Axel Uriel Ortiz Romo Narrador: A inicios del siglo XIV, cerca del pueblo de Maravatio (un lugar desértico y sin mucha población) Vivía un señor llamado Cristoforo, quien después de enviudar y ver a sus hijos partir a otras comunidades, se dedicó a cuidar a sus ovejas. Como ellas eran todo para él, las llevaba a pastorear al cerro de la Campana, donde había muchos pastizales. Se dice que una tarde, cuando regresaba a casa con su rebaño. El anciano vio a una mujer que estaba sentada debajo de un árbol. Se acercó para preguntarle que hacia ahí tan sola y lejos del poblado, ella solo levanto un poco la cabeza, pero él no consiguió ver su rostro porque lo cubría una larga cabellera. (el ambiente se puso tenso) Fue tan grande la impresión que le causo al ver esa imagen, que don Cristoforo no pudo preguntarle más y se alejó de ahí rápidamente, sin que la mujer lanzara una palabra de sus labios El hombre llego a su casa (el ambiente estaba húmedo), guardo sus ovejas, comió, rego su jardín y ordeno su casa, pero seguía pensado en la imagen que vio. Así paso toda esa tarde, hasta que llego la noche y decidió dormir porque paso todo el día afuera de su casa caminando, pero apenas había pagado las velas y se había recostado en la cama, cuando empezó a escuchar ruidos en el techo de su casa. Por un momento pensó que estaba granizando, decidió salir a investigar y no había rastro de granizo. Camino alrededor de la casa, pero no encontró a nadie (la vibra se puso rara) Así que decidió regresar al interior e intentar dormir un poco. Sin embargo, de nuevo se empezó a escuchar los mismos ruidos del techo. Inmediatamente se levantó y tomo su machete para ahuyentar a quien estuviera haciendo ese ruido. No obstante, su búsqueda resulto en vano porque no había nadie a sus alrededores. Pensó que sería mejor encerrarse y esperar al día siguiente para subir al techo y saber lo que había provocado esos ruidos, pero cuando se dirigió a la puerta, algo detuvo su pie. Sintió tanto miedo que golpeo con su machete aquello que lo detenida y, cuando pudo, corrió al interior de su casa. Con la luz de las velas se percató que solo eran las ramas de una zarza enredadas en su zapato. Al día siguiente corto la zarza que estaba afuera para que nunca se le volviera a enredar y pensó que el ruido en su techo había sido grava arrastrada por el viento así que, como todos los días, llevo a sus ovejas al cerro de la campana; después que sus animales comieron y durmieron en los pastizales, los reunió para emprender el regreso a casa. Pero cuando paso por aquel árbol, encontró nuevamente a la mujer desconocida. (la vibra se volvió a poner tensa) Aunque al inicio tuvo miedo, se acercó a ella y le hablo: Crisóforo(voz temblorina): “¿Te pasa algo, mujer? ¿eres de por aquí? Narrador: Ella no respondió, únicamente levanto la cabeza. Pero del mismo modo que el día anterior, no pudo ver su cara y salió corriendo de ahí con su rebaño. Después de guardar a sus ovejas hizo todo lo que hace la mayoría de días solo que esta vez, cuando se fue a dormir escuchó ruidos de cadenas en el patio y golpes en la puerta. Esa noche no pudo dormir y espero al amanecer con su machete en la mano. A la mañana siguiente, en lugar de llevar a sus ovejas al cerro, fue al pueblo a preguntar si conocían a la mujer que había visto pero con los que hablaba le decían que no sabían nada de ella, hasta que hablo con el párroco él le dijo Párroco: “Esa mujer te está pidiendo ayuda y tú no se la has ofrecido, tienes que hacer algo por ella” Narrador: al día siguiente cristoforo fue al cerro sin sus ovejas y llego al árbol donde vio a la mujer puso un altar con velar y dijo Crisóforo: estaré viniendo 45 días seguidos a ponerte velas en tu altar para que te vayas a mundo de los muertos en paz, tal como le dijo el párroco Narrador(suspenso): cuentan que a partir de ese día la vida de don cristoforo regreso a la normalidad. El hombre dejo de escuchar ruidos por la noche y nunca volvió a ver a la mujer extraña, de la cual solo recordaba su larga cabellera