna.
fue la de dos mujeres notables, de uno y otro lado de
nuestra cordillera. atestiguada por estas cartas de ]a~
que acabo de ofrecer una muestra imperfecta y frag-
mentaría.

Alicia Jurado
BAt\L. LlV., 1!JIr.I

TEXTOS CONSULTADOS·

76 cartas de Gabriela Mistral a Victoria Ocampo, pntilmente


cedidas por la Fundación Sur.
Gabriela Mistral, ''Recado a Victoria Ocampo". En ·Sur. Buenos
Aires, nV 43, abril 1938.
Victoria Ocampo, ''Gabriela Mistral y el Premio Nobel". Ea Tes-
timonios, 111 Serie, Buenos Aires, Sur, 1946.
Victoria Ocampo, ''Gabriela Mistral en sus cartas". Ea Te'timonios,
VI Serie, Buenos Aires, Sur, 1963.
Victoria Ocampo, "Mujeres en la Andemi,,'·. En T,,,,imoninr. X
Serie, Buenos Aires. Sur, 1977.

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